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La comida, imágenes y sensaciones de la comida como arte
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1
El Aroma
Ellos ya no comerán más y se levantarán con el mango empuñado, para enseguida
habituarse a la comida hecha por Gabriela.Cuando fueron invitados a comer apenas
probaron los platos; habían percibido la diferencia en la delicadeza del condimento.Decían
vengo a comer a casa y a prepararme para verte toda elegante, con ese vestido bien lindo,
para que las otras mujeres te envidien. Con sus costumbres de viudas sin comer y sin
vestirse.
No sé si vamos a volver a comer otra vez como aquellas obreras seducidas por su
almuerzo. No se trata de eso... escucha sin interrumpir. Primero que no me gusta ese
asunto de la comidacon todo el mundo de pie.Como yo soy tímido, acabo comiéndome
lasalas del dueño de la casa. Al cual tengo que servirle al último, y cuando lo hago sólo
encuentrolos restos de esa gente, y aun así ellos, los otros, los excluidos se besan, y
comen tierra. Y esto no es debido a las tinieblas, al contrario es por ser demasiadala clari-
dad, por eso ellos sólo están sirviéndose y sirviéndose, todos los manjares: vatapáyefó,
abaráy carurú, moquecas de siri mole, camarones, pescado, acarajé yacacá, gallina de
xinxim, arroz de haussá, además de montañas de pollos, pavos asados, piernas de cerdo y
tajadas de pescado frito para algún ignorante que no supiera apreciar el aceite de dendé.
En ese momento de éxtasis grito y con desprecio dijo:¡cansadas de dar comida al búfalo!
¡Ahora se va a comer sus carnes!¡Se va a arrancar los ojos ante este mundo, donde hay
toda clase de brutos!Lleno de sujetos capaces de cualquier ignominia llena de cachaça,
cerveza y vino portugués. Aún así permanecían sin comer, durante casi cincuenta años.
Indiferentes al confort y a las diversiones, sobrios en el vestir y en el amar.
2
El Sabor
El café valía más que nuestro almuerzo. Era café con leche, era pan y queso. En las
mañanas solía ir solo y me sentaba a la puerta de la cocina, la cocinera silenciosamente
me ofrecía una taza de café, yo le preguntaba: ¿qué voy a hacer yo allí? Sólo se habla de
almuerzos y cenas, todo es una angustia. Ellas no pueden sólo comer...pero sí, al parecer
todas esas señoras sólo saben comer y moverse en la cama. No, me dijo la cocinera,
apenas se dan el tiempo necesario para comer y dormir, sin tener un solo momento para
descansar. Porque hay poca comida y muchas bocas. En un día de hambruna siempre las
encontrarás en el puerto,me decía, y saldrán sinbarullo, ni confusión.
¡Ah!..., es ese... Oí hablar de él..., pero déjame comer con algo arisco, déjame comer de tu
mano, dejarme tomar y llévame a tu regazo, adormecerme de hambre. Al oír eso a veces
la llevaba a comer y volvían por la noche a danzar y beber, otras noches salían exhaustos
de cacao, de flores, de animales, de caminar por las calles, y luego lesllegaría la noche y
caminarían una noche cansada, una noche de pocas horas. Desayunarían finalmente
charque y mandioca con un trago de café.
¿Y no se puede hacer nada más que eso?
No y no voy a comer nada más. Ni quiero oírte hablar de comida, ni de caviar, mucho
menos de champagne.
3
La Textura
Montones de espigas crecían como los cabellos que se levantaban en la cocina. Ellas se
habían sacado los anillos para ayudar a la cocinera a hacer la canjica. Mientras tanto yo le
decía: uno no hace cuestión de volverse rico, uno quiere tener porotos para comer.
En ese instante ella me respondió: ¡pero Señora, era tan bueno pasar por entre los hom-
bres! Calentarse y bañarse con agua fría, para después masticar las guayabas, comer
mangos, morder pimienta tal como mordemos la locura de una mujer que ha engordado.
Yo le recordé, en la tarde siempre nos despiertan las ganas de comérnosla o por lo menos,
cocinarla. Si no es así,¿dónde iríamos a comer?, ¿quién prepararía dulces y saladitos?
