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tieron en su ropaje político im-

peria por varos siglos hasta laactualdad

Las depredaciones y saqueos

de ciudades como Nombre deDios, Portobelo, Cruces y el per-manente asedio a la antigua ciu-dad de Panamá, fueron comoan'_mcios precursores de la sobç-

ranÍa a la defensiva, que sería eldestino histórico del istmo.

El teniente Juan de Oxeham,-compañero de andanzas del ca-pitán W. Drake- en 1675 hizo

de las suyas en las Islas de lasPerlas. El tristemente famoso

Baskervile invadió el suelo ist-meño en 1595 al acecho de laci u dad de Panamá con 750hombres y aunque su intentofue fallido, sembró el terror y elfuego el 12 de enero de 1596en la población de Nombre deDios.

Pareciera que los istmeños po-drían trabajar en paz, pero elinexorable sino del vasallaje sehizo presente tres cuartos de si-glo después de la piratesca ac-ción de Baskervile, con la apari-ción en tierra panameña del pi-rata por antonomasia, Enrique

Morgan. Este señor de horca ycuchilo se apoderó de Porto-belo el 29 de julio de 1668 yarrogante y jactancioso respon-

dió a la actitud pacifista del Go-

bernador de Panamá con el en-vío de un decidor presente: unapistola francesa que prometía

recuperar personalmente. Y asangre y fuego cumplió su co-

metido, dando culminación asu neroniana sicologÍa con el in-

2

cendio de la colonial y marnaciudad de Panamá, cuyas ruinasson hoy testimonio de la avari-cia de la corona inglesa y del

espíritu de resistencia panameñacontra la política de la "tajada"imperialista, que siempre persi-guió la dispersión política, eco-nómica y territorial de Panamá.

El corte transversal u horizon-tal, la tajada real, supuesta o

deseada, se adentró como te-mor, angustia o actitud de luchaen el espíritu nacional paname-

ño.

I

La soberbia imperial británi-ca, por otra parte, rondó sobre

el istmo, cual "rueda karmáti-

ca" , desembocando en el blo-queo marí timo del puerto dePanamá poco más de un siglo ymedio después de las piratescashazañas de Morgan; pues toman-do como pretexto la sentenciacondenatoria de un juez pana-

meño contra un vIce-cónsul in-glés se desató la furia de Albióncon la amenaza de operaciones

navales agresivas.

Tan incierto destino de lospanameños provocó al liguistacolombiano Rufino J. Cuervoaquella frase que siempre fué lapromesa de un epitafio para lanacionalidad panameña: "El quequiera conocer a Panamá quevenga porque se acaba".

Esta posibilidad rondó en eltiempo, bajo el aliento de unjuicio inolvidable, de un cronistade la piratería que acompañabaa Drake: "Todos nos detuvimos

y miramos por un largo rato el

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lugar de donde fluía todo el orodel mundo.." (2).

11. SIMBOLO IMPERIALISTADEL PECULADO

Bajo los auspicios expansio-

nistas del capitalismo francés, laconnotación lingüistica de Pana-má, trocó su contenido de tierrade peces, o su iden tificación con

un árbol legendario, para deve-nir símbolo de chantaje, nego-ciado o robo,

El fracaso de la primera com-pañía francesa del Canal, porejemplo, mereció a Federico En-

gels en una carta a Sorge un jui-cio lapidaio en que ejemplifica-

ba como "un Panamá" las lacrastípicas de la traficante burguesíaeuropea, engarzándola con el es-labón siguiente de la historia pa-nameiia, es decir, sus relacionescon la "república de hombres denegocios capitalistas", los norte-americanos. Así es como opina-ba este pensador: "Por lo de-

más, los norteamericanos le hanestado dando la prueba durantealgún tiempo, al mundo euro-peo, de que una república bur-guesa es una república de hom-bres de negocios capitalistas enque la política es tan sólo una

operación de negocios comocualquier otra; y los franceses

cuyos políticos burgueses oficia-listas lo saben y practican en se-creto desde hace tiempo, por finestán aprendiendo esta verdad

en escala nacional, gracias al es-cándalo de Panamá. Pero paraque las monarquías constitu-cionales no puedan darse airesde virtuosidad, cada una de ellastiene su pequei'o Panamá: Ingla-terra, el escándalo de las compa-ñÍas de construcción, una de lascuales, la Libertador, ha "liber-tado" por completo a un sin-número de pequeños depositan-tes de unos 8.000.000 de librasde sus ahorros; Alemana, losescándalos de Baare y Löwe Jü-denflinten (que han demostradoque el funcionario prusiano robacomo siempre, pero muy, muypoco -lo único en que manifies-

ta modestia-); Italia la Banca

Romana, que toma proporcionesde Panamá, con unos 150 dipu-tados y senadores sobornados;

tengo informes de que pronto se

publicarán en Suiza documentossobre este asunto (Schlüter de-biera buscar todo lo que aparez-

caen los periódicos sobre laBanca Romana). Y en la santaRusia, el príncipe Meshchershy

está indignado por la indiferen-cia con que son recibidas en Ru-sia las revelaciones sobre Pana-

má, y sólo puede explicárselapor el hecho de que la virtudrusa ha sido corrompida por elejemplo francés, y "nosotrosmismos tenemos más de un ra-namá en casa". (3) No existequizás un testimonio escrito me-

jor sobre ese Panamá que vivía

bajo el arbitrio del gran capital,

(2) Citado en la Revista Lotería N' 33, agosto 1958. Traducción de filusteros yBucaeros de Alfred Sternbeck.

(3) "Correspondencia", Mar - Engels. Edit. Cartago, 1957 - Buenos Aires.

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que las "memorias" de PhilippeBunau-Varila que se publicaroncomo un voluminoso libro inti-tulado "Panamá, la creación, ladestrucción y la resurrección",

Esta enciclopedia del abuso con-

tra un pueblo desvalido, estadescripción desembozada de laangurria imperialista, no es sinoel iestamento de las frustradasaspiraciones de los imperialistasfranceses que soñaban con des-lindar su imperio colonial entre

el canal de Suez y el de Pa-namá.

El ingeniero traficante usa y

abusa de los adjetivos laudato-rios al genio francés, tiene siem-

pre a la Humanidad en la puntadel lápiz, pero muestra el colmi-

llo: "Podemos mirar hoy -escri-be- en manos extranjeras la granobra que nuestro pensamientoha concebido, que nuestro oro y

nuestra sangre han hecho salirde lo imposible". (4).

Acaso el canal francés fue elprimer intento de creación de

un "capitalismo popular", puesfue financiado como decía el in-geniero traficante por 600.000familias francesas, "sin recurrir a

las finanzas públicas",

Catorce mil hombres en me-dio de un gran despliegue técni-

co asombraron al mundo, masfueron derrotados por dos for-mas de la fiebre amarilla, la en-fermedad del mosquito y la"fiebre del oro". Los intereses

polí ticos y bancarios franceses,

(4) Pág. 113, obra mencionada.

(5) Citado por Bunau- Varila.

4

la vigiancia comercial inglesa y

el nuevo Gulver del capital a laasechanza, apuraron el fracaso

de la seguda compañía francesadel Canal. Y aquÍ aparece unaideología canalera que sería pa-radoja de la poderosa Francia y

sortilegio de Panamá la pequeña.La solucióií técnica del canal

por Panamá era la feliz, frenteal fracaso de la búsqueda en Ni-caragua. Mas la prensa francesa

resumió un chantaje, que aúnperdura, así: "Es un bluff el quenos ha arancado a Panamá. Los

Estados Unidos conocían el va-lor, asi como los aspectos nega-

tivos de Nicaragua. Su amor poresta solución era simulada. Este

affaire no fue inventado sinopara hacer fracasar a Panamá".(5 ).

En vano se pretendería en-contrar al pueblo panameño enlas casi ochocientas páginas deltestamen to del imperialismofrancés redactado por Bunau-

Varila, excepto para rubricar lagenialidad de su jefe, afirmandoque "la población del istmoofreció a Monsieur de Lesseps

una entusiasta acogida".

Bunau-Varila, no desaparece-

rá con el fracaso de la Compa-

i1 ía francesa del CanaL. Como elcapital no tiene patria, el inge-

niero traficante será el gestor de

la transferencia de la obra delgenio y el oro francés al capitaly an qu i, su nombre, además,quedará en el historial paname-

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ño como sinónimo de chantajey peculado.

111. EL no SAM AD PORTAS.-Cuando el lector ex tranjero

revisa el tan divugado libro deGermán Arciniegas, Biogafíadel Carbe, se encuentra con unafrase suavemente deslizada: "Elcanal es una realización magnÍ-

fica Francia pagó la experien-

cia Colombia recibió el gol-pe... "

Bajo la santurrona inocencia

de Arciniegas, quedó oculto ma-liciosamen te el origen real de la

unión voluntaria de Panamá conla Gran Colombia, y, además, seignoraban las reiteradas intencio-,nes de los independentistas pa-

nameños. Pero, sobre todo, seignora que fue el gobierno co-

lombiano el iniciador de la in-tervención norteamericana enPanamá, ya que invocando untratado suscrito en 1846 con U.S. A., le pidió a este país que

sofocara una revuelta en Panamáy Colón en 1885 (historia quese repetiría en 1900).

Así se abría al capi tal norte-americano la puerta de acceso al"canal francés" (6). Un año des-pués, un alirante norteamerica-

no se hacía presen te en la cere-monia de traslado de la estatuade Cristobal Colón, junto a F.de Lesseps. La mirada militar yla económica se concentrabanen el istmo.

El presidente Mac Kinley, al-geró el paso, al lograr la aproba-ción de una ley por el Congreso,

en 1899, la que le autorizaba

par estudiar las posibilidades de

un canal por Panamá. Luego,mu y pron to, la com.sión presidi-da por el Contra-Almirante joOOG. Walker, informó positivamen-

te al Presidente en ejercicio Teo-doro Roosevelt.

En sucesión rápida se deroga-

ron y firmaron tratados hastadesembocar en el tratado He-rrán-Hay, que estableció las ga-rantías jurídicas de dominio delcanal por los yanquis.

El rechazo de este Tratadopor el Congreso Colombiano,desató la contradicción latenteentre el espíritu nacional pana-

meño y el vasalaje impuestopor la frustración del ideal boli-variano que llevó a la creación

de la Gran Colombia Así ocu-rrió que la independencia pana-

meiia -buscada a través de unlargo proceso- se hizo realidad

con el apoyo político del Depar-

tamento de Estado. Así, pues, laexpansión del capital norte-americano hacia el continentelatinoamericano y el resguardo

militar de sus riquezas e inver-

siones, formaron una ecuacióntransitoria con las aspiraciones

libertarias del pueblo panameño.

Tal como el imperialismo bri-tánco en su mamen to desbrozóel camino de la libertad de

(6) La concesión de los derechos del ferrocarril de Panamá a Colón a losnorteamericanos en 1850, fue un antecedente de las concesiones colombiaas

fu turas.

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América Latina frente al impe-rio español, el naciente imperia-

lismo yanqui fue un catalizadorde la independencia política de

Panamá y Cuba. Esto estaba deacuerdo con sus intereses econó-micos y políticos del instante. Yaunque los historiadores oficia-les y académicos no ven la inde-pendencia de Panamá sino en elplano de las puras negociaciones

diplomáticas y ora como despo-

jo a Colombia, ora como la me-

ra acción imperialista resumida

en la frase de Teodoro Roose-

velt: "1 took Panamá", debajo

de todo este ajetreo subyacÍa la

lucha del pueblo panameiïo, que

en ese mismo tiempo desembo-caba en el fusilamiento del gue-

rrilero liberal progresista Victo-

riano Lorenzo.

Un hecho curioso y a la veztrascendente provocÓ la sece-sión: la actitud fenicia de cier-tos políticos consistiÓ en pro-

longar las negociaciones conNorteamérica, para que expiraraentretanto el plazo de la con-

cesión francesa y así poder re-cibir los 200 milones de francosque los norteamericanos debían

cancelar a la Compañía francesadel Canal y la prima de 30 mi-llones de francos que le ofrecían

los primeros al gobierno colom-

biano, así como también laanualdad de un millón doscien-

tos cincuenta mil francos. Sin

embargo, un grupo de paname-ños se hizo eco de los perma-

nentes sentimientos de indepen-

dencia nacional y resolvió asu-mir la responsabildad en las ne-gociaciones canaleras.

Sus acciones fueron sorpresi-vas, ya que hasta un sagaz cro-

nista inglés, que observó acucio-samente el proceso de tránsitode la Cía. francesa del canal a la

norteamericana, parece que concierto apetito imperial británico

escribió: "Mientras tanto se pro-dujo un hecho extraño. La pro-vincia de Panamá, uno de los Es-tados de la confederación deColombia empezó a dar testimo-nio de descontento; la poblacióndel istmo sabía que si el gobier-no lograba por medio de la ex-torsión los milones extranjeros,éstos serían enteramente consu-

midos por la capital, la lejanaBogotá, y los panameños no ve-rían nada" (7).

El Dr. Manuel Amador Gue-rrero, pretextando la salud daña-t1a de su hijo, viajó a Estados

Unidos y entró en conversacio-

nes con el secretario de Estado,Hay, a quien dio a conocer los

propósitos de los panameños. Sesupone bien que Hay le prome-tió poner en vigencia el tratadode 1846 con Colombia, que leautorizaba para oponerse a todainvasión extranjera en el istmoy, claro está, una vez declarada

la independencia "Colombia de-venía país extranjero". Losautores del Tratado de neutrali-zación del istmo, pues, fueron

(7) Panamá, I'oeuvre gigatesque, John Foster Frazer. Cinquiéme edition. Paris. PieiieRoget et Cie.. Editeurs (s. f. )

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cocinados en su propia salsa ju-rídica

La noble aspiración de los pa-nameños fue rubricada con lasospechosa proximidad de la ca-ñonera N ashville y otros seis na-víos de guerra norteamericanos,que además de "neutralizar" alos colombianos, impidieron eldesembarco de los marinos delCrucero inglés Amphion que sehizo presente prestamente. Elnuevo imperialismo enfrentabasin tapujos en Panamá a la orgu-llosa reina de los mares, Gran

Bretaña.

El ingeniero Bunau-Yarilla,

que desde hacía tiempo negocia-ba con norteamericanos los bie-nes franceses del Canal, en hábilmaniobra asumió la representa-ción económica del nuevo Esta-do y de su compañía.

El resultado de esta operaciónfue sorprendente: 50 millones

de dólares para los socios do:

Bunau-Varila y 10 para la nue-va República.

De ahora en adelante los pa-nameños enfrentarían al colosoimperialista del si~lo XX.

IV. HACIA LA SEGREGACIONDE LOS PANAMROS

La construcción del Canal dePanamá desplegó sobre el istmotodo el empuje de la tecnología

de la sociedad industrial del ca-pitalismo ascendente.

(8) Op. Cit.

Ante la mirada atónita de lospanameños, limitados por las an-teojeras de su marasmo feudal,35.000 obreros (diez mil blan-cos y veinticincu mil negros),

dotados de implementos técni-cos, horadaron el istmo en undecenio de labor incansable y

crearon la gran vía interoceáni-ca

Los obreros blancos prove-nían esencialmente del Sur delos Estados Unidos y los negros

de las islas Barbados. La partici-pación de trabajadores paname-

ños fue escasa Por una parte notenían la experiencia en el tra-bajo mecanizado y por la otraeran miradas en forma pin tores-ca Se les describía como gente

que le ofrecía en los puertos ca-

fé con leche a los viajeros.

John Foster Frazer, que estu-dió el nacimiento de Australiacomo nación, emi tió -después deestar en Panamá- un juicio sobrelos capitalinos, que identificócon todos los panameños así:

"Una población escasa de origenhispano-indígena, no posee la

sombra de la energía necesaria

para remover las montañas. Lospanameños de la capital son in-dolentes, llenos de suficiencia"(8).

Este mismo autor presintió eldistanciamiento y la desconfian-

za entre panameños y norteame-ricanos que tantas veces en se-senta años se pondrían en el pri-mer plano de las relaciones in-

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ternacionales. Así, por ejemplo,describe a los panameños que vi-vían en la zona de Gatún, en lasiguiente forma: "No hablandoinglés, desafían los proyectos deestos invasores norteamericanos,que han concluido un tratadocon el gobierno de Panamá" (9).

Y lo que es más grave, FosterFrazer asegura que: "Los norte-americanos y los españoles (léa-se panameños) no mantienen,por así decirlo, relaciones mun-danas. Me parece. que se desde-ñan mutuamente" (iO).

Sin embargo, más que estasvi siones de tinte subjetivista,fueron las semilas de desigual-

dad social cuidadosamente culti-vadas al inicio de los trabajos

norteamericanos.Surgió la discriminación racial

como el primer hito de conflic-tos, su naturaleza ocultó se bajola nominación de dos patrones

monetarios que marcaron época:

el gold roll y el silver rol!. A losnorteamericanos se les pagará enoro, pero, además habitarán ca-

sas gratuitas y en las oficinas ad-

ministrativas tienen una puertade entrada especial; en los alma-cenes, tanto como en el tren dePanamá a Colón, también disfru-tarán de la separación de los pa-

nameños, italianos y negros delas Antilas, pues esta "hábil dis-

p o s i ci ón salvaguarda el gran

(9) Op. Cit.

(10) Op. Cit.

(11) Op. Cit.

(12) Op. Cit.

8

principio democrático de no es-tablecer contacto entre gentes

de color diferente" (11). Detrás

de todo, claro está, los norte-americanos son favorecidos con50 centavos oro por hora y losotros con 50 centavos de plata

por hora. ¿Cómo se justificaráesto? Asegurando que la únicaforma de atraer a los norte-americanos del Sur -que son losque probaron resistir mejor lasenfermedades tropicales, los másracistas también-, es pagándole

muy bien.La segunda premisa de conse-

cuencias futuras será evitar quepanameños y norteamericanos sehermanen en los sindicatos, yademás la represión de éstos."Los dirigentes sindicales trata-ron de organizar sindicatos-anota F. Frazer- locales una odos veces" (12).

Pero, además, todo intentohuelguístico recibía la amenazadel coronel Goethals: "Los tra-bajadores que no se presenten altrabajo porque están desconten-tos -decía- serán repatriados

gratis a Estados Unidos". No sehacía la semana inglesa de traba-jo, descansando los trabajadoressólo los domingos. Esto trajoprotestas que fueron reducidas

al silencio.

Separados en los almacenes,

oficinas y trenes; distanciados

en la vida mundana¡ en colegios

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para blancos y negros; divididos;sin sindicatos de lucha conjunta;llevando vida aparte, se creó unacarga explosiva equivalente a larequerida para hacer varios Cor-tes de Culebra

Ya no habrá sosiego entre lospanameños y los racistas sureñosque habitan la Canal Zone, du-

rante medio siglo.

V. LA MADURACION DE LACONCIENCIA NACIONALP ANAMEiÇA

Dura fue la experiencia inter-nacional del nuevo Estado.Bunau-Varla había exigido serministro plenipotenciario de Pa-

namá en las negociaciones delnuevo Canal, en pago de su pa-drinazgo de los conspiradores y

separatistas ante Hay. Obrandocon presteza el ingeniero francésconcluyó un tratado leonino encon tra de los intereses paname-ñ o s , sin que éstos pudierandeshauciarlo. El despertar de la.. _. . .conciencia panamena se iniciacon este capítulo, para conver-

tirse en un forcejeo que lleva

más de medio siglo.

Un artículo del Tratado delCanal, suscrito por Bunau-Varila, permitía a los yanquis

atravesar los límites de la zonadel canal para "ayudar a lasautoridades locales a mantenerel orden". Panameños inescrupu-losos, ingenuos o en treguistas, ledieron curso a esta cláusula para

intervenir en las elecciones o

frenar el movimiento social; losnorteamericanos aprovecharán laocasión para proteger los intere-ses y derechos de sus ciudada-

nos, y de paso, intentarán ocu-

par el territorio istmeño.Tomando pie del artículo 136

de la constitución panameña de1904, que autorizaba a los Esta-dos Unidos de Norteamérica a"restablecer la paz pública y elorden constitucional", invocan-

do este artículo -derogado en1941- el ejército norteamericanoocupó Colón, Panamá y la pro-vincia de Chiriquí en 1918. Enesta última permaneció el MayorH. E.Page, con su quinto Regi-miento de Infantería, dos años,so pretexto de defender los inte-reses del norteamericano WiUiamGerald Chase, dueño de tierrasen esa región.

Dos años después, el ejércitonorteamericano, invocando eltratado Hay-Bunau-Varilla, in-

tentó adueñarse de la isla de Ta-boga a la entrada del Canal, pa-

ra transformarla en fuerte mili-tar.La ira del pueblo panameño

estaló ante estos hechos. Tocóle

al héroe norteamericano de laprimera guerra mundial recibirel repudio popular, tal como lotestimonian los historiadores pa-nameños E. J. Castilero y E. J.Arce en los siguientes términos:"Por ese entonces el Generalísi-

mo J ohn J. Pershing, Coman-dante General de las fuerzasnorteamericanas que combatie-

ron en Europa en 1918, hizouna visita al istmo. El pueblo

panameño resentido con los Es-tados Unidos por los abusos im-

perialistas de su gobierno y so-breexcitado con la amenaza de

que se le arrebataría la isla de

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Taboga, recibió con muestraselocuentes de hostilidad al ilus-tre visitante, y su presencia enla capital dio motivo para un se-rio motín popular que se hizoobjeto de su antipatía a los mis-mos funcionarios del gobiernonacional. Sólo fue calmada cuan-

do el Presidente Lefevre declaró

ante la multitud que no cedería

"ni una pulgada del suelo de lapatria". (13)

Pero el gobierno norteameri-

cano siguó presionando a la pe-queña Panamá y sólo un ailOdespués le conminó, con la ame-

naza de la fuerza, a en tregar laregión de Coto a Costa Rica, deacuerdo con el fallo White.

AqUÍ por segunda vez el pue-blo panameño reaccionó nacio-nalmen te en con tra del im peria-lismo, con acciones de masasque' culminaron con un ataquearmado al palacio presidencial,ya que se inculpaba al gobiernode inactividad frente al imperia-

lismb, que blandía las armas

desde el acorazado Pennsylvania

y el crucero Sacramento, despla-

zándose en aguas territorialespanamenas. Surge entonces la

sen tencia histórica contra el im-

perialismo, en las palabras del

ponderado musicólogo que ha-cía de Ministro de Relaciones

Exteriores, en que se graba afuego el sentimiento nacional

panameño, la lucha y la fe en lavictoria nacional, así: "En pre-sencia de la actitud inequívoca

asumida por el Departamento deEstado de Estados Unidos, Pana-

má se ve obligada a someterse asu duro destino; pero en su mis-ma debilidad encuentra energíassuficientes para clamar al cielocontra la injusticia y la violenciaa que se le sujeta, y para decla-

rar que mientras palpiten cora~

zones panameños en el mundo,conservará viva la herida profun-da inferida a su dignidad y a su

altivez y mirará con ansiedad

hacia el porvenir en espera de

esa justicia redentora que hoy sele deniega, pero llegará para ellaalgún día por inexorable desig-nio de Dios" (14).

En octubre de 1925 cometióel gobierno panameno el graveerror de invocar el fatídico ar-

tículo 136 (15), para detener lalucha de los arendatarios contra

(13) Histori de Pan, E. 1. Castilero y E. J. Arcc - Pág. 198.(14) Histori de Panamá. E. J. Castilero y E. J. Arce - Pág. 200(1 S) Aquí bien vale recordar la institucionalización e in ternalzación de la supeditación

a U. S. A. por parte de los políticOS panameños: "se efectuaron bajo la vigilanciade los Estados Unidos las elecciones de 1908, de 1912 y de 1913. El partidovencido se quejó invariablemente de que la interveción había sido parcial en favordel partido vencedor. En 1918 fue necesario que dcspués de la intervención en loscomicio s se llevara a efecto ante una especie de tribunal arbitral constituido porfuncionarios norteamericanos una revisión del proceso electoral para determinar susresultados. Pero no fue lo peor el hecho mismo de la intervención. Rasgodeplorable del sistema fue la convicción que se apoderó del ánimo de hombres ypartidos de que el factor csencial de su éxito pOlÍtico eran las simpatías de las

autoridades norteamericanas. Así surgió la tendencia a convertir la Legación de losEstados Unidos en centro a donde convergían las aspiraciones políticas. Y másdeplorable aún fue que la creencia arraigada de que la intervención se producía

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los cánones abusivos de arrien-do, el histórico movimiento in-quilinario, en que los obreros deColón y Panamá, desempeñaronel papel dirigente. El ejércitonorteamericano "restableció elorden" y el gobierno panameño,haciendo oídos sordos al clamorpopular, culpó a "agitadores ex-

tranjeros" de la primera batalapopular con contenido reivindi-cativo moderno (16).

En 1926, sin embargo, el pue-blo panameño volvió a la carga,exigiendo la revisión del TratadoHay Bunau-Varila, rechazandoel Tratado de Kellog, White, Al-faro y Morales. El sentimiento

de iudependencia nacional ma-

duró en el acuerdo de la Asam-

blea Nacional, la que al rechazar

el mencionado Tratado exigía"soluciones que satisfagan las as-piraciones de la Nación". Este

espíritu nacionalista desembocóen la creación del movimiento

cívico denominado "Acción Co-munal", a pesar de haber lucha-

do con las armas por el derroca-miento de Florencio HarmodioArosemena, no alcanzó nunca elgrado de un movimiento revolu-cionario consistente, pues se dis-gregó con el tiempo. Aunque elmovimiento social y anti-impe-rialista de Panamá percibía la

naturaleza política de los con-

flctos, no surgieron formas de

organización y luchas dotadas

de ideologías contemporáneas,

defendidas por líderes vigorosos.El movimiento socialista (17) noprendió en las masas y el apris-mo se apagó sin resonancia. Elesquema bipartidista ancrónicode Colombia, permaneció comola única política imitable.

El pueblo panameño vería co-ronada, sin embargo, una partede sus aspiraciones libertariascon el éxito político más reso-

nante en contra del imperials-mo, sólo en 1936. Una feliz co-yuntura fue la actividad presi-dencial progresis ta de FranklinDelano Roosevelt, quien acogió

las reclamaciones del presidente

panameño Dr. Harmodio Arias,in te rn ac ionalista especializadoen los problemas jurídicos cana-

leros.Los negociadores panameños

obtuvieron algunos cambios bá-

sico, pero dos de ellos fueron degran importancia política: 10 Laeliminación de la cláusula que

autorizaba a los norteamericanosa intervenir en los conflctos in-ternos de los panameños y 20Desapareció el artículo que ga-

rantizaba el reclutamiento de

panameños como soldados en

siempre en favor de la oposición y contra el gobierno trajera como consecuencia

que la exaltación política llgara en ocasiones al extremo de que se solicitara alGobierno de los Estados lo que en la serenidad sólo pOdía considerarse como una

vergüenza nacional". Escribe el Dr. R. J. Alfaro -pág. 129 - Panam ~O año. deRepública.

(16) Según Demetrio Porras, las tropas norteaericanas "mataron más de 2S inquilospobres e hirieron a muchos más, por el s610 delito de pedir la rebaja de losalquileres". Pág. 48 de 20 Aia. de Liic:b.. y Expeenci..

