Comunicación y Cultura Notas Sobre Unos Espacios Formativos 2

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    Jovenes y espacios de expresin

    Notas sobre comunicacin y cultura en encuentros formativos

    I Introduccin / Comunicacin y Cultura como campo estratgicoLas presentes notas tienen el propsito de articular de modo reflexivo el campo de las

    prcticas y el campo acadmico en propuestas de intervencin socioculturales. La zona de

    cruce de estos apuntes son los espacios de trabajo con jvenes a los que hemos estado

    vinculados en los ltimos aos como comunicadores sociales. Consideramos a estos

    espacios como lugares en los que se desarrollan algunos procesos de encuentros formativos

    donde lo sociocultural y lo expresivo, lo formal y no formal, las vas del transmitir, la

    participacin, lo poltico en la intervencin,entre otras tantas dimensiones se ponen en

    juego. En este sentido se trata de una reflexin sobre el trayecto de un espacio de

    experiencia, entreconcepciones tericas y modalidades prcticas. El vnculo que se

    establece en ese entre es el que constituyea la articulacin de comunicacin y cultura en

    un campo estratgico de intervencin en el espacio social. Espacio y accin se entraman en

    un tiempo vivido, en un lugar habitado. En este sentido, la nocin de vivencia de la

    temporalidad es constitutiva tanto de las prcticas como de las reflexiones vertidas en el

    escrito. La experiencia de generacin de estos espacios de expresin pretende sostenerse en

    aquel sealamiento en que desde los estudios culturales, Raymond Williams, caracteriza a

    ...la cultura como elsistema significante a travs del cual necesariamente un orden social

    se comunica, se reproduce, se experimenta y se investiga.

    Rgimen de historicidad. (La cuestin del tiempo)

    Nuestro estudio estar situado en un momento histrico (como todo momento social) de

    bastante tensin temporal. Dcada del 90, poca de reformas educativas.

    Desde el punto de vista de cierta historiografa contempornea Kossellek (1993); Hartog(2010) el tiempo histrico moderno ha sido puesto en movimiento por la tensin creada

    entre el campo de experiencia y el horizonte de expectativay consideran la nocin de

    rgimen de historicidad en su valor heurstico como las diferentes maneras de

    articulacin de las categoras del pasado, del presente y del futuro

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    Entonces, en la relacin tensionada entre espacio de experiencia y horizontes de

    expectativas se configuran la dinmica de la vida social y los sentidos (atribuidos) del

    mundo. Las diferentes modalidades prcticas de relacin con los otros (campo de la tica)

    y las formas de entender lo comn y habitar la ciudad, tramitar la convivencia, dirimir los

    conflictos, representarse el poder (ciudadana) tambin se inscriben en este cruce. En esta

    tensin se instaura entonces la pregunta por el sentido

    Lo cultural como cosmologa y matriz creativa de lo social, como materia de

    construccin de convivencia social

    Si mirar y escuchar / ver y or son prcticas de comunicacin sustantivas en el proceso

    formativo para leer el mundo, es nuestra intencin prestar odos a cierto murmullo de lo que

    en esos espacios acontece y as comprender algo desde su interior para orientar nuestra

    accin.

    II El umbral / Un espacio-tiempo de trabajo

    Como sabemos, hablar del tiempo aunque es una forma bastante comn de entrar enconversacin, siempre ha sido un incordio. No obstante intentaremos situarnos en estas

    aguas y dejarnos, en parte, llevar por sus corrientes.

    Jerome Bind en un artculo tituladoEl porvenir del Tiemponos da una pista interesante

    para plantear algn indicio de hacia donde queremos rumbear. All el autor nos instruye

    brevemente sobre la revolucin que algunos descubrimientos de la ciencias duras (Einstein,

    Prigogine, etc.) introducen a la nocin del tiempo y recurriendo a la literatura, cita al

    Hombre sin atributosde Robert Musil, que plantea: La trayectoriade la historia no es la

    de una bola de billar, que una vez en movimiento recorre un camino definido: ms bien se

    parece al movimiento de las nubes, al recorrido de un hombre que deambula por las calles,

    desvindose aqu por una sombra, all por un grupo de curiosos o una extraa

    combinacin de fachadas, y que va a parar a un lugar desconocido al que no pensaba

    llegar La va de la historia es muchas veces extravo. El presente dibuja siempre la

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    ltima casa de una ciudad, que de una y otra forma ya no forma parte de la aglomeracin.

    Cadageneracinnueva se pregunta, asombrada quin soy? quienes fueron mis

    predecesores? hara mejor en preguntarsednde estoy?Y en suponer que sus

    predecesores no eran algo distinto a ella, sino que simplemente estaban en otra parte.

