DelaCadena2008

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    Qu soy? Un hombre civilizado que no ha dejadode ser, en la mdula un indgena del Per; indgena

    pero no indio.Entrevista con Ariel Dorfman (1970: 44)

    Si la antropologa se convirtiera en una disciplinamundial, en lugar de ser slo una disciplina occidental,debera definir a sus otros de una manera distinta,como sujetos que tambin hablan, piensan y saben.

    Anne Salmond (1995: 45).

    En un volumen reciente, al describir la antropologa en el

    Per, el antroplogo y poltico Carlos Ivn Degregori(2000) seal que sta haba desarrollado una visinanaltica interna que carece de perspectiva comparativa. Estasituacin, segn l mismo explica, contrasta con las condicionesde investigacin en el hemisferio norte, donde el acceso a biblio-grafa y fuentes de financiamiento provee a los investigadoresde una visin ms amplia, pero ensimismada. Mientras ladisponibilidad de recursos les permite comparar y contrastarel conocimiento antropolgico sobre los pases andinos, en

    general continan basndose en informacin publicada eningls, primordialmente por investigadores estadounidenses.Para ilustrar esta caracterstica, Degregori refiere el artculode un antroplogo estadounidense que presenta un balance delos estudios andinos, en el cual de los 62 ttulos mencionadosen la bibliografa, slo dos son de antroplogos peruanos. Elmismo autor describe crticamente tal situacin como un trin-

    gulo sin base, una imagen de acuerdo a la cual el conocimiento seconcentra slo en la cspide.1 Pero sugiriendo que hay distintas

    1 Julio Cotler introdujo la idea de tringulo sin base en losdebates latinoamericanos conocidos como teora de la depen-dencia durante la dcada de 1970. Esta imagen representabauna situacin en la que la participacin poltica en asuntos delEstado se limitaba nicamente a los representantes oficiales la

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    y sus tensiones: de una antropologaandinista a la interculturalidad?Marisol de la Cadena

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    cspides para diferentes tringulos sin base, que adems secontienen a s mismos, admite adems que su propio balance dela antropologa peruana excluye el conocimiento producido por

    las universidades del interior del pas (2000: 17-18).Este artculo discute, genealgicamente, la complejatrayectoria de un aspecto de la antropologa latinoameri-cana conocido como andinismo y sus pasadas y presentesconexiones con el mestizajey la interculturalidad respectiva-mente. Encuentro relevante la aseveracin de Degregorisobre las desiguales relaciones entre la antropologa andinistadel sur y su contraparte del norte principalmente estado-unidense y, por ello, motiva esta reflexin. Sin embargo,

    mi principal preocupacin se dirige a explorar las tensionesintrnsecas a la formacin intelectual-poltica en Per y el restode Latinoamrica. El principal argumento de este texto es quelas relaciones nacionales de dominacin y subordinacin dediversas formas locales de conocimiento incluyendo formasno-occidentales son parte de las condiciones que hacenposible la hegemona intelectual de las formaciones econmico-acadmicas euroamericanas. Mltiples y cambiantes centros yperiferias, as como las resultantes relaciones de dominacin,

    diversas y estratificadas, influencian lo que con el tiempo sevisibiliza como conocimientoantropolgico (universal) y lo quese mantiene invisible como informacin(local), tanto a escalamundial como en pases especficos.

    Articulada por una vocacin universalista de extenderla razn y de asimilar lo no-histrico en la Historia, lamoderna geopoltica del conocimiento estableci uncentro(Euro-Amrica) y lo excedi, constituyendo as una formacin

    acadmica regional con sus centros donde se acumularonlas instituciones de la razn y periferias donde la lgicaracional tena una presencia ms dbil. Consecuentemente,sucesivas y autocontenidas relaciones de poder entre mltiplesy estratificadas formaciones de conocimiento local occidentaly no-occidental organizan las condiciones de posibilidad dela hegemona intelectual de un ncleo acadmico-econmico,generalmente ubicado en el hemisferio norte y consideradocomo el centro del conocimiento universal. Para ilustrar

    este proceso, en este artculo presento una discusin de la

    cspide del tringulo, mientras que los grupos subalternosse mantenan al margen de ella (Cotler 1967).

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    trayectoria genealgica y dialgica2 de lo que se convertiraen la antropologa andinista, y sus secuelas como multicul-turalismo liberal e interculturalidad radical. Asociada a una

    nocin racializada de cultura que permite a la elite polticadiscutir el derecho de las naciones latinoamericanas a existircomo tales (De la Cadena 2000), la antropologa en esta reginemergi rodeada de instituciones de produccin de poblaciny apoyada por el Estado. Significativamente, la antropologaandina estuvo tambin marcada por lo que el socilogo AnbalQuijano denomin la colonialidad del poder, una condicinhistrica y geopoltica que deslegitima formas no occidentalesde interpretar el mundo comoconocimiento, situndolas en

    estadios pre-modernos que apuntalan formas de investigacinno-coetneas (Fabian 1983).3

    Mi relato comienza en los primeros aos del siglo pasado,cuando la antropologa no se haba consolidado todavacomo disciplina. Entonces, la discusin sobre la culturala cual an no haba sido separada de la raza alimen-taba los proyectos nacionalistas promovidos por una red deintelectuales regionales que, bajo la etiqueta de mestizaje,contribuy finalmente a la emergencia y articulacin de

    Latinoamrica como un cierto tipo de regin geopoltica.Finalizo la primera seccin en los aos setenta cuando emergela nocin de lo andino o andinismo. Institucionalmente

    2 En este artculo utilizo la nocin de dilogo de M. M. Bakhtiny la perspectiva genealgica de Michel Foucault para evitar lanarrativa histrica lineal que naturaliza las actuales geopolticasde conocimiento.

    3 Al formular esta nocin, Quijano (1997) explica que las formaseurocntricas de conocimiento y las actuales formas de domina-cin vigentes en el mundo se encuentran entrelazadas. Las racesde esa formacin de poder pueden ser rastreadas hasta el sigloXVI, cuando las creencias en la superioridad de las fe cristianafrente al paganismo permitieron a Europa constituirse comoel epicentro de la modernidad, presuntamente el momentoHistrico ms avanzado de la humanidad. Sustentado en laeurocntrica nocin de tiempo lineal, el poder que respald laconquista de Amrica y que conect ambos mundos nuevo yviejo condicion una produccin de conocimiento, segn lacual Amrica habitaba en el pasado y careca de lo que los euro-

    peos tenan: civilizacin y razn. Instalada en la disciplina dela Historia, esta alquimia conceptual que reproduca la imagende Europa como el futuro de las poblaciones no-europeas hasobrevivido a los movimientos descolonizadores y continainformando dominantes maneras de conocer.

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    vinculado a los estudios de rea y al concepto de reacultural de la antropologa norteamericana, el andinismoha sido criticado en los Estados Unidos y el Per por

    ser una representacin orientalista de la cultura andina,desprovista de historia y poltica, que a su vez est plagadade un profundo pensamiento estructural (Starn 1991,1994, De la Cadena 1991). En la tercera seccin, describo laemergencia de otra red: la de los intelectuales indgenas unaoximornica identidad a comienzos del siglo XX, cuando losindios eran impensados como seres racionales y menos ancomo intelectuales. Estos intelectuales, actuando nacionale internacionalmente, configuraron una red que cuestiona

    la homogenizante narrativa del mestizaje y propone en sulugar la interculturalidad,como el medio para producir unacomunidad nacional imaginada en toda su diversidad tnico-cultural e incluso ontolgica.

    La segunda seccin interrumpe lo que de otra formapodra haber sido una secuencia, es decir, desde el mestizajehasta el anti-mestizaje y desde los intelectuales-polticostradicionales hasta los de base. En esta seccin empleo la viday obra de Jos Mara Arguedas para ilustrar los conflictos

    internos que controlaron la produccin de conocimientoentre los cientficos sociales peruanos. Este controversialintelectual peruano e icono del andinismo se sita en variasencrucijadas inusuales. Era un intelectual no-indgena y unindividuo indgena quechua, as como un etngrafo y literato,cuyo trabajo resiste la clasificacin binaria en ficcin o etno-grafa. Si bien esto puede formar parte del sentido comn delas sensibilidades poscoloniales, en los modernizantes aossesenta la experiencia y el trabajo de Arguedas desafiaron los

    lmites del conocimiento sociolgico-antropolgico certificadoy los proyectos polticos que este conocimiento sustentaba. Suvoluntad de combinar civilizacin con indigenidad como en lacita introductoria represent un desacuerdo ontolgico con elpoder totalizante de la modernidad y su tendencia a la homoge-neidad. Polticamente, sta desafi los programas nacionalistashegemnicos sustentados en la teleologa del mestizaje: la ideade que los indios seran incluidos en la nacin peruana comomestizos slo una vez que hubieran completado los requeri-

    mientos de la civilizacin. Tericamente, la autoidentificacinde Arguedas puede ser considerada como un rechazo alhistoricismo (cf. Chakrabarty 2000), una conceptualizacin deltiempo histrico como medida de la distancia cultural entreformaciones occidentales y no-occidentales que coexisten y,

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    en el caso de Per, entre las poblaciones espaolas y andinas.Pero lo ms fascinante para la construccin de antropologasmundiales es que la declarada subjetividad de Arguedas repre-

    sent la bsqueda de un tipo diferente de conocimiento quedefini a sus otros como subjetividades que hablan, piensany saben, tal como lo sugiere Anne Salmond en la segundacita introductoria y como lo proponen, ms de treinta aosdespus, los movimientos sociales indgenas dentro de sudemanda de interculturalidad. Una nocin que, al igual queArguedas, rechaza tanto las historicidades lineales como losproyectos dominantes de mestizaje e instala narrativas para laexistencia de varias naciones bajo un estado (diferente).

