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3 LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930 Eugenio Pérez Montás

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3LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS1844-1930

Eugenio Pérez Montás

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Las dos terceras partes del siglo XIX fueron años dedicados a la guerra, aunque durante toda la centu-

ria se fue construyendo, palmo a palmo, el monumento intangible del espíritu independentista. Las últi-

mas décadas, pasado el episodio de la anexión de la República al Reino de España, la restauración po-

lítica de la nación, y la llamada guerra de los Seis Años, relacionada con la concesión de la Bahía de Sa-

maná, fueron circunstancias que favorecieron determinadas iniciativas que redefinen la estructuración te-

rritorial. La dimensión territorial político-administrativa, desde el punto de vista económico, es el resulta-

do de las exportaciones de productos tradicionales que se embarcaban por antiguos asentamientos ma-

rítimos, mientras los viejos caminos reales que enlazaban los pueblos del período colonial permanecían

prácticamente abandonados. Se mantuvieron sólo por un incipiente desarrollo empresarial en las ciuda-

des mediterráneas de la isla, las cuales demandaban un sistema de comunicaciones y transporte mo-

derno. El comercio se llevaba a cabo por mar, en navíos de vela, entre los puertos que pudieron mante-

ner un servicio útil. Para 1920, todavía el viaje desde San Juan de la Maguana a San Cristóbal tomaba

varios días a lomo de caballos y burros.

Vicente Celestino Rojas publicaba en 1944 un libro clásico en la bibliografía nacional: Historia de la División

Territorial 1492-1943. Aunque algunas precisiones históricas han aparecido en el tiempo, este documento

ejemplar continúa ilustrándonos sobre la territorialización entre los períodos colonial y republicano; apare-

cen nuevos asentamientos como San Lorenzo de Los Mina, en 1676; San Carlos, en 1692; San José de

los Llanos, en 1779, así como Las Matas de Farfán. Mediante el tratado de Basilea, firmado el 22 de julio

de 1795, España cede a Francia la totalidad insular. Reincorporada a la Corona en 1809, la colonia tuvo an-

tes que sufrir numerosas invasiones, la primera de las cuales tuvo lugar en 1801: Toussaint Louverture.

En consecuencia, la división territorial asumía diversas denominaciones: departamentos; partidos; parro-

quias; distritos; cantores; comunes; etc., que crearon antagonismos y confusiones.1

Relatos de cronistas nos informan que para 1920-30, San Cristóbal había llegado a ser una población

de algún tamaño “consecuencia, sobre todo, de la abolición de la esclavitud en 1822, cuando los inge-

Introducción al período republicano

3.1

Doble página anterior:Mampostería de ladrillos, arena y cal; estructuras de madera y zinc; casas de cemento de Portland y varillas de hierro que configuran el hormigón armado. Así son las obras del paisaje urbano republicanoen muchos pueblos y ciudades del pais. Fotos Jochi Marichal (1,3, 4 y 5)y Ricardo Briones (2).

Medios de transporte en caminos realesgrandes y pequeños. Grabado de Harpers’sWeekly, 1871. Tomado del libro El Ron en la República Dominicana, Tomo I. José Chez Checo.

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nios de Nigua fueron abandonados y una parte de la población liberta se estableció alrededor de la er-

mita del antiguo ingenio San Cristóbal”. También nos advierten que “...en el período 1844-1861 surgie-

ron tres poblaciones: Yamasá, Jarabacoa y San José de Ocoa, esta última fundada en 1844, y poblada

por refugiados de la región fronteriza con Haití”.2 Entre 1875 y 1880 surgen Tamboril y Esperanza, en el

norte, y Duvergé en el suroeste. En los años ochenta y noventa se acelera el ritmo de fundaciones, se-

ñalando el autor citado que “del total de 38 poblaciones fundadas en el siglo XIX o ascendidas a puerto

cantonal o común, 25 lo son en las últimas dos décadas. Diez de las 25 nuevas poblaciones estaban si-

tuadas en la región sureña; seis en el Cibao; tres en el centro de costa norteña; dos en la Línea Noroes-

te; dos en la provincia oriental El Seibo; una era terminal del ferrocarril y puerto en la bahía de Samaná...”.

En 1871 Santiago tenía unos 8,000 habitantes. La población de Santo Domingo era estimada en 6,000.

Hazard, que visitó la ciudad ese año, la llamó “un lugar viejo y extraño donde ninguna mano del progre-

so era visible”.3

Los caminos reales y los de herradura enlazaban los pueblos en toda la isla llegando hasta Puerto Prín-

cipe (Port Republicain) por la vía de Azua (San Cristóbal-Baní-Azua-San Juan-Neiba). El camino real del

Cibao (Bonao-La Vega-Santiago); o el del este hasta Higüey, aparecen en la cartografía del siglo XIX en

obras como La historia de la isla Española o de Santo Domingo, de Charlevoix, S. J., originalmente pu-

blicada en Francia en 1730, y traducida al español por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, la cual con-

tiene importantes cartas-planos de la isla y la región.

Para 1796 se publica La Descripción de la Parte Española de Santo Domingo, del administrador y políti-

co francés Méderic Louis Elie Moreau de Saint Méry, nacido en Martinica en 1750, relacionado con la em-

peratriz Josefina con quien tenía lazos de familia. De 1873 es la obra de Samuel Hazard sobre el Pasado

y el presente de la isla de Santo Domingo, una de cuyas virtudes son sus grabados que nos ilustran so-

bre distintos temas urbanos y rurales. Poco antes había publicado (1871) Cuba with Pen and Pencil.

Relatos de viajeros franceses y norteamericanos describen las rutas de enlace, refiriéndose a ellos como

caminos fangosos y difíciles. Rodríguez Demorizi transcribió distintos comentarios de expedicionarios fran-

ceses, que se desplazaron por la isla a finales del siglo XVIII: Dorvo Soulastre: Viaje por tierra de Santo Do-

mingo a Cabo Haitiano; Pedron: Memoria descriptiva de la parte española de Santo Domingo en 1800; y

A. Chanlatte: Al Gobierno francés... Estado de la isla; en el mismo año. Estos aparecen en el libro La Era

de Francia en Santo Domingo4 y en Viajeros de Francia a Santo Domingo,5 donde el mismo autor trans-

cribe documentos inéditos que halló en la primavera de 1974 en los archivos nacionales de Francia.

Los comentarios de Daniel L´Escalier, que se inician con el poblado de Dajabón, redactados para el año

de 1764, describen algunos pueblos nuevos que no pasaban de ser meros caseríos: Haina; Baní; San

Juan; Bánica, “más apiñado y mejor construido que San Juan, pero mucho menos rico”. De San Rafael

de la Angostura decía que era una población nueva y todavía en formación donde la mayoría de sus ha-

bitantes son isleños y situada a la orilla del río Bouyajá, en un valle que llaman La Puerta, a un cuarto de

legua más o menos de una estrecha garganta por donde se entra en la llanura de Goajaba.

Bayajá y sus proximidades. Aparecen casas de hacienda y edificios, el curso de algunos rios y embarcaciones de la época.Archivo General de Indias. Sevilla, sección de mapas y planos.

Plano de la Ciudad Primada que acompaña el diagrama de las dos rutas de Bayajá (Fuerte del Delfín) a Santo Domingo que aparece en el Capítulo II (al final).

Doble página siguiente:Población de Bayajá y sus inmediaciones;Camino Real desde Dajabón al Fuerte del Delfín en la costa norte. El autor es Rodrigo de Ledesma, año de 1794.Aparece el sitio de Bayajá viejo.

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También menciona a Hincha: “Tiene 500 casas, 4,500 habitantes, 500 hombres capaces de tomar las

armas, 1,600 bueyes y 1,400 caballos, y es la residencia fija del Comandante de toda la Parte occiden-

tal de la Colonia Española. Cuenta también con una Compañía de Caballería”.6 En este mismo libro (Via-

jeros de Francia en Santo Domingo), aparece un expedicionario de nombre Vincent, quien redactó un do-

cumento que tituló Reconocimiento militar de las comunes de Dajabón, Santiago, Puerto Plata y Monte-

cristi, 1797; y del mismo autor, un Resumen del viaje hecho del Cabo a Santo Domingo a comienzos del

mes de brumario del año7 (1798). El índice general de Viajeros de Francia contiene además un informe

de un antiguo ingeniero de colonias, sobre un camino principal desde el Cabo (antiguo Cap Français) a

Santo Domingo, pasando por Dondón, San Rafael, Hincha, Bánica, San Juan, Azua y Baní; así como co-

mentarios sobre la bahía de Samaná del año 1800 y un viaje por el interior de Luisiana, Florida Occiden-

tal y por las islas de Martinica y Santo Domingo (Tomo I, Cap. XIX, de C. C. Robin, autor de varias obras

sobre literatura y ciencias, París, 1807).

El excelente ensayo sobre la frontera domínico-haitiana publicado recientemente se refiere a las pobla-

ciones creadas para fortalecer los límites entre las colonias francesa y española.7 Asimismo, creo impor-

tante referirme al libro titulado La Colonización de la Frontera Dominicana 1680-1795.8 Entre otros temas

importantes que allí se tratan debemos señalar la apertura de Montecristi al libre comercio a partir de

1764, así como la fundación de Bánica y su crecimiento; Hincha, su fundación y su conversión en pa-

rroquia; y desde luego la erección de la villa de Neiba; San Rafael de la Angostura; Las Caobas y San

Miguel de la Atalaya.

La cartografía es pobre, no obstante puede señalarse a modo de ejemplo el plano de Santiago Moreno

de 1861, para el poblado de Azua. Del mismo autor y el mismo año es el croquis de Puerto Plata y sus

alrededores donde aparece una planta del fuerte de San Felipe; y otro de Santiago de los Caballeros y

el fuerte de San Luis. Un documento importante lo es el libro de William Walton,9 de 1810, en que se in-

serta un plano del camino real que atraviesa la porción entre Nigua y sus ingenios hasta Nizao. El propó-

sito de esta carta, trazada en ese año, fue el de señalar la zona marítima que siguió la armada británica

el 6 de julio de 1809 comandada por el general Hugh Lyle Carmichael, quien asistió las tropas leales du-

rante la llamada “reconquista”.

Para finales del siglo XIX surgen los proyectos para determinadas vías férreas, de los que sólo se comple-

taron los de Samaná-La Vega (Sánchez-La Vega) y el de Santiago a Puerto Plata. Otros proyectos, como

los elaborados por el Ing Thomasset para enlazar Santo Domingo con San Cristóbal; o el de La Romana-

El Seibo, que el Poder Ejecutivo avaló el 30 de abril de 1890, (ampliado posteriormente hasta la bahía de

Samaná y Santo Domingo), ambiciosa concesión otorgada al Sr. Woolf Abrams, nunca pudieron concluir-

se. Sobre el particular así como su efecto en la estructura agraria, conviene citar informaciones que apa-

recen en los apuntes de H. Hoetink: “En 1897 la mecanización del transporte de azúcar estaba ya muy

avanzada: seis ingenios en la provincia de Santo Domingo tenían en ese año 110 kilómetros de líneas fe-

rroviarias (el ingenio Santa Fe sólo tenía 30 kilómetros y 4 locomotoras para transportar su producto di-

rectamente al muelle Ozama); 5 ingenios en el distrito de San Pedro de Macorís tenían un total de 108

kms. y 3 ingenios en la provincia de Azua, tenían un total de 72 kms. También la Cía. Frutera de La Ro-

mana, que cultivaba guineos, tenía líneas ferroviarias en ese año o estaban construyéndolas”.10

En cuanto a la estructura agraria, se modifican sus efectos gracias a la instalación de plantaciones mo-

dernas y la introducción de empresas con “uso intensivo de capital, organizadas racionalmente, que pe-

riódicamente empleaban a un gran número de trabajadores y que estaban orientadas hacia el comercio

en el mercado extranjero”.11 Parece que se produjo un aumento en el valor de la tierra, que puso de ma-

nifiesto la desorganización del catastro nacional “cuyos títulos eran falsificados en gran escala”.12 En

1882, se introdujo el sistema de medidas decimales de superficie. En 1912 se hizo obligatorio el registro

de propiedad privada.

