Contenido - Facultad de Medicina Inicio. 58 Num. 4.pdf · Director de la Facultad de Medicina Dr. José Miguel Torre López (1919 - 2004) Fundador y Editor Emérito Boletín Informativo

ISSN-0188-9680

BOLETÍN INFORMATIVO DE LAFACULTAD DE MEDICINA

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SAN LUIS POTOSÍ

Vol. 58 Octubre - Diciembre del 2015 Núm. 4

ContenidoDoctorado al Dr. José Narro Robles ...........................................................................................163

palabras del Dr. Jesús Eduardo Noyola Bernal .......................................................... 165palabras del M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio .............................................. 169palabras del Dr. José Narro Robles ............................................................................. 173

San Luis Cardioprotegido ............................................................................................................183Medio siglo de la Generación 1960 - 1965 ................................................................................186

palabras del Dr. José de Jesús Macías Mendoza ........................................................ 186palabras del Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra .................................................. 190palabras del Dr. Rubén López Revilla ........................................................................ 193

Congreso Infantil de Salud Ambiental ......................................................................................198Segundo Congreso de Cuidados Paliativos ...............................................................................202Homenaje al Dr. Macías ..............................................................................................................204

palabras del Dr. Ricardo Castro Martínez ................................................................. 204palabras del Dr. José de Jesús Macías Mendoza ........................................................ 206

Historia del Laboratorio Renal ...................................................................................................210por la QFB Lilia de Ma. de Guadalupe Llamazares Azuaray el Dr. Manuel Rodríguez Martínez

Hábitos de lectura en los estudiantes .........................................................................................214por los doctores Ma. Dolores Brito Orta y Ricardo Espinosa Tanguma

Noticias ..........................................................................................................................................217Se publicó hace 25 años ...............................................................................................................221Se publicó hace 50 años ...............................................................................................................222

162 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SAN LUIS POTOSÍ (MÉXICO)

D I R E C T O R I O

M. en Arq. Manuel Fermín Villar RubioRector de la Universidad

Dr. Alejandro Javier Zermeño GuerraDirector de la Facultad de Medicina

Dr. José Miguel Torre López (1919 - 2004)Fundador y Editor Emérito

Boletín Informativo de la Facultad de Medicina. Octubre-diciembre 2015, V. 58. N. 4. Es una pu-blicación trimestral de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a través de la Oficina Editorial de la Facultad de Medicina. Venustiano Carranza 2405, Col. Los Filtros, San Luis Potosí, SLP, 78210, México. Editor Responsable: Dr. Edmundo Llamas Alba. Reserva de derecho de uso exclusivo del título No. 04-2006-092011085700-102. Licitud de Contenido No. 7322. Licitud de título No. 6824, otorgados por el Instituto Nacional de Derechos de Autor y la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. El Boletín se distribuye a través del Servicio Pos-tal Mexicano según contratación No. IM24-0004 del 16 de febrero del 2012, celebrado con la Adminis-tración Postal Regional ubicada en Avenida Universidad 526, Col. Centro, CP 78000. Este ejemplar se terminó de imprimir en los Talleres Gráficos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Avenida Topacio esq. con Bulevar Río Españita, Fracc. Villa Dorada, 78399, San Luis Potosí, SLP, con un tiraje de mil cien ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no reflejan necesariamente la postura de la Facultad de Medicina de la UASLP. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del dueño de los derechos y/o de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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DoctoraDo honoris causa a José Narro


El Dr. José Narro Robles, Rector de la Univer-sidad Nacio-nal Autónoma de México

(UNAM) recibió un doctorado hono-ris causa por parte de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en una sesión solemne del Consejo Directivo Universitario realizada en el Centro Cultural Bicentenario. Le otorgó el reconocimiento el M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio, Rector de nues-

tra Universidad. El Dr. José Narro ha trabajado en el desarrollo educativo de México y ha sido un constante defen-sor de la autonomía universitaria. En el evento de investidura estuvieron presentes el Gobernador del Estado, Dr. Juan Manuel Carreras López; su esposa, la Presidenta del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, Lic. Lorena Valle Rodrí-guez; la Presidenta de la Legislatura Local, Josefina Salazar Báez; el Lic. Ricardo Sánchez Márquez, Presidente del Supremo Tribunal de Justicia en

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el Estado; el Presidente Municipal de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Juárez; y el alcalde de Soledad de Graciano Sánchez, Ing. Gilberto Hernández Villafuerte. Antes de investir al Dr. Narro, el Dr. Jesús Eduardo Noyola Bernal, Ex-Di-rector de la Facultad de Medicina, hizo una semblanza biográfica del condeco-rado. Estas fueron sus palabras:

“ Estoy seguro de que la ya gran tradición en favor de la salud

de los potosinos en particular, y de

los mexicanos en general, será mante-nida por las generaciones que ahora estudian y por las que hoy enseñan, como testimonio de mi convicción en favor de la universidad pública y de la seguridad de que la Universidad Autónoma de San Luis Potosí seguirá acumulando éxitos en su misión y logros en la defensa de su primicia como entidad Autónoma”. Lo ante-rior es un fragmento del pensamiento que dedicara a nuestra Facultad de Medicina el Dr. José Narro Robles el día de San Juan del año 2008 con


motivo de la conferencia Evaluación y salud en el Auditorio de la Facultad de Medicina de nuestra Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

El Dr. José Narro Robles nació en Saltillo el cinco de diciembre de 1948. En el año de 1973 se tituló como médico cirujano con mención honorífica en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México; esta misma institución le abrió las puertas recibiéndolo en 1974 como integrante de su personal acadé-mico.

De 1976 a 1978 realizó estudios de posgrado en Medicina Comunita-ria en la Universidad de Birmingham, Inglaterra. A su regreso a la patria se reintegró a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como catedrá-tico de medicina preventiva, medi-cina familiar y salud pública. En la universidad ha ocupado la jefatura del Departamento de Medicina General y Comunitaria, ha sido Director Gene-ral de Extensión Académica, Direc-tor General de Planeación, Secretario

General de la Universidad y Coordi-nador General de la Reforma Univer-sitaria. En febrero del 2003 la Junta de Gobierno de la UNAM lo nombró Director de la Facultad de Medicina, y en noviembre del 2007 se le designó Rector de su Universidad; fue reelecto para un segundo mandato de 2011 a noviembre del presente año.

En la administración federal ha ocupado varios cargos siendo los más importantes el de Secretario de Salud y Director General de Salud Pública para el Departamento del Distrito Federal. Ahí mismo fue Direc-tor General de Servicios Médicos. También ha sido Secretario General del Instituto Mexicano del Seguro Social, Presidente de la Fundación Cambio XXI y del Instituto Nacio-nal de Ecología. En la Secretaría de Gobernación fue Subsecretario de Población y Servicios Migratorios y Subsecretario de Servicios de Salud de la Secretaría de Salud.

Ha desarrollado múltiples proyectos de investigación que lo han llevado a publicar más de 220 artícu-

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los científicos en revistas mexicanas y extranjeras, así como capítulos de libros. Sus temas principales han sido la educación superior, la salud pública y la educación médica.

El Dr. José Narro Robles ha reci-bido numerosos reconocimientos: el Consejo de Salubridad General del gobierno de la República le otorgó la Condecoración Eduardo Liceaga; los doctorados honoris causa de las Universidades de Birmingham, Ingla-terra, Ricardo Palma de Perú, Juárez Autónoma de Tabasco, Autónoma de Sinaloa, de Quintana Roo, Autónoma de Chiapas, Autónoma del Estado de México, Autónoma de Aguascalientes, de la Benemérita Autónoma de Puebla, de la Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca y del Colegio del Estado de Hidalgo; el Galardón de Oro de la Universitat Ramón Llull de Barce-lona, la Orden Bernardo O´Higgins del Gobierno de la República de Chile, la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica otorgada por el Reino de España, y la Orden de la Legión de

Honor en Grado de Oficial por el Gobierno de la República Francesa.

Desde 1992 es miembro de la Academia Nacional de Medicina, a partir del 2004 pertenece a la Acade-mia Mexicana de Ciencias y es miem-bro por invitación de la Academia de Ciencias Médicas del Instituto Mexi-cano de Cultura. En octubre del 2007 ingresó a la Real Academia Nacional de Medicina de España como acadé-mico correspondiente extranjero. Ha sido asesor de la Organización Mundial de la Salud, presidente de la Asociación Mexicana de Medicina General Familiar, e integrante de numerosas Juntas de Gobierno de los Institutos Nacionales de Salud. En 2003 el Colegio Mexicano de Medi-cina Familiar estableció un premio con su nombre.

Esta noche la Universidad Autó-noma de San Luis Potosí se engalana con la presencia del Dr. José Narro Robles, funcionario intachable, gran educador, que ha buscado siempre la excelencia de las instituciones educati-vas de nuestro país, sobre todo en las


dedicadas a la salud de México y que se han hermanado con nuestra máxima Casa de Estudios en la defensa de la Autonomía. Dr. José Narro Robles:

la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se complace y enorgullece en contarlo entre los doctores honoris causa de esta casa.

El Dr. José Narro Robles y la Junta Suprema de Gobierno de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Aparecen el Ing. Jaime Valle Méndez, Dr. Jorge Arturo Zermeño Ybarra, CP. José Eutimio Hernández Garza, Dr. José Narro Robles, Dr. Juan Manuel Carreras López, M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio, Dr. Pedro Villaseñor González, Lic. Juan Manuel Tejada Tayabas.

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En el acto de investidura, hizo uso de la palabra el M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio:

“ La defensa de la Universidad y de su autonomía es defensa de

la democracia y nos compete a todos: estudiantes, profesores y autoridades”.

El Dr. José Narro Robles y la Junta Suprema de Gobierno de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Aparecen el Ing. Jaime Valle Méndez, Dr. Jorge Arturo Zermeño Ybarra, CP. José Eutimio Hernández Garza, Dr. José Narro Robles, Dr. Juan Manuel Carreras López, M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio, Dr. Pedro Villaseñor González, Lic. Juan Manuel Tejada Tayabas.


Con estas palabras, uno de los Recto-res más recordados de la Universi-dad Nacional Autónoma de México, Javier Barros Sierra, argumentó el postulado central de las universida-des públicas: la democratización del conocimiento y la autonomía como ejes fundamentales para lograrlo.

Estoy convencido que la defensa de la autonomía universitaria no se reduce a un mero discurso o a la respuesta que como instituciones públicas de educación superior asumi-mos ante acontecimientos específicos. Es más bien un ejercicio cotidiano de nuestro devenir institucional que se ve reflejado en cada una de las acciones que llevamos a cabo. La investidura de doctor honoris causa como máximo reconocimiento que otorga nuestra Universidad, y como lo manifiesta la Legislación Universitaria, significa el reconocimiento de los méritos excep-cionales a quienes han aportado en materia de ciencia, educación, inves-tigación, arte, cultura y en cualquiera que sea su ejercicio profesional.

El día de hoy, los integrantes de esta comunidad universitaria nos hemos congregado para recibir en el claustro de nuestros doctores hono-ris causa a una persona que desde los distintos rubros en los que se ha desempeñado manifiesta los más altos principios de la vocación universitaria: el Dr. José Narro Robles. Su liderazgo y visión en el ámbito académico han nutrido de manera ejemplar el espí-ritu y funcionamiento de las institu-ciones públicas de educación supe-rior de nuestro país. De acuerdo a lo anterior, la semblanza presentada por el Dr. Jesús Eduardo Noyola Bernal, como presidente del Jurado de Honor convocado a efecto de dictaminar la propuesta de conferirle el título de doctorado, ha puesto de manifiesto la larga lista de méritos que hacen del Dr. Narro Robles un nuevo integrante de nuestra comunidad.

