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Demonio, a veces ángeles

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Poesía y relato corto

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Apdo. Correos 64, 48910 Sestao, Bizkaia. España.http://launicapuertaalaizquierda.esinfo@ launicapuertaalaizquierda.es

Narrativa/02

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Demonios a veces ángeles

Edurne Emaldi

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Mala sombra

__ ¿Puedo ayudarle?La empleada que ocupa el mostrador le sonríe al hacerle

la pregunta. El piensa que es guapa, claro que también es joven, sin arrugas colgando de su rostro, y una cara joven casi siempre es agradable, y más tratándose de una mujer.

__ Sí verá, a lo mejor aquí encuentro lo que busco__ contesta mirando la pared que hay tras ella, donde un cartel indica: objetos perdidos.

La chica espera paciente el reclamo del hombre y mientras tanto advierte las recias arrugas que desfiguran su semblante, rodeando unos ojos mustios y fatigados, una boca flácida, y una frente ancha surcada de estrías encadenada a una mata gruesa de pelo completamente cano.

__ Verá señorita, estoy buscando una sombra.__ ¿Perdone?__ La mujer en un primer momento piensa

que ha tenido la mala suerte de tocarle el chalado de turno, pero algo en el hombre, que con expresión seria la mira con ojos circunspectos, la hace dudar.

__ Mi hermano y yo nunca nos separamos__ indica el hombre a la confusa mujer__ pasamos juntos muchas penurias, estuvimos encerrados en la misma celda, tuvimos hijos con la misma mujer…

Ella mira nerviosa a su alrededor intentando localizar a algún guardia de seguridad de la terminal; rogando por que alguien se acerque al mostrador.

__ Pero ahora está muerto __musita con voz amarga__ y me juró que ya que su cuerpo, y seguramente su alma, me abandonaban, su mala sombra me acompañaría allá donde fuese,

La ve dar un paso atrás. Tiene los labios contraídos en un rictus que denota miedo; pero eso no es lo que él quiere.

__ ¿Sabe si la sombra de mi hermano está aquí? __ le pregunta__ la terminal está llena de sombras con todo ese montón de luces aquí y allá, pero no doy con la de mi hermano.

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La mujer no dice nada, no sabe muy bien que decir. Balbucea un corto sonido apenas audible, y no sabe el motivo, pero de repente la embargan sentimientos amargos llenos de penar hacia aquel individuo que le ruega con la mirada su amparo...

__ No, aquí no está, lo siento...__ Bien, tendré que seguir buscando entonces __replica

él __ no pierdo la esperanza de encontrarla, ¿sabe? __ añade esta vez dibujando una sonrisa.

La mujer mira cómo se aleja. De cerca le persigue su sombra que se mezcla con muchas otras; le ve

observarlas con atención, y se pregunta si siempre será así, si seguirá buscando incansable la sombra que un día perdió y a la que no puede ni quiere dejar de buscar.

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Los muchachos de la nieve

Los cuerpos emergieron con el deshielo de primavera. Habían permanecido ocultos durante el crudo invierno, a un metro bajo la nieve.

El primero apareció en el parque municipal, agazapado bajo un plátano que se alzaba en un rincón, apartado del área de recreo infantil; el siguiente fue encontrado en el cementerio, tumbado entre dos lápidas; otro junto a la piscina pública, cerrada durante el invierno. Así hasta ocho cadáveres se dejaron ver el veintisiete de marzo en el reposado pueblo alpino de Edurmendi.

¿Quiénes eran aquellas personas?, se preguntaban los habitantes de la localidad, nada acostumbrados a sucesos semejantes, personas habituadas a la monotonía diaria en la montaña, y a cruzarse día a día con las mismas caras, ya por las estrechas callejuelas, ya en el bar, ya en las asambleas celebradas en el ayuntamiento.

Se habló del acontecimiento en todos los medios de comunicación: prensa escrita, televisión, radio… De la ciudad llegó una brigada de la policía especializada en casos como aquel: enigmático e incomprensible.

Los pocos vecinos, ancianos en su mayoría, que vivían en Edurmendi en invierno, fueron interrogados en más de una ocasión, pero todos coincidieron en que nunca habían visto a los fallecidos por el pueblo, no habían visto a ningún desconocido por las inmediaciones durante la temporada invernal. Les mostraron fotografías realizadas a los cadáveres una vez trasladados a un depósito en la ciudad, pero la contestación fue la misma, y ninguno de ellos abandonó la aldea durante el invierno, ya que habían estado incomunicados la mayor parte del tiempo, como ocurría cada año.

