Upload
ricardo-cruz-garcia
View
222
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Centro Universitario de Estudios Cinematográficas de la UNAM
Citation preview
GERMEN DE LA CINEMATOGRAFÍA
Reportaje por Ricardo Cruz García
Los inicios
Según el diccionario de la Real Academia Española germen es el “esbozo
que da principio al desarrollo de un ser”, o “principio u origen de una cosa
material o moral”. En el ámbito cinematográfico mexicano, uno de los
gérmenes indiscutibles es el Centro Universitario de Estudios
Cinematográficos (CUEC), dependiente de la UNAM.
“En la actualidad, el oficio cinematográfico no puede concebirse sin
la experiencia académica”, mencionó alguna vez Rafael Aviña, crítico e
investigador de cine. Se necesita de la teoría y la discusión profesional y
por esta razón surge en 1963 la primera escuela de cine en México y
América Latina: el CUEC.
Nace a partir del auge de los cineclubes en la Universidad y del
Primer Concurso de Cine Experimental, cuando el Sindicato de
Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) todavía organizaba
festivales para rescatar de la crisis a la industria fílmica nacional y con el
fin de dar cabida al cine independiente, el que no se fija como objetivo la
“Todo cambió, todo se transformó, mucho desapareció,
pero fíjate, el CUEC siguió.”
ganancia económica, no sigue los lineamientos de la industria, sino la
expresión de ideas, de acontecimientos, de problemas o de arte.
La primera película que se produjo en el CUEC fue El grito, de
Leobardo López, documental sobre el movimiento estudiantil de 1968, el
cual se realizó con recursos y maestros del centro de enseñanza, cuando
“el cine también ganaba la calle”, como diría el maestro Jorge Ayala
Blanco en su libro La búsqueda del cine mexicano.
En esta época era muy difícil entrar a la industria de cine nacional
sino era a través del STPC, por lo cual el CUEC fue una alternativa para
ingresar a la maquinaria cinematográfica de manera independiente, como
lo hicieron Jorge Fons o Jaime Humberto Hermosillo.
El crecimiento y los consagrados
Fundado entre otros por Manuel González Casanova, investigador,
maestro y crítico de cine recientemente fallecido, el CUEC llegó a formar
con la primera generación de egresados (1963-1967) un nuevo grupo de
cineastas integrado por José Rovirosa (documentalista y director del
CUEC de 1977-1984), Jorge Fons, Esther Morales (dirigió el documental
El cineasta “era una artista que se
expresaba con la
Pulquería La Rosita) y Raúl Kamffer (realizó el filme Mictlán), por
mencionar algunos.
En 1970 al Centro se le reconoce formalmente como Centro de
Extensión Universitaria con presupuesto propio, pues antes “no pasaba de
ser una especie de entelequia”, menciona González Casanova en el texto
de Marcela Fernández Violante, La docencia y el fenómeno fílmico. Ya
para 1976, el CUEC es aceptado como miembro de la CILECT (Centro
Internacional de Escuelas de Cine y Televisión), que agrupa instituciones
de enseñanza de cine y TV de más de cincuenta países.
El también exprofesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la
UNAM reconoce en el texto antes mencionado que no tenían los
elementos ni la experiencia para crear una escuela de cine: “A mí me
impulsaba la conciencia –fortalecida en los once años que llevaba
organizando cine-clubes– de la importancia del cine en la vida del hombre
contemporáneo.”
Actualmente, las relaciones del CUEC con diversos organismos y con
el gobierno, así como la calidad de su enseñanza, ha permitido que sus
alumnos realicen intercambios académicos a escala mundial, que docentes
asistan a congresos internacionales y accedan a las becas otorgadas por el
Sistema Nacional de Investigadores y el Sistema Nacional de Creadores de
Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Al mismo tiempo que se enseñaba cine, en el CUEC se formaban sus
propios docentes. Así, se cumplió una de las funciones por las que se creo:
formar maestros para la enseñanza profesional del cine, tanto en la teoría
como en la práctica.
