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CARNAVAL CALEÑO Johannio Marulanda Arbeláez Santiago de Cali, diciembre 2009 Página 1 Si bien Cali tiene suficientes temas y problemas como para ocuparse exclusivamente de ellos, también es cierto que la Región es interdependiente y está suficientemente vinculada e interrelacionada como para ocuparse de los temas vecinales y regionales; esa es la dialéctica contradictoria de los sistemas complejos. Somos un subsistema-ciudad en un sistema-región; a su vez somos un sistema-ciudad que abarca múltiples subsistemas (territoriales, poblacionales, administrativos, políticos, económicos, etcétera), un territorio simple y complejo. El problema de la Región es actual, principalmente estratégico y de futuro; no es una entelequia ni un sofisma. El presente y el futuro son nuestra responsabilidad, por ello es imperiosa la prefiguración de las posibilidades a nuestro alcance. Ahora bien, capitalizamos tres grandes logros pero SI SE TRATA DE Elaborar un producto cultural de valor universal para el mundo, que trascienda el provincialismo Caleño vallecaucano Y, SI SE TRATA DE posicionarnos con una oferta internacional, creo qué debemos abrazar mucho y muy críticamente. En estos comentarios iremos por partes con el ánimo de Construir un factor de competitividad que atraiga la inversión y el turismo, que genere oportunidades de trabajo, que movilice la economía con largo aliento y que nos distinga en el Ámbito de la oferta mundial de la Cultura y el entretenimiento. En general: nos está yendo muy bien; en particular: nos falta mucho Para alcanzar la excelencia. Muchos son los componentes del magnífico espectáculo de nuestro Carnaval Caleño que circula por el Salsódromo cada 25 de diciembre, entre ellos: el ambiente de ciudad, la promoción y imagen, la infraestructura (cerramientos, accesos, tribunas, servicios públicos, ventas ambulantes), la movilidad (general y local), el guión, la logística para el público (accesos, peatonalización, ingresos, salidas, primeros auxilios), la puesta en escena (con la correspondiente logística en escena), los grupos artísticos, la coreografía, la música, los medios y el manejo de los residuos. Los examinaremos por partes.

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Análisis y comentarios sobre el Carnaval Caleño, celbrado en el marco de la feria de Cali en diciembre de 2009.

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Si bien Cali tiene suficientes temas y problemas como para ocuparse exclusivamente de ellos, también es cierto que la Región es interdependiente y está suficientemente vinculada e interrelacionada como para ocuparse de los temas vecinales y regionales; esa es la dialéctica contradictoria de los sistemas complejos. Somos un subsistema-ciudad en un sistema-región; a su vez somos un sistema-ciudad que abarca múltiples subsistemas (territoriales, poblacionales, administrativos, políticos, económicos,

etcétera), un territorio simple y complejo. El problema de la Región es actual, principalmente estratégico y de futuro; no es una entelequia ni un sofisma. El presente y el futuro son nuestra responsabilidad, por ello es imperiosa la prefiguración de las posibilidades a nuestro alcance.

Ahora bien, capitalizamos tres grandes logros pero SI SE TRATA DE Elaborar un producto cultural de valor universal para el mundo, que trascienda el provincialismo Caleño vallecaucano Y, SI SE TRATA DE posicionarnos con una oferta internacional, creo qué debemos abrazar mucho y muy críticamente. En estos comentarios iremos por partes con el ánimo de Construir un factor de competitividad que atraiga la inversión y el turismo, que genere oportunidades de trabajo, que movilice la economía con largo aliento y que nos distinga en el Ámbito de la oferta mundial de la Cultura y el entretenimiento. En general: nos está yendo muy bien; en particular: nos falta mucho Para alcanzar la excelencia.

Muchos son los componentes del magnífico espectáculo de nuestro Carnaval Caleño que circula por el Salsódromo cada 25 de diciembre, entre ellos: el ambiente de ciudad, la promoción y imagen, la infraestructura (cerramientos, accesos, tribunas, servicios públicos, ventas ambulantes), la movilidad (general y local), el guión, la logística para el público (accesos, peatonalización, ingresos, salidas, primeros auxilios), la puesta en escena (con la correspondiente logística en escena), los grupos artísticos, la coreografía, la música, los medios y el manejo de los residuos. Los examinaremos por partes.

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En esta oportunidad el sitio escogido fue un acierto, por la amplitud de los espacios, por la accesibilidad y por la longitud del trazado; aunque la Roosevelt es bella e íntima, la autopista es más amplia y generosa. Cerramientos, accesos, tribunas y servicios públicos fueron mejor resueltos que en el 2008, aunque se notaron deficiencias en la señalización para acceder a las tribunas, especialmente cuando se trata de graderías localizadas a lado y lado

de una vía que no puede ser atravesada. Las cabinas de servicios públicos pueden ubicarse en mejores lugares, su sitio no puede ser el corredor de paso para el gran público.

