campos de castilla

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resumen y valoracion critica del libro campos de castilla de Antonio Machado

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Introduccin-Esttica EL LXICOAdems de los smbolos examinados en el apartado anterior (el agua, el mar, el camino, los rboles), hay en Machado, como en todo escritor, un lenguaje predilecto. - En el periodo de Soledades...estas palabras-clave estn referidas, por una parte, al campo semntico de la vejez y de la muerte, de la angustia y de la soledad; y, por otra, con el del mundo brillante y vivo de los valores sensoriales (visuales, auditivos y olfativos). A veces, estos dos registros se entremezclan como en los dos versos siguientes: Ese aroma que evoca los fantasmas de las fragancias vrgenes y muertas. [SGOP VII] - Toda la obra potica de Machado est marcada tambin por el empleo de un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y de las estaciones, la caducidad de las cosas. En este sentido, hay que sealar un vocabulario referido a lo que l mismo llamaba signos del tiempo. Siendo el tiempo el tema vertebrador de su obra, las palabras que pueden funcionar como decticos temporales (adverbios hoy, maana, ayer, todava, nunca, ya, an, demostrativos estos, aquellos) aparecen de continuo en sus poemas. Estos decticos no suelen aparecer solos, sino que se combinan en anttesis temporales para expresar vivencialmente la relacin pasado-presente-futuro: Qu importa un da! Est el ayer alerto al maana, maanaal infinito, hombres de Espaa, ni el pasado ha muerto, ni est el maanani el ayer escrito. El dios ibero [CC CI] Mi padre, an joven. Lee, escribe, hojea [...] A veces habla solo, a veces canta. Sus grandes ojos de mirar inquieto ahora vagar parecen, sin objeto

donde puedan posar, en el vaco. Ya escapan de su ayer a su maana; ya miran en el tiempo, padre mo!, piadosamentemi cabeza cana. Sonetos [NC CLXV-IV] Los adverbios de lugar (aqu, all) y los demostrativos (estos, aquellos) tienen tambin este valor dectico; y sus anttesis espacio-temporales sealan tambin anttesis correspondientes a estados de nimo: All en las tierras altas, [...] mi corazn est vagando en sueos [...] Por estos campos de la tierra ma, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo. [CC CXXI] - En oposicin a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un vocabulario abstractopara referirse a lo que define como revelaciones del ser en la conciencia humana relacionados con los universales del sentimiento: sueo, mgico, alma, ilusin, encanto, armona - Una de las caractersticas ms sealadas entre los escritores de la llamada generacin del 98 es el uso incluso la recuperacin del lxico arcaico y/o rural: tahr, albur, sayal, juglar arcadores, perailes, chicarrero... - En Campos de Castillaes frecuente el uso de sustantivos y adjetivos que evocan la rudezao la pobreza de esas tierras, junto con nombres seguidos de complementos nominales formados con la preposicin sin, indicando dicha pobreza. Recordemos algunos ejemplos en un solo poema: Yo, solo, por las quiebras del pedregal suba, [...] trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de altura, hollando las hierbas montaraces [...] Sobre los agrios campos caa un sol de fuego. [...] y crdenos alcores sobre la parda tierra [...] las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero [...]

desnudos peascales, algn humilde prado [...] Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos y roquedas, de campos sin arados, regatos ni arboledas; decrpitas ciudades, caminos sin mesones, y atnitos palurdos sin danzas ni canciones [...] A orillas del Duero [CC - XCVIII] Nos hemos limitado a sealar algunos ejemplos que creemos significativos del uso del lxico en Antonio Machado. Naturalmente los campos lxico-semnticos son mucho ms numerosos y requeriran un estudio mucho ms detallado en poemas concretos.

LA MTRICALa obra potica de Antonio Machado es variadsima en cuanto a los metros y estrofas utilizados; pero, al mismo tiempo, en cuanto a musicalidad y efectos rtmicos, sumamente natural y espontnea. Mezcla admirable de tradicin y modernidad, de sencillez y complejidad, de popularismo y clasicismo en Antonio Machado se cumple la vieja aspiracin potica de la difcil sencillez.

VERSOSLos versos preferidos son los clsicos de la tradicin espaola: el octoslabo, de tradicin popular, en todas sus variantes rtmicas; y el endecaslabo, de tradicin culta. ste ltimo es frecuente en ritmo enftico (acento en la primera slaba) y heroico(primer acento en la segunda slaba). En numerosas ocasiones, el endecaslabo aparece combinado con el heptaslabo. Les sigue el alejandrino, verso caracterstico del Modernismo por influencia del Parnasianismo francs, que apenas se haba empleado desde la Edad Media. Otro verso de tradicin medieval se le llam en el siglo XV verso de arte mayor castellano por oposicin al alejandrino, de origen francs, y al endecaslabo, de origen italiano es el dodecaslabo, del que Machado se vali especialmente en su primera poca. Se trata de otro de los versos rescatados por el Modernismo y que tambin haba utilizado Bcquer. Otros versos manejados por Machado son: el hexadecaslabo, combinado con el octoslabo; el heptaslabo y el hexaslabo. En una sola ocasin utiliza el decaslabo y, en otra, el eneaslabo (a pesar de ser ste uno de los ms empleados por los poetas modernistas).

Cuerpo-Estructura -externaAntonio Machado publicar este nuevo libro en dos etapas: la primera saldr a la luz en 1912, poco antes de la muerte de su esposa, Leonor Izquierdo; la segunda aparecer con la primera edicin de sus Poesas Completas en 1917. En esta ltima y definitiva versin no elimina (como hiciera con su primer libro) ningn poema, pero s aade otros, algunos de ellos de bellsima factura. As pues, debe tenerse en cuanta que ambas ediciones tienen como claro hecho diferenciador la presencia o no de la enfermedad y la muerte de su esposa en ciertos poemas de la segunda edicin. En 1907, el poeta es nombrado profesor de francs del Instituto General y Tcnico de Soria, tras haber ganado la plaza por oposicin el ao anterior. Soria contaba entonces con poco ms de siete mil habitantes. Situada a algo ms de mil metros de altitud, sobre dos colinas, a la orilla del Duero, rodeada de rboles lamos, olmos, con sus casas de color rojizo, es una ciudad de aspecto austero y recogido. Una fortaleza en ruinas hoy rehabilitada como Parador Nacional sobre una de las colinas domina las pequeas calles, bordeadas de casas de piedra labrada, muchas de ellas antiguas casas seoriales. Bellos monumentos dan a la ciudad gran valor artstico. Abajo, siguiendo la orilla del ro, un camino umbroso va desde San Polo a la ermita de San Saturio, patrono de la ciudad. En la misma orilla, una corona de cipreses rodea la vieja iglesia de los Templarios, escenario de la leyenda de Bcquer titulada El monte de las nimas. En un poema de la serie Campos de Soria, retrata as la ciudad: Soria fra, Soria pura, cabeza de Extremadura, con su castillo guerrero arruinado, sobre el Duero; con sus murallas rodas y sus casas denegridas! Muerta ciudad de seores soldados o cazadores; de portales con escudos de cien linajes hidalgos, y de famlicos galgos,

