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DIRECTOR: UNA NOVELA DE - CVC. Centro Virtual Cervantes · el batán del timbre y momentos después apa recia en una de las ven tanas de la casita. de la que le separaba la verja

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PUBlICACION MENSUAL

DIRECTOR: A. FERNANDEZ ESCOBÉS

COLABORADORES: Mario AGUIL AR

Victor ALBA Domimec de BELLMUNT

Juan B. BERGUA Lui.s CAPDEVILA

Alejandro CASONA Mercedes COMAPOSADA

Antonio ESPINA Angel FERRAN

. Roberto MADRID

Dr. Félix MARTI IBANEZ Gregorio OLlVAN

Alvaro de ORRIOLS Martin PEREA ROMERO

Mateo SANTOS Arturo SERRANO PLAJA

Eduardo ZAMACOIS

NUMEROS PUBLICADOS:

J. RII1C"l1d~ Y e crladiJlc, par Miguel de CERVANTES

PROXIMO NUMERO:

UNA NOVELA DE

A. FERNANDEZ ESCOBÉS

• .

8u&cripcione:s. (c. c. P. 1191~56) corre&pondencia y giro3 al administrador: D. TORRES', 10, RUB DE 'LA.NOVI!:DOC. TOULOUSE <HTE-OI,..t)

JUAN B. BERGUA

NOVELA CORTA INÉDITA

1, Boulevard d'Arcole

TOULOUSE

DEDI "--,,ATORIA

A Don Juan SARRAILH

Rector de la Universidad de Montpellier.

Dulce a'Irüstadl, 'j)eIl"fume de la vida, :sen timiento eIJ. tmB.'S nolble y generoso que 'acud,es sm }lamarte presuroso como la sangre aL borde 'de la 'herida·

Cruzando la :frorrtera de 'vendida, el iporveni,r irrci'erto y arrgwstioso,

todo perd,itio, triste, receloso, Uamé a tu puerta para m~ q ueritia,

lMeabriste al púnto, no Ilamaiba M 'Vano! Me recibiste neno die alegria, hallé tu apoyo, me llamaste hermano·

por ti :brílló en, mi el 001 de unnuevo dia··. y pues entonces me salvó tw mano hoy para siempre ya, toma la mla!

recién llegado apretó el batán del timbre y momentos después apa­recia en una de las ven­tanas de la casita. de la

que le separaba la verja y un minúsculo jardin. una mujer jo­ven aun vese a su pela entreca­no. que debía estar preparando algún postre casero a juzgar 'llar sus manos blancas de ha­rina·

- Quéauiere usted? - pre­(Juntó rápida.

- Busco a Juan· A Juan Prado - dijo el que lle(Jaba.

- Entre. Aqui es. Matilde!­llamó -. Mi hiia le atenderá. Pase· Está al fondo. En el huero tOo Excuseme. - Y desapareció.

En efecto. allá al fondo la­vando al chorro de una fuente unas lechugas que , luego iba metiendo en una cestita de alambres ·que sacudia para qui­tarlas el agua. habia una jo­ven. casi una niña. rubia. de tez de pétalo de rosa. los ojos maravillosamente azules. la ' na. riz recta. A través de sus labios finos se veian cuando hablaba o reia unos dientes perfectos· La talla mediana. sin . ser pe­Queña. El cuerpo que pasCLba r} p r>n'Y'lu11ro ro -1-1 ..... _ -~··~ec.J.·"'\ fam. r -........ .~.J "'" J ....... " ~!;" I (,v <.-

b¡én.

Al oir a su madre volvió la cCLbeza, y viendo al que en/Ta­ba se secó las manos y vino ha. cia él.

- Buenos dias. - Buenos dias. -- Venia buscando a Juan. - Está con mi padre en la

cantera pero llegarán de un momento a otro. Hágame el fa­vor de pasar·

Le precedió. La puerta de la casa daba a un pasillo y éste, por la izquierda a una amplia habitación que d.-a a la vez co-medor y cocina. ,

- Entre. entre - dijo la ma­dre y siéntese. Están al llegar. , - Ya se lo he dicho. - Y perdone que no le ha'ya

atendido yo misma pero no :po­dia dejar lo que tenia entre ma­nos· Pero siéntese. Busca usted trabajo? , ,

- No señora. Traigo a Juan noticias de España.

- De Evaña? Cuánto se va a alegrar! - dijo la joven.

- De los suyos? De su ma­dre? De sus tios? - preguntó la madre. ."

- Si. Es decir no· Vengo de parte de un intimo amigo suyo.

-De Antonio Ruiz? - saltó la muchacha que no dejaba de mirarle con gran curiosidad·

JlUAN B. BiElRiGU A

.- Precisamente. _. No ~s el senor al que ha

eocheo varias veces sin tener nunca respuesta! - dijo la ma­dre miemras met:a en el hor. no una tarta :~u .~ a::ababa de preparar •

. - Una vez si, mamá. Aquella cart a tan vaga en la que reco­noció su letra bien que firmase con nombre sumtesto·

- Ah! es verdad. Pero hace lo. menos un año.

- Un año? Dos y medio lar­gos - replicó la .hija que pa­recia · conocer hasta el menor d etalle . cuanto se referia a Juan· Lleva::a fecha 2-4 de oc­tubre d·~ 1940 Y estamos en abril del · 1943. conque cUlmta. en aquel momento se 01lÓ le­jano el timbre de una bicicleta - .El! siguió sin disimular su alegria. Y salió corriendo.

.- Hace entonces mas de dos años que está con ustedes?

. - El 5 de este mes hemos ce. lebrada el tercer aniversario de su llegada· Ya es para nos­otros como uno de la familia. Es el hombre más bueno, mas noble y mas completo que ha naddo. Mi mari·io 71 v.o no qu·~­rriamos más a un hijo nuestro si. le tuviéramos, .que le quere­mos a él. Por .• upuesto, todo el mundo le aprecia. No .son P.¡Zos? - preguntó a la hija.

- Si. vera se han detenido con. alguien. . - Usted es también amigo sUyo?

- Si señora. Es decir ahora somos amigos todos los que so­mos enemigos de los otros. Pe­ro en ',ealidad conocerle sólo le conozco por referencias. Por don Antonio. Yo no le he visto sino una sola vez.

- Y qué hay por España? - Mucho malo para muchos

y mucho bueno para pocos. - Miseria, verdad? - Miseria y miedo V perse-

cución y encono. - Lástima de pais! - Ya vienen! - dijo la hija. En efecto, a través de la

abierta ventana vieron llegar a ¡¡oca Y apearse de las bicicletas a dos hombres· Uno cincuen­tón. mas bien bajo, fornido, muy parecido a la muchacha. El otro un magnifico ejemplar de macho : entre veinticincp y treinta años. pelo y ojos n3-gros, tallado en hércules, una mirada serena y franca, una cara noble y muy hermosa .

La muchacha debia de ha­berle puesto al corriente en dos palabras porque levantó la ca­beza y miró hacia la ventana. Un instant después estaba aHi.

- Buenos dias -;- dijo en' trando.

- Buenos dias. Juan. No me conoces?

- No - .dijo Juan. - No es extraño. Nos vimos

nna noche y en tales circuns­tancias. Pero, no les molestará a estos señores que hable en español?

- Lo conocen. Aqui todo el mundo habla un poco el espa­ñol. Además ellos han vivido bastan t e tiempo en España. A M.atilde se lo he enseñado yo.

- Pues bien. acuérdate de una noche que t ·3 sacaban de la cárcel de Avila con otros cuantos .. para fusi/aro's en las tapiaS del cementerio. Yo te puse una navaja en la mano para que cortases la cuerda que te ataba al compañer o y pudiéseis escapar cuando hicie­se volcar la camioneta.

- Fuiste tú ? - dijo Juan tendiéndole ambas manos y lue· go abrazándole. - Le debo la vida y no sé ni .siquiera su nomo bre - añadió dirigiéndose a sus amigos.

- Se la debes como tantos otros ' a don Antonio. a Antonio Ruiz. El fué .quien me lo man­dó y de su parte vengo ahora. Me llamo José Martinez.

- Ah! Le has visto? Cuándo? - Hace tres dias. Crucé ayer

la frontera· VOY 11 1Jengo cgr..­tinuamente pues soy enlare. Puedo entrar y salir porque ten­go. por si las moscas. pal'p-Ip. .• en regla.

- y cómo está Antonio? Qué hace? No se meten con él?

- Don Antonio es hoy el sub­jefe provincial de Falange en Avila - y ante el asombro de Juan. siguió rapidamente : - Nuestro mejor amigo! Por ayudarnos. por hacer lo que puede. mucho bien! Hace años

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que se recome. que se condena. que traga quina y que se juega la vida a diario.

- Antonio querido! ,- dijo Juan en voz baja cual si habla. se con el ausente. Luego. de pronto. preguntó a José : Y mi madre? Y mis tios? Porque # vienes de su parte es para traeor. me noticias.

José tosió. volvió la cabeza, es­trechó la mano del amo de la casa. cogió una silla. hizo. en fin. cuanto pudo por di/atar la respuesta· Por últáno se sentó y los demás que eran todo ojos y oidos hicieron lo mismo.

- Juan le dijo al cabó. len-tamente. cual si estuviese bus­cando las palabras - es pre­ciso que tengas valor·

- Habla! - ordenó Juan con voz perentoria • Di 19 que sea. ~ Murieron! - Quién? Quiénes? - pre­

guntó Juan. - TOMS/ ~Mi madre? Mis tios? - Jo.

sé aprobó con la cabeza. Siguió un momento de .estupor. Juan rompió el silencio diciendo con voz extraña : Los han matado? Quiero la verdad! .

- Si· Los fusilaron. - Cuándo?

- A raiz de pasarte tfl .al otro lado. Hace ya siete aftos

• - acabó José cual si el Uempo transcurrido pudiese mitigar (JI mal.

- El Julián. verdad? - dfjo con acento sombrio.

