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DISEÑOS MISTERIOSOS

Diseños misteriosos...so en un prístino mar de trigo puede verse un dibu-jo de 149 círculos con diámetros de entre unos 30 centímetros y 15 metros (véase la figura 0.1 en la

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DISEÑOS MISTERIOSOS

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Título original: SECRETS IN THE FIELDSTraducido del inglés por Miguel Iribarren Berrade

© de la edición original2002 Freddy SilvaPublicado según acuerdo con Writers House LLC y Hampton Roads PublishingCompany, Inc. de Charlottesville, Virginia, USA.

© de la presente ediciónEDITORIAL SIRIO, S.A. EDITORIAL SIRIO ED. SIRIO ARGENTINAC/ Panaderos, 14 Nirvana Libros S.A. de C.V. C/ Paracas 59 29005-Málaga 3ª Cerrada de Minas, 501 1275- Capital FederalEspaña Bodega nº 8 , Col. Arvide Buenos Aires

Del.: Alvaro Obregón (Argentina)México D.F., 01280

www.editorialsirio.comE-Mail: [email protected]

I.S.B.N.: 978-84-7808-562-0Depósito Legal: B-18.210-2008

Impreso en los talleres gráficos de Romanya/VallsVerdaguer 1, 08786-Capellades (Barcelona)

Printed in Spain

"Cualquier forma de reproducción, distribución, comunica-ción pública o transformación de esta obra sólo puede serrealizada con la autorización de sus titulares, salvo excep-ción prevista por la ley. Si necesita fotocopiar o escanearalgún fragmento de esta obra diríjase a CEDRO (CentroEspañol de Derechos Reprográficos http://www.cedro.org)"

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DISEÑOS MISTERIOSOS

FREDDY SILVA

editorial irio, s.a.

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Para aquellos que han perseverado paratraernos la verdad y la Luz.

Para aquellos que se han esforzado porcompartir la verdad y la Luz.

Y para aquellos que aún tienen que ver laverdad y la Luz.

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Quiero dar las gracias sinceramente a todosaquellos que, a su modo, han contribuido al naci-miento de esta obra. Son, en orden alfabético:

Steve Alexander, Marcus Allen, Paul Ander-son, Colin y Synthia Andrews, el difunto RichardAndrews, George Bishop, Kerry Blower, Gregg Bra-den, la clínica Bretforton, Paul Broadhurst, PollyCarson, Barbara Hand Clow, Bruce Copen Labora-tories, Chad Deetkin, Pat Delgado, Paul Devereux,Collette Dowell, Virginia Essene, Randall y Eliza-beth Farrell, Robert Miller Foulkrod, Gerald y JuliaHawkins, Barbara Hero, Michael Hubbard, FrancesHunter, Shelly Keel, Andrew King, Isabelle Kings-ton, Frank Laumen, Jim Lyons, John Martineau, JohnMichell, Hamish Miller, Andreas Muller, Ina Nyko,Sharon Pacione, Marigold Pearce, Nick Pope, LucyPringle, Jane Ross, John Sayer, Sue Shepherd-Cross,Graham Slater, Ken Spelman, Russell Stannard, Bus-ty Taylor, Reuben Uriarte, Paul Vigay, Dennis Wheat-ley, George Wingfield y Richard Wintle.

También quiero dar las gracias a:Muchos cientos de desconocidos por sus nu-

merosos correos electrónicos de ánimo. A veces

vuestras palabras han sido lo único que me ha he-cho seguir adelante. Benditos seáis.

Los bibliotecarios de Portsmouth, New Hamps-hire; Marlborough, Wiltshire, y la Biblioteca Britá-nica, Londres.

A todas esas almas trabajadoras de HamptonRoads Publishing, especialmente a mi editor RichardLeviton, que reconoció mi visión.

A la música que me inspiró cuando la vela ar-día de noche: W. A. Mozart y Jonn Serrie.

A esas almas invisibles que, más allá de los ve-los, nos susurran las líneas cuando pensamos quesomos nosotros los que pensamos todo; Michael,por la espada en Stonehenge, ¡mira en lo que aque-llo me ha metido!

