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118 OCTUBRE / DICIEMBRE 2016 Cuaderno de cultura Entrevista a Valentí Puig “La interacción entre la cultura catalana y la sociedad es cada vez más débil” Periodista y escritor, fino articulista y director de variados proyectos culturales, Valentí Puig es una figura destacada en el panorama de la cultura catalana. Hemos querido compartir con él un diagnóstico certero del momento cultural que vive Cataluña, de sus realidades lingüísticas y sociológicas, de las influencias políticas del nacionalismo y del diálogo intelectual con el resto de España. David Mudarra

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Cuaderno de

Cuaderno de cultura

Entrevista a Valentí Puig

“La interacción entre la cultura catalana y la sociedades cada vez más débil”

Periodista y escritor, fino articulista ydirector de variados proyectosculturales, Valentí Puig es una figuradestacada en el panorama de la culturacatalana. Hemos querido compartircon él un diagnóstico certero delmomento cultural que vive Cataluña,de sus realidades lingüísticas ysociológicas, de las influencias políticasdel nacionalismo y del diálogointelectual con el resto de España.

David Mudarra

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EL MITO DEMOCRÁTICO Y PLURALISTA DEL ESTATUTO VASCO DE 1936 / PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO

Aunque pueda estara la baja, el procesosecesionista habrá

tenido su impacto en la cul-tura catalana, tanto como enotros aspectos de la vida deCataluña. ¿Cuál es el estadoactual de la cultura catalanao de la cultura en Cataluña?

R.- Siento decir que noestá en sus mejores momen-tos. Sobran mimetismos,dogmas lingüísticos, estereo-tipos subvencionados y tergi-versación nacionalista de lavitalidad cultural. Hace unosaños escribí un ensayo bas-tante crítico sobre la culturacatalana. Eso era en 2004.Hoy sería un diagnóstico to-davía menos ilusionante.Sin, duda, es desde “la Renaixença” que larecuperación del uso literario de la lengua ca-talana, a consecuencia del romanticismo queintenta recuperar identidades y naciones apa-gadas, fue reapareciendo, con un compo-nente de épica y a la vez de agravio. No eraliteratura “per se”. Por su parte, la culturacientífica, por ejemplo, recuperaba vitalidada partir del siglo XVIII, escrita por lo generalen castellano. El gran ilustrado es Antoni deCapmany. Presente en las Cortes de Cádiz,escribía en castellano y pensó que la lengua

catalana podía desaparecer. Pero con la “Re-naixença” la identificación entre escribir encatalán y un postulado de reivindicación dela patria fue constante, hasta el punto de queescritores como Gabriel Ferrater después handicho que, absorta en la crítica a España, laliteratura en catalán no fue crítica con la pro-pia sociedad catalana. En mi caso, no escriboen catalán –uso el catalán y el castellano in-distintamente– por razones nacionalistas oétnicas. Evidentemente, hay otros casos, perola efusión independentista ha conseguido laadhesión de escritores e intelectuales, de na-turaleza muy variada. Institucionalmente, seha seguido ignorando la cultura de Cataluñaescrita en castellano. Ha habido proclamasmás que ofensivas sobre la necesaria margi-nación del castellano en una futura repúblicacatalana. Pero ¿qué lleva a pensar que con laindependencia el uso social y cultural del ca-talán saldrá ganando?

P.- ¿Y cómo queda reflejado tal impacto, el im-pacto de lo que se llama proceso secesionista?

R.- Uno de los empeños culturales más in-tensos ya desde los tiempos del pujolismo escristalizar la suposición de que quien escribeen catalán es, en consecuencia, nacionalista.Hasta cierto punto ha sido un empeño fructí-fero pero la creatividad intelectual, literaria oartística no se puede fosilizar, porque experi-menta ciclos, rupturas, mutaciones, descon-ciertos, identidades y desvinculaciones. Como

Uno de losempeñosculturales másintensos yadesde lostiempos delpujolismo escristalizar la suposición de que quienescribe encatalán es, enconsecuencia,nacionalista

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instrumentó una cultura en la que el interven-cionismo parecía dar plena hegemonía antro-pológica a la cultura nacionalista. Lo ha in-tentado todo, pero ahí es detectable un fracasoque era inevitable. Retiren por un momentoel andamiaje intervencionista y muchas cosasse vendrán abajo y muchas para bien. La so-ciedad catalana ha evolucionado pero el na-cionalismo sigue con el mismo lenguaje, comosi uno pudiera poner fronteras lingüísticas oensimismarse en el territorio que va del Ebroa los Pirineos. Tal vez sea factible, y lo dudo,desconectar institucionalmente –a costes ele-vadísimos– Cataluña de España, pero los vín-culos sociales e históricos –la realidad– sonmás fuertes que una entelequia divisoria.

