Diego Sztulwark - Spinoza Es Lo Que Falta

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  • Spinoza es lo que falta

    Diego Sztulwark

    La miseria actual de lo poltico es ndice de una profunda normalizacin en curso ya desde hace

    aos. El deseo de orden contrasta con las subjetividades de la crisis y resulta directamente

    proporcional a la fobia al conflicto y a la divisin que toda poltica efectiva conlleva. Despojada

    de antagonismo, la poltica pierde toda relacin con la actividad crtica, todo fundamento en la

    dinmica material de la vida colectiva para buscar apoyo en la entronizacin de los valores del

    orden como mxima justificacin. Este movimiento que va de la crisis al orden, de la crtica a la

    adecuacin, del antagonismo a la norma es irremediablemente binario: distingue el espacio de la

    gestin del sistema de las necesidades; lo poltico de lo econmico; lo subjetivo de lo objetivo. Lo

    poltico-subjetivo debe prevalecer y armonizar todo aquello que a nivel de lo econmico-objetivo

    conduce al caos.

    Lo poltico, para Carl Schmitt, hereda de la forma catlica esta prevalencia normativa de lo

    espiritual por sobre lo objetivo-material reducido a econmico tcnico. Lo poltico teme a la vida

    espontnea de las cosas, tambin en el campo de lo social secularizado. Tanto lo neoliberal que

    privatiza la decisin poltica, como lo progresista que la equipara a lo pblico-estatal comparten

    la conviccin naturalista segn la cual la vida de las cosas libre de restricciones encuentra un

    orden racional propio: el del mercado. Para el reformismo laico, lo poltico viene pensado como

    un mbito exterior que pretende regular los procesos materiales sin penetrar en ellos. Y su

    polmica con los neoliberales gira en torno a las regulaciones necesarias para evitar que la

    economa desembozada acabe en polarizacin social, crisis y guerra.

    En todos estos casos, lo social fue escindido de lo poltico y degradado frente a l. Lo poltico ha

    sido enaltecido en detrimento de la dimensin econmica y material. Incluso en el caso de los

    neoliberales, para quienes lo poltico privatizado en el sistema de las corporaciones supone un

    pensamiento de la gestin de la complejidad. En todos los casos, lo poltico fue despojado de las

    subjetividades productivas. La vida concreta ha sido desprovista de toda dignidad poltica propia

    y convenientemente cauterizada. Lo poltico no es autogobierno de lo social sino forma-estado

    acaparada por la exigencia de gobernar sobre lo social.

    Con sus importantes diferencias, todas estas variantes de la teora poltica de la tirana

    decisionista a la gubernamentalidad neoliberal, pasando por los gobiernos llamados populistas-

    comparten el hecho de ser respuestas normalizantes a la crisis. Su carcter reactivo no se

    evidencia tanto en justificar su legitimidad en su potencia de conjurar el caos, como en el hecho

  • de que para conjurarlo se introduzca una separacin fundamental entre vida activa y sistema de

    lo poltico, un fundamento espiritual para establecer la validez del orden jurdico.

    Spinoza ha escrito pginas imprescindibles contra este modo tan dominante ayer como hoy de

    lo poltico. En un tratado especialmente dedicado a este asunto escribi que la libertad de

    pensamiento era el fundamento de la autntica paz y de la seguridad para el estado entendida

    como libre asociacin humana. Aunque la tradicin moderada de la ilustracin ley su Tratado

    Teolgico Poltico como un manifiesto en pos de la tolerancia religiosa, hay en sus pginas una

    teora alternativa del gobierno (el estado y la economa).

    La libertad de pensamiento de la que habla Spinoza no es simplemente el derecho a tener ideas

    propias, creencias religiosas privadas y a expresar opiniones disidentes. Ms radical, lo que

    Spinoza defiende es una potencia de pensamiento que se descubre al poner en prctica premisas

    diferentes: un poder colectivo que surge de la composicin entre los cuerpos. Esta puesta en

    continuo de afecto y concepto, entre derecho y potencia, supone un enfrentamiento con el

    fundamento de las teoras polticas del orden. A las que Spinoza llama teolgico-polticas, en la

    medida en que sustituye el orden de la concatenacin de los cuerpos por el de la supersticin (lo

    que Marx llamar fetichismo). Lo teolgico poltico es el sistema de las trascendencias

    capturando lo poltico, inoculando el temor y la supersticin en la vida de las masas populares

    como tcnica de gobierno por medio del sometimiento.

