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La Disputa. Cuentan las historias que hace muchos, muchos años se entabló una curiosa discusión entre el Reino de la Tipografía y el Reino del Papel. Decían los tipos de letras que eran ellas, sin duda, las que daban belleza y elegancia a los textos y relatos. Mientras que los diferentes tipos de papel proclamaban que todo dependía de la elección del papel adecuado para cada momento. Afirmaban los tipos de letras que eran ellas quienes daban forma y hacían agradable un texto. Que eran ellas, con sus bellas figuras quienes daban elegancia y prestancia a cualquier frase o párrafo. Que eran ellas, sin duda, quienes daban belleza a una página. Que su sola presencia era un deleite para la vista. Por su parte, los diversos tipos de papel, aseveraban que, sin ellos, no habría forma de presentar un escrito. Que si no existieran ellos como soporte de nada servirían las letras por muy bellas que fueran. Que no es que dieran belleza a una página, sino que ellos eran las páginas. Argumentaban que su tacto maravillaba al escritor y seducía al lector. Pasaban los años y los lustros. Cada reino defendía y afirmaba su importancia. Los tipos de letras invitaban a los Embajadores del Reino del Papel para, en brillantes desfiles, mostrarles la enorme variedad de tipos que existían. Y así, entre vivas y sonidos de trompas, iban apareciendo:

Cuentos Para Septimo

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La Disputa.

Cuentan las historias que hace muchos, muchos años se entabló una curiosa discusión entre el

Reino de la Tipografía y el Reino del Papel.

Decían los tipos de letras que eran ellas, sin duda, las que daban belleza y elegancia a los textos y

relatos.

Mientras que los diferentes tipos de papel proclamaban que todo dependía de la elección del papel

adecuado para cada momento.

Afirmaban los tipos de letras que eran ellas quienes daban forma y hacían agradable un texto.

Que eran ellas, con sus bellas figuras quienes daban elegancia y prestancia a cualquier frase o

párrafo. Que eran ellas, sin duda, quienes daban belleza a una página. Que su sola presencia era

un deleite para la vista.

Por su parte, los diversos tipos de papel, aseveraban que, sin ellos, no habría forma de presentar

un escrito. Que si no existieran ellos como soporte de nada servirían las letras por muy bellas que

fueran. Que no es que dieran belleza a una página, sino que ellos eran las páginas. Argumentaban

que su tacto maravillaba al escritor y seducía al lector.

Pasaban los años y los lustros. Cada reino defendía y afirmaba su importancia. Los tipos de letras

invitaban a los Embajadores del Reino del Papel para, en brillantes desfiles, mostrarles la enorme

variedad de tipos que existían.

Y así, entre vivas y sonidos de trompas, iban apareciendo:

Un tipo tras otro,

con banderas,

Con banda de música,

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sin perder el paso,

Sin perder el compás,

orgullosas de su belleza,

de su elegancia,

y de su maravilloso cometido…

Unas tras otras. Erguidas, orgullosas y bellamente engalanadas, mostrándose ante los enviados

del Reino del Papel.

Por supuesto, el Rey del Papel no iba a ser menos y también montó su desfile. Aunque antes tuvo

que consultar largamente con los astrólogos reales (eso de los meteorólogos aún no se había

inventando) para buscar un día de sol, sin gota de lluvia, sin asomo de niebla y sin un soplo de

viento. Cosas todas ellas perjudiciales para la integridad papelera.

Y tras largas deliberaciones se decidió el día.

Y, tras larga espera, llegó ese día.

Y cuando, emocionados y llenos de orgullo patrio estaban ya Papiros, Pergaminos, Verjurados,

Papeles de hilo, Gofrados, Papeles Japoneses, Papeles de Seda, Cartulinas, etc., dispuestos en

resmas, pliegos y demás… Cuando ya comenzaban a sonar los tambores y a flamear las banderas

(de papel, por supuesto), en ese justo instante, antes de dar comienzo al grandioso desfile, se

escuchó a lo lejos un horrísono tronar que hizo huir en desbandada (nada organizada) a todos los

papeles del reino en busca de refugio. Lo cual fue motivo de gran regocijo para las señoras

embajadoras del Reino de las Letras que no disimularon sus sonrisas aunque tuvieron a bien

controlar sus carcajadas…

Este fracaso, sin embargo, no amedrentó al Reino del Papel que siguió con sus reivindicaciones

(Así como tampoco achicó a los astrólogos reales quienes no fueron castigados ni despedidos

pues, en menos que canta un gallo, achacaron tamaña desgracia no a un fallo suyo sino a oscuros

tejemanejes de espías del reino vecino).

Tanto duraba ya esta disputa que, finalmente, hartos de pelear, pero no dispuestos a rendirse

ante el contrario, tomaron ambos reino la decisión de acudir a la única que podía servir de árbitro

entre ellos: La Gran Reina de las Palabras, Emperatriz del Lenguaje y Gran Duquesa de la

Escritura, su Majestad La Gramática.

Y ante ella presentaron sus reivindicaciones.

Y su Majestad, tras escuchar las alegaciones de ambos reinos con gran paciencia (que mucha hay

que tener para escuchar discusión tan absurda…) y tras pensarlo durante un minuto (más no se

necesitaba para deliberar cosa tan nimia), decidió, en primer lugar, amonestar a ambos reinos por

hacerle perder el tiempo con cuestión tan baladí y multar a cada uno aumentando sus respectivos

impuestos en el doble de la cantidad pagada hasta el momento  durante, al menos, dos años (Su

Majestad andaba un poco mal de fondos y, como tonta no era, quería aprovechar y llenar un poco

sus arcas).

Page 3: Cuentos Para Septimo

Y en segundo lugar vino el discurso. Discurso que no pienso reproducir por largo pero que,

básicamente, venía a decir que:

Ni tipos de letra ni tipos de papel eran lo más importante a la hora de presentar un relato. Que lo

que importaba de verdad era lo que se iba a contar y cómo se contaba. Que era posible, incluso,

relatar algo sin usar la escritura y que, desde luego, era ella la realmente importante pues de ella

dependía que el texto fuera legible y de ella dependía que estuviera bien construido y

hermosamente ordenado. Que eran las palabras elegidas, su orden, el seguimiento de las leyes

que ella (La Gramática) imponía las que daban hermosura a un relato.

