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PROGRAMA DE FORMACIÓN DE DIRIGENTES EN GESTIÓN PÚBLICA Y SOCIAL Universidad Nacional de Lanús / Vicerrectorado / Campus Virtual UNLa / 2018 Autor: Lic. Guido Bonano Colaboradora: Lic. Consuelo García, Lic. Clarisa Calzoni y Lic. Paloma Márquez MÓDULO 3 ECONOMÍA PLURAL Y DESARROLLO EMPRENDEDOR . LA INCUBADORA DE PROYECTOS DE LA UNLA DESARROLLO EMPRENDEDOR

DESARROLLO EMPRENDEDORformarnos.com.ar/fotos/formarnos_emprendedurismo_3_18.pdf · 1. Presentación En el Módulo 2, para poder comprender dentro de qué marco se inscriben las dis

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PROGRAMA DE FORMACIÓN DE DIRIGENTES EN GESTIÓN PÚBLICA Y SOCIAL

Universidad Nacional de Lanús / Vicerrectorado / Campus Virtual UNLa / 2018

Autor: Lic. Guido BonanoColaboradora: Lic. Consuelo García, Lic. Clarisa Calzoni y Lic. Paloma Márquez

MÓDULO 3 ECONOMÍA PLURAL Y DESARROLLO EMPRENDEDOR . LA INCUBADORA DE PROYECTOS DE LA UNLA

DESARROLLO EMPRENDEDOR

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Universidad Nacional de Lanús

Rectora Dra. Ana Jaramillo

Vicerrector

Dr. Nerio Neirotti

Secretaría de Ciencia y Técnica

Secretario D. I. Roberto De Rose

Dirección de Innovación y Vinculación Tecnológica

Director Lic. Juan Scolarici

© Universidad Nacional de Lanús

Campus Virtual UNLa

Dirección Campus Virtual UNLa

Prof. Laura Virginia Garbarini

Diseño gráfico

Equipo del Campus Virtual UNLa

Junio 2018

Director General

Dr. Nerio Neirotti

Responsable Académico

Lic. Ezequiel Ivanis

Responsable de Comunicación

Nicolás Canosa

Responsable Administrativo

Vanesa Mlot

Equipo de Formarnos en Desarrollo Emprendedor

Coordinador: Lic. Juan Scolarici

Docentes: Dr. Oscar Tangelson e Ing. Oscar Galante

Coord. Contenidos: Lic. Guido Bonano

Talleristas: Lic. Soledad Pont, Lic. Paloma Márquez,

Lic. Clarisa Calzoni, Tec. Javier Fresneda y Lic.

Guido Bonano.

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Índice de íconos 4

1. Presentación 5

2. Economía mixta o plural 6

3. Economía popular, social y solidaria 8

4. Emprendimientos culturales 14

4.1. Cultura y comercio 14

4.2. ¿Qué es la Innovación en un emprendimiento cultural? 17

5. Emprendimientos productivos y tecnológicos 18

5.1. La conceptualización de las EBT en el Mercosur 19

6. La Incubadora de Proyectos de la UNLa en el marco de la Economía Plural 21

7. A modo de cierre: síntesis 25

Fuentes 26

ÍNDICE

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Tarea

Foro

Lectura obligatoria

Lectura recomendada

Para ampliar

Importante

Para pensar

Multimedia

ÍNDICE DE ÍCONOS

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MÓDULO 3ECONOMÍA PLURAL Y DESARROLLO EMPRENDEDOR. LA INCUBADORA DE PROYECTOS DE LA UNLA

1. Presentación

En el Módulo 2, para poder comprender dentro de qué marco se inscriben las dis-tintas políticas de desarrollo emprendedor, analizamos qué es la economía política y cuáles son las principales teorías que la explican, qué es el desarrollo económi-co y como se inscriben las acciones emprendedoras en los distintos modelos de Estado que adopta un país. Afirmamos que la economía, en su definición más sen-cilla, es una actividad y una ciencia cuya función principal es administrar los bie-nes, tierras, ingresos y egresos de una entidad mercantil privada (empresa), una organización no gubernamental o un Estado (sea este municipal, provincial o de un Estado nacional). Remarcamos que es indispensable pensar qué sectores socia-les administran la República y a qué intereses responden los gobernantes: si están a favor del bien común (Estado Social o de Bienestar) o si dominan al conjunto de la sociedad para seguir fortaleciendo a los sectores dominantes del capital concen-trado: terratenientes, grandes empresarios, entidades financieras y mineras, entre otros (Estado Neoliberal).

Partiendo de esa base, los propósitos del presente Módulo son los siguientes: ana-lizar las características de la Economía plural o mixta; sintetizar las distintas mira-das en torno a la Economía popular, social y solidaria (ESS); resumir las ideas fun-damentales relacionadas con los emprendimientos productivos y tecnológicos y con los emprendimientos culturales; y reflexionar sobre las experiencias vinculadas que venimos desarrollando desde la Incubadora de Proyectos de la UNLa.

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2. Economía mixta o plural

El concepto de economía mixta o plural, del cual partimos, se inscribe dentro de una lógica sistémica de pensamiento e incluye tres grandes sectores:

A. Economía empresarial o privada cuya función es acumular capital y obte-ner ganancias sin límites, competir y ganar aplicando la racionalidad instru-mental. Incluimos en este sector a las empresas de capital privado. Por ejem-plo: fábricas, supermercados, Bancos privados, entre otros.

B. Economía estatal o pública que incluye las unidades administrativas de organización de los estados (en todos sus niveles): Administración Pública Nacional (Presidencia, Ministerios), provincias, municipios, empresas públi-cas, organizaciones que proveen servicios públicos, etc. Su función es “ase-gurar la gobernabilidad del sistema, acumular poder y lograr el bien común” (Coraggio, 2012). Por ejemplo: empresas estatales (Bancos públicos, YPF, Aerolíneas Argentinas), organismos del Estado (universidades, ministerios y municipios), etc.

C. Economía popular que tiene como base de organización económica a las unidades domésticas: hogares y comunidades. Su sentido primordial es la “reproducción biológica y social de la vida de sus miembros en la mejores condiciones posibles” (Coraggio, 2012). Es decir que su finalidad principal no es perseguir el lucro sino la reproducción de la vida y el bienestar de los miembros de los emprendimientos populares. Por ejemplo: cooperativas, mutuales, trabajadores autogestionados, etc.

Siguiendo a Coraggio (2012), “en nuestros países es una economía mixta periféri-ca con dominación capitalista (…) la lógica del capital subordina los otros sentidos presentes en el sistema económico, pudiendo lograr funcionalizar al aparato de estado según sus intereses de capitales particulares”. Tal como analizamos en el Módulo 2, en Latinoamérica vivimos en un estado de dependencia sostenido de los países centrales y de los grandes organismos multilaterales de crédito1. En el cuadro que sigue a continuación se expresan las principales características de la Economía mixta. Las intersecciones reflejan formas mixtas como una empresa mixta (privada-estatal). Entre los tres sectores hay intercambios mercantiles y trans-ferencias monetarias y no monetarias. También se observa una tensión (flechas azules) entre los distintos sectores. Tanto la Economía Pública como la Popular luchan para construir relaciones sociales de producción, distribución y consumos que adquieran lógicas diferentes (más justas, democráticas o solidarias) a las domi-nantes del sector empresarial-privado.

1. Si bien esta tendencia fue revertida, al menos parcialmente, en el ciclo 2003-2015.

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"La Economía Solidaria en la Economía Mixta". Extraído de Coraggio (2012).

Para lograr comprender qué es y quiénes conforman la Economía Popular y cuán-do podemos hablar de Economía Social y Solidaria (ESS) existen tres corrientes de pensamiento y acción sintetizadas por Coraggio (2012):

I. La primera procura la inserción (o reinserción) laboral. Se focaliza en lograr la integración social y en aliviar la pobreza incluyendo a las personas exclui-das del sistema capitalista a través de, por ejemplo, el desarrollo de políticas de autoempleo mediante: formación (capacitaciones); aportes no reembol-sables o pequeños créditos (a tasas sociales y plazos largos de devolución) para adquirir las máquinas, equipos e insumos iniciales; e instrumentos de acompañamiento para consolidación de los emprendimientos.

II. La segunda corriente propone la creación de un sector orgánico de ESS de prácticas sociales y solidarias que irían más allá que la corriente anterior. Esto incluiría la conformación de redes no meramente económicas sino tam-bién reciprocidades y solidaridades sociales y políticas. De este modo, se configuraría un sujeto colectivo o actor social propio de la ESS.

III. La última corriente también piensa y actúa a nivel del sistema (Economía plural). Va más allá que la anterior y propone construir Otra Economía; es decir, otro sistema económico que sustituya al actual priorizando la redistri-bución, solidaridad y reciprocidad y el predominio del bien común (al res-pecto, se puede consultar Cattani, Coraggio, Laville, 2009). No existe un claro consenso entre los expertos si esta última corriente es una utopía (no lugar ideal al que sería conveniente llegar algún día) o si es una propuesta con-creta y realizable. Algunos autores, como Singer (2007), proponen crear un “mundo de cooperativas”. Otros afirman que no se puede imponer un mode-lo sino que el Estado solamente puede sancionar a partir de realidades efec-

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tivas y prácticas sociales y solidarias concretas, y que a la sociedad real no se le puede imponer un modelo único ni uniforme.

Posicionados desde una universidad popular, urbana y comprometida con el tejido social (como la UNLa), apelamos a concretar procesos de enseñanza-aprendizaje, cooperación y transformación social en el marco de las tres corrientes de pensa-miento. Respecto a la primera corriente (inserción y reinserción laboral), fundamos la Incubadoras de proyectos y realizamos asesorías y talleres de formación libres y gratuitos. En el segundo nivel (colaborar en la creación de un sector orgánico de ESS), abogamos por fortalecer las entidades de la ESS existentes y compartir prác-ticas sociales y solidarias con vastos sectores de la Economía Popular. Y, por últi-mo, en relación a la tercera corriente (construir Otra Economía), proponemos a la Universidad como un espacio de reflexión crítica de la realidad social existente (en un contexto de exclusión y desigualdad creciente) para así reformar y actualizar permanente la institución y consolidar nuevas alianzas y redes en pos del bienes-tar y la justicia social en la comunidad. Por último, cabe remarcar que las tres corrientes de pensamiento y acción se relacionan entre sí y se necesitan mutua-mente para poder concretarse.

Por todo lo expuesto, en la UNLa adoptamos la perspectiva que sostiene el con-cepto de economía plural en el cual, además de la economía de mercado, inclui-mos a la economía Estatal y a la Economía Popular. También procuramos aportar al desarrollo de emprendedores culturales y tecno-lógicos desde carreras como Sistemas, Ciencia y Tecnología de los alimentos, Logís-tica, Audiovisión, Diseño Industrial, entre otras. Existen, siguiendo esta lógica, emprendedores/as por oportunidad: aquellos que tienen sus necesidades básicas satisfechas, un alto capital inicial y un entramado de contactos, redes y vínculos que les permiten desarrollar sus actividades. Este tipo de emprendedores/as son denominados, en general, productivos o tecnológi-cos y serán analizados en el apartado 4. En la sección 5 analizaremos los Empren-dimientos culturales ya que poseen rasgos específicos. A continuación profundi-zaremos la descripción del sector que denominamos Economía popular, social y solidaria.

3. Economía popular, social y solidaria

Los emprendedores de base social surgen de las prácticas concretas de los sec-tores populares. Para algunos autores, estos sectores se denominan excluidos ya que no tienen la posibilidad de acceder a un trabajo digno y bien remunerado ni a una vivienda en condiciones adecuadas. Se encuentran por fuera de una rela-ción salarial y en una actividad cuyo trabajo está desvalorizado. Estas/os trabaja-doras/es tienen poco capital constante (maquinaria), poca tecnología, baja produc-tividad (ya que no generan un excedente para reinversión o ganancia), poseen un alto grado de informalidad en los intercambios y disponen de condiciones preca-rias de trabajo. Pero los trabajadores de la Economía Popular sí disponen de una

Ver Módulo 1

Ver Innova UNLa

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característica fundamental que los distingue de los asalariados: poseen sus propios medios de trabajo y producción. Y, esa característica, sumada a su capacidad de organización colectiva, les otorga una potencia muy relevante para generar ingre-sos de subsistencia y sobrevivir a una realidad económica global, regional y local cada vez más precarizada.

Dentro de este universo de trabajadores/as de la Economía popular encontramos diversas unidades económicas que vale la pena repasar rápidamente:

- cooperativas: trabajadores/as que gestionan democráticamente sus empre-sas, reparten equitativamente las ganancias y poseen la propiedad compar-tida de sus bienes, maquinaria e infraestructura (dentro de las que se encuentran las Empresas Recuperadas);

- emprendimientos familiares y trabajo por cuenta propia: uno o varios miem-bros de una familia fabrican un producto o realizan un servicio por su propia cuenta;

- talleres familiares: uno o varios miembros de la familia trabajan a destajo en su domicilio para una empresa o intermediario;

- agricultura familiar: uno o más miembros cultivan la tierra o crían animales para subsistencia y venta;

- servicios comunitarios: destinados al mejoramiento de la calidad de vida tales como guarderías, clubes, obras sociales, etc.

Economía Social. El Informe Kliksberg

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Dentro de la Economía popular, encontramos, entonces, un amplio universo de tra-bajadores/as:2 campesinos (250.000 personas)3 que pueden trabajar dentro de la agricultura familiar o como peones rurales; cartoneros o recicladores urbanos (100.000 personas) que recuperan residuos sólidos urbanos de las calles o de los basurales; vendedores ambulantes (182.000 personas); artesanos (28.000 en Argentina); feriantes (29.000 personas) que venden artesanías o artículos indus-triales en ferias francas; motoqueros (67.000 personas) que transportan mensajes o encomiendas por su cuenta; obreros/as de empresas recuperadas (12.000 per-sonas) que trabajan en unidades económicas que le pertenecieron a un capitalis-ta y, tras su quiebra, lograron recuperarla y ponerla en funcionamiento nuevamen-te; trabajadoras/es domésticas/os y del cuidado que realizan tareas vinculadas al hogar, la familia y el cuidado de las personas (910.000 personas); textil: trabajado-ras/es que producen distintas prendas que requieran costura (180.000); autocons-trucción de viviendas populares (80.000); mejoramiento barrial y cuidado del hábi-tat (250.000); microemprendimientos populares (500.000) individuales o de pequeños grupos tales como herreros, panaderos, etc.

Otra cuestión relevante para pensar dentro de la temática de la Economía popular, es el vínculo con las finanzas que poseen los sectores populares. Tal como sostie-ne Roig (2015), los trabajadores autogestionados, al estar sumamente precariza-dos, no poseen relación fiscal directa asociada a su actividad pero sí se inscriben en aportes impositivos de manera indirecta (a través del IVA), en tramas tarifarias (servicios) o, en algunos casos, con el pago del monotributo (en su mayoría, mono-tributo social). Además, los sectores populares no están excluidos de las deudas sino que se incluyen en el mundo financiero tomando deudas a unas tasas muy ele-vadas (que van desde el 89% para los créditos formales hasta un 1200% en pres-tamistas no registrados) sin que puedan negociar o tener derechos protegidos4.

2. Según un estudio de Ecolatina en base a datos oficiales de SIPA, AFIP y de la EPH

(Encuesta Permanente de Hogares) del INDEC, que corresponden al tercer trimestre de

2017, la mitad de la población asalariada informal o “en negro” gana menos de $ 6.000

mensuales (casi 2.5 millones de trabajadores). Si se sube unos escalones en la pirámide

salarial, el 80% de los trabajadores no registrados – 4 millones de personas - percibe menos

de $ 10.000 por mes. Marcan que el grueso del empleo en negro recibe bajísimos salarios,

en muchos casos porque no pasan de trabajos de “changas” o pocas horas, pero incluso los

que trabajan en jornadas completas perciben salarios inferiores a sus pares formales, de los

cuales la mitad gana hasta $ 15.000. Las cifras oficiales indican que el 34,4% trabaja sin

descuento jubilatorio. Esto significa que casi 5 millones de trabajadores no tienen la cobertura

de la Seguridad Social en jubilación, obra social y otros derechos laborales y sociales.

3. Todos estimaciones de este párrafo son datos tomados de Grabois y Pérsico (2015).

4. Según el informe del CEPA (2018): “La caída del poder adquisitivo desde 2015 en jubila-

dos, beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y pensiones no contributivas

derivó en un fuerte incremento del endeudamiento de estas familias para sostener sus niveles

de consumo mínimos. En el segundo semestre de 2017 los créditos otorgados por la Anses a

través del Programa Argenta para sectores de bajos ingresos ascendieron a 56.000 millones

de pesos, un 40 por ciento más que los 39.859 millones acumulados entre julio de 2012 y

junio de 2017.”

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En consecuencia, en sociedades financieras (como la actual), es fundamental pen-sar en una República que discipline al capital y permita la manifestación de la democracia, la emancipación del deudoso (toda aquella persona que contrae deu-das, muchas veces superiores a su capacidad de pago), fundada de nuevo sobre la prevalencia del derecho sustancial, el que se nutre de las deudas de la sociedad hacia ella (Roig, 2015). Es decir, las deudas financieras (individualizadas) que pro-ducen formas nuevas de dominación y subjetivación pueden ser confrontadas con deudas sociales. O, en otras palabras, la sociedad le debe derechos básicos (Uni-versales y Humanos) a los ciudadanos deudosos: el derecho sobre el tesoro públi-co. Es decir, desde la perspectiva de Roig que compartimos, las Asignaciones Familiares o la AUH no serían ni beneficios ni planes sino derechos en sentido estricto: el derecho a un trabajo digno y el derecho sobre el espacio público y la vivienda, entre otros.

La Economía popular, tal como vimos en el apartado anterior, incluye a todas las unidades económicas que no son parte de la Economía estatal y que no persiguen el lucro individual desmedido (Economía de mercado). La Economía popular, denostada como “informal” por los registros oficiales, es “la economía de los tra-bajadores, de quienes viven o quieren vivir de su trabajo, la economía de sus fami-lias, comunidades, asociaciones, redes y organizaciones, de quienes tienen recur-sos materiales acumulados limitados, que dependen fundamentalmente de la rea-lización de su fuerza de trabajo para sobrevivir y sostener proyectos de vida digna. Su unidad elemental de organización es la unidad doméstica, lugar inmediato de reproducción de la vida humana” (Coraggio, 2018).

Ahora bien, tal como se observa en el gráfico de la sección anterior, no toda la Eco-nomía Popular es Social y Solidaria ya que, por diversos motivos, no todos los tra-bajadores que viven de su propio trabajo persiguen éticas democráticas y solida-rias. La propuesta de diversos autores que abordan el tema es justamente difundir estas éticas y prácticas asociativas para que cada vez más emprendedores popu-lares asuman y practiquen valores democráticos y solidarios. En esta sintonía, Rodolfo Pastore plantea que la expresión ESS (Economía Social y Solidaria) es un término polisémico, es decir, que adquiere distintos sentidos o significados y la define como un “conjunto heterogéneo de emprendimientos eco-nómicos que se han ido desarrollando de manera diferenciada a la típica empresa capitalista y a las formas de organización estatal, aunque también a las iniciativas desconectadas de la economía popular de subsistencia” (Pastore, 2010: 12).

Tal como se señaló más arriba, su principal finalidad es el bienestar humano y se centra en la autogestión. En el mismo trabajo propone analizarlo en tres dimensio-nes: “a) una dimensión de trayectorias empíricas de otra forma de hacer econo-mía, de creciente importancia y diversidad en las últimas décadas; b) una dimen-sión conceptual que denota un enfoque; c) una dimensión propositiva de proyectos alternativos de sociedad” (Pastore, 2010: 12).

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La dimensión empírica hace referencia a las prácticas concretas de hacer ESS. Al respecto, Pastore señala que existen dos variantes históricas que nuclean prácti-cas de ESS: la Economía social tradicional o histórica nacida a fines del siglo XIX (incluye a Cooperativas y Mutuales); y la Nueva economía social nacida a fines del siglo XX (incluye a empresas recuperadas, cooperativas de trabajo, actividades de intercambio y finanzas solidarias, entre otros).

PRÁCTICAS HISTÓRICAS DE ESS

A) Economía social tradicional o histórica – nacida a fines del siglo XIX

Cooperativas de trabajo, agropecuarias, servicios públicos, vivienda, consumo, crediticias y bancarias, de seguros, de provisión profesional.

Mutuales entre otras en actividades como: proveeduría, vivienda, salud; educativas y culturales, previsionales, deportes, guarderías, seguros, hogares, sepelios y velatorios, turismo.

Asociaciones socioeconómicas que producen y/o proveen bienes o servi-cios de diverso tipo.

B) Nueva economía social

Producción-servicios: empresas recuperadas; nuevas cooperativas de trabajo; emprendimientos asociativos de la economía popular, etc.

Intercambio: experiencias de ferias sociales, ferias francas, comercio justo, mercados de moneda local, club del trueque.

Finanzas solidarias: entidades de microcrédito y microfinanzas, fondos rotatorios, banca social, banca ética.

Societales: iniciativas económicas comunitarias, socioambientales; empresas sociales (inserción, servicios sociosanitarios); emprendimien-tos socioculturales; redes de ayuda mutua, asociativismo rural y comu-nal, etc.

Fuente: extraído y adaptado de Pastore (2006)

La Economía social tradicional, histórica o institucionalizada se desarrolló en Argen-tina en asociaciones de sectores populares e inmigrantes que se nuclearon en mutuales o cooperativas de sectores como el agropecuario o el de consumo.

La Nueva economía social o emergente, nacida a fines del siglo XX, se expandió como respuesta social a la destrucción del Estado de Bienestar (que se inició a partir de 1976) y que terminó de estallar con la crisis económica, política, social y espiritual de 2001. Estas nuevas experiencias comparten una serie de caracterís-ticas: nuevas denominaciones que las identifican, diversidad de actores compro-metidos, revaloración del espacio público en la sociedad civil y del asociacionismo en red y relevancia de la territorialidad, lo comunitario y lo local, entre otras.

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Podemos afirmar, entonces, que la ESS incluye conjunto de experiencias y prácti-cas que conforman la Economía social tradicional y la Nueva economía social.

ESS = Nueva economía social + Economía social tradicional

Por su parte, la dimensión simbólica o conceptual de la ESS, implica la construc-ción social de saberes congruentes con sus valores identitarios (Pastore, 2006). Es decir crear ideas-fuerza o conceptos propios que identifiquen a los trabajadores que se reconocen como parte de la ESS. Por ejemplo, el concepto de “prosumi-dor” fusiona las palabras productor y consumidor desde la óptica de la producción responsable y el consumo justo.

Por último, la dimensión propositiva o político-organizativa, busca articular y gene-rar redes entre los diversos actores de la ESS. Existen distintos ejemplos: la CNCT (Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo), la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), COOPERAR, la Alianza Cooperativa Interna-cional, entre otros.

Ahora bien, ¿qué lugar asume la Universidad en este marco? ¿Y qué relación existe entre la ESS y el desarrollo socio-territorial (DST)? Para responder a esta última pre-gunta, podemos afirmar que fortalecer y expandir el campo de la ESS implica “pro-mover formas de gestión asociativa, democrática y participativa en el marco de estrategias de DST, entendiendo al desarrollo ya no desde un enfoque dominante (economicista) sino como proceso de ampliación de la autonomía y las capacidades de las personas y los colectivos” (Pastore y Altschuler, 2015: 124). El concepto tra-dicional de “desarrollo económico” (analizado en el Módulo 2) ha sido criticado por asumir de manera directa (sin mediaciones) los discursos construidos de los cen-tros mundiales de poder priorizando el extractivismo (grandes mineras) y el agrone-gocio (grandes empresas productoras de granos y cereales asociadas a multinacio-nales productoras de agroquímicos). De este modo, se invisibilizó o se dejó de tomar en cuenta prácticas propias de la ESS asociadas al “buen vivir” y al cuidado del entorno medioambiental. Pero quizá sea posible re-construir un concepto de DST que tenga en cuenta la “democratización y desconcentración de los procesos, con-tribuyendo a ampliar los espacios participativos de decisión y gestión impulsando nuevas institucionalidades y prácticas” (Pastore y Altschuler, 2015: 118). Al respecto, la Universidad Pública puede contribuir en la promoción de la ESS y el DST en las comunidades donde se inserta y actúa. Desde la Incubadora de Pro-yectos de la UNLa trabajamos, justamente, para construir otra economía (social y solidaria) para la reproducción saludable de la vida que precisa educación, ciencia y tecnología al servicio del bienestar de la sociedad. Desarrollaremos nuestras acciones en el último apartado. Ahora veamos algunas cuestiones conceptuales vinculadas con los emprendimientos culturales.

Ver CNCT

CTEP

COOPERAR

ACI

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4. Emprendimientos culturales

Desde la Incubadora de Proyectos Culturales de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Lanús buscamos acompañar a emprendedores incentivados por promover la cultura a través de proyectos innovadores, que pue-dan insertarse y adaptarse a una sociedad en constante transformación.

La UNLa se caracteriza por su compromiso social, inclusivo, promoviendo líneas de pensamiento que generen nuevos y variados puntos de vista, por eso se enfoca en acompañar a aquellos proyectos que colaboren al desarrollo de la comunidad.

En la Incubadora de proyectos culturales brindamos recursos para el progreso de los proyectos que se acercan, vinculándolos con profesionales que pueden guiar-los y asesorarlos. Por otro lado buscamos conectarlos a posibles líneas de finan-ciamiento para que puedan aplicar, con el respaldo de la Incubadora. A continua-ción presentamos, muy brevemente, algunos debates en torno a la problemática de las industrias culturales.

4.1. Cultura y comercio

A fines del S. XIX y comienzos del XX, ante el advenimiento del capitalismo surgie-ron pensamientos filosóficos que se focalizaban en los efectos sobre la cultura. Walter Benjamin es quien comienza con su análisis crítico y es el antecedente directo de las ideas que posteriormente propondrán lo pensadores de la Escuela de Frankfurt: Theodore Adorno y Mark Horkheimer, entre otros.

El texto de Benjamin “La obra de arte en la época de la reproductibi-lidad técnica” (1936) es el primer texto que da pie al debate, comien-za con una alusión a Marx y su bús-queda por comprender las dinámi-cas que se dan dentro de la produc-ción capitalista, previendo el futuro de su desarrollo. En su análisis plantea la “pérdida del aura” de la obra al sufrir la industrialización. Para comprender este concepto es necesario situarse en el momento y en la sociedad desde donde el autor escribe, una sociedad en la cual las obras de arte eran parte de las acti-vidades de la burguesía y no salían de esa clase social. Con el auge de la fotogra-fía y el cine, Benjamin encuentra estas técnicas como perjudiciales para el disfru-te de la obra replicada, perdiendo su “aura” al estar condicionadas a una inminen-te masificación siendo estos medios mecánicos de manipulación de la realidad.

Walter Benjamin (1892, Alemania-1940, España)

Escritor, teórico marxista y filósofo. Es uno de los

pensadores más importantes e influyentes del

siglo XX. Su libro “La obra de arte en la época de

la reproductibilidad técnica” (1936) es uno de

los textos fundamentales para la crítica del arte y

de las industrias culturales.

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Continuando con el legado de Ben-jamin, los filósofos de la escuela de Frankfurt criticaron desde la teoría al concepto de Industrias culturales. Los primeros argumentos provienen de la negativa posición de Adorno y Horkheimer, planteando que en lugar de ir hacia la libertad, la humanidad ha sufrido un retroceso. Al comparar la producción y el sis-tema de comercialización de dife-rentes productos industriales con la producción de bienes culturales, vemos mucha disparidad. Los medios técnicos tienden a una creciente uniformi-dad, característica que resulta cuestionable en la producción cultural.

Para Adorno y Horkheimer la indus-tria cultural absolutiza la imitación, traicionando el fin originario. La cul-tura es una mercancía paradójica, cuando su motivo es económico, está basada en la publicidad cuyo único fin es el divertimento. Esta mirada negativa se genera en medio de una sociedad en la que el consumo cultural se expande, se generan nuevas expresiones artísti-cas. Las obras visuales o teatrales que podían ser vistas solo por un grupo de personas ahora, gracias a la tecnología, se vuelven masivas puesto que sus reproducciones recorren el mundo y pueden ser disfrutadas por quienes antes no tenían acceso.

Más de medio siglo después nos encontramos con industrias culturales que se expanden a lo largo de todo el mundo y sin embargo su producción tiende a con-centrarse en pocas personas, evidenciando un mercado oligopólico tanto a nivel de la producción como de la comercialización y distribución.

La cultura ha ocupado un nuevo lugar en un mundo global, con movimientos que fomentan la integración regional y la reivindicación de las diversas culturas. Por otro lado las industrias culturales han modificado los modos tradicionales de crea-ción y difusión. La mirada frente al conjunto de palabras “comercio” y “cultura” cambió, ya que no solo es un mercado en pleno funcionamiento, sus bienes y ser-vicios construyen y transmiten valores, producen, reproducen e instauran identi-dades, contribuyen a la cohesión social. Son un factor de libre producción en la

Theodor Adorno (1903, Alemania - 1969, Suiza)

Filósofo, sociólogo y musicólogo alemán, desta-

cado representante de la llamada «teoría crítica

de la sociedad» y de la Escuela de Frankfurt.

Max Horkheimer (1895, Alemania - 1973,

Alemania). Filósofo y sociólogo, por su trabajo

sobre la Teoría Crítica, fue uno de los máximos

representantes de la Escuela de Frankfurt.

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economía, eso repercute en lo controversial y complejo que caracteriza a las nego-ciaciones que involucran este tipo de productos, más que ningún otro sector.

Las industrias culturales incluyen aquellos proyectos que conjugan creación, pro-ducción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangi-bles de carácter cultural. En algunos países las llaman “industrias creativas” (crea-tive industries). Estas se caracterizan por presentar bienes de consumo que difun-den ideas, valores simbólicos y modos de vida, que pueden cumplir el rol de infor-mar o entretener, difundiendo la identidad colectiva y de este modo pueden incluir en las prácticas culturales.

La mayoría de estos bienes están protegidos por derechos de autor ya que su sin-gularidad consiste en que se difunden en soportes que pueden ser reproducidos para su circulación masiva, como libros, productos multimedia, software, graba-ciones, productos artesanales o de diseño.

A diferencia de los bienes de consumo, los bienes y servicios culturales se refieren a aquellas actividades responden a una necesidad o interés relacionado a la cul-tura. Pueden ser también instrumentos que se involucran en la realización de pro-yectos culturales, como la promoción de espectáculos, la conservación, entre otros.

Aún no existe un sistema estandarizado, basado en definiciones comunes que des-criba y delimite aquellos servicios culturales que se comercializan. Esto se compli-ca aún más con ciertos productos que son accesibles en línea además de su ver-sión física. Existen muchos proyectos que trascienden los ejes productivos, tecno-lógicos y culturales, por un lado haciendo difícil su definición y por otro permitién-doles posibilidades en diversos campos de acción.

Las industrias culturales compiten en el mercado internacional, algunas con mucho éxito. En el ámbito privado, lo que no es rentable no se produce, concentrando y afinando los contenidos, buscando satisfacer las demandas generales, con fórmu-las sencillas de éxito seguro, acompañadas con publicidades, limitando la creati-vidad de los autores.

Desde este punto de vista, se refleja la oscura predicción de la escuela de Frankfurt, donde la cultura se modifica en función de las demandas sociales, buscando gene-rar divertimento en el público y rédito económico.

Pero el acceso a la cultura no es igual en todas las clases sociales ni en todos los países. Esto se debe a que en determinadas regiones las políticas culturales no resultan favorecidas, no se incentiva a sus creadores, las inversiones son insufi-cientes, no se promueven los productos, etc. Pero uno de los factores fundamen-tales es la brecha digital, que afecta principalmente a los países en vías de desa-rrollo. Debilitando su identidad colectiva y sus referentes simbólicos, que se recons-truyen condicionados por la limitación de la oferta cultural que reciben, en una era que las tecnologías prometen un acceso ilimitado a la información. Los recursos

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culturales son vulnerables y dignos de protección. Fomentar la creación de su materia prima innovando constantemente es fundamental, preservar la diversidad de valores, creaciones y productos para construir sociedades abiertas, en la que toda la sociedad se sienta incluida y pueda expresarse y reciba los beneficios potenciales de la globalización.

4.2. ¿Qué es la Innovación en un emprendimiento cultural?

El concepto innovación (analizado en el Módulo 2) trascendió todas las áreas, sien-do la estrella a seguir de las políticas y emprendimientos actuales. Esta idea nace de producción industrial con el fin de entender y promover nuevos ciclos econó-micos, ya que constituye la clave para romper el estancamiento, abriendo nuevos nichos de mercado y espacios de expansión económica.

Hoy la innovación es el objetivo de todo ente que busca ser competitivo en el mer-cado, siendo una cualidad relacionada directamente con el éxito en este sistema globalizado. La noción de innovación ha ido mutando a medida que se ha instala-do en diferentes discursos, periodos, países. Las innovaciones se realizan con la intención de conseguir a través de ellas, un lugar en el mercado, o presentarse con una ventaja competitiva que descoloque a las empresas competidoras; aun cuando los beneficios que esto conlleva pueden llegar a ser importantes, el riesgo también es muy amplio.

La diversificación del concepto de innovación se complica cuando a su lado le sumamos la “Cultura” que en sí mismo está necesitado de responder a un con-cepto más concreto y ambiguo. Podemos acercarnos a una diferenciación si cuan-do hablamos de Innovación Cultural nos referimos específicamente a su aspecto económico. Pero podemos aprovechar los límites desdibujados de estos términos, pensando y proponiendo proyectos creativos que jueguen y se cuestionen las limi-taciones tradicionales.

Ahora bien, podemos preguntarnos ¿cuál es la repercusión que la constante bús-queda de lo novedoso puede generar en la cultura? O, ¿qué lugar le dejamos a las culturas tradicionales u originarias? Iniciando interminables debates en torno a cuál debe ser la función de la cultura, la necesidad de preservar su autonomía, los lími-tes de la práctica cultural y del trabajo empresarial, quién puede considerarse o no productor de cultura y dónde termina la esfera cultural y empieza la esfera de lo social y económico.

El creciente interés por la innovación en la cultura busca, por un lado, producir un desarrollo para esta área y, por otro, satisfacer el ciclo de necesidades y demanda social. La innovación emergente también incentiva la cooperación entre agentes, la transversalidad de los proyectos, y la complementariedad entre las diferentes redes que configuran los contextos culturales o los proyectos específicos.

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Se están produciendo una serie de transformaciones que afectan a las formas y estructuras económicas que tradicionalmente sustentaban la cultura. Por ello es necesario saber que mercantilizar el conocimiento producido desde el ámbito cul-tural puede introducir a los agentes culturales en un contexto económico al que son ajenos y para el que están escasamente preparados. En muchos casos de emprendimientos culturales emergentes eso es lo que sucede, por falta de cono-cimiento comercial, económico, administrativo, entre otros, no llegan a alcanzarlos objetivos que les permiten ser mínimamente sustentables económicamente a lo largo del tiempo, lejos estamos de hablar de gran enriquecimiento. Por ello es nece-sario cuestionarse en profundidad acerca de cómo debe situarse el ámbito de la cultura frente al mercado y cuál es el nivel de mercantilización aceptable para la producción cultural, esta pregunta puede poseer diversas respuestas y puede dis-tar mucho entre diferentes personas, ya que no todos tienen las mismas intencio-nes ni aspiraciones o necesidades comerciales y culturales.

5. Emprendimientos productivos y tecnológicos5

Los Emprendimientos (o Empresas) de Base Tecnológica (EBT) constituyen un nuevo grupo de organizaciones que desarrollan productos con un alto grado de conocimiento y recursos humanos cualificados (Díaz et al., 2010). Al estudiar estas empresas se detecta que si bien se acuerda en los beneficios y la importancia que poseen en la sociedad actual, no se cuenta con una definición consensuada.

Las primeras investigaciones sobre las EBT se realizaron en el año 1972 de la mano de Shapero pero la definición del término aparece de la mano de Arthur D. Little y su grupo de investigación, en el año 1977, luego de un trabajo realizado en Reino Unido y Alemania. Estos investigadores las definen como: “Negocios propios inde-pendientes orientados a la explotación de un invento o innovación tecnológica, lo que implica asumir riesgos tecnológicos considerables”. Agregan que deben ser empresas nuevas (menos de 25 años de antigüedad). Luego, en las décadas del ochenta y noventa, los estudios continúan centrándose principalmente en los paí-ses de la Unión Europea, Estados Unidos e Inglaterra. En el año 1992, la Oficina de Evaluación Tecnológica de EEUU define a las EBT como: “Organizaciones pro-ductoras de bienes y servicios comprometidas con el diseño, desarrollo y produc-ción de nuevos productos y/o servicios de fabricación innovadores, a través de la aplicación sistemática de conocimientos técnicos y científicos”.

Por su parte, Bollinger et al (1983) y Rickne y Jacobsson (1999) plantean cuatro criterios básicos presentes en la mayoría de las definiciones de EBT: la base tec-nológica, el carácter independiente de la empresa, la novedad y el tamaño de la empresa. Estos criterios no son interpretados de la misma manera por todos los autores, persistiendo de esta manera el problema de la inexistencia de una defini-ción generalmente aceptada y unificada.

5. Extraído y adaptado de Sánchez Rossi, D Jorge y Balza (2015).

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Como consecuencia de esta situación, y teniendo en cuenta que las definiciones aportadas son producto de investigaciones realizadas en países centrales con características muy disímiles en relación a los países del Mercosur; es que vislum-bramos la necesidad de contar con definiciones arraigadas en el territorio latinoa-mericano.

5.1. La conceptualización de las EBT en el Mercosur

A lo largo del tiempo, los marcos conceptuales de la política científica y tecnológi-ca de los países avanzados fueron adoptados por los países en desarrollo (Oteiza, 1993). Para los países miembros del Mercosur,6 la promoción del desarrollo cien-tífico y tecnológico fue considerada una prioridad desde sus inicios. En los países miembros se observan importantes esfuerzos para mejorar la calidad y pertinencia de sus sistemas de Ciencia, Tecnología e Innovación. En este sentido, han traba-jado activamente para expandir y fortalecer las capacidades de gestión de sus Sis-temas de Innovación, además de identificar nuevas formas de financiamiento del desarrollo tecnológico que favorezcan la relación academia-empresa. Además, se han elaborado dos Programas Marcos de Ciencia, Tecnología e Innovación del MERCOSUR para los períodos (2008 –2012) y (2015–2019). Sin embargo, estos programas no hacen referencia a los instrumentos de vinculación tecnológica.

En la mayoría de estos países, se detecta un esfuerzo importante destinado a pro-mover la creación de incubadoras de empresas, parques y polos tecnológicos. De este modo, son los gobiernos quienes principalmente desarrollan instrumentos para su fomento, mientras que el sector privado lo hace más lentamente.

Se ha detectado que, en las definiciones adoptadas por los organismos responsa-bles de la política de Ciencia y Tecnología de los países del Mercosur, un consen-so en relación a la base tecnológica de las EBT, entendiendo por tal ala aplicación sistemática del conocimiento. En relación a los demás criterios mencionados por

6. Según la RECyT: “(…) en la segunda reunión del Consejo del Mercado Común, celebrada

en Argentina en 1992, se resolvió la creación de la Reunión Especializada de Ciencia y

Tecnología (RECyT), a efectos de armonizar las tareas y posiciones en el campo científico y

tecnológico. Los países del MERCOSUR han realizado importantes esfuerzos para mejorar la

calidad y pertinencia de sus sistemas de ciencia, tecnología e innovación. En este sentido,

han trabajado activamente para expandir y fortalecer las capacidades de gestión de sus sis-

temas de innovación, además de identificar nuevas formas de financiamiento del desarrollo

tecnológico que favorezcan la relación academia-empresa. La cooperación científica y tecno-

lógica entre los Estados Parte es una herramienta estratégica para potenciar las capacidades

de los países de mayor desarrollo relativo y contribuir a mejorar las competencias de los de

menor desarrollo, la cual no ha sido plenamente explotada. La cooperación es, asimismo, el

medio para una eficaz vinculación con los centros mundiales de producción de conocimiento.

La cooperación regional en esta materia debe ser potenciada, aprovechando los valiosos

antecedentes que existen.” Fuente: http://www.recyt.mincyt.gov.ar/

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Bollinger et al (1983) y Rickne Jacobson (1999), están presentes en algunas defi-niciones pero no se observa un acuerdo generalizado.

La claridad en las definiciones sobre las EBT se corresponde con los países que denotan mayor desarrollo en esta temática: Brasil y Argentina. Sin embargo, en la generalidad de estas instituciones no se cuenta con una definición precisa de EBT. En la mayoría de los casos, se encuentran dentro de las legislaciones que enmar-can las actividades de estos organismos, ose detallan dentro delos requisitos para acceder a un determinado programa de apoyo o financiamiento.

Cabe destacar que en Argentina el órgano de máxima responsabilidad en cuanto a las políticas de ciencia y tecnología (MINCYT) no cuenta con una definición clara al respecto . Sin embargo, los dos organismos autónomos y autárquicos bajo la órbita del Ministerio (CONICET y AGENCIA ), manifiestan lo que entienden por este tipo de empresas.

La definición del CONICET es la siguiente: “Las EBT son aquellas que tienen como fin explotar nuevos productos y/o servicios a partir de resultados de investigación científica y tecnológica. La creación de EBT es una importante vía para transferir tecnología y llevar los resultados de investigación del laboratorio a la sociedad, así como para crear empleos calificados y de calidad. En la formación de una EBT participan tanto investigadores y profesionales del CONICET como emprendedo-res e inversores institucionales y privados que apoyan estas iniciativas.”7 Es decir que en esta definición se incluyen a diversos actores que son centrales para desa-rrollar EBT: investigadores, emprendedores e inversores (institucionales y priva-dos). Además, el CONICET dispone de una lista de EBT que se gestionaron con participación del organismo e información sobre aceleradoras e incubadoras de empresas.

En la UNLa adoptamos esta definición: las EBT tienen como fin explotar nuevos productos y/o servicios a partir de resultados de investigación científica y tecnoló-gica y ampliamos el alcance de nuestras acciones a emprendimientos productivos. Estos son aquellos proyectos que tienen cierto grado de innovación pero no llegan a encuadrarse dentro de los criterios de EBT mencionados más arriba.

Por último, sería deseable, tal como afirman Sánchez Rossi, D Jorge y Balza (2015), que los organismos de un mismo país y del Mercosur aprovecharan los espacios institucionales para adoptar conceptos uniformes acerca de lo que consideran como EBT. Esto, además de aportar precisión y claridad a todos los actores del sistema (científicos, universidades, emprendedores y empresas), brindaría certidumbre a los fines de la internacionalización de las mismas lo cual permitiría la obtención de mayor cantidad de inversiones, formación de redes de apoyo y asesoramiento efi-cientes en cualquiera de los países miembro, aprovechando las similitudes que presentan a nivel regional.

7. Extraído de la página web oficial del CONICET: http://vinculacion.conicet.gov.ar/ebt-3/

Ver Impulsar EBT

Ver Módulo 1

Ver Casos de EBT

Ver Incubación

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6. La Incubadora de Proyectos de la UNLa en el marco de la Economía Plural

La UNLa realiza acciones concretas en el marco de la Economía Plural, que se han comentado en el primer apartado de este Módulo Es decir que comprendemos a los emprendedores en sentido amplio. Todos pueden ser acompañados por la Uni-versidad que, dialécticamente, aprende con cada proyecto. De este modo nos retroalimentamos y aprendemos junto a emprendedores tecnológicos y producti-vos, populares y culturales.

En este sentido, la universidad se encuentra comprometida con la comunidad, y ello se evidencia en acciones que tienen como finalidad contribuir al desarrollo local involucrándose y generando procesos de incubación y desarrollo de empren-dimientos. Asimismo se vuelcan recursos y herramientas para motivar a los estu-diantes, graduados/as y docentes generando espacios de capacitación y asesora-miento en gestión, planificación, armado del plan de negocios, comercialización y financiamiento, y facilitando el acceso a todos los miembros de la comunidad de Lanús y del conurbano sur.

Estas acciones se llevan adelante desde la Dirección de Innovación y Vinculación Tecnológica (ver Módulo 1) en donde se inserta la Incubadora de Proyectos. La Incubadora cuenta con un equipo de trabajo de profesionales multidisciplinarios. Asimismo posee un espacio acondicionado con equipamiento para el desarrollo de las actividades como así también tecnología informática.

En la Incubadora se pusieron en marcha diversos programas de capacitación, asis-tencia técnica, formulación de proyectos para asistir a esta diversidad de proyectos y emprendimientos:

a) Emprendedores productivos y tecnológicos. La puesta en marcha de esta Incubadora cuenta, desde el año 2014, con el apoyo del Ministerio de Pro-ducción de la Nación que acreditó a la Universidad como Institución Espe-cializada en Apoyo Emprendedor. A través de esta herramienta se acompa-ñan proyectos, en su puesta en marcha y desarrollo, de emprendedores sin límite de edad, con el objetivo de potenciar la innovación. Los emprendedo-res pueden acceder a: capacitaciones, asistencia técnica y formulación de proyectos para la obtención de créditos a tasas subsidiadas (por ejemplo, a través del Programa Fondo Semilla).

La UNLa también formula proyectos para acceder a otras fuentes de finan-ciamiento para emprendedores. Por ejemplo, el Fondo Fiduciario de Promo-ción de la Industria del Software (FONSOFT) de la AGENCIA que apoya la finalización de carreras de grado, la generación de nuevos emprendimientos y el fortalecimiento de PyMES, productoras de bienes y servicios pertene-cientes al sector de Tecnología de la Información y las Telecomunicaciones (TIC). Los instrumentos de la AGENCIA se encuentran actualmente en pro-ceso de redefinición.

Más información en

FONSOFT

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b) Emprendedores populares, sociales y solidarios. La puesta en marcha de esta Incubadora cuenta, desde el año 2015, con el apoyo del Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social de la Nación.

Una de las herramientas es la ejecución del Programa de Empleo Indepen-diente (PEI) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación donde se asistieron a más de 100 emprendedores populares median-te capacitaciones, asistencia en la formulación de planes de negocio, tuto-rías y financiamiento para sus proyectos. El financiamiento otorgado por el Ministerio tiene carácter de ANR (Aporte No Reembolsable) y puede ser destinado a la adquisición de maquinaria, herramientas, insumos como así también a la compra de materiales para el acondicionamiento del espacio de trabajo. Dentro de los proyectos financiados encontramos emprendedo-res populares de los siguientes rubros: textiles, de gastronomía, calzado, entre otros. Asimismo el PEI fomenta la articulación entre estudiantes, docentes y graduados para que puedan brindar herramientas a través de diversas instancias con el objetivo de fortalecer las actividades que vienen llevando adelante.

Otra de la acciones es el apoyo a la comercialización de bienes y servicios de productores locales. En ese sentido, desde el año 2014 se lleva a cabo “La UNLa Emprende, feria de la Economía Social y Solidaria”, donde más de 80 emprendedores regionales acercan a miles de consumidores sus pro-ductos, sin intermediarios. También se asistió a los emprendedores de ali-mentos y bebidas brindando, en conjunto con la Licenciatura en Alimentos de la UNLa, un taller de Buenas Prácticas en la Manipulación de los mismos.

Otra de las acciones de la UNLa en materia de fortalecimiento de la ESS, es un convenio con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación cuyo objeti-vo general es fortalecer de manera integral emprendimientos de grupos aso-ciativos formados por integrantes de del programa Hacemos Futuro; y ase-sorar a los integrantes sobre aspectos legales y contables y acompañarlos en el proceso de constitución y regularización. Para tal fin, la Universidad implementa dos modalidades: incubación de emprendimientos y asesora-miento legal y contable. El primero incluye 150 emprendimientos del pro-grama “Hacemos Futuro” y tiene por objeto fortalecer de manera integral emprendimientos asociativos a través de capacitaciones específicas (según diagnóstico y necesidades de los participantes) y capacitaciones en gestión empresarial (diferenciando dos niveles según el punto de partida del grupo participante: emprender - etapa idea-; y herramientas de gestión. Todas estas acciones se llevan adelante con emprendimientos conformados por integran-tes del programa Hacemos Futuro (ex “Argentina Trabaja” y “Ellas hacen”). También se brinda asistencia en comercialización y asistencia legal y conta-ble. Estos grupos reciben tutorías durante todo el desarrollo para poder opti-mizar los recursos y facilitar el acceso a las herramientas. El segundo (asis-tencia legal y contable) incluye 1.026 cooperativas. En este caso la Univer-sidad acompaña y brinda asesoramiento a las cooperativas que así lo deman-den tanto en aspectos legales como contables para lograr cumplir con los

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requisitos necesarios para constituirse formalmente como unidad productiva en el caso que así lo requieran. Se contemplan en dichas acciones coope-rativas domiciliadas en los siguientes municipios: Almirante Brown, Cañue-las, Esteban Echeverría, Ezeiza, Lanús, Lomas de Zamora, Presidente Perón y San Vicente.

Una última acción que vale la pena destacar es la ejecución de un proyecto del Programa Asociativo de Diseño (PAD) del MinCyT denominado “Fortale-cimiento de un grupo emprendedor del sector textil y cuero”. El proyecto busca fomentar la incorporación del diseño como factor de innovación y ges-tión, propiciando una mayor inserción en el mercado de los productos de la economía social, a partir de un trabajo integrado entre un grupo consolidado de emprendedores del sector textil y cuero y docentes y estudiantes de la Lic. en Diseño Industrial de la UNLa que trabajan en la asistencia a través de diagnósticos, capacitaciones y clínicas de desarrollo de productos. Los emprendedores participan activamente en todas la actividades que confor-man el plan de trabajo: 1) Diagnóstico caso a caso; 2) Clínicas de diseño de procesos, productos, herramientas de comercialización, organización gene-ral y lectura de escenarios; 3) Fortalecimiento de cada emprendimiento en diversas áreas: marca, producto, procesos y estrategias; 4) Jornada de trans-ferencia de resultados. Cada emprendedor/a está diseñando un nuevo pro-ducto con la asistencia de la UNLa.

c) Emprendedores Culturales. La puesta en marcha de esta Incubadora es una iniciativa de la UNLa y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación a partir de la Convocatoria del Concurso Nacional de Innovación Cultural. Esta incubadora busca posibilitar a los emprendedores el acceso a formación, capacitación y apoyo técnico como así también facilita el finan-ciamiento de los proyectos.

La Incubadora asistió a ocho de los treinta y dos proyectos seleccionados en el Concurso de Innovación Cultural. Las categorías que el concurso propuso fueron: 1) Proyectos de base tecnológica para museos y patrimonio; 2) Pro-yectos que promuevan la inclusión de nuevos públicos en el ámbito de la cultura.

Pudimos avanzar con cada uno de ellos, brindándoles apoyo, recursos y asesoría desde tres aristas: marketing/comunicación, economía y cultura. Dentro de este pequeño grupo de emprendedores culturales existía una gran diversidad, que refleja la realidad de este tipo de proyectos. Como mencio-namos anteriormente los bienes de consumo o servicios brindados por los proyectos culturales a veces no están muy definidos, y en el caso de los emprendedores que incubamos, este fue un punto a resolver. Un ejemplo de ello es un proyecto que propone adaptar un museo a personas con difi-cultades visuales o auditivas a través de aplicaciones para dispositivos móvi-les, videos, maquetas, etc. Esto tiene dos interpretaciones posibles, como un producto para usuarios con discapacidades que visitan el lugar, lo cual genera un conflicto moral: o como un servicio para museos/fundaciones/centros culturales que promueven la inclusión.

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Estos productos o servicios, además del tiempo de desarrollo y la generación del contenido, necesitan un tiempo de testeo, sobre todo aquellos que involucran tec-nología. Un ejemplo son aplicaciones para dispositivos móviles, que a través de geolocalización disparan diversas narraciones. En este caso es necesario probar si la localización funciona correctamente, si los audios se escuchan bien, si la apli-cación se adapta a los sistemas operativos de los diferentes celulares, si la expe-riencia de usuario es amena e intuitiva, etc.

Nos encontramos con proyectos que no tienen un producto concreto, un usuario definido o un plan de sustentabilidad a lo largo del tiempo. Muchos de ellos son sin fines de lucro, con la ambición enfocada en la investigación o promoción de la cultura y no en el crecimiento económico, lo que dificulta la previsibilidad de los recursos ya que dependen de becas, subsidios, etc.

Por otro lado nos encontramos con un grupo de emprendedores que indagaban intensamente todas las posibilidades en busca de generar productos que creati-vamente generen un ingreso. Al mirar el problema desde diferentes puntos de vista, se dieron cuenta que cuestionando o cambiando a quien ellos creían que era el usuario, podían encontrar nuevas vetas en su negocio.

En el ámbito cultural, más que en otros, ambas aspiraciones son comunes y nece-sarias, aquellas que persiguen un fin económico y aquellas que no, sea cual fuere su destino, ambos modelos generan y promueven la cultura.

Desde la incubadora entonces, incentivamos a los emprendedores a plantearse cuáles son las posibilidades para obtener recursos a lo largo del tiempo, y así su proyecto puede sostenerse y evolucionar. En este sentido, les propusimos a los emprendedores la realización de un modelo Negocio enfocado en el “usuario” en lugar del “Cliente”, que permitió ver desde una mayor distancia las fortalezas y debilidades del proyecto permitiendo enfrentar al emprendedor a la realidad y obli-gándolo a modificar o cambiar el rumbo de su emprendimiento.

Cuando pudieron definir quiénes son los actores que influyen en el proyecto, como vincularse con ellos y con los usuarios, pudimos avanzar hacia la etapa de como proyectar la difusión, para conseguir futuras inversiones y para comunicarse con el cliente. Sea a través de video de presentación, porfolios, videos promocionales, notas periodísticas, publicidad en medios específicos, página web y redes socia-les. Estas últimas son una de las más importantes actualmente según las investi-gaciones de “Consumos Culturales en Buenos Aires, una aproximación a procesos sociales contemporáneos” publicados por el Instituto de Investigaciones Gino Ger-mani, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (2015).

Para esta etapa del proyecto es necesario tener un cronograma de actividades, que prevea todos los inconvenientes que pueden presentarse y una estructura que lo sostenga, ya que es necesario generar contenido para alimentar las redes de comunicación, contar con canales de respuesta a posibles interesados, mantener el producto y el sistema actualizado, ya que las necesidades van cambiando y sobre

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todo en tecnología, lo que hoy funciona en determinadas plataformas, mañana puede no funcionar.

7. A modo de cierre: síntesis

Para finalizar podemos afirmar que en la UNLa adoptamos el concepto de Econo-mía Plural, analizado al comienzo de este Módulo, que está compuesta por tres grandes sectores: Economía empresarial o privada cuya función es acumular capi-tal y obtener ganancias; Economía estatal o pública que incluye a las unidades administrativas de organización de los estados en todos sus niveles; y Economía popular, social y solidaria que tiene como base de organización económica a las unidades domésticas -hogares y comunidades- cuyo sentido primordial no es per-seguir el lucro sino la reproducción de la vida y el bienestar de los miembros de los emprendimientos populares.

La Universidad, como institución pública, autónoma8 y autárquica9, forma parte de la Economía Estatal y realiza acciones concretas para desarrollar proyectos y emprendimientos de la Economía Privada: emprendedores por oportunidad o con alto grado de innovación tecnológica sean productivos o culturales. Siguiendo a la adaptación del Manual de Oslo que realiza la RICYT10 en el Manual de Bogotá (2001), podemos afirmar que la innovación incluye cuatro aspectos:

- de producto aporta un bien o servicio nuevo, o significativamente mejorado, en cuanto a sus características técnicas o en cuanto a su uso u otras fun-cionalidades, la mejora se logra con conocimiento o tecnología, con mejoras en materiales, en componentes, o con informática integrada;

- de proceso: concepto aplicado tanto a los sectores de producción como a los de distribución;

- de comercialización: consiste en utilizar un método de marketing o comer-cialización no utilizado antes en la empresa que puede consistir en cambios significativos en diseño, envasado, posicionamiento, promoción o tarifica-ción, siempre con el objetivo de aumentar la ventas;

8. La autonomía universitaria es una de las principales conquistas de la Reforma de 1918 e

implica la independencia política y administrativa de una universidad pública respecto de

factores externos. La universidad dicta sus propias leyes (estatutos) y elige a sus propias

autoridades (estudiantes, graduados/as, docentes y trabajadores/as) decidiendo sus propios

estatutos y programas de estudio. Más información sobre la Reforma en su centenario en:

http://www.reformadel18.com.ar/

9. La autarquía financiera de las universidades implica que la asignación presupuestaria para

las universidades esté establecida en un mínimo no modificable por los gobiernos. El presu-

puesto Universitario forma parte del presupuesto nacional y lo vota y aprueba el Congreso.

10. La Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología -Iberoamericana e Interamericana-

(RICYT), adaptó el Manual de Oslo a la realidad Latinoamericana: http://www.ricyt.org/

manuales/doc_view/5-manual-de-bogota

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- y en la organización: cambios en las prácticas y procedimientos de la empresa, modificaciones en el lugar de trabajo, en las relaciones exteriores como aplicación de decisiones estratégicas con el propósito de mejorar los resultados mejorando la productividad o reduciendo los costes de transac-ción internos para los clientes y proveedores.

La UNLa también desarrolla proyectos de la Economía Popular: compuesta por diversas unidades económicas (algunas tienden al asociativismo y hacia la cons-trucción de valores democráticos y solidarios) que persiguen la innovación social. Últimamente este término ha sido revalorizado. Por ejemplo, según la CEPAL (2008) la innovación social incluye nuevas formas de gestión, de administración, de ejecución, nuevos instrumentos o herramientas, nuevas combinaciones de fac-tores orientadas a mejorar las condiciones sociales y de vida en general de la pobla-ción de la región. Un factor clave en el surgimiento de innovaciones sociales ha sido, sin duda la activa participación de la comunidad desde la definición del pro-blema que desean solucionar, la identificación de posibles alternativas de solución, la ejecución de las mismas así como su seguimiento. En la UNLa nos apropiamos de este concepto.

Teniendo en cuenta estos aspectos, en este Módulo analizamos cómo la UNLa apoya diversos proyectos culturales (a través de acciones vinculadas con el Minis-terio de Cultura de la Nación) y productivos y tecnológicos (Ministerio de Produc-ción y AGENCIA del MinCyT, entre otros). También capacita y fortalece proyectos de la economía popular, social y solidaria a través de convenios con el Ministerio de Trabajo de la Nación (PEI), Ministerio de Desarrollo Social (Hacemos Futuro) y MinCyT (PAD).

De este modo, la UNLa fomenta la creatividad y la innovación, siempre teniendo en cuenta el comercio justo y la equidad social, para crear y fortalecer proyectos y emprendimientos populares, culturales y tecnológicos y productivos. En el próximo Módulo les brindaremos a los participantes una primera aproxima-ción a la formulación de proyectos. Además, analizaremos la nueva Ley de Empren-dedores y los Programa de apoyo que posee el Estado Nacional.

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