    (Bind, 2002)

    La expresin del joven pone de manifiesto un cambio en la temporalidad y nos plantea la

    inquietud de bajo qu condiciones/rgimen de existencia se est habitando -dnde y cmo

    estamos? El joven hace pasar por su presente el problema que se plantea. Podramos decir

    tambin con un poco de humor que, a su modo, da el presente

    Qu racionalidad sustenta la situacin del mundo contemporneo regido por la lgicafinanciera y meditica limitando las decisiones de las actividades humana a su campo de

    accin y minando la voluntad de vivir juntos. Grandes desigualdades sociales y desarreglos

    ecolgicos ponen en jaque a esta racionalidad que se enuncia abstractamente. Por donde se

    mire, crisis, inestabilidad, incertidumbre marcan nuestro tiempo, es decir el desarrollo de

    nuestras subjetividades (sus marcos cognitivos, sus estados de nimo, sus rumbos

    histricos, etc.) se cuece en este caldo. Este es el fondo de mundo en el que condensan los

    imaginarios sociales hoy. En trminos epistemolgicos y de produccin de conocimientos

    algunos autores (Souza Santos, 1998; Fernandez Christlieb, 1993) hablan de un momento

    de transicin paradigmtica.

    La pregunta por la poca en que nos encontramos situados (jvenes, formadores, figuras

    asociativas, instituciones y la ciudad en sentido amplio como entramado poltico de la

    sociedad) parece orientarnos ms que por un tiempo de cambios en los distintos espacios,

    por un cambio en los tiempos vividosSon estos tiempos inciertos, tiempos mestizos,

    tiempos de frontera, tiempos de catlogos revueltos los que caracterizan nuestra zona de

    trabajo que podramos nombrar como un umbral. Este es el espacio donde estamos, nuestro

    lugar compartido, habitado, ni adentro ni afuera o mejor dicho adentro y afuera a la vez,

    afueradentro1

    1La expresin es de Dbora Kantor (2008) para nombrar ciertos dispositivos (clubes, centros, talleres, etc.)

    que se ha dado el sistema educativo prximos a la escuela secundaria.

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    III Una razn sensible / Comunicacin

    Mltiples expresiones en relacin a los jvenes nos hablan sobre la falta inters, abulia,

    descompromiso, etc. de los jvenes, nos excusa de la indagacin sobre la cualidad del

    tiempo que compartimos con ellos y en consecuencia esta cosmovisin torna tediosa

    nuestra labor y la ubica en una especie de limbo con el tiempo detenido, congelada por la

    tirana de un eterno presente. Se establece en los espacios que compartimos con ellos lo que

    podramos denominar una cultura inerte.

    Nos enfrentamos con el desafo de encontrar procederes de otras razones que participan en

    nuestros encuentros formativos, como ser los de una razn internaque acta en los

    fenmenos socioculturales y as hacer lugar a la experiencia vivida y a su expresin

    sensible (Mafessolli, 1997). Una razn que nos permita no establecer una distancia que

    disponga al joven como objeto de intervencin sino que propicie el encuentro con ellos y

    que active la experiencia comprensiva como forma de comunicacin.

    Esta inercia solicita acciones que generen condiciones y propicie la expresin sociocultural

    de los jvenes. Proponer trabajos con los modos de ver, percibir, sentir y con las

    perspectivas interpretativas que desde ellos producen sentidos de mundo. Esta labor

    cultural, vale decir el trabajo expresivo con los lenguajes(sonorosvisual- audiovisualescritooral- plstico- corporal, etc.), procura no solo el desarrollo de una actitud crtica

    respecto de cualquier monopolio de interpretacin que se pretenda establecer

    unvocamente, sino romper con la renuncia a la interpretacin que se ha instalado tambin

    como forma hegemnica de relacin con el mundo.

    La tarea consiste en propiciar creatividad y desarrollo de sensibilidades puesta en accin

    como dice Maffesoli- en una subjetividad comunitaria, para lo cual es necesario tomar en

    serio lo sensible, aunque slo sea para fundarlo en razn. Esto se traduce en suprimir la

    oposicin entre hechos afectivos y hechos cognitivos, y reconocer en cambio la dinmica

    que los une sin cesar. Dinmica activa dentro de la vida social, dinmica que debe

    encontrarse de nuevo, de hecho, en el acto de conocimiento.

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    IV Comenzar / Hacer la experiencia

    Reconocernos contemporneos nos vincula doblemente con los jvenes, por un lado es el

    tiempo (presente) que nos toca compartir con ellos y que a travs de sus propias

    experiencias nos reconectan con ese momento de la vida donde se vibra de percepciones y

    descubrimientos de nuevos mundos al mismo tiempo que se los va creando. La juventud

    est en el centro, all donde tiene lugar la novedad (Benjamin, 1995). En territorio de

    comienzos.

    Trabajar en espacios formativos con jvenes es situarse en esta revoltura de los tiempos y

    disponerse a hacer experiencia en estas condiciones.

    Ahora bien, en territorio de comienzos, una vivencia del tiempo est a la base de la

    orientacin de la experiencia para poder disponer significativamente lo que (nos) acontece,

    ocurre o sucede. Vale decir, poder dar sentido a la realidad y a nuestra prctica. Comenzar

    desde aqu para producir un trabajo de intervencin con estas subjetividades nos parece una

    apuesta valedera.