Calle de Santo Domingo; calle comercial.Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard.

Panorámica de La Vega.Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard.

Doble página anterior:Este documento refleja el intento de retomarel Cibao, vía Montecristi, al final de las guerras de la Restauración, 1864.

Vista de Santiago.Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard.

Panorámica de Moca.Dibujo tomado del libro Santo Domingo, Pasado y Presente, de Samuel Hazard.

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Modelo ecléctico rico en ornamentación estilizada construido en La Vega para residencia de Zoilo García para 1920. Foto Jochi Marichal.

Eclecticismo clásico de una villa en Gazcue.Foto Ricardo Briones.

Mansión Presidencial levantada durante la intervención norteamericana siguiendo unmodelo tradicional. En ese mismo lugar seconstruyó el Palacio Nacional. De acuerdo conla relación de Enrique Penson, en su libro Arquitectura Dominicana 1906-1950, el presi-dente Horacio Vásquez fue el primero que ha-bitó la residencia que anteriormente había si-do sede de la Receptoría General de Aduanas.Fue diseñada alrededor de 1912, apareciendoen los planos la rúbrica del ingeniero W. H.Balch. La edificación fue levantada en el Ensanche Aguedita, donde la Receptoría, auto-rizada por el Gobierno Dominicano, compró21,000 M2 . El edificio con su mobiliario fueinaugurado en la noche del sábado 27 de ju-nio de 1914. Horacio Vásquez, fue el primerpresidente que la habitó. Luego lo harían, enorden sucesivo Rafael Estrella Ureña y RafaelTrujillo Molina. (Datos de Enrique Penson).

La misma fuente recoge la dinámica económica provocada por la fundación de ingenios y señala que en-

tre 1875 y 1882, se fundaron treinta haciendas cañeras en el país.13

Es entonces cuando surge el neoclasicismo tardío que denominan ecléctico y el estilo que llaman gené-

ricamente victoriano: con edificaciones de fantasía con utilización plena de la madera con tejados en

planchas metálicas. Las ciudades de Puerto Plata y Montecristi se integraron pronto a esta corriente. Po-

co después irrumpe la tecnología del hormigón armado, que comienza a utilizarse principalmente en San

Pedro de Macorís, Santo Domingo y la Romana. Este material de construcción coexiste durante varias

décadas con la “mampostería fuerte”, para cuya fábrica se utilizaba el ladrillo o la piedra. Son notables

los edificios comerciales fabricados con este material y esta técnica, en todos los pueblos. En La Vega y

Santiago impera el ladrillo. En cambio, en La Romana reina la mampostería en piedra.

Al despuntar el siglo XX muchas ciudades se transformaron. Particular importancia hay que concederle

a la ciudad de Santo Domingo y su Calle Mayor, llamada entonces Separación. Santo Domingo asume

un aire de neoclasicismo ecléctico, imagen que fue transformándose posteriormente al año de 1930,

cuando un huracán atravesó la urbe destruyéndola parcialmente. Desde entonces los espléndidos teja-

dos altos, aptos para las construcciones tropicales, desaparecieron del escenario en los barrios residen-

ciales. Sólo se conservan algunos ejemplares en mal estado que sólo a una minoría le interesa mantener

como parte de la historia de la ciudad.

Algunos monumentos importantes fueron destruidos en este período. Otros surgieron apuntalando la

memoria histórica y convirtiéndose en agentes de orgullo para las ciudades de la nueva República,

configurando la territorialidad del presente apegados a temas ligados al comercio, la producción y el

transporte por ferrocarril. La transformación, como producto del desarrollo de las comunicaciones, in-

ternacionaliza los modelos urbanos donde surgen suburbios, la ciudad-jardín, conjuntamente con el

eclecticismo victoriano y el hormigón armado. Gazcue es el prototipo.

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Importante inmueble construido en la ZonaColonial atribuida al alarife Andrés Gómez P.Fábrica de hormigón armado y mamposteríacon elaborada decoración en la segunda planta, rematada con un antepecho sinuoso con pináculos de un fuerte acentogeométrico-gótico. Foto Ricardo Briones.

Edificios de hormigón armado dentro de latradición constructiva de los primeros añosdel siglo XX con balcones abalaustrados quedescansan en poderosas ménsulas. Fotos Ramón Paolini.

La estabilidad económica y política durante las primeras décadas del siglo XX, producto de los acuerdos ne-

gociados con los Estados Unidos permitió, para el año 1918, lanzar un ambicioso programa de obras públi-

cas: carreteras; sistema postal; hospitales y escuelas. Más de trescientos locales escolares se construyeron

en toda la República. En este escenario se integran a la configuración de los centros urbanos importantes fi-

guras, entre las cuales deben mencionarse varios profesionales de la construcción, que actuaron a finales del

siglo XIX, tales como Onofre de Lora y H. Thomasset, quien participa en el trazado de nuevos pueblos y lí-

neas de hierro en toda la República y quien redactó numerosos informes y un ensayo sobre San Cristóbal

fechado en 1888. Libert Luis Bogaert, quien de alguna manera estuvo vinculado con la figura precedente,

procedía de Bélgica y fundó una importante familia en Santiago, donde aparece trabajando intensivamente

en la última década del siglo XIX. Thomasset, en cambio, fue un ingeniero civil francés quien tuvo a su cargo

el trazado de La Romana y quien trabajó en la República Dominicana en la tercera década del siglo XIX.

Personaje importante lo fue el ingeniero dominicano Octavio Acevedo Camarena, quien ocupó importan-

tes cargos públicos para el Gobierno Central y varias municipalidades como el Ayuntamiento de San Pe-

dro de Macorís. El ingeniero y arquitecto Alfredo Scaroina, italiano, fue una figura destacada de estos años.

Fue el autor del proyecto para la iglesia del Rosario en Moca, año de 1920. Entre el Ing. Bogaert y Scaroi-

na hubo determinadas diferencias de opinión en relación con la Casa Consistorial de Moca que se labra-

ba para el año de 1906: “El Ayuntamiento de Moca construía para mediados del año de 1906 su Casa

Consistorial, cuya edificación había sido sometida a concurso público, pero durante su erección se notó

que en una parte de su fachada principal se presentaron una serie de grietas que no se podían apreciar

porque habían sido cubiertas con cemento... El Ayuntamiento dispuso dirigirse al contratista (Sr. José Ma.

Michell), significándole que la Corporación tenía conocimiento de que la pared que sostenía el arco princi-

pal del peristilo había sufrido un desperfecto y que por ese motivo, se necesitaría que el ingeniero director

de la obra (Scaroina) comprobara la solidez del edificio como parte del cumplimiento de su deber”.14

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Catedral de Santiago, de un acentuado eclecticismo goticista tradicional (revivals). Fue elaborada en mampostería a finales delsiglo XIX por el alarife Onofre de Lora, autordel templo de la Merced en el Santo Cerro.Fue sometida a un intenso trabajo de restau-ración y consolidación debido a la debilidadde sus estructuras. Foto Ricardo Briones.

Fundamental resulta Antonio Nechodoma, quien reside en Santo Domingo desde 1908 hasta 1912. Sus

primeros trabajos en San Pedro de Macorís los ejecuta asociado con el Ing. Octavio Acevedo Camare-

na y actuando en todas las obras públicas de aquella ciudad y asesorando en obras de carácter urbano

y estructuras de carácter público, como el magnífico edificio del mercado o en la torre de la iglesia ma-

yor, así como en el programa de edificaciones escolares e importantes residencias en Santo Domingo.

Osvaldo Báez, autor de un proyecto de edificios para la Universidad y cuyas intervenciones se reseñan más

adelante, se destaca frente a una generación de profesionales de alto nivel, cuyas ejecutorias se integran a

otro grupo de profesionales de la construcción, que como veremos en los capítulos siguientes, conforman

un colectivo bajo cuyo magisterio se estructuró la imagen de pueblos y ciudades de nuestro país.

Entre otros, conviene enumerar los siguientes, cuyas biografías breves aparecen en un reciente libro de

Enrique Penson Paulus.15

Andrés Gómez Pintado, autor de la excelente residencia Peynado. Arístides García Mella, quien dise-

ñó el Paseo Presidente Billini. Juan de la Cruz Alfonseca, a quien le atribuyen la residencia De Castro

en la 30 de Marzo. Zoilo García Peña. Constructor en 1914 de Villa Hena en Gazcue. Juan Bautista

Toro. Responsable del Teatro Capitolio y la casa Lepervanche en la Bolívar. Mariano Turull Riera. Quien

trabajó en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales. Nicolás Cortina, en San Pedro de Macorís,

Centro Español. Ramón Urgell, con su fachadas eclécticas en la avenida España. Fidel Sevillano, au-

tor de grandes proyectos neoclásicos (Teatro Nacional). José Turull.

Otros constructores de San Pedro de Macorís mencionados por el señalado autor en esta obra repleta de

informaciones son:

Antonio Morey Castañer, constructor, fabricó en 1920 el edificio para el Gran Hotel de San Pedro de

Macorís. Antonio Molineaux Josephs, nacido el 10 de agosto de 1892, ingeniero civil, autor de los pla-

nos del Teatro Restauración en 1923. H. B. Howland, autor del Teatro Colón, Rensselaer, 1912.

El inventario de las obras emblemáticas de este período, estructuras paradigmáticas, debería convertir-

se en un catálogo. Este libro quiere acercarse a este propósito bajo el criterio de que la historia de la ar-

quitectura no se escribe en función de los metros cuadrados construidos, ni de la abundancia de habi-

tantes que se reúnan en determinados lugares. No se trata de problemas cuantitativos sino cualitativos.

Por esto, una sola obra inmobiliaria o un conjunto determinado, bastaría para determinar el carácter em-

blemático para un sitio en el espectro histórico de una determinada región, en cuyo medio se convierte

en un instrumento simbólico, ejemplar.