Con el paso de los días se supo que los cuerpos pertenecían a cinco hombres y a tres mujeres. Iban desnudos, ninguno llevaba cartera ni carnet alguno, por lo que estaban sin identificar; todos ellos eran jóvenes, sin síntomas de haber tenido una muerte violenta.

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Tampoco supieron dar una explicación lógica a los fallecimientos, por lo que una palabra fue finalmente la que acaparó toda la atención: hipotermia.

¿Y por qué aparecieron en distintos puntos del pueblo, todos el mismo día?

No había respuestas que dar, por lo que de nuevo otra palabra se apoderó del interés colectivo: desorientación.

En verano el asunto ya casi estaba olvidado. Nadie había reclamado los cuerpos hallados en el pequeño pueblo montañés, y la fría historia se perdió entre los calientes días estivales.

Una calurosa mañana, una vecina contempló, mientras caminaba junto al parque, cómo un nuevo empleado de la limpieza se afanaba vaciando las papeleras. También un viudo que llevaba flores frescas a la sepultura de su esposa, observó cómo un joven desconocido arreglaba la cancela del camposanto. En la panadería, una joven había sustituido a la vieja y cansada hornera, y en las piscinas públicas, una jovial pareja vigilaba el disfrute de los niños en el agua.

Fueron cambios que aunque sin anunciar ni conocer, fueron bien recibidos entre los lugareños. Nuevos y jóvenes rostros reemplazaron a los ya viejos y fatigados, que hasta entonces no habían encontrado a quien delegar sus trabajos y funciones.

Y todos los habitantes de Edurmendi, en su interior, se preguntaban lo mismo:

¿Dónde he visto yo antes a estos muchachos?

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Extraños

Allí tendida, la invade una acalorada y vibrante sacudida, y sabe que no es el sol el único causante de ello, por lo que se pone de rodillas sobre la toalla y mirándole excitada, se desprende de la parte superior del bikini, mostrando unos pechos blancos, como dos montes nevados en mitad de un desierto de arenas cálidas y tostadas, notando que solo con que él los mire, los pezones se le endurecen y le apuntan con descaro, así que ella seductora, se moja los labios con la lengua, le coge la mano, le besa las yemas de los dedos, y los deja que recorran con un tenue roce su cuello y sus hombros, mientras que él, aún sorprendido, se percata de que están solos en la pequeña y apartada cala, por lo que la empuja sumiso y se deja caer sobre su ardiente cuerpo, donde sus lenguas se encuentran y bailan una danza retorcida, mientras ruedan hasta salirse de la toalla, hasta la arena, que a ella la quema la espalda, pero que no parece importarle, o no parece darse cuenta, pues solo siente como la mano de él la despoja de su minúscula braguita para luego dejar a sus dedos juguetear entre sus piernas, hasta que ella gime, y él baja la cabeza para posar sus labios sobre los de ella, labios siempre ocultos, pero ahora abiertos y brillantes al sol, y ella grita a las rocas que los rodean mientras sus pies desordenan la arena, y sus manos aferran la cabeza de él, apresándola entre sus muslos, sujetándola con fuerza, como temerosa de que se la arrebaten, y así nota el agua fría que una ola ha acercado hasta sus pies, mojándolos, a la vez que otra ola desciende de ella, humedeciendo su pubis e invitándolo a él a entrar en ella, a zozobrar en un mar aún desconocido.

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Tres desvaríos

Todo queda en familia

A menudo veo la dentadura de mi abuela en un vaso con agua. Muchas veces me sonríe desde una boca vacía. Es por la noche, aturdida y medio dormida, cuando siento sus puntiagudos colmillos clavarse en mi cuello.

Llamada de atención

En la galería, cada lienzo me escupe algo: briznas de hierba, agua salada, restos humanos… salpicándome la ropa. Yo los ignoro y sigo contemplando fascinada las blancas e impolutas paredes con las que se funden.

Lenguaje silencioso

Cuando el hombre hablaba siempre procuraba utilizar palabras nuevas, no repetirlas al menos, pensaba que de esa manera permanecería más tiempo callado.

