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Las normas fundamentales de las citas bibliográficas de John Fulton

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Las Normas Fundamentales de las Citas Bibliográficas

PLÁTICA DIRIGIDA A LOS QUE

ESCRIBEN TRABAJOS CIENTÍFICOS

P o r JOHN F. FULTON M. D.

Profesor de Fisiología en la Univcrsidad de Yalc, E. U.

Traducida por el DR. F E L I P E M E N D O Z A

Reimpreso de LA PRENSA MEDICA MEXICANA

Vol. Xí, p.p. 95-99, 1946. M á x i c o

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LA PRENSA MEDICA MEXICANA, al publicar ahora la interesante conferencia del gran escritor y fisiólogo John F. Fulton, dictada años atrás, el 28 de abril de 1933, ante los candidatos al doctorado en Medi cina, Ciencias o Fisiología de la Universidad de Tale, lo hace con la convicción de que esta plática, cuyo estilo llano se ha conservado, será de enorme utilidad para los médicos de habla hispana que en número cada día creciente aspiran a contribuir al enriquecimiento de la literatura médica.

Se tradujo del Bull Med. Libr. Assn. 1934 N. S. 22, 183-197, y .se publica con permiso del Bulletin of the Medical Library Association y con autorización del autor.

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L A S N O R M A S F U N D A M E N T A L E S DE LAS CITAS B I B L I O G R Á F I C A S

"No hay mejor medio para perpetuarte que ser el autor de una buena bibliografía. Mientras la "Historia Animalium" yace olvidada, el nombre tic Conrad Gcsner se conoce por su "Bibliotheca". Cien personas consultan las bibliografías de Haller por una que lee sus otros trabajos, y años después que la iniquidad del olvido haya cubierto el trabajo del Dr. Billings en el ejército... el gran "Index" de la Oficina del Cirujano General quedara como un monumento imperecedero de su fama".

Osler WILLIAM. "Memorial meeting in honor of the late Dr. John Shaw Billings. April 25, 1913. N. Y. Publ. Libr.. 1913. 17 , 511-535.

I. INTRODUCCIÓN

Un joven pidió a Routh, el viejo y pintoresco

presidente del "Magdalen College" de Oxford, poco antes de su muerte acaecida a los 99 años de edad, algún precepto que representara la experiencia de su larga y docta carrera. Routh contestó lacónicamente y con presteza: "Verifique siempre sus referencias". ([Burgon, J. W.]. Quart. Rev., Lond. 1878, 146, 30.) " La mayoría de los que trabajan en medicina y ciencias consideran la preparación de una lista de referencias ,—generalmente, sin mucha exactitud, llamada "bibliografía" '— como la desagradable

1 Muchos concienzudos escritores de asuntos de medicina y ciencia con frecuencia hacen mal empleo de la palabra "bibliografía". A menudo se ve que una lista de media docena de citas al final de un traba jo se titula descuidadamente "Bibliografía" y se pueden encontrar muchos casos en que una lista así titulada sólo incluye referencias a artículos del mismo autor del trabajo. El detenerse a considerar la definición de bibliografía haría que todo autor honrado evi tara tales despliegues inconscientes de egocentrismo (del cual yo he sido culpable involuntariamente más de una ves). Bibliografía en su sentido amplio quiere

tarea indispensable para completar un t ra bajo científico. Muchos, sin embargo, le conceden poca importancia confiados en que, al publicarse el trabajo, los editores invariablemente modifican la forma de presentación de las citas. Esta genera lizada manera de considerar el asunto de las re ferencias bibliográficas procede de dos causas: la primera, que casi nunca se enseña al estudiante la forma correcta de hacerlas y segundo que la generación más joven de escritores médicos se ha acostumbrado a depender por completo de las oficinas editoriales en lo que toca a la preparación decir descripción sistemática de libros con particular referencia a su historia, autor, impresión, publicación, ediciones, etc. En el sentido estricto más comúnmente empleado, bibliografía significa una lista de la literatura de un asunto determinado. Puede suceder que la lista de referencias al final de un trabajo abarque toda la literatura del asunto, y si tal es verdad así deberá indicarse. En realidad, las citas de una buena tesis para el grado de Doctor reunidas todas, deberían constituir una verdadera bibliografía del tema, pero por razones obvias la lista de referencias al final de la mayoría de los trabajos debe rotularse "referencias", o "citas" y no "bibliografía".

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sistematización y verificación de referencias de la literatura.

Me gustaría traer a cuento algunas verdades lanas antes de discutir con detalle el asunto, -a primera es que una considerable experiencia en revisión de ensayos, tesis de doctorado en f isiología y manuscritos más extensos sometidos a mi opinión por editores y publicistas, me ha convencido de que el carácter de las citas bibliográficas proporciona un índice casi infalible del mérito científico de un trabajo y del cuidado con que ,a preparación científica de todo ¿1 ha sido hecha. Si no hay congruencia en el modo de citar, si algunos números de volúmenes se dan en ca racteres arábigos y otros en romanos, si las iniciales de un autor se incluyen en un sitio y no en otro, y si las abreviaturas de las publicaciones son cambiantes e ilógicas, todo ello sugiere fuertemente que el autor del trabajo es des -cuidado y que, probablemente, es tan desordenado en su manera de pensar y en sus experimen tos de laboratorio como en el manejo de las re ferencias. Si, por el contrario, todas las referencias están asentadas de manera uniforme, con abreviaturas congruentes, y con respeto al "um-laut" alemán y a los acentos franceses, el ma nuscrito en sí puede o no ser bueno, pero es necesario examinarlo más cuidadosamente. Me doy cabal cuenta de que personas con mente mecanizada, con manía de la uniformidad (que llega a veces a una neurosis de compulsión), pueden preparar bibliografías de hermosa congruencia y no ser capaces de ninguna otra cosa, pero tales individuos rara vez llegan al grado de escribir una tesis o un libro. ~~ No hay razón para negar el hecho de que la idea de sustentar esta conferencia nació de un agudo sentimiento de horror provocado en mí por la reciente revisión de los primeros borradores de un gran número de intentos literarios