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Los testimonios históricos que se ofrecen sobre la ciudad de Santiago de los Caballeros, aunque limita-

dos, permiten imaginar una villa cuyo trazado está estrechamente ligado a las tradiciones urbanísticas:

retícula irregular de calles, plaza mayor rodeada de edificios públicos y plazas menores que identifican

los distritos parroquiales. Un plano de finales del siglo XVIII, cuya toponimia se detalla en francés, facilita

apreciar los rasgos señalados: Plan de la Ville de St. Yago, chef-lieu de la Jurisdiction de ce nom dans la

partie ci devant Espagnole de St. Domingue.16

Los que han escrito sobre esta villa están de acuerdo en que la plaza mayor de Santiago fue asumien-

do diversas fisonomías en el tiempo. Períodos arbitrarios sobre su desarrollo. Uno de ellos, el arquitec-

to Holger Escoto escribió un libro que describe la plaza como: “Un gran espacio abierto flanqueado al

sur por la Iglesia Mayor, al oeste por el edificio del Cabildo y en los lados norte y este probablemente

por edificaciones de carácter residencial, y el pavimento de tierra o piedras”. El sitio original de la pri-

mera fundación aún se conserva, pero en forma precaria. En el actual, los edificios prominentes fueron

víctima de invasiones, guerras, influencias culturales, sismos, y especialmente el fuego durante las gue-

rras de independencia y restauración. En tiempos de la segunda república, aparecen nuevos elemen-

tos en la plaza mayor. Entre éstos, por su importancia, conviene mencionar la nueva iglesia mayor, cu-

yas obras comenzaron en 1868. Paralizados los trabajos, los mismos se reactivaron en 1874 bajo las

órdenes del alarife don Onofre de Lora, quien la terminó para 1895. Para esa época, y ya dentro del es-

píritu romántico, se construye una glorieta y se delimita con una verja metálica la señalada plaza, con-

virtiéndose así en un parque republicano. Este modelo fue el mismo que poco a poco fue aplicándose

en todas las plazas de armas o plazas mayores en todos los pueblos y ciudades de la república.17

Campillo Pérez, refiriéndose a lo que él llamaba la tercera fundación de la villa, describe la plaza mayor

de esta manera:

“En cuanto a la plaza mayor (hoy Parque Duarte), allá, en tiempo de la Colonia, había alrededor de la

misma plaza, el Cabildo, la Cárcel y el Hospital de los Pobres, así como la capilla del Carmen y la Pa-

Hotel Mercedes de Santiago, edificio que con-figura la imagen urbana de la segunda ciudadde la República. Requiere una restauración radical para rescatar esta obra paradigmática.En principio el hotel fue diseñado con el nombre de Ritz, apellido de la persona quefundó la famosa casa de hospedaje parisiense. Se comenzó la fábrica del edificio, el 1 de sep-tiembre de 1928 a cargo del constructor Enrique García Gómez, padre del Arq. Romualdo García Vera. El hotel Mercedesfue inaugurado el 1 de diciembre de 1929.Foto Onorio Montás.

Santiago y los pueblos en la ruta del ferrocarril

3.2

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Santiago: Conjunto de detalles en inmueblesresidenciales y comerciales. Las puertas y sus tragaluces calados, algunos ostentando monogramas y vitrales. Fotos Ricardo Briones.

Santiago: Casas de galerías frontales con tejados en fuerte pendiente. Se trata deinmuebles de carácter urbano siguiendo unmodelo popularizado desde finales del sigloXIX, de tradición carpinteril, con detalles dehormigón armado. Fotos Ricardo Briones.

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rroquial, esta última con dimensiones más reducidas que las que hoy conocemos pertenecientes a la

Catedral de Santiago Apóstol. De ahí que la reconstrucción de 1851, para su mayor ampliación, se tu-

vo que comprar o permutar terrenos a particulares, como ocurrió con un propietario vecino al templo,

don Román Santiago Franco Bidó, General de la República”.18

El Palacio Consistorial se inauguró el 16 de agosto de 1897: “El Ayuntamiento, indeciso acerca de a

quién otorgarle los planos y construcción de la obra, decidió, para dejar cubierta su responsabilidad,

confiar la dirección a una persona de reconocida competencia, y al efecto se eligió Luis L. Bogaert res-

pecto a la contratación de la referida fábrica”.19

Santiago fue asumiendo el carácter de segunda ciudad de la república, estación y destino de un ferrocarril

desde cuyos vagones podían apreciarse las casas grandes de las haciendas entre Moca y San Francisco

de Macorís, interesantes modelos de verdadera arquitectura dominicana, cuyas tipologías republicanas es-

tán ligadas con el arte de la carpintería industrial. Así son ciertas casas que encantan al viajero casual en la

comunidad de Pimentel, estación del ferrocarril donde una pequeña calle se convierte en una destacada

muestra de artesanía carpinteril. Rozando lo popular, hermosas casas urbanas construidas hace tiempo por

el Maestro Brens, constituyeron eslabones importantes en la evolución de la arquitectura dominicana.

Los ferrocarriles del norte funcionaban todavía para 1914, fecha esta que coincide con la visita de un

viajero que investigaba el potencial turístico de nuestro país y quien visitó todas las regiones de la is-

la comentando sus recursos, entre ellos sus malos caminos que sólo pueden ser recorridos con difi-

cultad: “Todos estos caminos principales han sido utilizados por cuatrocientos años, o más, sin ningún

Plano de la Villa de Santiago, obtenido graciasa las diligencias del Ing. Amauri Cestari y Laura Faxas en el Archivo Nacional de Francia.Aprovechamos para dejar constancia de nuestro agradecimiento. La descripción en idioma francés y los detalles de la Plaza Mayor o Plaza de Armas determinan la época de su confección.

Santiago: pintoresco quiosco del parque creado en la Plaza de Armas convertida enparque republicano. Foto Ricardo Briones.

Santiago: Portal neoclásico y torre del reloj enla colina de la fortaleza. Foto Ricardo Briones.

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cambio ni mejora, y el camino a Azua era la ruta principal seguida por los conquistadores españoles

y por sus recuas cargadas de oro de las minas, pero el que escoja viajar por tierra debe tener osadía

en abundancia, debe ser muy buen jinete y debe salir con determinación y optimismo –lo necesitará

todo antes de llegar a su destino”.20

El mismo autor señala que existen dos líneas principales: la que va de la bahía de Samaná a la Vega “des-

de Sánchez a las afuera de La Vega, donde conecta con el Ferrocarril Central Dominicano“ que pasa por

Moca, Santiago hasta Puerto Plata y señala además que hay otras líneas proyectadas y en construcción:

“Una de estas líneas partiendo desde Macorís recorre una gran distancia en el interior, siguiendo el valle del

Río Higuamo. Otro camino de caña conduce desde La Romana al distrito de El Seybo, mientras otro con-

duce desde Azua a los vastos campos de caña del área. El ferrocarril que viaja de Sánchez a La Vega lle-

va uno a través de la magnífica Vega Real y ofrece una espléndida vista del interior más llano y abierto. Es-

te fue el primer ferrocarril de vapor de la isla, y la concesión fue otorgada originalmente a Norteamérica en

1882. Al año siguiente fue cedido a un escocés, el Sr. Alexander Baird, quien, con su propia fortuna, com-

pletó el trabajo. Para construir esta ruta fue necesario rellenar y construir un lecho de vía a través de un

manglar de diez millas, así como la construcción de un puerto en la pequeña aldea de Las Canitas (sic),

ahora conocida como Sánchez, una ciudad que prácticamente depende del ferrocarril y de su comercio”.21

El viajero se deleita describiendo los paisajes del Ferrocarril Central Dominicano de Puerto Plata-Santia-

go construido por ingenieros belgas que emplearon un sistema de rieles con dientes para las fuertes

pendientes que atravesaban la cordillera del norte y consideraban que esta ruta es un camino cosmo-

Palacio Municipal, construido a finales delsiglo XIX. Se trata de un edificio de fuertepresencia, una llamativa estructura, y unacomposición dominante. Foto RicardoBriones.

Santiago: Farmacia tradicional con detalles de fina artesanía. Foto Ricardo Briones.

Santiago: Edificio bancario con detalles neo-clásicos y apliques prefabricados de iniciosdel siglo XX. Diseño de Fidel Sevillano. Foto Ricardo Briones.

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Sánchez: Zona del puerto y andenes del ferrocarril; junto al edificio de la aduana.Todos en un lamentable estado de abandono.Fotos Ramón Paolini.

Sánchez: Pequeña estructura de iglesia demadera con techos de planchas metálicas;pórtico poligonal y torrecilla-campanario. Foto Ricardo Briones.

Sánchez: Casa construida de madera; sótano;y galería perimetral sobreelevada.Foto Ramón Paolini

Moca: Palacio de la Gobernación, con pórticoneoclásico; con proporciones discutibles yfrontón. Foto Ricardo Briones.

Sánchez: Calle con algunas casas tradicionalesde madera, de carácter vernacular.Arquitectura de maestros constructores,carpinteros anglo antillanos, con buhardillaspara controlar las temperaturas tropicales.Foto Ramón Paolini.

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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930|175174|LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930

La Vega: detalles con relieves. El friso del entablamento está decorado conuna greca sinuosa. El tema de la lira llena eltímpano creado por las arquerías trilobularesacentuadas por salientes puntiagudos termi-nados en capullo. Foto Jochi Marichal.

Modelo de establecimiento comercial conpilastras –entablamento– antepecho y puertasresaltadas por un marco sobresaliente –arco rebajado– cornisa. El modelo aparece particularmente en La Vega, Santiago, hasta en Cabo Haitiano. Foto Jochi Marichal.

Clínica Santa Ana, hoy Dr. Alfonseca. Eclecticismo de principios de siglo, de elaborada artesanía y prominente ornamentación. El violinado horizontal sustenta la composición.Foto Ricardo Briones.

Santiago: edificio comercial típico de mampostería y hormigón de una y dos plantas. Se trata de un modelo repetido que se da con características firmes enmuchos lugares de la isla. Las puertas ostentan herrería de forja. Ambas hojas abren hacia fuera. Foto Ricardo Briones.

Hermosa casa de madera en calle Cuba, frente al parque Colón, Santiago.Foto Ricardo Briones.

Edificio de singular volumen aislado en Moca, de estilo neoclásico.Foto Jochi Marichal.

polita, “ya que fue financiado por los holandeses, en parte construido por los belgas, es propiedad de

los dominicanos y es operado por norteamericanos. El equipo rodante es norteamericano, las estacio-

nes y edificios son belgas y los puentes son ingleses”.22

Sánchez, La Vega, MocaOtros pueblos de la ruta del ferrocarril fueron estudiados y convertidos en importantes ensayos por un

grupo de estudiantes de término de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional Pedro Henrí-

quez Ureña. Cito por ejemplo el de María del Carmen Columna y Carmen Amelia de Castro, quienes ana-

lizaron el puerto de Sánchez (que fue objeto de un artículo nuestro). El ensayo señalaba que las depre-

siones económicas de 1921 y 1930, unidas a la inauguración de la carretera Duarte en 1922, se conju-

garon hundiendo al pueblo de Sánchez en una crisis que no ha sido capaz de superar. Esta carretera

construida durante la Ocupación Americana 1916-1924, modificó los sistemas de transportación. Esta

progresiva decadencia culminó con la quiebra de la compañía escocesa Santiago-Samaná Railway Com-

pany. Hasta hace pocos años quedaban en pie numerosos testimonios de aquel importante lugar.

De excepcional interés resulta el edificio de la Aduana. Asoma su silueta rectangular en medio del espacio.

Su planta baja servía como depósito, impecablemente anónima. Sin embargo, los altos se convierten en un

canto gregoriano cuya monotonía constituye un todo armónico y sincero. La galería perimetral que la circun-

da es como un despojo de brisa. En verdad llama, atrae y tonifica. El contraste entre ambos pisos super-

puestos constituye un espléndido contrasentido que la imaginación complementa con una multitud de adi-

tamentos inexistentes, pero que uno quisiera que allí estuvieran: escaleras, lluvia, mecedoras, y seres huma-

nos de otras épocas. Forzando la realidad puede inaugurarse en aquella estructura un museo del mar, un

museo de desperdicios, perfiles de hierro, escoceses de avaricia, franceses inmigrantes y dominicanos au-

sentes. Turistas anónimos, descubridores de paisajes recónditos y curiosos visitantes circunstanciales, cru-

zan de vez en cuando por el pequeño puente ferrocarrilero abandonado que conduce a un destartalado edi-

ficio en la zona portuaria de Sánchez. Por ese camino, al cruzar una cañada pintoresca, se llega a la vieja es-

tación del ferrocarril. El edificio en cuestión es como un impresionante museo abandonado. Los elementos

necesarios para dar una idea de lo que fue la terminal de la vía férrea, pueden estar allí dispersos. No obs-

tante, la atmósfera es absolutamente auténtica. En el exterior, distintos inmuebles complementan un entor-

no adecuado: la aduana; la boletería y sala de espera; y una que otra tienda de provisiones en desuso.