Las universidades son universa-lidad de ideas y encuentran sus raíces más profundas en todos los aspectos que la vida académica es capaz de abarcar, de tal manera que se convier-

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ten en aliados estratégicos permanen-tes para el desarrollo social, cultural y humano de todos los pueblos. Nunca se debe perder de vista que la educa-ción es el elemento indispensable que permite al ser humano el desarrollo pleno de sus capacidades en todos los sentidos.

Este año nuestra Universidad cumplió 92 años de autonomía, los que se han convertido en nuestro más valioso legado. Esto radica en el hecho de que los motivos que propi-ciaron su aparición se encuentran sustentados en uno de los derechos fundamentales del ser humano: la libertad. Hoy podemos hablar de la

Los doctores Alejandro Javier Zermeño Guerra y José Narro Robles al final del acto de investidura.


autonomía como un principio inalie-nable de la universidad pública en México, elevado a rango constitucio-nal, y que garantiza una educación sin ataduras políticas o de cualquier otra índole.

De acuerdo con uno de los prin-cipios fundamentales que ha susten-tado constantemente el Dr. José Narro, la educación debe entenderse como un bien público y social que otorga bienestar e ilimitadas posibilidades de desarrollo. Nuestro homenajeado ha dicho en varias ocasiones que el desempeño de su actividad profesio-nal y académica ha sido siempre fiel a la naturaleza misma de la Universidad.

El papel que el doctor Narro desempeña es fundamental, es una voz que ha puesto de manifiesto muchas de las preocupaciones y reali-dades por las que atraviesa nuestra juventud y reflexiona sobre el papel preponderante que desempeñamos como instituciones responsables de su preparación. La cercanía con nuestra Universidad ha permitido valorar en su persona el liderazgo construido

a través de los años y la experiencia acumulada en todos los puestos en los que ha ejercido su criterio y capa-cidad asertiva en la toma de decisiones. Reconocemos los innumerables méri-tos académicos y profesionales que lo distinguen, son sus cartas de presen-tación como reflejo de la convicción que ha tenido desde su formación humanista, destacando siempre los valores distintivos de la vida univer-sitaria. Frente a las responsabilidades ejercidas se ha caracterizado por ser una persona de carácter conciliador, respetuoso de los procesos históricos, las opiniones y las distintas maneras de pensar.

Hablar del doctor José Narro es sinónimo de Universidad Nacional Autónoma de México. Su nombre queda ligado indisolublemente a la historia de esa gran Institución. Su cercanía y sensibilidad hacia los jóve-nes, así como a los retos que enfrentan, lo convierten en una voz autorizada para el análisis y la propuesta de solu-ciones en torno a la educación superior y su problemática. Nuestro homena-

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jeado representa un puente generacio-nal con ellos, en cuyo favor defiende los ideales y postulados que han cons-truido el devenir de la educación supe-rior pública de México.

Dr. José Narro Robles: reco-nocemos en usted a un humanista que impulsa la mejora de las condi-ciones educativas de los jóvenes de México, un médico y universitario que representa los más altos valores que sustentan y que promueve la univer-sidad moderna. Reconocemos a un mexicano que entrega su trabajo por el bienestar de la sociedad y que se distingue en los ámbitos donde se ha desarrollado por mostrar que el cono-cimiento y la formación profesional que ofrecemos debe estar al servicio de los demás, en la búsqueda cons-tante del cambio social.

La Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con más de 390 años de historia educativa y la sólida tradi-ción de autonomía que nos caracteriza, le otorga este grado honorífico por su destacada contribución al desarrollo educativo del país desde el sistema

universitario, por su sensibilidad e impulso hacia la juventud, y por su constante defensa de la autonomía. Dr. José Narro Robles, bienvenido al claustro de los doctores honoris causa de esta su universidad: la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Visiblemente emocionado el Dr. José Narro Robles, Rector de la UNAM, expresó su agradecimiento con las palabras que en seguida repro-ducimos:

A gradezco sinceramente la gran distinción que me hace la

Universidad Autónoma de San Luis Potosí a través de su Consejo Direc-tivo Universitario al otorgarme el doctorado honoris causa. Extiendo mi gratitud a toda la comunidad de esta espléndida institución: a sus acadé-micos, estudiantes y trabajadores; al doctor Alejandro Javier Zermeño Guerra, Director de la Facultad de Medicina, y al Dr. Jesús Eduardo Noyola Bernal; de manera especial al señor Rector, M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio. Una mención


especial para el señor Gobernador, muchas gracias por acompañarnos, por dedicarnos este tiempo.

El honor que se me concede no es sino un reconocimiento a mi Universidad y a las universidades públicas del país, así como a quie-nes trabajan en favor de la educación superior pública. México requiere en este nivel, hoy más que nunca, educa-ción de calidad. Una educación que ofrezca a nuestros jóvenes un mejor futuro. Por ello es que, a nombre propio y de todos los que sostienen que la educación superior pública debe fortalecerse y ampliarse en el país, recibo con emoción esta consi-deración que me llena de orgullo. Mi gratitud se fortalece por recibirlo de esta casa de estudios, de una Insti-tución comprometida con el avance del conocimiento y el desarrollo de la sociedad, de la primera en el país en lograr la autonomía hace más de 90 años, y por tanto, ejemplo y modelo para muchas que la siguieron.

Muchos han sido los egresados de esta Institución que han aportado

cosas valiosas al país, tanto desde que fuera refundada con su nombre actual, como antes en las denomina-ciones previas. Este es el caso de José Ponciano Arriaga Leija (1811 - 1865),

“padre de la Constitución de 1857”, o de Manuel José Othón Vargas (1858 - 1906), poeta de altos vuelos y educador sobresaliente.

Mayor es mi satisfacción al ser honrado en una tierra donde nacieron personajes importantes para la cultura nacional y en especial para la Univer-sidad Nacional Autónoma de México como los Ex-Rectores Valentín Gama y Cruz (1868 - 1942) y Antonio Castro Leal (1896 - 1981), ambos reconoci-dos como académicos sobresalien-tes y como hombres de gran visión y plenos en realizaciones. Nuestro país requiere de individuos como ellos, de personas con visión de largo plazo y capaces de lograr grandes tareas.

Para conseguir lo anterior nece-sitamos resolver múltiples problemas: mejorar la educación para fomentar la creatividad y la conciencia crítica, al tiempo que aportamos a la consolida-

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ción de un sistema de valores cívicos que se ubiquen por encima de la idea del éxito material y rápido. Es nece-saria una educación que genere formas más certeras en el diagnóstico de los grandes problemas sociales en nues-tro país, por ende, nuevas maneras de contribuir a una solución.

En esta presentación me voy a referir a dos grandes asuntos: el problema de la pobreza y la desigual-dad y el de la educación, particular-mente la de nivel superior. Dejo en claro que se trata de solo dos de nues-tros grandes pendientes, pero de dos de los fundamentales y sin los cuales no es posible entender muchos otros. En los dos casos se trata, además, de imperativos éticos y de orden racional.

El mexicano ha sido desde sus orígenes un Estado con una fuerte vocación social. La Constitución política de 1917, uno de los mejores productos del movimiento revolucio-nario, marcó la acción gubernamental en nuestro país durante gran parte del siglo XX.

De nuestro documento funda-mental derivan en buena parte las instituciones con que contamos. Su establecimiento, al amparo de la Constitución, fue fundamental para el surgimiento del México moderno, para la integración de una sociedad heterogénea y con frecuencia enfren-tada. La creación de instituciones sociales resultó un elemento indispen-sable para alcanzar la cohesión de la nación, para su progreso y evolución.

Una forma concreta de apre-ciar los cambios consiste en compa-rar algunos indicadores básicos en dos puntos temporales, por ejemplo, a mediados del siglo pasado y en la actualidad. Podríamos apreciar que la esperanza de vida al nacimiento aumentó en más de 25 años, la morta-lidad infantil disminuyó casi 85 por ciento, la cobertura de la educación superior se multiplicó cerca de 120 veces y hoy supera los 3.5 millones de estudiantes.

Esto se registró en medio de un crecimiento demográfico impresio-nante: mientras que en 1950 la pobla-


ción del país no llegaba a 26 millo-nes de habitantes, se estima que en la actualidad superamos fácilmente los 120 millones. Esto significa un incremento de más de 95 millones de personas o la multiplicación de la población de 1950 por cinco veces.

A pesar de todos nuestros problemas, el país supo enfrentar el reto demográfico. Se pudieron ofre-cer servicios de salud y de educación a amplios sectores de la población, generación de millones de empleos, construyéndose viviendas en esa misma dimensión, además de que se desarrolló buena parte de la infraes-tructura del país: aeropuertos, carre-teras, presas, instalaciones generadoras de energía y, por supuesto, la dotación de servicios sanitarios fundamentales a amplios sectores de la población.

México es una nación llena de paradojas. Por una parte tiene enor-mes potencialidades, cuenta con historia, cultura y grandes recursos naturales; en suma, dispone de un sistema de instituciones al igual que con jóvenes talentosos, comprometi-

dos y emprendedores. En contraste, seguimos arrastrando problemas secu-lares como la desigualdad, la pobreza y la injusticia que no hemos sabido ni podido resolver al paso de los siglos. A esas dificultades de siempre se añaden otras más, también de viejo cuño pero que se han agudizado, como la insegu-ridad y la violencia.

El asunto de la desigualdad alcanza en el país signos delicados. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, mientras que el diez por ciento de los mexicanos más ricos acumula un 35 por ciento del total de los ingresos disponibles, el diez por ciento más pobre solo obtiene el dos por ciento. Una diferencia de casi 18 veces.

En el mundo ocupamos el lugar 108 entre 133 naciones cuando la desigualdad se mide con el coefi-ciente de Gini. En esa clasificación nos encontramos a solo 25 lugares de la nación más desigual del mundo, y a 107 del país con la mejor distribución del ingreso.

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Otro de nuestros problemas ancestrales es el de la pobreza, que afecta a millones de mexicanos. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, entre 2008 y 2014 el número de pobres se incrementó de 53 a 55 millones, en tanto que el número de personas que viven en pobreza extrema disminuyó en 400 mil individuos al pasar de 12 a 11 millones.

No es posible ser indiferentes cuando grandes núcleos de la pobla-ción sufren desigualdad económica, en particular cuando entre los más pobres se encuentran jóvenes, mujeres e indígenas. Ha llegado el momento de derrotar males seculares como esos. Si de verdad queremos avanzar haríamos bien en tomar en cuenta lo que algunos estudiosos y la propia Organización de las Naciones Unidas han propuesto al respecto: la elabo-ración de políticas sociales integrales, el reconocimiento de la existencia de diversos mecanismos para reducir la pobreza y la desigualdad, el estímulo al crecimiento económico y el cambio

estructural que generen empleos productivos, la mejor captación de recursos fiscales, el fortalecimiento de la democracia y de las estructuras polí-ticas, el alineamiento de las políticas sociales y económicas con los arreglos institucionales y políticos requeridos para vigorizar la vida institucional.

Después de más de 30 años de seguir con todo apego este modelo de desarrollo, es justo reconocer que ese modelo no ha resuelto, y no parece que resolverá, la deuda histórica con los pobres por herencia, con los anal-fabetos de siempre, quienes enferma-rán y morirán como sus ancestros. Me queda claro que la pura apuesta por el crecimiento de la economía y por el aumento de la productividad, o pensar que el mercado hará de forma justa la distribución de la riqueza, no ayudarán a resolver las grandes diferencias que tenemos.