    Por supersticin Spinoza entiende el funcionamiento de unas imgenes separadas de toda

    potencia expresiva fundada en su insercin en el juego de las relaciones entre los cuerpos; la

    transmisin de unas ideas escindidas de sus causas, la completa degradacin del pensamiento

    sostenido en premisas afectivas y determinaciones especficas; la postulacin de verdades

    trascendentes que actan como signos arbitrarios que exigen credulidad y obediencia. La

    naturaleza primera de la supersticin es la abstraccin que separa a cada quien de lo que puede,

    la tristeza que aleja a cada quien de su involucramiento en el poder colectivo. La supersticin es

    el mecanismo que secuestra el entendimiento de su propio fundamento material; el conjunto de

    clichs que circulan como supercheras propias de cada poca. Es el conjunto de diques que

    impide la fuga de eso que define a un tiempo histrico como epocal.

    La afinidad entre supersticin y religin no es obvia ni necesaria. Spinoza antes que Nietzsche la

    atribuye a los telogos. Son ellos quienes elaboran, en base a esta conjuncin, los instrumentos

    para la dominacin poltica a travs del gobierno de los afectos. Tomada como tcnica de

    dominacin, la religin entra a formar parte de lo poltico, a ttulo de una pedagoga de la

    degradacin de lo material sensible que condena a mujeres y hombres a una vida sin

    enraizamiento en la potencia, sometida a la oscilacin y la inconstancia anmica. Sin acceso alguno

  • a un poder colectivo, de naturaleza (y racionalidad) diferente. La supersticin, para Spinoza, slo

    engarza en la vida humana mediante el miedo. El temor es su causa y su esencia. El terror es el

    fundamento del poder poltico separado, de lo poltico separado (de lo teolgico poltico).

    La libertad de pensar en Spinoza es ante todo la libertad que resiste a la supersticin (en este

    sentido hay un Spinoza militante, muy bien retratado por Joanthan Israel en su libro La ilustracin

    radical). Es la libertad de limitar el poder teolgico. Es la capacidad de hacer del pensamiento un

    desafo respecto de todo aquello que difunde el terror y el sistema de la obediencia. El

    pensamiento libre es pensamiento libre de temor. Es decir, pensamiento que encuentra apoyo en

    el poder de los cuerpos, de los que dice que nunca sabremos del todo qu es lo que pueden, hasta

    dnde puede llegar su potencia colectiva. El pensamiento libre es investigacin colectiva sobre la

    potencia de los cuerpos no sometidos al terror.

    La banalidad de la cultura en que se apoya la miseria de lo poltico actual mete miedo. En nombre

    del orden se extiende un ideal de vida como adecuacin a los poderes. La misma abstraccin, la

    misma separacin. No es cierto que ya no estemos en el siglo XVII. La economa poltica, el mundo

    de las finanzas gobernando a travs del mercado mundial los flujos de riquezas y, por tanto, de

    posibles vitales; el Estado como mera polea de transmisin entre ese orden de las finanzas y la

    temible normalizacin de las vidas renen todos los requisitos de lo teolgico: la denigracin de

    lo corporal como fundamento, la postulacin de una instancia mediadora abstracta (el valor), la

    reivindicacin de un mando trascendente. Particularmente el mundo de las finanzas, con sus

    clculos de riesgo, sus sistemas estocsticos, sus redes digitales y su pretensin de subsumir el

    futuro a variables de mando del presente. Todo muy laico. Lo teolgico poltico se ha secularizado,

    es decir, se ha realizado por completo. Su rasgo dominante, el terror, no ha dejado de propagarse

    a travs de los caminos habituales (patriarcalismo, colonialismo, racismo, el fetichismo de las

    mercancas extendido al entero campo social a partir del sistema de la renta). Su pedagoga est

    ms vigente que nunca. Tanto que se la festeja. Se la asocia con la inclusin, y con el cambio.

    Falta Spinoza, quiere decir: falta romper la teora poltica de la normalizacin.