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Distribución gratuita No.38 ISSN 1909-650X PERIODISMO UNIVERSITARIO Medellín, septiembre de 2013 Anoquia es el departamento con mayor potencial hidroeléctrico en Colombia: genera el 28,6% de energía que consume el país. Las condiciones geológicas y geográficas de sus cañones y laderas permiten el funcionamiento de 45 centrales hidroeléctricas y la construcción de 6 más durante los úlmos 4 años. El agua y la energía que esta genera con su fuerza y caída, son parte del desarrollo de los úlmos proyectos de los gobiernos nacionales. Los proyectos de producción Antioquia: agua e hidroeléctricas minero-energéca llegan a imponerse sobre ecosistemas y comunidades con una vocación agrícola, supuestamente errónea por las condiciones del territorio, según los planes de desarrollo. Con el cambio en los usos de la erra, la pugna por acceder a las fuentes hídricas y los impactos ambientales y sociales que traen consigo los proyectos, queda en duda si estos realmente conducirán a un verdadero desarrollo para las regiones y no sólo para el crecimiento económico del país. Represa Troneras en el Municipio de Gómez Plata, Anoquia. Foto: Catalina Rodas Q. Explotación de fuentes hídricas Informe 6 Las aguas negras de Hidroituango 8 Antioquia: agua con sed 10 Análisis Análisis En Anoquia la locomotora energéca prendió sus motores, alzando nubes de humo que cubren el cuesonamiento de su pernencia. La construcción de una hidroeléctrica ene costos ambientales que se ven reflejados en el ecosistema. En Anoquia solo el 18.3% de la población rural ene agua potable. El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo

CONTEXTO 38 Hidroeléctricas

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Revista de la Universidad Pontifica Bolivariana, habla sobre el tema de hidroeléctricas

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  • Distribucin gratuitaNo.38

    ISSN 1909-650XP E R I O D I S M O U N I V E R S I T A R I O

    Medelln, septiembre de 2013

    Antioquia es el departamento con mayor potencial hidroelctrico en Colombia: genera el 28,6% de energa que consume el pas. Las condiciones geolgicas y geogrficas de sus caones y laderas permiten el funcionamiento de 45 centrales hidroelctricas y la construccin de 6 ms durante los ltimos 4 aos. El agua y la energa que esta genera con su fuerza y cada, son parte del desarrollo de los ltimos proyectos de los gobiernos nacionales. Los proyectos de produccin

    Antioquia: agua e hidroelctricasminero-energtica llegan a imponerse sobre ecosistemas y comunidades con una vocacin agrcola, supuestamente errnea por las condiciones del territorio, segn los planes de desarrollo. Con el cambio en los usos de la tierra, la pugna por acceder a las fuentes hdricas y los impactos ambientales y sociales que traen consigo los proyectos, queda en duda si estos realmente conducirn a un verdadero desarrollo para las regiones y no slo para el crecimiento econmico del pas.

    Represa Troneras en el Municipio de Gmez Plata, Antioquia. Foto: Catalina Rodas Q.

    Explotacin de fuentes hdricas

    Informe6

    Las aguas negras de Hidroituango8

    Antioquia: agua con sed10

    Anlisis AnlisisEn Antioquia la locomotora energtica prendi sus motores, alzando nubes de humo que cubren el cuestionamiento de su pertinencia.

    La construccin de una hidroelctrica tiene costos ambientales que se ven reflejados en el ecosistema.

    En Antioquia solo el 18.3% de la poblacin rural tiene agua potable.

    El peridico de los estudiantes de la Facultad de Comunicacin Social-Periodismo

  • UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 2

    As se formaron las nubes y al enfriarse dieron lugar a las primeras lluvias. Y desde ah se inici un ci-clo permanente, algunas veces se quedaba estan-cada y en otras volva a ser vapor, nube y lluvia.

    A pesar de que llevamos millones de aos observando este ciclo de la naturaleza, la abundancia de agua de la que se habla es un enga-o pues de la que hay en el mundo, ms del 96% es salada, y del total de agua dulce ms del 68% est atrapada en forma de hielo. Otro 30% del agua dulce se encuentra en el suelo. Los ros son fuente de la mayora del agua dulce superficial que usan las personas, pues slo constituyen 1.250km2, o alrededor del 0,0001% del agua to-tal del planeta1 y sta es la apropiada para la su-pervivencia de los seres vivos.

    Desde los inicios de la humanidad el estu-dio del agua o hidrologa, es un tema de inters. Se tienen datos de que en el 4.000 a.C. el Nilo fue represado para mejorar productividad agrcola y existen todava eviden-cias en las ciudades ms antiguas de los acue-ductos made in Grecia y Roma. Pero solo hasta el siglo XX los gobiernos comenzaron a proponer programas de investiga-cin hidrolgicos y de aprovechamiento del re-curso, y Colombia no ha sido la excepcin.

    Gracias a su locali-zacin geogrfica nuestro pas cuenta con una pri-vilegiada posicin que le permite ser un pas rico en recursos naturales, gozar de una variedad de pisos climticos y ser una fuente importante de agua, al punto de ser considerado uno de los pases con mayor riqueza hdrica del mundo.

    Plataforma hu-mana (www.platafor-maurbana.cl/plataforma) situaba en 2010 a Colom-bia con sus 2.112 m3/s en el puesto seis del ranking de los ocho pases con el mayor volumen de agua en el mundo, donde res-cataba del nuestro el acceso al agua potable y saneamiento, y el au-mento en la calidad de los servicios en la ltima dcada.

    Por su parte, An-tioquia, en sus ms de seis millones de hect-reas de territorio, cuenta con una oferta hdrica de aproximadamente 194 kilmetros cbicos, lo cual lo ubica como uno de los territorios ms ri-cos en agua en el mbito nacional.

    Asimismo, cerca del 30% del territorio an-tioqueo est por enci-ma de los 1.500 metros sobre el nivel del mar, lo cual habla de una geogra-fa quebrada que, junto con un rgimen de lluvias de 3.000 milmetros en promedio al ao, ofrece enormes posibilidades para la produccin de energa hidroelctrica, abastecimiento de acue-

    AntIoquIA: PotEnCIA hIdroElCtrICA dE ColombIABeatriz Elena Marn Ochoa / [email protected]

    Opinin

    ductos y riego. Esto afir-maba el profesor Mauri-cio Alviar Ramrez, de la Universidad de Antioquia, al hacer un llamado de atencin a la ciudadana sobre los usos de nuestro recurso agua y concluye que la posibilidad de te-ner bosques, pendientes y precipitacin nos pone en un lugar privilegiado para ser competitivos en produccin maderera, generacin de energa y ecoturismo, pero esto re-quiere visin de Estado y polticas pblicas adecua-das.

    Nuestra no des-preciable riqueza se ha visto diezmada por el auge de la explotacin minera, los cambios cli-mticos y el mal uso del suelo, pese a ello sus aguas han permitido que se desarrollen procesos de produccin de energa a travs de las centrales hidroelctricas. Se cal-cula que en Antioquia est ms o menos el 33% de la produccin de ener-ga del pas proveniente de hidroenerga, que es una energa catalogada como limpia y prctica-mente puede duplicarse en los prximos aos2, Asegura Hernn Porras, asesor de la secretara de Medio Ambiente de An-tioquia.

    lAS hIdro-ElCtrICAS PAISASEl departamento es una fuente importante

    Foto: Diego Snchez A.

    1 IMTA (2013) Cunta agua hay en la Tierra? ATL en el portal del agua desde Mxico. Mxico. Consultado el 6 de agosto de 2013: http://www.atl.org.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=5842:icuanta-agua-hay-en-la-tierra&catid=48:datos-estadicos&Itemid=4782 Consultado el 13 de agosto de 2013 en el texto publicado con motivo de la celebracin del da del agua, El recurso hdrico del Departamento de Antioquia est en riesgo en: http://www.antioquia.gov.co/index.php/secretaria-de-medio-ambiente/7258-recurso-hidrico-antioqueno-esta-en-riesgo .3 Al momento de escribir este artculo se peda intervencin de la ONU y la OEA para solucionar la situacin.

    de energa para el pas gracias a la generacin que se produce desde sus plantas entre mini-centrales y centrales hi-droelctricas que tienen inversionistas privados y empresas como Isagen y EPM.

    En la actualidad trabajan en Hidroituango cuyo proceso de cons-truccin ha generado resistencias, controver-sias y la toma que vive la Universidad de Antioquia con los 300 campesinos que completan ms de cinco meses de ocupa-cin, desde el 20 de mar-zo3, en perjuicio de do-centes y estudiantes de la Universidad.

    No han sido sufi-cientes las promesas de la Gobernacin sobre in-versin en el rea de in-fluencia de Hidroituango, ni tampoco los pedidos de las comunidades en contra del proyecto. El sector gobierno se queja de la lentitud de las li-cencias, los afectados de que no se les escucha y quienes estn ajenos se preguntan para qu las mesas de concertacin previas al proyecto, qu pasa con los derechos humanos, la sostenibili-dad y la participacin de las comunidades en el proyecto.

    Cuando se cons-truye una hidroelctrica siempre hay una afec-tacin en relacin con el entorno y su parte locativa, pero se deben considerar los efectos so-ciales y ambientales, que adems obligan por ley a

    compensar el entorno. A veces tambin es necesa-rio mayor conocimiento de la comunidad en la reglamentacin relacio-nada con la obra.

    Segn Juan Da-vid Granada, ingeniero electricista del rea de gestin de EPM, las hi-droelctricas son muy importantes para el pas porque la afectacin de la demanda de energa afecta la economa y su crecimiento, no olvide-mos que adems el pas est ubicado de forma privilegiada en el con-tinente y esto le facilita construir centrales hi-droelctricas, una oferta

    Segn los estudiosos de la hidrologa, el agua hizo su aparicin en el planeta hace unos 4.800 millones de aos, cuando estaba repleta de volcanes en erupcin y la corteza era muy caliente; entonces entre sus emisiones de lava expuls vapor de agua y fue ah donde empezaron a unirse los dos tomos del preciado lquido: oxgeno e hidrgeno.

    de mejor calidad, segn la teora de generacin de energa, por ser las que generan menor im-pacto.

    De todas formas Hidroituango con su presa de 225 m de altu-ra, 20 millones de m3 de volumen y sus 2.400MW de energa en ocho uni-dades de generacin es en la actualidad el pro-yecto ms grande de este tipo en Colombia; ojal se cumpla lo expresado por Juan Daniel Granda de San Andrs de Cuer-quia en la pgina de EPM al referirse al proyecto: Buena energa, buen fu-turo para la gente.

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    Preparamos una edicin sobre Antioquia como poten-cia hidroelctrica en Colombia, tema que se despliega en algunos artculos. En otros, el tema deriv en el pro-blema del agua.

    Antioquia tiene condiciones topogrficas, h-dricas y geolgicas que la hacen una potencia para la produccin hidroelctrica en Colombia. De hecho, sus 45 centrales producan, en 2010, el 28.6% de la energa del pas. Y est en proceso Hidroituango, cuya primera fase entrar en funcionamiento en 2018.

    Este hecho es uno ms de los tantos que se aprovechan para llenar de orgullo a los antioqueos, pues aqu siempre nos han convencido de que lleva-mos la delantera en mltiples aspectos. Los superla-tivos mejores y ms han acompaado la compa-racin que los paisas hacen con sus compatriotas de otras regiones.