En general, el acceso en automóvil fue sencillo especialmente por la carrera 50; el desplazamiento de a pie muy holgado y sin obstáculos; difícil el tránsito peatonal entre ambos lados de la vía. La movilidad del sector no sufrió traumas adicionales más allá de los ocasionados por la interrupción de una vía arteria como la Autopista. Mucha calle vecina haciendo las veces de parqueadero; queda por escuchar a los vecinos. Para el año entrante, el examen general de la movilidad debe ser objeto de estudio en el Comité de Movilidad con el fin de anticiparnos a posibles infartos en lugares cruciales como estaciones de combustibles, tiendas y almacenes, unidades residenciales y otros.

Si aspiramos posicionarnos mundialmente con un producto cultural universal, internacional y propio, debemos insistir muy seriamente en el profesionalismo de los participantes -y de los diseñadores y organizadores-. Ojo: no es lo mismo organizar una Feria de Cali en el sentido tradicional -más de 50 años es una tradición muy espesa- sino de crear un producto cultural nuevo, original, que nos coloque en el escalafón mundial del entretenimiento y la belleza. La actitud y el profesionalismo son francamente notorios en los hitos clásicos que circularon por el Salsódromo: Orquesta Guayacán, Orquesta Niche y Swing Latino, además -por supuesto- del invitado Imperatriz Leopoldinense. Lo demás va desde algunos buenos destellos hasta muchas expresiones que van de regular a malo; se salvan algunos vestuarios y bailarines solitarios en medio de una expresión artística con gran voluntad pero escaso brillo y originalidad. En necesario colocarnos una meta estética y artística, ética y cultural muy alta, ¡altísima!, como referente para todo aquel que aspira mostrar su talento en el Salsódromo participando en el Carnaval y para todo aquel que aspira colocar a nuestra región en el círculo privilegiado de una oferta turística auténtica y sin émulos.

Con relación al ambiente general de ciudad, sin duda alguna la Feria instaura por sí misma un ambiente que le es propio. El ambiente de Feria es diferente al del Alumbrado, al de la Navidad, al del Año Nuevo y al de Reyes, si bien los eventos se entrecruzan y sinergizan los

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espíritus, todos se distinguen entre sí. La Feria provoca y convoca de un modo diferente a las gentes. Navidad, Feria y Año Nuevo se sienten desde el primero de diciembre pero el ritmo que imponen al espíritu es cíclico: primero el preámbulo del Alumbrado, luego la Noche de las Velas, luego la Navidad, después el tranco largo de la Feria, el cierre de Año Nuevo y el remate de Reyes. Una sola fiesta en diferentes escenarios con decorados distintos, con protagonistas cruzados, con motivaciones simbólicas específicas que imponen un ritmo propio. Más allá de un afiche de Feria, resultado de concursos y de la creatividad del publicista, la promoción e imagen se resume en un discurso popular acerca de lo nuevo que se espera en los eventos. Mucho tienen que ver los medios, las autoridades y los promotores, son ellos quienes crean la expectativa y la opinión para cada oportunidad. Se trata, entonces, de una imagen arraigada en el imaginario y alimentada en cada ocasión con aquello que se espera repetir y con lo que es en verdad novedad. En esta ocasión, la expectativa se multiplicó por el nuevo sitio para el Salsódromo, por el recorrido más extenso y por el tipo de espectáculo, llamado a superar el de hace un año ¡que fue bueno! Vivimos una extraordinaria experiencia en la que lo permanente y tradicional se teje con lo variable y singular; afirmamos una tradición que se repite a sí misma sin cansancio pero con expresiones propias de cada año. El caos festivo que todo lo reordena trae en su seno un nuevo orden para el ciclo del año siguiente. La logística para el manejo del público fue aceptable. Las boletas siempre serán escasas, más aún cuando todos queremos estar en el Salsódromo para el Carnaval de la salsa, la Cabalgata, el Desfile de Cali Viejo, el Desfile de Autos Antiguos o para cualquier otro evento. Parece que la venta de boletería no pegó, apenas comprensible pues todos esperamos que fuese un espectáculo gratuito. Este tema está por resolverse, especialmente cuando el turismo lo exija con estándares internacionales y de mercadeo mundial, en ese momento el tema de las boletas pegará y duro. La orientación al público para sus desplazamientos deberá mejorarse aunque hemos progresado mucho. En el caso de la puesta en escena podemos decir que la composición del escenario es sencilla: una plataforma de más de un kilómetro donde músicos, bailarines y acompañantes ejecutan cierto número de escenas durante un tiempo definido al ritmo de una música seleccionada para tales fines; músicos, bailarines y acompañantes se desplazan entre escenas definidas para ser ejecutadas en lugares previamente seleccionados; es este un escenario fijo y extenso con escenas móviles en desplazamiento. La idea hasta allí es aceptable, creo que hemos pegado bien desde el comienzo. Esta puesta en escena exige una coreografía especialmente diseñada en la que cada uno ocupa su lugar bajo la conducción de un director presente o virtual. En esta puesta en escena se conjugan la escenografía, el vestuario, la música y la interpretación. Tengo entendido que las escuelas

