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Fragmento de Tesis de Maestría “Morir con Dignidad”-2001 Daniel de Michele Las sociedades modernas, especialmente las que ya se ha asegurado un razonable bienestar para vivir, han comenzado a debatir abiertamente la necesidad de procurarse una muerte digna. La controversia generada por la idea de la muerte digna traída hoy a la superficie, aparece como una opción más reflexiva y centrada en las decisiones del individuo, frente a la tecnificación médica de la muerte. La práctica oculta de la eutanasia en el ámbito de cuidado y asistencia de pacientes termi- nales, habitualmente está centrada en decisiones de personas que no han conocido a quien se halla al fin de su vida Las decisiones al fin de la vida se han transforma- do en un capitulo cada vez mas extenso de la Bio- ética, debido a que con mayor frecuencia la gente aboga por lo que considera es uno de los derechos humanos: Morir con Dignidad. El avance de la tecnología médica ha producido el fenómeno de que la mayoría de las muertes ocu- rran en una institución, donde la vida es prolonga- da artificialmente por un buen tiempo. Esta tenden- cia, ha institucionalizado y tecnificado la muerte. Es medio de estas circunstancias, alguien toma decisiones por el paciente, cuando éste no puede hacerlo o comunicarlo. Estas decisiones han dejado de ser privadas o reducidas al núcleo familiar, y han quedado a cargo de un grupo cambiante de médicos. enfermeros, técnicos y otras personas que no conocen el estilo de vida del paciente, ni cual sería su decisión en una situación crítica, como la que atraviesa. El envejecimiento social, fenómeno global, ha pro- longado el proceso de la senilidad, lo cual trae con- sigo un aumento de las enfermedades crónicas, las demencias, el Alzheimer, y otras enfermedades degenerativas La gente común teme al deterioro que estos síndro- mes producen y algunos, antes de las desestructu- ración de su personalidad prefieren terminar con su vida La medicalización de la vida y la tecnificación del proceso del morir, junto a la conciencia del público sobre la futilidad de ciertos tratamientos han movi- do al centro de la escena el tema del Morir con Dignidad. La tendencia cultural de la medicina de subestimar la autodeterminación de los pacientes y el perfil economicista de la práctica profesional e institucional de los cuidados críticos han ubicado al problema de la muerte digna en un espacio entre pacientes, familia y la sociedad De allí que algunos autores consideren que “la solicitud de un paciente terminal, jamás debería considerarse un asunto superfluo” En este trabajo, cada vez que se menciona el térmi- no “Morir con Dignidad”, tal lo define el Glosa- rio incluido, nos estamos refiriendo únicamente a adultos competentes con enfermedad terminal, con el alcance que Maglio le da al concepto, esto es morir: -Sin dolor -En estado de lucidez -Rodeado de los afectos I Antropología de la Muerte Maglio en “Muerte y Eutanasia” refiere que la conducta de la especie humana de enterrar sus muertos, aparece en el paleolítico superior, con Homo Sapiens hace unos 35.000 años. Cátedra de Licenciatura en Kinesiología & Fisiatría Bioética Debate sobre Eutanasia Bioetica [email protected] 1

Cátedra de Bioética - ecaths1.s3.amazonaws.com · Especialmente desde San Agustín (? – 604), el sui-cidio fue considerado como un pecado. Los rituales ... Tomas de Aquino (1225-1274),

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Fragmento de Tesis de Maestría

“Morir con Dignidad”-2001

Daniel de Michele

Las sociedades modernas, especialmente las que ya

se ha asegurado un razonable bienestar para vivir,

han comenzado a debatir abiertamente la necesidad

de procurarse una muerte digna.

La controversia generada por la idea de la muerte

digna traída hoy a la superficie, aparece como una

opción más reflexiva y centrada en las decisiones

del individuo, frente a la tecnificación médica de

la muerte. La práctica oculta de la eutanasia en el

ámbito de cuidado y asistencia de pacientes termi-

nales, habitualmente está centrada en decisiones de

personas que no han conocido a quien se halla al

fin de su vida

Las decisiones al fin de la vida se han transforma-

do en un capitulo cada vez mas extenso de la Bio-

ética, debido a que con mayor frecuencia la gente

aboga por lo que considera es uno de los derechos

humanos: Morir con Dignidad.

