40 Días Para Transformar Tu Vida

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DÍA 22 DE LA CUENTA ATRÁS:

LECTURA EL ESPEJO

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EL ESPEJO

Érase una vez un poblado situado en las altas montañas de una gran cordillera,

que tenía la particularidad de no conocer el mundo de los espejos. Por alguna

razón, ningún habitante del poblado se había visto reflejado en uno de ellos,

debido quizá a las lejanas distancias que lo separaban con el resto del mundo

civilizado.

Un día, Ismael, que tenía fama de curioso, decidió adquirir ese misterioso

objeto llamado “espejo”, en el que, según se decía entre los habitantes del

poblado, tenía la capacidad de reflejar a la persona que lo miraba. Así pues,

llegó el día en que encargó aquel objeto a un comerciante que cada siete años

solía viajar a los valles pidiendo que se lo consiguiera al precio que fuese.

Transcurrido un tiempo, el comerciante ya de vuelta, le hizo llegar el objeto

encargado, bien envuelto y protegido. Ismael entonces, presa de emoción,

corrió al sótano de su casa y lo desenvolvió con sumo cuidado. Finalmente,

cuando lo hubo abierto, le dio la vuelta y:

¡Oh sorpresa! Estaba viendo a su propio padre.

Ante su asombro, por más que lo miraba, la imagen que veía en aquella

brillante superficie era, nada más y nada menos, que la de su padre. Ismael,

entonces, lo volvió rápidamente a envolver y se retiró visiblemente pensativo y

desconcertado.

Aquella noche, mientras dormía junto a su esposa, se despertó inquieto y

decidió volver a mirar en el espejo recién traído...; descendió silencioso al

sótano y, tras desenvolver aquel extraño objeto, volvió a contemplar de nuevo,

no sin asombro y sorpresa, la imagen de su padre. Y así, noche tras noche,

Ismael, descendía sigiloso con el fin de contemplarse en aquella imagen tan

desconcertante de su propio padre.

Una noche, su esposa Astrid, observando las salidas nocturnas que Ismael

realizaba, llena de inquietud y sospechas, decidió seguirle, no sin temer el infiel

encuentro de su marido con otra mujer más joven y hermosa. Cuando

escondida observó que éste miraba un objeto y se retiraba de nuevo a su

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cama, tuvo deseos de comprobar lo que se hallaba dentro de aquella cosa,

capaz de inquietar tanto a su marido,

“Seguro que algo tendrá que ver con otra mujer” pensó. Así que decidió volver

al día siguiente, cuando su marido no se encontrase en la casa. De esa forma,

investigaría con tranquilidad aquel inquietante objeto que se encontraba en el

sótano de su casa.

A la mañana siguiente, Astrid bajó apresuradamente y desenvolviendo con

cuidado aquello... ¡Oh sorpresa! Sus sospechas se vieron fundadas, ya que lo

que vio allí reflejado era, efectivamente, la imagen de otra mujer más joven y

hermosa que ella, que, por lo que dedujo, tenía todas las trazas de ser el nuevo

sueño de amor de su esposo.

Aquella noche cuando Ismael llegó a su casa, su esposa presa de indignación,

le desveló el secreto diciéndole.

“Me estás siendo infiel. He descubierto que todas las noches bajas al sótano y

contemplas a esa mujer que aparece tras el objeto que guardas envuelto con

tanto cuidado.”

A lo cual Ismael contestó:

“Estás en un error, Astrid, no se trata de ninguna mujer...; ese objeto es un

“espejo” que, según se afirma en tierras lejanas, refleja a cada cual...; pero en

este caso, sorprendentemente, lo que se contempla cuando en él me reflejo es

la imagen de mi padre...”.

“Ni hablar”, le interrumpió ella, presa de agitación y cólera. “Me estás

mintiendo. Yo he visto con mis propios ojos la imagen clara de otra mujer, que

por la forma de mirar y moverse, tenía todas las trazas de ser tu amante.”

“Bajemos y comprobarás que no es cierto lo que dices”, repuso él. “Es mi

padre el que se refleja en el objeto, ninguna mujer he visto jamás en el mismo”.

Astrid asintió a la prueba y una vez que descendieron y se observaron, Ismael

seguía viendo a su padre y Astrid a la otra mujer, con lo que el conflicto y la

confusión inundaron aquel hogar.... De pronto, Ismael propuso:

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“Astrid, solicitemos el fallo del sabio anciano, seguro que su visión te hará

comprender con calma la verdad de este objeto”.

Astrid aceptó el juicio del anciano, y ambos se dirigieron al sabio y expusieron

sus contrariedades, pidiéndole que se asomase al objeto y dirimiera, si lo que

allí aparecía era al padre que viera él, o a la mujer que contemplaba ella.

El anciano asintió y tras llegar a la casa, bajar al sótano y reflejarse en el

objeto, dijo:

“NI ES EL PADRE DE ISMAEL, NI LA MUJER QUE SOSPECHA ASTRID.

EN ESTE OBJETO, LO ÚNICO QUE SE VE ES A UN ANCIANO”.

¿Qué enseñanza de este cuento toca tu corazón?

Reflexiones para sentir

� ¿Te has preguntado alguna vez, hasta qué punto vemos lo que sentimos y

pensamos?

� Se dice que la realidad, tal y como la entendemos, se configura en el interior

de nuestro cerebro, tras complejos procesos bioquímicos.

� ¿Piensas que la subjetividad de nuestros sentimientos y creencias

determinan nuestras experiencias?

� Se dice que para cambiar el mundo, conviene cambiar uno mismo, y que

entonces el mundo cambiará... Cuando te has enfadado con alguien muy

próximo con el que convives ¿piensas en “cambiarlo” para sentirte bien?,

¿piensas en observarte a ti?

� ¿Dónde está la realidad objetiva? ¿Tan sólo en el cuerpo físico? Lo que

quema, lo que moja, el frío, el calor..., y en el mundo emocional; ¿piensas

que la realidad la creas tú con tus proyecciones?

� Cuando te encuentras bien, ¿percibes a la gente más bondadosa y

simpática? Y si al rato tienes que enfrentar una frustración, ¿se te hacen

más aparentes sus rasgos negativos?

� ¿Piensas que puedes tener un cierto control y elección sobre la realidad

que “eliges vivir”?

� ¿Qué ves en tu pareja? ¿Ves a veces a tu madre o a tu padre?

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En el día de hoy, mantén la atención hacia las “pro yecciones” que

realices en los rostros y conductas de tus familiar es que pueden hacer

de verdaderos espejos de tu íntima realidad.

Se trata de darte cuenta, simplemente, de quién ves tras el rol

consiguiente que ante ti parecen adoptar tus próxim os.