(17) El partido sociasta de Panamá surió en la década del 30. El partido comunista enla década anterior.

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caso de entrar los Estados Uni-

dos en guerra. La soberanía po-

lítica formal alcanzada por Pa-namá, abrió el camino hacia lacreación de un Estado en forma.

Por estos años, no obstante,

surgía un nuevo frente de bata-lla por los derechos sociales de

los panameños en que aparecían

involucrados los intereses norte-americanos. La huelga bananera

del Atlántico estremeció a laChiriqui Land Company, filialde la United Fruit. La claseobrera panameña empezaba abalbucear su repudio al capitalnorteamericano y sus procedi-mien tos.

El Canal no era simplementela brilante obra de la ingeniería

mundial de comienzos del sigloXX; era el instrumento de la ex-pansión económica, militar ypolítica de una potencia de en-

vergadura mundial, los Estados

Unidos de Norteamérica, que re-alizaba una apertura hacia unmundo de infinitos recursos deminería y agrícolas: la AméricaLatina.

Fue pasajera la armonía entreU. S. A. y Panamá conquistada

por el Tratado de 1936. Quedó

pendiente darle significado a unprincipio que se reconociÓ alliformalmente, el reconocimiento

de la Zona del Canal como terri-torio panameIÏo, dado sólo en

arriendo a Norteamérica.

El pueblo panameño que des-pertó impetuoso bajo el estímu-

lo de los vientos progresistas de

la última post-guerra, debiÓafrontar las consecuencias de su

12

,cooperaciÓn militar con las po-tencias antifacistas: debió desa-

lojar, por medio de la lucha na-cional de masas, a las fuerzas ar-madas norteamericanas de másde sesenta bases militares que se

le habían concedido a U. S. A.en territorio fuera del Canal Zo-

neo Ningún artificio o maniobrales dio resultado a los militaresyanquis que deseaban quedarse

instalados despucs de terminadala guerra y debieron retirarse en1947.

Tan incansable lucha por lasoberanía fue templando el ca-rácter nacional panamei10, defi-niéndolo por su eterna vigiliaan ti-imperialista. Ensayistas, no-velistas de talento y políticos,

convinieron en analizar, descri-bir y enjuiciar activamente la

ilegalidad de la justicia zoneíta,

sobre todo, para juzgar a los pa-namei'os; la repugnante discri-minación del gold roll y el sil-ver roll, y primordialmente, la

ausencia del pabellón nacional

panameiio en las institucioneszoneítas, como la injustificadaparticipaciÓn minoritaria en lasganancias de la compañ Ía del

CanaL.

La lucha ahora cambiaba detono y propósitos. La naciónpanameña logró desarrollar unae con o mía mo derna, indepen-diente del canal; educó a sus hi-jos por centenares en la Univer-

sidad de Panamá y los mejorescentros universitarios del mundoy se convirtió en caja de reso-

nancia del eco democrático de

los pue bIas subdesarrollados;

mirÓ a pueblos otrora oprimidos

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y atrasados levantarse y superar

su postración material y políti-ca.

Grandes batallas se avecina-ban, pues, en función de tal des-pertar.

VI. DE LA PROTESTA ALMARTIROLOGIO

Los problemas canaleros fue-ron siempre el barómetro de lapolítica internacional panameña.

Hay que señalar que hubo po-li ticos inescrupulosos que explo-taron los justos sentimientos po-

pulares planteando exigencias se-cundarias. Así ocurriÓ en el Tra-tado Remón-Eisenhower de1955. AqUÍ se conviene en ter-minar con el Gold Roll y el Sil-ver Roll, perdiendo los paname-Ùos el derecho a comprar en lOs

comisaria tos. Se acordó allí ele-var la ,ilualidad del canal a casi

dos millones de dólares -cifra ri-dícula en comparación a las ga-nancias de la compali Ía del ca-

nal- y sc hicieron concesiones

que básicamente permitían a laburguesía comercial panameí1a

in troducir una fuerte cuña en laCanal Zone (18). Mas, pocotiempo duró este sedante, pueslo fundamental quedó sin tratar.

La crisis en el Canal de Suezy su nacionalización por losegipcios, inyectó nuevos bríos alos istmeÚos. El gobierno pana-

meño exigió sin éxito participaren la conferencia de Londres so-

brc Suez y terminó culpando a

los Estados Unidos de tal situa-ciÓn. Pero el suceso que agravó

la agitaciÓn surgente fue unadesatinada declaración del an ti-guo abogado de la United FruitCompany, John Foster Dulles,quien puntualizó que el statuslegal del canal de Panamá eradistinto del de Suez, aludiendo

a una supuesta soberanía norte-

americana sobrc la Zona del Ca-naL. El gobierno panameiio repli-có seiíalando que sólo ten Ían

derechos limi tados sobre la zonamencionada.

De otra parte, el pago igual

acordado en 1955 para paname.

iìos y norteamericanos por elmismo trabajo no se cumplió.

El presiden te salien te, en Oc-tubre de i 956, denunció el in-cumplimiento de los norte-amerIcanos.

Durante la batalla de Suez losp anamelÌos pidieron desde la

participación paritaria en las ga-

nancias del Canal hasta la inter-nacionalización propuesta porlos norteamericanos en la Confe-rencia de Potsdam de 1945. Pe-ro, sobre todo, una parte de lajuventud panameiia se dispuso aalistarse para luchar a favor delos egipcios. Los norteamerica-

nos respondieron con el alza desalarios para los trabajadores pa-nameños en la Zona del Canal.

Pasaron casi tres aÙos y el 3de Noviembre de 1959, los estu-

(l8) La zona del Canal sólo podría abastecerse en U. S. A. y Panamá. Y además, lapérdida del comisariato para los panameños inClementó en unos doæ miloncs dedólares los negocios panameños.

13

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diantes panamei'os decidieronizar la bandera panameÜa en laZona del Canal, siendo repelidospor las tropas norteamericanas

con un saldo aproximado deochen ta heridos.

Veinticinco días después, vol-vieron a la carga con el mismopropósito, siendo fren ados por

los miembros de la Guardia Na-cionaL. Pero el Departamento deEstado cnviÓ a su secretario ad-junto Livingston T. Merchant a

negociar con el gobierno pana-

meÚo, con el fin de reconocerlela soberanía nominal a PanamÚsobre la Zona del CanaL. A pesar

de esto, se exigió oficialmen te

izar la bandera panamcÙa en lasinstituciones zoneÍtas y terminarcon el carácter de "perpetui~dad" del arriendo de la Zonadel CanaL.

Una nueva conquista de los pa-nameÙos fue la aceptación de izarel pabellón nacional dentro de laZona del Canal, en el TriiuiguloShalcr, medida que gracias a lapresión popular se hizo extensi-va al enarbolamiento de la ense-Ùa nacional junto a la norte-americana en las instituciones ci-viles.

Al lado de estas vic torias,siempre han aparecido las res-pectivas amenazas. En este serlti-do, por ejemplo, se ha repetido

un slogan de chantaje y presiÓn

que se resume en construir uncanal por Nicaragua, Colombia oMéxico. Pero los tiempos han

cambiado y el panameiîo ya no

centra su conducta de trabajo nisu ética en la sumisiÚn canalera,

porque aprendió a trabajar y lu-char con los medios técnicos,económicos y políticos moder-nos. y si bien falta un refina-

miento y una jerarquización ra-cional de tales actitudes y senti-mientos, la naciÓn estructuradaresponde como un todo cuandose le pone a prueba.

Quien no comprenda la histo-ria de las luchas, con sus derro-

tas y victorias, que han afronta-do los panameÜos a través de suhistoria en su conexión dialccti-ea, concluirá falsamente que losacontecimientos de enero de1964 son un reventón patrioteroo meramente sentimental.

Toda esta lucha social y polí-tica ha provocado el surgimientode una cultura nacional y de unespíritu de cuerpo que no com-prenden algunos extranjeros co-mo Wiliam Krehm, en cuyo di-fundido libro "Democracia yTiranías en el Caribe" se descri-be superficialmente a Panamá dela siguiente forma: "Sin dudaPanamá es una de las comuni-dades más intrincadas del mun-do. A través de los mares hanllegado allí diversos grupos na-

cionales, que van echando raícesen su nueva tierra; hay infinitase s tr a tificaciones, interpretacio-nes de cultura, valores presta-

dos. Hasta las costumbres domi-nantes del sudmnericano tienen

que sufrir algunos cambios den-

tro de este estado de cosas".

(19 ).

(19) Democrcia y tiranías en el Carbe, William Krehm -Pág. 217 EdiL. Vida Nueva,Chile.

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Los aCffl tecimien tos ocurri-dos el 9 Y 10 de enero de 1964

en los límites entre el territoriosoberano de Panamá y la Zonadel Canal arrendada a los nor-teamericanos, fueron provocadospor la falta de cumplimicnto delcompromiso de enarbolar labandera panameÚa junto a lanorteamericaiia en los edificiospúblicos. Un grupo de estudian-tes norteamericailOs del colegio

de Balboa izó la bandera de supaís frente al edificio de su es-cuela, como un desafío a los de-rechos soberanos del pueblopanamei'o. Tal acto, produjo lainmediata reacciÓn de los estu-diantes p,uiameÙos del InstitutoNacional, los que se dispusieron

a izar la bandera tricolor pana-

merla, junto a la norteamerica-

na.

En actitud pacífica los estu-diantes panameños le pidieron alSub Director del mencionadocolegio que les permitiera cantarel himno nacional paiiameño y

ejecutar el izamiento del pabe~

llÓn nacional, pero fueron reci-bidos por una rechifla generali-zada y el desgarramiento de la

enseÙa nacional. Lucgo de esto,los civiles y los policías zoncítasse lanzaron a la persecuciÓn de

los estudiantes, quienes debieronregresar al territorio bajo juris-dicción inmediata del gobierno

panameiío.

El pueblo panamelio, repre-sentado por los capitalinos, re-cibiÓ la noticia de estos hechos

y decidió en trar a la Zona del

Caiial a colocai' banderas pana-

meñas, en dicha porción del te-rritorio nacional.

Fueron recibidos por los CIVi-les y militares norteamericanos amano armada, cayendo los pri-meros heridos en esta refriegainiciaL. En la noche del 9 Y lasemana del LO de enero surgióun estado de guerra entre elejército de los Estados Unidos yla población panameiia: el ba-

lance fue de 1 7 muertos y más

de 200 heridos en esa jornada.En la ciudad de Colón, los paiia-meÚos intentaron tambicn izarlas banderas panamelias en elterritorio arrendado a los norte-americanos, siendo agredidospor las armas automáticas del U.S. Army.

Se desató entonces el balletde saiigre, que provocará pro-

fundas consecuencias en lo polí-tico, económico, militar e inter-nacionaL.

La continuada agresion de lasfuerzas armadas norteamericanasdejaron un saldo de 21 muertos

y más de 300 heridos; pero lasituación se agravó más aún conel cierre del puente de las Amé-ricas y del corredor de Colón,

por parte de las fuerzas armadas

norteamericanas, dejando aisla-da la capital de toda com unica-

ción por tierra con el resto delpaís. Así se fue configurando eldelito de genocidio con tra elpueblo panameiìo al expulsárselede s u propio territorio pormedio de la violencia armada,cortándolc, además, el abasteci-miento normal de alimentos yproductos de procedencia agrí-cola.

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Tal situación condujo al go-

bierno panameiio a acusar a losEstados Unidos de Norteaméricade agresiÓn armada a una pobla-ción civil inerme, tal como cons-ta en las siguien tes palabras del

delegado panameño en dichainstitución: "La agresiÓn armada-dijo el representante panameiìo-no fue un acto de irreflexión, niprecipitado, que deba imputar'se

a la soldadesca irresponsable. Si

así hubiera sido no habría llega-do a los ex tremos que he selÌala-do, ni habría causado todos losmuertos y heridos que causó. Sila policía y los soldados hubie-

ran actuado sin órdenes de sus

jefes, la agresiÓn habría cesado

por mandato superior, una vezocurridas las primeras bajas, pe-ro no fue así. He aqu í, sefiorpresidente, seiiores del Consejo,

la responsabilidad del gobierno

de los Estados Unidos por lasmuertes y por los daÚos causa-

dos durante los luctuosos suce-sos del 9 Y 10 de enero de1964".

La nación panameiia como untodo se levantó contra el agre-

sor. Los obreros, cmupesinos, las

capas medias y la burguesía na-

cional, elevaron su protesta. Elpresidente de la República pro-

cediÓ a romper las relaciones di-plomáticas con el gobierno de

los Estados Unidos de N orte-américa. Tal actitud desató lasolidaridad de algunos países la-tinoamericanos, dondc se desa-

rrollaron manifestaciones de ma-sas. La solidaridad mundial conel pueblo panameño abarcó alos países capitalistas y socialis-tas.

16

Pmiamá saturó con su heroís-mo popular las noticias de laprensa extranjera, lo que creó laposibilidad de una decisiÓn con-

denatoria de la a¡:esión norte-

americana por parte de las Na-

ciones Unidas: pero los repre-sentantes istmenos se limitarona denunciar los hechos ocurri-dos, amenazando con fundamen-tar la queja si la o. E. A., no le

daba justo curso a las sanciones

pedidas por el ge)bierno pana-

meÌio. La OrganizaciÓn de Esta-dos Americanos entró en grave

crisis al manifestarse agudamen-te la solidaridad con los pana-

meños, con la excepción delagresor y un solo país miembro,parecía que se derrumbaba la es-tructura del derecho inter-nacional americano.

El presiden te Roberto Chiari

se negaba a res tablccer las rela-ciones diplomÚticas con U. S.A., a menos que dicho país secomprometiera a revisar comple-tamente el tratado del CanaL.

Ante la firmeza y el espíritude sacrificio de un gobierno yun pueblo en actitud digna y li-bre, el gobierno norte¡unericano

hizo concesiones formaIcs, com-

prometiéndose a revisar el trata-do del CanaL.

La brusca cancelaciÓn de lasrelaciones económicas entrelos dos países tuvo consecuen-

cias nefastas para la economíacapitalista panameíia. Pcro nohubo seiìas de rendición incon-dicionaL. Quedaba así definitiva-mente consolidada la concienciade nacionalidad en el pueblo pa-

narneno.

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Tanto en la Cámara de Co-mercio como en las 700 organ-zaciones cívicas reunidas en la

Universidad Nacional, un espÍri-tu de organización y resistenciase palpó con toda claridad. Elpueblo istmeño pasaba así de laedad de la emoción a la edad dela lucha conciente y racional,demostrando su madurez políti-ca como nación.

La agresión provino de aque-

llos norteamericanos sureños ra-cistas, que son traídos a la Zonadel Canal por ser más resistentesal clima tropical, de acuerdo

con la an tigua política deGoethals.

Sin embargo, la prensa latino-americana creyó ver en los san-grientos hechos comentados, unensayo de las tropas anti--disturbios y anti.guerrileras, co-

m an dadas por el generalO'Meara, con el propósito deprobar su efectividad. Muchos

creyeron ver en la agresión un

desafío de los ultras yanquis alpresidente L. Johnson. No falta-ron, por otra parte, quienes ex-

presaron el temor que los he-chos fueran la expresión del re-sentimiento con Cuba. Tambiénse pensó que estos actos perse-guían, premeditadamente, desa-tar un chovinismo panameÙista,

con el fin de favorecer a algún

candidato presidenciaL.

Tales especulaciones ibanacompañadas de la vieja políticadel chantaje norteamericanocontra Panamá: se abrirá unnuevo Canal por Nicaragua, porel río Atrato en Colombia o porel istmo de Tehuantepec, repe-

tÍan las agencias cablegráficas.

Pero tan gastada melodía nogolpeaba ya la conciencia colec-tiva de un pueblo cuya historiaquedó escindida en dos polosdefinitivos: el Panamá confiadode antes de la agresión y el Pa-

namá con lesiones graves entrance de restañarse en un cortolapso pistórico.

Aunque los comentarios sobrelinchamento s de norteamerica-nos -transmitidos mañosamentepor las agencias de prensa de esepaís al ex tranjero- en calles yplazas, surgió como un paliativoa la agresión yanqui, la consis-

tencia y claridad de propósitos

de los panameños superó el es-píritu de venganza contra ciu-dadanos norteamericanos inocen-tes.

El presidente de U.S.A. debiÓoptar por comunicarse con su co-lega gobernante de la pequeña ydébil Panamá, que la enfrentó sinaramento, con el fin de restituirel respetuoso diálogo entre U.S.

A. y Panamá.

Los acontecimientos de enero

forman parte de una cadena his-tórica de exitosas luchas por la

independencia nacional del pue-blo panameño y culminan en elproceso de esclarecimiento polí.tico acerca de la libre determi-

nación panamelia en la actualcomunidad de naciones libres,en el mundo sin fronteras quehoy llamamos humanidad.

La lucha masiva y dolorosadel pueblo panameiìo conmovióa la humanidad, provocando ungigantesco repudio a la agresión

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arada y elevó el prestigio de lasoberana nacionalidad panameñaante todos los hombres libresdel universo. Sin embargo, que-

dó pendiente lo principal, es de-cir, la nacionalización, la in ter-nacionalización o la neutraliza-ción militar de esa vía trans-oceánica, que en la era atómicapOl1e en peligro la existencia

misma de Panamá y los Estadosvecinos, al ser uno de los cen-

tros militares que más incitan ala represalia de la coheterÍa mo-derna.

Uno de los lamentables defec-tos políticos de esta jornada detrascendencia histórico-universal,fue la falta de resolución para

pedir un apoyo decidido a go-biernos amigos del pueblo pana-

meño, dentro de las distintas ór-bitas de la política internacio-

nal: no se movilizó a los países

no alineados; por prejuicios po-líticos no se recurrió a la Fran-

cia de De Gaulle y a los países

socialistas, quedando el país ais-lado de la línea de fuerzas que

definen los acontecimientos en

la arena mundiaL. Nunca, comodurante los sangrientos días de

enero, pudo notarse tan meridia-namente la falta de una pwpa-ganda exterior bien dirigida, es-clarecedora de la conslituciimpolítica, la estructura cultural yla independencia soberana y mo-ral del heroico pueblo paname-

ño, ya que muchos comentarios

de la piensa internacional se hi-cieron a base de informaciones

falsas, unilaterales o hun en ta-

bks, partiendo de la premisaanacrÓnica que consiste en darle

18

certificado de colonia extranjera

a la República de Panamá.

VII. LA ZONA DEL CANALY LA ECONOMIAPANAMNA

Una de las creencias reinantes-que carece completamente debase en la actualidad- enfatiza ladependencia económica de Pana-

má de la Canal Zone. Tal con-'cepción, engendrada por perio-distas, turistas y transeúntes dedistinto tipo, se convierte en

una ideología geopolítica paravarios políticos criollos y latino-amencanos.

Panamá, se afirma, debe vivirbajo la férula canalera en su as-

pecto militar y económico. La

vecindad inevi tablc del colosoyanqui debería obligar a un mo-dus vivendi con el imperialismo,afirman algunos. Panamá debehacer la vista gorda frente a su

soberanía usurpada; es más debecompartir responsabilidades po-

líticas y militares con el gobier-

no norteamericano, en el ordeninternacional, anotan otros. Deaquí a la tesis de la dependenciade Latinoamérica de los EstadosUnidos, por su proximidad, por

su impacto económico y militar,hay una sola y directa vía geo-po lí tica.

Pero el esquema teórico de ladependencia económica del Ca-nal de que padece Panamá care-ce dc fundamento, como lo ve-remos. Sin embargo, son otrasformas de penetración del impe-rialismo las que oprimen la inde-pendencia nacional, igual que a

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los países capitalistas de Améri-ca Latina, como lo veremos al

describir las inversiones en Pana-má.

Si examinamos alguos he-chos actuales, las conclusiones

son obvias. En 1903, Panamádisponía de 200.000 habitantesaproximadamente y de un pre-supuesto de 4.000.000 de dóla-res, recibiendo 250.000 dólares

de anualidad por el ariendo del

territorio canalera. Los paname-ños, como anotamos antes, caino participaron en los trabajosdel canal hasta su apertura en

1914. En la actualdad, en cam-

bio, el país tiene cinco veces

más habitantes y su presupuestopasa de los 260.000.000 de dó-lares, recibiendo menos de dosmillones de dólares por elariendo de la Zona del Canal.

A grosso modo, pues, la anuali-dad del Canal representó en sus

inicios las dieciseisava parte del

presupuesto nacional y en la ac-tualidad implica menos de lacentésima parte de aquéL.

Otro elemento importante pa-ra enjuiciar la no dependencia

del canal lo encontramos en lacomparación del número deobreros y empleados que traba-jan en la Zona del Canal, con

aquellos que lo hacen en las ciu-dades que le son limítrofes, co-mo Panamá y Colón.

En estas dos ciudades existeel doble de empleados y obreros

que en la Zona del Canal. (,,)

¡Cuá lejanas parecen las pala-bras de J ohn Foster Fraser: cali-ficando peyorativamente al espí-ritu laboral del panameño, cuan-do leemos estas y otras eifrasl

Mucho más notoria es la inde-pendencia de la estructura eco-nómica panameña de la influen-çIa canalera, si consideramosque las compras efectuadas porlas autoridades y residentes zo-

neítas en el mercado panameñoen 1962 alcanzaron sólo al 4por ciento del producto interno

bruto panamei'o, que fue. de470.000.000 de balboas (léasedólares) para el mencionadoaño.

La mayor falacia geopolítica,aquella que se basa en el finan-cIamiento turístico, se destryecon sólo leer las estadísticas pa-nameñas que establecen que deltotal de turistas que ingresaron

al país en 1960, el 95% lo hizopor vía aérea y sólo un' 5%aproximadamente ingresó porvía marítima. Además, los esta-blecimientos comerciales de Pa-

namá y Colón -que son los quefrecuenta el turista- han elevadosus precios considerablemente,

abandonando así los comercian-tes la ilusión de ser el emporiomundial de baratijas para consu-mo de los latinoamericanos,pues miran más al mercado Jeconsumo interno que se ha crea-do en el país, lo que les da másestabilidad, aunque enfrentandoen los últimos años altos im-puestos fiscales.

(") En 1974, se considera que hay en la ciudad de Panamá 40.000 obreros de laconstrucción. Y las estadísticas del Censo revisadas de 1970 s¿ñaln que en la Zonadel Canal hay 14,367 empleados (esto incluye diversas ocupaciones).

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El Canal de Panamá fue, y es,un negocio pingüe para el go-bierno y los accionistas norte-

americanos. Se sabe que el costode la obra fue de 366.650.000

de dólares, y cálculos interesa-

dos hacen llegar a 800,000,000de dólares los gastos y costos

totales del Canal hasta 1960.

Slii embargo, calculando el in-greso por el tonelaje que surcóel canal de Panamá hasta 1958,el ingreso se aproximó a2.000.000.000 de dólares. Detodo esto se excluye la amplia

utilización militar y la incalcula-

ble utildad que ha tenido para

los intereses imperialistas acor-

tar, por ejemplo, el camino en-

tre Hamburgo y ValparaÍso enun 59% y entre Nueva York yShanghai en un 40%. (20)

El auge económico dc Pana-

má se perfiaba, en 1952, a tra-vés de sus 638 industrias com-putadas para esa época. Ya en1960 había en el Istmo 2.239establecimien tos manufactureroscon una producción aproximada

de 100.000.000 de dólares (21).

Hemos probado que la Zonadel Canal no es elemento deter-minante en la situación econó-mica de la república de Panamá;pero, en cambio, es el vehículo

de atracción e irradiación del ca-pital norteamericano para Amé-rica Latina y Panamá. ASÍ, a fi-nes de 1954 las inversiones di-rectas del capital privado en Pa-

namá alcanzaban a los433.000.000 de dólarcs. Porotra parte, las ganancias obteni-

das por estos inversionistas, almargen del canal, fueron entre1950 y 1954 de 332.000.000 de

dólares: margcn de gananciasdel capital yanqui que sólo fuesuperado por Venezuela enAmérica Latina (22).

Es interesante destacar lasituación de esa sucursal del"imperio del banano" que es laChiriquí Land Company. Para1952, esta filial de la United

Fruit Company monopolizaba laproducción de bananos, cacao yabacá, y paralelamente dedicabapreocupación a la ganadería con

sus 12.000 cabezas de ganado.y lo que es más grave, atentaba

contra la soberanía panameña al

disponer de una estación deradio y una red ferroviaria pro-pias. Esta compañía obtuvo ta-les ganancias, que aun descon-

tando los ocultamientos conta-

bles que son usuales, debió pa-

gar impuestos por 4.4000.000 y4.800.000 de dólares para losaños 1955 Y 1956. Vale decirque pagó más del doble de laanualidad que Panamá percibiódel Canal, por esos años.

En otros scctores de la econo-mía panameña la penetracióndel imperialismo es tambiénfuerte. En 1952, de las 9 com-paÙÍas de Seguro existentes enPanamá 5 eran norteamericanas.

(20) Anton Zischka. Países del Futuro. Pág. 153. Edit. Omega. Barcelona, 1950.

(21) Panam en Cifs, 1961. pág. 82. Publicación de Estadística y Censo.

(22) Surey oí Current Business. 8/1955.

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La más poderosa acción ten-tacular del capital norteamerica-

no, no obstante, se centraliza enlas riquezas mineras.

Las llamadas irónicamente"reservas Nacionales" del impe~

rialismo yanqui, están constitui-das por manganeso, bauxita, pe-tróleo y cobre. (23) Allí estaba

empeñado todo el desarrollo fu-turo de la nación, ya que se han

hecho concesiones mineras y seautorizaron diversas exploracio-

nes a firmas norteamericanas.

N o existe quizás un indicador

más claro de la dependencia delcapital norteamericano que eldestino de las exportaciones pa-

nameñas. En el estudio de laeconomía panameiìa hecho porlas Naciones Unidas, (24) encon-tramos el Cuadro 10, que descri-be las áreas de destino de las ex-portaciones istmeñas de 1945 a1956. Más del 90% de ellas sedirige a los Estados Unidos de

Norteamérica. Con las importa-ciones ocurre un elevado grado

de dependencia de U. S. A.

Aunque la exportación -domi-nada por capitales panameños-

de azúcar, cemento, camarones

y maderas, ha crecido, la UFCOes predominante cn la exporta-ción panameña.

Donde el capital norteameri-cano ha demostrado su piratería

es, sobre todo, en la produccióncauchera, ya que en i 943 se ex-portaron 36,3 miles de kilos aU. S. A., arrasando con las re-servas cauchcras dd país, sin po-si bilidades de recuperación acorto plazo. Ya en el tránsitodel censo de 1940 al de 1950podía observarse el estableci-miento paulatino de una estruc-tura capitalista en el istmo.

El número de personas ocupa-das por ramas de actividad eco-nómica pasó dc 207.71 8 pcrso-nas en 1940 a 241.104 en 1950,

(25) pese a una disminución dc10.000 empleos cn la Zona dclCanal en ese mismo período.

Ya en el Censo de 1961 -cons-tituyente de los Censos Dece-nales de América- el número depersonas ocupadas, la población

activa, comprendía a 336.969(26) personas: vale decir que enla década del 50 el número detrabajadores de distintos nivelescreció en 95.865 nuevos emplea-

dos.

