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176 Conferencia Neurosciences and History 2013; 1(4): 176-190 © 2013 Sociedad Española de Neurología A propósito de los descubrimientos de la microglía y la oligodendroglía: Pío del Río-Hortega y su relación con Achúcarro y Cajal (1914-1934) J. Río-Hortega Profesor Asociado de Historia de la Medicina. Universidad de Valladolid. Presentado parcialmente en la Conferencia Plenaria Pío del Río-Hortega. LXIV Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología, noviembre 2012. RESUMEN De entre las numerosas aportaciones realizadas por Pío del Río-Hortega (1882-1945) a la neurociencia, destacan sin duda el descubrimiento de la microglía y de la oligodendroglía. En 1912, Río-Hortega se traslada a Madrid y conoce personalmente a Cajal, quien le permite asistir a su laboratorio a observar las investigaciones. No obstante, Río-Hortega considera su estancia decepcionante. Tras este fracaso, decide presentarse ante Achúcarro en su Labo- ratorio de Histopatología del Sistema Nervioso, donde se familiariza con los métodos de Achúcarro (tanino y plata amoniacal) y Cajal (formol-urano). En 1918, obtiene un nuevo método de tinción, el carbonato de plata amoniacal, con el que descubre una célula que bautiza con el nombre de microglía. Este hecho aclara el significado de los cuerpos gránulo-adiposos de Achúcarro y pone a Río-Hortega en una posición delicada con Cajal, ya que sus descubrimientos chocan frontalmente con la teoría del tercer elemento. La relación con Cajal se hizo cada vez más fría y la muerte de su maestro Achúcarro le deja sin un apoyo valioso. Junto con los malentendidos y las intrigas de algunos miembros de la Escuela de Cajal y, en particular, del portero, llevan a Cajal a expulsarlo del Laboratorio en 1921. Este acontecimiento le afectó profundamente. Establece su Laboratorio en la Residencia de Estudiantes, continuando su trabajo sobre el origen mesodérmico de la microglía y sus funciones fagocitarias en diferentes procesos patológicos. Publica sus trabajos sobre la oligodendroglía. En 1922 se reúne con Cajal en el café El Prado, donde se reconcilian. PALABRAS CLAVE Pío del Río-Hortega, Nicolás Achúcarro Lund, Santiago Ramón y Cajal, microglía, oligodendroglía continuando en la ayudantía de D. Leopoldo, en 1909 presenta en Madrid su tesis doctoral “Etiología y anatomía patológica de los tumores del encéfalo”. En 1911 obtiene la plaza de auxiliar interino de las cáte- dras de D. Leopoldo. Al año siguiente tiene que susti- tuir en varias ocasiones a D. Leopoldo en la explicación teórica de sus asignaturas y comienza a tomar aversión a la cátedra, ya que considera que su temperamento y sus aptitudes docentes chocan con sus aspiraciones de trabajo, que tienden a beneficiarse de la tranquilidad del laboratorio y de la explicación prác- tica y objetivable de los fenómenos biológicos a través de la investigación 1 . Autor para correspondencia: Dr. J. Río-Hortega Bereciartu Correo electrónico: [email protected] Introducción Pío del Río-Hortega nace el 5 de mayo de 1882 en Portillo, a 24 kilómetros de Valladolid (figura 1). Es el cuarto hijo de una familia acomodada de labradores. En 1899 comienza la carrera de Medicina y en el tercer curso conoce a D. Leopoldo López García, catedrático de Histología y Anatomía Patológica. Al año siguiente, éste le nombra ayudante honorario de sus cátedras. Obtiene la plaza de alumno interno numerario de Anatomía. Publica su primer trabajo en el Boletín del Ateneo de Alumnos Internos; se trata de un caso clínico. En 1905 obtiene la licenciatura de Medicina. Entre 1908-1910 trabaja como médico titular de Portillo y,

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© 2013 Sociedad Española de Neurología

A propósito de los descubrimientos de la microglía y la oligodendroglía: Pío del Río-Hortega y su relación con

Achúcarro y Cajal (1914-1934)J. Río-HortegaProfesor Asociado de Historia de la Medicina. Universidad de Valladolid.Presentado parcialmente en la Conferencia Plenaria Pío del Río-Hortega. LXIV Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología, noviembre 2012.

RESUMEN

De entre las numerosas aportaciones realizadas por Pío del Río-Hortega (1882-1945) a la neurociencia, destacansin duda el descubrimiento de la microglía y de la oligodendroglía. En 1912, Río-Hortega se traslada a Madrid yconoce personalmente a Cajal, quien le permite asistir a su laboratorio a observar las investigaciones. No obstante,Río-Hortega considera su estancia decepcionante. Tras este fracaso, decide presentarse ante Achúcarro en su Labo-ratorio de Histopatología del Sistema Nervioso, donde se familiariza con los métodos de Achúcarro (tanino y plataamoniacal) y Cajal (formol-urano). En 1918, obtiene un nuevo método de tinción, el carbonato de plata amoniacal,con el que descubre una célula que bautiza con el nombre de microglía. Este hecho aclara el significado de loscuerpos gránulo-adiposos de Achúcarro y pone a Río-Hortega en una posición delicada con Cajal, ya que susdescubrimientos chocan frontalmente con la teoría del tercer elemento. La relación con Cajal se hizo cada vez másfría y la muerte de su maestro Achúcarro le deja sin un apoyo valioso. Junto con los malentendidos y las intrigasde algunos miembros de la Escuela de Cajal y, en particular, del portero, llevan a Cajal a expulsarlo del Laboratorioen 1921. Este acontecimiento le afectó profundamente. Establece su Laboratorio en la Residencia de Estudiantes,continuando su trabajo sobre el origen mesodérmico de la microglía y sus funciones fagocitarias en diferentesprocesos patológicos. Publica sus trabajos sobre la oligodendroglía. En 1922 se reúne con Cajal en el café El Prado,donde se reconcilian.

PALABRAS CLAVEPío del Río-Hortega, Nicolás Achúcarro Lund, Santiago Ramón y Cajal, microglía, oligodendroglía

continuando en la ayudantía de D. Leopoldo, en 1909presenta en Madrid su tesis doctoral “Etiología yanatomía patológica de los tumores del encéfalo”. En1911 obtiene la plaza de auxiliar interino de las cáte-dras de D. Leopoldo. Al año siguiente tiene que susti-tuir en varias ocasiones a D. Leopoldo en laexplicación teórica de sus asignaturas y comienza atomar aversión a la cátedra, ya que considera que sutemperamento y sus aptitudes docentes chocan con susaspiraciones de trabajo, que tienden a beneficiarse dela tranquilidad del laboratorio y de la explicación prác-tica y objetivable de los fenómenos biológicos a travésde la investigación1.

