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DIDACTICA
La labor docente tiene como elemento fundamental de su quehacer reflexivo y
practico; la didáctica. De esta depende el anclaje entre el proceso de enseñanza y
el proceso de aprendizaje. Dichos procesos están motivados por uno o varios
objetivos definidos expuestos por la normatividad educativa y por los intereses
intrínsecos del sujeto educador hacia los estudiantes, en un contexto enmarcado
por la pedagogía, el campo de saber de dominio del maestro, el currículum, el
clima institucional y la subjetividad propia del aula o entorno de enseñanza-
aprendizaje.
La didáctica general permite comprender una secuencia o recorrido para ser
aplicada. En ese sentido, se observan siete componentes propios de esta ciencia:
En los sistemas educativos actuales se puede percibir
un interés o sesgo por al menos
dos componentes; el contenido, representado en los
currículos y la evaluación. Este último elemento sirve para aprobar o desaprobar la
acción pedagógica del profesor. Sin embargo, la práctica diaria del profesor,
independientemente del saber específico que domine, contiene los elementos de
la didáctica: El profesor conoce el problema en la medida en que es responsable
luego de su mediación, del tipo de sujetos que aporta a la sociedad. Por lo tanto,
el problema, es el primer cuestionamiento con el que se enfrenta el educador,
dada su naturaleza subjetiva, luego advierte que debe plantear problemas de
Problema
Objetivos
Contenido
Método
Forma
Medios
Evaluación
manera objetiva a la población estudiantil, para que ella a su vez proponga
posibles soluciones.
Con estas y otras disyuntivas se encuentra la práctica del docente y en esa
medida, si bien el docente advierte que actúa bajo unos postulados didácticos,
pedagógicos, teóricos y metodológicos acertados y adecuados al tipo de
población, otra es la mirada de agentes externos.
Como ya se ha mencionado, cada profesional de la educación, intrínseca o
extrínsecamente, pone en práctica una didáctica; lo que no es evidente ni
generalizado es qué tipo de didáctica utiliza ni a qué necesidades responde. En
consecuencia, lo que habría que empezar a preguntarse tanto el sistema como el
profesor, es por el objetivo; hacia donde va o qué desea alcanzar. Lo anterior se
lograría mediante un análisis crítico de la práctica educativa; investigando y
observando continuamente el origen de los problemas. En dicha investigación el
maestro pone a prueba su profesionalización.
De acuerdo con lo anterior, el maestro debe estar en permanente actualización. El
sistema educativo vigente debe ofrecer dicha posibilidad, para que de esta manera
exista innovación didáctica en el aula y ello sólo es posible si coexisten varios
factores:
La toma de conciencia por parte del maestro de una necesidad de cambio, nacida
de las nuevas necesidades de los educandos; las nuevas disposiciones estatales,
ministeriales y sociales en general y la evaluación científica de la práctica
cotidiana.
Los maestros deben entonces, apropiarse de un marco teórico conceptual sobre
didáctica, usarlo, manejarlo, criticarlo y a su vez alimentarlo con la sistematización
y exposición de las experiencias cotidianas en el aula; con la aplicación de la
interdisciplinariedad; reconociendo que el proceso de enseñanza-aprendizaje es
en conjunto y procesual (De Camilloni, Davini, Edelstein , Litwin, Souto, & Barco ,
1.996). De lo contrario el profesor estará condenado a repetir lo que otros
investiguen y aporten a la ciencia de la didáctica y la pedagogía.
En esa medida, los educadores están llamados a construir un historial de
prácticas; a generar igual que otras profesiones tratados, memorias, teorías,
enfoques que caractericen y otorguen identidad a su quehacer. Los educadores,
como miembros de un gremio académico pensante, indagante, reflexivo,
propositivo e investigativo, como de hecho lo es pero de forma aislada, deben
propender por estructurar un cuerpo colectivo.
En consecuencia, es necesario asumir la evaluación como elemento constitutivo a
lo largo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es a partir de la evaluación
que se reconoce el éxito o el fracaso de la aplicación de cualquier modelo
didáctico. La evaluación permite identificar la consecución o no del objetivo. Ella
es la que define si el planteamiento del problema estuvo acorde o no al contexto.
