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Desolación FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD 15/06/16 EDUARDO ‘TEO’ URIARTE Hace tiempo avisé que el PSOE se estaba convirtiendo en un partido “sobrero”, caminaba hacia la marginalidad política en su deriva al izquierdismo promovida por su joven generación que, a pesar de haber pasado años en los pasillos de sedes e instituciones, no aprendió nada de política. La confundieron, fenómeno visible en otros partidos, con la dialéctica de enfrentamiento en que las dos formaciones principales de nuestro sistema cayeron, devolviéndonos mediante una espiral ascendente de choques a una situación de incomunicación política previa a la Transición. La democracia, que exige de sus representantes lealtad y actitud constructiva, estaba siendo erosionada por sus detentadores. La política española, huérfana de teóricos y pensadores –el finado Onaindía, miembro del PSOE, manifestó en una conferencia a universitarios, ante la sorpresa del auditorio, que la única aportación teórica del socialismo español había sido la movida madrileña- derivó en malas prácticas, en el sectarismo y, tras él, en comportamientos corruptos. Porque los logros, que los ha habido, y muy importantes, ya se encargaba la desleal oposición de abatirlos en la estrategia de tierra quemada. Al final lo que ha quedado destrozado ha sido el sistema en general y con él, como no podía ser menos, los viejos partidos que lo sostenían, malheridos, en proceso de refundación o en asumida liquidación. Porque la miserable dialéctica de debate entre ellos no ha dado lugar a la victoria de ninguno, sino a la derrota de ambos y a la aparición de nuevos. Algunos de los cuales con peligrosa vocación antidemocrática, bien las CUP, bien Podemos, bien nuevos nacionalismos, pues la convivencia democrática y la labor participativa en el impulso de gobernabilidad eran algo que previamente los otrora protagonistas de la Transición habían ido despreciando. Los de Podemos sólo tuvieron que seguir la estela de enfrentamiento creada por los viejos e irresponsables partidos y sumarse a la consideración fóbica hacia el PP generada por el PSOE. La encuesta del CIS previa a la campaña del 26 J muestra la muy posible superación de los populistas al mismísimo PSOE, baluarte en tiempos pasados del sistema, que dejaría de ser la alternativa a un también debilitado PP. Han tenido que aparecer estos datos para que amanezca la reflexión en sus entornos. Un preocupado editorial de El País del siguiente día, del 10 de junio, con un rotundo subtítulo manifestaba claramente lo que el socialismo había estado ocultando a sus militantes y electores, que “Podemos es una fuerza antagónica al PSOE…”, pero punto y seguido sigue engolfado en la errónea dialéctica que nos ha conducido a la actual situación: “Su éxito sólo beneficia al PP”. Aseveración falsa porque perjudica a todo el sistema, incluido al PP, que es lo que debe preocupar a todo demócrata, incluido el periodismo democrático. Mediante esa lógica maniquea –lo peor que puede ocurrir es rebeneficiar al PP-, la dialéctica de estos últimos años, los antisistemas acabarán con el sistema. Y de seguir con ella los retales del histórico partido de la izquierda acabarán reclutados por la alternativa comunitarista y libertaria si el infantil objetivo reside en perjudicar al PP. Bajo la hegemonía de esa lógica de fobia hacia el partido de la derecha, cuando se trata del necesario adversario en el marco democrático –el compañero de viaje- no es de extrañar que se produzca el efecto que parece sorprender al diario, consistente en que “… a ojos de un buen

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FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD 15/06/16EDUARDO ‘TEO’ URIARTE

Hace tiempo avisé que el PSOE se estaba convirtiendo en un partido“sobrero”, caminaba hacia la marginalidad política en su deriva alizquierdismo promovida por su joven generación que, a pesar de haberpasado años en los pasillos de sedes e instituciones, no aprendió nadade política. La confundieron, fenómeno visible en otros partidos, con ladialéctica de enfrentamiento en que las dos formaciones principales denuestro sistema cayeron, devolviéndonos mediante una espiral ascendentede choques a una situación de incomunicación política previa a laTransición. La democracia, que exige de sus representantes lealtad yactitud constructiva, estaba siendo erosionada por sus detentadores.

