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Capítulo 7: Agricultura y Desarrollo Rural Isabel Bardají Azcárate* ' Profesora Titular de Economía y Política Agraria. Departamento de Economía y Cien- cias Sociales Agrarias. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos. Universidad Poli- técnica de Madrid.

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Page 1: Capítulo 7: Agricultura y Desarrollo Rural

Capítulo 7: Agricultura y DesarrolloRural

Isabel Bardají Azcárate*

' Profesora Titular de Economía y Política Agraria. Departamento de Economía y Cien-cias Sociales Agrarias. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos. Universidad Poli-técnica de Madrid.

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1. INTRODUCCIÓN

Conforme va creciendo la importancia del desarrollo rural comoobjetivo de la política agraria, se plantean también numerosos inte-rrogantes relativos al papel que la agricultura debe jugar en lasestrategias de desarrollo rural. Las zonas rurales tradicionalmente sehan caracterizado por ser zonas donde la actividad agraria ha sido laactividad principal y donde esta ha constituido la base, el elementode estructuración de la organización económica del espacio. Sinembargo en ocasiones, en algunos ámbitos, se ha tendido a disociarlos conceptos de desarrollo rural y desarrollo agrario y a utilizarlos,incluso, como conceptos o políticas opuestas en la medida en quecompiten por unos recursos escasos.

Varias son las causas que justifican la existencia de este conflic-to entre agricultura y mundo rural, y quizá una de las más signifi-cativas tiene su origen en las distintas competencias institucionalesde la política agraria, más identificada con las políticas de ordena-ción de mercados, y de la política de desarrollo rural, así como enel desequilibrio presupuestario de los recursos destinados a ambaspolíticas. Sin embargo, el conflicto es un^falso conflicto en la medi-da en que los conceptos no son sustitutivos y que el desarrollo ymodernización de la agricultura es un eleinento fundamental paralograr el desarrollo rural, sin que este hecho conduzca de una formadirecta a la convicción de que la agricultura debe ser el motor deldesarrollo rural.

En la situación actual de progresiva liberalización de los inter-cambios mediante el desmantelamiento gradual de la protección alas producciones agrarias, la viabilidad futura de la actividad agra-ria, en su configuración actual, y particularmente de la situada en laszonas más desfavorecidas está seriamente comprometida. Estamosante un sector económico en contracción que se enfrenta a seriasdificultades de penetración en unos mercados cada vez más compe-

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titivos, y por tanto pensar que la agricultura va.a continuar jugandoel papel que ha jugado en tiempos pasados resulta especialmentediscutible.

Por otra parte, existen numerosas zonas donde la actividad agra-ria hace tiempo incluso que dejó de jugar el papel vertebrador quetradicionalmente se le ha asignado. No hay más que pensar en elabandono producido en las zonas más marginales para la agricultu-ra y la ganadería, como es el caso de muchas zonas de montaña, ycómo han sido muchas de esas zonas abandonadas las primeras enrecuperarse y superar un proceso de declive en la medida en que hanaparecido nuevos mercados de ocio y servicios que han llevado aestos sectores a desempeñar el papel de motor del desarrollo de suscomarcas.

De la misma forma que los nuevos planteamientos de desarrollorural se basan en el establecimiento de estrategias adaptadas a lascaracterísticas específicas de cada territorio que contribuyan a lábúsqueda de soluciones para resolver los problemas de decadenciarural, no hay una respuesta única para definir el papel de la agricul-tura en el desarrollo de las zonas rurales. Habrá zonas donde conti-nuará ejerciendo ese papel de motor de desarrollo que ha ejercidoen tiempos pasados, pero hay muchas otras donde hace tiempo quedejó de hacerlo y donde es difícil que lo haga en el futuro.

En cualquier caso el sector agrario se enfrenta hoy en día a nue-vos desafíos e incorpora nuevas funciones, que le están llevando ala necesidad de acometer un profundo proceso de modernización ydesarrollo, contribuyendo de esta forma al desarrollo integral de laszonas donde la actividad tiene lugar.

