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CORTICOSTEROIDES Introducción a los corticosteroides Se presenta una generalidad sobre estas moléculas y sobre su uso en la industria farmacéutica Elizabeth Hernández 30/10/2012

CORTICOSTEROIDES

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LO QUE DEBES SABER SOBRE LOS CORTICOSTEROIDES

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CORTICOSTEROIDES Introducción a los corticosteroides Se presenta una generalidad sobre estas moléculas y sobre su uso en la industria farmacéutica Elizabeth Hernández 30/10/2012

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Glándulas suprarrenales

Las glándulas suprarrenales son órganos endocrino multifuncionales que

liberan esteroides; éstos pueden dividirse en corticosteroides, basados en un

núcleo de 21 carbonos y en corticoides sexuales, principalmente andrógenos,

basados en un núcleo de 19 carbonos (Sweetman, 2002).

Eje hipotalámico pituitario adrenal

El mecanismo endógeno de liberación de las glándulas suprarrenales está

regulado por el eje hipotalámico pituitario adrenal (HPA); ante estímulos como

la inflamación, el dolor, infecciones, estrés, entre otros; se induce la liberación

de la hormona liberadora de

corticotropina (CRH) por las neuronas

parvocelulares del núcleo paraventricular

del hipotálamo, la CRH se secreta dentro

del sistema de la vena porta para activar

la síntesis de pro-opiomelanocortina

(POMC) en la pituitaria anterior; la POMC

es procesada a adrenocorticotropina

(ACTH), opiodes y péptidos

melanocortinos. La ACTH estimula a la

corteza adrenal a través de los receptores MC-3 para causar la síntesis y

secreción de mineralocorticoides (aldosterona, en la zona glomerulosa) y de

glucocorticoides (cortisol, en humanos y corticosterona en roedores

principalmente, en la zona fasciculata) (McEwen, 2000; De Kloet et al., 2005).

Receptores corticosteroides

Los corticosteroides operan a través de los receptores para mineralocorticoides

(RM) y para glucocorticoides (RG), ambos son intracelulares. El RM tiene una

alta afinidad por cortisol, corticosterona y por el mineralocorticoide

aldosterona. Su distribución en el organismo es discreta, pero ocupa áreas de

Los corticosteroides (del lat.

cortex, —ĭcis, corteza, y

esteroide) o corticoides son

una variedad de hormonas del

grupo de los esteroides

(producida por la corteza de

las glándulas suprarrenales) y

sus derivados

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suma importancia en procesos homeostáticos y cognitivos, tales como riñón,

hipocampo, corteza entorrinal e hipotálamo. Por su parte el RG presenta una

baja afinidad por cortisol y corticosterona. Los RGs están ampliamente

distribuidos en el cuerpo y la activación de los mismos depende de manera

directa de la concentración de ligando (Buckley y Schwartzberg, 2005; De

Kloet et al., 2005; Datson et al., 2001).

Los RMs presentes desde el nacimiento, son responsables de la regulación de

la actividad de los niveles basales del eje HPA, están involucrados en el

proceso de evaluación de la información sensitiva e inicio de la respuesta al

estrés, en esta etapa las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) liberadas

por la región medular de las glándulas suprarrenales aumentan la frecuencia

cardiaca y la presión sanguínea, ayudando a acrecentar la vigilancia y la alerta.

Los RGs, aparecen luego de varias semanas del nacimiento, son activados por

una gran cantidad de corticosteroides y terminan la reacción al estrés,

movilizando las fuentes de energía, aumentando las reservas de glucosa y el

metabolismo de lípidos (Meaney et al., 2000).