La política española, huérfana de teóricos y pensadores –el finadoOnaindía, miembro del PSOE, manifestó en una conferencia auniversitarios, ante la sorpresa del auditorio, que la única aportaciónteórica del socialismo español había sido la movida madrileña- derivó enmalas prácticas, en el sectarismo y, tras él, en comportamientoscorruptos. Porque los logros, que los ha habido, y muy importantes, yase encargaba la desleal oposición de abatirlos en la estrategia detierra quemada. Al final lo que ha quedado destrozado ha sido el sistemaen general y con él, como no podía ser menos, los viejos partidos que losostenían, malheridos, en proceso de refundación o en asumidaliquidación. Porque la miserable dialéctica de debate entre ellos no hadado lugar a la victoria de ninguno, sino a la derrota de ambos y a laaparición de nuevos. Algunos de los cuales con peligrosa vocaciónantidemocrática, bien las CUP, bien Podemos, bien nuevos nacionalismos,pues la convivencia democrática y la labor participativa en el impulsode gobernabilidad eran algo que previamente los otrora protagonistas dela Transición habían ido despreciando. Los de Podemos sólo tuvieron queseguir la estela de enfrentamiento creada por los viejos eirresponsables partidos y sumarse a la consideración fóbica hacia el PPgenerada por el PSOE.

La encuesta del CIS previa a la campaña del 26 J muestra la muy posiblesuperación de los populistas al mismísimo PSOE, baluarte en tiempospasados del sistema, que dejaría de ser la alternativa a un tambiéndebilitado PP. Han tenido que aparecer estos datos para que amanezca lareflexión en sus entornos. Un preocupado editorial de El País delsiguiente día, del 10 de junio, con un rotundo subtítulo manifestabaclaramente lo que el socialismo había estado ocultando a sus militantesy electores, que “Podemos es una fuerza antagónica al PSOE…”, pero puntoy seguido sigue engolfado en la errónea dialéctica que nos ha conducidoa la actual situación: “Su éxito sólo beneficia al PP”. Aseveraciónfalsa porque perjudica a todo el sistema, incluido al PP, que es lo quedebe preocupar a todo demócrata, incluido el periodismo democrático.Mediante esa lógica maniquea –lo peor que puede ocurrir es rebeneficiaral PP-, la dialéctica de estos últimos años, los antisistemas acabaráncon el sistema. Y de seguir con ella los retales del histórico partidode la izquierda acabarán reclutados por la alternativa comunitarista ylibertaria si el infantil objetivo reside en perjudicar al PP.

Bajo la hegemonía de esa lógica de fobia hacia el partido de la derecha,cuando se trata del necesario adversario en el marco democrático –elcompañero de viaje- no es de extrañar que se produzca el efecto queparece sorprender al diario, consistente en que “… a ojos de un buen

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número de electores (ex-votantes del PSOE, abstencionistas o jóvenes quevotan por primera vez), parecería que el PSOE y Unidos Podemos fuerandos partidos intercambiables o, incluso, sustituibles”. Pues no, resultade lo más coherente y nada extraño, ya que la estrategia de buenos ymalos, mucho antes de que apareciera Podemos, la inauguró el PSOE, y lagente identifica como semejantes a los que coinciden en el erigidoprejuicio fundamental: la fobia al PP.

Acto seguido, ante la desolación provocada por la encuesta le tocamanifestar al diario, ya era hora, la diferencia entre una fuerzasocialdemócrata, muy modificada en estos años recientes por ZP yPodemos, mediante una declaración digna de un manifiesto: “Nada hay máslejos de la realidad: Unidos Podemos no representa una marca joven yalgo más de izquierdas que el Partido Socialista, sino un contendientedirecto en lo relativo a las ideas, las políticas y los valores quecaracterizan a los socialdemócratas, en España y en toda Europa. Por sumanera de entender la democracia representativa, las políticas deigualdad, la economía de mercado, el proceso de integración europeo y elorden internacional, PSOE y Unidos Podemos son dos fuerzas antagónicascuyo entendimiento, como vimos tras el 20-D, es imposible”.