El avance de la tecnología médica ha producido el

fenómeno de que la mayoría de las muertes ocu-

rran en una institución, donde la vida es prolonga-

da artificialmente por un buen tiempo. Esta tenden-

cia, ha institucionalizado y tecnificado la muerte.

Es medio de estas circunstancias, alguien toma

decisiones por el paciente, cuando éste no puede

hacerlo o comunicarlo. Estas decisiones han dejado

de ser privadas o reducidas al núcleo familiar, y

han quedado a cargo de un grupo cambiante de

médicos. enfermeros, técnicos y otras personas que

no conocen el estilo de vida del paciente, ni cual

sería su decisión en una situación crítica, como la

que atraviesa.

El envejecimiento social, fenómeno global, ha pro-

longado el proceso de la senilidad, lo cual trae con-

sigo un aumento de las enfermedades crónicas, las

demencias, el Alzheimer, y otras enfermedades

degenerativas

La gente común teme al deterioro que estos síndro-

mes producen y algunos, antes de las desestructu-

ración de su personalidad prefieren terminar con su

vida

La medicalización de la vida y la tecnificación del

proceso del morir, junto a la conciencia del público

sobre la futilidad de ciertos tratamientos han movi-

do al centro de la escena el tema del Morir con

Dignidad. La tendencia cultural de la medicina de

subestimar la autodeterminación de los pacientes y

el perfil economicista de la práctica profesional e

institucional de los cuidados críticos han ubicado

al problema de la muerte digna en un espacio entre

pacientes, familia y la sociedad

De allí que algunos autores consideren que “la

solicitud de un paciente terminal, jamás debería

considerarse un asunto superfluo”

En este trabajo, cada vez que se menciona el térmi-

no “Morir con Dignidad”, tal lo define el Glosa-

rio incluido, nos estamos refiriendo únicamente a

adultos competentes con enfermedad terminal, con

el alcance que Maglio le da al concepto, esto es

morir:

-Sin dolor

-En estado de lucidez

-Rodeado de los afectos

I Antropología de la Muerte Maglio en “Muerte y Eutanasia” refiere que la

conducta de la especie humana de enterrar sus

muertos, aparece en el paleolítico superior, con

Homo Sapiens hace unos 35.000 años.

Cá t e d r a d e

Licenciatura en Kinesiología & Fisiatría

Bioética Debate sobre Eutanasia

Bioetica [email protected]

1

Desde entonces, la muerte no será un hecho indivi-

dual, será un hecho social.

La segunda característica antropológica de la es-

pecie humana es la de enterrar sus muertos en po-

sición fetal, rito de pasaje en espera de una segun-

da vida que da sentido a la existencia; la trascen-

dencia”

En el neolítico (4000-9000 años AC), el hombre

descubre la semilla y como cultivarla, lo cual ser-

virá para su alimentación y subsistencia y com-

prende que:

“…la muerte es una necesidad existencial para el

proceso de la vida, y no solo y su fin” “La trascen-

dencia como entorno circular vida-muerte aparece

en todas las religiones, en todas las cultu-

ras” (Maglio, F)

II El suicidio y el suicidio asistido Algunas civilizaciones, han creído que el corolario

de una vida digna, debería ser una muerte digna.

Sin embargo, la mirada de las religiones es otra.

Uno de los pocos puntos de contacto entre las reli-

giones cristiana, judía e islámica es la condena del

suicidio. Aun antes de Moisés, Jesús y Mahoma,

de aceptaba la inviolabilidad de la vida.

Los romanos, sin embargo – hasta el advenimiento

del catolicismo – veían al suicidio como una op-

ción racional y honrosa en ciertas situaciones.