    Desde la universidad se tiene una mirada re-flexiva sobre lo que se conoce como desarrollo y progreso, pues cada vez somos una generacin ms consciente de que, en ocasiones, ciertos desarrollos significan el sacrificio de recursos que son irreparables o irrecuperables. Por ejemplo: la movilidad que utiliza combustibles fsiles, que produce dao al aire y sustan-cias txicas para la vida; o la solucin a ello, que supone los biocombustibles, o mejor biocarburantes, pero con el inmenso dao que produce el monocultivo a la tierra.

    Por esta razn, quisimos meditar sobre un asun-to que supone sacrificar los recursos naturales que no somos capaces de producir para generar aquello que se podra hacer de otras maneras, con las que se logre el menor impacto para los seres vivos.

    Hasta dnde el desarrollo justifica sacrificar el medio ambiente? Con nuestra inteligencia, los seres humanos podramos poner ms empeo en conseguir los recursos que necesitamos sin la destruccin de otros; por ejemplo, obtener energa (sin la cual en este tiempo parece imposible vivir) sin contaminar el aire, el agua o devastar la tierra (sin ninguno de los cuales viviramos).

    Si ya los han inventado o descubierto, por qu no designar ms presupuesto para desarrollar otros proyec-tos de produccin de energa que no tengan costos tan altos, desde el punto de vista humano y medioambiental?

    Y mientras lo logramos, por lo menos acepte-mos que no es la mejor va (por los efectos secunda-rios) y no hagamos del tema un asunto en el que se trate de mostrar solo bondades, como si no produjera pesadillas tambin.

    No se trata del hecho escueto de ser potencia hidroelctrica; porque paralelo a ello, esa capacidad productora obliga a la modificacin de la naturaleza porque implica desviar ros, inundar vastas extensio-nes de tierra cultivable, desplazar animales, afectar el hbitat de insectos, plantas y, lo ms importante, mo-dificar la vida de comunidades humanas. Los perjuicios en temas sociales, medioambientales y culturales son opacados por las fastuosas noticias de los millones de dlares en ganancias, los megavatios de generacin, la capacidad de abastecimiento, de exportacin, de po-tencia hidroelctrica, etc.

    Dos intereses se contraponen: por un lado, la necesidad humana de, casi, depender de la energa; y, por el otro, tambin el derecho de los seres vivos expo-liados de su hbitat natural y tradicional, porque su te-rritorio ser usado para el bien de un altsimo nmero de personas (y beneficio de ciertas empresas).

    quE El dESArrollo no trAIgA tAntA dEStruCCIn

    Editorial

    Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Seplveda / Decana Escuela de Ciencias Sociales: rika Jaillier Castrilln / Director Facultad de Comunicacin Social-Periodismo: Juan Fernando Muoz Uribe / Coordinador del rea de Periodismo: Juan Jos Garca Posada / Directora de Contexto: Ana Cristina Aristizbal U. / Jefe de Redaccin: Laura Betancur A. / Fotgrafos: Hebert Rodrguez G. Catalina Rodas Q. Pablo Monsalve M. Diego Snchez A. / Redactores: Carolina Campuzano B. Catalina Rodas Q. Natalia Caldern R. Camila Reyes V. Laura Meja M. Juliana Gil G. Laura Betancur A. Diego Sanchez A. Juliana Carvajal C. / Foto portada: Catalina Rodas Q. / Diseo: Estefana Mesa B. Carlos Mario Pareja P. / Diagramacin: Ana Milena Gmez C. - Editorial UPB / Impresin: La Patria / Universidad Pontificia Bolivariana Facultad de Comunicacin Social-Periodismo / Direccin: Circular 1 N 70 - 01 Bloque 7 / Telfono: 354 4557 / Correo electrnico: [email protected] / ISSN 1909-650X.

    / [email protected]

    Por qu tenemos la sensacin de que desarrollo y progreso no van de la mano? El desarrollo es una frmula estndar que ignora los contextos humanos y culturales, asegura Edgar Morin en La va, el futuro para la humanidad. Y muchas veces ese desarrollo no entien-de asuntos de tradicin, cultura, arraigo o ancestros hu-manos y, adems, daa para siempre partes de la tierra.

    Y aunque se entiende que la energa hidroelc-trica es una de las ms amigables con el ambiente, por no producir gases que generen efecto invernadero, su produccin afecta otros sectores, asunto minimizado ante los beneficios y lucros que se obtienen.

    Cmo se puede llamar desarrollo a aquello que se basa en tanta destruccin?, se cuestionaba Javier Moro cuando cont la historia de la destruccin de buena parte de la Amazonia brasilea, en la dcada de 1980.

    En el primer prrafo dijimos que la investigacin deriv en el problema del agua. Solo que la frase el problema del agua para nosotros, que habitamos en esta Antioquia, considerada como una de las regiones en Colombia con mayor riqueza biolgica asociada al agua y, adems, poseedora de un gran potencial h-drico, suena demasiado distante en el tiempo y en el espacio geogrfico.

    Pero, aunque suene distante, no debemos per-manecer ajenos al tema, mxime cuando precisamen-te por estar en un territorio rico en agua, nos hace es-tar en la mira de todos aquellos interesados en usarla para beneficios, que, muchas veces, son particulares.

    Algunos futurlogos aseguran que las prxi-mas guerras sern por agua. Y nada raro: en otro tiem-po el agua era un bien pblico, pero cada vez ms se habla de que al agua la estn privatizando.

    En el texto ya mencionado, Edgar Morin asegura que en 1992 los Estados miembros de la ONU consin-tieron el principio de que el agua no es un bien comn sino un bien econmico. Es decir, desde el momento en que el agua es captada y utilizada para el riego y el consumo, con unos precios que deben ser cubier-tos y remunerados, unos capitales invertidos, el agua es un bien mercantil con precio. Y aunque esta visin del agua cambi en 2010 cuando la asamblea general

    de este organismo seal al agua como un derecho humano, pareciera que en muchas esferas privadas y pblicas, aquellas que invierten capitales en torno a este recurso, continan aprovechndolo como un bien mercantil. Solo que el sentido comn permite deducir que nadie se debe apropiar, para vender, lo que no es capaz de hacer.

    Se entiende que llevar el agua hasta los grifos de las casas tiene un costo, por la comodidad que ello representa. Lo que no se entiende es que empresas privadas, como por ejemplo las de gaseosas, se apro-pien de un ro o de cualquiera otra fuente de agua, para usarla como materia prima de sus refrescos y una co-munidad local ya no se beneficie de esa fuente hdri-ca porque una industria se la ha apropiado. Si una de las empresas de bebidas ms conocidas en el mundo se jacta de que cada 24 horas se consumen en todo el planeta 1.600 millones de sus productos, cuntos millones de litros de agua diaria se apropian para despus venderla al consumidor? Cuntas fuentes de agua, de los pases ricos en recursos hdricos, son usadas por estas fbricas de refrescos?

    Segn el informe de 2012, que la ONU present sobre los Objetivos de desarrollo del milenio, se estima que para el ao 2015 unas 605 millones de personas en el mundo carecern de agua potable mejorada.

    As que los recursos naturales, que tienen que pertenecer a todos porque como humanidad no somos capaces de hacerlos, no pueden ni ser apropiados por unos pocos (para despus venderlos con llamativas eti-quetas de colores) ni tampoco ser destruidos so pretex-to del desarrollo.

    Qu hacer entonces? Creemos, desde aqu, que podemos invertir ms dinero para desarrollar aquellos proyectos que nos aseguren la salvaguarda de los recursos naturales, los que no somos capaces de hacer: agua, tierra, aire; de lo contrario, estamos con-denados a seguir perforando el camino hacia lugares de no retorno, plantados de inmensas mega estructu-ras, silenciosos y solitarios, porque los seres vivos ha-brn tenido que emigrar a regiones en las que la vida an sea posible.

    El peridico de los estudiantes de la Facultad de Comunicacin Social- Periodismo

  • UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 4 Opinin

    medelln con un ro limpio y potable?

    Periodista o generador de contenidos?

    Pablo Andrs Monsalve Mesa / [email protected]

    Juan Pablo Lpez / [email protected]

    La investigacin y rigurosidad ya son palabras que vemos borrosas. La Web 2.0 ha limitado el ejercicio a los contenidos multimedia que, por la inmediatez, son nor-malmente vagos y no trascienden. De esta manera es como el especialista en el ma-nejo de la informacin se est rebajando a cualquier mortal que, con un dispositivo

    mvil, hace periodismo cuando le d la gana sin un solo da de academia. Ahora bien, no se trata de la ne-gacin a la evolucin y, tampoco, de hacer demagogia por la aoranza de tiempos que fueron mejores, eso sera estpido.

    Coincido con lo que dijo hace pocos aos el profesor Camilo Jimnez, que se hizo famoso cuando renunci a su ctedra de Comunicacin Social en la Universidad Javeriana porque la mayora de sus estu-diantes, unos nativos digitales, no eran capaces de re-dactar un prrafo sin errores.

    Pretendo con estas lneas hacer notar que la adaptacin que vive el periodismo en los medios digi-tales no es la adecuada y preocupa que, quiz en un

    Apologa a la intolerancia

    Amalia Uribe Jaramillo / [email protected]

    demasiado angostas para caminar; tambin pas por La Playa, en el centro, donde se encuentran esas mo-numentales ceibas que dan sombra al suelo que hoy cubre la quebrada An o Santa Elena.

    Como vivo en el sur de la ciudad, me decid por la va del ro para volver a casa. Cuando opt por esta l-nea rpida, que es acompaada por mangos, guayabos, guayacanes y muchas adelfas blancas y rosadas, tom el carril de adentro para observar el ro Medelln, ese ser solitario, callado y tranquilo que divide la ciudad en dos; ese que guarda basuras, piedras y algunos muertos, pero no porque l quiera, sino por unos habitantes que no aprecian el valor del agua, su riqueza, su importancia y que no han entendido que es necesario cuidarlo.

    El ro Medelln fue canalizado entre 1943 y 1945. Naci libre y puro en el sur de la ciudad, sus aguas en este punto se pueden tomar con tranquili-dad, o jugar con ellas y entrar en ellas para calmar el sofoco de una caminada. Lo triste o sorprendente es que a pocos metros las manos del hombre y sus gran-des fbricas depositan cantidades de qumico y sus-tancias que l recibe sin hacer ningn reproche, como si su destino fuera ser un botadero.

    Los ros de Amrica, Europa, Asia y frica tambin tienen estos problemas. Solo el 6% del agua del planeta es potable y la contaminamos como si no fuera vital.

    En la Antigedad, ros como el Ganges, el ufrates, El Nilo o El Tigris fueron considerados por las comunidades como sagrados porque de estas serpien-tes de agua dulce vena la vida para sus cultivos, la ruta para sus viajes y el lquido para la supervivencia. Con estos ejemplos no quiero comparar los grandes ros con el de nuestra ciudad, pero s hacer la observacin sobre el ro Medelln, ese que, en los inicios de nuestra historia, fue utilizado para las empresas y para las mis-mas comunidades y hoy lo ignoramos.

    Empresas Pblicas de Medelln cuenta con una planta de saneamiento del agua del ro que es la de San Fernando, ubicada en el municipio de Itag; la otra, ser inaugurada en 2015 en el municipio de Bello.