de galgos flacos y agudos, que pululan por las srdidas callejas, y a la media noche alulan, cuando graznan las cornejas! Soria fra! La campana de la audiencia da la una. Soria, ciudad castellana tan bella! bajo la luna. Campos de Soria [CXIII-VI] Pero no ser la ciudad lo que llame principalmente la atencin a Machado, sino el paisaje de las tierras altas de Soria, cuya impresin qued profundamente grabada para siempre en su alma.

-interna EL PAISAJEAlgunas composiciones del nuevo libro responden al simple amor a la Naturaleza, que en m supera infinitamente al del Arte es lo que, a partir de ahora, consideraremos como visin objetiva del paisaje, dentro de la objetividad que pueda permitir la lrica. En otras, el paisaje se convierte en smbolo del pasado histrico de Castilla. Por fin, en otros poemas, los elementos del paisaje castellano se convierten en smbolo de realidades ntimas. Estos tres modos de enfocar el paisaje castellano tendrn su exacto equivalente respecto al paisaje andaluz en los poemas escritos para la segunda edicin, durante su estancia en Baeza, ciudad a la que como veremos huir tras la muerte de su esposa.

PasadoEn 1908, publica Antonio Machado un artculo en una publicacin conjunta de la prensa soriana, del que entresacamos este fragmento: Sabemos que la patria no es una finca heredada de nuestros abuelos, buena no ms para ser defendida a la hora de la invasin extranjera. Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva slo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o abandona, la pierde, aunque sepa morir. Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra: que no basta vivir sobre l, sino para l: que all donde no existe huella del esfuerzo humano no hay patria, ni siquiera regin, sino una tierra estril, que tanto puede

ser nuestra como de los buitres o de las guilas que sobre ella se ciernen. Llamaris patria a los calcreos montes, hoy desnudos y antao cubiertos de espesos bosques, que rodean esta vieja y noble ciudad? Eso es un pedazo de planeta por donde los hombres han pasado, no para hacer patria, sino para deshacerla. No sois patriotas pensando que algunos das sabris morir para defender esos pelados cascotes; lo seris acudiendo con el rbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero a esos parajes sombros y desolados, donde la patria est por hacer. Adems de ideas o sentimientos, se esbozan aqu las imgenes mismas de algunos poemas de Campos de Castilla; y podemos tambin observar cun profundamente penetraba ya en l el paisaje de Soria. En los poemas a que nos referimos en este apartado, predomina la mera descripcin objetiva del paisaje. As, la primera parte del titulado A orillas del Duero: Mediaba el mes de julio. Era un hermoso da. Yo, solo, por las quiebras del pedregal suba, buscando los recodos de sombra, lentamente. A trechos me paraba para enjugar mi frente y dar algn respiro al pecho jadeante; o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia delante y hacia la mano diestra vencido y apoyado en un bastn, a guisa de pastoril cayado, trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de altura, hollando las hierbas montaraces de fuerte olor romero, tomillo, salvia, espliego. Sobre los agrios campos caa un sol de fuego. Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo cruzaba solitario el puro azul del cielo. Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, y una redonda loma cual recamado escudo, y crdenos alcores sobre la parda tierra harapos esparcidos de un viejo arns de guerra, las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero

para formar la corva ballesta de un arquero en torno a Soria. Soria es una barbacana, hacia Aragn, que tiene la torre castellana. Vea el horizonte cerrado por colinas oscuras, coronadas de robles y de encinas; desnudos peascales, algn humilde prado donde el merino pace y el toro, arrodillado sobre la hierba, rumia; las mrgenes del ro lucir sus verdes lamos al claro sol de esto, y, silenciosamente, lejanos pasajeros, tan diminutos! carros, jinetes y arrieros, cruzar el largo puente, y bajo las arcadas de piedra ensombrecerse las aguas plateadas del Duero. El Duero cruza el corazn de roble de Iberia y de Castilla. Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos y roquedas, de campos sin arados, regatos ni arboledas; decrpitas ciudades, caminos sin mesones, y atnitos palurdos sin danzas ni canciones que an van, abandonando el mortecino hogar, como tus largos ros, Castilla, hacia la mar! [] A orillas del Duero [XCVIII] En este fragmento, el poeta ha seleccionado los elementos que dan al paisaje una configuracin de dureza y aridez. Pero hay tres imgenes que llaman la atencin: una redonda loma cual recamado escudo; por donde tuerce el Duero / para formar la corva ballesta de un arquero y Soria es una barbacana, / que tiene

hacia Aragn la torre castellana. El pasado histrico de Castilla, especialmente aquellos rasgos que ofrecen significaciones guerreras, se hace presente metafricamente en los elementos del paisaje. Esta identificacin del paisaje castellano con su pasado histrico vuelve a reflejarse en otras composiciones, donde se insiste en las mismas imgenes hasta quedar stas convertidas en elementos esenciales que identifican y definen el paisaje: por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, [CXIII-VI] Soria mstica y guerrera [CXIII-VII] Soria barbacana hacia Aragn, en castellana tierra. [CXIII-VIII] por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, [CXXI] Castilla, mstica y guerrera, [CXXV] La dureza y aridez del paisaje a que antes aludamos pueden ser tambin expresadas, adems de con los adjetivos, mediante sustantivos precedidos de la preposicin sin: de campos sin arados, regatos ni arboledas; decrpitas ciudades, caminos sin mesones, A orillas del Duero [XCVIII] La segunda parte de A orillas del Duero es una transicin lgica hacia el tema de la historia de Castilla. Tras apuntar las connotaciones guerreras en los versos anteriores, el poeta reflexiona sobre el contraste entre el ayer poderoso de Castilla