Las ideas de los estoicos y la influencia de la ética

Bioetica [email protected]

2

imperial sustentaron su legitimidad

Si puedo escoger entre una muerte de tortura o u-

na simple y fácil, ¿por qué no debería escoger la

segunda? Como elijo en que barco navegar y en

que casa vivir, elegiré la muerte por la cual a-

bandonaré la vida, escribía Séneca, ensalzando el

último acto de una persona libre

a - La mirada del catolicismo

Especialmente desde San Agustín (? – 604), el sui-

cidio fue considerado como un pecado. Los rituales

cristianos tras la muerte, quedaron vedados para

los suicidas por imperio de las normas emanadas

de los primeros concilios católicos. En el medioe-

vo, la Iglesia profundizó estas ideas, confiscando

las propiedades del suicida.

Tomas de Aquino (1225-1274), principal exponen-

te de la filosofía escolástica, afirmó: cualquier for-

ma de suicidio es condenable” porque;

viola los deseos

naturales de las

personas por vivir

daña a otras per-

sonas, y especial-

mente la vida es

un don divino, y

solo Dios puede

tomarla

El la Carta Encí-

clica

“Evangelium Vi-

tae” dada en Ro-

ma, que Juan Pa-

blo II envía a

obispos y religio-

sos y a “toda la

gente de buena voluntad” define desde la visión del

catolicismo el valor y la inviolabilidad de la vida

humana. La Biblia dice: “Caín se levantó contra

su hermano Adán matándolo”

Allí los católicos ubican la raíz de la violencia

contra la vida, y desde ese lugar defienden su in-

violabilidad

La mirada de Oriente Las culturas orientales de algunos países honran

cierto tipo de suicidio.

Los japoneses respetan el harakiri, como compen-

sación de una persona por errores vergonzantes o

el incumplimiento de un deber.

En algunas sectas de la sociedad antigua de la In-

dia, se llevaba a cabo el sutee, (sati ó mujer virtuo-

sa) ritual en que la viuda debía inmolarse en la pira

funeraria de su marido. El sutee fue abolido por los

ingleses en el Siglo XIX

El Corán reza: “No te quitarás la vida” (Coran

4;29)

Mahoma, a su vez dijo:

“Cualquiera que se quitara la vida, con un instru-

mento de hierro será condenado al infierno para

siempre”

“Cualquiera que se quitara la vida bebiendo vene-

no, será condenado a beberlo para siempre en el

infierno”

“Cualquiera que se quitara la vida saltando de

una montaña, seguirá cayendo por siempre en las

profundidades del infierno”

El fundamentalismo islámico ha inducido a sus

seguidores a entregar sus vidas sirviendo de bom-

bas humanas a cambio del bienestar intemporal del

paraíso.

Con la misma fe, durante 1945, los pilotos kamika-

ze consideraban un honor estrellar sus aviones co-

ntra el objetivo enemigo.

c- El suicidio, la Eutanasia y la idea Morir con

Dignidad en el Siglo XX Luego de los pueblos latinos y orientales de la

antigüedad, los países sajones en el en Siglo XX,

han sido quienes mas atención y debate generan

sobre la muerte digna y la eutanasia.

A la idea de morir con dignidad, en los últimos 20

años, han sumado la figura del suicidio asistido

como derecho positivo de los pacientes terminales.

En 1935, en Inglaterra se funda la primera Socie-

dad de Eutanasia del mundo, con la idea de lu-

char por la sanción de una ley que protegiera los

derechos de los adultos sufriendo por enfermeda-

des terminales que solicitaran asistencia para mo-

rir.

En USA, los primeros grupos pro-eutanasia surgen

en 1938, aunque por veinte años, solo lograron

pequeña adhesión.

El gran público no se plegó al debate sino hasta

1976 cuando se generalizó la discusión sobre el

derecho a morir de Karen Ann Quinlan (New

Jersey).

Allí se agudizo el interés público por opinar sobre

la creciente tendencia de la tecnología médica a

prolongar la vida de personas en estado vegetativo,

por largos períodos.

Bioetica [email protected]

3

Karen Ann Quinlan

En 1980 en Escocia, aparece una organización

llamada EXIT (hoy VESS o Voluntary Eutanasia

Scottish Society) que edita libros pro-eutanasia.

En los ´80 Holanda legaliza parcialmente la Euta-

nasia, cuado la Corte de Rótterdam decide no per-

seguir penalmente a los médicos que ayudan a mo-

rir a sus pacientes bajo ciertas circunstancias.