    En este viaje en bicicleta, con el sol en la espal-da y con el suave paso del ro, me haca las siguientes preguntas: Qu sera de Medelln, una ciudad con tanto movimiento, con un clima perfecto aunque ha cambiado un poco-, si tuviera un ro limpio y potable, donde sus habitantes pudieran disfrutar con un buen bao en un da de calor o simplemente estar al lado de sus aguas, mirar, observar y sentir su paso? Si es lindo mirarlo con su color oscuro, con sus miles de objetos flotantes, con sus olores, qu sera de este ro, que nos acompaa de da y de noche, que no para de reco-rrer la misma ruta, si fuera potable y manejable?

    mediano plazo, cuando la transicin de lo anlogo a lo digital se haya completado, se extinga lo que alguna vez conocimos como reportera.

    Y es que percibo que la palabra periodista, en la mayora de los casos, es un eufemismo para las perso-nas que, con aptitudes apenas rescatables, estn pos-teando contenidos sin profundidad, casi que se limitan a lo informativo claro, si es que por lo menos han co-rroborado la informacin en la pestaa de al lado. No quisiera generalizar, pero la mayora de los medios que enfatizan esfuerzos en sus presencias digitales, relegan la investigacin y posterior anlisis crtico. Adems, no aprovechan las bondades de viralizacin, enganche y dems herramientas que s traen consigo las TIC.

    Siento pues, colegas y lectores, que estamos perdiendo el norte. Concibo inadmisible que ahora te-ner buena ortografa ya no sea visto como un atributo bsico para el periodista sino como un elemento dife-renciador, y que la forma de adaptarse y competirle a la digitalizacin no sea con las dos acciones que conso-lidaron el ejercicio: la investigacin y el anlisis.

    es porque sus cerebros slo les da para acordarse de los pases en los que ha jugado la seleccin colombiana de ftbol.

    En los ltimos das he sentido ms esta leve in-tolerancia-inconformidad con el pblico estudiantil. S que no todos tenemos las mismas aspiraciones ni los mismos intereses, pero si uno elige una carrera para considerarse profesional, o al menos para tener el tan anhelado ttulo que exige la sociedad, s debe existir un compromiso que identifique sus valores con los de la academia.

    El tema de las pasiones y los hobbies tambin tiene que ver con este compromiso porque, como es-tudiante que soy, uno no siempre lee los documentos ni asiste a todas las clases, pero al menos hay quienes, cuando no cumplen a cabalidad con los requisitos de la universidad, se comprometen con otros aspectos: leen un libro por decisin propia, van a museos, a exposicio-nes de arte, van a cine o, simplemente, tienen conversa-ciones enriquecedoras en otros escenarios. Alguna vez una compaera me dijo que ella no se apasionaba por nada, que no tena pelcula o cantante favoritos, que no haca nada ms que ir a la universidad. Fue triste, no por-que fuera ella sino porque, como ella, hay muchos ms.

    Hay quienes dicen que son ms importantes los valores que el conocimiento, otros que este tipo de

    crticas son de quienes se creen intelectuales. Pienso que esa intolerancia-inconformidad es la que permite (no en todos los casos, pero s en los que son repro-chables) cuestionarse ms la vida, la sociedad, las situa-ciones negativas y positivas a las que nos enfrentamos diariamente. Critico muchos factores de mi ciudad, pero si lo hago es porque me duele, y de manera nostlgica, mas no destructiva, como otras personas lo creen. Me han dicho: Es que vos como que no quers a t pas, claro que lo quiero y me siento ms colombiana cuando identifico en m tantas cosas que critico de la cultura, pero eso no significa que no quiera cambiarlas, como la abismal apata que tienen los jvenes frente al estudio y al progreso. Porque la realidad no es la que uno quisiera ver sino la que es realmente y no se mide en nmeros ni en cifras sino en sensaciones, en estilos de vida.

    Nuestra cultura es homognea y si bien la into-lerancia nos ha llevado a ser indiferentes y apticos con la realidad, la inconformidad debera servirnos para ser mejores, para saber que hay asuntos que tienen que cambiar. Y sera interesante hacerlo desde la academia; el que no quiera estudiar que no bote la platica, que busque un trabajo o que se dedique a la labor social y le done esos 4 5 millones que vale un semestre a alguien que s quiera hacerlo.

    La intolerancia es una forma de no conformarse con todo, o con ciertas aspectos. Por ejemplo, con la edu-cacin, aunque s que es un tema en el que se hieren susceptibilidades, har una salvedad para explicar por qu la intolerancia hacia este tema. Hay miles de per-sonas que no pueden pagar un semestre de universi-dad, pero que, si lo hicieran, seran mejores estudian-tes que la mayora de las personas que lo pagan pero que, prcticamente, lo desperdician. No leen los do-cumentos, les da pereza ir a las clases, no se interesan por la actualidad del mundo, no se saben una capital de otro pas que no sea Brasil o Argentina y, si la saben,

    En estos tiempos mi cerebro, de manera implcita, asocia el periodismo con un mo-mento pretrito. Estamos subsumidos en una evolucin tecnolgica que deriva en la digitalizacin masiva de cualquier formato periodstico y que cambia ciertas reglas tra-dicionales que alguna vez hicieron grandes Capote o Talese.

    En un da de sol, viajaba en bicicleta por la ciudad, mi-raba el cielo, observaba la poca gente, los colores, las sombras y senta toda la magia que tiene Medelln en esos das de luz y calor. El reloj electrnico de La 33 marcaba 31 grados, miraba las calles y vea el vaho que sala de ellas por la alta temperatura del asfalto, aunque el viento era fresco y ambientaba la tarde. Era un domingo y pude recorrer algunos barrios con tran-quilidad: Laureles, El Estadio y Los Colores fueron mis rutas, vi sus rboles, sus casas y sus aceras, algunas

  • CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA 5

    En Per los pueblos indgenas de la parte ms alta de la zona andina, tie-nen un ritual del agua con el que todos los aos le agradecen los cultivos y las cosechas. Ellos suben a las partes ms altas de la montaa, donde nacen justa-mente las fuentes de agua, y depositan en la tierra caracoles de mar. Estas co-munidades nunca en su vida han ido a la costa, si los tienen es porque han hecho trueques con comunidades costeras. Con este ritual ellos quieren represen-tar el ciclo de vida del agua, que empie-za en la montaa, baja por Los Andes, se convierte en grandes cultivos, luego llega hasta la costa, desemboca en el mar y se encuentra con los caracoles. Es algo maravilloso.

    As describe Denisse Roca Ser-vat, antroploga de profesin, magster en Ciencias polticas y doctora en Estu-dios de Justicia de la Universidad Esta-tal de Arizona, uno de sus aprendizajes durante su investigacin en Arequipa, Per. La investigadora y docente, que tambin hace parte de la Alianza por la Justicia Hdrica, dialoga sobre una pers-pectiva cultural del agua y cmo en la actualidad Latinoamrica lidera una propuesta social por la comprensin de un recurso limitado y necesario para la vida humana.

    L.B: En trminos simples, qu se pue-de entender por justicia hdrica?

    D.R: La justicia hdrica no la po-demos simplemente conceptualizar en un significado preciso, sino que va a depender del contexto especfico sobre

    Laura Betancur Alarcn / [email protected]

    CuAndo El AguA ES mS quE h2o Historias sobre ros, ritos, lagunas, desiertos y comunidades ha conocido Denisse Roca Servat en sus investigaciones por Latinoamrica acerca de conflictos socio-ambientales por el agua. Al conversar con ella resalta la relacin de justicia social y agua, y comparte una visin desde la academia sobre el panorama latinoamericano en materia de gobernanza del recurso.

    la bsqueda de una justicia hdrica

    el cual nos hagamos la pregunta. La jus-ticia hdrica nos desafa a pensar cmo nos relacionamos con nuestro espacio y nuestro territorio con respeto y solida-ridad. No hay una sola definicin de ese trmino, sino que son muchas mane-ras de imaginar el futuro. No debemos buscar soluciones instantneas para los problemas, sino, ms bien, comprender la raz de los problemas. Lo que propone la red de justicia hdrica es acercarnos lo ms posible a una sociedad donde haya ms equidad, ms igualdad, ms democracia y participacin, donde haya una relacin con la naturaleza de igual a igual. Para ello es importante desentra-ar cmo se manifiestan las injusticias hdricas en la realidad social.

    Habla de relacin del hombre con la naturaleza. Por qu reconocer al agua como un asunto no slo biolgico sino, tambin, cultural?

    Nos hemos olvidado que somos naturaleza por algn discurso bastante objetivo y positivista que trata de po-ner a la naturaleza como algo externo al ser humano. El agua es naturaleza hbrida. En el sentido que los procesos y las condiciones naturales o ecolgi-cas no operan de manera separada de los procesos sociales y culturales, sino que coexisten. Al ver al agua solamente como un ente biolgico hemos cons-truido un discurso externo, lo cual hace que el agua sea un lquido que puedo controlar, contaminar, descontaminar, organizar. Nos olvidamos que el agua es una construccin social que delinea

    una geografa y nos crea un territorio. Territorios que tienen mltiples com-prensiones sociales y culturales.

    En la actualidad se incrementan los conflictos por el agua, en relacin con el acceso a las fuentes hdricas. Desde su perspectiva, cul es la real proble-mtica que subyace a estos conflictos?

    En este afn del ser humano ra-cional y cientfico de ver al agua como un objeto, cada vez hay muchas ms luchas por apropiarse de este objeto. Estamos mirando el agua solamente desde esta perspectiva, y en sta le he-mos dado un valor utilitario y mercantil. Hay una lucha por querer apropiarse de fuentes hdricas para el beneficio de un tipo de industria o de inters en parti-cular. Como no vemos al agua como la vida misma, que por ende debera ser un bien comn, existe esta pugna por ver quin se puede apropiar ms de este recurso.

    En el continente latinoamericano, por la llegada de proyectos minero-ener-gticos, se agudiza la apropiacin de fuentes hdricas. En los estudios que ha realizado qu relaciones encuentra en la forma en la que se dan estos conflic-tos en los distintos pases?

    Es interesante ver cmo esos conflictos socio-ambientales se han internacionalizado, y tenemos que verlos de una manera ms global, es decir, analizar qu importancia tiene Suramrica para el mundo. Hoy en da hay zonas en Europa y Estados Unidos que estn en riesgo por no tener la can-tidad suficiente de agua para la pobla-cin y su industria manufacturera. Sus ojos, entonces, estn en lugares como la Amazona, que alberga muchsima cantidad de fuentes hdricas. En gene-ral, en mi investigacin he constatado que en esos conflictos del agua existen empresas internacionales que estn tratando de acumular la mayor cantidad de agua para utilizarla generalmente en beneficio de una produccin mercantil,

    Actualmente es docenteinvestigadora de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana. Foto: Hebert Rodrguez G.

    ENtrEViSta

    es decir, convierten el agua en un bien econmico o la utilizan como un insumo bsico para producir mercanca.

    En este mismo contexto, cmo ha sido la respuesta de los ciudadanos en los distintos conflictos por el agua?

