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1
Caballeros delincuentes en la España barroca1.
Miguel Fernando GÓMEZ VOZMEDIANO
Universidad Carlos III de Madrid y Archivo de la Nobleza
[email protected]; [email protected]
“Abriles y caballeros,
hay pocos buenos”
Adagio popular.
Frente al arquetipo, fraguado por la tratadística de la época2, del noble como garante la
paz social, dechado de virtudes o persona de seso y peso, la documentación extrajudicial
relativa a la España de los Habsburgo conservada en archivos y bibliotecas, en especial los
diarios íntimos, la correspondencia personal, los pliegos de cordel, las gacetas, las relaciones
de sucesos y los avisos de Corte3 están repletos de datos, rumores e impresiones sobre
rencillas, escándalos, crímenes, violencias o conflictos protagonizados o alentados por
hidalgos, caballeros y miembros de la baja nobleza en general. Curiosamente de muchos de
tales incidentes o delitos apenas queda otro rastro que un comentario o unas pocas líneas en
unas memorias o en el intercambio epistolar entre cortesanos, aristócratas y plebeyos. No
obstante, creemos que tales informaciones y rumores nos permiten conocer de primera mano
1 Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España a
través del proyecto “Palabra y Poder: Escritura, Representación y Memoria en la Monarquía de los Austrias”
(HAR 2008-05529). 2 Sendas panorámicas sobre la nobleza hispana a través de sus textos en David GARCÍA HERNÁN, La Nobleza
en la España Moderna, Madrid, 1992; además de en Adolfo CARRASCO MARTÍNEZ, Sangre, honor y
privilegio: La nobleza española bajo los Austrias, Barcelona, 2000; así como en Juan Antonio GUILLÉN
BERRENDERO, Los mecanismos del honor y la nobleza en Castilla y Portugal, 1556-1621, tesis Universidad
Complutense de Madrid, Madrid, 2009. 3 A este respecto, nos remitimos, entre otros, a los trabajos de Jean-Pierre ÉTIENVRE, “Entre la relación y la
carta: los avisos” in María Cruz GARCÍA DE ENTERRÍA y otros (eds.), Las Relaciones de Sucesos en España
(1500-1750), París-Alcalá de Henares, 1996, pp. 111-121; GIMENO BLAY, F.M., “Misivas, mensajeras,
familiares… Instrumentos de comunicación y de gobierno en la Castilla del Quinientos” in Antonio CASTILLO
GÓMEZ (ed.), Escribir y leer en el siglo de Cervantes, Madrid, 1999, pp. 193-209; Pedro MARTÍN BAÑOS:
“La carta en el Renacimiento y el Barroco. Guía bibliográfica” in Cuadernos de Historia Moderna. Anejos, 4
(2005), pp. 187-201; Santiago MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, “Memoria aristocrática y cultura letrada: usos de la
escritura nobiliaria en la Corte de los Austrias”in Cultura Escrita & Sociedad, 3 (2006), pp. 58-112; así como
Zsuzsa BARBARICS y Renate PIEPER, “Handwritten newsletteers as means of comunications in Early Modern
Europe” in Fernando BETHENCOURT y Florike EGMOND (ed), Cultural Exchange in Early Modern Europe,
Cambridge, 2007, III, pp. 53-79.
2
los sucesos más truculentos de la época y valorar en su justa medida el impacto social o
mediático que tuvieron entre sus coetáneos4.
Las páginas que siguen a continuación son el resultado de largos años de investigación
en los archivos nobiliarios (muchos de ellos albergados en la Sección Nobleza del Archivo
Histórico Nacional, institución adscrita al Ministerio de Cultura que concentra más de 250
fondos diferentes, con documentación relativa a un millar largo de títulos nobiliarios
europeos), en la Sección Órdenes Militares del Archivo Histórico Nacional y en la Biblioteca
Nacional de España, adonde fueron a parar manuscritos e impresos que antes habían estado en
los anaqueles de las grandes Casas de la aristocracia ibérica.
El resultado es un caleidoscopio de confidencias y noticias cercanas a los hechos, así
como una sucesión de expresiones e impresiones personales que nos trazan un cuadro
realmente pintoresco. Unos escritos que nos evocan retratos de otro tiempo y percepciones
subjetivas o sesgadas de unos acontecimientos que nos revelan la verdadera trascendencia que
se daba a las violencias cotidianas protagonizadas por aquellos privilegiados a los que se
consentían transgresiones, perpetraban venganzas de honor, abusaban de su estatus o se
tomaban la justicia por su mano, cuando no se refugiaban en el crimen como forma de vida
patibularia.
1. HÁBITOS DE VIOLENCIA DE LA NOBLEZA ESPAÑOLA.
La bibliografía sobre abusos señoriales en particular, y desafueros de la nobleza hacia
el resto de estamentos y hacia sus iguales en general es bastante profusa. Sin embargo, aparte
de las fuentes literarias o de los relatos de viajeros, así como de los inevitables autos judiciales
en los que se ven involucrados, el resto de documentos primarios han sido empleados de
forma marginal en las investigaciones sobre desorden y delincuencia en las Españas de los
siglos XVI y XVII, salvo estudios muy concretos y localizados en el tiempo o en el espacio5.
Desde luego, un vistazo por los archivos y bibliotecas históricas nos revela un mundo
mucho más abigarrado del que pensábamos, dominado por intereses contrapuestos,
4 Sobre los hábitos de escritura entre los cortesanos ver Fernando BOUZA ÁLVAREZ, “Escribir en la corte. La
cultura de la nobleza cortesana y las formas de comunicación en el Siglo de Oro” in D. PÉREZ SÀNCHEZ,
Vivir el Siglo de Oro. Poder, cultura e historia en la Época Moderna. Estudios en homenaje al profesor Ángel
Rodríguez Sánchez, Salamanca, 2003, pp. 77-99. 5 A medio camino entre la disidencia política, la trasgresión estamental y la delincuencia común se hallan por
ejemplo muchos bandidos en la Corona de Aragón. Ver Jorge Antonio CATALÁ SANZ, “Violencia nobiliaria y
orden público en Valencia durante el reinado de Felipe III. Una reflexión sobre el poder de la nobleza y la
autoridad de la monarquía” in Estudis, 20 (1994), pp. 105-119.
3
estigmatizado por la violencia estructural6, pero también por la resignación de la mayoría
frente a los abusos de los poderosos y por la eclosión de unas violencias pasionales que
cristalizan en el seno de una casta de poder, orgullosa no solo de portar sino de utilizar la
espada, todo un símbolo que los identifica como elite entre sus convecinos.
Desde luego, los duelos estaban a la orden del día7, sobre todo en las ciudades de
cierta relevancia, pero mucho más lo estaban las agresiones físicas y/o verbales de los nobles
hacia los plebeyos, las agresiones por desplantes fútiles8, los desafueros de los caballeros, las
banderías locales, los quebrantamientos de condenas e incluso los crímenes alevosos entre los
que se suponía que anteponían su honor a su vida y su linaje a su propia bolsa. Además,
galanteos inapropiados, amoríos frustrados y matrimonios truncados parecen ser una fuente
inagotable de desdichas, desde para el más encumbrado aristócrata9 como para el hidalgo
rural; igual que las bromas pesadas o las burlas entre cortesanos10
. De ahí que la propia corona
tomase cartas en el asunto; veamos cómo se aborda este asunto en el intercambio epistolar de
la aristocracia española del seiscientos:
6 Juan Luis CASTELLANO, “La violencia estructural en el barroco” in Juan Luis CASTELLANO, Violencia y
conflictividad en el universo barroco, Granada, 2010, pp. 1-12. 7 Todo ello a pesar de las condenas civiles y eclesiásticas. El Concilio de Trento, en su cap. XIX y bajo el
epígrafe titulado Prohíbese el duelo con gravísimas penas contempla lo siguiente: “Extermínese enteramente del
mundo cristiano la detestable costumbre de los desafíos, introducida por artificio del demonio para lograr a un
mismo tiempo que la muerte sangrienta de los cuerpos, la perdición de las almas. Queden excomulgados por el
mismo hecho, el Emperador, los Reyes, los Duques, Príncipes, Marqueses, Condes y señores temporales, de
cualquier nombre que sean, que concedieren en sus tierras campo para desafío entre cristianos; y ténganse por
privados de la jurisdicción y dominio de aquella ciudad, castillo o lugar que obtengan de la iglesia, en que, o
junto al que, permitieren se pelee, y cumpla el desafío; y si fueren feudos, recaigan inmediatamente en los
señores directos. Los que entraren en el desafío, y los que se llaman sus padrinos, incurran en la pena de
excomunión y de la pérdida de todos sus bienes, y en la de infamia perpetua, y deban ser castigados según los
sagrados cánones, como homicidas; y si muriesen en el mismo desafío, carezcan perpetuamente de sepultura
eclesiástica. Las personas también que dieren consejo en la causa del desafío, tanto sobre el derecho, como
sobre el hecho, o persuadieren a alguno a él, por cualquier motivo, o razón, así como los espectadores, queden
excomulgados, y en perpetua maldición; sin que obste privilegio ninguno, o mala costumbre, aunque sea
inmemorial”. A este respecto remitimos al estudio de José Luis BERMEJO CABRERO, “Duelos y desafíos en el
derecho y en la literatura” in Sexo barroco y otras transgresiones premodernas, Madrid, 1990, pp. 109-126. 8 “a Don Juan Pacheco su hijo mayor han llevado preso al convento de Calatrava por aver mandado dar una
cuchillada en a la cara a Tomas Fernandez, autor de comedias, porque no quiso echar comedia nueva a su
instancia”; Nuevas de Madrid 8/15-II-1637. Noticias de Madrid desde el año de 1636 hasta el de 1638
recogidos por D. Josef Antonio de Armona, corregidor de Madrid [1777-1792]. Y desde el año de 1680 hasta el
siglo presente por D. Juan Francisco de Ayala Manrique y es su propio original, Biblioteca Nacional de España
[en adelante BNE.] mss. 18447, f. 42v. 9 “El señor duque de Medinasidonia a tenido un desafío por su dama de palazio, hija del conde de los Arcos, no
se con quien fue que le dijo tenia orden de su padre para galantearla para casamiento, saco por padrino a don
Pedro de Toledo a San Bernardino, vinieron mui vien, el otro subio herido. Los frailes se metieron de por medio
y los trujeron a sus casas. Al duque dizen destierran y esta con seis alguaciles de guarda”. 1-VIII-1685, Madrid.