P.- Si es así, ¿hasta dónde llegan la realidady la ficción?

R.- La brecha entre la cultura real y la cul-tura institucional se extrema. La cultura insti-tucional –costosa, burocrática y excluyente–opera en el vacío y de espaldas a la cultura real,es decir, a las iniciativas individuales, de la so-ciedad civil. Estas circunstancias obstaculizanlas expansiones de la creatividad –algo tangibledesde hace años– si no es que la coartan. Tal vezestemos en un escenario de destrucción crea-tiva, con la oportunidad de salirse del parque te-mático y de no entrar en la entropía, si no esdemasiado tarde. Sería interesante ver los resul-tados que puede dar la desinstitucionalizaciónde la cultura catalana. Por contraste con una vi-talidad creativa que busca oxígeno, las institu-ciones han ido fosilizándose, generando inerciasque a su vez abundan en mediocridad, faccio-nalismo, burocracia, megalomanía grotesca yanemia intelectual. Esto, desde luego, ocurre en

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han hecho Pujol y los in-telectuales nacionalistasno basta con decir que laEspaña que quiso VicensVives ha fracasado o que1714 fue una guerra de Es-paña contra Cataluña.Haría falta demostrarloporque sin pluralismo crí-tico una sociedad pierdecapacidad analítica y, portanto, perspectiva. El se-cesionismo ha dividido.Se ha dicho que el caste-llano tiene que quedar almargen, y se dice eso enuna sociedad que es bilin-güe, con una mitad queusa el catalán y la otra elcastellano, siendo nuclearque el cambio de registrolingüístico se haga día adía y casa por casa. Mien-tras tanto, los sociolin-güistas –que son la esenciade la raza– exigen que lafutura república catalanasea monolingüe, en cata-lán, cuando el castellanolleva largos siglos siendouna lengua de Cataluña.

P.- Entonces, daríamospor hecho que el nacionalismo cultural eshegemónico.

R.- Culturalmente, el nacionalismo tienesu sistema de recompensas y de exclusiones,pero la vitalidad va por otro lado. El pujolismo

Tal vez seafactible, y lo dudo,desconectarinstitucionalmente–a costeselevadísimos–Cataluña deEspaña, pero los vínculossociales e históricos –la realidad– son más fuertesque unaentelequiadivisoria

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arquitectura “Koiné” – un manifiesto a favor delmonolingüismo en catalán– y la voluntad de unchoque esquemático, como ocurrió otras veces,entre la marca Barcelona y esa Cataluña pro-funda que prácticamente ya no existe. Un pos-tsecesionismo ¿hará ver gestos de agotamiento?No se puede confiar, por supuesto, en que la pre-caria cultura del secesionismo decida por unavez reconocer sus errores.

P.- Desde esta perspectiva siempre vamos aparar a las malas relaciones entre Barcelonay Madrid, extensibles y no siempre con sen-satez, a una confrontación entre España yCataluña que es en gran parte ficticia ycuyos daños colaterales corresponden al na-cionalismo.

R.- La tensión intelectual entre Barce-lona y Madrid es un proceso cíclico de diálo-gos y desconexiones, no pocas veces afligidopor las turbulencias de la política, la exclu-

todas partes, pero lo novedosoes el componente secesionista,sin el suficiente apoyo de lapoblación. Son inercias tóxi-cas. Afortunadamente, lapráctica de la subsidiariedaddesanquilosaría la culturacomo forma de bien común.Sería higiénico desinstitucio-nalizarse.

P.- ¿Es que el intervencio-nismo cultural no es deter-minante por completo?