Entre los primeros profesores del CUEC se encuentran el
investigador y crítico de cine Emilio García Riera, el fotógrafo Walter
Reuter, el escritor José Revueltas, o Gabriel García Márquez, quien dejó
de ser maestro por encerrarse a escribir Cien años de soledad, y a quien le
pagaban simbólicamente 150 pesos: “eran 150 pesos que no cobraba
nunca.”
También fueron maestros los escritores José de la Colina, Salvador
Elizondo, Carlos Illescas, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Rosario
Castellanos, el periodista Froylán López Narváez y el fotógrafo Manuel
Álvarez Bravo.
De este germen también han nacido directores como Alfredo
Joskowicz (El cambio, Meridiano 100), actual director del Instituto Mexicano
de Cinematografía; Jorge Fons (El quelite, El callejón de los milagros, Los
albañiles); Jaime Humberto Hermosillo (La pasión según Berenice, La tarea,
Exxxorcismos); Alfredo Gurrola (Cosa fácil, Días de combate); Alberto
Bojórquez (Los meses y los días); María Novaro (El jardín del Edén,
Danzón); Alfonso Cuarón (Zapata, Harry Potter y el prisionero de Azkaban);
Paul Leduc (Reed: México insurgente); Marcela Fernández Violante (De
todos modos Juan te llamas), quien fue directora del CUEC; Luis Estrada (La
ley de Herodes, Un mundo maravilloso; Rafael Montero (Cilantro y perejil);
Alejandro Gamboa (El tigre de Santa Julia); el guionista Enrique Rentería (El
mago, Todo el poder); y fotógrafos como Carlos Marcovich (¿Quién diablos
es Juliette?) y Emmanuel Lubezki (Y tu mamá también, ¿Conoces a Joe
Black?, La leyenda del jinete de cabeza), quien ha sido nominado tres veces
al Oscar; sólo por mencionar algunos.
El papel del CUEC
El CUEC es una opción de profesionalización ofrecida por la UNAM, se
dedica a la enseñanza de las técnicas de expresión fílmicas, formando así
directores, guionistas, cinefotógrafos, directores artísticos, editores y
productores. Es de las pocas escuelas de cine a nivel mundial que ofrece a
los alumnos los recursos y servicios gratuitos, que a veces pueden
alcanzar el valor de 150 mil pesos. Aun así, el estudiante aporta entre 20
mil y 40 mil pesos de su bolso.
Sus frutos se manifiestan en la prolífica producción cinematográfica,
y aunque no se encuentren en las salas de exhibición comerciales se
caracterizan no sólo por la cantidad sino por su calidad; en 2003 y 2004 se
realizaron 64 cortometrajes, tanto documentales como de ficción, los
cuales han participado en festivales nacionales e internacionales.
“El cine es un medio de expresión y comunicación
al servicio de la difusión de la cultura”
Asimismo, el CUEC realiza diversos talleres sobre cine y organizan un
ciclo para exhibir sus producciones, y de esta forma mostrarlas y ponerlas
en contacto con el público.
Los frutos
Entre los trabajos estudiantiles del CUEC destacan Acciones en ruta (2003),
de César Gutiérrez, ganador del Premio Popular Primer Panorama
Latinoamericano de Cine Universitario de São Paulo; Quimera, del mismo
director, ganador del Concurso para Escuelas de Cine Kodak 2005 y Los no
invitados (2004) de Ernesto Contreras, el cual obtuvo mención especial en el
Primer Festival Internacional de Cine de Morelia, y en 2004 Ariel al Mejor
Cortometraje de Ficción por la Academia Mexicana de Ciencias y Artes
Cinematográficas.
Además de la realización de largometrajes y cortometrajes, también
editan una revista trimestral, Estudios Cinematográficos –la cual va en su
número 28– y han publicado libros, entre los cuales se encuentran El ojo con
memoria: Apuntes para un método de cine documental de Carlos Mendoza o
la Cartelera Cinematográfica de 1920 a 1979, serie de libros elaborados por
María Luisa Amador y Jorge Ayala Blanco con el fin de ver cuáles y cuántos
materiales se han exhibido en las salas de cine en nuestro país.