y su mezquino presente: Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. A orillas del Duero [XCVIII] Es el paso del tiempo (expresado mediante una sucesin de verbos de movimiento) el que ha producido el cambio. Pero el pasado se hace presente y pervive en el paisaje y sus gentes: Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira; cambian la mar y el monte y el ojo que los mira. Pas? Sobre sus ampos an el fantasma yerra de un pueblo que pona a Dios sobre la guerra. A orillas del Duero [XCVIII] El cambio no ha afectado a lo esencial del paisaje: la presencia en l de su propio pasado, personificado en el fantasma errante. Pero la pobreza de la tierra castellana puede ser tambin vista con ojos tiernos, destacando lo humilde: Primavera soriana, primavera, humilde como el sueo de un bendito, Orillas del Duero [CII] Castilla la gentil, humilde y brava [CXXV] Cuando nuestro poeta marcha a Baeza, tras la muerte de Leonor, esta ciudad y sus campos tambin recordarn su pasado histrico, relacionado con la poca de la dominacin musulmana. As, la curva de ballesta (arma cristiana) del Duero se transforma en el Guadalquivir en un alfanje roto / y disperso (arma rabe): De la ciudad moruna tras las murallas viejas, [] Guadalquivir, como un alfanje roto y disperso, reluce y espejea. Caminos [CXVIII]

En mi rincn moruno Espaa en paz [CXLV]

La tierra de AlvargonzlezEn septiembre de 1910, Antonio Machado, junto con unos amigos, realiza una excursin a las fuentes del Duero. Llegaron a la cima del Urbin, de donde descendieron hasta la Laguna Negra y, por el valle del Revinuesa, hasta Vinuesa. La referencia al Gnesis se debe, sin duda, al asesinato de Abel por parte de su hermano Can y la consiguiente maldicin que recae sobre ste. El tema del cainismo, como hemos visto, lo trata repetidamente Antonio Machado. En la primera parte del romance leemos ya: Mucha sangre de Can tiene la gente labriega, y en el hogar campesino arm la envidia pelea. La tierra de Alvargonzlez [CXIV, vv. 25-28] El tema se desarrolla en un largo romance de 712 versos, dividido en 51 romances cortos que se estructuran en diez partes. El romance es esencialmente narrativo, pero contiene tambin descripciones en las que predomina claramente el lirismo. El narrador no participa en lo relatado; pero est siempre presente, incluso interrumpiendo lo narrado para expresar su emocin: Oh tierras de Alvargonzlez, en el corazn de Espaa, tierras pobres, tierras tristes, tan tristes que tienen alma! La tierra [CXIV, vv. 563-566] Pero, sobre todo, el lirismo est presente en la tonalidad de todo el poema, especialmente a travs de la reiterada intervencin de la copla que annimamente canta el pueblo: de nuevo, el pueblo condensa la historia, borrando de la copla lo anecdtico, para expresar el sentimiento esencial y universal que subyace en los hechos narrados: Ya el pueblo canta una copla que narra el crimen pasado:

"A la orilla de la fuente lo asesinaron. Qu mala muerte le dieron los hijos malos! En la laguna sin fondo al padre muerto arrojaron. No duerme bajo la tierra el que la tierra ha labrado." La tierra [CXIV, vv. 427-436] Es el agua, smbolo del tiempo existencial, la que canta la cancin del pueblo: El agua, que va saltando, parece que canta o cuenta: "La tierra de Alvargonzlez se colmar de riqueza, y el que la tierra ha labrado no duerme bajo la tierra" La tierra [CXIV, vv. 427-436]

Proverbios y cantaresCampos de Castilla es, entre otras muchas cosas, el diario de una vida. Es tambin, en otro sentido, el diario de unas reflexiones. La seccin titulada Proverbios y cantares[CXXXVI] expone, como anotadas da a da, de manera deslavazada, a merced de la inspiracin o del humor del momento, una idea, una observacin, alguna reflexin que adopta espontneamente la forma de un aforismo en verso. Estos breves poemas son preciosos para penetrar en la personalidad de Antonio Machado. Algunos se refieren al arte potica; otros expresan una especie de sabidura, de pensamiento gnmico, de fbula alegrica, que debe ser interpretada; otros, una reflexin metafsica; otros, en fin, parecen el eco de algn dilogo ntimo -unas veces ligero; otras, grave- reanudado e interrumpido sin cesar en la abrumadora soledad de su vida:

No extrais, dulces amigos, que est mi frente arrugada: yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entraas. [CXXXVI-XXIII] Son, en total, cincuenta y tres composiciones, de las cuales ya se haban publicado en la primera edicin del libro (1912) los poemas I-XXVI, LI y LII. Desde la primera estrofa, el lector halla de nuevo la imagen familiar del poeta soador que predominaba en Soledades: Nunca persegu la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi cancin; yo amo los mundos sutiles, ingrvidos y gentiles como pompas de jabn. Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar hacia el cielo azul, temblar sbitamente y quebrarse. [CXXXVI-I] Otra vez, la humildad y la bonhoma como declaracin de principios, como observbamos, por ejemplo, en el primer poema del libro (Retrato [XCVII]). Hallamos tambin un rasgo caracterstico de la personalidad potica de Antonio Machado: el sentido y el gusto por la sentencia, la frase lacnica, pero cargada de experiencia, que recuerda la lrica popular andaluza; Es el mejor de los buenos quien sabe que en esta vida todo es cuestin de medida: un poco ms, algo menos [CXXXVI-XIII]