Declaración muy tardía, cuando muchos testigos de la Transición noshemos alejado ya del socialismo aterrorizados por su derivaizquierdista. Su consecuencia ha acabado en lo actual, el surgimiento deun potente movimiento antisistema, que encuentra en una sociedadperturbada por la falta de condiciones de trabajo y bienestar,especialmente entre sus jóvenes, las condiciones para votar cualquieropción que por falsa que fuere castigue a los de “la casta”, lugar dondeocupa sitio de honor el PSOE. Podemos es un voto de castigo no sólocontra el PP, no sólo contra nuestro marco político, sino muyespecialmente, y como primer paso, contra el PSOE. Tan de castigo quevotantes de HB, que votaban “lo que más daño les hace”, se han pasado enEuskadi a Podemos.

Si mucha gente ha dejado de distinguir al PSOE de Podemos es porquedesde hace tiempo el primero renunció de forma traumática a lo que era,protagonista de la misma Transición. Fue dejando de ser él mismodesenterrando todas las cuestiones que removían sísmicamente el sistema,desde una memoria histórica manipulada para el enfrentamiento, laculpabilización de todo al PP, una excesiva compresión hacia ETA, a cuyosector político le dio una digna salida tras una larga negociacióncuando ya estaba derrotada, una errática política autonómica, cuyaprimera víctima ha sido el PSC, y tras él el PS de Euskadi, y elabandono de cualquier proyecto político acomodándose en un confortableprogresismo buenista, pletórico de aparente ética y nefasto en política.Todos los elementos ideológicos que han acabado, con mayor coherencia,radicalidad y credibilidad, acaparados por el populismo. Porque elauténtico hijo del zapaterismo, por mucho que su fundador aparezca enlos mítines socialistas pidiendo el voto, es Podemos, que ha sabidollevar hasta la conclusión final los impulsos izquierdistas de éste. Nosólo las condiciones económicas de la crisis favorecían la indignaciónde las masas y su deserción de un sistema cuyos representantes lo hanmostrado corrupto, sino que la mitad del discurso del populismoemergente se lo había escrito un PSOE que hoy se siente desolado.

El abandono de su ser -como ha ocurrido a otras fuerzas que se fueronapartando del marco político como CiU- les alejaba de la tareasustancial de todo partido democrático, la búsqueda de la convivencia ydel bienestar. Esto se ha realizado a cambio de la mera supervivencia enel poder, comportamiento que ha favorecido una espiral de sectarismo y

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radicalismo. Lo importante ya no importa. Déficit, pensiones,descuartizamiento territorial, proceso de feudalización del Estado bajolos partidos, etc. Se hace de lo secundario, hasta de lo trivial, toros,rótulos de calles, estatuas del Caudillo, diferenciaciones, identidadesy discriminaciones –siempre positivas, como si lo pudieran ser-, loimportante. Facilitando a los medios de comunicación, que están alquite, la política como espectáculo, sin fundamento, como “realityshow”, sin aparente consecuencias en la vida del ciudadano cuando ésteapaga el receptor. Como si las decisiones de los políticos no acabaranteniendo consecuencias trágicas en ellos. Así, la emotividad y elsentimiento, junto a la frivolidad, se apoderan de la racionalidad quetoda democracia debe potenciar, en un momento de perturbación social porlos escándalos promovidos por los partidos. Sentimiento y emotividad quepermite fabulaciones políticas, más bien mágicas, cargadas de falsedadeso medias verdades, lo que no importa, pues si la promesa es bella yapasionante no importa. Además, bastante nos han robado lo que nosgobiernan como para no creer las fábulas de los nuevos profetas. Sobretodo cuando parte de ellas venían avaladas por un centenario partido deobreros como el PSOE.