Les dijo, en fin, que ellos no eran más que meros accesorios. Simples adornos y soportes sin

importancia. Que tanto daba qué tipo de letra fuera utilizado para montar una página o qué tipo

de papel se utilizara para su impresión. Si no se seguían sus leyes y si no se sabía contar una

historia, el resto no tenía importancia alguna.

Y tras decirles todo esto (mucho mejor dicho y mucho más extensamente) les ordenó que hicieran

las paces y que volviera cada uno a su reino a trabajar y a preocuparse por cosas de mayor

importancia para sus respectivos pueblos.

Y los embajadores se fueron pensativos y avergonzados.

Y no volvieron a molestar a la Emperatriz… no fuera a ser que les volviera a subir los impuestos.

Fin

Feli feliz y los diminutos. Escritor de Valencia, España.

Feli Feliz es un lápiz azul y rojo, que vivió sus primeras aventuras en un colegio. Tras encontrar a

su hermana en un taller artesanal fallero y colaborar en el proyecto de una falla infantil, nos lleva,

en este nuevo libro, a descubrir la caja de los diminutos: UNOS LAPICES CORRIENTES, PEQUEÑOS

DE TAMAÑO, PERO GRANDES EN RECUERDOS.

Feli feliz y los diminutos.

Dedicado a todos l@s niñ@s enferm@s

Dedicado a todas las personas que de un modo u otro trabajan para prestarles ayuda y luchan

contra la enfermedad y el dolor, cualquiera que sea su forma de manifestarse.

Dedicado al Foro y al blog de la FUNDACIÓN JOSEP CARRERAS.

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ENTRAR EN LA CAJA.

Todo el mundo sabe que a los bolígrafos, cuando se les acaba la tinta, se quedan vacíos, sin

ninguna cosa que poder contar. Los lápices, van recogiendo sensaciones, pensamientos y palabras

de cada persona que los ha tenido en sus manos. Cuando después de mucho trabajar, se han ido

haciendo pequeñitos, tienen lleno su corazón. La nueva misión de Feliciano Feliz era preservar los

recuerdos de cuatro de ellos.

Ahora, Feli se encontraba delante de la caja más grande que él podía imaginar. Se tomó un tiempo

para descansar. Junto a la caja, recordó muchas de las conversaciones que había tenido con su

hermana, Suave. El descanso y la concentración le ayudaron en el siguiente paso.

¿Cómo podré entrar en la caja? “Todos los dibujos son como puertas y las puertas se abren”. Se

decidió por dibujar un timbre y al tocarlo, oyó que desde dentro decían: “no se admite

propaganda”. Rápidamente dibujó una mirilla y pudo ver al primer diminuto, que, inmovilizado por

la sorpresa fue incapaz de reaccionar.

En un abrir y cerrar de ojos, un montón de manitas, organizadas y cuidadosas, borraron todo

aquello, y sin que yo sepa muy bien cómo, llevaron a Feli Feliz ante la GRAN ASAMBLEA.

FELI FELIZ ANTE LA GRAN ASAMBLEA.

Hasta dónde la vista le alcanzaba, y era lejos, porque era el más alto, pudo ver que estaba

rodeado de diminutos. Delante de él, apenas reconocibles como manchas de color, estaban los

colores que habían pintado el primer arco iris, el lápiz gordito que había creado la “O” y una mina

delgada experta en escribir música y trazar pentagramas. Pero las miradas de los Diminutos

estaban dirigidas hacia Melsus. Todos y todas esperaban que el PATRIARCA LIDER tomase la

decisión. Ésta no se hizo esperar y, siguiendo las indicaciones del Libro de los Grandes Protocolos,

Melsus levantó ambas manos. Era el símbolo de la aceptación en la comunidad. Feli, seguía cada

uno de los pasos, repasando mentalmente todo el proceso. Sabía que, ahora, le permitirían

dirigirse a la GRAN ASAMBLEA.

Feliciano, Feli, pretendía hablar poco y dejar mucho tiempo para que le pudiesen hacer preguntas.

Era un honor muy grande poder ser UN ANOTADOR CRONISTA. Ser ANOTADOR CRONISTA permitía

conocer y rescatar 4 historias. Melsus era el encargado de seleccionarlas y aceptar al candidato o

a la candidata, para difundirlas.

Finalmente, un diminuto, se dirigió a él para preguntarle cómo pensaba poder recordar todo

cuanto le fuesen contando y como pensaba anotarlo.

Todos y todas rieron cuando Feli contestó: “CON UN BOLÍGRAFO ESPECIAL”. Nadie, allí, confiaba

en los bolígrafos. Las risas desaparecieron en las primeras filas, cuando Feliciano sacó la hoja de

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información y pudieron ver que, efectivamente, aquel no era un bolígrafo corriente. Estaban ante

el primer bolígrafo con memoria.

LA DEMOSTRACIÓN.

Una vez que Melsus autorizó la entrada del equipo de colaboradores de Feli en la CAJA, todos se

pusieron a trabajar. Feli quiso que los Diminutos pudieran ver cómo serían las sesiones y se

dispuso a contar él la primera historia. Un ordenador portátil iluminaba muy bien la sala y para

ahorrar energía, apagaron las pilas fotoeléctricas. Si todo funcionaba como estaba previsto, por la

mañana, el trabajo estaría acabado.

Cuando empezó a hablar, desde el interior de la bolsa de transporte del ordenador, saltó un

esbelto bolígrafo que todos reconocieron como el de las fotos. El boli inició un apasionado baile de

letras, de palabras, de frases.

Feli se dejaba llevar por los recuerdos. Ahora aterrizaba en el bibliobús, ahora dejaba que la

memoria se tumbase en la arena de la playa, la noche de San Juan.