Autor para correspondencia: Dr. J. Río-Hortega Bereciartu Correo electrónico: [email protected]

Introducción

Pío del Río-Hortega nace el 5 de mayo de 1882 enPortillo, a 24 kilómetros de Valladolid (figura 1). Es elcuarto hijo de una familia acomodada de labradores.En 1899 comienza la carrera de Medicina y en el tercercurso conoce a D. Leopoldo López García, catedráticode Histología y Anatomía Patológica. Al año siguiente,éste le nombra ayudante honorario de sus cátedras.Obtiene la plaza de alumno interno numerario deAnatomía. Publica su primer trabajo en el Boletín delAteneo de Alumnos Internos; se trata de un caso clínico.En 1905 obtiene la licenciatura de Medicina. Entre1908-1910 trabaja como médico titular de Portillo y,

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A partir de este momento, Río-Hortega comienza abuscar una solución drástica a su doble descontentoprofesional como docente universitario, por un lado, ya su ambición personal como investigador puro, en elcampo de la Histología, por el otro. Esta decisión va asuponer varios viajes a Madrid para buscar su anhelado‘contacto’ con Cajal y su escuela lo que, consecuente-mente, va a desagradar a su maestro D. Leopoldo. Sinembargo, será su maestro quien escribe sendas cartas derecomendación para que Río-Hortega se presente anteTello, el discípulo predilecto del maestro Cajal y anteNicolás Achúcarro1.

Contacto con Santiago Ramón y Cajal y Nicolás Achúcarro.

D. Pío marcha a Madrid en 1912 y se presenta, primero,a Tello en el Laboratorio de la Facultad de Medicina deSan Carlos. Al día siguiente, por fin conoce personal-

mente a Cajal (figura 2) y éste le permite asistir a diarioa su laboratorio, junto a Tello, para observar eldesarrollo de las investigaciones. D. Pío considera quesu corta estancia con Tello (no llega a dos meses) resultóser estéril, fría y decepcionante2.

Tras este fracaso, decide presentarse ante Achúcarro ensu Laboratorio de Histopatología del Sistema Nervioso,creado por la Junta para Ampliación de Estudios (JAE)en el Museo de Historia Natural. En contra de la opiniónque D. Pío se había formado, influenciado por loscomentarios de D. Leopoldo sobre Achúcarro, éste lerecibió con toda cordialidad y le ofreció un puesto ensu laboratorio. Seguramente fue de esta manera comoRío-Hortega comenzó a adiestrarse con el método deAchúcarro (tanino y plata amoniacal)1.

Entre los seguidores de Achúcarro se encontraban: M.Gayarre, J. M. Sacristán, L. Calandre, Hueto, el PadreBarbado y G. Rodríguez Lafora3. Todos se entregabanapasionadamente a la investigación en el campo de lahistopatología nerviosa. Pensamos que a Tello leprodujo un cierto malestar la actitud del joven provin-

Figura 1. Pío del Río-Hortega (1882-1945)

Figura 2. Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)

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ciano de buscar otro laboratorio, después de haberlepermitido ‘estar’ en el suyo, y más, a sabiendas queprecisamente era el de Achúcarro, con quien nomantenía una buena relación personal.

Junto a las pensiones que la JAE, presidida por Cajal,otorgaba a los postgraduados, en enero de 1913 seconvoca una beca para trabajar dos años en laboratoriosextranjeros como preparación para ocupar al regreso unpuesto de jefe de sección (durante seis años comomínimo) en el Instituto Nacional de Oncología. D. Píoes admitido como candidato para tal pensión4.

Estas dos circunstancias le abrirían el camino que tantodeseaba: la investigación pura, esta vez guiado por elmaestro Achúcarro.

Nicolás Achúcarro

Nicolás Achúcarro Lund (Bilbao 1880 - Neguri 1918),inicia en 1887 la carrera de Medicina en Madrid(figura 3). Es discípulo de Cajal y Olóriz. Insatisfechocon la enseñanza universitaria española marcha aMarburgo donde estudia diferentes disciplinasclínicas regresando en 1900 para preparar susexámenes. Discípulo también de Madinaveitia y deSimarro, éste le orienta hacia la investigación histoló-gica. En estos años, establece una relación con Ginerde los Ríos, cuya amistad cultivará siempre3.

Es un hombre formado en la élite de la InstituciónLibre de Enseñanza, y esta circunstancia influiríamucho en las aptitudes humanistas de Río-Hortega.Acabada la licenciatura se trasladará a los centros másrenombrados de la neurología clinica y anatomo-patológica. Trabajará con Pierre Marie y Babinski enParís, pasando luego a Florencia para estudiar conLugaro. Viajará después a Munich donde su estanciajunto a Kraepelin y Alzheimer completará su forma-ción psiquiátrica y neurohistológica. Alzheimer leconsidera su discípulo más aventajado y por ello lerecomienda para dirigir el servicio de Anatomía Pato-lógica del Manicomio de Washington. Regresa aEspaña en 1909. Al año siguiente se incorpora al labo-ratorio y cátedra de Cajal siendo nombrado a la vezmédico del Hospital General3.

En octubre de 1911 comunica ante la Sociedad deBiología el hallazgo de un nuevo método de tinciónque desde entonces lleva su nombre, el proceder deltanino y la plata amoniacal5. Su labor científica se

centró en estudios histopatológicos referentes a lascélulas en bastoncito, las neoformaciones conectivasperivasculares de la PGP y sobre la neuroglía normaly patológica3.

Para Río-Hortega, Achúcarro era un hombre de altí-sima mentalidad y profundo conocedor de la neuro-logía y la psiquiatría desde sus raíces anatómicas yfisiológicas, trabajador infatigable y entusiasta de lainvestigación original. Las cualidades humanas ycientíficas de su nuevo maestro animan enormementea Río-Hortega e inicia su periplo europeo1.

Con la intención de volver junto a Achúcarro, enoctubre de 1913 marcha a París pensionado paratrabajar con Prenant y Letulle. Durante su estancia enFrancia, intentó convencer a los científicos galos de laimportancia de emplear el nuevo método de Cajal, orosublimado, y el tanino-argéntico de Achúcarro1.

Figura 3. Nicolás Achúcarro Lund (1880-1918)

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En la primavera de 1914, D. Pío marcha a Berlín conel fin de trabajar en bacteriología y cáncer experi-mental. Su compañero de carrera, Adolfo Vila, leintrodujo en el Instituto Koch, donde:

...más que al cultivo de microbios, para mi pocoatrayente, me apliqué al trasplante de tumores enseries y más series de ratones. Nadie me guiaba enestos experimentos, pues el jefe, Joseph Koch, erapuro bacteriólogo; pero el buen éxito alcanzado meincitaba a proseguirlos. No dejé de practicar, yapuede colegirse, el método de Achúcarro y hastalogré con él un pequeño suceso en la demostracióndel germen sifilítico, pues Loeffler mismo acudió aver mis preparaciones...2

Pero en verano de ese año comienza la Gran Guerra.Ante esto, Río-Hortega no tiene más remedio que salirde Alemania. De vuelta a Madrid, le sorprende unanovedad que le satisface enormemente: por deseo deCajal, el Laboratorio de Achúcarro se ha trasladado aledificio del Museo Antropológico, esto es, al mismoedificio donde Cajal tenía su Laboratorio de Investiga-ciones Biológicas.

Ambos laboratorios mantuvieron su independenciainstitucional y ‘su conciencia de grupo’, como dice LópezPiñero6. La cercana presencia de Cajal satisfacía sobre-manera a D. Pío, aunque años más tarde reconoce quela unión de los dos laboratorios en un mismo edificiova a suponer graves problemas de convivencia2.

Cajal acaba de crear un nuevo método de tinción: el orosublimado, ideal para la impregnación de la neuroglía7,lo que estimuló a los miembros de ambos laboratoriosa centrar sus investigaciones en la glioarquitectonia.Poco a poco, D. Pío va adentrándose en la misteriosa ygenial personalidad de Cajal. Al tiempo, va surgiendouna gran decepción: Cajal trabajaba a solas, nadie podíaobservarle mientras investigaba; la puerta de sudespacho siempre estaba cerrada2.

