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“Casa N° 165” No se rajó como la de los Usher, pero lentamente -y a medida que ellos se debilitaban- la casa comenzó a susurrarles en sus sueños, el reino que mejor ella dominaba: Vencerás, tendrás éxito, reconocimiento y poder. Ganarás. Prevalecerás. No se te burlarán nunca más. Lentamente y uno a uno, sus habitantes cedían a su influjo y abandonaban sus sonrisas. Los sueños anhelados se convertían en lugares peligrosamente lejanos de aquella gran pirámide blanca de sacrificios. Sólo pocos lograron escapar, y aún después de tantos años transcurridos, a través de los opacos y rayados vidrios de sus ventanas se observa la figura de su esclavo -que alguna vez fue amo- recordando los días

Casa N° 165

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Clara BerducMicrorrelato de ArgentinaEntre Ríos

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Page 1: Casa N° 165

“Casa N° 165”No se rajó como la de los Usher, pero lentamente -y a medida que ellos se debilitaban- la casa co-menzó a susurrarles en sus sueños, el reino que mejor ella dominaba: Vencerás, tendrás éxito, reconocimiento y poder. Ganarás. Prevalecerás. No se te burlarán nunca más.Lentamente y uno a uno, sus habitantes cedían a su influjo y abandonaban sus sonrisas. Los sueños anhelados se convertían en lugares peligrosa-mente lejanos de aquella

gran pirámide blanca de sacrificios. Sólo pocos lograron es-capar, y aún después de tantos años transcurri-dos, a través de los opa-cos y rayados vidrios de sus ventanas se observa la figura de su esclavo -que alguna vez fue amo- recordando los días en que aquella mujer lo amó.Clara María Berduc 2012

“Casa N° 165”No se rajó como la de los Usher, pero lentamente -y a medida que ellos se debilitaban- la casa co-menzó a susurrarles en

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sus sueños, el reino que mejor ella dominaba: Vencerás, tendrás éxito, reconocimiento y poder. Ganarás. Prevalecerás. No se te burlarán nunca más.Lentamente y uno a uno, sus habitantes cedían a su influjo y abandonaban sus sonrisas. Los sueños anhelados se convertían en lugares peligrosa-mente lejanos de aquella gran pirámide blanca de sacrificios. Sólo pocos lograron es-capar, y aún después de tantos años transcurri-dos, a través de los opa-cos y rayados vidrios de sus ventanas se observa la figura de su esclavo -

que alguna vez fue amo- recordando los días en que aquella mujer lo amó.Clara María Berduc 2012