Los receptores para corticosteroides constan de tres dominios funcionales; un

dominio N-terminal que facilita la actividad transcripcional; un dominio de

unión al elemento de respuesta del ADN que se une a una secuencia específica

del genoma lo cual promueve o inhibe la producción de ciertos tipos de

proteínas; y un dominio de unión al ligando localizado en el C-terminal que

reconoce a la hormona. En el citoplasma ambos tipos de receptores forman

complejos multiproteicos que incluyen a las proteínas de choque térmico hsp90

y hsp70 cuya función es conservar al receptor en una conformación ideal para

su unión con el ligando. Una vez que la hormona se une al receptor, en este

último ocurre un cambio conformacional mediante el cual se separa de las

proteínas de choque térmico y queda expuesto el dominio de unión a ADN; a

continuación los receptores pueden homo o heterodimerizarse para después

unirse a elementos de respuesta a glucocorticoides del ADN de la célula diana;

seguido a esto se da el reclutamiento de coactivadores o correpresores que

favorecerá o inhibirá la transcripción génica (Viengchareun et al., 2007).

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Los corticosteroides coordinan la expresión de genes que subrayan aspectos

del metabolismo celular, estructura y transmisión sináptica; por ejemplo, en el

hipocampo la activación de RM y RG llevan a la alteración de la expresión de

aproximadamente 100 genes (Datson et al., 2001). Los corticosteroides son

moduladores de las áreas límbicas, por ejemplo en el hipocampo

específicamente en CA3 (cuernos de Ammon) un único evento estresante, lleva

a la pérdida de la arborización de dendritas apicales pero a un aumento en el

árbol dendrítico basal (Kole et al., 2004). En el giro dentado el mantenimiento

de la estructura dendrítica y tamaño depende de la ocupación de los RMs

(Wossink et al., 2001). Los RMs y RGs son importantes en la neurogénesis del

giro dentado, la activación de los RMs es necesaria para restringir la

proliferación y la muerte celular apoptótica. Esto involucra la regulación de

genes pro y anti-apoptóticos después de la activación de receptores

corticosteroides (Almeida, 2000).

Ritmo circadiano

Los niveles plasmáticos de ACTH muestran un ritmo circadiano que tienen pico

en las mañanas y va en decremento conforme transcurre el día. En los

animales nocturnos, como los roedores, el ritmo está invertido, por lo tanto el

pico en las concentraciones de ACTH se alcanza justo antes de iniciar el

periodo de oscuridad. En ambos animales los diurnos y nocturnos los niveles

más altos de ACTH se alcanzan en el momento de la vigilia, justo después del

sueño (Toates, 1995).

Mecanismo de retroalimentación (feedback)

El hipotálamo puede ser considerado como una estación de relevo en los

circuitos recíprocos entre estructuras límbicas y tallo cerebral. La respuesta

adaptativa normal ante el estrés puede modularse a través de una

retroalimentación negativa que involucra al hipotálamo, hipófisis e hipocampo

(Liu et al., 1997) y conjuntamente mediante una regulación positiva que

implica el núcleo central de la amígdala basolateral (Pellegri et al., 1998).

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Se considera al hipocampo el principal responsable de la retroalimentación

negativa, porque es una región con gran cantidad de receptores para

corticosteroides (Toates, 1995), además ejerce una eferente excitatoria al eje

HPA, así un incremento en las concentraciones circulantes de ACTH, llevan a la

reducción de la activación hipocampal reduciendo las salidas al HPA (Liu et al.,

1997).

Además se ha sugerido que la corteza media prefrontal, es un blanco para los

efectos del mecanismo de retroalimentación negativo de los glucocorticoides y

que esto es dependiente de la naturaleza del estrés. La densidad de los

receptores de glucocorticoides en la corteza frontal es 4 a 5 veces más alta que

los de los mineralocorticoides (Diorio et al., 1993).

El cortisol o cualquier análogo glucocorticoide como la dexametasona o

prednisona:

Inhibe en minutos, por retroalimentación sobre la hipófisis, la liberación

de ACTH al bloquear la acción estimuladora de la CRH sobre las células

corticotrofas.

Inhibe más lentamente (en horas), por retroalimentación, la síntesis de

ACTH al bloquear la transcripción de su gen.

Bloquea, por retroalimentación sobre el hipotálamo, la liberación y

probablemente la síntesis de CRH (Cooper y Stewart, 2003).