Es el único miembro de ambos laboratorios que sededica exclusivamente a la investigación pura sindisponer de ningún otro trabajo adicional, lo que suscitaque D. Santiago vaya deparando más en él. De hecho, leencomienda trasladarse a la mesa de Tello, quien llevababastante tiempo ausentado del laboratorio, paradisponer de un rincón mejor iluminado. Al final de lajornada matutina, D. Pío asiste a las elocuentes y forma-tivas conversaciones entre Cajal y Achúcarro, quieninsistentemente investiga para aclarar el origen y elsignificado de dos formaciones celulares que vagan por

la glía y que reciben el nombre de células en bastoncilloy cuerpos gránulo-adiposos. La demostración delsignificado de estas células venía a contradecir la teoríade su maestro, Alois Alzheimer, quien propugnaba lateoría reticular de la glía. Por su parte, Cajal, en 1913,ha descrito la presencia de unas pequeñas células queprácticamente no poseen ramificaciones y que sólo setiñen con su método del formol-urano8. A estas célulaslas va a denominar células adendríticas o tercerelemento de los centros nerviosos, siendo las neuronasel primer elemento y la neuroglia astrocitaria, proto-plásmica y fibrosa, el segundo. A este tercer elemento,Achúcarro lo denomina células intersticiales del tejidonervioso desconocido6.

Durante este año, Río-Hortega se dedica a aplicar losmétodos de Cajal, de Achúcarro y los suyos propios apartir de las variantes de éste último, e investiga elorigen de las neurofibrillas, el centrosoma de lascélulas nerviosas, que consigue descubrir y describirperfectamente, y la estructura filamentosa de los epite-lios. Es consciente de que la técnica histológica es lallave que permite realizar observaciones nuevas yampliar el campo del conocimiento histológico, alobservar el método de Achúcarro que era, hastaentonces, el más apropiado para colorear la neurogliay la sustancia fundamental del tejido conectivo, espe-cialmente la reticulina.

Los dos laboratorios seguían manteniendo una inde-pendencia económica, con dos grupos de investiga-dores diferenciados, y con un director cada uno, peroambos disponían del mismo techo, de la mismabiblioteca, prácticamente de los mismos utensilios yfundamentalmente de los mismos subordinados,entre los que destacaba un peculiar e ‘ínclito’ sujeto,el conserje Tomás García de la Torre. Río-Hortega lodescribe así:

Para Tomás éramos unos huéspedes molestos queperturbábamos la paz que hubiera reinado si sóloasistieran ‘al laboratorio’ D. Santiago y D. DomingoSánchez. Por ello nos hacía la guerra solapada-mente, no podría decirse si por propio impulso opor sugestiones bastardas2.

Mientras tanto, D. Pío sigue dedicándose en exclusivaa la investigación pura. El hecho de no recibir ningúntipo de subvención económica (la larga duración dela Gran Guerra impide la normal distribución econó-mica y laboral de los pensionados del Comité delCáncer) induce a Río-Hortega a replantearse su ines-

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table situación. Además, se encuentra incómodo en elMuseo Velasco. Tiene motivos para pensar que se lesigue considerando un extraño en el Laboratorio deInvestigaciones Biológicas y Tello, el predilecto deCajal, no le ve con buenos ojos. Piensa también queel insolente comportamiento de Tomás el conserje,que ya ha suscitado algún altercado personal con D.Pío, está siendo fomentado por algún miembro dellaboratorio de Cajal. Comenta a Achúcarro que tienedecidido regresar a Valladolid y establecerse comopatólogo, pero éste le persuade para desistir en supropósito asegurándole una beca de la Junta. Añosmás tarde, José Miguel Sacristán informaría a D. Píode que la beca que le consiguiera Achúcarro era partede la pensión que éste recibía mensualmente (300pesetas)2. Este hecho nos hace reflexionar tanto en el‘desinteresado’ gesto de amistad de Achúcarro paracon su discípulo, como en la ‘interesada’ maniobrapara retener a Río-Hortega en Madrid, único lugardisponible en España para afianzarse en la investiga-ción histológica. Sin duda, Achúcarro ya considera aD. Pío como su relevo y comienza a entrever supredisposición para realizar trascendentes estudios deneurohistología.

En octubre de 1916 Achúcarro enferma. Es diagnosti-cado de una enfermedad de Hodgkin y se ausenta dellaboratorio3. Río-Hortega comienza a entrever las difi-cultades laborales y personales que se le aproximan. Sinsu protector, las cosas van a resultar más difíciles.Además, Río-Hortega tiene una personalidad opuesta ala de su maestro: es tímido, introvertido, con poca faci-lidad de palabra, silencioso pero inquieto y nervioso,‘quisquilloso’ y algo suspicaz. A esto habría que añadiralgo decisivo: todavía no es nadie en el mundo cientí-fico, no arrastra la categoría profesional de Achúcarrocon la que poder salir al paso de las dificultades inter-personales con algunos discípulos de Cajal.

Sigue trabajando en las variantes del método de Achú-carro y decide aplicarlas al estudio de las epiteliofibrillas.Aprovecha una serie de publicaciones sobre este temapara intentar acercarse a Tello, quien años antes habíarealizado importantes estudios sobre ello. Para ganarsesus simpatías, llega incluso a citarle como el descubridorde las epiteliofibrillas. Pero, según Río-Hortega, Tellono sólo continuó comportándose desdeñosa y resenti-damente con él, sino que incluso públicamente utilizótérminos despectivos para calificarle a él y a su trabajoen una sesión de la Sociedad Española de Biología. Cajal

es el presidente de ésta y tras la dimisión de Tello comoSecretario de la misma, D. Pío es encomendado a susti-tuirle2.

Su relación con Cajal, aunque todavía distante, va acre-centándose con el tiempo. D. Pío tiene ocasión de verlefrecuentemente fuera del ambiente del laboratorio. Lasnuevas obligaciones adquiridas tras su nombramientode secretario de la Sociedad de Biología le hacenacudir frecuentemente a la imprenta Moya donde elmaestro acude casi a diario “...con pliegos desencua-dernados de sus manuales de Histología y AnatomíaPatológica, convenientemente reformado el texto paralas nuevas ediciones en prensa, bien con el original opruebas corregidas de algún artículo suyo”2.

En el invierno de 1917 Río-Hortega enferma primerode gripe y más tarde de hepatitis epidémica. Suausencia del laboratorio preocupó a Cajal, quienordenó al conserje que se acercara al domicilio delvallisoletano a enterarse de su estado. Casualmente,en el ático de la casa donde vivía D. Pío (Prado 10,2º) Cajal tenía su estudio fotográfico, circunstanciaconocida y mantenida en secreto por su discípulo.Cajal fue a visitar a D. Pío, que se encontrabapostrado en cama. Aquél habló largo rato de susmolestias, del insomnio pertinaz que le obligaba aingerir veronal y de la arterioesclerosis que tiempoatrás le había diagnosticado Achúcarro2.

A finales de 1917, los trabajos de Río-Hortega sobre lasepiteliofibrillas y el centrosoma de las células nerviosas9-11son introducidos en el mundo científico americano porJosé Fernández Nonídez1, y son estudiados por EdmundBeecher Wilson y Thomas Hunt Morgan, dos impor-tantes biólogos2.