8 JUAN B. BEIRGUA

- El Julián. si. Sigu ;& un Silencio angustioso· - - y Marieta! - preguntó de

pronw Juan crispando los DU-.-nos. - La matar on también. . fuan inició bruscamente un

ademán como para lanzarse so. bre él. pero se dominó al punto y eSiru1ándose la s manos que­d·) pi;! iao, 1adeante. respi­r ando de manera angustiosa. dificil. S e veia que hacia es­fuérzos terribles para no esta· llar en juria o en llanto. Al f in y con voz tanto má.s terri­ble cuanto más se esforzaba' por ocultar' el huracán qU·3 rugia en su. pec ha. pregun to .' . - Por qué no me lo ha dicho antes?

'- Porque t emia que al saber­lo corrieses a vengarte.

- y cree que ya no iré? Crer que ya no iria aunque hubie­sen pasado veinte años? - di10 r ecJtinando los dientes. ~ Ahora vengo a buscarte.

, Ahora traigo ta'mbién para ti papeles en regla ·

- Part iremos dentro de una hora - dijo Juan con firmeza. - [remos a dormir a Arreau· Saldremos al alba para Fabian. Cruzaremos el puerto de la Ba. t'~osa y al caer la tarde esta­r emos en Bielsa. .- 1i' a España? Pero estás

loco? - saltó la joven corrien ' do hacia él y échándole los brazos al cuello r.ual si Quisiera , impedirselo . No, no! Te ma·

tarian también a ti! Dime que no irás a España, Juan? Dimelo Júramelo! - y luego con una energia increible en aquel cuero po tan joven y tan precioso si­guió.' Tú no irás a España • me oyes? No irás porque yo no quiero que vayas! Porque no quiero que te maten! Dime que no irás. Juan! Dime que no irás! - acabó sollozando·

- Si no fuera , respondió Juan quitándola dulcemente los brazos de en torno a su cuello. - me moriria de dolor, de ra­b ia, y de vergüenza! - y luego con voz rápida " - Denle us­tedes de comer que partimos.

y escapando, se refugió en su cuarto.

[[

A comida estuvo sazona­da de lágrimas y sus­piras · Además. comie­ron los tres solos par­que Juan no salió de

su cuarto y la' niña lloraba en el suyo.

José les infonnó como pudO no sólo de la tragedia sino del pasado de Juan.

Su moore. viuda muy joven, se habia casado en segundas nupcias con un rico hacendado de un pueblo vecino también , viudo y con un hijo " Julián· Todo lo que tenia el padre de honrado y ' de bue1w, tenialo el hijo de perverso y de malos ins. tintos, herencia, según decían, de la madre muerta.

· . l\1AIRIElT A

y evidentemente. desde el primer dia. su auna ruin sintió invencibLe a¡;ersión hacia la nueva madre y nacia el nuevo hermano· De tal modo. que para evitar disgustos. Blanca. la ma. dre (le Juan. ruvo que consen­tir que su ' hijo se separase de su lado y fuese a vivir con su hermana Blasa. casada con un zapatero llamado Santiago y por mote el Socialista. homhTe tan bueno e incapaz de hac9T daño a nadie como gracioso y ocurrente ·

Al salir de la escuela. Jua'!'!. que n:l gustaba del oficio de S:L

iio, pues S:i temperametdD san .. gu:nw .le empujaba hacia otr~¡ actividad que el banco y la lez. na, e'tn¡:;e~:0 a aprender el ~oticio de cantero· Y en la cantera. al ai'e 11 al sol s:empre. y voltean. do piedras. se desarrolló a ma­ravilla la 'fuerza prOdigiosa de que le h abia dotado la natura­leza. mientras su madre era je. liz al lado de su mari.j·:I. ·cuan· do la presencia de Juli.án no les hacia a ambos desgraciados.

Este Jul ián era tres o cuatro años mayor que Juan· Le aven­taiaba también en estatuw bien que Juan fuese lo que se dice un buen mozo· T'ónia ;m vozarrón de trueiw y unos oios perversos que el cristal de las (latas aumentaban. Repelia des· de el primer momento y tanto más cuanto más se le conocia. a Ca¡lSa de su naturaleza bestial y de sus instintos ' perversos • .

Los afias pasaron. Juan aprcn. d·la su O]l.czo. JuUán ' hIZO ma­lamente el grado en un coleg io de cura~ y mas tarde en"ljeZÓ y no acabó la carrera de Ci.<JrG­cho. en' Madrid· Pero entretan. lo. y gracias a sus ausencias. ,a t eda era posib .e en casa de su p:tdreJ adonde Juan. subía rc!,'uif1nnc"nte ·dos veces por se­¡na;7.::· Lo n1a!o eran los vera­n. s CiL:lnda· JuZian volvía 7/ cuando inCalJaZ su bondadoso 7J2.dre de dominarle. transfor­mab:z aquel. hogar en un infiel'. no·

Juan. a.migo de cuantos le co· no:.::ian tenia uno ]Jart icular'rnen. te ·z.'1.t¡ai¿ab7e : Antonio. H abian iio .junios a la escuela lJ luego. c ~ul.nd O' Juan pasó a la cantera. AnlcJ:"d.') l¡ ;ibia sC[ji.lido a supo.· clre. seo."etario del ayunta?nie;¿· too en doni3 má~ tarde habia de su.ceder!e· Fis3carnenÉe era tc:.:;lo lo~ontrario que .!ur;l1: , vo­~o agraCiado y dI!! escaS2 o nM1. runa fuerza rnllscular. Fero en ca,;nbic , qué le7np le nloial 1nas acab(l,io. pei'/llme de un alma

~;'i. :) menos generosa y ·noc.!e que l:I qe su amigo!

Un verano, te71·iri:;z Ha ]l,;.;tn r¡ 'oo más de veinte afias y ."W: nin frisaria en los veinticinco. v ino éste con varios amigotes de su calaña a las fiéstas del puebla. Y ' en plen'! plaza. Gamo Julián se empeñ'!se en ha'ila.r a la fu erza con M ar¡.~ta, surgió . la disvuta. M ezc!{¡ronse los ami .. gas de Julián por sostener a

. 10 JUAN B. BElRGUA

éste. se agrió la cuestión. y po­co despues aquella media doce­na de bravos. gracias al vino. veraaderos peletes frBnte a los terri blés pUlLas ae Juan. roda­ban por el suelo mejor o peor paraaos. Julián con el 'maxilar inferior partida en dos y todos los dient es fuera· Al ' salir del ho;~pital la hilera ·de oro de los nnevos. hacia aún más desagra. dable su bárbara r isa.

Quién era Marieta? M arieta era la tercera de los

ocho hijos de un modesto peon caminero muerto de accidente del trabajo unos años antes. Ami!lo de Santiago. éste habia dicho a su mujer : Escucha. Blasa, lo mejo'f que podemos hacer por el muerto y sobre too

o do por los vivos. es traernos a uno de los hijos y quitar de alli una boca. Y como Marieta era su ahi jada, una fria tarde de diciembre Juan fué a por ella.

Tenia entonces Marie ta doce añ'03 pero representaba m enos. Un j ornal misero, poco pan y muchos a comerlo. el hambre II'L habia rondado siempre como a sus hermanos· Delgadita. casi desnuda. malenvuelta en una tÓQuillita t'tzul. el abundante pe. lO tirado hacia atrás y recogido en una trenza rlgida m ediante una cinta roja. era la imagen de la timidez y de la miseria. Pero. qué vida y qué inteligen­cia en aquellos ojos de azaba­che h ermosos como dos soles!

90gida de la mano de Juan

dejó sin p'esar la casilla. La taro de era dura. el cielo plomizo. Un viento glacial que llegaba de todas partes hacia tiritar. a la poc.re criatura. Juan sintió t emblar su manita entre la suya·

- Tienes fria, Marieta? - Si· - lleno Juan se quitó el amplio tapa.

bocas de lana, envolvió bien en él a la niña y la tomó en sus brazos.

y asi. en brazos de Juan y apoyada la cabecita en su hom. bro y dormida. entró Marieta en su nueva casa y poco a poco y sin que él se diese cuenta y quizá por haberla llevado jun. to a su pecho el primer dia. en su corazón.

y en aquel hogar alegre y . feliz donde sin sobrar nada na­da tampoco faltaba. Marieta se abrió como una flor. 'como un capullo de rosa ... Por aquella cara trigueña. por aquellOS ojos

. los más hermosos del contorno. por aquella boca de fresa y por aquel junco vivo de cuerpo sus · piraban todos los mozos. Pero· quién se hubiese atrevido a mi. rarla sabiendo que la queria Juan? Qué pareja cuando iban

. juntos! Qué raza iba a salir! Aquel invierno murió el padre

de Julian y su mujer renun­ciando a todo y tan pobre ca' mo habia entrado. salia de aqueo lla casa para ir a vivir otra vez con sus /1,ermanos y su hijo.

MAR.IE'TA 11

y llegó la primaveravistien. do los campos como siempre de verde, de violeta y de amarillo,' y tras ella el ardiente verano· y en Julio, la sublevación m ili­tar.

M as la vida de aquellos pue­blecillos escondidos en los pri­meros pliegues de la sierra no se turbó gran cosa por ello. Qué tenian que ver con la poli. tica y sus r·evueltas aquellos la­bradores y artesanos tan mo­destos?

Pero un dia a medi2dos de agosto, los cuatro o cinco hom. bres que trabajaban en la can· tera vieron llegar una camione­ta llena . de jóvenes vistiendo pantal&n negro y camisa azul· Detuviéronse al llegar, y los que la ocupac.an que iban armados de carabinas y pistolas, salta. ron a tierra y avanzando, pre. gun(.aron por Juan Prado. Yo soy - dijo éste. Entonces le ro. dearon y 'antes de que hubiera podido reponerse de su sorpre­sa, le habian atado solidamen- ' te· Unas horas más tarde le de­jaban en la cárcel de Avila.

Aquella carcel que normal, mente hubiera podida albergar con dificultad un centenar de presos, encerraba más de mi!, conducidos alli, unos en . satis­facción de vengancas persona" les, otros por el delito de per­tenecer a un régimen político que odiaban sus aprehens(¡res.