En este marco, el debate actual relativo a la contribución de laagricultura al desarrollo rural se centra en los mecanismos de res-puesta ante estos nuevos desafíos, de integración de las nuevas fun-ciones que la sociedad asigna a la agricultura y en la forma en queestas nuevas funciones se recogen y apoyan en el marco de la polí-tica agraria.

2. DESENCADENANTES DE LA TRANSFORMACIÓNDE LA AGRICULTURA

Existen numerosos factores que están induciendo profundastransformaciones en el entorno institucional, social o económico

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en el que se va a desarrollar la actividad agraria en un futuro pró-ximo.

Los cambios en las políticas agrarias necesarios para lograr unamayor liberalización de los intercambios, con el sometimiento delos productos agrarios a unas ciertas reglas en el comercio interna-cional, llevan a introducir nuevos instrumentos de sostenimientocon efectos importantes en el mundo rural. Los pagos directos, con-cebidos como mecanismo de compensación por la reducción de pre-cios inducen efectos no deseados sobre los procesos de ajuste yreestructuración necesarios para la modernización del sector y suadaptación a las nuevas condiciones de los mercados. La subida delos precios de la tierra, la desincentivación de los arrendamientos, lamayor resistencia a la jubilación anticipada de los agricultores sonalgunos de los efectos producidos por los nuevos instrumentos quefrenan estos procesos (BARDAJÍ, I. y col., 1995).

Pero además la nueva política hace evidente el coste del sosteni-miento de la producción agraria y los desequilibrios de este soste-nimiento. Las transferencias realizadas a los agricultores en cón-cepto de primas ponen en evidencia la realidad de una agriculturasostenida que se ha convertido en una de las principales fuentes derenta en muchas comarcas agrarias (PÉREZ YRUELA y col., 1995).Su proporcionalidad al tamaño, en función del número de hectáréaso de cabezas de ganado, y su mayor cuantía en las comarcas másproductivas deslegitiman socialmente el mecanismo, en la medidaen que benefician más a las explotaciones mayores y más compe-titivas, no resolviendo el problema de las más desfavorecidas. No esextraño en esta situación que en algunos foros y por distintas insti-tuciones se abogue por la aplicación de una modulación de las ayu-das que corrija estos efectos. La introducción de esta opción en elReglamento horizontal aprobado en la Agenda 2000 abre posibili-dades para corregir los desequilibrios de esta política, flexibilizan-do su gestión.

Además de la modulación y de otras modificaciones introduci-das en la Agenda 2000, como son la eco-condicionalidad o la apro-bación de asignaciones nacionales que permiten conceder ayudas alganado vacuno aplicando criterios nacionales, las próximas nego-ciaciones multilaterales es muy probable que continúen el caminoemprendido progresando hacia una mayor desconexión de los ins-trumentos de la producción agraria haciéndola más dependiente delmercado.

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A estos factores institucionales hay que añadir también el impor-tante cambio tecnológico al que se enfrenta el sector agrario. Labiotecnología abre campos para la producción de alimentos cuyoalcance resulta difícil de evaluar hoy en día. La aplicación de siste-mas expertos a los sistemas productivos, las mejoras en las comuni-caciones y transportes y las transformaciones en el mundo de lainformática introducen nuevas posibilidades para los procesos demodernización a través de la adopción y difusión de nuevas tecno-logías. Los efectos sobre el empleo y sobre las estructuras agrariasinducidos por el cambio tecnológico en función de las distintasdotaciones de recursos y los cambios en la oferta y demanda de fac-tores de producción y productos, pueden suponer una relocalizaciónde las producciones, con repercusiones espaciales diferenciadaspara el mundo rural.

Por otra parte, los cambios sociales y económicos también estánintroduciendo importantes modificaciones en el entorno en el que sedesenvuelve la agricultura. Las variaciones en la demanda de ali-mentos, con una valorización de la diferenciación de productos y lacalidad. La aparición de nuevos mercados en el campo de los servi-cios e inmateriales. La importancia de la salud y la seguridad ali-mentaria plantean nuevos desafíos a los que la agricultura debe res-ponder.