Descubrimiento de la microglía y oligodendrología

En 1918, con su nuevo método histológico, el carbonatode plata amoniacal, obtiene unas imágenes que van arevolucionar notablemente los conceptos morfológicoy fisiológico del sistema nervioso. Si se confirma lo quecada día ve con mayor nitidez, D. Pío va a tener quedebatir contra las teorías de Cajal sobre el tercerelemento de los centros nerviosos. Además, comienzaa descubrir el verdadero significado de las células enbastoncito y de los cuerpos gránulo-adiposos de Achú-carro. Río-Hortega ve ante sí la posibilidad de aclarardefinitivamente la íntima estructura del sistema

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nervioso, pero es consciente de que sus descubrimientospueden volverse contra él2.

Cuando estuvo seguro de la fiabilidad de los resultadosobtenidos con su método, se los muestra a Cajal. A lospocos días, el maestro le enseña unas preparacionesrealizadas según los pasos de D. Pío pero con el líquidode Bielschowsky en vez de con el carbonato de plata,cambio que ya Río-Hortega había advertido ymostrado al maestro. La súbita actitud de Cajal dederivar sus investigaciones al mismo ‘terreno’ y con lasmismas armas que el vallisoletano molesta a éste, porconsiderar que la situación va a adquirir un carizcompetitivo2. Dos años después, Cajal publica, comométodo propio, la modificación del de Río-Hortegacon el método de Bielschowsky12. Sobre este hecho D.Pío nos cuenta:

Mas, ¿quién le aconsejaría [a Cajal] ulterior-mente publicar como modificación suya almétodo de Bielschowsky, mi propio método conla sola sustitución de aquel reactivo en cuyoempleo creyó habérseme anticipado y cuyoposible uso señalé al publicarlo? Tan importantehecho aconteció algún tiempo después, ausenteyo del laboratorio... A mis ojos tenía una triplesignificación: primera, que a D. Santiago no leagradó que yo creara un método de positivasventajas para diversa clase de estudios; segunda,que aquellos ensayos paralelos a los míos teníanfinalidad diferente de la que yo supuse; tercera,que, en consecuencia, había publicado unavariante técnica sin novedad, para él de impor-tancia mínima, puesto que en nada podía acre-centar su gloria, y que tendía a reemplazar a mimétodo con la ventaja inicial de llevar sunombre2.

Insistentemente aplica en sus trabajos su nuevométodo de impregnación; lo utiliza en todos los tejidosy fundamentalmente en el nervioso, tanto en estadonormal como en estados patológicos sometiendopreviamente a la muestra a una lesión inflamatoria connucleinato de sosa (Lafora). Definitivamente tiene laseguridad de que sus descubrimientos van a ‘chocar’frontalmente con la teoría del tercer elemento de Cajal,ya ampliamente difundida y aceptada por variasescuelas extranjeras2.

El tercer elemento de Cajal está constituido por unascélulas muy diferentes a las que éste describe con sumétodo del formol-urano: las células apolares de Cajalno existen, antes al contrario están ampliamente rami-ficadas con clarísimos brazos protoplásmicos.Además, D. Pío intuye que ese tercer elemento puede

incluir dos variedades de células diferentes: una, queva a denominar microglía, de origen mesodérmico ycon morfología y funciones muy diferenciadas, queadopta varias disposiciones en su forma de acuerdocon los diferentes estadios de su función (en bastón oredonda y cargada de sustancias fagocitadas, gránulo-adiposa); y la otra, que denomina oligodendroglía, deorigen ectodérmico, perteneciente al segundoelemento o neuroglía, con prolongaciones queenvuelven las neuronas y, por lo menos, con capacidadpara generar mielina2.

El 23 de abril de 1918, D. Nicolás Achúcarro Lundmuere en su casa de Neguri3. No nos parece exageradoafirmar que en estos momentos Río-Hortega seencuentra sólo y desprotegido. Es encargado, junto conM. Gayarre, de dirigir la parte sostenida por la Juntadel laboratorio de Histopatología. A D. Pío se le enco-mienda dos labores: enseñar a los nuevos discípulos yfirmar las comunicaciones a la Junta así como lasfacturas de los proveedores, lo que supone tener quetratar asiduamente con Tomás, el conserje2.

Al año del fallecimiento de Achúcarro, se le concedeel primer premio Achúcarro y se le nombra patronosuplente del mismo. Desarrolla en Barcelona uncursillo sobre la neuroglía en la Facultad de Medicinainvitado por la Societat de Biologia. Allí encuentra unambiente atractivo y se encuentra estimulado por losconsejos de Ramón Turró, el gran maestro de laBiología, como le denomina D. Pío2.

Río-Hortega está indeciso en la publicación de susinvestigaciones. Por un lado piensa que debe dar aconocer inmediatamente sus descubrimientos, ya queaugura que un investigador extranjero (sus métodosya han sido publicados) pudiera anticipársele. Por elotro, teme la respuesta de Cajal ante sus revoluciona-rias conclusiones2.

En primavera de 1919 se celebra en Madrid el PrimerCongreso Nacional de Medicina. A Río-Hortega se leha encomendado hablar sobre “El estado actual delproblema histopatológico de la neuroglía”. Es elmomento idóneo para dar a conocer sus investiga-ciones, pero desiste. Anteriormente ha mostrado susresultados a Juan Negrín en el Laboratorio de Fisio-logía de la Junta, en la Residencia de Estudiantes, y éstele aconseja que no espere más tiempo para publicarlo.Aprovechando la estancia en Madrid de Augusto Pi ySuñer y de Bellido, acude de nuevo al laboratorio de

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Negrín para mostrarles sus descubrimientos. Éstostambién consideran que la trascendencia de sus trabajosle obliga a su inmediata publicación2.

Relación con Cajal y su Escuela

D. Pío se decide a dar a conocer sus descubrimientos,pero antes se lo enseña todo al maestro, a Cajal. D. Píonos cuenta cómo fue la primera reacción de aquél: “Yocreo que hace Ud. afirmaciones demasiado atrevidasque van a ser motivo de grandes discrepancias. Prepá-rese a discutir”2. Río-Hortega le contestó:

No se me oculta, D. Santiago; pero estoy segurí-simo de que cuanto me calle ahora por excesivaprudencia me lo dirán otros seguidamente, pueslas cosas son demasiados claras para que pasenmás tiempo inadvertidas cuando se dispone de unmétodo capaz de evidenciarlas. Pero no piensodiscutir mucho; tan seguro estoy de lo que afirmoque espero que la polémica se desenvuelva entrelos reacios a convencerse y los convencidos2.

Desde que Río-Hortega publicara dos años antes sunuevo método de impregnación, su relación personalcon determinados miembros del laboratorio de Cajalcada día es más violenta; por si fuera poco, desde susrecientes descubrimientos la situación es casi insoste-nible. El conserje se encarga de entorpecer su trabajocreándole continuos desvelos.

Por esta época llega Lorente de Nó, un estudiante deMedicina de Zaragoza, con credenciales de D. PedroRamón y Cajal. Fue recibido ‘con los brazos abiertos’por Tello y por D. Santiago. D. Pío frecuentementeatendía sus primeras dificultades con la técnica histoló-gica, y nos cuenta:

Recuerdo que un día íbamos los dos (Lorente deNó y él) por las calles de Atocha y del León a saliral Prado donde estaba mi domicilio. Hablábamosde Achúcarro y de su muerte lamentable. Ensalcésus cualidades de maestro y afirmé que le debíacasi todos mis conocimientos de histopatologíanerviosa. Añadí, porque era notorio, que D.Santiago, abstraído en su labor, no podía prestarmucha atención a sus discípulos, al menos a los dela segunda hornada que sólo a medias pertenecí-amos al Instituto Cajal. Pues bien, tengo motivospara creer que estos comentarios, burdamentedeformados, fueron trasmitidos a D. Santiago confines estudiados2.

