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Revista Universitaria Nº 83 | 2004 53 CUATRO SIGLOS DE ASTRONOMÍA EN CHILE Desde que en 1582 un soldado de la Corona tomó nota de un eclipse lunar en Valdivia hasta la construcción ahora mismo del radiotelescopio ALMA, ha habido un grupo creciente de hombres chilenos y extranjeros que han forjado el desarrollo de la astronomía en el país. Hoy esta ciencia muestra una fuerza que no tuvo nunca. La Universidad Católica ya tiene alrededor de cien alumnos en el pregrado y acaba de inaugurar un programa de doctorado. Esto, más las millonarias inversiones internacionales, no hace sino prever un futuro brillante para la actividad. Hernán Quintana | Departamento de Astronomía y Astrofísica, Facultad de Física de la Universidad Católica Augusto Salinas | Facultad de Humanidades y Artes, Universidad del Desarrollo interés? El mismo Rees apunta a tres diferentes razones: en primer término, la astronomía y la cosmología nos atraen porque queremos descubrir qué es lo que hay ahí afuera; la segunda razón es la interpretación de lo que hay ahí para intentar resolver la evolución del universo; la tercera es que el cosmos es un laboratorio que permite comprobar las leyes de la naturaleza, en condicio- nes mucho más extremas que las que proporciona un laboratorio terrestre, y de esta manera ampliar nuestro conocimiento de ella. Puede apuntarse, sin embargo, una causa más básica, que nace del instinto de supervivencia que caracteriza la naturaleza humana. El hombre encontró en los cielos un orden que le permitió medir el paso del tiempo, prever las estaciones del año, orientarse, hacer calendarios y establecer días festivos civiles y religiosos. Con los griegos, particularmente con Aristóteles, surge una primera cosmología científica: la teoría geocéntrica del mundo, con la que vivimos y de la que nos beneficiamos –a pesar de su falsedad– por más de dos mil años. En 1543, Copérnico inaugura la primera gran revolución científica, al formular su teoría heliocéntrica. En 1849 llegó al país una misión científica norteameri- cana del Observatorio Naval de Washington D.C. Tenía como objetivo las observaciones de Venus y Marte, y de esa manera calcular la distancia que separa a la Tierra del Sol. Para ello se habilitó el primer observatorio astronómico de Chile, ubicado en el cerro Santa Lucía. INTRODUCCIÓN En el Libro Séptimo de Las Leyes, Platón afirmaba que el acto de conocer a Dios y al universo eran, por igual, algo sagrado. Para el gran filósofo ateniense, la astronomía era una ciencia hermosa y verdadera, útil a la ciudad y grata a Dios. A él y a los griegos les maravillaba el orden sempiterno de los movimientos de los cuerpos celestes: la Luna, el Sol y las estrellas distantes seguían vías exactas y siempre iguales, haciendo un mismo y único recorrido, siempre circular. Los planetas, en cambio, eran erráticos e iban a la deriva. Eran los «vagabundos» de los cielos. Casi veinte siglos después, Nicolás Copérnico iniciaba el Libro I de Las revoluciones de las esferas celestes –la obra que marcaría la transición de la época medieval a la modernidad–, proclamando la superioridad de la astronomía por sobre todas las artes y las ciencias, «cabeza de todas las artes liberales, la más digna del hombre libre», porque se refería las «cosas más elevadas y dignas de conoci- miento», como eran las revoluciones de los astros, las magnitudes y distancias del orto y del ocaso del Sol: «Pues, ¿qué podría ser más hermoso que el cielo, que contiene todas las cosas hermosas?». La astronomía, en consecuencia, era la vía cognoscitiva perfecta para admirar al Creador. Martin Rees, astrofísico de la Universidad de Cambridge, señala que el problema de los orígenes es algo que siempre ha preocupado a la humani- dad. Según él, al igual que los dinosaurios, la cosmología siempre despierta un gran interés, y es curioso que los temas que más intrigan a la gente sean los más alejados de nuestro quehacer cotidia- no; en efecto, nada puede ser socialmente menos relevante que los dinosaurios y la cosmología. Con todo, los cielos y los cuerpos celestes han sido siempre una de las preocupaciones funda- mentales del hombre. ¿Cuál es la causa de este

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Revista Universitaria Nº 83 | 2004

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CUATRO SIGLOS DE ASTRONOMÍAEN CHILEDesde que en 1582 un soldado de la Corona tomó nota de un eclipse lunar en Valdivia hasta la construcción ahoramismo del radiotelescopio ALMA, ha habido un grupo creciente de hombres chilenos y extranjeros que han forjadoel desarrollo de la astronomía en el país. Hoy esta ciencia muestra una fuerza que no tuvo nunca. La UniversidadCatólica ya tiene alrededor de cien alumnos en el pregrado y acaba de inaugurar un programa de doctorado. Esto,más las millonarias inversiones internacionales, no hace sino prever un futuro brillante para la actividad.

Hernán Quintana | Departamento de Astronomía y Astrofísica, Facultad de Física de la Universidad CatólicaAugusto Salinas | Facultad de Humanidades y Artes, Universidad del Desarrollo

interés? El mismo Rees apunta a tres diferentesrazones: en primer término, la astronomía y lacosmología nos atraen porque queremos descubrirqué es lo que hay ahí afuera; la segunda razón es lainterpretación de lo que hay ahí para intentarresolver la evolución del universo; la tercera esque el cosmos es un laboratorio que permitecomprobar las leyes de la naturaleza, en condicio-nes mucho más extremas que las que proporcionaun laboratorio terrestre, y de esta manera ampliarnuestro conocimiento de ella.

Puede apuntarse, sin embargo, una causa másbásica, que nace del instinto de supervivencia quecaracteriza la naturaleza humana. El hombreencontró en los cielos un orden que le permitiómedir el paso del tiempo, prever las estaciones delaño, orientarse, hacer calendarios y establecer díasfestivos civiles y religiosos. Con los griegos,particularmente con Aristóteles, surge una primeracosmología científica: la teoría geocéntrica delmundo, con la que vivimos y de la que nosbeneficiamos –a pesar de su falsedad– por más dedos mil años. En 1543, Copérnico inaugura laprimera gran revolución científica, al formular suteoría heliocéntrica.

En 1849 llegó al país una misión científica norteameri-

cana del Observatorio Naval de Washington D.C.

Tenía como objetivo las observaciones de Venus y Marte, y

de esa manera calcular la distancia que separa a la Tierra

del Sol. Para ello se habilitó el primer observatorio

astronómico de Chile, ubicado en el cerro Santa Lucía.

INTRODUCCIÓN

En el Libro Séptimo de Las Leyes, Platón afirmabaque el acto de conocer a Dios y al universo eran, porigual, algo sagrado. Para el gran filósofo ateniense, laastronomía era una ciencia hermosa y verdadera, útila la ciudad y grata a Dios. A él y a los griegos lesmaravillaba el orden sempiterno de los movimientosde los cuerpos celestes: la Luna, el Sol y las estrellasdistantes seguían vías exactas y siempre iguales,haciendo un mismo y único recorrido, siemprecircular. Los planetas, en cambio, eran erráticos eiban a la deriva. Eran los «vagabundos» de loscielos. Casi veinte siglos después, Nicolás Copérnicoiniciaba el Libro I de Las revoluciones de las esferascelestes –la obra que marcaría la transición de laépoca medieval a la modernidad–, proclamando lasuperioridad de la astronomía por sobre todas lasartes y las ciencias, «cabeza de todas las artesliberales, la más digna del hombre libre», porque serefería las «cosas más elevadas y dignas de conoci-miento», como eran las revoluciones de los astros,las magnitudes y distancias del orto y del ocaso delSol: «Pues, ¿qué podría ser más hermoso que elcielo, que contiene todas las cosas hermosas?». Laastronomía, en consecuencia, era la vía cognoscitivaperfecta para admirar al Creador.