Al fondo su hermana respondió: yo los invitoa comer con aperitivos y vino portugués.
¡Eso eshorrible, señora, horrible! Yo sólo intentaba dar de comer a la familia, siempre fui
callada y poco amistosa, y nunca le ofrecería comida pasada. Sólo quería dejar aquellos
platos enfriándose en la mesa, pero ella, la mayor. Sólosentí cuandonos tomópor el brazo,
y empezó a darnos de comer en la boca, nos pasaba la mano por la cara, nos susurraba en
la oreja: eres una jamona... tus carnes se han afirmado, tu pompa se te ha redondeado...,
esto es un postre... pronto estaremos comiendo un manjar.En ese momento la interrumpí
diciéndole:¿quién va a querer comer pan de ayer, y carne masticada, sólo sobras deun
difunto?
Nadie quiere eso...ni en un descuido. Pero al cerrar los ojos en un instante de
deseoincontenible ya no dejarían de comerse solamente a su doncella.
4
La Sopa
Salíamos a las seis de la mañana para podar los sembradíos, después caminábamos a casa
para comer un plato de porotos con carne seca. Este acto era absurdo, increíble e
imposible; pero nos sentábamos y nos mirábamosa los ojos quela tierra ha de comerse. En
ese momento me decía sin respirar "Lo estoy viendo y no lo creo."
Todas las tardes nos querían obligar a comer cuando llegaban los barcos, aún cuando no
teníamos hambre, estaban ya listas la mandioca y el maíz, la batata y el "aipin", ninguno
de nosotros conseguíamos vivir sin estos platillos. Después de un tiempo cuando ya
habíamos terminado corríamos al poblado, para dormir con unas rameras, y pegar unos
tiros al aire.
Al terminar la noche por la mañana lo único que teníamos para comer era harina, un poco
de carne seca y plátanos verdes con los que solíamos discutir problemas políticos antes de
ser engullidos por nuestras gargantas secas.
En la tarde alrededor de las ocho, ya de noche, sentimos que nos ardían los ojos y muy
asustados, tomamos un caféescuchando la radio. En ese momento le dije sin aviso previo:
me estoy muriendo de aire de mar por ese gran apetito de un sin orden, de esa
numeración absurda. Él solo me contestó a gritos:¡vivir con un genio es terrible!
5
Las Lentejas
Vivo donde hay poca comida y muchas bocas. Él me preguntó:¿quién irá ahora a cocinar
sus vicios?Le recordé que durante un día de hambruna siempre encontrarías arapatel en
su apetito de crear problemas, de maleducado, de dar motivo de para las habladurías y las
burlas.
Vengan a comer con nosotros, nos gritaron del otro lado del cuarto.Ellosvivía mudándose
de un lugar a otro, así que nadie los esperaba, solamente entraron y saludaroncon
gruñidos para después sentarse y empezar a pelear con el perro de las distancias.
Le repetían: la gente que no tienen nada que comer y por eso tiene que robar... Nos
decían:no se puede dejar morir de hambre a las mujeres...Yo mismo me voy a convertir en
un doctor de los sufrimientos, llorando todo el día, negándome a comer, enflaqueciendo,
para impedir que la desgraciada se transforme en locura. Pues dormían allá con lo peor y
morirían envueltos en llamaradas de candomblé.
Ella la de la puerta, la que sólo observaba, era de las que sólo pican, sólo bastaba verle la
cara para comprender cuáles eran sus intenciones, era una de las de poco comer, era una
de las de un adiós para siempre.
6
El Pan
Al mediodía todavía andaba sin pensar, medio hambriento, me miraba en el espejo antes
de robar algo para comer, robar esos buenos platos apimentados, para también después
beber una cerveza helada y jugar atravesando las madrugadas, llorando con la esperanza
de falsificar la bebida del cabaret, para acabar la noche en los brazos de una cualquiera.
Me quedaré esperándote en casa, me dijo, vendrás a comerte a mi hermano y a mi
cuñada, junto con una sopa de cangrejos, solo así tendremos tiempo de hablar...
¿Pero por qué tanto misterio? ¿Por qué ese secreto?
Estoy probándote...
Recuerda yo nunca fui invitada...