A mis padres, que aún no saben por qué suhijo les ha salido así.

Agradecimientos

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A trescientos metros por encima de los on-dulantes campos de Wiltshire, al sur de Inglaterra,el piloto Graham Taylor y su pasajero miran losmonumentos prehistóricos que salpican el paisajeque se extiende debajo. Exactamente a las 5:30 deesta sorprendente tarde del mes de julio, el aviónmonomotor y sus ocupantes se deslizan hacia eleste sobre los bloques y piedras azules de Sto-nehenge, una de las obras de ingeniería más nota-bles del mundo antiguo.

Debajo, la combinación de un día soleado,veraniego y domingo ha hecho que se congreguencientos de turistas. Se arremolinan en torno almonumento, rodeado por una valla de amplio perí-metro y varios guardias de seguridad. Algunos delos guardias impiden que los sorprendidos visitan-tes se desvíen del camino transitado; otros exami-nan los campos colindantes desde puntos de vistaelevados en busca de esos asistentes más decididosque no se molestan en pasar por caja. Es el típicodía turístico, y tanto el piloto como el pasajero delavión absorben el espectáculo a vista de pájaro.

A los pocos minutos, después de un aterri-zaje impecable en un campo cercano, ambos hom-bres se separan. El pasajero, un médico, se monta

en su coche y se encamina hacia su casa. Casual-mente, tiene que volver a pasar por Stonehenge,aunque esta vez por el suelo. Pero hoy es un día enque esto requiere su tiempo: la carretera A303 deLondres a Exeter está completamente abarrotada.Además, muchos conductores han abandonado susvehículos y se alinean a lo largo de los límites de uncampo que bordea la carretera. ¿Un accidente? Lagente señala algo dentro del campo, y algunos es-tán tomando fotos.

Ahora son las 6:15 de la tarde. En el trans-curso de cuarenta y cinco minutos ha ocurrido unfenómeno que está creando un caos en la zona. Hallegado algo que claramente no estaba allí cuandolos dos hombres sobrevolaron ese enclave.

Cuando las fotos aéreas del lugar llegan a losperiódicos vespertinos, hipnotizan al mundo: impre-so en un prístino mar de trigo puede verse un dibu-jo de 149 círculos con diámetros de entre unos 30centímetros y 15 metros (véase la figura 0.1 en lapágina I, en la sección a color). La precisa, simétri-ca y sinuosa columna vertebral del dibujo mide 300metros de largo por más de 150 de ancho.

Y lo más sorprendente de todo es que el trigoestá arremolinado y aplanado, pero los tallos de las

A los átomos se los llama vibraciones en ocultismo.—H. P. Blavatsky

Señales de vida: una introducción

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plantas están doblados en horizontal a unos doscentímetros del suelo, y no están dañados.

Los espectadores contemplan un círculo delas cosechas. En este caso, una representación esti-lizada de un diseño fractal obtenido en ordenador yllamado «Julia Set».

Todo esto ha ocurrido a plena luz del día, atan sólo doscientos metros de una atracción turís-tica bien protegida, y sin embargo no se ha visto anadie crear esta obra de arte cósmica. Las investi-gaciones siguientes conducen a la conclusión deque el tiempo empleado en su creación se reduce aunos pocos minutos, puesto que uno de los guar-dias de Stonehenge corrobora que se ha hechoentre dos rondas consecutivas de quince minutos;un piloto que sobrevoló el lugar un cuarto de horadespués de Taylor aporta el mismo testimonio. Elguardia del coto de caza local también había inspec-cionado la zona por la mañana sin encontrar nadararo. ¿Es posible que un grupo de humanos, aveza-dos tanto en matemáticas avanzadas como en artemedioambiental, dominadores del principio de invi-sibilidad y desafiando la ley de la gravedad, hayanlevitado sobre el trigo intacto para crear esta obramaestra?