    El eje interamericano de la antropologa peruana

    Junto con Jos Mara Arguedas, el rumano John Murrafue otro promotor del andinismo. En 1952, mientras quetodava era un alumno de doctorado en la Universidad deChicago, Murra viaj a Jamaica, contratado por su amigo elantroplogo estadounidense Sydney Mintz, y despus viaj aPuerto Rico respaldado por Julian Steward. Desde Jamaica,

    Murra fue a Cuba donde conoci a Fernando Ortiz el autorde Contrapunto cubano. Tabaco y azcar([1947] 1995), quizsla etnografa histrica ms temprana producida por un inte-lectual latinoamericano su primera edicin fue prologadapor Bronislaw Malinowski. Sobre Ortiz, Murra escribi:Un respetable viejo. Nosotros visitamos el palacio en el quevive. l escribi muy buenas cosas. Este hombre, antes de larevolucin [cubana] en 1952 tena ya sesenta aos. Peroera hroe pstumo de la revolucin porque fue el primero en

    escribir sobre cuestiones afrocaribeas. Un muy buen amigode Herskovitz, de Aguirre Beltrn. Desde Cuba, Murra tomun bote a Yucatn y despus un avin a Ciudad de Mxico,donde conoci a otro antroplogo, el espaol ngel Palerm,con quien pasaron largas horas conversando sobre antro-pologa y revolucin (Castro et al. 2000: 43). Ms adelante,tambin participara en estas conversaciones el mexicanoGonzalo Aguirre Beltrn, quien haba estudiado antropologaen la universidad de Northwestern con Melville Herskovitz

    y, al igual que Ortiz, estaba interesado en la africana. Estadensa red de amistad, oportunidad, intereses acadmicos yemociones polticas que conecta diversos pases EstadosUnidos, Cuba, Mxico, Espaa e incluso Rumania evidenciala complejidad de los itinerarios antropolgicos conceptuales

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    entre el Norte y Sur de Amrica. Ella sugiere tambin laexistencia de una formacin intelectual latinoamericana msall de las fronteras de pases especficos. Genealgicamente,

    esta formacin regional se conecta con una red intelectual mstemprana que antecede a la antropologa como disciplina.

    Articulada por una emocin poltica regionalista y naciona-lista, la segunda de estas redes agrup, desde finales del sigloXIX, a diversos intelectuales en torno a la idea de Indoamrica.sta era una comunidad imaginada, de alcance sub-continental,que emergi de un pasado comn, moldeada por tradicionesreligiosas precolombinas e hispnicas.4 Ya sea como testigos,participantes u opositores de ciertos eventos polticos como la

    Revolucin Mexicana y las crecientes aventuras expansionistasde Estados Unidos en Latinoamrica los lderes de Indo-amrica se conocan entre ellos e incluso algunos trabajabanjuntos.5 Por lo general, los indoamericanistas comnmenteconocidos como indigenistas eran intelectuales provincianosen su mayora, abogados conocedores de sus entornos: restosarqueolgicos, folclor, escritos coloniales, lenguas vernculasy formas indgenas de vida. Cuando la antropologa se conso-lid en los Estados Unidos, los indigenistas viajaron al norte

    4 Influenciados por El declive de Occidentede Spengler el cual sepopulariz en Latinoamrica a travs de la Revista de Occidentede Ortega y Gasset, los indoamericanistas propusieron quesu liberacin ideolgica y filosfica de la dominacin trasat-lntica deba estar epistemolgicamente inspirada por unaactitud espiritual comprensiva con el pasado (Garca [1930]1937: 33).

    5 El ms prominente defensor de esta comunidad, regional ynacionalista, es Jos Vasconcelos, reconocido como el creador dela raza csmica, el lema principal del proyecto de construccinde la nacin mexicana, conocido especficamente como mestizaje.Vctor Ral Haya de la Torre fund el APRA en 1924, cuandose encontraba en Mxico trabajando como asistente personalde Vasconcelos, entonces Ministro de Educacin. A su vez,Haya de la Torre fue un notable partidario de las luchas antiim-peralistas de Csar Augusto Sandino en Nicaragua y ambossuscribieron la creacin intelectual de Vasconcelos, Indo-amrica. Del mismo modo, en el otro confn del continenteel argentino Ricardo Rojas produjo la imagen de Eurindia,la cual sugera una identidad regional construida a partir delencuentro entre tradiciones indgenas americanas y europeas.Estas ltimas llegaron a Argentina en un primer momento atravs de los colonizadores espaoles y a comienzos del sigloa travs de inmigrantes italianos, ingleses y espaoles.

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    a compartir sus conocimientos locales con sus contrapartesde este pas y a certificarlos acadmicamente. As, el peruanoJulio C. Tello obtuvo un ttulo honorario de la Universidad de

    Harvard a comienzos de los aos veinte y el mexicano ManuelGamio recibi un ttulo de la Universidad de Columbia, dondefue alumno de Franz Boas. Luis E. Valcrcel, director delMuseo de Historia del Per, recorri varias universidades delos Estados Unidos, sintindose impresionado con el vigorinstitucional de la etnologa proveniente de las tradicionesboasiana, smithsoniana y de Harvard (Salomon 1985: 89).La academia estadounidense, sin embargo, no agot el intersintelectual indigenista, ya que el indoamericanismo era una

    doctrina poltica, adems anti-imperialista. Mxico era unimportante eje ideolgico en la red, el espacio de una revolucinexitosa y una fuente de ideas sobre mestizaje.

    El mestizaje fue una herramienta para la produccin depoblacin que prometi edificar a los indgenas erradicandoel supuesto atraso que los caracterizaba. Aquello representpara Amrica Latina la posibilidad de convertirse, a futuro, enpar del vecino pas del norte, pero al mismo tiempo implicabala aceptacin de la inferioridad de la regin dentro de la escala

    evolutiva. No es difcil imaginar que, al navegar a travs de estared poltico-acadmica, las creencias nacionalistas en el mesti-zaje influenciaron la conceptualizacin de la aculturacin.6Conectada a discusiones ms tempranas sobre la influenciade los blancos en las culturas indgenas de los EstadosUnidos (ver Radin 1913), en 1936 laAmerican Anthropological

    Association(AAA) incluy los estudios de aculturacin comoun campo legtimo de la antropologa, el cual defini comola investigacin de las culturas de los nativos que participan

    de la vida civilizada.7 Legitimada como aculturacin, lanocin latinoamericana de mestizaje abri su camino hacia laacademia norteamericana y sus fondos de investigacin. Del

    6 De acuerdo a Ralph Beals (1953), Robert Redfield entoncesen la Universidad de Chicago acu este trmino despusde visitar Mxico en la dcada del veinte. Del mismo modo,Melville Herskovitz otro estudiante de Boas tambin inte-resado en la poblacin afroamericana us el concepto de

    aculturacin despus de su trabajo de campo en Surinamdonde debi entrar en contacto con nociones caribeas demtissagey negritude. l estaba trabajando con Redfield enChicago en ese tiempo.

    7 Tambin en 1936, Redfield, Herskovitz y Linton escribieron Unmemorandum para el estudio de la aculturacin (Velas 1953).

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    mismo modo, la aculturacin entr en la red indigenistadonde encontr seguidores y detractores.8 En los EstadosUnidos, la conceptualizacin oficial de aculturacin de la

    AAA y la creacin de los estudios latinoamericanos comocampo de especializacin acadmica, se pudieron haber influidomutuamente, en tanto ambos ocurrieron casi de manerasimultnea. En 1935 el Social Science Research Council(SSRC)estableci un sub-comit orientado a promover los estudiosde aculturacin (Beals 1953, Patterson 2000, Sartori 1998).Ese mismo ao, elAmerican Council of Learned Societies(ACLS)cre un comit de estudios latinoamericanos que aos mstarde se convertira en el comit conjunto ACLS-SSRC. Estas

    asociaciones buscaban coordinar la investigacin y los recursoscon las necesidades del gobierno de los Estados Unidos comoindica la Oficina de Asuntos Interamericanos, cuyo director eraNelson Rockefeller. Con fondos de esta institucin, el norte-americano John Collier acompa a los antroplogos mexi-canos en la fundacin del Instituto Indigenista Interamericano,en la dcada del cuarenta. La misin de dicha institucin erarealizar investigacin sobre los problemas indios en pasesdel hemisferio occidental (Patterson 1941: 95).

