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Cuentos

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  • 1. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO VOLUMEN IICuentos

2. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO VOLUMEN IICuentosSCRATES NOLASCO |EL CUENTO EN SANTO DOMINGO|SELECCIN ANTOLGICA TOMOS I Y II J. M. SANZ LAJARA|EL CANDADO JUAN BOSCH|CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO Y APUNTES SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR CUENTOS EMILIO RODRGUEZ DEMORIZI|CUENTOS DE POLTICA CRIOLLA JUAN BOSCH|MS CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO VIRGILIO DAZ GRULLN|CRNICAS DE ALTOCERRO EMILIO RODRGUEZ DEMORIZI|TRADICIONES Y CUENTOS DOMINICANOSIntroduccin a la primera y segunda seccin:Digenes CspedesSanto Domingo, Repblica Dominicana 2008 3. Sociedad Dominicana de BiblifilosCONSEJO DIRECTIVOMariano Mella, PresidenteDennis R. Sim Torres, Vicepresidente Antonio Morel, TesoreroManuel Garca Arvalo, VicetesoreroOctavio Amiama de Castro, Secretario Scrates Olivo lvarez, Vicesecretario VocalesEugenio Prez Monts Miguel de CampsEdwin Espinal Julio Ortega Tous Mu-Kien Sang Ben Marino Inchustegui, Comisario de Cuentas asesoresJos Alcntara Almnzar Andrs L. Mateo Manuel Mora Serrano Eduardo Fernndez Pichardo Virtudes Uribe Amadeo JulinGuillermo Pia Contreras Emilio Cordero Michel Raymundo Gonzlez Mara Filomena Gonzlez Eleanor Grimaldi Sili Toms Fernndez W. ex-presidentesEnrique Apolinar Henrquez +Gustavo Tavares Espaillat Frank Moya Pons Juan Toms Tavares K. Bernardo Vega Jos Chez Checo Juan Daniel Balccer Jess R. Navarro Zerpa, Director Ejecutivo 4. Banco de Reservas de la Repblica Dominicana Daniel ToribioAdministrador General Miembro ex oficioconsejo de directores Lic. Vicente BengoaSecretario de Estado de Hacienda Presidente ex oficioLic. Mcalo E. Bermdez MiembroVicepresidente Dra. Andrena Amaro Reyes Secretaria General VocalesIng. Manuel Guerrero V.Lic. Domingo Dauhajre SelmanLic. Luis A. Encarnacin Pimentel Dr. Joaqun Ramrez de la Rocha Lic. Luis Meja Oviedo Lic. Mariano MellaSuplentes de Vocales Lic. Danilo DazLic. Hctor Herrera CabralIng. Ramn de la Rocha PimentelIng. Manuel Enrique Tavrez Mirabal Lic. Estela Fernndez de Abreu Lic. Ada N. Wiscovitch C. 5. Esta publicacin, sin valor comercial, es un producto cultural de la conjuncin de esfuerzos del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana y la Sociedad Dominicana de Biblifilos, Inc.COMIT DE EVALUACIN Y SELECCIN Orin Meja Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador Luis O. Brea Franco Gerente de Cultura, Miembro Juan Salvador Tavrez Delgado Gerente de Relaciones Pblicas, Miembro Emilio Cordero Michel Sociedad Dominicana de Biblifilos Asesor Raymundo Gonzlez Sociedad Dominicana de Biblifilos Asesor Mara Filomena Gonzlez Sociedad Dominicana de Biblifilos Asesora Jess Navarro Zerpa Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Biblifilos Secretario Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores en las ediciones que han servido de base para la realizacin de este volumenCOLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO VOLUMEN IICuentosSCRATES NOLASCO |EL CUENTO EN SANTO DOMINGO|SELECCIN ANTOLGICA TOMOS I Y II J. M. SANZ LAJARA|EL CANDADO JUAN BOSCH|CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO Y APUNTES SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR CUENTOS EMILIO RODRGUEZ DEMORIZI|CUENTOS DE POLTICA CRIOLLA JUAN BOSCH|MS CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO VIRGILIO DAZ GRULLN|CRNICAS DE ALTOCERRO EMILIO RODRGUEZ DEMORIZI|TRADICIONES Y CUENTOS DOMINICANOSISBN: Coleccin completa: 978-9945-8613-9-6 ISBN: Volumen II: 978-9945-457-01-08Coordinadores: Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y Jess Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Biblifilos Ilustracin de la portada: Rafael Hutchinson|Diseo y arte final: Ninn Len de Saleme Correccin de pruebas: Jaime Tatem Brache|Impresin: Amigo del Hogar Santo Domingo, Repblica Dominicana. Junio, 20088 6. contenidoPresentacin Origen de la Coleccin Pensamiento Dominicano y criterios de reedicin.............................. Daniel Toribio Administrador General del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana11Exordio.................................................................................................................................... . Mariano Mella Presidente de la Sociedad Dominicana de Biblifilos15Introduccin a la primera seccin....................................................................................... . Digenes Cspedes17Scrates nolasco El Cuento en Santo Domingo. seleccin antolgica Tomo I: Aparicin y evolucin del cuento en Santo Domingo. Noticias preliminares...... Tomo II............................................................................................................................... 37 109J. m. sanz lajara El Candado (Prlogo): Manuel Valldeperes . ...................................................................................... 193juan BOSCH cuentos escritos en el exilio y Apuntes sobre el arte de escribir cuentos Apuntes sobre el arte de escribir cuentos............................................................................ Cuentos escritos en el exilio................................................................................................ 259 271Introduccin a la segunda seccin....................................................................................... Digenes Cspedes emilio rodrguez demorizi Cuentos de poltica criolla (Prlogo): Un libro de cuentos polticos. .............................................................................. . Juan Bosch363385Juan BOSCH ms cuentos escritos en el exilio................................................................ 475virgilio daz grulln Crnicas de Altocerro. Cuentos (Prlogo): Carlos Curiel..................................................................................................... 599emilio rodrguez demorizi Tradiciones y cuentos dominicanos Presentacin ....................................................................................................................... 655Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la Coleccin Pensamiento Dominicano............ 7719 7. presentacinOrigen de la Coleccin Pensamiento Dominicano y criterios de reedicin Es con suma complacencia que, en mi calidad de Administrador General del Banco deReservas de la Repblica Dominicana, presento al pas la reedicin completa de la Coleccin Pensamiento Dominicano realizada con la colaboracin de la Sociedad Dominicana de Biblifilos, que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autora de reconocidos intelectuales y clsicos de nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980. Esta compilacin constituye un memorable legado editorial nacido del tesn y la entrega de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusin y voluntad de Quijote se dedica plenamente a la promocin de la lectura entre los jvenes y a la difusin del libro dominicano, tanto en el pas como en el exterior, durante ms de setenta aos. Don Julio, originario de San Pedro de Macors, en su dilatada y fecunda existencia ejerce como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana de su generacin. El conjunto de la Coleccin versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde la poesa y el teatro, la historia, el derecho, la sociologa y los estudios polticos, hasta incluir el cuento, la novela, la crtica de arte, biografas y evocaciones. Don Julio Postigo es designado en 1937 gerente de la Librera Dominicana, una dependencia de la Iglesia Evanglica Dominicana, y es a partir de ese ao que comienza la prehistoria de la Coleccin. Como medida de promocin cultural para atraer nuevos pblicos al local de la Librera y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los estudiantes puedan documentarse. Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librera Dominicana publica su primer ttulo, cuando an no haba surgido la idea de hacer una coleccin que reuniera las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX. El libro publicado en esa ocasin fue Antologa Potica Dominicana, cuya seleccin y prlogo estuvo a cargo del eminente crtico literario don Pedro Ren Contn Aybar. Esa obra viene posteriormente recogida con el nmero 43 de la Coleccin e incluye algunas variantes con respecto al original y un nuevo ttulo: Poesa Dominicana. En 1946 la Librera da inicio a la publicacin de una coleccin que denomina Estudios, con el fin de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para complementar sus programas acadmicos. Es en el ao 1949 cuando se publica el primer tomo de la Coleccin Pensamiento Dominicano, una antologa de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones Dominicanas, con prlogo de Ramn Emilio Jimnez. Mientras que el ltimo volumen, el nmero 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autora del Lic. Emilio Rodrguez Demorizi, publicado en 1980. 11 8. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|POESA Y TEATROUna reimpresin de tan importante obra pionera de la bibliografa dominicana del siglo XX, como la Coleccin Pensamiento Dominicano, presenta graves problemas para editarse acorde con parmetros vigentes en nuestros das, debido a que originariamente no fue diseada para desplegarse como un conjunto armnico, planificado y visualizado en todos sus detalles. Esta hazaa, en sus inicios, se logra gracias a la voluntad incansable y al herosmo cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada da, para constituir el fondo necesario que permita imprimir el siguiente volumen y as sucesivamente asesorndose puntualmente con los ms destacados intelectuales del pas, que sugeran medidas e innovaciones adecuadas para la edicin y ttulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologas, para ser presentadas con un breve prlogo o un estudio crtico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto, del autor considerado. Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a la unidad y coherencia de la compilacin, y explicar el porqu del formato condensado en que se presenta esta nueva versin. A continuacin presentamos, por mor de concisin, una serie de apartados de los criterios acordados: Al considerar la cantidad de obras que componen la Coleccin, los editores, atendiendo a razones vinculadas con la utilizacin adecuada de los recursos tcnicos y financieros disponibles, hemos acordado agruparlas en un nmero reducido de volmenes, que podran ser 7 u 8. La definicin de la cantidad depender de la extensin de los textos disponibles cuando se digitalicen todas las obras. Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunosgneros, pero sto slo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edicin comprender los siguientes temas: poesa y teatro, cuento, biografa y evocaciones, novela, crtica de arte, derecho, sociologa, historia, y estudios polticos. Cada uno de los grandes temas estar precedido de una introduccin, elaborada por un especialista destacado de la actualidad, que ser de ayuda al lector contemporneo, para comprender las razones de por qu una determinada obra o autor lleg a considerarse relevante para ser incluida en la Coleccin Pensamiento Dominicano, y lo auxiliar para situar en el contexto de nuestra poca, tanto la obra como al autor seleccionado. Al final de cada tomo se recogen en una ficha tcnica los datos personales y profesionales de los especialistas que colaboran en el volumen, as como una semblanza de don Julio Postigo y la lista de los libros que componen la Coleccin en su totalidad. De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos mo-dificaban el texto mismo o el prlogo, y en otros casos ms extremos se poda agregar otro volumen al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio filolgico para determinar el texto correcto crticamente establecido, se ha tomado como ejemplar original la edicin cuya portada aparece en facsmil en la pgina preliminar de cada obra. 12 9. PRESENTACIN|Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas Se decidi, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autoreso curadores de las ediciones que han servido de base para la realizacin de esta publicacin. Las portadas de los volmenes se han diseado para esta ocasin, ya que los planteamientos grficos de los libros originales variaban de una publicacin a otra, as como la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos. Finalmente se decidi que, adems de incluir una biografa de don Julio Postigo y una relacin de los contenidos de los diversos volmenes de la edicin completa, agregar, en el ltimo tomo, un ndice onomstico de los nombres de las personas citadas, y otro ndice, tambin onomstico, de los personajes de ficcin citados en la Coleccin.En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro tiempo, en especial los ms jvenes, puedan disfrutar y aprender de una coleccin bibliogrfica que representa una seleccin de las mejores obras de un perodo ureo de nuestra cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de ser dominicanos.Daniel Toribio Administrador General13 10. exordioReedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano: una realidadComo presidente de la Sociedad Dominicana de Biblifilos, siento una gran emocin alponer a disposicin de nuestros socios y pblico en general la reedicin completa de la Coleccin Pensamiento Dominicano, cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que componen la Coleccin original fueron editados entre 1949 y 1980. Salom Urea, Scrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodrguez Demorizi, son algunos autores de una constelacin de lo ms excelso de la intelectualidad dominicana del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los cincuenta y cuatro tomos de la Coleccin Pensamiento Dominicano. A la produccin intelectual de todos ellos debemos principalmente que dicha Coleccin se haya podido conformar por iniciativa y dedicacin de ese gran hombre que se llam don Julio Postigo. Qu mejor que las palabras del propio seor Postigo para saber cmo surge la idea o la inspiracin de hacer la Coleccin. En 1972, en el tomo n. 50, titulado Autobiografa, de Heriberto Pieter, en el prlogo, Julio Postigo escribi lo siguiente: () Reconociendo nuestra poca idoneidad en estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no slo nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue l quien nos inspir para iniciar esta publicacin (); y luego aade: () nuestra ms ferviente oracin a Dios es que esta Coleccin contine publicndose y que sea exponente, dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros ms altos valores. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que hasta ese momento llevaba 23 aos editando lo mejor de la literatura dominicana. La reedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado de la Sociedad Dominicana de Biblifilos, institucin dedicada al rescate de obras clsicas dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana, el ms importante del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una funcin de inversin social de extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedicin sea una realidad. Agradecemos al seor Jos Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con nuestro proyecto y dar su permiso para la reedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano. Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorizacin para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volmenes los 54 tomos de la Coleccin original. Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta Coleccin se d a conocer en nuestro territorio y en el extranjero, como exponente de nuestros ms altos valores. Mariano Mella Presidente Sociedad Dominicana de Biblifilos 15 11. introduccin a la primera seccin Digenes Cspedes Scrates Nolasco: El cuento en Santo Domingo a) Visin del presentadorEn la introduccin titulada Aparicin y evolucin del cuento en Santo Domingo, que figura en el tomo I del libro El cuento en Santo Domingo, Scrates Nolasco1 afirma que el cuento antiguo como gnero cultivado en Espaa desde el Renacimiento y cita a El Conde Lucanor, de don Juan Manuel, y el Rinconete y Cortadillo, de Cervantes, como ejemplos lleg a Santo Domingo, donde se conserv sin esenciales alteraciones. (I, 7) Afirma tambin Nolasco que en El Conde Lucanor vino adems el cuento correcto; y siguiendo los ejemplos del precavido y atildado don Juan Manuel, las Antillas pudieron producir cuentistas siglos antes de que el cuento y la leyenda se imprimieran en los pases del continente americano. Pero si alguno de nuestros hombres de letras, pertenecientes a los siglos anteriores al siglo XIX, se entretuvo en un gnero que pas a ser por mucho tiempo desestimado, carecemos de testimonio. (Ibd.) Existen pruebas documentales de remisin a las Antillas y Tierra Firme de estas obras de don Juan Manuel y Cervantes y otros autores de la misma poca por parte de los mercaderes de libros de Sevilla, pero la ausencia de imprenta entre los siglos XV y XVIII, amn de la prohibicin imperial de imprimir libros en las colonias, salvo que no trataran de asuntos religiosos o morales, explica la ausencia de escritores que escribieran acerca de temas profanos, mentirosas historias y fantasas2. No s si Nolasco conoci la polmica entre Irving Leonard y Pedro Henrquez Urea acerca de este tema, pero lo cierto es que el cuentista dominicano tiene su propia versin de por qu el cuento no fructific en Santo Domingo si tenamos la fuente directa de Espaa: Aquel modelo de cuento universal, de enseanzas y moraleja sin moral rgida, fcilmente traslaticio, sin otro sitio determinado ni sabor regional, ni juego descriptivo de una realidad impresionante, tan pronto se formaron nuestras ciudades abandon el vecindario urbano, y antes que el romance, la dcima y la copla, se refugi entre aldeanos logrando perdurar con variantes adquiridas y bautizado con el pintoresco apelativo de cuento de camino, familiar y repetido para entretenimiento en las veladas nocturnas. (I, 7-8) Harto difcil es el creer que el cuento correcto al modo de El conde Lucanor o Cervantes, es decir, el gnero tal como lo conocemos hoy, se haya aposentado en las Antillas y que estas hayan producido cuentistas siglos antes de la introduccin de la imprenta en Amrica hispnica, sobre todo si carecemos de testimonios. 1 Ciudad Trujillo: Librera Dominicana, Coleccin Pensamiento Dominicano n.o 12, 1957 (dos tomos). Las citas remiten directamente al tomo y la pgina. 2 Irving Leonard. Los libros del conquistador. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1979, pp.12, 222, 265-280.17 12. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSEl mismo Nolasco sugiere que despus de la introduccin de la imprenta en el continente americano, los grandes cuentistas hispanoamericanos son deudores del cuento francs del siglo XIX Alfonso Daudet y Guy de Maupassant y no del cuento espaol. Y cita Nolasco en apoyo de su tesis a Rubn Daro y Manuel Daz Rodrguez, cuyos cuentos no pierden la gracia de productos de escritorio. (I, 9) El antlogo precisa que la primera gran antologa de cuentos espaoles de Antonio Paz y Meli, publicada en 1890, no surti la influencia esperada en Amrica hispnica porque tampoco la tuvo en la Pennsula, aparte de que en ultramar muy pocos poseyeron un ejemplar. De esto se desprende que si la cultura de lengua espaola ofreca, con la picaresca, modelos sobresalientes para el estudio y la pintura de tipos, y para entenderlo as bastaba con fijarse en Rinconete y Cortadillo, de Cervantes (I, 8), por qu ir a abrevar en el naturalismo francs a fin de aprender a fijar en el marco del cuento artstico lo esencial de la vida circunstante? (Ibd.) La moda y la traduccin, as como el acceso a tales traducciones, sumado a la demanda y la oferta del mercado francs y la prontitud de entrega con respecto al mercado espaol, atravesado por la crisis del imperio (guerra de Cuba y guerra hispano-norteamericana en las Filipinas), quiz expliquen la preferencia de los autores franceses, as como de otros extranjeros, rusos por lo dems, tales como Tolstoi, Gorki, Andreiev y Chjov, citados por el propio Nolasco, los cuales ofrecan tambin lo mismo que los cuentistas franceses, pero adems, el valor agregado de una moda diferente: el exotismo, segn la expresin del referido antlogo, producido por observadores de un mundo remoto y desconocido. (Ibd.) Cul fue el resultado de la aclimatacin de esos cuentos y autores naturalistas, modernistas y rusos en el ambiente literario y cultural dominicano? Un bello artificio, como lo prueba el caso paradigmtico de Fabio Fiallo, un escritor de talento, modelo para otros aclimatadores de cuentos exticos, pero que no cambia el ritmo de la cuentstica dominicana hasta que no abandona esas frivolidades literarias plenas de exotismo y retrica contenidas en Cuentos frgiles, del tipo Yubr, que abre el libro, o La domadora, Tiranas, Entre ellas, Ernesto de Anquises, La condesita del Castaar, Soika, Rivales y El nabab3. Aunque Nolasco achaca el resultado de esa aclimatacin a un historicismo: la aparicin tarda del cuento moderno en Amrica, este mito racionalista no explica la ausencia de grandes cuentistas en Santo Domingo cuando Nicaragua ofrece el ejemplo de un Daro y Cuba el de un Mart, un Casal o una Avellaneda y Venezuela el de un Daz Rodrguez. La modernizacin, la tcnica y la tecnologa pueden explicar el desarrollo capitalista de un pas con respecto a otro que no haya accedido a esa especificidad histrica, pero no su modernidad, ya que esta es criticidad radical de los discursos y prcticas de una sociedad. La aparicin de esta criticidad radical es el verdadero progreso y desarrollo de una sociedad, si suscribiera yo, que no es el caso, esas dos nociones del sentido de la historia. La aparicin de un poeta, de un escritor que asuma en su sociedad esta crtica radical, no obedece al alto grado de su sistema educativo, sino a la inteligencia personal de ese intelectual. Este tipo de intelectual (sea el cuentista, el novelista, el poeta o el ensayista) es el que Santo Domingo no produjo en aquel final de siglo XIX y principio de siglo XX. A finales del segundo decenio del siglo XX y hasta su muerte en 1946, Pedro Henrquez Urea ser ese intelectual crtico que la cultura dominicana no produjo en el perodo que he considerado Obras completas. Sociedad Dominicana de Biblifilos. Volumen II. Santo Domingo: Editora de Santo Domingo, 1980.318 13. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes Cspedesms arriba, con la salvedad de que los efectos de su labor se sintieron con toda eficacia en Mxico y Argentina, Espaa y los Estados Unidos y con menos peso en el Caribe y el resto de la Amrica hispnica por razones explicables conforme a su exilio poltico e intelectual. De ah el resultado obtenido por la cultura dominicana y que Nolasco explica tan lcidamente: Los crticos no han tenido la oportunidad de decir que aquel modelo extico produjo en nuestro pas engendros endebles, numerosos y afectados. Asombra que sin vocacin ni necesidad tantas personas honorables se dieran a producir tan pobres resultados. Abogados, notarios, comerciantes, honestas seoritas y seoras, compitiendo por ser cuentistas llenaban La Revista Ilustrada de Miguel ngel Garrido 1898-1900 creyendo seguir el dechado de Francia. Pararon de repente sorprendidos por los cuentos de dos maestros del modernismo: Manuel Daz Rodrguez y Rubn Daro (Ibd.) Nolasco suministra en nota al calce una lista larga de esos cuentistas y asiduos colaboradores de la revista de Garrido, carentes de vocacin y que competan por figurear en la referida publicacin. Esta observacin del antlogo, a medio siglo de haber sido formulada, tiene hoy vigorosa vigencia en nuestro medio social: cantidad enorme de hombres y mujeres de todas las clases sociales, sin vocacin ni necesidad, salvo que no sea el salir del anonimato y la chatura a que les reduce el capitalismo, el aparentar o el escalar socialmente, se pelean por aparecer con su firma en revistas, peridicos y suplementos, con los mismos resultados endebles y afectados de ayer. En el siglo XIX, dice Nolasco que quienes le dieron realidad precisa al cuento en la Repblica Dominicana, aun con grandes y pequeos defectos, fueron Virginia Elena Ortea, Jos Ramn Lpez, Augusto Franco Bid, Fabio Fiallo, Rafael Justino Castillo, Rafael Deligne, Federico Garca Godoy, Ulises Heureaux hijo y ocasionalmente Federico Henrquez y Carvajal. Ha de suponerse que cada uno de estos autores aplic en sus cuentos la teora que define a finales del siglo XIX y principio del XX los rasgos distintivos del gnero, segn Nolasco, a saber: 1) realidad del personaje, 2) lugar y ambiente, 3) dominio del idioma o correccin conveniente, 4) la originalidad como virtud, y 5) la no confusin entre ancdota y cuento. Naturalmente, con esos rasgos distintivos o atributos del cuento no se mide el valor literario. Solo el dominio del idioma o correccin conveniente s es uno de los atributos especficos del valor literario. Pero sospecho que en la poca de la escritura de Nolasco esta correccin conveniente tena que ver con la gramtica normativa. La originalidad, ya se sabe, que no remite a nada y s a lo indemostrable, lo inasible, aunque se la ha confundido con la novedad desde los tiempos de Aristteles. La realidad del personaje remite a lo convincente, a lo verosmil, a un cierto nacionalismo como ideologa literaria, pero si se le concibe como remisin a la especificidad cultural puede ser semnticamente productivo, mientras que el lugar y el ambiente son ideologas que oponen lo nacional a lo extranjero, pero como copia o imitacin, tal como la rechaza Nolasco con respecto al uso que hicieron algunos aficionados al cuento con Alfonso Daudet y Guy de Maupassant o con los cuentistas rusos. Tres aos ms tarde, en 1960, Juan Bosch esbozar en el ensayo publicado en Caracas con el ttulo de Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, nuevas reglas ms especficas a lo literario, las cuales cambian las de Nolasco y las que se conocan acerca de este gnero en Amrica hispana. Y luego de su llegada al pas en octubre de 1961, Julio D. Postigo emprende la publicacin del libro Cuentos escritos en el exilio, cuya introduccin es nada ms y nada menos que el clebre ensayo publicado en Caracas, cuyos antecedentes remiten a los aos 40 del siglo pasado en La Habana. 19 14. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSDe modo que este texto terico, que Nolasco ley sin duda, sepulta las ideas acerca de lo que es el valor literario del cuento. A partir de 1964 y en la misma coleccin donde se publicaron los dos tomos de Nolasco en 1957, abri Bosch el camino para una generacin nueva que surga sin una idea clara de las caractersticas del cuento. Creo que el libro de Nolasco no tuvo el tiempo necesario para ejercer influencia en la generacin de cuentistas que surgi luego de la cada de la dictadura trujillista, pues las imgenes del mundo que surgi despus del 30 de mayo de 1961 no caban en el recetario de Nolasco, hombre literariamente conservador y polticamente vinculado con el trujillismo, del cual fue Senador en el Congreso. Tampoco ejerci Nolasco influencia en los antologados, muchos de los cuales estaban todava vivos en 1957, ya que estos participan de las mismas ideas de Nolasco en poltica y literatura. Esto explica que los criterios de Nolasco para escoger los cuentos que forman su obra sean los de una recopilacin intentada sin mayor rigor de florilegio, como l mismo aclara (I, 12) y como, tal vez, al copiar a su primo Max Henrquez Urea y a la autoridad literaria de la cual estaba investido, sucumbi a la misma idea de don Max al escribir su Panorama histrico de la literatura dominicana en 19454. Salvo que el libro de Emilio Rodrguez Demorizi titulado Cuentos de poltica criolla no tuviera en su edicin de 1963 el prlogo de Bosch (reproducido en la segunda edicin de 1977), Nolasco no ley la definicin de lo que era el cuento para Bosch y esta le encaja perfectamente a casi todos los textos de su antologa. Sin embargo, el valor de la antologa de Noslasco es principalmente histrico como documento de primera mano para el estudio antropolgico de la mentalidad y la cultura dominicanas de fin de siglo XIX y principio del XX, es decir, lo que aquella cultura de treinta aos de autoritarismo entendi por cuento, literatura y sujeto. De acuerdo a la visin del presentador de la antologa, Nolasco tena la siguiente esperanza al entregar al pblico el primer tomo de su obra: Responde a estas observaciones la recopilacin que se entrega al pblico sin la severidad que requieren los florilegios, que implican seleccin obtenida mediante examen comparativo de los ejemplares de cada autor. (I, 25) Y promete pronto dar a la publicidad otro volumen en el cual tendrn cabida autores de no menor calidad y reputacin que los comprendidos en el presente. (Ibd.) El prrafo final explica la seleccin sin rigor de florilegio hecha por Nolasco: Librera Dominicana, entendiendo que el cuento en nuestro pas ha alcanzado su plenitud durante la era de Trujillo, realiza ahora un nuevo aporte como entusiasta colaboradora en la obra del desarrollo cultural que le imprime sin desmayo a la repblica de las letras el Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva. (Ibd.) Este solo prrafo bast para que la generacin de escritores surgida luego del ajusticiamiento de Trujillo, rechazara en bloque la antologa de Nolasco. A casi cincuenta aos de aquellos acontecimientos, sin la pasin poltica que obnubila, la antologa de Nolasco hay que verla, tanto en su prlogo como en su seleccin, con criterios estrictamente literarios y la propaganda trujillista contenida en sus pginas debe ser situada en sus efectos polticos e ideolgicos, sin conciliacin ni atribuciones de responsabilidad al tiempo o a las circunstancias. Es dicho prrafo una hbil maniobra literaria que responsabilizaba al editor del contenido de una alabanza a Trujillo que se convirti en aquellos 31 aos en un estereotipo obligado. Publicada en Ro de Janeiro en 1945 para la poca en que fue embajador en Brasil.420 15. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes CspedesEn la antologa de Nolasco todos los cuentistas elegidos son funcionarios del rgimen. Y sin embargo, el hombre que en 1933 cambi para siempre la forma de escribir cuentos en el pas con Camino real qued excluido de esa antologa a causa de su condicin de exiliado poltico y lder del partido de oposicin ms importante en el exilio. Aunque quienes siguieron su enseanza y escribieron influidos por l (Hilma Contreras, Virgilio Daz Ordez, Ramn Marrero Aristy, Ramn Lacay Polanco, J. M. Sanz Lajara, Nstor Caro y Jos Rijo, para citar a los ms importantes), figuran en la antologa de Nolasco. Hay que acotar que Hilma Contreras fue siempre una disidente discreta del rgimen y que no lleg nunca ostentar cargos pblicos de responsabilidad poltica en el rgimen de Trujillo. Sanz Lajara no figura en la obra quiz debido a la ideologa literaria del nacionalismo de la antologa de Nolasco, la cual repugnaba por artificiales o exticos los cuentos que trataran temas sin vinculacin con la historia y la cultura dominicanas, como son Aconcagua y Cotopaxi. Nolasco debi leer estos dos libros de viajes y cuentos, el primero publicado en 1949 y el segundo en 1950. Nolasco se incluy en su propia antologa, procedimiento que han seguido, salvo una que otra excepcin, casi todos nuestros antlogos literarios, hombres o mujeres. En ese primer tomo, casi todos los textos son posteriores a Camino real, de Bosch, publicado en 1933, pero algunos de los cuentos contenidos en este volumen vieron la luz antes de su inclusin en el referido volumen, de modo que casi todos los escritores y escritoras incluidos en la obra de Nolasco debieron leer los cuentos de Bosch. Aunque pocas veces Nolasco da la procedencia de los textos incluidos en los dos volmenes, se infiere, aunque no siempre, que el cuento antologado se encuentra en las obras de los autores que se citan al calce.b) Visin de cada obraHar una lista de los textos que ms se aproximan a lo que Bosch entendi por cuento, con sus dos leyes de la palabra precisa para describir la accin y la fluencia constante, pero que el propio Nolasco les encuentra defectos, ya que no cumplen con los rasgos que l ha dado a conocer en el prlogo a su libro: En El forastero (II, 159), de Jos Mara Pichardo, la accin no se detiene, pero contiene zonas donde la palabra precisa para la descripcin de la accin no es la perfecta. Los dos libros de cuentos de Pichardo son de 1917 y 1927. En Mujeres (II, 37) y El fugitivo (II, 45), de Marrero Aristy, domina el procedimiento de los cuadros de costumbres. En Pero l era as (p.II, 9), de ngel Rafael Lamarche, prevalece el procedimiento artificial y extico de Fabio Fiallo, recusado por Nolasco, y que el lector puede encontrar en El prncipe del mar (I, 87). En El tren no expreso (II, 203) dominan la estampa y el exotismo, aunque aparece el contexto local, rasgo exigido por Nolasco, as como el nacionalismo literario que prim en la era de Trujillo y que luego fue recogido por la teora marxista del compromiso literario. En Floreo (I, 179), de Jos Rijo, se cumplen las leyes del cuento boschiano. En El regidor Payano (II, 81), de Francisco Moscoso Puello, se cumple el procedimiento de la estampa literaria localista. En Ma Paula se fue al otro mundo (II, 95) y ngel Liberata (II, 105) los dos temas son excelentes, propios del realismo mgico, pero las digresiones y desvos a que el narrador somete a los personajes les inhabilitan para calificar como cuentos bien logrados. Nolasco 21 16. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSaplic a los dos textos el principio de la moraleja sin moral rgida y los dej en estampas clsicas regionales del Sur. Los diamantes de Plutn (II, 123), de Virginia Elena Ortea, es considerado por Nolasco como un puente entre el cuento moderno y el cuento antiguo y personificacin del mito heleno de Persfone (I, 10), carente de sitio y tiempo, defectos del modelo de cuento del antlogo, pero con estilo sobrio, claro y animado, lo cual no significa nada. A m no me apunta nadie con carabina vaca (I, 29), de Juln Varona, tiene, al igual que El forastero, de Pichardo, el mismo mrito: la accin no se detiene nunca y las palabras que describen las acciones del personaje principal, Ismenio, y del asaltante, Benceslao, son las precisas. Este es un cuento de la estirpe de los de Camino real. El pintoresquismo del idioma del Sur es igual al pintoresquismo del espaol cibaeo que tan bien domina Bosch. Es una ideologa lingstica de poca, propia del realismo de la novela de la tierra. En Cielo negro y Guanuma (I, 43, 48), de Nstor Caro, coexisten dos temas boschianos el buey y el diablo como personajes cultivados desde Camino real con La pjara y reanudados en Cuentos escritos en el exilio y Ms cuentos escritos en el exilio con El funeral, Maravilla y El Socio. Igualmente, La cuenta del malo (II, 171), de Freddy Prestol Castillo, se queda en estampa del tema del diablo, muy ligado al cuento de camino que emigr al campo dominicano. En La eracra de oro (II, 131), de Virginia de Pea de Bordas, existe un mayor acercamiento a las reglas del cuento de Nolasco, pues la cultura tana empalma con la afrohispana como parte de la historia dominicana, es decir, que este texto responde a la exigencia de lo local, del sitio y tiempo, dominio del idioma y, tambin, a las dos leyes del cuento boschiano. Igualmente, responden a las mismas exigencias los cuentos El centavo (I, 39), de Manuel del Cabral, La Virgen del aljibe (I, 55), de Hilma Contreras, Aquel hospital (I, 79), de Virgilio Daz Ordez, Deleite (I, 145), de Toms Hernndez Franco, y Mi traje nuevo (I, 163), de Miguel ngel Jimnez. Con respecto a La conga se va (I, 123), de Max Henrquez Urea, y La sombra (I, 139), de Pedro Henrquez Urea, hay que decir que no responden a la exigencia nolasquea de lo local, pues ambos textos estn ubicados el primero, en Santiago de Cuba, y el segundo no determina sitio ni tiempo. Ambos responden a las dos leyes boschianas del cuento y en esta teora no es pertinente la determinacin del espacio geogrfico o la fecha de la escritura para que un texto tenga valor literario, como lo prueban los cuentos de ambiente y poca hispanoamericana escritos por Bosch, verbigracia La muchacha de La Guaira, El indio Manuel Sicuri, El hombre que llor, La muerte no se equivoca dos veces, Rumbo al puerto de origen, La mancha indeleble, por no citar otros. Finalmente, el cuento La bruja (I, 189) anda cerca de la exigencia boschiana, pero hay digresiones y desvos que matan el inters del lector. El texto de Gustavo Daz Dos veces capitn (I, 73) es una ideologa patritica que cae perfectamente en la tradicin al estilo de Penson o Troncoso de la Concha. Lo mismo se puede decir de La cita (I, 93) de Federico Garca Godoy. Igualmente, caen en las tradiciones dominicanas los textos de Antonio Hoepelman Nobleza castellana (I, 157) y Honor trinitario (I, 171) de Miguel ngel Jimnez, ideologa hispnica el primero e ideologa patritica el segundo, aunque este ltimo tiene madera de cuento con final sorprendente. Pero en la teora boschiana este es un rasgo que puede estar presente o ausente del cuento. El texto El general Jos Pelota (II, 53), de Miguel ngel Moncls, y Cndido Espuela (II, 215), de Vigil Daz, son, al igual que El general Fico, de Jos Ramn Lpez, cuadros de costumbres de la poca montonera o de Concho Primo. 22 17. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes CspedesEn cambio, Las tres tumbas misteriosas (II, 149), cuento gtico con moraleja sin moral rgida?, de Jos Joaqun Prez, y Una decepcin (II, 189) y El proceso a Santn (II, 196), de Manuel de Jess Troncoso de la Concha, as como Humorada trgica (I, 113), de Federico Henrquez y Carvajal, y Modus vivendi (I, 65), de Rafael Damirn, bien escritas, con las dos leyes boschianas presentes y con los requisitos nolasqueos en accin, son, sin embargo, tradiciones dominicanas en el mejor sentido. Los textos de Ramn Emilio Jimnez titulados La escalera inesperada (II, 179) y Duelo comercial (II, 183) son perfectos cuadros de costumbres pintorescos y picarescos, llenos de malicia cibaea, de gracejo y humor. En El sueo del guerrero (I, 105), del general Mximo Gmez, existe determinacin de sitio y tiempo (Cuba, Cuartel de la Demajagua, junio de 1889) y con una contra-ideologa que recusa la matanza de los indios por Coln y los conquistadores del Nuevo Mundo y coloca al Almirante en un limbo o purgatorio donde expa sus crmenes, sin posibilidad de acceder al Paraso. Y, finalmente, Por qu el negro tiene la piel as (II, 220) es, como su nombre lo indica, un verdadero cuento de camino, no exento de una ideologa legendaria y mtica que no atina a explicar el racismo en contra de los negros sino por mediacin de una fabulacin. c) Visin de hoy Todos estos textos, sean estampas, ancdotas, cuadro de costumbres o tradiciones han envejecido con las circunstancias que les dieron origen. No han envejecido, sin embargo, Floreo, de Rijo, Aquel hospital, de Daz Ordez, Mi traje nuevo, de Miguel ngel Jimnez, El centavo, de Manuel del Cabral, y Deleite, de Hernndez Franco. Hay que sealar que el envejecimiento no significa que no leamos dichos textos con curiosidad a fin de saber qu temas prefirieron nuestros escritores y cules teoras literarias e histricas pusieron en juego a finales del siglo XIX y un poco ms all de la mitad del siglo XX. Son documentos que simbolizan la arqueologa del cuento dominicano y sus vicisitudes antes de llegar a las puertas del hecho-tema nico y las leyes de la palabra precisa para describir la accin y la fluencia constante de Bosch. A pesar de las circunstancias de poca, los cuentos que no han envejecido tienen un valor humano indudable y no han perdido el inters del lector gracias al ritmo que anima los sentidos y las acciones del hecho-tema nico de cada uno de ellos.J. M. Sanz Lajara5 : El Candado a) Visin del presentadorSi existen dos temas ideolgicos que definen la cuentstica de J. M. Sanz Lajara, de acuerdo al diagnstico de Manuel Valldeperes y al del propio autor, son el vitalismo y el americanismo. Esos dos leit-motiv son, por supuesto, conceptos pertenecientes a una teora literaria: el nacionalismo literario, el cual surgi primeramente como metfora poltica a partir del movimiento de independencia de las colonias americanas del imperio espaol y luego como 5 Ciudad Trujillo: Editorial Librera Dominicana, Coleccin Pensamiento Dominicano n. 16, 1959, 154pp. Solo dar para las citas, el nmero de la pgina.23 18. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSconcepto literario con Mart, Hostos, Pedro Henrquez Urea y una legin de escritores, filsofos y crticos literarios. Ese nacionalismo literario tuvo diferentes aplicaciones y resultados segn la especificidad de cada repblica hispanoamericana. En el prlogo de Valldeperes al libro de cuentos El candado, el conocido crtico remontaba al ao 1949 la aparicin del vitalismo y el americanismo de Sanz Lajara con la publicacin de Cotopaxi, libro de viajes y cuentos de ambiente americano6. (I) Pero Sanz Lajara toma estas nociones literarias de un discurso ajeno, pues en la presentacin de su obra afirm: Alguien dijo, hablando de la vida (en 1939, DC) que en ella existe toda plasmacin. Aadiremos que la fantasa en literatura est desapareciendo, si no ha desaparecido ya. Este libro se form en la vida, con ella y de ella. Los hombres que voy a presentar cruzaron sus caminos con el mo. Las mujeres pasaron por mi puerta y algunas benditas sean! dejaron un beso, una caricia y una que otra lgrima, que sin dolor no hay sentido del propio destino. ( (Ibd.) La teora y la prctica son dialcticamente inseparables. Por eso pasaron idnticas de Cotopaxi a Aconcagua y de estas dos obras a El candado con el nombre de realismo o verismo literario. Existe quiz un malentendido que es preciso aclarar. Cuando Sanz Lajara dice que la fantasa est en camino de desaparecer, si no ha desaparecido ya en 1949, en modo alguno se refiere l a la capacidad de imaginar, fantasear, crear mundos no vistos o que no existen en la vida real, sino que se refiere a un subgnero entendido como evasin literaria donde el compromiso del texto en cuestin es el olvido de lo poltico. Esa es la caracterstica de la literatura frvola, de ensueo o light. Ni siquiera el cuento fantstico escapa a lo poltico, como poda pensarse, pues sus sentidos estn orientados al prevalecimiento de la justicia en contra de los desafueros de los poderosos. Quede claro, pues, que los cuentos de Sanz Lajara son ficcin, no documentos o testimonios histricos. Y las crnicas de viaje, aunque no son cuentos, estn salpicadas de ficcin, son ms signo que smbolo. Algunos cuentos de Sanz Lajara podrn no tener valor literario, pero son una invencin, no una crnica de viaje. El nudo de sus cuentos radica en la experiencia del otro, de los dems. Ese trabajo artstico de la cotidianidad es lo simbolizado en los cuentos de El candado. Puede decirse incluso que casi todos los hroes de los cuentos de esta obra son negros, negras e indios elevados a la categora de sujetos. Aunque Valldeperes s repar en este detalle, no toda la crtica de la poca lo hizo. Si bien lo puramente rural jerarquizado por la teora de la novela de la tierra va de paso, en los textos de Sanz Lajara prima ms lo semi-urbano y lo urbano con su constelacin de pobres y grupos tnicos olvidados, los cuales constituyen un significante social. Cul fue la recepcin de Valldeperes a los cuentos de El candado en 1959? Con los trminos de la Poesa Sorprendida? Oigamos lo que dice: El americanismo de este libro americanismo con anhelos y angustias para y por el hombre universal no discrimina: presenta los hechos con toda su intrnseca e influyente veracidad. Por eso, precisamente, el hombre de Amrica se reconoce en sus pginas. Se reconoce como colectividad con un destino comn y con la sola ambicin de este destino. (III) Existen tambin ideas de poca y puntos de contacto con el mesoamericanismo postumista de Moreno Jimenes y con la teora y la prctica del cuento de Camino real de Juan 6 El prlogo no tiene numeracin de pgina. Le he puesto nmeros romanos para distinguirlo de los nmeros arbigos de los cuentos.24 19. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes CspedesBosch. La vida del hombre o la mujer comunes es el tema por excelencia de los cuentistas del realismo dominicano. Ser humano y ambiente, segn Valldeperes: Y a descubrir esta felicidad, despus de haber descubierto el hombre y el paisaje americanos su naturaleza incitante, tienden las inquietantes y sutiles pginas de El candado. A descubrir esta felicidad al travs de la vida cotidiana, con todo lo que hay en ella de alegre y de bueno y tambin de angustia y sufrimiento. (Ibd.) Los rasgos pertinentes para el nacionalismo literario de Nolasco, Valldeperes y los partidarios de esta teora son, como se ha visto, el ser humano y el ambiente, es decir, lo nacional, local o regional, la correccin conveniente, la originalidad como virtud y si universalizada, mejor. En la teora de Bosch estos elementos pueden estar presentes o ausentes, pero no definen el valor del cuento, ya que solo el hecho-tema nico, la ley de la palabra precisa para describir la accin y la ley de la fluencia constante constituyen la calidad de un cuento. Las caractersticas literarias de la escritura de Sanz Lajara han sido realzadas por Valldeperes, de la siguiente manera: estilo impresionista, gil; descripcin clara y precisa; escritor de temple que sabe descubrir en la actualidad viva lo que hay de legendario en Amrica, diversidad de tipos y temas americanos captados en un instante de vida, captacin de la sana alegra de vivir, que es la gran esperanza y el gran estmulo del hombre. (IV) Refuta Valldeperes la teora que sostiene que el cuento literario es la transformacin de la verdad verdadera, al travs de una mente apasionada, hasta convertirla en una mentira bella. (Ibd.) Para el crtico, Sanz Lajara es original y no se queda nunca en el inters puramente descriptivo y por eso se mantiene en ese punto intermedio, vital y emotivo al mismo tiempo, entre el desprecio de los hechos, que conduce a un lirismo estril, y la supervaloracin de estos, que nos sita en el campo estricto del reportaje. (V) El crtico literario tambin consider que Sanz Lajara fue un escritor original, de la estirpe de los grandes de Amrica, porque contempla la vida con afn analtico. (Ibd.) Y agrega adems que el autor de El candado no desarma nunca la estructura interna de la realidad para narrar los hechos. Tampoco cae en el boceto costumbrista, porque en sus narraciones hay emocin. (Ibd.) Cules son los rasgos de los personajes de los cuentos de Sanz Lajara? Valldeperes los ve de esta manera: son reales, vivos, arrancados de la desnuda y aleccionadora realidad de cada da y el autor no los aparta, al darles vida literaria, de esa realidad, de su realidad. Son seres que no se miran vivir, sino que viven. Sus miradas se vuelven hacia dentro para verse tal como son, para mostrarse, en la plenitud de su vigencia humana, tal como son. (Ibd.) Otra caracterstica de los personajes de estos cuentos, segn el crtico literario, es que no presentan el ms mnimo atisbo de falsedad. (V-VI) Ha encontrado Valldeperes que lo ms impresionante de los cuentos de Sanz Lajara no son los personajes y su existencia real, sino su vida espiritual, con todo lo que hay en ella de videncia y de presentimiento, de sugestin de otras vidas. Se trata de un trasunto de lo individual a lo universal y humano al travs del cual trata de descubrir el sentido superior del hombre como paso seguro hacia la fijacin de su destino. (VI) Rechaza tambin el crtico la teora de una obligada nacionalidad de los temas de la cuentstica de Sanz Lajara. Valldeperes ve solamente en lo textos del autor prologado, una necesidad intrnseca de su obra y, por consiguiente, un atributo de esta: la fuerza y la vivencia del origen. Por eso, a pesar del mbito americano de los cuentos de Sanz Lajara, la presencia del dominicano est latente en todos ellos. (Ibd.) 25 20. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSb) Visin de cada obra A casi cincuenta aos de la publicacin de El candado, los distintos textos que componen la obra no han perdido su valor de poca, excepto quiz ico, que se asemeja ms a la tradicin o a la estampa, si bien su tcnica est elaborada con la recomendacin boschiana del personaje central nico, aunque las diferentes ancdotas contadas por ico a los nios, incluido el autor Jos Mariano, vuelto tambin personaje del cuento, disgregan lo que debe ser el hecho tema-nico, si bien el hilo que sostiene las acciones corre por cuenta del mismo protagonista, quien es personaje-narrador. Mantiene la vigencia de los cuentos un humor que, manifestado de varias formas, produce en quien los lee una orientacin del sentido en contra de la dominacin y la injusticia que el sistema social y los poderosos ejercen sobre los personajes que pueblan el mundo americano que Sanz Lajara ha querido reivindicar, incluso en cuentos como Curiosidad, el cual no tiene que ver con un cambio o una crtica a lo social, aunque el personaje femenino ha experimentado una transformacin de su concepcin del amor al cambiar un sentimiento confuso previo entre amor y pasin que la haba arrastrado a la infidelidad, a despecho de las razones valederas que pudo haber tenido a causa de la insatisfaccin sexual en que la sumi su esposo, ms interesado en los negocios que en el sexo con amor. Otras son las medidas por adoptar ante situacin parecida, pero los personajes son lo que el texto nos presenta, no lo que quisiramos que fueran, segn nuestro deseo. c) Visin de hoy Pocos han sido los estudios que se han producido en la sociedad dominicana en torno a los cuentos, o incluso las novelas, de Sanz Lajara. Con excepcin de las opiniones convencionales de las antologas y las historias literarias tradicionales, dos son los ensayos, que sobre este escritor que vivi casi toda su vida en el extranjero en misin diplomtica han visto la luz en el pas despus de su muerte el 20 de junio de 1963 en Madrid7. Di Pietro ha sido el primero en llamar la atencin acerca de la cuentstica y la novelstica de Sanz Lajara8 y el estatuto contradictorio entre su vida y sus textos literarios. La pregunta que se ha formulado Di Pietro es cmo Sanz Lajara, a pesar de escribir cuentos que plantean el problema social de campesinos, obreros y proletarios, no llega nunca a oponerse a la dictadura de Trujillo. El crtico ha analizado novelas como El prncipe y la comunista y Caonex y concluye en que la primera es una pornografa poltica y la segunda un respaldo incondicional a la dictadura de Trujillo. (Temas, 86) Cul ha sido la nica teora literaria que desde los griegos hasta hoy lee las obras literarias como un reflejo de la vida del autor? Desde los presocrticos, desde Aristteles y Platn y todos sus epgonos hasta hoy 7 Vase J. M. Sanz Lajara, su prosa de viajes y sus cuentos, en Temas de literatura y de cultura dominicana. Santo Domingo: Instituto Tecnolgico de Santo Domingo (INTEC), 1993, pp.79-94. Di Pietro analiz parcialmente las novelas de Sanz Lajara en el libro citado y a Caonex, una novela conservadora dominicana, en Quince ensayos de novelstica dominicana. Santo Domingo: Departamento de Publicaciones del Banco Central de la Repblica Dominicana, 2006, pp.17-40. 8 Cabe realzar que la primera antologa de cuentos que incluy profusamente a Sanz Lajara (con cinco textos) fue La narrativa yugulada, de Pedro Peix. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1981, pp.271-287. La de Digenes Cspedes contiene un solo texto, Curiosidad, pero esta antologa se fija esa cantidad como lmite por cada autor. Santo Domingo: Editora de Colores, 1996, 1 ed., y 2 ed. Santo Domingo: Editora Bho, 2000. Los estudios acadmicos ms serios hasta ahora son los de Di Pietro y el extenso prlogo titulado Noticias, de Andrs L. Mateo, a la edicin de los cuentos de Sanz Lajara publicados en Santo Domingo por la Sociedad Dominicana de Biblifilos en 1994. Ambos autores partieron de lo ya hecho por Manuel Valldeperes en sus dos artculos sobre Sanz Lajara.26 21. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes Cspedesesa ha sido la norma, el mtodo de las poticas aristotlicas, cuya culminacin cierra una poca con Buffon cuando proclam que el estilo era el hombre. Lo que hicieron despus en los siglos XIX y XX las teoras del arte por el arte, la sociologa marxista de la literatura y los estructuralismos lingsticos y semiticos fue confirmar el dogma buffoniano. Pero la potica meschonniciana plantea, desde 1970, que casi nunca la ideologa del escritor es la de su obra. La vida de los escritores est hecha de intereses muy contradictorios, de ideologas y creencias ancestrales que se remontan al seno de la cultura familiar, las tradiciones repetidas desde la infancia y de las cuales es muy difcil desembarazarse, sin que importen la inteligencia del escritor y los estudios realizados en prestigiosas universidades. Pero sea revolucionaria o conservadora, la ideologa de un escritor no pasa como biografa a la obra, pues eso sera producir un reflejo mecnico que identifica y lee las obras artsticas y literarias como vida del autor. Cuando el escritor tiene conciencia de lo que es la obra como valor, qu hace? Como su vida y sus opiniones carecen de inters para que figuren en su obra literaria, l o ella dota, consciente o inconscientemente, a uno o varios personajes o a estructuras del sistema del texto, de sentidos que se orientan polticamente en contra de las ideologas o creencias que funcionan como verdades en la sociedad y en la poca donde vive el escritor o escritora. En este sentido, la potica meschonniciana postula entonces que existe una homogeneidad entre el decir-vivir-escribir del sujeto de la escritura y la obra. El sujeto de la escritura no es idntico al autor. El primero es contra-ideologa, mientras que el segundo es ideologa. Son escassimos los casos donde autor y sujeto de la escritura son homogeneidad entre el decir y el hacer y el vivir-escribir. Talvez Jos Mart sea un caso nico en Amrica. El siglo XX encumbr el mito de que el hombre era el estilo, es decir, que la obra literaria se explicaba a travs de la vida del autor. Y ese mismo siglo XX acab con semejante mito. Las obras annimas, segn ese clich literario, jams podrn analizarse, ya que no conocemos a su autor. Pero sabemos todo lo contrario, que esas obras han sido muy bien analizadas. En este contexto tiene sentido la respuesta que busca Di Pietro al analizar Hormiguitas, ese cuento de El candado que el crtico lee simblicamente como un sentido poltico orientado en contra de la dictadura de Trujillo. Pero no es Sanz Lajara como diplomtico al servicio de la dictadura quien es antitrujillista. Esto no se produce en toda su vida. Sus variados intereses no se lo permitan. Entonces, l, como escritor, consciente o inconscientemente, estructura dos instancias que en el cuento Hormiguitas simbolizan esa crtica en contra del sistema: a) el personaje del idiota, y b) la estructura del narrador, quien, en el sistema de la obra, distribuye en el discurso literario la crtica a las ideologas de poca que el rgimen encarna. Tales ideologas son analizadas casi en su totalidad por Di Pietro y Mateo, aunque este ltimo manifieste en poco de recelo con respecto al mtodo utilizado por el primero. Mateo dice entender la propuesta de lectura de Di Pietro, y aunque sigue siendo una propuesta o tesis, parecera arriesgado asumir[la]. (Noticias, 29) Lo que produce la duda en Mateo es la doblez que Di Pietro imprime al personaje del idiota, el cual encarna la parte rebelde de Sanz Lajara como intelectual consciente de lo que suceda durante la dictadura, mientras que el coronel encarna al Sanz Lajara diplomtico, conservador, trujillista y ex miembro del Captulo de la Falange en Santo Domingo. Esta es la tesis estilstica que lee la obra literaria como reflejo de la vida del autor. En la potica se examina cmo est orientada la poltica del sentido que el ritmo ha organizado 27 22. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSen el discurso literario, pero a partir de instancias o estructuras del sistema semntico de la obra, no con conceptos prefabricados ad-hoc por otros discursos que no tienen nada que ver con la especificidad de lo literario, como es el de la biografa del autor. El resultado obtenido con el uso de conceptos extraos a la especificidad de la obra literaria es, como lectura, un determinismo poltico, histrico, social o biogrfico que no pasa de ser una metfora improductiva. Los cuentos de Sanz Lajara son una mezcla de hechos-temas nicos extrados de tres canteras: a) la vida campesina, b) la vida de los indios y negros de los pases latinoamericanos, y c) la vida semi-urbana o urbana de esos mismos pases. La trashumancia como diplomtico es la responsable de que Sanz Lajara, hombre extremadamente conservador, se volcara, aunque de manera paternalista a veces, a valorar desde su cuentstica, la vida de la gente humilde. Por qu eligi a los humildes si l provena de la pequea burguesa alta, de sangre espaola y enquistada con el trujillismo a travs de Pea Batlle, cuya esposa, Carmen Defill Sanz, era prima de Jos Mariano Sanz Lajara?9 En esto tambin el responsable, con la teora y la prctica en accin, fue Juan Bosch, quien en 1933 les dej Camino real como herencia a los escritores que surgieron despus de su salida al exilio en 1938. La tesis de Bosch acerca del arte de escribir cuentos est implcita en Camino real, pero comenz a hacerse ms explcita en las notas de presentacin que escriba para el Listn Dominical10 y finalmente el bosquejo en la revista Bohemia, de La Habana, de lo que habra de ser en 1958 el ensayo Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, publicado en la revista Shell, de Caracas11 y reproducido en varios libros, revistas y antologas dominicanas y extranjeras y desde 1964 en Cuentos escritos en el exilio (Santo Domingo: Coleccin Pensamiento Dominicano n.o 23). Esta es la herencia terico-prctica de Bosch a los cuentistas de su pas y desde su salida a Puerto Rico en 1938, l se preocup por que sus mejores textos llegaran a manos de dichos intelectuales, ya fuera por mediacin de sus amigos Mario Snchez Guzmn o de sus colegas escritores Emilio Rodrguez Demorizi, Hctor Inchustegui Cabral, Ramn Marrero Aristy y otros, as como a travs de viajeros ocasionales de extrema confianza y discrecin. Por eso Sanz Lajara, Hilma Contreras, Jos Rijo, Lacay Polanco, Virgilio Daz Ordnez12 y otros se beneficiaron de las ideas claras de Bosch acerca de cmo escribir cuentos y, sin duda, influy decididamente en todos ellos y de todos fue amigo, relacin que increment a su llegada al pas en octubre de 1961. De igual manera, decisiva fue tambin su influencia en los cuentistas y novelistas surgidos despus de la cada de la dictadura, pero esta influencia se atenu un poco despus de la irrupcin del boom latinoamericano. 9 El dato de los lazos familiares con la familia Pea Batlle-Defill Sanz lo confirma Manuel Nez en su libro Pea Batlle en la era de Trujillo. Santo Domingo: Letra Grfica, 2007, p.20. 10 En la carta dirigida a Silvia Hilcon (seudnimo de Hilma Contreras), de fecha 8 de marzo de 1937, estn esbozados los grandes temas de la teora del cuento de Bosch, tal como los conocemos hoy. Vase la carta en Hilma Contreras: La carnada. Cuentos. Santo Domingo: Editorial Letra Grfica, 2007, pp.4-5. Para los escritos tericos de La Habana que prefiguran el ensayo Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, vase su conferencia titulada Caractersticas del cuento, publicada en Mirador Literario. La Habana, julio de 1944, pp.6-9, reproducida en el libro de Guillermo Pia Contreras titulado Juan Bosch: imagen, trayectoria y escritura. Imgenes de una vida. Santo Domingo: Comisin Permanente de la Feria del Libro, t. I. pp.63-68. 11 Ao IX n. 37, diciembre de 1960, pp.44-49. 12 Hay que acotar que Bosch tambin fue amigo de Virgilio Daz Grulln, hijo de Daz Ordez, tambin buen cuentista que recibi la influencia boschiana, tal como l mismo lo confesaba a menudo y como se advierte en sus obras Crnicas de Altocerro, Un da cualquiera y Ms all del espejo.28 23. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes CspedesPara cerrar este excurso, creo que El candado, con su cuento que da ttulado al libro, as como El otro, Hormiguitas, El milagro, y el ltimo titulado Curiosidad, cuya influencia es patente en El gato, de Armando Almnzar Rodrguez, donde el felino y Ernesto simbolizan el gato, mientras que el perro simboliza al esperado amante innominado de Curiosidad; y, el ratn, a la amante asesinada. En el texto de Sanz Lajara, la amante se transforma en un sujeto femenino, mientras que en el de Almnzar Rodrguez la mujer es una vctima de su pareja, Ernesto, quien la asesina al regresar a su hogar luego de pasar un rato donde su amante Julin. Este asesinato simboliza en El gato un castigo a ese tipo de relacin amorosa, condenado tambin por los Cdigos Penales, mientras que en Sanz Lajara dicha relacin simboliza la libertad y el fin de la moral convencional sobre el adulterio. Es decir, que en Almnzar Rodrguez no existe ni siquiera lo que Nolasco llama, como atributo del cuento, una moraleja sin moral rgida, mientras que en Curiosidad los sentidos estn orientados polticamente a la ausencia total de castigo moral. En uno ideologa, en el otro contraideologa.Juan Bosch: Cuentos escritos en el exilio a) Visin del presentadorLos antecedentes tericos de Apuntes sobre el arte de escribir cuentos que figuran como prlogo o introduccin a Cuentos escritos en el exilio13 son la carta a Silvia Hilcon14 (seudnimo de Hilma Contreras) que figura en su libro de cuentos La carnada y la conferencia Caractersticas del cuento15, dictada por Juan Bosch en 1944 en la Institucin Hispanocubana de Cultura16. Esos mismos Apuntes son los que figuran como visin del presentador17 de los cuentos que integran los dos tomos de Cuentos escritos en el exilio y Ms cuentos escritos en el exilio marcados con los nmeros 23 y 32 de la Coleccin Pensamiento Dominicano publicados en 1962 y 1964, respectivamente. En los Apuntes existen pocas referencias de Juan Bosch a los cuentos de estos dos volmenes. La mayora de las referencias a estos y otros cuentos, escritos o no en el exilio, figuran en entrevistas posteriores concedidas a los medios. Las dos referencias ms famosas son las que Bosch asumi cuando dijo que su dominio de la tcnica del cuento se consum con la escritura de El ro y su enemigo y que consideraba 13 Santo Domingo: Julio D. Postigo e hijos, Editores, Coleccin Pensamiento Dominicano n. 23, 1964. Fue publicado en forma de folleto en la revista Shell, IX n. 37, diciembre de 1960, Caracas, como ya se dijo. 14 En La carnada. Cuentos, bibliografa ya citada. 15 Publicada en Mirador Literario, La Habana, julio de 1944. 16 En Guillermo Pia Contreras, bibliografa ya citada. 17 Existe una Nota de los Editores que sirve, ms que de presentacin, de advertencia a los lectores y, de ninguna manera, aunque contiene opiniones sobre los cuentos y los apuntes, puede ser considerada, en este contexto, como un estudio. Dice as: Los cuentos del presente volumen no fueron seleccionados ni por el autor ni por los Editores. Se reunieron los que estaban ms a la mano, entre los originales de Bosch, antes de que l pudiera reorganizar su archivo a su vuelta a la Repblica Dominicana. [] Los editores recomiendan muy especialmente a los lectores interesados la introduccin del libro que aparece bajo el ttulo de Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, pues en esa materia hay muy poco escrito en lengua espaola, e incluso lo que sobre el arte del cuento, considerado el ms difcil de los gneros literarios, se ha publicado en otros idiomas como material de texto para Escuelas Superiores y Universidades, es generalmente incompleto. Creemos que este trabajo de Juan Bosch es el ms amplio producido por un escritor profesional de cuentos de todos los que se han publicado hasta ahora.29 24. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSque los textos que figuran en su libro Camino real, aunque aceptables, no tenan todava la maestra de los que escribi en el exilio. Acaso tenga razn y los nicos cuentos que se salvan de Camino real sean La mujer y Dos pesos de agua, tan llevado y trado el primero por el realismo cuya ideologa hace previsible el mecanismo de la escritura, y menor en el segundo cuento debido al trabajo de lo fantstico. Si se los compara con La mancha indeleble, La Nochebuena de Encarnacin Mendoza, El indio Manuel Sicuri, El hombre que llor, Los amos y Luis Pie, la apuesta poltica del sentido de estos textos de Cuentos escritos en el exilio es de transformacin de las ideologas mayores de la sociedad dominicana y latinoamericana de la poca: la crtica al partido nico que es inseparable de cualquier dictadura de derechas o de izquierdas, en La mancha; la crtica a la jerarqua militar y su espritu corporativo en dictadura o democracia, en La Nochebuena; la crtica a la justicia de los seres humanos prevista por los cdigos en oposicin al derecho natural donde las ofensas al honor se lavan con sangre, en El indio; la crtica al racismo de los dominicanos en contra de los haitianos a causa de la enajenacin ideolgica, en Luis Pie; la crtica a la tica del deber y el sacrificio por la revolucin opuestos a los valores del amor filial y familiar, en El hombre que llor y, finalmente, en Los amos, la crtica a la explotacin despiadada al campesino dominicano por parte de los terratenientes precapitalistas. Pero este excurso lo empalmo con los Apuntes, lugar terico donde todo lector de los cuentos de Bosch debe volver si desea constatar por s mismo si la prctica de la escritura iguala y, luego, sobrepuja las ideas contenidas en el referido ensayo. En tres nudos de los Apuntes debe concentrarse el lector de los cuentos boschianos para saber si estos responden al rigor implacable de la tcnica: a) la ineludible ley de la fluencia constante, b) la ley ineludible de la palabra precisa para describir la accin, y c) el ineludible hecho-tema nico. La primera ley, de la fluencia constante, consiste en que la accin no puede detenerse jams; tiene que correr con libertad en el cauce que le haya fijado el cuentista, dirigindose sin cesar al fin que persigue el autor; debe correr sin obstculos y sin meandros; debe moverse al ritmo que imponga el tema ms lento, ms vivaz pero moverse siempre. La accin puede ser objetiva o subjetiva, externa o interna, fsica o psicolgica; puede incluso ocultar el hecho que sirve de tema si el cuentista desea sorprendernos con un final inesperado. Pero no puede detenerse. (1962: 31) La segunda ley dice Bosch se infiere de lo que acabamos de decir y puede expresarse as: el cuentista debe usar solo las palabras indispensables para expresar accin. [] La palabra puede exponer la accin, pero no puede suplantarla. Miles de frases son incapaces de decir tanto como una accin. En el cuento, la frase justa y necesaria es la que d paso a la accin, en el estado mayor de pureza que pueda ser compatible con la tarea de expresarla a travs de palabras y con la manera peculiar que tenga cada cuentista de usar su propio lxico. (1962: 32) Un rodeo antes de pasar al hecho-tema nico, el cual es, junto a las dos leyes definidas ms arriba, una de las tres caractersticas esenciales, necesarias, para quien desee dominar la tcnica del cuento concebido como lenguaje (=tema), accin (=ritmo y economa lingstica o las palabras indispensables para describir la accin). El resto son los detalles o las variantes combinatorias asociadas a las tres caractersticas. Los detalles ms importantes confluyen y estn subordinadas al hecho-tema nico y las dos leyes del cuento. Por ejemplo, la definicin del cuento: un cuento es el relato de un hecho que tiene indudable importancia. (1962: 7) 30 25. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes CspedesSi el meollo del suceso o hecho carece de importancia, estamos en presencia de un cuadro, una escena, una estampa, pero no de un cuento. (Ibd.) Segn Bosch, la importancia no quiere decir novedad, caso inslito, acaecimiento singular (Ibd.), sino que la importancia radica en que el hecho es de indudable valor humano o humanizado. La tcnica es el ritmo y el ritmo es la tcnica y esta consiste en mantener vivo el inters del lector y por tanto sostener sin cadas la tensin, la fuerza interior con que el suceso va producindose. El final sorprendente no es una condicin imprescindible en el buen cuento. (1962: 10) La tcnica exige que si hay descripcin, esta debe ser muy breve y debe poner de inmediato al protagonista en accin, fsica o psicolgica (1962: 11) Cmo evitar que el lector se canse o se aburra? Bosch seala que hay que colocar el principio a poca distancia del meollo mismo del cuento. (Ibd.) Al citar a Quiroga, Bosch dice que un cuento es una flecha disparada hacia un blanco. (Ibd.) Lo de la flecha, el aviador o el tigre que nunca se desvan de su objetivo son las metforas con que Bosch define el cuento como unidad de un hecho-tema nico y sus dos leyes ineludibles, todo lo cual significa que hay que saber comenzar y terminar un cuento, integrar al lector, atraparle y no soltarle: comenzar bien un cuento y llevarlo hacia su final sin una digresin, sin una debilidad, sin un desvo: he ah en pocas palabras el ncleo de la tcnica del cuento. (1962: 12) De detalle es esconder o no al lector el hecho-tema nico, pero el buen cuentista lo hace con sucesos secundarios subordinados a dicho hecho-tema, con palabras o ideas ajenas al hecho tema o el cuentista esconde el hecho a la atencin del lector (1962: 16) y lo va sustrayendo frase a frase de la visin de quien lee, pero lo mantiene presente en el fondo de la narracin y no lo muestra sino sorpresivamente en las cinco a seis palabras finales del cuento. (Ibd.) Para Bosch es menos importante un final sorprendente en el cuento que el mantener en avance continuo la marcha que lo lleva del punto de partida al hecho que ha escogido como tema. (Ibd.) Cuando el cuentista escoge este tipo de tcnica de ocultamiento del hecho, a lo cual se prestan todos los temas, tal procedimiento consiste, en quien domina la tcnica, en llevar al lector hacia ese hecho que ha escogido como tema; y que debe llevarlo sin decirle en qu consiste el hecho. En ocasiones resulta til desviar la atencin del lector hacindole creer, mediante una frase discreta, que el hecho es otro. (1962: 17) La literatura de enredo, sobre todo en la comedia y el teatro, es especialista en ocultar el hecho-tema, pero en el cuento el desvo no puede ser tan brusco que el lector pierda el inters y se canse o se sienta descaminado y confundido: El cuento debe ser presentado al lector como un fruto de numerosas cscaras que van siendo desprendidas a los ojos de un nio goloso. (Ibd.) Un hecho tiene varios ngulos, vertientes o perspectivas. Segn Bosch, el buen cuentista tiene que estudiar el hecho para saber cul de sus ngulos servir para un cuento. (1962: 19) El hecho que da el tema deber ser humano o por lo menos humanizado y debe responder a valores universales positivos o negativos. (1962: 18) Otro detalle importante, segn Bosch, es el que marca la diferencia entre novela y cuento: en la novela la accin est determinada por los caracteres de sus protagonistas, en el cuento el tema es la accin. (1962: 21) Esto determina, a juicio de Bosch, que los personajes de una novela pueden dedicar diez minutos a hablar de un cuadro que no tiene funcin en la trama de la novela: en el cuento no debe mencionarse siquiera un cuadro si l no es parte importante en el curso de la accin. (Ibd.) 31 26. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSEl lector y el tema del cuento estn indisolublemente unidos. Son un significante y un significado, el anverso y el reverso de una hoja de papel. Si se corta la hoja, los dos componentes del texto lector y tema sufren la misma cortadura: el lector y el tema tienen un mismo corazn. Se dispara a uno para herir al otro. (1962: 22) En cuanto a las nociones trabajadas por Bosch en la tercera parte de sus Apuntes (estilo como el modo, la forma, la manera particular de hacer algo), su concepto de la lengua como instrumento (1962: 23), su idea acerca del tema y la forma, su unidad indisoluble en msica, pero no en la escritura (1962: 25), su creencia de que en el cuento el tema importa ms que en la novela, son deudoras de la estilstica dualista propia de las poticas aristotlicas y de las cuales jams saldra bien librado18, salvo en asuntos de intuiciones de escritor como la de que el cuento es el relato de un hecho, uno solo, y ese hecho que es el tema tiene que ser importante, debe tener importancia por s mismo, no por la manera de presentarlo. (Ibd.) El hecho es importante porque debe ser humano o humanizado y tiene categora universal. El hecho es el tema y el tema es el hecho es un axioma que significa, en el mtodo boschiano, una unidad indisoluble, es decir, una unidad dialctica. Entendida la dialctica como la contradiccin indefinida, sin posibilidad de solucin. b) Visin de cada obra La visin que tengo de los Apuntes y de los cuentos incluidos en este volumen, y el de la crtica de mi generacin, as como el juicio es, con respecto a la teora, que esta ser siempre una ayuda indispensable para los que se inician en la escritura del gnero cuento. Por lo menos, del cuento conocido y practicado hasta la poca de Juan Bosch, es decir, el llamado cuento tradicional. A qu se llama cuento no tradicional? Al que ha cuestionado los fundamentos esbozados por Poe, Quiroga, Alone, Chjov y sistematizado por Bosch: el del hecho-tema nico que obedece a las dos leyes ineludibles: la fluencia constante y la palabra imprescindible para describir la accin. Todos los cuentos de este volumen responden de manera irrestricta y rigurosa a esas tres caractersticas del cuento esbozadas por Bosch y l se aventura, en muchos de estos, luego de dominar el gnero, a navegar o crear todos los ardides y trampas que el buen cuentista avezado lanza al lector para esconderle el hecho y atraparle en su inters. Por supuesto, unos cuentos ms que otros responden cabalmente al dominio de la tcnica teora y prctica en accin contenida en los Apuntes. Por ejemplo, pienso en La mancha indeleble, La Nochebuena de Encarnacin Mendoza, El indio Manuel Sicuri, El hombre que llor, Luis Pie, Los amos, Rumbo al puerto de origen. En la medida en que la forma-tema del cuento se inscribe en el realismo puro, como Los amos o Victoriano Segura, las estructuras del sistema de los textos boschianos halan el sentido hacia soluciones morales binarias donde triunfa la fuerza del bien y se cumple el rasgo que Nolasco seala como moraleja sin moral rgida. En otros, como en Los amos no hay, de parte del sujeto de la escritura, condena moral en contra de don Po, sino que se deja al lector, a quien se le ha presentado la accin, la posibilidad de orientar l mismo el sentido en contra de lo injusto del patrn. 18 Para la crtica y una valoracin de las nociones y creencias literarias de Bosch en estos apuntes, vase mi libro Lenguaje y poesa en Santo Domingo en el siglo XX. Santo Domingo: Editora de la Universidad Autnoma de Santo Domingo, 1985, pp.198-210.32 27. INTRODUCCIN A LA PRIMERA SECCIN|Digenes CspedesPero aqu habra que escrutar el juicio de un lector que sea finquero y tenga la misma ideologa precapitalista y los mismos intereses de don Po para constatar si el cuento suscita el mismo espritu de indignacin y revuelta que en un proletario campesino o en un pequeo burgus revolucionario. c) Visin de hoy La dimensin nacional del liderato poltico ejercido por Juan Bosch desde octubre de 1961 hasta su muerte en 2001 opac, en el mbito histrico y social, su dimensin de escritor y terico de la literatura. Dentro de 50 100 aos, cuando las pasiones o el fanatismo de quienes l anim desde 1940 hasta la hora de su muerte hayan desaparecido del escenario de la Repblica Dominicana, no es principalmente por su condicin de poltico que Juan Bosch ser recordado, sino eternamente por su carrera de escritor, al lado de sus grandes cuentos, su novela La Maosa y su teora del cuento. Su magisterio en la poltica y su efmero paso por el poder merecern, dentro de 50 100 aos, la misma cantidad de pginas que un historiador dedica hoy en un manual de historia dominicana al gobierno de Ulises Francisco Espaillat o en Venezuela al perodo de Rmulo Gallegos. Los proyectos polticos de los tres intelectuales no cuajaron, no porque estuvieron muy adelantados a su poca, como sugerira cualquier racionalismo historicista, sino debido a los intereses que afect el simple conocimiento de la catadura tica y moral de los tres presidentes. Lo poltico tiene un peso extraordinario, en la hora actual, para juzgar a Bosch desde esa tribuna y l mismo impuso ese ucase al declarar, siempre que se presentaba la ocasin, que haba decidido abandonar la literatura desde el momento en que abraz para siempre la poltica. De modo que en los dos partidos que fund y que llegaron a ejercer el poder poltico del pas, el primado de lo poltico ahog lo literario y esta ltima prctica fue siempre vista como un complemento instrumental del lder poltico. Por supuesto, eso mismo ocurri con Balaguer cuando al contrario de Bosch, que la abraz para defender ideales en contra del patrimonialismo y el clientelismo, el hombre de Navarrete decidi, para resolver problemas econmicos de su familia empobrecida por la crisis de 1922 al 29, abrazar la poltica al lado de Trujillo y abandonar la literatura. Para Balaguer la literatura fue siempre un adorno instrumental que prestigiaba al poltico y le daba un aire de intelectual culto. Este mito es una herencia del siglo XIX, sobre todo a partir del romanticismo y luego con el modernismo. La prueba de que este mito no funciona para los escritores de oficio es que all donde los intelectuales o los escritores han gobernado, han dejado intacto, o lo han reforzado, el patrimonialismo y el clientelismo, las dos plagas que han impedido en Hispanoamrica la fundacin de verdaderos Estados nacionales como los surgidos en Europa y Amrica del Norte con los Estados Unidos y Canad entre el siglo XVIII y el XIX. Tal como veo hoy el valor de las obras literarias de Bosch, es esta situacin la que me lleva a considerar que ser la literatura la que terminar imponindose como el rasgo distintivo de la personalidad de Juan Bosch. Sus obras tericas, hijas del contexto y la cultura de su poca, caducarn cuando las condiciones sociales que denunci hayan desaparecido. En cambio, sus grandes cuentos de valor literario hablarn por l eternamente. 