Esta es una crónica particular, puede ser que lo que sentí lo haya sentido el resto, o no, pero merece la pena imaginar lo que las letras dicen y hacerse una pequeña idea de lo que fue la aventura del grupo, espero que os guste Día de cumbre en el Island Peak- Imja Tse 6189mts

Un golpe sacude la tela de la tienda de campaña despertándonos, son las doce y media de la noche , Nawamg el sidra del grupo habrá mandado a alguno de sus sherpas a despertarnos, esta noche no hemos pasado frío, nuestros sacos se han encargado de guardarnos de él. El techo de la tienda está cubierto por una escarcha blanca producida por la transpiración producida mientras descansábamos, ha nevado durante la tarde, lo notamos antes de caer rendidos al descanso. La noche, o más bien tarde ha transcurrido un tanto larga , los 5000 mts de altitud se notan y los nervios tampoco ayudan, la mochila de cumbre está preparada desde la tarde anterior, Goretex, piolet, arnés y crampones están en su sitio, solo queda ponernos la ropa adecuada y las botas para el ataque a cima. Ultimamos los detalles y salimos de la tienda ya calzados con las botas y el plumas puesto, el buff, el gorro, las gafas, vamos literalmente forrados de pies a cabeza , no son broma los -5 grados que hace y el viento que si no muy fuerte si es suficiente para robarte el calor que puedas desprender.

Nos dirigimos a la tienda comedor, el té está preparado y el desayuno está en camino, dos tazas, una tostada, ese será nuestro combustible, ayer encargamos agua caliente para llevar a cima, un litro por persona, el té ya está en los termos y ahora aguardamos a que traigan el agua. El tono de la mesa es de excitación.

Nuestro guía Xabi Arias nos avisa que nuestro grupo sherpa ha decidido hacer una puya para pedirle a la montaña que nos deje acceder a ella, a su cumbre y nos guarde en nuestro retorno, nuestro compañero sherpa Lakpa utiliza su cargo de monje budista para brindarnos esa oración, las ramas de enebro arden en una pequeña hoguera, junto a ella, un plato de arroz y una jarrita de raksi (licor de arroz) completan la escena. Todo es noche, fuego, humo y tranquilidad, un sherpa nos acerca el plato de arroz para que tomemos un puñado mientras Lakpa hecha un chorro de raksi al fuego avivando las llamas, todos aguardamos el momento en el que Lakpa lance el arroz al aire para copiar la acción, esto se repite dos veces y una vez lanzado el ultimo grano la ceremonia termina con un silencio solemne. Passan un amigo sherpa de la expedición nos avisa en un inglés muy particular que el “hot water is ok” y todos rellenamos nuestros termos. La voz de Xabi y Unai nos invitan a emprender la marcha, Unai ira en cabeza con un sherpa y Xabi y Chungba (otro compañero sherpa) cerraran la marcha. Los primeros 1000 mts son llanos, atravesamos la zona del campamento base, no hay muchas tiendas así que esperamos poca gente con nosotros, la nevada de la noche levanta unos pocos centímetros del suelo, la luna llena nos ilumina y nuestras frontales hacen el resto. Los sherpas rezan, una frase un tanto larga que se repite una y otra vez y

que acompaña el ritmo de nuestra marcha. Unai nos avisa de repente de que el desnivel va a comenzar a partir de ese momento, así que empezaremos a ascender sin tregua buscando la cima del Island Peak.

Un paso, otro, el ritmo de nuestra marcha me recuerda al compás de la música del día del entierro de la sardina, caminamos despacio, sin cansarnos, estimamos doce horas de marcha, poco a poco el tiempo pasa, echamos la vista atrás y vemos que el avance está siendo satisfactorio, la base de la montaña está cada vez más lejos, el grupo es una fila de luces que traza zigs-zags, pero nos hemos distanciado así que a una voz de Xabi se busca un tramo en el camino para reagruparnos, elegimos la zona de los campamentos avanzados a 5400 mtrs y esperando al grupo nos hidratamos y le pego un mordisco a una barrita. Una vez reunidos e hidratados, continuamos nuestra marcha con nuestro paso uno dos, uno dos, nada más importa, nada más existe. El terreno se vuelve más accidentado mientras subimos, sorteamos rocas gigantescas y saltamos como podemos entre las más pequeñas , el paso se desordena, el buff empieza a agobiar nuestra respiración, poco a poco empieza a clarear y esto nos motiva y hace olvidar todo, el alba se acerca así que con esta luz apagamos los frontales, los tonos negros dan paso a los grises, todo empieza a cobra vida, las rocas se dibujan, algún arbusto se deja ver con sus colores rojos, Xabi nos dice que paremos y disfrutemos del amanecer, sientes el calor del sol en la cara, en unos pocos segundos la línea de luz-obscuridad se mueve rauda entre las rocas dejando colores a su paso, nos ponemos las gafas de sol y continuamos nuestro ascenso.