Hago ahora otros planteamien-tos respecto del asunto que nos ocupa sistemáticamente en las universida-des: en el mundo de hoy el progreso económico de las naciones depende en


parte de su capacidad para aprovechar las ventajas del saber. Las sociedades que más han avanzado en lo econó-mico y lo social, son aquellas que han logrado cimentar su progreso en el conocimiento. De hecho, la expe-riencia mundial muestra la existencia de una estrecha correlación entre el nivel de desarrollo de los países en su sentido amplio, con la fortaleza de sus sistemas educativos y de investigación científica y tecnológica.

Según estudios de la Organiza-ción para la Cooperación y el Desa-rrollo Económico (OCDE), un año adicional de escolaridad incrementa el producto interno bruto per cápita de un país entre cuatro y siete por ciento. El promedio de escolaridad en México es ya de nueve años, un logro indiscu-tible que todavía se queda corto si se compara con el promedio de los países de desarrollo humano elevado, donde la escolaridad es de 12 años.

Solo los países que eleven su nivel educativo, que reduzcan las desigualdades y que hagan de la educa-ción el motor de su desarrollo tendrán

viabilidad en el concierto actual de las naciones. La educación es, junto con la salud, uno de los mejores iguala-dores sociales. Desarrolla las capa-cidades y genera oportunidades que contribuyen a que disminuyan las desigualdades.

Nuestras instituciones educativas tienen un gran adeudo con los jóvenes mexicanos cuya situación requiere de atención urgente con medidas radica-les y acciones de largo alcance. En México, según datos del censo del 2010, hay más de medio millón de jóvenes entre 15 y 29 años de edad que son analfabetos, al tiempo que, por otra parte, somos el país de la OCDE con menor cobertura de educación superior. En el bachillerato, el prome-dio nacional alcanza ya 75 por ciento de la población, y nos hemos fijado como meta nacional que en el 2022 se alcance la cobertura universal.

En cuanto a la educación supe-rior, se debe reconocer que se han logrado avances en la cobertura. En los últimos 45 años el número total de estudiantes de este nivel pasó de

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Momento en que el Gobernador del Estado, a nombre del Rector de la Universidad entrega el diploma que lo acredita como doctor honoris causa al Dr. José Narro. El M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio, el Dr.

Juan Manuel Carreras López, y el Dr. José Narro Robles.


250 mil a poco más de tres millones y medio. Esta expansión implicó que la cobertura nacional se modificara del seis al 35 por ciento. La cifra es sin duda alentadora, pero todavía insufi-ciente para un país como el nuestro.

Sin oportunidades de educación y desarrollo profesional nuestra juven-tud pierde la esperanza en el futuro y la credibilidad en los valores de la convivencia democrática y política. Es mucho lo que se desperdicia por no invertir en educación y en los jóvenes.

Es necesario emprender accio-nes para una vida digna de los futu-ros jóvenes, dándoles expectativas y ofreciéndoles empleos y ocupaciones productivas que los alejen de las adic-ciones y el delito. Así ayudaremos a evitar que cada año haya de más de diez mil embarazos en niñas menores de 15 años, y más de 350 mil en las adolescentes de 15 a 19 años.

Toda inversión pública en el campo es bienvenida, y todo lo que la detenga debe combatirse porque se convierte en un lastre para el futuro. El crecimiento económico es condi-

ción necesaria para mejorar los niveles de vida de nuestra sociedad. El fin último y principal de una economía es mejorar el nivel de desarrollo humano de la población. De no hacerlo será imposible entrar a la economía del conocimiento, estaremos hipotecando el futuro del país, y nuestras genera-ciones enfrentarán, con justicia, los reclamos del futuro. En este, como en otros aspectos de la vida nacional, necesitamos enfoques integrales que realmente resuelvan los problemas, y no acciones parciales que se tradu-cen solo en paliativos. Se requiere de múltiples acciones paralelas y articu-ladas.

México vive hoy un momento importante. Contamos con un sistema democrático que fortalece nuestra vida colectiva y que nos hace sentir opti-mistas. Atrás quedaron los tiempos en que los menos lograban imponer sus intereses al resto de la sociedad. Hoy tenemos instituciones fuertes que aseguran la transición pacífica y civi-lizada del poder, que garantizan que los votos cuenten y que se respeten los

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resultados. La voz de los ciudadanos se ha impuesto a los desequilibrios del poder. La educación, junto a la inves-tigación, el desarrollo tecnológico, la innovación, el arte y la cultura, son las vías por las que debe transitar el futuro de la nación.

Los políticos y los partidos han demostrado que pueden lograr acuer-dos respecto a los problemas más urgentes. Las reformas aprobadas por la mayoría del Congreso de la Unión y respaldadas por las Legislaturas de las entidades federativas representan pasos importantes en la ruta que se seleccionó. La sociedad, de la que forman parte las instituciones públicas de educación superior debe demandar a los poderes públicos contar con las ideas para lograr grandes realizaciones.

Hoy México tiene una econo-mía estable, una economía conside-rada entre las más sobresalientes del mundo. Somos de las economías emergentes con mayor solidez para enfrentar la crisis actual y las que se puedan presentar. El futuro debemos construirlo desde ahora.

Debe haber caminos que nos lleven a mejores sitios, políticas públi-cas que permitan a México ser una nación más productiva y competitiva, una nación moderna. Debe ser posi-ble transitar por nuevos esquemas de desarrollo, donde el conocimiento sea valorado y utilizado. La cultura debe ser preservada y difundida. Tendre-mos que construir una sociedad donde no haya exclusión y todos puedan desarrollar sus capacidades mediante el acceso a los bienes y servicios esen-ciales. Tenemos la obligación de cons-truir un México donde no existan ni hambre ni pobreza extremas, donde se viva en paz, y se transite libremente y con seguridad por todos los caminos del territorio, que predomine el estado de derecho y se erradiquen la corrup-ción y la impunidad.

Construir ese futuro que todos deseamos de mayor equidad y justicia social requiere, como lo exigió More-los en los «Sentimientos de la Nación» hace más de 200 años, de “atemperar la opulencia y la indigencia”; demanda empezar a poner las bases para que


más jóvenes tengan un lugar en la educación media superior y superior; para que haya más instalaciones donde realizar investigación y desarrollo tecnológico; donde haya acceso real a servicios de salud para todos; donde los integrantes de los grupos que con frecuencia son afectados por la exclu-sión, como los indígenas y las mujeres, puedan estudiar, contar con servicios de salud y empleos dignos. Todo esto suena utópico, pero pregunto, ¿por qué rechazar la utopía? Los invito a trabajar unidos para hacer posi-bles estas aspiraciones que logren la mentalidad y la voluntad necesarias para hacerlas realidad pronto. Estoy persuadido: solo en la unidad seremos capaces de vencer nuestros desafíos.

Las universidades públicas tienen un papel esencial para imaginar y lograr estas utopías. Deben incre-mentar la colaboración en todos los ámbitos: unir esfuerzos, compartir recursos, sumar voces para ayudar a elevar la cobertura escolar, incremen-tar la investigación y la innovación.

Todos estamos conscientes de esto, pero también debemos hacer notar a la sociedad y a los poderes públicos que para lograrlo se requiere de mayor apoyo financiero, de presu-puestos que permitan a las universi-dades públicas planear su futuro y responder mejor a las cada vez más complejas demandas de la sociedad.

Vivimos tiempos complicados. El ámbito externo tiene mucho que ver, pero mi preocupación se centra en la actitud de muchos de los nuestros, de los que son incapaces de reconocer los avances del país, de los que incluso festejan que nos vaya mal, de quienes prefieren sembrar dudas y división, antes que abonar por la unidad.

Es en la unidad, con tolerancia, con la ejecución de acciones correc-tivas y con la confianza de nues-tra colectividad como el país saldrá adelante. Termino con la expresión de la certeza de que México tiene un gran futuro por delante. Le reitero a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, a sus órganos de gobierno, al jurado que me ha concedido este

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enorme privilegio, expreso a todos ustedes, a esta representación de la comunidad mi agradecimiento por esta distinción que me llena de orgu-llo y que tomo como un llamado a persistir en el compromiso de defen-

der la educación, la ciencia y la cultura. Espero me consideren un integrante más de la comunidad académica de esta Institución. Para mí es un honor ser aceptado en esta cofradía. Por mi raza hablará el espíritu.

saN Luis carDioprotegiDo

Con el objetivo de detectar a tiempo posibles infartos entre la población general de todo el estado de San Luis Potosí y la población de nuestra casa de estudios, la Facul-tad de Medicina puso en práctica el proyecto «San Luis Cardioprotegido», que forma parte del programa insti-tucional denominado «UniSalud». El infarto al miocardio es la primera causa de muerte en México y del mundo industrializado.

Como parte del proyecto se incluye un esfuerzo para sensibilizar a los potosinos en la prevención de los infartos miocárdicos. Así, el primero de diciembre del 2015 se presentó el programa «San Luis Cardioprote-gido», contándose con la asistencia del Rector de nuestra Universidad, M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio y de la Presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, Lic. Lorena Valle Rodríguez. Parti-


ciparon en su presentación los docto-res Carlos Adrián Jiménez González; Carlos Escobedo Uribe; Juan Manuel López Quijano; Jorge Carrillo Calvi-llo; José Luis Leiva Pons; y José de Jesús Rivera Arellano. Hizo uso de la palabra el Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra:

C uando los alumnos instala-ron aquí en nuestra Facultad

sus altares de muertos, uno de ellos,

con una veladora, causó un incendio. Había en ese momento dos perso-nas que cursaron el adiestramiento de manejo de extintores impartido por Protección Civil Universitaria. Gracias a ellos esto no pasó a mayo-res. Frente a la contingencia hay que estar preparados para actuar rápido.

El programa que el día de hoy presentamos es el resultado del trabajo de un grupo de cardiólogos

Un momento durante el evento San Luis Cardioprotegido. En el presídium hace uso de la palabra el Dr. Jorge Carrillo Calvillo.

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de la Facultad cuya meta es la aten-ción temprana de la principal causa de muerte en las personas mayores de 40 años: la enfermedad isquémica cardiaca.

El enemigo está aún más cerca de lo que se cree. Sabemos que una vez que se presenta un evento adverso, actuar a tiempo es la diferencia entre sobrevivir con una calidad de vida útil y digna, o no.

Espero que pronto veamos replicado este programa en las insta-

laciones universitarias, oficinas de gobierno, centros deportivos, centros comerciales, industrias y empresas, en todo lugar en donde la concentra-ción de personal aumenta considera-blemente la posibilidad de un evento infortunado. La Facultad ofrece asesoría y capacitación a las personas, instituciones o empresas que lo soli-citen. Recuerden que la inversión en prevención es la mejor.

Al final del evento inaugural el Rector hizo entrega de tres desfibriladores que serán el inicio del largo proceso de sensibilización de la comunidad universitaria y de la población potosina respecto a la

cardiopatía isquémica. Aparecen en primer plano el Dr. Christian Alberto García Sepúlveda, Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra, Lic. David Vega Niño, M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio, Lic. Cynthia

Valle Meade, Lic. Lorena Valle Rodríguez, Lic. José Antonio Reyna Espinosa, y Dr. Jorge Carrillo Calvillo. Observan detrás el Dr. Juan Manuel López Quijano y el Dr. Carlos Escobedo Uribe.