SECCIÓN NOBLEZA DEL ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL [en adelante SNAHN.], Osuna, cartas 47,
doc. 9. 10
En la carta enviada por un tal Gavilanes al duque de Gandía, hablando de un tercero dice que “en dias pasados
viendole tan lampiño le hablaron par si queria acomodarse en una capilla por juzgar que tenia las señales de
buen tiple, y eso le ha melancolizado tanto que quiere alquilar unas barbas”; 1690, julio, 12, Madrid. SNAHN.
Osuna, cartas 114, doc. 22, sf.
4
“a mandado S.M. no haya galanteos; a cuyo fin a dado el marques de Astorga las ordenes
a los mayordomos y guardas para que no se permita a los cavalleros hacer terrero, ni senda a las
damas, excepto a los que fueren casamientos, que en dando quenta de sus bodas a Sus
Magestades, puedan estar declarados galanes y se les permita la asistenzia entonzes, pero no
antes”11
.
En el caso del hidalgo don Diego Duque de Estrada, en su autobiografía nos habla de
su nacimiento en Toledo (1589), su temprana orfandad y que ya con cinco años edad su tutor
le llevó a la escuela de los jesuitas, de modo que en 1596 se considera maestro en danzar y
tañer castañeta. Siendo un chaval cuenta la anécdota que, jugando con un compañero, le
punzó un ojo por accidente; sin embargo, cuando el maestro lo castigó con una azotaina,
nuestro protagonista no se resignó y le hizo unos jirones en el manteo con su puñal; es más,
después, ya en la calle, junto a otros muchachos apedreó la fachada del Colegio de la
Compañía de Jesús. Hacia 1597 empezó a tomar clases para montar a caballo de tal modo
que, en 1602, cuando tendría unos 13 años, se alistó como soldado aventurero y participó en
la expulsión de los moriscos de Toledo (1609-10). El 18 de junio 1611, Diego es acusado de
dos muertes en la Ciudad Imperial; había asesinado a su amada hermanastra y a su mejor
amigo, a quienes sorprende acaramelados en un cuarto, por lo cual es encarcelado de
inmediato. Durante meses, permanece recluido en la caja de galeotes, si bien debido a su
condición hidalga es acomodado en los aposentos superiores, donde estaban los caballeros
procesados por delitos de sangre. La octava del Corpus, por la mañana, es atormentado por el
verdugo de la real justicia, quedando traumatizado por dicha experiencia; la crueldad con fue
tratado le basta para calificar al corregidor de Toledo, el caballero sevillano don Francisco de
Villacid, como “mozo valiente, arrogante y riguroso”12
. Curiosamente, al día siguiente, el
mismo ejecutor se ofrece a curarlo y estirarle sus miembros; prometiéndole reo que si lo
dejase sano le daría doscientos escudos de oro, proporcionándole un ungüento que
supuestamente llevaba “grasa de hombre, unto de culebra, de oso, de león, de víbora, de
ranas, por partes iguales, deshecho todo a fuego lento con aceituna de almendras dulces, de
pericón, de manzanilla, rosado y bálsamo de Oriente”13
. En realidad, don Diego solo termina
de recuperarse del todo de este trance un año después, cuando había cumplido 23 años de
11
Carta de don Gaspar de la Cerda (1653-1697), conde de Galve, a su hermano el duque del Infantado; 13-III-
1688, Madrid. SNAHN. Osuna, cartas 54, doc. 31 12
Fray Luis de ARIZ (comp.), “Comentarios del desengaño de sí mismo, prueba de todos estados y elección del
mejor de ellos, o sea, Vida de don Diego Duque de Estrada” in Autobiografías de soldados (siglo XVII), BAE.
90, Madrid, 1956, p. 277. 13
Ibídem, p. 281
5
edad y ya había sido condenado a la pena capital. De su prolongada estancia entre rejas solo
recuerda miserias y desdichas. Así describe cómo muchos reos, que tilda como pícaros y
valentones, entre los que se encuentra él mismo, se enfrentan todos los días, de tal modo que
en una de las trifulcas más severas “cada uno peleaba como si fuera con turcos”14
. Apela al
duque de Lerma, pero termina por fugarse de su confinamiento en 1613, gracias a una monja
enamorada, y el 15 de octubre abandona subrepticiamente la ciudad. Ya prófugo de la justicia,
desde Barcelona pasaría a Italia y desde allí vive mil aventuras hasta terminar ingresando en
la Orden de San Juan de Dios (1635) y muriendo como tal religioso hospitalario en la isla de
Cerdeña. Aunque haya algunos acontecimientos poco creíbles en su relato (¿un hidalgo
torturado?) y destaque más las hazañas que sus mezquindades, lo cierto es que durante todo el
verosímil discurso de su atribulada vida se vanagloria de su linaje y se muestra orgulloso de
su valentía; unos valores propios de su estatus nobiliario y unas vanidades que comparte, en
mayor o menor medida, con el resto de los investigados.
En otras ocasiones, cargos u honores disputados terminan en tragedia, como el grave
atentado al que sobrevivió Antonio Sancho Dávila y de Toledo (1590-1666), III marqués de
Velada y Grande de España (desde 1614), en Lisboa, en 1619. Parece que su deudo, el capitán
Osuna, quería solicitar a través de dicho aristócrata el mando la compañía vacante por muerte
de Pedro de la Cueva, y fue a las diez de la noche a pedirle a su protector que le diese
memorial recomendándole. Ambos montaron en el mismo caballo para dirigirse a la posada
del marqués, donde permanecían sus criados, pero de repente les sorprenden en una celada
una decena de matachines, quienes en medio de la refriega asesinan al capitán, que cabalgaba
detrás, dejando malherido a Velada a quien
“dieronle dos cuchilladas en la cabeza de que cayo… el marques como tan baliente
caballero y tan axil se levanto y vino con esta gente15
y devieron de darle con algun
magual (sic) o pedrada que volvio a caer y dieronle una estocada que le paso la espalda y
salio debaxo del brazo el torno a levantarse otra vez y aviansele caido los antojos... y le
dieron en ella una cuchillada, un cochero suyo dio voces que matan al marques mi señor
y con esto le dexaron... y entro en casa del marques de Linares y pidiendo que le troxeran
14
Los implicados en este alboroto fueron castigados duplicando sus condenas, sufriendo azotes, vergüenza
pública, galeras, tormentos, palos, prisiones y teniendo que pagar sobornos; resultando heridos en este
escaramuza 40 rufianes, además de 3 muertos y 2 ahorcados. Ibídem, 283-284. 15
La bizarría de este joven aristócrata fue cantada por Luis de Góngora y Argote en su famoso poema titulado
“Al Marqués de Velada, herido de un toro que mató luego a cuchilladas”, escrito hacia 1623.
6
un confesor y un cirujano lo mas que os puedo dezir es que an dicho los portugueses que
an sido los castellanos los que an erido”16
.
En la correspondencia coetánea hallamos otros curiosos pormenores, como que al
capitán Osuna hallaron encima unas disciplinas, un cilicio y mil reales en su faltriquera, o que
se ofrecieron dos mil ducados para quien aclarase el suceso, de como que “salio un cartel que
dezia que si querian saber quien irio al de Velada fuese al duque de Pastrana o el de Uceda y
el de Saldaña al propio puesto que alli se lo dirian; salio otro con letras coloradas y negras
que dezia el que irio a Velada y mato al capitan fue don fulano Cutino que es un caballero
que esta preso muchos dias a”17
. El asunto tuvo más recorrido que este sangriento atentado, e
incluso se solicitó cárcel para dicho aristócrata, pero es más que probable que su amistad con
los círculos palaciegos le eximieron de exigirle mayores responsabilidades18
.