La globalización está también modificando la organización eco-nómica de la agricultura tanto en sus relaciones verticales con otrosagentes de la cadena alimentaria como en los aspectos horizontales.

La integración en el complejo agroalimentario y las relacionescon las industrias abastecedoras de inputs están desplazando loscentros de decisión productiva desde la explotación agraria haciaotros puntos de la cadena de comercialización. En la estructura pro-ductiva, la externalización de las operaciones con una crecienteimportancia de las empresas de servicios en el mundo rural, laimplantación de las grandes corporaciones y empresas con métodosde gestión eficientes e innovadores y las dificultades de sucesión enmuchas explotaciones están abriendo nuevas posibilidades de rees-tructuración y poniendo en cuestión la viabilidad del modelo deagricultura familiar que hasta fechas muy recientes era considera-do como el patrimonio irrenunciable de la agricultura europea.

En definitiva, son numerosos los desafíos a los que se va aenfrentar la actividad agraria en los próximos años. Las transforma-ciones institucionales, sociales, económicas o tecnológicas le asig-

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nan nuevas funciones ante las que deberán desarrollarse nuevosmecanismos de respuesta.

3. UN NUEVO MODELO DE AGRICULTURA:LA MULTIFUNCIONALIDAD

A1 entrar en crisis la identificación del modelo de agriculturafamiliar como modelo de la agricultura europea surge el conceptode multifuncionalidad como respuesta al nuevo papel que la agri-cultura debe jugar en el nuevo contexto (CUNHA, A., 1999). Lamultifuncionalidad trata de reflejar los cambios en la valoración quela sociedad da a su agricultura. En este sentido la agricultura esvalorada no solo en su función de productora de alimentos, sinotambién por su papel como suministradora de bienes y servicios noalimentarios (OCDE, 1998).

La función de la agricultura en la producción de bienes y servi-cios no alimentarios es una consecuencia de su dependencia de latierra y de la utilización del factor trabajo, lo que le otorga ademásuna importante dimensión espacial.

Como empleadora de trabajo, la actividad agraria ha constituidotradicionalmente una importante fuente de empleo, contribuyendo amantener un tejido social en las áreas rurales y a fijar la población,objetivo prioritario de una política de desarrollo rural. El descensoexperimentado en las tasas de población activa agraria ha restadoimportancia a esta función. Según los datos del INE, en nuestro paísla población activa agraria descendió un 32% en el decenio1988/97, pasando en 1997 a representar un 8,2%. Los ocupadossuponían un 81% de la población activa, lo que supone una cifraligeramente superior al millón de personas (MAPA, 1998). Sinembargo, su importancia relativa aumenta si se consideran ladimensión espacial y su integración vertical. En muchas comarcasespañolas del interior se superan ampliamente las cifras anteriores yla población activa agraria supera fácilmente el 30%. Pero además,en estas comarcas, se producen importantes efectos inducidos sobreel empleo y la renta. La comercialización de las producciones, elsuministro de inputs como pesticidas, semillas o abonos, la indus-tria de maquinaria agrícola o los servicios relacionados con el sec-tor, representan una importante fuente de empleo en el mundo rural.La diversificación de las economías rurales introduce una creciente

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importancia de otras actividades económicas. Sin embargo, es difí-cil que, a corto o medio plazo, reemplacen a la actividad agraria ensu función de fuente de empleo en gran parte del país.

En su papel en la utilización de un factor como la tierra, la acti-vidad agraria cumple también una importante función en la provi-sión de bienes públicos y de externalidades. En su ocupación delespacio se producen numerosos éfectos positivos no remuneradospor el mercado aunque crecientemente valorados por la sociedad.Su papel en la conservación de suelos y mantenimiento de paisajes,la producción de oxígeno y reducción de dióxido de carbono,lareducción de riesgos de incendios y aludes en las zonas de monta-ña, la conservación de la biodiversidad, la prevención al abandonoy erosión, son ejemplos de bienes públicos producidos por la acti-vidad agraria.