Continuamente entraban mo­zos que como Julián, no sabían

por qué eran det]niclos ni por qué eran encarcelados. Pero si entraaan, ramoién sa!ian para no VOLVer mas.

Cada noche, hacia ;;u Til.ttad, en medio d31 tragico silencio que envolvía la car~el al pare · C0r dormida, se oia el lejano ru ido de unos motores mezcla­do el ae r¡einta voces que lle­iJu b:m can t ar. ·10 el himno de la Falange.

Aquel ruid) ¡;recurso.: ·de la muerte se iba acercando, llega­ba, ya estaba alli! Luego calla' ban los motores y hablaban las grandes llaves . abriendo la" puertas· La exterior, el rastri. llo de hierro, aún' h que c!'2ba al primer patio.

Volvia a oírse, esta vez ya el ruido. de las pisadas 1/ el mwr" m ullo de las voces de los .que llegaban, en segui da un hreve silencto y al instante, la /.lama ' da de la muerte!: Fulano de taU .. · Mengano de cuaU .. · Los nombres de la lista diaria. Di"z, quince, veinte o más nomhres .. Diez, quince, veinte o más infe. lices detenidos 'sin razón, 'en" teneiados sin c¡;¡usa ni proceso, condenados sin "ir/es, 11 eme ya no volverian m.ás!

Una noche, al oir la voz del que llamaba, el corazón le diO a Juan un vuelco. El Julián! pensó· y al puntG! comprendió por qué estaba alli 11 tuvo la se­guridad de q'Le venia a por él, ..

No se engañaba. Poco después cuando acabada abajo la crími·

12 JUAN B. BERIGUA

. nal tarea .)ubieron a la galeria donde el estaba. el primer nomo bre que sonó rué el suyo.

- Juan Prudo! - gritó el mi· serable ahuecando aun más su r~pugnante vozarrón. Juan se levantó y avanzó sereno. Al lle. gar a das pasos de Julián. cua. tro o c!nco falangistas bien aleccicnc:.:Jos le rodearon ' en­cal1onimdole con las pistolas. Entonces el canalla le dijo : - Qué me mira~. - y villania ele las vülanias. 1'3 dió una tre­r! enda bofetada. - Dónde es­ttill ahora tus !!Trogancias. gua· po? - Y volvió a abofetearle!

Luego, como ·«·.: .todos los nom­bmdos, le af;¡¡ro'l . a otro desdi­eh t;do (los aic¡oan de dos en clo~ eZorazo de;iiicho del uno al iZ(ju. icrdo del . . 01.1'0), Y acabada . . " la saca ¡;oY:',aquella noche, les bajaron a la camioneta.

y fue a la puerta de la cár­cel cuando a la incierta luz de las antorchas les haCian mon­tal' . paTa llevarlos .al cemente­rio donde los fusilaban. cuan. do un hombre, José, se acereó y poniéndOle rapidamente una navaja en la mano le dijo en voz baja :

- Toma. Desátate. avisa a tu c.ompañero y prevenidos para escC'lpar cltando vuelque en nn bache grande que hayal llegar al cementerio· Echad campo tra. viesa . evitando los pueblos y procurad estar al otro lado an­tes de que amanezca.

Así ocurrió 'V a favor d~l ba-

rullo y de la noche habian po­dido salvarse,

Días después. el propio Ju­lián. en compañia de media do­cena de bandidos como el. lle­gó una noche al pueblo. entró por la fuerza en casa de los tios de Juan y se llevó a cuantos en ella vivian.

A la mañana siguienté haNa cuat ro cadáveres al borde de la carretera a pocos qUilómetros del pueblo. Santiago. Blasa y Blanca, fusilados. A Marieta, tras violarla, la habian matado de varios pistoletazos' . .. . . . . .. .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . " "

- Cuánta infamia! Cuánto horror! - dijo la madre cante. niendo con dificultad. sus lágri. mas,

- y si hubiese servido para algo _. ·añadió José -, Pero es que a fuerza de venganzas 11 de injusticias están sembrando la tierra de mañana con r!izaña en vez de con buena semilla.

- Los años de lucha tras la sublevación debieron de ser p.s­pantosos - dijo el padre·

- Lo son aun. conque calcule usted entonces.

- Aqui. quiero d ecir en Fran­cia, hasta que se empezó a sa­ber la verdad no se hablaba sino de las atrocidades de Ins rojos. Luego ya poco a poco ...

- Atrocidades se hicieron en las dos partes, no se puede ne­Qar. Pero el que sabe la miseria en Que vivia el pueblo español. sobre todo el obrero del campo

MARLETA 13

y España es todo campo. se ' in­clina a disculparles. Sin contar la mucha ignorancia· Y que no siem,Jre estuvieron bien aconse­jados. Se hizo. además, la tor­peza de abrir las cárceles y lo que de aZZi salió fué un fermen­to muy malisimo . . Unan uste­des a una cosa y otra que el pueblo se enloqueció al saber QU~ donde ellos dominaban no habia piedad. porque ellos fue­ron los que t ras sublevarse em­pezaron a matar. y claro ... Pero entre ellos no eran los ignoran. tes. ni los pobres; ni la mise­ria. la desesperación' y las in; ' justicias . lo que les empujaba a matar pues que Siempre lo tuvieron todo. Ni los evadidos de preSidio quienes dirigian las matanzas sino quienes debieron dr¡,r ejemplO de·· · vamos de com­prender las cosas y de saber hacerlas mejor.

y en definitiva, bueno. fueron dos o tres años de locura gene­ral. pues se acabó! Lo nuestro por lo vuestro- Sobre todo que ellos habian hecho como diez si nosotros como cinco. Pero seguir persiguiendo, y matan­do y encerrando gente · y ven­gándose··-

- y aquello marcha mal. verdad?

- Cómo ' quiere usted que marche un pais donde hay diez y dos tienen que trabajar para los otros ocho? Empiece usted por suprimir los caidos durante la sub!evación, los e:rpatriados

y los que llenan las cárceles. y ioscuras. falangistas. guardia civil, ejército. ' carabinero's. po. licia armada, la secreta. la otra ... la biblia! Y. cómo no va a haber miseria? Sin trabajo no hay ri. queza La verdadera riqueza no es el oro, mentira! sino la tie­rra de donde todo sale. la in­dustria que lo transforma. ·el co­n ercio' que lo reparte. el tra­bajo que da valor a todo y la inteligel!Cia que dirige. Es de­cir .cuanto alli falta o está encogido y prisionero-

- y esa Falange? - L os fa langistas son hombres

como nosotros. Como en t odas las agrupaciones numerosas hay asesinos y hay hombres honra­dos; vividores sin vergüenza 11 pObres diablos. sobre t odo ahora que si no s·e es falangista no hay derecho ni a trabajar. Mas le diré a usted y es, que sin lag malditas raices fascistas, con un poco de enjundia republica.­na. como en el fondo llevaba nervio democrático, hubiera po. dido resuc~tar a España tras la hecatombe. Y la prueba es que durante algún tiempo ha sido. como dice don Antonio, la eR,­feina nacional. Pero ahora ya no es sino una agencia de ""'­chufes y colocaciones·

- Pero (/Jor lo mismo, claro cada vez formarán un C·loqu.e más .~ólido pues nada amaga las cosas co>nn 70S intereses..

- ' Oh eso! Cuando suene la hora de la verdad··· Bien sólido

l4 JUIAlN B. B!EmlGIUA

es un pilón de aziLcar y que le llueva encima'" Falangistas. co­munistas socialistas. sindicaliS­tas Siguió encogiéndose de hOmbros ~ no hay sino hom­bres honrados y hombres sin' vergüenzas. trabajadores y pa. rasitos. Y lo que haria falta es que fuésemos capaces de labrar uria España en la que contasen las obras no las palabras.

_ Lastima de pais! Son us­tedes terribles.

_ Alli somos como la natu­raleza que nos hace. no tene­mos primavera. Ademas. desde siempre. en nuestro pats gober­nar es combatir cuando en los de mas pueblos gobernar es oro denar . . Lo da también el clima sin duda. y claro. St se entten­de que gobernar es combattr. forzosa es la maldita pla.ga de generales que en vez de gober­nar lo han desgobernado todo siempre. Añada usted a esto j.bna 1 glesia... En fin. para que ha­blar.

y usted pudo salvarse de tanto encono Y tanta persecu­

.. ? cwn. .. - ·Quia! Yo estuv.3 tambten

en la carcel de Avila- Fué don Antonio quien me sacó. Pero pasé dos m eses. ter,rib~es ! _ N os preguntabamos cada dta St es­tariamos vivos al Siguiente. y por las noches. como no sabia. mas a los que 'iban a sacar. has. ta que llegaban. es decir hasta que se iban. aquella era una ano -gustia y un miedo· ..

- Lo que me extraña es có­mo no se rebelaban ustedes -

Qué qUiere usted que hi­ciéramos sin armas? Aunque hubiésemos salido de la cárcel nos hubieran matado en la ca­lle como a cor¡ejos. Al que nom­braban estaba ya muerto. A uno tan sólo vi hacerles frente. Qué hombre mas entero aquel! Todas las mañana's nos decia. liando un cigarrillo .- - Me ex­traña que no m e hayan saca­do anoche tampoco. Era un obrero tipógrafo' Leia. Habia aprendido cosas. Y para ellos. en cuanto .un hombre no era un borrego. ya era un exaltado. Una noche. al fin. ll egó su tur­no. L e llamaron. se l evantó. y les dijo! .. · LO que pensabamos . todos sin atrevernos como él. .« Dadme un arma. les escupia a la cara. s; sois hombres Y ve­r emos quién de vosotros tiene redaños. bueno. dijo otra pala­bra. vara asesinarme! » Qué hombre mas bravo! Le auisieron sujetar 11 aauello era un león!

- Y entonces? -. Alli mismo le mataron. a

culatazos ·v a tiros· Pero m edia docena no se fueron de . vacio· Chorreaba sangre por. todas vartes 1/ no vodian con él! Aun muerto daba miedo!

