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alejandra-marta-teijeira
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Es el de hoy un es un encuentro especial propuesto para destacar una fecha
evocada con alegría y emoción profunda.
La fecha: 13 de abril de 1.936.
Hace 75 años nació una Escuela … ésta… Nacional N° 164, como su
frontispicio aún lo proclama, Provincial N° 52 como hoy se la conoce.
¿Ven?... El paso del tiempo generando cambios, siempre… constantemente.
Hay aquí una vieja institución que acumuló años y con ellos, se llena de
gloria, trasciende resplandeciente…
Hay también personas que envejecen a la par, quizás no de igual manera,
pero exhiben en cambio la sabiduría que otorga la vida en reemplazo de la
juventud que se pierde. Todo es digno.
La felicidad, es que estamos juntos para la celebración de esta
entrañable “ Escuela Grande”, como la reconocían los vecinos, que reúne pasado
con presente… recuerdos, anécdotas de antes y actuales que aunarán risas y
lágrimas entre quienes compartimos la existencia de este amado lugar.
“Mi escuela”… es la expresión común… tiene muchos dueños la escuela,
Nacional N° 164 en su origen… Provincial N° 52 como devino después, en 1.978
por esos avatares políticos que modifican nuestras vidas, siempre receptores
obligados de decisiones ajenas al propio quehacer, a los sentimientos que animan
a los afectados de turno.
Cambió una identificación pero no una identidad… su esencia perduró
intacta.
Siguió su historia con transformaciones naturales, como lo determina la vida:
nuevos enfoques que imponen sus renovados cuerpos docentes, ninguno mejor o
peor, que el otro, solo trabajo, compromiso y mucho amor..
Modificó también su continente físico adecuándolo a la exigencias que
surgían… varió todo lo que fue necesario, pero siempre la misma entrega, como
cuando se creó, gestionada por los vecinos ante la nueva realidad que imponía la
presencia del ferrocarril en la zona… el Pueblo Alegre como fue bautizado.
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Hubo un primer Director: Don Carlos Alberto Roque Etienot; luego el largo
camino renovó los nombres… fueron muchos… directivos y docentes… pero no
me toca a mí hacer la crónica… solo puedo expresar sentimientos muy hondos.
“Este lugar” cobijó una parte importante de mi vida. 17 años. Recuerdo las colegas
por quienes aún expreso respeto y admiración, afanosas en su quehacer en el
aula que se traducía en logros de gran valía y más aún, robando tiempo a sus
hogares, ejecutando múltiples tareas extraescolares que volcaban a la comunidad
quien disfrutaba de la creatividad y empeño de sus maestros.
Vivimos tiempos de cambios veloces; la velocidad es símbolo de la
modernidad, pero, en medio de esa vorágine, mientras se pueda preservar la
unidad, el alma de pedagogo intactos nada impedirá el avance de la escuela
impulsado por sus habitantes.
El privilegio que se nos concede, en la noble tarea de nutrir mentes y
modelar almas nos marca también la única vía por la que se logrará dignificar al
ciudadano futuro y por el sostener una nación grande, libre, soberana pero por
sobre todo igualitaria, con hijos sin exclusiones de ninguna clase.
Lo que hoy vemos es muy doloroso.
Como dijo el poeta. “ Si alguna vez nos dividimos, quiera el Señor que levantemos
la mirada y contemplemos en el Cielo celeste y blanco la bandera de la Patria”
Esa misma que preside cada día la labor escolar.
Gracias a los maestros que ya pasaron; gracias a los que tomaron la
posta… Gracias a Dios.
Mabel…, les presto “mi escuela” ¡cuídenla!
Gracias