    Comenzar es una situacin donde la percepcin en tanto experiencia humana de vnculo

    vital con el mundo ensancha sus horizontes. Momentos de bsqueda de perspectivas,

    identificaciones, puntos de vistas, modos de vida, estilos, y tambin la aparicin de miedos,etc. Habilitar, canalizar y desarrollar las mltiples potencialidades de estos momentos son

    objetivos de nuestra prctica.

    Si entendemos a la educacin como una prctica social que hace posible que un ser humano

    constituya su propia subjetividad, nuestra tarea -entre otras- consiste en ofrecer

    herramientas que contribuyan a la experiencia nada sencilla de hacerse as mismo en la

    dimensin comn de un espacio formativo (Sabino, 2010).

    Narrar es estructurar el tiempo de manera que nos permita leer el mundo, nuestra identidad

    en tanto narrativa es una forma de estar en el mundo. Reconocemos la dimensin poltica

    que est en juego en la labor educativa. Porque la poltica es ante todo estructurar el

    tiempo; descomponerlo, componerlo, concebirlo de nuevo y pujar por la experiencia de

    hacerse reconocer.

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    VI Los espacios de experiencia / Un trayecto

    Lo que venimos expresando en estas notas lo hacemos desde la reflexin que intentamos a

    partir de la participacin en espacios que consideran estas condiciones de los jvenes de

    sectores populares hoy. Digamos, desde la experiencia de proyectos que considerando

    estas condiciones intentan a travs de sus actividades intervenir en el proceso sociocultural.

    Y vale aclarar que entendemos la experiencia no como la sistematizacin de reglas, normas

    o tcnicas para controlar una experimentacin, sino como trayectoria, camino abierto,

    mtodo que va dejando una huella bajo la forma del movimiento de la travesa (Sabino,

    2010).

    Estos espacios se han desarrollado en diversos contextos y articulados con distintas

    instituciones, programas y proyectos2. En cada uno de estas iniciativas compartimos eltrabajo con compaeros provenientes de diversos campo (educadores, trabajadores sociales,

    artistasplsticos, msicos, actores, fotgrafos-, periodistas, comunicadores sociales,

    arquitectos, etc.) Vale la pena resaltar este hecho porque la multiperspectividad para el

    abordaje ha sido muy rica y compleja a la vez; representa un gran desafo conformar grupos

    y equipos con inters de apropiarse y comprometerse con los espacios generados en

    trminos prcticos y reflexivos. Nada de esto se podra intentar y desarrollar sin la

    concurrencia de estas personas y grupos a los que estamos muy agradecidos por la

    posibilidad colectiva de hacer concretamente estas experiencias.

    Espacios donde hemos intentado trabajar con palabra e imagen como elementos bsicos de

    comunicacin, en una lnea de accin que de modo genrico denominamos de expresin

    sociocultural.

    Podemos decir que un objetivo general de nuestra labor es generar encuentros para hablar

    con los jvenes, no necesariamente para hablar de los jvenes (en trminos investigativos).

    Compartir con ellos una dimensin comn y en ese espacio de experiencia trazar objetivos

    colectivos.

    Es en este sentido que la experiencia es el terreno, el suelo, en el que se nutren los procesos

    identitarios (de adultos, de jvenes y comunes) que se forjan en estos trayectos.

    2Ver el detalle al final de la bibliografa. Valdra la pena reflexionar sobre estas diversidades pero no lo

    haremos en este texto.

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    Lo que ms importa es la textura del vnculo-conexin en el espacio-tiempo generado y

    compartido. Los puntos que siguen de una manera breve son algunas de las reflexiones que

    nos surgen a partir de la experiencia de estos espacios, de preguntas que desde all se nos

    formularon y de consultar con autores que pensamos nos podran ayudar en la tarea.

    Expresin sociocultural

    Teniendo en cuenta que tomamos a la expresividad como ncleo y modo de intervencin,

    vale la pena hacer un par de consideraciones sobre esta lnea de trabajo en la constitucin

    de espacios formativos con jvenes. No se trata de definir qu es expresin sociocultural,

    sino de dar algunos criterios de la concepcin del trabajo a realizar.

    Partimos del carcter comunicante de las personas. En este sentido el acento estpuesto en losprocesos de comunicacin.

    Este carcter implica la dimensin de socialidad que hace a la intersubjetividadconstitutiva de los participantes. Poniendo el nfasis en la cualidad del lazo social

    que se establece con los jvenes y en lo comunitario como fuente de accin.

    El proceso de puesta en forma de esta dimensin es lo que entendemos comoproceso formativo. El modo en que damos forma al habitat que construimos en el

    espacio tiempo compartido.

    En el propio ejercicio de puesta en forma hay una tarea cognitiva, perceptiva ycreativa que solicita por decirlo as una dimensin artstica.

    Consideramos a la expresin como el campo en el que se articulan y ponen de manifiesto

    en la prctica por lo menos estas cuatro instancias.

    Esta lnea de accin supone trabajar en las condiciones subjetivas de la produccin de lo

    social. Proponiendo actividades y estrategias para movilizar el deseo, ofreciendo

    herramientas creativas para darle lugar en la expresin en el marco de dinmicas ms bien

    ldicas porque favorecen la coordinacin, la intersubjetividad y la posibilidad de que

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    aparezcan las motivaciones y los focos de inters. A travs del juego solemos integrarnos

    en un nosotros sin demasiados obstculos. Y a partir de all reflexionamos sobre lo que este

    movimiento implica canalizando su sentido para la promocin y desarrollo de las personas.