Sin embargo no todos son efectos positivos, la intensificación delos sistemas de producción ha puesto en evidencia los efectos nega-tivos provocados por un mal uso de los recursos sobre el medioambiente. La contaminación de las aguas o de los suelos, la desa-parición de razas y especies autóctonas, la emisión de gases o la eli-minación de hábitats son también externalidades producidas por laactividad agraria en su relación con el medio ambiente, que impli-can significativos costes sociales.

La creciente sensibilización de la opinión pública hacia los pro-blemas relacionados con la protección del medio ambiente ha intro-ducido un concepto fundamental para la evolución de la agriculturadel futuro como es el de la sostenibilidad. Una agricultura sosteni-ble entendida como una actividad conservadora y eficiente en el usode los recursos necesita de modificaciones en las prácticas agrícolasadaptándolas a las características específicas de cada territorio, loque sin duda representa dificultades técnicas y científicas. A pesarde ello, la necesidad de establecer códigos de buenas prácticas agra-rias que mantengan un equilibrio entre la producción y el medioambiente es cada día más evidente.

Por otra parte, las funciones sociales y medioambientales de laactividad agraria, son consecuencia directa de su función tradicio-nal, esto es la producción de alimentos. Se trata en definitiva demúltiples funciones con una naturaleza integrada, que presentan lascaracterísticas de una producción conjunta. El abandono de la agri-cultura implicaría el desabastecimiento, la desapariĉión de las otrasfunciones de la agricultura.

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En este sentido, la multifuncionalidad se convierte en un con-cepto fundamental para el desarrollo rural. El equilibrio entre lafunción económica, como productora de bienes y servicios ygeneradora de rentas, la función social, como fuente de empleo einstrumento para fijar población, y la función medioambiental, ensu papel de conservación de la naturaleza a través de la utilizacióneficiente de los recursos, es fundamental para una gestión del espa-cio, una ordenación temtorial, y por tanto para el desarrollo delmundo rural.

4. LAS RESPUESTAS DE LA AGRICULTURA

Los mecanismos a través de los cuales la actividad agraria debeadaptarse a las nuevas condiciones, desempeñando las funcionesque la sociedad le asigna no son únicos. La multifuncionalidad dela agricultura resalta los aspectos territoriales, la dimensión espacialde la agricultura. No todas las ágriculturas tienen la misma capaci-dad de respuesta ante los nuevos desafíos planteados en la actuali-dad. La importancia relativa de cada una de las funciones asignadasa la actividad varía en función del territorio sobre el que se desarro-lla. Se trataría entonces de determinar que agricultura se desea paracada territorio. No en todas las zonas será la función económica, laproducción de alimentos, la que prevalezca. El sector agrario debeadaptarse a esta nueva situación según las ventajas comparativas ylas posibilidades de cada zona. ,

En un escenario de descensos de precios y mayor dependenciadel mercado existen zonas donde una agricultura especializada, deelevada productividad y modernizada puede competir. Sin embargoexisten otras zonas donde esto no será posible, pero donde la fun-ción social y medioambiental aconsejen evitar el abandono de laactividad. Se trataría entonces de apoyar economías diversifi ĉadas,ligadas también a la actividad agraria. En definitiva, surge la nece-sidad de establecer estrategias económicas que permitan el desarro-llo sostenible y autosostenido del mundo rural, a medio y largoplazo, contemplando su diversidad y su potencialidad.

En este contexto, el sector agrario debe emprender un proceso deadaptación y ajuste estructural a las nuevas condiciones de los mer-cados que, manteniendo su viabilidad económica, le permita satis-facer las demandas de calidad y de seguridad alimentaria, constitu-

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yendo al mismo tiempo un instrumento de cohesión territorial y deconservación del medio ambiente.

Para ello, la innovación se convierte en un elemento fundamen-tal en la medida en que se trata de encontrar nuevas soluciones quecontribuyan a resolver el problema de la decadencia rural. La inno-vación en este sentido es un concepto adaptado al territorio que enel contexto actual se convierte en un instrumento para el desarrolloy la modernización del sector.