Volvió a reír y a fumar puros con sus guisados de pescado en el río bañado de salsa de
leche de coco... todo esto lo hacía para ya no pensar en nada, para dejar de oír y sólo me
dijo:
Quizá no sea nada.Ninguno de nosotros es un bandido, la gente no tiene qué comer y ellos
nos tienen que solucionar el problema... entraremos en su ciudad y tendrán que haber
olvidado o haber desistido, todo estojusto a las doce y media, ya que si por acaso se
atrasan, el plato sehabrá enfriado a la espera del espanto y la indignación, esto les cerrara
la garganta, les cancelará la boca amarga y no podrán creer lo que sus ojos han visto,
querrán haber nacido ciegas.
Grande fue el asombro de mi cuñada, cuando ese domingo al abordarla una vez más le
sugerí comer el alpiste de esenovio retrógrado y prepotente.De ese amanteque solamente
se dedicaa beber.
7
El Vino
Vamos a comer, compañero, estamos apurados, la noche nos ha llegado, nos ha invadido
la sala con ojos desorbitados, solamente nos deja mirarhacia el mar
nocturno;silencio.Recuerden,yo sí fui invitado, y ahora los invito a ustedes.¡Poquísima
cordura!
Yo fui a vivir con él en un rancho de paja a la mitad de la semana desordenada, llena de
lamentaciones, tristezas y llantosollozante. Embargada por el dolor que en ese entonces
era pariente de una persona encargada de atender a ciegas. Sin nada de comer. Sin nada
de beber.
La cosa está muy fea, me dijo, están sin nada para vestir y no veo motivo para castigar al
hambriento, sólo le presentaremos una familia.
¿Pero de dónde sacaran el tiempo necesario para ir a casa?
8
La Espera
Vamos después de comer, vamos después dedespedirla, pero tómate un baño, que lo
necesitas.
Ya estamos en su nuevo hogar, no abandonaremos nuestros hábitos, pero si adquiriremos
otros, como el de reír a carcajadasdesbordantes, carcajadasque son como el viento que
llamaa las gallinas y a los patos a comer el maíz.
Éramos ya ocho en casa para comerel cacao de sus pies.Durantetodas sus conversaciones
nocturnas siempre nos decía, compremos una pensión, no poseemos más tierras, sólo nos
resta este papagayo, que con una voz estridente canta canciones, te lo juro. No te estoy
engaño, no porque esté como loco y muerto de hambre, te estaría engañando. No porque
me esté desbordando, voy a comer tierra con mis dientes de agua, y a fabricar cadáveres.
Yo ya he pagado el precio de nuestra cultura, de servir a una querida amiga, de lavar los
cuerpos reposados en una cama.
¿Qué saben ellas de los olores puros? A estas locas les parece que huelen mal nuestros
besos ardientes mientras bailamos y sólo alcanzan a aplaudirnos.
9
El Desmayo
Dejaron de comer tierra pero seguían comiendo jaca, mientras el bar se vaciaba, y ella les
servía rodeandola mesa y abriendo más botellas de cerveza. Sólo les susurraba a cada uno
al oído: estuvo aquí después de comer y me contó... que le hacía cosquillas para
despertarloal mediodía, justo antes de suspender el trabajo y aplastar una banana para
poderla comer, porque él ya no tenía dientes para masticarla.
Se habían encontrado durante años todos los días, habían pasado juntos todas las noches,
sin dinero y compartiendo la bebida, con sus caras enojo. Pero no preguntaba ni
protestaba, ciertamente ya se había olvidado o había desistido y más aún al oír las
campanas. Ya no servía de nada acordarse, ya tenían la boca amarga como hielo. Ellos no
tenía otra profesión además de conversar demasiado y beber jugo mientras se
desvanecían, hundiéndose en penas ylamentaciones, flagelándose, hiriéndose con
implacable autocrítica acordándose desu degradación, de sus cuatro hijos que ya no
tenían para el desalojo.
¿Para qué tenían darle el consuelo cuando ya eran cosas muertas?
Durante esa tarde, sus rostros era impenetrables, sussilencios eran como un estruendo. El
modo que tenían de comer, sin prestarnosatención,sólo nos revelabasu tremenda
inquietud.