    Desde este punto de vista consideramos este trabajo como una labor sociocultural.

    Lo sociocultur al

    Como corolario de lo dicho antes, esto se inscribe en nuestra concepcin de lo

    sociocultural como aquella materia desdela y enla que se trabaja. En esta materialidad se

    constituyen las configuraciones, las puestas en forma de la vida social.

    Son las acciones, disposiciones y orientaciones recprocas que hacen a los modos de

    relacionarse entre las personas, es decir, en cierto aspecto, formacin de las relaciones

    sociales (la formacin social). Son los elementos de la vida social que se articulan de mododiverso segn los diferentes momentos y que hacen a lo concreto de los fenmenos

    socioculturales.

    Precisamente aqu lo cultural se comprende como la actualizacin de ethos, que se ponen

    en forma, canalizando y tramitando la energa social en campos de interlocucin

    elaborando los sentidos de la vida social. La puesta en juego del habitus en el espacio social

    dira el socilogo de la cultura Pierre Bourdieu. Como puede inferirse obviamente de lo

    dicho hasta aqu, la cultura no es patrimonio exclusivo del arte, como pretenden instituir

    todas aquellas orientaciones que reducen lo cultural a los eventos artsticos. Pero s en la

    dimensin creativa de los lenguajesse ponen enjuegotodas estas potencialidades, por eso

    las expresiones del arte tiene mucho que aportar.

    Paulo Freire deca en una conferencia tituladaLa importancia del acto de leer, que la

    alfabetizacin es la creacin o el montaje de expresinEse montaje no lo puede hacer

    el educador para los educandos, o sobre ellos. Ah tiene l un momento de tarea

    creadora.

    Lo sociocultural es la materia con la que se constituye la interioridad y exterioridad comn,

    esa realidad en que se da forma a lo colectivo. Entendiendo a la comunicacin aqu como

    los modos en que los actores sociales dan sentido a la vida en comn en el devenir de los

    procesos sociohistricos. Constituyndosecomo dice Florencia Saintout (2007) - en

    escenario de transformacin de la sensibilidad, de la percepcin social, de la subjetividad.

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    Esta orientacin comprende a la cultura como la matriz generadora del lazo social y

    manifiesta su compromiso hacia los derechos culturales como espacios de recreacin del

    sentido de lo pblico. Lo que tambin revela su carcter poltico. Poniendo el acento no en

    lo poltico como un subsistema de la sociedad sino como la dimensin de las prcticas que

    articula trama y urdimbre en el tejido social. Lo poltico como prctica en la estructura

    temporal de la narracin / discurso de la propia historia.

    Lo formal y no formal

    Desde el campo de la educacin, nos encontramos con una distincin clsica como es la

    que se establece entre lo formal y no formal en relacin a los espacios formativos. Si bien

    es claro que nuestras experiencias se desarrollan en el campo de lo no formal quisiramos

    poner en tela de juicio la distincin taxativa. Nos encontramos frente a una experienciacultural nueva que marca la aparicin de un entorno educacional difuso y descentrado

    (Martn Barbero, 2006) lo que solicita un apertura de los espacios formativos a los nuevos

    saberes, herramientas y lenguajes que el ecosistema comunicativo en que vivimos dispone

    y en el que los jvenes navegan con mayor plasticidad. En este sentido -como ya

    sealamos en una nota al pie- la misma escuela se interpela a s misma como espacio

    formal, con la generacin de otros espacios (no formales) que como dice Dbora Kantor

    (2008) intentan hacer lugar a lo jovenpara que algo tenga lugar en ellos y a partir de ellos.

    Estuvimos trabajando en uno de ellos, un Centro de Actividades Juveniles (CAJ) y entre

    otras cosas pudimos constatar que estos espacios afueradentro, fronterizos como los

    tiempos que corren, se constituyen en lugares de resignificacin de lo formal, de lo no

    formal, de la escuela, de los docentes, de los estudiantes, de lo juvenil, de lo grupal

    colectivo, etc.

    El momento de resignificacin es un momento umbral en el proceso de comunicacin, lo

    que posibilita en ese espacio comn -cuando se hace hospitalario3- figurar (configurar,

    refigurar) el tipo de relacin que establecemos con los otros, con lo que hacemos

    conjuntamente y con el modo en que percibimos el mundo.