Efectos biológicos

Los efectos biológicos de los glucocorticoides se producen en las células blanco

luego de la interacción del glucocorticoide con su receptor. Los RGs son

proteínas citoplasmáticas de 777 aminoácidos con tres dominios funcionales y

varios subdominios (Newton, 2000) son miembros de una superfamilia de

proteínas fijadoras de ADN que responden a ligandos y que tienen una

estructura de zinc que les permite interactuar con el genoma. Los RGs están

localizados en el citoplasma y luego de unirse a los glucocorticodes, el

complejo migra hacia el núcleo. El dominio fijador del esteroide está localizado

en el extremo C-terminal del receptor, la ocupación de los sitios de fijación

esteroide por el cortisol o la dexametasona tienen efectos alostéricos sobre la

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proteína del receptor que posibilita su interacción con los elementos que

responde a glucocorticoides específicos en el ADN nuclear. La acción hormonal

es directamente proporcional al grado de unión al ADN, y la respuesta final es

el número o la disminución de la transcripción de ácidos ribonucleicos

mensajero específicos (Smith y Reynard, 2000).

Efectos sobre el metabolismo

Los corticoesteroides promueven la gluconeogénesis hepática y movilizan

aminoácidos a través del catabolismo proteico del músculo para apoyar la

gluconeogénesis. Afectan en forma importante el metabolismo de los lípidos

mediante la estimulación de la lipólisis; también incrementan los efectos

lipolíticos de las catecolaminas sobre el tejido adiposo (Smith y Reynard,

2000).

Respuestas inflamatorias e inmunes

Las propiedades antiinflamatorias e inmunosupresoras de los glucocorticoides

los convierten en agentes terapeúticos invaluables en numerosos

enfermedades, aunque no ataquen la causa fundamental de la enfermedad.

Los glucocorticoides tienen influencia sobre células inmunológicas como los

linfocitos T, suprimen la función de linfocitos Th del tipo 1 y estimulan la

apoptosis de eosinófilos. Inhiben la expresión de moléculas de adhesión y sus

correspondientes receptores. Todos estos efectos dependen de alteraciones a

nivel de trascripción en los genes susceptibles a glucocorticoides o cambios en

la estabilidad del ARNm de numerosas proteínas inflamatorias; por ejemplo los

glucocorticoides suprimen a los genes de la fosfolipasa-A2, la ciclooxigenesa-2

y la óxido nítrico sintasa, disminuyendo la producción de prostanoides, factor

activador de plaquetas y óxido nítrico, tres moléculas claves en la respuesta

inflamatoria (Shepherd et al., 2002).

El uso prolongado de glucocorticoides induce clínicamente a un estado de

inmunocompromiso en el que pueden establecerse infecciones oportunistas.

Por el contrario, algunas veces es necesario suprimir la respuesta inmune

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como en casos de rechazo de un órgano trasplantado o una reacción alérgica

grave (Smith y Reynard, 2000).

El principal glucocorticoides es el cortisol y suprime las respuestas inflamatoria

e inmune de la siguiente manera:

Induce una fosfoproteína denominada lipocortina que inhibe a la enzima

fospolipasa-A2; la fospolipasa-A2 genera ácido araquidónico, éste es

precursor para la síntesis de prostaglandinas y compuestos

relacionados; por lo tanto al inhibir a la fospolipasa-A2 se disminuye la

producción de mediadores de la inflamación.

El cortisol disminuye la producción de interlucina-1 al reprimir la

expresión del gen de esta linfocina. De hecho el cortisol puede bloquear

toda la cascada de la inmunidad mediada por las células, así como la

generación de fiebre.

El cortisol bloquea el reclutamiento de neutrófilos al inhibir su capacidad

para ligar péptidos quimiotácticos. La hormona altera además la

capacidad fagocítica y antibacteriana de los neutrófilos.

El cortisol disminuye la proliferación de los fibroblastos y su capacidad

para sintetizar y depositar fibrillas tisulares, evitando así la

encapsulación de los invasores (Smith y Reynard, 2000).

Usos terapéuticos

Los corticosteroides se utilizan en:

Enfermedades hormonales como terapéutica sustitutiva: insuficiencia

suprarrenal aguda, insuficiencia suprarrenal crónica e hiperplasia

suprarrenal congénita.