Dices que nada se crea? Alfarero a tus cacharros. Haz tu copa y no te importe si no puedes hacer barro. [CXXXVI-XXXVIII] Uno de los temas en que insiste Machado en estos breves poemas es el de Dios, no como realidad afirmada, sino como necesidad de la imaginacin del hombre, del deseo de que lo imaginado sea realidad: Ayer so que vea a Dios y que a Dios hablaba; y so que Dios me oa Despus so que soaba. [CXXXVI-XXI] Todo hombre tiene dos batallas que pelear: en sueos lucha con Dios; y despierto, con el mar. [CXXXVI-XXVIII] La conciencia que est despierta a la razn es la certeza de la muerte, del mar. La conciencia, no dormida, sino soadora desea a Dios, la eternidad. Es por esto que la vida, vista como un camino que se recorre, es representada por el caminar sobre el mar: el vivir por encima de, ms all de la muerte: Caminante, son tus huellas el camino, y nada ms; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrs se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar. [CXXXVI-XXIX] Estelas que, como los momentos de la existencia, se borran, se pierden en la nada del pasado, de lo muerto, del mar. Este "cantar" parece poetizar unas palabras del filsofo francs Henri Bergson, al que en principio sigui Antonio Machado, y uno de cuyos cursos sigui en Pars durante su estancia en la capital francesa junto con su mujer en 1911. La filosofa, pues, "desplumada" por Kant con su sistematismo, habra cado a finales del siglo XIX en el positivismo, o an en pragmatismo (lo que Machado llamara despectivamente "filosofa de mercaderes"). Pero ahora -cree Machadova a remontar el vuelo para volver a pensar en lo esencial. Para "conocer", el hombre ha de luchar con "dos modos de conciencia": el pensamiento lgico y el pensamiento intuitivo: Hay dos modos de conciencia: una es luz, y otra paciencia. Una estriba en alumbrar un poquito el hondo mar; otra, en hacer penitencia con caa y red, y esperar el pez, como pescador. Dime t: Cul es mejor? Conciencia de visionario que mira en el hondo acuario peces vivos, fugitivos, que no se pueden pescar, o esa maldita faena de ir arrojando a la arena, muertos, los peces del mar?

[CXXXVI-XXXV] En este poema, el pensar lgico destruye a los seres vivientes al sacarlos del fluir vital. El entendimiento produce conceptos que el hombre puede razonar. Pero esos conceptos no tienen vida. El pensamiento potico no aporta ningn concepto para el anlisis, pero es el nico modo de pensar que puede sentir las cosas en su vitalidad existencial. Ahora bien, la inteligencia, aunque no sirve para captar la vida y la realidad en su totalidad, s sirve para "colocarnos fuera de lo real, para crearnos un mundo aparencial, ficticio, y en el cual no sabemos cmo podramos vivir". La inteligencia, adems, no puede ser sustituida por ningn otro instrumento. Y, a continuacin, lanza Machado lo que quedar como su palabra bsica y ltima ante la filosofa y ante toda pretensin de conocimiento intelectual: "A mi juicio, el gran pecado de la filosofa consiste en que nadie se atreve a ser escptico. Es cierto que la inteligencia no puede alcanzar la ltima realidad, mas no es cierto que haya otro medio de llegar a ella". Es decir, lo admirable del pensar lgico, a pesar de sus limitaciones, es su inutilidad, su distanciamiento de la vida, su capacidad de crear un mundo -el del pensamiento abstracto- como algo separado de la ciega vida: "Lo grande de la inteligencia es su posicin terica, que no est al servicio de la vida, sino que, por el contrario, pretende poner a la vida misma a su servicio, someterla a sus normas". El visionario del poema anterior -pensador intuitivo- no puede llegar a la ltima realidad: "Conciencia de visionario / que mira [] / peces vivos, fugitivos, / que no se pueden pescar []". El pescador -pensador lgico- slo puede formar conceptos, pensamientos alejados de lo vivo-real: "[] esa maldita faena / de ir arrojando a la arena, / muertos, los peces del mar []", es decir, slo puede someter a la vida a sus normas racionales para poder aprehenderlo. Y ese escepticismo, cada vez ms hondo, es lo que le permite justamente preparar las condiciones previas a una autntica creencia, no basada en ideas, sino en el simple reconocimiento de que existe el prjimo (lo que l llam "la otredad del ser") y que hay que amarle, no como imagen y reflejo de mi "yo", sino en su propia otredad Dices que nada se crea? No te importe, con el barro de la tierra, haz una copa para que bebe tu hermano. [CXXXVI-XXXVII] En su siguiente libro de poemas (Nuevas canciones; primera edicin, 1924) incluye otra larga serie de Proverbios y cantares en los que el tema de la otredad

se encuentra ms desarrollado. Tambin hay en esta serie lugar para la crtica concreta de actitudes humanas: -la ignorancia: Ni vale el fruto cogido sin sazn Ni aunque te elogie un bruto ha de tener razn. [CXXXVI-V] -Nuestro espaol bosteza. Es hambre? Sueo? Hasto? Doctor, tendr el estmago vaco? -El vaco es ms bien en la cabeza. [CXXXVI-L] -la hipocresa: De lo que llaman los hombres virtud, justicia y bondad, una mitad es envidia, y la otra no es caridad. [CXXXVI-VI] -la envidia: La envidia de la virtud hizo a Can criminal. Gloria a Can! Hoy el vicio es lo que se envidia ms. [CXXXVI-X] -la vanidad: El casca-nueces-vacas,

Coln de cien vanidades, vive de supercheras que vende como verdades. [CXXXVI-XIX] -el tema de Espaa: Ya hay un espaol que quiere vivir y a vivir empieza, entre una Espaa que muere y otra Espaa que bosteza. Espaolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Espaas ha de helarte el corazn. [CXXXVI-VIII]

LA MUERTESi exceptuamos A un olmo seco, todos los poemas referidos a Leonor pertenecientes a Campos de Castilla los escribi Machado durante su estancia en Baeza, donde el recuerdo de su mujer, segn acabamos de ver en la carta a Unamuno y los testimonios de quienes lo trataron en aquellos aos, fue constante y obsesivo. En muchos de estos poemas, al recuerdo de su esposa se une el recuerdo del paisaje soriano, por lo que es difcil a veces separar ambos temas. La serie de poemas dedicados a este tema es corta, pero intenssima. En el poema Caminos, el paisaje andaluz, normalmente alegre en otros poemas, se carga de connotaciones de tristeza. Tambin las personificaciones ("los montes duermen / envueltos en la niebla", "tarde piadosa", "La luna est subiendo / amoratada, jadeante y llena") indican el cansancio espiritual y la profunda melancola del poeta: CAMINOS De la ciudad moruna tras las murallas viejas,

yo contemplo la tarde silenciosa, a solas con mi sombra y con mi pena. El ro va corriendo, entre sombras huertas y grises olivares, por los alegres campos de Baeza. Tienen las vides pmpanos dorados sobre las rojas cepas. Guadalquivir, como un alfanje roto y disperso, reluce y espejea. Lejos los montes duermen envueltos en la niebla, niebla de otoo, maternal; descansan las rudas moles de su ser de piedra en esta tibia tarde de noviembre, tarde piadosa, crdena y violeta. El viento ha sacudido los mustios olmos de la carretera, levantando en rosados torbellinos el polvo de la tierra. La luna est subiendo amoratada, jadeante y llena. Los caminitos blancos se cruzan y se alejan, buscando los dispersos caseros del valle y de la sierra. Caminos de los campos