- <Qué esvanto! dijo la ma-• •

dre. - ,otra vez... También aquel

fué audaz pero de otra manera. Llegan. hacen la saca abajo, su. ben. empiezan a nombrar en

nuestra galeria y al decir : « Bautista Fernández! » el pro­pio Bautista Fernández respon­de sin moverse de su colchone­ta : « A ese le sac.ásteis hace tres noches· »

Como se llevaban tantos. lo c. eyeron. hicieron una cruz y siguieron llamando· Acabada la racha se fueron y. nos entró una alegria al ver que se habia salvado! Porque ya. figúrense ustedes. le hubieran dado por muerto y hubiese seguido en la cárcej quien sabe cuanto tiem­po. pero vivo! .

- PolYrecito! - dijo la se­ñora.

- Si procHecito! N o haDian hecho más que llegar abajo. lo cuentan. y uno de los celadoTes Que le . conocia. un alma negra 11 asesina dice : - Si me parece que le he visto hoy. Suben. el propio vigilante empieza a mi­rar a cuantos estábamos tumba­dos. con sus ojos de halcón mal­dito. llega a él y grita .- Aqui está el pájaro! Ya lo decia yo!

- y no le perdonaron por la audacia?

- Perdonar? Matar rojos era •

para ellos no solamente quitar. se enemigos sino hacer méritos

. para el Cielo· Como el de Roma benrlecia los aviones que bom­barde aban nuestras ciudades y las cuadrillas de moros que les ayudaban a . matarnos. pues ellos. fanáticos perdidos. toma­ban aquello como una cruzada

15

en la que no tenia que haber piedad.

- Es increible! Increible! - AqueUo debia ser no vivir. - Y sin embargo viviamos

porque nos hacia vivir la .espe. ranza y hasta .. .. iba a decir has, ta reiamos a veces· Cierto que lo muy trágico está. por lo vis. too muy cerca de lo muy cómico. Por eso sin duda se puede llo· rar de alegria y se rie a veces de dolor,

Digo esto porque figurense ustedes que una noche··· Por­que habia dos que se llamaban casi lo mismo, Uno Mariano No· varro y el otro Marciano Nava· rro· Pues bien. una noche. co­mo decia. eMpiezan a nombrar y al decir de pronto: « Ma·riano Navarro! .» se levantan los dos como se levantaban todos. con la muerte pintada ya en la ca­ra y de un impulso como esos muñecos del pim. pam. pum. a los que endereza rle un em¡n¡­ion el tia de la barraca cuando se les ha derribado a pelotazos.

Pero · al verse ambos de pie. tuvieron al mismo tiempo la idea de que claro. no habiim llamado sino a uno de ellos y movidos por el instinto de con­servación que nos aferra tanto a esta cochina vida. se tiran de

- nuevo a la colchoneta. pero de r;ab sza. como se tira uno al agua 1J tan al mismo· tiempo y tan bien y con tanto amor 1/ tanta fe. que a pesar de lo angustioso de la situaci6n 11 tal vez por ello

16 JUIAN B. m;JR¡QUA

mismo ' porque los nervios no querian sino estallar de una manera o de otra, nos echamos todos a reir • ..

A aquellos pobreCitos si que los perdonarian, verdad? - pre. guntó la madre·

José se encogió de hombros y siguió, tras una pausa: .

- Los · que hemos visto estas cosas, cómo las podemos olvi" dar? Que dias d e angustia, de invranquilidad, de miedo .. · Y eso que no todos tenian miedo. Los habia que hacian o decian cosas ... grandes! sublimes!

Un dia entran dos del mismo pueblo y por la noche, la noche

"misma, v i enen a sacar a uno de ellos. , Abajo, al entrar, les h a" bittn tomado la filiación como a todos, pero claro, · con los que estábamos alli cualquiera sabia no conociéndoles, quic fl, era Juan y quien era Pedro.

El caso fué que nombran : ] .. ino B ernardo ! y nadie se mue.ve. Vuelven a llam a.rle, y la mismo. Entonces el que hacia de jefe que PO " lo visto ven i a a tiro 'hecho, debian de haberle recomendado que no le olvi" dara, grita : A ve r ese !pron­to o van a pagar (m edia docena por él! Es, 'de dos que han en" trado ' esta m m1an a. uno.

Como no am·enazaban en @roma. empezamos a inquie" tarnos. Mas como a ¡J~sar d e ello nadie se mo¡;ia, suben dos cela.dore". buscan. l es j' ·econo­cen y les hacen l evantarse. _ .

Estos son los dos [que han en­trado hoy. - CucLl de 'liosotros es Lino Bernardo? pregunta el falange. - Este! dice '¡uno de ellos Mentira! ¡fJrita el otro eres tú, asesino! - Yo? yo? ' ­

Si ! tú ! - Y acaban por aga­rrarse como dos fieras el . uno dicIendo que era el otro y el otro que el uno. Hasta que de pronto ·dice el ,que nombraba ; - Se acabo la disput a; los dos!

Entonces se levanta un ter­cero, qué muchacho aquel más aviado y más guapo! Era un chico alto, fino, ·bien. No era obrero, era maestro de escuela. El maestro del pueblo d e los que acababan de pelearse .. Es­taba all'i como todos los maes­tros que habia formado la Re­públiDa por poner la razon so­bre la fe. Y avanzando dice' con voz trar: ou i.la : - Lino B ernar do no es n in guno de esos, soy yo. - No es v·erdadr chilla uno d·e los celadores. Usted es Dari o Salinas el .maes­tro de MombeUrán . - Es~ lo m ismo, r epl ica él. L ino Bernar, do tiene seis hijos pequeños 11 l a mujer embarazada y todos se incrirán de 'miseria y pasa-o ·ran l1/lmb -e si él no esta pa­ra t rabajar para ellos. Ademá.s. le conczco , y sé [que solo por una venganza per sonal mise" rabIe, puede haber sido traL" eh aau i. pttes e~ h ombre par a e.l Que no h ay otra ~OS(1 oue ,"'l

fom ' lia JJ su trab aj9. Como lo que qu ieren es 1l na víctima

MARIEI'A 17

más, yo me ofrezco '- y se junta al grupo de los que ha" bian nombrado antes.

En tonces! lo q i.L . .; es c2 ejerh" plo bueno o malO! uno ' de los otros uos se arranca y aic·e :

- No! no aon V ano; usted no, yo soy L ino B.ernar,do! Y el rercero arrod !tlándose excla" ma: - Per,dóname Mateo! per,dóname pero lo n·e hech ·o por mis Mjos! por mis hijitos que sin m i ... ! Y aquellos dos hombres que poco au tes se ,dis" putaban por no morir, empie­zan a hacerlo de nuevo por salvar el uno, al otre. ~ ',T '~~ I ti ,"\ n (>. ',) '''' !,':>('1U-"¡)A 71"

. .L '-,¡ ~ ~...- j.i --" .... -.J. lJ -';;1 I t- ' ~;.¿.

señora· . . , S; q1'"'? ",-r."";) -'J/J'O' ",M" - , ~ , .t. __ !~v.,..> ,J. (.l, . , ."""".

bisn el exntero. --_ .. Ao:uel lQOO d-¿jo !JJ:rcasti­

C2ment e lni r ando (l sus cnmy;·.1.· dr ·3 . : .- Sea1nos [I ·2ner osos !J puesto q'ue ¡'~s tres quieren, t.a lo veis, Que les dem·')s el v:rseo. -vamos a c01rl91ac,",'1·3S. Y los sacaron a los tres!

- Ohl - Es posible? ~ Ten.go siem.pre !I], im2!j'e':z.

y l :ls palabras d.e aquel m aesl:r i" tó tan g-ranie n7et.idas en les

'd " 7 7 . l A ' aL o.) . 11 en e" CLm2. - ~:lm1..g os ,

nos dijo con voz siempre tra.n­quila cuando l e ataban. n o os avuréis por mi, lV[(¡s vale mo" rir que l 'er estas cosas. P.?ro animo ! que prec:samente Al sa­crificio nos hará acreedores al t "iunto y ocurra lo que ocurra. como hay una concienr::Cl uni"

versal, la victoria final será: . nu·?stra. Viva la libzrtad!

Aquel·la ncch·3 los que ib~Ln " . morir salieron cantando .. ·

- Contra tales hombres na-o da puzden los ti ranos y si hu­biera muchos no habria dieta­duras - dijo el cantero emo .. · cionado. ~ Ay! suele decirnos ,don An­

tonio cuando se habla de dic" taduras. que lo malo, lo into­lerab:e, es la dictadura de U'~ homb'e, sobre todo si es como· el de España hecho de raiz de cuartel ?j para quien todo pro" ' I;:::;7?í2 'moral ?J todo derecho hu.1nan~ de be supeditarse a le!,. co' ··-:,r: ~ ,,~',> ,: t'r r>'¡pna y a la voz óp

~<'<'~ " . &...,(,~t- ~~'-' ::'- . u..-

ma n- ~l·') . Pero que 1nientras los , , . l'O~''''~0 ~' ns nQ "pa~ navan .os "0 ll0 ." .<1 ...... ,... " e,,,,, ," '- . ...... ..... ......'"

7:rost;["u ir la lil).'!r tad, la rlcm::J-( '--rl ' -' ': n C"' -l-::n""'1 f' : "" ·Y>1~-: ·r";J .... 7 " Jm ~ •. ,s J-" "'~/.. \... •• ~.,,' ~ .... . ·"'; a ," ' J • .I. f" .l ' .... , .. -) r cl"':<:: .r; 1"~!) 1lt· e S'l" ·-:>X""SOS onn 1 ,-,_ ·_ ~",.l.·.... ,-.>..., '-,'.. ·,v.

/-",(> ,r ';l e "¡', ropnd' ,>"r; -?l la" d¡' ,nfrr o< ' .J'J '.' .. v 'v' . I~ . .J .... " v_ - .. (inr as 'm·cuas; !.as n'1c: :1,as por la fuerza, convendria i;1:,· '

plantar pacificam ente las que necesitan los púeblos de éíJO­h:cion incompleta, la dictadu" ra. de la ley. Gobe1"n~nt-es y rnaestros, qre­

mio y va.loJ suele añadir. Pues l:;:; puebZos . VDí' LJn·3r aün mu" cho quz aprsnder son siempre niños 11 (7, los nUis 170 l,';8 ha­cen .ob(,de~er los razonamien­tos s!no el cast igo o cuando m.enes su tem·~¡·. Por ew ,dice' si9mpre, (y si h ClY hom/ve bu:~­no en el mundo es él) , todo lo '

:18 JUAN B. BlH'RJGUA

,que necesita España es Justicia JJ mano dura.