Martin Rees, astrofísico de la Universidad deCambridge, señala que el problema de los orígeneses algo que siempre ha preocupado a la humani-dad. Según él, al igual que los dinosaurios, lacosmología siempre despierta un gran interés, y escurioso que los temas que más intrigan a la gentesean los más alejados de nuestro quehacer cotidia-no; en efecto, nada puede ser socialmente menosrelevante que los dinosaurios y la cosmología.Con todo, los cielos y los cuerpos celestes hansido siempre una de las preocupaciones funda-mentales del hombre. ¿Cuál es la causa de este

verdaderas máquinas del tiempo que nos permitenobservar el pasado del universo.

El análisis de poblaciones de galaxias paraestudiar su evolución es sin duda una técnica muypoderosa, pero tiene asociada una gran dificultad:no es fácil relacionar galaxias observadas adistintas épocas. El estudio de la evolución degalaxias es similar al estudio de la evolución deuna familia (y sus miembros), en la que simple-mente se observan fotos de un niño, sus padres yabuelos, junto con aquellas de personas de otrasfamilias o inclusive de otras razas.

En astronomía hay dos formas de superar estadificultad: 1) Haciendo un censo completo en cadaépoca que uno quiere estudiar, o bien 2) estudiaruna familia bien definida, la que sea posible seguircon relativa facilidad. La primera estrategia tiene lagran ventaja de que uno estudia toda la poblaciónde galaxias, pero la gran desventaja de que es muy

cara en términos de tiempo de telescopio. Miscolaboradores y yo hemos optado por el caminoalternativo, que es el estudio de galaxias elípticasen la regiones centrales de cúmulos de galaxias.

LOS DATOS, DE TODOS

Mientras trabajaba en mi tesis de doctorado enToronto, mis compañeros de trabajo y yo nosdimos cuenta de que las primeras observacionesde cúmulos de galaxias después de la reparaciónóptica del telescopio espacial se habían hechopúblicas y cualquier astrónomo podía usarlas.Éstas, únicas en ese tiempo, incluían objetos cuyaluz nos llegaba desde una época en la cual eluniverso tenía menos de un tercio de su edadactual. Los cúmulos de galaxias, grandes conglo-merados de éstas, están constituidos por galaxiasde todos los tipos; sin embargo, son reconocidospor tener una parte importante de galaxiaselípticas (por lo general rojas, sin formaciónestelar aparente y carentes de *brazos espirales).La comparación de esta población de galaxias encúmulos a distintas distancias, y por lo tanto endistintas épocas, y la suposición de que correspon-den a la misma población vista en distintas etapasde su vida, nos llevaron a la conclusión de queestas galaxias son intrínsecamente más luminosasen el pasado. Su evolución es consistente con unaformación temprana de estrellas y posteriormentesin mayor actividad. Es decir, las estrellas queforman estas galaxias van simplemente apagándo-se con el tiempo. Este trabajo, presentado en 1996,fue la primera detección de este efecto, que hoy hasido confirmado por varias investigaciones.

El estudio fue posible gracias a la existencia delos archivos del telescopio espacial y al acceso aestos datos en forma simple a través de internet. Eltrabajo mencionado anteriormente debe habersido uno de los primeros en utilizar datos públicosdel telescopio espacial y ciertamente el primero enel cual yo estaba involucrado. La filosofía y elejercicio de realizar estudios con datos tomadospor otros no era en absoluto común como es hoy.De hecho, parte de las observaciones con las quetrabajamos habían sido realizadas por otroastrónomo y antes de publicar nuestro trabajo noscomunicamos con él para informarle lo quehabíamos hecho. No sabíamos cómo se tomaría elque hubiéramos utilizado datos pertenecientes aotros. Hoy esta preocupación no tendría sentido,lo que nos muestra lo mucho que hemos avanzadoen pocos años.

Como la luz de una galaxia distante viaja millones

o miles de millones de años hasta llegar a nosotros,

hoy vemos cómo era esa galaxia hace esas

cantidades de tiempo. Es decir, los telescopios son

como verdaderas máquinas del tiempo que nos

permiten observar el pasado del universo.

EVOLUCIÓN DE LAS GALAXIAS

EDAD DEL UNIVERSO

Big

-Ban

g

Hoy

2 mil millonesde años

6 mil millonesde años

9 mil millonesde años

14 mil millonesde años

Elíptica

Espiral

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Estado chileno colaboró junto a otros países. Porotra parte, se inició la asignatura de Astronomía enla Universidad de Chile, con nueve estudiantes.Cuando Carlos Moesta se retiró en 1865, elObservatorio Nacional ya era bien conocido entresus congéneres del hemisferio sur por la calidad desus resultados. Le sucedió su colaborador, elprofesor José Ignacio Vergara, nombrado enpropiedad en 1874. Poco antes, en 1868, creó laOficina Central Meteorológica de Chile y luego seocupó de determinar las coordenadas geográficasde las ciudades chilenas. Sin embargo, la Guerradel Pacífico, la crisis económica y otros contra-tiempos obstaculizaron las tareas de observación.Paralelamente a sus funciones de director delObservatorio, Vergara desempeñó otras altasfunciones públicas: llegó a ser Ministro de Justiciay luego Rector de la Universidad de Chile. Murióen 1889 y su ayudante, el francés Albert Obrecht,fue nombrado nuevo Director.

Obrecht se hizo cargo de la dirección de dosgrandes proyectos. En primer término, el Observa-torio participó en la confección del catálogo deestrellas (Carte du Ciel) organizado por la Confe-rencia Astrográfica Internacional en 1887; ensegundo lugar, se observó y describió el eclipsetotal de Sol del 16 de abril de 1893, cuya franja detotalidad –la zona geográfica donde la ausencia deluz solar es absoluta– cruzaba el desierto deAtacama. Luego, las actividades del Observatoriolanguidecieron debido principalmente a problemaspresupuestarios y a las dificultades inherentes a laadquisición y transporte de instrumentos y placasfotográficas que debían importarse desde Europa.

En tanto, una nueva misión astronómica delObservatorio Lick de California, financiada porD.O. Mills, obtuvo permiso y apoyo del gobiernopara construir la cúpula de un telescopio en elcerro San Cristóbal, lo que se efectuó en 1903, conla entusiasta colaboración del personal delObservatorio Nacional y particularmente deErnesto Greve, uno de sus astrónomos másdestacados, que renunciaría al cargo poco después.El primer Director del Observatorio Mills fueWilliam H. Wright quien, secundado por suayudante, Harold K. Palmer, se dedicó específica-mente a realizar observaciones sistemáticas de las*velocidades radiales de las estrellas del hemisfe-rio sur, utilizando el único *espectrógrafoinstalado en este hemisferio. Los resultados fuerontan valiosos, que la tarea continuó por más de 26años, en vez de los cinco programados original-mente. Este observatorio fue adquirido en 1929por el Dr. Manuel Foster Recabarren, ex alumnode la Univesidad Católica que lo donó posterior-mente a la UC. El Observatorio lleva actualmente

el nombre de Foster. En 1933, las autoridades dela UC contrataron en Alemania al Dr. Erich P.Heilmaier y lo nombraron Director del Observato-rio Manuel Foster. (Gracias al uso de telescopiosde Cerro Tololo –que es propiedad de laAssociation of Universities for Research inAstronomy (AURA)– y el European SouthernObservatory (ESO), entre 1975 y 1985 un investi-gador del Observatorio Manuel Foster pudoextender su campo de investigación al estudiofotométrico de estrellas de brillo variable de largoperíodo. Adicionalmente, la mecánica celeste fueun estudio hasta 1990.)

En el departamento de Astronomía de la UC,

la intensidad de las investigaciones y el nivel de

publicaciones, la existencia de múltiples equipos

de trabajo en colaboraciones con colegas de

muchos países, la presencia de investigadores

post-doctorales elegidos internacionalmente,

indican una actividad científica madura y de

un excelente nivel.

Uno de los primeros: en 1903, una misión del ObservatorioLick de California construyó un telescopio en el cerroSan Cristóbal. Hoy pertenece a la Universidad Católica y llevael nombre del ex alumno que lo donó: Manuel Foster.