Ay, ya no puedo caminar con ella! [CXVIII]-El

poeta dialoga con la muerte: Una noche de verano -estaba abierto el balcn y la puerta de mi casala muerte en mi casa entr. Se fue acercando a mi lecho -ni siquiera me mir-, con unos dedos muy finos, algo muy tenue rompi. Silenciosa y sin mirarme la muerte otra vez pas delante de m. Qu has hecho? La muerte no respondi. Mi nia qued tranquila, dolido mi corazn. Ay, lo que la muerte ha roto era un hilo entre los dos! [CXXIII]

La muerte no responde. Dios tampoco. Y el poeta slo puede clamar en el vaco su soledad con la muerte: Seor, ya me arrancaste lo que yo ms quera. Oye otra vez, Dios mo, mi corazn clamar. Tu voluntad se hizo, Seor, contra la ma. Seor, ya estamos solos mi corazn y el mar. [CXIX] Sin embargo, el recuerdo y el sueo hacen "re-vivir" lo que estaba muerto, y

esta vida en el recuerdo abre el camino a la esperanza: Dice la esperanza: un da la vers, si bien esperas. Dice la desesperanza: slo tu amargura es ella. Late, corazn No todo se lo ha tragado la tierra. [CXX]

***

So que t me llevabas por una blanca vereda, en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras, hacia los montes azules, una maana serena. Sent tu mano en la ma, tu mano de compaera, tu voz de nia en mi odo como una campana nueva, como una campana virgen de un alba de primavera. Eran tu voz y tu mano, en sueos, tan verdaderas! Vive, esperanza, quin sabe lo que se traga la tierra!

[CXXII] Pero el despertar del sueo es la vuelta a la soledad, la tristeza y esa tan suya vejez espiritual: All, en las tierras altas, por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, entre plomizos cerros y manchas de rados encinares, mi corazn est vagando, en sueos No ves, Leonor, los lamos del ro con sus ramajes yertos? Mira el Moncayo azul y blanco; dame tu mano y paseemos. Por estos campos de la tierra ma, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo. [CXXI]

TEMA DE ESPAAEl pueblo Las tierras de Castilla descritas por Machado estn frecuentemente pobladas de presencias humanas. Desde sus primeros escritos, se ha mostrado atento a los seres humanos. Sabe verlos y observarlos. Hay en l, hacia su prjimo, una actitud vigilante. El poeta que cant sus soledades no es insolidario con la gente que le rodea. En su "mono-dilogo" ("Converso con el hombre que siempre va conmigo") ha aprendido "el secreto de la filantropa". Esta expresin de la otredad del ser -en trminos del propio Machado- revela un ideal de humanismo laico, una inclinacin de su alma: un amor fraternal a los seres humanos, aunque este amor no tenga que eludir una crtica profunda a los vicios, especialmente a lo que la generacin del '98 llam el cainismo. Veamos un

ejemplo: Pequeo, gil, sufrido, los ojos de hombre astuto, hundidos, recelosos, movibles; y trazadas cual arco de ballesta, en el semblante enjuto de pmulos salientes, las cejas muy pobladas. Abunda el hombre malo del campo y de la aldea, capaz de insanos vicios y crmenes bestiales, que bajo el pardo sayo esconde un alma fea, esclava de los siete pecados capitales. Por tierras de Espaa [XCIX] A veces, el modelo se reduce a un detalle que refleja el espritu del retratado. As, estos dos ejemplos opuestos: a un ventanuco asoman, al declinar el da, algunos rostros plidos, atnitos y enfermos. El hospicio [C] Frente a m va una monjita tan bonita! Tiene esa expresin serena que a la pena da una esperanza infinita. En el tren [CX] Pero es a los ojos a los que presta especial atencin: Ruiprez, el ventero, un viejo diminuto -bajo las cejas grises, dos ojos de hombre astuto-, contempla silencioso la lumbre del hogar. Al maestro "Azorn" por su libro Castilla [CXVII] Y ahora, en la misma venta, un extrao desconocido, un viajero misterioso, al que hemos identificado como el propio Antonio Machado:

Sentado, ante una mesa de pino, un caballero escribe. Cuando moja la tinta en el tintero, dos ojos tristes lucen en un semblante enjuto. Al maestro "Azorn" por su libro Castilla [CXVII] Tambin le gusta trazar con rasgo ms acentuado lo que constituye una marca indeleble (que unas veces representa la marca de Can y otras, simplemente, la huella de las preocupaciones), casi siempre descrita como un golpe de hacha en el entrecejo: En torno al fuego hay un lugar vaco y en la frente del viejo, de hosco ceo, como un tachn sombro -tal el golpe de un hacha sobre un leoCampos de Soria [CXIII] Pero ms que retratos aislados, Machado se eleva a una visin de conjunto. Toma conciencia de una colectividad cuyos modos de vida trata de expresar: pueblo de ciudades o de campos, aldeanos, labradores, arrieros, buhoneros, pastores, cazadores, venteros, hidalgos, burgueses, beatas E, incluso, ms all de la multitud de gente, se preocupa de descubrir el alma que se encarna en los habitantes de Castilla. Son, ante todo, los hombres del pueblo los que se complace en evocar. El poeta nos muestra sus retratos, sus comportamientos; pero las ms de las veces no son ms que una multitud annima: Labriegos transmarinos y pastores trashumantes -arados y merinos-, labriegos con talante de seores, pastores del color de los caminos. Desde mi rincn [CXLIII] Frente a los negros ejemplos del alma cainita que veremos ms adelante, presenta Machado a los buenos campesinos, que son de la estirpe de Abel. Normalmente se limita a sugerir algunas siluetas, sin entregarse a profundas reflexiones, a describir algunas ocupaciones agrcolas y pecuarias, y a destacar el espritu silencioso, trabajador y paciente de estas gentes: []los buenos aldeanos

que visten parda estamea, y que cortan vuestra lea con sus manos. Las encinas [CIII] El poeta ama a esta multitud en que se encarnan las grandes virtudes de la raza. Su ternura hacia estos hombres se expresa en la bendicin final de la serie Campos de Soria: Gentes del alto llano numantino que a Dios guardis como a cristianas viejas, que el sol de Espaa os llene de alegra, de luz y de riqueza! Campos de Soria [CXIII-IX] La actitud que Machado adopta ante los habitantes de Castilla corresponde a una forma de entenderlos caracterstica de los intelectuales del '98. Son los hombres y mujeres que constituyen la verdadera historia nacional, la intrahistoria, segn la expresin, tantas veces repetida de Unamuno.

El cainismoSe trata de uno de los tpicos de la llamada generacin del '98: la maldad intrnseca del hombre, la codicia como origen de todos los males la presencia, en definitiva, del alma de Can en nuestros prjimos. Dos poemas, fundamentalmente, se centran en el tema del cainismo: Por tierras de Espaa y El Dios ibero: - Por tierras de Espaa [XCIX] es de ritmo grave, lento. La composicin es, a la vez, sencilla y bien estructurada: Los dos primeros serventesios presentan, en singular colectivo, al hombre castellano: El hombre de estos campos que incendia los pinares y su despojo aguarda como botn de guerra, antao hubo rado los negros encinares, talado los robustos robledos de la sierra. [] Machado, poeta de los rboles, elige en primer lugar, para denunciar la villana del "hombre de estos campos", la actividad destructora que ms poda conmoverlo. La evocacin deja paso a las consecuencias de tales actos en el presente: las tierras devastadas son improductivas, "malditas":

Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares; la tempestad llevarse los limos de la tierra por los sagrados ros hacia los anchos mares; y en pramos malditos trabaja, sufre y yerra. [] Miseria y desolacin son los resultados. La palabra "lares" quiere expresar la organizacin patriarcal de la familia, la casa a que est ligado el futuro de los hijos, por lo que forma una anttesis violenta con "huyendo". La desolacin causada por los hombres se abate sobre la tierra misma: la tempestad arrastra los limos de los campos y los hace ridos y estriles. Los ros son sagrados pues, segn el poeta, el agua es bendita, lleva la vida. La maldicin del ltimo verso viene despus de palabras que evocan lo sagrado (lares, sagrados ros). Todo es como si se hubiese cometido un pecado irreparable. Y as, se insina la maldicin de Can: "trabaja, sufre y yerra". Los cuatro serventesios siguientes trazan un retrato fsico y moral. Despus de evocar su origen ("Es hijo de una estirpe de rudos caminantes"), hace un retrato admirable del "hombre malo del campo y de la aldea", como lo definir una estrofa ms adelante: Pequeo, gil sufrido, los ojos de hombre astuto, hundidos, recelosos, movibles; y trazadas cual arco de ballesta, en el semblante enjuto de pmulos salientes, las cejas muy pobladas. [] El alma guerrera de Castilla, que habamos visto reflejarse en el paisaje, asoma, con la misma imagen, en el semblante del hombre: "cual arco de ballesta, [] las cejas muy pobladas". - El Dios ibero [CI], segundo poema al que hacemos referencia, presenta al hombre ibrico en sus relaciones con Dios; relaciones interesadas segn que el fruto de su trabajo sea asolado por la tempestad o, al contrario, llegue a madurar. La primera estrofa es la presentacin del personaje: Igual que el ballestero tahr de la cantiga, tuviera una saeta el hombre ibero para el Seor que apedre la espiga y malogr los frutos otoales, y un "gloria a ti" para el Seor que grana

centenos y trigales que el pan bendito le darn maana. [] Se muestra un concepto primitivo de Dios, tan pronto malo como lleno de bondad. El poeta, para introducir el tema y enmarcarlo en lo annimo popular, se refiere a una vieja cantiga en la que un tahr, a pesar de sus trampas, pierde su dinero en la partida y, culpando al cielo, dirige hacia l sus flechas. De la misma forma, nuestro campesino lanzar sus blasfemias o sus agradecidas bendiciones a un Dios caprichoso. Las siete estrofas siguientes forman la peculiar oracin imprecante que el hombre ibero dirige a su Dios. Es la blasfemia de un hombre que se siente esclavo (obsrvese cmo acenta este sentido la rima con pena / cadena) de la providencia. Un hombre que ha hablado del pan bendito de su trabajo, pero que ahora lo ve como una maldicin bblica: "Seor, por quien arranco el pan con pena". A continuacin, se dirige a un Dios providencial y bienhechor ("Seor del iris", "Seor del fruto") con sentimiento de profunda gratitud. En este tono de dicha, se aluden algunos aspectos de la vida campesina de un modo cndido e ingenuo: "tu soplo" es el viento; "tu lumbre", el sol; "tu santa mano", la intervencin de una divinidad propicia. Inmediatamente una interpretacin maniquea: por un lado, el Dios de la fortuna, de los ricos; de otro, el Dios de la desgracia, el de los pobres. Este sentimiento deja al hombre impotente ante los caprichos de la divinidad: "Oh dueo de fortuna y de pobreza, ventura y malandanza, que al rico das favores y pereza y al pobre su fatiga y esperanza. [] La doble intencin (blasfemia y alabanza) se manifiesta en una esperanza que no es una esperanza cristiana, sino la pagana rueda de la fortuna que se equipara a la moneda o al dado en el juego: "Seor, Seor: en la voltaria rueda del ao he visto mi simiente echada, corriendo igual albur que la moneda del jugador en el azar sembrada! "Seor, hoy paternal, ayer cruento, con doble faz de amor y de venganza, a ti, en un dado de tahr al viento va mi oracin, blasfemia y alabanza!" []

Ha terminado la oracin y el poeta vuelve a tomar la palabra, preguntndose por qu el mismo hombre que ayer [] puso a Dios sobre la guerra ms all de la suerte, ms all de la tierra ms all del mar y de la muerte [] hoy lo insulta. El presente apenas es nombrado y se elude a favor del porvenir: Mas hoy Qu importa un da! Para los nuevos lares estepas hay en la floresta umbra, lea verde en los viejos encinares. [] Qu importa un da! Est el ayer alerto al maana, maana al infinito, hombres de Espaa, ni el pasado ha muerto, ni est el maana -ni el ayer- escrito. [] Se trata, en fin, de convencer al hombre ibero para que forje su destino, y espera que aquel Dios austero vuelva para sustituir el concepto de divinidad caprichosa al que el espaol diriga antes su plegaria: Quin ha visto la faz al Dios hispano? Mi corazn aguarda al hombre ibero de la recia mano, que tallar en el roble castellano el Dios adusto de la tierra parda. El Dios ibero [CI]