Entre las producciones recientes, creadas a partir del Programa
Óperas Primas de Egresados (POPE), instituido por el CUEC en 1998 para
difundir trabajos profesionales y creativos, se encuentra Rito Terminal de
Oscar Urrutia, cuya película recibió premios por parte de la Cineteca
Nacional, de los festivales de cine en Guadalajara y en San Luis Potosí, y en
el ámbito mundial del XVI Annual Chicago Latino Film Festival, del 48º
Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España, y del New Port
Film Festival, Estados Unidos.
Otro caso importante fue Un mundo raro, de Armando Casas, actual
director del CUEC, ganador del POPE en 1999, y acreedor a menciones en
la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara y en el Festival de Cine de
Santa Cruz, Bolivia.
Entre las filmaciones profesionales de egresados también se
encuentran Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser
amor de Julián Hernández, Temporada de patos de Fernando Eimbcke y El
mago de Jaime Aparicio, éste último ganador del POPE en 2004; ha recibido
el premio Zenith de oro a la Mejor Ópera Prima en el Festival Internacional
de Cine del Mundo de Montreal, Canadá y ha participado en festivales de
Francia, Egipto, España e India.
Los problemas
Es complicado ser aceptado en el CUEC. Sólo entran 15 alumnos cada año
escolar, de aproximadamente 250 aspirantes. La carrera es costosa por el
material y servicios técnicos necesarios. “Ojalá y me quede”, “está bien
cabrón quedarse, a ver cómo me va”, se oye decir a los jóvenes. “Es muy
difícil ingresar al CUEC”, menciona en entrevista Mario Guerrero,
estudiante de segundo de año del Centro y presidente de la Asociación de
Alumnos del mismo, quien hasta la tercera vez que realizó el examen se
quedó en la institución.
La razón por la que el CUEC no puede aceptar más de 15 alumnos al
año, no es solamente por falta recursos económicos (lo cual se da en general
en el cine de México), sino para ofrecer atención personalizada a cada
alumno, y por la imposibilidad de controlar el material proporcionado por la
institución, el cual además de ser carísimo tiene que salir del CUEC y es
difícil regular 200 equipos de cine trabajando al mismo tiempo.
Ciertamente uno de los problemas del CUEC es el financiamiento
económico, viene desde su fundación. “Al principio, el Centro no contó con
suficientes recursos para su financiamiento”, menciona en su libro
Fernández Violante. Por su parte González Casanova expresaría: “partíamos
del cero absoluto, ya que no teníamos ni la experiencia ni los elementos para
iniciar una escuela de cine.”
El CUEC cuenta con tres edificios, cuatro aulas provistas de equipo
de video, una sala de proyección para video, DVD y cine 16 y 35 mm, dos
foros con dos camerinos, un laboratorio de fotografía en blanco y negro,
siete cubículos de edición no lineal y una isla de edición para video.
A pesar de ello, el presidente de la Asociación de Alumnos afirma que
los “cuequeros” –como se hacen llamar– sufren la falta de presupuesto para
el Centro, lo cual no permite la entrada de más de quince nuevos
estudiantes al año, ni el mejoramiento y mantenimiento de las instalaciones,
que a pesar de haber sido remozadas hace un par de semestres, resultan
insuficientes, como el foro del CUEC, en donde los alumnos trabajan de
manera inadecuada.
Por su parte, Armando Casas, actual director del CUEC menciona que
“hay una falta de voluntad política, del gobierno federal principalmente. Hay
desconocimiento total no sólo de lo que es el cine, sino de lo que es la
cultura en general. Verdaderamente no entienden nada. No entienden al
cine, ya no como cultura, ni como arte. Ni si quiera como negocio o como
generador de empleos e impuestos.”1
“Ya somos estudiantes de la UNAM”. Otro inconveniente es la falta
de un título que los certifique como licenciados en cinematografía. “No
somos licenciatura todavía, pero anteriormente incluso no éramos ni
estudiantes, éramos algo raro…”, expresa Mario Guerrero.