Si las piedras de Stonehenge hablaran...Y, evidentemente, si los miles de otros anti-

guos espacios sagrados de todas las islas británicashablaran, puesto que han sido testigos silenciososde otros miles de círculos de las cosechas que se ma-nifiestan incesantemente en sus proximidades... ¿Quéextraña conexión existe entre estos símbolos gra-bados sobre un lienzo de plantas y los círculos detierra y piedra, muchos de los cuales se erigieronhace ocho mil años bajo la guía de «dioses» neolíti-cos olvidados?

Sea cual sea la conexión, en sus comienzos,la Iglesia católica reconoció la importancia de estoslugares de veneración hasta el punto de emitir ór-denes que prohibían su uso, para construir posterior-mente sus propios templos sagrados sobre ellos.Estos templos paganos megalíticos no están locali-zados sobre el paisaje al azar, sino estratégicamen-te, en los puntos de cruce de una trama electromag-nética invisible pero mensurable que rodea la Tierra,

donde estos «puntos de presión» permiten accederal «almacén de datos» del planeta, e incluso puedeninfluenciarlo.

En estos puntos terrenales, el velo entre losmundos es fino, y la concentración de energías estal que influye en los ritmos del cuerpo humano,llegando incluso a alterar el estado de conciencia.Consecuentemente, durante muchos milenios, tan-to los enfermos como los curanderos han interac-tuado con estas energías, cuyas propiedades hansido reconocidas recientemente por la ciencia.

Sin embargo, hace unos mil seiscientos años,este contacto con el mundo natural empezó a dibu-jar una larga curva. Tras las evaluaciones de la In-quisición, del racionalismo del siglo XVII y, finalmen-te, del materialismo, el propósito trascendental delos lugares sagrados se difuminó. Cayeron en desu-so, los rodeó la superstición, y, como baterías des-cargadas, fueron clausurados.

Posteriormente, a finales del siglo XX, los mis-teriosos círculos de las cosechas empezaron a ma-terializarse con creciente frecuencia junto a estosantiguos emblemas, como firmas de los «dioses»,volviendo a despertar en el momento previsto unatrama dormida de proporciones gigantescas. Se hamostrado que los círculos de las cosechas poseenpropiedades energéticas que no sólo interactúan conlos lugares sagrados, sino que, según se informa,curan a la gente que recorre sus espacios y provo-can estados de conciencia alterada.

Y ¿qué curiosa invitación extienden estos cu-riosos círculos de cosechas? Desde que los primerosseres humanos caminaron sobre la Tierra, el círculoha sido el símbolo del lugar de encuentro, el tem-plo de reunión y discurso, y, como ovejas buscandoguía en un universo turbulento, cientos de perso-nas de las «tribus» del mundo se han visto atraídasirresistiblemente hacia estos misteriosos diseños.

Dentro de estos templos la gente siente quele sobreviene una exuberancia y maravillamientoinfantil al deambular por los laberintos más recien-tes, y cada uno de estos caminos curvos la ponefrente a los gráciles e inesperados dibujos que for-man la frontera entre lo visto y lo no visto. Dentrode cada uno de estos nuevos espacios sagrados se

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realizan muchas celebraciones, oraciones, contem-plación y estudio. Cuando los peregrinos se van,desembarcan en un mundo que, de repente, les re-sulta extrañamente diferente, porque cada uno delos visitantes se siente portador de una pequeñasemilla que resulta al mismo tiempo vigorizante,curativa e iluminadora.

Y también transformadora. Cada «semilla» abre una puerta a interminables

ámbitos de conocimiento que explican la conexión de

estos dibujos misteriosos conlas ciencias sutiles del soni-do y el electromagnetismo(que, según se ha descubier-to, fueron utilizadas en laconstrucción de cámaras depiedra, pirámides y catedra-les góticas). Estos nuevosámbitos de conocimientotambién explican cómo estasfrecuencias afectan a lasondas cerebrales de las per-sonas y a la conducta de losanimales; cómo dejan im-prontas en el agua que be-bemos, y posiblemente co-difican nuevos sistemas deinformación en nuestro ADN;y grandes volúmenes de in-formación extraordinaria estácodificada en cada glifo, in-cluyendo información sobrenuevas formas de tecnolo-gía.