La primera vez que permaneció en silencio prolongado, Satur, el boli, supo que era su turno. Se

conectó al ordenador y, la pantalla empezó a hacer suyo cada movimiento de la danza que

acababan de presenciar. Allí estaba, escrita, la historia que Feli había contado. Mientras la Caja se

llenaba de aplausos, en la pantalla del ordenador se podían ver los borradores de las ilustraciones.

Una vez complacidos todos los presentes, Melsus y Feli estimaron que era necesario comenzar

cuanto antes el proceso de recuperación de las historias. Mientras Feli ultimaba los detalles con

sus colaboradores, Melsus hizo que los protagonistas se preparasen.

LA LAPICERA ILUSTRADA

Blanca era la lapicera roja de Evaristo el ebanista. Lo sabían todo sobre las maderas y las formas

de trabajarlas. Un día Evaristo tuvo que partir y dejó a Blanca en el Ayuntamiento. Como si fuera

un pirsing, le puso una anillita y la sujetó al hilo que colgaba del tablón de anuncios. Al principio

esta separación le costó mucho. Cuando se ponía triste, recordaba las palabras de Evaristo: “vive

cada momento con intensidad y sigue aprendiendo”.

Se dejaba coger para anotar nombres en las listas de viajes, reuniones o tratamientos ecológicos

de plagas. Era una experta en, por lo menos, ¡diez mil cosas!

Un día, cuando se balanceaba despacio, haciendo la siesta, despertó. Una mano suave pero firme,

la sujetaba a cierta distancia de un pequeño anuncio: “contes arreplegats de les çendres de l’llar.

Vine amb nosaltres”. La señora que la sujetaba la llevó al folio y anotó una dirección y un teléfono.

Blanca estaba cada vez más interesada. Siguió dejándose llevar para anotar:

-si puedes (debes) venir con un adulto

-trae merienda y una historia para compartir.

Blanca deseó con fuerza marcharse con aquella persona, por lo que no se sorprendió cuando se

vió dentro de la bolsa. En el interior fue recibida por un libro y dos marionetas, que reconoció. Se

le encendió una luz que, como destellos, le recordó su vida en la ebanistería. Tania Blos:

cuentacuentos. ¡Cuantas veces había oido hablar a

Evaristo de aquella persona. Era como una Alicia que abría caminos en el País de las maravillas.

Blanca se sintió muy afortunada durante los años siguientes, compartiendo historias y cuentos con

niños y adultos. Puede que algún día podamos volver sobre esta etapa de su vida.

Hoy, lo que desea Blanca, es deciros que es muy importante escuchar. Compartir atentamente lo

que los otros nos cuentan, nos ayuda a entenderles y quererles. Blanca quiere compartir que, ha

aprendido que, lo que nos diferencia de los demás, casi siempre, se reduce a dos cosas

principalmente:

-el momento en el que les pasó lo que nos cuentan

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-la “etiqueta” que les hemos puesto desde entonces.

Recuerda tener cuidado con las” etiquetas”, úsalas con precaución y escucha dos veces por cada

vez que hables.

PRUDENCIO Y LOS LÁPICES CLONADOS.

Prudencio era Juez de Paz. Su nombre inspiraba algunas bromas, pero, él, confianza. Su lápiz

mágico le ayudaba a tomar las decisiones principales sobre las cuestiones que le llegaban.

A Prudencio le gustaba el teatro y las técnicas de animación. Le gustaba la lectura y la escritura.

Sobre todo le gustaba que en su Juzgado las cosas se tomaran en serio, pero con humor.

Un día que tuvo que juzgar a un político, le ocurrió algo inesperado. Los políticos son entusiastas

de sueños, poetas de la ilusión. Este político, Marc, por inexperiencia, dió un traspié y pasó de la

poesía a la novela y se subió a la ciencia ficción, prometiendo cosas imposibles. Prudencio

comprendió que en el fondo sus intenciones eran buenas y decidió clonar su lápiz, para regalarle

uno a Marc. El nuevo lápiz era tan especial que sólo podía escribir las cosas correctas y que salían

del corazón. Además, cuando escribía algo sincero pero difícil de cumplir, siempre añadía comillas

al principio y al final del texto.

Supongo que habrás adivinado que el suceso inesperado que le ocurrió a Prudencio, estaba

relacionado con la clonación de su lapicero. Así es. La clonación no ha podido detenerse todavía y

siguen surgiendo lápices con poderes especiales. Es posible que entre los tuyos se encuentre

alguno de ellos. Los lápices especiales, como las personas, necesitan encontrar su momento para

activarse. Lo mejor que podemos hacer es vivir

como si ese momento especial fuese a producirse en el preciso momento que estamos viviendo. Si

resulta difícil siempre tienes la posibilidad de utilizar las comillas. Suerte.

ANA LA RANA.

Conocida como “Ana la rana”, podría haber sido una tortuga (por sus arrugas) o un caracol (por su

tranquilidad ante los inconvenientes y por llevarlo todo detrás).

Dicen que ella inventó la risa y que estaba allí antes incluso de que fuese construido el edificio del

hospital.

Era maestra, payasa, voluntaria. Nadie, ni siquiera l@s más mayores de l@s pacientes, podían

escapar a los encantamientos de su “sana, sana, culito de rana, si no cura hoy curará mañana…”.

Lo decía, lo cantaba, lo soñaba y conseguía que todo el mundo lo “bebiera, comiera y lo

saboreara”.

En su maleta: trucos y recursos. El dedo de ET, fotos, libros, cuadernos y el nuevo lápiz con el que

sigue escribiendo, todos los días, sus ilusiones y propuestas para cada nueva jornada. El viejo y ya

cansado lápiz, es el que nos ha contado la historia de Ana.

Ana “la rana”, el caracol, la tortuga, que tras su caparazón protege y ampara. Sana, sana… Ana

“la rana”.

LA HISTORIA DE GUS.