, - Es decir? - Dar a cada ,uno lo que

merezca según su inteligencia :y su labor y respeto absolu­. to a la autoridad :y a las leyes. y el ,que delinca, que pague

.con privación de libertad y tra-bajo mientras no resarza e.l daño que haya hecho. Pero nada de matar· Nadie tiene de­recho a quitarle la vida a otro. R acerlo la sociedad ni es ejem­plar,. ni util. ni justo. Es una simple venganza indigna de ella.

La aparición de Juan dejó ,allf la cor.~ersación.

III A casa estaba un poco

antes de llegar a Are­nas Ide San ·Pedro·

H abia sido un anti­guo parador. Una puerta gran-de de dos hojas daba paso a ;un enorme zaguán al fondo del cual ,otra medio desvencijada corvducia a un pasillo ,h acia la mitad del cual estaba la esca­lera ,que nevaba a la bodega. Todo muy feo, muy lóbrego. con ·muy poca luz.

Por aquella escalera labrada en la tierra ',misma. una tierra

,calcárea. em,1)ezó a bajar Juan sigui.endo al hombre ícme les , -habia c ,~ndncido. José "erraba la marcha.

La escalera se hun dia lar(lo trecho entre 1'1Leltas ¡/"e1mel­tas. De pronto, una voz que

hizo ' latir el corazón de Juan. préguntó "

- Sois ·vosotros. Penco? .- Nosotros. ;señar AntonIO. Un instante después ambos

amigos lloraban" abrazados • Cuando al fin p¡uio hablar. Juan preguntó "

- Dónde están? - Aun no han negado' pero

no tar,darán. Pedru. - Mande :usted •

- Tú. arrita y , cuando los veas, nos avisas tocando el timbre.

- Entendíao. - Y . bajas con c!los. estil-

rros? - Si señor. - Tienes la pistola? - La tengo. - y en cuanto hayan pasa-

jo alli, a la Ibo·deguilla. cierras esta puerta bien c,;rTlida con Uave, te la echas al bolsillo '31 te reunes con !nosotros.

--'- Descuide usted. Y desa· pareció escaleras arriba.

,- Tenéis armas vosotros? .- Juan le most':ó sus ma­nos. José sacó un r ·;volver. -D e primera. ·Yo tengo t ambier, el ,mio· Además es casi .~eguro que .ellos ,vengan sin nada· Les h e impuesto esta condición pre­textando la estúpid~ costum­bre que tienen en cuanto han

bebido·. de empezar a tiros con~ todo. Venid.

Estaban en una pe.,ueña bo­dega. N o tan 'pequeña sin em­bargo. ,que no cuplesl?n per/ec'

MA!RLEI:A 19

tamente a .cada lado' ,ocho o diez cubas .enormes. Al fondo, una especie de 'tunel estrecho labrado en la pared misma, conducia a otr a bodeguilla mee nor orientada en sentido' con­trario a la primera. :En ella habiados o tres .cubas peque­ñas, una mesa muy ¡fuerte de roble macizo, varios pesados taburetes y dos grandes arma­rios. En uno de los taburetes, sobre una tabla de ¡madera y bien cubierto ;por un paño blanco, un cochintllo asado.

Juan lo inspeccior;,j todo con una mirada.

- y yo dónde me meto? - Aqu'¡ dijo Antonio mos-

tr,ándole en el pasUlito una ala­cena empotrada en la: pared, cuyo ¡hueco se cerraba con dos medias puertas d ·~ madera. >-­Os escondéis aqui los dos y salis cuando os pa.rezca opor­tuno. Pero creo ¡qye conven­drá que hayan bebido un po­co para que tu 'presencia les produzca más efecto,

,- Cuántos vendran? - Cuatro: juliano B.~nito,

a éste no le conoces. es otro de . su calaña : un bestia, un sádi­

co ,del asesinato, goza fusilan­. do; pero tipo fu'!rt". rllidndo !

- Juan se encoqio dI' hombros - y el Rana y el Luisito· .

- N o Aran .··Qis los que fue-ron a. mi casa?

-..: Si, vera de los otros ¡jos ellos ,mismos \Se han deshecho. Se iban facilmente de la len-

gua sobre todo cuando estaban bebidos, y no les convenia. Han . hecho cosas que la propia Fa­lange no tolera,

- y tu, Antonio, cuándo t e vas a quitar ese ¡;·antalcm y esa camisa?

- Camisa azul y conciencia negra, ' que dice ./a9··3nte, Cuan­do ya no los necesite, Mañana en cuanto crucemos la fronte­ra. No sabes cómo me queman las carnes, Juan!

Qu.edaron unos instantes mirándose en silencio.

- y qué has hecho estos años, Antonio?

- Encanecer! r eplic6 su ami- · go soriendo al tiempo que descubria su cabeza que, en efecto, .estaba :casi completa- o mente blanca.

- Te ,ha hecho · encaneC·3! la , anQ'ustia diaria, berd,vl?

- y la consideraci6n del ma­ñana, -_. Qué crees que va a pasar? ~ Como dete acabar. No ga­

to? - Como debe acabar. No ga- ·

nando Alemania pues 'no pue­de ,g.anar, ,este hombre saltará con eLla. Y si 110 ocurre entono, ces será más tarde, pero sal-o tara. Es el tia vivo más vivo que ha pasado por la f eria de '

España pero todas sus marru­llerias no le servirán sino para sostenerse una semana si . de­

bia de ser un dia. Los marru­lleros en politica, como en la vida, aunque a veces sean uti·-

20 JUAN B. BERJGIU A

les. son .siempre odiosos. Pero .si esto tarda en suceder. Espa" ña ,harta ,de sufrir se echará .en los primeros brazos que la .ofrezcan pan y paz· Ahora que dar pan y paz tal cual ,queda" remos cuando .él desaparezca

no es lJequeiía empresa. Ahi será nada hablar de orden y de trabajo en el laberinto de

c odicias y de odios que ha des" ,encadenada ! . Adem,ás como decia Wilson, aquel presiden te letrado que vino para (fue los sabuesos de la diplomacia internacional ju­

gas3 n con él : « Les p!!eb!os capaces d e sopor tar a sus ti" ranas d·iL rante años. lo son talnbi¿n Ide hacer pedazos a sus l ibertadores si no hacen r ei"

-nar al . irr. s.tan ie el varaiso en la tierra . » De m o(lo qu ,] ay de los qlW .vengan .detrás si pro­m eten ot ra cosa que lo .,]ue h abrá que eXigir : trabajo y sacrificio! Iba Juan a ' es" trecharle d e nuevo entre sus

"brazos. cuando son6 el timbre - Ya están ahi! escondeos!

Juan y José se metieron en la alacena y atrajeron ha­cia 'ellos las pUértas. mientras Antonio, saliendo a la primera bodega. avanzaba lentamente por ella. .

Pronto empezo a oirse un ruido confuso de pisadas y va"

ces. La insoportable de Julián flotaba sin interrupción sobre las demás mezclada a. su risa brutal. Poco después hacian ir-

rupción no cuatro sino cinco individuos. .- 1'e traigo un invitado, An"

tonio - bramó Ju/ián -, pero si no le quieres. le ponemos a

la puerta. lo que puede que fuese prudente porque tiene un saque! Como iJue si no has preparado cena para doce nos quedaremos los demás en ayu" nas.

El tal invitado era un cura. el Padre Redin. b ien conocido en t oda la provincia por sus' actividades contra los rajas. Antiguo jesuita expu!sado de la Orden. era digno amigo de Julián, Corpulen t o. la cabeza gran'd6, el pelo crespo, la. mi" I'ada aviesa, dura. la boca s·~n­sual. Se presencia inspiraba desconfianza desde el primer m omento . .

- B ien ·venido. p. R ·:din -d ijo Antonio •• - Doblemente bien v·3nido puesto r¡ue ja! ta­ba quien pudiera dar entTe es­t e publiquito la nota d ·~ san" tidad- 'Porque .va usted a ver, es decir va usted a oir en cuanto los vasos dewten las lenguas. con qué clas·3 d·3 pá" jaros . nos vamos a reunir en torno a un pobre tostón y otras menudencias. E'l que menos, tiene dos ,buenas ,docenas ,1,e crimenes. quiero d ecir fusi la" mientas. sobre su con,~iencia .

- Crimen es honrosis imos. don Antonio ,dijo el cura mientras cruzaban escantla7.o­samente ,la bodega. entraban

~¡:Fn'A 21

. en la .atra, caian sobre los va" sos y sacaban vino de uno de los. toneles en una jarra enor­me de porcelana " puesto que han sido perpetrados por Dios y por la Patria.

- Por media Pa tria si le pa" rece a usterl bien, ' P. Redin, puesto que la otra merlia los deplora. En cuanto a D ios, cre·e usterl de veras que a Dios le agradan los jusilamientos? • - Estoy seguro! replicó cmi"

camente el cura. Nc o!virle uso t ed que nuestro D ioses el Dios de la Biblia que se complace en los crimenes, las matanzas y 'las maldieic-,ws. Un Dios fuer" te, cruel, :vengativJ, magnifico ! Un ¡Dios terrible - ,e implacable co<mo 'nosotros. Acuérdese USO' ted : Malrlicion a Damas! <mal" rlic ian a M oat! r,wl,dicion a Babilonia! ,y contra el Egipto y el desierto 1/ el mar y Zas flores y las rpiedras! « V e y en­rlurece el ,coraz(m de ~se pue" bJo dice a uno de sus pro" .jetas ,- cierra sus ojos y su espiritu para que no compren" dan ,y no se conviertan! ipara que no' puedan recuperar la salud! -' Hasta cuánrlo, Señor? gi¡ne el Profeta .- Hasta que no haya habitantes en sus 'Casas 11 la tierra sea sumida en la desolación! » ,

Magnifico! exclamó don A ntonio. Empiezo' a compr~der al Caurlillo : Malrlición contra los 'comunistas!