Es la evaluación la que pondera si la selección de los contenidos es o no
acertada. La evaluación es la respuesta inmediata del proceso formativo, ya que
permite la reorganización y el re-direccionamiento constante de los objetivos. Ella
es la que permite al educador y al sistema educativo mirarse y reinventarse de
nuevo. En consecuencia, la evaluación debe salir de su papel de termómetro,
pues no se trata de un simple instrumento para medir el resultado final del proceso
de enseñanza – aprendizaje. La evaluación debe ser el inicio de éste. Se debe
entender que en la evaluación como elemento de la didáctica, deben ser partícipes
y actores el educador y el educando. Esta no puede ser un instrumento de
medición externo, ya que estaría descontextualizado de las dinámicas propias de
cada entorno educativo. El instrumento de evaluación externo no puede ser un
arma utilizada para sancionar; si ha de aplicarse, su aplicación debe perseguir el
crecimiento y fortalecimiento del profesor y de la institución.
En ese sentido, se debe contar dentro del escenario de la práctica educativa, con
el concurso de didáctica enmarcada dentro de una perspectiva crítica del
quehacer docente, entendiendo la didáctica como “una disciplina con carácter
propio, dotada de una perspectiva teórica autónoma, que está conectada con
otras, pero que no se limita a constituir un conglomerado de saberes ni una
aplicación de modelos teóricos externos a situaciones del aula particulares”
(Aduriz Bravo & Izquierdo Aymerich , 2.002).
En consecuencia, la perspectiva crítica de un tipo dado de didáctica encontraría su
fundamento en que ésta recurre como meta teoría de apoyo a la teoría crítica de la
sociedad, y en ese sentido expresaría una visión crítica del currículo, sin pretender
la salvación del qué y cómo de la acción didáctica, pero en todo propondría unos
objetivos claros en cuanto a perseguir “la reelaboración con base en métodos
científicos de las decisiones, discusiones e instituciones escolares; la proyección
de los elementos históricos, ideas de futuro e implicaciones filosóficas
subyacentes en la institución escolar; posibilitar el análisis y discusión
intersubjetivos de las decisiones educativas; ayudar a profesores y alumnos que
actúan y deciden en el ámbito didáctico, a tomar conciencia de lo que hacen,
sobre qué y en qué condiciones históricas deciden y actúan, y qué subyace en sus
consideraciones, decisiones y acciones” (Rodríguez Rojo, 1.997).
Por otro lado, otras opiniones resaltan que la didáctica crítica debería tener como
tarea fundamental “elaborar con métodos científicos el sentido de las decisiones,
discusiones e instituciones escolares; proyectar los elementos históricos, ideas de
futuro e implicaciones filosóficas subyacentes en la institución escolar; hacer
posible el análisis y discusión intersubjetivo de las decisiones educativas y ayudar
a los planificadores de currículos, a profesores y alumnos, … a tomar conciencia
de lo que hacen, sobre qué y en qué condiciones históricas deciden y actúan y
qué (elementos) subyacen en sus consideraciones, decisiones y acciones” (Klafki,
1.986).
Como vemos, en cualquier caso la didáctica crítica está llamada a combinar la
praxis, la acción y el cambio social y por lo tanto, se ubicaría dentro del tipo de
práctica orientada hacia la “indagación científica mediante la resolución de
problemas, con el consiguiente desarrollo de habilidades básicas, de
procedimiento y de investigación, como alternativa eficaz para incrementar la
creatividad y la capacidad crítica de los estudiantes y constituirse a su vez en
fundamento de autonomía y responsabilidad social”.
En consecuencia, por problema se entendería “una situación que presenta
dificultades para las cuales no hay soluciones evidentes”, y esta estaría
enmarcada dentro de un contexto sociocultural e histórico evidente y afectaría a
una o varias personas” (Pulido de Castellanos & Jessup Cáceres, 2000).
En el mismo sentido, se tendría que el principal fundamento de una propuesta
didáctica con orientación crítica estaría enmarcada dentro de la enseñanza
problematizadora, opuesta a lo que Paulo Freire llamó “concepción bancaria de la
enseñanza” dentro de la cual el educador va llenando a los educandos de falso
saber que son los contenidos impuestos”. Por el contrario, dentro de la enseñanza
problematizadora, “los educandos van desarrollando su poder de captación y
comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta no ya como
realidad estática sino como una realidad transformación, en proceso”, ya que si los
hombres son seres del quehacer esto se debe a que su hacer es acción y
reflexión. Es praxis. Es transformación del mundo” (Freire, 1.970).