Río-Hortega continúa diciendo:

...en el Laboratorio de Histología de San Carlosflotaba no sé qué virus maléfico que envolvía sutil-

mente a cuantos se agrupaban bajo la bandera deTello, incitándolos a desdén o menosprecio por losdiscípulos de Achúcarro. Este sentimiento sombríose había enfilado derechamente hacia mí, rozandode soslayo a mis colaboradores. Creyérase queexistía el propósito, mal disimulado, de ensancharaquella absurda raya divisoria que tanto recalcabael conserje cuando aludía insolentemente a nuestracalidad advenediza dentro del Instituto2.

Por aquella época, D. Pío tiene como colaboradores aMiguel Prados, Luis G. Guilera, Felipe Jiménez de Asúa,Carlos Collado, Manuel López Enríquez, ManuelSánchez, José María Villaverde y Augusto NavarroMartín2.

Figura 4. Primera página del trabajo original. Río-Hortega P. La micro-glía y su transformación en células en bastoncito y cuerpos granuloadi-posos. Trab. Lab. Inv. Biol. 1920;18:37-82.

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En verano de ese 1919, D. Pío edita una tirada espe-cial, a imitación de otros laboratorios de la Junta, conel título de Trabajos del Laboratorio de Histopatologíade la Junta para Ampliación de Estudios. Esta nuevaserie de trabajos no debió agradar a Cajal, quien pudopensar que iba a suponer la independencia de lostrabajos que surgieran en la sección que dirigía D.Pío.

A finales de año D. Pío está dedicado a resolver elproblema de la glía interfascicular. Está buscandovariaciones a su método para encontrar el significadomorfológico y funcional de lo que denominará laoligodendroglía (figura 4). Para ello cuenta con escasotiempo, dado que tiene que iniciar en los métodos dela Escuela de Cajal a los nuevos asistentes al labora-torio del Museo Velasco2.

El 4 de febrero de 1920, Río-Hortega escribe una cartaa Cajal para ponerle en antecedentes del comporta-miento de su subordinado y le pide poder disponer deuna llave para entrar y salir libremente del laboratorio,para no perjudicar al conserje, alegando, además, sucondición de científico y los caprichosos requeri-mientos de los métodos de investigación histológica.Le comenta que su ausencia del laboratorio, ademásde a una gastropatía, se debe al insólito comporta-miento del conserje2.

El 8 de febrero, Cajal le contesta con unos argumentosque muestran las calumnias con que ha sido infor-mado. La intriga contra D. Pío estaba hecha y Cajalsólo había escuchado a los interesados en aquella.Hay, sin embrago, un párrafo de la carta que mereceespecial atención y que transcribimos:

Sin perjuicio a que reanuden V.V. sus tareas, si lodesean, creo, pues, que por ahora no queda másque una solución definitiva y satisfactoria paratodos: instalar a Ud. y a sus discípulos al par deNegrín, Cabrera y Calandre en laboratorio espe-cial. Para ello estoy practicando gestiones. Hevisitado el Museo de Historia Natural y la Resi-dencia de Estudiantes donde por cierto existe unpequeño local, ampliable con algunas obrascomplementarias, donde podrían V.V. insta-larse2.

D. Pío ve con muy buenos ojos esta solución de Cajal.Pronto se cumplirían sus deseos de poder trabajar‘libremente’ lejos del ambiente hostil del MuseoVelasco2. No obstante, Río-Hortega vuelve al labora-torio del Museo Velasco. Está a punto de terminar un

importantísimo trabajo donde desarrolla amplia-mente sus conclusiones sobre la morfología y la acti-vidad fisiológica de la microglía, prestando especialatención a la fagocitosis de los centros nerviosos. Aprincipios de junio sale su publicación sobre la acti-vidad fagocitaria de la microglía13 y se lo enseña aCajal, quien, tras leerlo: “...no fue demasiado explícitopero me aseguró que le parecía bien, que habíaalgunas afirmaciones arriesgadas pero que, noobstante, la resolución del problema había avanzadonotablemente”2 (figura 5).

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Figura 5. Aspecto de la corteza cerebral de gato con neuronas (A),oligodendroglía (B), glía protoplásmica (C) y vasos (D). Río-HortegaP. Tercera aportación al conocimiento morfológico e interpretaciónfuncional de la oligodendroglía. Mem. Soc. Esp. Hist. Nat. 1928; 14: 5-122

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En julio de 1920, asiste en París al Congreso Interna-cional de Fisiología y en la Facultad de Medicina, anteEugene Gley, realiza una serie de demostracionesprácticas con los métodos de Cajal para estudiar laneuroglía y el retículo de Golgi, y con el suyo propiopara ‘su’ microglía. El histopatólogo del King’s Collegede Londres, Da Fano, queda impresionado de susdescubrimientos y pronto solicitaría ser admitido enel laboratorio de Río-Hortega para aprender sustécnicas. Da Fano es su primer discípulo extranjero1.

A la vuelta recibe en el laboratorio a un nuevo asis-tente apellidado Vadillo. Este trataba infructuosa-mente de dilucidar cierto detalle histológico queCajal, con su mismo método, no había conseguidoaclarar. D. Pío le comentó que más le valdría desistiren su intento, ya que si el maestro, con igualdad decondiciones, no había obtenido ningún resultado,nadie sería capaz de tener éxito. Le aconsejó, empero,que de insistir, probara con otras técnicas. Vadillointerpretó a su manera (bastante tergiversada) estesuceso y se lo comentó, probablemente, a Lorente deNó o a Villaverde. Evidentemente Cajal fue informadopuntualmente de este hecho según la versión intere-sada. Río-Hortega añade: “Esta vez acertaron a tocarla fibra más delicada del maestro y éste dio, al fin,rienda suelta a sus sentimientos”2.

El 9 de octubre de 1920, Cajal escribe una fatídicacarta a D. Pío. Tomás es el encargado de entregárselapersonalmente. Entre otras cosas, el maestro dice:

Se me asegura por personas absolutamente veracesque Ud. ha afirmado estas cosas: 1º. Que no tieneUd. que agradecerme nada porque ni le he prote-gido ni le he aleccionado. 2º. Que Ud. se proclamadiscípulo exclusivo de Achúcarro rechazando todaconcomitancia espiritual conmigo. 3º. Que graciasa Ud. se publica la Revista del Laboratorio y 4º.Que no consiente Ud. a los becarios el empleo demis métodos de trabajo, aunque la índole de lostemas se lo imponga. Y otras cosas más agrias ygraves que me callo2.

Cajal concluye la carta sentenciando lo siguiente:

En conclusión: a fin de que nuestros respectivoslaboratorios no se conviertan en campo de agra-mante perdiéndose el tiempo en dimes y diretes yen rencillas que pueden degenerar en enojososchoques personales, le ruego a Ud. que no vuelvaa poner los pies en mi laboratorio. Podrá Ud.trabajar en el Laboratorio del Hospital o en el deCalandre en la Residencia de estudiantes mientrasyo gestiono de la Junta la adquisición de un localdonde pueda Ud. desahogar impunemente su

orgullo o su mal humor. Esperando la satisfacciónde no volver a verle a Ud. más, tanto en beneficiode mi salud que Ud. ha quebrantado estos díascomo en la de Ud., le saluda por última vez su ex-amigo y ex-protector S. Ramón Cajal2.