Gus trabajaba para una enfermera de planta de oncohematología. Había tenido ya varios

compañeros bolígrafos. El trabajar codo con codo, animó la relación con su nuevo compañero. Era

un puntaviva rojo, que a base de mucho esfuerzo y varios frentes se estaba quedado seco. Aún

sabiendo que se consumía, no quería dejar de dar lo mejor de si mismo.

Una noche, mientras permanecían abandonados en el bolsillo de la bata de la enfermera, en un

perchero colectivo, pudieron ver un anuncio en la televisión del cuarto de descanso. El anuncio era

de una Fundación, la fundación Josep Carreras. En el anuncio salía un niño explicando su plan para

cuando se pusiera bueno. Aquello les impresionó. Pasaron el resto de la noche hablando y

Page 7: Cuentos Para Septimo

comentando ideas.

A la mañana siguiente, cuando Montse tiró la bata a lavar, no se dió cuenta de que no estaban ni

el lápiz ni el puntaviva. Los echo de menos justo cuando empezó la ronda por la planta. Como sólo

tenía que marcar casillas, utilizó un lápiz de ojos y una barra de labios roja. A media mañana,

cuando tomaba café con una compañera, ésta le comentó que estaban repartiendo portaminas y

plumas estilográficas para sustituir los lápices y los bolígrafos de todo el personal del hospital.

A Montse aquello le gustó. Pensó que la próxima vez que tuviera que explicar la leucemia lo haría

con ayuda de sus nuevos compañeros. “Aquí nadie se apaga, recargamos a todo el mundo, mira,

como a este portaminas o esta pluma.” Dio un nuevo sorbo a su café y buscó mecánicamente, su

lápiz y su puntaviva en el bolsillo. Se preguntó dónde los habría dejado. Quería guardarlos como

recuerdo. De recuerdos, el último que yo tengo de haberlos visto en la historia, era cuando

estaban viendo ellos el anunció de “cuéntanos tu plan”. Quizá su plan era transformarse. Ante la

enfermedad solamente hay dos planes últimos: curarte si estás enferm@ y ayudar, si eres la

persona sana. Es verdad que puede estar enferm@ y ayudar. Es verdad también que puede estar

san@ y ayudando, curarte de la indiferencia. Parece, pues, que pueden existir muchos planes.

Nosotros deseamos que tu plan sea bueno para ti y para tod@s.

¿DÓNDE VAN LAS HISTORIAS RECUPERADAS?

Nadie ha podido aclarar todavía si los lápices duermen. Lo que si está claro es que madrugan y

que al amanecer están siempre despiertos. Aquella madrugada, unas horas después de haber

llegado y ser admitido por la GRAN ASAMBLEA, el equipo de Feli se dispone a partir. Al mismo

tiempo, Melsus y su equipo de colaboradores también ultimaban el traslado de la caja, siguiendo

la rutina diaria de seguridad. La consigna: que se pregunten hoy dónde está la caja que vieron

ayer. Mover una caja tan grande tenía sus ventajas, ya que nadie se pregunta dónde va una caja

así, si va encima de un camión o es movida por máquinas. Los problemas surgen cuando

permanece quieta, porque puede parecer amenazante. Los humanos creen amenazante todo lo

que no tienen dominado.

En diez minutos se cumpliría el ritual. Hoy ruta 2 destino 5. 30 kilómetros aproximadamente.

Destino: naves auxiliares del puerto. Punto de recepción de 4 nuevos contactos. Admisión del

equipo de colaboradores gamma-alfa.

También Feli y sus compañeros tenían programado su nuevo destino. Filigranas, la cámara de

fotos repasaba con Manu (el ex-lápiz de un periodista) la memoria. Desde que empezaron las

aventuras habían pasado por una Fundación, una Asociación, volvían a relacionarse con otra

Fundación y… ¡A OTRA ASOCIACIÓN! Se oyó detrás de ellos a Cleta, una carpeta azul, clásica, que

se ocupaba de las solicitudes y agenda del grupo.

Filigranas estaba ocupado con las imágenes. Todo el mundo quería saber a dónde y cómo irían,

pero para sorpresa de todos, Feliciano Feliz estaba dormido y por su sonrisa debía estar soñando.

Yo creo que en su sueño debía ver las cuatro historias publicadas para que todos los niñ@s

pudieran leerlas. Para un lápiz no hay nada más emocionante que ver un niño o una niña leyendo

porque sabe que lo siguiente será escribir. Animad la lectura, practicar la escritura y el mundo

será mejor.

Blog: http://felifeliz.blogia.com

El bosque enfadado. Escritora de cuentos infantiles de Buenos Aires, Argentina.

Tema: El cuidado Ambiental

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Hace muchos muchos años, existía un bosque que estaba situado justo en el corazón de lo que era

-en ese entonces- un pueblo pequeño. En esos tiempos el bosque se erguía firme y orgulloso,

brindando sombra y un cálido refugio a muchos animalitos. Sus árboles eran fuertes, altos, sanos.

Aves, reptiles, ardillas, lechuzas, ciervos y muchos animalitos pasaban sus días en armonía, se

alimentaban de la hierva siempre fresca, tomaban el agua limpia de los arroyitos y dormían bajo la

sombra generosa de la copas de los árboles.

Así fue por mucho tiempo, tanto que ni siquiera el abuelito más viejo recuerda.

Era un bosque “encantado”, pero no porque allí ocurriesen cosas mágicas o extrañas,

simplemente era “encantado” pues estaba encantado de ser un bosque tal y como era.

Pasaron los años y con ellos muchas cosas cambiaron. El pueblito que rodeaba al bosque ya no

era tal, se había convertido en una ciudad.  Había más casas, más fábricas, más gente y sobre

todo mucha, pero mucha más basura.

Casi sin darse cuenta, el bosque fue cambiando su paisaje. El agua ya no era transparente y

limpia. Los animalitos muchas veces enfermaban por tragar bolsas de plástico o basura que la

gente dejaba luego de hacer un picnic.

La hierba ya no crecía feliz, pues en muchos sectores del bosque el fuego había dejado su marca

para siempre. Los árboles no respiraban igual, porque el aire estaba contaminado y tampoco

podían alimentarse bien,  el suelo ya no era el mismo.  Es más,  no había la misma cantidad de

árboles que antes, muchos habían sido talados para utilizar su madera.