En cuanto a La Vega, un estudio de la Arq. Linda María Roca destaca la llegada del ferrocarril Samaná-

Santiago, hecho ocurrido en el año de 1886. El acontecimiento provoca un dinamismo comercial, un de-

sarrollo en gran escala que se refleja en nuevos edificios para alojar tiendas y comercios, así como vivien-

das que densifican un marco urbano hasta entonces más bien aldeano. Es para 1910, el 5 de agosto,

que se inaugura el teatro La Progresista, construido por la sociedad del mismo nombre.

Moca fue a su vez debidamente estudiada por los arquitectos Acosta y Vincitore, a fin de identificar ca-

da una de las edificaciones de importancia en el centro histórico. Los antecedentes de la ciudad de Mo-

ca retrotraen nuestra perspectiva en el tiempo. Diversos acontecimientos de importancia para la Repú-

blica tienen lugar en aquella ciudad, tanto del período de la Independencia como en el de la Restaura-

ción. Acontecimientos históricos durante el gobierno de Buenaventura Báez y el ajusticiamiento del pre-

sidente Ulises Heureaux, el 26 de julio de 1899. En 1907 inicia el funcionamiento del ferrocarril de La Ve-

ga-Santiago y las figuras del general Ramón Cáceres y Horacio Vásquez mantienen en el primer plano

de la actividad republicana a este centro urbano que poco a poco va creciendo en importancia. La ter-

minación de la guerra mundial en 1918 y el impresionante aumento de los precios de las materias pri-

mas, particularmente el azúcar, el tabaco, el cacao y el café, se reflejan en esta región dinamizando el

comercio de tal manera que en mayo de 1922 pudo inaugurarse la carretera Duarte que, desde Santo

Domingo hasta Santiago, la cual enlazaba las poblaciones de Bonao, La Vega y Moca.

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Puerto Plata. Faro metálico instalado en sep-tiembre de 1879. Es el único en su género enel país y de los pocos existentes en América.Fue construido por la Compañía Robert Hillsand Son y R. Deeley and Co. New York, en laépoca de la efervescencia de la industrializa-ción. Su construcción de hierro fundido conocho columnas tubulares estriadas octagona-les, con un capitel dórico-romano, dispuestasen cinco niveles, rematado por una cupulitagallonada. El equipo de trabajo estuvo integra-do por los arquitectos Pilar Contín, TeóduloBlanchard, Japonesa Capellán, Nerva Fondeur,la arqueóloga Martha Roquel Aquino. Los tra-bajos fueron realizados por la empresa meta-lúrgica Metaldom. Foto Ricardo Briones.

Puerto Plata. Glorieta de la plaza principal de la ciudad. Foto Ricardo Briones.

Reconstruida galería con baldosas de cementocoloreado y balconada en hierro fundido. Foto Ricardo Briones.

Imagen reciente del edifcio terminal de la línea de ferrocarriles de Puerto Plata, construída íntegramente de láminas metálicasimportadas. Foto Jorge Marte.

Puerto PlataPuerto Plata fue, en cambio, dibujada en blanco y negro. Nadie puede sustraerse al encanto de la arqui-

tectura antillana de aquel lugar. Escribimos unas notas que fueron publicadas en 1981 con el título “Diá-

logo en tinta con la Ciudad de la Plata”. Allí decíamos que la villa de la plata emerge en los antiguos tiem-

pos. Después desaparece en aquel horizonte que llaman la banda norte, reapareciendo en tiempos de

la República. Casi puede decirse que no fue colonia aquel puerto del Atlántico, aquella fortaleza. Efecti-

vamente, al visitarla, el difícil recorrido, agreste y desinformado, urbanísticamente inconforme, transcurre

entre maderas desprendidas, ignorantes del futuro, aunque llenas de esperanzas.

Las buhardillas parecen ilógicas en el trópico. Sólo sirven para almacenar calor. Deberían ser aptas para

un proyecto energético, de esos experimentales que hoy se ponen en marcha por doquier. Sin embar-

go, es el temor a la energía acumulada, una configuración secreta de la materia, una expansión de la for-

ma lo que las delata. Por esto las buhardillas se comunican siempre con el exterior. Para esto, los car-

pinteros victorianos, esos que levantaron la ciudad que admiramos, inmigrantes inventariados por el doc-

tor Puig, fabricaron, casi puede decirse, que inventaron, unas celosías que asumen un importante rol or-

namental en la arquitectura de allí. Las celosías de las buhardillas imitan los fantasmas, presumen de ser

como otra planta de la casa. Se convierten en ventanas con cristales. Pero su papel fundamental con-

siste en ser como las chimeneas, que expulsan aire después de sufrir el fuego, en nuestro caso el me-

diodía del tejado metálico caliente.

Algunos de esos adornos de la arquitectura puertoplateña son de hierro. Ménsulas que se enroscan en

sí mismas y se suceden a lo largo de un alero. Enverjados con encajes, fluidos y florales, cortesanos co-

mo el rococó importando de una Francia lejana. Llamadores, goznes, cerraduras, bisagras y portalones

como el de la logia añeja de secretos. Hierros forjados por manos callosas o fundidos por la industria ex-

tranjera y embarcadas en galeones desde Inglaterra. Pero el mayor de los encantos lo constituyen los

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Puerto Plata. Estructuras de hormigón ymadera con balcones corridos a lo largo delas fachadas. Foto Ricardo Briones.

Puerto Plata. Cuartel de bomberos con torressimétricas en los extremos del conjunto.Ostenta el año de su construcción 1930. Foto Ricardo Briones.

Puerto Plata. Conjunto de edificaciones quecaracterizan el centro histórico. El Palaciomunicipal, marcadamente neoclásico conpilastras acanaladas y arcadas superpuestas y el pintoresco edificio de tres niveles de La Fe en el Porvenir. Foto Ricardo Briones.

balcones. Aún recuerdo, hace ya años, un día en que la curiosidad del doctor Puig se juntó con la mía y

hablamos de galerías; de balaustradas torneadas en madera. Puerto Plata es la ciudad de los balcones.

Para María Ugarte la ciudad de Puerto Plata se manifiesta plenamente en su Parque Central que fue su

Plaza Mayor. Los 14 edificios que lo circundan fueron en su mayoría construidos entre los años 1874 y

1920 y muchos de ellos son ejemplos característicos del estilo victoriano adaptado al medio tropical. Uno

de sus constructores fue un puertorriqueño de nombre Monserrate. En una esquina se encuentra uno de

los edificios más importantes: el Club del Comercio, cuya parte principal se construyó en 1897 y el ane-

xo que lo amplía en 1925. El Ayuntamiento, obra levantada en los años 1898 y 1899, es un ejemplo del

neoclasicismo ecléctico. Construido en mampostería, tiene doble arcada sobria y armoniosa. Junto al

Ayuntamiento está la única casa de tres plantas que existe alrededor del parque. El lado sur del parque

está ocupado totalmente por la Iglesia Parroquial y la Casa Curial.

Probablemente el estudio más profundo de los constructores de la República haya sido hecho sobre

Puerto Plata.23 Aunque limitado a aquella localidad, se elaboró un detallado inventario de los construc-

tores de finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX en que se destacan personajes como Roderik Art-

hur (1849-1941), a quien llama “el principal artífice de las casas victorianas de Puerto Plata”; José M. Co-

dina, arquitecto o maestro constructor español; José Madera, puertorriqueño, quien llegó a Puerto Pla-

ta en 1902; Abraham Lewis, jamaiquino, a quien llaman “Mister Lui”; etc. Un apéndice del trabajo del

doctor Puig enumera los carpinteros, ebanistas, albañiles, pintores y oficiales de construcción entre 1870

y 1920. En esa relación aparecen distintas nacionalidades junto con la gran mayoría dominicana: Turks

Islands; daneses de Saint Thomas; franceses de las Antillas; holandeses de Curazao; españoles; puer-

torriqueños; ingleses; venezolanos y haitianos. Estas migraciones, una especie de tráfico de estilos y pro-

fesionales de la construcción, han existido siempre entre las islas antillanas.

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Puerto Plata. Vivienda de carpintería de tabloncillos con galerías adinteladas descansando sobre columnas de hormigón.Foto Ricardo Briones.

Puerto Plata. Importante edificio construído en madera y zinc extranjeros, inaugurado en el1897 para alojar al Club del Comercio, desta-cada institución puertoplatense fundada en el 1874 por, entre otros ilustres ciudadanos, Don Segundo Imbert. La estructura, ubicada en la calle Beller frente al ParqueIndependencia, fue diseñada específicamentepara alojar al club, y fue ampliada en el 1925,como se puede notar a la derecha en la ima-gen. Foto Ricardo Briones.

Pequeña y ornamentada vivienda de mampostería y hormigón adornada con figuras premoldeadas que cubren las superfi-cies murales y los contramarcos de puertascon celosías y antepechos con protuberanciasexageradas. Foto Ricardo Briones.

Casa típica de la arquitectura antillana dePuerto Plata, cuya tradición carpinteril creó un centro histórico peculiar con multitud de modelos con una raíz común en toda laregión. Foto Ricardo Briones

Casona de Sabana de la Mar, recientemente incorporada al catálogonacional de monumentos (2008). Foto Secretaría de Estado de Cultura.

Montecristi. Modelos de viviendas que configuran el centro histórico. Llama la atención la dinámica de los tejados gingerbread en planchas metálicas que permiten crear espacios altos que se destinan a usos diversos. Foto Ricardo Briones.

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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930|183

La región de Montecristi, identificada desde el Descubrimiento por sus características geográficas, no ad-

quiere perfiles urbanos hasta bien entrada la era republicana. Las crónicas señalan las debilidades que fue-

ron afectando esta zona hasta la época denominada “de las Devastaciones”. De ahí en adelante la despo-

blación fue mayor y no es hasta finales del siglo XIX cuando se consolida la estructura urbanística en la que

la ciudad principal de esa bien llamada colonización interior lo fue la de San Fernando, refundada para 1751.

La Academia Dominicana de la Historia y el Archivo General de la Nación han publicado en estos días

una obra sobre la colonización de la frontera, que aborda las políticas de refundación de pueblos a lo lar-

go de la línea entre las colonias francesa y española de la isla. En la misma se analizan la dinámica mi-

gratoria y la territorialización en la banda norte-central y sur, abarcando nuevos pueblos como Dajabón

(1740); Neiba ( ); Bánica (1664); Las Caobas (1704); Hincha (1704); San Miguel (1768); San Rafael (1761),

producto de las políticas puestas en marcha.24

El autor González Hernández demuestra que la colonización en la frontera, su repoblación, se llevó a ca-

bo en base a un proceso continuo de inmigración canaria. Durante varias décadas, y ya desde principios

del siglo XVIII, se hablaba de la reconstrucción de los puertos del norte, particularmente Puerto Plata y

Montecristi. Francisco Rubio Peñaranda, gobernador y capitán general a partir del 20 de agosto de 1751,

ratificaba la importancia de esta política en sus correspondencias a la Corona:

“El gobernador expresó en enero de 1752 que la fundación había comenzado. Remitió plano de ella.