Los diseños de los círcu-los de piedra rebosan el len-guaje universal de la geome-tría, un lenguaje reconocidopor las células vivas del cuer-po humano que facilita undiálogo más claro entre elCielo y la Tierra, y regenerala naturaleza trascendentallatente en cada ser huma-no. ¿Podrían estos manda-

las del siglo XXI estar realizando un cambio sutil enla conciencia de la humanidad?

Habitualmente, los círculos de las cosechascomienzan a aparecer a principios de abril y conti-núan hasta la época de la cosecha, en septiembre.La complejidad de los diseños aumenta a lo largo dela estación, complicándose más cada año, y, con eltranscurso de las décadas el «círculo de la cosecha»original ha llegado a convertirse en una serie decomplejas formas geométricas. Las plantas que

INTRODUCCIÓN 13

Figura 0.2Arriba: el corazón del misterio. Las plantas de los auténticos círculos de las cosechas están arre-molinadas como la espiral de una galaxia y dobladas justo por encima del suelo sin ningún daño.Abajo: en comparación, los círculos de las cosechas creados por el hombre generalmente plasmanuna confusión.

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quedan aplanadas no sufren daño y pueden sercosechadas.

Teniendo en cuenta la enigmática naturalezade este fenómeno, por no hablar de las sorprenden-tes pruebas de campo, uno pensaría que el tema de loscírculos de las cosechas estaría en portada de los me-dios de comunicación, e incluso suscitaría el inte-rés de los científicos. Sin embargo, hasta el día dehoy, se ha extendido el mito de que todo este fenó-meno no es más que una jugarreta humana.

Pero a esta teoría de la falsificación le esperanmalas noticias, la menor de las cuales es la preten-sión de los falsificadores de haber iniciado sus acti-vidades en 1978 en el condado de Hampshire, In-glaterra. Los datos publicados recientemente confir-man que los círculos de las cosechas se han venidomanifestando desde el siglo XVII, y en la últimaparte del siglo XX se ha informado de la existenciade 10 000 de ellos en 26 países, aunque el 90% haaparecido en el sur de Inglaterra.

Aparentemente, la teoría de la falsificaciónno se toma en serio en el seno del gobierno britá-nico, dato confirmado por Nick Pope (antiguoencargado del seguimiento de fenómenos ovni en elMinisterio británico de Defensa), entre cuyas tareasse incluye la investigación de los informes ovni asícomo otros fenómenos anómalos y paranormales.Pope, que tiene acceso a un sustancial volumen deinformación, concluye que, a pesar de la existenciade ciertos fraudes, existe una serie de círculos de lascosechas auténticos, formados de un modo que loscientíficos todavía no entienden. ¿Explicaría esto lasorpresa del oficial del ejército destinado en loscampos de entrenamiento de la llanura de Salisburycuando, mientras cruzaba un campo de minas acti-vo, se encontró con un círculo de las cosechas? Noes el típico lugar que los falsificadores escogerían.

Ciertamente da la sensación de que el ejércitobritánico ha intentado estar al tanto de las novedadessobre el tema. Unos treinta kilómetros al norte deStonehenge, en los ondulantes campos de Alton

Barnes, Wiltshire, se encontró otra formación,1 queesta vez guardaba parecido con la doble hélice espi-ral del ADN. Con la espalda vuelta hacia la colinaque rodea el campo, un pequeño grupo de avista-dores situados a lo largo de la carretera mirabanmientras un helicóptero militar se cernía sobre eldibujo. Sin previo aviso, un segundo helicóptero (queportaba la insignia de un águila) se elevó sobre lapendiente y voló hacia ellos, manteniéndose sus-pendido durante un minuto sobre el grupo, con sushélices rotando amenazadoramente a la altura desus cabezas.

A medida que las hojas de las hélices se acer-caban, Kerry Blower soltó su cámara de vídeo y seretiró para evitar una decapitación potencial. Elruido era ensordecedor. Como la cámara, dejada en-cima del coche de Kerry, había grabado el acoso, elresto del grupo, ahora comprensiblemente conmo-cionado, la recuperó apresuradamente, buscó laseguridad de los automóviles y se alejó con el heli-cóptero persiguiéndolo.