- Truco! - rlijo el LUisito.

- Maldición contra los ma­sones! - siguió don Antonio. .- Truco! - repitió el Luisito,

presentando un vaso al Rana pam que iD Uenara.

El Luisito era fisicamente el reVerso rle sus compa,ñeros, in" cluso del Jlamado Rana a cau" sarle. .sus ojos saltones, cuyo aspecto era marca,damente inin teligent,e y brutal. El Lui­situ no· El Luisito era peque" ño, ,rlel~cado , ,de modales distin" gUicios. I1 abia hecho estudios, arlemás. y tenia chispa y ma- , la lengua. Siem.pre impecable, siempre acicalado, Jas faccicr nes ,correctas, el pelO rubio na'" turalm.ente rizado. Pera bajo aquella::; ¡aparienci2s casi jeme~ ninas, qué alma negra! qué avi" dez, qué gusto, qué com,placen­cia en el asesinato y en la rvio­lencia!

- Cómo truco? dijo tamo bién el P. Redin.

- - Se puede murmurar? añadio el LlIisito muy fino Si? pues antes de hacerlo, por nllestl'O verdadero caurlillo' JO" sé Antonia! - ,dijO' levantando su vasO'. Todos le imitaron ry bebieron .- Y ahora, se puede decir 'de Paco el Lapa, si se demuestra al punta, por su-' ,puesto, ¡que arlernas de ser el as del truca es alga asesino' ry un tanto sinvergüenza?

, " Hombre, hombre Luisito! exclamó el P. R ,edin hacien­dose el escandalizado.

- Padre Redin, no se haga

JlUAN B. BIElROUA

usted el ¡pequeño ;que aqui to-. dos nos conocemoos. Usted ve la polltzca. por eso nos es us­ted SiTitpático. lo .mismo que la religión. de un modo practico. Que nace talta el Dios del Si­nat con sus rayos y sus true-

• nos. pues el Dios ,del Sinaio Que vienen torcidas y es preci­so inspirar demencia. pues el del Golgota todo ·dulzura y sa­crificio.

- Hombre .. · hay que vivir. - y que beber. Haya devo-

ción y no falte el peleón. Ra­na, escancia mosto, « al qU-3 algunos Jla'man vino porque nos vino del cielo ». M e mueve us­ted a santidad. P . .Redin. bien que mi modestia me impida aspirar al santoral.

- BLm pero y la demostra­ción prO,metida~ - d Ijo el P. Redin riendo.

Umh! dificil le va a ser probar qu·e no es anticomunis­ta - añadio don Antonio.

- Truco. amigos! puro' tru" ca. Ese ,hombre es un Maquia­velo de sacristia. pero un Ma" quiavelo. Menudo momio ha encontrado el pollo con el tal

. comunismo. Creen ustedes que no sabe como todo el 1zue no comulga con ruedas de molino menudo trucha es! ,que el co­munismo no es otra coosa que la socialieacion ¡de la pro.duc­cion y de la economia, lo mis­mo que ya se . ha socializado en muchos vaisesla fuerza. la , justicia. la higiene. la enseñan"

za y los transportes, por ejem­plo ! Pero él, se sirve de esta martingala. primero. para jus­tificar sus crimenes. pues es demasiaao zorro para no sen­tir ia necesidad de acallar si no su conciencia. al menos la conciencia uni¡;ersal. Además. como a la izquierda son .tam­bién .anticomunistas bien que

. que hoy estén con Rusia por la necesidad de vencer al ene" migo comun, de este modo. no solamente mata dos pájaros de un tiro. sino que si las cosas cambiasen,. Jlorque aun ·está la pelola en el tejada. tratarla. de agarrarse agarrándose al otro ¡ad0? Pero comunismo en España donde todos somos m á:f individualistas que las estre­llas? como si ,dije,ran que en el Polo habia violetas.

- Bueno vera por esto no es asesino ni sinvergüenza dijo el P. Redin.

Rana. Ranita, no dejes que se me seque la boca que estoy en el uso de la palabra. -, empinó el codo y Siguió .-- Supóngase que yo tengo un hermano ,que puede llamarse Ramón por casualidad, y que es más republicano' que Riego. más radical en sus ideas, más exaltado y ,más comunista que la biblia! y de añadidura, .ma­són! Tan exaltado y tan co­munista que el Gobierno de la Repitblica por quitárselo de encima le envia d Washington a la Embajada como agregado

militar. Pues si yo tengo un hermanito asiy al llegar la su­blevación y ver que me va bien se apea de los Hstados ¡Unidos. viene a mi lado. y yo le fusilo! la ,gente diria ,de mi y con ra" zón : No hay duda que es un traidor. tal vez un fanático. un equivocado en todo caso pues que estamos peor 'que estába­mos, y duro como e'l del Sinai porque es un cuartelero cien por cien; pero no se puede ne­gar ,que es un hombre fiel a su ideal. un hombre recto y un hombre h onrado. Pero si tras apiolar sin medida ni campa" sión a republicanos, exaltados, cDmunistas .Y masones a él '/Jor­que es mi hermano le hago je" fe de la aviación, no pOdrán decif. también con razón. que lo que soy es un asesino. un ambicioso. un camándulas JI un sinvergüenza?

F:sdecir que mientras ptnte jascio. anticomunista ry anti" masón; el dia que se · vuelva la tortilla. llL 1lroViO Mu1!oz Grande que ahora catapulta contra los rusos le ordenará Que vaya a quemar el Vati­cano. He dicho. . ~ Ah no!, ,protestó el P. Re" din. Los humanos no somos ange:es y ti tendrá sus defeco tos, pero 'que es hombre. en" tero y religiOSO a carta cabal. esto . no se puede negar.

- Yo no digo que no sea un barbián con tres claras y tres yemas aunque es ca"

23

mo yo chíquitito y bonito. pe" ro lo de la religión guaguay!

_. Me consta .de muy buena tima - insistio el P. Redin -qu" en la captlla del PalacIO de.l Pardo. dia Y noche está expueto el Santisimo. Es más que .en los casos ·dificiles. se en" ciel1r a alli y hast.a no haber sido inspirado·· .

- B eba y ,detenga con e. chorro que en{ra el chorro que sale, . P. Redin - le elijo el Lut­sito presentándole una vez 'más el vaso colmado.· Esto del Santisimo truco también y ade" más. Viejo. En Espaif.a cuantos han ·mandado antes de la Re" publica lo han hecho Siempre por la gracia de Dios. Y cuan­do habia otro dios distinto del •

de ahora. pues por la del otro. Ejemplo : Si.la Historia no míen te. en tiempo de los ro" manos hubo un tal S'ertor1O'" -- He oido hablar de él .- le

interrumpio el Rana muy con­tento de poder meter baza si­quiera una vez No es uno que tiene un garage? .. ·

<0_. Tu de lo que has oido ha" blar le atajó el Luisito es de las berzas, d e los piensos y de los burros de reata.

- Yo te dif/o que me suena eso de S ertorio

- Si como te suena Purga­torio, ,don Juan Tenorio y ava­lorio.

- Avalorio? . aval ario no ~.­añadió ingenuamente el Rana.

- Es decir lo que te suenan

,

.

24 JUAN B. BEJR¡GUA

- siguio el Luisto mientr as los demás reian - son l,as campa­nillas en cuanto te mueves. Pe­ro mueveie , echa v~no y ca!!a.

D ecia, que como en ~iempos de Ser t orio .n o estaba de moda el . Santisimo. él .consultaba sus apuros ·con una cierva. Cierva •. culebras, bueyes como han ado­rado otros, o custodias , lo mis­mo da puesto que de lo que se trata es de arrG'dillarse pa­ra dar el pego a los primos. Pero si pie,.' den l·es alemanes ya v er emos ante quién se ar­r odilla. Es ·decir si le dejan ante 'el T twzesis ! que no hay que olvidar que ·es d3 mi tier­ra, y me cabe el hon~r. ~eño ­r es, de ser clcl ncroeste , 'Por lo

. que ya üeran ustedes .' como se den in ,(jZc.r;·ss 'iJ 'a1ncri:::anas V2 a resu,1t~lr 1'71(1,8 de1T~ ·-j ,,,]i ·ata qu ·~ la Estatua de la I. i ber tad.

- P ll!.ZS Y'J !c uni:;o que le r e" procho .- dijo el P. R..3din es que no se haya metido con los judios.

- C omo quier e ust:;(/, que lo hiciera - terció c'Z B enito -viniendo como viene de ellos?

- A.nda Rana, ?non!n . dijo el Luisilo - aJt.9rCl es la eGU­.sion de Q~l,i~ tu te manifiestes. .Puesto qu·~ se trata d·~ j ud ios, cdinosalgo de las judias que tanto f.e {Justan . .

N :J ! - exclan:o el p. R> din _. qlie n os lo v a a ·iecir con la uniGa b~ca por ,donde es elocuen t e. Contra los judios ·que

arre'meta, pe.ra no contra las jui. :as.

- No habre usted mal de los judies, por Cristo ! .P. R edin -d i jo don Antoni·).

- Este A nton;o t ira con ba­la - apunté; el Luisito que no d.;¡'aba es : a::ar una. .- Como que algun dia vamos

a tener que darle el paseo añadió Julián. - Es casi rojo aunque n o lo p.a~ece . _

- .Bastará hacer que dé él el paseo a alguno y se morirá de m fedo, dijo el Lufsito.

- Tant o como miedo. proteS­t ó suavemente don AntoniJ • .

Tiene raz5n, 1"epU.có Ju­lian. A cuantos has fu silaclo tu" vamos a ver ? . .

- En esta cusstWn el amo . soy yo, vocif3l'o el Benito m uy ufano. Mire usted esta correa p . R edin _. inostraba la ql(·~ le cruzaba el pech azo por sobre la camisa azul - re usted es­tos agujeros? Cada ,vez que doy un ' paseo marco uno· Es tos son testigos de que no miento. Y puede usted contar o .~henta y seis ! .

