1
“Creer en sí mismo” “Un pueblo debe creer en algo y en alguien, pero sobre todo debe creer en sí mismo”. Es una frase del octogenario líder cubano Fidel Castro, citada por el filósofo argentino Enrique Dussel. Creer en “algo” –sigue diciendo Dusselse ha de basar en principios que conduzcan hacia una verdadera democracia con valores de dignidad, justicia y respeto de los derechos humanos. El “alguien” ha de ser aquel sujeto personal y organizativo con capacidad para conducir a la sociedad hacia esa democracia en la cual se vivan dichos principios, y sobre todo ese “alguien” ha de ser quien testimonie con su vida los valores, actitudes y principios que con sus palabras y propuestas promueve para hacerlos realidad en toda la sociedad. Ni el “algo” ni el “alguien” tienen valor alguno por sí mismo. Tienen valor si se insertan en un pueblo que cree en sí mismo. Solo se puede creer en “algo” y en “alguien” quien sobre todo cree en sí mismo, en sus propias capacidades y en sus propias decisiones. Si un pueblo no cree en sí mismo, creer en “algo” y en “alguien” será una manera de vivir enajenado o alienado. En los hechos, un pueblo que no cree en sí mismo, es muy difícil que tenga conciencia de pueblo. Se es pueblo solamente cuando quienes lo conforman tienen conciencia de serlo, y por lo tanto deciden, actúan y se movilizan conforme a esta identidad de pueblo. Un pueblo lo es cuando sus miembros, desde sus diversidades, toman y tienen conciencia de ser oprimidos, saben identificar a aquellos que los oprimen y se organizan y movilizan en la lucha común por su emancipación. Cuando no hay conciencia de pueblo, sus integrantes en lugar de ser ciudadanos, son conglomerados, habitantes o masas de un territorio que se dedican a buscar respuestas fuera de sus propias realidades y ponen sus confianzas fuera de sí mismos, en otros lugares, y lo que es peor, no solo no identifican a sus opresores y dominadores, sino que ponen en ellos su confianza y esperan de ellos solución a sus problemas y angustias. Cuando la gente no tiene conciencia e identidad de pueblo, siempre hay un “alguien” que lo manipula, lo conduce y que habla en su nombre. Y siempre habrá un “algo” que se le impone, sea un modelo de vida, un modelo político, una concepción religiosa, unos criterios y unas conductas que debe seguir y que a final de cuentas perpetúa su enajenación y su dependencia en los extraños y en respuestas ajenas a su realidad. Cuando un pueblo cree en sí mismo, construye su propio “algo”, es decir, su propio modelo de vida, su propio modelo económico, político y cultural, con sus principios, valores y actitudes. Cuando un pueblo cree en “alguien” es porque no solo está con el pueblo sino que vive en el seno del pueblo. Cuando un pueblo cree en sí mismo, construye sus propias propuestas, define sus aliados, clarifica sus objetivos, adquiere firmeza en sus principios y alcanza flexibilidad en el andar para que nadie corra ni nadie se paralice, sino avanzar al ritmo de la lucha liberadora de un pueblo en lucha. ¿Hemos alcanzado los hondureños y hondureñas la conciencia de un pueblo que un pueblo que cree en sí mismo? En sus manos dejamos este debate y esta reflexión. Nuestra Palabra | 01 Octubre 2012

Creer en sí mismo

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Editorial, Radio Progreso y Eric-SJ

Citation preview

Page 1: Creer en sí mismo

“Creer en sí mismo”

“Un pueblo debe creer en algo y en alguien, pero sobre todo debe creer en sí mismo”. Es

una frase del octogenario líder cubano Fidel Castro, citada por el filósofo argentino

Enrique Dussel. Creer en “algo” –sigue diciendo Dussel—se ha de basar en principios

que conduzcan hacia una verdadera democracia con valores de dignidad, justicia y

respeto de los derechos humanos.

El “alguien” ha de ser aquel sujeto personal y organizativo con capacidad para conducir

a la sociedad hacia esa democracia en la cual se vivan dichos principios, y sobre todo ese

“alguien” ha de ser quien testimonie con su vida los valores, actitudes y principios que

con sus palabras y propuestas promueve para hacerlos realidad en toda la sociedad.

Ni el “algo” ni el “alguien” tienen valor alguno por sí mismo. Tienen valor si se insertan

en un pueblo que cree en sí mismo. Solo se puede creer en “algo” y en “alguien” quien

sobre todo cree en sí mismo, en sus propias capacidades y en sus propias decisiones. Si

un pueblo no cree en sí mismo, creer en “algo” y en “alguien” será una manera de vivir

enajenado o alienado. En los hechos, un pueblo que no cree en sí mismo, es muy difícil

que tenga conciencia de pueblo.

Se es pueblo solamente cuando quienes lo conforman tienen conciencia de serlo, y por lo

tanto deciden, actúan y se movilizan conforme a esta identidad de pueblo. Un pueblo lo

es cuando sus miembros, desde sus diversidades, toman y tienen conciencia de ser

oprimidos, saben identificar a aquellos que los oprimen y se organizan y movilizan en la

lucha común por su emancipación.

Cuando no hay conciencia de pueblo, sus integrantes en lugar de ser ciudadanos, son

conglomerados, habitantes o masas de un territorio que se dedican a buscar respuestas

fuera de sus propias realidades y ponen sus confianzas fuera de sí mismos, en otros

lugares, y lo que es peor, no solo no identifican a sus opresores y dominadores, sino que

ponen en ellos su confianza y esperan de ellos solución a sus problemas y angustias.

Cuando la gente no tiene conciencia e identidad de pueblo, siempre hay un “alguien” que

lo manipula, lo conduce y que habla en su nombre. Y siempre habrá un “algo” que se le

impone, sea un modelo de vida, un modelo político, una concepción religiosa, unos

criterios y unas conductas que debe seguir y que a final de cuentas perpetúa su

enajenación y su dependencia en los extraños y en respuestas ajenas a su realidad.

Cuando un pueblo cree en sí mismo, construye su propio “algo”, es decir, su propio

modelo de vida, su propio modelo económico, político y cultural, con sus principios,

valores y actitudes. Cuando un pueblo cree en “alguien” es porque no solo está con el

pueblo sino que vive en el seno del pueblo.

Cuando un pueblo cree en sí mismo, construye sus propias propuestas, define sus

aliados, clarifica sus objetivos, adquiere firmeza en sus principios y alcanza flexibilidad

en el andar para que nadie corra ni nadie se paralice, sino avanzar al ritmo de la lucha

liberadora de un pueblo en lucha.

¿Hemos alcanzado los hondureños y hondureñas la conciencia de un pueblo que un

pueblo que cree en sí mismo? En sus manos dejamos este debate y esta reflexión.

Nuestra Palabra | 01 Octubre 2012