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Hábitos de vida saludables
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1. Introducción
Mantener a diario unos hábitos saludables es un aspecto básico para el correcto desarrollo y el bienestar
de las personas. Sin embargo es una asignatura olvidada en nuestras sociedades ya que, según la
Fundación Española del Corazón, las enfermedades cardiovasculares, directamente relacionadas con
conductas perjudiciales para la salud, son la causa de una de cada seis bajas laborales y deterioran
significativamente la calidad de vida de quienes las padecen. En consecuencia, la relación entre los
hábitos de vida saludables y la prevención en el ámbito laboral queda estrechamente vinculada.
Desde Egarsat, conscientes de esta problemática, hemos querido reunir en este tríptico los puntos más
importantes que debe tenerse en cuenta para conseguir un estilo de vida saludable.
2. Enfermedades Cardiovasculares y Hábitos de Riesgo
Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de
muerte en el mundo. Estas patologías están vinculadas directamente con los alimentos que consumimos
y con el ejercicio que realizamos. Sus factores de riesgo son:
La diabetes: es una enfermedad crónica que se produce cuando el páncreas no es capaz de fabricar
suficiente insulina y/o cuando ésta no puede actuar en el organismo de manera eficaz. Se asocia a
un marcado incremento del riesgo cardiovascular: aumenta el riesgo coronario, de accidente
vascular cerebral y de afectación de todas las arterias en general.
La obesidad: incrementa la tensión arterial y es por sí misma un factor de riesgo de padecer
cardiopatía isquémica.
Colesterol: cuando los niveles de colesterol en sangre son excesivos, puede acumularse en las
arterias, formando placas en sus paredes, lo que conlleva un estrechamiento y un endurecimiento
del vaso.
Todo ello aumenta el riesgo de sufrir ataques al corazón (anginas e infartos), isquemias cerebrales
(ictus) y otras enfermedades cardiovasculares.
Hipertensión arterial: es uno de los principales factores de riesgo de cardiopatía isquémica y el
primero en el caso de los accidentes cerebrovasculares. El aumento de la tensión arterial implica
que el corazón tenga que hacer más esfuerzo para bombear la sangre a las arterias.
Tabaco: puede producir enfermedades graves, especialmente en el sistema respiratorio (cáncer de
pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica...) y en el sistema cardiovascular
(arteriosclerosis). Los fumadores pasivos, expuestos al humo ambiental del tabaco, pueden sufrir las
mismas enfermedades que los fumadores activos. Es uno de los factores de riesgo cardiovascular
más importantes. El tabaco contiene más de 4.000 sustancias tóxicas, entre ellas la nicotina y el
monóxido de carbono, que atacan directamente al corazón y a los vasos sanguíneos.
Sedentarismo: las personas inactivas tienen mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón.
Alcohol: altera el funcionamiento del cerebro y del hígado. En casos crónicos, las alteraciones
pueden ser irreversibles tanto a nivel físico como en la pérdida de las relaciones familiares y
sociales. En casos de embriaguez, supone la pérdida del control del cuerpo y el juicio, por lo que
facilita los accidentes.
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Otras drogas: el consumo de sustancias con efectos psicoactivos (como la marihuana, la heroína, la
cocaína, las drogas de diseño, los fármacos...) altera la percepción de la realidad y el
comportamiento. Además, puede ocasionar daños graves al cerebro y a otros órganos, perjudicar las
relaciones familiares y sociales, y ocasionar la muerte.
3. Medidas preventivas
Es fundamental para las empresas cuidar la salud cardiovascular de sus trabajadores como estrategia
preventiva, difundiendo sencillas pautas que pueden tener una incidencia muy positiva para la
organización y sus empleados.
La salud depende en gran medida de la alimentación y el estilo de vida, por lo que hay que evitar
conductas negativas como el consumo de tabaco, alcohol y drogas, la falta de ejercicio, el estrés y la
comida rápida.
Dieta Mediterránea: siguiendo una dieta ligera y variada se adoptan los hábitos de vida y de cultura
que mejor contribuyen a potenciar la salud, la longevidad y la calidad de vida.
La dieta Mediterránea, rica y saludable, es un ejemplo de dieta a seguir ya que previene muchas
enfermedades propias de la sociedad occidental actual como las enfermedades cardiovasculares y
algunos tipos de cánceres. Estos efectos preventivos se basan en su potencial antioxidante que evita
el daño a los tejidos del organismo. Proporciona
gran cantidad de alimentos de origen vegetal como
cereales, frutas, hortalizas, vegetales, frutos
secos, vino y aceite de oliva.
Estos alimentos contienen gran cantidad de
nutrientes antioxidantes como vitaminas,
minerales y productos fitoquímicos (compuestos
antioxidantes no nutrientes).
Ejercicio físico: llevar a cabo una actividad física
de forma moderada y con regularidad, teniendo en
cuenta el estado de salud y las características físicas propias, nos ayudará a adelgazar, reducir la
grasa corporal y a mejorar la función cardiovascular y la capacidad pulmonar. También influye
positivamente en el estado de ánimo, mejorando la autoestima, la calidad del sueño y el bienestar
general del individuo.
Es recomendable hacer una actividad placentera, ya que si la actividad física no nos gusta,
rápidamente se abandona. Por ejemplo:
- Realizar entre 30 y 60 minutos diarios de ejercicios aeróbicos para reducir el riesgo de
sufrir un infarto.
- Caminar a buen ritmo 1 hora todos los días ayuda a controlar el peso.
- Modificar costumbres para mantener el corazón sano, como ir al trabajo en bicicleta,
caminar más, no tomar el ascensor, realizar las pequeñas compras sin utilizar el coche,
fomentar el contacto con la naturaleza…
Descanso: dejar tiempo libre para realizar actividades de ocio, hobbies y para descansar y dormir
las horas necesarias. La acción de dormir resultará más reparadora si seguimos horarios regulares,
evitamos las sustancias excitantes a partir de las cuatro de la tarde (café, cola…), el dormitorio
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está aislado de ruidos y luces y aparcamos las preocupaciones. En efecto, para lograr un descanso
reparador es importante que el ambiente de nuestro dormitorio sea agradable, tranquilo y
favorezca el descanso.
Realizar anualmente un control médico preventivo.
Evitar el consumo de sustancias tóxicas o adictivas como el tabaco, alcohol o cualquier tipo de
droga. Es importante marcar una fecha para el abandono del tabaco y prepararse para esa fecha,
compartiendo sus intenciones con el entorno (familia, amigos, compañeros de trabajo) para buscar
su apoyo en la medida de lo posible. Se aconseja llevarlo a cabo con la supervisión de su médico de
cabecera, el cual supondrá un refuerzo positivo para hacer más fuerte al paciente que quiere
abandonar el mal hábito. Hará el seguimiento del proceso, recetará el tratamiento farmacológico
más adecuado (chicles de nicotina, parches, comprimidos para chupar…), e informará sobre los
posibles síntomas de abstinencia que puede sufrir el paciente.
Actitud positiva: crear un ambiente sano a nuestro alrededor procurando un hogar en el que
encontrarnos a gusto, fomentar las relaciones personales sanas, intentar poner límite al estrés y
cultivar el optimismo, también son prácticas que nos permitirán vivir de forma más saludable.
Posturas: para evitar molestias corporales es recomendable escoger posturas cómodas, sanas y
sostenibles y evitar posiciones viciadas o forzadas para realizar las actividades de la vida diaria.
Higiene: lavarse las manos con frecuencia y ducharse, entre otros, ayudará a prevenir
enfermedades de transmisión.