sometidos a mi consideración por varios miem bros de este Departamento. Admito que, en último análisis, soy culpable de las herejías bibliográ ficas de que me veo rodeado, ya que poco me he preocupado de tratar este tema, y el ejemplo, aunque sistema ideal de enseñanza, debe a veces completarse con una pedagogía agresiva. Por lo tanto, me propongo considerar unos cuantos de los principios básicos para hacer citas de la literatura, con la firme creencia en que dicha ex-posición vendrá a ahorrarles trabajo y perplejidades, y con la esperanza de que pueda estimular al Departamento en conjunto para lograr un común denominador de precisión, integridad y congruencia en la bibliografía, que servirá de útil ejemplo para otros.

Es doble el f i n perseguido en las referencias bibliográficas de un trabajo científico: han de servir, en primer lugar, para dar indicación precisa de la fuente de una aseveración dada, y en segundo lugar, deben proporcionar una descripción clara y concisa de la naturaleza y alcance del documento impreso en que se va a encontrar lo expuesto. Las razones de esto deben ser J aún más evidentes para el hombre de ciencia que para nuestros colegas en literatura o historia, no obstante que ellos generalmente atienden más que nosotros a las sutilezas de las citas literarias. En pocas palabras, las razones son éstas: una cita constituye parte integrante de la prueba científica cíe un trabajo. Si un escritor hace una lista de la li teratura sin dar al lector la oportunidad fácil de verificar su aseveración, ha omitido un elemento importante en su cadena lógica, con lo que puede sembrarse la semilla de la duda en la mente del lector que puede empezar a preguntarse si no será igualmente difí cil encontrar, en los propios protocolos experimentales del autor, la base de sus deducciones y conclusiones.

II. REFERENCIAS A PERIÓDICOS

El estudio de la técnica de citas bibliográficas se divide naturalmente en dos partes: referencias a periódicos y referencias a libros. En cierta forma las observaciones que siguen en esta sección se aplican a ambas, y será innecesario examinar por separado muchos puntos en la parte correspondiente a libros, exceptuando aquellos en los que los libros presentan problemas especiales.

I. AUTOR — La opinión del lector acerca del valor que tenga una ci ta como prueba cien-

tífica está determinada en gran parte por el co -nocimiento de varios hechos importantes. En primer lugar, ¿quién es el autor, Delafield Dubois, por ejemplo, o su primo Eugenio; J. B. S. Haldanc o su padre J. S., porque estos individuos son tan diferentes como interesantes. En otras palabras, la referencia debe identificar cla ramente al autor. Ordinariamente las iniciales bastan para este fin, pero a veces se necesitan los nombres completos; y si esto no es suficiente, como en el caso de los 31 "Juan Adames" de la

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nueva edición del General Catalogue of Printed Books del Museo Británico (vol. a, 1932), tam-bién deberán añadirse las fechas de nacimiento y muerte. Algunos opinan que la referencia de be servir también para identificar el sexo del escritor, y en las bibliografías en que sólo se dan las iniciales de los varones, las mujeres se señalan con la inclusión de su nombre de pila. Con los nombres de dos vocablos es esencial averiguar cuál es el que corresponde al autor, por nacimiento; por ejemplo, en el caso de nuestro distinguido colega de este departamento "Dusser de Barenne" tal nombre completo le correspondió por nacimiento y después le fueron añadidos "Joannes Gregorius". Entonces, el doctor Dusser de Barenne aparece en la letra D y no en la B en una bibliografía científica. Para otros problemas de la ordenación alfabética de los nombres, v. gr.: qué hacer con los prefijos "d", "de", "von" y "van"," yo recomiendo sin ironía el Directorio de Teléfonos de la ciudad de Nueva York, que, aunque menos preciso, tiene alcance un poco mayor que el General Catalogue of Printed BOO/ÍS del Museo Británico, y está arreglado con buenos principios de ordenación alfabética.

2' TÍTULO.--En segundo lugar se desea conocer el título completo de una cita. Una refe rencia como "Buey, Bram, 1931" no ayuda mucho, pese a la gran admiración que podamos tener por el doctor Buey o su excelente órgano de publicación; pero cuando se encuentra:

(i) BUCY, P. C. Reflex-grasping asso-ciatcd with tumours not involving the frontal lobes. Bram, 1931, vol. 34, pp. 480-491. [o 1931, 54 480-491]

o bien

(ii) BUCY, P. C. (1931) Reflex-grasping associated with tumours not involving the frontal lohes. Brain, vol. 54, pp. 480-491.

se sabe que en 1931 el doctor Buey puso en tela de juicio el valor de localización del síntoma de prehensión refleja en ciertos casos clínicos, y que ello debe haber representado su distinguida opinión, puesto que el trabajo ocupa once páginas impresas. De paso se supone que el editor

• Una regla segura consiste en no ordenar a un autor de acuerdo con su prefijo, a menos de que sea inglés.

