3
Estamos acostumbrados a valorarnos midiendo las condiciones externas de nuestra vida, los resultados de lo que hacemos o la opinión que los demás tienen de nosotros. Cuando las cosas nos van bien o conseguimos un objetivo que nos habíamos propuesto aumenta nuestra autoestima, y sentirnos valorados por la gente que nos rodea contribuye a que también nosotros nos valoremos. Por otro lado, también hay rasgos personales, como el optimismo, la alegría, el valor, la seguridad, la autoconfianza o el sentido del humor, que facilitan que una persona se ame a sí misma. La mayoría de nosotros hemos experimentado alguna o varias de estas cosas en muchos momentos a lo largo de la vida, y seguramente, si nos hubieran preguntado entonces si nos aceptábamos a nosotros mismos habríamos dicho que sí. Pero ¿qué ocurre cuando por mucho que nos esforzamos somos incapaces de sentir nada de todo eso, cuando no conseguimos estar alegres y sólo vemos la botella medio vacía? ¿Cómo podemos aceptarnos cuando parece que nada nos sale bien? Todos tenemos malos momentos, y muchas veces no podemos evitar sentir emociones de las que llamamos “negativas”. Pero, ¿no te ha ocurrido nunca que encima de sentirte “mal” te has estado presionando para cambiar lo que sentías porque no era “bueno” o “no te gustaba”? ¿Cuántas veces alguien ha intentado animarte porque estabas triste? Y reconoces la frase, “Venga, no te pongas así”? Sí, todos sabemos que “hay que ser positivo”, pero ¿qué pasa si no lo somos? “Hay que tener paciencia”, pero ¿y si sentimos que no tenemos más? Y cuando las cosas parecen ir de mal en peor, ¿cómo hacemos para mantener nuestra autoestima elevada? Se nos ha enseñado a valorar sólo algunas de las cosas que sentimos y a hacer todo lo posible para evitar o superar las otras, pero si no aceptamos todo aquello que “no deberíamos sentir” o no nos gusta sentir, ¿cómo es posible que nunca lleguemos aceptarnos completamente? Es cierto que aceptarse a uno mismo cuesta más de hacer que de decir. A ninguno de nosotros nos gusta aceptar que somos egoístas, que nos enfadamos a menudo, que nos sentimos frustrados, que nos gusta dominar a los demás, que criticamos constantemente o que somos racistas. Del mismo modo, cuando sentimos miedo, angustia, culpa, odio, ira o tristeza, deseamos que eso pase y volver a sentirnos “bien” lo antes posible. Consideramos que estas emociones son “negativas” y, si pudiéramos escoger, elegiríamos no tenerlas nunca. El problema, sin embargo, no está en la “negatividad” de las emociones, sino en el hecho de catalogarlas como “negativas” por oposición a las “positivas”. Pero en realidad, todo lo que podemos experimentar en la vida forma parte de una par inseparable de contrarios, y precisamente para conocer uno de los aspectos de cada par es imprescindible que experimentemos el otro. Una moneda tiene una cara y una cruz, y ambas forman parte de su totalidad. Para percibir la luz debe existir la oscuridad, para sentir qué es el frío tenemos que haber sentido el calor, para poder apreciar la paz tenemos que saber qué es la guerra, para valorar la riqueza tenemos que haber conocido la pobreza. Los humanos tendemos a buscar y aceptar sólo una parte de la moneda, aquella que nos hace sentir mejor o aquella que nos han enseñado que es la correcta, y ésta es precisamente la causa de que la mayoría de nosotros no nos aceptemos verdaderamente. Desde pequeños nos han enseñado que hay conductas “buenas” y conductas “malas”, y con este baremo hemos aprendido a medir no sólo nuestras acciones sino también a nosotros mismos. Así, creyendo que hacemos cosas “malas” acabamos asumiendo, a la fuerza, que también nosotros somos “malos”. Esto nos genera un sentimiento de culpabilidad, que arrastramos para siempre y que nos hace creer, de forma inconsciente, que no merecemos determinadas cosas en la vida, y en esencia, que no merecemos que se nos quiera. Y si no merecemos que se nos quiera, evidentemente tampoco somos dignos de querernos a nosotros mismos. Cuando no nos queremos no nos valoramos, y si no nos valoramos nosotros no lo hará nadie, de modo que no podremos establecer relaciones saludables ni experimentar nada de lo que consideramos valioso en la vida, porque considerando que no valemos lo suficiente, nos alejaremos ¿Cómo aceptarse a uno mismo? ¿Cómo aceptarse a uno mismo? ¿Cómo aceptarse a uno mismo? ¿Cómo aceptarse a uno mismo? Página 1 de 3 Educació emocional i autoconeixement. Educación emocional y autoconocimiento.: ¿C... 23/07/2013 http://conteseducacioemocional.blogspot.com.es/2010/03/como-aceptarse-uno-mismo.html