Este escrito fue exhibido en una pared del laboratorio;alguien se encargó, además, de realizar copias y dedifundirlas ampliamente por la Facultad de Medicina.Río-Hortega cae enfermo y decide escribir a Cajal yle propone que se convenza de que las acusacionesque le imputa son absolutamente injustificadas. Paraello le remite a los testimonios de M. Gayarre, G.Rodríguez-Lafora, J. Negrín, J. M. Sacristán, L.Calandre, F. Jiménez-Asúa, etc. En otro apartado dela carta le dice:

Me haría Ud. el más señalado favor si se dignaseefectuar lo que le propongo, pues aún suponiendoque esta carta lograse convencerle, con lo que nocuento, mi satisfacción no sería completa sinoprobando de una manera objetiva lo infundado delas acusaciones de que he sido objeto. En todocaso, el tiempo se encargará de poner todo enclaro. Rechazo, desde luego, toda responsabilidaden cuanto se me atribuya en lo sucesivo que novaya suscrito por mí o que no sean capaces desostener en mi presencia los que le lleven a Ud. lanoticia. Espero que Ud. me indique lo que he dehacer en adelante. Negrín me ha informado, de suparte, de que puedo contar con su ayuda y protec-ción en cuanto necesite para continuar mistrabajos, pero esto no puede bastarme si, como meanuncia en su carta, he perdido para siempre suestimación y amistad. De cualquier manera puedeUd. estar seguro de que mis sentimientos no hansufrido la más pequeña variación y de que, a pesardel inmenso disgusto mío de estos días, lamentomás el suyo propio2.

El 20 de octubre de 1920 Cajal responde a Río-Hortega2. Es una carta que muestra un intento conci-liador de Cajal pero con las típicas reservas de quien,de entrada, rechaza la versión que insinúa de calum-niadores a sus ‘fieles’ discípulos. En ella, el maestroafirma:

Uno de los motivos de mi afección hacia Ud. fuesu desinterés; que no ignora Ud. (y lo sabrá Ud.mejor dentro de algunos años) que la inmensamayoría de los aficionados al Laboratorio notratan de forjar ciencia, sino de procurarseméritos para concursos o cómodas plataformaspara atraer clientela. Pero por lo mismo, me handolido mucho y causado asombro y estuporexpresiones irritantes y frases molestas esca-padas de la boca de Ud., acaso durante accesosde gastralgia o de mal humor en malhora exte-

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riorizado… aunque en local aparte, Ud. conti-nuará siendo jefe del Laboratorio de Histopato-logía fundado por Achúcarro… Claro es queactualmente en el local ocupado por Negrín noestará Ud. muy cómodo, pero dentro de poco seconstruirá en las galerías de la Residencia unlocal más amplio y adecuado donde pueda Ud.instalar el material indispensable y laborar consus discípulos. Si, como confía Castillejo y nosha prometido el Ministro, se construye el Insti-tuto Cajal, correrá a cargo de Ud. una sección deHistopatología totalmente autónoma2.

Laboratorio de Histología Normal y Patológica

A finales de octubre, Río-Hortega inicia una nuevaetapa de su vida. Marcha a la Residencia de Estu-diantes donde, en la planta baja del pabellón llamado‘el transatlántico’, la JAE le ha cedido un pequeño localque tiene que transformar en un laboratorio cientí-fico. Allí, tiene los siguientes laboratorios adyacentes:el Laboratorio de Anatomía Microscópica, dirigidopor L. Calandre desde 1912 hasta 1931; el Laboratoriode Fisiología, dirigido desde 1916 por J. Negrín; elrecién instalado Laboratorio de Serología y Bacterio-logía de P. Suárez; y el Laboratorio de QuímicaGeneral, dirigido desde 1913 por J. Ranedo. Tiempoatrás, habían funcionado otros dos laboratorios: el deQuímica Fisiológica (1915-1919), dirigido por A.Madinaveitia y J. M. Sacristán, y el de Fisiología yAnatomía de los Centros Nerviosos (1916-1918), quehabía dirigido G. Rodríguez-Lafora14.

Río-Hortega va acompañado de varios colaboradores:Felipe Jiménez Asúa, Carlos Collado, Manuel Sánchezy también Vadillo y José María Villaverde, a quien lenombra becario y ayudante. El local es pequeño, frío,mal iluminado, con una subvención inicial de 3.000pesetas mensuales y con pocas posibilidades dereformas, pero poco a poco se irá convirtiendo en uncentro científico de relieve mundial al que acudirán,casi en procesión, investigadores interesados en losestudios del sistema nervioso. D. Pío está satisfechode encontrarse en aquel ambiente, rodeado de amigosy de estímulos. A este respecto nos cuenta: “Habíasalido de mi avispero acribillado de aguijonazos yhabía encontrado en la Residencia al antídoto de suveneno”2. El laboratorio recibe el nombre de Labora-torio de Histopatología del Sistema Nervioso de laJAE pero D. Pío lo bautiza con el de Laboratorio deHistología Normal y Patológica, “para dar mayorradio de acción a los trabajos”2.

De nuevo inicia sus investigaciones con toda inten-sidad, encaminadas a resolver el problema de la glíade escasas radiaciones, que bautizará con el nombrede oligodendroglía, y de la que aclarará su fina estruc-tura y su controvertida función.

A finales de 1920, Cajal publica dos trabajos cierta-mente encaminados a restar importancia a las inves-tigaciones de D. Pío. En el primero12, se apunta comodescubridor de una variante del método de Biels-chowsky supliendo con el líquido de éste el carbonatode plata de Río-Hortega, hecho que ya D. Pío habíanotificado casi tres años antes. En el segundo15, Cajalatribuye la primacía del descubrimiento de la micro-glía al escocés William Ford Robertson, que en 1900había descrito confusamente unas ‘mesoglia-cells’;células que en nada tienen que ver con la microglía deRío-Hortega y que incluso éste, tuvo que demostrarque se trataba en su mayor parte del tipo pequeño deoligondendroglía. Como dice López Piñero, “hay quedestacar que Cajal no conocía directamente la brevecomunicación de Robertson, cuyo apellido citóincluso incorrectamente”6.

A lo largo de 1921, D. Pío trabaja denodadamente enel frío laboratorio de la Residencia de Estudiantes.

En un par de meses había dado cima al tema dela glía interfascicular (bautizada ya oligoden-droglía) y avanzaba a completa satisfacción elestudio del origen de la microglía. Mis primerasconquistas fueron la demostración de las cuali-dades morfológicas de la “oligo”. Se trataba deuna variedad neuróglica perfectamente caracte-rizada que, contra la idea de Cajal, no era elverdadero tercer elemento del tejido nervioso.Este título correspondía, sin género de duda, ala microglía, cuyo origen mesodérmico se mehabía revelado ya enteramente al terminar elinvierno, no obstante la penuria de animales deexperimentación. Evidenciada la nueva especieneuróglica y encuadrada dentro del ‘segundoelemento’ del tejido nervioso, me puse a dibujary escribir como si se tratara de mi primer artí-culo. Tenía que oponerme una vez más a lasideas del maestro y lo hacía muy cohibido peroya era improcedente mirar atrás y desandar loandado.