de Bram lo forzó a escribir "tumours", con la "u", y uno se pregunta si el doctor Buey cometió el error de insistir en la separación con un guión de "reflex-grasping", o si también esto fue una disposición del editor; pero considérense o no estas cosas, al transcribir un título se deben respetar escrupulosamente todas las extravagancias de ortografía y puntuación, aun cuando obviamente sean incorrectas o se presten a confusión, poniéndose "sic" entre paréntesis cuadrangulares después de un error evidente. Ahora bien, puede suceder que el mencionado autor, o algún otro, tenga ocasión de escribir más sobre el reflejo de prehensión y resulta conveniente citar un punto importante de su trabajo de 1931 no especificado en el título. Así, en la página 489 afirma que "en presencia de una hidrocefalia interna acentuada con presión intracraniana aumentada se reduce gran-demente el valor del reflejo de prehensión como signo de localización". En una sola frase explica, pues, la base de su bien fundado escepticis mo, y claro que es conveniente llamar la atención acerca de ello específicamente. Esto puede lograrse de dos maneras. La frase puede citarse en una nota al pie, indicando el número de. la página, o se puede aludir a ella en el texto. Des graciadamente muchos escritores inexpertos suponen que sus referencias bibliográficas añadidas al final de un trabajo tienen el fin de citar páginas específicas, y en lugar de dar la primera página del artículo dan la página en que ha de encontrarse la aseveración de que se trate. Esto acarrea errores y confusión y viola uno de los primeros principios del modo moderno de citar. Todo lo anterior nos lleva, pues, a dos importantes conclusiones:

(i) La referencia a página para una afirmación específica debe hacerse en el texto del trabajo, o en una nota al pie de la misma página.

(ii) La cita bibliográfica completa, que da la naturaleza y alcance del documento im preso en cuestión, incluso la paginación total, debe ponerse en la lista bibliográ fica anexa y solamente allí.

Por ejemplo, puede suceder que se quiera hacer referencia en otro lugar a una segunda afirmación específica del trabajo del doctor Buey. Si se incluye la página especial en la referencia bibliográfica final, se necesitaría entonces repetir tal referencia bibliográfica por entero para la segunda vez que se remite al lector al trabajo

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original, lo que a las claras es indeseable; pero de acuerdo con los principios que se acaban de mencionar es muy sencillo insertar en el texto una segunda o tercera cita de página, en un sitio adecuado, o en otra nota al pie.

3. REVISTAS Y sus ABREVIATURAS.—Un tercer factor de importancia en una referencia es que se pueda conocer por ella la publicación a la que la cita alude y, en tanto que los títulos de los trabajos no deben abreviarse y en ningún caso deberán modificarse en su ortografía, es práctica común abreviar el título de la publicación de acuerdo con normas convencionales que permiten averiguar el idioma en que está escrita. Los principios convencionales que se emplean para abreviar difieren en los distintos países y en las diversas oficinas editoriales, pero por fortuna hay una tendencia creciente hacia la uniformidad, gracias sobre todo a las enérgicas medidas tomadas por grandes centros de publicaciones científicas, tales como el Instituto Wistar, la American Medical Association, el Journ al of Physiology inglés, la Surgeon-Gcneral's Office, etc. Permítaseme desde luego decir que la abreviatura de "Physiology" es "Pltysiol", y no "Phys." que si se emplea lleva a imperdonable e irremediable confusión con publicaciones de física (physics) y físico-química (physical chemistry). Y de igual manera la abreviatura de "Experimental" en todos los idiomas es "Exper." y no "Exp.". The World List of Scien tific Periodicals (1925), la American Medical Association, el Journal of Physiology y otras pu-blicaciones influyentes han dado a conocer listas de abreviaturas uniformes, pero en último análisis no importa si ustedes siguen una cualquiera de tales listas siempre y cuando sean congruentes con ustedes mismos y hayan meditado con profundidad el asunto para que las personas sensatas tomen en cuenta seriamente sus prefe -rencias. Así, yo personalmente prefiero "Jour.", o,"Journ." como abreviatura de "Journal" y no la "J" mayúscula, muy abreviada, que se ha adoptado recientemente por la mayoría de las oficinas editoriales de revistas. Mi preferencia se basa en el hecho de que la letra J" también representa a "Jahrbuch" y, además, desde los tiempos clásicos, en latín se ha empleado la "J" como equivalente de la múscula "I", es decir de la cifra romana que representa uno. Sin duda que ésta es só lo una pedante objeción, y estoy dis puesto a ceder en este punto con una oficina editorial, pero en mis bibliografías personales siempre empleo la abreviatura más larga.

Merece mencionarse otra norma para abreviar. De acuerdo con algunas autoridades, la abreviatura ideal estaría constituida sólo por las consonantes de la palabra, y así "Zeitschrift" no debería ser "Zeits.", sino "Zs." o "Ztschr.", y mu chas listas de abreviaturas se basan en esta regla. Creo que no hay motivo para herir la vis ta con aglomeraciones de letras como "Ztschr." que realmente causa más extrañeza que una simple contracción monosilábica como es "Zeits."; además, en un catálogo extenso, o en una lista mundial es difícil identificar una abreviatura que altera la primera sílaba. Anteriormente se acostumbraba dar el sitio de

publicación, aun de las revistas, y si se examinan las referencias a la literatura que se hacen en el "Textboo k of Physiology" de Scháfer se encontrará que las referencias a revistas van precedidas o seguidas del nombre del lugar de su publicación. Es clara la conveniencia que hay todavía en indicar el sitio de publicación en todos los casos de revistas que tengan el mismo nombre, o aproximadamente el mismo, y publicadas en diferentes países; por ejemplo, la referencia "Proc. Roy. Soc." es demasiado breve, puesto que hay Sociedades Reales (Royal Socicties) en Edimburgo, Londres, Canadá, Holanda, Sud-Africa y Australia y, por lo mismo, es preferible escribir "Proc. Roy. Soc., Lond.", siempre que se haga referencia a los Proceedings of the Royal Society de Londres. Sin embargo, en Londres hay tendencia a suponer que sólo existe una "Royal Society" y se omite con frecuencia el sitio de la publicación. A pesar de esto, está tan arraigado el hábito de indicar el sitio de publicación de las revistas, que en el índice de trabajos del Journal of Physiology, que se da gratuitamente a los suscriptores, se encuentra uno con que la referencia sólo reza "London and Cambridge, J. Physiol.". Aun cuando se puedan tener ciertas ideas fijas acerca de lo completo de las referencias, yo considero esta reminiscencia como pedantería sin sentido. La Cambridge Press tiene una oficina en Londres (seguramente su oficina principal), pero también tiene grandes oficinas en Bombay, Calcutta, Tokio, etc. En realidad, si fueran congruentes, la referencia debería decir "London, Cambridge, Bombay, Calcutta, Tokio, etc., J- Physiol.".