Como aceptarse a uno mismo

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Como aceptarse a uno  mismo

Estamos acostumbrados a valorarnos midiendo las condiciones externas de nuestra vida, los

resultados de lo que hacemos o la opinión que los demás tienen de nosotros. Cuando las cosas nos

van bien o conseguimos un objetivo que nos habíamos propuesto aumenta nuestra autoestima, y

sentirnos valorados por la gente que nos rodea contribuye a que también nosotros nos valoremos.

Por otro lado, también hay rasgos personales, como el optimismo, la alegría, el valor, la seguridad, la

autoconfianza o el sentido del humor, que facilitan que una persona se ame a sí misma.

La mayoría de nosotros hemos experimentado alguna o varias de estas cosas en muchos momentos a

lo largo de la vida, y seguramente, si nos hubieran preguntado entonces si nos aceptábamos a

nosotros mismos habríamos dicho que sí. Pero ¿qué ocurre cuando por mucho que nos esforzamos

somos incapaces de sentir nada de todo eso, cuando no conseguimos estar alegres y sólo vemos la

botella medio vacía? ¿Cómo podemos aceptarnos cuando parece que nada nos sale bien?

Todos tenemos malos momentos, y muchas veces no podemos evitar sentir emociones de las que

llamamos “negativas”. Pero, ¿no te ha ocurrido nunca que encima de sentirte “mal” te has estado

presionando para cambiar lo que sentías porque no era “bueno” o “no te gustaba”? ¿Cuántas veces

alguien ha intentado animarte porque estabas triste? Y reconoces la frase, “Venga, no te pongas así”?

Sí, todos sabemos que “hay que ser positivo”, pero ¿qué pasa si no lo somos? “Hay que tener

paciencia”, pero ¿y si sentimos que no tenemos más? Y cuando las cosas parecen ir de mal en peor,

¿cómo hacemos para mantener nuestra autoestima elevada?

Se nos ha enseñado a valorar sólo algunas de las cosas que sentimos y a hacer todo lo posible para

evitar o superar las otras, pero si no aceptamos todo aquello que “no deberíamos sentir” o no nos

gusta sentir, ¿cómo es posible que nunca lleguemos aceptarnos completamente?

Es cierto que aceptarse a uno mismo cuesta más de hacer que de decir. A ninguno de nosotros nos

gusta aceptar que somos egoístas, que nos enfadamos a menudo, que nos sentimos frustrados, que

nos gusta dominar a los demás, que criticamos constantemente o que somos racistas.

Del mismo modo, cuando sentimos miedo, angustia, culpa, odio, ira o tristeza, deseamos que eso

pase y volver a sentirnos “bien” lo antes posible. Consideramos que estas emociones son “negativas”

y, si pudiéramos escoger, elegiríamos no tenerlas nunca.

El problema, sin embargo, no está en la “negatividad” de las emociones, sino en el hecho de

catalogarlas como “negativas” por oposición a las “positivas”. Pero en realidad, todo lo que podemos

experimentar en la vida forma parte de una par inseparable de contrarios, y precisamente para

conocer uno de los aspectos de cada par es imprescindible que experimentemos el otro.

Una moneda tiene una cara y una cruz, y ambas forman parte de su totalidad. Para percibir la luz

debe existir la oscuridad, para sentir qué es el frío tenemos que haber sentido el calor, para poder

apreciar la paz tenemos que saber qué es la guerra, para valorar la riqueza tenemos que haber

conocido la pobreza.

Los humanos tendemos a buscar y aceptar sólo una parte de la moneda, aquella que nos hace sentir

mejor o aquella que nos han enseñado que es la correcta, y ésta es precisamente la causa de que la

mayoría de nosotros no nos aceptemos verdaderamente.