    Me parece que ha sido intere-sante. Hemos observado movimientos sociales entregados a la defensa del agua y el territorio. Por ejemplo, en Bra-sil ya ha habido un debate sobre la gran hidroelctrica de Belo Monte en la Ama-zona, los grupos indgenas se organiza-ron porque no queran el proyecto en su territorio, tanto as que lograron que ac-tores famosos como el director de cine James Cameron de Avatar (que incluso dice que su pelcula estuvo inspirada en esa problemtica), fuera una figura de publicidad simblica. Lamentablemen-te vemos que los gobiernos han sido muy reacios en tratar de conversar con los movimientos sociales. En Brasil, el movimiento logr momentneamente hacer una pausa del proyecto, pero no llev a pararlo definitivamente.

    Finalmente, en relacin con todos es-tos conflictos por el agua, qu pano-rama tiene en nuestro continente el derecho al agua?

    Es muy importante reconocer que de Latinoamrica estn surgiendo muchos de los discursos alternativos en torno al agua. En Bolivia, despus de las luchas por el agua en Cochabamba, que fueron en contra de la privatizacin, se ha trabajado de manera diplomtica por proponer el derecho al agua. Jus-tamente fue Pablo Soln, un poltico boliviano, quien en Naciones Unidas en Nueva York, propuso el derecho al agua como derecho humano. Son importan-tes los discursos de Bolivia o Ecuador, que estn reconociendo el derecho a la naturaleza, no solamente en relacin con los seres humanos sino ella en rela-cin con su conservacin. Son referen-tes internacionales.

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    Que baje el agua, que inunde, que se deslice con presin, con mucha fuerza, que haga girar las turbinas, que haga de lo cintico y de lo potencial algo elc-trico, porque la locomotora del creci-miento y desarrollo antioqueo ya ech sus ruedas a andar. Entonces que baje el agua, que empuje y que se quiten los bosques y que se corran los animales. Que se plante aqu, que se plante all. Que se tale all, que se tale all.

    Desocpeme esto y llneme este vasito de montaa con mucha agua. Abran paso que con caudal, altura y geologa se har una hidroelctrica, que con estos tres vamos a sacar adelante estas tierras. Tierras? Adelante? S, tierras adelante. Pero tenga en cuenta que hay que retirar todo eso verde y hay que poner esto gris. Es que el progreso no sale gratis, en estas circunstancias siempre unos ganan y otros pierden.

    Y es que Antioquia es un territo-rio rico en agua. Cuenta con el ms alto potencial hidroelctrico de Colombia, y uno de los mejores de Amrica Latina. Razn por la que empresas, pblicas y privadas, han optado por explotar este recurso en busca de energas ms amiga-bles con el medio ambiente. La demanda humana de energa ha llevado al hombre a explorar nuevas formas de produccin energtica, como el aprovechamiento de los combustibles fsiles, la energa eli-ca, solar, hidrulica y nuclear.

    El agua es abundante en el mun-do, pero es escasa en lo que respecta a las condiciones para el consumo hu-mano. La distribucin en el espacio y el

    tiempo, junto con los eventos extremos, como sequas e inundaciones, la con-taminacin y otros elementos, hacen del agua un recurso limitado. Entre sus usos se incluyen el consumo humano, animal, agrcola, saneamiento, recrea-cin, control de inundaciones y energa hidroelctrica.

    Antioquia cuenta con ros de montaa con grandes diferencias entre caudales, y para aprovechar este recur-so, se construyen hidroelctricas con embalses para la regulacin de cauda-les y, como lo afirma Andrs Emiro Dez Restrepo, especialista en Distribucin y Transmisin de Energa Elctrica, de la Universidad Pontificia Bolivariana, estas se hacen en beneficio de la economa y el progreso.

    Con el objetivo de afianzar una economa estable y competente, se produce energa para vender y expor-tar, pero su produccin deja impactos ambientales, negativos y positivos. La pregunta es: La ley colombiana pro-tege lo suficiente al medio ambiente como para mitigar y prevenir un efecto negativo en la fauna y la flora cuando

    se construye una central hidroelctri-ca? Beatriz Elena Moreno Restrepo, ingeniera ambiental, asegura que: La construccin de una central hidroelc-trica genera costos ambientales irre-versibles, transforma la dinmica de las fuentes hdricas, baja las condiciones de vida animal y vegetal en la zona de influencia y afecta a las especies que la habitan.

    ConSIdErACIonES AmbIEntAlES

    La primera consideracin que se debe tener presente, para determinar la gravedad del impacto ambiental, es la existencia de tres tipos bsicos de cen-trales. La primera es la central con re-gulacin o con represa, que consiste en el almacenamiento de agua a travs de la construccin de un depsito o embalse. Es el caso de Guatap, nico embalse multianual con capacidad de almacenamiento de agua para varios aos. La segunda clase es la llamada

    un SACrIFICIo nECESArIo Al mEdIo AmbIEntE?

    Laura Meja Moreno / [email protected] Gil Gutirrez / [email protected]

    Construccin de hidroelctricas

    La construccin de una hidroelctrica tiene costos ambientales que se reflejan en el ecosistema. Para prevenir mayores impactos negativos es vital realizar una rigurosa planeacin antes de construirla.

    La destruccin de la naturaleza es una de las consecuencias de la construccin de represas para generar hidroelectricidad. Los inmensos movimientos de tierra afectan la vida vegetal y animal que, casi nunca, se vueven a recuperar. Foto: Diego Snchez A.

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    a filo de agua, en la que el agua pasa a travs de un canal construido en el nicho del ro y se toma nicamente lo que se requiere para la produccin elc-trica, sin afectar las zonas vecinas, en particular los terrenos cultivables. Un ejemplo es la Central Hidroelctrica de San Carlos o Represa Punchin, con una capacidad de 1.240 megavatios. Por l-timo, estn las centrales de captacin de aguas laterales, que se construyen en la orilla del ro, y se toma el agua necesaria, como en las de agua afluen-te. Estas dos ltimas, a filo de agua y captacin lateral, son las que menos impacto ambiental producen, pues no fragmentan ni alteran el curso normal del ro ni inundan reas importantes.

    Sin embargo, y teniendo en cuenta que los ros son sistemas lticos, es decir, de constante movimiento y que los embalses, por su parte, son sistemas lnticos, con una dinmica de poca cir-culacin, para generar energa median-te un embalse, una represa debe alterar el sistema del ro y transformarlo de l-tico a lntico.

    Cuando se realiza la cons-truccin de un embalse, es decir, la transformacin de un ecosistema ltico a uno lntico, y en donde se utilizan los tres recursos bsicos para la construccin: agua disponible, diferencia de alturas y geologa, estos recursos no son recuperables porque es muy difcil que se presenten los tres en un mismo lugar, por ello no es posible que haya energa renovable. Aunque s puede haber energa limpia, porque no emite dixido de carbono que incide en el efecto invernadero.

    Dentro de la planificacin de centrales hidroelctricas de embalses se debe ser consciente del tiempo de su vida til. En la medida en que a la central le llega agua, tambin le llegan sedimentos y residuos que provocan que el depsito pierda volumen. De acuerdo con diagnstico batimtrico previo (estudio de las profundidades) que se le haga a la central, se define cunta sedimentacin va a presentarse y se calcula el tiempo de utilidad de la hidroelctrica, que normalmente es de 50 aos en adelante. Sin embargo, los equipos que sirven para las operaciones son, a su vez, un factor determinante en el momento de calcular el tiempo de uso, pues reponer estos equipos resulta muy costoso.

    ASPECtoS lEgAlES En ColombIAPor otro lado, y de acuerdo con el C-digo Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Proteccin del Medio Ambiente, la construccin de obras de infraestructura como vas, embalses,

    represas o edificaciones, y la realizacin de actividades econmicas dentro de las reas de reserva forestal, requerirn licencia previa. Dicha licencia se otor-ga nicamente cuando el Ministerio ha comprobado que la ejecucin de la obra no afecta la conservacin de los recur-sos naturales y no renovables del rea, y dictamina que el titular de licencia deber adoptar, a su costa, las medidas de proteccin adecuadas.

    Segn Germn Mira Vsquez, in-geniero sanitario y ambiental, la mejor manera de prevenir cualquier tipo de efecto negativo sobre la naturaleza es mediante la planificacin y realizacin de un estudio de impacto ambiental, un diagnstico que permite identificar los efectos en tres componentes: bi-tico (organismos vivos), abitico (facto-res fsicos como la topografa, el clima, etc.) y social. Adems, es necesaria la implementacin de un plan de manejo ambiental, tanto para la construccin como para la operacin, en donde se da atencin a cada uno de los costos pre-vistos.

    yecto y segn los resultados obtenidos se otorga o no la licencia ambiental para construir la hidroelctrica.

    Una licencia es la autorizacin que da la autoridad ambiental compe-tente para la ejecucin de un proyecto, obra o actividad. En esta, adems de los permisos y autorizaciones para el uso de los recursos naturales, se esta-blecen obligaciones que debe cumplir el promotor del proyecto para corregir, mitigar y compensar los impactos am-bientales. Se entiende que la licencia ambiental se otorga con base en los estudios tcnicos y ambientales que en-trega el promotor sobre el proyecto.

    En Colombia la poltica ambien-tal est dirigida por el Ministerio de Am-biente y su marco jurdico es la ley 99 de 1993. En lo que tiene que ver con la re-gulacin ambiental para la construccin de obras se cuenta con el decreto 2820 de 2010, por medio del cual se regla-menta el trmite de licencia ambiental.

    ComunIdAdES AFECtAdAS y Su PoSIblE ComPEnSACIn La compensacin de los impactos am-bientales se intenta cuando se restituye la cantidad de hectreas de vegetacin que fueron inundadas para hacer el em-balse, por lo que las empresas deben buscar territorios donde se pueda subs-tituir el rea anegada. En el caso de la fauna, la empresa que construye la hi-

    construccin de una central hidroelc-trica. Segn la ingeniera ambiental Sandra Bohrquez Flores, cuando la represa est cerca del ro las especies normales se ven afectadas porque el agua no tiene la misma cantidad de nu-trientes, su velocidad no es la misma, cambia la temperatura y las turbinas provocan prdida de peces. Esto ocu-rre porque, cuando estos se acercan a la turbina, no son capaces de evitar la corriente y mueren enredados en los equipos. Bohrquez agreg que con la prdida del bosque tambin se pierde diversidad de serpientes y aves porque no es fcil crear las mismas condiciones del ecosistema natural para que las es-pecies subsistan.

    Hay un rea delimitada para que cada uno de los organismos vivos de una especie supla sus necesidades. No obstante, una vez se inunda el territo-rio el espacio se ve reducido para cada organismo, de tal forma que la zona se disminuye y se concentra mayor canti-dad de aves y animales terrestres por unidad de rea. Daniela Meja Moreno, mdica veterinaria, asegura que con este tipo de invasin se crean condicio-nes de estrs para los animales, que se manifiesta en el aumento de la compe-tencia entre los mismos de una especie y el aminoramiento del alimento.

    Una consecuencia que se le suma al efecto que tiene la inundacin sobre el territorio, es el hecho de que el suelo adquiere una mayor humedad, se altera el microclima de la zona y se produce ms lluvias debido a la evaporacin.

    Durante el proceso de prepa-racin del terreno para la posterior inundacin, la tala de rboles debe ser meticulosa. De lo contrario, la biomasa estante (cantidad de materia orgnica e inorgnica en el entorno), se descom-pone y puede producir gases que afec-ten el ecosistema. Segn Julin Aguirre Vlez, ingeniero ambiental y miembro del Grupo de Investigaciones Ambienta-les de la Universidad Pontificia Bolivaria-na, en muchas ocasiones, la parte que se inunda para hacer la represa era cul-tivable o un bosque, y no siempre esa capa vegetal se renueva; en lugar de esto se descompone y genera dixido de carbono (CO2) y metano, gases que contribuyen al calentamiento global.