R.- La interacción entre lacultura catalana y la sociedades cada vez más débil. En el horizonte independentistaidentificamos una suerte denuevo folklore intelectual, laaparición de un “bunker” de

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“LA INTERACCIÓN ENTRE LA CULTURA CATALANA Y LA SOCIEDAD ES CADA VEZ MÁS DÉBIL” / VALENTÍ PUIG

La sociedadespañola hacambiado hastatal extremo quelos obstáculospara el diálogoya no son losmismos. Contodo, paradialogar hayque quererescuchar. Nohay dos ni tres,sino milEspañas

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luña en una España contemplada y sentidadesde la periferia o no exclusivamente desdela Castilla central. Es decir, afirmarse cada unoen el reconocimiento del otro. Un sistema deinclusiones, flexible y plural. Cuando la siner-gia integradora falla, llegan la animadversióny los conflictos emocionales.

P.- Entonces, ¿es que la cultura de Cataluñaacaba siendo incompatible con el resto deEspaña? Se habla de una ruptura entre lacultura en catalán y el conjunto de España,¿ha sido siempre así? ¿No hablaba SalvadorEspriu de los “puentes del diálogo”? ¿Quéqueda de la gran conversación entre Una-muno y Maragall? ¿Es posible una conexiónnatural y razonable?

R.- Los filósofos del diálogo sostienen quela persona y la palabra pueden –y deben– estarpor encima de las circunstancias adversas a esediálogo. Si durante décadas Cataluña pudoconsiderar que su problema era la naturaleza deCastilla, la sociedad española ha cambiadohasta tal extremo –entre otras cosas, de rural aurbana– que los obstáculos para el diálogo yano son los mismos. Con todo, para dialogar hayque querer escuchar. No hay dos ni tres, sinomil Españas. Por ejemplo, el carlista Valle-In-clán hoy no diría –como hizo en 1911– que laComunión Tradicionalista en Barcelona ejercecomo contrapeso de la revolución y que si lasmasas carlistas no existiesen “las osadías delpartido sindicalista habrían sido el motivo desu creación”. Gaziel atribuía a Castilla un es-píritu guerrero, pero ¿sigue siendo así, si lo fue,en la vieja meseta árida en la que uno puedeinstalar aire acondicionado, nuevos sistemas decultivo y acceso digital? La catalanofobia y la

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sión, el desentendimiento o la tergiversación.Ciertamente, todavía existen más formas encomún que contraposiciones. Es más lo quesuma que lo que resta. Al final, retorna el diá-logo, incluso en momentos escabrosos.

P.- ¿Por ejemplo?R.- Un caso límite: la

catástrofe de 1936 causódaños irreparables. Pasó eltiempo y, en el año 1951, enuna librería de Barcelona elpoeta Dionisio Ridruejohace la presentación de lascartas entre Unamuno yJoan Maragall. Al poco lafigura de Ridruejo es deter-minante en el Congreso dePoetas de Segovia, al queacudió Carles Riba, conmuchas dudas dada la polí-tica del régimen de Francorespeto a la lengua catalana.Eso era en plena postguerra.Fue una reunión de poetasy, más allá de la lírica, allí sepreescenificó un reencuen-tro, un inicio de diálogo re-conciliador. A partir de en-tonces, por muchos quefueran los desencuentros,quedaba establecido que enla poesía de España diversaseran las lenguas. Así lo rati-ficaría Salvador Espriucuando en 1960, en los po-emas de La pell del brau ha-blaba de Sefarad, de Cata-

La tensiónintelectual entre Barcelona y Madrid es unproceso cíclico de diálogos ydesconexiones,no pocas veces afligido por lasturbulencias de la política, la exclusión, eldesentendimientoo la tergiversación

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P.- Todo ha cambiado mucho desde aquellosaños…

R.- Sí, estamos en el paradigma digital, enuna cultura relativista, hecha con “Photos-hop”, sin sentido de la excelencia, pero en lascosas fundamentales, los obstáculos al diá-logo no han cambiado de naturaleza, a pesardel AVE, del puente aéreo, Internet.

P.- ¿En qué son, pues compatibles ambas re-alidades?

R.- Hay que cuidarse de la megalomaníanacionalista. Es un rasgo de las culturas pro-pulsadas por una afirmación nacionalista desentido antagónico. Veamos la cultura irlan-desa, por ejemplo. Desde un pequeño teatro,el Abbey Theatre, un puñado de autores –ensu mayor parte en inglés– acabó influyendodecisivamente en el teatro mundial. Era el ta-lento lo que contaba, incluso en contra de losatavismos de un Dublín pueblerino y hostil.Eso hace pensar que la ingeniería social nacio-nalista va haciéndose obsoleta. Lo mismo ocu-rre con la obsesión por crear grandes gruposeditoriales en catalán: se hace inevitable redi-mensionarlos. Lo mismo ocurre con la cons-trucción de teatros y museos nacionales. Delmismo modo, la televisión autonómica –an-tropológica, según dijo Pujol– ha pretendidocompetir en entretenimiento dejando de ladola exigencia cultural.