    A partir de este periodo los fondos de investigacinprincipalmente de los Estados Unidos se convirtieron enun componente crucial de la antropologa latinoamericanistay de las polticas de colaboracin en la investigacin.9 ElHandbook of South American Indians(1947-1959) es un iconode esta relacin. Producido bajo el auspicio de la Oficina deAsuntos Interamericanos y la direccin del arquelogoWendel Bennet y el eclogo materialista Julian Steward,

    8 Fernando Ortiz estuvo entre los primeros que se opusierona esta nocin. l opinaba que la aculturacin simplificaba elcomplejo proceso cultural de dar y recibir que caracterizaba alas sociedades latinoamericanas desde la llegada de los espa-oles. La mezcla era transcultural;sta oper en mltiples direc-ciones cuando los indgenas latinoamericanos, los espaoles ylas culturas negras cambiaron interdependientemente (Coronil1995, Ortiz 1940, Rama 1982). Mientras algunos crticos lite-rarios usan la nocin de transculturacinpara conceptualizar laposicin de Arguedas, el concepto de Ortiz mantiene la nocin

    de niveles de desarrollo cultural (Coronil 1995: xix) a la quese oponen los escritos y la experiencia de Arguedas.

    9 Tambin como consecuencia del rea cultural e ilustrativo dela influencia de dicha nocin, el Instituto Francs de EstudiosAndinos fue fundado en 1948, con Alfred Mtraux como unaimportante autoridad.

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    en dicho manual la colaboracin entre los investigadores delnorte y el sur debi haber estado marcada por las jerarquasacadmicas. Los creadores norteamericanos del Handbook

    y los etnlogos franceses del Instituto Francs de EstudiosAndinos consideraron como aprendicesa un gran nmero deestudiantesperuanos, escribi Frank Salomon y yo enfatizolas palabras que denotan subordinacin para dar cuenta deesta relacin (1985: 90). Pero los estudiantes peruanos eranprominentes indigenistas, destacados participantes en la reddel mestizaje e influyentes polticos locales en el Per. As, sucondicin de aprendices se remita exclusivamente a la disci-plina de la antropologa, que en aquel entonces emerga de la

    red indoamericana bajo el liderazgo de Luis E. Valcrcel, unpoltico indigenista, quien al igual que el mexicano Vascon-celos, fue ministro de educacin en 1945.

    Preocupada por la creacin del Per como una nacinmoderna, conectada con la larga red poltico-intelectual lati-noamericana y alardeando de su legado inca, la antropologaperuana escogi a las pasadas y presentes culturas indgenasandinas como su objeto de estudio y representacin poltica;patrocinada por el Estado peruano, sus primeras instituciones

    fueron museos, el Instituto de Etnologa y Arqueologa y laseccin peruana del Instituto Indigenista Interamericanocreada en 1945. En los siguientes quince aos la antropologase convirti en una disciplina establecida y, como el epicentrode un rea cultural en s misma, se convirti en el eje de laantropologa andina de los Estados Unidos, rivalizando con laantropologa mexicana y opacando el desarrollo de la disciplinaen los pases vecinos Bolivia, Ecuador, Chile y Colombia.En notable contraste con Mxico, el apoyo econmico del

    Estado peruano a la antropologa se debilit en los aossesenta; en esa misma dcada, instituciones privadas de losEstados Unidos y Europa comenzaron a financiar importantesgrupos interdisciplinarios de expertos y a instituciones pol-tico-acadmicas donde la antropologa tena algo importanteque decir. Al igual que en el resto del mundo, la narrativahistrica lineal propuesta por la teora de la modernizacintanto en su versin derechista como izquierdista tuvo unpeso considerable en el Per.

    Para la teorizacin antropolgica local, el predominio de losparadigmas de la modernizacin signific el fortalecimiento dela teleologa del mestizaje. Sin embargo, la temprana retricaindigenista, con su nfasis nacionalista en la dada cultura-historia, fue reemplazada por un discurso economicista, fuer-

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    temente coloreado por las polarizadas ideologas polticas queentonces prevalecan. Las propuestas conservadoras imagi-naban a los indios convertidos en granjeros o normalizados

    como mestizos urbanos; desde el lado opuesto, los proyectosrevolucionarios necesitaban campesinos o trabajadoresasalariados, en lugar de indios supersticiosos inmersos eneconomas de autosubsistencia. La segunda de estas visionesfue compartida por los partidarios de la teora de la depen-dencia, la alternativa conceptual izquierdista a las teorasde la modernizacin. En el marco de esta conceptualizacin,Latinoamrica dejaba de constituir la parte subdesarrolladadel continente y pasaba a ser interpretada como una formacin

    econmica regional en relacin de dependencia frente a Europay Norteamrica, como resultado histrico de la dominacincolonial y la explotacin econmica capitalista. De esta pers-pectiva proviene la propuesta de etiquetar el mestizaje con unpeculiar adjetivo local: cholificacin.

    Exhaustivamente interdisciplinaria y exudando poltica,en la antropologa peruana de los aos sesenta florecieronterrenos discursivos como el de los campesinos y el campo,los cuales proliferaron en discusiones intelectuales en conexin

    con movilizaciones rurales relativamente exitosas. De maneraconveniente, los cientficos sociales evaluaron aceptaron orechazaron las influencias tericas extranjeras utilizandolas escalas de valor que se ajustaban a sus proyectos polticosen curso. Por ejemplo, los antroplogos que trabajaban con elEstado le dieron la bienvenida a la antropologa aplicada; losdefensores de la teora de la dependencia siguieron el trabajode Eric Wolf y Maurice Godelier, mientras que Clifford Geertzy Claude Lvi-Strauss slo tuvieron un impacto marginal.

    La cultura se convirti en la preocupacin de unos cuantosantroplogos marginales entonces considerados conserva-dores bajo el liderazgo de John Murra. En dilogo con JosMara Arguedas, Murra populariz la nocin de lo andino,la cual rpidamente se integr a la red indigenista peruana. Enlos aos siguientes esta nocin anim una interesante contro-versia en los Estados Unidos, estimulada por la acusacin deceguera poltica que el antroplogo Orin Starn levant contralos andinistas por haber perdido de vista la revolucin que

    los activistas de Sendero Luminoso organizaban, incluso enlas comunidades donde algunos de ellos trabajaban (Starn1991). Mientras que la discusin sobre el andinismo de losEstados Unidos no era prominente en el Per, la controversiaen torno al trabajo de Arguedas haba sobrevivido mucho

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    despus de su muerte en 1968. Identificado como un incitadorde lo andino una nocin desacreditada como indigenismoromntico, aunque la antropologa de Arguedas nunca fue

    importante y en la actualidad es totalmente ignorada, sutrabajo literario contina siendo polmico entre los cientficossociales y polticos.

    Todas las sangres: Arguedas como unaimpensable revolucin epistemolgica

    La controversia que el trabajo de Arguedas poda provocarfinalmente ocurri despus de la publicacin de la novelaTodas las sangres. En un conocido centro de investigacin enLima,10 reunidos en la Mesa Redonda, un grupo de prominentescientficos sociales y crticos literarios discuta esta noveladurante largas horas. Despus de una amarga discusin quefue grabada, transcrita y publicada como un folleto, llegarona la conclusin de que la novela propona un proyecto polticoinviable, el cual incluso poda ser perjudicial para el pas. Estareunin se ha vuelto legendaria en la mitologa acadmicaperuana, constituyendo a la vez un momento fundacional y de

    rechazo cientfico de lo andino.La publicacin de la novela coincidi con un periodo de

    intenso conflicto entre grandes terratenientes y agricultoresindgenas conocidos como campesinos o indios. Inspiradospor una combinacin de marxismo ortodoxo, teora de la depen-dencia y poltica indgena, estos agricultores lograron incautarlas tierras de las haciendas.11Todas las sangres, aunque a favor

    10 ste era el Instituto de Estudios Peruanos. Creado a comienzosde la dcada del sesenta por un grupo interdisciplinario deintelectuales de elite socilogos, antroplogos, historiadores,economistas, entre otros, se encontr entre las primeras insti-tuciones que activamente buscaron y recibieron financiamientoprivado. Llama la atencin que dicho instituto combinara ellegado del indigenismo con los aportes de la vanguardia de lateora de la dependencia. La posicin social privilegiada de susmiembros junto con sus inclinaciones izquierdistas hicierondel instituto una organizacin influyente y central para el

    desarrollo de las ciencias sociales en el Per. Luis E. Valcrcel,John Murra, Jos Matos Mar todos ellos figuras relacionadascon el eje de la antropologa interamericana fueron miembrosdel instituto.