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de salsa trabajaron durante meses afinando todos estos componentes; obviamente el resultado y el rendimiento estético y organizativo es disparejo. Algunas escuelas mostraron un resultado decoroso mientras otras no pasan el examen. Algo hay que hacer desde el comienzo para que este año el resultado sea de mejor calidad. Entre tanto, puede decirse que ha sido validada la puesta en escena, el concepto del Carnaval que lo único que le falta es la gente -ya veremos como la incorporamos-. El portaestandarte de cada escena: nada qué ver, es portador de una cartulina de mal gusto y pobremente diseñada por los chicos de once de cualquier colegio; para próximas ocasiones podría pensarse en una falla de cartón, yeso, plástico y madera, alusiva a un tema, ello eleva los costos pero es hora de pensar en la financiación vía otras estrategias. Sin embargo ¡en magnífico contrapunto! al portador del estandarte lo sigue una bella mujer, bailarina de paso corto y movimientos sensuales de muy buen gusto, engalanada con plumas y un vestuario ajustado, contribuyendo a nuestro proverbial culto a la belleza. Somos tan mestizos y más que los brasileros, ellos nos intimidan con una espléndidas garotas, pero nosotros podemos tener en nuestro Carnaval a unas muy bellas y espléndidas caleñas (nuestras mujeres no deberían jamás llamarse de un modo diferente a caleñas) de movimientos salseros igualmente febriles y enloquecedores… Ejemplo de lo que no deberíamos volver a ver jamás es la comparsa de La Cárcel.

Un comentario a propósito de lo que llamaríamos el guión. A mi juicio, la Feria entera desde el ambiente que se instaura desde el Alumbrado Navideño hasta Reyes, requiere un concepto unificador. Creo que a una idea integradora de este orden llegaremos tarde o temprano; si la ciudad aspira posicionar internacionalmente el Carnaval deberá construir una idea unificadora para todas las festividades de fin de año, desde el 1º de diciembre hasta el 6 de enero. En verdad hay dos conceptos orientadores: uno, con carácter más permanente, que integra la idea de una ciudad que se engalana y prepara para la fiesta de todos los años; y otro, con carácter más del momento, que aporta a la idea de la fiesta y el Carnaval festejando el año que termina y el que comienza. El primero es una especie de Cali-en-Fiesta, el segundo es algo así como la Fiesta-de-este-Año. Cada año deberíamos tener un concepto unificador que va del Alumbrado a Reyes; ejemplos de un concepto unificador pueden ser: Cali Pachanguera, Cali Mestiza y Diversa, Cali y la Mujer, Cali y el Agua, Cali y la Belleza, Cali y Historia Festiva, etcétera. Alrededor de un concepto ordenador o guía de ese orden - especial y único para cada año- se diseñarían la Imagen, la Promoción, el Alumbrado, la Noche de las Velitas, las Murgas Barriales (Diablo, Viuda y Muerte con timbal, tambor, platillos y flauta), las Fiestas Comunales y Veredales, el Carnaval del

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Salsódromo, el Desfile de Cali Viejo, la Cabalgata, el Encuentro de Melómanos, el Desfile de Autos Antiguos, los Conciertos, Reyes y demás. Un gran Guión con guiones específicos para cada evento, hasta donde las posibilidades y el sentido de realidad lo permitan. ¿Es posible un guión para la Cabalgata? Creo que sí, al menos un concepto unificador y recomendaciones de vestuario, de imagen corporativa, de comparsas ecuestres, de concursos ecuestres, de concursos de imagen, incluso de exaltaciones a la cultura ecuestre en el marco de nuestra historia. ¿Es posible un guión para el Desfile de Autos Antiguos? Creo que sí, al menos me parece más interesante una caravana regida por un concepto estético y cultural que ver pasar carros viejos uno tras otro; para este caso, igualmente podrían idearse concursos o comparsas que le digan algo al caleño, al visitante y al turista, especialmente mensajes y símbolos relacionados con la ciudad, su historia, su cultura o de contenido relevante. La pregunta puede ir más allá, ¿en general, es posible un guión para una fiesta? Sí, aunque no en sentido literal, pues no sería fiesta si estuviese regida por un patrón de comportamiento para todos; de por sí una fiesta tiene una especie de guión si tiene un motivo y unas circunstancias que le dan contenido y le agregan valor simbólico; una fiesta de cumpleaños o una boda, tiene guión; una fiesta de disfraces o una sorpresa, en cierto sentido también; una fiesta comunal o veredal, o un Carnaval como el nuestro, bajo un concepto unificador anual, puede tener un excelente contenido simbólico reforzado por los medios, por publicaciones gratuitas y periódicas que ambienten las festividades desde temprano (desde enero en los temas gruesos y desde octubre en los detalles). Desde este punto de vista, el Guión del Carnaval del Salsódromo fue muy pobre pero puede llegar a ser un punto muy fuerte, ejemplo de ello ha sido la evolución del Alumbrado bajo un concepto-guión de alto contenido.