P.- Y si hablamos de literatura…R.- En literatura comparemos el mo-

mento actual, incierto y de horizonte con-fuso, con momentos como el “noucen-tisme” de los años veinte y treinta o con lavitalidad de los años sesenta. Fue evidente

hispanofobia son cosa para“freakies” que nada tienenque ver con una sociedad in-terconectada por el AVE,abierta a la globalización, di-gitalizada y pendiente de lasvicisitudes compartidas en laUnión Europea.

P.- Pero, ¿cómo emular la re-lación de confianza y respetoentre Unamuno y Maragall?

R.- Maragall y Una-muno, desde posiciones irre-ductibles al tacticismo o lacomponenda, dialogaronepistolarmente sobre citas ydesencuentros. Luego, ines-peradamente las friccionescogen cuerpo y calcifican enforma de estalactita y hostilidad. Unamunose definía como “catalanizante anticatala-nista” y a la vez conversaba con el idealismocatalanista de Maragall. Según sus biógrafos,Maragall se había dado cuenta claramentedesde Cataluña “hasta qué punto era necesa-rio –al exacerbarse las pasiones, como sueleocurrir en el ruedo ibérico– establecer lazosde comprensión y de cordialidad con las fi-guras más representativas de la cultura caste-llana”. Y bastante antes tenemos la compe-netración entre Menéndez Pelayo –defensorde la lengua catalana– y el “renaixentista”Milà i Fontanals, cuya estatua está en el jar-dín de la Casa Museo de Menéndez Pelayoen Santander. ¿Son estampas del pasado? Entodo caso, representaban una pauta digna deimitación.

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“LA INTERACCIÓN ENTRE LA CULTURA CATALANA Y LA SOCIEDAD ES CADA VEZ MÁS DÉBIL” / VALENTÍ PUIG

Volcar el dineropúblico engrandesinfraestructurasculturales ennombre de unafán nacionalno garantizanada. Sí logarantizan la excelencia, la autocrítica, la creatividad

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que la literatura hecha en castellano y la li-teratura hecha en catalán no eran una sumacero. Al contrario, ambas salían ganando.Barcelona aportó novelas de calidad en cas-tellano y en catalán escribían Pla, Rodo-reda, Joan Sales, Espriu, Villalonga. “Youname it”. Los nacionalistasreplican que ese es un argu-mento tramposo, pero no esun argumento o una hipóte-sis, son hechos. Volcar el di-nero público en grandes in-fraestructuras culturales ennombre de un afán nacionalno garantiza nada. Sí lo ga-rantizan la excelencia, laautocrítica, la creatividad.Ha sido un lastre para lacultura en Cataluña, peroun lastre nutrido por la me-galomanía nacionalista, encierto modo, al margen delas tendencias reales. Seríasaludable redimensionarlotodo.

P.- Y sin embargo, lo quehoy más se oye son apela-ciones a la desconexión.

R.- El proceso secesionistapudiera acabar en nada, aun-que vaya a dejar un poso defrustración. Para comenzar,ha hundido la gran franjacentral que en muchos casossin ser nacionalistas votaba aConvergència y Unió. Haypor ahí cientos de miles de

Alejamiento,conllevancia,encaje: de todohubo, hay yhabrá en lasrelaciones entreCataluña y elconjunto deEspaña

votos en busca de un autor. Centrismo, cata-lanismo, contribución a la gobernabilidad deEspaña fueron constantes constructivas, contodas las fricciones que se quieran. Tanto conCambó como con Roca o Durán, el grupo par-lamentario catalanista tenía mucho peso en lavida parlamentaria, en los presupuestos. Hoy,con el estratega Francesc Homs al frente, haido a parar al gallinero. ¿Puede reinventarseun catalanismo autonomista? Con todos losagravios que se quieran, la solución no es des-conectar de España en un mundo cada vezmás interconectado, con el riesgo cierto dequedarse fuera de la Unión Europea. Es algoque contrapone los sentimientos del catala-nismo –en buen parte, las clases medias– a unaruptura sobrecargada de incógnitas y peligros.