    11 Para controlar el desorden y modernizar el campo el Estadorespondi con planes de desarrollo dirigidos a integrar a la

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    de la lucha indgena, contradeca el guin de los intelectuales-polticos de izquierda. Este guin comn a las insurreccionesmarxistas en Latinoamrica de los aos sesenta indicaba

    que las enseanzas de los activistas polticos la vanguardiarevolucionaria, as como el mismo activismo, transformaraa los indios en campesinos. Iluminados por la conciencia declase, ellos dejaran detrs la supersticin y formaran partede la historia moderna se integraran polticamente comocompaeros. Todas las sangresdiscutaeste destino y, por lotanto, tocaba un punto poltico neurlgico altamente sensiblepara los intelectuales progresistas. Pero an ms importantee inaceptable era que la novela de Arguedas planteaba

    un reto epistemolgico a la hegemona del sujeto modernosingular, propuesto tanto en el proyecto izquierdista como enel conservador.

    Situada en las alturas andinas, la novela describe una encar-nizada disputa entre dos hermanos don Fermn y don BrunoAragn de Peralta, dueos supremos de extensos latifundiosen la regin sur andina. Fermn encarna el capitalismo, elprogreso y la razn. Este personaje aspira a la modernizacindel Per y su proyecto regional es desarrollar una mina. Bruno,

    por su parte, es un hacendado feudal imbuido de misticismoy opuesto a las inclinaciones modernizantes de su hermano,principalmente a su proyecto minero. l quiere que el Per semantenga tradicional porque en palabras de Arguedas lomoderno es un peligro para la santidad del alma ([1965]1996: 52). Cercado por los dos hermanos se encuentra Deme-trio Rendn Willka, capataz de los trabajadores indgenas enla novela y el centro de la controversia en la Mesa Redonda. les un indio que recientemente ha retornado al lugar despus de

    varios aos en Lima. Siguiendo el guin dominante del mesti-zaje-aculturacin, este personaje deba encontrarse purgadode supersticiosas creencias y convertido en un ex-indio, uncholourbanizado, desdeoso de las cuestiones indgenas. PeroWillka defraud el guin. La educacin formal y la vida urbanano lo haban transformado como proponan los proyectosnacionalistas y las polticas estatales, ya que l alternabaatuendos urbanos y rurales, y se autoidentificaba con facilidadcomo comunero ledo; siempre pues, comunero (1964: 33).

    poblacin indgena, en los cuales los antroplogos extran-jeros y locales participaron profusamente. Los esfuerzosms conocidos son el proyecto Cornell-Vicos y el Plan deIntegracin de la Poblacin Aborigen que estuvieron vigentesentre las dcadas del cincuenta y sesenta.

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    Su experiencia urbana le haba enseado que la tecnologamoderna poda ayudar a dominar la naturaleza, pero, comoun individuo indgena, l le comunicaba sus convicciones a un

    caballo, en una conversacin en la que tambin agradeca elpoder del sol.12 En lugar del normal hbrido encaminado haciala modernidad, Willka personific una hibridez oximornicaque rechazaba la consistencia y, as, era capaz de pensar-actuaren trminos modernos y no-modernos. En el final de la novela,la inconsistencia de Willka haba cruzado el umbral de lotolerable, al entrar a la esfera de la poltica para organizara un grupo precursor de lderes indgenas, quienes, al igualque l, crean en el poder de los cerros y fueron capaces de

    dirigir una exitosa insurreccin motivada a la vez por lamagia y la razn al igual que la Rebelin Santa de 1985 enIndia analizada por Guha (1988). Al final, Todas las sangrespropuso un movimiento social indgena alternativo, un aliadocrtico de la izquierda moderna, pero con una a-moderna lgicahbrida. Alfabetizacin y polticas modernas eran importantes,pero ellas deban ser selectivamente usadas y traducidas alas formas indgenas en vez de erradicadas, como en lasiguiente cita:

    En la crcel se aprende mucho. All hay escuela.Hay que or a los polticos [los presos polticos].El mundo es grande. Pero hay que seguir lo quedicen los polticos; segn nuestra conciencia hay queaprender lo que ensean. Ellos son de otro modo. Nadienos conoce. Vers! [] A ti te van a llevar preso[] Ya sabes firmar. En la crcel vas a aprendera leer. Que te lleven a Lima! (1964: 307).

    En su anlisis de la revolucin de Hait, Michel-Rolph Troui-llot explic que, hasta hace poco, la idea de esclavos negrosluchando por la independencia del pas era un evento impen-sable: identificados como prerracionales, la idea de individuosnegros desafiando el poder, y adems en sus propios trminos,excedi las categoras conceptuales y polticas histricamentedefinidas (Trouillot 1995). Del mismo modo, en las mentesde los principales intelectuales limeos de los aos sesentamuchos de ellos sinceros socialistas y prominentes defensores

    12 En una conversacin con el caballo de su jefe, Lucero, Rendndeclara: Lucero! [] el camin te va a enterrar, caray!Lucero. Puede ms que t y el hombre, pues lo ha hecho.El hombre pues, est ganando Lucero. Despdete. El sol teprefiere, te hace grande, por gusto (1964: 120).

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    de la teora de la dependencia no haba lugar conceptual opoltico para Rendn Willka. La elocuencia de Anbal Quijanoa este respecto se ha vuelto legendaria en los crculos de las

    ciencias sociales peruanas:[] el personaje Rendn Willka es sumamenteequvoco: yo tuve [] la impresin [] de queRendn Wilka regresaba totalmente cholificadodela ciudad, y que iba a proceder con suma astuciay maquivelismo en la conduccin poltica delproceso de insurreccin campesina, y entoncesapareca un poco disfrazado dentro de su propiapoblacin. Pero la impresin siguiente, sobre

    todo al final de la novela, es que Rendn Willka[] se reintegra no muy concientemente, nototalmente, pero en algn sentido se reintegra almarco de lo indgena tradicional (IEP [1968]2000: 59).

    El mundo indgena y su paisaje animado no eran la arenasecular que las organizaciones polticas modernas necesitaban.Entonces, en aparente paradoja, el anlisis de clase trabajaba

    como la prosa de la contrainsurgencia (cf. Guha 1988). As,cuando tenan lugar agitaciones rurales bajo el liderazgo depolticos indgenas probablemente como Rendn Willka stasno eran consideradas movimientospolticos indgenassino parabien o para mal slo un aspecto de la lucha revolucionarialiderada por polticos urbanos. Incluso Eric Hobsbawn laautoridad extranjera en rebeliones por aquellos aos habarecientemente considerado a los campesinos como actores pre-polticos, en un anlisis que inclua como parte de su muestra

    a los movimientos rurales peruanos (Hobsbawm 1960). Lanocin de cambio promovida por premisas modernizantesincluyendo aquellas de la teora de la dependencia estaballena de historicismo: el cambio se mova del pasado hacia elfuturo y, en consecuencia, los lderes indgenas cambiabancuando dejaban detrs las supersticiones e ingresaban a lasorganizaciones polticas.13 Indomado por esta narrativa,Willka era retrgrado y ello representaba la indianizacinde la poltica, un imposible histrico para los socilogos que

    13 La instruccin poltica buscaba erradicar la indianidad.Arguedas estaba familiarizado con esta narrativa. En su novelaDon Fermn el hermano a favor de la modernizacin explicael irracional comportamiento de Willka del siguiente modo:Ese en Lima, no ha recibido instruccin poltica. Es un supers-ticioso, un indio todava (1964: 100).

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    imaginaban un tipo de lder diferente:

    Yo estoy trabajando en este momento sobre elliderazgo del movimiento campesino y he reco-

    rrido durante el ao pasado algunas de las zonasms afectadas por el movimiento campesino: yono he encontrado sino un lder indio dentro detodos los sindicatos campesinos que he conocido.De manera que no existe liderazgo indio en el movi-miento campesino en ese momento, aparece slo porexcepcin y slo de manera totalmente aislada,y el lder indio est ya, l mismo en proceso decholificacin. No creo por ello que sea viable una

    solucin indgena al problema campesino (IEP[1968] 2000: 59-60).

    Estas palabras de Anbal Quijano, una vez ms, fueron lasltimas en ser transcritas de la grabacin de aquella amargasesin. Aunque de manera simplificada debido a las tensiones, los participantes de la reunin se refieren a una tesis mscompleja, publicada el mismo ao que Todas las sangres, la cualpoco despus se popularizara como cholificacin. sta describe

    la transformacin de los indios en cholos, su des-indianiza-cin eincompleta integracin a las maneras occidentales deser y saber.14 No obstante, los cholos representaban la espe-ranza nacional del futuro. Ellos marcaban, segn Quijano, laemergencia[de] una cultura incipientemestiza, embrinde la

    futuranacin peruana si la tendenciase mantiene.15

    Incluso una superficial contextualizacin del debate revelaque Quijano no era el nico que tena esta posicin, aunquedebi haber sido el oponente ms elocuente de Arguedas. l

    era tambin su amigo y, aunque no resulta obvio para el lectorde las transcripciones, la discusin estaba embebida de previasconversaciones irresueltas.16 Ello no anula, sin embargo, el

    14 En 1964 Anbal Quijano public La emergencia del grupo choloy sus implicaciones en la sociedad peruana. Esquema de enfoqueaproximativo. Este libro volvi a ser publicado en 1980 comoLo Cholo y el Conflicto Cultural en el Per, en Dominacin

    y Cultura,editado porMosca Azul en Lima, 1980 (citado por

    Rochabrn 2000: 99).15 En El movimiento campesino del Per y sus lderes (1965:61). En 1979, este ensayo fue incluido en el libro de AnbalQuijano Problema agrario y movimientos campesinos(citado porRochabrn 2000: 101-103).