Desde pequeños nos han enseñado que hay conductas “buenas” y conductas “malas”, y con este

baremo hemos aprendido a medir no sólo nuestras acciones sino también a nosotros mismos. Así,

creyendo que hacemos cosas “malas” acabamos asumiendo, a la fuerza, que también nosotros somos

“malos”. Esto nos genera un sentimiento de culpabilidad, que arrastramos para siempre y que nos

hace creer, de forma inconsciente, que no merecemos determinadas cosas en la vida, y en esencia,

que no merecemos que se nos quiera. Y si no merecemos que se nos quiera, evidentemente tampoco

somos dignos de querernos a nosotros mismos.

Cuando no nos queremos no nos valoramos, y si no nos valoramos nosotros no lo hará nadie, de

modo que no podremos establecer relaciones saludables ni experimentar nada de lo que

consideramos valioso en la vida, porque considerando que no valemos lo suficiente, nos alejaremos

¿Cómo aceptarse a uno mismo?¿Cómo aceptarse a uno mismo?¿Cómo aceptarse a uno mismo?¿Cómo aceptarse a uno mismo?

Página 1 de 3Educació emocional i autoconeixement. Educación emocional y autoconocimiento.: ¿C...

23/07/2013http://conteseducacioemocional.blogspot.com.es/2010/03/como-aceptarse-uno-mismo.html

Page 2: Como aceptarse a uno  mismo

de todo aquello que para nosotros tiene valor. Según la ley universal de “Lo semejante atrae a lo

semejante”, las situaciones que vivamos siempre nos confirmarán que no merecemos gran cosa, y

cada experiencia acabará reafirmando lo que ya creemos.

En cambio, si aceptamos las cosas como son, sin emitir ningún tipo de juicio sobre si son “positivas”

o “negativas”, estamos aceptando la totalidad, tanto de nosotros mismos como de cualquier otra

cosa, y como en la totalidad de una moneda, esto es lo que hace que seamos quienes somos y que

todo sea lo que es. Y los humanos somos eso, humanos, con maneras distintas de ser, de reaccionar y

de valorar las cosas. Las cosas que nos gustan o que nos han enseñado a apreciar en nosotros

mismos las consideramos virtudes, y las que no, defectos. Pero sea cual sea el nombre que les demos,

todas forman parte de nuestra totalidad.

Así pues, aceptando tanto las unas como las otras, aceptando nuestro TODO, podemos aceptarnos

verdaderamente tanto a nosotros mismos como al resto de la gente. Es entonces cuando somos

capaces de perdonar a quienes nos han hecho daño, porque aceptamos sus errores como aceptamos

los nuestros; y lo que es aún más liberador, conseguimos perdonarnos a nosotros mismos, que la

mayoría de veces es a quien, en realidad, más nos cuesta perdonar.

Del mismo modo, cuando dejamos de catalogar todo lo que nos ocurre según si es “bueno” o “malo”

y aceptamos cada experiencia y cada situación como son, nos mantenemos abiertos a lo que siempre

nos pueden aportar: más conocimiento sobre nosotros mismos y algún tipo de aprendizaje.

Sí, a veces nos hallamos en situaciones que aparentemente no nos aportan más que sufrimiento,

pero si las observamos detenidamente descubriremos que tras ellas se esconde alguna cosa que está

reflejando un rasgo de nosotros mismos del que hasta entonces no éramos conscientes. Y también en

ese caso debemos experimentar las dos caras de la moneda, viviendo situaciones que nos coloquen

en una posición u otra para que podamos conocer los dos aspectos de su totalidad.

Así, si experimentamos una situación en la que alguien nos abandona es porque en esta (o en otra)

vida hemos sido nosotros quienes hemos abandonado. De este modo, conociendo las dos

experiencias adquirimos un conocimiento que no podríamos tener si sólo viviéramos una de las

partes. Una vez adquirido, este tipo de experiencia ya no vuelve a repetirse.

Otro aspecto de nosotros mismos que a veces nos cuesta aceptar es nuestro físico. Nos vemos

bombardeados a diario con imágenes de cuerpos “perfectos”, y hemos acabado midiendo nuestra

belleza según unos parámetros tan estrictos que difícilmente podemos cumplirlos. Estamos tan

acostumbrados a identificarnos solamente con nuestro cuerpo que acabamos valorándonos más por

su apariencia que por cualquier otra cosa, separando de nuevo una parte del TODO.