P.- ¿Hay una conexión posible?R.- Ha existido, prácticamente siempre,

todo un sistema natural de vasos comunican-tes. Para no remontarnos al vínculo entre JuanBoscán y Ausiàs March, Espriu, por ejemplo,no se entiende sin la prosa de Gabriel Miró.Del mismo modo, Sagarra y Pla admiran aAzorín y leen mucho a Baroja. El teatro deGuimerà y, ya posteriomente, de Santiago Ru-siñol y luego de Sagarra, tienen éxito en Ma-drid. Pla se lee hoy en toda España. A pesar delas confrontaciones, Francesc Cambó apostabapor la vía del diálogo político y la transacción.Maura sería el partenaire en aquel inicio deconversación. Hubo una veta regeneracionistadel catalanismo en expansión.

P.- ¿No queda esa vía agotada?R.- Al ir esbozando tempranamente su

gran poema “L’Atlàntida”, para Verdaguer el

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vez los compartan o sean dos evidencias quese solapan. Recordemos como en 1951, enplena postguerra, después de que Dionioso Ri-druejo presentase el epistolario Unamuno-Maragall en una librería de Barcelona, huboel encuentro de poetas de toda España en Se-govia. Era un objetivo permanente de Ri-druejo: “Cancelar la guerra civil y dar a los es-pañoles de uno y otro bando la esperanza deun porvenir común”. Fue un reencuentroentre vencedores y vencidos, el retorno al diá-logo hispánico. En realidad, Ridruejo y los po-etas del encuentro de Segovia estaban traba-jando ya en el consenso que hizo posible latransición democrática y la Constitución de1978, uno de los grandes episodios del enten-dimiento.

P.- Así, ¿hacia dónde vamos? ¿Con qué pers-pectiva y con qué esperanza?

R.- Ahora hay, por lo menos, dos vías: lafrustración o la voluntad recíproca de concor-dia. Hablemos de amplitud hispánica. La ges-tión de las sociedades complejas no es fácil.Como patria, España existe desde muchoantes de la Constitución de 1978. Visto desdeahora, nunca habíamos compartido tantas op-ciones de futuro. Si el particularismo tienehondas inercias, a pesar de todo sería un fata-lismo pensar que el diálogo –como entre Una-muno y Maragall– no puede fluir con toda na-turalidad y en la diferencia. Existe en Españaun caudal de tradiciones lingüísticas diferen-ciadas que conviven con toda su individuali-dad y a la vez se comunican por arriba, comolas copas de los bosques frondosos. En las for-mas de convivencia hispánica nada está es-crito para siempre.

protagonista del poema eraEspaña. Esa idea de fusiónhispánica le fue criticada porlos extremismos culturales delnacionalismo catalán. ¿Porqué razón, cuando en virtudde la Constitución Cataluñatiene amplias competenciasde gobierno, predomina –almenos en apariencia– el vic-timismo y queda relegada laidea de la Cataluña hispánicasegún Verdaguer? Estamos enun mundo de sociedadescomplejas. España lo es. Y sa-bemos que de la gestión desociedades complejas depen-den el colapso o el progresoen común. El bilingüismo esuna vitalidad; el monolin-güismo es una prótesis. Elsabio profesor Rubió i Bala-guer sostenía que la cultura de un pueblocomo el catalán “que desde la Primera EdadMedia no se ha expresado literariamente enuna sola lengua, no puede ser valorada ínte-gramente reduciéndonos a la producción encatalán”. Alejamiento, conllevancia, encaje:de todo hubo, hay y habrá en las relacionesentre Cataluña y el conjunto de España. Siexisten dos literaturas lingüísticamente distin-tas en un mismo territorio, quizás cada cualtiene sus propios interlocutores sociales o tal

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“LA INTERACCIÓN ENTRE LA CULTURA CATALANA Y LA SOCIEDAD ES CADA VEZ MÁS DÉBIL” / VALENTÍ PUIG

PALABRAS CLAVEEspaña • Cataluña • Cultura • Diálogo • Nacionalismo

La cultura enCataluña noestá en susmejoresmomentos.Sobranmimetismos,dogmaslingüísticos,estereotipossubvencionadosy tergiversaciónnacionalista dela vitalidadcultural

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