En él muestra el orden y la regularidad de las calles tiradas a cordel, la arboleda a su entrada y salida

para esparcimiento de los vecinos, la plaza y los bohíos. Precisa que había destinado 39 familias isle-

ñas “para mayor dique a los franceses” y que éstas habían llegado el mismo día de San Fernando, ha-

biéndoles posibilitado antes párrocos y ornamentos en la iglesia para su culto”.25

Un plano elaborado por el Ing. Elpidio Ortega,26 desarrollado entre 1860 y 1935, determina el área históri-

ca. La propuesta se fundamenta en una clasificación e inventario de inmuebles donde registra más de 300

unidades. El mismo autor clasifica este inventario en 15 categorías,27 entre las que deben destacarse las

Montecristi. Torre metálica del reloj públicoadquirido en Francia en 1895. Foto Ricardo Briones.

Proyecto de la villa de Dajabón, cuya trazacuadriculada resulta similar a otras de lamisma época y de la misma fuente. Su impor-tancia regional es el resultado de estar situadaen el cruce de los caminos principales entre lacolonia española y la francesa.

Repoblación de Montecristi y nuevas poblaciones en la zona oriental

3.3

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de influencia vernácula (9 categorías); las de influencia modernista (bungalow, pradera y estilo moderno); y

desde luego los inmuebles de rasgos eclécticos y victorianos.

Tanto en Montecristi como en los pueblos de la ruta del ferrocarril, un rasgo que llama la atención son las

transformaciones que sufren sus espacios públicos. La vieja plaza de armas de las villas coloniales refugiadas

en la plaza mayor de la urbanística española, con un fuerte carácter castrense, lugar de reuniones cívicas pa-

ra la leer bandos y proclamar revoluciones, se transforma en jardines con un fuerte acento paisajístico, regu-

lados geométricamente por jardineras o parterres con paseos arbolados. En el centro de aquella simetría de

líneas perpendiculares o diagonales, era habitual construir una glorieta, estructura con fuerte acento ornamen-

tal, donde se ratificaba el espíritu del victoriano inglés, o la semblanza del romanticismo francés. Estas glorie-

tas han desaparecido en muchos lugares. Sin embargo, en Montecristi se levantó una torre de acero con un

reloj en la cúspide y, sin tomar en cuenta su valor arquitectónico, constituye un elemento identificador, el más

importante desde el punto de vista urbanístico: “El reloj público, de estilo victoriano, montado en una hermo-

sa estructura metálica, fue traído de Francia en 1895, comprado por iniciativa de Benigno Conde, contable

de la Casa Comercial, oriundo de Venezuela, que propuso la idea de comprar el reloj al Ayuntamiento y fue

aprobada. En Francia había estado instalado en San Germán y fue reparado para venderlo a Montecristi. El

que gestionó la compra en París fue don Toribio García”.28 También hubo una locomotora que comienza a

rodar en el año de 1875 y, desde luego, había una plaza que tenía su glorieta, llamada Plaza de la Concordia

y construida en 1925: La glorieta fue desmantelada en 1943 para colocar un busto de Trujillo. Este lugar ser-

vía también de mercado público, lo que la convertía prácticamente en el centro de aquella localidad.

Montecristi. Casas tradicionales con pintorescos detalles propios de las islas cuyainfluencia se da en toda la región llevada ytraída por artesanos inmigrantes anglo o franco antillanos. Fotos Ricardo Briones.

Montecristi. Detalle de galería de una casa-vivienda donde se utiliza la tecnologíamixta de los albañiles del hormigón armado ylos carpinteros victorianos provenientes dedistintas culturas e influencias de los grandescentros europeos, en muchos casos prefabri-cadas e importadas. Foto Ricardo Briones.

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Almacén de mayoristas en Moca. Foto Jochi Marichal.

Pintoresca ermita de Copey, en la recta deMontecristi a Dajabón. A pesar de su malestado de conservación, particularmente latorre-campanario, la misma llama la atenciónde los viajeros en esa ruta de tránsito obligado entre esos pueblos de la costanoroeste de la isla. Foto Ricardo Briones.

Naturalmente, Montecristi es inseparable de las figuras de Máximo Gómez, José Martí y Antonio Maceo,

héroes todos de la independencia cubana.

La arquitectura victoriana fue el motivo de un ensayo que titulamos “Museo romántico del pasado que

ya murió”. El mismo comenzaba señalando que la plaza ha sido el rostro y el alma de cada tiempo his-

tórico y de cada tiempo social. Esta declaración es como una proclama repetida por historiadores, so-

ciólogos y urbanistas. Con certidumbre podemos confirmar que, efectivamente, la plaza es un espacio

urbano particularmente sensible a los cambios en el tiempo. La apariencia que adoptan en el período de

transición entre el siglo XIX y el XX constituye una armoniosa alegoría en la cual un “quiosco” central apa-

rece como elemento dominante del conjunto. Una modalidad que utilizó fórmulas estéticas de aquí y de

allí, trasladando modelos a miles de kilómetros de sus lugares de origen, interpretando en materiales in-

dustriales, como el hierro, y estilos artísticos del pasado. Las plazas militares coloniales se convirtieron

en pequeños bosques paradisíacos; lugares de animación e intercambio social. Quiosco y glorieta se le-

vantan en los parques urbanos justamente en las encrucijadas de los paseos. El primero es de origen

oriental. El vocablo es turco, y significa mirador. Es como un adorno. Su estilo adopta el vocabulario mu-

sulmán, como lo son muchos arquetipos creados por el arte victoriano en hierro fundido o en madera,

estructuras levantadas por carpinteros de buen gusto. Las glorietas, en cambio, recrean modelos clási-

cos de origen romano o renacentista.

El Santo CerroEn camino hacia la costa sur y del este, al cruzar por el Santo Cerro,29 el mayor centro de peregrinación de

la región central-norte o Cibao, su iglesia centenaria nos llama la atención. Originalmente se construyó allí una

ermita. Aquel centro de culto mariano se mantuvo aún después de quedar destruida la ciudad de La Con-

cepción con el terremoto de diciembre de 1562. En el gobierno de Ulises Heureaux se ordena la construc-

ción de la iglesia actual que, conjuntamente con el Santuario de Bayaguana y el Santuario de Higüey, son los

tres lugares de peregrinación y turismo religioso más importantes del país. El nuevo templo fue levantado en

ladrillos tomados en parte de las ruinas de la primitiva ciudad de La Concepción de La Vega, al pie de dicho

cerro. El director de la obra lo fue el alarife Onofre de Lora, figura sobresaliente de la arquitectura dominicana

del siglo XIX, a quien le tocó intervenir en muchas de las obras llevadas a cabo en aquella región.

De acuerdo con una carta dirigida en 1888 por el mismo Onofre de Lora al presbítero Carlos Nouel, se que-

jaba de las injusticias que fueron cometidas con él durante la construcción del nuevo templo. La iglesia en

cuestión es un edificio de tres naves, la central cubierta por una bóveda de medio cañón. Arquerías de per-

fil ojival contrastan con los semicirculares, especialmente en el interior. En el crucero, los triángulos esféri-

cos de las pechinas esquineras descansan sobre cuatro grandes pilares, sirviendo así a su tradicional com-

promiso estructural de crear en el transepto el tránsito del cuadrado del suelo al círculo base de la cúpula

que se eleva adornada por ocho ventanas en simetría radial y un esbelto lucernario. Exteriormente esta cú-

pula se manifiesta como si se tratara de una bóveda gallonada. Hastiales repiten el tema de los frontones

de las cabeceras exteriores del crucero. Una torre en campanario se eleva lateralmente junto al presbiterio.

La fachada, en tres cuerpos verticales separados por contrafuertes, manifiesta detalles más bien neoclási-

cos. La composición de la misma adolece de una franca e incoherente organización.

San Pedro de MacorísAl cruzar la cordillera Central, los caminos conducen a la región oriental donde creció la ciudad de San

Pedro de Macorís, donde nos tropezamos con otro templo que caracteriza esta ciudad de madera,

mampostería y hormigón armado.30 El lugar fue un antiguo paraje señalado documentalmente en 1785

por Antonio Sánchez Valverde y en 1808 por Lemonier de la Fose. Se convierte en sección ya para 1815,

jurisdicción del Seibo, y para 1882 obtiene título de Distrito Marítimo y en esta misma fecha se instalan

Montecristi. Casas tradicionales de la ciudadde Montecristi utilizadas como viviendas olocales comerciales. Foto Ricardo Briones.

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los ingenios Consuelo, Cristóbal Colón, Santa Fe y Puerto Rico. El primero fue el Angelina, en 1876. Evi-

dentemente la tradición motivó a las autoridades locales a programar la construcción de un templo de

importancia. El gótico de la iglesia de San Pedro Apóstol es un híbrido con valor extrínseco, más bien ur-

banístico, porque sin duda logró convertirse en el edificio más vistoso y más alto de la ciudad. El urba-

nista decidió colocar el monumento frente al mar, en la desembocadura del río Higuamo, junto al puer-

to. Una gran plaza se encargaría de conservar el valor espacial de esta iglesia mayor. El hormigón arma-

do es talvez la característica predominante en la arquitectura de San Pedro de Macorís. Es en este no-

vedoso material con el que se construye el templo. Las armaduras interiores de hierro han sufrido un nor-

mal proceso de oxidación, provocando fisuras peligrosas en una de las naves laterales, así como en gár-

golas, molduras, florones y penachos. También en los perfiles de algunas ventanas, parteluces y detalles

interiores.

La historia urbana de San Pedro de Macorís es la historia de los ingenios y la historia de los pescadores,

la explotación del azúcar y del mar. Un caballero muy famoso entre los macorisanos fue don Juan A.

Amechazurra, a quien se reconoce como el propulsor de la industria azucarera en la región. Era cubano

y visitó a San Pedro de Macorís por primera vez en 1876. García Lluberes, el historiador, cita la descrip-

ción de Schomburgh, hecha a mediados del siglo XIX, donde habla de aquel “puerto de Macorís”, por el

nombre del río junto al cual se levantaron los pequeños caseríos que se denominaron “Mosquito” en el

lugar de la actual ciudad; y “Sol”, en el lugar que llaman Punta. Según García Lluberes, el nombre com-

puesto de San Pedro de Macorís aparece por primera vez en un documento del 9 de agosto de 1858,

año quince de la Patria.

La inmigración acompañó el progreso de esta ciudad desde su fundación. Para 1920, el censo registra-

ba unos 38,600 habitantes entre los cuales había más de diez mil extranjeros con una composición ét-

nica que variaba en sus registros, muchos de ellos procedentes de Puerto Rico, hasta europeos de dis-

tintas naciones y antillanos que un autor denomina barloventinos-sotaventinos.31 Estos inmigrantes vuel-

can su éxito en construcciones representativas, como el edificio Armenteros; el Morey; el eclecticismo

musulmán del Casasnovas; el edificio del Cuerpo de Bomberos, notable en su apariencia y en su con-

servación; así como el crecimiento urbano de la periferia y el centro con su plaza-parque de recreo.

Cierto inmueble de la ciudad de San Pedro de Macorís, ejemplar modelo de carpintería del victoriano32 de

las Antillas, sorprende al visitante curioso que se acerca a su pequeño patio donde se levanta un pabellón

pintoresco. El Pabellón de Té, como le llaman, fue concebido en un victoriano tardío, probablemente inspi-

rado en construcciones angloantillanas. Sobre una planta cuadrangular, se eleva un volumen cúbico ence-

rrado por una fina rejilla de elementos diagonales de madera. La cubierta, volada al igual que en la casa,

circunda un espacio perimetral o galería abierta donde el acento ornamental proviene de las cresterías col-

gantes que a modo de encajes adornan las aristas del borde del tejado. Este adorno, muy propio de la ar-

quitectura victoriana, podría describirse como una fantasía de formas cuya gramática particular tiene infini-

tas combinaciones.