4. FECHA DE PUBLICACIÓN.- En casi todas las revistas médicas y científicas se acostumbra actualmente que el año de publicación siga inmediatamente a la abreviatura del periódico (Véase Buey i, citada arriba), o se pone entre paréntesis

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después del volumen y las páginas. Por otra parte, en las revistas de biología en las que las citas en el texto se hacen sólo de acuerdo con el año, éste sigue inmediatamente después del nombre del autor, es decir antes de que se dé el título (Véase Buey, referencia ii) . Ésto tiene claramente la ventaja de que permite captar la techa inmediatamente después de leer el nom-bre del autor. Y, por lo tanto, la posición de la fecha depende claramente de la manera de citar en el texto. Si se emplea bibliografía numerada es preferible colocar el año inmediatamente des pués de la abreviatura de la publicación. A me nos de que haya motivos especiales para hacerlo , por ejemplo discusión de prioridad, no hay rajón para dar el mes de publicación. Sin embargo, l;l American Medical Association todavía lo acos -tumbra, con gran costo, basada en que pocos mé -dicos encuadernan sus revistas. De igual manera no hay ninguna razón válida para dar el número de la revista en que aparece un trabajo dado, ya que tal número generalmente no puede identificarse en el ejemplar encuadernado de un volumen.

Otra forma bibliográ fica jactanciosa, sobre la que se insiate algunas veces, consiste en dar fechas dobles; por ejemplo, cuando el volumen en que aparece un trabajo determinado cubre un período, digamos de diciembre a abril, se dan las fechas que abarcan los dos años, v. gr. . 1930 -31. Mi argumento siempre ha sido que un trabajo o apareció o no apareció en un año dado y que esto puede saberse con un examen cuidadoso del volumen. Si apareció en el primer número, di -ciembre en el caso supuesto, la fecha 1930 deberá darse sola, ya que se refiere al artículo en sí y no al volumen en que apareció. Esta es una de las razones para poner la fecha antes del volu -men. Pero por supuesto que deberá tenerse cui-dado para no confundir la fecha en que se reci bió un manuscrito para su publicación con la fecha real en que fue publicado. Esta última es la parte esencial de una referencia.

5. EL NUMERO DEL VOLUMEN. — A continuación de la fecha deberá indicarse el número del volumen, y afortunadamente se ha hecho casi universal la costumbre de es cribir los números de los volúmenes en cifras arábigas. La dificul tad que tienen muchas personas inteligentes para reconocer números tales como 189, por ejemplo, cuando se dan en signos romanos pequeños sobrepasa francamente a la pretendida ventaja de distinguir el volumen y las ' páginas dando aquél en romanos. El asunto de si deben incluirse

las abreviaturas "vol.", "Bd.", o "tóm." antes de los números correspondientes al volumen, queda en gran parte sujeto a la preferencia personal, aun cuando muchas de las publicaciones de biología todavía insisten en incluir dichas abreviaturas. Si se prefiere emplearlas, para mantener la referencia totalmente en el lenguaje de la publicación citada es esencial usar la abreviatura convencional del idioma de que se trate, y así sería "Bd." para la palabra alemana "Band", o "tom." para la abreviatura francesa correspondiente. Sin embargo, en los últimos años ha habí • do tendencia a poner el número de volumen en itálicas o en negritas, sin la abreviatura de la palabra volumen, práctica que rara vez acarrea confusión.

A veces la colección de una revista está formada por diferentes seríes, y una nueva serie se indica, en ocasiones, con "N. S.", antes del número del volumen; con letras, si las series son simultáneas y paralelas, como en el caso de Pro -ceedmgs of the Royal Society de Londres. En este caso, la prácica generalmente adoptada consiste simplemente en poner las mayúsculas "A", o "B", según el caso, inmediatamente antes del número del volumen, sin utilizar la palabra "Seríes". Así para "Proc. Roy Soc. Lond.", se puede escribir "A 105" en lugar de "Serie A, vol. 105".

6. PAGINACIÓN.—Es imposible indicar el alcance de un trabajo científico sin dar idea de su extensión, y por ello ninguna referencia bibliográfica estará completa a menos de que se indiquen la primera y la última páginas. Si se da una sola página, nace desde luego la duda de si se trata de una nota preliminar o de una sesuda exposición, y en caso de tratarse de este último supuesto se quiere conocer si la referencia es de un artículo de dos páginas o de uno que comprende quinientas. Quisiera dirigir la atención de los candidatos al'Ph. D. particularmente a este punto, porque al intentar verificar las referencias indicadas en el borrador preliminar de una tesis que vi recientemente, encontré siete errores en las referencias a páginas, en la primera hoja de la lista de referencias; en cada cita sólo se daba una única página, las referencias de página generalmente estaban equivocadas y la mayoría de citas eran de notas preliminares. De todas las ocasiones en que puede cultivarse la plenitud bibliográfica me parece a mí que la tesis de Doctor asume una posición de primera importancia, porque no es sólo la principal y en algunos casos la única oportunidad para el desarrollo de esmerados hábitos para citar, sino

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que evidentemente es una ocasión en que debe reunirse hasta el último átomo de pruebas cien-tíficas para apoyar la tesis de que se trata.