El CUEC forma parte del Centro de Extensión Universitaria,
dependiente de la Coordinación de Difusión Cultural de la Máxima Casa de
Estudios, y al no ser reconocido como licenciatura o institución de
enseñanza superior no hay un título que reconozca sus estudios como
profesionales.
Hay dos visiones para abordar lo anterior. La que justificaría que
forme parte de Difusión Cultural: “el cine es un medio de expresión y
comunicación al servicio de la difusión de la cultura”, expresión de
Marcela Fernández Violante.
1 Tomado de Golem Producciones, www.golemproducciones.com/industria/nuevo director cuec.html, 02-11-05
Por otra parte está la perspectiva de Mitl Valdés respecto al
otorgamiento del título de licenciatura que se importen en el CUEC: “Este
hecho es importante, no porque el título haga al profesionista, tenemos
muy claro y sobre todo en arte, que un papel no da el talento, lo que
sucede es que los egresados se enfrentan a un problema real cuando
desean cursar estudios de posgrado en alguna universidad del extranjero
en donde se exija el grado de licenciado en Cinematografía o en cualquier
otra área de la Comunicación.”2
Mitl Valdés fue justamente quien realizó un proyecto para que los
cuequeros contaran con el título de licenciados, cuando estuvo al frente del
CUEC, antes de que llegara Armando Casas a la dirección.
La existencia del CUEC se justifica a partir del artículo 4º Estatuto
General de la UNAM que establece: “Para realizar su función docente y de
investigación, la Universidad establecerá las facultades, escuelas, institutos
y centros de extensión universitaria que juzgue conveniente, de acuerdo con
las necesidades educativas y los recursos de que pueda disponer.
El certificado oficial que deberá entregarse a los egresados del CUEC
se avala por el artículo 5º del mismo documento: “La Universidad otorgará
el grado o título correspondiente a las personas que hayan concluido los
ciclos de bachillerato, profesional o de graduados y llenado...”
Y se justifica también por el 6º que dice: “La Universidad tendrá
derecho a otorgar, para fines académicos, validez a los estudios que se
2 Yunes Islas, Ma. Eugenia, Incidencia del CUEC y el CCC en el cine mexicano, Tesis presentada para obtener el título de Licenciada en Comunicación por la FCPyS de la UNAM, p. 70-71
hagan en otros establecimientos educativos, nacionales o extranjeros (...)
siempre que los planteles en que se realizan tengan identidad de planes,
programas y métodos para estimar el aprovechamiento...”.
Tan sólo hace un año les anunciaron que ya tenían número de cuenta y
credenciales, por lo cual ya se les considera estudiantes de la UNAM. Desde
el año pasado “ya estamos si bien no teniendo un título, sí existe ya un
documento oficial de la UNAM, con el escudo de la UNAM –y en esta frase
sonríe orgulloso Mario– que acredita que estudiamos en el CUEC”. Lo
anterior les fue anunciado dos semestres atrás por Gerardo Estrada,
coordinador de Difusión Cultural.
Así pues, ya tiene validez oficial estudiar en esta escuela de cine, y
esto “ya nos permite estudiar el posgrado en alguna otra institución… ayuda
mucho para los que quieran continuar sus estudios”, pues antes los alumnos
del Centro no podían hacer posgrados debido a su falta de acreditación por
parte de la Universidad.
Si hay una Escuela Nacional de Música y una de Artes Plásticas, ¿por
qué no instituir una Escuela Nacional de Cinematografía? No reconocer a
los alumnos del CUEC como licenciados en cine es uno de los problemas que
enfrentan ellos, acepta Mario Guerrero. Empero, reconoce el avance,
aunque actualmente en el Centro no se esté apoyando o planeando algún
proyecto para convertir en licenciatura la carrera y las especialidades de la
cinematografía.