Todos los animalitos se asombraban cuando escuchaban los relatos de los añosos árboles que les

contaban cómo era la vida antes que el pueblito fuese lo que era hoy en día.

Les costaba creer que antes el agua podía tomarse sin que a nadie le doliese la barriga y que no

hubiese peligro de tragar algo que no fuese un rico fruto.

– ¡Esto no es vida! – Dijo un buen día un ciervo cansado ya de comer pasto quemado.

Page 9: Cuentos Para Septimo

– ¿Hasta cuándo viviremos así? – preguntó un pino mientras tocía y su copa se mecía.

– Habrá que pensar algo amigos – contestó un conejo que se agarraba su pancita con sus cuatro

patas y sus dos grandes orejas – el agua del arroyo no se puede tomar.

– Bosques encantados eran los de antes. Miren nuestro aspecto ahora, más que encantado,

parecemos un bosque enfadado – Comentó el árbol más viejito de todos.

No eran ellos en realidad quienes debían tomar cartas en el asunto, sino las personas que

habitaban la ciudad y no cuidaban la naturaleza como debían.

Aún cuando los animalitos del pobre bosque enfadado nada habían pensando, la fuerza de la

naturaleza se hizo sentir solita, sin ayuda de nadie.

El estado en que el bosque se encontraba,  no era triste sólo por su aspecto, sino por sus

consecuencias.

Al haber talado tantos árboles, ya la ciudad no tenía la sombra fresquita de antes, el clima estaba

enrarecido y el calor era mayor del que la gente podía aguantar.

Ya no había tantas copas generosas que taparan la fuerza con la que el sol se hacía sentir.

Abundaban las gorras en la cabeza y la gente empezó a salir menos de su casa.

El agua enfermó también a los habitantes de la ciudad, no sólo a los animalitos.

Los cultivos y las flores comenzaron a escasear y con ellos sobrevino el hambre y la tristeza.

Parecía una pesadilla, donde los habitantes de la ciudad veían en el bosque una especie de

monstruo enojado que mostraba su furia y la hacía sentir.

Y, como en una pesadilla, la realidad no era la que se cree ver. Aún así, sin que el bosque hubiese

querido asustar a nadie, ni se hubiese convertido en un monstruo, la gente comenzó a tener

miedo por primera vez.

Los animalitos que muchas veces se hacían una escapadita a la ciudad, que no eran todos por

cierto,  se enteraron que la gente estaba muy asustada y más preocupada todavía.

– Escuché que la gente piensa que todo el bosque está muy enojado con ellos– comentaba una

ardillita que venía de una feria donde había comido todas las nueces posibles.

– Yo escuché que creen que los estamos castigando – Decía un pino muy alto que movía su copa a

su antojo para escuchar conversaciones lejanas y ajenas.

– ¡Eso no es verdad! No estaremos de lujo, pero no queremos hacerle daño a nadie – contestó el

conejo que seguía agarrándose su pobre barriga.

– Déjenlos que crean lo que quieran, ellos han sido los responsables de este desastre. Un buen

susto no les vendrá nada mal – Sentenció el árbol más añoso y al cual todos escuchaban y

respetaban.

El viejo árbol continuó:

Page 10: Cuentos Para Septimo

– Es más, cuando alguien venga a pasear  lo ayudaremos un poquito  más a tomar conciencia.

El ciervo empezó a preocuparse, tenía miedo que los años hubiesen echado a volar el buen tino

que siempre había tenido el árbol.

El viejo árbol decidió que por primera vez en su vida, se daría el gusto de hacer una travesura, que

en definitiva, sólo tenía un buen fin.

Les pidió a las ardillas que a cada persona que pisase el bosque le arrojasen en la cabeza cuanto

fruto encontrasen.

– ¿Es necesario? – Preguntaba dudoso el ciervo que ya estaba seguro que el árbol había perdido la

cordura.

– Será divertido y voy por más – contestó seguro el viejo árbol.

– ¡Ay no ¡qué alguien detenga a este anciano por favor! – gritaba el ciervo sin agarrarse los

cuernos porque no le era posible, nada más.

El árbol ordenó a todos los búhos que vivían en las ramas de los árboles del bosque que, cada vez

que alguien quiera cobijarse bajo la sombra ya escasa de alguno de ellos, empezaran a hacer

“buhhhh” o el sonido que pudiesen, pero que provocase miedo.

– ¿No será demasiado? – Preguntaba el ciervo ya en forma de súplica.

– No será la mejor forma, reconozco, pero creo que los ayudará a cuidarnos y cuidarse un poquito

más.

El bosque entero se puso en marcha, bajo la constante queja y duda del pobre ciervo.

No hubo persona que entrase al bosque, que no notase algo extraño, y como ninguno tenía la

conciencia tranquila, entendieron lo que la naturaleza solita había tratado de explicarles antes.

La voz corrió muy rápido en la ciudad, ya nadie tenía dudas que el bosque –de una u otra manera-

se estaba quejando, sonidos extraños, frutos lanzados, ramas que asustaban. Todo esto sin contar

lo que venían notando hace tiempo en la ciudad, la temperatura, el agua intomable, la poca

vegetación.

Muchas veces, a las personas nos cuesta entender cosas que, en realidad, son muy sencillas y que

saltan a la vista. Fue necesario que el bosque tomara cartas en el asunto, para que la gente, ahora

sí consciente del daño que le estaba haciendo, lo cuidara un poco más y en definitiva se cuidara a

ella misma.

Todos comenzaron a cambiar su actitud y si bien el daño causado ya no podía revertirse, sí podían

evitar daños mayores.

Así fue que la gente de la ciudad comenzó por no cortar más árboles, siguió por plantar nuevos, no

usó más bolsas de plástico, no hizo fuego en el bosque y muchas más cosas que protegieron no

sólo al bosque, sino a todos.  De esa manera vivieron mucho más tranquilos y felices, sobre todo

el ciervo que ya no tuvo que preocuparse por las  ideas del viejo árbol.