    La hidroelectricidad ha demos-trado ser la energa ms amigable con el ambiente. Lo asegura el ingenie-ro Andrs Emiro Dez Restrepo, en su artculo El ambientalismo prctico, la hidroelectricidad es la fuente de ener-ga ms agradecida con el ser humano, con un EROI (retorno de energa inverti-da) que supera los 40 puntos. Es decir: por cada unidad de energa invertida en la produccin del cemento, acero y las obras civiles requeridas para las cen-trales, la noble fuente nos regresa ms de 40 unidades en promedio. En otras palabras, la fuente hdrica tiene la capa-cidad de producir una cantidad de ener-ga superior a la cantidad de energa invertida en tiempo y dinero, es decir, a los costos de produccin, para que la explotacin del recurso sea rentable.

    Entonces as s, que baje el agua, que no arrastre, que empuje, pero que no destruya, que se mueva y gire pero que no se desve, que fluya, que siga su curso. Que encienda luces ac y all. Que no se tale all, que no se tale all. Que sea recurso, que sea fuerza. Pero sobre todo, que sea vida.

    Algunos creen que es suficiente compensacin cambiar la vocacin agrcola del territorio, por la vocacin turstica. Foto: Pablo Monsalve M.

    hIdroElCtrICAS y SISmoSAntes de construir una hidroelctrica se realiza un estudio geolgico

    para saber si los terrenos son propensos a sismos. De acuerdo con Juvenal Va-lencia Ramrez, ingeniero director de Supervisin del Proyecto Mltiple Mon-tegrande, Repblica Dominicana Integral S.A, en ocasiones se ha detectado la Sismicidad Inducida por Embalses (SIE) que se presenta por el efecto de la carga de la columna de agua o por el incremento de la presin de poro en la estructura de los suelos que conforman la corteza terrestre. La determinacin de la SIE solo se puede hacer cuando existe bastante informacin sismolgica antes de construir el proyecto.

    Durante este estudio se hace una evaluacin de consecuencias, po-sitivas y negativas. A cada posible alte-racin se le da una solucin a partir de actividades de manejo ambiental que buscan mitigar los daos y estn estruc-turadas e inscritas dentro de programas que atienden a todas las comunidades biolgicas y fsicas.

    El ingeniero ambiental Jos Urre-go explica que antes de construir una hidroelctrica se hacen estudios de viabilidad del proyecto ambiental para identificar los impactos y valorarlos. Luego de esto, las empresas construc-toras deben aplicar medidas de manejo ambiental consistentes en evitar, preve-nir, mitigar, compensar o remediar las secuelas de la construccin. El Minis-terio de Medio Ambiente evala el pro-

    droelctrica debe albergar los animales del sector inundado en zonas de com-pensacin o en los nuevos espacios que se crean luego de terminar la represa.

    Cuando son represas, cuya rea de almacenaje tiene la forma de un vaso, existen dos posibilidades: o dejar la flora o retirarla hacia otro lugar. Co-mnmente hay mayor probabilidad de que dicha vegetacin muera debido a que las tareas de compensacin son di-fciles de aplicar a un corto plazo y por-que el proceso de crecimiento y adap-tacin de estas comunidades es lento y requiere un tiempo ms prolongado para que este ecosistema resurja en un sitio diferente, en condiciones distintas y de una forma adecuada.

    Las comunidades terrestres y acuticas tambin se ven afectadas en la

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    AntIoquIA: un tErrItorIo dE AguA Con muChA SEd

    Aunque en el departamento se construya un pro-yecto como Hidroituango, al territorio lo atraviese gran parte del ro Cauca y se cuente, incluso, con una empre-sa pblica de servicios domiciliarios que factura 1.8 bi-llones de pesos en ganancias netas, slo el 18.3% de la poblacin en la zona rural del departamento tiene agua potable.

    Laura Betancur Alarcn / [email protected]

    Paradojas sobre la comprensin del recurso hdrico

    Paradoja #1Aunque se hable de disponibilidad en todo el territorio departamental, como advierte la investigacin El Recurso H-drico en Antioquia del gelogo scar Meja Rivera y Corantioquia, es muy variable la espacialidad en su ocurren-cia; es decir, segn el territorio, vara la posibilidad de acceder a las fuentes o el equilibrio en los caudales para utilizar el agua. Esto explica por qu en el rea Metropolitana hay menor oferta y poca disponibilidad del recurso que en otras zonas del departamento como la subre-gin de Urab.

    Por esta oferta no se debe en-tender el acceso al agua potable sino la relacin entre el nmero de personas que habitan el territorio y la capacidad de sus fuentes de agua. En reas de ma-yor concentracin de poblacin, como Medelln, donde los procesos de urba-nizacin son expansivos y afectan las microcuencas, se minimiza el porcen-taje de disponibilidad del recurso por persona.

    De otro lado, las autoridades ambientales del departamento han lo-grado detectar los principales proble-mas en la gestin del recurso hdrico: la contaminacin, el manejo inadecuado, la expansin de las fronteras urbanas y agrcolas, el vertimiento de aguas resi-duales a fuentes de agua, la mala dis-posicin de los recursos slidos, la de-forestacin y la degradacin del suelo, entre muchos otros factores.

    Para ejemplificar la dimensin de los daos ambientales en el depar-

    La gestin del agua debe estar basada desde la perspectiva de justicia, inclusive pensando no slo en los seres humanos sino en toda la trama de la vida, Javier Mrquez Valderrama, defensor del derecho al agua. Foto: Pablo Monsalve M.

    De Antioquia se ha dicho que la baan cuatro grandes cuencas (territorio en el que todas las aguas afluyen a un mismo ro): Cauca Medio y Bajo, Magdalena Medio, Porce-Nech, Medio y Bajo Atrato y Caribe. Se ha escrito tambin que su topografa de profundos caones y laderas le otorgan una especial riqueza para la produccin hidroelctrica, segn informa el Anuario Estadstico de 2011 en temas ambientales.

    Tambin se ha repetido hasta al cansancio en los crculos polticos y econmicos que en este territorio de 9 subregiones, 125 municipios, 50 ros y cientos de miles de corrientes hdricas, el agua es abundante y suficiente para cubrir las necesidades de consumo (de acuerdo con la infor-macin del anuario estadstico). Adems, lo ratifica la Actualizacin del Estado del Arte del Recurso Hdrico en Antioquia realizado por la Ctedra Interinstitucional del Agua, en 2007. Sin embargo, las conclusiones de este mismo informe alertan acerca del desconocimiento que existe sobre la oferta hdrica, el estado de la calidad del agua y las problemticas sociales que se producen por la falta de acceso.

    Esto significa que el agua no slo es un lquido abundante, sino que se puede comprender desde mltiples dimensiones. Segn las propuestas acadmicas y movimientos sociales, como el espaol Nueva Cultura del Agua, este recurso natural limitado es un complejo hidrosocial; es decir, es un lquido necesario para la vida humana y natural, una materia prima para la industria, un recurso natural para la produccin de energa, un ordenador de los territorios y el clima, un derecho humano; incluso un patrimonio para las comunidades. No es slo naturaleza, es tambin cultura.

    Y si el agua tiene tantas caras en sus usos y representaciones, y si de ella se habla tanto en los discursos institucionales, tiene an ms paradojas en su gestin en el departamento de Antioquia, puesto que la abundancia de los ros tiene fuertes contrastes en relacin con la vida en las fuentes hdricas, su acceso y la garanta del agua como un derecho humano y un servicio domiciliario.

    tamento basta citar que 406 de nues-tras microcuencas (una microcuenca es el territorio que recorre una corriente pequea) estn en estado de amenaza, por tanto est el peligro el abasteci-miento de agua para la poblacin.

    Y aunque analistas apuntan a que esto sucede por la poca operatividad de los planes de conservacin y de las po-lticas nacionales de gestin del recur-so, tambin se explica debido a que en estas normatividades no se tiene una visin del agua como vida, y a la par de medidas de mitigacin, las autoridades ambientales otorgan concesiones que pueden llevar a la muerte de los eco-sistemas intervenidos (el ejemplo ms claro es la contaminacin por mercurio, procedente de las actividades mineras o la fragmentacin de los ecosistemas con la construccin de represas).

    Se olvida que ros y arroyos son en s mismos ecosistemas que albergan comunidades de especies, que garanti-zan el futuro de los territorios. No se ha entendido que si los ecosistemas desaparecen a la larga tambin van a sufrir las comunidades que dependen de ellos. De manera inmediata se pue-de recibir un beneficio econmico por la produccin energtica, pero si el eco-sistema se pierde es la comunidad la que carecer como mnimo de fuentes de alimentos, afirma Mara Isabel Ros, investigadora del Grupo en Limnologa y Gestin del Recurso Hdrico de la Uni-versidad Catlica de Oriente.

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    Paradoja #2De acuerdo con el Plan de Desarrollo Antioquia la ms Educada 2012-2015, propuesto por el actual gobernador Sergio Fajardo Valderrama como ruta de gobierno, Antioquia requiere una nueva mirada al mundo rural, donde la gran estrategia de desarrollo es ofrecer madera, agua potable, riego y energa. Esto supone un giro de 360 grados en el uso de la tierra, puesto que en la ac-tualidad la mayor parte del territorio se dedica al cultivo agrcola y el pastoreo.

    Se infiere que la apuesta de de-sarrollo econmico se concentra en el agua y los datos lo confirman: para 2010 el departamento contaba con 45 centrales hidroelctricas y se planeaba la construccin de 6 ms, con la inten-cin de duplicar la produccin de me-gavatios mediante el Proyecto Ituango EPM que producir 2.400 megavatios de los 2.443 que se planearon con las nuevas centrales.

    De otro lado, en los ltimos cinco aos ha aumentado el nmero de soli-citudes de exploracin y explotacin de minerales en subregiones como el Nor-te (donde tambin se ubica el proyecto hidroelctrico de Ituango) y el Suroes-te. A finales de 2012 el Sistema de In-formacin de Catastro Minero report que el 17% del territorio se encuentra titulado y para agosto de 2013 la Agen-cia Nacional Minera inform que en el departamento se concentra gran parte de las 2.836 nuevas peticiones para ex-ploracin minera en el pas.

    Segn Javier Mrquez Valderra-ma, vocero del Comit Departamental en Defensa del Agua y la Vida de Antio-quia, con estas acciones de solicitudes se est desmontando la gestin pblica del recurso porque privilegia los asocios pblico-privados, ms a escala interna-

    Paradoja #3 En Antioquia, aunque aparentemente hay buena can-tidad de agua, la disponibilidad del agua potable es baja. La gestin ha sido muy deficiente y es el servi-cio menos atendido, asegura Luis Fernando Mnera Lpez, ex funcionario de Empresas Pblicas de Mede-lln y magster en Aprovechamiento de Recursos Hi-drulicos.

    La relacin de potencial hdrico en el departa-mento con la condicin y calidad de los servicios pbli-cos de agua y energa son el contraste ms fuerte en

    cional, que en las regiones y la autono-ma de los municipios. Lo ms grave que est pasando es la privatizacin de las fuentes, para usos como la megami-nera, como los agrocombustibles, y la produccin hidroelctrica que implican el desvo de caudales y la creacin de presas, asegura.