Es interesante destacar cómodisminuyó de 1950 a 1961 elporcentaje de personas dedica-

das a la agricultura, silvicultura,caza y pesca de un 54,6% al45,4%, mientras siguió aumen-

tando el número de empleos enlas industrias manufactureras, la

(23) La "Republic Steel Company" domina los yacimientos de manganeso de Santiagode Veraguas. La "Sinclir Oil" obtuvo en 1948 una concesión petrolera por 20anos de miles de hectáreas en Bocas del Toro.

(24) "El desarollo económico de Paná". Edic. del Dep. de Asuntos Económicos ySociales de las N. U. México. 1959.

(25) Op. Cito Pág. 20.

(26) América en cifra:. .J 961. Publicación de la Unión Panamcricana, Pág. 58.

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construcciÓn y el comercio, por

ejemplo. (27)

Los censos panameños, comolos del resto de América Latina,

adolecen de graves defectos téc-nicos, debido a la omisión de laconsideración sociológica de lasocupaciones y profesiones, detal suerte que no aparecen las

ocupaciones definidas desde elpunto de vista de sus status yroles sociales. Así, no sabemosquiénes son obreros, campesi~

nos, terratenientes, gerentes, ca-

pitalistas o profesionales, lo queimpide predecir ciertas tenden-cias probables de desarrollo so-cial o político. A pesar de esto,percibimos la existencia de gran-des capitales panameños entrelos propietarios de los grandes

hoteles, los dueños de las indus-trias cervecera, licorera, del ce-

mento o la construcción. (28) Yademás, podemos deducir delhecho que haya 15.000 obrerossindicalizados, (29) que hay unmovimiento obrero que está or-ganizado.

Todos estos son, por supues-

to, signos de un desarrollo capi-talista creciente.

Sea que consideremos la polí-tica de la burguesía nacional pa-

name1Ìa a tener el control admi-

nistrativo y comercial de la Zo-na del Canal, como ocurre; seaque observemos la vigorosa ten-

dencia inversionista de los profe-sionales, particularmente en laagricultura, estamos ante unproceso de constitución de unapujante orientación burguesa ha-

cia el desarrollo del capital. Ta-

les factores imprimen su sello ala política panameña, aunque lastendencias, las fuerzas y clases

en juego o las ideologías surgen-

tes, no se definen funcionalmen-te y con la organización que la

madurez capitalista alcana enotros países de América Latina.

Con todo, la técnica políticafundamental en Panamá es elnacionalismo, que proviene de latradición de lucha de más de unsiglo por la autonomía política,de una reacción defensiva frentea la intromisión norteamericanafrente al Canal Zone. Pero el

tránsito del nacionalismo a unaconciencia política organzada yprogresista se desvaneció en elpasado, porque el pueblo pana-

meño se frustró revolucionaria-men te a través de tres organiza-

ciones políticas que quisieron

canalzar el movimiento socialanti-imperialista; el antinorte-

americanismo del Partido Pana-me1Ìista, sin consistencia progra-

mática, más bien gesticulante ycarismático, con su nacionali-zación de los pequeños comer-

ciantes asiáticos, la traducción

de los letreros del inglés al cas-

tellano y un solo hecho real-

(27) Nos paree; qu~ en la década del 70, las tendencias ocupacionales evolucionan conmarcado enfasis en los empleos, profesiones y obreros de la construcción.

(28) Mu~hos c~pitales panameños se expresan en la actualdad como capital bancaio, enla: in~~stria hotelera, la ganaderia y la construcción de centros de descanso ydiversion.

(29) En la actualdad son cerca de 50.000 los obreros sindicalzados.

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mente positivo: la creación deun sistema monetario propio.

El Partido Socialista, antes, sehabía movido en el plano de lasreivindicaciones campesinas congran éxito, pero entró en com-ponends con los partidos tradi-cionales y se derrumbó poraños.

El movimien to llamadoFrente Patriótico de la Juven-

tud, producto de la última post-guerra, lo constituyó la clasemedia intelectual y universitaria,con sus propósitos de democra-

tización del país, de instaura-

ción de la democracia formal y

una política de reinvindicacionesfrente a la Zona del Canal, y

una fuerte lucha con tra la ines-tabilidad administrativa de losfuncionarios públicos paname-

ños. Este movimiento policlasis-ta, fue incapaz de asumir una

línea de acción nacionalista re-volucionaria consistente, desme-

nuzándose en pequeÜos grposque ensayaron utilizar a los po-líticos tradicionales para lograr

sus fines políticos o personales,

cayendo así en el descrédito an-te el pueblo. Este grpo tuvo elmérito de difundir ideas demo-

cráticas y progresistas, más alláde sus errores. Algunos de sus

cuadros, eso sí, han quedado co-mo reserva moral de la Repúbli-ca

Para el análisis exacto de lanacionalidad panameña comoexpresión de conciencia nacionaldebe incluirse a la Universidad

de Panamá. Allí se ha institucio-nalizado la defensa de la sobera-

nÍa nacional como sus trato de

toda aspiración cul tural o profe-sional profunda. La existenciade un espíritu y cultura nacio-nal panameños ~e cen traliza enlas aulas universitarias, con cier-ta debilidad entre los profesores

y gran fuerza en su alumnado.Entre éstos siempre hubo unsector significativo sensibilizado

por las ideas revolucionarias del

nacionalsmo y el socialismo.

Tales son, a grandes rasgos,

algunas de las interacciones mássignificativas que se dan en tre laexistencia del imperialismo yan-qui y el surgimiento de la auto-conciencia de nacionalidad enlos panameños.

VIII. LA INDEPENDENCIAPANAMEl~A VISTA PORLOS ISTMElIOS y PORLOS EXTRAJ EROS

Un problema que siempre seadscribe al Canal es el de la sc-paración del istmo de Colombia.

Nadie discute o comen ta enel extranjero la independencia

de España el 28 de noviembrede 1821 y la consiguientc uniónvoluntaria con Colombia, en ba-se al mito del Libertador SimúnBolívar.

Pero la independencia de Co-

lombia el 3 de noviembre de1903, es mirada de distinta for-ma por colombianGs y paname-ños. Y los periodistas, cronistase historiadores extranjeros usan

el fácil expediente, la solución

simplista de abonar toda la ver-dad en favor de los historiadores

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reaccionarios o nacionalistas co-lombianos.

La separación de Panamá fueparte de un largo .proceso histó-rico. Tal como en un momen tohistÓrico, los franceses conjuga-

ron sus intereses comerciales y

políticos con los independentis-

tas norteamericanos y los britá-nicos hicieron lo mismo conAmérica Latina, en relaciÓn conEspaña. Los Estados Unidos de

Norteamérica vieron confluir susintereses capitalistas con las as-

piraciones nacionalistas e inde-

pendentistas de los panameflOs,

en 1903. Estas aspiraciones li-bertarias de los istmeños habíanestado a punto de cristalizar va-rias veces, como lo resume el in-ternacionalista liberal Ricardo J.Alfaro, al desmentir la "leyendanegra", de la independencia de

Colombia en los siguientes tér-minos: "En este ambiente y enestas circunstancias era lógicoque se manifestara una vez másel anhelo separatista y que rena-

cieran los impulsos de 1821, de1830, de 1831, de 1840 y de1861. La separaciÓn se consumóporque tenía hondas raíces en lahistoria, en la geografía, en la

economía, en los intereses y enlos sentimientos del pueblo de

Panamá. Es por lo tanto insensa-tez supina sostener, como lohan hecho historiadores y escri-tores mal documen tados o mal

inspirados, que la independenciade Panamá en 1903 fue obra de

la arbitrariedad de TeodoroRoosevelt. No es así, por másque éste mismo hubiera lanadoen algua ocasión una frase taninexacta como imprudente y li-gera, pero que ha servido para

justificar denuestros contra suautor y contra la nación pana-

meña". (30)y aunque ya hemos abonado

argumentos inmediatos para jus-tificar la independencia paname-ña, no será inútil refutar argu-mentos unilaterales que prescin-dan de hechos históricos básicospara hacer la secesión istmeña

como una "hazaña" de TeddyRoosevelt y el imperialismo,despojando a Colombia de su te-rritorio. Caracterización de estetipo es la de que "El gobierno co-lombiano no se mostró suficien-temente tratable. Entonces, losimperialistas norteamericanos

comenzaron solapadamente apreparar la separación de Pana-

má de Colombia". (31) No sa-bemos qué en tendían por "tra-table" los autores, pues laverdad es que firmaron el Trata-do en treguista de 1846 ya co-mentado; también cedieron150.000 hectáreas a los interesesnorteamericanos del ferrocarrilPanamá-Colón. Además, el go-bierno norteamericano y el co-L ombiano habían firmado unTratado para la construcción de

un Canal por Panamá y Dariénen 1869, con la firma del Minis-tro Residente de Estados Unidos

(30) Cincuenta años de República. Pág. 114.

(31) "Historia de los países coloniales y depenientes", tomo 1, S. N. Rostovsky yotros. Edic. Nucva América, 1941. Santiago - Chile, Pág. 139.

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de América Peter j. Sulivan, yen 1870 con el Ministro de Esta-dos Unidos de NorteaméricaStephen A. Hurblut. Y, por otraparte, estos mismos derechos sehabían concedido a Inglaterra,por medio de la Ley 10 de juliode 1852. Más vale no seguir en-juiciando el carácter subjetivistade las opiniones de los historia-dores que nos ocupan.

Pero no existe mejor testimo-nio de la vida de los istmeños

que aquel que estableciera el co-lombiao Sr. Santander A. Galo-fre, en claros términos: "Cuan-

do el istmo en 1821 selló su in-dependencia y se incorporó es-pon táneamen te a Colombia,abrigaba sin duda la convicción

de que nosotros no anularíamos

sus derechos y su libertad comopueblo, y que respetaríamossiempre la in tegridad de su pro-pio gobierno. Si faltamos o no ala confianza..." Págs. 7-8-9, El

tres de Noviembre. Diógenes dela Rosa (hasta donde dice: en supropio territorio).

Uno de los problemas que en-turbia el enfoque analítico del

acto de secesión reside en la in-dagación acerca de si el pueblopanameño participó conscien te-mente o no en la gesta indepen-dentista y si ésta debía ser san-

grienta o no, para tener validez.Tal pregunta no es sino un resa-bio del historicismo de los albo-

res republicanos en AméricaLatina, con su pretensión deidentificar nuestros procesos po-líticos con los de la revolución

de Riego o la francesa. Lo quese llama pueblo es, a veces, un

incipiente sentiiento de nacio-

naldad, que estriba más en lacultura nacional, es decir, en unfolklore, una lengua común,ciertas costumbres, tradicionesespecíficas y hasta en una arqui-tectura o literatura propias, que

en la cohesión política, econó-

mica y militar, que hoy invoca

tal vocablo. El pueblo paname-ño fue más un conjunto de pa-triotas consciente de la situaciónreal de la mayoría, que un con-junto de clases o una clase so-cial, con la clarividencia y la or-

ganización de lucha que debeanteceder a toda meta. En loscronistas de la época, eso sí, en-

contramos, los ingredientes que

fermentaron en estallidos patrió-ticos: la permanente ocupaciónmilitar, el pilaje, el abandono

económico, la insalubridad y laimposición de autoridades ajenasal departamento de Panamá,fueron acicate suficiente. Nopuede subestimarse el hecho deque los istmeños habían intenta-do asumir la defensa armada desu tierra natal. Ya por 1861, erasuperada la idea de tener la in-dependencia de un estado fede-ral, de realizar una revolución

pacífica, de hacer reconocer losderechos del abandonado depar-tamento de Panamá o finalmen-te, de tomarse los panameños elpoder y obtener "desde Ariba",

la solución a sus problemas. Ta-

les podrían haber sido los casosde la participación, en primer

plano, dentro del poder central,del general panameño TomásHerrera y del eminente polígra-

fo istmeño Justo Arosemena.

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Fue de esta suerte como sur-gió la resistencia armada de par-te del Gobernador Santiago dela Guardia Arue, quien muereen la acción de Mata-Palo, tra-tando de hacer cumplir el Con-

venio Guardia-Murilo, que res-tauraba parte de la soberanía

istmeña, aunque ahora se piensa,a la luz de documentos, que es-

te patriota perseguía la separa-

ción total de Colombia. Acaso

éste y otros hechos forman unasola cadena histórica que culmi-

nan con el fusilamiento del gue-rrillero liberal, el indígena Vic-

toriano Lorenzo, seis meses an-

tes de la independencia, es de-

cir, el 15 de mayo de 1903;hecho éste que decidió a los li-berales panamei'os a incorporarsea la conspiración secesionista.

Quizás un país que ha sufridocruentas guerras civiles, que haconocido rebeliones negras e in-dígenas por su libertad, no me-rece el pesimismo del eminen te

hombre público panameño, doc-tor Eusebio A. Morales, quienescribiera acerca de' sus compa-triotas: "El sentimiento de lanacionalidad es nulo o es débilentre nosotros porque ese senti-miento no nace y se desarrollasino al calor de dolores y de in-fortunios comunes, de luchas

largas y sangrientas, del sacrifi-cio de preciosas vidas y del mar-

tirio de algunos seres predestina-

dos que vienen a ser finalmentelos creadores de la nacionalidad,porque ellos han encarnado, con-densado y revelado en sus obras,

(32) Pág. 20 Op. Cit Diógenes de la Rosa.

26

en sus vidas y aun en su marti-rio los pensamientos incoheren-

tes y las aspiraciones intuitivas

de todo un pueblo. Pero Pana-

má, país nacido a la vida inde-pendiente sin lucha y sin sangre,sin actos de heroísmo y sin elsacrificio de ningún martir, seencontró súbitamente disponien-do de un bien que no había con-

quistado con su esfuerzo". (32).No puede desmerecer la lucha

de un pueblo por sus crisis decrecimiento, por sus contradic-

ciones políticas y sociales bajo

la férula del imperialismo, pues

su historia se ha escrito con san-

gre hasta aproximarlo a la ma-durez y la organización política

más sólida qu.e ya se vislumbra.

ix. EL MOVIMIENTONACIONALISTAREVOLUCIONARIO Y LACRISTALIZACION DELESTADO PANAMRO

El cuadro que descnbimos an-

teriormente desemboca en elproceso actual, cuyas caracterís-

ticas rebelan al pueblo paname-Ùo alcanzando su madurez de Es-

tado moilenio, con su libreau todeterminación.

Hasta 1968 el pueblo pan a-meÙo navegaba a la deriva, enbusca de una dirección políticaque amalgamara su espíritu in-dependentista con la consolida-ción de un gobierno popular.

La llamada oligarquía pana-meiia, olfateando el aluvión na-

cionalista en marcha, se decidió

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ese año por una "gran jugada"política y proclamó su apoyo alDr. Arnulfo Arias, para ocultar-se tras el poderoso cauce popu-lar que éste poseía. De esta for-ma se podría aplacar al pueblosediento de cambios y negociar

un nuevo Tratado del Canal, en-treguista, bajo el signo de la pre-sumible obediencia al frustradolíder autoritaro, quien nunca

tuvo la habildad ni el talentopara ejercer la autoridad que

siempre simbolizó.

Así planteada la situación, lahistoria de las luchas populares

del pueblo panameño abrió elmás interesante cauce a unanueva etapa. Se destruyeron lascompuertas que guardaban el te-mor reverencial, hacia laoligarquía y al líder, por un gr-po de jóvenes oficiales de laGuardia Nacional, provenientes

de la clase media pobre.

La historia no está preñadade casualdades, sino de realida-des objetivas. Hubo quienes pen-saron que se trataba de un cuar-telazo más, negociable. Y los re-presentantes del capital burocrá-tico y parasitario, empezaron amover sus fichas, para encon-trarse con que las reglas del jue-go habían cambiado.

Un ámbito populista, de na-cionalsmo revolucionario, toca-ba a las puertas del Estado enforma panameña, surgente. Loshechos nuevos empezaron a su-perar una cadena de contra-dicciones, hasta culminar en la"revolución de las cutarras", Es-te movimiento consiste en el

surgimiento de una democraciacelular panameña, tramada en labase popular de los corregimien-tos, afirmada desde la cutaracampesina, hasta el obrero urba-no, con la patriótica solidaridad

de los medianos comerciantes,

los profesionales, el sector de in-dustriales creativos y el puebloarado en la Guardia Nacional.

Estas son realidades objetivas,más que el deseo o el caprichode cualquier analsta. ¿Qué hasucedido en el fondo de esteproceso?

Ante todo, conviene anotarque un Estado nuevo, no parasi-tario del Canal, surge con expre-

siones poco tradicionales.

El gobierno benefactor -que

apenas expresa a una nación pa-

nameña con su territorio, su len-gua, su cultura, sus tradiciones,

folklore, etc.- que es el brazodébil del capital parasitario quese nutre de la plusvalÍa de la tie-rra, de los impuestos impagos ya la vez sostiene a una burocra-

cia de favor político caudilista,se derrumba ante las nuevas exi-gencias objetivas de una Socie-

dad madura ya, para perfilar unestilo político propio.

Como el día sigue a la noche,las relaciones laborales espontá-

neas son superadas por un Códi.

go del Trabajo. La anarquía de

las contribuciones que no respe-

tan ni los viejos catastros, es re-

emplazada por un control cre-ciente de los contribuyentes. La

an,aquía de los ariendos, que lahuelga inquilinara rubrica y los

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Panga y los Muller ( *) simboli-zan, es aventada por una Ley dela Vivienda, para un Panamádonde la industria de la cons-

trucción alcanza el nivel de pe-

sada.

Las relaciones entre Panamá ylos Estados Unidos ya no sonentre el estado imperial y la na-ción panamefia, que, expresada

nítidamente en el sentimientoantimperialista descrito, se tras-vasija en un gobierno que no al-canza la jerarquización del Esta-do que ahora se expresa.

El Estado panameño, bajo ladirección del General Ornar To-

rrijos, no implora concesiones,

sino que exige derechos. No li-mita su acción a la relación bila-teral, entre bambalinas, si no

que convierte el problema cana-

lero en asunto central de la con-ciencia democrática internacio-nal.

El Consejo de Seguridad delas Naciones Unidas, reunido enla vecindad del enclave canalero,

le confiere la victoria poi í tica y

moral del reconocimiento de lasoberanía al Estado panameño.

La opereta colonialista toca asu fin: el tercer Mundo, el mun-do Socialista, las naciones capi-talstas, apoyan a un pueblo quepasa del intimismo al internacio-nalismo.

Pero el Estado nuevo no essólo la contrapartida ideológica

de la angustia canalera, es, alcontrario, la expresión de un en-

te nacional con vida propia. La

hidroeléctrica del Bayano y ElBoquete, la apertura de Panamácomo centro financiero inter-nacional, la descolonización del

agua potable con la construc-

ción de un centro propio deabastecimiento para la ciudad

capital y muchas obras de granvolumen, describen a un Estado

pujante.Este Estado sigue políticas so-

ciales de ayuda al campesinado

de los asentamientos, de cons-

trucción de escuelas, estadios yelectrificación urbana y rural.

La promoción de becas de es-tudio alcanza un significativo ni-vel, en relación con el necesario

impulso de las fuerzas producti-vas.

La Zona del Canal de ciudadcentral se convierte de hecho enciudad satélite de la ciudad ceno

tral que es Panamá, con su desa-rrollo urbano vigoroso.

Este Estado nacional multi-actuante es el que obliga porprimera vez en la historia al Mi-nistro de Relaciones Exteriores

de los Estados Unidos a pronun-ciar, en la vecindad del enclave

colonial, su compromiso de re-conocer los derechos soberanos

de Panamá sobre la Zona delCanal.

Así, una etapa trascendente

de la brega nacional del pueblo

panameño está a punto de con-sumarse, justificando sus luchas

históricas.

Personas que explotaban gran cantidad de piezas y casas de alquiler, quearrendaban a los pobres de la ciudad de Panamá.

( * )

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AR.I ES~ AQVARIVS

E

Fig 5.Trayectoria del cometa (T) respeto a lasestrelh fias Los números se refieren a losdías del mes de enero en que se tomaronla fotOlPafías, el Sol estaa a la derecla y

por extrpolaón hacia la izquierda, se de-dujo la incliación de la órbita del cometa

respecto a la eclíptica (E) (plao de la ór-bita de la tierra), unos 2?

33

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j ,A I1 MI E 11 N C; i~ ,A MI

Se plantea en estos momentosla creación de un Instituto Na-cional de Cultura, un organismo

estatal que se dedique por ente-ro a la ingente tarea de la cultu-

rización nacional. Para ello, elGobierno Revolucionario, a tra-vés de la Comisión de Legisla-ción del Ministerio de Educa-

ción' y la DirecciÓn Nacional deCultura lleva a efecto reuniones

de consulta con grupos y unida-

des que de una forma u otra es-tán vinculados a los diferentesaspectos culturales del país.

La temática del diálogo-consulta se basa, en líneas gene-

rales, en lo siguiente:

1. ¿Necesita Panamá de un Insti-tuto Nacional de Cultura?

2. ¿Cuáles serían las responsabi-lidades de dicho organismo?

3. ¿Cuál debe ser la base de lapolítica cultural que el Esta-

34

do ha de im partir a través dedicha instituciÓn?Estos interrogante s no son

nuevos. Se plantearon desde lacreación misma de la República.De ahí la Ley 11 del 23 de mar-

zo de 1904 elaborada a sólo 8semanas de nuestra separaciónde Colombia, en virtud de lacual se "autoriza al Poder Ejecu-tivo para establecer en la capitalde la República un Instituto Na-cional de Bellas Artes".

Sería extenso e innecesarioenumerar aquí el historial queesta inquietud ha planteado a

través de 70 años de vida inde-pendiente. Son muchos los ciu-dadanos que han luchado porlograr la creaciÓn de organismossemejantes y para que los mis-mos recibieran el apoyo pecu-niario adecuado por parte de latesorería del Estado. Aun sinese apoyo financiero, que nunca

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se dio en una medida acordecon las necesidades, es sorpren-

dente constatar lo que alguosha podido llevar a efecto conlos exiguos recursos que dispu-

sieron.El país a través de su trayec-

toria histórica, ha creado, en vir-tud de la situación mencionada,

un desequibrio cada vez mayorentre la riqueza material y el ni-vel cultural de su ciudadanía. Esobvio que un desequilibrio se-mejante trae consigo consecuen-

cias funestas, a la vez queconstituye un peligro inminente

para la lucha por nuestra nacio-

naldad y soberanía, contingen-

cia que sólo puede favorecer aaquellos que buscan a todo tran-ce el resquebrajamiento de nues-tra unidad nacional. Un pueblo,aunque rico, si es ignorante, in-culto e insensible está a mercedde toda y cualquier diectriz co-lonialista, anrquica o imperialis-ta. Una ciudadaía enajenada detoda cultura superior, queda sindefensas y sucumbe Iremisible-men te.

De la misma forma en que elGobierno Nacional ha llegado ala conclusión de que se hacíanecesaria la creación de un Insti-tuto Nacional de Telecomunica-

ciones (INTEL), en aras de un

mejor servicio de comunicacio-

nes para la población (y no paracomplacer a los técnicos de latelefonía, sean estos meritoriosde un INTEL o no) es necesa-rio, también, en obsequio de laciudadanía y de la cultura queella se merece recibir, crear unInstituto que se especialice en

dicho menester,

Es impostergable que el Esta-do funde un organsmo que sededique en su totaldad a llenarel vacío lamentable de inculturae insensibildad que se ha idoacumulando en nuestra Patria através de tres cuartos de siglo.Esta necesidad la reconoce todapersona que tenga una pequeña

dosis de sensibilidad social.

En estos momentos en Pana-má -y n,o a pesar de la crisiscultural por la que atravesamos,

sino como consecuencia deella- se ha creado la conciencia

de que no podemos continuaren la triste condición en quenos encontramos si no queremossometemos de una vez por to-das a la ignorancia total.

Aquellos que asumimos en es-tos momentos la alta y difícilmisión de la difusión de la cul-tura, nos sentimos con una res-ponsabildad histórica, cual es lade promover la creación de di-cho Instituto en favor de la ciu-dadaía; una institución quedesde el punto de vista profe-sional y administrativo esté al

servicio del pueblo a todo lo an-cho y largo del país, capaz de

almentar la inquietud de cadauno de los ciudadanos, para iren pos de las manifestaciones

más elevadas de la inteligencici ysensibilidad humanas.

La responsabilidad de un or-ganismo estatal dedicado exclu-sivamente a los quehaceres cul-turales, es la de impartir al ciu-dadano todo el legado çulturalque le sea dado conocer, a lavez que enseñarle a valorizar alos creadores nacionales que me-

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recen ser reconocidos. No todolo nacional es bueno; infortuna-damente hay más mediocridadque lo deseable

Observamos con desasosiegoque por falta de un espíritucrítico formado -por falta pre-cisamente de una preparaciÓncultural- se confunde constan-

temente lo peor con lo mejor;lo profesional con lo mediocre.

La labor inmediata de un Ins-tituto de Cultura en Panamá es

realmente ingente: como ya heapuntado hace tres años debeiniciar nuestra "monumen ta his-tórica" en aras del autoconoci-

miento de nuestra nacionalidad;crear una biblioteca popular de

autores nacionales ,-ù alcance dclas mayorías; crear y org,-Ulizarel museo antropológico comofundamento de nuestra existen-cia; aear la CompaliÍa Nacional

de Teatro, la pinacoteca de ar-tistas nacionales, profesionalizarnuestro Ballet, rehabilitar ycompletar la Orquesta Sinfónica,reformar por los caminos delprofesiol1,-ùismo más actual laeducación artística y crear unprograma de penetración de lamisma en todo el ámbi to de laRepública mediante la sectoriza-ción de la ensei'anza; reformar

seriamente, acorde con nucstrasnecesidades m;ls intrínsecas-despojadas de todo mercantilis-mo extranjerizante y destruc-tor- nuestra radio y televisión;

plantc'T en fin uiia política cul-tural panameí'a cuya forma yfondo eleve las estructuras socia-les de este país.

Por otro lado si para los dife-

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rentes aspectos de nuestro de-

sarrollo: agrcultura, organizacio-

nes juveniles, hidroeléctricas, ur-banismo, sistemas de educación,exploración del subsuelo, inves~

tigaciones arqueológicas, reha-

bilitación dc nuestro patrimoniohistórico, mercadeo, etc., se im-portan técnicos extranjeros, afalta de suficicntes especialistas

panameños, no comprendcmosel porqué somos tan reacios conla importación de técnicos que

puedan instruimos sobre las últi-mas metodologías de las discipli-nas artísticas; tccnicos que nosólo nos pongan al día -desde elpunto de vista profesional- si-no que laboren durante un pe-ríodo prudencial hombro ahombro con nosotros. Los Esta-dos Unidos de Norteamérica,que constituye un ejemplo im-

presionante de la tecnologíacon temporánea, no cesa de im-portar especialstas extranjeros

en todos los campos de la cultu-ra, en aras de un engrandeci-

miento aún mayor de su socie-dad. Dicha importación seríaotra de las responsabilidades del

nuevo Instituto.Es evidente que al hablar de

haberes culturales nos referimostambién a la "cultura nacional",tema que ha suscitado excesivasespeculaciones últimamente en-trc nosotros.