El fin de lo que parece ser la última rampa de nieve y roca parece próximo pero nos lleva más de media hora llegar a este punto, una vez allí una arista rocosa de apenas unos cien metros de largo se presenta ante nosotros, tenemos que cruzarla, el sitio de reunión está al otro lado, allí comienza el glaciar y tendremos que ponernos los crampones, el arnés y nos encordaremos, así que con cuidado sorteamos este filo de roca, asiéndonos de pies y manos donde podemos. Un plató alpino a 5800 mts nos sirve de plataforma al grupo para beber, comer algo y equiparnos para cruzar el glaciar del Island. Una vez preparados nos encordamos bajo la atenta mirada de nuestro sidra Nawuang, y comenzamos la travesía de esta isla de hielo. Las grietas que se ven a nuestra derecha asombran por su tamaño y tomamos conciencia de lo importante que es ir concentrado, así que suavemente proseguimos nuestro ascenso, todos adecuamos el paso, lento pero constante, una grieta se empieza a ver a nuestra derecha y poco a poco cobra una profundidad importante, a nuestra izquierda otra grieta aparece aún más profunda, un pasillo estrecho queda como único paso, una cuerda fija reconforta nuestra mente inquieta y nos aseguramos a ella para pasar sin mucha dificultad por este puente de hielo. Una cruzada nos soltamos de la cuerda y seguimos nuestra travesía, rodeando otra grieta para subir un último repecho que nos lleva directamente a la extensión plana del glaciar, dejándonos ver la pala de hielo y el último tramo, la arista final del Island Peak. La vista de este coloso nos conmueve, estamos cerca, estamos a punto de conseguirlo, aún nos quedan unos doscientos metros de desnivel que nos ocuparan unas dos horas, pero ahí lo tenemos, es nuestro.

Poco a poco atravesamos la platea del glaciar hasta llega al pie de la pala de hielo que se alza imponente sobre nosotros con sus casi 50 grados, estamos a nada menos que 6000 mts, nuestra respiración es jadeante y profunda para intentar captar todo el oxígeno posible, me toca desencordarme. Mientras el resto de compañeros comienzan ya a subir

la pala ayudados por las cuerdas fijas y el jumar, decido quedarme el último para subir así que, cuando Ricardo, nuestro compañero argentino, libra el primer tramo de cuerda fija, comienzo mi maniobra de atado, bajo la atenta mirada de nuestro. Abrir el jumar, pasar la cuerda, cerrar gatillo, pasar mosquetón de seguridad y cabo de anclaje. Una vez concluido el ritual y bajo la aprobación de Nawang comienzo mi ascensión. Paso, paso, sube el jumar y sigue, movimientos mecánicos nos hacen ascender poco a poco por esta pared, a mitad de pala, a unos 6100 metros paro y tomo un poco de agua, miro hacia arriba, Andoni el tercer compañero de cordada termina la pala, y se dirige a cima donde Unai y Txema esperan.

Por fin y no después de muchas bocanadas de aire llego al último tramo de cuerda fija, diez metros me separan de la arista que me llevara a cima, y es en ese momento donde se con certeza que la cumbre es mía, que ya no hay opción de marcha atrás, que lo voy a conseguir, y lanzo un grito al viento, y avanzo los últimos pasos rápidamente llegando jadeante y tosiendo a la cresta, justo detrás de Ricardo, me bajo el buff que me agobia y no me deja respirar y el golpe de aire frío llena mis pulmones y entre saludos y toses Ricardo y yo nos dirigimos a la cima donde Andoni ya se encuentra con el resto, nos aseguramos a las cuerdas con el jumar (nuestro gran amigo jumar) y nos dirigimos a la cumbre a través de la arista final dando cuenta de los últimos metros.

La pared del Lothse a nuestra izquierda se alza 2000 metros por encima de nuestras cabezas y otros tantos por debajo nuestro, una pared de 4 kilómetros te deja helado. A nuestra derecha otras muchas montañas nos miran atentas, sus nombres no los recuerdo pero ahí están, atestiguando el paso de los escaladores, y en frente nuestro, a no más de 20 metros Unai junto con Andoni y Txema nos graban en video y nos saludan dando ánimos. Grito, grito a todo lo que dan mis pulmones que el Island Peak con sus 6200 mts es nuestro, que si se puede, que estamos aquí, Unai sonríe ante mi alegría y los demás mueven los brazos. Justo después de esto, pongo el pie en mi cota máxima, llego a la cima di mi Island Peak – de mi Imja tse, me abrazo al pequeño grupo jadeando y tosiendo les digo que ya está, que pude hacerlo. Pasados unos minutos me relajo y disfruto de la tranquilidad de la cima, saco mis banderas y tomo fotos con ellas, la del club Ubietamendi, la de mi cuadrilla Legatarrak

con el memorial por nuestro amigo Aitor Bringas, y finalmente un regalo muy “friki” para unos amigos que se casan.

Finalmente Unai, Andoni, y Txema deciden bajar, yo me quedo un poco más disfrutando del paisaje, del viento en la cara, del buen día y de todo lo que siento al estar allí. Me encuentro bien, no me duele la cabeza, la temperatura es óptima y tengo mucho agua, así que tras dar un trago al termo decido que me voy a quedar en cima tomando fotos a todos los compañeros de expedición mientras llegan, y así una a uno van llegando más o menos cansados, cada uno con su historia y pensamientos, pero todos con una sonrisa de oreja a oreja desfilan por la cumbre, y después bajan. Finalmente Xabi Arias llega cerrando la marcha, le vitoreamos, ha conseguido que 16 personas lleguen a la cumbre del Island. Él dice que el mérito es nuestro, que él no ha subido a nadie, es cierto, pero los ánimos y el saber que estaba pendiente de nosotros nos ha ayudado muchísimo, y eso no lo queremos negar.

Así todos contentos comenzamos a bajar, esa es otra odisea pero no la contaremos, así nos quedamos con la sensación de cima, con la sensación de pudimos hacerlo, con la alegría del que llega al objetivo, solo resta daros las gracias a todos, Un saludo y hasta la próxima blogeros montañeros Luis Menendez Bejarano