CALCULAR LA DISTANCIADE LA TIERRA AL SOL

El primer testimonio documentado de un chilenoque tomó nota de un evento astronómico es delsoldado Pedro Cuadrado Chavino, residente de laplaza de Valdivia a fines del siglo XVI. Siguiendoinstrucciones de la Corona, observó el eclipse deLuna del 19 de junio de 1582; utilizando elantiguo método griego de los eclipses para calcularla longitud geográfica, obtuvo que la de Valdiviaera de unos 83º W (en realidad, alrededor de70º W). Hubo que esperar hasta la República para

la instauración definitiva de las ciencias astronó-micas en Chile, cuando en 1849, durante elgobierno de Manuel Bulnes, llegó al país unamisión científica norteamericana liderada por elteniente de la Armada de Estados Unidos James M.Gilliss, miembro del Observatorio Naval deWashington D.C. La misión tenía como objetivolas observaciones de Venus y Marte, y de esamanera calcular la distancia que separa a la Tierradel Sol. Para ello se habilitó el primer observatorioastronómico de Chile, ubicado en el cerro SantaLucía. Al finalizar la misión en 1852, el Estadoadquirió el observatorio y los instrumentos,creando el Observatorio Astronómico Nacional,que entregó a la dirección del científico alemánCarlos Moesta.

En 1856 el observatorio se mudó a sus nuevasinstalaciones, ubicadas en la Quinta Normal, y en1862 Moesta inició las observaciones de ladeclinación de Marte, y se dedicó luego a unprograma internacional cuyo objetivo era hacermás precisa la medición de la *paralaje solar y elcálculo de la distancia media del Sol, en el que el

© Observatorio Interamericano Cerro Tololo (CTIO)Luego de tres años de búsqueda de un lugar apropiado,

se seleccionó el cerro Tololo, cercano a Vicuña.

Las operaciones científicas y el equipamiento serían

de responsabilidad de la Association of Universities for

Research in Astronomy (AURA). El Observatorio

Interamericano de Cerro Tololo (CTIO), fue oficialmente

inaugurado en 1967.

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Estado chileno colaboró junto a otros países. Porotra parte, se inició la asignatura de Astronomía enla Universidad de Chile, con nueve estudiantes.Cuando Carlos Moesta se retiró en 1865, elObservatorio Nacional ya era bien conocido entresus congéneres del hemisferio sur por la calidad desus resultados. Le sucedió su colaborador, elprofesor José Ignacio Vergara, nombrado enpropiedad en 1874. Poco antes, en 1868, creó laOficina Central Meteorológica de Chile y luego seocupó de determinar las coordenadas geográficasde las ciudades chilenas. Sin embargo, la Guerradel Pacífico, la crisis económica y otros contra-tiempos obstaculizaron las tareas de observación.Paralelamente a sus funciones de director delObservatorio, Vergara desempeñó otras altasfunciones públicas: llegó a ser Ministro de Justiciay luego Rector de la Universidad de Chile. Murióen 1889 y su ayudante, el francés Albert Obrecht,fue nombrado nuevo Director.

Obrecht se hizo cargo de la dirección de dosgrandes proyectos. En primer término, el Observa-torio participó en la confección del catálogo deestrellas (Carte du Ciel) organizado por la Confe-rencia Astrográfica Internacional en 1887; ensegundo lugar, se observó y describió el eclipsetotal de Sol del 16 de abril de 1893, cuya franja detotalidad –la zona geográfica donde la ausencia deluz solar es absoluta– cruzaba el desierto deAtacama. Luego, las actividades del Observatoriolanguidecieron debido principalmente a problemaspresupuestarios y a las dificultades inherentes a laadquisición y transporte de instrumentos y placasfotográficas que debían importarse desde Europa.

En tanto, una nueva misión astronómica delObservatorio Lick de California, financiada porD.O. Mills, obtuvo permiso y apoyo del gobiernopara construir la cúpula de un telescopio en elcerro San Cristóbal, lo que se efectuó en 1903, conla entusiasta colaboración del personal delObservatorio Nacional y particularmente deErnesto Greve, uno de sus astrónomos másdestacados, que renunciaría al cargo poco después.El primer Director del Observatorio Mills fueWilliam H. Wright quien, secundado por suayudante, Harold K. Palmer, se dedicó específica-mente a realizar observaciones sistemáticas de las*velocidades radiales de las estrellas del hemisfe-rio sur, utilizando el único *espectrógrafoinstalado en este hemisferio. Los resultados fuerontan valiosos, que la tarea continuó por más de 26años, en vez de los cinco programados original-mente. Este observatorio fue adquirido en 1929por el Dr. Manuel Foster Recabarren, ex alumnode la Univesidad Católica que lo donó posterior-mente a la UC. El Observatorio lleva actualmente

el nombre de Foster. En 1933, las autoridades dela UC contrataron en Alemania al Dr. Erich P.Heilmaier y lo nombraron Director del Observato-rio Manuel Foster. (Gracias al uso de telescopiosde Cerro Tololo –que es propiedad de laAssociation of Universities for Research inAstronomy (AURA)– y el European SouthernObservatory (ESO), entre 1975 y 1985 un investi-gador del Observatorio Manuel Foster pudoextender su campo de investigación al estudiofotométrico de estrellas de brillo variable de largoperíodo. Adicionalmente, la mecánica celeste fueun estudio hasta 1990.)

En el departamento de Astronomía de la UC,

la intensidad de las investigaciones y el nivel de

publicaciones, la existencia de múltiples equipos

de trabajo en colaboraciones con colegas de

muchos países, la presencia de investigadores

post-doctorales elegidos internacionalmente,

indican una actividad científica madura y de

un excelente nivel.

Uno de los primeros: en 1903, una misión del ObservatorioLick de California construyó un telescopio en el cerroSan Cristóbal. Hoy pertenece a la Universidad Católica y llevael nombre del ex alumno que lo donó: Manuel Foster.

CALCULAR LA DISTANCIADE LA TIERRA AL SOL

El primer testimonio documentado de un chilenoque tomó nota de un evento astronómico es delsoldado Pedro Cuadrado Chavino, residente de laplaza de Valdivia a fines del siglo XVI. Siguiendoinstrucciones de la Corona, observó el eclipse deLuna del 19 de junio de 1582; utilizando elantiguo método griego de los eclipses para calcularla longitud geográfica, obtuvo que la de Valdiviaera de unos 83º W (en realidad, alrededor de70º W). Hubo que esperar hasta la República para

la instauración definitiva de las ciencias astronó-micas en Chile, cuando en 1849, durante elgobierno de Manuel Bulnes, llegó al país unamisión científica norteamericana liderada por elteniente de la Armada de Estados Unidos James M.Gilliss, miembro del Observatorio Naval deWashington D.C. La misión tenía como objetivolas observaciones de Venus y Marte, y de esamanera calcular la distancia que separa a la Tierradel Sol. Para ello se habilitó el primer observatorioastronómico de Chile, ubicado en el cerro SantaLucía. Al finalizar la misión en 1852, el Estadoadquirió el observatorio y los instrumentos,creando el Observatorio Astronómico Nacional,que entregó a la dirección del científico alemánCarlos Moesta.

En 1856 el observatorio se mudó a sus nuevasinstalaciones, ubicadas en la Quinta Normal, y en1862 Moesta inició las observaciones de ladeclinación de Marte, y se dedicó luego a unprograma internacional cuyo objetivo era hacermás precisa la medición de la *paralaje solar y elcálculo de la distancia media del Sol, en el que el

© Observatorio Interamericano Cerro Tololo (CTIO)Luego de tres años de búsqueda de un lugar apropiado,

se seleccionó el cerro Tololo, cercano a Vicuña.

Las operaciones científicas y el equipamiento serían

de responsabilidad de la Association of Universities for

Research in Astronomy (AURA). El Observatorio

Interamericano de Cerro Tololo (CTIO), fue oficialmente

inaugurado en 1967.

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UN CATÁLOGO DE ESTRELLASDEL HEMISFERIO SUR

En 1906, el Presidente Pedro Montt designó comoDirector del Observatorio Nacional al astrónomoalemán Dr. Friedrich Wilhelm Ristenpart, cuyareputación científica era mucho mayor que la desus predecesores. Ristenpart fue crítico de la laborde Obrecht y centró sus esfuerzos en tres pasos:cambiar el emplazamiento del observatorio,adquirir instrumentos más modernos y obtenermejores salarios para su personal.