*Socialdemocracia.*Interesante la discusión sobre la socialdemocracia, si eso sirve paraeducar un poco, siempre y cuando los comunicadores pierdan el tiempo enleer sobre el tema. ¿Es podemos socialdemócrata? Evidentemente no. Noporque no tenga determinados aspectos reivindicativos de lasocialdemocracia, ni porque se haya unido al nostálgico comunismoespañol, sino porque Podemos es revolucionario y la socialdemocraciadesde la revolución rusa, y oficialmente desde la rupturasocialdemócrata, entre la II y la III Internacional, es reformista.Desde entonces el foso se hizo infranqueable. Incluso, la polémica entrelos que se sienten los auténticos depositarios del emblema y los reciénllegados, recuerda demasiado los enfrentamientos entre ellos durante laRepública y la guerra como para no volver a rememorar la falta demadurez política, que les llevara al enfrentamiento armado, y a laconclusión pública de que con ellos no se podía ni creer ni en las máshermosas promesas.

Si la ruptura entre socialdemocracia y otras concepciones izquierdistarevolucionarias, incluida la comunista fue tan profunda, ¿cómo esposible la amalgama que permite a Iglesias a hablar de su fórmula comosocialdemócrata llevando en su coalición a comunistas y nacionalistas?Sencillo, porque tras la aportación de Zapatero dividiendo nuestroespacio político en buenos y malos, y la puesta en crisis del papel dela Transición – y qué es esta democracia para los izquierdistas sino lacontinuidad del franquismo-, aquel viejo hermanamiento de todos contraFranco se reprodujo bajo la gran comunidad antisistema que nos traePodemos. Efecto de unión del radicalismo izquierdista que pone en crisistodo el sistema y que la prudencia política de los partidos – que sitenían memoria histórica de lo que pasó con la República- supo impedir ala muerte del dictador. Aquellos partidos débiles y recién construidostenían algo fundamental para evitar el enfrentamiento por encima decualquier fobia: querían la democracia. Iglesias ha sabido llevar a suprovecho la tensión guerra civilista que el PSOE inició. Hoy tienedetrás de sí un enorme ejército de votos propiciado por el discurso deotros.

Podemos no es socialdemócrata, recuerda demasiado a ETA-Batasuna en suplanteamiento ideológico-propagandístico. No es de extrañar que toda lapolítica, no sólo la catalana, se esté /batasunizando/ en España.Teniendo aquellos un fundamento esencial en el nacionalismo, fueron

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adoptando otras ideologías de forma sincrética y oportunista a lo largode su recorrido, desde el comunismo, el pensamiento libertario, alsocialismo. Ideologías utilizadas allá dónde, o el momento, conviniese,con tal de reforzar lo fundamental, el proyecto secesionista, que si erasincero tenía que ser violento, pues a la secesión no se llegademocráticamente. Normalmente el sincretismo suele ser útil para laacumulación de fuerzas necesarias en un momento histórico cara aalcanzar el poder, es decir, los cielos. Es el caso de Podemos, nisiquiera es un movimiento comunista, es un conglomerado antisistema queengloba desde nacionalismos periféricos a libertarios multicolores. Eseconglomerado es fundamentalmente libertario y mantendrá en su seno lasmás estrambóticas contradicciones mientras lo importante, coincidiendocon el PSOE, sea arrojar a la derecha. Una vez alcanzado el objetivosólo una dictadura hace posible durante un tiempo el mantenimiento detan multicolor horda.

Interesante la experiencia de las CUP en Cataluña. Si fuerzas otroramoderadas, como CiU, se lanzan hacia la ruptura, y para ello necesitanaliados aún más rupturistas, no se sorprendan que se vean arrastrados alcaos político, caos que todo anarquismo ha considerado como condiciónprevia revolucionaria. Interesante experiencia porque nos puede acercaral comportamiento de Podemos, al caos más absoluto tras una alianza defuerzas tan dispares, un programa económicamente bárbaro, en formatoconsumista, y un sentimiento solidario con los sistemas políticos máscalamitosos que padece hoy la humanidad. Estamos acostumbrados a vivirsin cabeza, sin racionalidad en la política, estos últimos cuarenta añoshan sido la excepción, no es de extrañar opciones suicidas asumidas porla mayoría del electorado. CiU se suicida yendo a un Gobierno con elapoyo de los antisistemas y Sánchez creyó que Podemos le iba a apoyarcuando, era de manual, el primer escalón de Podemos hacia la Moncloa eraliquidar al PSOE.