- Esto es un hombre! - sal­to el p . Redin - bebamos a su salud . . En cuan to a usted, ¡don Antonio, sin que t r ate de ofen­derle, recono~canos que es us­ted un i.ébil .

- . La ti·er na e inofensiva acelga - apuntó el L u;sif.?

- Hombr.~ eso de acelga -dijo ,don Antonio mientras los demás Sooltaban la carcajada.

MARIfIDTA 25

- No digas nada, qu ,~ te ha retratado añadio JUlián. -No te atreves, no ya a justlar, pero ni tan siquiera a ver co­mo ID hacen les !lemás. Di que miento!

- No, no mientes. cono tamo pODO yo miento asegurando que ,tú lo haces por el contrario, con ,gusto.

- Naturalmente! aulló el bes" tia.

- y aun más : Que llevas siempre la espina de uno que s ·~ t·2 es.-::apó, te acuerdas? Jul ián incapaz 'de r,~primir sus impulsos, tiro violentame,n ­te al suelo haciéndole añicos, el vaso que acababa de apurar. - y que vive y si' volvieraf.

- , Éso qUisiera yo, que vol" v5era! daria por ello .. · la vida!

- Te cojo la palabra! dijo una voz t errible. Todos se vol" vieron como impulsados por un ,resorte. En ,la 'puer,ta estaba Juan cruzado de bra,ZQs. Junto a él. José y Pedro pistola en man.o. Hubo un instante 'de es­tupor que cortó Juan diciendo con voz perentoria' : R.egistra­los. Antonio! ' Instintivamente tOdo's, inclu- '

so el p. R,gdin, habian levan" tado los brazos. Julián, el Lui" sito u el Rana J:.abianse torna" d,o lividos. El P. Redi'n miraba sin comprender. Antonio se acercó prest.am .. gnte y empezó a cachear les. El cura no tenia nada. Julián, el Rana . y Luisi" to, tampoco. Cuando se acerca"

ba a Bmitoéste sacó y tiró so­bre la mesa un cuchillo enor­me al tiempo que decia :

- ,que broma de mal gusto es ' esta? Quién es ese hombre? En todo caso ' un valiente que viene a desafiar a hombres ' des­armados.

- Coge tu cuchillo, asesino! - le ordenó Juan. Benito no se hizo repetir la invitación Campo .- añadió avanzando lentamente. T odos s'e echaron hacia atras mientras el Benito sacando el arma, de la funda, se disponia a defenderse. Juan se guia avanzando. '

y si te clavo - dijo Be­nito - no me asesinarán estos después?

Por toda respuesta Juan sal­to sobre él de improviso. La mano que empuñaba el cu­chillo se levanto rápida. Aun mas rapido Juan, pasó su bra" zo izquierdo por debajo del de­recho de Benito atenazándole La camisa por junto a la gar­ganta, al mismo .tiempo que con' la otra mano paraba el brazo armado que "yac(iia ' y, aferrándole por la muñeca. de un ,aolpe seco sobre el suyo, le quel:J:-ó en dos por el codo. Be­nito lanzó un alarido y el cu­chillo escapó de la mano iner­te al tiemvo Que Juan ,le arro­jaba hacia la izauierda con enorme ,violencia. Calló el cuer­vo con estrévito contra uno de los armarios hundiendo sus puertas y desarreglando cuan-

JUAN B. BlElRGUA

to tenia ,dentro. y como ins­tinUvamente Benito .!levase el brazo sano hacia atrás inten­tando mitigar el gO'lpe, que­bróse éste también bajo él pe­so del ,cuerpo y él, tras rebotar en el mueble, rodó por el suela quedando alli pálida, desenca­iado, l,leno de espanto, de do­lor, manco de ambos brazos y por ello, incapaz de moverse.

- Ochenta y seis paseos. ase­sino? - diio Juan - No darás más! - y luego rapidisima" ment a Julián y a sus ater­rados compañeros : - A ver! colgadle con su misma correa de esa anilla! - señaló una que habia en I?il techo - Pronto! una banqueta! dos! las que sean precisas! - Luego, mien­tras el Julián y el Rana levan­taban a Benito. el Luisito y el P. Redin obedeciendo como au" tómatas, arrimaron la mesa para que la operacion fuese más f.ácil. M amentos después; el Benito apoyaba los pies SO" bre la insegu·ra banqueta supe" rior (habia habido que poner tres, una sobre otra para que alcanzase), mientras la correa cuyo extremo anudaba Luisito a la anilla con mano temblo" rosa, le rodeaba el cuello. Si las banquetas caian, quedaria ahorcado.

Acabada la tarea el Luisito saltó al suelo. Juan retiro brús­camente la mesa inutil ya, I!I empezó a avanzar hacia. ellos

que al verle venir retrocedie­ron instintivamente.

- Contadme - diio con voz sombria - coma· matásteis a los mios!

Entonces sucedió una escena de inmensa cobardia. El Rana y el Luisito creyendo que ello po­dria salvarles. empezaron a amontonar culpas contra los otros. Primero sobre los dos compadres' muertos, luego so­bre Benito y Julián y por fin, entre si, pero con tal vehemen" cia que a punto estaban de ve" nir a las manos·

Juan cortó de pronto su mi­serable elocuencia diciendo' :

- Ahi está el cuchillo! - en efecto entre ellos, en el suelo, brillaba la terrible arma que habia escapado poco antes . de la mano de Benito. El que quede vivo acabará de contar.

Al oir .aquello y creye1tdo que era la salvación para el que sobreviviese, se lanzaron el uno contra el otro con la esperan" zacada cual de derribar a su contrario y poder hacerse dueño del puñal. Y empezaron a asestarse golp.es terribles con puños y pies, tan fuerte es el deseo de vivir con que nos en" gaña la naturaleza!

De los puñetazos y patadas p'asaron a la agarrada y, una vez cogidos, rodaron por tierra haciendo esfuerzos terribles por apoderarse del arma o Vd/' que el otro no lo hiciera. Du­rante unos instantes no se oyó

MARlEI'A 27

sino el ruido de los golpes y el . entrecortado jadear, mientras Benito li¡;ido, con los cabellos erizados, les miraba revolverse en el suelo a muy corto trecho de .las banquetas que le soste­nian· Una media vuelta" rápioia, un movimiento brusco, un gci­

. pe con el p i e era la muerte para él.

Asi sucedió. El Rana mas fuerte que su contrincante, ha­bia conseguido al fin ponerse sobre él 1Í con ambas manos intentaba atenazarle la gar­ganta. Pero eJ otro, sacando fuerzas de jla·1uez.a. acertó a encoger las piernas bajo· su enemigo y de un baUestazo de­sesperado se le quitó de en-cima· .

Rodó el Rana a impulsos de la sacudida. cayó de costado sobre las banquetas,derriba· ronse estas con estrépito, y Benito entre dos o tres sacu­didas quedó ·ahorcado con su provia correa. Y ant'es de que el Rana saliese de su sorpresa al ver estremecerse sobre él el cuerpo que maria, incorporóse p.l Luisito como un rayo, y afer· randa el cuchillo le dio nO! una veinte puñaladas !

- El. cuchillo sobre la mesa! le ordenó Juan cuando se le­vantaba jadeante. Luisit;: abe­decic).

Pero sea usted qUien sea, por caridad divina ! .- se atr.3-vio a decir el aterrado p. Re-

din juntando las manos. Juan no le dejó acabar.

- Mis.erable! le gritó en-carandose con él - Has olvi­dado ya cuando venias a insul­tarnos a la c arcel de Avila ? .'. José! Pedro! Atadme a este canana que tiene sobre su con­cienca más asesinatos que entre' los otros cuatro juntos, nlli con los brazos en cruz ! -Luego, mientras Pedro y José obedecian poniéndole pegado a la pared y atando sus brazos, por las muñecas, en cruz, él si­gUia dirigiéndQse al Luisitio : ~ Tú ahi! . Y le señaló un sitio a la izquierda - Y tú afJUi ! - Ordenó a Julian mroT" candole otro lugar simétrico en' el lado opuesto .. Entre ellos quedaba. cerca d·31 Luisito, el. cuerpo del Rana sobre un gran charco de sangre; luego el Be­nito que se balanceaba aún al extremo de la correa - Uno sólo ha de quedar para referir el crimen ! Ahi esta el CUchil­In! Cuando yo diga tres : Una!.·. ·(],os! ... tres! ..

Saltaron materialmente' am­bos hacia la m-esa donde r.his, p.eaba el arma. pero el Luisito con tan mala jortuna, que tro­pezando en el cuerpo del caido rodó sobre él a causa mismo del ~mpulso que llevaba. Julian dando un alarido de gozo co­gió el cuchillo y cuando cl otro se in~orporaba vivisimamente, extendió el brazo y de un golpe terrible le seccionó la yugular

28 JUAN B. HElRGUA

y media .garganta. Despues. mientras el Luisito caia sobre el Rana mezclando su sangre que saltaba a borbDtones con la de su victima. Julián botó, corrió. ganó la puerta y salió aterrado, loco pero con la es­peranza de escaparse.

Asi se .le ayó Uegar a la otra tras haber cruzado la bodega. intentar abrirla, y al no poder lo conseguir golpearla desespe­radamente con el ya inútil -puñal.

- Julián ! --:- le llamó Juan con ' voz terrible. Ceso sÚbita­mente todo ruido . • - Julián ven a morir!

- No ! clamó el desdichado allá al tondo. Luego se le oyó volver como atraido por una fuerza misteriosa: despacio, lentamente. muy lentamente, arrastrando los pies. En fin, caer pesadamente a , tierra.

- Id a buscarle! - dijo Juan a Pedro y a José.

Con gran t·rabajo le levanta­ron porque pesaba mucho, ry materialmente arrastrandole empezazon a tirar de él.

- No sé si llegará vivo _.­dijo Antonio al ver su desean· cierto.