En los ´90, el foco de atención se traslada a USA

y Australia, donde se sancionan las primeras le-

yes provinciales, legalizando el suicido asistido (Oregon y Northern Territory). En el 2001, se in-

forma que la tasa de muertes por suicidio asistido

legal en Oregon fue del 0,09%.

La propuesta de los defensores de la consigna

“Morir con Dignidad”, pasa ahora a ser la sanción

de leyes que permitan a los médicos a ayudar a

morir a sus pacientes terminales, sin ser persegui-

dos por ello.

En la Argentina, a partir de casos individuales, co-

mienzan a aparecer algunas iniciativas legislativas,

vinculadas al tema.

En Cámara de Diputados de la Nación se conocie-

ron cuatro proyectos de ley, durante 1996, los que

destacan el derecho de los pacientes a rechazar

tratamientos. No han prosperado a la fecha.

III ¿Existe el Derecho a Morir con Digni-

dad? ¿Es un derecho positivo de las perso-

nas? ¿Cómo lo garantizan las sociedades

que lo reconocen? Evolución de la idea en el Siglo XX A pesar de las críticas sociales que ha recibido, la

eutanasia se practica en silencio en muchos lugares

del mundo donde se asiste a pacientes terminales.

Es por ello que en algunos países se ha bregado por

su legalización. Otros autores opinan lo contrario.

El ataque mas contundente que ha recibido la prac-

tica de la eutanasia, proviene de la posibilidad cier-

ta de que ocurran excesos, entre los cuales sobresa-

le la no consulta a los pacientes o familia, como

parece haber ocurrido en Holanda. Estos hechos

transforman a la eutanasia, en involuntaria, ilegal y

antitética, además de condenable penalmente.

Los países que han avanzado en la definición y

protección del derecho a morir con dignidad (USA,

Australia y Holanda) han generado salvaguardas

legales, para evitar los excesos mencionados. El

Acta de Oregon “Morir con Dignidad” y el “Acta

de los Derechos de los Pacientes Terminales del

Northern Territory”, son documentos legislativos

en donde el estado define precisamente el alcance

del derecho que se reconoce.

En ambos casos, se trata de extensos y detallados

procedimientos que intentan poner al paciente ter-

minal en el centro de la escena.

IV—Terminología utilizada En este trabajo, los términos mencionados abajo,

son utilizados con el alcance que en esta sección se

describe:

MORIR CON DIGNIDAD / MUERTE DIGNA

La velocidad del desarrollo tecnológico de la medi-

cina ha vuelto rutinaria al prolongación artificial de

la vida en casos terminales. Esto conlleva un sin-

número de procedimientos invasivos y la tecnifica-

ción del proceso de morir.

Consideramos con Maglio que una muerte digna

es aquella en que :

No haya dolor insoportable (se considera que no

hay dignidad en el sufrimiento evitable)

Haya capacidad para recibir y transmitir afec-

tos Haya lucidez: ya que es el momento mas trascen-

dente de la vida

BRINDAR ASISTENCIA PARA MORIR

Poner al alcance del paciente terminalmente enfer-

mo que lo solicita, información y medios para po-

ner fin a su vida

EUTANASIA

Literalmente, buena muerte (eu - thanatos)

En la actualidad, el termino Eutanasia ha adquirido

un significado mas complejo, incluyendo al suici-

dio, al suicidio asistido, la auto eutanasia, la ayuda

para morir, y en general, procedimientos que per-

mitan el objetivo defendido por los impulsores del

Derecho a Morir Dignamente.

EUTANASIA PASIVA Facilitación de la muerte de una persona mediante

retiro de los equipos sostenedores de la vida, de-

tención de los procedimientos médicos, medica-

mentos, retiro de alimentación, agua, etc.

EUTANASIA ACTIVA Acelerar o causar directamente la muerte de una

persona a través de procedimientos

EUTANASIA ACTIVA INVOLUNTARIA

Lo mismo que lo anterior, pero sin el consenti-

miento del paciente

SUICIDIO ASISTIDO Información y medios puestos a disposición del

paciente terminal por otra persona y por solicitud

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4

expresa de la persona que muere, con el fin de po-

ner fin a su sufrimiento.