No somos sólo un cuerpo. El conjunto de nuestro yo está formado por muchas otras cosas

inseparables las unas de las otras. Tanto si crees que existe un alma como si no, siempre existe una

totalidad. Para unos, la totalidad la forman cuerpo, mente y espíritu; para otros sólo cuerpo y mente.

Y en cualquier caso, incluso si sólo fuéramos un cuerpo, también tendríamos que valorarlo como un

TODO, y seguramente sí que aceptaríamos algunas de sus partes por mucho que otras no nos

gustasen.

Así pues, debemos tener en cuenta de nuevo la moneda entera, y absolutamente nada en el Universo

es todo cara ni todo cruz. Al igual que existen innumerables pares de contrarios, también son

innumerables los distintos grados que existen entre ellos. ¿A partir de qué temperatura decimos que

hace calor? Para algunos serán 20º, pero para otros 25º o incluso 15º... En una habitación oscura,

una pequeña vela aportará luz, pero habrá más luz si encendemos una bombilla...

Nadie es totalmente bello ni totalmente feo, como tampoco nada es totalmente bueno ni totalmente

malo. Las únicas referencias que podemos tener para valorar una cosa es cuando la comparamos con

otra, y nuestra opinión será distinta de la de otras personas. Lo que para uno es bonito, para otro es

feo; cuando alguien dice que hace calor otro dirá que tiene frío; vivir con 500€ al mes en España se

considera vivir en la pobreza, pero en la India es toda una fortuna.

Si dejásemos de comparar las cosas y las valorásemos todas como únicas, dejaríamos de destacar sus

diferencias y las apreciaríamos en su individualidad.

De todos modos, aceptar las cosas como son no significa resignarse, porque la resignación implica

estancamiento, y todo debe evolucionar, crecer. Si crees que tienes un alma, debes saber que ella ha

Página 2 de 3Educació emocional i autoconeixement. Educación emocional y autoconocimiento.: ¿C...

23/07/2013http://conteseducacioemocional.blogspot.com.es/2010/03/como-aceptarse-uno-mismo.html

Page 3: Como aceptarse a uno  mismo

elegido exactamente cómo debes ser para aprender todo aquello que has venido a aprender, y que en

cada momento te encuentras en el punto perfecto para sentir todo lo que sientes y vivir todo lo que

vives del modo en que lo haces. Si debes cambiar alguna cosa, lo harás en el momento oportuno y de

la forma más beneficiosa para tu crecimiento, así que ¿por qué angustiarse por cambiar nada?

Y si crees que sólo eres un producto de la casualidad, que nada tiene sentido y que todo acabará el

día de tu muerte, tampoco tiene ningún sentido que luches ni sufras para ser de otra manera. Si

aceptas las cosas como son, seguro que, al menos, serás más feliz mientras dure tu existencia.

Es evidente que a todos nos gustaría sentirnos siempre bien, y sin duda hay emociones y

comportamientos que nos aportan un gran sufrimiento. Todos desearíamos poder olvidar

determinadas cosas que nos han sucedido, ser capaces de afrontar la vida siempre de forma positiva

y alegre, respondiendo ante las circunstancias con serenidad y, en general, ser “mejores personas”.

Existen innumerables técnicas que ayudan a liberar emociones retenidas, a perdonar o a elegir

nuestras reacciones ante una situación determinada, pero quizás no le funcionan a todo el mundo, o

sólo lo hacen durante un tiempo, o sólo en ciertos momentos...

Aceptar lo que ES y comprender que forma parte de un TODO indivisible hace que,

automáticamente, el dolor se contemple también como una parte necesaria para conocer el placer. Y

cuando dejamos de rechazar el dolor ya no sentimos la necesidad imperiosa de alejarlo de nuestra

vida, y como por arte de magia, empezamos a sentir que ya no nos duele tanto.

Dolors Garcia

www.cuentoseducacionemocional.com

Página 3 de 3Educació emocional i autoconeixement. Educación emocional y autoconocimiento.: ¿C...

23/07/2013http://conteseducacioemocional.blogspot.com.es/2010/03/como-aceptarse-uno-mismo.html