Sobre la logística en escena. El desplazamiento de tal cantidad de músicos, bailarines y acompañantes por el Salsódromo, acercándose a los sitios donde se presenta la coreografía, bajo un intenso sol y la fatiga de la danza, requiere una atención especial para la seguridad física e integral de los intérpretes. El abastecimiento de agua fue caótico, desaliñado, desordenado y desordenador. Tal vez sería más

eficiente, más organizado y más estético, si se tuviesen tres o cuatro sectores donde el abastecimiento estuviese programado y organizado (el ciclismo, la maratón y el triatlón nos lo han enseñado), a sabiendas de que en dichos sitios los grupos pueden romper filas ordenadamente, abastecerse a discreción y tomar un microdescanso sin el asedio de aguateros y periodistas desordenados y desordenadores; en ese momento -y sólo en ese momento y lugar- podrían interactuar con el público, firmar autógrafos y responder a sus preguntas; además, el abastecimiento de líquidos genera desperdicios que en ese mismo

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lugar y momento deben ser acopiados. Imperatriz mostró cómo un conductor, uniformado bajo el mismo concepto estético del grupo, orienta el conjunto como si fuese director de orquesta, por supuesto el tradicional pito brasilero es insustituible. No se entiende cómo y porqué tienen autorización para circular por el Salsódromo tantas personas que, además de interrumpir el espectáculo, le restan seriedad, estética e incluso seguridad.

Vimos muchos grupos artísticos pero pocos con estándares altos de calidad en la estética de la danza y en la actitud en la escena; en algunos momentos el espectáculo bajó el ritmo y se tornó aburrido, síntoma de deficiencias en el diseño general -ritmo y variedad para mantener la expectativa, el entusiasmo y la euforia-. Tenemos mucho por aprender y mejorar, hace falta ¡desde hoy mismo! la elaboración de una lista de chequeo y de unos estándares de calidad que deben cumplir todos aquellos que aspiran tener el privilegio de estar en el Salsódromo en diciembre de 2010. Hemos sido estrictos pero necesitamos ser más estrictos, tenemos un año completo por delante para avanzar en calidad; contribuimos con apoyo financiero a los grupos, pero debemos apoyar con más respaldo artístico y estético, con diseño de vestuario, maquillaje y coreografía; parece que el asunto no es de dinero sino de una combinación sinérgica entre lo estético y lo industrial-cultural. El vestuario es susceptible de un mejor tratamiento de materiales (aderezos, zapatería, cinturones) y de mayor coherencia estética, es ésta una parte fundamental de la apariencia y caracterización de los bailarines. Lo mismo puede decirse del maquillaje y la peluquería, puesto que constituyen elementos sustanciales de la caracterización propia de la personalidad de cada grupo y de cada intérprete. Magníficos las grandes composiciones escultóricas de los mitos urbanos y de los hitos de nuestras calles: el Diablo, la Viuda, la Muerte. Ojalá con el tiempo pudiésemos avanzar en estos temas y crear grandes cuerpos míticos de cartón, plástico, yeso y madera, y que pudiesen nuestros artesanos competir entre sí por las mejores creaciones, sin arrebatarle mucho al Desfile del Cali Viejo.