SUICIDIO ASISTIDO POR UN MEDICO Información y medios puestos a disposición del

paciente terminal por un medico, para que aquel

termine con su propia vida.

DOBLE EFECTO Utilizar grandes cantidades de opioides para aliviar

el dolor, reconociendo que al mismo tiempo pue-

den acortar la vida

DIRECTIVAS POR ADELANTADO Nombre legal para englobar los documentos gene-

rados por el paciente en relación con al Eutanasia

Voluntaria Pasiva (Living Wills. Poder Legal para

decisiones de tratamientos o de evitar los mismos)

DNR:(Do Not Resucitate) Prescripción colocada en la historia clínica, indi-

cando no resucitación en caso de paro cardiaco.

LIVING WILLS O TESTAMENTO VITAL Documento en donde una persona, por adelantado

y en estado de salud, declara hasta donde permitirá

que se extienda el tratamiento médico, si se presen-

taran situaciones donde esté impedido de tomar

decisiones.

MCD

Morir con dignidad

PODER LEGAL PARA DECISIONES DE SA-

LUD

Una directiva por adelantado por la cual una perso-

na designa a otra persona para tomar las decisiones

del cuidado de la salud, cuando la primera no pue-

da hacerlo, por grave enfermedad que amenaza la

vida.

PODER DE CUIDADO DE LA SALUD La suma de los dos documentos anteriores

ESTAR TERMINALMENTE ENFERMO

Tener una enfermedad incurable o irreversible, con

alta posibilidad de causar la muerte dentro de un

tiempo relativamente corto (menos de un año) con

o sin tratamiento

ENFERMEDAD TERMINAL Síndrome irreversible e incurable, la que ha sido

confirmada y que producirá la muerte dentro de los

seis meses, a juicio medico razonable y con 2da

opinión

DISCUSION

El hallazgo más importante sobre el tema en análi-

sis en nuestra investigación, fue que cerca del 60%

de la población adulta entrevistada consideró ade-

cuada la idea de solicitar ayuda para morir, en caso

de estar en trance de enfermedad terminal. En la

franja etaria entre 50 y 60 años, la respuesta positi-

va alcanzo al 63%.

Estudios previos de investigadores de USA, quie-

nes condujeron una encuesta de similares caracte-

rísticas (Boston Globe y la Escuela de Salud Públi-

ca de Harvard), sobre una muestra de 1004 adul-

tos, hallaron que el 52% “consideraría la alterna-

tiva de poner término a su vida si tuvieran una en-

fermedad sin esperanza de recuperación”

Otras investigaciones, también coinciden con nues-

tros resultados.-

El alto porcentaje de encuestados con creencias

religiosas, (mas del 75%) no refleja mas que el

perfil de fe de nuestro país. El predomino de católi-

cos dentro de los que respondieron afirmativamen-

te, es una consecuencia esperada de que entre la

población encuestada hay un 80% de personas que

profesan esa religión.

Entre las personas que acuerdan con esta opción,

se hallan individuos de todos los grupos etarios,

ocupaciones y diferentes niveles de educación, lo

cual puede ser un indicador de toma de conciencia

por parte del público sobre el problema.

En nuestro estudio, un elevado porcentaje (80%)

de individuos, eligen como sitio para morir, su pro-

pio hogar, su lecho. Este hallazgo, podría interpre-

tarse como un desacuerdo del público con la ten-

dencia del sistema asistencial a institucionalizar la

muerte, definido por el hecho de que el 75% de las

defunciones ocurren en una institución médica.

El deseo de morir en el hogar corroborado en nues-

tra serie, es un dato comunicado fuera de nuestro

país por muchos otros investigadores en los últi-

mos años. Estos resultados obtenidos parecen una

crítica silente de la población a la medicalización,

institucionalización y tecnificación de la muerte.

Luna, lo sintetiza con justeza cuando interpretando

las representaciones de la población general afir-

ma;

-“Hay un visceral temor ante la muerte; una muer-

te indigna, desfigurada por intervenciones y apa-

ratos, una muerte con dolor o sedada hasta la in-

conciencia”

Casi dos tercios de la población en nuestro estudio,

entiende que una muerte digna, es aquella sin dolor

ni sufrimiento, tal lo expresa Maglio 11 y es abor-

dada en nuestro marco teórico.