MeDio sigLo De La geNeracióN 1960 - 1965

El ocho de octubre del 2015 se reunieron en el Aula A de la Facul-tad los egresados de la Generación 1960 - 1965 para celebrar el cincuen-tenario de su graduación. El orador invitado fue el Dr. José de Jesús Macías Mendoza, Maestro Emérito de la Universidad. Estas fueron sus palabras:

A gradezco mucho a todos, en especial a Hugo Hinojosa, la

invitación que me hicieron para acompañarlos en esta celebración de 50 años de su graduación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. A algunos de ustedes los veo con frecuencia, a otros solo ocasio-nalmente, pero a otros no los he visto desde el día que dejaron la Facultad de Medicina. Mucho han cambiado desde entonces, aunque sí los reco-nozco. Para todos un afectuoso saludo.

La medicina es casi tan antigua como la humanidad, y el acto médico

ha sido siempre el mismo a lo largo de la historia: un ser humano que solicita ayuda para la resolución de su problema médico, y otro ser humano que acepta dársela, poniendo en juego sus conocimientos, su destreza y su comprensión.

La medicina ha cambiado con paso cada vez más acelerado de un empirismo, evidente o no, pero al fin empirismo, a una fase cada vez más científica, más rigurosa y más exacta. Se ha ido aprendiendo que es mejor actuar sobre la base de un conoci-miento estrictamente documentado y no sobre conceptos tradicionales o sobre experiencias que no pasan de ser anecdóticas.

A ustedes les ha tocado vivir los rápidos avances de la medicina que ocurrieron en la segunda mitad del siglo XX y los que están ocurriendo en lo que va del siglo actual. Han tenido que irse adaptando a todos los cambios en el ejercicio, con el empleo

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de una tecnología cada vez más sofis-ticada y más precisa, que a la vez les ha permitido adaptarse a los cambios en el quehacer médico.

Creo que aquellos de ustedes que tienen hijos médicos han visto en ellos, tal vez, un tipo de médico diferente a lo que ustedes han sido y son. Ven un ejercicio de la medicina más acelerado, más dependiente de la tecnología y menos humano. Si no lo han observado en sus propios hijos, lo han visto en los médicos jóvenes que se han formado en instituciones que progresivamente han perdido la mística que tenían los médicos viejos, para los que la relación médico-pa-ciente era esencial.

El estudio cuidadoso de los enfermos, el análisis de los datos obte-nidos, las hipótesis diagnósticas plan-teadas, la información conseguida de la revisión de la literatura, constituye-ron la base de su formación médica, la que se complementaba con el juicioso uso del laboratorio, de los estudios de imagen y de otros recursos tecnológi-cos. Con todo ello se llegaba al diag-

nóstico y se planteaba el tratamiento. Así mismo ustedes aprendieron a respetar al paciente, a verlo con afecto pero no con lástima, a comprenderlo como el ser humano que es, a respe-tar su dignidad y apoyarlo en su sufri-miento. Estoy cierto que a lo largo de los años esa ha sido su forma de ejercer la medicina y que donde han trabajado han dejado una huella.

Me siento orgulloso de haber contribuido a su formación como médicos y como personas. Me siento altamente satisfecho de su paso por la Facultad de Medicina y me siento complacido de lo que han logrado en la vida, sobre todo el llegar a celebrar los 50 años de su graduación profe-sional.

Recuerdo mucho a su grupo por varias razones: porque fue el primero sujeto a examen de admisión, por su desempeño en la Facultad, por su deseo de ir a más, lo que se reflejó en el importante número que eligió el camino de una especialidad, lo cual no había ocurrido en generaciones ante-riores. Su camino por la Facultad no


La generación del cincuentenario. Atrás, de izquierda a derecha: Dr. Pedro Hernández Soto, Dr. Roberto Bárcena Jannet, Dr. Víctor Román Sánchez Olvera, Dr. Rubén López Revilla, Dr. Joel

Martínez García, Dr. Alfredo Tovar Torres, Dr. José Luis Trujillo Rosales, Dr. Teódulo Reyna Romero, Dr. Jorge Hernández Moctezuma. Sentados, de izquierda a derecha: Dr. Lázaro Antonio Pérez

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Arteaga, Dr. Fernando Ramírez Andrade, Dr. Ricardo Garza Quintero, Dr. Juan José Ferrer Huerta, Dra. Bertha Minerva Acevedo Oliva, Dr. Benjamín Moncada González, Dr. Hugo René Hinojosa

Villarreal, y Dr. Humberto Javier Siller Acuña.


pasó inadvertido por su rendimiento en las aulas y su trabajo en el hospi-tal, lo que se vio reflejado posterior-mente en la forma de ejercer la medi-cina. Recuerdo también que alguno destacó en el deporte, lo que le valió el título del jugador más valioso de la liga municipal de futbol.

Para mí fue grato que los cuatro que propuse para la residencia en el entonces Hospital de Enfermeda-des de la Nutrición, ahora Instituto, fueran admitidos y que algunos de ustedes fueran al Hospital Infantil y al Centro Médico Nacional del Insti-tuto Mexicano del Seguro Social sin dificultad para su ingreso.

También sentí satisfacción por los que eligieron el camino del médico general. Soy un defensor y un admi-rador del médico general, sobre todo del que cumple su misión en la aten-ción primaria del paciente. Un buen médico general con conocimientos al día de lo nuevo en la medicina es el indicado para resolver los problemas comunes de los pacientes sin que haya necesidad de recurrir a los especialis-

tas. Por lo anterior les felicito con el afecto que siempre les he tenido, ahora que celebran 50 años de ser médicos. Para todos un fuerte abrazo, y para los que se han ido mi recuerdo cariñoso. Les deseo larga vida y aún muchos éxitos.

Participó también en la cere-monia el Director de la Facultad, Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra, estas fueron sus palabras:

E nvuelve esta reunión un agrada-ble y dulce sabor a nostalgia de

las juventudes pasadas y de la vida de entrega. Lamento profundamente la ausencia de los médicos de esta gene-ración que ya se nos han adelantado. En cincuenta años de vida profesio-nal es creíble que tengan muchas cosas que recriminarse ustedes mismos, porque fuimos educados (y me incluyo), y lamentablemente seguimos ese ejemplo, en la culpabilidad. Es muy del médico sentirse responsable de todo: si se infecta, si no termina bien la cirugía, si no mejoró el paciente, si no tiene recursos, etc. Un fracaso

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nos deja marcados y borramos cientos de éxitos, de esfuerzos, de entrega a nuestros semejantes, de logros médi-cos y de beneficios a muchas perso-nas. Olvidamos con frecuencia el afán y la lucha que imprimimos a nuestro trabajo, el triunfo sobre las adversida-des, el estudio constante, la esperanza que otorgamos.

Hay que recordar que el afecto, la caridad, el humanismo, la entrega, el amor a los semejantes no es perfec-ción divina. Tener el humanismo y el conocimiento en las manos es valioso, pero lo es más cuando teniéndolo se reparte con sabiduría y generosidad.

El médico está siempre a la mitad de su camino, como lo están ahora ustedes. La profesión nos obliga a estar todos los días leyendo, estudiando, viendo por los demás. La Facultad tiene estudiantes todo el año, en hospitales, laboratorios, servicio social... Ahora, con cincuenta años de vida profesional, quizá sea el momento de tomar vacaciones, de regocijarse en lo realizado en la profesión dejando el camino a otras generaciones, y de

disfrutar todo lo que no han gozado. ¿Cuántos viajes no realizados? ¿Cuán-tas vacaciones suspendidas por un paciente delicado? ¿Cuántas horas robadas a sus familias?

Estos momentos nunca volverán, y entonces habrá que analizar cómo queremos ser recordados. Tenemos que confiar más en nuestros alum-nos. Es deplorable pensar que no hay quien nos pueda sustituir, porque eso quiere decir que no hicimos bien la labor como maestros.

Las generaciones que hace un siglo morían a los cuarenta y tantos hoy tienen una expectativa de vida de casi el doble, y ustedes son parte de esta historia. No es fortuito, aquí se refleja el trabajo de muchos médicos por muchos lustros.

¡Medicina preventiva!, la más económica y efectiva de todas. Los médicos jóvenes, con toda la inma-durez que percibimos en ellos, tienen grandes cualidades: su fortaleza está en el trabajo colaborativo, tan pocas veces visto en el entorno médico de


generaciones anteriores, así como en su capacidad de inventiva y resolutiva.

Nos enseñaron que el médico tiene que velar por los demás, y en eso no tengo ninguna duda que tendrá que ser un parámetro rector inamovible de la profesión. Mi duda es: ¿no hemos sido explotados por una sociedad que confunde la caridad con el obsequio? Tener caridad con el paciente no es no cobrar; es hacer lo correcto, con los conocimientos máximos que nuestra capacidad nos permita, pensando en el paciente como objetivo principal.

Regalar nuestro trabajo, si nos place, es correcto. Lo que no sé si es correcto es que, con nuestro servicio responsable, los grandes empresarios de la medicina se sigan haciendo ricos y literalmente asalten al usuario de sus negocios, nuestro paciente. Por curio-sidad revisen la última cuenta de su paciente hospitalizado y verán cómo ustedes, los responsables del caso, los que dan la cara, son casi con seguri-dad los que menos ganan, económi-camente hablando.

Recuerden el emblemático lema de la Escuela-Facultad, que se lo debe-mos a uno de nuestros queridos maes-tros, el Dr. Francisco Padrón Puyou Ut charitas et scientia humanitati inserviant:

“Para que la caridad y la ciencia sirvan a la humanidad”. Claramente se defi-nió que va primero la caridad.

Me gustaría que todas las demás profesiones tuvieran los mismos estrictos códigos de ética de las profe-siones de la salud. Otro sería nuestro entorno.

En la formación de recursos humanos para la salud vivimos actual-mente una impresionante competen-cia. Muchos vendedores de ilusiones que se dicen escuelas o universida-des privadas en donde la educación médica se convierte en dinero, y se considera inversión para el futuro. En contraste, formadores que buscan calidad de enseñanza y fomento a los valores que encuentran un mercado laboral limitado y mal pagado.

Me preguntó hace unos días, un periodista: «¿Por qué los médicos no se van a las comunidades rurales

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a trabajar? ¿Qué va hacer la Facul-tad para que los médicos se instalen en los lugares donde hacen falta?» Él no entendió mi respuesta, pero yo sé que ustedes la compartirán conmigo. Respondí: «Formamos médicos de excelencia que estudian un 40 por ciento más tiempo que cualquier otra licenciatura, además la gran mayoría de nuestros alumnos busca realizar un posgrado o incluso más de un estudio de posgrado. ¿Cómo puedo obligar a alguien a que sacrifique su futuro y el de su familia, yéndose a un lugar sin servicios, sin escuelas para sus hijos, después de haberse dedicado a estudiar 10 o más años después de la preparatoria? Y, en un descuido, ir a trabajar a un lugar sin infraestruc-tura adecuada para desarrollar sus conocimientos.» Así saqué a relucir la libertad de las personas a dedicarse a lo que se quiera dentro del entorno de sus competencias. Y terminé con un “todos entendemos por qué en las grandes ciudades están concentrados la mayoría de los médicos generales o especialistas… ¿Y los empresa-

rios, ingenieros, arquitectos, periodis-tas, contadores, etc.? ¿Por qué solo voltean a ver a los médicos?”