Estamos atravesando una fasede enjuiciamiento general ennuestro país, que abarca desde

las instituciones políticas y so-

ciales, hasta las creaciones artís-ticas en general. Todo está sien-do analizado, elogiado, rechaza-

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do o hasta vituperado con ira-cundia.

"La cultura nacional estáconstituida por las marufestacio-

nes artísticas, filosóficas y cien-tíficas producidas por el hombreen Panamá a través de las épo-cas". Así lo expresa nuestra car-ta política en su Capítulo 40.,

Artículo 76, y eso es lo correc-to. Precisamente para que elhombre panameño pueda mani-f estarse artística, filosófica ocientíficamente tiene en primerlugar que instruirse y culturizar-se dentro del consenso universal

y mientras más completo sea suconocimiento más intensa e im-portante será su manifestación.

No existen culturas totalmen-te autóctonas, vírgenes de cual-

quier influencia fqránea. Todac ul t ura es mestiza. Inclusivenuestro más puro folklore surgea la postre de fecundaciones ex-

ternas. De ahí que tengamosforzosamente que andar conpies aplomados cuando preten-demos profundizar en lo que de-nominamos "cultura nacional".

En los países socialistas, don-de la problemática ha sido el

centro vital de toda W1a dialécti-ca social, se restaura actualmen-tc aquello quc había sido des-

truido en un momento de febrilidentificación nacional, una vezque se llegó a la conclusión de

que ningún pueblo puede esca-par a su ascendencia histórica,lo cual es sin lugar a dudas unaseñal de madurez sicológica ycultural. Si en Rusia se anatema-tizó la obra de Rachmaninoff,

en momentos en que se decidíalo que era música "burguesa" O

música "totalmente rusa", hoyen día no existe artista soviéticoque no conozca, i_:jecute o pro-mueva su obra. Entre los rasgosde una nación madura está el desaber reconocer sus antecedentesy realidades sin resentimientos

ni rubores.

Ya se ha dicho con sabiduría

que el folklore, aunque tiene susméritos propios, no puede sertomado con fundamento indis-pensable para un arte nacional.No se trata en realdad de unproblema de nacionalsmo ni deun problema de criterios disÍmi-les sino de un problema de pro-fundidad.

En la segunda postguerra elvocablo "nacionalsmo" , y envirtud del catastrófico ejemplo

alemán, ha adquirido un tintepeyorativo, tanto en la política,como en el arte, y aun comoposición intelectual, pero bajosu bandera se hacen todavía, enpaíses subdesarollados, todogénero de concesiones baratas.Alemania no enriqueció su acer-vo cultural durante el período

más nacionalista de su historiaque fue el del Tercer Reich,muy al contrario. Su desarrolloartístico cultural lo alcanzó yadesde las Ciudades Libres de laEdad Media. En ellas se logróun amplio desarollo y esplen-

dor de las artes y la "industria".Sus grandes conquistas espiritua-les pertenecen cronológicamente-desde Klopstock hasta Schillery Goethe, desde Kant hastaNietsche, desde Bach hasta

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Richard Strauss, a períodos an-

teriores a la fundación de laAlemania hitleriana.

Los interrogantcs ontológicose históricos que plantcan cxpre-

siones como "nacionalismo" o"cultura nacionalista" son tan

complejos que deben utilizarsecon suma prudencia si no quere-mos caer en el paroxismo.

Shakespeare es el mayor escri-tor inglés, aunque la acción desus tragedias ni siquiera se desa-

rrolla en su ticrra y el propio

Goethe, considerado en Alema-

nia el mayor de sus hombres,fue un intelecto de cultura uni-versal capaz de declarar sin ru-bor q'ie "no existe arte patrióti-co ni ciencia patriótica".

No se trata pues ni muchomenos de un simple problemade patriotismo. Picasso, De Fallay Casals son españoles y sólo es-pai'oles aunque hayan vivido ymuerto en el exilo y repudiado

~as estructuras políticas de Espa-

nao

Un gran patriota no neccsaria-mente es un gran artista, perocasi siempre un gran artista esun excelente patriota.

Para aquellos que rechazanlos nuevos senderos de la crea-ción artística, es prcciso enten-der que nuestra novelística (paratomar un ejemplo de más fácilcomprensión, dentro dc la crea-ción artística en general, aunqueel proceso cs similar tanto en lamúsica, como en la poesía, tea-tro, pintura o escritura) no pue-

de continuar tratando un temaya suficientemente explorado y

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trabajado cual es la novela de latierra y el espacio, en donde elindividuo "quedaba reducido auna cifra en el hostil universo ydonde la naturaleza bravía ocu-pó el lugar central". Obras co-mo I?oña Bárbara, La Vorágine,Canaima, Don Segundo Sombra,

Los Desterrados etc., cumplie-ron una misión sumamente sig-nificativa dentro de una etapade la novelística hispanoamerica-na. Borges no es menos argen-

tino que Sarmiento porque nohaya dedicado su obra al gaucho

o a la pampa.En la creación artística los

temas deben renovarse en el mo-mento en que se saturan. De ahíquc el fluido esencial, el senti-miento vital de toda creación ar-tística sea la renovación. El cre-ador que no se renueva se ostra-cifica.

No podemos pretender que eleuropeo sea el único capaz de

aventurarse con éxito por los ca-minos del surealismo, del sico-análisis y del existencialismo

etc., por no mencionar más quetres temas de la novelística ac-tual, y que los hispanoamerica-

nos nos dediquemos per seculaseculorum al costumbrismo o alruralismo.

Afortunadamente la realidades otra y la novelística hispano-

americana, para honra de todos

nosotros, alterna con la europeay se ha hecho acreedora de múl-

tiples galardones internacionales

muy importantes, si es que estotiene algún significado.

El proceso de desarrollo, su-

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peraciÓn e independencia cul-

tural de hispanoamérica no tieneretroceso. De ahí que los pana-menos no podamos permaneceral margen de dicha causa. So-mos parte de esa gran familiacontinental hispanoamericana y

debemos por ende integrarnostambién a la carrera del desaro-llo cultural.

No negamos por ello la nece-sidad absoluta de que se exortey se promueva la identificaciónde la nacionalidad como fuerza

de unificación política. Toda

agrpación humana tiene sus ca-racterísticas esenciales o peculia-

res sicológicas que se deben po-ner de relieve, hoy más quenunca. Sin embargo es menesteraclarar que no existe necesaria-

mente una relaciÓn directa entrela creaciÓn artística y dicha upi-dad política nacional. En efectosi la unificación política fuera

base para la elaboración de unacultura nacional, el Imperio Ro-mano habría tenido fuerza crea-dora y eficacia cultural muchomayores que todos los demáspueblos de la historia. Sin em-bargo todos sabemos que no esasÍ. El ejemplo de Grecia tirapor tierra toda preocupación al

respecto y hasta hoy la época

de Pericles continúa siendo elejemplo por antonomasia de loque es el florecimiento cultural.

No se pueden imponer a unpueblo, por la violencia, costum-bres, hábitos e ideas. Al hombreno se le puede encerrar en elmarco de una individualidad ex-traÙa, a menos que se destruya.

Una fusiÓn de diversos gruposétnicos y de elementos racialesdistintos como los hay en Pana-má, sólo es posible en el domi-nio de la cultur._. Unicamen te la

libre decisiÓn, que en la mayo-ría de los casos se efectúa de unmodo inconsciente, es capaz deagrpar, en su acción cultural, ahombres de procedencia distin-ta y de crear así nuevas formas

de progreso.

No hay cultura alguna, seadel carácter que fuere, que se

haya formado con completa in-dependencia y sin la acción deinfluencias extraiias. Desde otroángulo, qué pobre sería el serhumano si hubiese tenido quedepender en su desarol:o cultu-ral simplemente de las creacio-nes de su propio pueblo.

El propio IsaÍas GarcÍa se1Ìa-

laba en su excelente ensayo Na-

turaleza y Forma de lo Paname-ño que nosotros nos caracteriza-mos por "una inmadurcz e ines-tabildad mental, freno indubita-

ble para la actualización denuestras potencialidades". Másade1an te agrega GarcÍa que"nuestra adolescencia mentalpodría ser superada por el culti-vo del espíritu, es decir por laeducaciÓn ~en el sentido de intc-gración del hombre a la cultu-ra- así mismo nuestra autentici-dad cultural encontrará su ner-vio motor por los caminos de laeducación. La madurez mental,producto de la educaciÓn del al-ma, preparará al panameÙo parala comprensión y la satisfacciónde nuestras urgencias espiritua-les" .

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La cultura interior del hom-

bre crece en la medida en qucadquiere la capacidad de apro-

piarse de las conquistas de otrospueblos y de fecundar con ellassu espíritu. Al apropiamos de laidea dc una obra "extranjera",la convertimos en un trozo de

nuestra existencia, sin que esto

nos obligue a tomar una deci-sión que repugne a nuestra csen-cia más Íntima o violen te nues-tro ser. No somos menos pana-meños por admrar y cultivarapasionadamente la obra deDante, Cervantes, Dostoievsky,

Kafka, Bach, Beethoven, Stra-vinsky, Picasso, Kandinsky,Klee, Sartre o Ionesco. Muy alcontrario sólo así estarcmos de-

bidamente preparados para deci-dir con un criterio maduro yuna amplia gama de conocimien-tos, cuáles de nuestros propios

creadores son los buenos, me-

diocres o malos. Si Daría o Ne-ruda se impusieron en Nicara-gua, en Chile o en el mundo en-tero, después de haberse nutrido

de las mejores fuentes poéticas

del vanguardismo universal, fuefundamentalmente por estar a laaltura de los grandcs poetas de

cualquier época o nacionalidad,sin haber dejado de ser chilenoso nicaragüenses.

No podemos dejar de conocerobras realmente importantes en

nombre de criterios demasiadosestrechos sobre el realismo. Bienpor el contrario, es menester

ampliar la definición del realis-mo y descubrirle, a la luz de lasinnovaciones características denuestro tiempo, nuevas dimen-

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SlOnes que permitan integrar laherencia del pasado con lasluchas del presente.

Se habla mucho Últimamentesobre lo que debe constituir laobra de nuestros artistas, frentea una realidad nacionaL. El pro-ceso creador no puede caer enel simple mecanismo dc una má-quina fotográfica, ni la funcióndel artista debe limitarse al pro-ceso frío y automático de una fo-tocopiadora. El artista creador noticne la mera función de darcuenta de las luchas que se lle-van a cabo, sean éstas del carác-tcr quc fueren, pues también él

es uno de los combatientes, consu parte propia de iniciativa his-tórica y de responsabilidad. Para

él, como para todo hombre, lacuestión no consiste en interpre-tar al mundo, sino participar ensu transformaciÓn. Ser artista noes imitar simplemente la imagen

de lo real, no es calcar los acon-

tecimientos humanos, sino inter-venir activamen te en el fenóme-no crcador de un mundo en vías

de formación.

So bre el particular Roger Ga-raudy en Hacia lU Realismo sin

Fronteras nos dice, muy acerta-damente, que la función del ar-tista no es la del filósofo o delhistoriador: no tiene la exigen-

cia, por ejemplo, de reflejar latotalidad de lo real. Exigir de

una obra de arte, en nombrc delrealismo, que refleje la totalidadde lo real, que trace la trayecto-

ria histÓrica de una época o deun pueblo, que exprcse el movi-miento esencial y las perspecti-

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vas del porvenir, es una exigen-

cia filosófica y no estética.La coyuntura actual de nues-

tra República demanda una con-cientización político-cultural in-tensa, constante, bien dosificada

y a la altura de las exigencias y

denuncias que hace Panamá antelos organismos internacionales.Es lógico pensar entonces quetoda política cultural que impar-ta un organismo estatal de estanaturaleza contemple en susplanteamientos -como piedrafundamental de su filosofía cul-tural- los elementos que consti-

tuyen la problemática de su si-tuación vital ante el concierto

de las naciones.

La Cultura -ha dicho Alfon-so Reyes- no es un efecto, unmero adorno o cosa adjetiva, uningrediente, sino un elemento

consustancial del hombre y aca-so su misma sustancia.

Creemos que, todo ciudadanoconsciente de la lucha que se

plantea en Panamá en estos mo-mentos para consolidar plena-mente su independencia, tieneque estar de acuerdo con lo an-terior. De ahí que todo organis-mo del Estado que tenga la res-ponsabildad de conservar, creary promover el aspecto culturaldebe fundamentar su políticatanto en la parte formativa co-

mo en el aspecto divulgador enlos puntos que constituyen laesencia de sus necesidades comoNación soberana y libre. De otraforma dicho organismo no esta-ría cumpliendo con las responsa-bilidades que le son inherentes.

Panamá, abril de 1974.

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C,."II;I.(I J ,Jl1tlcdot(l

JI) 1\1= METIT~ 11 (~ K() JR 5 11

Lo conocí una noche de finesde enero, en la terraza delDome, recién llegado de Espaiia.Llegaba el ilustre escritor a Pa-rís, a hundirse por algunos me-

ses en este ambiente tan extrañoa su personalidad. Quería huirlea Madrid,a la Puerta del Sol, aEspaña. Pero estas tres entidadeslo tienen y lo tendrán aprisiona-

do entre las mallas del recuerdo."La patria -dijo el poeta pana-meño- es el recuerdo."

Aquella noche de enero, pri-maveral, había arojado a la te-rraza del Dome la muchedumbrede los burgueses que vivenpendientes del barómetro. Me-

nos frío, más gente en la terrazade los cafés: ese es París. Eramosalgunos escritores bohemios yalgunos escritores serios; unos,tirando la provisión de la juven-

tud por las ventanas del idealis-mo y del noctambulismo; losotros, con el miedo a las co-

rrientes de aire, espesas bufan-

das alrededor del cuello, el te-mor de morirse, el temor de ad-mirar, de reír y de llorar. Poetasy vividores. Y algunos mucha-

chos centroamericanos, malaba-

ristas de la prosa y del milagro

de vivir, con ese oficio ahora tancomún y sospechoso como ofi-cio: ¡periodistas! Pedro Emilio

Col, desde la cátedra de su filo-sofía, hablaba profundos con-ceptos griegos y encantadores

folklore s venezolanos. EsperanzaZuluaga jugaba con sus ojos ga-chones en las órbitas inmensas,

bordeados de lagas pestañas hu-medecidas de rimmel; Lascano

Tegui, vizconde, y poeta a ratos,egoísta supremo, se deleitaba enenumerar sus vicios y sus virtu-des. Y Ramón, brillante y gra-cioso como un torero andaluzen su corrida de gala, con su ca-ra redonda y bien afeitada, consu corbata nueva, su camisa

.. En la seción, Letr, Ares, Ciencias en "Blaco y Negr" de Madd

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muy limpia y muy blanca y suvestido de perfectas rayas y dis-ciplinados pliegues, daba la im-presión sana de un rentista satis-fecho de sus rentas.

Después, cuantas veces le hevisto, he tenido de él la mismaimpresión, que desvirtúa la le-yenda de los literatos sucios, deindumentaria astrosa, etc. Y co-rroborando que aquel era el fa-moso Ramón Gómez de la Ser-na, un talento y una gloria deEspaña, la greguería fluía burbu-llonante y regocijada de la bocadel maestro. Así le conocí. Pasa-

ron, más o menos, cinco sema-nas. Supe antenoche que Ramóncelebraba su tertulia en un cafécercano a la Gare Montparnasse.

Una nueva tertulia, un nuevoPombo.

En efecto, el gran novelista

congrega a su alededor, cada sá.bado, a un grupo de sus amigos,

compatriotas y extranjeros, ahabla de arte, de literatura, detodo. Y alí fui a verle. El Café,modesto, Íntimo, tranquilo ycomo mandado a hacer para es-ta tertulia exótica, se llama "Ala Consigne". Un café de buho-neros, de choferes, de viajerosde tercera clase. Sin embargo,

por el espejismo de las luces yde la concurrencia, aquel café,

anoche, con la visita de Ramóny de sus amgos, se había traIl-formado, como la Cenicientavestida de reina.

Las once de la noche, "A laConsigne", resplandece. Los ha-bituales paroquianos, al llegar,como de costumbre, a sus puer-tas, creen sufrir un error al verlo

lleno de gente elegante, de char-

las en idiomas incomprensibles

para ellos, y, sobrc todo, entre

todos los tertulias, sonreído y

magnífico, aquel señor que llevael pecho cruzado con una bandablanca y azuL. Poseídos de sacro

respeto, los parroquianos habi-

tuales retroceden, huyen, aban-

donándole a Ramón y su gen teel tranquilo rincón. Mañana,esos clientes irán a otro café.

"A la Consigne" ha perdido su

clientela. ¡Así muere un café enParís!. Allá en el fondo del ca-fé, con su gran banda azul yblanca sobre el pecho, está Ra-

món, sentado entre la duquesade Dato y Cami, quc es el pri-mer humosrista francés. Le ro-de an escritores, caricaturistas,escultores, pintores, periodistas.

Franceses, españoles e hispano-

americanos. Algunos nombresilustres y conocidos: la duquesade Cuevas de Vera, la señora deMorla Vicuña, Matilde Pomés,traductora, el profesor Vila dela Sorbona, Girando, poeta y

millonario; el vizconde LescanoTegui, el pintor Caneja, BotÎn

Palanca, escritor; Esteban Vi-cente, Cadenas, pintores, Tono yBeberide, caricaturistas.

y luego alguna gen te que es-taba alí por curiosidad, especta-

dores de lo que se decía. Dentrodel carácter meramente literarioy artístico de la tertulia, estagente es algo así como la barrade nuestras Asambleas regiona-les. Gómes de la Sema ha cenadocon Cami en casa de la duquesade Dato. Es un dios paradójico.Con un aire confidencial procla-

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ma que la banda azul y blancaes un obsequio de MonsieurPoincaré. Se queja de París, "queno le habla", su alma está en laPuerta del Sol, en un mantón deMaila, en una corrda de toros,en Andaucía. Luego le falta sucafé favorito. Le falta Pamba.Pamba le reclama.

-Así, pues ¿se marcha Ud?.Pensaba vivir en París; pero

la nostalgia de Madrid ha sidotan grande, que a Madrid mevuelvo, y volverá a funcionar

aquel Pombo aunque ya tienepróspera y simpática vida elPamba que he fundado aqu Í enel café de A la Consigne. -No

puedo dejar de preguntarle algosobre su madrepórica, incesante,intensa e inmensa labor literaria.-Preparó varias novelas: La Nar-da, que está acabándose de im-

primir; El torero Páramo, que vamuy avanzado; Viernes Santo,que también camina, y El Mata-rife, novela de crímenes en Cas-tila, donde el crimen repercu tc

más. Pronto va a salir, pues yaestá entregada, una novela titu-lada Szrhjskr, en que el protago-nista es un argentino y todo girasobre el espíritu argentino.

Sabido es que Gómez de laSerna tuvo un mal rato con sucomedia avanzadÍsima Los me-dios seres. Dirijo la charla hacia

ese tema, y me contesta mohi-no, como un padre recuerda unamalandanza de su hijo.

-Los medios seres fue la co-media de concepción que hab ía

que desenvolver en un tono si-lencioso y sencilo, dejando quelas palabras luciesen en toda su

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doble expresion, sólo con el su-brayado de que los personajesfuesen la mitad negros y la mi-tad blancos.

- y la concurrencia, ¿acogedo-ra?

-El público sc me dividió, yhubo la mitad blanca que aplau-día, y la mitad ncgra,que protes-taba. Para mí fue una experien-cia alegre, que repetiré cuantas

veces comenzare a nacer de nue-vo. Vi plásticamente lo que quc-

ría hacer, sin recurrir a ningúnefectismo, sin comprometerlotodo, sin desvariar, sólo con el

efecto de partir por mitad los

cómicos.- ¿Reanudará usted, Ra-món, sus experiencias escenográ-ficas?

-Vaya hacer otra comedia di-fícil e incomprensible, aprove-

chando la misma concepciónque la que se va a traducir enFrancia. Tendrá de las dos ver-siones, enlazadas en una terceraparte -unas veces sobre la tierray otras en levitación sobre latierra o en profundización por

debajo de la tierra-o Estos con-ceptos, poco comunes, desperta-ban el interés de la tertulia, enaquel momento en su apogeocon más de cien personas a suhaber. Aprovecho un instante decalma y le deslizo otra preguntasobre la literatura espafiola, so-

bre los literatos "maduros".

-De los literatos "maduros",

como Ud. dice, de AzorÍn yValle Inclán, opino que son ex-traordinarios, y que se propu-sicron y realizaron una obra deexcepción, siempre en caminode literatura, sin concesiones,

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alumbrados por una fuerza artís-tica que les hace grandes capita-

nes artísticos. Austeridad y artepueden ser la divisa de su vida,y la han cumplido siempre, sin

meterse en más... Eso es hermo-

so y no se encuentra por elmundo, donde el literato ha es-tado metido en mundos de vani-dades y de distracciÓn, realizan-do otra cosa que no es la inspi-ración-o La conversación tocaotros puntos menos interesantes,como son editores, tantos porciento, y stocks de librerías; pe-

ro vuelve a su partida, los litera-tos espaiioles, e indago la opi-niÓn de Ramón acerca de los jó-venes.

-Con los literatos jÓveiies es-toy, así es que no opino. Todospresididos por José Onega yGasset. J arnés es el que va direc-to a la Academia. Guillcii es elpoeta castellano que no puedequedar sin unción en su dinas-tía. Arconada es un trovadorsincero, de pura cepa castellanatambién, y jiménez Caballero esel que tiene formas nuevas, per-

fomancia moderna, actitudespor primera vez deportistas y se-neras a la manera audaz y ro-tunda de los nuevos tiempos; dúnico que con Guillermo de laTorre ha dado valor a lo que sevaloriza en el mundo-. Esta pa-rrafada enérgica, clara, le mereceuna vuelta al ruedo; es decir,queda más que nunca compro-metido a contestarme algo sobreel ingeilUo Contiiien te America-no, como ingrata y torpementenos llamó un escritor nuestro,tal vez para atraer la atención o

para lograr vender su mercade-

ría.

-La América me merece todasimpatía. Pienso ir alá pronto;

pero ya inconfundible en la ima-giación de las gentes, con lar-gos aÙos de relaciones por cartascon toda América, como se dicecuando se ha cumplido el pre-ámbulo de correspondencia conla novia, y ya dándose por co-

nocido se puede uno casar conella.

Ultima pref:lUnta;- ¿Qué me dice de los literatos

hispanoamericanos?

-Mi opinión de la literaturaamericana es fervorosa... Veobosques de poetas y pampas deprosistas... Encuentro en los li-bros que recibo de allá, amaiie-ceres nunca vistos, pensanuentosde fuerza inusitada-. Aquí suenauna voz:

-Señores iel fotÓgrafo!y cada cual quiere darse la

importancia de no darle impor-tancia al aparato fotot,i-áfico,que tiene que ser instalado so-bre el mostrador, para poder do-minar el espectáculo. Ramón seha puesto sobre el pecho labanda que le ha obsequiado M.Poincaré. La duquesa de Datoha adquirido una majestad deserena iiobleza. Oliverio Giron-

do, que le tiene terror a los fo-tógrafos por aquello de su "her-

mosa fealdad", se dejó caer alsuelo y se sentÓ por tierra. Uno,dos, tres, cuatro fogonazos del

magnesio; un humilo blanco se

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eleva, como si un incienso de in-mortalidad hubiera bautizadocon gloria el ambiente en dondelos atorrantes del barrio y los

choferes se regodean a diario. Elfotográfo doctor Balassa, recoge

sus utensilos en su maletín,terminada la faena, y se marcha,no sin su acaramelado au revoir,messieurs et dames. Pensar que

bajo el brazo, encerrados en una

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placa negra, lleva el hervor de

una noche de tertulia como po-cas se verán en París, con lossueños de los artistas, las ilusio-nes de algunas celebridades...confidenciales, la mirada esfíngi-

ca de la duquesa de Dato y la

banda blanca y azul de RamónGómez de la Serna.

Demetrio Korsi.

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i"f,ì' ILD 1'\' ILj"' q '1,' ",1 ','~A,~"i\ . \~ r,I"::J U \ ,!, ,c:: /~ S1lT t L IF~ Ti~ ()

Vi. Estatuas fuera de Panamá.

Bustos decretados por leyes yno ejecutados.

Es nuestro deseo completaresta investigación con la designa-

ción de los bustos y estatuasexistentes en los pueblos y ciu-dades fuera de la capital; sinembargo, debemos confesar queno estamos suficientemente in-formados ,-ù respecto, para con-siderar nuestro trabajo comple-

to. Con todo, apenas como unmero avance a futuras investiga-ciones sobre el tema, vamos aexponer aquí los bustos y esta-tuas que actualmente, segúnnuestro conocimiento, adornan

las calles y plazas de algunas

poblaciones del Interior, así:En COLON: Monumento al

descubridor de América, Almi-rante Cristóbal Colón, obsequia-

do por la Emperatriz de Fran-cia, Eugenia de Montijo.

Monumento en el "Parque 5de Noviembre" a los Próceresc olonenses de 1903: PorfirIoMeléndez, Carlos Clement,

Juan Antonio Henríquez yOrandaste L. Martínez, más elprimer Presidente de la Repúbli-

ca, Dr. Manuel Amador Guerre-ro.

Monumento Al Maestro.Monumento A la Madre.Monumento A los Bomberos.

Monumento a los ingenierosconstructores del Ferrocarril dePanamá: Wilian H. Aspinwall,John L. Stephens y HenryChauncey.

Estatua del Libertador SimónBolívar, en el "Parque 5 de No-viembre", obsequiada por el go-bierno venezolano.

Estatua de San Juan Bautistade La Salle.

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Estatua de San Judas Tadeo.

Busto del Presidente Juan De-móstenes Arosemena.

Busto del Prsidente José An-

tonio Remón.Busto de Fernando de Les-

seps.

Busto del Dr. Carlos Finlay.

Busto del Mariscal Antonio

J osé de Sucre.Busto de Manuel José Hurta-

do.

Busto de Frank Ulrich.

Busto del Dr. Abel Bravo en

el Colegio de su nombre.Busto del Profesor J osé Guar-

dia Vega en el Colegio de Sllnombre.

En PENONOME: Estatua enel "Parque 8 de Diciembre" delLibertador Simón Bolívar, obse-quiada por el gobierno venezola~

no.

Busto del Presidentc RamónM. Valdés.

Busto del Académico Héctor

Conte B.Busto en el cemcnterio de

Pacífico Vega.

Columna conmemorativa delprimer centenario de la creaciónde la Provincia.

Monumento A la Madrc.

En AGUADULCE: Estatuadel Presidente RodoIfo Chiari.

Monumento A la Madrc.Busto de Abclardo Herrera,

cn la Escuela que lleva su nom-bre.

48

Busto del Dr. Marcos Robles,

cn el Hospital que lleva su nom-bre.

Busto de David del Valle, enel Ingenio de Santa Rosa.

En DA VID: Monumento A laMadre.

Busto del General FranciscoMorazán.

Busto del Libertador SimÚnBolívar.

Busto de l'clix Qlivares en elColegio que lleva su nombre.

En LOS SANTOS: Busto delLibertador SimÚl1 Bolívar.