¿Coreografía? ¡Swing Latino y pare de contar! Este es nuestro sello, estándar y meta, en este estándar debemos enfatizar al máximo. Los campeones mundiales de salsa son los mejores y más altos referentes, alcanzarlos debería ser la aspiración y el orgullo de cada bailarín y de cada conjunto. Procuraré ilustrar esta idea comparándonos con Imperatriz Leopoldinense. ¿Qué nos muestran los brasileros? Un fantástico despliegue visual en términos de vestuario, acompañado una espectacular muestra de belleza femenina de

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movimientos exuberantes y febriles que animan cualquier espíritu, aunque el vestuario general es coherente, por supuesto el de las garotas es liviano y escaso por razones dancísticas y estéticas; todo ello a buen ritmo, buena música y paso corto y zigzagueante de samba. ¿Qué mostramos los caleños? Un modesto -por momentos deficiente- despliegue de vestuario, una espectacular, exuberante y febril danza masculina y femenina a ritmo de salsa como nadie más en el planeta, en esto somos los mejores y con ello animamos cualquier espíritu. Nuestro vestuario jamás podrá ser como el de los brasileros porque nuestra danza no lo permite, aún así podríamos construir un contrapunto de vestuario alusivo a la visualidad y otro, el de los bailarines, propio para la danza. En esto vamos creciendo.

Nos falta ¡sí! una mejor expresión estética y ética de nuestro culto a la belleza, fácilmente podemos alcanzar el virtuosismo de las garotas, algunas de nuestras más bellas mujeres nos deleitaron con una efímera presentación en el Salsódromo. El espectáculo brasilero tiene dos partes, una para los ojos, de estética visual y en cierto sentido plástica-estática a cargo de los acompañantes con vestuario exuberante y otra, dancística visual y auditiva-dinámica, a cargo de las mulatas bailarinas. En nuestro caso, con un contrapunto estático sencillo que va por delante -portaestandarte y bailarina de paso corto- y atrás el grupo con lo nuestro: música, ritmo y danza febril, dinámico, en lo que somos fuertes. Creo que el culto a la belleza, la danza y la música deben ser nuestra impronta en el Carnaval. ¡Qué de censurable tiene el culto a la belleza! Nada censurable, la humanidad siempre ha rendido -¡y rendirá!- culto a la belleza; desde las Venus ancestrales hasta las clásicas y las modernas, todos los humanos nos rendimos ante la belleza masculina y femenina ¡en ello reside nuestro énfasis, nuestro fuerte, nuestra especialidad, nuestra tendencia! Sé que ante estas declaraciones se desprenderá una avalancha de intelectualismo y mojigatería, pero ese sería -a mi juicio- un muy acertado énfasis. De otra parte, creo que Incolballet debería estar presente, pues la salsa también hace parte de su repertorio y ellos son expertos en danza, ya verán sus coreógrafos cómo participan y también cómo los bailarines diseñan su propia participación. Finalmente, pienso que el Instituto Popular de Cultura debería participar más estrechamente, hay en esta joya de la cultura caleña suficiente talento para integrarse más y de lleno al Carnaval; tenemos filón para décadas de trabajo creativo en identidad caleña.

No se entiende cómo, ante tal riqueza musical, ante tal explosión de creatividad musical producto del mestizaje y de la apropiación de los ritmos caribeños, negros, indígenas y

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criollos, somos tan obtusos para despilfarrarlos y maltratarlos como lo hemos hecho en el Carnaval del Salsódromo. Aparte de Guayacán y Niche en vivo y una que otra pieza, lo demás -musicalmente- tuvo tratamiento de segunda. ¿Por qué? Con el ánimo de presentar pequeños fragmentos de danza hilamos pequeños fragmentos de música, hilvanados de múltiples modos sin coherencia integral, para ofrecer la oportunidad de utilizar micropiezas musicales a cada micro-coreografía. La música no es un accesorio que pueda ser utilizado al acomodo de la danza, la música es en sí misma un protagonista crucial de la puesta en escena, es un actor principalísimo que se articula con la coreografía, el color, el movimiento y el decorado. Mi pensamiento es muy conservador al respecto y voy más allá: el personaje más importante en el Carnaval del Salsódromo no es el bailarín ni el músico, es el espectador, somos las caleñas y caleños que literalmente vibramos con el espectáculo, es el pueblo, hilarante de la dicha, el primer protagonista de la fiesta y es para él y para nadie más que hemos hecho la fiesta ¡Ojalá algún día pudiésemos salir en Carnaval danzando tras el último grupo, con nuestra propia fiesta! {Recuerdo la última escena de Sueños de Kirosawa: todo el pueblo danzando y cantando ¡en un cortejo fúnebre!}.