De igual manera, es complicado estar lejos de Ciudad Universitaria,
menciona Mario, pues allí es donde están las salas de cine y TV UNAM, los
cuequeros se sienten “desconectados”, aislados.
“Le hace falta difusión a los trabajos” de los estudiantes, admite Mario
como otra dificultad; “la gente no sabe que existe el CUEC”, lamenta, y
como ejemplo está la película de reciente estreno El mago, de Jaime
Aparicio, la cual nadie sabe que surgió a partir del Programa de Óperas
Primas de la escuela cinematográfica. Sería plausible la difusión hacia el
Centro, sus productos y su contribución al cine nacional, dice.
Además de no difundir las obras, éstas no son distribuidas
adecuadamente en las salas de cine –El Mago duró dos semanas en
cartelera sólo en unas 15 salas de cine, después de eso se exhibió tres
semanas en una y luego desapareció como por acto de magia–; se difunde
más cine extranjero, lamenta el presidente de la Asociación de Alumnos del
centro de enseñanza cinematográfica.
A pesar de lo anterior, los estudiantes del CUEC tratan de exhibir sus
trabajos, y una forma de lograrlo es en el ciclo anual de muestra
cinematográfica que organizan en las salas de la UNAM, de la Cineteca
Nacional y del IPN. En este festival se exponen los mejores trabajos que los
alumnos hicieron durante todo el año.
Con el mismo fin “andan cazando festivales” de cine, como el de
Morelia o el de Guadalajara, para que les permitan mostrar sus productos,
dice Mario, o en la televisión en programas como Expresión en corto del
Canal 22 o Abrelatas de Canal Once.
La resistencia
Con las mencionadas dificultades encima, los cuequeros sobresalen en el
ámbito cinematográfico nacional e internacional. Tal es el caso de Jaime
Aparicio, egresado del CUEC y actual profesor del mismo, con El mago.
Al preguntarle en entrevista sobre la distribución de su filme, Aparicio,
quien al segundo intento de realizar su examen ingresó al CUEC y egresó de
él en 1997, sólo guarda silencio, hace un gesto de resignación, alza los
brazos y los deja caer sobre sus piernas. “Qué le vamos a hacer”, parece
expresar. Se queda callado.
Cuando por fin habla, sentencia: “sin publicidad no existes, si no sales
en la tele, o en periódicos, revistas”. En la cartelera predominan las
películas hollywoodenses, “sufrimos bombardeos de publicidad de ellas, aún
así yo creo que hay público para todo”, y para su filme no ha de ser la
excepción. “No quiere decir que no me interese el hacer algo que no tenga
éxito en las taquillas”, aclara Aparicio, también eso es importante, pero no
es lo primordial.
Al respecto, Armando Casas menciona “en el Tratado de Libre
Comercio, México trató al cine como una mercancía más, mientras que
Canadá lo estableció como parte de una industria cultural, le dio el peso que
tiene. En el TLC la idea es así: pues traigan todas las películas mexicanas
para acá y nosotros traemos todas las películas americanas para allá. Aquí
nos llegan 500 anuales y allá llevamos una cada dos años. Es totalmente
injusto. En México el cine es un mal negocio para los productores, aunque a
la película le vaya muy bien y es un excelente negocio para los exhibidores y
para los distribuidores en muchos de los casos.”3
Son célebres los logros del CUEC, empero la mayoría de los
estudiantes universitarios, ya no digamos la sociedad en general, no los
conoce, no están informados sobre los productos y estudios de calidad que
se realizan, ni si tal película surgió del instituto o si algún cineasta egresó
de él.