Cuando Kerry regresó a la seguridad de suhogar, sonó el teléfono. Un alto oficial del ejércitohabía conseguido localizarla y le pidió que le facili-tara la grabación, a pesar de que todo el incidentehabía ocurrido en un lugar público.

¿Por qué tienen las autoridades miedo de loscírculos de las cosechas? ¿Qué están protegiendo?

Es posible que, como en mi caso, sientancuriosidad por el fenómeno. A todo un mundo dedistancia de Wiltshire, en las interminables llanurasde las praderas de Saskatchewan, un granjero cana-diense que comprobaba el progreso de sus camposde trigo se tropezó con una curiosidad: una im-pronta elíptica en su cosecha madura. Aunque enun principio creyó que era un daño causado por elviento, se dio cuenta de que los tallos estabancuriosamente dispuestos de manera concéntrica.Desde el perímetro, una avenida de espinas oscurasseguían el camino espiral de las plantas aplanadashacia el centro del diseño. En su extremo había un

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1. Los círculos de las cosechas se describen de diversas maneras en este libro. Por claridad, me refiero a los «círculos de las cose-chas» como término general, o para describir casos compuestos por círculos simples o conjuntos de ellos, y hago mención a «for-maciones de las cosechas» o «patrones» cuando describo formas que incorporan varios elementos, y a «glifos de las cosechas»cuando se crean diseños complejos.

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puercoespín perfectamente aplanado y momificado,aparentemente absorbido o arrastrado a la melé. Loque causó el círculo de la cosecha atrajo a este desa-fortunado espectador como un imán a un alfiler.

Esto es cada vez más curioso.Precisamente este pensamiento ocupaba mi

mente un luminoso día de verano cuando me halla-ba dentro de un complejo círculo de siete ladoscuyo diseño recordaba el pañuelo bordado de unaabuela. Tenía en la mano una fotografía tomada dostardes antes, que mostraba dos rayos de luz bri-llando perpendicularmente sobre el lugar exactodonde ahora estaba.

Justo en el momento en que me estaba pre-guntando si mi cámara había captado inadvertida-mente la formación de un círculo de las cosechas,una serie de notas musicales se repitieron a mi alre-dedor. «Graba esto. Lo necesitarás más adelante»,dijo mi colega, pasándome la pequeña grabadora.Por más que miré, la fuente física de la música semantuvo oculta.

Aquellos sonidos y aquellos dos rayos de luzrepresentaban el derrumbamiento de la barrera quepara mí había existido entre la ciencia y el misticis-mo, y me han llevado a realizar el viaje que ha dadocomo resultado este libro, una obra que contienerespuestas a las preguntas que ellos plantearon, res-puestas que podrían exigirnos cuestionar nuestrapercepción de lo que habitualmente llamamos la«realidad».

Dejadme que lo diga así: si te redujeran mági-camente al tamaño de un grano de sal, podrías ju-gar con un átomo como si fuera un balón de fútboly darle patadas toda la tarde. Pero lo cierto es queno podrías, puesto que los átomos —y en realidadtodas las cosas del mundo que nos parecen físi-cas— no son sólidos. La ciencia ha establecidoahora, para su propia satisfacción, un hecho reco-nocido por la física y por nuestros antepasados: losátomos de las plantas, de los cristales y del cuerpohumano son pequeños resonadores armónicos enconstante estado de vibración. De hecho, están go-bernados por los mismos principios que la música:«Cada partícula del universo físico deriva sus carac-terísticas del tono, la pauta y los sobretonos de sus

frecuencias particulares, de su canto», dice el autorGeorge Leonard (1978).

Los átomos, según parece, son notas musi-cales microscópicas.

Tal como esta barrera entre la ciencia y el mis-ticismo se está derrumbando en nuestros laborato-rios, cuando los informes sobre el fenómeno de loscírculos de las cosechas impresos en nuestros pai-sajes empiecen a transformar los cimientos de loque nos habían enseñado, nuestra visión del uni-verso temblará.