Pues bien, los caleños vibramos con algo más de 20 supertemas musicales clásicos de oro de siempre, con otros 40 clásicos de plata, 100 de platino y pare de contar, a ellos se agregan uno o dos anuales, renovando la discoteca de lo clásico en la salsa que lleva el caleño en el alma, ¡pongamos esos a sonar y paremos! Tenemos con 20 a 40 temas completos muy bien escogidos, sacados de nuestro corazón, y nos sobra ¿Sintieron como vibró el alma de todos cuando Niche y Guayacán tocaron los que sabemos? ¡Furor! ¡Apoteosis! Sin embargo, en el momento de la música grabada, sólo aparecieron retacitos, pedacitos, colillas de aquellos clásicos, pegadas con brincos de aguja como en tiempos del fonógrafo. Creo que el espectáculo dancístico y el musical (también estamos ante un espectáculo musical, para escuchar y movernos en la tribuna) debe respetar la coherencia y la continuidad de las piezas musicales. De otra parte, cada escena-grupo debería acompañarse de una música diferente o de la misma pero en distinto orden. Sé que lo que diré puede sonar excesivo, pedante o torpe, pero imagino que la música podría ser la misma en todo el Salsódromo -en la medida de lo posible, pues las orquestas llevan la suya- y la coreografía podría diseñarse para el lucimiento variopinto de todos los grupos; de modo que tendríamos no sólo una muestra inigualable de danza sino un súper concierto espectacular de música nuestra, completa y bien interpretada -por los clásicos-. A propósito de los clásicos, escuché un pedacito de La Cárcel en una voz que no es la de Saoko ¿es posible una interpretación de La Cárcel más fututa que la de Saoko? De Las caleñas son como las flores escuché trocitos y, en esa misma tónica, el resto. Además, el sonido estuvo demasiado

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concentrado en algunos sectores… En fin, en algunos aspectos mejoramos leguas en comparación con el año pasado, vamos por buen camino pero nos falta mucho.

El comportamiento de los medios -a mi juicio- ¡un desastre! Un desastre no por lo que transmitieron, nos fue bien con el contenido; fue un desastre no por los conceptos, nos fue bien con la crítica; fue un desastre pero no por las imágenes, nos fue bien con el registro visual; fue lo de los medios un desastre por el comportamiento de nuestros amigos y colaboradores, los hombres y las mujeres de los medios. Así como el abastecimiento de líquidos debería tener un lugar entre desplazamientos, los medios deberían contar sólo con un tramo para adelantar su labor de registro; cincuenta o cien metros serían suficientes para sus actividades y en el resto del trayecto tendrían vedada su intromisión. Es más, ningún trabajador de los medios debería tener autorización para desplazarse más allá de ese tramo; el comprensible afán de los hombres y mujeres de los medios introduce un desorden descomunal en las filas de los bailarines y organizadores.

Todavía no sabemos comportarnos ante el manejo y la disposición de los residuos, la logística general aún no ha aprendido de las lecciones anteriores, al menos lo suficiente, como para atender un espectáculo de tal magnitud. La bolsita no dio el resultado esperado, por el contrario, de inmediato se convirtió en basura. Nos atiborramos de plástico y papel, de tarros y botellas sin saber qué hacer con ellos; el espacio bajo las tribunas terminó -en algunos sectores- siendo un muladar. Vamos lento en este tema, pero vamos bien en la pista.

Dije que los protagonistas del Carnaval son el caleño y la caleña, son medio millón de asistentes que van a gozar, a vivir lo que más les gusta, a pasarla bueno, a sumergirse en un espectáculo de ritmo, colorido y belleza; ese protagonista se ha portado ejemplarmente, nos enorgullece ser caleños y caleñas, nos enaltece ser anfitriones de un espectáculo de calidad artística, de calidad cultural y de calidad de vida, la violencia y la agresividad no estuvieron en el Carnaval. Cada vez es más evidente que la inseguridad en nuestra ciudad se debe a la criminalidad y no al espíritu alegre, festivo, amable y receptivo de los caleños; no es la fiesta caleña la responsable de la violencia, son las bandas delincuenciales las protagonistas de esta sombra en nuestra tierra y ellas requieren un tratamiento a la altura de sus actos y delitos. Nuestro comportamiento fue ejemplar.

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Nuestro Carnaval por el Salsódromo podría durar varios días, un Carnaval de seis días -25 al 30- y reeditarse de igual modo cada día: el primero -25 de diciembre- podría ser el día de la Salsa; el segundo -26-, el día de la Cabalgata; el tercero -27-, el día del Cali Viejo; el cuarto -28-, el día de los Inocentes (¿cómo celebrarlo?); el quinto -29-, el día del Pacífico (un mini Petronio con Mercedes); y el sexto -30-, el día del No sé qué… con un gran libreto unificador e integrador que dé rienda suelta a la creatividad particular cada día y por cada motivo.