En otras ocasiones las aguas no llegan al río, y todo queda en una pugna soterrada por
el poder. O bien en libelos que empapelan plazas y mentideros. Así, en 1691, un cortesano
informa a Pascual Francisco Borja Centelles Ponce de León, X duque de Gandía, sobre unos
anónimos que circulaban denostando a los consejeros de Estado: “la gente de esta Corte todo
es poner pasquines contra los consejeros de Estado motejando a Pastrana de tonto, a Melgar
de chulo, a Aguilar de loco y Montalvo de galanteador, esto sirve de diversión a los
desocupados”19
.
Los incidentes menudean, sobre todo los de tipo protocolario y los que afectaban a la
honra20
, hasta tal punto que hubo de dictarse sucesivas pragmáticas sobre tratamientos y
cortesías (la primera data de 1586)21
que, sin embargo, apenas apaciguaran la maraña de
litigios, duelos y malentendidos que minaban las puntillosas relaciones nobiliarias. Algo
16
Copia de una carta del marques de Flores al de Orellana 6-X-1619, Lisboa. SNAHN. Frías, caja 25, doc. 31. 17
Copia de la carta del duque de Fernandina a su contador, Francisco de Arizmendi. Ibídem. 18
“Decreto de su majestad en que avissa de lo que sucedió al marqués de Velada a quien hirieron en Lisboa y
que vea el Consejo lo que se podrá hazer en raçon de la licencia de su majestad o suya que pide para declarar
açerca dello”; 12-X-1619, Santarem. Papeles de Órdenes, nº 15, f. 32v (citado por Óscar LILAO FRANCA y
Carmen CASTRILLO GONZÁLEZ, Catálogo de manuscritos de la Biblioteca Universitaria de Salamanca,
Salamanca, 2002, II, p. 250). Todavía a inicios de 1620, el presidente del Consejo de Órdenes dictaminaba que,
para preservar la vida del marqués, sería preferible confinarlo. 19
Carta de Dionis Ros Castelví a Pascual Francisco Borja Centelles Poce de León, X Duque de Gandía. 4-VII-
1691, Madrid. SNAHN. Osuna, cartas 88, doc. 13. 20
“Por aca tambien ay pendencias. Al de Cabra le trato de señoria don Diego de Toledo, hijo obliquo del duque
de Alva y aunque iva con el señor Antonio Martín y su hermano. En el Prado, donde fue el lanze vino solo con
los tres, hasta que se junto el de Solera y otro caballero. Hubo muchas espadas y ningunas heridas. Los
parientes los dividieron y ahora estan presos mientras que se ajusta”. Carta dirigida al duque del Infantado. 30-
VI-1688, Madrid. SHAHN. Osuna, cartas 40, doc. 11. 21
Antonia HEREDIA HERRERA, “La Pragmática de tratamientos y cortesías: Fuente legal para el estudio de la
diplomática moderna” in Recopilación de estudios de diplomática indiana, Sevilla, 1985, pp. 8-15.
7
similar pasa con los casamientos de conveniencia22
, los matrimonios frustrados, las
desavenencias conyugales y las alianzas de linajes, eterno venero de disgustos y hasta de
reyertas23
.
A fines del siglo XVII, cuando don Luis de Borja, hermano del duque de Gandía, se
retiraba a sus aposentos en la Corte, pasadas las diez de la noche, al transitar frente a las
caballerizas de la Reina mientras se celebrabas una fiesta, unos fuegos artificiales asustan a su
caballo, que se desboca con el jinete y su lacayo a la montura, atropellando a uno de los
asistentes; pero, lejos de aceptar las disculpas
“este se agavillo con quatro mas y saliendo al encuentro maltrataron de palabras a su
señoria y aun dizen dieron un palo al lacayo de iva a las ancas y su señoria no se pudo contener y
dexando el cavallo choco con los sinco a cuchilladas, fue grande su valor y mas su fortuna pues
aviendole dado dos estocadas ninguna es peligrosa... la una le pasa el brazo derecho y la otra le a
entrado por la boca del estomago y el broquel hecho una criva haviendosele quebrado la espada,
el lacayo huio con que fue mayor la bizarria de su señoria, zeso la pendencia porque salio una
muger con una luz y conozio al señor don Luis y enpeso a decir miren que es el hermano del
duque de Gandia”24
.
2. NOBLES VÍCTIMAS Y VERDUGOS EN LA ESPAÑA IMPERIAL.
En realidad, no puede asignarse un papel inequívoco a hidalgos y caballeros en la
España Imperial, ya que lo mismo los vemos abusando de su estatus que son víctimas
propiciatorias de timadores o malhechores. Las noticias que hemos recopilado durante años
no dan lugar al equívoco.
En el verano de 1636, don Andrés Pardinas, caballero de Almansa, requiere al
gobernador de Gandía para que le entregue el cadáver sin cabeza ni una mano de su hermano
Antonio, arrojado a una huerta de La Safor en la cuaresma pasada, tras robarle más de 1.400
ducados de oro y otros bienes que llevaba encima25
. Proverbiales eran los salteadores
22
Valga de ejemplo un romance reimpreso en pliegos de cordel durante siglos y de título tan interminable como
elocuente de su contenido: Xacara nueva, en que se refiere, y da cuenta de veinte muertes que una doncella
llamada doña Teresa de Llanos, natural de la ciudad de Sevilla, siendo las primeras a dos hermanos suyos, por
averle estorvalo el casarse. Y tambien se declara como se vistió de hombre, y fue presa, y sentenciada a muerte,
y se vio libre por averse descubierto que era muger y el dichoso fin que tuvo. 23
“El domingo por la mañana sacaron a la hija de Osuna por el Parque y se la entregaron a la suegra que se la
llevo a su hijo a Las Rozas. Van desterrados 30 leguas de la Corte sin tiempo determinado. Asimismo se dice
que la duquesa de Osuna se divorcia de con el duque y que se va a Pinto”; 6-X-1688, Madrid. SHAHN. cartas
52, doc. 54. 24
Cartas de Dionís Ros y Castelví a Pascual Francisco Borja Centelles Ponce de León, X Duque de Gandía,
notificándole la agresión sufrida por su hermano Luis de Borja Centelles Fernández de Cordoba, futuro XI
Duque de Gandía. 1686, agosto, 21, Madrid. SNAHN. Osuna, cartas 88, d. 1. 25
7-VII-1636, Almansa. SNAHN. Osuna, caja 598, doc. 15.
8
valencianos, que unas veces eran contratados como esbirros a sueldo por algún señor y otras
perpetraban robos sin importarles la calidad de los esquilmados.
En Cieza (Murcia), en la década de 1630, era tan enconada la rivalidad entre el capitán de
milicias Lorenzo Padilla González26
, que hacía gala de su flamante título de alguacil mayor de
la villa (por el que había pagado 38.000 rs.), contra sus rivales, los linajes de los Marín y los
Falcón, que no faltan incidentes y altercados esporádicos que se reproducen durante años.
Todo había quedado en un caso más de enemistad entre viejos y nuevos oligarcas si no fuese
por la larga tradición de banderías en los pueblos murcianos27
y el recurso a facinerosos
forasteros para atentar contra la vida del aforado militar. En 1631, siendo Padilla
administrador de la encomienda de Ricote (Orden de Santiago), el clan contrario contrató los
servicios de un tal Jusepe Covarro, bandolero famoso, a quien se le atribuía la muerte del
señor de Agrés (Reino de Valencia)28
, quien debía acabar con su vida; sin embargo, median
los Falcón con un valentón valenciano afincado en Murcia, Gaspar Miralles, para disuadir al
sicario, frustrándose su asesinato. En marzo de 1632 vuelven a la carga sus enemigos
capitales, conspirando contra dicho militar los también valencianos Juan Peres Blanco y Pedro
Juan Blasco. Este nuevo intento no desanimó a los linajes enfrentados, de modo que en
carnestolendas de 1633, los Marín y los Falcón reclaman desde Valencia a Antonio López
Morote, para que los fieros bandoleros de Monforte del Cid (Alicante) terminasen el trabajo
que habían comenzado otros; así, reclamados por sus enemigos capitales, una docena de
facinerosos acuden desde Arazil a Cieza por Semana Santa y son escondidos por el clan rival,
pero no llegan a atentar contra la vida de Padilla. Por fin, el 1 de mayo de 1633, estando el
capitán tomando el fresco de la noche en la puerta de su casa, don Francisco Falcón le dispara
un escopetazo en el corazón y tres balas de plomo le atraviesan pecho, desangrándose de
inmediato. El homicida es detenido y poco después es condenado a muerte, desterrándose y
multándose a sus hermanos como cómplices de tal iniquidad29
. Este crimen fue tan
escandaloso y truculento que inspiró romances orales y hasta pliegos de cordel novelados en
26
Nacido en 1587 en Cieza; capitán de milicias, escribano del rey, alguacil mayor perpetuo del concejo desde
1637 y alcaide de la fortaleza de castillo de Cieza. Ganó ejecutoria de hidalguía, despachada el 26-X-1637, en
San Lorenzo de el Escorial. [en línea] [Consult. 8 marz. 2011] Disponible en:
<http://www.abcgenealogia.com/Padilla04.html> 27
G. LEMEUNIER, “Una gente belicosa y de ánimos altivos. Sobre los bandos murcianos en la época moderna”
in Economía, sociedad y política en Murcia y Albacete (s. XVI-XVII), Murcia, 1990, pp. 267-296, así como “Los
bandos de Cieza (1660-1674). Palabras y gestos de la guerra privada” in L. ÁLVAREZ MUNARRIZ, F. FLORES
ARROYUELO y A. GONZALEZ BLANCO (eds.), Cultura y sociedad en Murcia, Murcia, 1993, pp. 175-195. 28
En realidad, en 1623, en la plaza de la catedral valenciana terminó pagando por dicho delito con su cabeza el
caballero don Joan Vic; cuyo cadáver decapitado fue enterrado en la iglesia de la Merced de la capital del Turia. 29
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL Órdenes Militares, Archivo Histórico de Toledo [en adelante AHN.