Quizá, como en mi caso, te cambie la vida. Como ciudadano británico de padres portu-

gueses, casado con una canadiense y trabajando enChicago, la vida para mí ya era cualquier cosa me-nos simple. Sin embargo, era una persona equili-brada, a pesar de trabajar en el complicado, bienremunerado y «cafeinado» mundo de la publicidad.

Mi primer encuentro con un círculo de lascosechas se produjo en el verano de 1990, cortesíade un telediario nocturno de Chicago que describíaun sensacional suceso ocurrido a miles de kilóme-tros, en Inglaterra, en el Campo Este de Alton Bar-nes. La imagen televisiva me embelesó, y me olvidécompletamente de la voz del presentador y de todolo que me rodeaba. De hecho, no puedo recordar lahora, el día, el lugar, el canal de televisión, quiénestaba en la habitación, qué llevaba puesto o si unamanada de bisontes estaba atravesando la casa. Esaimagen quedó grabada en mi memoria para siempre.

¿Por qué esta imagen de un círculo de lascosechas tuvo tal efecto, haciéndome traspasar misentido habitual del tiempo y del espacio?

En mi puesto de director artístico, esta ten-dencia a olvidar no era habitual en mí. Mi cerebro ana-lítico, permanentemente activo en modalidad «es-ponja», absorbía grandes cantidades de informacióncada día, incluso detalles triviales como el tipo deletra con el que está escrito el menú del restauran-te, para disgusto de mis compañeros de mesa. Enmis días de estudiante de arte me había familiariza-do con el arte medioambiental, en el que artistas ar-mados con cosechadoras recorrían selectivamenteacres de praderas norteamericanas creando formasgeométricas que se apreciaban mejor desde el aire.

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El «arte» representado en este campo de trigoinglés podría muy bien haber sido obra suya; sinembargo, nada de esto pasó por mi mente mientrasveía el pictograma de Alton Barnes por televisión.

Ni tampoco pensé en la otra opción extrema:ovnis y hombrecillos verdes.

No, lo que estaba viendo era un símbolosugerente, y me sentí trasfigurado por él mientrasse paseaba por mi intuitivo cerebro derecho, dejan-do de lado el racional hemisferio izquierdo, como siun pase magnético de la mano de un maestro hip-notizador me hubiera inducido un trance. El símbo-lo tenía mucho sentido para mí. Me era familiar, co-mo un mensaje que me hubiera enviado a mí mismohace mucho tiempo. Tal como durante la hipnosisla persona puede regresar a una etapa anterior,sentí que aquel círculo inducía en mí un recuerdo,un despertar de memorias subconscientes, y aqueldía empecé a rememorar.

Fácilmente podría haber corrido al hospitalpsiquiátrico más cercano, pero el efecto que el pic-tograma tuvo en mí parecía muy natural. Poste-riormente escuché que otros habían tenido la mis-ma experiencia, aunque con otros círculos diferentes.Estaba enganchado, y mi curiosidad me impulsabaa seguir investigando. Busqué libros, exploré imá-genes, adquirí conocimiento. Por último, empecé apasar la mayoría de los veranos en el sur de In-glaterra, dispuesto a visitar cada círculo de las cose-chas. Estaba consumido, y, a su vez, la búsquedaconsumió un matrimonio de catorce años de dura-ción con mi mejor amiga, por lo que acabé perdien-do ambos. Desaparecidas mi hermosa casa, mi her-mosa vida y mis abundantes recursos económicos,volví a Inglaterra para completar mis «estudios».

Ahora te oigo decir: «Este hombre está loco;tiró por la borda su perfecta vida por unos pocosacres de trigo pisoteado.» Sin embargo, los inciden-tes que acabo de describir indican el sabor de algu-nas de las cosas que he aprendido. A partir del ca-pítulo 1 te mostraré el fenómeno, incluyendo losfraudes y las informaciones erróneas, e indicandotambién los aspectos científicos que forman elnúcleo del misterio de los círculos de las cosechas.La ciencia involucrada es tan sutil, tan sabia y tan

imponente que te hará sentirte humilde y despertara una realidad mayor.