La RomanaLa historia de La Romana ha sido relatada por Vetilio Alfau Durán con las siguientes palabras: “La noti-

cia más antigua que tenemos del pueblo de La Romana, o sea, de la existencia de su caserío, la ofrece

Sir Robert H. Schomburgh, en su importante reseña de los principales puertos y puntos de anclaje de

las costas de la República Dominicana. El sabio naturalista alemán que durante una década residió en el

país como cónsul de Inglaterra acreditado ante nuestro Gobierno, estuvo en el lugar en junio de 1852, y

escribió ahí: “El pequeño pueblo de La Romana está situado sobre el cerro que domina el río hacia la ri-

bera derecha y oeste; la subida es rápida y muy incómoda...”33 “El terreno que comprende el ejido de la

ciudad de La Romana, alcanza a la cantidad de dos caballerías más ochenta y cuatro tareas, el cual pa-

San Pedro de Macorís. Serie de edificios construidos al despuntar el siglo XX entre los que se destaca el de los Bomberos,cuya torre está coronada por una glorieta.Fotos Ricardo Briones.

El Gran Hotel fabricado por un mallorquín llamado Antonio Morey Castañer para 1916. Foto Ricardo Briones.

Una ermita rural en el ingenio Angelina. Foto Gustavo Luis Moré.

Vivienda en las instalaciones para empleadosadministrativos del Central RomanaCorporation, típico ejemplar del modelo usado tan frecuentemente en otros enclaves azucareros del país. Foto Lowell Whipple.

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La Romana. Frente al parque central del traza-do urbanístico se levanta la iglesia mayor, fábrica de mampostería de piedra vista comomuchas de las edificaciones originales de estaciudad. Postal antigua.

San Pedro de Macorís. Ya para 1910 se levan-taba la estructura del templo mayor bajo la di-rección del arquitecto A. Nechodoma y con elconcurso de una Junta de Fábrica. Para 1914estaba lista la fachada y la torre, de acuerdocon relato del Ing. Enrique Penson. Para 1918intervino el arquitecto Scaroina, quien preparólos planos de la bóveda. Foto Ricardo Briones.

Interior de la Iglesia de San Pedro Apóstol,obra de hormigón armado iniciada para 1905con planta de tres naves, la central cubiertapor una bóveda que se prolonga hasta el presbiterio donde se convierte en una mediacúpula. Foto Jochi Marichal.

só a ser propiedad municipal por donación que hicieron en 1897 los propietarios Ulises Heureaux, Pre-

sidente de la República, Andrés Beras, Agustín Pérez Montás, Juan Bautista Morel y Miguel Febles; te-

rrenos que están comprendidos en el sitio denominado Chabón Abajo, y los cuales fueron mensurados

en el años 1883 por los agrimensores públicos señores Gerardo Jansen y Domingo Morcelo”.34 El vene-

rable historiador continúa su relato señalando que “en mayo de 1907, se dio comienzo a la construcción

del muelle y de los edificios de la Aduana, la cual estuvo a cargo del ingeniero Eduardo García. El 19 de

marzo de 1914 quedó instalado el faro en la margen izquierda de la entrada del puerto, siendo el prime-

ro de su clase montado en nuestras costas.”35 Los planos urbanísticos de La Romana fueron confeccio-

nados por el Ing. Thomasset, el mismo que aparece trabajando en Santo Domingo, San Cristóbal, El Sei-

bo y en el Cibao.

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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930|193

El sur se inicia en Santo Domingo y sigue a través de San Cristóbal; Baní; Azua; San Juan; Neiba y Ba-

rahona. La transformación está asociada estrechamente al período pre-republicano. Poco se conoce

acerca de los constructores y arquitectos.36 Ha quedado, sin embargo, el resultado de su trabajo: los

edificios y las casas; calles y plazas. La arquitectura y el urbanismo permanecen como testimonio vivo.

Los autores en cambio se olvidan. No puede hablarse de arquitectura anónima, sino de arquitectos anó-

nimos. A veces se conocen nombres, y personajes dentro del proceso de desintegración entre el autor

y su creación. Los estudios históricos pueden invadir estos campos en un proceso de homogenización

reuniendo de nuevo carpinteros, albañiles, constructores y arquitectos con su obra. Esta tendencia se hi-

zo más fuerte a partir del siglo XVIII; se intensifica en el siglo XIX. Fue patente con la arquitectura religio-

sa, con las reconstrucciones de los templos destruidos por huracanes y terremotos. Aparece con los tra-

bajos de Portillo y Pedro de la Rosa. Se hace dominicana durante la República con Onofre de Lora y el

Padre Ayala. Datos biográficos de estos personajes aparecen en la obra de José Gabriel García titulada

Rasgos Biográficos de Dominicanos Célebres. A ellos se les debe la construcción de, por lo menos, tres

iglesias provincianas: la del Santo Cristo de Bayaguana, la Parroquial de San Cristóbal y el Santuario de

Aguas Santas de Boyá.

BaníExisten pruebas de que el culto a la Virgen de Regla es anterior a la fundación de Baní 37 (1764), pues se

tienen noticias de que por los años 1740, había un vecindario de 525 personas, de las cuales 111 eran

hombres, 150 mujeres y el resto niños. Estos tenían como patrona a la Virgen de Regla, aunque para es-

ta fecha no se había establecido formalmente el poblado y se estaba fabricando una iglesia, a pesar del

estado de pobreza en que se vivía. Constituye una característica del mayor interés no sólo en Baní sino

en toda la región sur, el viejo esquema presente en las construcciones populares. La polifonía colorística

de la casa rural y los principios urbanísticos puestos en práctica para la ordenación de los nucleamien-

San Cristóbal. Antigua iglesia parroquial con torre exenta y tejados con faldones que descansan sobre muros de mampostería. La estructura se levanta en la cara norte de la plaza mayor donde se construyeron los edificios del poder municipal y otros representativos de las funciones públicas. Foto Ricardo Briones.

Los pueblos del sur y la ruta del oeste

3.4

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Iglesia en San Juan de la Maguana.Foto Ricardo Briones.

Antigua imagen de una casa en el Batey del Ingenio Barahona hacia el 1928.

San Cristóbal: Club Social. Foto Ricardo Briones.

Azua. Residencia frente al parque central, obra de Humberto Ruiz Castillo. Foto Ricardo Briones.

tos habitacionales, como aquel tesoro perdido “el cuadrángulo de Paya”, constituyen algunos arquetipos

de extraordinaria importancia en el comportamiento sociocultural de los estratos básicos de la sociedad

dominicana de aquella región.

Azua, San Juan Azua y San Juan constituyen fundaciones tradicionales, asentamientos de la época de Ovando y los Re-

yes Católicos, solar de familias que se multiplicaron con lentitud a través de los siglos, y cuyos descen-

dientes pelearon por la independencia contra las tropas haitianas y defendieron la restauración con lan-

zas y machetes.

Azua está ligada a la historia de Enriquillo, como lo está a la de Diego Méndez cuando arribó de Jamai-

ca en busca del Comendador para organizar el rescate del Primer Almirante. Un ensayo de Ramiro Ma-

tos38 deleita cuando nos relata como “Diego Méndez llegó a Puerto Escondido, al caserío donde Colón

tuvo las conversaciones con Roldán y que Diego Méndez había oído de labios del Almirante. Aquí bajó

de su canoa y fue al caserío disperso de los indios pescadores del lugar, y conversó con ellos, los cua-

les le dieron referencias de un español que tenía una granjería aledaña al poblado que ellos llamaban

Azua. Este resultó ser uno de los españoles encomenderos, era de Galicia, de la región de Santiago de

Compostela, estaba viviendo a expensas de los indios del lugar”. Aquel gallego que propició la designa-

ción de la villa de Compostela no podía imaginar que para el año de 1751, un terremoto cambiaría la

suerte y el destino de la villa: “Hubo tres terremotos en ese año de 1751, el primero ocurrió el 18 de oc-

tubre; el segundo el día 28 del mismo mes; y el tercero, el que destruyó a Azua, ocurrió el 21 de noviem-

bre. Corrieron estos tres terremotos toda la isla, hasiendo muchos destrosos de las serranías que deva

pavor mirarlas, la iglesia del Combento de la Merced de la ciudad de Santiago padesió la mesma ruina

que la de la ciudad dicha, y el combento de la villa de Azua quedo hecho una ruina de sus materiales,

pero es mui corto la pequeñes de este volumen, para referir la ruina destrozos y afliciones de los mora-

dores de esta villa de Azua, abandonada en esta ocación, por los repetidos terremotos, rebentando bol-

canes de agua en los mesmos temblores que los puso en grande temor y espanto. De aquel poblado in-

dígena (quizás milenario) llamado por los indios “Azúa”; y que luego de la estadía de aquel gallego éste

llamara a su estancia vecina, Compostela; y luego Diego Velásquez y Ovando llamaran Azua de Com-

postela; ya sólo quedaban los escombros”.39

San Juan de la Maguana, villa incluida en el programa territorial de Ovando, fundada por Velásquez, ubi-

cada en un fértil y rico valle bajo la sombra de la cordillera Central, es probablemente uno de los lugares

mejor dotados para la vida pacífica de los prósperos agricultores que han conformado su vecindario des-

de entonces. Estas características y su relativo aislamiento fueron la causa de su limitado desarrollo ur-

banístico. Tierra de caciques, patriotas y empresarios agrícolas, la villa era aldeana y, como a casi todas,

le tocó mudar de sitio con los siglos. Su actual emplazamiento es definitivo, siempre cercano la centro

de culto taíno denominado “Corral de los Indios”.

Barahona“Barahona se fundó a través del comercio, impulsada por un decreto de Toussaint Louverture. Estas ac-

tividades las iniciaron inmigrantes radicados en la común de Rincón, hoy municipio de Cabral, que en su

mayoría eran de origen árabe, y se dedicaban a la explotación de madera preciosa en todas las monta-

ñas de la cordillera de Bahoruco; a la cría de ganado y más tarde se dedicaron a la siembra de café, po-

blando toda esta zona del aromático grano. A medida que se extendió la explotación de estos recursos

naturales, la actividad comercial fue creciendo, y hubo la necesidad de extender su comercialización. Es

así como Barahona jugó su rol por ser una ciudad marítima ...El Ingenio Azucarero y las minas de sal y

yeso en la comunidad de Salinas, completan el empuje económico que vivió la Perla del Sur: Por su puer-

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San José de las Matas: Iglesia del El Rubio.Foto Ricardo Briones.

Salcedo. Iglesia con torre-campanario. Foto Ricardo Briones.

Barahona. Interior de la iglesia de la SantísimaCruz, después de su restauración en el 1994.Foto Gustavo Luis Moré

Barahona: Iglesia de la Santísima Cruz contorre lateral. Se trata de una estructura original de principios del siglo XX en mampostería con rasgos neoclásicos. Foto Gustavo Luis Moré.

to, además del azúcar y mieles, la sal y el yeso, se exportaban maderas preciosas (guayacán, caoba, ca-

pá ébano, cedro, baitoa, roble, sabina), plátano y café, y a causa de este auge surgieron exportadores...”