OOMM. AHT.] (Pleitos), leg. 71752, sf.
9
verso cantaron la valentía del flamante hidalgo de ejecutoria y la cruel infamia de sus
enemigos.
En este sentido, cuentos moralizantes y manuscritos curiosos recogían anécdotas
similares, aunque con un fin algo más ejemplarizante, como son los apuntes que siguen:
“Un hombre muy preciado como matón se llego a un gran señor ofreciéndose a servirle
como baliente suio para matar a diestro y siniestro quantos se le antojase. Havia rezibido
muchas heridas en algunas pendencias y presentava por testimonio de su valentia las
cicatrices. El señor le despidio con irrisión diciéndole: tráiganme Vuesa Merced para
valientes mios a los que le dieron todos esos golpes que a esos me atengo en todo caso”30
.
Sin embargo, más común era todavía que los ricos hidalgos fuesen objeto de los rapacerías
de delincuentes habituales, que veían en ellos un raudal inagotable de dinero fácil. Es el caso
del relato del escandaloso aviso que remite desde la Corte por Felipe de Izco de Quincoces al
duque de Gandia y marqués de Lombay, trufado entre otros asuntos de sus Estados:
“A un caballero indiano que se allava con 80.000 pesos emprendieron a urtarle siete
ladrones con descredito de la nación valenciana porque todos eran de ella, dos clerigos y
cinco seglares y estos dicen que asistian en la casa del Almirante de Aragon que no le dan
ninguna reputación tales efectos. Prendio a la justicia a los seis y se escapo, malhirieron
de un carabinazo a un alguacil y de su parte mataron al clerigo que era ijo del barbero de
Cullera tal Suarez. El otro clerigo era Isidro Isidoro de Medina de Alzira [de] grande
abilidad de arpa, un sastre de Valencia que se llamaba tal Borja y otro que según las
señas es Cortes el que estaba en Bellrreguart, uno de Jativa y otro de Alcoy y se juzga que
perecerán menos mosen Medina”31
.
Hasta los clérigos se implicaban en asaltos y hurtos, y ya no se respetaba ni a los aforados
de las Órdenes Militares. En ese sentido versan noticias como las que llegaban desde La
Mancha, en pleno estío de 1641, donde yendo frey Miguel de Camargo, caballero del hábito
de Santiago, y el Prior de Uclés a contrastar las pruebas para ingresar en dicha Orden32
presentadas por el candidato don Francisco de Astudilllo a San Clemente (Cuenca), por el
camino les asaltaron una cuadrilla de bandoleros, y aunque el caballero santiaguista mató a
uno, no pudo impedir que les arrebatasen varias caballerías, maltratando al religioso. Poco
30
“Colecciones cogida de dichos u hechos celebras de antiguos y modernos con otras varias curiosidades”.
SNAHN. Torrelaguna, documento sin catalogar, f. 136v. 31
6-X-1660, Madrid. SNAHN. Osuna, cartas 20, doc. 30. 32
Los mecanismos de concesión de hábitos de las Órdenes Militares como fermento del conflicto en E. SORIA
MESA: “Los linajudos. Honor y conflicto social en la Granada del Siglo de Oro” in J.J. LOZANO NAVARRO y
J.L. CASTELANO, Violencia y conflictividad en el universo barroco, Granada, 2010, pp. 401-427.
10
después, un alcalde de Corte, prendió a diez de dichos cuatreros cuando comían con cuatro
mujerzuelas en la Morería Vieja (Madrid), embargándoles bestias, vestidos y dineros33
.
Asimismo, las gacetas barrocas madrileñas recogen atentados graves a hidalgos, como el
perpetrado el 28 de octubre de 1622 contra el caballero almagreño don Pedro de Samano y
Castro34
, deudo del conde de Lemus (¿Lemos?) “a quien dieron una gran cuchillada en la
cabeça y frente… dieronsela a boca de noche y no se supo quien”35
. Y es que tampoco se
respetaba ni siquiera a los jueces del rey. El segundo día de la Navidad de 1644 en la noche,
junto a la parroquia de San Sebastián, disparan con una carabina a don Íñigo de Mendoza,
exgobernador de Martos y por entonces corregidor de Cuenca, que había ido a pasar las
Pascuas a Madrid; el tiro fue tan certero que cayó al suelo fulminado, muriendo sin dejarle
desenfundar las dos pistolas que portaba en la faltriquera. Corrían varios rumores acerca de la
causa de su asesinato, diciendo unos que había azotado a un hidalgo en Cuenca y otros que
era por un lío de faldas. Semanas después aparece inculpado en la causa Gabino Penducho36
,
receptor del Consejo de Aragón y hombre rico, yendo a la cárcel de Corte con su mujer y su
madre, porque parece que el asesinado galanteaba a su mujer, y que el marido engañado hizo
que su criado atentase contra el corregidor. Un mes después, el sospechoso abandonaba su
prisión, aunque su licenciosa esposa quedó confinada en el convento de las madres
capuchinas de Pinto, en las afueras de Madrid37
.
Por ejemplo, si polarizamos nuestra atención en la Corte durante los meses de estío del
1688 (estación, lugar y año pródigos en incidentes truculentos), comprobamos cómo en la
correspondencia de los cortesanos menudean las noticias sobre crímenes sangrientos. De esta
manera sabemos que don Pablo de Guzmán agonizaba de sus heridas, aunque había
33
30-VII-1641, Madrid. PELLICER DE OSSAU Y TOVAR, José de: Avisos Históricos que comprenden las
noticias y sucesos mas particulares ocurridos en nuestra monarquía, desde 3 d enero 1640 a 25 octubre 1644 in
Enrique TIERNO GALVÁN (comp.), Madrid, 1965, p. 121. 34
Este caballero ya había dado que hablar décadas antes cuando, en 1600, se casa de manera clandestina con
doña María Serrano, demandando su propia madre al párroco almagreño que había celebrado la boda en la
iglesia de la Madre de Dios (Almagro) ante el vicario de Ciudad Real. ARCHIVO DIOCESANO DE TOLEDO,
caja sin numerar ni catalogar. 35
Jerónimo GARZÓN DE TORQUEMADA, Gaceta y nuevas de la Corte de España desde el año 1600 en
adelante, Madrid, 1991, p. 136. 36
Funcionario que unos años antes había estado envuelto en un proceso por emplear información privilegiada
para enriquecerse fraudulentamente. Ver Elena María GARCÍA GUERRA, “Delito económico, causa política:
falsificadores y contrabandistas en el imperio de los Austrias durante el siglo XVII” in Anuario Americanista
Europeo, 4-5 (2006-2007), pp. 83-104, en concreto pp. 90-91. 37
Avisos de 29-XII-1643, 19-I y 16-II-1644, Madrid. José de PELLICER DE OSSAU Y TOVAR, Avisos
Históricos que comprenden las noticias y sucesos mas particulares ocurridos en nuestra monarquía, desde 3 de
enero 1640 a 25 octubre 1644, in Enrique TIERNO GALVÁN (comp.), Madrid, 1965, pp. 213, 216 y 219.
11
perdonado a su anónimo agresor38
; a don Diego de Saavedra un lunes por la noche le dieron
en una pierna con un estoque de matar toros, estando todos persuadidos que era una agresión
premeditada, muriendo días después de amputársela39
. Según avanzaba julio se suceden en
Madrid y su rastro otros casos sangrientos, de tal modo que no faltan testimonios como el
siguiente: “Por aca señor todas son desdichas. Los criados de Villamanrique estan presos y
el Gaiterillo creo que dara un buen dia a los vecinos, porque dicen a cantado muchas cosas
mas y que se allo en lo de la viexa de las Vistillas”40
. A lo largo de septiembre tampoco faltan
rumores sobre incidentes desdichados; si el 11 se escribe que “al conde de Pedrosa le dieron
un carabinazo que le hizieron pedazos un muslo, dizen morira y si no sale el marques de
Valdefuentes y su familia le acaban y matan al hijo de el corregidor que iba con el. Fueron
los criados de la Sauson que yendo Pedrosa y el ijo del corregidor a buscar a otros sujetos
chocaron con ellos y ellos se defendieron”41
, el 29 de dicho mes se apostilla que “Al conde las
Torres le dieron un mosquetazo en un ojo y a el hijo de la de Sauson irieron y ambos se dize
moriran”42
. Malos tiempos se vivían en la capital de un imperio postrado. No obstante, a
menudo son los propios nobles quienes envenenan la situación, encabezan bandos y
parcialidades urbanas o incluso alientan motines populares. Veamos tres casos arquetípicos y
su eco en las fuentes coetáneas.