Siempre tuve una idea -un sueño- para rescatar la tradición caleña de las Murgas de fin de año. Las Murgas que conocí de siempre estaban rigurosamente compuestas por un elenco mínimo del Diablo, la Muerte, la Viuda, un tambor, un timbal, una flauta y, a veces, una guitarra. Las conocí de muy buena calidad plástica (vestuario, máscaras y accesorios) y musical (temas decembrinos y festivos tradicionales). La tradición se ha venido degradando, hoy vemos espectáculos pobres y decadentes… pero la podemos rescatar. ¿Cómo? Sugiero un concurso de Murgas con un premio y el privilegio de recorrer el Salsódromo en el Carnaval del 25 de diciembre y/o en el Desfile de Cali Viejo. Las reglas para el concurso serían sencillas y asequibles a los más populares artistas barriales, el premio debería ser atractivo; si hay dinero como recompensa por delación de un criminal, debería haberlo como reconocimiento por una labor cultural creativa y de identidad con nuestra tierra.

Creo que estamos de acuerdo si afirmamos que el Carnaval no puede reducirse a la danza como sujeto y a la coreografía como expresión para cada ocasión. La danza es un pretexto

y la coreografía su forma específica para el evento, pero algo nos tienen que decir la danza y la coreografía, y algo nuevo en cada versión anual. Esperamos que la danza y la coreografía -incluso la música- nos cuenten un relato en parte figurativo, dicho expresa y directamente, pero también abstracto, que le exija al imaginario de nuestras gentes un esfuerzo creativo que la haga partícipe en la creación.

Dicho en términos simples, al escuchar y ver el espectáculo, participamos de él porque nos

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remonta a la niñez, a la juventud, a los amores y desengaños, a los cerros y al río, a nuestro barrio y a las fiestas familiares, al olor y el color de Cali, a los padres y los hermanos, a los hijos y los abuelos, a los que somos, hemos soñado ser y a lo que aspiramos convertirnos. Eso nos lo dicen las canciones y bailes de modo directo e indirecto, a tal punto que bailamos en el asiento, se aguan los ojos, pellizcamos al vecino y reímos sin saber porqué. Ese relato, ese contenido profundo, esa expresión propia del espíritu, es lo que debemos aprender a construir para evitar repetirnos en lo mismo sin enriquecer el contenido de nuestra cultura sin hacer crecer el alma de la caleñidad. La danza es el pincel, la coreografía el color, pero todavía nos falta el cuadro en el que el pincel y el color dicen algo nuevo y conmovedor al espíritu de nuestra gente. Vamos al Salsódromo a presenciar el Carnaval, vamos a soñar y a gozar, a remover el alma al vernos relatados en nuestro más genuino relato simbólico, expresión de nuestro mestizaje y de la riqueza psíquica de nuestro imaginario ¡qué mejor pedagogía simbólica e identataria en la lucha por una vida original, digna y propia en nuestra tierra! Y ello no se construye de la noche a la mañana, nos tomará años pero ya iniciamos el camino. Desde hoy estamos diseñando el evento del 2010.

En el Salsódromo estamos ante un inmenso río, un raudal incontenible de ritmo, vida, color y sonido, es el río de la vida y el río de la muerte, es la resurrección de cada año, ese río se lleva entre olas las penas y nos trae dichas; cada uno acompaña a los danzantes en la euforia de un torrente que reproduce la existencia con añoranzas y alegrías, sueños y realidades. Ese río inmenso -el Salsódromo- ya no es la pista empírica que sensorialmente percibimos, es la ruta de la vida que en cada momento desaparece para convertirse en una nueva experiencia vital y enriquecedora. Somos los habitantes de un territorio de ocho ríos, el nuevo río nos lleva y trae cada fin de año en el caos del jolgorio, en los temas de la vida, entre sanciones y promesas por lo vivido y por lo que hemos de vivir. Si acaso la muerte nos invita este año a sus resguardos, no nos quita lo bailao.

La exuberante carga de sensualidad que aportan el ritmo, los bailarines y mujeres agitadoras de carnes mulatas y febriles es parte sustancial de nuestro modo de vivir y gozar la existencia. Amamos la belleza en sentido directo, con escasos eufemismos, somos tropicales y lo nuestro es una relación directa con la vida, algo que la violenta historia nos ha enseñado: las cosas son como son. Mostramos nuestro cuerpo y nos preocupamos por él, no reducimos la vida al culto estéril y ciego a una belleza vacía, nuestro culto a la belleza tiene contenido, tiene que ver con la naturaleza pródiga y generosa que nos rodea, con la imbricación de genes y culturas, con el sol y la lluvia, con el río y la brisa, con el modo como buscamos el sustento y con la manera de amar en esta tierra. Toda la

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humanidad rinde culto a la belleza, sin duda, más allá de los intelectualismos y mojigaterías la humanidad entera le rinde un culto especial a la armonía de las formas, al brillo de la piel, a la sonrisa franca, al rítmico movimiento corporal, a la eterna juventud. ¡Quisiera conocer una cultura por fuera de este axioma para retractarme! Nuestra distinción consiste en que lo aceptamos sin tapujos y hacemos de la belleza nuestro modo de vivir, así como Esparta hizo de la perfección su mito y gloria, su forma y contenido de vida, su sello e impronta. ¡Vivan el maquillaje y la piel sin eufemismos! ¡Vivan las figuras esbeltas y las figuras gruesas bailando con gracia y alegría! ¡Vivan las ropas ligeras y las formas expuestas! ¡Viva el culto a la belleza! ¡Culto a la belleza con alto contenido simbólico, ético y estético!