Así se expresa el profesor Gustavo Adolfo Tavárez en su obra titulada: Eran otros los tiempos y otros los

hombres.40 El batey de su ingenio reflejaba la arquitectura de influencia norteamericana que reinó duran-

te muchos años en los barrios creados para funcionarios, la mayoría de ellos extranjeros, en los centra-

les azucareros que se fueron instalando en el sur de la República. Estas residencias mantienen una es-

trecha relación con la experiencia del canal de Panamá. El carácter tropical de las mismas giraba alrede-

dor de una galería perimetral (que algunos arquitectos llamaban verandas), protegidas por mallas para

defender el medio ambiente interior de los insectos, cosa esta que permitía mantener abiertas las puer-

tas y ventanas y circular el viento. Como podemos ver, estos modelos son llevados a un plano más alto

por arquitectos como Nechodoma y sus seguidores, los cuales convierten la vivienda individual en pe-

queños bungalows o casas del tipo pradera. Así crecieron poco a poco las antiguas ciudades y se des-

bordaron por los nuevos ensanches que modificaron la antigua morfología.

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En Santo Domingo, las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX son tiempos de transfor-

mación y crecimiento. Muchas de las antiguas estructuras civiles desaparecen o son remodeladas con

estilos nuevos ligados al denominado eclecticismo, término que el diccionario define como del griego,

eklegein (escoger), método que consiste en reunir lo mejor de cada sistema. La Ciudad Primada se des-

borda en nuevos ensanches que surgen alrededor del centro histórico e incluso en la margen oriental del

río Ozama donde existían antiguos asentamientos como San Lorenzo de los Mina, cuya iglesia parroquial

se conserva aún. Al oeste se pueden contabilizar antiguos asentamientos de ingenios azucareros como

Palavé, Engombe y Nigua, con una ermita dedicada a San Gregorio. La integración entre ambas márge-

nes del río fue objeto de largos debates que culminaron con la construcción de un puente. Este tema ha-

bía sido objeto de varias iniciativas desde época tan antigua como el año de 1540. Las crónicas reco-

gieron la participación de un importante arquitecto, Rodrigo de Liendo, en este proyecto.41 No había en

esta época la presión que existe en nuestros días para la conservación de los recursos naturales. La po-

blación urbana era relativamente baja y salvo contados ejemplos, reinaba un ambiente urbano de carác-

ter aldeano.

Es difícil analizar la urbe santodominguense sin tomar en cuenta su región definida cuidadosamente por

la naturaleza.

Profesionales formados en el exterior modificaron la apariencia de la ciudad. Aparecen simultáneamente

las urbanizaciones Ciudad Nueva, Gazcue y La Primavera, orientadas por los caminos reales hacia el

oeste. Se integran los suburbios de la parte alta (norte) y se trazan nuevas avenidas con bulevares arbo-

lados. Un tranvía tirado por caballos recorría la Calle Mayor desde el viejo mercado de la Plaza del Con-

tador, atravesando el Navarijo, aquel barrio descrito por Moscoso,42 hasta el fuerte de La Concepción y

desde ahí hasta la playa de Güibia, que fue uno de los lugares recreativos preferidos por los residentes

de la capital de la República en los primeros años del siglo XX.

El nuevo siglo deslumbraba con algunos adelantos tecnológicos. La energía eléctrica recorría las calles con pos-

Para 1911, y de acuerdo con Enrique Penson,ya estaba diseñada la residencia de dos plan-tas, de concreto, de estilo ecléctico, sita en la calle 19 de Marzo, entre la Padre Billini y la Arzobispo Portes, acera este. Fue diseñada(atribuida) por el Arq. Antolín Nechodoma. Se fabricó para servir de morada a don Juan Vicini Perdomo, con anticipación a sucasamiento con la Srta. Consuelo MarchenaDamirón. Foto Ricardo Briones.

Desde Santo Domingo: eclecticismo y modernidad

3.5

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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930|201200|LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930

tes de madera que todavía mantienen su uso. El agua potable y el drenaje sanitario y pluvial se volcaban en las

antiguas vías de acuerdo con sistemas propios de la tecnología norteamericana. Los que entraban a la ciudad

por el mercadillo fluvial aposentado en la ribera del río Ozama, al pie del Alcázar de Colón, atravesaban la no-

table Puerta de San Diego sin percibir la complejidad de su diseño estructural y el refinamiento de su compo-

sición. Este segmento de la periferia urbana contiene el conjunto de estructuras militares más depurado de la

zona histórica. El sólido complejo militar y los perfiles castrenses de sus aspilleras, fortines y camino de ronda,

contrastan con el simbolismo monumental de la Puerta del Mar. El análisis más erudito sobre este monumen-

to fue elaborado en 1942 por un catedrático.43 El mismo destaca el carácter planimétrico del plateresco de la

Puerta de San Diego. La descripción se concentra en el plano frontal donde columnas elípticas soportan un

frontispicio encuadrado por un rígido arrabá que se posa sobre los capiteles utilizando el recurso de volutas re-

nacentistas. Después de comparar esta composición con algunos portales del siglo XVI, el ensayista advierte

que San Diego anuncia el incipiente barroco europeo. Pienso que efectivamente el planismo (anti-plástico, di-

ce Palm), de la decoración activa, constituye una expresión del manierismo que el diccionario define como “for-

ma del arte que se manifestó en Italia en el siglo XVI entre el renacimiento y la época barroca, y que se carac-

terizó por su falta de naturalidad y su afectación”. Contrasta este efecto simple con la robustez de las estructu-

ras del conjunto defensivo. Estas se contorsionan para adaptarse a la empinada cuesta que bajaba desde las

Casas Reales. Hacia el norte, las estructuras se integraban a los parapetos defensivos del Alcázar, construidos

previamente. Hacia el sur, daba paso a un camino de ronda que se extendía hasta la plazuela del Palacio de

los Capitanes Generales y la Audiencia Real donde para el siglo XVIII se construyó un reloj de sol y una capilla.

Alcázar de los Almirantes en su lado norte. La escalinata fue agregada por el restauradorJ. Barroso. Foto Ricardo Briones.

Junto a las murallas se instaló un faro a mediados del siglo XIX sobre el Fuerte de San José. Fue desmantelado. Construido enInglaterra, dominaba la entrada al puerto deSanto Domingo.

Reloj solar levantado en la plazuela de las Casas Reales junto al camino de ronda de las murallas de Santo Domingo. Foto Jochi Marichal.

La puerta de San Diego ostenta un complejodiseño estructural y una composición refina-da. Sus estructuras y escudos heráldicos fue-ron restaurados recientemente. Al fondo: lasCasas Reales. Foto Jochi Marichal.

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Los palacios conocidos como las Casas Reales fueron biografiados en el año 1979.44 Allí se aportan datos

sobre estas estructuras. Durante el gobierno de Ferrand, en la Era de Francia, los mismos adquirieron deter-

minada fisonomía regida por necesidades más bien funcionales. En cambio, la fisonomía republicana que ad-

quiere hacia 1910 es el producto de un cuidadoso empeño por dotar esta imponente estructura de una ima-

gen de acuerdo con el gusto de la época. Actuó allí el ingeniero Osvaldo Báez, quien también intervino el edi-

ficio municipal frente a la “plaza mayor” dominada por el cabildo eclesiástico de la Catedral y los edificios de-

dicados al Poder Legislativo republicano: el Senado, en el antiguo palacio del gobernador haitiano Borgellá (si-

milar al palacio de gobierno de Santiago frente a su plaza mayor, ya desaparecido), y la Cámara de Diputados

situada en el viejo edificio de la cárcel pública que ya había adquirido su fachada neoclásica desde antes.

El ingeniero Osvaldo Báez también intervino el Convento de las monjas dominicanas de Regina Angelo-

rum donde funcionó el antiguo colegio de San Luis Gonzaga que regenteaba el Padre Billini. Construyó

varias residencias y remodeló el hospital de San Andrés, una de sus mejores obras, así como la iglesia

de La Altagracia, para lo cual intervino en forma imprudente el hospital de San Nicolás. El inventario de

sus obras es extenso, y además de las mencionadas, están el cuerpo de bomberos de San Pedro de

Macorís; la gran estructura del hipódromo La Primavera; etc.

Para el fin de siglo XIX, se destruyó La Picota, ubicada en la Plaza Mayor, mientras se levantaba la escultura

dedicada al Gran Almirante con cuyo nombre se designa el parque construido en la antigua Plaza de Armas.

La arquitectura doméstica y las casas (a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX) incorporan ele-

mentos decorativos entre los que se distinguen ménsulas renacentistas; balaustres serlianos; puertas

Torre de la iglesia de la Virgen de la Altagra-cia. Diseñada y construida por el Ing. OsvaldoBáez junto al Hospital de San Nicolás. La viejacapilla del hospital de San Nicolás, localizadaen la porción este, fue incorporada al proyec-to. El andamiaje para construir la torre se levantó en febrero del 1922 (LD, 16-2-1922).Foto Ricardo Briones.

Fotografías antiguas del paseo Padre Billini omalecón construido a principios del siglo XX.

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Doble página anterior:Para 1924 se lleva a la imprenta el magníficoplano hecho por Ernesto Paradas. Firma aprobándolo, Alfredo Scaroina.

Distintos ángulos del centro histórico deSanto Domingo en que pueden apreciarseconjuntos de edificios en la calle Hostos; enla calle Isabel la Católica; en la calle PadreBillini y un ángulo de las murallas que rodeanla Ciudad Colonial. Fotos Ricardo Briones.

y ventanas encuadradas por formas sobresalientes coronadas por aleros melodiosos que parecen ex-

traídos del trabajo encantado de albañiles teatrales. Las cornisas de ventanales se convierten en ver-

daderos toldos que sugieren telares colgantes, doseles. Se asumen los códigos del neoclasicismo his-

tórico transfiriéndolo al eclecticismo, visto como un estilo con formulaciones libres, ricas en el manejo

compositivo. Reaparecen las columnas de estilo; las balaustradas y las molduras; las cadenas de silla-

res en ángulos esquineros y en pilastras que ya figuraban en aquella disposición reglamentada desde

el siglo XVI y cuya estereotomía, imitando aparejos de sillares, se convierte en una consonante de la gra-

mática manierista que se aplica en nuestros días.

Urbanísticamente, el crecimiento arropó la “gran sabana”, aquel espacio libre que se extendía frente a

las murallas, orientándose hacia el oeste transformando la sabana real que los gobernadores haitia-

nos denominaban “del Estado”. Frente a ella las murallas se extendían desde el mar (San Gil y La Mi-

sericordia) hasta el Fuerte de la Concepción. Las dos puertas del oeste creaban el escenario con el

que tropezaban los viajeros que venían desde el sur y desde el norte. Poco a poco estas murallas fue-

ron demolidas en algunos tramos para dar paso a las calles prolongadas que enlazaban los ensan-

ches nuevos (Ciudad Nueva) con la Ciudad Colonial. El Parque de la Independencia fue la articulación

entre Ciudad Nueva y la vieja o ciudad colonial. Antes se había construido el cementerio. Casi todo

aparece registrado en el plano de Casimiro de Moya fechado en el año 1900. Poco después, en la pla-

za señalada, se levanta una hermosa glorieta que identificaba la ciudad y articulaba la calle mayor con

el urbanismo del siglo XX.

A lo largo de la avenida Independencia, denominada el camino de Güibia: así como la avenida hoy de-

nominaba Bolívar (camino de Santa Ana); como también a lo largo de la actual avenida 30 de Marzo (an-

tiguo camino de Santiago); se construyeron villas y chalets que asumía la burguesía en las primeras dé-

cadas del siglo XX. Casas con galerías perimetrales sobreelevadas sobre el terreno natural (creando só-

tanos) y con techos altos de fuerte pendiente (creando buhardillas). Se utilizaban vigas de madera sobre

las cuales se apoyaban planchas acanaladas de zinc industrial o láminas y tejas importadas. Estas es-

tructuras tropicalizadas, de materiales heterogéneos, definían grandes espacios que permitían crear los

salones de la arquitectura residencial en boga. El plafond de madera o de metal aislaba los vapores ca-

lientes, los cuales encontraban escape del desván a través de ventiladores o respiraderos colocados es-

tratégicamente.