    16 Anbal Quijano, conversacin personal, agosto de 2003.

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    notable vocabulario historicista que Quijano us para definir alos cholos y que predominaba en la lgica acadmica y polticade ese periodo.17 sta satur la imaginacin y lleg a seducir

    a brillantes intelectuales hasta el punto de llevarlos a cometerirracionales olvidos histricos: ellos no tomaban en considera-cin que los cholos aunque bajo diferentes etiquetas habanexistido histricamente entre en lugar de moverse haciapor ms de cuatrocientos aos desde la invasin espaola delos Andes. Desde la perspectiva historicista, Demetrio RendnWillka no era slo una contradiccin: l no era posible. Emergide la genealoga del mestizaje para contradecir su teleologa, alproponer que las formas indgenas de ser en lugar de asumir

    el movimiento progresivo de la historia de la modernidad osimplemente permanecer tenan su propia historicidad,a pesar del innegable poder del capitalismo industrial. Mssignificativamente, el liderazgo poltico de Willka implic lainclusin de formas conocimiento indgenas en el proyectonacional y as desafi la premisa de conocimiento/poder delsocialismo, la cual en tanto colectivismo secular requera dela cooperacin de seres racionales, emancipados de los diosesy la magia.18 Las liberadoras polticas socialistas necesitaban

    la supremaca de la razn y Todas las sangres, tal vez prematu-ramente, se opona a este fundamentalismo. Arguedas explic:la teora socialista no slo dio un cauce a todo el porvenir sinoa lo que haba en m de energa, le dio un destino y lo cargan ms de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. Hastadnde entend el socialismo? No lo s bien. Pero no mat en mlo mgico ([Octubre, 1968] 1971: 283).

    Desde mi punto de vista, el esfuerzo de Arguedas coincidelargamente aunque treinta aos antes con el proyecto

    que Dipesh Chakrabarty ha denominado provincializar

    17 Desde similares estructuras mentales evolutivas, algunoshistoriadores y socilogos niegan la conciencia nacionalistade los campesinos. Ver, por ejemplo, el texto de HeraclioBonilla The War of the Pacific and the National and ColonialProblem in Peru, en Past and Present81: 92-118, y el de HenriFavre Remarques sur la lutte des classes pendant la guerredu Pacifique, en Littrature et Socit au Prou du XIX sicle anos jours,Grenoble, 1975, pp. 55-81.

    18 Las palabras pertenecen a Enrique Bravo Bresani, un ingenieroque particip en la Mesa Redonda y poco despus se convirtien uno de los idelogos del Gobierno Militar Revolucionario,el cual en 1968 implement una reforma agraria dirigida aneutralizar las revueltas rurales.

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    Europa (2000). Sugiriendo que el pensamiento europeo esindispensablepero inadecuadopara explorar las preguntas dela modernidad poltica en el Tercer Mundo, provincializar

    Europa es una invitacin a examinar las posibilidades derenovar y transformar las actuales formas hegemnicasde conocimiento desde los mrgenes. Del mismo modo, lapersona pblica de Arguedas como lo indican su trabajo ysus testimonios de vida propuso una alternativa poltica deconocimiento, una que vio la necesidadde razn occidental ysu incapacidadde traducir, capturar o reemplazar las manerasandinas de ser. En lugar de un multiculturalismo tolerantede Todas las sangres19 como su poltica ha sido interpretada

    (Karp 2003), yo he querido leer a Arguedas como propo-niendo un multi-ontologismo y un nacionalismo capaz de seruniversal y singular, articulado por la razn y la magia, enigualdad de condiciones, y adems socialista.20 Ms all de laspredominantes explicaciones economicistas, Arguedas puso enevidencia que el capitalismo derivaba su poder de la voluntadde las epistemologas modernas de reemplazar ontologas no-occidentales por formas modernas de conciencia. As, l devello que Quijano tal vez inspirado por este desencuentro y casi

    treinta aos despus de que ocurriera ha teorizado como lacolonialidad del poder, el concepto que he explicado al iniciode este artculo. En los tardos sesentas, sin embargo, salvo unahonrosa excepcin el lingista Alberto Escobar, todos losparticipantes de la mesa redonda ridiculizaron el proyecto deArguedas. Presa de la depresin desde su juventud, Arguedasse quit la vida unos pocos aos despus del episodio de lamesa redonda. Algunos expertos identificaron esta discusincomo una de las causas de su suicidio.

    El autor de Todas las sangresera tan complejo como lospersonajes que haba creado l era como Rendn Willka,

    19 Entre los crticos que han comentado esta frase se encuentranRowe, Escajadillo, Cornejo Polar, Escobar, Lienhard, Spitta,Rama, Larsen, Lambright, Moreiras, Devine, entre otros.

    20 Por ejemplo, el uruguayo ngel Rama ha comparado el rechazode Arguedas a la aculturacin con la transculturacin de Ortiz

    nocin que he presentado en la primera seccin. Pero lassugerencias testimoniales de Arguedas trascienden la mezclacultural bidireccional que Ortiz define como transculturacin.Aunque esta nocin alter la linealidad de la aculturacin ysostuvo la especificidad cultural de Cuba, tambin supuso lasuperioridad de la civilizacin occidental. Adems, esta fueconcebida a partir de una manera occidental de ser y conocer.

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    segn le revel a uno de sus colegas21 e impensable, entrminos de Trouillot, para sus interlocutores intelectuales delos sesenta y setenta. Arguedas, hijo de un abogado provinciano

    y vctima de una madrastra malvada, fue criado por mujeresy hombres indgenas. En una entrevista, l le dijo al escritormaestro Ariel Dorfman: Nada hay, para quien aprendi[primero] a hablar en quechua, que no forme parte de unomismo (1970: 45) Y esta ontologa lo equipaba con una manerade saber. Como continu diciendo en la misma entrevista:

    Fui quechua casi puro hasta la adolescencia. Nome podr despojar quizs nunca [] de la pervi-vencia de mi concepcin primera del universo.

    Para un hombre quechua monolinge el mundoest vivo; no hay mucha diferencia, en cuanto sees ser vivo, entre una montaa, un insecto, unapiedra inmensa y el ser humano. No hay portanto muchos lmites entre lo maravilloso y loreal [] Tampoco hay mucha diferencia entrelo religioso, lo mgico y lo objetivo. Una montaaes dios, un ro es dios, el ciempis tiene virtudessobrenaturales (1970: 45).

    Del mismo modo, aunque en una ocasin diferente, desapro-bando enfticamente la direccionalidad del mestizaje, Arguedasdeclar: Yo no soy un aculturado. Y reiter su placer de sersimultneamente indgena y no-indgena: yo soy un peruanoque orgullosamente como un demonio feliz habla en cristianoy en indio, en espaol y en quechua ([1968] 1971: 282). Estaspalabras se han vuelto famosas entre los crticos literarioslatinoamericanistas, quienes ven en ellas una confesin de la

    dramtica trayectoria de vida del autor e incluso una expli-cacin de su suicidio, una evidencia de la imposibilidad de suforma de ser.

    Los cientficos sociales ortodoxos no hubieran tolerado laafirmacin de Arguedas, salvo, segn algunos de ellos sealaron,como objeto de estudio antropolgico. Epistemolgicamentelimitadas al plano puramente literario22 al menos hasta Todaslas sangres, las descripciones del autor pueden considerarsereal maravillosas, como parte del gnero literario donde lo

    21 Entrevista con Toms Escajadillo en Cultura y Pueblo7-8, AoII, 1965, Lima (citado por Escajadillo en Revista Peruana deCultura113-114, 1970, pp. 93-94).

    22 En esto y probablemente en otras caractersticas el trabajo deArguedas es comparable a la produccin de Zora Hurston.

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    extraordinario deja de ser tal para convertirse en cotidiano.Y en la vida de Arguedas lo extraordinario era cotidiano, noslo un objeto de estudio sino parte de su subjetividad. Poco

    antes de su muerte y refirindose a la controversia, explica susrazones para escribir esta novela: Conozco el Per a travs de laviday entonces intent escribir una novela en que mostraratodas estas jerarquas con todo lo que tienen de promesa y todolo que tienen de lastre (Arguedas [1965] 1996: 52). Con la vidacomo fuente de conocimiento, la literatura le permita borrarlas distinciones entre realidad y ficcin, y as l describe sutrabajo como Absolutamente cierto y absolutamente imaginado.Carne y hueso y pura ilusin (Arguedas [1968] 1971: 22).