Recapitulando, y con el objetivo de condensar la propuesta sobre la construcción
de una didáctica crítica, se plantea aquí que esta debe estar basada en la
enseñanza problémica como forma particular de enseñanza inserta dentro de un
currículo que propenda por la transformación social con base en la construcción
de una racionalidad problematizadora, contextualizadora, discursiva y
negociadora, basada en la construcción de valores de tipo cooperativo, que
recurra a la crítica ideológica buscando la emancipación y la liberación del ser
humano y por lo tanto la transformación social.
Desde una perspectiva sistémica, se tendría que tener en cuenta que el aula
consistiría en un microsistema emplazado en un medio específico en el que los
alumnos y el profesor se involucran en una serie de relaciones que deberían
caracterizarse por su simetricidad y que se orientarían hacia el conocimiento del
medio y el planteamiento y la solución de problemas que afecten a la comunidad
educativa, la sociedad inmediata, el barrio, la ciudad, el país, el planeta. Dicha
concepción espiral implicaría el conocimiento del medio en el que está inserto el
acto educativo. Este debería estar basado en la concertación de los contenidos y
de la programación del aula con base en el diseño de unidades didácticas.
De esta manera, la estructura básica de la propuesta se basaría en la
consideración y construcción de una serie de ámbitos de relación del individuo con
su entorno (componente espacio-temporal), que comenzarían por el aula como
entorno inmediato o mundo de la vida en donde el estudiante, el maestro, los
objetivos, los contenidos, la evaluación, el currículo, la experiencia propia de los
alumnos, son factores que construyen y reconstruyen la práctica y la didáctica.
Dentro de este microsistema el alumno se ve envuelto en una serie de relaciones
con sus pares, con sus maestros y en ese espacio se desarrolla la propuesta
didáctica. Desde allí y en recorrido espiral hacia el exterior, la propuesta pasaría a
considerar la escuela y el Proyecto Educativo Institucional, en donde padres,
alumnos y maestros dejarían constancia de sus preocupaciones, necesidades,
esperanzas, etc.
Posteriormente, siguiendo la tendencia espiral expansiva, la institución debería
contar con un currículo diseñado en concordancia con los planes educativos
municipales o distritales, buscando afectarlos, modificarlos en pro de la inserción
de su propuesta institucional.
El último nivel de relación a considerar estaría dado por el entorno cultural
general en el que está inserta la institución. De allí se derivan los usos,
costumbres, creencias, imaginarios que permean la escuela y luego el
microsistema del aula. Desde allí, las sociedades trasladan cualquier tipo de
contenido que en su opinión deben ser llevado a la escuela y de allí de vuelta a la
construcción social.
En resumen, la propuesta que se ha hecho estaría basada en la formulación de
problemas, dentro del aula por medio de la unidad didáctica. Dichos problemas
cuestionarían al alumno sobre su realidad familiar inmediata, sobre su escuela, su
barrio, su ciudad, el país y el mundo y buscarían su solución. La discusión queda
abierta.
Trabajos Citados:
Aduriz Bravo, A., & Izquierdo Aymerich , M. (2.002). Acerca de la didáctica de las ciencias como disciplina autónoma. Revista Electrónica de Enseñanza de las Ciencias, 1(3).
De Camilloni, A. W., Davini, M. C., Edelstein , G., Litwin, E., Souto, M., & Barco , S. (1.996). Corrientes Didácticas Contemporáneas. Buenos Aires: Paidós Ibérica S.A.
Freire, P. (1.970). Pedagogía del oprimido. Mexico: Siglo XXI Editores.Klafki, W. (1.986). Los fundamentos de una didáctica crítico-constructiva. Revista de
Educación(280), 37-39.Pulido de Castellanos, R., & Jessup Cáceres, M. N. (2000). La resolución de problemas y
la educación en ciencias naturales. Colombia Pedagogía y Saberes, 15, 43-50.Rodríguez Rojo, M. (1.997). Hacia una didáctica crítica. Madrid: La Muralla S.A.