    La paradoja en cuanto a quin ac-cede a aprovechar las fuentes y con qu intereses tiene que ver con la concep-cin del agua en la legislacin colom-biana. El Cdigo Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Proteccin al Medio Ambiente, de 1974, concibe a las fuentes de aguas como inalienables, im-prescriptibles y parte del bien pblico, y sostiene que los usos preponderantes son el consumo humano y la conserva-cin ambiental.

    Sin embargo, David Sierra So-rockinas, abogado de la Universidad de Antioquia e investigador del derecho al agua en esa misma institucin, asegu-ra que en Colombia no ha habido una preocupacin por priorizar con rigurosi-dad cul debe ser el uso de las cuencas, quin debe acceder a las fuentes y cul debe ser la retribucin al Estado por su uso, puesto que se ha credo en el dis-curso de la abundancia de agua.

    Adems, no se contempla en la proteccin de las fuentes la relacin cultural que tienen las comunidades con sus aguas. No hay normas claras para proteger el nivel social y cultural del agua. Hay una mirada ambiental, pero de corte econmico: Lo que usted dae, me lo paga. El impacto se mitiga con dinero.

    La jurisprudencia de la Corte Constitucional tampoco ha dictado me-didas para que se contextualice la di-mensin cultural y social al ejecutar los proyectos, por tanto no se toman medi-das directas y muchas de las problem-

    estas paradojas del agua. Aunque se planeen en el te-rritorio megaproyectos como Hidroituango, gran parte de la cuenca del ro Cauca atraviese el territorio y se cuente con una empresa pblica de servicios domici-liarios que factur el ao anterior (2012) 1.8 billones de pesos en ganancias netas, slo el 18.3% de la po-blacin rural en el departamento tiene acceso a agua potable de acuerdo con el Anuario Estadstico de An-tioquia 2011. Indicador que muestra el contraste con lo urbano, donde el 95,4% de la poblacin s cuenta con este servicio.

    Adems, en un artculo acadmico del inge-niero Luis Fernando Mnera Lpez se revela que aun cuando se habla de un 88,6% de cobertura en el servi-cio de acueducto, de los 125 municipios slo 71 cuen-tan con agua potable, 46 con agua tratada no potable y 8 carecen de plantas de tratamiento. Incluso, siendo ms precisos, en 28 municipios slo hay un 50% de cobertura en su rea rural. En la ciudad, por su parte, contrastan las cerca de 45.000 familias desconectadas de los servicios domiciliarios por parte de Empresa P-blicas de Medelln.

    Qu se gana Medelln con tener una gran empresa pblica de servicios cuando tiene gente en su territorio sin agua ni canillas, y los que tienen acue-ducto no tienen dinero para pagar las cuentas por el agua?, opina Javier Mrquez Valderrama, quien tambin coordina el Programa de Cultura y Poltica Ambientalista de la Corporacin Ecolgica y Cultural Penca de Sbila. Para el antroplogo, a pesar de que EPM sea propiedad pblica, se rige por una naturaleza comercial que le exige una rentabilidad econmica so-bre cualquier derecho social.

    Lo que sucede, para Sierra Sorockinas, es que el agua es difcil de contextualizar jurdicamente. El agua resulta ser una palabra muy comn para todos, uno puede hablar sobre el agua y el otro puede enten-der algo distinto. No hay un slo tipo de agua y cuan-do una regulacin, por ejemplo la Ley Ambiental de Colombia (Ley 99 de 1993) habla de ella en trminos de fuentes hdricas naturales, la Ley 142 de 1994 la aborda como un bien privado en relacin con los ser-vicios pblicos.

    Esta ltima normativa, por ejemplo, considera al agua como un insumo ms para la produccin de servi-cios domiciliarios, lo que para los movimientos ambien-talistas permite que el agua se asuma como un simple bien mercantil y no un recuso necesario para la vida.

    Sin embargo, esto se contrapone a las disposi-ciones internacionales. Por ejemplo, la declaracin de la Asamblea General de la ONU en 2010 seala al agua como un derecho humano y Colombia en 2002 ratific la Observacin general N 15 del Comit de Derechos Econmicos, Sociales y Cultures, como interpretacin al Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Socia-les y Culturales que dispone: Para tener una vida dig-na es necesario acceder, disponer y tener en calidad ptima el agua.

    Estos contrastes en cmo se concibe el agua desde las leyes se conoce como una colisin de prin-cipios en el Derecho. El agua de los ros un bien p-blico, pero al ser tratado por un operador y entregarse potable la convierte en un recurso privado, no obstan-te ya se ha ratificado que acceder a ella debe ser un derecho inalienable.

    Falta la consolidacin de una cultura por el agua, con la cual los ciudadanos sean los prime-ros en la defensa del agua como bien pblico. Foto: Pablo Monsalve M.

    ticas terminan siendo evaluadas por la Corte Interamericana de Derechos Hu-manos, que s comprende la lgica en

    trminos de sanciones culturales y no slo monetarias.

    Mara Isabel Ros, magster en Biologa en la lnea de Limno-loga, anota que se debe hacer conciencia sobre que lo am-biental, muchas veces olvidado, condiciona completamente lo social. Foto: Pablo Monsalve M.

  • UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 10 anLiSiS

    lAS AguAS nEgrAS dE hIdroItuAngo

    Las hidroelctricas no se detienen en Colombia a pesar del malestar que oca-sionan en las poblaciones asentadas en su rea de influencia y aunque gene-ran mucho ruido en torno al bienestar que producen, en el departamento de Antioquia se han realizado llamados de atencin para que se revise la forma en que estos proyectos perjudican los te-rritorios cercanos.

    El deber ser de estas obras es generar energa de manera no contami-nante para satisfacer las demandas de un territorio e impulsar diversos secto-res como la industria. Pero la energa tambin se exporta, de modo que no solo se suplan necesidades nacionales sino que se obtengan excedentes para dar prosperidad econmica a las regio-nes, segn se pretende.

    El problema es que con la cons-truccin de esos proyectos, se impone un modo de vivir ajeno a las comuni-dades, se desconocen las dinmicas sociales como sus valores culturales, la tradicin histrica y las redes que all se tejen. Las poblaciones pierden un re-curso fundamental para vivir: el agua, y con esta los recursos biticos, los es-pacios para navegar, pescar u obtener oro, comenta Neyla Castillo Espitia, antroploga y Ph.D. en Arqueologa e Historia Antigua. Este es el caso de la Hidroelctrica Ituango, un megapro-yecto que involucra doce municipios de Antioquia. Esta obra, que se espera est lista en 2018, se consolidar como la ms grande de Colombia al producir 2.400 megavatios, es decir, un aumento del 16% de la capacidad productiva de energa total del pas.

    Hidroituango fue aprobada en 2008 para ser ejecutada por Empre-sas Pblicas de Medelln (EPM) y el Instituto para el Desarrollo de Antio-quia (IDEA). Si bien el proyecto en el ro Cauca obtuvo los avales requeridos como la licencia ambiental en 2009, el malestar comenz a evidenciarse en al-gunas comunidades que no fueron con-sultadas previamente al desarrollo de la hidroelctrica desde el 2011, cuando inici la construccin. Entre ellos estn pescadores, barequeros y agricultores; adems de comerciantes, cocineras,

    Carolina Campuzano Baena / [email protected] Andrea Caldern Ruiz / [email protected]

    jornaleros y otros habitantes que se be-nefician y dependen de las actividades econmicas en torno al ro.

    En la Constitucin Poltica de 1991 se crearon mltiples mecanismos de participacin ciudadana; sin embar-go, cabe preguntarse cul es la efec-tividad real de los mismos?, Interro-gante que hace Gustavo Adolfo Higuita, especialista en Derecho Administrativo. Para Hidroituango no se dio la consulta popular previa, puesto que es necesaria cuando se certifica la presencia de gru-pos tnicos minoritarios como negritu-des o indgenas en la zona a explotar. Dicha presencia no se ha certificado en ninguno de los doce municipios afec-tados directa o indirectamente por la obra. Se estn realizando negociaciones sobre las condiciones de la expropiacin (figura que permite al Estado quitarle a una persona la propiedad de su tierra a travs de una venta forzada para un be-neficio pblico).

    Afirma Jorge Mario Prez Galln, ingeniero y ex gerente de Generacin Elctrica de EPM, que la empresa tiene inters en hacer viable la construccin y operacin del proyecto, y como su inicio ya es un hecho, se busca garantizar a los afectados que, aunque van a tener unas condiciones de vida distintas, el cambio ser para mejorar. Prez Galln agrega

    que cuando se trabaja con comunida-des la perfeccin no existe, pues no hay forma de pagarle a un ser humano el amor por su tierra y el dolor que le que-da.

    El abogado Higuita manifiesta que las personas no solan estar orga-nizadas antes de la llegada del proyec-to, sino que esa necesidad surgi de la coyuntura. Con el fin de llevar a cabo las negociaciones entre la comunidad y EPM, se cre una Comisin Tripartita conformada por un representante de propietarios, uno del Instituto Geogr-fico Agustn Codazzi (IGAC) y uno de Hi-droituango, con el fin de conciliar nece-sidades. Como fruto de esta comisin se acord un Manual de Valores Unitarios, en que se defini la compensacin de las actividades econmicas y producti-vas a entregar a la poblacin impactada.

    La eleccin del representante de propietarios suscit la reprobacin de los campesinos, como lo afirma la organizacin Ros Vivos, defensores de las zonas afectadas por las represas, quienes alegan que la Comisin Tripar-tita debe incluir un representante por sector productivo y no uno por todos, para asegurar la participacin real en la toma de decisiones basada en el co-nocimiento de las dinmicas propias de cada uno.

    Segn el ingeniero Prez Galln, son 182 familias las que habitan la zona de influencia directa del proyecto. Este dato, producto del censo realizado por EPM en los doce municipios, despert crticas por parte de Ros Vivos y apro-ximadamente 400 campesinos que vi-ven desde el 9 de abril de 2013 en el antiguo coliseo de la Universidad de

    Consecuencias sociales de las hidroelctricas

    En Antioquia la locomotora energtica ha prendido sus motores, para mostrar el progreso que deja a su paso, pero tambin para alzar nubes de humo que cubren el cuestionamiento de su pertinencia.

    Antioquia. Estos ltimos se consideran desplazados por la hidroelctrica y el conflicto de la zona, el cual se ha agu-dizado por la construccin de una obra en la que estn en juego mltiples y dis-tintos intereses, por la valorizacin de tierras y por la defensa de un espacio que es corredor estratgico para grupos al margen de la ley.

    Censos no avisados, poco cono-cimiento de la vocacin laboral de los habitantes, falta de garantas con el cambio y la inseguridad, injusticia en la compensacin por las prdidas, son las principales manifestaciones que ha-cen los perjudicados ante la Mesa de Mediacin de Alto Nivel Regional. Se estn desconociendo los derechos de los afectados y se subdimensionan los impactos; las comunidades no tienen la oportunidad de decidir sobre su terri-torio, afirma un representante de Ros Vivos quien habla a nombre de la enti-dad y no a nombre particular.