Busto de José Vallarino Jimé-nez.

Monumcnto ,-ù "Primer Gri-to" dado en 182 i. Estatua deRifina Alfaro.

En OCU: Busto ,-ù GeneralJosé María Núi'cz Roca.

En PîÙa (Darién): Estatua deSan ta Dorotea.

En SAN BLAS: Busto al Ge-neral Mac Arthur.

Busto aNcle Cantule.En

BustoBolívar.

BOCAS DEL TORO:dd Libertador Simón

En PESE: Busto de AristidesArjona.

En CHUPAMPA (Santa Ma-ría): Monumento A la Madre.

En MONAGRlLLO (Chitré):Monumento A la Madre.

En HORCONCITOS: Monu-mento A la Madre.

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En ANTON: Monumento aJ ohn 1'. Kennedy.

Monumento A la Madre.En CONCEPCION: Estatua

del Mayor Alfredo Lezcano Gó.inez.

En PUERTO ARMUELLES:Monumento A la Madre.

En POCRI (Aguadulce): Mo-numento A la Madre.

En CHORRERA: Busto delLibertador SimÓn Bolívar.

Busto del poeta Tomás Mar-tín f'euÜlet.

En BEJUCO (Chame): Bustodel Presidente Belisario Porras.

En GUARARE: Busto delPresidente josé Antonio RemÓnCan tera.

En LAS TABLAS: Estatuadel Presidente Sergio González

Ruiz.

Busto del Presidente BelisarioPorras.

En TABOGA: Busto de Ben-jamín Quintero A.

En SANTIAGO: Estatua delPresidente Juan DemóstenesArosemena.

Estatua del Cacique Urraca.

Busto del Presidente Juan De-móstenes Arosemena en laEscuela Normal que lleva sunombre.

En NATA: Monumento a laMadre.

Busto de Hcctor Cante Ber-múdez.

Busto de Gaspar de Espinoza.

Busto de Gervasio CarcÍa enla Escuela EspaÚa.

En CHITRE; Monumento Ala Madre.

Busto de Antonio Burgos.

Busto de Josc Daniel Crespoen el Colegio que lleva su nom-bre.

Busto del Papa Juan XXlii enel Palacio Episcopal.

Busto del General Tomás He-rrera.

Quienes se hayan tomado eltrabajo de seguirnos en esta in-vestigación sobre PANAMA YSUS ESTATUAS, que venimospublicando en la Revista LOTE-RIA (1), se habrán dado cuen tade que muchos de nuestros co-nocidos person,~jes, cuyos nom-bres están rclevantemente inscri-tos en las páginas de la HistoriaNacional, no figuran en la listade los individuos honrados hastaahora con una estatua o busto,a pesar de que existen leyes que

así lo han determinado.Por el examen que hemos he-

cho de la legislaciÓn nacional

nos hemos dado cuenta del nú-mero apreciable de bustos ofi-cialmente mandados a realizar yque por inexplicable olvido o in-curia no han sido hasta ah(iraejecutados. He aquí su nomen-clatura y las leyes de honores

aludidas:

GENERAL J OSE DE F ABH_E~GA, Ley 23 de 1937 y Ley 20

de 1941.

G ENERAL BUENAVENTURACORREOSO, Ley 5 de 1912.

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GENERAL ANIBAL GUTIE-RREZ VIANA, Ley 66 de1912.

CORONEL MARCO A. SALAZAR, Ley 13 de 1961.

GENERAL MANUEL QUINTE-RO VILLARREAL, Ley 90 de1960.

DR. GIL COLUNJE. Ley 5 de1912, Ley 30 de 1930 y Ley 70

de 1930.

RODOLFO AGUILERA, Ley33 de 1926.

DR. FRANCISCO ARDILA,Ley 33 de 1926.

LEON A. SOTO, Ley 33 de1926.

DR. OCTA VIO MENDEZ PE-RElRA, Ley 34 de 1958.

DR. CARLOS 1. LOPEZ, Ley40 de 1945 y Ley 19 de 1946.

DR. FRANCISCO V. DE LAESPRIELLA, Ley 42 de 1926.DR. jOSE GUILLERMO LE-WIS, Ley 119 de 1943.

DR. AMADEO V. MASTELLA-RI, Ley 26 de 1956.

DR. CECILIO A. CASTILLE-RO, Ley 11 de 1958.

DR. GERARDO ORTEGA, Ley1 de 1926 y Ley 108 de 1943.

DR. EUSEBIO A. MORALES,Ley 20 de 1920.

GENERAL DAVID D. EISEN-HOWER, Ley 39 de 1955.

GENERAL IGNACIO QUINZADA, Ley 41 de 1932 y Ley 29

de 1938.

50

GENERAL ESTEBAN HUER-T AS, Ley 25 de 1953.

DON .lOSE DOMINGO DEOBALDIA, Ley 4 de i 910, Ley50 de 1926 y Ley 125 de 1943.

DON DEMETRIO H. BRID,Ley 27 de i 953.

DON RICARDO ARIAS, Ley23 de 1937.

DON ARlSTIDES ARjONA,Ley 118 de 1943.

DON JUAN ANTONIO GUIZA-DO, Ley 41 de 1952.

DON NICANOR VILLALAZ,Ley 31 de 1936 y Ley 59 de1955.

DON FELIX E. OLLER, Ley50 de 1956.

CORONELE TOMAS ARMUE-LLES A Y BENJAMIN E.ZURUTA. TENIENTE ARCA-DIO PORTO Y SUB TENIENTEFRANCISCO DURAN, Ley 17de 1924.

LOS PROCERES QUE EN 1821PROMOVIERON LA INDEPEN-DENCIA DE ESP ANA, Ley 4de 1955.

OBELISCO EN RECUERDODEL BA T ALLON ISTMO QUEEN 1821 COMBATIO POR LAIN DEPENDENCIA AMERICA-NA, Ley 38 de 1924.

MONUMENTO A LOS PROCE-RES DEL MUNICIPIO DEPANAMA QUE DECRETARON

LA INDEPENDENCIA DE CO-LOMBIA EN 1903: Don Deme-

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tro H. Brid, (Presidente del

Concejo), General Rafael Aizpu-

ru, Don Ricardo M. Arango,Don Augusto Arias R., Don Fa-bio Arosemena, Don Manuel J.Cucalón, Don J osé María Chia-ri, Don Alcides DomÍnguez,

Don Samuel Lewis, Don Enri-que Linares, Don Oscar McKay,Don Manuel M. Méndez, DonDaría Vallarno y Don ErnestoJ. Goti (Secretario del Conce-jo), Ley 4 de 1955.

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l,()W,A TAPTIAc, 11) 'L'J JCJ

La rccién pasada Semana San-ta me invita a escribir algunas

reflexiones sobrc temas religio-sos. Me he percatado del cre-ciente fervor religioso de la gcn-

te, tanto en la capital como cnel interior; y en algunos sitios

de Veraguas y Colón se han rc-presentado los hechos dc la Pa-sión por figuras vivas. Cabe ha-

cer resaltar que las Mary Knols,directoras de uno dc los mejores

planteles religiosos de Panamá,fueron las primeras en efectuar

un espectáculo tan hermoso qucatrajo a algunos intelectuales y a

mucho público: no se limitabana ofrecer un acontccimientomístico, sino que cscogÍan amuchachos y muchachas humil-des quc aparecían en vestidostípicos panameños y acompaña-dos de música folklórica; eran, enverdad, escenas llenas de colori-do y de gracia.

!i2

Esta Semana Santa, lógica-mente entra en el actual AñoSanto y en el Concilio Ecuméni-co que se encucntra en prepara-ción. Alguncs Concilios han pa-sado sin grandes cambios, pero

el primero que introdujo refor-mas, con motivo de la esciciónProtestante, fuc el celebrado en

Trento, Italia. La sede ha sido

después, en forma permanente,

el Vaticano, y existe gran expec-

tativa por la celebración del pró-Xlmo.

¿Es indicio de una crisis en lareligión Cristiana la sucesión tancercana de acontecimientos que

antcriormente sc lograban tan

sólo esporádicamente? Creo queno, porque una Institución de2 O siglos puede considerarse

bien arraigada. La crisis existe,pero en los hombres de la Igle-sia, los sacerdotes: en recuerdode uno de ellos, tengo un lindo

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biznieto en Bogotá que se llamaCamilo.

La Iglesia ha entrado en gran-

des transformaciones, no sÓlo en

sus ritos sino en su estructura.

Para entrar en el arte abstracto

las iglesias se han convertido enesq ue má ti cas con struccionesque, sin embargo, no logran bo-

rrar la presencia de los hermososedificios del Renacimiento, nI elarte gÓtico que se inspiró en un

ansia de cielo, en una sed de luzy en lUla aspiraciÓn vertical

como para apartar el alto enra-mada de los bosques nÓrdicos,trabazones que fueron madre desus líneas arquitectÓnicas.

He visto, a través de la tele-visión, las ceremonias religiosasdel Santo Padre en la Plaza de

San Pedro. Mi simpatía por Ita-lia, Roma en especial, me impul-sa a admirarlo siempre con emo-ciÓn. El Papa aparece notable-

mente disminuido; dista muchode aquel que viaja constante-mente y vi en su visita a la Ca-pital Colombiana: se desenvolvíacon una agilidad extraordinaria,parecía no tocar el suelo y casivolaba como un alegre gorrionci-to, y cuando efectuó la ceremo-

nia del matrimonio de un grupode campesinos, irradiaba lumino-sa alegría. Entonces era el "PapaViajero", que al llegar a J erusa-lén, recorrió las callejuelas tor-tuosas que caminó Jesucristo, ylas gentes delirantes lo seguían

en tal forma y con tanta admi-

ración, que unas mujeres musul-manas besaron la orla de su in-dumentaria. Ahora apareció conun greso chal alrededor del

cuello, sujeto por un prendedoren forma de cruz, y a pesar dehaber pasado dos severos ata-ques de gripe, desafió la desapa-cible ventolina qu~: cn cstos días

se desata en la Ciudad Eterna,

se presentó en la amplia plaza

de San Pedro con aire fatigado,e impartiÓ el Urbis et Orbe. Ha-

bría llegado a sus 76 alios consu viva alegría de antes, si laspreocupaciones que lo agobianno hubieran contribuido a la de-cadencia de su vigor físico. Co-mo dijc, la Iglesia afronta mu-chos problemas y los Arzobisposy Obispos se agitan activamentepara crear nuevos Siervos de laReligión Cristiana y tratar de

salvar sus hombres para, ¡Dios

así lo quiera! , no llegar a vcrjamás niiîas, niiios, o seres hu-manos como la pobre protago-nista del "El Exorcista".

En cuanto a las transforma-ciones, han sido múltiples. Y a loque campea por encima de imá-genes que aún quedan en algu-n as Iglesias, es el verdadero

símbolo de la Fe Cristiana: LaCruz, alta, casi olorosa al cedroo a la caoba de que están factu-

radas; el Sacerdote dice la Misa

frente al público y en el idioma

nativo de cada país; la hostia enalgunos templos aparece conun platilo yel comulgante la to-

ma y la humedece en el vinoconsagrado, repitiendo las pala-bras que un centuri6n romano,

enfermo en su hogar, dijo cuan-do vio pasar a Jesús acompaña-

do de una gran multitud: "¡Se-

ñor! No soy digno de que en-tres en mi casa; pero una pala-

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bra tuya, bastará para sanaie."En lo que se ha regresado a losviejos tiempos es en el acompa-

ñamiento con guitarras. Estapráctica la abolió el Papa Grega-rio XlII cuando creÓ esa bellamúsica Gregoriana que aún con-mueve a los que la escuchan.Las actuales ceremonias, con lasnaves desnudas y la Cruz y la

Hostia y el Vino, se aproximan

mucho a los ritos de la IglesiaEp.scopal; desde luego, ellostambién son cristianos.

En cualquier aspecto de la vi-da, los cambios, las transforma-

ciones, son un viraje que pode-

mos aceptar o no. Las transfor-maciones de la Iglesia traen de~sorientación. Son cambios en lascosas, nuevos acercamiento s,nuevos sacerdotes, nuevas for-mas que han de producir perple-jidad y preocupación, porqueson cambios de la 19lesia deter-minados por hombres de la Igle-sia a quienes atribuimos faculta-des excepcionales para llevados atérmino; cabe la desorientación,acaso la reserva; pero nunca laresistencia, y ésta es la preocu-pación fundamental.

Existen dos elementos insepa-rables para todos aquellos que

tenemos sensibilidad cristiana:ser hijos de Cristo y a la vez

sufrir aflicciones, desorientación,incertezas que son lej ia de tem-

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pIe a la fe que en El deposita-

mos. ¿No dudó acaso Santo To-más de la presencia del Espírituy el incrédulo debió tocar sus

llagas? Somos humanos y co-mo tales padecemos de fallas in-salvables.

La Iglesia, en su colosal es-

fuerzo por reformar loantagónico, desgastado y errado

de su antigua posiciÓn y de laactitud de sus hombres, merece

una correspondencia nuestra decomprensión y apoyo. En Ro-ma, Sede de la Fe Cristiana, enel Vaticano, erguido sobre lasantiguas árcas del Circo Máximode N erÓn y sobre las cenizas demiles de mártires cristianos, co~mo testimonio de una indiscuti-ble proliferación, y en dondeotrora colosos deportivos soste-nían inhumanos combates cinigualables esfuerzos por alcan-

zar c11aureI, gloria temporal quelos colmaba de invaluables favo~res; hoy camba ten colosos de laFe, que merecen nuestra partici-paciÓn en construir una coronade realizaciones espirituales quenos darán, sin duda, gloria eter-na.

E s t as ret1exiones suscitadaspor la recién pasada SemanaSanta, han producido en mí unairremediable inquietud espiri-tual.

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,~trAN /\, Sr!STO T"

En la muy noble y muy lealciudad de Panamá, nació Sebas-

tián José López Ruíz, el día 18de enero de 1741, del legítimomatrimonio de Don Manuel José

López, Escribano de Su Majestad,

Teniente de la Real Hacienda,

Minas y Registros, y de DoñaMaría de la O. RUÍz, españoles

y naturales de dicha ciudad de

Panamá, "descendientes de con-quistadores y limpios de todamala raza, cristianos viejos y deesclarecido nacimiento". Fue

bautizado en la Parroquia de San-

ta Ana el 6 de febrero de 1741,

por el Presbítero Sebastián Núñezde Velasco, siendo sus padrinos

don J osef Bermúdez y doña Ma-nuela del Bosque. (i)

Al lado de sus padres hizo es-tudios de Gramática y de Filo-sofía, y en el Colegio Seminario

comenzó el aprendizaje de Latíny Retórica. Luego en la Univer-

sidad de San Francisco Javier,de Panamá, cursó trienio de Fi-losofía, asistiendo a la lectura

de Artes, Física, Metafísica,

Animástica y LÓgica que dictÓel Reverendísimo Padre Ignaciode Peramas, de 1754 a i 756,aiìo este Último en que obtuvoel título de Bachiller y Maestro,

después de haber manifestadoen varios actos literarios de con-clusiones y sabatinas su notable

aprovechamiento. (2)

En el ario de 1757, el Maes-

tro López RuÍz residió en Por-tobelo y allí elevó un memorial-pidiendo información- parasalir del Istmo "para hacer viajeal Rcino del Perú, en solicitud yprosecución de estudios mayo-

res". La Universidad de SanFrancisco Javier, de Panamá, en15 de marzo de 1758, expidiÓun certificado en donde constaque López Ruíz fue examinado

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y graduado de Bachiler en Ar-tes. Dicho documento fue firma-do por Juan Antonio Giraldo,(panameño) Rector de la Uni-versidad; Luis Salvador, Catedrá-

tico de Prima; Francisco Palla-

res, Maestro de Moral; Juan Na-dal, Pro Secretario y Dr. Juan

Ignacio de Gorrichátegui, (pana-

meño) Vedel Mayor. (3)En ese mismo aiìo de 1 758

pasó a la ciudad de Lima, y de-

seando instruirse más en las ma-terias filosÓficas, cursÓ de nuevoArtes en la Real Universidad de

San Marcos, y en ella se le con-firiÓ también el grado de Bachi-

ller.

"Por una certificaciÓnreferente a los libros de claus-

tros de la expresada Universidad

de San Marcos -dice la Rela-ción de sus mcritos y servicios"~

(4) consta que el Rector de ella,atendiendo a la fama, y viveza

de ingenio con que desempeña-

ba las funciones públicas de lite-ratura, le eligió con preferencia

para encomendarle el acto mássolemne y magnífico de la mis-ma Real Escuela, cUcù fue el dela proclamación de las Musas, y

sus tentación del certamen con

que elogiÓ a Su Majestad conmotivo del recibimiento en lapropia Universidad del Virreyque fue de Lima, don ManuelAmat, y a su presencia de losOidores de aquella Real Audien-cia, de todo el Claustro com-

puesto de innumerables Docto-res y Maestros, tanto Eclesiásti~

cos, Seculares, Regulares, y de

la nobleza de la referida capital,pronunció y desempeñó con

56

aplauso universal el sublime elo-gio que se le cncargó".

Sebastián Josc estudió con

aprovechamiento .Jurisprudencia,bajo la hábil dirección del doc-

tor don Cristóbal Montaño , Ca-tedrático de Leyes de la mismaReal Universidad, aplicándose

después al cultivo de las cienciasnaturales, en que hizo progresos

con los vastos conocimientosque adquirió de física.

Por último se dedicó a la me~

dicina, graduándose en el año de1764 en la Universidad Mayorde San Marcos de Lima -en lacual había Cátedra Médica desde1680- y su tesis escrita en latínversó sobre el "Bálsamo rubio operuano" .

Con motivo de la graduaciónde López RuÍz, su examinadoren aquella ocasión, el DoctorHipólito Bueno de la Rosa, es-cribió sobre él estas frases: "Esun hombre de cuerpo proporcio-nado, metido en carnes, de ros-tro claro, horlado de cejas, ojosnegros, grandes, barba cerrada yun lunar quasi sobre la nuez dela garganta."

Con el título de Profesor deMedicina y el nombramiento deProtomedico pasó al Cuzco, ciu-dad en la cual permaneció por es-pacio de dos años (1766) y luego

fue promovido en servicio de lamisma plaza, a la ciudad de Pa-namá. Ya en el Istmo -1767- le-jos de abandonar sus estudios,los continuó bajo la acertada di~rección del Catedrático de Pri-ma, Fray Manuel J osef de Arro-yo (panameño). En aquella épo-

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ca presentó al Gobernador dePanamá un notable Informe, enel cual no sólo combatía como

antigiénica la mala costumbre deenterrar los cadáveres en lasIglesias, sino que aconsejaba

trasladar el cementerio público,situado entonces al lado de la

Catedral, a las afueras de la ciu-dad. La aristocracia panameña

hiw la más viva oposición a tansaludable medida: López Ruízlamentó que la ignorancia auna-da con el egoísmo y un mal en-

tendido orgullo privaran sobre

los intereses de la comunidad;

además, como por su campañasanitaria se granjeó algunasenemistades y no obtuvo delGobernador el apoyo debido, re-nunció el puesto de Proto-médico. (5) Durante su perma-nencia en el Istmo, explorando

algunas regiones del país, descu-

brió tres minas de azogue: unaen Panamá, otra en Cruces y laúltima en Portobelo. (Volvió a

su tierra natal, por comisión delRey, a fines de 1789 para con-

firmar este descubrimiento).

De los panameños residentesentonces en el Istmo era LópezRuíz el más instruido y de ma-yores conocimientos prácticos;empero como el ambiente de sureducida ciudad natal no eracampo propicio para sus activi-dades la abandonó en 1767, porla misma fecha en que los hijosde Loyola eran expulsados delIstmo.

A fines de ese año llegó a Bo-gotá, en el momentò en que elRector del Colegio del Rosario

impaciente porque se continua-

sen los cursos de Medicina inau-gurados por Román Cancino einterrumpidos por la muerte deéste, ofreció la Cátedra a LópezRuÍz, más éste se negó a acep-tada por no tener asignación al-

gua. (6)En la altiplanicie tuvo buena

acogida, ejerció su profesión demédico y contrajo matrimoniocon la honorable dama la señori tadoña María de Aldana, de cuyoenlace tuvo cuatro hijos.

El Virrey de aquel Reyno lenombró por oficial de la Secre-taría del Virreinato y durante eltiempo que ejerció este encargo,desempeñó con prontitud, vigi-lancia y acierto los más gravcs

negocios del real servicio. En sucasa habitación dictaba clasesparticulares de matemáticas ylengua francesa a varios jóvenesde la juventud bogotana. DonAntonio Nariño, más tarde Pre-cursor de la independencia de

Colombia, fue uno de sus discí-pulos. (7)

En 1774 hizo el denuncio dehaber descubierto la quina enlas cercanías de Bogotá. Con talmotivo escribió en aquella ciu-dad, en 20 de mayo, de ese año,una "Cronología de la quina deSantafé de Bogotá; demostraciónapologética de su descubrimientoen estas cercanías; experiencias

de su virtud y eficacia". (8)Animado por su celo patrió'

tico, aspirando al mismo tiempoa distinguirse en el Real servicio,presentó judicialmente en 1776este importante descubrimiento,

ofreciéndolo con generosidad a

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Su Majestad por medio delVirrey don Manuel Antonio FIÓ-rezo Este gobernante apreció es-te descubrimiento y el celo de

su autor, y habiéndose seguido

expediente y celebrado variasJuntas dc Tribunales acerca dcsu importancia, y despucs de un

maduro examen, e informes fa-vorables, en carta de 15 de oc-tubre de 1776, dio cuenta a Su

Majestad de los méritos y parti-cular servicio de LÓpez RuÍz,acompañando cuatro cajones delas mismas cortezas de las qui-nas, esqueletos de sus hojas, yfructificación de los árboles de

ella, que a su costa dispuso el

mismo descubridor. (9)A consecuencia de esta remi-

sión, mandó el Rey que en Ma-drid se procediese a su exameny análisis químicos y experien-

cias médicas, encargándolo todoa don Casimir o Gómez Ortega ydon Antonio Palau, Catedráti-cos del Real Jardín Botánico,

quienes informaron sobre la legi-timidad y eficacia de la enuncia-da quina de Santafé, agregando

que don Sehastián J o sé, eradigno del premio con que la realmunificencia remuneraba siem-prc el mérito, siendo éste de la

mayor importancia por el benefi-cio que resultaba al pÚblico. (10)

En virtud de la Real Ordende 177 8, los mismos Catedráti-cos se expresaron en tcnninoselogiosos cuando reconocieron yexaminaron los cuatro cajones

de la quina de Santafé de Bogo-

tá, que a su costa llevó a la Cor-

te el propio López RuÎz en el

año de 1777.

58

E n un curioso documentoque reposa en el Archivo Gene-

ral de Indias de Sevilla (11) se

encuentra el testimonio de ladefensa de López RuÎz de 7 deenero de 1778, en donde exis-ten las partidas de nacimiento,

título y grados de los hermanosLópez Ruíz: Juan Pablo, Santia-go Josc y Scbastián José.

Por aquella época (1778) tra-dujo Sebastián José del francés

al castellano, el folleto que M.de la Condamine había publica-do en 1737 con. motivo de ladescripción del árbol de la quinade Laja, aumentando la traduc-ción con muchas notas, y noti-cias interesantes relativas a di-chos árboles, su abundancia yespecie legítimas del propio gé-

nero.

Por las Reales Cédulas de 21

y 24 de noviembre de 1778, sele asignó a López RuÍz el sueldode dos mil pesos por todo eltiempo que durase su comisión

para que perfeccionara los mis-mos descubrimientos de quinaen las montañas de los territoriosSantafé y Quito. (12)

Por Real Orden de 18 de ene-ro de 1779 se previno al Virreyde Sai-taf~ del rcgiTso de LópezRuíz, a Fin (le que procediese adirigir los acopios de la quinaque tenía descubierta por cuen-

ta de la Real Hacienda. y que se

expendiese a beneficio del Era-

no.Durante la penn;:mencia de

López Ru Íz en Europa vivió untiempo en Espaiia y otro enFrancia. Debido a sus indiscuti-

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bles méritos recibió el nombra-

miento de miembro de la RealAcademia Médica Matritense ysocio de la Real Sociedad Médi-

ca de París.

Cuando en el año de 1 777 sedirigió López RuÍz a la Corte asolicitar la confirmación del

título de descubridor de la qui-na, se encontró que ya con an.

terioridad el sabio don José Ce-lestino Mutis había hecho idén-tica petición. Ello dio origen aun largo, costoso y curioso plei-to, que a la postre ganó Mutis.

El 28 de marzo de 1779, enel "Principe Carlos" salió de

Cádiz el Doctor López RuÍz yun criado rumbo a Bogotá, (13)trayendo una librería particularcomprada personalmente por élen Madrid y en París y una bi-blioteca científica enviada por elRey Carlos in a las autoridadescoloniales y el nombramiento deJefe del Estanco y Exportaciónde la Quina, que como hemosdicho tenía un sueldo de 2000pesos anuales. (14)

Ya en el territorio del Virrei-nato recorrió López RuÍz los lu-gares donde crecían las quinas yse producía la canela silvestre.En el desempeño de su comisiónexplorÓ casi todo el país reco-

giendo prcciosos datos. Del viajeque hizo a los Andaquíes (ac-

tual territorio del Caquetá) es.

cribió una interesante relaciónque presentó en 1783 al Arzo.bispo Virrey Don Antonio Caba-llero y Góngora. (15)

Ya en 1780 había escrito Ló-pez RuÍz su "Memoria que po-

día servir de auxilio para el cul-tivo y beneficio de los árboles

de canela que nacen en las mon-tañas calientes del Virreinato de

Santafé de Bogotá, capital delNuevo Reino de Granada." (16)

También en el año de 1 7 83escribió el médico y naturalistapanameño un informe al Arzo-bispo Virrey sobre una mina depetróleo descubierta por él en eldsitrito de Cumaral, en el parti-do de Cáqueza. De ella llevó aBogotá una muestra de aceite, lacual enviada a Madrid para su

examen fue reconocida como le-gítimo petróleo.

En relación del viaje a los An-daquíes (1783) habla LópezRuÍz de la riqueza mineral delterritorio: describe el nacimien-

to y curso de los ríos; trata delas diversas clases de cera; el cul-tivo de la coca; del algodón, del

tabaco, del cacao y de la canela

silvestre; menciona los parajesdonde crece cierto bejuco quees el mejor antídoto contra laspicaduras de culebras; dónde seproduce la quina; enumera laspoblaciones indígenas y anota

los misioneros que las evangeli-zan.

Don Juan Gutiérrez de Piñe-res, Regente Visitador General

del Nuevo Reino de Granada ensu carta reservada número 12,de Bogotá a 31 de marzo de1783, escribió al Ministro don

J osef de Gálvcz, en Madid in-f ' '?rmandole sobre lo impropor-cionado que consideraba a Ló-pez RuÍz para las comisionesque se le había conferido, y re-comendaba los distinguidos mé-

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ritos y conocida habilidad de su

amigo y paisano el gaditano donJoscf Celestina Mutis, presbíte-ro, en su lugar. (17)

Con tal motivo tuvo una lige-ra fricción con el Arzobispo Vi-

rrey, y fue removido del empleoen virtud de la Real Orden de 6

de septiembre de 1783, "en lacual se le declara falso descubri-

dor de la quina; no se le admite

rccurso alguno, ni se le concedepermiso para volver a España"

(Archivo General de Indias117-3-10). Mutis recmplazÓ aLópez Ruíz cn el encargo deatender el estanco de la quina yal bancficio de la cera y de lacanela de los AndaquÍes.