    La antropologa estara en desacuerdo: el paisaje animado ylos insectos mgicos pertenecan al dominio de las creenciasindgenas y, como tales, eran slo distantes objetos de estudioque adems se desvanecan. La disciplina era polticamenteinconsistente con la visin de Arguedas; como escribi en unacarta a su mentor John Murra el 3 de noviembre de 1967:

    Los planes de desarrollo de la integracin delaborigen constituyen instrumentos encaminadosa desarraigar definitivamente el indio de sus

    tradiciones propias [], antroplogos famosos[] predican con terminologa cientfica que lacultura quechua no existe, que el Per no es dualculturalmente, que las comunidades de indiosparticipan de una subcultura a la que ser difcilelevar a la cultura nacional (Murra y Lpez-Baralt 1996: 162).

    Para contrarrestar la inclinacin anticulturalista dominante

    entre los intelectuales socialistas, Arguedas se comprometiactivamente en diseminar en Lima la msica indgena andina yla artesana, a cuyo estudio y coleccin se dedic bajo el nombrede folclore desde los aos cuarenta, cuando trabajaba comomaestro en las provincias andinas. Su ltimo proyecto antro-polgico fue compilar una enciclopedia de folclore andino encolaboracin con Alejandro Ortiz y John Murra.

    En medio de la voluntad modernizante y las rgidas posi-ciones de la economa poltica que colorearon la controversial

    mesa redonda y que continuaron caracterizando el pensamientoacadmico en las siguientes dcadas, la preocupacin por losaspectos de la cultura andina finalmente encaj bajo la etiquetade lo andino, que la comunidad acadmica confin desdeo-samente a la antropologa y la etnohistoria las ciencias delpasado, mientras que socilogos y economistas se dedicaron al

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    estudio del presente. Cuando lo andino circul en los EstadosUnidos y se convirti en andinismo, las sugerencias polticasde Arguedas por una forma alternativa de conocimiento que l

    expres como la demanda por que la magia fuera consideradacomo par de la razn y por que los informantes se conviertansujetos de conocimiento desaparecieron. A travs de unacombinacin de estructuralismo francs, funcionalismo britnicoy etnohistoria estadounidense, el conocimiento indgena seconvirti al final en pensamiento andino, el objeto de atencinde las explicaciones tericas que traducen las singularidades delas formas andinas en lenguajes universales de estructurasy sistemas. La etiqueta describe un tipo de antropologa

    interesado en las especificidades de la regin, una genealogaque se conecta con la nocin de rea cultural de Kroeber y lasvisiones polticas de los indigenistas. Controversial desde susinicios, lo andino tambin se conect con la preexistente redde mestizaje interamericano en la medida que sta respaldaba aIndoamrica como una peculiar entidad poltico-cultural (Rama1982). Adicionalmente, esto promovi una formacin regionalespecfica que entrelaz las antropologas de Ecuador, Colombia,Bolivia, Argentina y el norte de Chile.

    Polticas indgenas y el final del mestizaje:interculturalidad o conocimiento

    como relacin dialgica

    [] los dioses y otros agentes que habitan las prc-ticas de las llamadas supersticiones no han muerto enninguna parte. Yo considero que los dioses y espritusson existencialmente coetneos de los humanos, y

    pienso desde el supuesto de que la cuestin de serhumano envuelve la cuestin de existir con los diosesy espritus

    Dipesh Chakrabarty (2000: 16).

    Un shaman bendice la toma [indgena] del Congreso,espanta a los malos espritus, brinda ayahuasca yal terminar la ceremonia vuela con su mente pararecordar que unos meses atrs, cinco shamanes de laregin amaznica se fueron a Estados Unidos para

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    pedir al gobierno de ese pas que revoque la patentedel uso de ese producto

    Kintto Lucas (2000: 114).

    Me han dicho que la discusin que se llev a cabo en la mesaredonda no tuvo repercusiones inmediatas; los casetes andu-vieron perdidos y fueron desenterrados varios aos despuscomo consecuencia de una limpieza general en el Institutode Estudios Peruanos.23 Pero este no fue un efmero y aisladoincidente entre dos intelectuales. Una vez que la trascripcinfue publicada como folleto el cual ha tenido varias ediciones,el evento se convirti en materia de conversaciones en crculosacadmicos peruanos e internacionales. Desde mi punto devista, esta controversia caracteriz un doble simbolismoentrelazado.24 Epistemolgicamente, la discusin expres latensin entre una tradicin analtica generalizada que tiendea evacuar lo local al asimilarlo a algn universal abstracto;[incluso si hace esto en vocablos empricos] y una tradicinhermenutica que encuentra pensamiento atado ntimamente alugares y particulares formas de vida (Chakrabarty 2000: 18).Polticamente, la discusin de la mesa redonda fue el preludiode las intensas disputas que opusieron lderes polticos campe-sinistas o clasistas a sus contrapartes indianistas, lo cualtuvo lugar a lo largo de Latinoamrica en las ltimas dcadasdel siglo XX (Hale 1994. Yashar 1998). Aquello fue parte deun proceso que algunos han denominado el regreso del indio(Alb 1991, Ramn 1993, Wearne 1996), una referencia a lacreciente importancia poltica de los movimientos socialesque articulan sus demandas en torno a asuntos indgenas yreivindicaciones tnicas, lo que de una u otra forma desafa lospuntos de vista analticos universalizantes.

    23 David Sobrerilla, comunicacin personal, agosto de 2003.

    24 Segn Carmen Mara Pinilla, los asistentes asumieron unaposicin rgidamente cientifista que los previno de tener unavisin y actitud ms comprensiva. Ella seala que los trabajosde los dos principales crticos de Arguedas Anbal Quijano yHenri Favre eran considerados como los primeros estudiosserios dentro de las nacientes ciencias sociales peruanas.En estos sobre todo en el de Quijano sobre cholificacin, seapreciaba el uso creativo y ejemplar de la teora sociolgica paraexplicar procesos de cambio en el Per, anotando regularidadesy haciendo generalizaciones (Pinilla 1994: 107).

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    A comienzos de la dcada del setenta, organizaciones comoel CRIC25 (Colombia), Ecuarunari26 (Ecuador), Aidesep27 (Per)y el Movimiento Revolucionario Tupac Katari (Bolivia) se

    levantan en el panorama poltico de sus pases, demandandoy representando ciudadana indgena. Desde sus inicios,estos movimientos propusieron proyectos que contradecanla teleologa del mestizaje. Consecuentemente, en los aosochenta a pesar de los conflictos ideolgicos internos como encualquier organizacin poltica, lograron emplazar un nuevovocabulario nacionalista pero altamente heteroglsico:palabras como pluritnico, pluricultural, plurinacional,reflejaron sus demandas por el respeto de sus singularidades

    tnicas. De manera ms significativa, la nueva terminologasu heteroglosia desafi la homogeneidad que sustentabalos ideales nacionalistas y la formacin del Estado a cargo desu implementacin. Las organizaciones polticas indgenasadquirieron estabilidad e irrumpieron en el centro de la escenaen los aos noventa, coincidiendo con la conmemoracin delos quinientos aos de la llegada de Coln a las Amricascomo hito simblico. Tal vez el evento ms inesperado yespectacular fue el levantamiento indgena ecuatoriano, que

    sacudi al pas y ocup su capital en junio de 1990. De acuerdocon el historiador ecuatoriano Galo Ramn, el levantamientorompi el dique construido desde 1830 por el proyecto deEstado Nacional (Ramn 1993: 6). En las palabras de unode sus principales actores, Luis Macas, antiguo presidente dela Confederacin de Nacionalidades Indgenas del Ecuador(Conaide)28 la ms fuerte del pas:

    Una de las cosas que logr el movimiento ind-gena fue el reconocimiento de que el Ecuador no

    estaba habitado solamente por blancos como sehaba dicho, el resto de la poblacin no existamossimplemente, o no contbamos para nada. Elmovimiento indgena del 90 cambi toda la corre-lacin social que haba en el pas, transform lapercepcin que tena la sociedad sobre lo indgenay se impuls el reconocimiento de la identidad delos diferentes grupos sociales, los mestizos, los

    25 Consejo Regional Indgena del Cauca.26 Ecuador Runacuanpac Riccharimui, Confederacin de los

    Pueblos de Nacionalidad Kichua del Ecuador.