El nuevo observatorio se construyó en LoEspejo, al sur de Santiago, un sitio libre de lacontaminación urbana; desde allí se continuó elinterrumpido catálogo de estrellas del HemisferioSur, una tarea facilitada por los nuevos instrumen-tos encargados a firmas de Europa y EstadosUnidos. Además, Ristenpart inició un programa deacercamiento y colaboración con otros observato-rios astronómicos sudamericanos. No obstante,problemas derivados de los cambios políticos y desus malas relaciones con el personal adelantaron eltérmino de su gestión. En 1913, Enrique MattaVial se hizo cargo de la dirección del ObservatorioNacional. El Dr. Ristenpart no pudo resistir laignominia de su destitución y se suicidó díasdespués. Albert Obrecht fue recontratado, esta vezcomo Director Científico.

El estallido de la guerra europea interrumpiólas exportaciones de salitre y el presupuesto para

las actividades del Observatorio se vio drástica-mente recortado. A pesar de ello, tres jóvenesastrónomos, Ismael Gajardo, Rosauro Castro yRómulo Grandón, continuaron los trabajos deRistenpart. Obrecht dejó su cargo en 1922 y murióen 1924. Gajardo fue nombrado nuevo director en1923. Una de sus tareas fue organizar la recepciónde las señales horarias transmitidas por radiodesde Annapolis, EE.UU. El resultado fue lacorrección de algo más de un segundo de arcopara la posición geográfica del Observatorio de LoEspejo, lo que permitiría, entre otras cosas,cálculos más precisos de posiciones estelares. Uncambio importante en la vida del Observatorio, yen la corta historia de la astronomía nacional, fuesu integración a la Universidad de Chile en 1927,como Instituto de Astronomía de la Facultad deCiencias Físicas y Matemáticas.

En 1929, Rosauro Castro fue designado comoDirector del Instituto, quien introdujo importantescambios internos y adquirió nuevos instrumentosde mayor precisión. Sin embargo, sólo con lainstauración de un nuevo régimen democrático en1932, el Instituto pudo continuar en forma normalsus actividades. En 1933 llegó por fin a Chile untelescopio refractor Grubber de 60 cm, que habíasido encargado a la firma inglesa Grubb Parsons en1909 (a diferencia de un telescopio reflector, queconcentra la luz utilizando espejos, un refractor usaexclusivamente lentes para esa tarea). Durante suadministración, Castro debió encargarse deestablecer las coordenadas geográficas de lugares

cercanos a las fronteras con Bolivia y Perú, asolicitud de la Comisión Chilena de Límites, queentonces negociaba el Tratado con el último país.También se continuó con la publicación del AnuarioAstronómico. En 1941 se descubrió el cometaParaskevopoulos (nombre científico: cometa1941c). A la muerte de Castro, le sucedió Grandóncomo Director del Instituto de Astronomía.

LLEGAN LOS OBSERVATORIOSINTERNACIONALES

En 1950, luego de una larga y fructífera carrera,Rómulo Grandón jubiló, y fue nombrado nuevoDirector Federico Rutllant. Español de nacimien-to, Rutllant se nacionalizó chileno en 1927 y tresaños más tarde ingresó al Observatorio. Entre1944 y 1946 estudió astrofísica en Cambridge, enel Reino Unido. A su regreso a Chile revolucionóel entorno científico con sus conocimientos yrecién ganada experiencia. Una de sus primerastareas fue disponer el traslado del Observatoriodesde Lo Espejo hasta el cerro Calán, donde seemplazó a una altura de 860 metros sobre el niveldel mar, suficiente, en ese momento, para quedarfuera del alcance del smog y las luces santiaguinos.La construcción del nuevo observatorio se inició en1956 y hacia 1963 los principales instrumentos deobservación ya estaban montados. En esta mismaépoca aumentó notablemente el personal decientíficos, entre los cuales se contaron HugoMoreno, Adelina Gutiérrez, Claudio Anguita yCarlos Torres. Muy pronto se fundó el Observatorio

Radioastronómico de Maipú, donde trabajaronHéctor Álvarez y Jorge May, y el Observatorio inicióuna serie de programas de cooperación internacio-nal, con la Universidad de Florida y luego, en 1959,con la Academia de Ciencias de la URSS.

Sin embargo, el proyecto de Rutllant eramucho más ambicioso. Se proponía lograr que unoo más observatorios astrofísicos internacionales seestablecieran en Chile, aprovechando las excelen-tes condiciones del norte del país. La participaciónde Federico Rutllant en la reunión anual de laAmerican Astronomical Society de los EstadosUnidos en 1958 motivó el interés de la AURA,para asociarse con la Universidad de Chile a travésde las universidades de Chicago y Texas en laconstrucción de un moderno observatorioastronómico en Chile, dotado inicialmente con untelescopio de 150 cm de diámetro. Poco después,al constatarse la transparencia del aire y laconstancia de las condiciones atmosféricas delnorte de Chile, el proyecto consiguió el apoyooficial de la AURA, ésta a su vez financiada por laNational Science Foundation (NSF). Luego de tresaños de búsqueda de un lugar apropiado, en la queparticiparon varios astrónomos chilenos de laépoca, se seleccionó el cerro Tololo, cercano aVicuña. Las operaciones científicas y el equipa-miento serían de responsabilidad de la AURA. ElObservatorio Interamericano de Cerro Tololo(CTIO), fue oficialmente inaugurado en 1967.

En tanto, Rutllant estaba en conversacionescon un consorcio europeo. La República Federalde Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Suecia se

Lejos de las luces y el ‘smog’: entre 1956 y 1963 elObservatorio Astronómico Nacional construyó elobservatorio de Cerro Calán, a 860 m sobre el nivel delmar, altura suficiente entonces para escapar de esoselementos que dificultan la observación. Aquí semuestra el telescopio GOTO, donado por el pueblojaponés a la Universidad de Chile y cofinanciado por laFundación Andes.

Europeo y sureño a la vez: En 1964 el Observatorio EuropeoAustral (European Southern Observatory, ESO) construyó, aunos 150 km al norte de La Serena, el Observatorio deCerro La Silla.

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UN CATÁLOGO DE ESTRELLASDEL HEMISFERIO SUR

En 1906, el Presidente Pedro Montt designó comoDirector del Observatorio Nacional al astrónomoalemán Dr. Friedrich Wilhelm Ristenpart, cuyareputación científica era mucho mayor que la desus predecesores. Ristenpart fue crítico de la laborde Obrecht y centró sus esfuerzos en tres pasos:cambiar el emplazamiento del observatorio,adquirir instrumentos más modernos y obtenermejores salarios para su personal.

El nuevo observatorio se construyó en LoEspejo, al sur de Santiago, un sitio libre de lacontaminación urbana; desde allí se continuó elinterrumpido catálogo de estrellas del HemisferioSur, una tarea facilitada por los nuevos instrumen-tos encargados a firmas de Europa y EstadosUnidos. Además, Ristenpart inició un programa deacercamiento y colaboración con otros observato-rios astronómicos sudamericanos. No obstante,problemas derivados de los cambios políticos y desus malas relaciones con el personal adelantaron eltérmino de su gestión. En 1913, Enrique MattaVial se hizo cargo de la dirección del ObservatorioNacional. El Dr. Ristenpart no pudo resistir laignominia de su destitución y se suicidó díasdespués. Albert Obrecht fue recontratado, esta vezcomo Director Científico.

