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LA SEMANA /4 / PORTAFOLIO EL COMERCIO / DOMINGO 6 de octubre del 2013 RÁNKING. ESTAMOS A MEDIA TABLA DEL EDITOR ¿QUÉ QUIERES QUE SEPA HACER? Débiles indicadores del capital humano en el Perú En el nuevo ránking del Foro Económico Mundial, nuestro país está en el puesto 75, muy por detrás de Chile y Costa Rica. En educación se ubica en el puesto 84, siendo la peor ubicación de Sudamérica. ILUSTRACIÓN: VÍCTOR AGUILAR A nivel latinoamericano, el Perú es uno de los países más rezagados en el índice de capital humano del Foro Económico Mundial, el cual mide la capacidad de contar con trabajadores sanos, educa- dos y con un entorno laboral propicio. Así, figura en el puesto 75 de 122 países. Casi 40 posiciones detrás de Costa Rica y Chile, y por debajo de Uruguay, Brasil, México, Ecuador, Argentina y Colom- bia. Mientras tanto, en primer lugar se encuentra Suiza, seguida por Finlandia, Singapur y Holanda. Pero eso no es lo peor. Entre los fac- tores que condicionan la posición en el ránking (educación, salud y bienestar, mano de obra y empleo, y entorno pro- picio), el Perú es el que peor ubicación ocupa en la región sudamericana, colo- cándose en el puesto 82. Ello demues- tra que los esfuerzos desarrollados en el país para contar con una masa laboral preparada aún no generan buenos resultados. El consultor inter- nacional en educación Hugo Díaz indica que este resultado refleja la mala calidad de la educa- ción superior tanto en universidades como en institutos. Este resultado no es para pasarlo por agua tibia. En ge- neral, los inversionistas toman en cuenta este tipo de indicadores para decidir posibles inversiones, más aún cuan- do en el escenario latinoamericano se sabe que hay una fuerte competencia por talentos en los sectores de minería y energía. La debilidad de la inversión orienta- da al sector educativo también se ve re- flejado en el índice, considerando que países como Chile, que está en el puesto 36, invierte una considerable cantidad de su presupuesto en educación. LUIS DAVELOUIS LENGUA / PERIODISTA @LDAVELOUIS L a semana pasada discutíamos en casa qué tipo de ayuda necesitamos. La idea de tener a una persona que apenas conocemos viviendo con nosotros no es muy atractiva, independientemente de la para- noia por la falta de seguridad en la que nos hemos acostum- brado a vivir sumergidos. Suelen tener que pasar muchos años antes de que esa persona deje de ser un extraño. No quiero que viva con nosotros. Primero, no necesi- to que esté todo el día en la casa vacía; necesito que la casa esté limpia y la comida lista cuando lleguemos de trabajar (si es a una hora decente, se entiende, si no, es abuso) y que lleve y recoja la ropa –la que no lavamos en casa– de la la- vandería. Si a esta persona cumplir tales metas a satisfac- ción nuestra le toma 20 minutos o 10 horas, es cuestión de ella. Si se demora menos, ella tendrá más tiempo para de- dicarlo a lo que sea que le guste o incluso cumplir con otro empleo, y a mí me costará menos en consumo de energía, agua y tiempo para estar a solas con mi familia en mi casa sin zapatos y en shorts. Todos ganamos. Esta situación se repite en muchísimas empresas e institu- ciones privadas y públicas. Cier- to, se han hecho esfuerzos por combatir la tendencia (o el gusto) de ciertos empleados por que- darse horas de horas en su pues- to sin hacer nada que tenga que ver con el trabajo que se espera de ellos o que redunde de mane- ra alguna en beneficio de la orga- nización, pero sigue pasando. Y lo más sorprendente es que suce- de principalmente por presión de las propias organizaciones que se han acostumbrado a tener a las personas calentando el asiento en vez de hacer algo productivo con su tiempo que sí redunde en beneficio de ellos y también de la firma o empresa o institución. Y aquí va la parte espinosa: la efi- ciencia debe jugar a favor de todos, no solo de la organi- zación. Es decir, si alguien puede terminar su trabajo co- rrectamente en menos horas que el resto, debería irse a su casa a estar con su familia, practicar algún deporte, tocar algún instrumento o algo por el estilo, lo que sea que lo en- riquezca más allá del trabajo porque, afrontémoslo, los trabahobbies no abundan. Un trabajador que no se siente esclavo de su espacio de trabajo rinde el doble o el triple que uno que va y se sienta todo el día mirando la panta- lla de su computadora procrastinando y actualizando sus estados de Facebook y Twitter con la energía y la red de su empleador porque se siente mal por irse aunque haya terminado. ¿A quién beneficia tal estado de las cosas? En el sector público los presupuestos se adjudican cada vez más en base a resultados, ¿no se puede hacer lo mismo para todo el mundo? Ojo, eso no quiere decir –de ningu- na manera– que quien termina lo que tiene que hacer más temprano deba quedarse para hacer lo que le correspon- de hacer al resto. Eso no es justo. Un trabajador que no se siente esclavo de su espacio de trabajo rinde el doble o el triple que uno que se sienta todo el día frente a su computadora”. 82 LUGAR EN EDUCACIÓN Y BIENESTAR Respecto al tema de salud y bienestar, el Perú se ubica también en la zaga siendo superado por Argentina, Chile y Costa Rica. En relación al tema de fuerza laboral y em- pleo, el Perú está en el puesto 50, por encima de Argen- tina. RÁNKING COMPETITIVIDAD. En el reporte de competitividad del Foro Económico Mundial, el Perú está en el puesto 61.