    3Ver Jaques Derrida; La hospitalidad, Ediciones de la Flor, Bs. As., 2000

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    En otro orden de cosas, pensando la relacin de lo social y lo poltico en la

    contemporaneidad, Boaventura de Sousa Santos (2006, p. 129) nos dice algo que quiz nos

    permita considerarlo como una pauta para nuestra labor: mientras mayor sea el dilogo

    entre las formas, ms informal y democrtico ser ese dilogo. En las condiciones actuales

    de transicin, la atencin se debe concentrar en la capacidad de ver lo formal en lo

    informal y lo informal en lo formal

    Las vas del transmi ti r

    En un espacio formativo se produce un encuentro intergeneracional a travs del cual se

    transmiten formas y contenidos. Jess Martn Barbero nos remite a Margaret Mead que a

    fines de la dcada del 60 y principios del 70 escribe un sugerente trabajo titulado Cultura y

    compromiso. Estudio sobre la ruptura generacional, en el que se plantea la cuestin de lacomunicacin generacional en el mundo contemporneo marcado por un fuerte cambio de

    poca. Se enfatiza all el carcter antropolgico del cambio de la comunicacin en el

    tiempoentre adultos y jvenes con la cultura mediando y transformando esta dinmica

    entre pasado, presente y futuro. No se trata solo de un cambio de contenido o de forma en la

    transmisin sino de una transformacin en la naturaleza misma del encuentro de las

    temporalidades.

    Dice la antroploga las distinciones que marco entre tres tipos diferentes de cultura

    postfigurativa, en la que los nios aprenden primordialmente de sus mayores,

    cofigurativa, en la que tanto los nios como los adultos aprenden de sus pares, y

    prefigurativa, en la que los adultos tambin aprenden de los nios- son reflejo del perodo

    que vivimos. Las sociedades primitivas y los pequeos reductos religiosos e ideolgicos

    son principalmente posfigurativos y extraen su autoridad del pasado. Las grandes

    civilizaciones, que necesariamente han desarrollado tcnicas para la incorporacin del

    cambio, recurren tpicamente a alguna forma de aprendizaje cofigurativo a partir de los

    pares, los compaeros de juegos, los condiscpulos y compaeros aprendices. Ahora

    ingresamos en un perodo, sin precedentes en la historia, en el que losjvenesasumen una

    nueva autoridad mediante su captacin prefigurativa del futuro an desconocido.(Mead,

    1971, p.38)

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    El encuentro entre jvenes y adultos en los espacios de formacin debe considerar

    (profundamente) la condicin de estos nuevos tiempos para tomar en serio que la

    transmisin pueda ocurrir en trminos de doble va, como un movimiento doble y

    recproco. Es mucho lo que los jvenes tienen para narrarnos desde su experiencia de

    habitantes de un mundo cuya compleja heterogeneidad no se deja decir en las secuencias

    lineales que dictaba la palabra impresa, y que remite entonces a un aprendizaje fundado

    menos en la dependencia de los adultos que en la propia exploracin que los habitantes del

    nuevo mundo tecno-cultural hacen de la imagen y la sonoridad, del tacto y la velocidad.

    (Martn Barbero; p.7)

    Hacer lugar en estos espacios a estas expresividades no se trata solamente de una

    experiencia ldica, divertida o estratgica para hacer pasarlo sustantivo de la

    formacin, ni se reduce solamente al uso instrumental de las tecnologas en las que suscompetencias nos superan ampliamente, sino tambin para indagar, conocer y encender sus

    potencialidades de lenguajes para migrar en el tiempo. El desafo es que en estos espacios

    puedan ocurrir estos encuentros de transmisin conjunta para, como dice Mead, construir

    una cultura en la que el pasado sea til y no coactivo y ubiquemos el futuro entre nosotros

    para alimentarlo, ayudarlo y protegerlo. Como expresan los jvenes el futuro est aqu y es

    ahora.

    Participacin

    Una de las cuestiones ms difciles de resolver en el trabajo en estos espacios que pretenden

    ser de crecimiento y ensanchamiento es como hacer lugar a los intereses, la participacin y

    las decisiones de los jvenes sin que los espacios se conviertan en mero pasatiempo o

    receptculos de tiempos muertos. En reiteradas ocasiones nos encontramos con la situacin

    de que la propuesta que formulamos no concita el inters imaginado y resulta un desafo

    encontrar el modo de activar el espacio. Las reflexiones de Dbora Kantor ha sido de suma

    utilidad para pensar el trasfondo de eso que tanto deseamos que ocurra en los espacios que

    proyectamos: la participacin. Se ponen en juego aqu una constelacin de nociones

    relacionales, de comunicacin, respeto, responsabilidad y compromiso que transmitimos.

    Nuestra relacin con sus intereses y demandas es compleja, somos responsables en tanto

    educadores de posibilitar otros recorridos y por eso no necesariamente tenemos que

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    cumplir, por vaya a saber que mandato pseudodemocrtico, con todos los intereses y

    demandas que ellos formulan, porque muchas no hacen sino repetir lo que ordena la

    industria meditica en ese momento, o procuran solamente repetir lo que ya conocen y

    hacen, con lo cual su entusiasmo se limita a una euforia momentnea y el compromiso a

    cumplir con el profe. En esta instancia la relacin nosotros (adultos) ellos (jvenes) se

    tensiona en ciertas tomas de decisin que como dice la educadora, Son los avatares de un

    recorrido participativo: algunas certezas, algunas seales, tensin cierto misterio, algo de

    vrtigo. En cualquier caso, somos responsables de trabajar con las demandas, de decidir

    acerca de opciones alternativas, aun con las dudas que puedan quedar planteadas. Y si,

    mediando el anlisis de la situacin, la evaluacin de las condiciones, los argumentos que

    estn en juego, la anticipacin de las consecuencias, etc. decidimos que corresponde hacer