Tratamiento sintomático en enfermedades no hormonales, en razón de

su efecto antiinflamatorio, inmunodepresor y antialérgico: enfermedades

reumáticas, lupus eritematoso, cuadros renales, enfermedades alérgicas

(asma bronquial), infecciones, cuadros oculares, cuadros cutáneos,

alteraciones del tubo digestivo, lesiones hepáticas, edema cerebral,

sarcoidosis, trombocitopenia, trasplante de órgano y lesión de la médula

espinal (Goodman y Gilman, 2003).

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Efectos secundarios

Los corticosteroides son prescritos por los médicos todos los días, al ser

recetados en una dosis y frecuencia adecuada, y retirados del tratamiento de

manera paulatina, la presencia de contraindicaciones específicas es mínima.

Sin embrago a medida que el tratamiento con corticoesteroides se prolonga,

se elevan las dosis, o son suspendidos con brusquedad, la incidencia de efectos

adversos aumenta.

Supresión del tratamiento

La complicación más grave del cese de esteroides, es la insuficiencia

suprarrenal aguda, la cual depende de una supresión demasiado rápida de

corticosteroides, luego de un tratamiento prolongado, ante el cual ha quedado

suprimido el eje HPA. Muchos enfermos se recuperan de la supresión del eje

HPA en el trascurso de varias semanas a meses. Sin embargo, en algunos

individuos, el tiempo necesario para la recuperación puede ser de un año o

más (Cooper y Stewart 2003).

En tratamientos prolongados o después de la administración de dosis altas de

corticosteroides, la dosis se disminuirá paulatinamente antes de interrumpir

por completo su administración. Sin embargo se recomienda que dosis

moderadas de corticosteroides (hasta 40 mg diarios de prednisona o su

equivalente), por hasta tres semanas pueden eliminarse sin disminución

paulatina de la dosis (Smith y Reynard, 2000).

Uso continuo de dosis suprafisiológicas de corticosteroides

Después de tratamientos prolongados con corticosteroides se pueden

presentar: anormalidades en líquidos y electrolitos (más comunes con

corticosteroides naturales, como cortisol, y menos frecuentes con

corticosteroides sintéticos). Reacciones inmunitarias, deterioro en la reparación

de tejidos y la función inmune puede conducir a un retraso en la cicatrización

de la herida y un incremento en la susceptibilidad a infecciones. Miopatía,

puede llegar a alterar la marcha y la recuperación puede ser lenta e

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incompleta. Alteraciones conductuales: insomnio, estados depresivos, psicosis.

Catarata subcapsular posterior: su aparición se relaciona con la dosificación así

como con la duración del tratamiento, el cese de la terapéutica puede no

generar resolución completa y el trastorno puede evolucionar a pesar de que el

tratamiento disminuya o sea interrumpido. Osteoporosis: de un 30 a un 50%

de las personas tratadas con corticoesteroides terminan por presentar

fracturas osteporóticas. Necrosis aséptica de las cabezas femoral y humeral: el

riesgo aumenta con el tiempo que dure la corticoterapia y las dosis de los

compuestos usados. Otros efectos adversos incluyen irregularidades

menstruales, amenorrea, adelgazamiento de la piel, hipertensión, pancreatitis

aguda, síntomas Cushoides como la cara en forma de luna, hirsutismo, joroba

de búfalo, enrojeciendo, equimosis, estrías y acné (Sweetman, 2002).

Los efectos adversos de los corticosteroides dependen de la posología y

duración del tratamiento y se minimizan administrando a días alternos una vez

que se ha controlado la enfermedad.

Uso de corticosteroides como agentes antiinflamatorios

Los principios del tratamiento esteroide antiinflamatorio incluyen:

La continuidad de la terapia corticosteroide sólo durante el tiempo que la

enfermedad para la cual ha sido indicado permanece activa.

El uso de la dosis efectiva más baja contra la enfermedad tratada, y la

disminución progresiva del corticosteroide según lo permita la actividad

de la enfermedad.

La utilización de un corticosteroide local cuando sea posible.

El uso de la administración sistémica en días alternados, cuando la

enfermedad bajo tratamiento permita este régimen.

La previsión de los efectos colaterales.