Page 11: Cuentos Para Septimo

Fin

El árbol que perdió su sombra. Escritora española.

Tema del cuento: Relata de forma metafórica la evolución de la enfermedad de

Alzheimer.

Cuando nace un árbol, sus primeros brotes guardan la memoria de aquellos primeros momentos.

Y a medida que el árbol crece y crece, todos sus recuerdos van anotándose, uno tras otro, en sus

hojas como si fueran las hojas de un libro; el libro de su vida. 

Así, año tras año, en su despertar con la primera luz de la primavera, nuevos brotes de ramas

verdes le hacen crecer hacia lo alto, de forma esplendorosa y floreciente.

El árbol va cubriendo su copa de hojas y más hojas, que va llenando de anotaciones, de

anécdotas, de buenos momentos, también de alguna tristeza…La copa del árbol se hace más y

más frondosa.

Durante el verano, su densa copa nos ofrece una estupenda y serena sombra escrita con todos

sus pensamientos. El árbol dedica ahora su tiempo a releer todas sus notas y si nos quedamos

sentados bajo su sombravnos deja compartir con él todos sus pensamientos. Es un lugar perfecto,

tranquilo, donde pensar y aprender. La sombra del árbol nos ayuda a crecer.

Cuando llega el otoño, el árbol acaba de releer todas sus notas y guarda sus más bellos recuerdos

o aquellos no tan gratos que le permitirán crecer y madurar. Une las hojas formando un

pergamino y las guarda envolviendo su tronco, un lugar seguro, que además le hace más fuerte y

robusto.

Así, año tras año, su tronco se hace más y más grueso. Si mirásemos en su interior

encontraríamos dibujados bellos anillos de pergamino, perfectamente ordenados, que nos cuentan

grandes historias de su vida o de cómo le fue durante aquel año.

Page 12: Cuentos Para Septimo

Con la llegada del invierno, el árbol entra en un dulce y plácido sueño para descansar hasta que

los primeros rayos de sol de la primavera le vuelvan a despertar.

Pero en mi jardin hay un árbol viejo que está triste.

Ha llegado la primavera pero no se acuerda de anotar nada en sus hojas. En su copa hay

escasamente un pequeño velo de hojas y en ellas sólo veo escritas unas pocas palabras.

Le veo rebuscar en su interior buscando entre los anillos. Entonces, se pone a releer viejos

pergaminos para que le cuenten cómo le fue, quien es, qué hacer. Pero está desorientado, porque

cada vez tiene menos fuerza para mirar hacia dentro y los pergaminos andan medio revueltos.

Ha llegado el verano. La sombra con todos sus pensamientos es tan pequeña…

Me apoyo en su grueso tronco y miro con tristeza sus hojas. Leo sus palabras, escasas, tan

simples y sencillas, tan divagadas. ¡Cuanto añoro la sombra de antaño! 

Pero sigo ahí, sentada bajo su escasa sombra, porque es y sigue siendo mi árbol preferido. El árbol

que yo más quiero. Y aunque las notas son escasas, las releemos juntos y yo le añado palabras allí

donde faltan.

Sé que me escucha y que mientras yo esté sentada bajo su sombra leyendo, mantengo vivo su

pensamiento, mantengo viva su memoria.

Así que soy yo quien ahora rebusca en su interior. Cojo algun pergamino de antaño, y le leo lo que

en él hay escrito. Y es entonces cuando noto como mueve algunas de sus ramas, como si

intentara anotar todavía algún nuevo pensamiento. Quién sabe…quizás anotar la alegría de

recuperar aquella la memoria que ya creía perdida.

A medida que transcurre el otoño, con cariño le ayudo a plegar las notas y a hacer el pergamino.

Le ayudo a guardarlo para que su tronco continue estando lleno de pergaminos que lleven su

nombre y también el mío escrito…

Llega el invierno pero mi querido árbol no quiere ir a dormir. Se siente agitado y tiene el sueño

ligero. Cojo su pergamino preferido y se lo leo. Y con sólo escuchar las primeras palabras se siente

un poco más tranquilo y concilia el sueño. Pero aguardo a su lado, velando su sueño.

Y en los momentos más duros del invierno, protejo su tronco desnudo de la fuerte lluvia y de las

nevadas.

Abono el suelo para prepararlo para cuando llegue el momento de volver a despertar y la lluvia de

abril viene en marzo, apresurada, para regalarle sus primeras gotas de dulce amor primaveral.

Y veo feliz como el Sol sale expresamente de entre las Nubes para ayudarme a templarle porque

aún siente mucho frío, mientras el Arco Iris ilumina el cielo de colores para alegrarle el despertar.

Mi querido árbol logra con esfuerzo hacer brotar algunas pocas ramas verdes y hacer nacer

algunas pequeñas hojas, pero ya no anota nada. Ahora soy yo quien escribe en sus hojas y quien

seleccionarà las historias para guardar en el pergamino de este otoño.

Y veo que mi árbol logra con esfuerzo hacer brotar algunas ramas verdes. Pero tiene la mirada

perdida, hacia lo alto,y con dificultad me responde cuando le hablo, como si no oyera.

Page 13: Cuentos Para Septimo

Ayer le encontré otra vez embelesado, mirando hacia arriba. Y al mirar yo también descubrí unos

pájaros que han querido hacer nido en sus desprotegidas ramas para ayudarle a hacer sombra. ¡Y

me pareció verle sonreir! Parecía agradecido…como quien escucha melódicos trinos que alegran

la mañana.

Es otra vez verano pero mi querido árbol ha perdido su sombra. Y aunque ya no sabe quien soy,

me siento a su lado, allí donde un día me regaló su espléndida umbría. Ahora soy yo quien escribo

por él todas sus notas para poder releerlas juntos como cada verano, para luego recogerlas en el

pergamino de este otoño…

Y cuando llegue el frío construiré un invernadero para que continúe sintiendo la calidez de su

hogar.  Y allí, sentada, apoyada en su tronco, le releerlé una y otra vez su pergamino preferido. Y

ajenos a la tormenta, pasaremos horas y horas inmersos en extraordinarias historias vividas juntos

mientras, a través de los cristales, veamos caer grandes gotas de lluvia.