7. DIVERSOS .—En una referencia bibliográfi ca siempre es permisible indicar cualquier carac-terística adicional del artículo que merezca men-ción particular, después de haber citado debida -mente el año, el volumen y las páginas. Por ejemplo, las revistas zoológicas siempre indican el as pecto ilustrativo, láminas especialmente. Indudablemente que esto es una reminiscencia de la época en que las láminas litográficas constituían un carácter especial y costoso de una revista y me recían mención especial. Pero hay una razón más para referirse a las láminas incluidas, aun actualmente, porque puede suceder que no estén comprendidas en la paginación ordinaria del ar-tículo y, por to tanto, la cita es incompleta si no se menciona su existencia. El método ordinario de indicar las láminas consiste en el uso de abreviaturas convencionales "pl.", "Taf." "tav", "fig", etc., respectivamente, de acuerdo con el idioma del t í tulo :

"pl." = píate o planche "Taf." = Tafel "tav." = tavola. "fig." = figura.

Debe notarse que "9 Taf." indica nueve láminas insertadas separadamente, mientras que "Taf. 9" se refiere a la novena lámina. Si hay ilustraciones en color es conveniente anotar esta c i r cunstancia,

y si el trabajo está profusamente ilus trado en las páginas ordinarias de texto, puede añadirse la

frase "profusamente ilustrado", entre paréntesis cuadrangulares.

Por razones que para ustedes deben ser evi -dentes, siempre he tenido la costumbre de llamar la atención acerca de trabajos que tengan biblio -grafías precisas y útiles. Esto puede indicarse muy sencillamente después de las referencias formales, poniendo ent re paréntesis cuadrangulares "buena bibliografía", "bibliografía completa", o a lguna otra designación apropiada.

8. PUNTUACIÓN E ITÁLICAS.—La puntuación de una referencia bibliográfica es asunto de con siderable importancia y determinado en buena parte por las normas convencionales adoptadas en el orden del autor, la fecha, etc. En general, el apellido del autor se da en primer lugar, de preferencia en mayúsculas, y se le hace seguir de sus nombres de pila o las iniciales correspondientes. También cuando los autores son dos o más es costumbre que su apellido preceda a sus iniciales; por ejemplo, JACOBSEN, C. F. y KENNARD, MARGARET A. En cualquier caso se necesita un punto entre el nombre del autor y el principio del título. El empleo de los dos puntos no es atractivo desde e\ punto de vista estético y no tiene justificación especial, realmente. Muchas oficinas editoriales insisten en poner todo el título del trabajo entre comillas. Aun cuando a menudo es útil, no es esencial para la claridad, si se da en itálicas el nombre de la publicación. Si no se emplean itálicas para el nombre de la publicación, son muy convenientes las comillas para el título del trabajo, que debe ir seguido de un punto.

En los periódicos extranjeros es casi universal el empleo de itálicas para los nombres de publicaciones y de títulos de libros de todas las ramas del saber, lo que también se acostumbra en algunas revistas norteamericanas, especialmente en las dedicadas a historia y literatura. Yo prefiero este sistema porque es atrayente, aumenta la claridad de la cita y, además, hace innecesario el empleo de comillas para los títulos de trabajos aparecidos en revistas. En forma semejante, cualquier referencia que se haga en el cuerpo del texto a una publicación deberá asentarse en itálicas.

Comas es lo único que se necesita para separar fecha, número de volumen y paginación, y la referencia debe cerrarse con un punto y aparte, aun cuando la fecha se coloque al final entre paréntesis.

Posteriormente se tratará el tema del uso de mayúsculas en los títulos.

III. REFERENCIAS A LIBROS

En lo concerniente a citas de libros científicos existe mucho mayor confusión que cuando se trata de referencias a publicaciones, y la confusión se debe principalmente a las formas convencionales completamente variables y a veces torpes que actualmente emplean los publicistas y las

grandes oficinas editoriales. Aun la American Medical Association, que ha gozado de la bien merecida fama de prestar más atención a las mi-nucias bibliográficas importantes que ninguna otra oficina editorial en el mundo, es incompleta en sus citas de títulos de libros. Tal oficina es

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culpable de abreviaturas ininteligibles de títulos, de no escribir los títulos en itálicas, y de no dar orientación del alcance del libro de que se trata, por no indicar la paginación total. Sin embargo, en los últimos años, la American Medical Assüciation, a diferencia de otros editores de obras médicas, ha dado el lugar de publicación y el nombre del editor de todos los libros citados.

La información mínima que debe compren der la cita de un libro -está constituida por el apellido principal y las iniciales del autor, el título completo transcrito con precisión de la página inicial del libro, y no del título de las pastas, junto con subtítulos, siempre y cuando sean de razonable longitud. Si se omite cualquier parte del título, como se necesita, a menudo, en largos títulos del siglo XVlI deberá indi-carse claramente la omisión con tres puntos. De acuerdo con la norma de poner en itálicas los nombres de las revistas, es altamente recomendable poner también en itálicas los títulos de los libros y, de igual modo, usar itálicas si en el texto se hace referencia al t í tu lo exacto. A continuación del título, viene el lugar de publi cación y deberá indicarse también el estado o provincia, si se trata de una pequeña población, como Sprmgfield en Estados Unidos de Amé rica que se presta a confusión debido a que hay varios poblados del mismo nombre. Después de la población se da el nombre registrado del edi-¡tor, luego la lecha, y finalmente la paginación seguida del número correspondiente a la edición del libro. Es absolutamente esencial saber si se trata de un breve folleto de diez o quince páginas, de una tesis francesa de veinte páginas, o de un tratado de doscientas. Si el libro está en dos volúmenes debe anotarse este hecho después de la edición, y se dará la paginación de cada volumen.