En primavera de 1598 se suscita en la ciudad de Valladolid un tremendo escándalo por la
difusión de una coplas satíricas, llamadas de la Chacona43
, debido al cual son encarcelados en
la prisión de la real audiencia una decena de caballeros, algunos de cuyos nombres
conocemos: “estan presos por ellas don Francisco Enríquez, el señor de Bolaños, don
Gonçalo Enriquez, don Baltasar de Paredes, don Francisco de Ribadeneira, don Gomez de
Enebro, don Diego Calderon, el licenciado Sanchez y dícenme que estan dados
38
“Don Pablo de Guzman todavia no a muerto. A declarado que no conoce quien le dio y pide a Su Magestad
que perdone a su agresor, de que por esta accion espero en Dios no a de morir”; 14-VII-1688, Madrid.
SHAHN. cartas 52, doc. 38. 39
“No se sabe nada de donde le vino. La justiçia no a echo ninguna diligençia. Se dize por muchas partes que
podia suzeder asi de mugeres como de juego. Dios lo tenga en el cielo”; 22-VII-1688, Madrid. SHAHN. cartas
52, doc. 39. 40
14-VII-1688, Madrid. SHAHN. cartas 52, doc. 38. A menudo, las noticias que relatan son crípticas para los
investigadores modernos, pero en su momento hablaban de situaciones candentes de las cuales todos estaban al
corriente. Estos y otros extremos en Fernando BOUZA ÁLVAREZ (coord.), Cultura epistolar en la Alta Edad
Moderna: usos de la carta y la correspondencia entre el escrito y el impreso, Madrid, 2006. 41
11-IX-1688, Madrid. SHAHN. cartas 52, doc. 50. 42
29-IX-1688, Madrid. SHAHN. cartas 52, doc. 53. 43
La Chacona era un ritmo muy animado, chocarrero y picaresco, de origen incierto pero bastante popular en el
tiempo de Cervantes. A. MAC HABEY, “Les origines de la chaconne et de la passacaille” in Revue de
Musicologie, 15 (1946).
12
mandamientos para prender a más”44
. Además, en una misiva posterior, son mencionados
también como cómplices en esta campaña de difamación política don Antonio Villegas y don
Diego Mejía. Desconocemos el texto de la Chacona, pero pueden estar relacionadas con las
coplas que circulan en Madrid con motivo de la boda del duque de Alcalá, estando moribundo
Felipe II.
Cuando cruzamos tales noticias con las fuentes judiciales vislumbramos la verdadera
magnitud del libelo infamatorio45
, que criticaba la carrera meteórica de algunos cortesanos y
manifestaba la alcurnia de los implicados. Parece ser que en Valladolid, el domingo
Carnestolendas, se difundió esta carta-pasquín, escrita en tercetos y cuatro sonetos, que
empezaba con el pie “si los ves no los ves” cuya autoría se atribuía en primer lugar a
Francisco Henríquez, señor de Bolaños, a don Rodrigo de Anaya, al médico y licenciado
Sánchez y a don Antonio de Villegas.
La cabeza del proceso se abre el 22 de mayo de 1598 cuando en casa de la dama
vallisoletana doña Teodora de la Vega, a la sazón cuñada del duque de Osuna, se recibe un
pliego de cartas (incluida la del miércoles anterior, víspera del Corpus) mientras estaba en su
vivienda, junto a otras personas pías, vistiendo la imagen de Nuestra Señora de San Llorente,
de la que era devota, quedando estupefacta al leer este pliego anónimo.
Interrogados varios caballeros de la ciudad y sus criados, uno de los sirvientes de don
Antonio de Luna Enríquez (capitán de cien continos de la guardia vieja de Castilla y señor de
Fuentidueña –Segovia-, además de conocido pendenciero, pertinaz litigante ante la
Chancillería vallisoletana46
y casado con una Mendoza), Gabriel de Narváez, de 34 años de
edad47
, confiesa que su amo solamente escribió unas estrofas loando unos cabellos negros. No
obstante, también reconoce que había concertado con un mozo de mulas el envío de dos cartas
por dos reales; una dirigida al marqués de Tábara y otra a doña Teodora de la Vega.
Asimismo, sabemos que la madrugada del 16 mayo de 1598, don Antonio de Luna envió otras
cartas, escritas de su puño y letra, utilizando la estafeta, ofreciendo seis escudos al correo
mayor de Madrid para que las hiciese llegar a un hombre a su señorío de La Adrada (Ávila), a
44
Carta de Francisco de Villapadierna a Diego Sarmiento de Acuña; 16-V-1598, Valladolid. Real Biblioteca
mss. II/2135, 63. Cit. Fernando BOUZA ÁLVAREZ: Corre manuscrito. Una historia cultural del Siglo de Oro,
Madrid, 2001, p.126, notas 52-54. 45
La tradición sediciosa de los libelos políticos en la Monarquía Católica puede consultarse en Teófanes EGIDO
(int. y comp.): Sátiras políticas de la España Moderna, Madrid, 1973. 46
ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID, Registro de Ejecutorias, cajas 1744, doc.
32; 1550, doc. 68; 1554, doc. 30; 1711, doc. 2; 1715, doc. 63; 1770, doc. 47; 1811, doc. 61 y 1972, doc. 29. 47
Dicho criado fue prendido en tierra de Toledo, desde donde llama a su amo Antonio de Luna, quien le quita el
alguacil y lo entregó al alcaide de la fortaleza de Fuentidueña para que lo confinase entre sus muros. AHN.
OOMM. AHT. (Pleitos), leg. 20426, sf.
13
Sebastián García, a Luis de Vera, al cura de una iglesia de Valladolid, a Ana de Pinedo
(monja en San Quirze) y a Antonia de Ayala. Lo cierto es que amo y criado viajaron semanas
antes por Madrid, Toledo, Aranjuez y otros lugares comarcanos, retornando a Valladolid,
desde donde se encaminaron de nuevo a Madrid, junto a don Francisco Enríquez, conde de
Nieva y tío del señor de Fuentidueña. Los autos incluyen un impreso que se lamentaba sobre
que las vejaciones que soportaban los soldados por parte de la justicia ordinaria y la corona,
reclamando que el Consejo de Guerra mandase carta de salvaguarda y proponiendo a don
Antonio de Luna como juez privativo de sus hombres48
.
Todavía a fines del verano, el licenciado Domingo de Mendieta, vicario de Madrid,
procedía contra frey don Antonio de Luna, caballero Santiago y comendador de
Fuentelmaestre, por tener en su poder las famosas coplas de la Chacona, habiéndole
fulminado causa criminal también por la Real Chancillería de Valladolid. Por fin, el 1 de
septiembre de 1598, el caballero santiaguista se presenta en el monasterio San Felipe Neri de
la Corte. No sabemos en qué quedó el caso, pero se le tomó declaración en dicho cenobio,
quedando libre bajo fianza, aunque prohibiendo de momento el Consejo de las Órdenes
Militares que entrase en Valladolid. Era el 7 de septiembre de 1598 y la justicia todavía no
había sacado nada en claro; y sin embargo, hubo de escapar bien en esa coyuntura de cambio
de rey, porque don Antonio de Luna, VII señor de Fuentidueña, fue elevado a la dignidad de
conde el 31 de enero de 1602, aunque sabemos que muere poco después en Valladolid (1605).
Otra cuestión, nada baladí, era que las villas campesinas castellanas del seiscientos están a
veces sojuzgadas por los abusos de sus oligarquías. Así, cuando hacia 1610 se revisan los
procesos criminales que había tramitado el difunto escribano de Corral de Almaguer (Toledo),
Pedro de Zacarías y que conservaba su viuda, salen a la luz los “atrocisimos delitos de
muertes, cuchilladas, eridas, strupos, robos, fuerzas, palos, albazuçaços (sic), redomazos,
libelos infamatorios, sartas de cuernos puestas a las puertas de mugeres casadas mui
onradas y de buena opinion”49
, que por si fuese poco habían quedado todos impunes.