Dos retratos expresionistasEn los dos poemas anteriores, Antonio Machado nos hablaba del "pueblo" (el protagonista de El hombre ibero -el ttulo as lo indica- no es un hombre concreto, sino una abstraccin, una generalizacin). Se trata ahora de dos retratos individualizados: un loco y un criminal. Un loco [CVI] pone en escena, en medio de un paisaje spero y desabrido, a un

demente que gesticula y vocifera a solas con su sombra y su locura. Todo, paisaje y personaje, est descrito con rasgos expresionistas: Es una tarde mustia y desabrida de un otoo sin frutos, en la tierra estril y rada donde la sombra de un centauro yerra. Por un camino en la rida llanura, entre lamos marchitos, a solas con su sombra y su locura va el loco, hablando a gritos. [] Es horrible y grotesca su figura; flaco, sucio, maltrecho y mal rapado, ojos de calentura iluminan su rostro demacrado. [] La evocacin a lo lejos de la ciudad de donde se aparta el loco permite al poeta denunciar la mediocridad y la bajeza de la sociedad espaola, que intenta mostrar a sus lectores: Huye de la ciudad Pobres maldades, misrrimas virtudes y quehaceres de chulos aburridos, y ruindades de ociosos mercaderes. [] Las imgenes del demente solitario y del siniestro paisaje se superponen. De la mente extraviada del loco parece desprenderse un sueo de inocencia: Por los campos de Dios el loco avanza. Tras la tierra esqueltica y sequiza -rojo de herrumbre y pardo de cenizahay un sueo de lirio en lontananza. [] Los ltimos versos expresan el simbolismo del loco errante: es la personificacin del tedio srdido, de la atmsfera sofocante de la ciudad de la que huye:

Huye de la ciudad. El tedio urbano! -carne triste y espritu villano-. No fue por una trgica amargura esta alma desgajada y rota: purga un pecado ajeno: la cordura la terrible cordura del idiota. Un loco [CVI] - Un criminal [CVIII] muestra otra imagen degenerada en esta galera de tipos humanos. El poema describe la celebracin de un juicio, el de un antiguo seminarista, asesino de sus propios padres, cuyo retrato impresiona por el contraste entre su figura infantil, sumisa y humilde, y la violencia de su mirada: El acusado es plido y lampio. Arde en sus ojos una fosca lumbre, que repugna a su mscara de nio y ademn de piadosa servidumbre. Un criminal [CVIII] Sofocado por un modo de vida opresor, el instinto brutal despierta y se apodera del personaje. Comete el mismo crimen que Juan y Martn, los hijos mayores de Alvargonzlez, y al igual que ellos emplea un hacha. La escena de la Audiencia permite a Machado componer un estudio costumbrista. La perspectiva se ha desplazado del criminal a los personajes que lo rodean: jueces, jurado, abogado, fiscal, escribano, ujier y pblico. Todo el aparato de la justicia, tratado con tono satrico e irnico, produce un contraste irrisorio con la primera parte. Se describe una justicia vengadora, la que espera el pueblo: la ley del talin, que es una nueva ilustracin del cainismo, del mal que habita en el corazn del hombre y escandaliza al poeta.

ConclusinNingn poeta del siglo XX nos llega tan a lo hondo como Antonio Machado. Nadie como l ha conseguido con unos pocos poemas en verso pobre, aconsonantado, ripioso a veces, una emocin lrica, una densidad tal de sentimiento que lo colocan entre los mayores de la historia de nuestra lengua. En un siglo de grandes

poemtas, como no los haba desde el XVII, su libro Campos de Castilla, que nunca fue un libro del todo, tiene los versos ms enteros de su generacin, la famosa del 98, e incluso de la siguiente, la clebre del 27. En su tiempo hay un poeta mayor, Juan Ramn Jimnez; hay un precursor genial, Rubn Daro; y con l coexisten jvenes prodigiosos, como Cernuda, Alberti o Lorca; pero de todos ellos seguramente el ms profundo y duradero es Antonio Machado. Sobrevive incluso a sus admiradores, virtud concedida a muy pocos elegidos. La clave del esplendor seco y melanclico de la poesa machadiana tiene nombre propio: Leonor. As se llam una de las dos mujeres de su vida, sin duda la principal, un amor fatal, hermoso, paradjico, un poco grotesco y al que la muerte puso fin de un tajo. Leonor era hija de un sargento retirado de la Guardia Civil, Deferino Izquierdo, y de Isabel Cuevas, quienes se haban trasladado a Soria desde el pueblo de Almenar y pusieron fonda. All apareci un da de 1907, despus de merodear por otras pensiones, el nuevo catedrtico de Francs del Instituo de Soria, nuestro poeta, con 33 aos muy vividos, muy bebidos y muy baqueteados. Leonor tena 13. El hombre que lleg a Soria solo, sin dinero y sin esperanzas, era un sevillano nacido en 1875 y recriado en Madrid. Su padre fue un folclorista mamoso, Antonio Machado Alvarez, Demfilo, que trabaj ms recogiendo coplas que alimentando a su prole, media docena de cros a la sombra de un abuelo catedrtico. Los Machado estudiaron en la Institucin Libre de Enseanza, bajo la direccin de Francisco Giner de los ros, pero Antonio fue un psimo estudiante, no termin el bachillerato cuando le tocaba y tuvo que hacerlo a los 25 aos. Nunca estudi una carrera y slo consigui la ctedra de Francs porque no necesitaba ttulo universitario. Hurfano desde los 18 aos, era bohemio, nocherniego, amigo del flamenco, del vino y las hetairas, muy hermano de su hermano, pero sin su brillantez. Era el hermano de Manuel, el mismo que acab siendo el hermano de Antonio. Tuvo veneracin por su madre. Amigos de verdad, muy pocos, casi ninguno. Trat de emigrar a Guatemala, de ser actor, de vivir en Paris por dos veces. Todo fracas. Su primer libro, Soledades (1902), fue saludado elogiosamente por Rubn Daro y Juan Ramn Jimnez, el no va ms. Y el xito se ampli en otra edicin transformada: Soledades, Galeras y otros poemas (1907). Pero sin ms ingresos que los lricos, con traducciones y encargos de lance, se mora de hambre. Un da, despus de alguna juerga de amarga resaca, decidi hacer caso a sus amigos de la Institucin y firm unas oposiciones de Francs, para catedrtico de Instituto. Las gan y le toc Soria. Y all, en la Pensin Izquierdo, se enamor de aquella chiquilla que an pareca ms joven de lo que era. Estaba recin llegada del pueblo, escriba con faltas de ortografa y, adems, estaba don Ceferino al gatillo. Pero Antonio no era un simple seductor de menores. O no slo eso. Aquella pasin descabalada slo poda terminar en boda o en atad y fue, de momento, en boda. Tras cambiar de pensin para guardar las formas se cas con Leonorcica, como la llamaban en casa, el 30 de julio de 1909. Quince aos tena la novia. Tras un primer ao aparentemente