El estallido de la guerra europea interrumpiólas exportaciones de salitre y el presupuesto para

las actividades del Observatorio se vio drástica-mente recortado. A pesar de ello, tres jóvenesastrónomos, Ismael Gajardo, Rosauro Castro yRómulo Grandón, continuaron los trabajos deRistenpart. Obrecht dejó su cargo en 1922 y murióen 1924. Gajardo fue nombrado nuevo director en1923. Una de sus tareas fue organizar la recepciónde las señales horarias transmitidas por radiodesde Annapolis, EE.UU. El resultado fue lacorrección de algo más de un segundo de arcopara la posición geográfica del Observatorio de LoEspejo, lo que permitiría, entre otras cosas,cálculos más precisos de posiciones estelares. Uncambio importante en la vida del Observatorio, yen la corta historia de la astronomía nacional, fuesu integración a la Universidad de Chile en 1927,como Instituto de Astronomía de la Facultad deCiencias Físicas y Matemáticas.

En 1929, Rosauro Castro fue designado comoDirector del Instituto, quien introdujo importantescambios internos y adquirió nuevos instrumentosde mayor precisión. Sin embargo, sólo con lainstauración de un nuevo régimen democrático en1932, el Instituto pudo continuar en forma normalsus actividades. En 1933 llegó por fin a Chile untelescopio refractor Grubber de 60 cm, que habíasido encargado a la firma inglesa Grubb Parsons en1909 (a diferencia de un telescopio reflector, queconcentra la luz utilizando espejos, un refractor usaexclusivamente lentes para esa tarea). Durante suadministración, Castro debió encargarse deestablecer las coordenadas geográficas de lugares

cercanos a las fronteras con Bolivia y Perú, asolicitud de la Comisión Chilena de Límites, queentonces negociaba el Tratado con el último país.También se continuó con la publicación del AnuarioAstronómico. En 1941 se descubrió el cometaParaskevopoulos (nombre científico: cometa1941c). A la muerte de Castro, le sucedió Grandóncomo Director del Instituto de Astronomía.

LLEGAN LOS OBSERVATORIOSINTERNACIONALES

En 1950, luego de una larga y fructífera carrera,Rómulo Grandón jubiló, y fue nombrado nuevoDirector Federico Rutllant. Español de nacimien-to, Rutllant se nacionalizó chileno en 1927 y tresaños más tarde ingresó al Observatorio. Entre1944 y 1946 estudió astrofísica en Cambridge, enel Reino Unido. A su regreso a Chile revolucionóel entorno científico con sus conocimientos yrecién ganada experiencia. Una de sus primerastareas fue disponer el traslado del Observatoriodesde Lo Espejo hasta el cerro Calán, donde seemplazó a una altura de 860 metros sobre el niveldel mar, suficiente, en ese momento, para quedarfuera del alcance del smog y las luces santiaguinos.La construcción del nuevo observatorio se inició en1956 y hacia 1963 los principales instrumentos deobservación ya estaban montados. En esta mismaépoca aumentó notablemente el personal decientíficos, entre los cuales se contaron HugoMoreno, Adelina Gutiérrez, Claudio Anguita yCarlos Torres. Muy pronto se fundó el Observatorio

Radioastronómico de Maipú, donde trabajaronHéctor Álvarez y Jorge May, y el Observatorio inicióuna serie de programas de cooperación internacio-nal, con la Universidad de Florida y luego, en 1959,con la Academia de Ciencias de la URSS.

Sin embargo, el proyecto de Rutllant eramucho más ambicioso. Se proponía lograr que unoo más observatorios astrofísicos internacionales seestablecieran en Chile, aprovechando las excelen-tes condiciones del norte del país. La participaciónde Federico Rutllant en la reunión anual de laAmerican Astronomical Society de los EstadosUnidos en 1958 motivó el interés de la AURA,para asociarse con la Universidad de Chile a travésde las universidades de Chicago y Texas en laconstrucción de un moderno observatorioastronómico en Chile, dotado inicialmente con untelescopio de 150 cm de diámetro. Poco después,al constatarse la transparencia del aire y laconstancia de las condiciones atmosféricas delnorte de Chile, el proyecto consiguió el apoyooficial de la AURA, ésta a su vez financiada por laNational Science Foundation (NSF). Luego de tresaños de búsqueda de un lugar apropiado, en la queparticiparon varios astrónomos chilenos de laépoca, se seleccionó el cerro Tololo, cercano aVicuña. Las operaciones científicas y el equipa-miento serían de responsabilidad de la AURA. ElObservatorio Interamericano de Cerro Tololo(CTIO), fue oficialmente inaugurado en 1967.

En tanto, Rutllant estaba en conversacionescon un consorcio europeo. La República Federalde Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Suecia se

Lejos de las luces y el ‘smog’: entre 1956 y 1963 elObservatorio Astronómico Nacional construyó elobservatorio de Cerro Calán, a 860 m sobre el nivel delmar, altura suficiente entonces para escapar de esoselementos que dificultan la observación. Aquí semuestra el telescopio GOTO, donado por el pueblojaponés a la Universidad de Chile y cofinanciado por laFundación Andes.

Europeo y sureño a la vez: En 1964 el Observatorio EuropeoAustral (European Southern Observatory, ESO) construyó, aunos 150 km al norte de La Serena, el Observatorio deCerro La Silla.

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habían unido para la construcción de un Observa-torio Europeo Austral (ESO). Los buenos resulta-dos de la AURA y las gestiones de Rutllant,además de una donación de la Fundación Ford deun millón de dólares, lograron que los europeos sedecidieran en 1964 por el cerro La Silla, unos150 km al norte de La Serena, para construir suobservatorio. Con todo, la gestión del Dr. OttoHeckmann, director de la misión del ESO ypersonaje determinante en las grandes decisionesdel consorcio con respecto a su futuro observato-rio en Chile, se vio favorecida por la activacooperación de los doctores Erich Heilmeier, quepor entonces se desempeñaba como profesor deAstronomía en la Universidad Católica, y BernardoStarischka, rector del Liceo Alemán de Santiago yprofesor de la misma universidad.

En 1963, el Dr. Federico Rutllant dejó laDirección del Observatorio Nacional, y quedócomo Director subrogante el profesor ClaudioAnguita, quien asumió oficialmente el cargo en1964. El Dr. Rutllant murió un año después,mientras se desempeñaba como profesor de laUniversidad Federico Santa María.

En 1967, la Academia de Ciencias de la UniónSoviética logró un acuerdo con la Universidad deChile para la construcción de un observatorio en elcerro El Roble, 80 km al norte de Santiago. Bajo elgobierno de la Unidad Popular, las propiciascircunstancias políticas permitieron una ampliacióndel acuerdo inicial, la que se concretaría en laplanificación de un observatorio astrofísico. En1973, los soviéticos abandonaron el país y donaronsus instrumentos a la Universidad de Chile.

En 1968 la Universidad de Chile llegó a unacuerdo con la AURA, propietaria de CerroTololo, para fijar las normas definitivas deoperación de ese observatorio. En particular, sereglamentó el tiempo asignado a cada uno de lostelescopios para el uso de los astrónomoschilenos. Un año después, esta misma universi-dad firmó un convenio de cooperación científicacon la Carnegie Institution of Washington paraconstruir el Carnegie Southern Observatory(Carso) en el cerro Las Campanas, ubicado a163 km al norte de La Serena. En 1971 seinstaló allí el primer telescopio, de un metro dediámetro; más tarde entraría en funciones otro,de 2,5 m.

ÚLTIMAS DÉCADAS YPARTICIPACIÓN DE LA UC

En su número del 29 de enero de 1971 (229:294-7), la revista Nature destaca los convenios científi-cos, particularmente con organizaciones deastronomía y astrofísica, suscritos por Chile,

señalando las grandes posibilidades que se abríanpara el desarrollo de estas ciencias en el país. Estosconvenios, expresaban los redactores, «permitiríana Chile conquistar un lugar de avanzada en el másapasionante de los campos de la ciencia moderna».Sólo lentamente se generó un interés nacional poresta ciencia. Tres décadas después, el nivel depublicaciones de los científicos chilenos en ladisciplina les dio la razón.

En 1980, profesores del Instituto de Física dela UC, en un proceso de renovación del personalacadémico, contrataron a dos astrofísicos condoctorados, para reemplazar al Dr. E. P. Heilmaier,de avanzada edad.