Se dedicó al comercio, perono le fue bien y pidió desde

Turbaco, a 31 de enero de1786, al Arzobispo Virrey que lonombrara Inspector y Adminis-trador en Cádiz, de la quinaenviada de América, puesto queno se le otorgó. (18). Presentó

con tal motivo una "Relaciónde sus méritos y servicios". (19)

Caído en desgracia LópezRuíz, su émulo José CelestinaMutis escribió al Virrey, desde

Mariquita a 4 de mayo de 1787,sobre la manera de apretar lasclavijas a éste, manfestando queno quería ir a la expedición delDarién. (20) Al año siguiente (15de enero de 1788)), el médicopanameño se quejó ante el Reydel despojo de su sueldo y ex-

puso las razones porqué retardósu viaje a esta comarca istmeña.

Desde Bogotá y con fecha 30de junio de 1789, escribió un

60

"Suplemento a la Cronologíadel hallazgo de la quina en San-

tafé de Bogotá" y a fines de escaño, emprendió a su costa, auxi-liado con caudales de su her-

mano don Santiago J osé, ilustresacerdote panameño, un dilata-do y costoso viaje de Santafé a

Portobelo, Aduana de Cruces yPanamá. Terminada su misiónregresó a principios de 1790, yescribió en Santafé cn 5 de juliode 1790 su "Relación del viajede don Sebastián José LópezRuÍz al Istmo de Panamá, sutierra natal, por comisión delRey, para confirmar el descubri-miento de minas de azogucvivo." (21)

El 19 de septiembre de 1791

se le concedió licencia a LÓpezRuíz para volver a España. (22)En 1792 pasó LÓpez RuÍz nue-vamente a la Península para ac-tivar el pleito que le habíaentablado don José CelestinaMutis por la prioridad del descu-brimiento de la quina en el Vi-rreInato de la Nueva Granada,

pleito que, como hemos mani-festado, ganó Mutis. Ya antes( 1 79 O), indignado contra suémulo, había presentado al Reyun informe sobre el "Atraso enque se encuentra el ejercicio dela medicina en el Virreinato dela Nueva Granada", asegurando

sin ambajes ni rodeos que todoslos que allí ejercían la profesiónde médicos, incluso el doctorMutis, eran incompetentes (23).No era la primera vez que Ló-pez RuÍz tocaba este tema. Yaen 177 8 había escrito un Infor-me a la Audiencia de Santafé

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contra los empíricos y los curan-deros. (24)

Don Pedro de Acuña,Secretario de Estado y del Des-

pacho de Gracia y Justicia deIndias, amigo de López Ruíz, lopresentó el i 8 de septiembre de

1792 al Rey Don Carlos IV,qtiien recibió con beneplácito al

médico y naturalista panameño.Don Sebastián J osé hizo ante elMonarca una descripción delvasto panorama de las regionestropicales recorridas por él, delas minas que había descubiertoy de lo conveniente de explo-tadas. El Rey lo felicitÓ y lepromctió estudiar el asunto yresolver lo conveniente.

Durante su permanencia en laCorte, en este su segundo y últi-mo viaje, publicÓ LÓpez RuÍzuna serie de artículos en el "Me-morial Literario" de 1793 a1794 y en "Variedades de Cien-

cias, Literatura y Artes", ambosde Madrid. De entre esos traba-jos llaman la atención su "Qui-

nologÍa o tratado del árbol de laquina o cascarilla (1792); "Des-criptio platae toluifera dictae"

(1793); "Carta sobre la quina"

(1794); Y el más meritorio:"Relación de los Méritos y servi-cios del Doctor SebasiÍán José

López RUÍz, natural de la ciu-dad dc Panamá", impreso enMadrid el 19 de noviembre de1794.(25 ).

Medio arruinado por los enor-mes gastos que le produjo lapérdida del pleito contra eÌ doc-

tor Mutis, sin esperam;a alguna

de que el Gobierno explotara las

minas de azogue o la de petró-leo, y llamado con urgencia por

su esposa y sus cuatro hijos, sevio obligado a regresar a Santa

Fe en 1795, Y al año siguientese le propuso en primer lugarpara el puesto de Contador de

la Renta de Tabacos de Panamá.

Pero llegó la animosidad delVirrey a tal extrcmo que man-festó que López RuÍz era mula-to y mal visto en su tierra.(26)Ya en Bogotá se dedicó

de nuevo a ejercer su profesiónde médico y a dictar clases par-ticulares de latín y de francés.

En 1801, publicÓ en Madrid,don Francisco Antonio Zea una"Memoria sobre las quinas", enla cual hizo el más caluroso elo-

gio de Mutis. Este estudio pro-

vocó una refutación de LópezRuíz, que publicó uunbicn enMadrid, en 1802, en la imprentade la viuda e hijos de Marín, su

"Defensa y demostración del ver-dadero descubridor de las quinasdel Reino de Santa Fe". (27)

En esta publicación LópezRuÍz continuó sosteniendo quefue él el descubridor del árbol

de la quina y arremete contaMutis, de manera violenta. An-tes de hacer esta publicación

Lúpez RuÍz envió sus manuscri-tos a su hc;rinano Santiago

.J osef, Canónigo de la Catedralde Quito, para ponerlo s en ma-

nos del Barón Alejandro de Hum-boltd, sabio prusiano, a quien

LÓpez RuÍz había conocido enBogotá, en julio de 180 l.

Sobre el asunto, el historiadorcolombiano Francisco Javier

61

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. 1 "N 'Vergara y Ve asco en su ovl-simo Texto de Historia de Co-lombia" página 224, al tratar depaso el incidente relacionado

con el pleito que LÓpez RuÍz leentablÓ a Mutis, asegura que

"este asunto ha sido mal conoci-

do y peor tratado". "A este res-pecto los documentos del ar-chivo -continúa Vergara y Velas-

co- le dan la razón, y en todo

caso en tanto que Mutis y Cal-

das afirmaban que la quina nocrecía mÚs allá del 4? boi-eal,López RuÍz probó que existíaen todos los Andes colombia-nos, inclusive en los montes dePamplona, donde Mutis no lavió no obstante haber vividomuchos años allÍ."

En 1802 ordenó Carlos iV alVirrey de la Nueva Granada queen el ramo de la Real Hacienda

le diera algÚn destino a López

RuÍz, pues sabía que estaba vi-vIcndo con estrecheces. Llegó atal extremo la persecución con-

tra LÚpez RuÍz que se puso em-barazo para admitir a su hijoFernando en los colegios delRosario y de San Barlorné y con

tal motivo presentó un recurso

el 19 de agosto de 1803. (28)

El 19 de septiembre de 1804

se le nombró para el cargo deContador de Tributos de Qiito(29), empleo que desempefióhasta 1812, en que fue desterra-do por los patriotas como ene~

migo de la independencia. Estu-vo de paso por Panamá, su tie-rra natal, por varios meses y lue-go continuó su viaje a Bogotá.Aunque realista no fue partida-

62

rio de los fusilamientos llevados

a cabo por Morillo y Sámano.El historiador colombiano

don Eduardo Posada en lUla mo-nografía sobre López RuÍz quelleva por título "Un PanameñoIlustre" dice: "Se hallaba en Bo-gotá y seguramente era adicto ala causa del Rey, pues fue en-

carcelado con otros nueve dis-tinguidos veculOS de la capi tal,al saberse en ésta la derrota y

prisión de Nariño. De esto nos

da noticia en su amenÍsimo dia-

rio J. M. Caballero quien fue

oficial en el edificio de las aulas

donde se hallaban aquéllos. Asícxpresa también que todos lospresos eran españoles, menos

López RUÍz, que era panamefio,y fueron puestos en libertad alos once días". (30)

Su adhesión a la causa delRey lo llevó a publicar en 1816,un folleto, de cuatro páginas,

que lleva por título: "Conversa-

ción sobre la fidelidad y obe-

diencia al Soberano" (31). AflOS

después y con fecha 22 de agosto

de 1818, escribiÓ LÓpez RuÍz des-de Santa Fe, al Monarca, expo-

niéndole los motivos de su se-gunda prisión en esa ciudad y

pidihidole la Superintendencia

de la Casa de la Moneda de Li-ma. (32)

Hombre de temperamento ar-diente, espíritu inquieto y bata-

llador, publicó a fines de 1822una seric de artículos encamina-

dos a querer probar quc en larecién organizada Escuela de

Medicina de Bogotá, los estudioseran muy empíricos e incompe-

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ciertamente con la pacieiiie la.-boriosidad de Mutis y con suconocida calma y reposo encuanto emprendía: LÓpez noconocía las ciencias naturales yapenas tenía nociones elementa-

les de ellas: Mutis, profundo eo~nocedor de la botánica y de lasdemás ciencias físicas, estudiaba,desealido arrancar a la naturale-za el secreto de sus fenÓmenos,

dudaba de sus mismos descubri-mientos y repetía las experien-cias y observaciones: LÓpez pu-blicaba al punto cuanto descu-

brimiento creía haber hecho, sinasegurarse primero de la exacti-tud de sus inventos: Mutis ama-

ba la ciencia por la c.iencia: LÓ-pez buscaba en la ciencia unarbitrio para su medro tempo-ral." (39)

.En el "Testimonio de la de-fensa de Sebastián José LópezRuÍz", de 7 de enero de 1778,el cual tiene cuarenta y nueve

páginas, consta que era "descen-

diente de conquistadores, lim.

pios de toda mala raza, y cristia-nos viejos" (40). De manera quees injusto y temerario el "pues

parece que circulaba por sus ve-nas sangre africana", del Ilustrí-simo Arzobispo GonÚ!ez Suá-rezo

Mutis, el sabio espariol y Ló-pez RuÍz, el humilde médicocrioIlo panameño, tienen mu-chos puntos de similitud.

Nace el primero, Mutis, enCádiz (España) el 6 de abril de1732 y López RuÍz en la ciudadde Panamá el 1 8 de cnero de64

1741, hay una diferencia denueve años. Mutis estudia medi-cina en su ciudad natal y se gra-dÚa en Sevila en 1759 Y López

Ru 1Z, en la Real Universidad de

Sall Marcos de Lima y recibe sugrado en 1764.

Mutis estudia ciencias natura-les en Madrid y López RuIz lohace en la capital del VirrcÎnatodel Perú.

En cambio, Mutis llega alN uevo Reino de Granada, consu amigo y protector el Marqucsde la Vega, Virrey de la Nueva

Granada, en i 760 y LópezRuIz, pisa a Bogotá, sicte arìosdespucs -1767- solo, sin ami-gos y sin recomendaciones y lle-no de los rencores de sus paisa-nos.

Mutis y L(ipez RuIz, son laaltiplanicie profesores de mate-máticas. El primero, ingresa en

el Colegio del Rosario como Ca-tedrático y el segundo no aceptala cátedra de medicina, en el

mismo Colegio, por no tenerasignación al¡,runa.

Cuando Mutis abraza la cure-ra eclesiástica en 1772, ya LÓ~pez RuÍz ejercía el sacerdociode la ensefianza de matemáticas

y de francés a la juventud bogo-

tana, entre cuyos alumnos sedestacó el Precurso NarIiì.o.

Ahora, en lo referente al ver-dadero descubridor de la quina,he aquí lo que dice el sabio bo-1:nico Di. José JerÓnimo 'fria.na, en "Nouvelles études sur lesquinas": "En cuanto al descu-

brimiento de la quina en el he-misferio boreal, parece fuera de

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duda que Santisteban, Mutis yLópez Ruíz fueron los descubri-dores, cada uno respectivamenteen su localidad" (41). Ya hemoscitado al historiador Vergara y

Velasco en la siguiente frase: "Aeste respecto los documentosdel archivo, le dan razón, y entodo caso en tanto que Mutis y

Caldas afirmaban que la quinano crecía más allá del 4~ boreal,López RuÍz probó que existíaen todos los Andes colombia-nos, inclusive en los montes dePamplona, donde Mutis no lavio no obstante haber vividomuchos años alí". (42)

Cuatro años antes de que elArzobispo de Quito, don Gonzá-

lez Suárez, publicara allí su

"Memoria histórica sobre Mu-tis", el doctor Pedro M. Ibañezdaba a la estampa en Bogotá, en1884, sus "Memorias de la Me-

dicina en Santa Fe de Bogotá"de donde tomamos este valiosopárrafo: "y como es ésta la últi-ma vez que nos ocuparemos deLópez RUÍz, creemos de justiciahacer mención de sus méritos yservicios, los cuales son descono-cidos" (43). Sigue el Di. Ibanez

proporcionándonos los datosbiográficos de López Ruíz, des-de su nacimiento hasta la fechade su muerte.

¿No leyó por ventura estaobra, ni las de los otros colom-

bianos ya citados, el infatigabley erudito historiador ecuatoria-

no Arzobispo González Suárez,

al hacer en 1888 y en 1905, las

ediciones de su "Memoria histó-rica sobre Mutis"?

En mitad del siglo XX, cuan-do ya parecía olvidado el asuntodel verdadero descubridor de laquina en el Nuevo Reino deGranada (en el siglo XVIII), sur-gen dos valores colombianosquienes vienen a darnos nuevas

referencias sobre el tema.

El primero de ellos, el doctor yGeneral don Emesto RestrcpoTirado, miembro fundador de laAcademia Colombiana de Histo-ria, decano de los investigadores

en el Archivo General de Indias,de Sevilla, fallecido en Bogo tá,

el 24 de octubre de 1948, autor

de muchos libros de historia,quien es sus "Notas genealógicas

sobre algunos individuos quehonraron la Nueva Granada ysus servicios a fines del sigloXVIII", dice:

"Don Sebas tián José LÓpezRuÍz. Aunque nació en Panamáde padres castellanos, le mencio-namos por haber pasado a San-

tafé después de haber hechoserios estudios de Filosofía yCiencias Naturales. En Santafé

desempeñÓ el puesto de Oficialde la Secretaría del Virreinato.

A él se le atribuye el haber des-

cubierto "en varios montes de

Santafé, árboles de legítima qui-na", lo que le valió grandes elo-

gios de parte de la ComisiÓncientífica. El mismo llevó en1778, a España, cuatro cajones

de la corteza "con sus esquele-

tos y su fructuación". Fue co-

misionado por Sl\ Majestad paraque estudiara el precioso especí-

65

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fico en las montañas de Santaféy Quito, asignándole un sueldode 2,000 pesos.

Después de arduas labores,don Sebastián "formÓ una rela-ción muy sencilla y lacónica quea su costa imprimió para distri-buida gratis a los interesados

para que pudieran distinguir losárboles apreciables de la quina,

el modo de cortados para quepudiesen retoñar y por el per-fecto beneficio y conservación

de sus cortezas." Instruyendo alas gentes en cste ramo recorriólos Corregimientos de Bogotá,

Soacha, Zipaquirá, Guaduas, Fu-sagasugá y Mariquita. En losmontes de Fusagasugá descubrió

árboles del bálsamo del Perú.Terminados estos estudios obtu-vo don Sebastián noticias muyinteresantes sobre la quina queremitió a Su Majestad, juntocon dos mapas topográficos.También sacó cera de abejas,muy hermosa y muy blanca, yprocuró el establecimiento de

sus colmenas y se dedicÓ al cul-tivo de los árboles de canela sil-vestre.

No escaparon a sus investi~gaciones las Provincias de Carta~

gena, Santa Marta, RÍohacha,

Ocaña y Guamocó, penetrandoen sus interminables montañas

"con indecibles trabajos y ries-gos de su vida." Otras comisio-

nes importantes desempenó su

hermano Santiago José en unaexcursión que hizo desde Santa-

fé hasta Panamá. (44)

En 1792 volvió a la Cortedon Sebastián. Dejó varias rela-

66

ciones de sus viaJes Y muchas

memorias interesantes, la des-cripciÓn en latín del bálsamo

rubio O peruviano. Su prestigiofue grande en la Corte por suactividad, desintcrés y varios co-

nocimientos. Fue muy acatadopor el Rey, a quien personal-

mente presentó dos trozos dis-formes de la madera y porción

considerable de hojas del árbol

de canela de las misiones de An-daquÍes". (45)

En el pasado año de 1949, eldoctor Emilio Robledo, distin-guido miembro de número de lamisma Academia Colombiana deHistoria, autor dc tres ediciones

de "Leccioncs de Botánica", en

un Informe sobre el descubri-miento de la quina a esa doctacorporación, dice:

"Sería impertinente el que se

fuera a continuar reviviendo po-

lémicas más que sesquicentena-rias. Desde el cuio de 1940 enque publiqué la tcrcera cdiciÓnde mis "Lecciones de Botánica",dejé consignado lo siguiente enal página 525: "...Podemos reu~nir así lo quc sabemos acerca dela historia de la quina en Co~lombia:

1 772. ~Santistcban descubrela planta y presenta

especímenes a Mutis.

1776. -Sebastián López RuÍzdescubrc la planta enTena.

1 793-94. ~MLltis publica el "Ar-

cano de la Quina".

1800. .Humboldt y Bon-pland descubren nue-

vas especies.

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1806-12. -Calas y don Sinforo-so Mutis descubrennuevas especies.

1821. -Don Francisco Anto-nio Zea hace publica-ciones en Madrid so-bre nuestras quinas.

1853. -Kasten visita a Co-lombia y hace nuevas

clasificaciones.-El doctor José Jeróni-m o Triana descubreuna especie y publicaluego en París la

, 'Quinología de Mu-tis", junto con unestudio crítico de loque se sabía hasta en-tonces acerca del culti-vo y la clasificación dela planta. En estas in-vestigaciones reivindicahasta cierto punto pa-

ra don Sebastián Ló-pez RuÍz la prioridaddel descubrimiento de

la quina en Colombia,

en relación con Mutis.Triana reconoce trein-ta y siete especies de

quina.

-El sabio quinologista

Wedel publicó la clasi-ficación de las quinas,de las cuales reconocetreinta y tres especies.

Con los datos hasta aquí su-ministrados juzgo que la Acade-

mia está autorizada para absolverla pregunta que se le ha hecho

en la forma siguiente, como per-mito proponer:

"Contéstese alCampís Ortega en

1870.

1870.

señor Pedrorespuesta a la

pregunta ya expuesta: (Se le in-forme acerca del descubrimientode la quina en la Nueva Granaday lo que pueda corresponder en

dicho descubrimiento a don Se-

bastián López RuÍz):

h Que existen datos fchacientesde haber sido el Supcrin tcn-

dente de la Casa de Monedade Bogotá don Miguel Santis-teban, el primero que desc"U~

brió en Colombia la existen-cia de la quina o Chinchona;

2~ Que según lo afirma el sabiobotánico colombiano don J o-sé Jerónimo Triana, fue donSebastián José López RuÍz"quien primero hablÓ de laQuina Tunita o Tuna de Fu-sagasugá, que es la única espe-

cie febrífuga, rica en alcaloi-des y por consiguiente comer-

cial, que se encuentra en laCordillera Oriental, de Bogotáo Popayán"; y

3~ Que si desea datos completosacerca del mismo asunto, pue-de halarlos en el Archivo de

Indias de Sevilla, en donde seencuentra un grueso expe-diente titulado: "Reales Cc-

dulas e Informes y Expedien-

tes sobre los descubrimientos

de la quina, canela, aceite, pe-tróleo, azogue, cera, por donSebastián López RuÍz." -~e-ñ ores Académicos. -EmilioRobledo. (46)

***

Conviene agregar aquí, lo queescribió el ya citado Arzobispo

González Suárez sobre la obrade López Ruíz: "Gozó de laamistad del célebre botánico

67

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Gómez Ortega, y mereció sernombrado miembro de la RealAcademia matritense y socio dela Real Sociedad médica de Pa-rís; y aún en las letras se gran-jeó no oscuro nombre con va-rios escritos, de los cuales, unos

fueron publicados por él mismo,y otros se conservan inéditos.

He aquÍ la indicaciÓn de los cs-critos de don Sebastián José Ló-pez Ruíz. Nosostros enumera-mos solamente los escritos deque tenemos conocimien to sinascgurar que éstos sean los úni-cos de López RuÍz" (47). Men-ciona apenas seis trabajos delmédico panameño.

En el "Catálogo del FondoAnselmo Pineda" de la Bibliote-ca Nacional de Bogotá, Tomo 1,Bogotá, 1935, de página 312 a

314, figuran las piezas que se re-fieren a Sebastián López Ruíz,

que son 34 manuscritos, cuyos

títulos van al final de este ensa-

yo. (48)

No tuvo la fortuna LópezRu Íz de haber nacido en la Ma-

dre Espai1a ni pudo estudiar enCádiz, en Sevila, ni en Madrid;

no se cobijó bajo el manto dc lanobleza; ni su sino lo llevÓ a

vestir el traje t,-ùar del eclesiásti-

co; ni le sonrieron los favoritis-mo propios de las castas virrei-l1,-ùes.

López Ruíz fue ante todo un"criollo" hijo de descendientes

de españoles; un perseguido de

las autoridades coloniales, aun

en su propia tierra, entre cuyoscomponentes se contaron sus sa-ñudos enemigos; se dudó de suclaro nacimiento; se desconoció

su ardua y meritoria labor en elcampo de las ciencias naturales;se le negó la prioridad en el des-cubrimiento dc la quina; se ledenigró y se le despojó de su

empleo; se repulsó la admisión

de sus hijos en el Rosario y enSan Bartolomé; se le encarcelóen dos ocasiones y murió en Bo-gotá, ya entrado en los 92 años,

pobre y decepcionado, pero le-gando a la posteridad y a la tie-rra de su nacimiento -Panamá-sus valiosos manuscritos y sus

interesantes publicaciones, que

se conservan con cariño y vene-

raciÓn en el Archivo General de

Indias, de Sevilla, y en la Biblio-teca Nacional de Bogotá.

Creemos haber vindicado lamemoria del ilustre médico ynatur,-ùista panameño Doctor Se-bastián José LÓpez Ruíz, y deesta manera haber presentado ala actuales generaciones, la fi-gura austcra de este egregio va-rón quc no se abatiÓ nunca antclos rigores del destino y supo lu-char hasta cuando lo venció lamuerte, llegando casi a la centu-ria de su vida.

NOT AS

(1) "La Revista NueVa", Panamá. Tomo IV N? 3 Marzo 1918, página 194. Arvhivo Generalde Indias. 116-7-11. (Carta 659 del Virrey de Santa Fe).

(2) "La Revista Nucva", Panamá. Tomo iv N° 3 Marzo 1918, página 201.

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(3) "La revita Nueva", Panamá. Tomo iv N" 3 Marzo 1918, pága 201.

(4) "Relación de los Méritos y Servcios de Sebastián José López RuÍl" Madrid, 19 deNoviembre de 1794. (Archivo General de Indias. (116-4 y 145-6-13).

(5) Enue J. Arce. "Compendio de Histori de Panamá" Segunda Edción (inédita).Panamá. Panamá Benedetti Hermans 1940, páginas 384.

(6) Pedro M. Ibáñez. "Memoris de la Medicina en Santa Fe de Bogotá". BogotáImprenta de Zalea Hermanos. 1884. Págna 15.

(7) Francisco Javh Vergara y Ve1a. "Historia de Colombia", pága 219.

(8) El original de este manuscrito se encuentra en los papeles de Don José María

Quijano O., hoy en la Biblioteca Nacional de Bogotá.

(9) Archivo General de 1ndis. 116-7-8.

(10) "Informe de la comiión para la remi'ión de quinas de Laja". 1777. (Fondo Pineda,Biblioteca Nacional de Bogotá).

(11) Archivo General de Indias. 116-7-1 1.

(12) Archivo General de Indias. 117-3-10.

(13) Archivo General de Indias. 117-6.

(14) El monopolio del estanco y exportación de la quina fue implantado por el Gobiernoespañol a instancia de Mutis.

(15) Esta relación se encuentra origal en el Archivo General ,de lndias (116-7-19) y elduplicado en el Fondo Pineda, de la Biblioteca Nacional de Bogotá. Fue publicadaen el "Memorial Literaro" de Madrid en Octubre de 1793 y en "La Revist., Nueva"

de Panamá, Tomo iv, N' 3, Maro de 1918, págnas 217 a 242, gracias al médicoistmeno y ex-Prsidente de la República de Panamá, Dr. CIro Luis Uniola, quin lamandó copia en Bogotá.

(16) Publicada en los "Anales de 1nstrucción Pública" de Bogotá. 1883. Tomo V, página149.

(17) Archivo General de Indias. 117-3-3.

(18) Archio General de Indis. 117-5-1.

(19) Archivo General de Indias. 117-6-19.

(20) Archivo General de lndis. 118-4-36.

(21) El original de este erudito trabajo se encuentra en el Archivo General de Indias

(117-7-7) y el duplicado en el Fondo Pieda, de la Bibliteca Nacional de Bogotá.Fue publicado en el Memorial Literario de Madrd, en 1794 Y en "La RevitaNueva" de Panamá, Tomo iv N' 6, junio de 1918, páginas 466 a 489 y en el TomoV, Números 1 y 2 de Julio y Agosto de 1918, páginas 493 a 508.

(22) Archivo General de Indias. 117-2-9.

(23) Archivo General de Indias. 117-5-5.

(24) Informe contra los empíricos y curanderos, elevado a la Real Audienci de Santa Fe.1778. (manuscrito). Fondo Pineda, Biblioteca Nacional de Bogotá.

(25) El origial se encuentra en el Archivo General de Indias (116-64 y 145-6-13) Y unduplicado en el Fondo Pineda, de la Biblioteca Nacional de Bogotá. Fue publicadoen el "Memorial Literario de Madrid", Tomo n, año de 1794. páginas 278 a 284 ypor Juan Antonio Susto en "La Estrella de Panamá" de 2, 3, 4, 5 Y 6 de diciembrede 1930.

(26) Archivo General de Indias. 117-2-13 y 118-5-16.

(27) Raro folleto de 24 páginas. Un ejemplar existe en el Fondo Pieda, de la BibliotecaNacior.al de Bogotá y otro en la Biblioteca de don Enrique J. Arce, de Panamá.

(28) Archivo General de Indias. 117-1-24. Fernando LÓpez A1dana, nació en Bogotá en1784 y murió en Lima en 1841. Estudió en Madrid, en Bogotá, en Quito y se

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graduó en Lima de Abogado en 1810. Fue Magistrado allí de la Corte Suprema ycomo tal ocupó la Presidencia del Pcrú. Sc le considera comu un Patriarca dc laIndependencia de ese país.

(29) Archivo Gcneral de lndias. 1 I 7-2-20.

(30) Eduardu Posada "Un Istmenu Ilustrc" cn "El Espectador", de Bugutá y "El Diariode Panamá", dc 1 de Abril de 1931.

(31) Existe este folletu en el Fundo Quijano Otero, de la Biblioteca Naciunal dc BogotáDun Eduardo Pusada en su "Bibliografía Bogotana". Tomo 1, Bugutá 1917, página377 titula este upúsculu de "Conversación dc don Sebastián López con sus hijos".Está impreso en Santafe. Imprenta dcl Gobierno. 1816.