Por su parte, Mitl Valdés afirma que “la industria tampoco cuenta con
presupuesto para la publicidad de sus producciones [la del Mago fue un
cartel en todo CU y no muchos en las paradas de autobuses], aunque éstas
hayan sido realizadas para el gusto de un público heterogéneo, además de la
problemática para exhibirlas y distribuirlas. Con frecuencia se acusa a los
cineastas mexicanos de ser incapaces de realizar buenas obras
cinematográficas, sin saber que no cuentan con el apoyo de los dueños de
las salas exhibidoras, quienes son los peores enemigos del cine mexicano.”4
El CUEC da absoluta libertad en la realización de producciones, el
único consejo es que para “una película que sale del Programa de Óperas
Primas se aconseja que invites a la mayor parte de cuequeros que puedas”,
afirma Jaime Aparicio. En su caso invitó a 16 personas de la institución. La
3 Golem Producciones, op. cit.4 Yunes Islas, op cit, p.66
cinta cuenta con la colaboración mayoritaria de “cuequeros”. Es, pues, una
producción universitaria.
“Es una película diferente”, expresa con orgullo el otrora alumno y
actual docente del CUEC, destacando una de las funciones de la institución
que es presentar una alternativa a la industria fílmica imperante.
A Jaime Aparicio le gusta particularmente una definición de cine:
gente haciendo cosas en algún lugar. Y eso es su película, de la cual él
mismo destaca la “honestidad [...], no estoy inventando nada, la vida real es
peor”, expresa. “Las personas que aparecen en las películas y dónde
suceden”, eso es lo importante, dice el cineasta.
La vanguardia y la alternativa
A partir de lo anterior podemos decir que el CUEC es un semillero de
cineastas, no sólo de directores, sino de guionistas, productores o
cinefotógrafos, pues destacados personajes del medio cinematográfico han
egresado de él siguiendo la enseñanza y disciplina de una institución
dependiente de la Máxima Casa de Estudios.
Orgulloso de ser cuequero y como universitario que es, Aparicio
afirma con total seguridad: “la función del CUEC, como de la Universidad,
es crear vanguardia, preparar a los que van a estar pasado mañana, su
trabajo es inigualable en todo sentido, [...] no nos exigen películas
taquilleras, [como las empresas, donde] hay tanto dinero en juego que
normalmente quien pone su dinero lo quiere por lo menos recuperar.”
El Centro da “la oportunidad de que los egresados se vayan
integrando a la industria”, finalmente ese es objetivo fundamental del
Programa de Óperas Primas, acercar las producciones del CUEC a la
industria cinematográfica.
Por su parte, Mario Guerrero destaca que la aportación del Centro a la
pantalla grande mexicana es en primera los recursos humanos para la
cinematografía, y al “no estar atados a las fórmulas comerciales... tratamos
de innovar en cuanto a propuestas que a veces chocan con lo que se
considera debería ser el cine”, representan la realidad de forma alternativa,
en eso “radica la fuerza del CUEC”, afirma orgulloso Mario Guerrero, no sin
antes advertir que este centro es la mejor escuela de cine del país, que se
siente orgulloso de estar en él y de formar parte de la UNAM.
Por todo lo anterior, y mucho más, el CUEC fue digno acreedor al Ariel
de Oro por su contribución al cine mexicano. Porque cuenta con 800
películas en su acervo y sus producciones han atesorado 85 premios
nacionales e internacionales, entre ellos 20 Arieles. Se lo ganó a pulso. Se lo
merece. Y nada más.
Ricardo Cruz García
Fuentes consultadas
Ayala Blanco, Jorge, La búsqueda del cine mexicano, UNAM, México, 1975
González Casanova, Manuel, “El CUEC: ‘un sueño imposible’”, en Fernández Violante Marcela, coord., La docencia y el fenómeno fílmico. Memoria del XXV años del CUEC 1963-1988, UNAM, México, 1988
Fernández Violante, Marcela, Gabriel García Márquez: México, el cine y el CUEC, en Fernández Violante, op cit
Golem Producciones, www.golemproducciones.com/industria/nuevo director cuec.html, 02-11-05
Yunes Islas, Ma. Eugenia, Incidencia del CUEC y el CCC en el cine mexicano, Tesis presentada para obtener el título de Licenciada en Comunicación por la FCPyS de la UNAM