feliz, consigui una beca oficial para llevar a Leonor a concer Pars, pero all, un 14 de julio, la chiquilla tuvo un vmito de sangre. Diagnosticada la tuberculosis, volvieron a Soria, Leonor se fue apagando en las manos de Antonio, que la pase por ultima vez, ya en silla de ruedas, en la primavera del 1912, con el primer ejemplar de Campos de Castilla recin editado. Muri el primer da de agosto, a los tres aos y un da de matrimonio. Machado estuvo a punto de suicidarse. Si no lo hizo e incluso si reanud una cierta meditacin religiosa, fue por no resignarse a perder del todo a su mjer-nia. Trasladado rpidamente a Baeza, vivi mucho tiempo en la ensoacin de Soria, de Leonor, de la soledad terrible en la que haba terminado aquel drama de amor y muerte. Escribi entonces unos poemas sencillamente desesperados, hermosos y tristes, en los que el amor a la tierra de Castilla y el sueo de amor perdido se mezclan de forma indisoluble. Se publicaron en una segunda edicin de Campos de Castilla, rehecho de nuevo en sus Poesas completas. Esos poemas de los ltimos aos en Soria y los primeros en Baeza -Campos de Soria, A un olmo seco, A Jos Mara Palacio- son la culminacin del modernismo y al tiempo algo nuevo, personalsimo. Antes de ellos Machado es un gran poeta. Con ellos, sublime. Despus, Los complementarios, los heternimos, que empezaron siendo Abel Martn y Juan de Mairena y terminaron siendo legin (hasta un tal Antonio Machado); muchos poemas dedicadosm, mucho oficio, pero nunca nada como lo anterior. A falta de Salamanca, huy de Baeza a Segovia, donde frecuentaba unas ventas muy tiradas al pie del Alczar y dorma grandes curdas entre meretrices de retirada, como l mismo. Publica su obra en sucesivas ediciones de un mismo libro ampliado, Poesas Completas, y las Nuevas Canciones en 1924. Juan Ramn rompe con l reprochndole su oportunismo literario y poltico. Antonio se refugia en la familia, en especial en su hermano Manuel, con el que dio en escribir varias obras de teatro que tuvieron muchsimo xito, como Las Adelfas o La Lola se va a los Puertos. Forma en el squito intelectual de Ortega, que alcanz su mxima influencia durante la Dictadura de Primo de Rivera. Gracias a ella Antonio lleg a acadmico de la Lengua en lugar de don Niceto Alcal-Zamora, vetado por el dictador. Fue una candidatura muy radical: lo presentaron el director de la Academia de Artillera y el director del Seminario de Segovia, y en la docta casa lo apadrin Azorn. Primo de Rivera incluso presidi con su hijo Jos Antonio un banquete en homenaje a los Machado en 1929. slo dos aos despus, con el mismo Ortega que salud elogiosamente a la Dictadura bajo la Monarqua, Machado fund la Agrupacin de Intelectuales al Servicio de la Repblica, e incluso la proclam en Segovia en 1931. Durante esos aos republicanos cultiv unos amores platnicos y patticos con Pilar Valderrama, a la que llam Guiamar. Su buena estrella en el teatro se extingui. En 1936, tiene arteriosclerosis, lcera, ha perdido casi la vista, se hace masn y, a la vez, compaero de viaje de los comunistas. En fin, con la guerra comenz una tragedia que slo algunos necios han querido transformar en apoteosis del izquierdismo cvico.

Separado casualmente el 18 de julio de su hermano Manuel, que estaba en Burgos; alejado tambin en Guiomar, que huy a Portugar; Antonio, tan desastrado, qued a cargo de su madre, anciana y enferma, y de sus tres hermanos con sus nueras. Se convirti en una de las figuras del PCE y colabor en la muy digna revista Hora de Espaa, pero prolog el libro de discursos de Azaa Los espaoles en guerra que polticamente estaba en las antpodas de los comunistas. Tambin public un libro de circunstancias, La guerra, con digujos de su hermano Jos. En l, junto a una notable elega a Lorca y un hermoso cuarteto a Madrid, se halla un soneto dedicado a Lster que termina: Si mi pluma valiera tu pistola / de capitn, contento morira. Semejante desvaro moral explica mejor que una enciclopedia su situacin. Si la guerra fue terrible para casi todos, guard para l un cliz de indecible amargura. Sali de Espaa a pie, bajo la lluvia helada en finales de enero de 1939, con el turbin humano que pas los Pirineos tras la cada sin lucha de Barcelona, y qued varado con su madre, Jos y su cuada, en el pueblecito de Colliure, en la pensin Quintana. Los inquilinos se preguntaban por qu no bajaban nunca juntos al comedor los dos hermanos Machado. Al fin supieron que slo tenan una chaqueta y no queran aparecer sin ella en pblico. Se fue muriendo en febrero, casi un mes de agona, con su madre agonizando tambin en la habitacin de al lado. Antonio falleci un 22 de febrero; doa Ana, tres das despus. En los bolsillos de su abrigo encontraron milagrosamente un papelito con un solo verso, que es su testamento lrico: Estos das azules y este sol de la infancia. No hace falta ms. He ah de nuevo, desasido del tiempo y la amargura, el autor de Campos de Castilla, el patriota melanclico, el hombre solo de la mano de una nia, el escritor sublime, entraable e inolvidable.

Juicio personalPara m este libro me ha gustado porque refleja perfectamente la opinin " experta " de un gran escritor como es Antonio Machado. En campos de Castilla, Antonio Machado nos transmite su dolor al dejar Castilla para ir a Andaluca, al igual que nos lo transmite con la muerte de su amada. Tambin me ha gustado mucho porque yo tambin soy muy aficionado a los poemas yo no me considero poeta, pero de vez en cuando cuando me viene la inspiracin, escribo algn poema o de invento algn verso. A m me encantara poder realizar unos poemas como los Antonio Machado, llenos expresividad y de sentimiento. Antonio Machado es un gran ejemplo de fidelidad, tanto asimismo como a su pueblo. Es un experto profundizando en los grandes problemas humanos, ya que lo hace identificandolos con una tierra.