    27 Asociacin Intertnica de Desarrollo de la Selva Peruana.

    28 Conaide reemplaz Ecuarunari en la dcada del ochenta.

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    indios, los negros.29

    Como era predecible aunque sorprendente y aun inadmi-sible para algunos, la movilizacin poltica el regreso del

    indio tambin signific el levantamiento de conocimientoslocales (cf. Foucault 1980: 81-87), la insurreccin de manerasde saber definidas por la ciencia como locales, descalificadase ilegtimas. Al igual que el personaje de Arguedas, RendnWillka, los lderes originales del movimiento eran individuosindgenas que combinaban experiencias urbanas y rurales, y aslo hizo el movimiento cuando hbilmente se apropi de prcticasmodernas y transform su lgica. Como ilustracin de esto, ydesde sus inicios, las demostraciones polticas del movimiento

    ostentaron la iconografa ritual y las representaciones andinas.De hecho, la cita anterior describe una ceremonia que tuvolugar en enero de 2000 en Quito y confront a la clase polticatradicional con la idea de que las polticas modernas y los diosespueden ir de la mano, como en la cita de Chakrabarty al iniciode esta seccin y en la novela de Arguedas. Pensados comoactos de memoria (Bal 1999), los desecularizados ritualespolticos tambin desafiaban las historias nacionalistas oficiales,reintroduciendo en el panten poltico la presencia e ideas de

    los activistas indgenas. En Bolivia, por ejemplo, cuando lamemoria de Tupac Katari fue revitalizada y politizada, su fraseYo regresar transformado en miles se volvi central en elmovimiento social indgena. Tupac Katari fue un indgena insur-gente que lider una lucha anticolonial a finales del siglo XVIII;su memoria demand la restauracin de las acciones indgenasy conocimientos en historia, es decir, la des-colonizacin de lahistoria. Animados por esta necesidad, los movimientos socialesprodujeron sus propios intelectuales orgnicos, estudiantes y

    profesores universitarios indgenas, que decidieron recuperar yreelaborar el conocimiento histrico del pasado indio (Ticona2000). Ellos tambin establecieron organizaciones no guberna-mentales de desarrollo como el Taller de Historia Oral Andina(THOA), el cual funciona en La Paz (Bolivia) desde 1983-84y trabaja para investigar, diseminar y revitalizar la cultura,historia e identidad de la gente indgena.30

    Poltica e ideolgicamente fragmentado en tendencias

    divergentes, el proceso de re-escribir las historias indgenas haconfrontado los esencialismos y la produccin de metanarrativas

    29 Luis Macas. Cmo se forj la Universidad Intercultural?.Disponible en: uinpi.nativeweb.org/docs/docs.html

    30 www.aymaranet.org/thoa7.html

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    universalizantes (Alb 1994, Ticona 2000, Van Cott 2000, Warren1998). Sin embargo, dicho proceso ha tenido que abrir de golpeimgenes universales de indigenidad y poner al descubierto

    formas locales de ser indgena. No slo las categoras espec-ficas de identidad como maya, aymara, mapuche, ashaninka,quichua, shuar y kayapo, entre otras reemplazan gradualmentelas genricas etiquetas indgenas sino que tambin las historiasindividuales develan mltiples maneras de ser por ejemplo, asha-ninka o maya. Dentro de esta novedosa narrativa, el historiadormaya-guatemalteco Edgar Esquit explica que la mayanidad[] es lo que hacen los mayas siempre y cuando otros mayas loreconozcan como tal (manuscrito no publicado).

    La imagen de los intelectuales indgenas oximornica dela teleologa del mestizaje se vuelve frecuente en los crculosnacionales e internacionales y cambia adems el significadode las palabras indgena e intelectual, incluso mas all delsentido gramsciano de cada persona es un intelectual. Aunquede manera an no muy obvia y tal vez difcil de aceptar, lanocin de intelectuales indgenas ha desafiado ideas comolas de la oposicin natural entre ciencia y magia, razn y no-razn, tradicin y modernidad, y todas aquellas otras que han

    sostenido los proyectos convencionales de modernizacin. Aligual que Arguedas, los intelectuales indgenas encarnanlos mrgenes epistmicos (cf. Mignolo 2000) donde, confacilidad o incomodidad, el conocimiento racional cohabitacon el conocimiento no-racional. Organizada en movimientossociales, esta mezcla sustenta proyectos polticos que tienencomo uno de sus principales objetivos la transformacin delEstado moderno y la homogenizante historia universal que loproduce. La ms difundida expresin de este intento de producir

    un estado diferente es conocida actualmente bajo el nombre deinterculturalidad, un proyecto a travs del cual el movimientosocial indgena, por ejemplo en Ecuador, propone crear unestado plurinacional que reconozca la diversidad de pueblos(Yumbay 2001: 14).

    Sustentada y producida por organizaciones socialesopuestas a las polticas neoliberales que el Estado intentaimplementar desde los ochenta (Selverston-Scher 2001), la

    interculturalidad pertenece a la genealoga del mestizaje,aunque trabaja en contra de la colonialidad del conocimiento/poder y la narrativa de la historia que lo sostiene. Al igualque el mestizaje, la interculturalidad produce y es producidapor la dialgica red intelectual acadmico-poltica de Latino-amrica; pero la actual red ampliada por la internet incluye

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    intelectuales/polticos indgenas e instituciones globalesque van desde agencias financieras como Oxfam Amrica oGTZ hasta organizaciones multilaterales como por ejemplo

    el Banco Mundial. Emergiendo en los aos setenta a partir dediscusiones sobre programas de educacin bilinge en Per,Ecuador y Bolivia, la interculturalidad de nuevo como elmestizaje es una nocin altamente heteroglsica. Su versinperuana ms difundida se refiere a un dilogo entre culturas(Godenzzi 1996) y gira alrededor de la educacin bilingequechua y espaol. En Cochabamba, Bolivia, el Programade Formacin en Educacin Intercultural y Bilinge, PROEIB-Andes, dirigido a docentes de nivel escolar, asume esta misin

    desde su fundacin en 1996. En ambos pases, las principalesactividades son financiadas y administradas por el Estado atravs del Ministerio de Educacin y la participacin de lasorganizaciones indgenas es marginal. Pero la interculturalidadtiene tambin una versin ms ambiciosa que aspira a forjarnaciones y en ltima instancia, un mundo caracterizadas porla convivencia pacfica entre pueblos y culturas en trminosde igualdad y justicia (Mench 1998: 13). Su mayor reto esllegar ms all del entendimiento tradicional de la educacin

    una tecnologa de produccin de poblacin dirigida a elevara los grupos indgenas y convertirse en interculturalidadpara todos (Lpez 1996). Hacia este objetivo, en Ecuadorconstruir la interculturalidad ha sido, desde inicios de losnoventa, un principio poltico e ideolgico del movimientoindgena ecuatoriano, principio que articula las demandas queplantean frente a un Estado monocultural, para transformarlas polticas pblicas y la misma concepcin de Estado (Wash2002: 115). Entonces, el gran reto de la interculturalidad

    es convertirse en una nueva relacin socialque, junto con losfeminismos, ambientalismos y movimientos indgenas, puedaconfrontar las antiguas jerarquas sociales de la razn, lapropiedad, el gnero y la sexualidad para producir un Estadodemocrtico en el que la enajenacin cultural no deb[a] serms la condicin de posibilidad del ejercicio de la ciudadana(Tubino 2002: 54).

    Del mismo modo, en una de sus ms importantes versiones, lainterculturalidad es una tecnologa de creacin del Estado y un

    lugar epistemolgico para la produccin de un tipo diferente deconocimiento. Reestructurar el antiguo Estado implica recordar elconsenso liberal que lo sustent y el orden social que ste mantuvobasado en jerarquas coloniales generizadas de civilizacin eingreso. Finalmente, la ms ambiciosa versin de la intercultu-

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    ralidad necesita recordar las instituciones de conocimiento quecrearon y sustentaron el consenso liberal moderno. Relacionadacon la temprana urgencia de reescribir la historia nacional, la

    creacin de centros alternativos de conocimiento ha sido lapreocupacin central de los movimientos sociales indgenas. EnEcuador, la Universidad Intercultural representa la materializa-cin de dicho esfuerzo. Un documento, que expone los objetivosde esta universidad, la describe como un espacio plural (es decir noexclusivamente indgena o para la produccin de conocimientoindgena) para la construccin de nuevos marcos conceptuales,analticos, tericos, en los cuales se vayan generando nuevosconceptos, nuevas categoras, nuevas nociones, bajo el marco de

    la interculturalidad (Instituto Cientfico de Culturas Indgenas2000). El mismo documento critica a la ciencia moderna por haberemergido de un monlogo y construido categoras autorreferentesque no permiten la inclusin de lo extrao y diferente dentrode los mrgenes del conocimiento. De manera fascinante, estedocumento concluye con una serie de preguntas:

    Si la ciencia moderna se ha sumido en un solilo-quio y si las condiciones de saber siempre estnimplicadas en las condiciones de poder, entonces

    cmo generar las condiciones para un dilogo?Cmo articular la interculturalidad dentro de loslmites de la epistemologay de la produccin delconocimiento? Cmo aportar a la aventura humanadel conocimiento desde nuevas fuentes? (InstitutoCientfico de Culturas Indgenas 2000).