Y cuando acabe la tormenta y llegue la calma, me quedarán sus preciados papiros y el eterno

orgullo de haber gozado de su espléndida umbría.

Fin

Dedicatoria:

‘El árbol que perdió su sombra’ relata de forma metafórica la evolución de la enfermedad de

Alzheimer y nos acerca a los sentimientos que la envuelven. Hojas de árbol donde se anotan

historias cotidianas, la sombra donde a partir de ellas se construyen los pensamientos y

pergaminos de papel que guardan nuestras memorias. Este cuento de oyakudachi (

www.oyakudachi.eu ) forma parte de un libro más completo que incluye una versión adaptada de

la canción ‘Sombras’ del cantautor Tony Sender compuesta para participar en el Festival de

Benidorm y que desvela los sentimientos atrapados en el silencio de un enfermo de Alzheimer así

como recomendaciones para saber envejecer, mantener la mente activa y una guía sobre los

primeros signos de la enfermedad de Alzheimer. ‘El árbol que perdió su sombra’ está dedicado a

todos los árboles que pierden su sombra y, en especial, a mis queridos tíos Rafael Adrián y Rosi

Pastor que siempre nos regalaron pergaminos llenos de bondad y felicidad. Es una obra de con

motivo del ‘I Encuentro Internacional de Neurociencia Aplicada’ y a beneficiencia de una labor

extraordinaria, un sueño hecho realidad gracias al carisma y la fe del Padre Antonio y todas sus

abejitas: La Fundación Canaria para el Alzheimer Santa Leonor y Santa Rita.

El estanque de Biescas. Escritores de cuentos infantiles española. Cuentos de nutrición.

Page 14: Cuentos Para Septimo

Había una vez, en el mundo de las letras, un sitio dividido en dos partes por un ‘río’.

En uno de los lados vivía la familia i. Fabricaban palabras y cosas que contenían la i.  Todas las is

eran muy delgadas y finas, pero nunca notaban su excesiva delgadez porque todas las is eran

iguales y cuando se miraban en el río su silueta deformada les parecía la de una persona gorda.

Así que comían muy poquito, muy poquito. Cada vez estaban más delgadas. A pesar de ello, su

imagen en el río aparecía siempre deformada. Así que la delgadez de las is fue haciéndose tan

extrema que algunas, cuando se doblaban para ponerse los zapatos,  se rompían por la mitad. Las

is siempre tenían mucho frío y se cansaban tanto cuando caminaban que tenían que descansar en

la cama para recuperar las fuerzas perdidas. 

En el otro lado del río vivía la familia o. Fabricaban palabras y cosas que contenían la o. Todas las

os eran redondas, orondas y muy gordotas. Pero nunca notaban su excesiva gordura porque todas

las os eran iguales y cuando se miraban en el río su silueta deformada les parecía la de una

persona esbelta. Así que seguían comiendo y comiendo sin preocuparse por su gordura. Las os

eran tan orondas que les costaba verse los pies y no alcanzaban a ponerse los zapatos. Las os

siempre tenían mucho calor. Como se cansaban mucho al caminar, rodaban dando volteretas y

tenían que pasar la mayor parte del tiempo sentadas.

Pero un día de otoño sopló mucho viento y un ráfaga de aire se llevó volando a una i que paseaba

cerca del río, como si fuera una pluma y otra una ráfaga de aire cruzado se llevó a una o como un

globo suelto a merced del aire.

La i y la o aterrizaron en una pequeña isleta deshabitada que había en medio del río.

-¡Dios mío! ¡Esta vocal está enferma! exclamaron las dos a la vez, horrorizadas al verse

mutuamente.

Como la corriente del río era muy intensa, las vocales no podían regresar a casa y tuvieron que

quedarse en la isla hasta que volviera a soplar el viento. La i era tan delgada y la o tan gorda, que

formaban una extraña pareja. ¡Eran tan diferentes!

 

Page 15: Cuentos Para Septimo

Un día, caminando aburridamente por la isla descubrieron un pequeño estanque de agua

cristalina. Se acercaron a él y por primera vez la quietud y claridad de sus aguas, cual espejo, les

permitió ver cómo eran sus siluetas de verdad.

Mientras esperaban la llegada de nuevas ráfagas de viento, la i y la o tuvieron que convivir juntas

y ayudarse mutuamente.

Los calores de la o ayudaron a la i a sobrevivir durante el frío invierno. Y el frío de la i ayudó a la o

a pasar el caluroso verano.

Poco a poco, la  i empezó a comer un poco más, aprendió a saborear el placer de la comida y

dobló su tamaño en dos. A su vez, la o aprendió a comer alimentos más saludables y redujo su

tamaño a la mitad.

Cuando por fin volvió otra vez el otoño con sus fuertes ráfagas de viento, la o y la i comprendieron

que era hora de separarse y regresar a casa. Así que se hicieron una promesa y se despidieron

con un gran abrazo. Luego se acercaron a cada lado de la isla esperando a que una ráfaga las

devolviera de regreso a casa.

Cuando llegaron, sus familias les estaban esperando ansiosas.

Pero cuando las vieron encontraron que su apariencia era un poco extraña. No parecían las

mismas…

La o había perdido una mitad, mientras que la i se había duplicado.

Pero la o y la i recordaron su promesa así que cada una en su lado del río… cavó un hoyo profundo

ante la extrañeza de todos.

Cuando llegaron las lluvias de invierno, los dos hoyos se llenaron de agua… y formaron dos

estanques. Entonces la i y la o llamaron a todos los miembros de su familia y les hicieron

acercarse a los estanques para verse reflejados en ellos.

Horrorizados por lo que vieron, la familia de la o y la familia de la i comprendieron que su imagen

no era la que ellos siempre tuvieron de si mismos.