Es interesante remarcar que en Holanda (primer

Bioetica [email protected]

5

país del mundo que legalizo la eutanasia)

hace mas de quince años, el Parlamento en conso-

nancia con la Asociación Medica Holandesa y el

Ministerio de Justicia, enmendó su Burial Act

(certificados de defunción), dando status legal a la

eutanasia en pacientes terminales con dolor intole-

rable y solicitud voluntaria de ayuda de un medico

para morir.

Luego, la Corte de Holanda y la Asociación Médi-

ca Holandesa, extienden mas allá el concepto ini-

cial de “dolor intolerable”, no limitándolo al dolor

físico, sino también incluyendo la “potencial desfi-

guración de la personalidad”

En 1993, la Corte de Apelaciones de Leeuwarden

confirma este fallo, introduciendo el concepto de

que “la fuente del sufrimiento es irrelevante”, aun-

que recomienda excluir la depresión, en ausencia

de fundamento somático para el dolor.

Una elevada proporción de la población general, en

nuestro estudio opina que debería existir el derecho

a solicitar asistencia para morir a los pacientes ter-

minales (80%), y aparece también un alto porcen-

taje de individuos que opinan que dicha asistencia

debería legalizarse.

Entre las personas que acuerdan con este criterio se

hallan individuos de todos los grupos de edad, ocu-

paciones y diversos niveles de educación.

Este hallazgo coincide con el de Bachman

(Michigan-USA) quien condujo un estudio similar

al nuestro diez años atrás.

Cerca del 90% de los miembros del equipo de sa-

lud considera que debería considerarse al Morir

con Dignidad como un derecho de los pacientes

terminales.

Hallazgos similares han sido comunicados por in-

vestigadores del estado de Oregon en USA, donde

el movimiento de muerte digna comenzó con sus

consignas de legalización del suicidio asistido en

los ´90. Este trabajo histórico realizado en Oregon,

enroló a 2700 médicos que asistían a pacientes ter-

minales.

Emmanuel publica en 1996, un estudio en que ca-

talogó la opinión de 355 oncólogos con respecto a

la asistencia para morir, obteniendo resultados si-

milares a los nuestros.

En nuestro estudio, las enfermeras mostraron en un

87%, coincidencia con la idea de morir con digni-

dad, irrespectivamente de grupo etario o creencias

religiosas.

En otras latitudes, el juicio de las enfermeras pare-

ce diferir cuando están institucionalizadas o cuan-

do opinan individualmente. La American Nurses

Association, informa que “las enfermeras no debe-

rían participar en el suicidio asistido”, desde que

individual y colectivamente tienen la obligación de

brindar cuidados al fin de la vida, como adecuado

control del dolor, respeto de las órdenes DNR (no

resucitación en caso de paro cardiaco) y supresión

de hidratación/nutrición solo en circunstancias li-

mitadas.

Por otro lado, Asch reporta opiniones de 1139 en-

fermeras (852 trabajando exclusivamente en cuida-

dos críticos) y describe un 16% de involucradas en

prácticas de eutanasia y un 4% en eutanasia activa.

Coincidentemente con estos reportes de otros paí-

ses, en nuestra serie, las enfermeras (como los mé-

dicos), reconocen haber recibido solicitudes de

pacientes terminales para poner fin a su vida. Más

recientemente, otros autores destacan el involucra-

miento de las enfermeras en el distintas fases del

proceso de la eutanasia.

En Australia, un estudio dirigido a revelar la acti-

tud de las enfermeras hacia el manejo del fin de la

vida revela que casi la mitad de las incluidas en el

estudio (47%) había recibido solicitudes de acortar

la vida a través de supresión de tratamientos palia-

tivos, y un tercio de ellas, solicitud de eutanasia

activa. El dolor inaliviable y persistente fue la ra-

zón mas invocada en tales requerimientos. Los

holandeses informan que las causas mas comunes

por las cuales sus pacientes solicitan ayuda para

morir dignamente fueron; dolor insoportable, de-

pendencia de otros, y “cansancio de la vida” 36

Este hallazgo, es idéntico al de nuestro estudio, en

el que las enfermeras reconocen que la causa mas

frecuente por la cual los pacientes piden terminar

con su vida, es el dolor insoportable.