Al articular este trabajo me he basado en misexperiencias personales y en las de cientos de indi-viduos que, como yo, han dedicado su tiempo ainvestigar la naturaleza de este enigma, a menudopagando un alto precio personal, económico y ma-rital. No obstante, las palabras que aparecen eneste libro no son la «verdad»; si fueran la verdad note serían útiles, porque las verdades personalespueden usarse para crear ídolos, creencias ortodo-xas, instituciones, poder y, en último término, con-trol. Más bien lo que muestro aquí son hechos.

Es posible que estos hechos no sean bienrecibidos porque pueden inquietar. Pero, si estásabierto a ellos te animarán a buscar y descubrir lasabiduría universal que, en último término y para-dójicamente, ya reside dentro de ti.

En la década de los noventa entré en esteproyecto con una mente abierta, objetiva y atea,para emerger once años después mucho máshumilde, con una nueva fe, y un gran respeto por lavida y su Creador. Posiblemente el dato más impor-tante es que a lo largo de todo este tiempo he trata-do de mantener los pies en el suelo. Créeme, enmedio de los egos y la desinformación, es indispen-sable mostrar una actitud centrada, y el sentido dehumor no viene mal.

A medida que nos adentremos en el núcleodel misterio de los círculos, quedará claro que tie-nen mucho conocimiento que ofrecer, y que apare-cen en este momento crítico de nuestra historiapara recordarnos una conexión evolutiva que nosinteresa mucho reactivar, y cuanto antes mejor.

En este libro comprobaremos que la apariciónde los círculos de las cosechas coincide con anti-guas predicciones halladas en textos egipcios y enel Apocalipsis bíblico. Veremos que los círculos delas cosechas contienen un manual que brinda a to-dos los ciudadanos de esta preciosa joya de planetauna oportunidad única de redescubrir su potencialdurante estos críticos días de cambios. Nos ofrecenespejos en los que vemos reflejada la dirección queestamos siguiendo actualmente, y nos permitenreflexionar sobre ella y sobre las claves de nuestra

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evolución: un recordatorio del lugar de donde veni-mos y una señal indicadora de hacia dónde vamos.

En la primera parte examinaremos la historiade este fenómeno, construyendo una imagen de sumodus operandi, de su interacción con la gente, desus efectos en nuestra actual visión del mundo y de susprobables implicaciones.

En la segunda parte estudiaremos las pruebasdetalladamente, pasando del cerebro izquierdo de laciencia al cerebro derecho de la metafísica. Éstos sonalgunos de los temas analizados: el papel del elec-tromagnetismo y su efecto sobre las plantas, laspersonas y nuestro concepto de la materia; las «bo-las de luz» o fenómenos ovni, su relación con lanaturaleza del universo y la conexión de todo estocon los círculos de las cosechas; el lenguaje de lossímbolos, y su capacidad de impartir informaciónconsciente y subconscientemente; el hilo que co-necta la geometría sagrada, los templos, la con-ciencia y los círculos de las cosechas; el papel quedesempeña el sonido en la creación del universo yen el proceso de construcción de los círculos de lascosechas; la ubicación estratégica de los enclaves

sagrados, sus propiedades energéticas y sus efectossobre los seres vivos; la energía terrenal y la influen-cia que ejercen los círculos de las cosechas en la«trama» de la Tierra; la memoria del agua y su rela-ción con la curación y con los círculos de las cose-chas, y por último las pruebas que apoyan la exis-tencia de las capacidades psíquicas y la relaciónentre los distintos niveles de realidad del universo.

A medida que leas los capítulos, tal vez no-tes que mi cadena de pensamientos pasa de la lógi-ca lineal al pensamiento «circular». Lo que al princi-pio puede parecer una colección de datos se inte-grará finalmente en una totalidad coherente, y emer-gerá de manera gradual una imagen global. Algunosde estos datos son detonadores que nos permitenreexaminar nuestras ideas preconcebidas. Las notasa pie de página y la amplia bibliografía también apo-yan estos objetivos. Te animo a explorar los puntosque presento y a llevarlos a un nuevo nivel de en-tendimiento personal.

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