Así que la i enseñó lo aprendido y su familia empezó a comer un poco más, mientras que la o

enseñó a la suya a escoger alimentos más saludables.

Con la llegada de la primavera, la familia de la o y de la i estaban transformadas y convertidas en

nuevas siluetas: una media ‘o’ que según rodara hacia un lado u otro llamaban  ‘a’ o ‘e’, y una

doble ‘i’ que llamaron ‘u’. Y siguiendo sus oficios, la familia de la o construyó palabras ý cosas que

contenían la o, la a y la e, mientras que la familia de la i construyó palabras y cosas que contenían

la i y la u.

Al llegar el otoño, de un lado del río las os, as y es, y por el otro las us y las is se acercaron a la

orilla del río esperando que el viento las llevara a la isla para reencontrarse otra vez. Después del

abrazo de reencuentro, las dos amigas y sus hermanas trabajaron juntas para construir una cosa

que contenía las nuevas vocales. Y una vez acabaron la construcción, las vocales utilizaron el

‘puente’ para pasar de un sitio al otro del ‘río’ y poder conocer a las dos familias.

Y desde entonces, los dos lados del río están conectados y las vocales van y vienen. Así que las

palabras y las cosas son como son, pueden contener todas las vocales!.

Las 5 vocales nos recuerdan que:

Page 16: Cuentos Para Septimo

A. El agua es la bebida más saludable y hay que tomar 2-3 raciones de lácticos al día.

E. El pan, los cereales, el arroz y la pasta son la base de nuestra nutrición.

I. Es muy importante comer 5 raciones de frutas, verduras u hortalizas al día.

O. También 2-3 raciones de pescado, carne, aves o legumbres. 

U. Y claro está: ¡Grasas, aceites y dulces cuanto menos mejor!.

Este cuento está dedicado a todas las os y todas las is que aún se miran en el río, para que estas

palabras de este cuento sean las primeras gotas que llenen su estanque. El escenario de este

cuento existe de verdad y es un pueblo llamado ‘Biescas’ en el Valle del Tena del bello pirineo

aragonés. www.oyakudachi.eu

Crecer sin máscaras. Escritores Argentinos. Cuentos educativos.

En la tribu de los Wiza, para que los jóvenes fueran considerados adultos,

debían ir al lugar sagrado donde se reunían los miembros del Consejo de ancianos de la co-

munidad y responder, delante de ellos, algunas preguntas.

Entre otras, habitualmente preguntaban por qué querían crecer. Las respuestas más comunes

eran: para ir de caza, para tomar decisiones propias o para participar en los grupos de trabajo que

llevan adelante la vida de la tribu.

Al finalizar la conversación, los ancianos presentaban una opción para que el joven manifestara su

elección frente al planteo.

–Si para crecer tuvieras que dejar alguno de estos tres elementos, ¿cuál dejarías?

En ese momento, el jefe mostraba un arco, un cinto con un cuchillo y un juguete de la infancia; los

jóvenes sabían que, obviamente, para pasar esa prueba tenían que decir que abandonaban en

juguete de la infancia.

Sin embargo, cierta vez, le tocó el turno de presentarse delante del Consejo a Uru-chi. Sí, la

expresión justa es que «le tocó», porque había cumplido la edad, pero na-die creía que fuera

capaz de pasar las pruebas. Uruchi andaba siempre corriendo de un lado para otro, con las manos

y los pies llenos de barro ya que le gustaba jugar con el agua y la tierra. Era bastante atolondrado

y acostumbraba a pasar, corriendo como un tornado, entre las carpas tirando lo que encontraba a

su paso. Pero nada de esto impedía que Uruchi fuera muy querido. Tenía la virtud de hacer reír al

más tris-te y, a su lado, todos se sentían bien.

Page 17: Cuentos Para Septimo

Muchos lo invitaban a comer a su casa porque alegraba la comida con sus cuentos y sus bromas.

Sin embargo, hasta sus familiares creían que todavía no le había llegado la madurez para hacer la

prueba.

Cuando le mostraron el arco, el cinto y el juguete, Uruchi se quedó mirándolos. Lue-go, tomó el

juguete en sus manos. Era su juguete preferido, un pequeño oso de ma-dera tallado por su abuelo.

Acariciando el osito con sus manos, pensó: –¿Quién se habrá atrevido a sacarme es-te juguete de

mi cuarto?

Mientras Uruci permanecía pensativo, uno de los ancianos tomó la palabra y dijo:

–Muy bien, felicitaciones. Vemos que estás preparado y dispuesto a dejar el juguete. Muchos

creíamos que no lo podrías hacer.

Pero, para sorpresa de los adultos, Uruchi, poniendo un tono de voz realmente serio, que nadie

creía que fuera capaz de utilizar, dijo:

–No pienso dejar mi oso, por eso lo agarré.

Se hizo un gran silencio, y las miradas se dirigieron al jefe.

Éste se paró y se acercó hacia Uruchi que, en silencio y mirándolo a los ojos, apreta-ba al oso

contra su pecho.

–Algún día –dijo el jefe con voz clara y poderosa– llegarás a ser un gran jefe. Cuan-do quieras y

puedas, te espero para que te sientes a mi lado en el Consejo.

–Gracias –fue la única respuesta de Uruchi. Luego se dio la vuelta y salió corriendo para dejar al

oso en la repisa de su habitación.

Los adultos miraban asombradísimos la escena, sin poder comprender qué había ocurrido. El jefe

reconoció sus expresiones y les explicó.

–Han pasado muchos años desde que hacemos esta prueba, y jamás un joven se atrevió a darnos

esta respuesta. El arco y el cuchillo son elementos que se pueden reemplazar por otros. Lo que

nunca debemos dejar atrás es lo que somos y los que fuimos. Uruchi no tuvo miedo de decir la

verdad y reconoció el tesoro más grande para poder crecer bien: aquello que recibió en su infancia

y sus recuerdos. Para al-canzar la plenitud de la madurez, en nuestro corazón siempre debe haber

algo del niño que fuimos.

Fin