En verano, D. Pío va a París para hacer unas demos-traciones prácticas de sus métodos y descubrimientosante su antiguo profesor L. Auguste Prenant y anteJean Nageotte, Catedrático de Histología del Colegiode Francia. Progresivamente Río-Hortega se va consa-grando en los laboratorios extranjeros y su nombre

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comienza a encontrarse en la bibliografía médicamundial2.

Aparece publicado el trabajo de D. Pío ‘El tercerelemento de los centros nerviosos. Histogénesis yevolución normal, éxodo y distribución regional de lamicroglía’, comunicación presentada en la RealSociedad Española de Historia Natural el 2 de febrerode 192116. Río-Hortega envía inmediatamente a Cajalun ejemplar con una carta en la que le escribe:

El temor de disgustar a Ud. ha pesado tanto enmi ánimo que antes de decidirme a sostener miprioridad en el conocimiento de la glía mesodér-mica he vacilado mucho y hasta he llegado apensar en no hacerlo. Al decidirme he supuestoque Ud. me disculpará si reflexiona lo quehubiera hecho en caso semejante al mío. Si aúnasí le desagrada mi defensa, crea Ud. en la since-ridad de mi propósito de evitarle disgustos ysírvale de satisfacción, como a mí, saber que,probando mi prioridad en el estudio de la micro-glía, he demostrado también que su conoci-miento pertenece por completo a la escuelaespañola de Cajal. Por mi parte, lamento nosaber honrarla de mejor manera2.

El 1 de noviembre, Cajal contesta a D. Pío y reconocesu mérito en el trabajo de la microglía pero asienteque todavía debe estudiar el tema con mayor deteni-miento, observando él directamente los trabajos deRobertson y aplicar a los cortes su método delplatino2.

A mediados de enero de 1922, D. Pío decide hablarcon Cajal en el café El Prado donde, a solas, solíareposar una hora todas las tardes. Hablaron de lafamilia, de los laboratorios y de la microglía y la oligo-dendroglía. A este respecto Cajal asintió que recono-cería su prioridad del descubrimiento en el momentooportuno. Al final D. Pío nos cuenta: “Me levantésatisfecho de que hubiera renacido, más bien parecíaacrecentado, al afecto hacia mí del maestro”2.

Río-Hortega comienza a trabajar en un tema que leatrae desde hace años, especialmente desde lostrabajos de Achúcarro y Juan Sacristán: la glándulapineal. Aparte de una breve comunicación que yapresentara en 1916 en la Sociedad Española deBiología17, entre 1922 y 1928 va a publicar una trilogíasobre el tema en cuestión: células parenquimatosas(1922)18; substratum neuróglico (1928)19 y actividadsecretora de las células parenquimatosas y neuróglicas(1928)20. El método histológico que utiliza es su

impregnación del carbonato de plata. Su trabajoresultó ser el estudio estructural sobre la epífisis máscompleto realizado hasta la fecha y así fue conside-rado internacionalmente2.

D. Pío va frecuentemente a charlar con el maestro alcafé El Prado. Suelen hablar de las obras del nuevoInstituto Cajal pero, éste, no parece estar muy ilusio-nado con el proyecto. D. Santiago confiesa a Río-Hortega que es consciente de que en su laboratorio notodo es compañerismo y que ve cierto recelo en elcomportamiento de algunos discípulos. D. Pío, por suparte, sabe que, a excepción de Castro y especialmentede Lafora, con quienes mantiene una buena amistad,los miembros del Laboratorio de InvestigacionesBiológicas siguen mostrándole una clara desafecciónincluso delante de los científicos extranjeros2.

Llegados a este punto, nos parece oportuno incluir acontinuación una interesante reflexión de Río-Hortega:

Era por demás chocante que, a pesar delrenombre inigualado de Cajal y la importanciade su escuela neurológica, sólo raros extranjeroshabían ido a completar su formación en ella.Para los estudiosos internacionales, España sehallaba aún fuera de ruta y ni siquiera Cajal, quedebía haber atraído, como en peregrinación,devotos de todo el mundo, consiguió hacer elmilagro. Cierto que, en lugar del gran Institutocatedralicio que el Estado debió haber ofrecido,veinte años antes, al maestro, éste laboraba en unlocal vergonzante. La escuela de Cajal no habíadesarrollado ningún movimiento expansivo y sehallaba enquistada como en una capillita, inte-grada sólo por españoles que, para confirmacióndel dicho vulgar, eran pocos y mal avenidos. ¿Aqué se debería, pues, el fenómeno de que a partirde 1921 fuesen cada vez más abundantes losextranjeros que acudían a ella?2.

Con la reforma del laboratorio, éste tuvo cabida paraocho mesas, que iban a ocupar los ocho asistentes de D.Pío: F. Jiménez-Asúa, C. Collado, M. López Enríquez,Luna, R. Alberca Lorente, R. Vara López y A. Gallego.En 1922, fueron llegando otros jóvenes científicos que,en un principio, se alternaban en el uso de las mesas: I.Costero y S. Alvarado. Sobre el trabajo con sus discí-pulos, D. Pío dice:

Les hacía notar la falta de sitio pero, ¿cómo meresistía a que fuesen por allí a ver la ejecución deciertos métodos? Ocuparme del trabajo de tantosera muchos días agobiante pero lo hacía comoun deber gratísimo. Cumpliéndolo se resentíamucho mi labor personal, ya harto mermada por

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las dificultades de la experimentación. Entreellos mismos (los discípulos) no faltaba tampocola necesaria colaboración. Yo había procuradoformar allí un bloque de amigos cuyo núcleo decristalización era el lema, jamás enunciado, detodos para todos. Armonía. Ayuda mutua. Nadade secretos en el laboratorio. Puertas abiertas yconciencias abiertas2.

Realmente, este ambiente en nada se parecía al del Insti-tuto de Investigaciones Biológicas.

En mayo de 1923, Cajal publica su tercera edición deRecuerdos de mi vida. Historia de mi labor científica21,23.D. Santiago dedica un párrafo poco visible para exponersus ‘actuales’ ideas sobre la controvertida microglía. Parael maestro, éste debía ser el momento oportuno para dara conocer su postura. Entre otras cosas dice:

La mesoglía o microglía de los centros nerviososconstituye una de las adquisiciones más valiosasde la escuela española. De ella no se tenía la menoridea hasta que Achúcarro la observó en la subs-tancia gris, presentándola bajo la forma de célulasfusiformes o estrelladas, de escasas y poco ramifi-cadas expansiones. Aunque el malogrado sabioespañol sólo las vio en ciertos estados patológicos,anunció ya la posibilidad de que se tratara de unfactor normal de la constitución de los nervios. Pornuestra parte, hace años (1913) topamos tambiénen la substancia blanca del cerebro con unelemento especial, que designamos neuróglicoheterotípico, fusiforme, y con escasas expansiones.Pero es preciso reconocer que el descubrimientode la generalidad de este corpúsculo microglial yla descripción de las diversas formas que adoptaen el cerebro se debe a Río-Hortega, el cual hapuesto de manifiesto sus fases evolutivas y suorigen leucocítico. Para ello se ha valido de sumétodo especial del carbonato de plata. Acasoalgún autor extranjero, quizá Roberston (sic),vislumbró, en preparaciones imperfectas, tan inte-resantes elementos; mas como ni los describió conprecisión ni los dibujó tampoco, es imposibledecidir a ciencia cierta qué cosa sea la que calificóde mesoglía. También debemos a Río-Hortega lademostración de que las Stäbchenzellen de Nisslconstituyen una variedad de la microglía21.