La gratitud con la vida que uste-des deben tener es por permitirles un trabajo digno, reconocimiento social, mejoría del entorno familiar. Solo véanse hace 50 años y compárense con quienes son ahora. Salvo algunas molestias físicas están mucho mejor que antes.

Reciban ustedes, de la Facul-tad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el cariño, respeto y agradecimiento por su labor. Le pido a Dios que los conserve muchos años más con salud y en compañía de sus familias, disfru-tando del fruto de los años de esfuerzo, trabajo y sacrificio que han otorgado a sus semejantes.

Uno de los festejados tomó la palabra, el Dr. Rubén López Revilla:

T odavía nos seguimos pregun-tando: ¿cómo fue que decidi-

mos estudiar la carrera más larga, que incluye cinco años en la escuela, el


sexto como internos sobrecargados de trabajo en el hospital, y el séptimo haciendo el servicio social en una comunidad rural? Cuando ingresa-mos en 1960 la Universidad Autó-noma de San Luis Potosí solo ofre-cía estudios profesionales en leyes, química, estomatología y medicina, y ese año abrió las carreras de ingenie-ría y economía. Elegimos medicina tal vez por verdadera vocación, por el prestigio de la profesión médica, por influencia de nuestros padres, familiares o amigos, por la fama de la escuela, o por mero accidente. Aunque la motivación no sea clara, lo cierto es que esa elección nos llevó a vivir una aventura fascinante, llena de responsabilidades, retos y sinsabores; pero sobre todo de satisfacciones que han marcado nuestras vidas y las de nuestras familias.

Entre 34 egresados, 27 (79 por ciento) nacieron en el estado de San Luis Potosí; 23 (68 por ciento) en el municipio de la capital, y cuatro en otros municipios: uno en Charcas, uno en Lagunillas y dos en Salinas.

Los siete restantes (21 por ciento) vinieron de seis estados vecinos: Guanajuato, Aguascalientes, Coahuila, Nuevo León, Veracruz y Zacatecas. Todos habíamos cursado el bachille-rato en esta ciudad, excepto los cinco que vinieron de León, San Felipe Torres Mochas, Aguascalientes, Salti-llo y Monterrey. Solo uno de nuestros padres contaba con un título univer-sitario, aunque en siete familias había hermanos que ya lo habían obtenido.

Nuestro ingreso tuvo dos pecu-liaridades: por primera vez fuimos sujetos a un examen de admisión que incluyó un examen psicométrico cuyos resultados, afortunadamente, todavía desconocemos; y segundo, tuvimos el privilegio de estrenar el edificio que actualmente alberga a la Escuela.

Durante toda nuestra vida estu-diantil el Director fue el Dr. José Miguel Torre López, a quien corres-pondió terminar el edificio y echar a andar la organización departamen-tal iniciada por su predecesor, el Dr. Ramón Villarreal Pérez, que por entonces era Director de la Oficina

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Sanitaria Panamericana en Washing-ton y que luego fundó la Universidad Autónoma Metropolitana en la ciudad de México. Además del hermoso y espacioso edificio, nuestra escuela se distinguía por contar con la mayor proporción de profesores de tiempo completo del país, y con una excelente biblioteca, enriquecida con la colec-ción de la hemeroteca de la Sociedad Potosina de Estudios Médicos que albergaba el Hospital Central.

El primer año, dedicado a la anatomía macroscópica y microscó-pica implicó un choque y un gran reto para aquellos jóvenes inexpertos que tuvimos que madrugar, desvelarnos, y estudiar sin descanso para memori-zar los enormes libros de texto y vivir con el temor de que el profesor nos tomara la clase. Tuvimos que armar-nos de valor para empezar a vivir con la cercanía de la muerte, disecando cadáveres en el curso de anatomía topográfica, y nos maravillamos con las células y los tejidos, la fecunda-ción y el desarrollo en los cursos de histología y embriología. Una dificul-

tad inesperada que demandó un gran esfuerzo fue que tuvimos que estu-diar la neuroanatomía con un libro de texto en inglés.

En el segundo y tercer año conocimos el funcionamiento del organismo, las alteraciones macros-cópicas y microscópicas asociadas a las enfermedades, los ciclos de vida y efectos dañinos de los microorganis-mos y parásitos y los efectos y el uso de los medicamentos en los cursos de ciencias básicas –patología, microbio-logía, bioquímica, fisiología y farma-cología–, con profesores rigurosos e intensas prácticas de laboratorio. En tercer año pudimos apreciar el gran avance que implicó el registro de expe-rimentos fisiológicos con los nuevos polígrafos equipados con transducto-res electrónicos en lugar de los tambo-res de Marey con papel ahumado que usamos el año anterior.

Cuando ya éramos solamente unos 40 alumnos regulares, en tercer año nos iniciamos en la clínica con un extraordinario curso de propedéutica impartido por varios maestros en el


Hospital Central. En pequeños grupos aprendimos a observar, interrogar y explorar a los pacientes de manera respetuosa, exhaustiva y sistemática y a elaborar historias clínicas claras y precisas, basadas en las evidencias que justificaran plenamente el diagnóstico. Una vez terminado el curso empeza-mos a fungir como practicantes exter-nos del hospital, con la obligación de elaborar historias clínicas y atender pacientes en la consulta externa y las salas. Las responsabilidades que nos fueron asignadas, y el conocimiento, disciplina y rigor que adquirimos en esa etapa fueron cruciales tanto para nuestra vida profesional como para nuestra maduración personal.

Los premios en ciencias morfo-lógicas (anatomía, histología y embrio-logía), ciencias fisiológicas (bioquímica, fisiología y farmacología), medicina preventiva y el internado, eran otor-gados por los profesores respectivos que ponderaban no solo las califica-ciones sino el interés y la dedicación de los alumnos. Los premios en cien-cias fisiológicas incluían una estancia

en otra ciudad y determinaron que varios compañeros se dedicaran a la investigación.

A lo largo de cuarto y quinto tuvimos la suerte de conocer y prac-ticar las cuatro grandes ramas de la profesión con maestros de primera línea en el aula y en el hospital. En cuarto año aumentaron nuestras responsabilidades como practican-tes. Empezamos medicina interna con neumología y gastroenterología, y entre las especialidades revisamos radiología, ortopedia, neurología, infectología, cardiología, endocrinolo-gía, hematología, oftalmología y anes-tesiología. El curso de técnica quirúr-gica en animales nos equipó con los conocimientos y habilidades esencia-les para la práctica de esa disciplina. En quinto año redondeamos el adies-tramiento general con los cursos de pediatría y ginecología y empezamos a hacer guardias en urgencias y gine-cobstetricia y a trabajar con los ciruja-nos que nos invitaban como ayudan-tes en operaciones dentro y fuera del Hospital Central.

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El año del internado, iniciado en enero de 1965, incluyó rotacio-nes de tres meses en los servicios de medicina, cirugía, ginecobstetricia y pediatría, con guardias cada tercera noche y salidas una vez por semana (la tarde del sábado o del domingo). Ese mismo año empezamos a rotar por primera vez en los servicios del Hospital Materno Infantil.

En abril de 1965, miembros de la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos nos invitaron a sumarnos a su tercer paro que empe-zaría el 17 de abril en los hospitales de todo el país. Su movimiento, iniciado en noviembre de 1964 había reali-zado un paro en diciembre de 1964 y otro en enero de 1965, los dos prime-ros meses del sexenio del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, demandando que los internos y residentes fuéramos reconocidos como trabajadores y que mejorara la enseñanza de las especia-lidades y las condiciones de los hospi-tales. Nos sumamos a ese paro de casi mes y medio que logró que todos los internos y residentes empezáramos a

recibir becas y que los programas de especialidades médicas fueran forma-lizados y mejorados. Logró además que los médicos no afiliados a ningún partido o sindicato llevaran a cabo la primera manifestación en el zócalo de la ciudad de México.

En enero de 1966 iniciamos el servicio social en las dependencias a las que estábamos adscritos y ejerci-mos la profesión por nuestra cuenta. En este periodo crucial contribuimos a mejorar la atención médica, enfren-tamos y resolvimos numerosos proble-mas médicos y recibimos el recono-cimiento de los habitantes y las auto-ridades de las comunidades a las que servimos. La mayoría entregamos rápidamente el informe del servicio social y presentamos el examen profe-sional (entonces era teórico y práctico y se llevaba a cabo en días sucesivos en la escuela y en el hospital) y recibimos el título de Médico Cirujano y Partero durante el segundo semestre de 1966.

Nuestros deseos de superación, soportados por nuestra preparación y determinación, y la fama de la escuela,


nos abrieron las puertas de institucio-nes de excelencia en México, Estados Unidos, Sudamérica y Europa, donde completamos la formación con la que hemos retribuido a la sociedad mediante el ejercicio de la profesión por nuestra cuenta y en organismos públicos y privados, contribuyendo a la formación de profesionistas y espe-cialistas en instituciones de salud, de educación superior y de investigación.

Gracias a la visión, el ejemplo y el sacrificio de nuestros padres, y el acceso a la educación superior, obtuvi-mos no solo el título profesional sino el de especialistas. Nuestros hijos ya han hecho estudios de posgrado en el país y el extranjero y comparten los valores y el amor a México que les hemos inculcado. Nuestros nietos estarán todavía mejor preparados y

superarán las metas que sus padres y abuelos hemos alcanzado.

En la celebración del último cumpleaños de mi abuelo, mientras hablaba conmigo y veía a sus hijos, nietos y bisnietos, me dijo una frase inolvidable que se aplica perfecta-mente a los compañeros, familiares y amigos presentes en este recinto:

“Mira hijo: ¡pura gente de bien!”.Nuestra generación ha sufrido

la pérdida de ocho compañeros entra-ñables, a quienes hoy dedicamos esta ceremonia. Les ruego ponerse de pie y aplaudirles en cuanto termine de nombrarlos: Juan Antonio Aguilar Cristerna, Edgardo Álvarez Rivera, Ricardo Derreza Orta, Antonio Gutié-rrez Ortiz, Marcela Huelga Gutiérrez, Constantino Ibáñez de León, Manuel López Revilla y José Luis Martínez Rodríguez. ¡Muchas gracias!

coNgreso iNfaNtiL De saLuD aMbieNtaL

El 16 de noviembre del 2015 se llevó a cabo la inauguración del

Congreso Infantil de Salud Ambien-tal dentro de la Reunión Nacional de

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la Red Temática de Salud Ambiental. Se presentó el libro Aprendiendo a volar editado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Facultad de Medicina y el Conacyt.

Se trata de un libro dirigido a los niños. Intenta acercar las medi-das de higiene comunitaria y domés-tica mediante dibujos y actividades donde el lector participa llenando espacios, completando frases, contes-tando preguntas directas, coloreando dibujos. Incluye capítulos sobre recién nacidos, alimentación, agua, humo, basura, educación y familia.

Ahí, en ese mismo acto, después de que en el sonido ambiental se escu-chara un audio en un idioma extraño, tomó la palabra el Director de la Facultad de Medicina de la Universi-dad Autónoma de San Luis Potosí Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra:

L os téenek de Tocoy, municipio de San Antonio, en la Huas-

teca potosina son nuestros compa-triotas, nuestros coterráneos que están a tres horas en automóvil de

distancia de nosotros y que viven otra realidad. Agradezco la presen-cia de todos ustedes, especialmente de la Lic. Lorena Valle Rodríguez, presidenta del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Fami-lia, al Rector M. en Arq. Manuel Fermín Villar Rubio, a los autores del libro Aprendiendo a volar Mauricio

Portada de libro Aprendiendo a volar editado por la UASLP, la Facultad de Medicina y

Conacyt.