- Condenado esta de todas maneras . replicó Juan som­brzo y luego a los que le traian - Ponedle ahí contra la pOffed.

- No podra tenerse obser-vó Pedro.

Ponedle, digo ! - obede­cieron ensayando después reti-

rarse poco a poco - Quieto tu solo ! .- Julián qu'edó como hipnotizado ' unos instantes. Daba asco y piedad el verle. Temblaban sus miembros too dos. las mandibulas le casta­ñeteaban. sus .brazos pendian, la cabeza diríase que queria es­condérsele entre los hombros, tenia el cabello revuelto, los ojos que al caer en la otra bo' dega habian perdido las gatas y por ello la expr esion, extra­ñamente abiertos·

- Juan dió un paso hacia él con lDS puños crispados. Julián s.e encogi6 .aun mas, aumentó su temblor, sus manos se agi­taron torpemente. - Marieta! - dijo Juliána media voz. Un estremecimiento terrible sacu­dió aún el cuerpo de aquel des- ' dichado tan cobarde. - Ma­rieta! - gritó súbitamente Juan con voz tonante avanzando. Entonces las rodillas de Ju-lián se doblaron. abrió la toca ca" mo para 'i!ritar y JIO pudO. lue­go, hundiéndose mqterialm€nte.. sobre si mismo rodó por tierra deshecho. como una gran pa" vesa humana. José y Pedro acudieron pero Antonio dijo meneandO la cabeza.

Es inutil; J/,a muerto. Ha. muerto de miedo! ' Juan cruzó los brazo's sobre

el pecha y murmuró cual si ha" ,blase a seres ausentes: Es­táis contentos? Después se vol" vi A hacia el aterrado cura oue empezó a tartamudear perdón

MARJ1'E'1:A

angustiosamente. En fin dijo a , Antonio. .- Quién vendrá aquí cuando

nosotros hayamos partido? - Nadie. He comprado' esta

.bodega hace poco y como se trata de un parador abando­nado, si no avisamos nadi,e se acercará.

- Vámonos pues - ordenó Juan.

- Pero me van ustedes a de­jar aqui? - gimió el espanta­do cura Oh no, no! no me dejen aqui, por piedad! perdó­nenme que no diré nada! lo juro por mi fe de sacerdote!

- Miserable! .- exclamó Juan - Mds miserable y más canalla y más asesino aun que ellos!··· Luego se pasó la mano por la frente y siguió con voz menos enco­nada : .- Mañana, Antonio, cuando lleguemos a Francia, escribirás para qu,e .vengan a sacarle vivo o muerto.

Llegarán tarde! tenga us­ted compasión de mi! las car­tas tardan meses! las detiene ex profeso en la censura! ten­ga usted piedad de un pobre desdichado!. Mire que ~s conde­narme a morir aqui en cruz.

Es verdad que ni eso me­rece. Suéltale las manos, José. pero si . nos sigue, tiras! Vámo­nos!

S alieron y cruzaron rá.pida­mente la bodega. José cortó las cuerdas que ataban las manos a '7- ... ". .. ;o .......... ..:,..s ... " ..... .... " ........... _A

....... u .................... ~....... ::1 .......... ......" .... "" ............ .

Al volver la cabeza en el mo­mento de cerrar la puerta, vie"'· ron al cura allá al fondo arras· trándose de rodillas e impla· rándoles aún con los brazos en· cruz en la misma desesperada actitud del Cristo en el Huerto de los Olivos, de Gaya.

- .f!lo! no! piedad! perdón! ... La _ puerta se · cerró y sólo

cua1úró estuvieron ya casi en lo alto dej.f!.1on de oir los eso' pantosos gritos de.l miserabl,e que trataba en vano de mover-los a compasión. .

Los que días después bajaron a la bodega, encontraron una piltrafa humana que gruñendo como una bestia devoraba los' cadáveres ·que se descompo-' nian.

.-

IV .

UNQUE iba a amanec,er pronto, era aún noche cerrada cuando llega­

a Burguete. (l, parar otra vez;

alli hay ' . . . farol dijo Juan que

.- En cuanto vean los pape­les y mi uniforme nos dejarán pasar como 's'iempre sin !(Ji/i­cultad.- respondió Antonio -y ya será la última pues Ron­cesvalles está a tres quilóme­tros y en seguiX1a, la frontera; e~ decir, salvados.

En efecto, momentos d~pués una. pa.reja de la guardia civil uno de cuyos Jwmbres /,evanta· :;.::; ~;;, !':'¿¡"ú:, :¿J iítvitéi a deie-

30 JUAN B. BElR¡QUA

.nerse. Antonio les pasó la do­cumenWCl0n por la ventanilla. El del farol lo Levantó y el ot.ro La ·miro un instante.

- Adónde van ustedes? - A Va¡carlos· Soy el su·bjefe

.provincial de Falange de Avila. Ah si! Pasen ustedes y

buen v i aje. . - Gracias. BU·3nas noches. . Antonio recogió lOS papeles y

.el coche se puso en mamha. ,Media hora desp14¿s ya ama­n ecif¡·

_. D ebemos estar muy cerca de la frontera dijo Juan.

- Asi creo. Tira por ese claro que vamos a dejar el ' coche es­condido y a se'!lui r a pie.

Entraron por e·l bosCJue y en un sitio que les pareció oportu­no dejaron el coche y echaron a andar a ·buen paSo. A buen paso también iba entrando el .dia. Y llevarian marchando ca­si una hora, en sil .3ncio, cuando' de pronto oyeron una voz que saliá de detrás de unos ma­torrales proximos " Miladiu! '

- Ya estamos en Francial -dijo Juan.

Luego cruzar07l rapidamente el bosquecillo por el que 1!1Wr-

• • chaban y .salieron a una especIe . de prado natural que escalaba un cerro. Al fondo de él y vara en 'mano 'pajaba un ,hombre .corriendo.

- Ese debe ser el que ha gri­tado - ' dijo Antonio - Lláma-, I ' ",e .

- Eh! amigo! - le gritó Juan

en ¡t'ances ltsf.amos ya en Francia o aún no?

- Aque'la hilera de chopos 'marca la frontera. No han visto ustedes un ternero tado griS que se me ha escapado?

- No. - Miladiu de Miladiu! - ex-

clamó el hombre desaparecien­do entre tos arboles.

Ellos siguie."on deprisa y cin­co minutos más tarde estaban junto alas chopos donde, en efecto, . un mojón de pi .3dra de­cia, por un lado, FRANCIA, por el otro, ESPANA.

Antes de pisar la tierra fran­cesa, Juan sacudió con tuerza sus pies cual si hasta el pol­vo que habia pegado a sus botas l e embarazase. Luego se sentó en el suelo, la espabda contra el hito mismo, e inclino tristemen­te lú cabeza sobre el atribulado pecho. ,

Antonio aprovechó para cam­biarse, y despojándose de la camisa azul y del pantalón ne­gro. h.iz(' con ellos ' un lio que tiró tan lejos como pudo tierra aden'tro del lado por donde ha­bian venido. Tras ella dijo de­jando escapar un profundo sus­piro,'

,Qul! ligero voy a caminar ahora. Lv.ego y como viese que ,Juan. lloraba~ silenciósamente, le tendió los brazo's inviUulole a levantarse. Ea! vamos. Cuan­to antes nos alejemo .~ de aqui, mejor. Juan se levanf.ó 11 se echó en sus brazos. Durante unos

MARIEI'A 3I

instantes mezclaron sus lágri­mas. Luego, Antonio empezó a nablar d.u/:cempnte .. _ . S('. aca­bó Juan. Ahora ·vida nueva; Ahora a olvidar. Además, no esramos ya juntos? Yo, ya ves,

. teniéndote a ti, soy feliz! -. Juan le miró a través de las lagrimas que llenaban sus ojos y ,volvió a est'recharle contra su corazón. - Animo, quédiablo-s! siguió Antonie - Tal vez, qué tal vez? es seguro! ya lo ve·rás nos aguarden aun momentos felices. Y hasta pOdremos un dia volver á España. A una Es­-paña. nuestra, libre, justa, sin odios ni rencores ya. El tiempo hace que todo se olvide. Este mismo dolor que ahora nos aho­ga, pasara. Se transformará en 1m 'recuerdo cada vez menos

' punzante. Y tu que has· nacido para hacerte amar y que tanto lo ,mereces. encontrarás una mujer buena que te querrá con toda su alma y que te hara fe­liz. Y yo lo seré también a vuestro lado. Y cuando tenllaís un hijo, si es niño, le pondréis mi nombre y tendrá dos 'Pa­dres; si es una niña ... Marieta!

- Ay! sollozó Juan. - Ea! vamos, vamos Abre lor

ojos, Juan, y mira qué espec-

Carcasona, 1 de Abril de 1947, . .

taculo maravilloso. Mira como sale el sol llenándolo todo. de luz y ·de alegria! Alegria, pues· .luanl Alegria! Derant,~ ¡de ellos el terreno<

menos aspero ya, era casi todo camp6. l!:l sol naciente llenaba de oro a profusion aquellas· tierras que la primavera habia. transformado en un tapiz die mil colores. Todo en torno ern alegre, risueño. claro, fresco co~ mo cuando la juventud del mundo. Todo estaba Ueno de" promesas, de luz, de rocio. dI<' vida : los arboles en flor, la ... aguas rumorosas, las tierra ... ubérrimas. Por sobre todo. el cielo como un zafiro inmenso­envolvia ' la muda maravilla de un extremo ' al otro del hori­zonte.

Juan paseó lentamente la mi"· rada por aquel alegre despertar' de la naturaleza y luego, vol­viéndose hacia Antonio que le sonreia dulcemente, le dijo ofre­ciéndole la mano :

- Vamos, Antonio ? - Vamos. Juan . y asi, cogidos de la mano;·

empezaron a caminar en silen­cio a; través de los campos en fJor de la .J¡,ospítalaria tiel'7'TL de Francia.

En español no hay sino una clase de acento, el aguda. El buen iuicio del lector excusara los acentos graves y circunfle­jos que se han deslizado pese a la corrección, y que hemos deiado pasar contando con su benevo lencia.

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