Débiles indicadores del capital humano en Perú

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Page 1: Débiles indicadores del capital humano en Perú

LA SEMANA /4 / PORTAFOLIOEL COMERCIO / DOMINGO 6 de octubre del 2013

RÁNKING. ESTAMOS A MEDIA TABLA DEL EDITOR

¿QUÉ QUIERES QUE SEPA HACER? Débiles indicadores

del capital humano en el Perú En el nuevo ránking del Foro Económico Mundial, nuestro país está

en el puesto 75, muy por detrás de Chile y Costa Rica. En educación

se ubica en el puesto 84, siendo la peor ubicación de Sudamérica.

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A nivel latinoamericano, el Perú es uno de los países más rezagados en el índice de capital humano del Foro Económico Mundial, el cual mide la capacidad de contar con trabajadores sanos, educa-dos y con un entorno laboral propicio. Así, fi gura en el puesto 75 de 122 países. Casi 40 posiciones detrás de Costa Rica y Chile, y por debajo de Uruguay, Brasil, México, Ecuador, Argentina y Colom-bia. Mientras tanto, en primer lugar se encuentra Suiza, seguida por Finlandia, Singapur y Holanda.

Pero eso no es lo peor. Entre los fac-tores que condicionan la posición en el ránking (educación, salud y bienestar, mano de obra y empleo, y entorno pro-picio), el Perú es el que peor ubicación ocupa en la región sudamericana, colo-cándose en el puesto 82. Ello demues-tra que los esfuerzos desarrollados en el país para contar con una masa laboral preparada aún no generan buenos resultados.

El consultor inter-nacional en educación Hugo Díaz indica que este resultado refleja la mala calidad de la educa-ción superior tanto en universidades como en institutos.

Este resultado no es para pasarlo por agua tibia. En ge-neral, los inversionistas toman en cuenta este tipo de indicadores para decidir posibles inversiones, más aún cuan-do en el escenario latinoamericano se sabe que hay una fuerte competencia por talentos en los sectores de minería y energía.

La debilidad de la inversión orienta-da al sector educativo también se ve re-flejado en el índice, considerando que países como Chile, que está en el puesto 36, invierte una considerable cantidad de su presupuesto en educación.

LUIS DAVELOUIS LENGUA / PERIODISTA

@LDAVELOUIS

La semana pasada discutíamos en casa qué tipo de

ayuda necesitamos. La idea de tener a una persona

que apenas conocemos viviendo con nosotros no

es muy atractiva, independientemente de la para-

noia por la falta de seguridad en la que nos hemos acostum-

brado a vivir sumergidos. Suelen tener que pasar muchos

años antes de que esa persona deje de ser un extraño.

No quiero que viva con nosotros. Primero, no necesi-

to que esté todo el día en la casa vacía; necesito que la casa

esté limpia y la comida lista cuando lleguemos de trabajar

(si es a una hora decente, se entiende, si no, es abuso) y que

lleve y recoja la ropa –la que no lavamos en casa– de la la-

vandería. Si a esta persona cumplir tales metas a satisfac-

ción nuestra le toma 20 minutos o 10 horas, es cuestión de

ella. Si se demora menos, ella tendrá más tiempo para de-

dicarlo a lo que sea que le guste o incluso cumplir con otro

empleo, y a mí me costará menos en consumo de energía,

agua y tiempo para estar a solas con mi familia en mi casa

sin zapatos y en shorts. Todos ganamos.

Esta situación se repite en

muchísimas empresas e institu-

ciones privadas y públicas. Cier-

to, se han hecho esfuerzos por

combatir la tendencia (o el gusto)

de ciertos empleados por que-

darse horas de horas en su pues-

to sin hacer nada que tenga que

ver con el trabajo que se espera

de ellos o que redunde de mane-

ra alguna en benefi cio de la orga-

nización, pero sigue pasando. Y

lo más sorprendente es que suce-

de principalmente por presión de

las propias organizaciones que

se han acostumbrado a tener a las personas calentando

el asiento en vez de hacer algo productivo con su tiempo

que sí redunde en benefi cio de ellos y también de la fi rma

o empresa o institución. Y aquí va la parte espinosa: la efi -

ciencia debe jugar a favor de todos, no solo de la organi-

zación. Es decir, si alguien puede terminar su trabajo co-

rrectamente en menos horas que el resto, debería irse a su

casa a estar con su familia, practicar algún deporte, tocar

algún instrumento o algo por el estilo, lo que sea que lo en-

riquezca más allá del trabajo porque, afrontémoslo, los

trabahobbies no abundan. Un trabajador que no se siente

esclavo de su espacio de trabajo rinde el doble o el triple

que uno que va y se sienta todo el día mirando la panta-

lla de su computadora procrastinando y actualizando sus

estados de Facebook y Twitter con la energía y la red de

su empleador porque se siente mal por irse aunque haya

terminado. ¿A quién benefi cia tal estado de las cosas? En

el sector público los presupuestos se adjudican cada vez

más en base a resultados, ¿no se puede hacer lo mismo

para todo el mundo? Ojo, eso no quiere decir –de ningu-

na manera– que quien termina lo que tiene que hacer más

temprano deba quedarse para hacer lo que le correspon-

de hacer al resto. Eso no es justo.

Un trabajador que no se siente esclavo de su espacio de trabajo rinde el doble o el triple que uno que se sienta todo el día frente a su computadora”.

82LUGAR EN EDUCACIÓN Y BIENESTAR Respecto al tema de salud y bienestar, el Perú se ubica

también en la zaga siendo superado por Argentina, Chile

y Costa Rica. En relación al tema de fuerza laboral y em-

pleo, el Perú está en el puesto 50, por encima de Argen-

tina.

RÁNKING COMPETITIVIDAD.En el reporte de competitividad del Foro Económico

Mundial, el Perú está en el puesto 61.