Sé que siempre fui un demonioenamorado de un ángel

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El rey lagarto

El rey lagarto desciende sobre la planicie desérticacuero sobre piel ardiente, como la arenael rey lagarto baila una danza india entre los cactussus pies descalzos apenas sienten el quemazón de

la caliente arenabrazos y piernas al ritmo de tambores y cánticoslejanos (que sólo él oye)me gustaría poder escucharlosme gustaría bailar sobre la arena con él

El rey lagarto abre los ojosy mira al sol convertido en un cegador focodetrás, la tribu escucha sus poemasme gustaría poder escucharlosme gustaría bailarlos con él

El rey lagarto se durmió navegando en su océanoun océano sin mareas, sin oleaje, sin navíoscerró los ojos a la luz deslumbrante de la ciudada la visión de sueños usurpadores de espíritusme gustaría besar sus párpadosme gustaría contemplar su mirada

En el desierto, el aullar de los coyotesse silencia a la vez que sus orejas se tensanen el desierto, recitando, bailandosigue el rey lagarto

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Vibrante rock and roll

Vibrante rock and roll, te escucho, te sientoatrapada entre cuerpos que también vibran,

que sudan y brillanalzando las manos, alzando el corazón.Vibrante rock and rollque me liberas de toda esa energía…Hago parapente sobre espíritus danzantes,y aterrizó aquí,donde el infierno parece más cercano.Rock and roll vibranteque haces que lo que no quiero desaparezca¿amaremos esta noche?Corazón como bombo de bateríamanos eléctricas sobre cuerpos de guitarrafrases entrecortadas, sin respiro,que hacen eco para llegar a ti.Horas oscuras bajo farolas y neones.Rock and roll que me seduces como lo haces

con la noche.

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El chico y la botella

El chicoallí sentadoparece que no estápero sus ojosven el suelo mojadozapatillas sucias que lo pisanbotellas bailarinasque besan charcosvacías como su miradasin nada que ofrecerla fría piedradel portal se queda aún más fríacuando se da cuentade que la botella vacíaque ya no bailaespera resignadala patadaque la hará pedazos

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Extinción

Una sombra desanduvo el camino conmigo y una voz, esa voz que tan atenta escuché, susurró mis pasos. Esa imagen perpetua, inmortal, alteró mi rumbo, escribió un final no esperado. Y ciertos sonidos, hace tiempo apagados, tronaron en los recuerdos hasta subir el volumen, hasta desear que se acaben las pilas. Busqué allí, donde nada había, pinté colores donde sólo se veía en grises y negros. El trayecto de mi vida; senderos de arena tibia que acarician mis pies, rutas abruptas que los lastiman, accesos engañosos enmascarados de atajos cruce de caminos cubierto de interrogantes. Regreso a un destino ya escrito en la agenda, con fechas y horas ilegibles, con direcciones en calles inventadas donde viven mis nuevos amigos con los rostros de los viejos. Nada es inextinguible. Yo me extingo.

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Regreso a la tierra

El astronauta sujeta los muebles a su paso convencido de que en cualquier momento comenzaran a gravitar por el salón. Desde la ventana observa la luna llena brillante en el cielo inmenso; con la mano toca el cristal frío con la mente camina despacio, muy despacio pisando suelo lunar. El astronauta hace volteretas sobre las alfombras y tirado en el suelo mira el techo blanco pintado recientemente en su ausencia.

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Demonios, a veces ángeles

Mala sombra ....................................................... 7La habitación ....................................................... 9La prostituta ........................................................ 10Un hombre valiente ............................................ 12Un nuevo curso .................................................. 14En un suspiro ...................................................... 16El ladrón de flores .............................................. 17La esencia de las manos ..................................... 18La turista .............................................................. 19Los muchachos de la nieve ................................ 21Extraños ............................................................... 23Tres desvaríos ...................................................... 24Bajo la luna .......................................................... 25El trapecista ......................................................... 27Doble o nada ....................................................... 28Una mesa para la ocasión .................................. 31La vaca ................................................................. 33Llamarada ............................................................ 34El mantel .............................................................. 35

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Sé que siempre fui un demonioenamorado de un ángel

El rey lagarto ....................................................... 39Vibrante rock and roll ........................................ 40Veneno y saliva ................................................... 41Última reserva .................................................... 42C ........................................................................... 43Vieja conocida .................................................... 44El antagonista ...................................................... 45Pereza ................................................................... 46El poeta ................................................................ 47Fuego y hielo ....................................................... 48Carcajada ............................................................. 49Últimos moradores ............................................ 50El Chico y la Botella ........................................... 51Extinción ............................................................. 52Regreso a la Tierra.............................................. 53

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© Textos: Edurne Emaldi Morán

© Para esta Edición: La Única Puerta a la Izquierda 2011

Fotografía de Portada y contraportada: Miguel Angel Fernández García

AISBN-978-84-938010-0-7 D.L.: