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Desfase psicológico de Vicente Fox Rodrigo Vera Especialistas consultados por Proceso colocan en el diván del psicoanálisis a Vicente Fox, y concluyen que el presidente de la República experimenta un fenómeno de disociación psicológica que lo lleva a un optimismo desbordante, ajeno a la verdadera situación del país. No es un hombre malo ni mentiroso, aseguran, sino alguien que vive en el pensamiento mágico y a quien le falla la percepción de la realidad El optimismo desbordante de los discursos del presidente Vicente Fox, que por lo general no concuerdan con la situación concreta que vive el país, empieza a ser motivo de análisis de reconocidos psicoanalistas y psicólogos sociales, quienes alertan ya sobre un posible “desfase” y una “falla en el juicio de realidad” del primer mandatario. Los especialistas aseguran que la postura de Fox no obedece tanto a una estrategia política, basada en la mentira para mantener las expectativas de la población, como a los propios rasgos de su personalidad, caracterizada por un “pensamiento mágico” que no se confronta con la realidad y que es reforzado aún más por su religiosidad. El psicoanalista Armando Barriguete Castellón, expresidente de la Asociación Psicoanalítica Mexicana y de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, afirma: “El presidente Vicente Fox no es un mentiroso, no es un mal hombre. Al contrario, es un hombre bien intencionado que cree que México está muy bien. Pero le está fallando de alguna manera el juicio de realidad, porque la realidad de México es otra. “Cuando era candidato, Fox funcionó como un Mesías, como un hombre voluntarioso, omnipotente, casi un mago o un dios, que vino a conquistar al pueblo de México haciendo las mayores promesas que pudieran proferirse. Lo extraño de todo es que, ya como presidente, ese pensamiento mágico continúa: lo que él piensa lo da como realizado.” El psicólogo social Manuel González Navarro, investigador del Área de Psicología Política de la UAM-Iztapalapa, coincide: “Todos los líderes necesitan despertar expectativas positivas entre Mtro. Héctor Cerezo Huerta

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Desfase psicológico de Vicente FoxRodrigo Vera

Especialistas consultados por Proceso colocan en el diván del psicoanálisis a Vicente Fox, y concluyen que el presidente de la República experimenta un fenómeno de disociación psicológica que lo lleva a un optimismo desbordante, ajeno a la verdadera situación del país. No es un hombre malo ni mentiroso, aseguran, sino alguien que vive en el pensamiento mágico y a quien le falla la percepción de la realidad

El optimismo desbordante de los discursos del presidente Vicente Fox, que por lo general no concuerdan con la situación concreta que vive el país, empieza a ser motivo de análisis de reconocidos psicoanalistas y psicólogos sociales, quienes alertan ya sobre un posible “desfase” y una “falla en el juicio de realidad” del primer mandatario.

Los especialistas aseguran que la postura de Fox no obedece tanto a una estrategia política, basada en la mentira para mantener las expectativas de la población, como a los propios rasgos de su personalidad, caracterizada por un “pensamiento mágico” que no se confronta con la realidad y que es reforzado aún más por su religiosidad.

El psicoanalista Armando Barriguete Castellón, expresidente de la Asociación Psicoanalítica Mexicana y de la Sociedad Mexicana de Neurología y Psiquiatría, afirma:

“El presidente Vicente Fox no es un mentiroso, no es un mal hombre. Al contrario, es un hombre bien intencionado que cree que México está muy bien. Pero le está fallando de alguna manera el juicio de realidad, porque la realidad de México es otra.

“Cuando era candidato, Fox funcionó como un Mesías, como un hombre voluntarioso, omnipotente, casi un mago o un dios, que vino a conquistar al pueblo de México haciendo las mayores promesas que pudieran proferirse. Lo extraño de todo es que, ya como presidente, ese pensamiento mágico continúa: lo que él piensa lo da como realizado.”

El psicólogo social Manuel González Navarro, investigador del Área de Psicología Política de la UAM-Iztapalapa, coincide:

“Todos los líderes necesitan despertar expectativas positivas entre su público; mienten para buscar legitimidad entre la población. Pero en el caso del presidente Fox ya se percibe un desfase. Habla para reforzar su propia creencia de que México está muy bien, para reforzar su propia ilusión, lo cual, a la larga, puede resultar muy peligroso para el país.

“La situación es semejante a la de quien cree en un milagro. Este mecanismo mental es el siguiente: no crees porque ves el milagro, sino que primero es la creencia y después la percepción. Y, en rigor, Fox cree que el país milagrosamente está bien.”

—¿Ya antes había ocurrido un fenómeno parecido? —Se me viene a la memoria lo que ocurrió durante la administración de Salinas de Gortari, quien nos vendió la idea de que México ya estaba en el Primer Mundo. Pero nosotros revisábamos nuestros bolsillos y veíamos que nuestra cartera seguía siendo del Tercer Mundo. Había, pues, una disociación.

“Con Fox pasa algo semejante. Él, desde arriba, dice que el país está bien. Uno lo oye y piensa de entrada: ‘A lo mejor es cierto: todos están bien, menos yo’. Pero actualmente hay

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mucha comunicación entre las bases, por lo que la gente empieza a señalar: ‘Parece que las cosas no son como las pinta el presidente’. De ahí la desilusión y el descrédito en que ha venido cayendo la figura de Fox.”

—¿Es ya un figura debilitada?

—Aquí habría que distinguir entre los distintos sectores sociales. Para el sector más crítico de la población, el más educado, Fox ya no tiene nada qué hacer, es un hombre totalmente desgastado. Se le ve como el presidente de la alternancia, mas no del cambio. De manera que lo único que resta por hacer es esperar a que salga de la Presidencia.

“Sin embargo, las clases bajas, por así decirlo, todavía tienen esperanzas depositadas en él. Estas clases son las que siempre tienen más esperanzas en sus líderes. El voto que le dieron es lo que todavía lo sostiene, en términos de credibilidad. Necesitan creer en alguien. Todavía dicen: ‘Yo lo puse en la Presidencia, y si yo lo puse no puede ser que sea tan tonto o que esté mal de la cabeza. No puedo creerle del todo, pero tampoco puedo dejar de creerle’. Siguen en esa postura ambivalente.”

El pensamiento mágico

Desde la campaña presidencial de 2000, González Navarro ha venido estudiando el comportamiento psicosocial de la población ante sus políticos, y muy concretamente la personalidad de Fox como candidato y como presidente. Ha realizado encuestas y escrito artículos sobre el tema en publicaciones especializadas.

En su cubículo de la Universidad Autónoma Metropolitana, institución donde imparte cátedra de psicología de las masas, el especialista expone:

“Es sorprendente constatar cómo las promesas incumplidas de Fox a lo largo de más de dos años que lleva de gobierno, todavía las sigue haciendo. Es un hombre de fe. Y pienso que su religiosidad refuerza todavía más su creencia de que en México todo está bien. Se le critica porque, cada vez que sale al extranjero, dice disparates. Pero está en su derecho de hablar y de expresar sus creencias. Aunque sus asesores debieran aconsejarle que evalúe objetivamente la situación del país.”

—¿Esto no ha logrado desencantar al grueso de la población?

—Lo que sucede es que las creencias del presidente son parecidas a las de las masas. Y él, más que con la clase política, está tratando de establecer una comunicación con el pueblo. Por ejemplo, su reciente hospitalización, para operarse la columna vertebral, despertó la lástima y conmovió a las masas por haber mostrado ese lado tan humano.“Aparte, el utilizar a la Virgen de Guadalupe, el besar el anillo de Juan Pablo II y todas esas cosas, están moviendo resortes de creencias muy profundas en el mexicano. Este aspecto, que va más allá de la investidura presidencial, no se ha evaluado todavía en detalle. El pueblo requiere de este tipo de cosas, aunque no sean del agrado de los críticos y politólogos.”

González Navarro también ve a Fox como a un actor que ensayó durante mucho tiempo el papel de candidato exitoso y que, padeciendo ya las tribulaciones de la silla presidencial, no ha podido desprenderse de su anterior papel: “El personaje que construyó se tragó al actor.

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Suele ocurrir”

Por su parte, el psicoanalista Barriguete Castellón señala que el grueso de la población comparte el mismo “pensamiento mágico” de Fox:

“A mí me resalta mucho el exceso de religiosidad del presidente Fox, que aumenta el ingrediente de su pensamiento mágico, es decir: tiene tanta fe y tanta seguridad de que México está bien sólo porque se lo ha encargado a Dios todopoderoso. Así, los problemas están en manos de Dios y todos podemos estar tranquilos. No nos pasará nada.

“Entre el pueblo, y entre nosotros mismos, hay muchas manifestaciones de este mismo pensamiento mágico. Pongo sólo un ejemplo, alguien dice: ‘Mi madre ya está muy anciana y puede morirse en cualquier momento’. Pero se da cuenta de que ese pensamiento puede provocar la muerte de su madre. Entonces toca madera y, con ese contacto, mágicamente evita la muerte de su ser querido. Como ésa, hay mil manifestaciones más.”

El superhombre mandilón

Médico psiquiatra y psicoanalista —lleva 45 años ejerciendo el psicoanálisis—, Barriguete Castellón está cómodamente sentado en el sillón donde suele dar consulta. A su lado se extiende el largo diván negro, de piel, destinado a sus pacientes.

Aclara: “Mire, el presidente nunca ha estado en este diván. Así me es difícil poder afirmar muchas cosas sobre su personalidad. De por sí me cuesta trabajo conocer a pacientes que he tenido durante años... Imagínese hablar sobre alguien que jamás he analizado. Puedo hablar sobre él, pero de acuerdo con lo que estoy viendo, escuchando, leyendo...”

—¿Hay algún término, en psiquiatría, para definir esa característica de Fox?

—Simplemente podríamos decir que tiene una falla en el juicio de realidad. En distintos foros ha dicho que la economía mexicana, el campo y todo está bien, cuando todos estamos viendo otra cosa. Con esto, repito, no quiero decir que sea un mentiroso, sino que lo que él piensa lo da por realizado.

—¿Desde su campaña percibió esta inclinación?

—Más o menos tenía las mismas características. Se sentía un hombre omnipotente. Nunca decía que intentaría hacer bien las cosas, que pondría su voluntad y su inteligencia para intentar hacer esto o aquello. No, no. Usaba unos muñecos de plástico que aplastaba con sus botas, diciendo que así aplastaría a las ‘víboras prietas y tepocatas’ de sus enemigos políticos. Recordemos también sus promesas de resolver en 15 minutos el conflicto chiapaneco; sus ofrecimientos de ‘tele, vocho y changarro’ a los desposeídos... Mágicamente podía resolver todos los problemas. ¡Era un Mesías! ¡Un dios!

“Todo esto le funcionó muy bien ante una población empobrecida. Cuando un pueblo tiene necesidades apremiantes, pues es capaz de aceptar cualquier tipo de argumentos con tal de remediarlas. Si yo tengo hambre, busco trabajo. Si no lo encuentro, pido prestado. Si no me prestan, vendo mis cosas, y al perderlas puedo llegar al extremo de robar y dejarme invadir por un pensamiento mágico que me dé esperanzas.

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“Obviamente que ahora ya en el poder y confrontado con la realidad, aquel superhombre se desinfló. Hoy es un hombre muy débil y muy acabado. Pero su pensamiento mágico sigue intacto. Eso es lo grave. Sigue teniendo popularidad porque la gente sabe que lo llevó a la Presidencia y no está dispuesta a aceptar que se equivocó. Quizás espere hasta el último momento para entonces sí sentir su decepción.

“Debemos, sin embargo, reconocer que es un hombre honrado, lo mismo que la mayoría de su gabinete. También creo que, en su administración, la aplicación de la justicia está mejor, lo mismo que la libertad de expresión. Y ya no es aquel presidente frío, distante y misterioso al que estábamos acostumbrados. La prueba está en que acaba de abrirnos su cuarto de hospital para que todos lo viéramos convaleciente de su operación de hernia.”

—Se comenta que éste fue un mecanismo de evasión para eludir su responsabilidad ante la posible guerra en Irak, ¿Qué piensa usted?

—Resulta arriesgado hacer esa conjetura. Pudo ser que, como él dice, tuvo dolores intensos que hicieron necesaria una operación urgente. Y en caso de que haya sido una evasión, pues resultó muy torpe porque no evadió absolutamente nada. De cualquier modo, él hubiera tenido que afrontar su responsabilidad, así estuviera en una cama de hospital.

—También se habla de una fuerte dependencia del presidente respecto a su esposa Marta Sahagún, al grado de señalar que ambos son la pareja presidencial. ¿Cuál es su opinión al respecto?

—Cuando buscamos una pareja, siempre tomamos como modelo a nuestra madre. De manera que existe la probabilidad de que él tenga una madre fuerte, entrona, impositiva, que se mete y domina la situación. Podemos decir que es una personalidad que, de alguna manera, se somete a la figura femenina, por un exceso de confusión entre mujer y madre.

“Pero esto no es nada raro entre los mexicanos. Siempre se ha dicho que padecemos de mucha madre. Entre juego y juego, nos llamamos falderos y mandilones, asociando a la esposa con la madre que nos daba de coscorrones cuando niños. Fox no se aparta de este modelo tradicional del mexicano. Y si le escarbamos, ni usted ni yo tampoco. Sólo que nosotros no somos presidentes y no estamos en la mira de la gente.”

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