Además, se emplazaba a don Pablo Miguel de Aillón, caballero de San Juan, y a sus hermanos
Francisco Miguel y Lorenzo Miguel para que declarasen qué “delitos de muertes y de otros
desafueros qué gente rica y poderosa desta villa an cometido de los quales yo no ago
relacion”. De este modo, sobre don Damián de Almaguer se dice que quebrantó una noche la
casa de una mujer honrada, Ana de Ulate, a quien azotó, abofeteó y rasgó la toca; otro día
apaleó en mitad de la plaza a Martín de Zamora, a quien alevosamente acuchilla en la cabeza;
48
7-VIII/10-X-1598, San Lorenzo de El Escorial. Ibidem. 49
1-X-1610, Madrid. AHN. OOMM. AHT. (Pleitos), leg. 17918, sf.
14
en otra ocasión dio un bofetón a un forastero de Lillo; en el Cerro de la Cabeza, para evitar
que un carbonero le robase el carbón, le pegó un tiro en pierna y el forastero termina
muriendo de tales heridas; por último, a un anciano llamado Ramos, de más 70 años de edad,
le dio espaldarazos y coces hasta matarlo. Por su parte, don Antonio de Almaguer apuñaló
hasta matar a la Pacherra, quien “estando ilando al torno y murio sin confesion”. Por si fuese
poco un tal Francisco Esteban, cuñado de don Pedro de Almaguer, cuando fue alcalde de la
Santa Hermandad local, patalea a un pobre hasta matarlo el hospitalero local; en tanto que un
criado de don Fernando Almaguer, acompañado de otros dos facinerosos, dio una estocada
por la noche al albañil Alonso Carralero “que lo traspasaron de parte a parte”. Si atendemos
a este informe, no solo ocurría que los Almaguer tenían atemorizados al pueblo, sino que sus
excesos quedaban sin castigar porque nadie se atrevía a atajarlos.
Cambiemos de escenario. En Ocaña, una agrociudad manchega perteneciente al priorato
santiaguista, secularmente asolada por banderías nobiliarias50
, en torno a 1631 estaba
profundamente dividida por la insaculación quinquenal de los oficios concejiles,
enfrentándose sus oligarquías por controlar el ayuntamiento. Unas familias se alineaban en
torno al gobernador don Rodrigo Juárez y la mayoría de los capitulares, con sus clientelas
inclusives; en tanto que los otros se agrupaban alrededor de don García Bravo, marqués de
Villar, y de varios caballeros de apellido Alcarasso, además de otros catorce hidalgos y otros
tantos ambiciosos plebeyos descontentos al verse alejados de los resortes de poder local.
La tensión se traduce en altercados menores durante meses, que van in crescendo hasta
que la festividad de San Pedro, la parcialidad encabezada por don Lopez de Alcarasso
acuchillan por la noche al hermano del gobernador, estoqueándole en la puerta de Toledo y
dejándolo medio muerto. El 6 de julio de 1631 siguiente, con motivo de la multitudinaria
procesión que se organiza en Ocaña con motivo de la beatificación de San Juan de Dios, un
grupo fuertemente armado acaudillado por don García Brabo, al frente de medio centenar de
personas armadas con armas cortas y prohibidas, amenaza al gobernador con arrebatarle el
estandarte consistorial. Una semana después, unos desconocidos arrancaron un escudo de
armas de la ventana de la casa de un vecino, llevándolo a la plaza para defecarse encima,
dejándolo expuesto colgado del tejado del corredor del ayuntamiento durante las fiestas, junto
con una pasquín escrito con excrementos que rezaba así “estas armas que aqui estan cagadas
tan de mañana son de Francisco López de Cañas”51
, a pesar de cuya afrenta el agraviado no
50
José Antonio GARCÍA LUJÁN, “Arnaltes y Romanes en Ocaña; un ejemplo de banderías nobiliarias
bajomedievales” in I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1985, tomo VI, pp. 239-241. 51
AHN. OOMM. AHT. (Pleitos), leg. 13.592, f. 149v
15
presentó ninguna querella. Todos presagiaban un motín; caballos, joyas y dineros se ponen a
salvo fuera de la villa e hidalgos y plebeyos portan por calles broqueles o espadas desnudas,
andando en cuadrillas para amedrentar al bando contrario. Enterado el Consejo de Órdenes, en
agosto siguiente envía al juez-pesquisidor Marco Antonio de Oviedo, que un mes después
sanciona a los Alcarasso y a sus deudos; es decir, destierra a los cabezas del bando perdedor,
evitando castigar a las docenas de hidalgos implicados en los disturbios más recientes.
Muy distinto es el grave incidente suscitado en 1632 en Puertollano, una localidad
ganadera y pañera emplazada al sur del Campo de Calatrava. Desde hacía siglos se
conmemoraba que el vecindario se había librado de la pandemia de Peste Negra bajomedieval
que asoló medio mundo, corriendo el pueblo varias vacas o toros que después se sacrificaban,
para ser comidos por toda la comunidad en una jornada festiva. Pues bien, coincidiendo con el
aumento de la presión fiscal y la enésima crisis de la monarquía, el corregidor del realengo,
don Juan Triviño Velarde (caballero calatravo, alférez y regidor perpetuo Ciudad Real,
además de comisario del Real Donativo) fue invitado a dicha celebración. Parece que éste,
abusando de su estatus, ordenó a su criado azuzar al alano que los acompañaba contra el toro
del Voto, enzarzándose en una lucha desigual. Pues bien, los mozos lugareños (seguramente
descontentos con la reciente concesión del Donativo en la villa) ven con estupor como el can
del corregidor hacía presa en el astado, considerando que se ofendía a los puertollaneros,
golpeando al perro y rodeando con aviesas intenciones a las autoridades forasteras,
insultándoles y repartiéndose una lluvia de golpes. Los testigos presenciales aseguran que si
no hubo de lamentarse muertes fue porque el párroco local y los vecinos de la cercana
población de Argamasilla de Calatrava mediaron en la trifulca. Lo cierto es que la algarada
popular se salda con un pesquisidor que llega a Puertollano semanas después e impone
sanciones pecuniarias a 51 de los implicados (algunos arrebatados del sagrado de la emita de
San Mateo), incluidos los alcaldes y los escribanos del lugar y de pueblos limítrofes; la
mayoría pagaron su osadía con multas y destierros, aunque no faltan los condenados a
galeras52
.
3. LA DELINCUENCIA HABITUAL COMO FORMA DE VIDA CABALLERESCA.
Frente al ideal literario que se recreaba en la apacible existencia de la que gozaban los
hidalgos castellanos53
, las fuentes históricas insisten en presentarnos a un colectivo orgulloso
52
AHN. OOMM. AHT. (Pleitos), leg. 34923, sf. 53
“Soy más que medianamente rico y es mi nombre don Diego de Miranda; paso la vida con mi mujer, y con mis
hijos y con mis amigos; mis ejercicios son el de la caza y la pesca; pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino
16
y vehemente, cuyas vidas a veces terminan siendo víctimas de la espiral de violencias que
ellos mismos propician o en las que se ven envueltos. Unas fechorías que crearían un clima de
alarma muy importante, y más en una sociedad estamental que consideraba a la nobleza como
el mejor fermento de la paz social, ya que actuaba por capilaridad, apaciguando conflictos y
liderando el control sobre sus paisanos con una mezcla de rigor y paternalismo54
.
En este contexto, nos llama poderosamente la atención la cantidad de noticias que hacen
de los linajudos un grupo privilegiado germen de agresiones físicas y verbales, cuando no
amparaban, espoleaban o son cómplices de los facinerosos. Los testimonios son tozudos a este
respecto, y se constata que no solo menudeaban los procesos incoados por la Sala de Alcaldes
de Casa y Corte contra tales dones55
, sino que la mayoría de tribunales, audiencias y
chancillerías se hacen eco de un fenómeno cada más generalizado, desestabilizador y
escandaloso.
Lo normal es que duelos a espada y pendencias sangrientas se atribuyan a jóvenes
caballeros, impetuosos y de sangre caliente, a quienes con frecuencia se les disculpa e incluso
se alaba su valentía, cuando no se solicita disculpar su ímpetu o directamente su perdón56
. Un
caso muy sonado fue el protagonizado en su día por un hijo de don Francisco de Barrionuevo,
quien una mañana, en la calle del Lobo, a la entrada de la del Príncipe (Madrid), mató a frey
Cosme de Salcedo, caballero soriano del hábito de Santiago, “sin decir ¡Dios, valme!”,
acogiéndose luego al sagrado de la iglesia de San Jorge, augurando su pariente que “escapará,
que tiene valor y manos para salir de todo bien”. También relata nuestro informante que
fueron encarcelados por esta fechoría su padre, su joven agresor y otro primo de Sevilla, todos
algún perdigón manso o algún hurón atrevido. Tengo hasta seis docenas de libros, cuales de romance y cuales
de latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis
puertas. Hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento que deleiten el
lenguaje y admiren y suspendan la invención, puesto que de éstos hay muy pocos en España. Alguna vez como
con mis vecinos y amigos y muchas veces los convido; son mis convite limpios y aseados, y… nada escasos; ni
gusto de murmurar, ni consiento que delante de mi se murmure; no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de
los hechos de otros; oigo misa cada día; reparto los bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas
obras... soy devoto de Nuestra Señora y confío en la misericordia infinita de Dios Nuestro Señor”. Diálogo del
Caballero del Verde Gabán con don Quijote; Miguel de CERVANTES SAAVEDRA: El ingenioso hidalgo don
Quijote de La Mancha, Madrid, 1614, II, cap. XVI. 54
La conceptualización del efecto balsámico de nobleza y oligarquías en la España de los siglos XVI al XVIII en
Francisco José ARANDA PÉREZ (coord.), Poderes intermedios, poderes interpuestos. Sociedad y oligarquías
en la España Moderna, Cuenca 1999. 55
Ángel ALLOZA: La vara quebrada de la justicia. Un estudio histórico sobre la delincuencia madrileña entre
los siglos XVI y XVIII, Madrid, 2000, p. 109. 56
“Francisco Rojo, se alla preso en la carcel de Corte por inputarle algunas travesuras de mozedad; en que me
an asegurado no resulta culpado. V.S. me ara merçed de favorecerle pidiendo lo mismo a los amigos, para que
en la soltura deste preso le aga toda la grazia que espero por mano de VS. que sera de toda estimazion para mi.
Guarde Dios a V.S. muchos años como deseo”; 22-IX-1684, Madrid. Carta del Condestable de Castilla al
marqués de Castrillo en “Varios memoriales y cartas presentadas al Señor Marques de Castrillo, siendo Fiscal
del Consejo, para administracion de Justicia. No contienen cosa sustancial”. SNAHN. Torrelaguna, caja 425, sf.
17
freiles de Santiago, Alcántara y Calatrava. El asesinado había recibido primero un carabinazo
en las asentaderas pero, cuando intentó defenderse, le dispararon de nuevo hasta matarle.
Parece que el motivo de esta venganza fue por alabarse el difunto en público que había
galanteado a la mujer de don José de Barrionuevo, recluyéndose la esposa infamada en un
convento, de donde la trasladaron a Toledo. Parece que el galán difunto había sido condenado
a degollar por los alcaldes del crimen de la Chancillería de Valladolid y estaba desterrado de
Soria y Madrid. Los inculpados intentaron escapar de las garras de la justicia, aduciendo
como coartada haber estado el día y hora de autos jugando a naipes en casa de don José del
Poyo57
.
Se da la circunstancia que, demasiado a menudo, las fuentes omiten los nombres de los
caballeros delincuentes, seguramente para no atraer venganzas de sus parientes ni
comprometerse en difamar sin fundamento a importantes linajes castellanos, sobre todo si se
trata de avisos impresos58
. Sin embargo, cuando se trata de cartas confidenciales o de casos
sentenciados, tales prevenciones pasan a un segundo plano, prefiriendo informar con pelos y
señales que omitir datos morbosos. Es el caso de un diario cívico del siglo XVII madrileño
donde se recogen noticias como la siguiente: “en el mes de febrero del año de 1672
degollaron a don Jayme de Castilblanco, 40 años, señor de Torres Baxas por cabeza de
bando y aber hecho moneda falsa y asesino, natural de Cuenca”59
.
No parece casualidad que sea precisamente en plena decadencia política, económica y
demográfica castellana cuando empiecen a menudear noticias sobre hidalgos criminales. Tal
vez uno de los casos más notables fue el protagonizado por don Jerónimo de Loaysa Treviño.
Vástago bien emparentado en Ciudad Real, de donde era oriundo, y con todos sus familiares
vestidos con el hábito de las Órdenes Militares, muy joven viajó a Madrid, huyendo de un
marido disgustado por sus galanteos a su esposa. De carácter violento y patibulario, merodeó
por la Corte, donde se engolfó tras frecuentar malas compañías y frustrarse al no encontrar un
57
A. PAZ Y MELIA (ed.), Avisos de Jerónimo de Barrionuevo, Madrid, 1968, I, prólogo XVI. 58
“El miércoles de ceniza ahorcaron dos mozos de sangre bien conocida por ladrones y una mozuela que era
cómplice con ellos; por no tener edad no los acompañó: más diéronla 200 azotes y debajo de la horca le
cortaron las orejas y tuvieron todo el día colgada de los cabellos a vista del pueblo, y del castigo quedó tal que
murió dentro de dos días”; 16-II-1644, Madrid. José de PELLICER DE OSSAU Y TOVAR, Avisos Históricos
que comprenden las noticias y sucesos mas particulares ocurridos en nuestra monarquía, desde 3 d enero 1640
a 25 octubre 1644, Enrique TIERNO GALVÁN (comp.), Madrid, 1965, pp. 218-219 59
Miguel de SORIA, Libro de las cosas memorables que an sucedido desde el año de mil y quinientos y noventa
y nueve, BNE. mss. 2856, f. 62r. Escrito por varias manos, al comienzo contiene el diario vital de Miguel de
Soria (1599-1638), pero luego continúan recogiendo sucesos de Corte José de la Paz, quien se autocalifica de
portero de don Francisco de Medrano y Bazán (1647- h. 1661) y el manuscrito termina en poder de un tal
Francisco Zizero (1674), que ofrece dinero a quien hallase este diario extraviado.
18
empleo digno de su calidad60
. A fines de 1636 tenemos la primera referencia al principio del
fin de su carrera delictiva: “han metido en la capilla a cinco capeadores famosos, y el uno de
ellos un caballero muy principal de España llamado don Gerónimo de Loaysa Treviño,
natural de Ciudad-Real”61
. Las cartas de los jesuitas inmortalizarán su carrera delictiva y el
desasosiego de los cortesanos ante sus hazañas rufianescas:
“Sacáronse en esta... Corte cuatro a ahorcar y uno a degollar, todos por capeadores famosos y
ladrones, que no habían dejado calle en Madrid donde no hubieran hecho de las suyas, y entre
todas han matado a un clerigo sacerdote porque no quería soltar la capa, y al duque de Híjar
quitándole la suya, el broquel y la espada, aunque su Excelencia que se precia de valiente,
corrido de lo que ha dicho, lo niega fuertemente. El degollado era don Gerónimo de Loaysa
Treviño, caballero cualificado y natural de Ciudad Real, de edad de 19 años, saliendo adocenado
con pícaros, si bien vestido de luto. Además de haberse juntado con ellos había acabado de matar
el al clérigo, y en su tierra había matado a una mujer, y a su marido que venía en seguimiento de
ella le había dado de cuchilladas. Toda la vida había sido vellaco y travieso, desobediente a sus
padres y así vino a tener su pago merecido, sin que el Rey le haya querido perdonar por grandes
diligencias que se hicieron con Su Magestad. Al día siguiente hubo una sarta de diez azotados,
hombres y mujeres, por ladrones y encubridores, y prendieron a un hijo de Don Luis Narváez,
echándole a un calabozo por ladrón y escalador de casas, y créese que le ahorcarán. Este lugar
hierve de gente semejante, sin que la diligencia y cuidado de los ministros de la justicia baste a
remediarlo”62
.
Su ejecución pública impactó entre los madrileños, acostumbrados a autos de fe y
ahorcamientos de malhechores63
, pero impresionados por su impecable porte caballeresco y el
semblante aniñado de este joven hidalgo forastero:
“Ayer ahorcaron a cuatro y degollaron a uno, por capeadores y homicidas escaladores de casas.
El degollado era caballero de Ciudad Real y noble, llamábase don Gerónimo de Loaysa y
Treviño, sus deudos allanaron le diesen esta muerte por merced, que el delito no la merecía sino
como la de los compañeros. Tenía sólo 22 años, sin pelo de barba sino bozo, de la mejor cara y
disposición que Vuesa Reverencia ha visto. Causó grande lástima, todos fueron muy bien
dispuestos, y uno de ellos había sido novicio de la Compañía pocos años há, al cual despidieron
por ser recio de natural, pues siendo cocinero riñó con otro hermano y le dió un sartenazo por lo
cual pareció no era a propósito para la Compañia, y vino a tenerla después con capeadores”64
.
60
Sus correrías son citadas por Julio CARO BAROJA, Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, 1969. 61
Cartas de algunos padres de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la monarquía entre los años de 1634
y 1648, Memorial Histórico Español, Madrid, 1861, tomo XIII, p. 541, not. 1. 62
24-I-1637, Madrid. Ibidem, tomo XIV, p. 6, nota 1. 63
Carlos MARTINEZ SOTO, La delincuencia en Madrid. Siglo XVII, tesis Universidad Autónoma de Madrid,
Madrid, 1987. 64
27-I-1637, Madrid. Cartas de algunos padres de la Compañía de Jesús… cit., pp. 26-27.
19
Poco antes, se había conocido una trama de homosexuales encumbrados en la Corte que
escandalizó Palacio y dio que hablar a todo Madrid. Así en un diario privado se recoge la
siguiente noticia, escrita el 18 de agosto de 1636: “en dias pasados se ha descubierto un
numeroso enjambre de putos”. Parece que el milanés Agustín Merlo, quiso mantener
relaciones sexuales con el hijo de Valdés, un músico de la Real Capilla; su padre le aconsejó
apuñalarle, pero lo termina delatando a la justicia. Puesto en el potro el milanés, delató a otros
treinta y seis bujarrones, incluido un primo de la marquesa de Aguilar, inculpando en su
nómina a numerosos pajes españoles y extranjeros de la Corte de Su Majestad65
; salpicando
las sospechas de sodomía al mismísimo Cosme Pérez, alias “Juan Rana”, el más famoso
cómico de la Corte de Felipe IV66
.