La innovación es necesaria tanto para satisfacer las demandas deuna mayor calidad alimentaria como para cumplir la función medio-ambiental o en el objetivo de diversificación económica.

En cuanto a la calidad, vivimos en un mundo donde los consu-midores demandan calidad de forma creciente, no solo en las pro-ducciones locales, los denominados productos típicos o las produc-ciones artesanas, sino en cualquier producción agraria o alimentaria(B. Hervieu, 1997). La calidad es un concepto que no se refiere úni-camente a las características físicas de las producciones sino quetiene una importante dimensión social en la medida en que respon-de a una construcción social, donde las percepciones de los consu-midores son un factor fundamental.

Una mejora en la calidad puede lograrse no solo a través de lainnovación tecnológica en procesos productivos o con la introduc-ción de nuevos productos sino también mejorando los productos tra-dicionales mediante nuevas formas de presentación o imagen quemodifiquen o incidan en la percepción que tienen los consumidoresde ese producto.

La relación entre calidad y seguridad alimentaria también ofre-ce perspectivas para la agricultura del futuro. La mayor importanciade la dimensión territorial de la agricultura implica un movimientodesde el mercado hacia los sistemas de producción. La utilizaciónde sistemas de producción más extensivos, sostenibles en la utiliza-ción de recursos puede convertirse en un valioso instrumento paralas regiones más desfavorecidas en la medida en que sus ventajaspuedan ser transmitidas a los consumidores. Se trata de facilitar elreconocimiento de los hechos diferenciadores, incidiendo en la per-cepción de los consumidores al asociar las producciones con siste-mas de producción determinados, con una mejor imagen de calidady de respeto por el medio ambiente. De esta forma, la creciente sen-sibilización de la opinión pública hacia los problemas relacionadoscon la protección del medio ambiente y la conservación de la natu-

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raleza introduce perspectivas para que los sistemas de producciónrespetuosos con el medio ambiente constituyan un atractivo que setransmita a la percepción de los consumidores de forma que seavalorado por estos.

No son estas las únicas oportunidades para la agricultura en elterreno ambiental. La industria ambiental, los productos agroener-géticos, la agricultura ecológica, la oferta de servicios de gestión derecursos naturales o de servicios ambientales en las explotacionesagrarias relacionados con la educación o la divulgación, son sóloalgunos ejemplos.

Finalmente, la diversificación económica se contempla como lasalida a aquellas zonas rurales donde no es viable el mantenimien-to de una agricultura especializada y productiva. El objetivo esentonces el desarrollar distintas actividades económicas, ligadas ono al sector agrario, realizadas por los agricultores, en sus explota-ciones agrarias o fuera de ellas, o por cualquier habitante de laszonas rurales. Una vez más, las soluciones no son únicas y lascaracterísticas de las estrategias de diversificación deben adaptarsea las condiciones y potencialidades del territorio para el que sondiseñadas.

En los últimos años, el turismo rural ha abierto nuevas perspec-tivas de diversificación en las explotacioneS agrarias. Sin embargo,las posibilidades de diversificar no solo hay que buscarlas en estossectores más novedosos en el mundo rural sino también en las pro-ducciones tradicionales; generalmente agrarias. La diversificaciónde la producción también incluye todas las iniciativas de valoriza-ción de las producciones tradicionales, de nuevas formas de comer-cialización de estas producciones, de investigación de las ventajascomparativas o de organización de la producción.

En la comercialización de las producciones agrarias, se sueleinsistir en las ventajas que tiene la identificación de las produccio-nes con el territorio como una forma de valorización de estas pro-ducciones. Para ello, se menciona la importancia que tiene la exis-tencia de imagen territorial y la comercialización en el mismo terri-torio, ya que es en los mercados locales donde mejor se aprovechay garantiza la mayor competitividad del territorio. Es muy impor-tante la comercialización en la zona productora, ya que de estaforma se afianza la identificación del producto con el territorio. Seconsume no sólo el producto sino la atmósfera que rodea el pro-ducto.