*El problema de fondo: con el PSOE cae el sistema.*La irrupción de Podemos con un mensaje de ruptura superando a un PSOEcuyo reto inmediato es evitar su desaparición a corto plazo, ladesaparición de CiU barrida en la espiral secesionista que quisoencabezar, un PNV no mayoritario en Euskadi superado por el radicalismoantisistema de Podemos-HB, y un PP en convulsión interna y alejado decualquier posibilidad de mayoría absoluta, nos muestran un panorama decrisis, no sólo de dichos partidos, sino del propio sistema político delque fueron sus promotores tras la dictadura.

Mientras el PP sostiene un papel moderador ante la derecha, que hasupuesto que el populismo no haya aparecido en ese espacio, no se puededecir lo mismo del papel fracasado del resto de los partidosmencionados. El PNV, que se lanzó a la aventura radical de la secesióncon Ibarretxe abandonando las reglas del juego creadas durante laTransición, hoy se ve superado por las formaciones antisistema, yfinalmente será arrastrado, quebrando la moderación de Urkullu, asumarse a una movilización por la secesión. CiU, formación de singularimportancia en el proceso democrático, bisagra clave para lagobernabilidad con sus apoyos en Madrid a derecha e izquierda, harenunciado a ese papel de encuentro y moderación intentando acaudillarun movimiento secesionista, perdiendo su lugar en el tablero de laconvivencia política española. Y finalmente, el PSOE, pieza fundamentalpara evitar el radicalismo en la izquierda y recoger en su seno lasdiferentes familias antifranquistas hasta que se amoldasen a lademocracia parlamentaria, no sólo dejó de ejecutar ese papel sino quefavoreció la quiebra del sistema en un ataque total a la derecha

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blandiendo elementos discursivos que hoy son el centro del populismoalternativo.

Además de la indignación popular potenciada por las consecuencias de unaprofunda crisis económica, incrementada ésta por la inacabable sucesiónde delitos de corrupción que la élite política protagoniza, hay quesumar la irresponsabilidad de los partidos gestores de la democraciaespañola que llegados a un punto en su desarrollo optaron por salirse dejuego con tal de garantizarse su supervivencia. No la consiguieron, hoysu supervivencia está en entredicho y el sistema está profundamentequebrado. Se partió, en palabras de Zapatero, de la segura fortaleza delsistema, que no podía correr ningún riesgo de quiebra, para acabardescubriendo que la realidad actual es contraria a ese bello deseo: elsistema se rompe y el fracaso del PSOE es su fatal síntoma.

Vino Podemos se apoderó de todo el discurso izquierdista del PSOE, de lafobia al PP, de la memoria de buenos y malos y de la guerra civildesenterrada por Zapatero, del acercamiento al mundo de ETA propiciadopor el anterior y Eguiguren, de una actitud flexible ante elsecesionismo catalán propiciada por el PSC, y, entonces barrió, y llegóel castañetear de dientes y la desolación. Era la crónica de un finalanunciado. Si jugamos a izquierdistas aparece Podemos. Si jugamos a lasecesión en Cataluña aparecen las CUP.

Ante esta realidad tenemos varias opciones, la conservadora, la que vana esgrimir las jerarquías de los partidos quitando importancia alfracaso de los propios partidos y a negar la profunda crisis delsistema, con lo que nos encaminaremos al modelo griego. O iniciamos unproceso de encuentro y reconstrucción de la política, incluyendo larefundación de los partidos constitucionales, para dar a la vez el pasoadelante en las reformas políticas, incluida la constitucional, quevuelva a dar estabilidad al sistema y garantías a la democracia. Esposible que a los actuales gestores les parezca inabordable, pero eso yaeso hizo hace cuarenta años, porque existía mucho deseo de convivencia yel sectarismo partidista aún no había anegado la política.