León Arce, Idalia Zapata Esparza y María Teresa Hernández Cruz, al Dr. Jacobo Finkelman, Consultor de la Organización Panamericana de la Salud, un invitado especial homena-jeado del día de hoy y presentador del libro, y al Dr. Fernando Díaz-Barriga Martínez, impulsor de esta obra, de esta reunión científica y de muchos proyectos más.

Es el cuarto libro editado este año por la Facultad de Medicina. Dos de estas obras son realizadas por maestros, una de historia y la otra de

divulgación de conocimientos médi-cos. Con orgullo les comento que esta es la segunda obra del año escrita por alumnos. Aprendiendo a volar es una obra singular: la concepción de la misma fue imaginada después de que Tocoy fue visitada por los alumnos de la licenciatura de Ciencias Ambienta-les y Salud. Encontraron un lugar de 1 200 habitantes propicio para ayudar e integrar a la Universidad en la socie-dad por medio del proyecto «Apoyo en salud, instrucción, trabajo y ambiente».

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Fernando Díaz-Barriga termina el prólogo que escribió con una frase que me parece genial: “Que este no sea un libro sino una herramienta para construir futuros”. Quizás este libro se pueda ver como un hecho simple, pero toda obra trascendente inicia como una pequeña acción.

Salud y educación, las dos vertientes que encaminarán a nues-tro país al desarrollo y progreso, son contempladas y tratadas en esta obra. Agradezco a los autores su esfuerzo y su fe en sí mismos, y a las autorida-

des estatales, encabezadas por el DIF, su soporte para la realización de esta idea que seguramente será la primera de muchas acciones colaborativas más. La obra será entregada a la comunidad y la trabajarán los niños de Tocoy, en donde ellos mismos reflejarán la idea de su futuro. La Universidad desea que ese futuro sea con más salud, lleno de optimismo, con mejores condicio-nes socioculturales, pero sobre todo conservando su identidad, sus tradi-ciones y su orgullo téenek.


La Universidad aporta conoci-mientos y herramientas a sus estudian-tes, ellos entregan sabiduría e inven-tiva, pero nada de eso es valioso si no repercute en el bien de la sociedad. Eso es parte de lo que el Rector nos ha encomendado para que el programa «Universidad Saludable» salga del ámbito institucional y beneficie a la ciudadanía.

seguNDo coNgreso De cuiDaDos paLiativos

Con la presencia de la Sra. Lic. Lorena Valle Rodríguez, Presidenta de la Junta Directiva del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Fami-lia, el 8 de octubre del 2015 se llevó a cabo la inauguración del Segundo Congreso de Cuidados Paliativos en el Auditorio de nuestra Facultad. Asistie-ron el Dr. Carlos Julio Castelo Ruelas, Sub-Director del Hospital Central; la Dra. María del Pilar Fonseca Leal, Sub-Directora de Enseñanza e Inves-tigación del Hospital Central; el Dr. José de Jesús Canseco Olvera, Direc-tor Médico del Hospital Central; y el

Dr. Juan Hernández Martínez, Jefe de Primer Nivel de Atención de la Secretaría de Salud. Ahí, el Director de la Facultad, Dr. Alejandro Javier Zermeño Guerra hizo uso de la pala-bra:

L a población cambió sus expecta-tivas de vida de 45 a 75 años en

escasamente el último siglo. Transi-tamos de un pueblo que moría joven por infecciones, a una comunidad que está sufriendo, como casi todo el mundo, por las enfermedades dege-nerativas, crónicas y desgastantes.

El Dr. Jacobo Finkelman en la inauguración del Congreso Infantil de Salud Ambiental y presentación del libro Aprendiendo a volar.

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Los cuidados paliativos, si bien no alteran en nada la evolución natu-ral de la enfermedad, sí aumentan la calidad de vida, disminuyen el estrés del paciente y su familia, y dan algo que también es obligación del médico proporcionar: consuelo y paz.

Ustedes hacen una tarea que denota su misericordia, el compro-miso con el hermano y la caridad. El personal que trabaja en los cuidados del paciente terminal deberá siempre tener una gran fortaleza. Tendrán además que multiplicar su paciencia,

sus virtudes y sus cualidades, enten-diendo que la entrega de su tiempo, comprensión y cariño solamente serán recompensados con la satisfacción personal.

La Facultad de Medicina de la UASLP, se complace en colaborar en este Congreso y agradece a las autori-dades del DIF estatal, especialmente a la Lic. Valle, a las autoridades de salud y del Hospital Central, así como a los organizadores, por todo el trabajo que han realizado en bien de la población vulnerable, necesitada de atención.

Inauguración del Segundo Congreso de Cuidados Paliativos. En el presídium Dra. María del Pilar Fonseca Leal, Dr. José de Jesús Canseco Olvera, Dr. Carlos Julio Castelo Ruelas, Lic. Lorena Valle Rodríguez, Dr.

Alejandro Javier Zermeño Guerra, y Dr. Juan Hernández Martínez.


HoMeNaJe aL Dr. Macías

Del ocho al 10 de octubre del 2015 en el Auditorio de nuestra Facul-tad se llevaron a cabo las Séptimas Jornadas de Enfermedades Respirato-rias, Inmunología y Alergias «Dr. José de Jesús Macías Mendoza». Durante la ceremonia de inauguración el Dr. Ricardo Castro Martínez hizo, con afecto, una semblanza del Dr. Macías que en seguida reproducimos:

M aestro: “Referente a una persona con méritos relevan-

tes entre las de su clase”. Por esta definición hablaremos el día de hoy del maestro Dr. José de Jesús Macías Mendoza.

Nació en Matehuala un 23 de febrero del año 1929, hijo de don José D. Macías y doña Agripina Mendoza de Macías. Cursó sus estudios de primaria en su ciudad natal, y la secun-daria y preparatoria en la ciudad de León, Gto.

Ingresó a la Escuela de Medi-cina de la UASLP en 1946. Hizo su

Servicio Social en Mecatán, Nayarit y el 17 de junio del año 1952 recibió su título de Médico Cirujano de la misma Universidad. El 1 de julio de 1952 fue admitido como médico pre-interno en el Hospital de Enfermedades de la Nutrición de la ciudad de México. Terminó el 15 de abril de 1955.

Con beca de la Fundación W. K. Kellogg realizó los estudios de su especialidad, neumología, en Estados Unidos: en Michigan University, en la Escuela de Medicina de la Univer-sidad Cornell en Nueva York, y en la Escuela de Medicina de la University of Rochester. Posteriormente realizó estudios de Fisiología Clínica Pulmo-nar en el Strong Memorial Hospital en la misma Universidad.

En abril de 1957 regresó a San Luis Potosí instalándose como médico adjunto del Departamento de Medi-cina Interna de la Escuela de Medicina de la UASLP y del Hospital Central.

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“Regresar, debe ser traer consigo algo de donde se procede. Volver al lugar de origen debe ser, idealmente, enriquecer a quienes se quedaron, y a quienes nos debemos por su impulso. Regresar es también completar el círculo de la búsqueda, e iniciar el otro, el de las ofrendas.” (Rafael Padrón, 2007).

Participó activamente en la docencia de la Propedéutica, Patolo-gía y Clínica del Aparato Respiratorio, así como en el Laboratorio de Pruebas de Función Pulmonar. Dejó huella en cada una de sus actividades docentes y clínicas donde lo recordarán sus pacientes y alumnos. La presencia del neumólogo eficaz, asertivo y dili-gente lo convertía en el maestro con una pedagogía inspirada en sus valores y enseñanzas familiares. Cumplía fiel-mente y a plenitud ambas funciones.

Fue miembro de los Consejos Técnicos Consultivos del Hospital Central y de la Escuela de Medicina, Jefe de Servicio, y Director de nuestra Escuela de 1967 a 1972. El periodo de su Dirección se caracterizó por una

disciplina que fructifica, esa que logra objetivos. Los alumnos de entonces reprodujeron en sus percepciones la autoridad directriz de una imagen paterna, necesaria para atemperar las dispersiones de esos años y condu-cirlos al logro de sus intenciones: ser médicos. Participó en diversas comi-siones para un adecuado manejo ético y moral desde el ingreso del alumno hasta su titulación.

Es miembro de la mayoría de las sociedades científicas, nacionales y extranjeras relativas a su especia-lidad. Siempre ha estado interesado en su Escuela, su Hospital y su San Luis Potosí. Inició la formación de la Sociedad Potosina de Neumología como Presidente.

El Maestro es un hombre sustan-cial y consolidado en sus esencias, el ser humano tendiente a realizarse también en el plano familiar: hacia la cristalización de él como esposo, padre y abuelo. En ese camino encuentra a María Magdalena, su compañera, la que junto con él diseñó quizá el proyecto más importante y complejo


de su existencia: fundar y conducir una familia. Resultaba, para aquel entonces, mucho más difícil identifi-car la causa del llanto de los hijos que demarcar la línea de Damoiseau, y el Pitres era resplandeciente comparado con los conflictos existenciales de los hijos en las épocas infantil y juvenil.

Maestro: a usted que no sola-mente ha enseñado en las aulas, en las salas de hospital, sino también en la vida, le reconocemos su entrega y preocupación incondicional hacia su familia, de la que ha sido el apoyo moral en los tantos acontecimientos de su interior, fortaleciendo a todos y dejando ejemplo a seguir. Quisiera confesar un aspecto importante en la característica de este personaje: la responsabilidad, pero una responsabi-lidad ajena a autoridades externas; es aquella que emana del código de valo-res propio, la que surgió en la educa-ción familiar paterna y quedó tatuada para siempre en el médico joven, y ahora en el maestro.

Hoy, cuando las tareas por cumplir, los deberes establecidos,

disminuyen, aparece la más íntima, y tal vez más difícil encomienda por realizar: el encuentro consigo mismo. El objetivo magnífico, lumi-noso, digno merecedor de todas las capacidades adquiridas en la vida. Ahora maestro, va al encuentro con el hombre, hacia él se encamina con la entereza y decisión que ha acometido en los anteriores esfuerzos. ¡Vaya al encuentro de sí mismo, maestro!

El Dr. José de Jesús Macías Mendoza respondió de la siguiente manera:

A gradezco mucho el que se me distinga con un reconocimiento

a la labor desarrollada a lo largo de mi vida como médico y como profe-sor de la Facultad de Medicina. Creo que fundamentalmente es producto de la generosidad de los organiza-dores de estas Jornadas dedicadas a actualizar los conocimientos acerca de algunas de las enfermedades del aparato respiratorio, de la alergia con sus diferentes expresiones y de ciertas alteraciones del sistema inmune. Un

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Jornadas de Enfermedades Respiratorias en donde se rindió homenaje a los 60 años de su ejercicio como neumólogo. En primer plano aparecen el Dr. José de Jesús Macías Mendoza y su esposa, la Sra. María

Magdalena Morales González de Macías.


reconocimiento enmarcado por una actividad académica que además lleva mi nombre es algo que me llena de orgullo.

Cuando se llega al ocaso de la vida es humano añorar el pasado, desear que el tiempo retrocediera y vivir de nuevo la época de actividad productiva. Como esto no es posible, no queda más que repasar lo que se ha hecho y, en mi caso en particular, valorar si con base en ello este recono-cimiento está justificado. Estoy cons-ciente de que hablar de uno mismo puede resultar presuntuoso o pecar de falsa modestia o, lo que es peor, dejarse caer para que luego lo levan-ten. A pesar de que puedo pecar de vanidoso, sí repasaré brevemente lo que me dejó más huella como médico, como parte del Hospital Central, y como alguien dedicado a la formación de médicos.