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Sin embargo, en muchas ocasiones, es necesario el acceso amercados distintos de los locales, lo que requiere satisfacer unasexigencias mínimas en calidad y regularidad de los suministros quepuede hacer necesario desarrollar nuevas formas de producción, decomercialización o de promoción en común. El acortamiento de lacadena de comercialización, la relación directa con los puntos deventa, ofrece también ventajas y posibilidades para las produccio-nes diferenciadas y de calidad. Se trataría de desarrollar nuevas for-mas de cooperación vertical entre los productores y los detallistascon una mayor implicación y control de ambos.

En definitiva, la multifuncionalidad de la agricultura otorga unamayor relevancia a su dimensión espacial, de forma que los meca-nismos de respuesta a los nuevos desafíos planteados deben con-templar esta dimensión adaptándose al territorio. Las soluciones noson únicas y la innovación se convierte en una estrategia para lograrla modernización y el ajuste de la agricultura contribuyendo así aldesarrollo del mundo rural.

5. HACIA UNA POLÍTICA RURAL INTEGRADA

Estos nuevos planteamientos, los nuevos objetivos y las nuevasfunciones de la agricultura requieren una profunda modificación delmarco institucional de la política agraria. La progresiva desconexiónde los instrumentos de sostenimiento de la producción, de forma queésta responda a las señales de mercado, junto con la voluntad de inte-grar los objetivos sociales, medioambientales, de seguridad alimen-taria y de desarrollo rural, requiere una transformación de la políticaagraria actual en una verdadera política rural integrada.

Desde la Conferencia de Cork, celebrada en 1996, se planteabala necesidad de caminar hacia una política rural que integrase laspolíticas de mercado y de desarrollo rural, agrupando todos lasmedidas con una gestión descentralizada, operando en el territorio.En la Conferencia, el Comisario de Agricultura de la Unión Euro-pea, valoraba el papel de la agricultura en el desarrollo rural al con-siderar su carácter multifuncional. De esta forma se reconocía suimportancia en la configuración del espacio al contribuir a mante-ner un tejido social y económico en las zonas rurales, a conservar elmedio natural y a diversificar las actividades de estas zonas (LeaderII, magazine, 1997).

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Desde entonces, la necesidad de integrar las políticas, contem-plando las interrelaciones entre agricultura, sociedad rural y medioambiente, de forma que se estableciese una transformación grailualdesde la política agrícola común hacia una política rural ha siclo unaconstante en numerosos foros europeos.

La Agenda 2000, recientemente aprobada, representa en este sen-tido la respuesta institucional hacia los nuevos desafíos. E] marco enel que se desarrollará la actividad agraria en el nuevo milenio y porello debería proporcionar los instrumentos adecuados para acometerel necesario proceso de transformación. En este sentido, la Agenda2000 ha sido un fracaso para muchos en la medida en que se ha limi-tado, en gran medida, a mantener los instrumentos de sostenimientopasados no abandonando los objetivos productivistas y no avanzan-do hacia una verdadera política rural integrada que contemple lamultifuncionalidad de la agricultura, su dimensión espacial.

En cierta medida esto es cierto, y la nueva política agrícolacomún ha supuesto una cierta frustración en cuanto a las expectati-vas creadas, manteniendo pocos elementos novedosos. La escasadotación presupuestaria aprobada para las políticas de desarrollorural, manteniéndose el fuerte desequilibrio con los instrumentos desostenimiento de precios y ordenación de mercados, no permitenesperar grandes avances. Sin embargo, algo ha cambiado y la Agen-da 2000, aunque no representa un cambio drástico si que introduceciertos elementos de flexibilidad que permiten incluir la dimensiónterritorial de la política agrícola y corregir los desequilibrios.