(32) Archivu General de Indias. 117-6-19.

(33) Pedro M. lbáñez "Memorias de la Medicina en Bogutá". 1884, página 62.

(34) Pedro M. Ibáiez. Obra citada, página 63.

(35) Andrés Auza "Apuntes Crunulógicos". Boletín de Histuria y Antigucdades. Bogotá,Tomu XIV, página 416.

(36) Pedro M. Ibáñez obra citada, página 63.

(37) La primcra edición dc esta "Memoria" se hizu en Quitu cn 1888, la segunda cn lamisma ciudad, en 1905 y la tercera cn Bogotá, en 1944, publicada por la AcadcmiaColombiana de Histuria.

(38) Edición de Bogotá, 1944. Página 47.

(39) W~moria citada, edición de Bogotá, 1944, páginas 49 y 50.

(40) Archivo General de Indias. 116-7-11.

(41) Edición de P,uÍs, de 1870. Obra traducida al cspaiíol por Luis Cordcro y publicadaen Cuenca (Ecuador) en i 877, con el título de "Cultivo dc las Quinas".

(42) Vcrgara y Velasco "NuvÍsIinu Tcxto de Historia dc Colombia", página 224.

(43) Pedro M. Ibáñez, obra citada, página 62.

(44) Este dato es errado. Santiagu José entre lus anos dc 1789 a 1790 estaba dc Cura enel Perú y ayudó con su dinero a su hcrmano Sebastián José, al viaje al Istmo dcPanamá cn los aios indicadus.

(45) "Boletín de Histuria y antigüedades". Bogotá Números 353 y 354, marzo y abril de1944, páginas 336 y 337.

(46) "BuletÍn de Historia y Antigüedades". Bogotá Números 4 11 a 4 i 3, Enero a Marzode 1949, páginas 56 a 61.

(47) Federicu Gonzálcz Suárez. "Páginas dc Historia Colombiana". Memoria históricasobre Mutis y la cxpcdición botánica de Bogotá. Bogotá 1944, página 49.

(48) Manuscritos quc se refieren a Sebastián José López RuÍz, que repusan cn laBiblioteca nacional de Bogotá;

i. Informe de la comisión para la remisión de quinas de Loja. J 777.

2. Informe contra los empírcos y curanderos, elevado a la Real Audiencia deSan tafé. 1 77 8.

3. Documentos relativos a don Scbastián Lópcz. Santafé. 1778.

4. Comunicación del ministro don José Gálvez, al Virrey de Santafé, sobrcquinas y canela, quc deb Ían beneficiarse, bajo la inspección del señor LópczRuÍz. Madrid, 1778-1779.

5. Corrcspondencia de España para el senor López RuÍz, sobre trabajosbotánicos. Aranjuez, 1781.

6. Continuación de escritus subrc quIiias por cl scñor López RuÍz, y memoriasdel mismo. Santaië. 1782 y 1783.

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7. Carta del ministro don José Gálvez, mandando destituir al señor López RuÍz

por habcrse atribuido (dice) el descubrimiento de la quina de Santafé. 1783.

8. Sobre el cultivo de los canelos. Santafé, 1783.

9. "Cronología dc la quina de Santafé". Santafé, 1784.

10. Continuación dcl informc y diligt'ncias act'rca de don S':bastián López Ruíz.Santafé, 17S5.

11. Papdes del ministro don José de Gáivt'z, contra don Sebastián López y en

favor del señor José Celes tino Mutis, 1787.

12. Diligencias en cllitis y expediente seguido por don Sebastián López, sobrc su

dicho de str d descubridor de las quinas dc Santafé. 1790.

13. Pide al Rcy ordt'nt' quc st t'xijan títulos y pruebas a todos los que sc diccnmédicos en el Nuevo Rcino de Granada. Madrid, 1790.

14. Real decrcto original qut' æcayó a su petición contra los curandcros. 1790.15. Relación sobre d descubrimiento de minas dc Azogut' en d Istmo dt' Panamá.

San tatë , i 790.

16 Continúan los documentos sobrt' peticiont's, etc., de don Sebastián López,Santafé, 1790.

17 lnfonnt' quc pnieba la utilidad dd t'stablcdmiento de cementerios comunt's

fuera de las poblaciont's, prt'sentado junto con un cánon, con relación almismo asunto, por d señor López RuÍz, San tafé , 1790.

18. Real Ordcn pala quc se faciliten al señor López todos los auxilios necesarios afin qUi' trabajt' t'n d descubrimiento y beneficio de quinas, cancla, ctc., y uncxpedit'nk promovido por el mismo. 1792.

19. Resolución del seor Gardoqui, pidicndo se cmplec al señor López RuÍz, envirtud de una pctición qut' éste hact'. 1794.

20. Documcntos relativos a. don Sebastián José López RuÍz, 1794.

21. Quina. Modo de propagar y conservar los árboles de dla, y escrito dt' æcuisosobre sus descubrimientos. 1796.

22 Continúan los documentos sobre la quinas, sobre hechos pt'rsonalcs dd señorLópez y expedientcs qut' pwmovió æspecto de mt'dicina. 1801.

23. DOl.'Umentos relativos a su empleo dc contador de Rt'alcs Tributos y a suincorporación cn d Montt'pÍo de Ministros dt' la ciudad de Quito. 1807.

24. Documentos referentes a hechos del señor López RuÍz. 1807.

25. Reclaos pecuniaios que hace como incorporado en el Montepío, 1809.

26. Comunicación en que se le niega una solicitud para un empleo. San tafé , uno.27. Representación en que pide la traslación de la contaduría general de tributos

de Quito a Bogotá. Quito, 1810.

28. Escrito sobre medidas de sanidad. Santafé, 1816.

29. Carta que le dirige don José Antonio Burda110. Popayán, 1816.

30. Docuementos referentes a hechos del seor López RuÍz. 1818-1819.

31. Documentos sobre la testamentaria de Fray Mariano Aldana. 1819.

32. Continúan los documentos de don Sebastián López. 182 i.

33. Informe médico-legal del señor López, en una causa particular. Bogotá, 1824.

34. Ultimo s documentos referentes al señor López RuÍz. 1824.

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Obras y Autores

~ () U) 1R 11 (~() M 11 B ()

LEWIS, AMADOR, lW4LDY

Cuando, en abril de 1973, se inauguró la Galería de Arte

Chase Manhattan Bank se ponía en marcha, con plena concienciade su significado, una iniciativa en verdad trascendente, digna de

loa. En efecto, explicando sus propósitos D. Luis H. Moreno, Ge-rente General del Chasc de Panamá, declaró entonces que el Banco

había decidido participar en los esfuerzos encaminados a populari-zar la producción de quienes entre nosotros laboran en el campo

de las artes plástIcas. Ocho exposiciones ofrecidas a partir de aque-lla fecha acreditan la firmeza del empeño, y constituyen al mismotiempo un compromiso: el compromiso de matener y fortaleceruna institución que es ya pieza esencial en el engranaje de nuestro

mundo artístico.

La muestra que esta tarde se abre al público, y en la queintervengo por gentil invitaciÓn de D. Luis H. Moreno y D. RubénDaría Carles hijo, altos funcionarios de The Chase Manattan Bankde Panamá, supone un doble acierto: por la importancia intrínsecade los artistas incluídos, y por su oportunidad. Precisamente en losmomentos en que la pintura panameña consolida sus valores pormúltiples caminos y un esfuerzo de ordenación jerárquica se haceimpostergable, mostrar cuadros de Lewis, Amador e Ivaldy viene aser un fire punto de partida. Porque se trata, sin asomo de dudas,

de los hombres que inician lo que podemos considerar, con propie-dad y justeza, el proceso de la pintura en Panamá.

Palabras de Rodrgo Miró al inaugurarse el 12 de maro de 1974, la exposición de la Galeríade Arte Chase Manhatta Bai.

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norteamericana. En Nueva York pinta algunos de sus mejores cua-dros -paisajes, desnudos, figuras humanas--, casi todos Óleos sobretabla, la mayor parte fechados entre 1910 y 1914. Atraído por

nuevas inquietudes --j; mÚsica, la elaboraciÓn de un idioma univer-sal-- deja de pintar. Y permanecerá en Nueva York hasta 1926,cuando regresa a Panamá. Amador, que cuenta ya con cincuenta yseis anos, consume sus pocos haberes en la monumental empresaidiomática que le apasiona. Y tiene que trabajar para sobrevivir.Quien fuera el primer Secretario De Hacienda de la RepÚblica, seráahora un empleado más de la Administración de Rentas.

En las esporádicas ex posiciones de arte q uc se realizan a partirde 1935 Amador contribuye con algunos envíos. Apenas si llama laatención. Sus aÌios de ausente lo han convertido en un cuasi des-conocido, del que se recuerda vagamente al creador del emblema

patrio. Su total independencia de carácter y su ninguna sumisiÓn a

los convencionalismos lo hacen tul excéntrico sospechoso. Pero en

los pequeÚos círculos de aficionados el conocimiento tardío de suobra suscita sorpresas y aplausos. D. Manuel volverá a pintar des-pucs de 1940, cuando tiene lugar un auténtico renacimiento denuestras artes plásticas. Para entonces tiene más de setenta años ysu vista empieza a fallar. Pero su entusiamo y vigor no menguan, yse entrega a su vieja querencia con brío incontenible. En los cua-

dros de su producción postrera hay mayor libertad en los temas yen la ejecuciÓn. Pinta sin esbozo previo, manchando directamente ellienzo o el papeL. Una cabeza de Rabino y un BodegÓn de lloresson buenas muestras de lo que digo.

D. Manuel fue además un dibujante extraordinario. La colec-cion de dibujos, grabados y acuarelas que con ánimo generoso do-nÓ a la Universidad de Panamá, ciento ochenta en total, la mayorparte estudios de la figura humana, de un dinarnismo sorprendente,costituye una de las porciones más valiosas de su obra, de la quedesafortunadamente mucho se ha perdido. Tablas afectadas por losrigores de nuestro clima, lienzos malogrados por factores varios serestaron a nuestra herencia artística.

La obra pictÓrica de Manuel E. Amador es de una fuerteexpresividad, de un vigoroso acento. Ante sus cuadros, aÚn ante susdibujos y óleos más pequeños sentimos la sensación de algo muysÓlidamente construido. Algunas de sus creaciones se cuentan entrelos más felices logros de la pintura panamcfia. Amador tuvo tam-bién discípulos: Ricardo Cante Porras, OIga Sánchez Borbón.

***

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igual modo, he incluido algo demetafísica, de física y medicinaen el primer discurso, para de-

mostrar que se extiende a todaclase de materias".

El presente comentai'io lo ha-cemos en relacifin con el cstudiopublicado por el profesor JU-

LIO C. ORTIZ ß., con el títulode LA DUDA COMO METODODE CONOCIMIENTO. El profe-sor OrtÍz ha redactado este tra-bajo con el fin de facilitar, a losestudiantes del curso de Intro-ducciÓn a la Filosofía de nues-

tros liceos, la comprensión del

pen sam iento cartesiano. Pai'aello ha tenido muy en cuenta elmomento histÓrico en el cualDescartes concibiÓ su famosométodo y su ubicaciÓn en la his-toria de la Filosofía.

En el prólogo manifiesta elprofesor Euclides Cerrud que

"el método cartesiano se funda-menta en la necesidad dd espíri-tu humano de afirmar solamenteaquello que se nos presenta con

total evidencia. El criterio de la

evidencia es el critcrio de la vcr-dad en Descartes".

Descartes es un genial expo-nente del racionalismo, doctrinasegún la cual el pensamientoteÓrico, es, no sólo una fase su-

perior del conocimiento, compa-rada con la facultad sensible,sino que constituye la fuente

au tÓnoma del conocimiento,aquello que nuestros Órganossensori,ilcs no logran percibir demanera directa e inmediata. Pa-dre de la tradición subjetivista

idcalista de la Filosofía en laModernidad, el núcleo del pen-

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samiento cartesiano señala laprimacía dc la consciencia: elespiritu conoce el macrocosmo

a través de lo que este mundoexterior a nuestro yo imprime

en nuestra mente por la razón yla percepción. Toda fiosofía de-

be iniciar su trabujo por el espí-

ritu individual y por el yo, for-m ulando su argumcntación através del "yo pienso, luegoexisto" (cogito, ergo sum). Se

da principio, aSÍ, a la disputa so-

bre la problemática del conoci-

miento que abarca cerca de trescenturias.

Descartes conocía que los ma.temáticos deben la certeza de suciencia al método quc siguen,compuesto por dos procedimicn-tos: la intuición, que encuentralos elcmentos simples o princi-pios gcneralcs, en los cuales se

apoya la deducciÓn.

El punto de arranque cartesia-no lo dejó expresado Chanut,Íntimo amigo de Descartes, así:"En su licencia de invierno,comparando los misterios de lanaturaleza con los de las mate-

máticas, tuvo la osadía de espe-

rar quc los sccrctos dc ambas

pudicran abrirse con la misma

llave". Descartes, ante la situa-ción escéptica que embargaba ala ciencia de su tiempo, se vol-vió hacia "el gran libro del muii-do". Buscó el conocimiento con

el trato directo con los demás

hombres, convencido de que"podía halar mucha más verdad

en los conocimientos que cada

uno hace sobre los asuntos quedirectamente le atañen, cuyo re-sultado muy pronto lo castigaría

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Si Juzgara falsamente, que en losrazonamientos de hombres deletras que en sus grandes gabine-

tes elaboran especulaciones que

a nada conducen".

"Yo pienso, y es imposibleque nada sea, mientras piensoser alguna cosa; y yo no deduz-co mi existencia de mi pensa-

miento como por la fuerza dealgún silogismo, sino como unacosa conocida por sí misma; laveo por la simple inspección de

mi espíritu. Tal es, propiamente,lo que entiendo por mi espíritu,mi pensamiento o mi entendi-miento; de suerte que, dirigien-do toda mi atención sobre mi serasí revelado, puedo decir que yosoy espíritu o pensamiento".

Este "pensamiento" -pensar onoesis, es lo indicado decir- pro-duce un número vario de imáge-nes o representaciones (noemas).

Encontramos, primero, la repre-sentación de nuestro noema quese identifica con un "cosa -que-piensa", que nos conduce a lade la extensión (en las tres di-mensiones de longitud, anchuray profundidad); tenemos la ima-gen de lo infinito, igualmente

un grado claro y distinto. El es-pacio o extensión se convirtió,para él, en la realidad esencial

del Universo; el movimiento, enla materia de toda transforma-

ción y las Matemáticas en lacondición coordinadora entresus partes. "iDadme extensióny moviiento - decía- y cons-truiré el Universo! ".

En este esquema del Universoy el hombre, Dios queda fuera

de toda relación. Pero Descartes

conoce lu. ocurrido a Galileo, aBruno y a Campanella: la Inqui-sición le aterra y Descartes se ve

obligado a valerse del argumentoontológico de Ansclmo Canter-bury. En esa forma salva el obs-táculo y la existencia de Dios

garantiza que, al aplicar las cua-tro reglas del Método, el conoci-miento humano -válido en lacautela que imprime el escepti-cismo metódico- sea preciso ycorrecto.

Este trabajo de Julio César

Ortíz nos ha llevado a conside-rar otra vez el valor que tiene

para el filósofo el "cogito" car-

tesiano, como ejemplo feliz deindubitabilidad lógica. Le felici-tamos por la interpretación queha hecho del hombre que dudó,pensó y supo que existió.

Osman Leonel Férguson

EN BARCELONA

ENRIQUE JARAMILLO O ELDESPERTAR DE LALITERATURA PANAMEN A

"Duplicaciones" es la búsque-da recurrente, la exploración mi-nuciosa de las posibilidades fan-tásticas que esconde la realidad,así como también, en muchoscasos, de los factores reales en

los que se apoyan la tensiónemocional de situaciones límitesy la capacidad imaginativa, a fin

de percibir y revelar mundosdesdoblados, onÍricos, metamor-

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foseados, esquizoides o simple-

mente esotéricos..... Así reza lacontrportada de un libro queaún no ha llegado a nosotros.Un libro de un joven autor pa-nameño, que reside en Méjico, yque estos días deambula pornuestra ciudad, a punto deÍirar un contrato con una edi-

torial barcelonesa para la publi-cación de su primera novela.

Enrique J aramllo Levi, derasgos latinoamericanos bien de-

finidos, barba, greñas y un ex-traño collar en el cuello, ha lle-gao a España con el manuscn-to de "Ciclos de acecho", suprimera novela, bajo el brazo.

-Las editoras españolas tienenmucho prestigio en Latinoaméri-ca. Resuta muy importantepara un hipanoamericano publi-car en Españ. Acá han publicadolos escrtores del "boom", conlo cual la editoras han tomadointerés también en la generaciónposterior, a la que pertenezco.

Una generación que coincideen muchos puntos con sus iiue-ditos predecesores:

-Hay una especie de regocijointelectual en el hecho de ver,que tanto la crítica española co-

mo los escritores de las últimaspromociones en España, han te-nido que reconocer que cultural-mente es Latinoamérica la que vaa la vanguardia del movimientoliteraro. Ahora somos nosotroslos que influimos en la literaturade España. Y esto se debe, básica-mente, a que Latinoamérica está

en un período de efervescenciasocial, política y cultural, que

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ha coincidido con lo que signfi-có el triunfo de la revolución

cubana y las posibildades quesurgen medinte la imagacióncreativa de presentar al mundoel rostro interno de cada uno denuestros países.

Una literatura, pues, imgia-tiva, pero con referencias a larealdad concreta de cada país.

-En lo que llevo escrito hastaahora hay muy pocas referenciasa la realdad panaeña. Sólo endos o tres relatos de "Duplica-cIones". Mis cuentos podríanocurr en cualquier sitio. Ellen-guaje que empleo es un españolsin localsmos. En la novela que

voy a publicar aquÍ me acerco

quizá más a un ambiente pan-meño, aunque yo la insertaríadentro de la "literatura fantás-tica". Actualente preparo unanovela cuyo título tentativo es"Pro yanui beneficio". EI lemadel escudo de Panamá es "Promundi beneficio", refiriéndose eldesgajamiento que supuso laconstrucción del canal supuesta-

mente en servicio del mundo, yrealmente en beneficio de Esta-dos Unidos.

Hasta ahora no había llegadoa nuestras latitudes una pruebairefutable de literatura panae-ña. La nueva generaci6n "muy

prometedora", dice J aramilo,ha nacido con la c;onvulsión quecoiuueve Latinoamérica y quese materializa en Panamá, en elcanal.

-Además de escritor, yo, comociudadano, pienso que el territo-rio de la "Zona del Canal", ad-

ministrado ahora por Estados

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Unidos, debe volver a manos dePanamá, deben ser desmantela-das las bases americanas, la re-muneración que recibe Panápor los beneficios del can debeaumentar, etcétera..

Imagiación, literatura fantás-tica, politización, un libro entrance de publicarse en Barcelo-

na, Enrique Jaramilo sigue fiel-mente la tradición de la genera-ción del "boom", la generación

consagrada. Como los maestros,es de esperar, con "Ciclos deacecho", el "boom" de estanueva Latinoamérica.

LluÍs Bassets.

MULTILWROS

Por FRACISCO ZENDEJAS

Un libro sobre el que quere-mos llamar la atención de loslectores, es el de Enrique J ara-mio Levi, intitulado "Duplica-ciones" .

Las cuarenta naraciones queencierra el volumen, están distri-buidas en lo que se sub titula co-mo Acechos, Duplicaciones, Si-multaneidades, Enajenaciones,Metamorfosis, Incidencias y Re-incidencias. El carácter pnncipalde las cuarenta muestras, es sin

duda el que el propio autor es-cogió como título, el de "Dupli-caciones". En ese terreno Jara-milo Levi es un maestro, no só-lo por el muestreo magnífico de

sus invenciones, sino también

por su manejo de lo implícitocomo "estados mágicos" u onÍ-ricos en el ansis sicológico.

Sueños o lucubraciones, el he-cho es que estos relatos no sonsurrealstas sino doblemente rea-les; espejos de todo aquello quela realdad suele ocultar no por

vicio ni maña sino por meraaparencia y fugacidad.

J aramilo Levi, oriundo de Pa-namá, ostenta alo así como los

poderes chamáncos en sus fic-ciones de la realidad. El doble,el otro-yo, la teoría del espejo o

del aga reflejante; la de N arci-so, por ejemplo, que no sólo esuna teoría estética ni un mitosordo y blanco. Esas "duplica-

dones" son a la vez posibilida-des. En algún ricón del ser hu-mano se esconde el poder de re-fracción; una especie de "caja

negra", como la de los aviones,que contiene todos los datos yla historia completa del vuelo decaa hombre. Y también, lascausas de su caída.

Otra posibilidad -mayúscu-la- es la de poseer el poder de

ver objetivamente, frente al indi-viduo y su mirada, el yo inte-nor. No el Super-Yo del sico-anliis, sino el Yo interior, elverdadero; aquel al que el hom-bre mismo quiere engañar ~y aveces logra hacerlo-. Armas,por supuesto, de la literatura ypor ello deleznables si no se ve

en ellas la capacidad sÍquica del

auto-anásis: la temida intro-yección.

Será estupendo el resultadocuando J aramilo Levi empleeesas armas en una obra mayor,

en la novela, por ejemplo, que

sigue necesitada de tales trata-mientos.

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El Interior del Pacífco

Reloj

Pieza en un Acto

Personajes:EL PADRE ............. ............................................................................EL lUJ O .......................................................... ...................................LA SERVIDORA................. ...............................................................

ACTO UNICO

El cuarto.

Al comenzar la acción, EL PADRE yace en la cama; entra, casi deinmediato, EL moro.

EL llJO:EL PADRE:

iPadre!iHijo, hijo, acércate!

esa venda en el ojo?iDéjame verte! iAh, ahI ¿y

Al má grande acor paneno de todos los tiempos: RAFAEL CHATROUX.

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No tiene importancia.(Refiréndose al ojo) ¿Lo perdiste?(Con despreocupación) Sí.. sí.. pero, eso sucedióhace ya mucho tiempo.(Tras W1a pequeña pausa) ¿Duele?(Con una cacajada) ¡Claro que no, padrelPero... ¿cómo..., cómo sucedió... cudo... cuándo?(Silencio) ¿Mucho tiempo, dices...? ¿Cuáto, cuántotiempo?Muchos años ya. Incluso..., no recuerdo. Tantos hanpasado, desde entonces, vaya, ¡que no recuerdo cuá-tos! (Pausa)

(En un bostezo, débilmente) Pudiste escribire, con-tarme, al menos. (Pausa)

(Tras la pausa) ¿y con cu objeto, si puede saberse?(Pausa. Sonriendo) Supongo que no existe el menorderecho a molestar y menos con noticias desagrada-bles. (Pausa muy breve) Recuerdo de infancia: unvitjo solía grtar a la puerta de su casa, ante huéspedese invitados inexistentes: "iOh, señores míos, hágan-

me reír, por favor, que llevo mucho llorado en estavida, oh señores míos, por favor, hágane reír! " (Envoz baja) Aquello era realente conmovedor.. (Alpadre) ¿Le conoció usted, padre?(Rápidamente) No. No le conocí.Era un viejo al...No. No. No insistas. No le conocí. (Pausa)y usted, padre, ¿cómo se siente?¡Todavía no muero, diablos! (Rápido y refiriéndoseal ojo). ¿Un accidente?Así podemos llamarle.Ah..Por otro lado, no he venido para hablar de mi ojo

perdido.Uugado con las manos) Claro... claro.... Disculpa elque no me levante, pero...Descanse, descanse usted. Por mí no se incomode, nose preocupe. (Avanzando). ¡Hermoso paisaje!Es una tela magnífica. Pero.., ¿cómo llegó a esa pa-red.. ?

Ah, se refiere usted al cuadro... Yo no. Yo me referíaa la ventana. ¡Hermosa vista!Pero si nada logra divisarse ya...Pues, yo veo... yo veo..

(Con pocos ánimos) ¿y qué ves?

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La corteza del árbol..DÍ más bien la inmensa mole...Hay también, recortado muchas veces, el cielo...¿De veras, de veras? Y quizás, ¿el mar...?Es posible. Sin embargo, el mar queda lejos: a mu-chos días de aqu í. .Ciertamente... sin embargo... es extraño.'Q' ;i(. ue....

Yo juraría...De todas maneras, es posible...¡A-ja! (Pausa) ¿Luces canas?

y arugas.

Te casaste.No. Pero tengo un hijo.iAh, magnífico! ¿Cómo no me escribiste? Era unabuena noticia.Y lleva su nombre.Un honor. Gracias. ¿Cómo no me escribiste? (Pausamuy breve)Va a cumplir sus primeros veinte IDOS dentro de po-

co...¡Veinte años va! ¿Cómo no me escribiste? (Pausa)¿y la madre?Vive.., por allí. (Pausa).

¿Qué oficio tiene tu hijo?Ninguo.¿y qué hace?

Nada. (Pausa). ¿Puedo quitarme las botas?Puedes...Ah, ah... (Pausa larga).Tu hijo...¿Decía usted, padre?Nada. (Pausa).(Sin zapatos. frente al cuadro) He aquí el regreso. Unatardecer atraca en el muelle una nave...(Suavemente) Si te fijas bien la embarcación se alejacon verdadera prisa... ¿por qué? oO, acaso el viento...sopla con muchas fuerzas, acaso......sin embargo la nave se une al muelle... suavemente.¿ Y esa cicatriz?¿Ha logrado usted descubrirla ahora que más bien espequeña, pequeñita?¿Cómo lograste esa cicatriz? ¿Eres bandido? (El hijoríe). ¿Asaltas caminos? (El hijo ríe). ¿Robas, matas?(El hijo ríe) ¿Cómo lograste esa cicatriz? (Pausa)¿Otro accidente?

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Otro acciden te.(En una exclamación) ¡Pobre hijo mío! Has llevadouna vida francamente accidentada. (Pausa)(Tras la pausa) He estado aquÍ y allá...(Tose) Hace un poco de frío.Sí..Las sábanas están heladas.Cerraré la ven tana.Aguarda¿A qué...?Si cierras esa ventana... (con gran sencillez)... moriréesta noche.

¡Vaya ocurrencia!(En el mismo tono) Es la verdad. (Pausa larga) Yasoy muy viejo. ¿Cuántos años tendré?¿No lo recuerda?No. Pero lo sabremos. Todo, absolutamente todo lo

sabremos. Busca... en la gaveta del aparador... no...no.. en el baúl, busca, la libreta.¿La libreta?Anda, busca. (El hijo se acerca al baúl, lo abre yhunde la mano en un mar de libretas).

(Al padre, en tono de sobresalto) ¡Hay cientos delibretas aquÍ, padre!iAh...!

¿Qué significan...?iAh...! (Ahoga un grito cubriéndose la boca con las

manos). En el aparador, entonces.. ¡busca! La libre-ta azul.

(Iniciando el movimiento para retirarse del baúl) SÍ,sí...

(Imperioso) ¡Cierra el baúl!No vaya a ser que escapen, ¿verdad?