La crítica torpe censura nuestro Carnaval porque supuestamente reedita la vieja fórmula de pan y circo pero calla ante espectáculos bárbaros. La consigna de pan y circo que vulgariza el Carnaval esconde una subvaloración múltiple de varios de los aspectos sustanciales de este fenómeno cultural. En primer lugar, coloca a los caleños en el orden de los subdotados mentales y emocionales, presas de la manipulación social alevosa y premeditada; en segundo lugar, descubre, después de cinco décadas, que aquello que ha sido signo de goce e identidad no es más que una patraña política e ideológica de una camarilla alentada por la conspiración; en tercer lugar, replica la desvencijada consigna de la religión es el opio del pueblo que los pueblos se han encargado de enterrar, pues tanto lo uno como lo otro -el culto y el Carnaval- son expresiones genuinas de lo más profundo y valioso del espíritu humano. Si por el Salsódromo circulan nuestros sueños y mitos no es porque se trate de una simbología que nos empañe la consciencia y embote nuestra racionalidad en un juego manipulatorio de las voluntades sino porque expresan nuestros profundos sentimientos e identidades dando salida a los más genuino de nuestra cultura. Nos expresamos, no nos ocultamos, estamos creando, no estamos consumiendo. La racionalidad no prima sobre el imaginario, la imaginación no prima sobre la razón, uno y otro son coetáneos, caras de una misma moneda, requisitos mínimos y necesarios para la existencia humana digna. Si aceptamos este calificativo, despeñaríamos por el mismo precipicio al Mercedes Montaño y al Petronio… y pronto a toda expresión cultural que no sea funcional al racionalismo.

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CARNAVAL CALEÑO Johannio Marulanda Arbeláez

Santiago de Cali, diciembre 2009 Página 13

¿Para qué vivimos? ¿Acaso nuestros mitos y creencias, nuestros hitos y valores, nuestras fiestas y amoríos, no son el motivo y marco de nuestra acción? Nuestra cultura como toda cultura es una estructura simbólica, una imbricada trama de fantasías que orientan la acción en medio de las dichas y las penas de la vida. En el Carnaval, ¿viste como deliraban los adultos -convertidos en adolescentes por la magia de la música y la danza- bajo la cadencia de un ritmo que llevamos en el tuétano y animados por el baile febril de nuestros jóvenes? Somos ellos y somos todos nosotros, somos todos quienes acudimos día tras día al trabajo cotidiano como auxiliares de contabilidad, recicladores, tenderos, maestros de obra, estudiantes, vendedores ambulantes, médicos, abogados, emboladores o arquitectos, todos estamos en las tribunas deleitándonos y vibrando con la música y la danza. Transitan por el Salsódromo, en Carnaval, nuestro pasado y el futuro, vivimos en presente esa cúspide eufórica en medio de sueños y recuerdos; eufemizamos el tiempo y nos erguimos insubordinados contra el destino.

Este magnífico ritual festivo del fin de cada ciclo anual es en sí mismo funeral y renacimiento; como todo gran festival tiene como propósito simbólico domeñar la muerte y la temporalidad para asegurar la instauración del nuevo ciclo, del nuevo año y asegurar para cada uno y para todos la permanencia, la persistencia de la vida, la renovación de la esperanza en un mañana superior, la renovación de nuestra voluntad de permanecer y crecer en esta tierra como lo que somos y queremos ser.

En la simbología de nuestro Carnaval procuramos expresar las estructuras básicas de nuestro imaginario: la trascendencia y la elevación hacia la luz y los cielos, la intimidad y el viaje a las profundidades interiores del espíritu, y la euforia febril de la repetición cíclica de los ritmos vitales y sociales; todo ello en el trayecto longitudinal de un río llamado Salsódromo por el que transcurre nuestro Carnaval -representación inequívoca de la vida y la temporalidad-.: nuestra gran obra de arte colectivo.

Hasta aquí mis notas sobre nuestro Carnaval: ¡orgullo caleño! Volveré con ellas el año entrante.