EI elemento más novedoso, en este sentido, es el reglamentoaprobado dé medidas horizontales que permite establecer unamodulación en las ayudas recibidas por las explotaciones agrarias.Los Estados Miembros podrán modular hasta un 20% de estas ayu-das en función de determinados criterios como el empleo o la renta.El que la posibilidad de aplicar la modulación quede en manos delos Estados Miembros, reduce la posible efectividad de la medida yde su utilización como instrumento de corrección de los desequili-brios, aunque la introducción del principio en la política agrícola esimportante. La posibilidad de la eco-condicionalidad en las ayudas,ligándolas a objetivos medioambientales presenta las mismas carac-terísticas de la modulación y aunque su implementación ofrecenumerosas dificultades, la introducción del principio dentro de lasmedidas de sostenimiento de los mercados representa un avance enla integración de los objetivos medioambientales.

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Otro aspecto novedoso que permitiría corregir los desequilibriosen el apoyo, favoreciendo determinadas zonas en función de criteriosdistintos de los productivos, es la aprobación de asignacionesnacionales que permiten conceder ayudas adicionales al ganado vacu-no. Al igual que la modulación, los criterios a utilizar en la concesiónde estas ayudas quedan en manos nacionales, manteniendo por tantola posibilidad de que se produzcan nuevos desequilibrios espaciales.Sin embargo, su introducción ofrece la posibilidad de ligar estas nue-vas ayudas a criterios territoriales como el desarrollo de la actividaden zonas de montaña o el mantenimiento de sistemas extensivos oprácticas agrarias respetuosas con la conservación de la naturaleza.

Además de estos aspectos sectoriales, en la Agenda 2000 se haaprobado un nuevo reglamento de Desarrollo Rural que en ciertosaspectos considera la relación entre la actividad agraria y el desa-rrollo rural de una forma integrada. Entre éstas destacan los cam-bios introducidos para la concesión de las indemnizaciones com-pensatorias a los agricultores de montaña, y las medidas destinadasa la reconversión de las actividades agrarias y rurales.

En cuanto a las indemnizaciones compensatorias de montaña, elnuevo reglamento introduce de una forma explícita la condicionali-dad en la percepción de la ayuda, no solo a desarrollar la actividaden una zona desfavorecida, sino a mantener métodos de buenaspráctica agrícola compatibles con la conservación de la naturaleza,en el marco de una agricultura sostenible. Se introduce de estaforma la conexión entre actividad agraria y medio ambiente, resal-tando la importancia de los sistemas de producción en lugar de laproducción en sí misma.

El nuevo reglamento de desarrollo rural incluye también lasmedidas tradicionales de apoyo a las inversiones en las explotacio-nes agrarias o a la comercialización y transformación de productosagrarios ampliando los objetivos de las ayudas al incorporar el con-cepto de multifuncionalidad. De esta forma, se incluyen de formaexplícita como objetivos de las ayudas, la protección del medionatural, la diversificación, el apoyo a nuevas salidas a las produc-ciones agrarias o el fomento de inversiones innovadoras.

Pero es quizá en las medidas destinadas al fomento de la adapta-ción y desarrollo de las zonas rurales, que constituye la parte másnovedosa del nuevo reglamento, donde más se puede observar elapoyo a la transformación de la agricultura mediante su adaptación alas nuevas condiciones de los mercados, reconociendo su papel en la

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ordenación del territorio. En este sentido son señalados como objeti-vos en la concesión de las ayudas el establecimiento de servicios desustitución y de asistencia a la gestión de explotaciones agrarias, lacomercialización de productos agrícolas de calidad, la diversificaciónde actividades en el ámbito agrario y la protección del medio ambien-te en conexión con la conservación del paisaje así como la mejora enel bienestar de los animales. Mecanismos, todos ellos, que facilitan elproceso de modernización y ajuste del sector agrario.

En definitiva, la actividad agraria se enfrenta a nuevos desafios querequieren una transformación en sus estructuras productivas y en susrelaciones con el mundo rural. La multifuncionalidad se convierte enun concepto que facilita una mejor integración de la política agraria yde la política de desarrollo rural al reconocer su papel en la gestión delespacio. En esta vía, el nuevo marco político, sin representar un avan-ce significativo hacia el diseño de una política rural integrada, incor-pora algunos elementos positivos al incluir algĉnos aspectos territoria-les en las políticas sectoriales y considerar los nuevos objetivos y fun-ciones de la agricultura además de los más tradicionales.

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