    (o no hacer) algo, esto es lo que procuraremos hacer (o no hacer). Seguramente habr

    motivos valederos para asumir la decisin: la decisin de decidir nosotros, la decisin de

    abrir el juego o la decisin de dejar claramente la decisin en manos de ellos/as (Kantor,

    2008)

    El entusiasmo y el compromiso son objetivo y condicin de los espacios de experiencia que

    generamos, potencian el nimo del tiempo compartido y ordenan las relaciones

    interpersonales en funcin de un principio comn que en la medida de lo posible no debe

    estar regido por criterios utilitarios. Su negociacin ms que tal es el acuerdo en un

    compromiso comn formando un nosotros no siempre armonioso ni carente de conflictos

    Principio de autoridad / construccin de convivencia en sociedad

    Cmo se junta la gente y para qu?

    El problema del carcter de nuestra intervencin en proyectos socioculturales con jvenes.

    Mara Cristina Mata (2009) se expresa claramente sobre un rasgo central, a veces negado,

    de la intervencin en el campo sociocultural. Si de verdad creemos y pensamos que la

    comunicacin es una prctica de interaccin y de construccin de sentidos a partir de la

    cual se construye la socialidad, es decir, nuestros modos de ser y estar juntos, tenemos que

    asumir que nuestra palabra interviene en esa construccin, aunque pensemos que es slo

    una palabra de cooperacin y apoyo. Siempre interviene. Y el mejor modo que tenemos de

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    intervenir es asumiendo plenamente que nuestra intervencin, lo deseemos o no, es una

    intervencin poltica.

    Si en la materia sociocultural se estructuran un espacio y una duracin pblica dando forma

    a la historicidad; entonces podemos pensar y experimentar los encuentros formativos de los

    que hablamos como lugares donde se entraman los espacios biogrficos y la construccin

    de sus destinos con los tiempos socio histricos. Generar estos espacios de experiencias en

    donde se tensionan los horizontes de expectativas es constituir lugares donde los jvenes

    expresen sus condiciones socioculturales y las tramiten produciendo sentidos que los

    involucren. Donde ocupen el tiempo ensanchando y realizando horizontes de expectativas,

    descubriendo mundos y asumiendo colectivamente los obstculos que la realidad social nos

    interpone en esta tarea.

    Como nos recuerda Silvia Bleichmar (2010) la condicin del sentido es que la duracin sea

    incluida en otra cosa. La duracin que se pone en juego en esas cosas, en algo, en los

    espacios colectivos implica la conviccin en la transformacin de las condiciones de vida

    en comn. Podemos decir tambin, creencia en la produccin de un horizonte conjunto, o

    ms sencillamente, compromiso con la vida en comn. En definitiva retomar la posicin de

    un sujeto histricoinscripto en tiempo y espacio colectivo- que desarrolla sus proyectos.

    Que intenta trascender la inmediatez de nuestro tiempo y desplegar sus potencialidades

    (Bleichmar, 2010).

    Estos espacios de formacin se dan a la tarea no sencilla de aportar a conocer lo que se

    quiere, a mirarse en el tiempo, en la duracin comn, a responsabilizarse de los lazos que

    se establecen, a aprender a percibir por s mismo y expresarse en consecuencia.

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    Tambin se manifiesta la cuestin del modo de habitar la ciudad es decir de hacer

    comunidad. En estos espacios se ponen en juego sustentos de la vida en comn, del tiempo

    y espacio compartido, dicho de otro modo, de formacin de ciudadanos. En estos espacios

    colectivos se despliega la tarea de educar segn diversas cosmovisiones (con sus sentidos

    de la duracin y espacio pblico), se toman decisiones y desarrollan acciones que plasman

    diferentes estilos de encuentros formativos y concepciones de intervencin en el campo

    sociocultural (Schujman; Siede 2007)

    Por ende, la pregunta, el cuestionamiento por esa estructura temporal que es el principio de

    autoridad sigue en pie y Miguel Benasayag y Gerar Shmit la plantean del siguiente modo

    En nombre dequ principio comn ser aceptada una relacin de autoridad sin que

    derive y se transforme en autoritarismo?

    Los autores se preguntan por un principio comn que desde la institucin se ejerza (no se

    posea) desarrollando la potencia de hacer surgir, de traer a la existencia, de ser fuente de un

    comenzar que restituya la duracin pblica no en tanto continuidad secuencial, natural y

    abstracta sino como hecho colectivo, creativo, novedoso e imprevisto. Principio que

    implicando el reconocimiento de los actores involucrados, posibilite hacer uso de las tizas

    del tiempo para crear los propios surcos, trazos y horizontes siempre abiertos.

    Myriam Revault dllonnes parece responder la inquietud con otra pregunta Qu es la

    autoridad sino el poder de los comienzos, el poder de dar a los que vendrn despus de

    nosotros la capacidad de comenzar a su vez?