Reconozco que fui pionero de la neumología en San Luis Potosí. Existía el antecedente de los docto-res Manuel Nava Martínez, Armando Morones Prieto y Manuel Puente

Gómez que dedicaban parte de su tiempo al tratamiento de pacientes con tuberculosis pulmonar. Al terminar mi preparación en medicina interna quise entrenarme en neumología con el nuevo concepto que ya existía en los Estados Unidos y en algunos países europeos, mas no encontré el lugar apropiado en nuestro país para hacerlo. Por ello decidí emigrar a los Estados Unidos, como fellow, con gran-des oportunidades de aprendizaje en enfermedades del aparato respirato-rio y de la fisiología clínica pulmonar. Debo aclarar que en aquellos años no existía la residencia en neumología.

Regresé a esta ciudad en 1957 con el conocimiento necesario para el estudio de enfermos neumológicos apoyándome en la radiología conven-cional, en el empleo del broncoscopio rígido y en las pruebas de función respiratoria. Se logró tener un labo-ratorio con la tecnología de aquella época (hablo del inicio de los años 60) y con la inigualable oportunidad de ver un buen número de pacientes en el Hospital Central el cual era y sigue

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siendo una fuente inagotable de pato-logía respiratoria y un sitio de perma-nente oportunidad para aprender.

En la década de los 70 fue cuando se pudo mejorar en nuestro medio el estudio de los pacientes al lograr el uso del broncoscopio flexi-ble, y en los 90 se pudo contar con la tomografía axial computada, lo que constituyó un gran avance. Desafor-tunadamente al llegar a la Dirección de la Escuela de Medicina (ahora Facultad), tuve que dejar de hacer estudios en el laboratorio de pruebas respiratorias por razones de tiempo. Se sumaron las obras de remodela-ción que se hicieron en el Hospital y que condujeron a construir la sala para pacientes quemados, justamente donde teníamos el laboratorio. Esto causó el cierre del mismo en el Hospi-tal Central y el traslado del equipo a la Facultad de Medicina. Fue hasta 1993 en que con nuevo equipo y con nueva tecnología se reabrió el gabinete de pruebas de función respiratoria en el Hospital Central, el cual perdura hasta ahora.

El afán de ayudar a los pacien-tes, a la vez que mi deseo de seguir aprendiendo, la aspiración de cumplir cabalmente con mi posición de profe-sor de la Facultad de Medicina y satis-facer así uno de mis grandes propósi-tos, me llevaron a dedicar buena parte de mi día a esa actividad, sacrificando parte del tiempo que debería dedicar a mi esposa y a mis hijos y a sabiendas de que la paga en el Hospital y en la Facultad eran realmente insuficientes. Sin embargo la satisfacción de hacer algo por los enfermos y colaborar en la formación de nuevos médicos compensaba todo.

Por ello quiero aprovechar este momento para invitar a todos los médicos aquí presentes que traba-jan en instituciones de asistencia y de enseñanza, a que no escatimen ni esfuerzo ni tiempo para entregarse a la tarea de atender a los enfermos, de enseñar a los estudiantes y a los residentes, ya que todo ello tiene su recompensa en la satisfacción personal y en el afecto permanente de los que


reciben sus enseñanzas y de los que ven su ejemplo.

Perdonen que haya hablado de mí; es la primera vez que lo hago,

pero recurro a su comprensión por ser la expresión de parte de lo que he vivido para justificar este acto.

Historia DeL Laboratorio reNaL

por la QFB Lilia de Ma. de Guadalupe Llamazares Azuaray el Dr. Manuel Rodríguez Martínez

L a detección y el tratamiento formal de las enfermedades del

riñón se inició en San Luis Potosí en agosto de 1964 cuando el Dr. Carlos Bárcena Jannet regresó de los Esta-dos Unidos de Norteamérica después de haber terminado su entrenamiento de posgrado y fue nombrado médico auxiliar del Departamento de Medi-cina del Hospital Central “Dr. Igna-cio Morones Prieto”. Un año después, el Dr. Bárcena Jannet pasó a formar parte del personal de la Escuela de Medicina de la Universidad Autó-noma de San Luis Potosí. Fundó junto con la QFB Amparo Gómez Chávez el llamado desde entonces Laboratorio Renal. Su finalidad fue

satisfacer la creciente demanda hospi-talaria de pruebas especializadas para evaluar la función renal. Inicialmente estuvo en el sótano, compartiendo el espacio físico con el Laboratorio de Hormonas y Medicina Nuclear.

En 1973 llegó a San Luis Potosí el Dr. Federico Díes Angulo, fisiólogo renal. Se integró como profesor inves-tigador de tiempo completo al Depar-tamento de Fisiología y Farmacología, y su presencia hizo que más de un resi-dente de medicina interna se inclinara a seguir una subespecialidad en nefro-logía. De la mano del Dr. Federico Díes el Laboratorio ganó acceso a la tecnología de vanguardia que le permi-tió ofrecer los métodos más avanza-

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dos de la época (volumen plasmático, electrolitos, etc). Fue posible realizar pruebas de sobrecarga y restricción hídrica, y exámenes para evaluar la existencia de acidosis tubular renal.

En 1983 el Laboratorio ofre-cía gratuitamente 10 determinacio-nes. Fue en ese año que se contrató a la QFB Lilia de Ma. de Guadalupe Llamazares Azuara con el propó-sito de que actualizara las técnicas ya montadas y desarrollara algunas nuevas. La QFB Llamazares reci-bió su entrenamiento en el Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán”, también en el Hospital Infantil de México “Federico Gómez”,

y en el Laboratorio de Fisiología Inte-grativa del Departamento de Fisiolo-gía de la Escuela de Medicina a cargo del Dr. Manuel Rodríguez Martínez.

En 1984 la jefatura del Laborato-rio Renal fue ejercida por el Dr. Fran-cisco Javier Chessal Hernández, quien introdujo las pruebas de la actividad plasmática de renina y aldosterona. Estas técnicas de radioinmunoensayo estaban ya montadas en el laboratorio del Dr. Rodríguez Martínez. De los años 1983 a 1991 la nefrología poto-sina y el Laboratorio Renal comenza-ron a participar activa y regularmente en las Reuniones Anuales del Instituto

Dr. Javier Isordia Segovia. Dr. Francisco Javier Chessal Hernández.


Mexicano de Investigaciones Nefro-lógicas con trabajos enfocados a la preeclampsia, la diálisis peritoneal, la hipertensión arterial y la enfermedad mineral ósea.

En 1986 el Laboratorio Renal se incorpora al Departamento de Fisiología y Farmacología y se unen al personal la QFB Clarisa González Castillo y la Sra. María Luisa Blanco

Varela. También en ese mismo año se añadieron el primer equipo semiau-tomatizado para la determinación de creatinina en el suero y la orina, así como un espectrofotómetro PE de doble haz. Durante el periodo de 1989 a 1993 fue Jefe del Laboratorio el Dr. Javier Isordia Segovia. En ese tiempo participó la Dra. María del Pilar Fonseca Leal, quien de 1993 a

A lo largo de su existencia, el Laboratorio Renal ha participado en múltiples ponencias científicas. Aquí aparecen la Dra. Ma. del Pilar Fonseca Leal y la QFB Lilia de Ma. Guadalupe Llamazares Azuara.

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1999 sería designada Jefa del mismo. En 1992 la QFB Llamazares Azuara realizó una estancia sabática de dos años en la University of Iowa, donde se graduó con la especialidad de bioquímica clínica.

La ubicación definitiva del labo-ratorio, a partir de 1995, es en el segundo piso de la Facultad, adquie-riendo un microsmómetro, un fotó-metro de flama, un potenciómetro y un ultracongelador de alta capacidad. A partir de 1999 la QFB Llamazares Azuara es designada Jefa del Labora-torio. Se adquirió un equipo auto-matizado de bioquímica clínica, un

microscopio de contraste de fases y un equipo lector y lavador de placas para ELISA.

En el 2006 dio comienzo la espe-cialidad de nefrología clínica, con la participación activa del Laboratorio en la docencia asistencial, en el entrena-miento de los residentes, así como en las sesiones académicas semanales de actualización. Hoy está a la vanguar-dia tecnológica en pruebas de función renal, realiza la medición de la filtra-ción glomerular con yodotalamato frío, la medición en el suero de dime-tilarginina simétrica y asimétrica, de cistatina C, del factor de crecimiento

Instalaciones con equipos de nueva adquisición en el Laboratorio Renal.


fibroblástico 23, y de la 25-hidroxi-vi-tamina D. En suma, se ofrecen 54 determinaciones, incluyendo el estu-dio metabólico completo del paciente con litiasis renal, el perfil paratiroideo para los pacientes en hemodiálisis, el estudio de la hematuria con análisis semicuantitativo del sedimento urina-rio y la morfología eritrocitaria. El Laboratorio Renal se encuentra certi-

ficado a nivel internacional por utili-zar la prueba de creatinina estandari-zada, y es un laboratorio de referencia a nivel estatal y regional.

En total se han dirigido una tesis de licenciatura, cinco de especialidad, y dos de maestría; y cuenta con siete publicaciones en revistas indexadas de circulación internacional con arbitraje.

Hábitos De Lectura eN Los estuDiaNtespor los doctores Ma. Dolores Brito Orta y Ricardo Espinosa Tanguma

L a lectura por placer, como una elección de ocupación durante el

tiempo de ocio, juega un papel impor-tante en la formación integral del ser humano. Acarrea varios beneficios, entre ellos se sabe que mejora la escri-tura, el vocabulario, la habilidad en el manejo del lenguaje, y el aprovecha-miento académico; además favorece la concentración y permite desarrollar las aptitudes necesarias para llevar a cabo el análisis y la crítica.

Quienes serán ávidos lectores comienzan desde pequeños sus hábi-tos en el hogar debido a que sus padres

les fomentan esta práctica leyéndo-les y proporcionándoles el material adecuado. Resulta claro que el placer por la lectura puede desarrollarse a cualquier edad, siendo la motivación el factor primordial que contribuye a fomentarla.

De acuerdo con los estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), México ocupa el penúltimo lugar a nivel mundial, de un total de 108 países estudia-dos, en lo que a hábitos de lectura se refiere. Por otro lado, y esto según

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la Encuesta Nacional de Lectura del 2012 realizada por el Consejo Nacio-nal para la Cultura y las Artes (CoNa-CultA) las personas leen más a medida que aumenta su escolaridad. En ese mismo documento se reporta que el 72 por ciento de los universitarios leen libros; sin embargo, solo el 32 por ciento de ellos acostumbran leer más de seis horas a la semana. A esto se suma el hecho de la inclinación de los jóvenes por actividades propias de la era de la tecnología, como jugar con videojuegos, navegar en las redes sociales e internet, ver YouTube o Netflix, etc. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la formación lectora de los estudiantes implica el desarrollo de las competencias para razonar, comparar y contrastar la información de un texto.

La mayor parte de los estudian-tes que ingresan a nuestra Universidad provienen de un ambiente familiar y educativo que no les proporcionó las herramientas necesarias para formarse como lectores independientes, es de

esperarse por tanto que presenten dificultades para la interpretación y el análisis de la gran cantidad de mate-rial a revisar, y para la elaboración de textos escritos que se les exigen a lo largo de su educación de pregrado. De modo que entre los profesores es frecuente escuchar comentarios acerca de que los alumnos solo estudian de los apuntes y no leen los libros de texto, no saben redactar, no tienen capaci-dad de síntesis. Se ha propuesto que el concepto de que la labor docente universitaria consiste solo en promo-ver una gran acumulación de conteni-dos requiere ser transformado por uno que permita impulsar la formación lectora, la enseñanza de la escritura, así como las estrategias de aprendizaje útiles para las asignaturas que cursan en ese momento. De esta forma se proveerá al alumno de una verdadera preparación para el futuro.