El hormigón armado se hace presente en columnas de estilo sobre basas esbeltas. Los capiteles servían

para transmitir las cargas de arcos y dinteles.

Aparecen en el inventario de esta época, que coincide con la intervención norteamericana, del dieciséis,

figuras como Jaime Malla Salom y José Doménech, artífices de residencias ligadas al modernismo; Al-

fredo Scaroina, quien participa en el diseño y construcción de la Casa Consistorial de Moca, en 1907;

José Turull y Mariano Turull (asociado a Jaime Malla para 1913), quien conjuntamente con otros cons-

tructores-ingenieros, proyectaba el arte catalán y su presencia en el panorama urbano dominicano.

José Turull nació en 1865, llegó a Santo Domingo en 1897 e instaló una fábrica de mosaicos y otros pro-

ductos para la construcción. Se le atribuye como autor de la primera construcción de concreto armado:

el depósito de los Parra, cerca del muelle de San Pedro de Macorís. También tuvo a su cargo la cons-

trucción de la torre de la iglesia parroquial del Seibo, y participa íntimamente en la construcción del puen-

te del Ozama, actualmente destruido; del malecón Presidente Billini; y el edificio de la aduana de Santo

Domingo, absolutamente neoclásico.

Algunos de estos constructores llegaron desde Santiago de Cuba en el 1907, entre ellos José Domé-

nech, para realizar trabajos artísticos y yeserías en la remodelación del palacio presidencial (Capitanes

Generales o Casas Reales). Entre los que llegaron en ese año deben mencionarse Juan Teis y los her-

manos Urgel (Ramón, Luis y Juan).

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Esquina noreste del edificio Baquero, de Benigno Trueba. Foto Ricardo Briones.

Iglesia Evangélica, cuya torre se levanta airosaen la calle del Hospital o Mercedes. Foto Ricardo Briones.

Algunas de las estructuras dominantes de laCalle Mayor o Calle del Conde, que recoge eleclecticismo moderno que invadió la vieja ciudad virreinal, estructuras levantadas en hormigón armado, entre ellas el edificio Cerame y el Diez. Fotos Ricardo Briones.

Capítulo especial merece Benigno Trueba,45 quien prohijó estructuras emblemáticas que constituyen hi-

tos insuperables en la fisonomía de Santo Domingo. Ya en 1914 se había trasladado a San Pedro de Ma-

corís para instalar el ingenio central azucarero Las Pajas. En esa época dirigió varias construcciones en

San Pedro de Macorís, por encargo del señor Serrallés, así como la instalación del ingenio Boca Chica.

En 1919 construyó la fábrica de fósforos y el edificio de los bomberos en Puerto Plata. También dirigió

parte de la carretera Azua-San Juan de la Maguana y construyó algunos puentes de hormigón armado,

y en el gobierno de Horacio Vásquez, la carretera San Isidro-Guerra.

Las graderías del hipódromo La Primavera fueron construidas por Trueba en 1919 (diseñadas por el Ing.

Osvaldo Báez). Ramón Trueba, en las remembranzas que hace de su padre, se refería a la época en que

vivían en San Pedro de Macorís y su padre era administrador de una ferretería frente al señor Cánepa,

en el respaldo del Teatro Colón.

El ingeniero Trueba también intervino en muchas obras que no fueron diseñadas por él, tales como el

hospital Internacional aquí en Santo Domingo, la Iglesia Evangélica en la avenida Independencia, cons-

truida en 1934, y cuyos planos fueron traídos del exterior. El hospital Carl Th. George, en San Pedro de

Macorís, donde construyó uno de los pabellones. También el edificio Cerame (aproximadamente en

1923), con planos elaborados en los Estados Unidos y cuyo maestro de obra fue Julio Beltrán. El mis-

mo señor Cerame trajo de Estados Unidos los planos del edifico en que funcionó el Listín Diario, en la

calle José Reyes.

Entre 1921 y 1924, Trueba trabajó como ingeniero en la construcción de la carretera del sur, así como

en la de Hato Mayor al Seibo. Talvez fue posteriormente cuando inició la construcción de distintas obras

en la ciudad de Santo Domingo, algunas de las cuales fueron demolidas y otras destruidas por el ciclón

de San Zenón. Esta época de su ejercicio profesional en que se destacó como arquitecto y director de

obras de arquitectura, adquiere especial interés con obras tales como el edificio Diez, y el antes mencio-

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Fachada del Banco Nacional que, de acuerdocon Enrique Penson, fue producto del trabajode Ramón Urgell Caralt y Pedro Casadeball.Fue intervenida en 1911. Foto Jochi Marichal.

Casas de los suburbios, rodeadas de jardines.Son típicas de los primeros años del siglo XX.La primera, desaparecida, en la Av. Bolívar. La segunda, en la Av. Independencia, atribuídaa Antonín Nechodoma. Foto Gustavo Luis Moré.

Plano de la fachada de gran residencia enGazcue. Archivo DoCoMoMo Dominicano.

Plano-elevación de la casa cuya foto apareceen el centro. Archivo DoCoMoMo Dominicano.

nado edificio Baquero, situados ambos en la calle del Conde, así como obras anteriormente levantadas

en la calle Isabel La Católica y la Arzobispo Meriño.

El más avanzado arquitecto de las primeras décadas del siglo XX fue Nechodoma y la fuente más com-

pleta para estudiar su arquitectura es del libro que lleva por subtítulo The Pairie School in the Caribbean,46

publicado en el año 1994. Para el año de 1982 mi interés por el tema me permitió publicar un artículo “Ne-

chodoma: Misterioso Arquitecto Bucanero del Caribe Hispánico”.47 Nació en Praga, Checoslovaquia (en-

tonces Bohemia) en 1877. Murió en San Juan de Puerto Rico, en un accidente tonto, en 1928. Su titula-

ción como arquitecto la obtuvo en 1898. Aparece establecido en la ciudad de Chicago ya en 1900.

Construyó numerosos edificios y residencias en Santo Domingo y San Pedro de Macorís, los cuales han

sido inventariados. Entre éstos puede señalarse el edificio para un banco (en la esquina Mercedes con

Isabel La Católica), modelo que fue repetido en distintos lugares. También edificios públicos en San Pe-

dro de Macorís, tales como el mercado y el matadero. En las obras del arquitecto Nechodoma puede

apreciarse la riqueza ornamental y el uso del adorno en la decoración. Para esto mantenía un taller de

artesanías en el cual se ejecutaban sus diseños. Estos diseños aparecían como resultado del estudio del

detalle. Eran los criterios del Art and Crafts y del Art Nouveau, vigentes en esta época, tanto en Europa

como en los Estados Unidos. Era labor de oficio volcada en lámparas elaboradas con caracoles y náca-

res de Filipinas; ventanas con cristales de colores; cerámicas con decoraciones fitomórficas. Grandes

aleros protegían su arquitectura con una intención clara de utilizar el medio ambiente y adaptarlo a él. La

obra de Antonín Nechodoma fue descrita por Enrique Vivoni, arquitecto de San Juan de Puerto Rico, co-

mo parte del estilo que en Estados Unidos llaman “de las praderas”. Eran bungalows, casa de monta-

ñas en una primera época, dice Vivoni, quien agrega que:

“Para el 1915, ya Nechodoma había variado su estilo, incorporando entonces elementos españoles en

las fachadas y decoraciones, lo que estaba entonces a la vanguardia, Como ejemplo tenemos una casa

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LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930|213212|LOS PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD: ARQUITECTURA Y DESARROLLO ECONÓMICO REPUBLICANOS 1844-1930

construida en Santo Domingo y unos planos para el edificio de la Y.M.C.A, en Fajardo. Al estudiar am-

bos proyectos nos damos cuenta de que son idénticos en forma y concepto”.

Para la tercera década del siglo XX, llega a Santo Domingo uno de los más exitosos arquitectos de la región.

En la Gran Enciclopedia de Puerto Rico, sección arquitectura, el apreciado y eminente profesor Efraín Pérez

Chanis describió a Pedro Adolfo de Castro como uno de los precursores de la arquitectura contemporánea

de aquel país. Su reseña sobre dicho personaje señala que la labor de De Castro transcendió a la Repúbli-

ca Dominicana. Efectivamente, tiene en este suelo obras de señalado interés. Entre otras diseñó y constru-

yó tres residencias para los hermanos Freites, las tres en la avenida Independencia, la mayor de las cuales

ha sido demolida. Tuvo a su cargo el Centro de Recreo de Santiago, aquel interesante edificio de fisonomía

neomusulmana, muy de la época en que fue levantado, y sin duda, un atractivo escenario de tradiciones

santiaguenses. Español-Morisco era como le llamaban a dicho estilo entonces. Del mismo arquitecto es

también la mansión Tejera, reseñada por nosotros bajo el título de: Exótica Residencia con más de 50

años.48 Sus obras, después de proyectadas, las llevaba a cabo volcando su labor de arquitecto directamen-

te en la construcción. Pérez Chanis describe esta actitud de la siguiente manera: “Además de arquitecto,

De Castro se distinguió en el campo de las artes. Diseñó muebles, lámparas, rejas, bellos mosaicos policro-

mados de cristales brillantes y algunos vitrales. Su temática de diseño se repetía en los enrejados, mosai-

cos y puertas, dándole a la obra unidad indiscutible. Esta labor artística, producto de su sensible personali-

dad, se proyectaba también al campo de la pintura, el dibujo libre, la escultura y poemas de profunda preo-

cupación estética, dentro del romanticismo que influenciaba a muchos puertorriqueños del momento”.

Como vemos, el catálogo de edificios emblemáticos correspondientes al período republicano se multipli-

ca con obras diseñadas y construidas por varias generaciones de profesionales que desde las últimas

décadas años del siglo XIX labraron edificios por muchos años, dejando obras que constituyen paradig-

mas inevitables, obras maestras de la arquitectura dominicana.

Página anterior:Peculiar residencia fabricada para 1914. Diseñada por el propietario, Zoilo HermógenesGarcía. Se trata de un chalet de una planta, conuna galería adornada con figuras vegetales queparecen crecer desde la tierra para sostener eltecho. Ramas simuladas se emplearon cerrandola galería desde el antepecho hacia abajo. Llamóla casa Villa Hena, en honor a la primera de suhijas. El trabajo artesanal es excelente por susemejanza a la naturaleza y por haber permane-cido intacto a través del tiempo. Sin lugar a du-da fue realizado por algunos de los alarifes catalanes de la época.(Enrique Penson). Foto Jochi Marichal.

Centro de Recreo de Santiago del arquitectopuertorriqueño Pedro de Castro. Foto Ricardo Briones.

Detalle del piso de la Casa Valera, en la César Nicolás Penson, Gazcue, c.1908. Demolida.Archivo DoCoMoMo Dominicano.

Foto de archivo del interior de la Casa Valera, en la César Nicolás Penson, Gazcue. Una de las primeras obras de Nechodoma en Santo Domingo, c. 1908. Demolida. Archivo DoCoMoMo Dominicano.

Edificio de uso mixto en la calle El Conde,actualmente en abandono. Benigno Trueba,c.1930. Foto Ricardo Briones.