    Juan Manuel Gimnez

    Paran, abril, 2013

    Bibliografa

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    Martn Barbero;Jvenes: comunicacin e identidad; en Revista Pensar IberoamricaN 10;

    Organizacin de Estados Iberoamericanos para la Educacin, la Ciencia y la Cultura (OEI); Madrid,2006

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    Participacin en proyectos socioculturales con jvenes

    Coordinacin del Programa de Alfabetizacin Audiovisual del Instituto Audiovisual de Entre Ros.Instituto Audiovisual de Entre Ros (IAER). Paran, 2010, en vigencia.

    Proyectos y actividades en la lnea de trabajo audiovisual, Biblioteca Popular Caminantes, Paran,2009 en vigencia.

    Colaborador voluntario del proyecto Construyendo Ciudadana. Consejo Provincial del Nio,Adolescente y Familia (Copnaf) / Centro de Integracin Comunitaria (CIC) de La Floresta, Paran,2008

    Coordinador responsable del proyecto Ro de voces. Visin e imgenes de los jvenes (Programa

    Jvenes ProtagonistasConsejo Provincial del Nio, Adolescente y Familia (Copnaf) yAsociacin Civil Barriletes), Paran, 2007

    Coordinador responsable del proyecto Ro de voces. Redes para la participacin juvenil en elespacio pblico(Asociacin Civil Barriletes), Paran2006-2007

    Tallerista del proyectoCiudadana en acto en el marco del proyecto presentado al DINAJU ydesarrollado en el Centro de Actividades Juveniles (CAJ) de la Escuela Paracao; coordinado por laLic. Silvina Basgal, Paran, 2006

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    Coordinador responsable del proyectoRo de voces Construccin y fortalecimiento de unespacio de expresin socio cultural de jvenes (en el marco de proyecto presentado al DINAJUDireccin Nacional de Juventud y Asociacin Civil Barriletes), Paran, 2004-2005

    Coordinador responsable del proyectoRo de voces(1 premio Mercociudades, Unidad

    Temtica: CulturaLos jvenes y la cultura), Paran, 2003-2004

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    V Condiciones de existencia4

    Desde hace ms de 10 aos venimos trabajando y llevando adelante proyectos y

    actividades con jvenes de diversos barrios de nuestra la ciudad y la zona. Vale la pena

    caracterizar brevemente algo de la situacin de estos sectores jvenes a finales de la

    dcada de los 90 y comienzos del siglo XXI -bajo el imperio del neoliberalismo- a modo de

    considerar las condiciones desde las que pensamos las propuestas desarrolladas. No

    obstante cabe aclarar como seala Florencia Saintout (2007) que la condicin de juventud

    no se ofrece de la misma manera al conjunto de los integrantes de la categora estadstica

    joven. Nuestras propuestas se han desarrollado en mbitos no formales con jvenes de

    sectores populares. Veamos.

    Jvenes en Latinoamrica

    El perfil demogrfico de nuestro continente latinoamericano es joven. En el ao 2004 el

    pas de promedio de edad ms viejo de la regin eraUruguay con un promedio de 31

    aos, y el ms joven Nicaragua con un promedio de 16 aos; y con un crecimiento

    poblacional que se ubicaba con el 2 y 3% para la mayora de los pases de la regin. No

    obstante como se seala en el informe de CEPAL-OIJ hay una tendencia a reducirse la

    poblacin de jvenes con respecto del total de la poblacin5.

    Segn algunas estimaciones, la juventud en Amrica Latinarondaba al comienzo del

    presente siglo los 200 millones de personas, alrededor del 37% de la poblacin total.

    Las condiciones de existencia de esta poblacin joven latinoamericana evidencian una

    marcada inequidad, una creciente desigualdad y una fuerte exclusin social, vale decir que

    las posibilidades en la vida de los jvenes latinoamericanos estn preocupantemente

    comprometidas.

    4Lo sustantivo de este apartado se encuentra en Gimnez, Juan Manuel; Jvenes en Barriletes El murmullo de los

    tiempos que corren; Paran, mimeo, abril de 2006

    5Se estima que pasaremos de 40% de jvenes en 1990, a alrededor de 25 % de poblacin juvenil en 2050. CEPAL-OIJ

    2004

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    La Comisin Econmica para Amrica Latina de la CEPAL elabor un Informe denominado

    Panorama Social de Amrica Latina 2004en el que se refieren los siguientes datos: en

    el 2002 la pobreza afectaba al 41% de los jvenes latinoamericanos (unos 58 millones); de

    ellos alrededor 21,2 millones eran extremadamente pobres. Por su parte la tasa de

    desempleo juvenil, por lo menos en 17 pases de Amrica Latina casi duplica la tasa global.

    () slo un 34,8 % del rango de la poblacin latinoamericana entre 20 y 24 aos haba

    terminado la secundaria. La educacin superior fue un logro educativo en la dcada entre

    1990 y 2002 para un escaso 6,5% de los jvenes entre 25 y 29 aos en 14 pases de la

    regin.

    Podramos ahondar en datos sobre el trabajoy los problemas estructurales de insercin

    laboral en nuestro pas que reafirmaban esta tendencia continental.