(Anonadado) ¿que escapen...? (El hijo cierra el baúly se encamina al aparador, abriéndolo)Efectivamente hay una sola libreta y es azul..Es la mía. Dámela. (La libreta cae). iDámela! (Elhijo la levanta y se la entrega). Déjame ver cuántos

años tengo. Está anotado aquí.. (buscando) o quizás

olvidé escribirlo.. no... no aparece... no aparece esainformación aquÍ y yo he perdido la cuenta.. losdías... los años... ¡he perdido la cuenta de todo! .¿Tendré cien años?

(Como desde lejos) No lo creo, padre.

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¡Lástima de veras! Siempre soñé con llegar a tenercien años.

SÍ que es una buena edad...(Animándose). Claro que si no cstoy en los cien,ando muy cerca del siglo... ¡no lo dudes!Podríamos, sin embargo, intentar recordar...No hace falta. (Pausa breve) Sé perfectamente que noando lejos de los cien años: noventa y seis, noventa ysiete, noventa y ocho... quizás, noventa y nueve...

(Tose repetidamente. Pausa) Hace frío.Sí. Hace frío y ha cmpezado a llover. (Pausa)(De pronto) ¿juegas al ajedrez?No.Injustificable.(Sonriendo) Sé que existe el cabalo y quc trota so-bre la torre de la reina pero que hay que atrapar alvicjo rey para vencer; lo quc no logro comprender espor qué los peones o criados defienden a quien lesopnmc.¿y el rey una vez atrapado?Se le da muerte... supongo.(Con una mueca) Ah...¿No es así, padre, no es así?No exactamente... no exactamente. (Pausa). ¿Qué

haces?Estiro las piernas.

¿Cojeas?Un poco.¡No lo advertí antes!(Con una sonrisa) No tiene importancia.¿Otro accidente? (Silencio. Cae la lluvia con pena).(De pronto) ¡Espera! Aún es pronto. (Tose) ¿O tie-nes algo quc hacer?(Como despertando) ¿Eh...? ¿Hacer, hacer...? No..nada. Nada en especiaL. Deshacer una maleta, tal vez.O guardar en ella, algo. (Nuevo y prolongado silen-cio).(De pronto) Sigue hablándome.¿Que le hable...?Sí.¿y de qué...?Cualquier cosa. (Pausa breve) Acaso quiera oír, única-mente, tu voz. Aquí solamente escucho la lluviacuando cae. (Pausa) Y cae todos los días. (Pausa).No sé por dónde comenzar... Hágame preguntas (Pau-sa).

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(Tras la pausa). ¿Dónde estuviste ayer?En un circo.¿Con muchos leones?No...¿Con muchos elefantes?Tampoco los vi.oo. ¿ias últimas cebras?No... no...¿Focas? ¿Focas blancas, negras, grises...? (El hijoniega con" la cabeza solamente) ¿Azules, acaso?No... no...¿Perros? (El hijo niega con la cabeza). ¿Cabalos?

(Desesperado) ¿Moscas? (Laguísimo silencio. La vozdel hijo ha de sonar monocorde).Payasos. Cientos de payasos. Moviéndose. Gruñendo.Aullando. Gésticulando y sin máscaras.(Débilmente). Ha de haber sido interesante.y útil.(Con precaución) ¿Por qué?El ridículo a salvo del ridículo. (Pausa).

¿Cómo llegaste?Andando. Uegué andando.Ah... (Casi riendo y por la primera vez)... y yo quepensé que llegaste sobre una mula. Hace seiscientos,ochocientos y mil años o más la gente viajaba sobremulas. ¿Por qué ya no?Se refiere usted al oro, padre.

O tal vez a los antiguos reyes..O a los ladrones. O a los asesinos. (Pausa). Ueguc

andado.(Doblado, sobre el

lecho) ¿Te escribes con tus herma-nos? ¿Sabes a qué se dedican?

Tengo una idea más o menos aproximada de las co-sas: uno es banquero. El otro tiene una máquina yrepara zapatos a domicilio.iVaya ocupación!

¿De veras? (Rápidamente). ¿No le escriben, paÙle?(También rápidamente y de mala gana). ¡Escriben,escriben! De vez en cuando... iy como tú! A ver...¿no era tuya la postal envi.ada desde el mar del Japón?Nunca he estado en el mar del Japón.¡De un mar de esos llegó! ¿Cómo quieres que sepadesde cuál? ¿O que me acuerde? iEl mar de Suecia,el ma de Grecia, el mar de las calmas y las tormen-tas! ¡De un mar de esos llegó! ¡Vaya, no conozcoalguno!

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Ah...Lo cierto es que se trataba de una bonita postal...hum... hum ya lo creo; había mucho sol y muchoazul y mucho blanco. Y el mar es siempre bonito. Yte digo que, desde aquÍ, desde la ventana, se divisaba

cuando el tiempo era claro. Ahora ya no. ¿Por qué?

No se ponga triste, padre. Ya areglaemos eso...¿Me devolverás el mar?¡No, pero he llegado yo! (Pausa larga).Dime: a menudo, ¿pensabas en mí?

Muchas veces.¿De veras?Sí.¿y por qué?Cómo... ¿por qué?

Quiero decir... (pausa larga).. Quiero decir... ¿bien,acaso mal? (Silencio). No oigo tu respuesta. (Pausa).¿Estás allí?Aquí estoy.Realmente me encuentro algo fatigado.Descanse.Si, pero... (De pronto) ¿Piensas marcharte?No. Y me sentaré a su lado.Mejor no te acerques.¿Por qué?

No quiero descubrir que te falta un brazo o las ore-Jas.'J' r1 a....¿Es cierto que te falta un brazo?Tengo dos brazos. Sin embargo, me falta un dedo dela mano izquierda.¡Pobre hijito mío! ¿y las orejas?

Tengo las dos orejas.Es un alivio oírte decir eso.Gracias, señor. (Pausa).

La ventana... ¿sigue abierta?

Sigue abierta.Y llueve.Y llueve.

(De pronto). Me gustaría bajar al patio. (Pausa).¿Crees que pueda, algún día, bajar al patio?Por supuesto. Hoy mismo... ahora... si así lo desea.....para cortar ese árbol, para derribar todos esos árbo-

les que me han sepultado en vida. ¡Los derribaré,cuando cumpla cien años! (De pronto y como un

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fogonazo). Y tú, ¿por qué has vuelto? (Pausa). ¿Para

verme... ?

En los últimos años nadie ha estado aquí. Excepto la

servidora que está medio ciega. Siempre, cuando en-

tra al cuaro, pregunta: "¿Ya se mi.rió?" (Con unarisita). Se refiere a mí. Pregunta, cada día, a vecestres y hata cuatro veces, si he muerto. Y cuando se

entera de que aún vivo -y no porque yo le responda,precisamente- sata y ríe como si se alegrarse deveras. ¿Será posible que su alegría sea cierta? Tú..,

¿qué piensas?Pienso que se alegra realmente.Esa mujer es muy extraña... hum... hum... Y temoque no se encuen tre en sus cabales.¿y por qué no toma otra servidora, una más joven,por ejemplo?

Lo he hecho, no creas, antes. Pero todas las otras~muchas, en verda- abandonaon el cargo el primerdía. Algunas se desmayaron al verme. Otras gritaroncomo enloquecidas. Una dijo... dijo.. lo tenbo anota-do... dijo... (buscando en la libreta)... olvidé anotar-lo... Lo cierto es que la antigua servidora, arebatadaen lágrimas, regyesaba al cargo y besaba, cada vez,

mi pies y sin que cursáramos una palabra. Pero al

día siguiente volvía a despedirla. Y con el atardecerregresaba a servIrme. (Agotado). Finalente deisistíde los despidos pero, no nos hablamos.¿ Y por qué no se hablan?(Atormentado) No lo sé. Y tú, ¿a qué has venido?A verle, padre. (Pausa larga).¿Vendrán, algún día, tus hermanitos?¿Le gustaría verlos?Me gustaría verlos. Pero ellos están muy ocupados.Atender un banco ha de ser terrible. Más que el dine~ro hay que vigilar papeles y más papeles, firmas ymás firmas. ¡Terriblemente difícil! Supongo que tuotro hermano ha de reparar zapatos a bordo de unamáquina vieja y malcriada. Humo y pitazos. Una ver-dadera calamidad, ¿te la imaginas? La rueda que sal-ta, que se detiene o que no gira. Pero..., iha de te-nerle algún cariño a su vieja máquina inservible! iHade tenerle algún poco de cariño!Sí. Y debido, tal vez, a que él mismo ha ido enveje-

ciendo al asecho de los años, con ella...(En voz baja). Sí. Pero no estés muy seguro. Pocos sedan cuenta de esas cosas. (Pausa).

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Sabes, no recuerdo el rostro de tus hermanos.El banquero tiene los ojos grandes. Increíblemente

grandes y hermosos.¿Ah, sí? ¿y de qué color?Del oro..., al atardecer.Ah, ah... ¿y el otro, cómo es?De baja estatura y, como presumo, calvo.¿y por qué presumes tal cosa?iNo lo sé! Tal vez.. tal vez porque grtaba siempre,

a toda hora. "iHa salido el sol, corran que se hapuesto la luna, he perdido los clavos, tengo sueño! ".

Yo recuerdo que le preguntaban: "¿Por qué gritassiempre? ", a lo cual, él, contestaba grtando: "iN acÍgrtando, amigo mío y es todo cuanto sé hacer! "¡Aseguraba no haber llorado jamás!

(Gritando a su vez). ¡y tenía razón!

(Suavemente) Ha recordado usted, padre.Sí. y estoy fatigado. (Pausa larga). Ayúdame a levan-tarme.No se moleste, pade.Ayúdame, te digo. Vamos, vamos, vamos. ¡Ayúda-

me!(A yudándole). Despacio... con cuidado... con cuida-do... (Lentamente, como si fuesen necesarios siglospara retirar las sábanas, el padre queda al descubierto.Luego, con la ayuda del hijo se va levantando). Concuidado... con cuidado..La libreta..Aquí está.

(Tomándola y asiéndose a ella, con fuerzas). Gracias.Ahora, apártate.Pero..Apártate te digo.

(Soltándolo poco a poco). Despacio... con cuidado....(Con una sonrisa juguetona que va creciendo a medi-da que va quedando libre de toda ayuda). iQué nodiera porque entrara la doncella! ¡Seguramente que

estoy cumpliendo cien años ahora, en estos momen-tos! (La libreta cae al suelo. El hijo se adelanta, larecoge y entrega al padre). Gracias. (Se aleja un tan-to). iAh! iAh! No me sigas. No me sigas. No mesigas. No me sigas. Y calla. (Silencio. El viejo llega ala ventana. 'Silencio. De pronto y sin volverse). ¿Si-gues aqu í?Sí, padre.

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¿y qué haces?Me calzo las botas.¿Piensas marcharte acaso?No.¿Qué haces?Me he calzado todos los recuerdos. Recuerdo cosas.Todo reaparece.¿Con tanto ruido?¡Ahora le veo a usted, padre!(Apoyado a la ventana, mirando al patio). Grandesconstrucciones, con hierros, con verjas, con muros,con piedras... incluso, un fuego.¡Le veo, padre, le veo!

Allí, en el fuego, otros hierros, otras verjas... y másconstrucciones... ¡han construido por todas partes!y sobre el mar... también sobre el mar y por cso yo

preguntaba por el mar y el mar ya no era...Sin zapatos, pequeño, desnudo, jugando, moviendolas fichas, anotando, anotando, anotando...¡No te acerques, no te acerqucs! ¡No me iigas!¡No me sigas! Y ahora, calla. Ahora, a callar. ¡Escu-cha! iEscucha! (Inmovilidad. Se oye el reloj. Vadando las horas con graii encantamiento).¡El reloj, el reloj, mi reloj! ¿Dónde lo tienes escon-dido? (El padre señala al cielo o al techo, luego auna pared, más tarde a otra, finalmcnte al suelo y asu pecho; al hijo. Ríe. El reloj comienza a desgranarun pequeño concierto). ¡El concierto!(Susurrando, apenas si se oirá). "Se levanta el puentelos siglos -arrastrándose- cruzan". Tú -en cam-bio-....¿Qué murmuras, hijo?Algo así como una letra para la melodía del concier~to. (Fin de la melodía).

¿Es lo que murmurabas siempre cuando sonaban lashoras?¿Lo recuerda usted, padre?No. Pero lo tengo anotado.

¿y lleva usted hechas muchas anotaciones, padre?Muchas. Muchas. (Con gran fatiga). Poseo muchísimaslibretas. (Se sienta sobre una sila).Referente a mí, ¿qué más hay anotado?Toda tu historia, hijo.Pero si usted apenas si... Y después de todo, ¿paraqué?

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(Sin escucharle. Abandonándose). Fuiste el únicoque hizo andar ese reloj. (Abre la libreta, lee)."Hoy mi hijo menor entró al in tcrior del reloj sinotras fuerzas, sin otras herramientas que sus manos"iVarias generaciones de relojeros y ninguna pudo con

el mecanismo!Decía la gen te que yo poseía el don dc hablar con

los relojes y las horas. Que sÓlo a mi me obedecían.Yo nunca lo dudé. (Silencio).Cuando me vi delante del reloj, tuve miedo. Y cuan-do éste, cÙ fin, rompió su secreto y anduvo, eché allorar. Allá en el interior y mientras removía tuercas yresortes ocultos, sentí que yo volvía a alimentar no séqué antiguo rencor acumulado por años y años en elvientre dc aquel monstruo. iY sentí su aliento y pudever su rostro que nunca olvidaré! (Pausa larga).Aquella tarde te fuiste...¿Está anotado eso también?

Por supuesto. Todo está anotado. Hasta la lluvia.Sí. y lloverá para siempre. (Pausa). Pero no hay esca-

pe. Llevo conmigo a cuestas la bestia. jA todas par-tes me sigue! Es casi mi amiga. Amiga de mis no-ches, de mis viajes sin fin, de los miembros perdi-

dos... los ojos, los brazos, los cabellos, mis lágrimas.

La bestia es amiga, también, de mi hijo.iTu htjo! iOh, sÍ, déjame anotar quc tienes un

hijo!(Con sarcasmo) Escriba usted, padrc... escriba... escrI-ba...(Mirándolo de soslayo) Después...Ah, pero corrc usted el riesgo de que lo olvide.Tú me lo recordarás.y si me voy... ¿quién se lo recordará?

(Tras una pausa muy breve). La ayudante, tal vez...Pero si ni siquiera se hablan ustedes..Entonces, ¡nos hablaremos! Le preguntaré. Ella res-ponderá. O ella será quien haga la primera pregunta.No creo que sea tan difíciL. Es cuestión de una pre-gunta. No creo que sea tan difíciL. Pronto subirá.Incluso, aguarda allá abajo. Vela. Da vueltas. Se detie-ne ahora. Sigue dando vueltas. Parece un reloj debrazos largos, muy largos. Ahora toma la escoba: ba-rre, escupe para que no se levante polvo. Pero polvoes cuanto hay y tenemos ahora. (De pronto). ¿Cuán-do te marchas?

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EL llJO:EL PADRE:EL llJO:EL PADRE:EL llJ O:EL PADRE:EL llJO:EL PADRE:EL llJO:

EL PADRE:

EL llj O:

EL PADRE:EL HIJO:EL PADRE:EL llJO:EL PADRE:EL llj O:

EL PADRE:EL lljO:EL PADRE:EL llj O:

EL PADRE:EL llj O:

EL PADRE:

Hoy mismo...De viaje... ¿nuevamente?Sí. De viaje, nuevamente.y te quedarás, al fin, en un sitio?Algua vez. Será inevitable.¿ y adónde irás, esta vez?No lo sé. (Pausa)¿Cuándo viste a tus hermanos por última vez?Al banquero lo vi hace tres años cuando el sepelio desu mujer. No me reconoció. Pasó junto a mí, memiró, se detuvo casi, pero no me reconoció. Incluso

me preguntó la hora. Eso fue más tarde, creo. Alabandonar la casa.SÍ, has cambiado mucho. Quiero decir: cuesta trabajoreconocerte... (Pausa). ¿y a tu otro hermano?No lo he vuelto a ver. Le escribí una carta y surespuesta fue el envío de una fotografía suya. Apare-

cía rodeado por unas cincuenta personas en un esta-dio... ¿se imagina usted? Tengo encerrados nueve

rostros en grandes círculos rojos. Uno de aquellos

rostros es el suyo. No sé exactamente cuál, pero asíes. (Pausa breve, atormentada) También he podidoequivocarme.Sí. Es posible... (Pausa).

Todo esto no deja de tener su gracia. ¿No le parece?Hum... sÍ. (Pausa). ¿Qué haces?Le observo, padre.¡Vaya una ocupación!

No dudo que pase usted de los mil años.Me conformo con cien. (Pausa).Allá abajo, en el sótano, encontré esta soga...¿Soga, dices?SÍ. Una soga. Colgaba, dulcemente, de entre las vigasdel techo. ¡Oh, es probable que alguien la haya utili-zado para ahorcarse! MÍrela usted.

No me interesa.Una soga también, como un reloj, puede hacer hablaral tiempo. Son dos cosas que se parecen tanto... Unhombre cuelga de un reloj, cu-cu-, cu-cu, reloj el mis-mo de un tiempo que no es suyo ni de nadie. Unasoga te enlaza a cosas que no te pertenecen como note pertenece, ni siquiera, la vaguedad de un techo.¡Pero mire usted, padre mío, qué hermosa soga he

traído conmigo!No me interesa.

97

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EL HIJO:EL PADRE:EL HIJO:

EL PADRE:

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EL PADRE:EL HIJO:

EL PADRE:EL HIJ O:

EL PADRE:

EL HIJO:

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EL HIj O:EL PADRE:EL HIJO:EL PADRE:EL HIJ O:EL PADRE:

EL HIJO:

EL PADRE:

98

iMÍrela, mÍrela! Tan pacífica como siniestra.Apártala. Me haces dailO.Fue usted el único reloj al que no pudc, al que nadiepudo hacer andar jamás.(Frente al hijo y fentc a todas las cosas) No se pue-den explicar las cosas. (Echa a andar, muy fatigadoy llega al lecho. LarguÍsima pausa). ¿Jugamos al aje-drez?No sé jugar.Tc enseñaré.

Sería muy largo el aprendizaje y no lo lograría, a finde cuentas.

Nadie tiene prisa. Tomará ai1Os... ¿y qué?

(Tras la pausa, con amargura). ¿y llegaré algún día acapturar al rey?Llegarás a capturar al rey.(Riendo). ¡Vaya! ¡Al fin lograré algo en esta vida!(Silencio). Pero..., ¿qué haré con el rey vencido?Será tu prisionero. Cuantos más captures, por supues-

to, tantos más tendrás. Te daré una libreta para quehagas tus anotaciones(Adolorido). (~y cuántos prisioneros lleva hechos us-ted?(También adolorido). Miles...y con cuál objeto, ¿si puede saberse?

No lo sé con certeza. Tal vez esta sea una manera devencer, en parte, todo esto...Yesos prisioneros, ¿nunca se sublevan?A veces. Pero es inútiL.iAh!Entonces, he decides?

(Recogiendo la soga). No. Me marcho.No olvides, al salir, cerrar la ventana.Ahora ya no llueve. No hace falta. (Permanece in-móvil).De todas maneras hay que cerrarla. (Pausa. Sigue ca-yendo la lluvia).Si a tu hijo le falta un ojo, hazlo venir. Y si le faltaun brazo o las orejas o acaso las piernas, ihazlo ve-nir! Que llegue de inmediato mudo como es. Y sor-do. ¿Me oyes? iQue llegue de inmediato! iQue noenvíe postales ni escriba! ¡Que se ponga en camino!¡Que no tarde ya más! (El hijo, lentamente, va sa-

liendo). Incluso, destinaré una lim-eta nueva para élLo primero que se escribirá allí no ha de ser ni el

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nombre, ni la edad, ni el número de sus pasos dados

desde el momento en que empezó a andar sobre latierra; allí se escribirá algo nuevo. Detrás de la pala-bra "nmo" lo que siga, ha de ser algo nuevo. (Pausa.Con desgaradora vehemencia y ya completamentesolo en la habitación casi devorada por la lluvia y lassombras). Aun cuando nadie lo sepa. Aun cuando seael ser más grande. Aun cuando...(Silencio. Pasa un largo espacio de tiempo. Entra, fi-nalmente, la servidora. Trae consigo aparejOS para ha-

cer la limpieza del cuarto: un cubo, una escoba. Loapropiado. Cierra la puerta).

LA SERVIDORA: ¿.Ya se murió? (Silencio absoluto. La lluvia reco-rre las paredes del cuarto. La servidora escupe y

comienza a barer). ¿Ya se murió? (Barre con áspera

violencia). ¿Ya se murió? (Sigue acercándose al le-cho. Está horriblemente demacrada, con un miedoanimal reflejado en el semblante. Y sigue acercándose

y sigue preguntando:) ¿Ya se murió? ¿Ya se murió?(Va cayendo, muy lentamente, el TELON).

-FIN-

Hilerod, Dinamarca,

Agosto de 1969.

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PLAN DE LOS SORTEOS ORDINARIOS DOMINICALES

EL BILLETE ENTERO CONSTA DE 150 FRACCIONES DIVIDIDOEN CINCO SERIES DE 30 FRACCIONES CADA UNA

DENOMINADAS A, B, C, D y E

PREMIOS MAYORES

1 Premio Mayor, Series A, B, e, D y E1 Segundo Premio, Series A, B, C, D y E1 Tercer Premio, Series A, B, C, D y E

Fracción Billete EnteroTotal de

Premios

B/.l,OOO.OO B/.150,000.00 B/.150,000.00

300.00 45,000.00 45,000.00150.00 22,500.00 22,500.00

10.0050.00

3.001.00

2.505.00

2.003.00

TDTAL...

Precio de un Billete Entero. . . . . B/.

Precio de una Fracción. . . . . . . . .Valor de la Emisi6n . . . . . . . . . . .

DERIVACIDNES DEL PRIMER PREMIO

1,500.007,500.00

450.00150.00

27,000.0067,500.0040,500.00

135,000.00

18 Aproximaciones, Series A, B, C, D y E9 Premios, Series A, B, C, D y E

90 Premios, Series A, B, C, D y E900 Premios, Series A, B, C, D y E

DERIVACIONES OEL SEGUNDO PREMIO

18 Aproximaciones, Series A, B, C, D y E9 Premios, Series A, B, C, D y E

375.00750.00

6,750.006,750.00

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A, B, e, D y E~ Premios, Series A, B, e, o y E

1,074

100

300.00 5,400.00450.00 4,050.00

B/.51 0,450.00

82.50

0.55825,000.00

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NUMEROS PREIADS EN LOS SORTEOS DE LA LOTERIANACIONAL DE BENEFICENCIA LOS DOMINGOS DE

MAYO, 1974

SORTEOS N~ PRIMERO SEGUNDO TERCERO

Mayo 5 2880 3399 0850 3789Mayo 12 2881 5968 6557 5310Mayo 19 2882 3158 9145 6109Mayo 26 2883 9660 9205 7518

: ~

101

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PLAN DE LOS SORTEOS ORDINARIOS INTERMEDIOS

EL BILLETE ENTERO CONSTA DE 90 FRACCIONES, DIVIDIDOEN 6 SERIES DE 15 FRACCIONES CADA UNA

DENOMINADAS A, B, C, D, E, Y F

PREMIOS MAYORES

1 Premio Mayor, Series A, B, C, D, E y F1 Segundo Premio, Series A, B, C, D, E y F1 Tercer Premio, Series A, B, C, D, E y F

Fracción Cada Serie

B/.l,OOO.OO B/.15,OOO.00

300.00 4,500.00150.00 2,250.00

DERIVACIONES DEL PRIMER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A, B, C, D, E y F9 Premios, Series A, B, C, D, E Y F

90 Premios, Series A, B, C, D, E y F

900 Premios, Series A, B, C, D, E y F

10.0050.00

3.001.00

150.00750.0045.0015.00

DERIVACIONES DEL SEGUNDO PREMIO

18 Aproximaciones, Series A, B, C, O, E Y F

9 Premios, Series A, B, C, O, E Y F

2.50

5.00

37.50

75.00

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A, B, C, D, E Y F-- Premios, Series A, B, C, O, E Y F

1,074 PREMIOS

2.003.00

TOTAL...

30.0045.00

Precio de un Billete Entero. . . . .Precio de Una Fracción. . . . . . . .Valor de la Emisión. . . . . . . . . . .

B/.49.500.55

495,000.00

102

Total dePremios

B/. 90,000.00

27,000.0013,500.00

16,200.0040,500.0024,300.0081,000.00

4,050.00

4,050.00

3,240.002,430.00

B/.306,270.00

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NUMEROS PREMIAS EN LOS SORTEOS DE LA LOTERIANACIONAL DE BENEFICENCIA LOS MIERCOLES DE

MAYO, 1974

SORTEOS N~ PRIMERO SEGUNDO TERCERO

Mayo 1 391 2293 6890 1483

Mayo 8 392 4263 1770 3545

Mayo 15 393 8965 1131 6637

Mayo 22 394 7678 0089 5552

Mayo 29 395 9926 9571 5335

103

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PLAN DEL SORTEO EXTRAORDINARIO No. 2895DE AGOSTO 18 DE 1974

EL BILLETE ENTERO COMPRENDE 15 FRACCIONESA B/.Ll0 CADA FRACCION

PREMIO MAYORSEGUNDO PREMIOTERCER PREMIO

PREMIOS MAYORES

Fracción

B/.l0,OOO.004,000.001,500.00

Billete Entero Total Premios

B/.150,000.00 B/.150,OOO.00

60,000.00 60,000.00

22,500.00 22,500.00

DERIVACIONES DEL PRIMER PREMIO

9 Premios-Cuatro Primeras Cifras 500.00 7,500.009 Premios~Cuatro Ultimas Cifras 500.00 7,500.0090 Premios~ Tres Primeras Cifras 50.00 750.0090 Premios~ Tres Ultimas Cifras 50.00 750.00900 Premios~Dos Primeras Cifras 2.00 30.00900 Premios~Dos Ultimas Cifras 2.00 30.009,000 Premios~UltimaCifra 1.0 16.50

DERIVACIONES DEL SEGUNOO PREMIO

9 Primios-Cuatro Primeras Cifras 300.00 4,500.009 Premios-Cuatro Ultimas Cifras 300.00 4,500.0090 Premios-Tres Primeras Cifras 15.00 225.0090 Premios-Tres Ultimas Cifras 15.00 225.00

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

9 Premios-Cuatro Primeras Cifras 200.00 3,000.009 Premios-Cuatro Ultimas Cifras 200.00 3,000.0090 Premios-Tres Primeras Cifras 10.00 150.0090 Premios-Tres Ultimas Cifras 10.00 150.00

11,397 PREMIOS-Emisión. . . . .. . . . . . . . . . . .. . . .. .. . 100,000 billetesPrecio di un Bilete entero. . . . . . . . . . . B/.16.50Precio de Un décimo quinto o fracción. . B/. 1.0

104

67,500,0067,500.0067,500.0067,500.0027,000.0027,000.00

148,500.00

40,500.0040,500.0020,250.0020,250.00

27,000.0027,000.0013,500.0013,500.00

B/.907,500.00