Uno de los dos profesores contratados semantuvo en el área de astrofísica, haciéndosecargo de organizar el personal y equipos en la sedede astronomía de la calle Bellavista, y del Observa-torio del San Cristóbal, iniciando el desarrollo deun grupo activo en investigación y docencia. Asíse creó el Grupo de Astronomía en el Instituto deFísica. Este último se transformó en la actualFacultad de Física. Durante varios años el desarro-llo fue lento, con el reemplazo de los antiguosprofesores por otros, sin un aumento en sunúmero. El aislamiento del Grupo en Bellavista,aunque bueno para la mística, retardaba cualquierdesarrollo importante. Por ello la Dirección de laUniversidad estudió y aprobó el traslado delGrupo al Campus San Joaquín en 1988 y vendió lacasa de Bellavista, manteniendo el Observatoriopara labores docentes e investigaciones espectros-cópicas en estrellas brillantes variables, lideradaspor el profesor N. Vogt.

En 1991, el ESO decidió la construcción de sunuevo gran proyecto, el VLT (Very Large Telescope)en el Cerro Paranal en la II región. En unos pocosaños llegaría al país el mayor telescopio óptico delmundo. El Grupo de Astrofísica planteó que nodebía dejarse pasar tal oportunidad, donde la UCpodía ahora participar del nuevo desafío. En 1992se elaboró un programa de desarrollo interno, queincluía contratar mayor número de profesores (sólohabía tres de planta en ese momento), crear unDepartamento de Astronomía con cierta autonomía,generar una carrera constituida por un grado deLicenciatura y un Doctorado, y establecer contactosformales de colaboración con selectas universidadesdel extranjero.

La proposición de desarrollar el área deAstronomía en la UC fue inmediatamente muybien acogida por la Dirección de la Universidad.Los detalles de la historia del desarrollo de laAstronomía en la UC entre 1985 y 1996 constitu-yen una experiencia probablemente similar a otrasde crecimiento de un grupo nuevo y, no obstantesu eventual interés, no es del caso relatar aquí. En

1995, la Vicerrectoría Académica efectuó unestudio formal de la propuesta, el cual fue aceptadopor la Facultad. Se adoptó la creación de dosDepartamentos: el de Física, y un Departamento deAstronomía y Astrofísica. Empezó la contratación denuevos profesores. Asimismo, se iniciaron losestudios para la creación de una Licenciatura enAstronomía, que parecía una iniciativa aventurera,ya que sólo la Universidad de Chile había tenido untal grado entre 1966 y 1976 (aproximadamente),que luego dejó de recibir alumnos (se abrió unMagíster que contó con alrededor de un alumno alaño). Por otro lado, el interés potencial de buenosestudiantes de la educación secundaria era manifies-to por doquier y, a juicio del Grupo, se estabadesperdiciando.

Hubo otros factores que permitieron un rápidodesarrollo de la astronomía en la UC. Uno de ellosfue la iniciativa de la Fundación Andes de otorgarfinanciamiento para un programa de asociación enAstronomía con la Universidad de Princeton (quehoy incluye a la Universidad Johns Hopkins), cuyopropósito era generar estudios de doctorado en laUC, asociación que aún continúa (¡el programa deDoctorado en Astrofísica se acaba de iniciar!). Unprograma paralelo fue financiado en la U. de Chileasociada con la U. de Yale, que también fueimportante para ellos, y que les permitió lanzar supropio doctorado. Otro factor positivo en la UC fueel creciente reconocimiento internacional a lasinvestigaciones y publicaciones de los investigado-

res del Grupo y su éxito en la obtención deproyectos de investigación en Fondecyt y otrasfuentes. Finalmente, al fin de 1995 se anunciaronlos resultados de las recientemente creadasCátedras Presidenciales. Fue relevante que una delas dos otorgadas en Astronomía ese primer añofuera para un profesor de la UC.

Desde 1996, fecha de creación del Departamen-to, se ha recorrido un largo camino. El número deprofesores ha crecido regularmente hasta alcanzarhoy nueve puestos (con un décimo en el horizontecercano). Las postulaciones a la Licenciatura enAstronomía abierta en 1998, desde el primer díatuvieron mucho éxito, con varios puntajes naciona-les. Hoy son alrededor de 120 los alumnos inscritosen sus varios semestres. En realidad, se produjerondos efectos inesperados. Rápidamente, otrasuniversidades han creado grados similares, causandouna probable sobreproducción futura, aunque lacompetencia será sana. Se ha producido un totalvuelco con la situación existente en una fecha tancercana como 1995, cuando casi todos los astróno-mos chilenos veían un futuro incierto, y se estima-ban más jubilaciones que ingresos al conjunto deastrónomos profesionales. Sin embargo, el efectomás inesperado, para la mayoría de los interesadosen el tema, en especial en la propia Facultad deFísica, fue la mejora substancial en el ingreso de laantigua y paralela Licenciatura en Física. Desdeniveles mínimos de ingreso de 600 puntos en laPrueba de Aptitud Académica y un número depostulantes que raramente copaba las 20 vacantesofrecidas (usualmente en segunda o tercera priori-dad), se ha pasado a un mínimo de 690 puntos yprimeras prioridades. Por la alta deserción tradicio-nal de la Licenciatura en Física, en años pasados loscursos superiores tenían pocos alumnos. Hoy, conambas carreras, es usual encontrar en ellos 50 o másestudiantes, y de mucho mejor nivel. En la Facultadel número total de alumnos propios de pregrado hapasado de unos 60 a más de 200. Estos factores hancambiado la perspectiva que se tenía sobre Astrono-

La historia del crecimiento de la astronomía en la UC

es un ejemplo de cómo una oportunidad de desarrollo

científico, permitida por condiciones favorables del

país y avalada por una gran inversión extranjera que

supera ya los dos mil millones de dólares, puede ser

posiblemente imitada por otras instituciones.

Un equipo que crece: desde que se creó en 1996, el Departamentode Astronomía y Astrofísica de la Facultad de Física de la UC haaumentado su planta hasta llegar a los nueve profesores de hoy.De pie, de izquierda a derecha, Leopoldo Infante, director; MárcioCatelan, Hernán Quintana y Omar Benvenuto.Sentados, AndreasReisenegger, Alejandro Clocchiatti,Gaspar Galaz, Luis Felipe Ba-rrientos y Dante Minniti.

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habían unido para la construcción de un Observa-torio Europeo Austral (ESO). Los buenos resulta-dos de la AURA y las gestiones de Rutllant,además de una donación de la Fundación Ford deun millón de dólares, lograron que los europeos sedecidieran en 1964 por el cerro La Silla, unos150 km al norte de La Serena, para construir suobservatorio. Con todo, la gestión del Dr. OttoHeckmann, director de la misión del ESO ypersonaje determinante en las grandes decisionesdel consorcio con respecto a su futuro observato-rio en Chile, se vio favorecida por la activacooperación de los doctores Erich Heilmeier, quepor entonces se desempeñaba como profesor deAstronomía en la Universidad Católica, y BernardoStarischka, rector del Liceo Alemán de Santiago yprofesor de la misma universidad.

En 1963, el Dr. Federico Rutllant dejó laDirección del Observatorio Nacional, y quedócomo Director subrogante el profesor ClaudioAnguita, quien asumió oficialmente el cargo en1964. El Dr. Rutllant murió un año después,mientras se desempeñaba como profesor de laUniversidad Federico Santa María.

En 1967, la Academia de Ciencias de la UniónSoviética logró un acuerdo con la Universidad deChile para la construcción de un observatorio en elcerro El Roble, 80 km al norte de Santiago. Bajo elgobierno de la Unidad Popular, las propiciascircunstancias políticas permitieron una ampliacióndel acuerdo inicial, la que se concretaría en laplanificación de un observatorio astrofísico. En1973, los soviéticos abandonaron el país y donaronsus instrumentos a la Universidad de Chile.