    Nosotros tenamos los ranchos en las orillas del can del ro Cauca y cuando bajaron a numerarlos yo no sa-ba qu era ese maldingo censo; des-pus nos contaron qu era, pero ya se me haba olvidado el nmero y ya pa qu, me quemaron lo que tena, afirma Ernesto Jaramillo, uno de los hombres que est resguardado en la U. de A., quien, desde los 14 aos, barequea en Briceo. Para figurar dentro del censo, la compaa tuvo en cuenta la informa-cin de fuentes de EPM, registros del Sisbn y algunas encuestas.

    La dificultad con la que se en-cuentran es que no tienen cmo com-probar que ese es su lugar de trabajo o de residencia, pues muchos ni siquiera saben qu es un recibo y menos un re-gistro en la Cmara de Comercio. Lo que tendra que hacer EPM es demos-trar a las personas que no son de ah y no al contrario; las redes sociales de los habitantes son la nica garanta que debe pedir la empresa, especialmente en zonas rurales cuyo arraigo a la tie-rra es por tradicin y no por registro de propiedad, lo que hace una hidroelc-trica es debilitar a las comunidades para que se vayan, expresa la antrop-loga Castillo Espitia.

    El ex gerente de Generacin Elctrica de EPM, Prez Galln, niega que los campesinos sean desplazados por la obra; por el contrario, dice que muchos de los reclamantes son vivos, recin llegados a la zona para reclamar indemnizaciones. Para la antroploga son los ejecutores de la obra quienes ignoran las realidades socioculturales y

    Los campesinos refugiados en la U. de A., desde el 20 de marzo llegaron a la ciudad con el fin de pedir garantas para volver a vivir en sus territorios. Foto: Natalia Caldern R...

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    llaman vivos a las los que tradicional-mente trabajan all.

    EPM explica que la empresa hace estudios de impactos socio ambientales para desarrollar planes de manejo que permitan moderar los daos: evaluar los terrenos para las indemnizaciones y elaborar proyectos de acompaamiento para quienes deban cambiar de vocacin productiva y trasladarse a otras partes. Mi patrn, el ro Cauca, es una gran em-presa que recibe personas sin educacin. Con Hidroituango lo que se hace es dejar desempleados a nuestras generaciones y a las que vienen, alega Guillermo Bedo-ya, barequero oriundo de Sabanalarga.

    Sin embargo, se multiplica el discurso de brindar beneficio a las co-munidades, que no se tiene muy claro debido a que las obras operan sobre proyecciones. Es una enorme ignoran-cia la que tiene todo el mundo frente al proyecto, porque las personas hablan repitiendo un discurso que ha masifica-do EPM, que tiene el poder para emi-tirlo, apunta Castillo Espitia. Y es que criticar a una empresa tradicional del departamento es muy duro para los an-tioqueos, agrega.

    PArA quIn ES El dESArrollo?Mediante la Resolucin 317 de 2008 la empresa obtuvo la declaracin de utili-dad pblica e inters social de la obra otorgada por el Ministerio de Minas y Energa, conforme a la Ley 56 de 1981, con la cual explica a la sociedad la ra-zn por la que Hidroituango represen-ta un beneficio de inters general que justifica los daos sociales, ambientales

    y econmicos. El Gobierno debe cercio-rarse de que el proyecto sea sostenible en el tiempo y que sus beneficios sobre-pasen mnimo una generacin, afirma el abogado Higuita.

    El 24 de julio de 2013 se inaugu-raron 11,6 kilmetros de carretera pavi-mentada que acort el tiempo de viaje de Medelln a Ituango de doce a cinco horas, aproximadamente. Durante el acto, el gobernador de Antioquia, Ser-gio Fajardo Valderrama, asegur que: Una va pavimentada, dignifica una poblacin y significa inclusin, oportu-nidades, cercana y competitividad. Al respecto, Prez Galln asegura que an-tes de la construccin de la obra el de-partamento nunca destinara un billn de pesos para invertir en vas, pues si no es capaz de hacerlo el pas, menos lo hara la gobernacin; lo que es cierto es que la empresa no hace obras de mi-sericordia porque las pavimentaciones tambin facilitan el proyecto.

    La antroploga explica que las hidroelctricas funcionan con la lgica del mercado y buscan imponer un tipo de desarrollo, ajeno a las comunidades locales y que justifican con construccin de escuelas, centros de salud, pavimen-taciones, abaratamiento de energa, agua y vivienda en los municipios. Afir-ma que utilidad pblica no necesaria-mente es sinnimo de beneficio, pues lo pblico no significa mucha gente. Adems, advierte que la idea de desa-rrollo es un seuelo con el que se vende el proyecto, cuando en realidad estas obras dotan a las comunidades de una cosa que es obligacin del Estado, pues no debera esperarse a la llegada de mega proyectos para su construccin.

    Las ganancias de una hidroelc-trica dependen de especulaciones so-

    bre lo que en un futuro demandar el pas en energa. Segn el ex gerente de Generacin Elctrica Jorge Mario Prez, con Hidroituango, aunque Colombia tendr una sobreoferta de energa, es necesaria para evitar crisis de este re-curso como la de 1992, cuando el apa-gn en el gobierno de Csar Gaviria. Se estn estudiando las posibilidades de vender lo generado a una planta de produccin de acero, desarrollar el Puerto de Urab y abastecer parte del mercado centroamericano, comenta, aunque aclara que la empresa sola no puede asumir esa produccin y prime-ro necesita establecer conexiones con otros pases.

    La sobreproduccin no garantiza que se bajen los precios de la energa en el departamento, pues a pesar de que Antioquia es potencia hidroelctri-ca paga una de las tarifas ms altas del pas, debido a que los precios operan con un mismo esquema para Colombia, dado por la Comisin de Regulacin de Energa y Gas, que, adems, controla los servicios de electricidad y establece los costos.

    Por otro lado, los municipios re-ciben un dinero por tener en sus terri-torios un megaproyecto, de forma que las hidroelctricas destinan de sus ga-nancias 10% para los afectados: 1.5% para los localizados en la cuenca hdri-ca, 1.5% a los sitios en los que est el embalse; adems, otro 3% se revierte en las corporaciones autnomas regio-nales y el 4% en centrales trmicas. Esto se conoce como transferencias, que son utilizadas para saneamiento bsico y mejoramiento ambiental.

    A pesar de las retribuciones eco-nmicas, algunos campesinos denun-cian que por manifestarse en contra de

    la obra, les han vulnerado los derechos de reunin y expresin. La fuerza pbli-ca no nos ha dejado ejercer una protes-ta social para reclamar unos derechos, dice Gregorio, uno de los campesinos de Briceo refugiados en la U. de A.

    En la construccin del proyecto juegan diversos intereses: por un lado EPM dice que la actuacin de Ros Vivos contra Hidroituango es improcedente y por otro, algunos campesinos y el mo-vimiento de defensa por los territorios declaran que la megaobra es la que ocasiona consecuencias sociales y am-bientales a su hbitat. La pregunta que se hacen es si la verdadera forma de de-sarrollo que requieren las comunidades rurales es construir hidroelctricas y se cuestionan por qu mejor no se llevan a cabo proyectos de carcter agropecua-rio y ecoturstico, pues si se impulsara la vocacin campesina, habra ms paz en los territorios.

    Hidroituango, obra planeada desde los aos 60, cubrir terrenos de los municipios de Briceo, Buritic, Ituango, Liborina, Olaya, Peque, Sabanalarga, San Andrs de Cuerquia, Santaf de Antioquia, Toledo, Valdivia y Yarumal. Foto: Diego Snchez A.

    En hidroituango, la gobernacin de Antioquia

    y el IdEA tienen el 52,89% de participacin aproximadamente; EPm

    tiene el 46,47% y el 0,64% pertenece a accionistas

    minoritarios.

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    El PEol dE loS rECuErdoSDiego Snchez Alzate / [email protected]

    Juliana Carvajal Castrilln / [email protected]

    Dos dcadas despus del represamiento al Viejo Peol, como se conoce hoy el pueblo que fue inundado en 1978, sus habitantes, que abandonaron el municipio, recuerdan cmo era el pueblo antes de la represa y cmo cambi, adems del pueblo, sus propias vidas.

    El Peol de barrios como El Salvador, Alto Bodegas y Ratn Pelao, de calles empedradas, casas gran-des y familias numerosas, es ahora el recuerdo, casi siempre desvanecido por los estragos del agua y cmo no, de la memoria, de aquellos que alguna vez recorrieron y vivieron en el Viejo Peol, como es conocido actualmen-te. El lugar de estos re-cuerdos est ubicado en el oriente antioqueo y fue fundado en 1714, all permaneci hasta el ao 1978 cuando fue sumer-gido y trasladado a una nueva cabecera con el fin de dar cumplimiento a la ltima etapa de inunda-cin para la construccin del embalse hidroelctri-co de Empresas Pblicas de Medelln.

    La inundacin se hizo en tres etapas: la primera fue en 1971 cuando se llenaron de agua los terrenos bajos cercanos al ro. En 1973 se dio paso al agua para que llegara hasta inme-diaciones del casco ur-bano, con un muro de contencin, para que el agua no continuara hacia la cabecera municipal. Y, finalmente, en 1978 se permiti el paso comple-to del agua y el municipio qued sumergido.

    Estella Alzate evo-ca en su memoria esas calles por las que corri su juventud, a propsito de aquella cancin que aprendi a cantar en el colegio gracias al padre Obedo: Pueblito Viejo; pero que a diferencia de la misma, ese pueblito al que no podr volver con sus cantares ni morir en ese suelo que un da la vio nacer. En ese suelo sin pavimentar por don-de pasaron una y otra vez las ruedas de su bicicleta, zigzagueante e inexper-ta, mientras la aprenda a montar.

    El Viejo Peol era un pueblo muy tradicio-nal, cuenta Estella. En el pueblo no dejaban que las mujeres nadaran, bai-laran o usaran blue jeans. Tampoco dejaban que es-tuvieran juntos hombres

    cruzar un puente de ma-dera muy bonito, tena techo y todo, y por ah hasta pasaba el ganado, describe Estella Alzate, seguida de su comenta-rio de que por ah cerca tambin viva su novio Ramiro, y que al hospital iba adonde el odontlo-go mandada por su pap.

    Aunque el agua tambin haya querido inundar un poco su me-moria, Marleny Alzate sigue recordando vvida-mente los personajes con que contaba el pueblo. Lenidas Giraldo era de los adinerados del pue-blo. Carlos Morales era el nico fotgrafo, con una de esas cmaras en las que se meta debajo de una tela y deca: mi-ren el pajarito. Blanca Urrea era la directora de la escuela de seori-tas. Obedo Ocampo el director de la escuela de hombres. Adems, hubo una cumbre de matem-ticos ilustres como Ba-yardo Giraldo, profesor de matemticas y quien escribi libros que tra-tan el lgebra como la de Baldor. Ah!, y cmo no recuerda Marleny tras una corta pausa- don Demetrio. l era mdico tegua (mdico sin ttulo), viva en una finca de Alto Bodega. l se autoprocla-m ateo, entonces cuan-do muri hicieron una tumba afuera del cemen-terio para l, porque no permitieron enterrarlo adentro. El hecho de ser ateo era muy extrao y adems un pecado en un pueblo tan catlico.

    El rEPrESAmIEntoDesde 1932 se adelanta-ban estudios para enten-der el potencial hidroelc-trico del ro Nare. Pero fue en 1960 cuando se firm el contrato entre Empre-sas Pblicas de Medelln y el Consorcio Integral de Medelln para permitir la utilizacin hidroelctrica del ro. En 1962 se presen-taron los resultados de los estudios.