    Me gustara traer estas estimulantes preguntas a la arena de laantropologa, disciplina que con razn critica a la Universidad

    Intercultural por haberse constituido a travs de la creacin delos indgenas como otros y de la negacin de sus posibilidadesde autoentendimiento. As, para finalizar esta seccin quisierautilizar estas preguntas como llamado a una antropologa msespecficamente a una produccin etnogrfica articulada alo que he denominado epistemologas relacionales. Inspiradapor Arturo Yumbay, un poltico ecuatoriano que describe elpapel del los antroplogos que trabajan con los movimientosindgenas como de acompaantescompaeros en un sentido

    dialgico, veo a las epistemologas relacionales dentro deuna posicin de conocimiento situado (cf. Haraway 1991) queasume la contingencia de las categoras universales y las utilizadialgicamente con el pensamiento local, a la vez que prestaincesante atencin crtica a los procesos de traduccin entre

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    ambos, volviendo as visible el conocimiento local.31 Las epis-temologas relacionales cancelan las posiciones sujeto-objetoy, en la interaccin con sus otros como sujetos que hablan,

    piensan y saben (cf. Saldmond 1995), ellas tienen el potencialde crear las condiciones para el surgimiento de una antropo-loga en plural, lo suficientemente calificada para superar susingularidad occidental y convertirse en una disciplina mundialmltiple. Finalmente, y ms all de las fronteras disciplinarias,las antropologas mundiales podran establecer la comunicacinentre los conocimientos occidentales y otros conocimientosconsiderados como tales en su propio derecho.

    Reflexiones finales

    Al comienzo de este artculo dije que utilizara a Jos MaraArguedas para ilustrar las polticas de la produccin deconocimiento en el momento de su emergencia dentro de lacomunidad intelectual-poltica peruana. Pero mi intencinno era presentar una situacin polarizada con Arguedas deun lado y los recalcitrantes racionalistas del otro. No es ascomo la hegemona trabaja y la hegemona de las prcticas

    de conocimiento occidental est tambin presente en eltrabajo de Arguedas. A pesar del desafo epistemolgicoque su literatura representa, el proceso a travs del cual esteescritor produjo su antropologa estuvo colmado de fasci-nantes tensiones que revelaban su conformidad con la razn,la ciencia y las jerarquas acadmicas que estructuraron lasociedad latinoamericana en los aos sesenta y que persistenhasta la actualidad. En su correspondencia con otros antro-plogos l lament repetidas veces su ignorancia de teora y

    subordin la antropologa local a los centros metropolitanosde conocimiento:

    slo quienes han recibido perfeccionamiento serioen el extranjero son capaces de ensear aqu, deconducir las instituciones de estudios [] Losotros, como yo, podremos hacer alguito en arte,pero no en ciencias, somos unos pobres muertos

    31 Para un ejemplo de epistemologas relacionales ver el textode Galo Ramn, El Regreso de los Runas(Quito Comunidec-Fundacin InterAmericana, 1993). El libro consiste en unaserie de artculos que el autor produjo en un complejo dilogocon integrantes de los movimientos sociales indgenas enEcuador.

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    que admitimos, algunos, permanecer en el puestoslo porque no hay mejores todava, escribiArguedas en 1966.32

    Este comentario pertenece a la genealoga del conocimientocontra la cual se ha levantado la interculturalidad. Pero ladinmica y las jerarquas del conocimiento hegemnico conti-nan impregnando su produccin. En este sentido, PamelaCalla, una antroploga boliviana, seala que en el ColegioPROEIB-Andes donde ensea los estudiantes han acuadodiversos calificativos que no slo reflejan las diferentes formasde ser indgena sino las tensiones implcitas de ser inferioren trminos modernos i.e. menos educado o masculino.

    Por ejemplo, en una ocasin los estudiantes se clasificarona s mismos como acadmicos y fundamentalistas. No essorprendente que la posicin de superioridad en que se habansituado los acadmicos fuera desafiada por los fundamenta-listas, autoidentificados como ms indgenas y, por lo tanto,ms masculinos. Aunque esta ltima interpretacin desafaestereotipos dominantes en los que las mujeres son msindias (De la Cadena 1991), ellos continan siendo susten-tados por jerarquas de gnero modernas. Del mismo modo,

    las presiones para ser moderno eindgena son complejas, comoen el siguiente testimonio de un lder indgena cuyo nombreprefiero mantener en el anonimato:

    A veces siento que enloquezco porque ya nologro pensar ms como indio! Lucho por losindios entre los blancos, entonces tengo quepensar como blanco. Represento los interesesindgenas en organismos del Estado, pero hace

    tres aos que no vuelvo a mi aldea. Viajo portodos lados, y yo s que soy indio. Pero quindio? (Oliart 2002).

    Como se hace evidente a travs de estas citas, la intercultura-lidad no es simplemente un proceso de fcil desarrollo. Adems,ste no anula las imgenes del andinismo liberal en la regin.El episodio intelectual que sigui a la muerte de los periodistasen Uchuraccay es un ejemplo que describe con lujo de detallessu vigencia en el Per. Como recordamos, en 1984, cercados

    por la guerra entre Sendero Luminoso y el ejrcito peruano, loscampesinos indgenas de esta comunidad ayacuchana mataron

    32 La carta estaba dirigida a su apreciado amigo Alejandro OrtizRescaniere, quien estaba estudiando en Pars bajo la direccinde Claude Lvi-Strauss (Ortiz Rescaniere 1996: 209).

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    colectivamente a seis periodistas que estaban investigando otramasacre que haba tenido lugar semanas antes en las inmedia-ciones. Las reacciones frente a este evento incluyeron desde los

    temores coloniales anti-indio hasta las actitudes paternalistaspro-indio. El gobierno respondi nombrando una comisinpara investigar la masacre. Liderada por el internacionalmentefamoso Mario Vargas Llosa, en tanto los asesinos eran indiosno modernos ciudadanos peruanos los miembros clave delgrupo oficial fueron dos antroplogos, en lugar de abogadoscomo corresponde a una investigacin criminal. Removiendoa los homicidas de la historia, los antroplogos explicaronque los indios haban asesinado a los periodistas por una

    combinacin de miedos ancestrales y principios culturales.33

    Los mismos antroplogos se encuentran actualmente aseso-rando los esfuerzos del gobierno dirigidos a transformar elPer en una nacin multicultural compatible con la misineconmica del neoliberalismo. El ex presidente AlejandroToledo representaba esa posibilidad, ya que era un ex-indiosin complejos, con la mente fra y calculadora de un acadmicode Stanford y Harvard, con la habilidad de entender la vidadesde un punto de vista enraizado en el rigor analtico y la

    informacin cientfica. Puede ser slo una coincidencia peroel autor de esta cita es lvaro Vargas Llosa, el hijo de MarioVargas Llosa, la autoridad a cargo del reporte anteriormentemencionado. Mario Vargas Llosa es tambin el autor de unlibro titulado La utopa arcaica,en el cual discute el trabajode Arguedas y lo define como un deseo anacrnico o unainversin de la historia y as no solo como una utopa sinoadems arcaica.

    En los sesenta y setenta el anlisis historicista de clase

    trabaj como la prosa de la contrainsurgencia, que excluya los levantamientos indgenas del acadmicamente definidocampo de la poltica. Hoy, a comienzos del siglo XXI, el multi-culturalismo liberal puede trabajar como una mquina antipo-ltica (cf. Ferguson 1990) al incluir dentro de la hegemona delliberalismo o del neoliberalismo en este caso circunstanciasque pueden revelar y as politizar las narrativas cotidianasde lo cultural o de la exclusin tnica. El inclusivo pero

    33 Que estos indios intemporales fueran trabajadores estacio-nales en plantaciones de caf; que se dirigieran en viajes sema-nales a los pueblos vecinos a comprar arroz, azcar, keroseney cigarros; que sus hijos fueran empleados en la ciudad, y queellos fueran infortunados actores en la guerra entre el Estadoy Sendero Luminoso, no se encuentra presente en el reporte.

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    despolitizante trabajo del multiculturalismo tiene lugar atravs de la educacin normalizante. En Per, por ejemplo, elescndalo que de otra forma hubiera representado la imagen de

    un cholocomo presidente del pas, es neutralizado o al menosaplacado a travs de las referencias a los estudios de Toledo enlos centros de la razn, una seal de su aptitud como polticomoderno. Arguedas, a travs de la intrincada complejidad de suficticio Rendn Willka y a travs de su propia vida, cuestionla normalizacin a travs de la educacin. As, rechaz loshbitos cotidianos de pensamiento de sus pares y provoc unescndalo intelectual-poltico que la contrainsurgente prosade la modernidad no pudo controlar. Igual de escandalosas

    son las discusiones sobre interculturalidad y la presencia deintelectuales indgenas en pases como Guatemala o Ecuadory, en menor medida, en el Per. Del lado del escndalo yaque ste desafa la simplicidad de la modernidad e inspiradapor Arguedas, quiero proponer que, en la medida en que losmovimientos sociales indgenas articulan una alternativa a lapoltica moderna y a las naciones-Estado que sta sustenta,ellos tienen el potencial de transformar la nocin empricaliberal de diversidad actualmente tolerada en los multicul-

    turalismos liberales en demandas polticas por la ciudadanade ontologas plurales y sus formas de conocimiento. Comouna ciencia social occidental posibilitada por su ubicacin enlugares no-occidentales, la antropologa est en condicionesde contribuir a la visibilidad de otras formas de conocimiento.Para lograr hacerlo, se hace necesaria una conciencia delconocimiento antropolgico como un proceso dialgico detraduccin, entre lo local y lo universal, entre historias eHistoria, entre lo singular y lo general.