i. PAGINACIÓN.—Existen considerable diferencias de opinión en cuanto a si ha de darse o no la paginación en una referencia de libro, y en caso de hacerlo qué detalles es conveniente observar. En la mayoría de libros modernos la materia preliminar se numera con tipos romanos pequeños y, por lo mismo, es recomendable indicar las hojas preliminares con paginación en cifras romanas y las páginas ordinarias del texto con números arábigos. Como a propósito de las ilustraciones, debe notarse que "p. 211" indica la página doscientos doce, y que "212 pp." indica que el libro tiene doscientas doce páginas. Una cita adecuada del libro del Dr. Hitchcock servirá de útil ejemplo:

HITCHCOCK, D. I. Physical Chemistry for students of biology and medicine. Springfield, 111,, Charles C. Thoraas, 1932, xii, 182 pp. [o, xii -J- 182 pp.}

Tal cita es sencilla y basta por sí misma para permitir a cualquiera pedir el libro sin compli -caciones adicionales, y da otras importantes in -formaciones científicas. En primer lugar, el libro está destinado a estudiantes y es obvio que no es un tratado, ni un manual. Es también breve ya que el texto sólo ocupa 182 páginas. A la cita se podría haber añadido "referencias útiles", entre paréntesis cuadrangulares, porque da referencias de los principales tratados de físico -química y de importantes trabajos recientes sobre el asunto; y en cuanto yo sé, nadie ha des cubierto un error en ninguna de las citas. Sin embargo, las normas que gobiernan sus citas son esencialmente las de la American Chemical So -ciety que desgraciadamente no da la paginación de los libros.3

Vamos a considerar ahora dos problemas se-parados relativos a los libros modernos. El primero de ellos trata de las citas hechas dentro del cuerpo del texto; y los principios que se aplican son los mismos que para las citas de revistas. Si se desea llamar la atención acerca de un párrafo especial de un libro, deberá hacerse en el texto o en una nota al pie de la página, acompañando al texto. Si la bibliografía está numerada, una sencilla referencia como HITCHCOCK (22, p. zoo, párrafo 2)", no desfigura el texto y en conjunto es preferible a una nota al pie, ya que cuando éstas son breves son un

3 Debe subrayarse que la cita anterior del libro del doctor Ifitchcock sólo contiene el inhumo de detalles esenciales para una bibliografía útil en un trabajo científico. Cuando se trata de libros mus antiguos, se plantean problemas más fundamentales en la técnica de descripción. Si están impresos antes de" 1800, generalmente se indican sus dimensiones físicas, junto con la forma en que se doblaron los pliegos originales, es decir, si se trata de un duodécimo, octavo, cuarto, o folio. Muchos libros primitivos no tenían páginas numeradas y por lo tanto la descripción del contenido se da con foliación (el número de hojas), o por "rúbricas", es decir, aprovechando la antigua costumbre de los impresores de marcar con letras en orden alfabético los sucesivos cuadernos que hacen un Hhro. Así, si el pliego **A" fue doblado una ves, el libro es un "folio" y se hará referencia a las hojas "A r" y "A a"; si fue doblado dos veces constituye un "cuarto" y la referencia se hace a hojas "A i" hasta "A 4"; v si en ves de dos se le doblaba tres veces formaba un "octavo" y el primer legajo de ocho hojas se numeraba "A i", "A a", etc., hasta "A 8". Estas considera-ciones generales no afectan al escritor científico mo-

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estorbo para los impresores y están sujetas evi- dentemente a errores de colocación.

Si los libros aparecen en varios volú menes, esto deberá indicarse en la referencia bibliográfica y, estrictamente hablando, debe darse la pagi' nación de todos los volúmenes. Sin embargo, esto acarrea trabajo innecesario cuando se trata de libros de más de dos volúmenes, y en tales casos es posible tratar la obra como si fuera una re' vista, dando en la cita en vez de "4 vols.", "vol. 4", y luego la paginación del volumen en cues tión, en vez de la paginación de los cuatro vo -lúmenes. Si por otra parte la paginación de los dos volúmenes de una obra es sucesiva, se hace indispensable en las citas hechas en el texto indicar el volumen, por ejemplo: "(22, vol. i, p. 263)". Aquí también es pereferible manejar la cita dentro del texto y no al pie de la página.

2. Uso DE MAYÚSCULAS LN LOS TÍTULOS.— La única costumbre de la American Medical As-

sociation en que he encontrado serias incongruen -cias es en el uso de mayúsculas al principio de pa -labras importantes en los títulos de trabajos publi-cados en revistas y en los títulos de libros. En ge-neral, dicha oficina editorial tiende a poner con mayúscula las palabras principales de los títulos de los trabajos y, aunque pueda parecer extraño, rara vez pone con mayúsculas las palabras del título de un libro; pero no hay uniformidad y el resultado queda al azar en sus varios periódicos. A mí me parece que la única regla pruden te es no usar mayúsculas" en los títulos de trabajos o de libros, a menos de que sean nombres propios o nombres alemanes que gramaticalmente requieran mayúsculas. Esta sencilla regla evita todas las notorias incongruencias que constantemente aparecen en las bibliografías de la American Medical Association, y en la bibliografía de cualquier estudiante que trata arbitrariamente de decidir qué palabra de un título merece escribirse con mayúscula.