De esta auténtica caza de brujas homófoba tampoco se libra don Sebastián de Mendizábal,
calificado como “el puto mas descocado de quantos ha habido en el Mundo, quando
muchacho fue page del Conde de Saldaña y ahora era mequetrefe, dando, quitando,
alquilando bancos en las comedias y viviendo de mohatras y de alcahuete”67
. Don Sebastián
de Mendizábal, que hacía de celestino, y su compañero don Pedro Mendieta, con quien
convivía, terminan quemados en la pira, mostrando su contrición y devoción, informándonos
un testigo de los hechos que los espectadores a dicha ejecución fueron multitud.
Sin embargo, a pesar del fuerte impacto mediático de tales hechos, ninguna superó al
descubrimiento de la red de hampones, descubierta en Madrid en pleno estío de 1696:
“Estan dos en capilla ombres muy conocidos y de parientes muy onrados y con ocupaciones
publicas. Es el caso que se a descubierto un Colegio que se intitulaba del Buscon. El qual solo su
estudio era el quitar el dinero. Tenian muchos congregantes y Constituciones para entrar. Es cosa
ridicula. Ellos lo consideraban por entretenimiento. Cojieron uno un dia en casa de un ingles y
confeso de plano. Y dizen que era el Secretario del Colegio y le cojieron los papeles y en ellos la
nomina de lo que habian de operar este verano. Mañana creo les dan garrote porque tambien
salian al campo y si alguien encontraban [y] conozia alguno tambien lo mataban. Y ellos a todas
oras hacian su ejercicio y se juntaban como era menester o pocos o muchos. Estaban llamados a
editos y pregones los que faltan. Señor, esto es una Sierra Morena, cada instante hay hurtos,
65
Noticias de Madrid desde el año de 1636 hasta el de 1638 recogidos por D. Josef Antonio de Armona,
corregidor de Madrid [1777-1792]. Y desde el año de 1680 hasta el siglo presente por D. Juan Francisco de
Ayala Manrique y es su propio original, BNE. mss. 18447, ff. 22r-23v y 32r. 66
N.D. SERRALTA, “Juan Rana homosexual”, Criticón, 50 (1990), pp. 81-92 y Peter E. THOMPSON, The
Triumphant Juan Rana: A Gay Actor of the Spanish Golden Age, University of Toronto Press, 2006. La obsesión
homófoba de la época en Francisco TOMAS Y VALIENTE, “El crimen y el pecado contra natura”, in Sexo barroco
y otras transgresiones premodernas, Madrid, 1990, pp. 33-55. 67
Noticias de Madrid desde el año de 1636… cit, f. 33r.
20
pendenzias y muertes y an salido unas ordenes para rondar tremendas de que quitan las armas en
dando las doce, no siendo Titulo o Grande”68
.
Da la sensación que, a fines del siglo XVII, la postración general del Imperio había tocado
suelo y contagiado incluso a las estirpes más preclaras de la metrópoli, víctimas de la
degradación de la paz social y de la precariedad reinante. En esta línea, parece premonitoria la
estrofa del poeta Sebastián de Horozco:
“¿Qué os aprovecha galán,
presumir de caballero,
ser Mendoza o ser Guzmán
pues en casa no hay pan
ni en vuestra bolsa dinero?”69
.
4. EPÍLOGO. LA CRISIS BARROCA Y LA DEGRADACIÓN DE LA SANGRE
AZUL.
Hasta donde sabemos, el clima de inseguridad generalizado, la alarma social provocada
por las transgresiones protagonizadas por la nobleza, así como el libertinaje reinante en la
babilonia de la Corte son un lugar común en las fuentes históricas y literarias de la España de
los Austrias Menores70
, siendo tanto más evidente cuando más se deterioraba la credibilidad
de las autoridades del reino y la eficacia de jueces y políticos71
.
No obstante, la incidencia del desorden nobiliario, en todo este marasmo de intereses
contrapuestos, cotidianeidad del delito y violencia estructural que sazonan la olla podrida que
era la sociedad estamental española del barroco, siempre fue más cualitativa que cuantitativa.
En este contexto, la novela picaresca coetánea se nos antoja apenas un pálido reflejo de la
realidad que se vivía a cada paso. Tanto es así que el crimen no es monopolio de miserables ni
desesperados, sino que más bien son las capas populares las que se impregnan de los hábitos
de violencia de los que hacen gala los estamentos privilegiados, en tanto que la elite acude a
los bajos fondos para solventar de manera privada sus disensiones interestamentales.
68
18-VII-1696, Madrid. SHAHN. Osuna, cartas 52, doc. 72. 69
J.J. LABRADOR, Ralph di FRANCO y Ramón MORILLO-VELARDE (eds.), Cancionero de Sebastián de
Horozco, Toledo, 2010. 70
Una obra clásica de esta cristalización de lo picaresco en la realidad cotidiana de las urbes barrocas es el libro
de José DELEITO Y PIÑUELA, La mala vida en la España de Felipe IV, Madrid, 1987 (1ª ed. 1950). 71
Así, en un año tan desastroso como 1661 se dice desde la Corte lo siguiente: “Aquí se an puesto muchas
banderas de golpe con que esta Madrid lleno de ladrones y no ay hombre seguro en ser de noche. Al fin esta
jente dara primero aquí la guerra que en Portugal”; 2-III-1661, Madrid. SNAHN. Osuna, cartas 29, doc. 36.
21
Igualmente es perceptible una degradación de la moral y del orden público conforme
avanza la centuria del Barroco. En este sentido nos parece tremendamente esclarecedor un
testimonio recabado a fines del reinado de Carlos II, referido concretamente a julio de 1696:
“Fue cosa rara en este tiempo la multitud de ladrones que corrian en Madrid, porque aunque en
otros tiempos calamitosos la necesidad los ocasiona y se v[e]ian atrivimientos (sic) de robar;
ahora mas que la pobreza era maldad descarada de algunos hombres moços de los que quieren
hazer travesuras y gastar viciosamente lo que tienen siendo pobres o hijos de familia, llegando a
manchar la primera nobleza de la Corte”72
.
En este sentido, es significativo que los nombres de nobles implicados en escándalos o
crímenes se hallan cifrados en dicho diario de sucesos, tachándose minuciosamente sus
apellidos para evitar que quedase memoria escrita de sus desafueros73
. Hasta tal punto era
inquietante su contenido que dicho libro misceláneo nunca se imprimió.
En suma, constamos cómo la delincuencia no fue siempre sinónimo de marginalidad; de
igual modo que no existía un monopolio de la violencia por parte de ningún estamento ni aún
del mismo rey. También comprobamos como el lenguaje empleado en misivas, relaciones de
avisos, diarios y pliegos de cordel, pocas veces es desapasionado y destila una doble moral,
justificando igual las venganzas de sangre que su castigo por parte de las autoridades;
valorándose la compasión, pero prefiriendo siempre la ejemplaridad a la justicia o la
reparación del honor ultrajado a la rehabilitación del delincuente.
Por último, llamamos la atención sobre los documentos extrajudiciales, muy ricos en
matices y a veces esquivos, pero que nos aportan una visión pintoresca y costumbrista, en
todo caso complementaria a los autos procesales, la legislación vigente y la práctica forense,
de tal modo que los creemos tremendamente ilustrativos para valorar en su justa medida el
impacto de sucesos, crímenes y tragedias en el mundo preindustrial. Un universo violento y
complejo, donde se asume la desigualdad de los súbditos hacia la ley, y tanto la corrupción
como los prejuicios de todo tipo forman parte íntima del propio sistema de valores asumidos
por la mayoría. Entre sus páginas, manuscritas e impresas, se vislumbran a sus linajudos
protagonistas, los escenarios de la trasgresión, los motivos del conflicto y aún la misma
72
Noticias de Madrid desde el año de 1636… cit., ff. 169r-v. 73
Tal vez el autor de tal encriptación fuese el propio Juan Francisco de Ayala Manrique. Si la homonimia no nos
traiciona se trataría de un prestigioso canonista nombrado Provisor y Vicario General de la diócesis de Segorbe
(Valencia) y en 1734 fue nombrado juez de la Nunciatura apostólica. Muere en Madrid en 1753. Es también
autor de un manuscrito titulado Tesoro de la lengua castellana en que se añaden muchos vocablos, etimologías y
advertencias sobre el que escribió el doctísimo don Sebastián de Covarrubias, cuyo primer tomo escribió entre
1693-1727. A este respecto, nos remitimos a José Antonio ÁLVAREZ Y BAENA, Hijos de Madrid: ilustres en
santidad, dignidades, armas, ciencias y artes, Madrid, 1790, tomo III, pp. 305-306.