La apreciación de que la suspensión de la terapia crónica diaria con

corticosteroides sistémicos deje un HPA que no puede ser totalmente

normal durante meses.

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El conocimiento de que de 1 a 2 semanas de altas dosis diarias de

administración de corticosteroides sistémicos no tiene efectos clínicos

significativos sobre el eje HPA (Smith y Reynard, 2000).

Los corticosteroides han demostrado clínicamente su potencial desinflamatorio,

y han sido adyuvantes en el tratamiento de enfermedades infecciosas; debido

a que en ciertas infecciones es necesario reducir la respuesta inflamatoria

exacerbada, de lo contrario podría repercutir en daños en los tejidos y

disfunción orgánica (Benard et al., 2012). Se ha demostrado que el uso de

corticosteroides en el tratamiento de dermatitis herpetiforme en conjunto con

tirosina y dapsona mejoran el cuadro patológico (Sawhney y Singh, 2011). Se

han planteado también como nuevo paradigma en el tratamiento de queriones,

infección micótica inflamatoria del cuero cabelludo, donde se sugiere que como

primera aproximación del tratamiento se trate la inflamación con

corticoesteroides (Dolder et al., 2012). Se ha sugerido el uso de

corticosteroides como terapia coadyuvante de casos severos de

paracoccidioidomicosis, la micosis sistémica más frecuente en América Latina,

dicha terapia coadyuvante puede ayudar en el manejo de casos graves de

paracoccidioidomicosis, sobre todo cuando existen un riesgo de complicaciones

agudas, la terapia puede ser utilizada de forma segura, siempre que la relación

riesgo-beneficio sea cuidadosamente evaluada (Benard et al., 2012).

Se ha reportado que la aplicación de corticosteroides vía intravenosa reduce la

severidad de la cefalea aguda incluso mejor que la morfina (Taheraghdam et

al., 2011).

En el campo odontológico se ha observado que la aplicación de corticosteroides

ayuda a prevenir el malestar después de la cirugía periodontal, disminuyendo

la utilización de medicamentos de rescate (Steffens et al., 2011).

Se ha determinado el efecto de los corticosteroides adyuvantes en adultos con

meningitis neumocócica, donde los corticosteroides adyuvantes no afectaron la

mortalidad, sin embargo, los pacientes que recibieron tratamiento adecuado

tienden a desarrollar secuelas neurológicas con menor frecuencia (Moon et al.,

2012).

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La ulceración aftosa recurrente es la lesión más común de la mucosa oral y

puede estar asociada con muchas enfermedades sistémicas. Se ha publicado la

utilización exitosa de corticosteroides para el tratamiento de las aftas con un

porcentaje de curación del 83.33%, sin detección sérica del fármaco (Lui et al.,

2012).

Los corticosteroides también han mostrado su eficacia al combinarse con

analgésicos como la oxicadona para tratar el dolor después de una

amigdalectomía (Vaiman et al., 2011).

Como se mencionó la capacidad desinflamatoria de los corticosteroides esta

valorada y es incluso mejor que la de otros fármacos.

En México los procesos inflamatorios de las articulaciones son sufridos por más

de millón y medio de pacientes, la mayoría de ellos requiere de incapacidad

laboral y en el 35% de los casos este dictamen es permanente por invalidez.

Las enfermedades reumatológicas constituyen el grupo de padecimientos

crónicos más frecuentes entre la población en general, con importantes

consecuencias físicas (dolor crónico e inflamación), sociales (disminución de la

esperanza de vida entre cinco y diez años, deformidades físicas graves y

lesiones orgánicas, repercutiendo en el desempeño social del individuo) y

económicas (el 10% de los pacientes llega a tener un grado de incapacidad

total y un 25% tendrá limitaciones importantes, lo que mermará su capacidad

laboral) (ISSSTE comunicados, 2005).

La betametasona es uno de los corticosteroides más utilizados en la práctica

médica y se ha demostrado clínicamente su potencial desinflamatorio,

actualmente existen en el mercado alternativas terapéuticas, donde dicho

fármaco viene combinado con analgésico y relajante muscular, proporcionado

así un alivio directo y eficaz ante lesiones articulares.

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