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Editorial, Radio Progreso y Eric-SJ
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Con más sed y con menos agua
El agua en las vacaciones del verano es tan simbólica en nuestras comunidades
como los tamales en las fiestas navideñas. Todos buscamos el agua donde
amortiguar el calor, pero ¿acaso reflexionamos sobre lo que está pasando con el
agua del planeta y con las aguas de nuestro territorio nacional?
Los ríos y quebradas se van quedando sin agua, y sus cauces se van convirtiendo
en promontorios de piedras, sin señales de retroceso a lo que fueron cauces de
agua y de verdor. Todo comenzó con la errónea concepción de que el agua era
inagotable, y el daño se multiplicó con la conversión del agua y el bosque en
dinero. Los “hombres del desarrollo” no ven arboles ni ríos en nuestros cerros.
Ven madera y agua que multiplica sus capitales.
Hoy nos encontramos con historias fascinantes de lo que fueron nuestros ríos, y
con pronósticos aterradores sobre el futuro del agua. Algunas historias enfatizan
las aventuras de pesca en los ríos, otras acentúan algo de nostalgia y otras lanzan
al viento preocupaciones y desafíos para las nuevas generaciones. Ahí se inserta
la historia de Pedro. Un joven que nació y creció a 300 metros del río Bonito,
ubicado en el noreste departamento de Colón.
Pedro recuerda las pláticas con sus padres, casi todas en torno a las aguas del
mismo río. Pozas y sardinas, cangrejos y chacalines, comidas a las sombras de los
árboles y al arrullo de las aguas del río. Sin embargo, Pedro ya no conoció las
enormes pozas de sus padres. Todavía tuvo la suerte de bañarse en pozas bien
chiquitas, con menos peces y muy poco de vegetación. Su hija pequeña todavía se
baña en las pocitas, aunque sin peces y sin vegetación.
La historia de Pedro es la historia de las familias campesinas de los últimos
treinta años. Y hace treinta años éramos menos la gente del planeta y menos los
que habitábamos Honduras. Hoy hay menos agua y existe mayor demanda de la
misma. Hoy existe más necesidad de oxígeno y de nubes para que caigan las
lluvias, y contamos con menos bosques y con menos capacidad para retener las
guas que nos caen a veces con menos cantidad. Los desafíos y las amenazas
aumentan para las comunidades. Así como se reducen los caudales de de los ríos
y acuíferos aumenta el caudal de agua en botellones los cuales hay que
comprarlos con un dinero que llega con mucha dificultad a los hogares pobres
hondureños.
Frente a estas contradicciones que se explican desde la lógica del mercado,
tenemos la enorme tarea de impulsar dos procesos paralelos: por un lado, el
proceso de protección y reforestación en los ríos y cerros, recuperar el
significado de los ríos para las comunidades. Por otro lado, el proceso
organizado de enfrentar a los empresarios que están talando los bosques,
construyendo represas hidroeléctricas y zampando cultivos agroindustriales que
amenazan directamente el futuro de las nuevas generaciones.
Nuestra Palabra | 12 Abril 2012