IV. LA PREPARACIÓN DE CITAS BIBLIOGRÁFICAS PARA QUE SEAN PUBLICADAS EN UNA REVISTA

DETERMINADA

Hay una franca distinción entre los principios que comprende la preparación de tesis para obtener grados superiores, en las que deben incorporarse las mejores tradiciones literarias de la escuela donde se escribe la tesis, y el problema subsidiario de preparar un trabajo breve, posiblemente una fracción de la tesis, para publicarlo en una revista científica. Todas las publicaciones de cierto valer tienen normas bastante definidas en relación con la forma literaria y las citas bibliográficas. Algunas revistas, dentro de límites un poco estrechos, toleran las preferencias del autor, lo que a menudo se aplica al asunto de incluir u omitir los títulos de las citas individuales. En las nueve publicaciones periódicas controladas por la American Medical Association los títulos completos y precisos son esenciales para todas las citas. En el Tale Journal of Bioíog_v and Medicine es optativo el incluir o excluir

derno, a menos de que llegara a tener la temeridad de mandar al lector a una página sin número de los trabajos de Harvey, o de Robert Boyle, o a algún otro escritor igualmente errático de los siglos XVI o XVII. Se enfrenta entonces con un problema, y si no está al tanto de como se hacían los libros de esa época, tendrá gran dificultad para dar una orientación inteligible al ansioso lector.

los títulos en las referencias, pero se prefieren los títulos, a menos de que sea muy grande el número de citas. Desgraciadamente el American Journal of Physiology, en un equivocado intento de economía, ha excluido los títulos de las referencias ordinarias.

Por lo tanto, antes de entregar un trabajo para ser publicado en una revista dada, es esencial estudiar atentamente sus normas bibliográficas. Es mucho más probable que atraiga al editor un trabajo presentado en forma aceptable para el periódico que otro con referencias anárquicas arregladas de acuerdo con algún otro sistema. Por ejemplo, un trabajo ofrecido a la American Medical Association para su publicación, debe estar cuidadosamente preparado desde el punto de vista de sus referencias, ya que la puntuación, arreglo y secuencia de los detalles de las citas es completamente distinto en sus publicaciones que en otras publicaciones medicas de este país y del extranjero. La American Medical Association mantiene un promedio de precisión y detalle mucho más alto que cualquiera otra oficina médico-editorial; y sólo es de lamentar su puntuación que no es la común y que algunas veces es confusa, y su pertinaz insistencia en las referencias al pie de las páginas que lesiona seriamente

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el valor de las citas bibliográficas cuidadosamente preparadas.

Todo esto plantea el importante problema del arreglo de las referencias. ¿Deben ponerse co-

mo apéndice final en orden alfabético, o han de distribuirse como notas al pie de las páginas; habrán de numerarse progresivamente, o deberán utilizarse las fechas para su identificación?

V. ORDENAMIENTO DE REFERENCIAS

Doce a quince es el máximo número de refe-rencias que una persona puede habitualmente retener al leer un trabajo. Si el número fuera superior deben adoptarse algunos medios para facilitar la rápida identificación. En otras palabras, cuando una bibliografía es breve, digamos de 1 a 15 referencias, no importa mucho si las referencias se distribuyen como notas de pie de página, o si se añaden al final del trabajo en orden alfabético, cronológico o cualquier otro. Sin embargo, con bibliografías más extensas son abrumadoras las razones que existen para poner las referencias en orden alfabético al final del trabajo. La referencia puede encontrarse fácilmente, y una referencia individual puede citarse quince veces, si es necesario, en distintas partes del trabajo —por fecha o por número— y se le ahorra al lector la fatigosa tarea de hojear adelante y atrás buscando notas de pie de 'página arregladas ilógicamente.

i. NOTAS AL PIE vs. ORDENAMIENTO ALFABÉTICO.—La decisión de si el arreglo que ha de darse a una bibliografía se ha de disponer de acuerdo con fechas, números o notas de pie de página, descansa enteramente en la naturaleza de los materiales y, en particular, en el número de citas. Este principio fundamental es ignorado con frecuencia, muy especialmente por editores y oficinas periodísticas, sobre todo en los Estados Unidos de América, en donde el deseo de estandarización literaria llega casi a mo nomanía. Por ejemplo, Mr. Hoeber tiene un "estilo de casa" para la ortografía, bibliografía y no sé para qué no, al que espera que se amolden todos los autores. La oficina editorial de la American Medical Association trata todas las bibliografías de la misma manera inflexible, para bien o para mal (casi siempre para bien), prescindiendo absolutamente de la naturaleza del manuscrito. Cuando un trabajo de veinte páginas impresas con 100 referencias bibliográficas tiene todas sus referencias apiñadas en notas de pie de página sin secuencia lógica, demuestra una aplicación totalmente necia de la estandarización bi-bliográfica. Sin embargo, si un trabajo similar con diez referencias fuera tratado de igual mane-

ra el resultado seria útil y razonable. Convenido que la estandarización de forma es esencial para cualquier trabajo, los publicistas y editores de-berían darse cuenta que nada se pierde sino que todo es ganancia si cada manuscrito se trata como un problema individual. Afortunadamente ésta ha sido la conducta seguida por nuestro Tale Journal of Biology and Medicine, y es claro que la literatura médica se beneficiaría enormemente si se pudiera persuadir a las grandes oficinas editoriales que emularan el razonable ejemplo del doctor Smith. Aparte de las ventajas que se abonarían a la ilustración médica con el tratamiento individual de los trabajos, el ahorro económico sería enorme; además, llevaría a una cooperación con mejor entendimiento entre muchos autores concienzudos y las grandes oficinas editoriales. La conducta autoritaria que se sigue actualmente con todos los manuscritos que se someten al Journal of Biológica! Chemistry, a la American Chemical Society y a la American Medical Association ha tenido el nefasto resultado de quitar a los autores jóvenes todo sentido de responsabilidad personal en la precisión y arreglo de sus referencias para la literatura. Unos pocos laboratorios conscientes están intentando echar de plano tal responsabilidad sobre los hombros de los escritores, y yo personalmente espero el día en que este laboratorio haya adquirido la reputación de no enviar nunca un manuscrito con una referencia errónea o incompleta y de preparar siempre sus manuscritos de acuerdo con las normas convencionales del periódico al que se destina el trabajo. Si en cambio de nuestra atención a estos detalles podemos obtener de las grandes oficinas editoriales alguna expresión de aquiescencia para cooperar, al grado de manejar los arreglos bibliográficos de manuscritos como problemas individuales habremos logrado una proeza que mucho hará para elevar el nivel de la ilustración médica norteamericana.