33 28. No. 12scrates nolascoNo. 13el cuento en santo domingo seleccin antolgica Tomos I y II 29. Tomo Iaparicin y evolucin del cuento en santo domingo Noticias PreliminaresCuando la cultura medieval se iluminaba con los albores del renacimiento embarc en Espaa y lleg el cuento antiguo a Santo Domingo, en donde lo conservaron sin esenciales alteraciones. En El Conde Lucanor vino adems el cuento correcto; y siguiendo los ejemplos del precavido y atildado don Juan Manuel, las Antillas pudieron producir cuentistas siglos antes de que el cuento y la leyenda se imprimieran en los pases del continente americano. Pero si alguno de nuestros hombres de letra, pertenecientes a los siglos anteriores al XIX, se entretuvo en un gnero que pas a ser por mucho tiempo desestimado, carecemos de testimonio. Aquel modelo de cuento universal, de enseanza y moraleja sin moral rgida, fcilmente traslaticio, sin sitio determinado ni sabor regional, ni juego descriptivo de una realidad impresionante, tan pronto se formaron nuestras ciudades abandon el vecindario urbano, y antes que el romance, la dcima y la copla, se refugi entre aldeanos logrando perdurar con variantes adquiridas, y bautizado con el pintoresco apelativo de cuento de camino, familiar y repetido para entretenimiento en las veladas nocturnas.1 La aparicin del cuento moderno fue en Amrica un fenmeno tardo y de expresin vacilante; y a pesar de Santo Domingo ser primero entre las sociedades del Nuevo Mundo, durante aos aparecimos siendo de los rezagados en el cultivo de una expresin artstica tan interesante. Ningn lector ignora que el seoro de las artes y su irradiante influjo, ni tienen patria ni residencia fijas: son veleidosos y las naciones alternan en la principala. Autores y lectores cambian de gusto, y no fue raro que a fines del siglo XIX el lector dominicano, vstago desprendido del solar materno y sin frecuentes relaciones, no continuara viendo el cuento espaol como arquetipo del gnero, cuando los mismos peninsulares, de espaldas al caudal propio, pasaban a ser imitadores de los franceses. Si el florilegio de cuentos clsicos espaoles, escogidos con exigente y depurado gusto en 1890 por don Antonio Paz y Meli, no bast para detener a los noveleros de all, menos poda surtir efecto en el continente americano y en Santo Domingo, donde lo leeran muy pocos o no se le conoca. No parece reaccin de pensamiento llegar a la conclusin de que no era indispensable esperar a que en Francia fructificara la escuela naturalista para que aprendiramos a fijar en el marco del cuento artstico lo esencial de la vida circunstante. Modelos sobresalientes para el estudio y la pintura de tipos, ofreca la picaresca, y para entenderlo as bastaba con fijarse en Rinconete y Cortadillo, de Cervantes. Pero el cuento francs moderno, esquema o trasunto de aspectos de una sociedad de viejo refinamiento, se puso de moda, facilitando su lectura entre nosotros la coleccin traducida por el francfilo Enrique Gmez Carrillo. Alfonse Daudet y Guy de Maupassant acabaron siendo los favoritos. Importadas sus obras y entregadas a la comprensin de un medio social todava precario, de pronto no parece que estbamos preparados para aprovechar su incitacin a fijar en dimensiones breves el calor humano y los rasgos distintivos, locales, que lejos de restar inters universalizan. En la pgina final del 2 tomo, se incluye un ejemplar de Cuento de Camino, o folklrico.137 30. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|Volumen II|CUENTOSLos crticos no han tenido oportunidad de decir que aquel modelo extico produjo en nuestro pas engendros endebles, numerosos y afectados. Asombra que sin vocacin ni necesidad tantas personas honorables se dieran a producir tan pobres frutos. Abogados, notarios, comerciantes, honestas seoritas y seoras, compitiendo por ser cuentistas llenaban La Revista Ilustrada de Miguel ngel Garrido2 1898-1900 creyendo seguir el dechado de Francia. Pararon de repente sorprendidos por los cuentos de dos maestros del modernismo: Manuel Daz Rodrguez y Rubn Daro; maestros que se entretenan y regodeaban jugando con el matiz, con los primores de forma, y que por la misma pulcritud del apurado estilo en vez de animar trataban el posible impulso. Todava hoy, ledos con el respeto debido, los cuentos de Daro y Daz Rodrguez pierden la gracia de productos de escritorio. A continuacin de Maupassant y Daudet vinieron obras de Len Tolstoy, Mximo Gorki, Lenidas Andreyev, Antn Chjov, observadores de un mundo remoto y desconocido. Quines y cundo le dieron realidad precisa al cuento en la Repblica Dominicana? Los cuentistas que sobresalieron a fines del siglo XIX y a principio del XX fueron Virginia Elena Ortea, Jos Ramn Lpez, Augusto Franco Bid, Fabio F. Fiallo, Rafael J. Castillo, Rafael Deligne, Federico Garca Godoy, Ulises Heureaux hijo, ocasionalmente don Federico Henrquez y Carvajal, y abundaron otros de significacin menor. La primera, culta relatora de sobrio, claro y animado estilo, en su ms acabada produccin personific el mito heleno de Persfone (Los Diamantes de Plutn) y sin determinar sitio ni tiempo, tendi un puente entre el cuento moderno y el antiguo. Lo ms importante de ese ejemplar, que aparece en todos los propsitos de seleccin antolgica realizados hasta la Coleccin Trujillo, as como En Tu Glorieta (primer premio de certamen celebrado el 27 de febrero de 1899) sigue siendo la personalidad de la escritora. El segundo, Jos R. Lpez, mir hacia adentro tratando de enfocar lo genuinamente nuestro, aunque con desenfado notorio olvid a menudo la correccin conveniente, y burlando la guardarraya entre lo suyo y lo ajeno, igual que varios autores antiguos no crey que la originalidad era virtud y a ratos se sinti heredero de don Juan Manuel. Con regocijada ligereza confundi ms de una vez la ancdota con el cuento y no se percibe a simple vista si al contar consigui todo lo que se propuso. De su produccin literaria suelen encomiar El Loco, laureado en certamen con accsit al primer premio de prosa. A pesar de la accin flaca, la carencia de realidad del personaje nico y el olvido de lugar y ambiente, la tentativa podra aceptarse siquiera como cuento antiguo, si interesara. Al escribir El General Fico realiz Jos Ramn Lpez, su esfuerzo ms apreciable: traz con bro y le dio realidad local a un rstico mandatario de carne y hueso, a quien hizo al fin morir en improvisada forma. Del conjunto de sus Cuentos Puertoplateos no estn ausentes los rasgos caractersticos y la naturalidad y gracia corrientes, aunque dispersos en diferentes unidades. Que el autor fue un buen periodista, afirman. Acaso la facilidad adquirida en el ejercicio del periodismo se sobrepusiera, como enemiga, a las cualidades exigentes del cuentista. Pero es oportuno reconocer que con Jos Ramn Lpez la literatura cuentstica se inclin hacia las costumbres campesinas nuestras. A pesar de sus defectos abundantes, los dominicanos le deben agradecer a Lpez que en El General Fico se asomara a ver una fisonoma, en su tiempo intacta, de lo criollo. 2 Cuentistas y asiduos colaboradores de La Revista Ilustrada fueron Alberto Arredondo Miura, Luis A. Bermdez, Andrs Freites, Rafael O. Galvn, Esteban Buols, Jacinto de Castro, Jacinto B. Peynado, Luis Garrido, Amalia Freites, Amelia Francasci, Luisa O. Pellerano, E. PrudHomme, Rafael Justino Castillo, etc., etc.38 31. SCRATES NOLASCO|EL CUENTO EN SANTO DOMINGO TOMO IPreciso y cuidadoso de las dimensiones, elegante y casi siempre correcto en el estilo, Fabio Federico Fiallo se evada de la realidad presente para darle vuelo a su imaginacin de poeta lrico a la hora de escribir cuentos. A uno de los ms interesantes por el feliz desarrollo le encontr escenario en la Rusia de los Zares, totalmente desconocida de l y de los dems dominicanos. Discurre la accin de otros en mbitos indeterminados, vagos; pero nunca en Santo Domingo. El Prncipe del Mar, cuento de fantasa delicadsima, prueba que en cualquiera modalidad se logran triunfos, cuando se tiene el don de escritor que era natural en Fiallo. Difundi sobre esta obra un hlito de simpata tan sugestiva que har siempre agradable su lectura. Fabio F. Fiallo fue amigo personal de Daz Rodrguez y Rubn Daro. Conoci sus cuentos; pero se mantuvo romntico y libre del avasallamiento de ambos. Don Federico Henrquez y Carvajal escribi seis cuentos en veinte y nueve aos: en 1895 Un Rey Destronado y Dualidad de Amor en 1924. Seis cuentos en tan largo tiempo dan testimonio suficiente para convencer de que el venerado maestro y periodista, aunque no desde el gnero, se entretuvo en l slo en momentos circunstanciales. Sorprender que en el presente volumen figure Mximo Gmez entre escritores con un cuento legendario. A uno de los que primero se atrevieron a mirar sin desdn esa forma literaria, porque fuera ante todo hombre de armas y no vislumbrara la importancia que el cuento alcanzara en su patria despus de cincuenta y ocho aos de haber escrito, no se le debe excluir de una recopilacin intentada sin rigor de florilegio. El Sueo del Guerrero es pgina de campamento bosquejada en tregua nocturna (1898). El viejo pos ah la garra y marc su huella. Del moribundo romanticismo puso lo desmesurado y el escrutar mirando atrs; del guerrero mandn la osada con que Simn Bolvar dialoga todava con el dios de Colombia sobre el Chimborazo. Capricho? Oleaje de pesimismo, quizs, en humansimo seor endurecido en sucesivas guerras. El ltimo Quijote combate por cerrar la independencia del Nuevo Mundo. Abarca y pondera la suma de sacrificios a raz de Mart y Maceo morir y, ensombrecido por el vaticinio de la posible ingratitud de los hombres, como premio, la mano fatigada se le cae sobre la pluma. Escudria. Encarna en Cristbal Coln el afn de los descubridores, la saa y los trabajos imponderables de los exploradores y conquistadores y finalmente de los libertadores, para, en resumen, beneficiarios extraos y de hostilidad disimulada. Cuando los crticos dominicanos rescaten nuestros valores literarios que ruedan dispersos en tierra ajena, ocupar Mximo Gmez el sitial de escritor que le corresponde. El crtico Juan Jerez Villarreal, de orgulloso abolengo dominicano, apunt en Cuba irnicamente: Y el viejo tuvo coqueteos literarios! Fjense: con menos desagrado hubiese tolerado l que le criticaran su estrategia que los frutos de su pluma. Y qu coqueteos! La descripcin de la Batalla de Mal Tiempo no ha sido superada en la pica antillana. Su relato de las andanzas y muerte de Jos Maceo tiene ms valor de vida y emociona ms que una de las Vidas Paralelas de Plutarco. En su psame a Mara Cabrales late tan profunda angustia que su lectura emocionar mientras el dolor exista. Pero tratar de Gmez escritor ahora es salirse del marco destinado slo a las noticias y apuntes que anteceden a la evolucin del cuento en Santo Domingo, que autoriza la Coleccin Pensamiento Dominicano. El publicista Manuel de Jess Troncoso de la Concha puso a un lado momentneamente la leyenda, cultivada por l c