Hicimos una exploración de los hábitos de lectura de los estudiantes de medicina de nuestra Facultad. Se efec-tuó bajo una estricta confidencialidad con alumnos del segundo año de la


carrera, empleando un cuestionario de 11 preguntas tomadas de la Encuesta Nacional de Lectura.

Descubrimos así que las prin-cipales actividades que los alumnos de medicina realizan son: oír música, reunirse con los amigos, ir al cine, y navegar en las redes sociales. Solo una cuarta parte de los encuestados afirma tener entre sus tres principales pasa-tiempos el leer libros. El 80 por ciento de los alumnos indicaron que leían un promedio de cinco libros por año. Las novelas ocupan el primer lugar con un 94 por ciento de los lectores, le siguen los libros de historia con un 39 por ciento, los libros de cuentos con un 36 por ciento, los de poesía con un 19 por ciento y los de superación perso-nal con un 17 por ciento.

Los autores más leídos fueron Gabriel García Márquez (1927 - 2014), Joanne K. Rowling, Edgar Allan Poe (1809 - 1849), Paulo Coelho, John Ronald Reuel Tolkien (1892 - 1973), John Katzenbach, Stephen King, Mario Benedetti, John Green y Oscar Wilde (1854 - 1900). Un 23 por ciento

de los estudiantes admitió no tener un autor favorito. Los libros favori-tos fueron Cien años de soledad, la serie de Harry Potter, Orgullo y prejuicio (Jane Austen), El principito (Antoine de Saint-Exupéry) y El psicoanalista (John Katzenbach). El 70 por ciento de los alumnos que leen dedican de una a tres horas por semana a esta actividad, aunque el 17 por ciento lee de cuatro a seis horas y el 15 por ciento de siete a más horas por semana. Un 45 por ciento reporta que lee menos desde que está en la Universidad y un 37 por ciento refiere leer más.

El 70 por ciento de ellos lee revis-tas. Las más leídas estuvieron relacio-nadas con la carrera, aunque un 75 por ciento de ellos lee también revistas de tipo cultural, el 76 por ciento revistas científicas, el 68 por ciento temas de salud, el 44 por ciento de naturaleza y música, el 30 por ciento deportes, el 34 por ciento moda, el 30 por ciento animales, informática y pasatiempo, 28 por ciento culinarias, el 22 por ciento fotografía y ciencia ficción, y el seis por ciento de informática.

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Con respecto a las horas a la semana que le dedican a la lectura de libros y revistas, el 75 por ciento de los lectores dijeron emplear de una a tres horas, el 18 por ciento de cuatro a seis horas, y el siete por ciento más

de siete horas. Se concluye entonces que la lectura por placer no es una actividad que se encuentre dentro de aquellas que realizan los estudiantes de medicina con mayor frecuencia en su tiempo libre.

Conferencia VIH

El 27 de noviembre del 2015 en el Auditorio de nuestra Facultad se llevó a cabo la Conferencia Inaugural sobre VIH. Asistió la Dra. Flor Lilián Estrada Martínez, Jefa de la Jurisdic-ción Sanitaria No. 1 de la Secretaría de Salud, representante de la Dra. Mónica Rangel, Secretaria de Salud del Estado, quien simultáneamente estaba dando inicio al mismo programa en la ciudad de Tamazunchale; el Lic. Sergio

Alfredo Montoya, Presidente Estatal de la Comisión de Derechos Huma-nos; el Dr. Juan Jesús Martínez López, Sub-Director de Hospitales; y la Dra. Araceli Aranda, Coordinadora Esta-tal del Programa VIH. El Dr. Jesús Casillas Rodríguez, Director Médico de la Clínica Condesa de la Ciudad de México presentó la conferencia «El VIH en México». El Director de la Facultad de Medicina, Dr. Alejandro

NOTICIAS


Javier Zermeño Guerra, opinó que «el tema del VIH es un asunto que se discute y se analiza en todos los niveles. Si queremos verdaderamente actuar en consecuencia y buscar solu-ciones, tenemos, tanto población civil, como autoridades gubernamentales, que realizar acciones conjuntas. Lo primero es comentarlo, no ocultarlo. Después educar: la educación es la única acción que iguala las condicio-nes. Es más fácil que un pueblo con

conocimiento vasto del problema encuentre soluciones, si no curativas, sí de control y de manejo. Los cambios demográficos de la población registran el inicio de la vida sexual activa a los 15 años de edad (Conocimiento, actitud y práctica de anticoncepción en adolescen-tes mexicanos del Centro Latinoameri-cano Salud y Mujer y el Fondo de Pobla-ción de las Naciones Unidas en México). Tenemos que quitarnos la venda de los ojos».

Viaje del Dr. Luis Meave Gutiérrez

El Dr. Luis Meave Gutiérrez Mendoza realizó del siete al 18 de septiembre del 2015 una estancia académica en la Universidad McMaster en Hamil-

ton, Ontario, Canadá. Durante esta se incluyeron temas como las áreas de similitud en el campo de la salud pública y se exploraron áreas de opor-tunidad para esta misma disciplina. La mayor fortaleza de la Universidad McMaster está en el ámbito de las polí-ticas en salud basadas en la evidencia, al ser en esta universidad en donde surgió el concepto. El Dr. Luis Meave Gutiérrez participó activamente con el Dr. John Lavis en el curso Finding and using research evidence y en diversas

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actividades que tenía el staff. Atesti-guó la ceremonia de inicio de cursos de posgrado en donde se realizó un brindis conmemorativo. En pregrado la Salud Pública se imparte a los estu-diantes canadienses mediante proble-mas reales que se les asignan por escrito. Ellos deben buscar la informa-ción para tratar de solucionarlos. Esto difiere de la docencia que impartimos

en nuestra Facultad, donde se parte del principio de conocer el estado óptimo de la población y a partir de ello, tratar de identificar los problemas que existen y dar una posible solución. En Canadá el enfoque es de una medi-cina basada en problemas que logra desarrollar la competencia de los estu-diantes para resolver situaciones reales a las que se enfrentarán.

Nuestra Facultad en la India

La Dra. Patricia Elizabeth Cossío Torres, enfermera, y doctorada en Ciencias Ambientales, adscrita al Departamento de Salud Pública de nuestra Facultad, realizó el pasado mes de septiembre del 2015 una estan-cia de investigación en Christ Univer-sity, de la India, en Bangalore, capital de Karnataka, al sur del subcontinente. Vivió de cerca las metodologías holísti-cas para la prevención de conductas de riesgo en los adolescentes. Observó el funcionamiento de los programas de intervención que fomentan el desa-

rrollo de mecanismos protectores y de recuperación de los ecosistemas perturbados y también los programas de atención primaria para grupos vulnerables. La estancia la realizó con el Dr. Tony Sam George, Jefe del Depar-tamento de Psicología y Posgrado de la Christ University. Dicha Universidad cuenta con una planta tratadora de aguas negras, una planta generadora de biogás, un centro de producción de composta que practica además el reci-claje de basura y de papel.


La Dra. Cossío pudo así constatar que los escenarios rurales y urbanos de marginación no son distin-tos a los que existen en México; sin embargo, en la India se ha logrado desarrollar una fuerte infraestructura de trabajo conjunto entre la academia,

las organizaciones no gubernamen-tales, y la comunidad. Un ejemplo de ello, es el Centro Rual Hoskotte, el cual inició hace 15 años y opera de manera sustentable a través de 15 mujeres líderes de diferentes localida-des.

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En entrevista con ellas, mani-festaron que el punto clave para el éxito del trabajo comunitario es la capacitación y la identificación del rol que tiene la persona en su comu-nidad. Para el buen desarrollo de estos proyectos es necesaria su perma-nencia en la comunidad al inicio del trabajo, y posteriormente la vigilancia de los avances. La comunidad debe darse cuenta de los beneficios que obtendrá si participa y reconocerlos como producto de su trabajo. La Dra.

Cossío ofreció seminarios a alumnos de posgrado de Psicología Clínica, Psicología del Adolescente, Trabajo Social Comunitario y Trabajo Social Clínico. Asistió al Congreso Nacio-nal de “Tráfico de Humanos” ya que la India, junto con Rusia y China, son los tres países más afectados por este flagelo. Derivado de esta estan-cia la Dra. Cossío y la Dra. Madhavi Rangswamy han iniciado un proyecto de investigación en colaboración.

se pubLicó Hace 25 años

• Las Jornadas Médicas Nacionales de la Academia Nacional de Medicina se desarrollaron en la ciudad de San Luis Potosí. Se plasmó la interrelación entre las especialidades médicas con las cien-cias básicas.

• Se participa la muerte del Dr. Pedro Bárcena Hiriart acaecida el 30 de diciembre de 1990. Había nacido en 1906 en Tampico. Don Pedro fue

profesor de urología y médico externo del Hospital Civil desde 1943. Miembro de la primera Comisión de Admisión en 1960. Consejero Maestro en 1959.

• Del 11 al 16 de noviembre de 1990 se desarrolló el Congreso Nacional de Bioquímica. Los organizadores fueron Jesús Manuel Rodríguez Medina, Martha Celia Ramos Lucio y Sergio Sánchez-Ar-mass Acuña.


se pubLicó Hace 50 años

• La Oficina Sanitaria Panamericana obsequió a la Escuela de Medicina cintas fijas acerca de la brucelosis y la tubercu-losis.

• El Dr. Mauricio Rocha e Silva, Jefe del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de Ribeirao Preto, Universidad de Sao Paulo, dictó la confe-rencia: «Nuevas aportaciones al estudio de la bradicinina».

• Con la asistencia de médicos de todo el país, el Dr. Roberto Caldeyro Barcia, de la Facultad de Medicina de la Univer-sidad de Montevideo, considerado hoy el padre de la perinatología, ofreció el curso «Efecto del parto sobre el feto y el recién nacido». El coordinador general del evento fue el Dr. Luis Fernando Rangel Franco.

El Dr. Roberto Caldeyro Barcia en su laboratorio en Montevideo.

• El Departamento de Farmacología de la Escuela, bajo la dirección del Dr. Antonio Morales Aguilera, organizó el entrenamiento del personal docente en farmacología para las Escuelas de Medi-cina de la Universidad Nicolaíta, Instituto Nacional de Cardiología, Universidad Autónoma de Nuevo León y Universidad de Guanajuato.

BOL. INF. FAC. MED. V. 58, N. 4, 2015 223

La historia de la Facultad

El Boletín Informativo de la Facultad de Medicina es una publicación trimestral de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el cual es editado por la propia Facultad e impreso en la Editorial Universitaria Potosina. Sus objetivos primordiales son los de informar y difundir los hechos de interés general que suceden dentro de la institución, o en la vida académica de sus profesores. Publica también textos relacionados con la historia médica potosina y con la enseñanza de la medicina. Su distribución es gratuita. Las suscripciones se reciben en el teléfono (444) 8.26.23.45, ext. 6653. La correspondencia deberá de enviarse a:

Facultad de Medicina de la UASLP Oficina Editorial Av. V. Carranza 2405 San Luis Potosí, SLP 78210 México


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