Los trabajadores sociales, representaron una muy

pequeña proporción del equipo de salud en nuestro

estudio. Institucionalmente en otros países (Cana-

dá), piensan que asistir a un paciente para que pon-

ga fin a su vida es antiético.

En nuestra serie, mayoritariamente (64%) en el

equipo de salud predomina la idea de que es un

“acto humano” facilitar información y medios para

que un paciente terminal, mentalmente competen-

te, pueda concluir con su vida en una forma digna.

Un 17% cree que se trata de un acto ilegal, mien-

tras una minoría piensa que se trata de una viola-

ción de principios religiosos.

En el análisis de los aspectos legales del morir con

dignidad, el 70% de los nuestros entrevistados del

equipo de salud opina que debería establecerse

normas para la supresión de tratamientos sostene-

dores de la vida en pacientes con enfermedad in-

curable, terminal e irreversible y el 81% prefiere

que la asistencia para morir, sea objeto de legisla-

ción específica.

Bioetica [email protected]

6

Stevens informa opiniones similares de las enfer-

meras en su estudio.

Este hallazgo coincide con la opinión de profesio-

nales encuestados en USA (estado de Washing-

ton), los que en un estudio de 939 médicos, el 54%

opinó que la asistencia para morir debería legali-

zarse bajo ciertas circunstancias.

Algunos autores informan que los médicos prefie-

ren la legalización a la práctica oculta de la eutana-

sia, sin embargo Cuttini et al., (2004) recoge opi-

niones dispares en un estudio multicéntrico que

involucra a 1391 médicos y 3410 enfermeras, de

Holanda, Suecia, Hungría y Países Bálticos, aun-

que su estudio se limito a casos de neonatología.

La practica de la resucitación tras el paro cardiaco,

se ha generalizado, y en algunos países se requiere

una orden especial para no hacerla (DNR) con el

consentimiento del paciente, familiar o represen-

tante desde 1990.

Coincidentemente, en nuestro estudio, más de la

mitad de los miembros del equipo de salud, enten-

dieron que en trance de enfermedad terminal, acep-

tarían solicitudes DNR, y utilizarían grandes dosis

de opioides para el dolor, aun a riesgo de presenta-

ción del doble efecto.

A su vez el 78% de nuestra población, admite el

valor de un documento del tipo del Living Wills

para la toma de decisiones médicas al fin de la vi-

da. Recientemente, varios autores reportan hallaz-

gos similares en el equipo de salud - - y otros, lla-

man a reflexionar sobre los living wills en situacio-

nes especiales.

La cuidadosa determinación de la competencia

mental del paciente terminal, ha sido destacada por

varios autores en la literatura médica, desde que se

han registrado solicitudes de ayuda para morir en

portadores de demencia. La depresión, a su vez,

puede disminuir la capacidad de apreciar los bene-

ficios de la vida y magnificar las miserias, pudien-

do entorpecer el juicio al tiempo de tomar decisio-

nes al fin de la vida.

El concepto hipocrático de aliviar el dolor, es visto

en nuestros días, como una obligación positiva del

médico, una de las menos discutida –y algunos

agregan- y “es dudoso que haya exista otra mas

importante”.

El impacto en el estado de Oregon (USA) , de la

legalización de la ayuda para morir, fue estudiada

por Chin et.al, un año después de la vigencia del

Acta de los Derechos de los Pacientes Terminales,

comprobando que se registraron 23 solicitudes de

ayuda para morir.

No tenemos registros que nos permitan analizar el

número de pacientes terminales que solicitan ayuda

para morir en nuestro país, ni sus implicancias éti-

cas y legales. Solo disponemos de unos pocos ca-

sos ventilados en la Justicia, y las cuatro iniciativas

legislativas de 1996 ya mencionadas, que solo se

limitan a proponer protocolos de suspensión de

tratamientos.