i. ÍDEM. IBID., Loc. CIT . y Op. cit .—A fin de evitar repetición en una bibliografía extensa en la que el mismo nombre de un autor y una publicación se suceden muchas veces, la identidad de los nombres en las referencias sucesivas

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se indica, en ocasiones, con un guión o con la palabra latina "ídem" (la misma persona) . Esta expresión debe distinguirse cuidadosamente de "Ibidem", generalmente abreviada "íbid." y que significa "en el mismo lugar". En bibliogra fía, "íbid." generalmente se refiere ¿il nombre de la publicación. Esto se ilustra bien con las siguientes referencias:

14. ECCLES, J. C. y SHERRINGTON, C. Studies on the flexor reflex. I.Latent period. Proc. Roy. Soc., Lond., 1931, B 107, 5 i i- 534> pls. 35-:,6.

15. ídem. II. The reflex response evoked by two centripetal volleys. Ibid., 535-556, pls. 37-38.

16. ídem. IV. After-discharge. Ibid., 586-596, pls. 41- 43.

17. ídem. V. General conclusions. Ibid., 597-605.

Cuando tiene importancia tomar en cuenta el espacio, estas abreviaturas generalmente aceptadas son de clara utilidad, pero hay que decir que en referencias como la anterior no se ahorra más que una línea tipográfica y algunas veces ni aun eso; por ello muchos prefieren, especialmente en una bibliografía numerada, repetir la referencia completa en cada uno de los registros.

Las abreviaturas arriba mencionadas se justifican más cuando se incluyen varias referencias dentro de cada registro numerado, pero no debe olvidarse que impresores y autores son notoriamente descuidados en el empleo de "íbid.". Por ejem plo, en la referencia anterior, el año, el volumen y la serie son casualmente los mismos, pero al ver una referencia dispuesta de esa manera nunca se está muy seguro de si el compilador de la bibliografía tomó en cuenta el año y el número del volumen.

Otras formas convencionales, a menudo em-pleadas descuidada e irreflexivamente, sobre todo por nuestros colegas en literatura e historia, son las frases "Loc. cit." ("en el lugar citado"), y "Op. cit." ("en el trabajo citado"), en refe rencias sucesivas al mismo trabajo. En un nú mero reciente de un. periódico lingüístico ameri cano vi una nota al pie de página "Loc. cit." que se refería un trabajo citado 30 páginas antes en el artículo, y con facilidad podrían darse muchos ejemplos semejantes de inconveniencia resultante del empleo de esta forma pedante y un tanto estúpida de citas reiteradas. Hay muchas maneras de evitar los inconvenientes de tales referencias de pie de página; ciertamente que la más fácil consiste en evitar todas esas desafortunadas fórmula s convencionales, lo que puede lograrse fácilmente en una bibliografía numerada u ordenada alfabéticamente.

VI. RECOMENDACIÓN GENERAL Y CONCLUSIONES

Apenas si es necesario insistir en que las re -ferencias nunca deben tomarse de una fuente se -cundaria. Si ustedes confían en los Physiological Abstracts, o en los resúmenes del Journal of the American Medical Assodatíon, o en el S^uar-terly Comulative índex Medicas es probable que incorporen graves errores, como títulos abreviados, títulos en inglés que deberían ser en algún otro idioma, fechas y números de volúmenes equivocados; y quisiera prevenirlos particularmente acerca del Qiuirterly Cumulative Index, que en la clasificación por autores da títulos bastante precisos, generalmente con omisión de los artículos "a" y "the"; pero totalmente equívocos, con ortografía modificada, traducidos y abreviados, en la clasificación por materias. Si no han podido ver el original de un artículo en la revista o libro original, tal circunstancia debe indicarse claramente con un asterisco, o de alguna otra manera. Los títulos que no estén en el

idioma original (ruso, por ejemplo) deben po-nerse entre paréntesis.

Nunca es tediosa la bibliografía una vez que se ha hecho un hábito. Si desde el principio de su carrera los estudiantes adquieren la costumbre de asentar en tarjetas las referencias completas de los trabajos que leen, el acabado de la referencia se vuelve un proceso puramente au tomático; y cuando se ha engranado con firmeza en la mente una forma estándar, se hace innecesario pensar más en el asunto. Al fincar una forma estándar ésta ha de ser, de preferencia detallada puesto que es mucho más fácil reducir una referencia que amplificarla. Aun cuando se esté preparando un trabajo para el American Journal of Physiology, frecuentemente los títulos son del máximo valor posible para preparar la introducción histórica del trabajo en sí mismo. En realidad, una bibliografía sin títulos , si se hace en forma de índice de tarjetas es tan

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inútil para el mismo estudiante como para cualquier otra persona.

El que escribe una tesis para doctorado en medicina o en filosofía (M. D. o Ph. D.) está en los campos Elíseos, en cuanto se refiere a la bibliografía, porque puede marcar sus propias normas y por única vez en su vida puede dar expresión cabal a sus preferencias y a su sentido de los valores literarios. No lo dejemos que asuma su responsabilidad a la ligera, porque la oportunidad que se le presenta es esencialmente para cultivo de sí mismo, de su discernimiento literario

y de sus principios de valoración y exactitud. Recordémosle que como en el mundo de las letras, así en el de la ciencia, s ólo hay un pecado imperdonable: una cita bibliográfica errónea. Quisiera, pues, concluir como empecé, con la pun -zante observación del presidente Routh: "Siempre verifiquen sus referencias"; y si me permi ten hacer una recomendación práctica: asegú rense de verificarlas en las fuentes originales des pués que han sido escritas a máquina por última vez; o si ya están impresas, verifíquenlas en la prueba de página mejor que en la de galera.