En 1968 la Universidad de Chile llegó a unacuerdo con la AURA, propietaria de CerroTololo, para fijar las normas definitivas deoperación de ese observatorio. En particular, sereglamentó el tiempo asignado a cada uno de lostelescopios para el uso de los astrónomoschilenos. Un año después, esta misma universi-dad firmó un convenio de cooperación científicacon la Carnegie Institution of Washington paraconstruir el Carnegie Southern Observatory(Carso) en el cerro Las Campanas, ubicado a163 km al norte de La Serena. En 1971 seinstaló allí el primer telescopio, de un metro dediámetro; más tarde entraría en funciones otro,de 2,5 m.

ÚLTIMAS DÉCADAS YPARTICIPACIÓN DE LA UC

En su número del 29 de enero de 1971 (229:294-7), la revista Nature destaca los convenios científi-cos, particularmente con organizaciones deastronomía y astrofísica, suscritos por Chile,

señalando las grandes posibilidades que se abríanpara el desarrollo de estas ciencias en el país. Estosconvenios, expresaban los redactores, «permitiríana Chile conquistar un lugar de avanzada en el másapasionante de los campos de la ciencia moderna».Sólo lentamente se generó un interés nacional poresta ciencia. Tres décadas después, el nivel depublicaciones de los científicos chilenos en ladisciplina les dio la razón.

En 1980, profesores del Instituto de Física dela UC, en un proceso de renovación del personalacadémico, contrataron a dos astrofísicos condoctorados, para reemplazar al Dr. E. P. Heilmaier,de avanzada edad.

Uno de los dos profesores contratados semantuvo en el área de astrofísica, haciéndosecargo de organizar el personal y equipos en la sedede astronomía de la calle Bellavista, y del Observa-torio del San Cristóbal, iniciando el desarrollo deun grupo activo en investigación y docencia. Asíse creó el Grupo de Astronomía en el Instituto deFísica. Este último se transformó en la actualFacultad de Física. Durante varios años el desarro-llo fue lento, con el reemplazo de los antiguosprofesores por otros, sin un aumento en sunúmero. El aislamiento del Grupo en Bellavista,aunque bueno para la mística, retardaba cualquierdesarrollo importante. Por ello la Dirección de laUniversidad estudió y aprobó el traslado delGrupo al Campus San Joaquín en 1988 y vendió lacasa de Bellavista, manteniendo el Observatoriopara labores docentes e investigaciones espectros-cópicas en estrellas brillantes variables, lideradaspor el profesor N. Vogt.

En 1991, el ESO decidió la construcción de sunuevo gran proyecto, el VLT (Very Large Telescope)en el Cerro Paranal en la II región. En unos pocosaños llegaría al país el mayor telescopio óptico delmundo. El Grupo de Astrofísica planteó que nodebía dejarse pasar tal oportunidad, donde la UCpodía ahora participar del nuevo desafío. En 1992se elaboró un programa de desarrollo interno, queincluía contratar mayor número de profesores (sólohabía tres de planta en ese momento), crear unDepartamento de Astronomía con cierta autonomía,generar una carrera constituida por un grado deLicenciatura y un Doctorado, y establecer contactosformales de colaboración con selectas universidadesdel extranjero.

La proposición de desarrollar el área deAstronomía en la UC fue inmediatamente muybien acogida por la Dirección de la Universidad.Los detalles de la historia del desarrollo de laAstronomía en la UC entre 1985 y 1996 constitu-yen una experiencia probablemente similar a otrasde crecimiento de un grupo nuevo y, no obstantesu eventual interés, no es del caso relatar aquí. En

1995, la Vicerrectoría Académica efectuó unestudio formal de la propuesta, el cual fue aceptadopor la Facultad. Se adoptó la creación de dosDepartamentos: el de Física, y un Departamento deAstronomía y Astrofísica. Empezó la contratación denuevos profesores. Asimismo, se iniciaron losestudios para la creación de una Licenciatura enAstronomía, que parecía una iniciativa aventurera,ya que sólo la Universidad de Chile había tenido untal grado entre 1966 y 1976 (aproximadamente),que luego dejó de recibir alumnos (se abrió unMagíster que contó con alrededor de un alumno alaño). Por otro lado, el interés potencial de buenosestudiantes de la educación secundaria era manifies-to por doquier y, a juicio del Grupo, se estabadesperdiciando.

Hubo otros factores que permitieron un rápidodesarrollo de la astronomía en la UC. Uno de ellosfue la iniciativa de la Fundación Andes de otorgarfinanciamiento para un programa de asociación enAstronomía con la Universidad de Princeton (quehoy incluye a la Universidad Johns Hopkins), cuyopropósito era generar estudios de doctorado en laUC, asociación que aún continúa (¡el programa deDoctorado en Astrofísica se acaba de iniciar!). Unprograma paralelo fue financiado en la U. de Chileasociada con la U. de Yale, que también fueimportante para ellos, y que les permitió lanzar supropio doctorado. Otro factor positivo en la UC fueel creciente reconocimiento internacional a lasinvestigaciones y publicaciones de los investigado-

res del Grupo y su éxito en la obtención deproyectos de investigación en Fondecyt y otrasfuentes. Finalmente, al fin de 1995 se anunciaronlos resultados de las recientemente creadasCátedras Presidenciales. Fue relevante que una delas dos otorgadas en Astronomía ese primer añofuera para un profesor de la UC.

Desde 1996, fecha de creación del Departamen-to, se ha recorrido un largo camino. El número deprofesores ha crecido regularmente hasta alcanzarhoy nueve puestos (con un décimo en el horizontecercano). Las postulaciones a la Licenciatura enAstronomía abierta en 1998, desde el primer díatuvieron mucho éxito, con varios puntajes naciona-les. Hoy son alrededor de 120 los alumnos inscritosen sus varios semestres. En realidad, se produjerondos efectos inesperados. Rápidamente, otrasuniversidades han creado grados similares, causandouna probable sobreproducción futura, aunque lacompetencia será sana. Se ha producido un totalvuelco con la situación existente en una fecha tancercana como 1995, cuando casi todos los astróno-mos chilenos veían un futuro incierto, y se estima-ban más jubilaciones que ingresos al conjunto deastrónomos profesionales. Sin embargo, el efectomás inesperado, para la mayoría de los interesadosen el tema, en especial en la propia Facultad deFísica, fue la mejora substancial en el ingreso de laantigua y paralela Licenciatura en Física. Desdeniveles mínimos de ingreso de 600 puntos en laPrueba de Aptitud Académica y un número depostulantes que raramente copaba las 20 vacantesofrecidas (usualmente en segunda o tercera priori-dad), se ha pasado a un mínimo de 690 puntos yprimeras prioridades. Por la alta deserción tradicio-nal de la Licenciatura en Física, en años pasados loscursos superiores tenían pocos alumnos. Hoy, conambas carreras, es usual encontrar en ellos 50 o másestudiantes, y de mucho mejor nivel. En la Facultadel número total de alumnos propios de pregrado hapasado de unos 60 a más de 200. Estos factores hancambiado la perspectiva que se tenía sobre Astrono-

La historia del crecimiento de la astronomía en la UC

es un ejemplo de cómo una oportunidad de desarrollo

científico, permitida por condiciones favorables del

país y avalada por una gran inversión extranjera que

supera ya los dos mil millones de dólares, puede ser

posiblemente imitada por otras instituciones.

Un equipo que crece: desde que se creó en 1996, el Departamentode Astronomía y Astrofísica de la Facultad de Física de la UC haaumentado su planta hasta llegar a los nueve profesores de hoy.De pie, de izquierda a derecha, Leopoldo Infante, director; MárcioCatelan, Hernán Quintana y Omar Benvenuto.Sentados, AndreasReisenegger, Alejandro Clocchiatti,Gaspar Galaz, Luis Felipe Ba-rrientos y Dante Minniti.

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mía en la UC. En 2003 ya comenzó el ingreso alnuevo doctorado en Astrofísica. Existen expectati-vas de que ese programa se desarrolle bien y seaatractivo. La actividad en investigación de losprofesores del Departamento es de tal envergadu-ra, en cantidad y calidad, que sobran oportunida-des de trabajos de tesis de excelente nivel.