CONCLUSIONES En los países centrales, el debate ético-legal del

Morir con Dignidad se ha instalado en la agenda de

las ONG y el gobierno, especialmente en los últi-

mos 15 años, tal se desprende del volumen de pu-

blicaciones que hacen eje en el asunto.

Este fenómeno se verifica como consecuencia de la

tecnificación de la medicina y su capacidad de

alargar la vida por medios artificiales, así como por

el alargamiento de la esperanza de vida, lo cual da

lugar a patologías crónicas, degenerativas e invali-

dantes.

Concomitantemente, ha crecido la concepción de

que las personas tienen derecho a una muerte dig-

na, de que este es en verdad, uno de los derechos

humanos.

En realidad, analizando los resultados de nuestra

serie y los reportes de otros autores, se recorta con

nitidez una actitud global y continua; los médicos

y enfermeros han ayudado a morir a sus pacientes

terminales, antes y ahora.

La práctica actual de la eutanasia se apoya en un

pacto de silencio entre los actores sin ninguna par-

ticipación de la justicia. Hay muchos ejemplos (no

reportados) de médicos que aceptan haberla practi-

cado con pacientes terminales en trance de muerte.

En nuestro país - a pesar de que casi no se detecta

el accionar de ciudadanos u ONGs bregando por el

acceso a este derecho - las personas involucradas

en este estudio exploratorio, parecen interesarse en

el tema de la muerte digna.

Sorprendentemente, a pesar de nuestra raíz latina,

frente al hecho trascendente de la muerte, las coin-

cidencias en el conocimiento, actitudes y opiniones

sobre la muerte digna de nuestra serie (población

general y equipo de salud) se superponen casi com-

pletamente con las de los autores sajones.

El hallazgo mas destacable en nuestra serie, es

que la población y especialmente el equipo de sa-

lud, reconoce que la asistencia para morir debería

tener un lugar definido en el capitulo de los cuida-

dos paliativos de pacientes terminales. - Nuestra población adulta entrevistada consi-

dera que la ayuda medica para morir con digni-

dad en pacientes terminales, es un acto de bue-na praxis, que debería ser legalizado.

Bioetica [email protected]

7

-Buena parte de enfermeras y en menor propor-

ción los médicos reconocen haber recibido soli-

citudes de ayuda para morir de pacientes termi-

nales

- El factor común en estas solicitudes es el dolor

inaliviable.

- Como en los países sajones, la mayoría de los

entrevistados opina que debería existir un docu-

mento del tipo de los living wills.

- La legalización de la Asistencia para Morir y

los living wills son considerados éticos por la

mayoría de la población entrevistada y por el

equipo de salud.

El público, los legisladores, jueces y cortes de los

países que desarrollan debate sobre Morir con Dig-

nidad, acuerdan con que efectivamente existe el

derecho a poner fin a la propia vida, siempre que

se trate de una persona mentalmente competente en

estado terminal.

Las dificultades surgen cuando otra persona asiste

al suicida, pasiva o activamente, apareciendo así

las figuras del Suicidio Asistido y Eutanasia.

El deseo de un médico de asistir en la muerte a su

paciente, depende así demasiado de su actitud ante

el riesgo legal, y muy poco de la naturaleza de la

demanda de su paciente.

Probablemente estas opciones extraordinarias para

los pacientes terminales, deberían acompañarse por

regulaciones que minimicen el riesgo de abuso con

poblaciones vulnerables, así como preservar la in-

tegridad del médico.

Bioetica [email protected]

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mente el efecto liberador de la muerte (“Consolación de

Marcia”,” Cartas a Lucilio” (Carta XXIV y Carta

LXI), pero especialmente en “De la Ira” escribe

“¿Quieres la libertad? Elige una vena cualquiera de tu

cuerpo”. De hecho se suicido dejándose desangrar en su

casa.

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16. Karen Quinlan presentó muerte cerebral por paro

respiratorio (luego de utilizar diazepán + alcohol)

Estuvo 9 meses en coma con asistencia respiratoria me-

cánica. Sus padres solicitaron la desconexión del

respirador y el hospital se negó a hacerlo. La corte de

New Jersey fallo a favor de la solicitud. Fue desconecta-

da y comenzó a respirar espontáneamente. Continuó en

estado vegetativo 9 años más.

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