En otra página, a modo de nota, añade:

En los últimos años la abundancia de aficionadosy la angostura del local (del Laboratorio de Inves-tigaciones Biológicas) ha obligado a crear nuevoslaboratorios de Histología. La más activa de estashijuelas es la dirigida por Río-Hortega. En ella sehan ilustrado ya algunos discípulos sobresalientes,tales como Gimenez Asúa (sic), Collado, etc.21,23

Sin duda, merece la pena transcribir a continuación lospensamientos de D. Pío respecto a estos comentarios deCajal:

Pese a los sentimientos amistosos que me habíamanifestado, perseveraba en la injusticia. Quizápersistiese en los estratos más hondos de suconciencia algún pozo que frenara su voluntadde rectificar abiertamente, porque la resistenciase mostraba no sólo en el libro de memorias sinotambién en la edición última del Manual deHistología. Las páginas de este libro, en las queera forzoso hablar de microglía, ofrecían algunaspeculiaridades. Para mermar importancia alasunto, se trataba de él en la letra pequeña desti-nada a los empollones y para que no aparecieseyo como descubridor, sin serlo tampocoRobertson, se usaba el subterfugio de empezar ladescripción por las células llamadas ‘en baston-cito’, estudiadas por Nissl y Achúcarro muchomás antes que por mí, sin que nadie llegase acomprenderlas, y cuya procedencia microglialhabía yo probado. Por obra de este métodosingular, la microglía parecía proceder de aque-llas células; lo normal de lo anormal; la madre delas hijas. Pero, además, así yo no había descu-bierto el tercer elemento del tejido nervioso, sinoque había ensanchado, no más, el conocimientode las ‘células en bastoncito’ que, por serelementos patológicos no había por qué describiren un libro de Histología normal. Lo sorpren-dente es que en ediciones sucesivas se mantieneel equívoco dándose el caso pintoresco de quecualquier libro extranjero trata la microglía másintensamente y mejor que el de Cajal, suscritotambién por Tello2.

A principios de 1924 los influyentes investigadoresalemanes H. Spatz y A. Metz22 escriben un trascen-dente artículo sobre la microglía en la que confirmanla exactitud de los hechos descritos por Río-Hortegay aceptan sus interpretaciones. Este escribe:

Antes de que apareciese la referida publicación,poseía informes de que ambos investigadores sehallaban enfrascados en el estudio de la micro-glía. Se aplicaban al tema tan apasionadamenteque casi a diario practicaban mi método (Horte-gasche Methode), conjugando, como ellos decíanen el argot del laboratorio, el verbo hortegieren(horteguear). Hortegieren Sie heute? se pregun-taban, al decir de Prados, a cuya espléndidaamistad debo rendir homenaje. Si los dilectosamigos Sacristán y Sanchís Banús, que se apre-suraron a darme noticia del artículo de Spatz yMetz, creyeron que estallaría de júbilo, se enga-ñaron un tanto. El motivo era estupendo peroera cosa prevista que llegaba con cierto retraso.Entre los colegas de la casa de enfrente (del labo-ratorio de Cajal) los sentimientos no fueron dealborozo aunque, para alivio de su decepción,Spatz y Metz no suscribían el origen mesodér-mico de la microglía2.

De este último detalle, Río-Hortega se encargaría,algunos años más tarde, de convencer personalmente

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a los todavía incrédulos científicos. Por último, D. Píosentencia:

Los autores alemanes no desconocían los trabajosde Robertson ni el artículo de Cajal pero, acep-tando resueltamente mis conceptos de la oligo-dendroglía y la microglía y discerniendo lasdiferencias de los visto por Robertson y por mí,llamaban a la microglía células de Hortega.Lección estupenda para el maestro2.

A partir de 1925, la actividad científica de Río-Hortegase intensificó exponencialmente demostrando su capa-cidad docente a lo largo del mundo. Recibió en sulaboratorio de la Residencia de Estudiantes a los másafamados neurocientíficos, entre los que destacanWilder Penfield, Ludwig Aschoff, Percival Bailey,Creutzfeldt, Von Economo, Hussay, Bogaert, GordonHolmes, etc1 (figura 6).

Viajó con sus discípulos por Europa y América y recibiólos máximos galardones: doctor honoris causa por lasUniversidades de La Plata, Montevideo, Lima, México,Budapest, Oxford y Montpellier. Fue profesor extraor-dinario de las Universidades de Córdoba (Argentina),París, Florencia, Turín, Munich y Friburgo. Fuenombrado Caballero de la Legión de Honor. Propuestodos veces para el premio Nobel, jamás se le otorgóningún premio en España, antes al contrario, ningunainstitución académica española apoyó las dos nomina-ciones para el Nobel 1.

Su relación con Cajal se normalizó completamente(figura 7). Los últimos cafés del maestro fueron compar-tidos por D. Pío, más que ningún otro2. No obstante,cuando murió Cajal en 1934, los enemigos de D. Píosurgieron de nuevo. La vacante de Cajal en la Academiade Medicina le fue negada; es más, dieron el sillón aVillaverde, discípulo de D. Pío2.

Incluso ya en el exilio político, la Universidad de Oxfordrecibió sendos telegramas de la Casa de Salud de Valde-cilla y de la Universidad de Valladolid donde se protes-taba enérgicamente por la concesión del doctoradohonoris causa por aquella universidad inglesa en 19391(figura 8).

Sus trabajos en el campo de la oncología nerviosa sobre-salieron. La clasificación actual de los tumores cere-brales se basa en la que Cushing y Bailey modificaron apartir de la suya. Sus estudios sobre la glandula pineal

Figura 7.Carta de adhesión de Santiago Ramón y Cajal al homenaje reali-zado a Pío del Río-Hortega. Madrid, 12 de mayo de 1934.

Figura 6. Felipe Jiménez Asúa, Wilder Penfield, Julio Sánchez Lucas,Rodríguez Valderrama, Pío del Río-Hortega, Antonio Llomba. Residenciade Estudiantes, Madrid, 1924.

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persisten íntegros. Por no hablar de las nuevasfunciones, intuídas por Río-Hortega, que la oligoden-drogía ofrece a los estudiosos de los neurotransmisoresy el papel definitorio de la microglía en los fenómenosdegenerativos del sistema nervioso. El trabajo científicode Río-Hortega abarca el estudio global del sistemanervioso y, es evidente, que su recuerdo debe estar enaquellos que aman esta rama tan compleja y tan especialde la biología.

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Figura 8. Pío del Río-Hortega junto a Charles Scott Sherrington en el acto de investidura como doctor honoris causa en Ciencias por laUniversidad de Oxford. Oxford, 25 de febrero de 1939.

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20. Río-Hortega P. Constitución histológica de la glándulapineal. III. Actividad secretora de las células parenquima-tosas y neuróglicas. Medicina Latina. 1928; 1: 1-28.

21. Ramón y Cajal S. Recuerdos de mi vida: Historia de milabor científica. Madrid: Alianza Editorial; 1981.

22. Metz A, Spatz, H. Die Hortegaschen Zellen (das sogenannte‚„dritte Element”) und über ihre funktionelle Bedeutung).Zeitschr Ges Neurol Psychiat. 1924; 89(1): 138-70

23. Ramón y Cajal S. Recollections of my life. Traducido por E.Horne Craigie y Juan Cano. Cambridge: The MIT Press;1996.

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