LA UC, MÁS ALLÁ DE LA GALAXIA

El desarrollo del Departamento y la diversificaciónde los profesionales en Astrofísica en variasinstituciones nacionales ha implicado que lascondiciones generales del área hayan mejorado aniveles insospechados respecto de la situaciónhace diez años. Hoy se desarrolla otro grupo en laUniversidad de Concepción y se dan pasossimilares en la Universidad de La Serena. Enambos casos participan antiguos estudiantes oinvestigadores de la UC, lo que muestra que lasemilla comienza a dar frutos. Por otro lado, se haconseguido un cierto grado de colaboración entrelas tres mayores universidades (U. Chile, UC y U.de Concepción) por intermedio de un ProyectoFondap que ya va en su tercer año de ejecución. Alfin pudo crearse una Sociedad Chilena de Astrono-mía (Sochias) que agrupa a todos los profesiona-les. Se organizan reuniones internacionales yescuelas de verano en conjunto, y seminarios enSantiago, los que incluyen apoyo de los observato-rios internacionales.

Hoy se ejecuta un amplio abanico de investiga-ciones astrofísicas en la UC. Se cuenta con unaexcelente base en astronomía estelar (el pan conmantequilla de la astronomía), así como teórica,que desde siempre ha sido el talón de Aquiles de laastronomía chilena. Esto, además del ampliocampo en astronomía extragaláctica, tradicional enla UC desde principios de la década de los 80. Seinvestigan temas que van desde la estructura de lasestrellas más compactas (estrellas de neutrones)hasta poblaciones estelares, y su evolución ennuestra y otras galaxias. Un programa de granéxito es la detección y seguimiento de supernovasmuy lejanas como parte de uno de los dos progra-mas internacionales en el tema, los que descubrie-ron la aceleración de la expansión del universo.Hoy, también, se investiga activamente sobreplanetas en otras estrellas y estrellas de baja masa.A esto se agregan las investigaciones sobre laestructura y evolución de galaxias cercanas ylejanas, sus agrupaciones representadas porgrupos, cúmulos y supercúmulos, así como otrostemas cosmológicos, como el nacimiento yevolución de las primeras galaxias, el desarrollo dela estructura en gran escala de la materia, combi-

nando observaciones ópticas, en rayos X y enondas radiales. En fin, la intensidad de lasinvestigaciones y el nivel de publicaciones, laexistencia de múltiples equipos de trabajo encolaboraciones con colegas de muchos países, lapresencia de investigadores post-doctoraleselegidos internacionalmente, así como el número ycalidad de las visitas de astrofísicos extranjeros alDepartamento, indican una actividad científicamadura y de un excelente nivel.

En estos días ha comenzado la construcción delradio-observatorio milimétrico ALMA (ver artículode Mónica Rubio en este dossier) ubicado a cincomil metros de altura al oriente de San Pedro deAtacama, el mayor del mundo en su tipo y que porbastantes años dominará la astronomía mundial.Por otro lado, el 12 de marzo de 2004 se anuncia-ron los planes para el estudio detallado de laconstrucción de un telescopio sub-milimétrico de25 metros de diámetro también a cinco mil metrosde altura, cerca de ALMA, que sería construido porlas universidades de Cornell y Caltech. También elmayor de su tipo en el mundo. A ello se suma laaprobación de un proyecto más pequeño de otrotelescopio milimétrico para cosmología, que seráconstruido por las Universidades de Princeton,Penn y Rutgers, en la misma zona. Finalmente, yase divisa en el horizonte la llegada de telescopiospara el estudio del universo en rayos-gamma, hastaahora reservado a satélites, que también usarían lasalturas cercanas a ALMA. Sería un crimen noaprovechar estas nuevas oportunidades que sepresentan en Chile, abriéndose a estas nuevasventanas sobre el universo constituidas por las áreasde radio milimétrica y sub-milimétrica, y de altasenergías.

La historia de este crecimiento en la UC es unejemplo de cómo una oportunidad de desarrollocientífico, permitida por condiciones favorablesdel país y avalada por una gran inversión extranje-ra que supera ya los dos mil millones de dólares,puede ser posiblemente imitada por otras institu-ciones. Un territorio que no se ocupa terminasiendo perdido. Una inversión que no se aprove-cha termina siendo desperdiciada. En el camino aldesarrollo y la construcción de una ciencianacional de alta complejidad, Chile no puededarse el lujo de desperdiciar las herramientas queel destino le ha brindado en la forma de observato-rios astronómicos extranjeros. El ejemplo de la UCmuestra que la astronomía no es una aventuraarriesgada, sino una buena inversión académica.El avance en importantes inversiones continúa confuerza y no es posible dormirse en los laureles, noobstante el camino recorrido, y el esfuerzo deautoridades y colegas.

nal en tierras chilenas (el primero es el de CerroTololo). Por esos mismos años, se construyó, en ellímite entre la III y la IV regiones, el ObservatorioLas Campanas, dependiente de la CarnegieInstitution of Washington, una fundación privadanorteamericana que operaba en Estados Unidos elfamoso Observatorio de Monte Palomar y parte delObservatorio de Monte Wilson.

Por treinta años, el Norte Chico, y en particu-lar la IV región, se transformaron en el centroastronómico mundial en el estudio de los cielosaustrales. Pero había más...

Adicionalmente al número de noches despeja-das, otro factor fundamental en estas observacio-nes es la estabilidad de la atmósfera en esta regiónde Chile. Esto permite obtener imágenes de grannitidez, con menores perturbaciones a las habi-tualmente introducidas por la turbulencia atmos-férica en otros lugares del planeta.

Por lo tanto, las condiciones de observación enel norte de Chile resultaron ser las mejores que sepueden encontrar en la superficie de la Tierra, conexcepción de regiones en la Antártica, cerca delPolo Sur, que evidentemente hacen que la opera-

En los últimos años hemos sido testigos de unimportante desarrollo de nuevos observatoriosastronómicos internacionales en Chile. Por muchotiempo, el Tololo, en la IV región, ha sido elsímbolo de estas instalaciones. Es válido pregun-tarse entonces, ¿por qué aquí este desarrollo?

La respuesta está dada por la necesidad deubicar regiones en la superficie de la Tierra dondelas condiciones de observación astronómicas seanlas mejores. Para investigar el universo desde lasuperficie de nuestro planeta es condición esencialque las noches estén despejadas, sin nubes. Esto,que parece obvio, no es tan común. En Europa,por ejemplo, el número de noches despejadas enun año es de alrededor de 50. En el norte de Chile,tenemos 330 o más.

Este hecho, como también los estudios de latransparencia y nitidez de la atmósfera en estazona, realizada por astrónomos chilenos a fines dela década del 50, fue decisivo para que los científi-cos norteamericanos se instalaran en Chile yconstruyeran el Observatorio de Cerro Tololo.Paralelamente, los países europeos organizados enun consorcio denominado European SouthernObservatory (ESO) decidieron construir unobservatorio en el hemisferio sur para la comuni-dad científica europea, donde la investigaciónastronómica de los cielos australes era menor yaque los grandes telescopios estaban ubicados enEstados Unidos y estudiaban el cielo del Norte.Los europeos ya habían determinado que no habíaningún lugar en Europa donde instalarse ydecidieron que construirían el observatorio enChile, en vez de Namibia, lugar donde también sehabían hecho investigaciones. El ESO inauguró en1969 el Observatorio de Cerro La Silla y seconstituyó en el segundo observatorio internacio-

POR QUÉ CHILE?Si en Europa se tiene unas 50 noches despejadas al año, en el norte chileno ese número puede superar las 330.Eso, más la transparencia, la nitidez y la estabilidad atmosférica, y las condiciones de operación muyfavorables que ha ofrecido el Estado, hace que este país sea una plaza privilegiada para la observación. De hechoen 2010 estará funcionando plenamente aquí el ALMA, el radiotelescopio más potente del mundo.

Mónica Rubio L. | Departamento de Astronomía, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile

?

Chile es el centro mundial de excelencia en astronomía;

cuenta con el mayor número de telescopios de gran

tamaño, con sofisticados y sensibles instrumentos.

Todos estos observatorios, actualmente en plena

operación, representan una inversión en instalaciones

que supera los mil millones de dólares.

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