    Estaba en cuarto bachillerato (noveno gra-

    CRniCa

    memorias de un pueblo antes y despus de su represamiento

    Una cruz de hierro ubicada frente al balneario Puerto de la Cruz, es el vestigio que seala el lugar donde se encontraba la iglesia del Viejo Peol. Foto: Diego Snchez A.

    y mujeres en la iglesia, todas las mujeres tenan que entrar con manto y haba una nave para las mujeres y otra para los hombres. As mismo, ha-ba escuela de nias y es-cuela de nios. La escue-la de varones quedaba cerca del parque, desde donde haca sus rutina-rios viajes el rector Obe-do hasta la escuela de se-oritas, para ensearles msica. Mi pap era fe-liz que yo estudiara en el

    colegio de las monjas; re-cuerdo el uniforme, todo planchadito, con manga y cuello almidonado. Ya en quinto (diez) integraron todo y en sexto (once) los colegios eran mixtos.

    El pueblo tena ca-sas muy grandes, podan ser de una cuadra ente-ra. Eran cuadras de seis o siete casas, la casa de Estella estaba en la calle Alzate con la calle Chirria. En la calle Chirria estaban las cantinas y almacenes:

    Mujer que se vea en la cantina no vala nada, decan all, por eso uno tena que ir era a las he-laderas. Una vez me in-vit a la heladera un to de Eugenia, mi amiga. l me pretenda y me vol a tomar gaseosa y claro, me vio mi pap y cuando llegu a la casa me meti un manazo, cuenta Este-lla con una sonrisa toca-da de picarda.

    Casas con za-gun, puerta de madera

    y ventanas con dos sub-divisiones, las de arriba generalmente abiertas al saludo de quien re-corriera aquellas calles empedradas, o a alguna seal conocida por los nios del pueblo para ir a montar en bicicleta o a jugar en la cancha de ftbol donde los llevaban a hacer educacin fsica en las horas de escuela. El Viejo Peol solo tena un hospital y para llegar hasta l era necesario

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    do) cuando lo del repre-samiento. Mi pap, Luis Horacio Alzate, quera que yo fuera educado-ra, entonces me llev a Marinilla para presentar las pruebas en la Escuela Normal Superior Rafael Mara Giraldo para hacer bachillerato pedaggico. En diciembre del 74 volv a Marinilla y present el examen y la entrevista. A finales de diciembre me dijeron que haba pa-sado, le cont a mi pap y coincidencialmente l quera venirse para ac, para Marinilla, porque haba un comentario de que iban a inundar el pueblo, recuerda Estella.

    La primera etapa de la central hidroelctri-ca, con capacidad de 280 MW (Megavatios) em-pez a funcionar entre 1971 y 1972. La segunda etapa, la presa de Santa Rita, se elev en 1982 y se increment la capa-cidad del embalse de El Peol a 1.240 millones de metros cbicos. Entr en servicio entre 1979 y 1980. En noviembre de 1976 se recomend in-crementar la generacin en el complejo Guatap, mediante tres proyectos: la desviacin de las aguas de los ros Nech, Pajarito y Dolores a la cuenca del ro Concepcin. Despus se reemplazaran las cen-trales generadoras por unas de mayor capacidad (de 40 MW a 140 MW). Estos proyectos fueron debatidos y se decidi ejecutar nicamente el correspondiente a las desviaciones de los ros, que entr en servicio en-tre 1982 y 1983, es decir, se aument la energa del sistema en 339 GWh

    (Gigavatios hora) al ao.Segn Estella ya

    llevaban cinco aos di-ciendo que haran otro pueblo. Si la gente no quera vender la casa, le daban otra en el Nuevo Peol. Cuando yo estaba en el grado octavo, EPM ya era el dueo del Vie-jo Peol. Un da nos die-ron un paseo a todos los alumnos que no hubira-mos perdido una materia en el ao, eso fue en el 72. Nos llevaron a Guadalu-pe cerca de Gmez Plata (donde estaban constru-yendo la hidroelctrica) y nos mostraron cmo funcionaba. Nos dieron comida, charlas, monta-mos en telefrico; era raro que lo llevaran a uno a otro pueblo. Mar-leny agrega que, adems, cuando iban a poner la primera piedra del Nuevo Peol, llevaron a todos

    los que quisieran del Vie-jo y EPM les dio almuerzo a todas las personas. Ese da habl el gerente de EPM y el prroco de ape-llido Ros. Todo el mundo estaba contento. A m me da mucha tristeza no poder volver al puebleci-to, mucha gente se fue a Granada, Rionegro y Ma-rinilla.

    Esta misma situa-cin se haba presenta-do 11 aos atrs con el municipio de Guatavita (Cundinamarca), y en las mismas circunstancias, para darle paso al embal-se de Tomin. Tambin, como en Guatavita, El Pe-ol cambi su concepcin econmica antes dedica-da a la agricultura para dar paso al turismo y a la generacin de energa.

    En el Viejo ha-ba fincas de agricultura. Era un clima templado

    e inundado y que corro-bora la cruz de esa vieja iglesia que se asoma des-de lo profundo de la re-presa. El represamiento llev bichos y virus en la primera etapa: Santa Rita, Peolcito enton-ces me dio una alergia en todo el cuerpo, pareca una mazorquita. A mu-chas personas les dio lo mismo. A los pobres les daba carranchil y a los ricos alergias. Eso me dej cicatrices, a mi pap le dio lo mismo y como a m no me consultaron yo le robaba medicamentos a mi pap para echarme. Yo no dorma de la piqui-a y baj de peso por no dormir, seala Mara Elda Alzate como una de las consecuencias que padeci, aunque no tan triste como otras situa-ciones, aclara.

    El Viejo Peol estaba ubicado geoes-tratgicamente en una especie de huequito. A la gente pobre le toc irse al Nuevo Peol. Por ejemplo, nuestra familia qued regada en diferen-tes pueblos, eso es divi-dir la familia. Qu tristeza dispersar las familias as, en una poca en la que eran tan unidas, todos eran conocidos. Al Nue-vo Peol llegaron perso-nas con una estructura y forma de ser diferentes a lo acostumbrado, re-salta Marleny como una de las principales con-secuencias. Pero agre-ga otra trascendental y peor como en tantos otros pueblos, el repre-samiento fue poco antes de que empezara el pro-blema de las guerrillas que se dio entre el 80 y el 90. La represa lo volvi turstico, entonces todos queran venir a construir fincas, casas y luego la guerrilla empez a ame-nazar y la gente se fue; ah comenzaron los se-cuestros, las matanzas. Si no se hubiera hecho la represa eso quiz no ha-bra pasado.

    Actualmente en la represa se hacen re-corridos en planchn, lancha, bote o jet sky. Del Viejo Peol quedan con-tados vestigios como la casa museo, ubicada en la vereda El Morro, que era propiedad de don Demetrio y que posee objetos antiguos que se constituyen en patrimo-nio cultural y arquitect-nico. Qu pesar haber perdido el pueblo origi-nal, como era de bonito, concluye Imelda Alzate con un dejo de nostalgia.

    CRniCa

    En la vereda El Morro se encuentra una de las casas que sobrevivi a la inundacin. Hoy es patrimonio arquitectnico, pues su construccin tiene ms de 200 aos de antigedad. Foto: Diego Snchez A.

    El embalse de El Peol abarca la cuarta parte del territorio de Guatap y es el que mayor regulacin tiene en el territorio colombiano. Foto: Diego Snchez A.

    en donde se cultiva-ba de todo. Mi abuelo era arriero, l cultivaba en grande, recoga los productos con muchos caballos y se vena por Cimarronas y llegaba a Rionegro o a Medelln para vender sus produc-tos, se vena descalzo por ese camino, con maz, yuca, caf, pltano, en-tre otros. Con la llegada del turismo las fincas se aprovecharon para otras cosas y se perdieron. La economa cambi radi-calmente, cuenta Mar-leny Alzate.

    El proceso de ne-gociacin consisti bsi-camente en que los ms adinerados del pueblo compraban las casas y las fincas a los dems para luego vendrselas a EPM: Los intermedia-rios se aprovecharon de los campesinos al mo-

    mento de vender las fin-cas. Se pagaban segn los hijos desalojados; entonces a mi padre le compr una familia de ms hijos para venderla ms cara, asegura Imel-da Alzate. Cuando se dio paso al agua, EPM com-pr lo que se estimaba que se inundara, como el agua no lleg al punto de proyeccin, empez a venderle otra vez a la gente. Eso pas con la finca de nosotros. La fin-ca se la vendieron a Lu-cero Aristizbal, cuando se muri se la dej a la hija que puso el hotel El Embrujo, agrega la otra hermana, Maria Elda.

    El represamien-to cambi la vida de los habitantes de El Peol y cmo no, al mismo pueblo, que hoy es un recuerdo. El recuerdo de un pueblo olvidado

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    SuEo dE AguACamila Reyes Vanegas / [email protected]

    Heliodoro Cordonte no haba ce-rrado los prpados en toda la noche. Su mujer Agustina Carretero haba sufrido hasta el amanecer una fiebre, que le tena el cuerpo ensopado y la cara lnguida, como si estuviera a punto de perder el espritu.

    Me voy a morir le dijo mientras tiritaba.

    Qu cosas dices mujer, no digas tonteras!

    Se par del lecho y se ensart las pantuflas con la misma paciencia que mostraba cuando se levantaba. Camin hasta la cocina y tom de la repisa la tetera, una pequea de color piedra que haba recibido Agustina de su abuela, cuando le cont que iba a casar-se con el hijo de Poseidn Cordonte.

    La reliquia an sobreviva en medio de los aos y entre algu-nas ollas que se mostraban ms sobrias para los quehaceres de la cocina. Por ello segua siendo la preferida y cada vez que se presen-taba una visita, era la indicada para hacer el t y tambin para aliviar los malestares del cuerpo.

    Abri la llave para llenar la barriga de la tetera y para su sorpresa, no sali ni una sola gota. La cerr e intent nuevamente con ms fuerza. Una y otra vez. Pero con insistencia, la llave permaneca seca y ni una lgrima de agua se avistaba. Cmo es posible?, se dijo.

    Retorn a la pieza y su mujer, an con los ojos temblando se retorca en las frazadas, en medio del fro que le turbaba el rostro y el cuerpo. Tena miedo de mirarla morir. Escabull la mirada por la ventana y por mo-mentos escuchaba sus quejidos en el delirio.

    Ir por agua le dijo cortante.

    Tom una camisa y un pantaln ligero del armario, le bes la mano y sali angustiado por la carretera. En el recorrido, encontr la quebrada muerta en la que pescaba desde nio y un par de gatos agobiados, que ya no tenan aliento para corretear pjaros y cucarachas.

    No haba ninguna explicacin para aquellos sucesos y estaba decidido a encontrar su causa. Era domingo y

    todo era extrao. El calor abrasante del da no dejaba ver ni un alma en el camino; en especial, la de los nios que revolcaban el polvo con su pelota. O las mujeres que mecan sus pesados cuerpos en las poltronas.

    Ahora solo saba que tena que llegar a la tienda de Dorotea Milpez,

    para siempre, de tal suerte que se enfermaron.

    Necesito agua doctor! le grit. No puedo hacer nad