    Tambin podramos mencionar las diversas problemticas que afectaban y siguen

    afectando a la cuestin educativa6como espacio de construccin de horizontes de futuro.

    Estos problemas adems no pueden ser ajenos a la estructura familiar, a la vida en los

    hogares, por eso mismo tambin esta -como instancia formadora primaria- se encuentra

    frente a severas limitaciones y procesos de cambios.

    TrabajoEducacinFamilia constituyeron para la historia moderna de occidente

    bsicos espacios de experienciasa partir de los cuales construimos nuestros horizontes de

    expectativas. Es decir, espacios donde se tramitaba la dinmica en la experienciapresente

    de nuestro horizonte defuturo.

    Ahora, como sealan Silvia Duschatzky y Cristina Corea (2002) estos espacios se han

    convertido en lugares sin referencias estables de significacin constituyendo un fenmeno

    que ellas denominan de destitucin, espacios que han perdido la investidura que los

    constitua en pilares de la matriz regulatoria de las sociedades.

    6Aspectos que van desde la desescolarizacin hasta las malas condiciones de su funcionamiento

    institucional pasando por la situacin de los docentes que luchan sostenidamente por mejorar sus

    condiciones laborales y en aquel momento para que sus salarios se ubicaran por encima de la lnea de

    pobreza.

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    Por otro lado, algunos estudios7mostraban tambin como haban crecido los ndices de

    muertes violentasde jvenes en nuestro pas, e indicaban que Argentina ocupaba uno de

    los primeros lugares en suicidios y muertes por accidentes en Amrica Latina.

    La incertidumbre provocada por la desestructuracin de las expectativas y la ausencia de

    proyectos colectivosque movilizaran en pos de metas y que dieransentidoa las prcticas

    de los jvenes era una de las principales situaciones problemticas de nuestra sociedad.

    En el informe citado de la CEPAL se mencionan una serie de tensiones y paradojas con las

    que los jvenes del espacio cultural latinoamericano viven, de las que nos gustara sealar

    las siguientes:

    Tienen ms acceso a la educacin y menos acceso al trabajo Son ms aptos para el cambio productivo pero ms excluidos del mismo Tienen ms expectativas de autonoma y menos opciones para materializarlas Asisten a una multiplicidad del consumo simblico pero a una restriccin del

    consumo material8

    Tiene ms acceso a la informacin y menos acceso al poder

    Hay espacios para la tramitacin de estas paradojas y tensiones? Se tramitan? De qu

    modo emergen? Se hace evidente entonces que la indagacin por los modos en que los

    jvenes viven, experimentan e interpretan un mundo tensionado por mltiples conflictos

    se hace necesaria para pensar nuestra sociedad y nuestro futuro presente.

    La investigadora mexicana Rossana Reguillo (2000) caracteriza la situacin agregando

    otros elementos del siguiente modo: Al iniciarse la dcada de los noventa se consolidan

    7Bonaldi Pablo; en Sidicaro, Tenti Fanfani (1998); Debilitamiento del tejidosocial y muertes violentas en jvenes. De

    cada 100 hombre jvenes que fallecen en Amrica Latina, 77 de ellos mueren por causas externas (accidentes, homicidios

    o suicidios) y 38 de cada 100 mujeres jvenes mueren tambin por este conjunto de causas.

    8Martn Hopenhayn en Amrica Latina desigual y descentrada poniendo el nfasis en la dinmica de circulacin del

    capitalismo contemporneo muestra como el incremento circulatorio del dinero y de las imgenes se produce de

    manera contrastante. El dinero circula concentrndose mientras hay una gran diseminacin de imgenes y smbolos. En

    fin, formas del capitalismo contemporneo.

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    o se aceleran algunas de las tendencias que venan anuncindose desde la dcada

    anterior, esto es: la mundializacin de la cultura por va de las industrias culturales, los

    medios de comunicacin y las super tecnologas de informacin (Internet es el ejemplo

    ms acabado, aunque no el nico); el triunfo del discurso neoliberal montado sobre el

    adelgazamiento del Estado y sobre la exaltacin del individualismo; el empobrecimiento

    estructural y creciente de grandes sectores de la poblacin (Amrica Latina comienza la

    dcada de los 90 con 200 millones de pobres, 70 millones ms que los que tena en 1970);

    el descrdito y deslegitimacin de las instancias y dispositivos tradicionales de

    representacin y participacin (especialmente los partidos polticos y los sindicatos).

    Estos elementos -expresaba Reguillo- han afectados a los jvenes en:

    a) su percepcin de la poltica,b) su percepcin del espacio, yc) su percepcin del futuro.

    Como podemos tomar nota, es densa la atmsfera en que la sociedad toda pero

    particularmente los jvenes latinoamericanos estn situados luego de la fuerte hegemona

    del modelo neoliberal. Es un clima de poca que vivimos de manera contradictoria, como

    dice el chileno Martn Hopenhayn,

    con la sensacin de que lo posible se expande en la misma medida en que se vaporiza,

    mientras que lo real se condensa en la misma medida en que desaparece.