Douglas Mary - El Mundo de Los Bienes

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LOSNOVENTAponealalcancede los lectores unacoleccinconlos msvariadostemasde las ciencias sociales. Mediante la publicacin de unlibrosemanal, esta serie proporciona un amplio espectro del pensamien-to crtico de nuestro tiempo.MARYDOUGLASBARONISHERWOODEL MUNDODE LOS BIENESHacia una antropologadel consumoTraduccin:ENRIQUEMERCADO.........-.ConsejoNacionalpara laCulturay las ArtesMXICO, D.F.PRIMERAPARTELAS MERCANCASCOMOSISTEMADEINFORMACiNcultura LibreELMUNDODELOSBIENESHaciauna antropologa del consumoTitulooriginaleningls: TheWorld of Goods.Towardsan Anthropology of ConsumptionTraduccin: EnriqueMercado,dela edicindeNortonandCompany, NuevaYork, 19791979, MaryDouglasD.R. 1990 porEDITORIALGRIJALBO, S.A.Calz. SanBartolaNaucalpannm. 282Argentina Poniente11230Miguel Hidalgo, Mxico. D.F.Primeraedicinenla coleccin LosNoventaCoedicin: DireccinGeneral de PublicacionesdelConsejoNacional paralaCulturay las Artes!EditorialGrijalbo, S.A.Lapresentaciny disposicinen conjuntoy de cadapgina deELMUNDODELOSBIENES,sonpropiedaddeleditor. Queda estrictamenteprohibida lareproduccinparcialo totaldeestaobrapor cualquier sistemao mtodoelectrnico, inclusoel fotocopiado,sin autorizacinescritadel editor.ISBN 968-419-952-XIMPRESOENMXICONDICEAgradecimientos.Prefacio.Captulol. Porqula gentenecesita mercanctas ..El silencio de la teora utilitarista.Autocriticade loseconomistas .Captulo 11. Por quahorrafagente.La versinde Keynes .La versin de Weber ..El entorno grupal ...El entornoindividualista ...La emulacinsegnDuesenberry ..La prudenciasegnFriedman ..Consumo normativo......... . .Captulol l l , Losusosdelosbienes.Una redefinicin del consumo ....Un universoconstruido con mercancas ...7. ...11. .. 1729293441414351535963697171748ELMUNDODELOS"BIENESNDICE 9CaptuloIX. Clases de consumo...... 193Clasificacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193Admisinalaclasesuperior. . . . . . . . . . . . . . . . . 197Pruebas de vinculacin......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200El factor tiempo............. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209. 223El individualismoterico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 77Establecer lossignificadospblicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 80CaptuloIV. Exclusin, intrusin.................. 87Los bienes corno cultura material. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 87Servicios marcados............................ . . . . . . .. 90Problemas de sntesis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92Estrategias de intrusin........... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97Parentescoymatrimonio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101Condicionessociales del comportamientoracional. . . . . 106CaptuloV. Latecnologia delconsumo. . . . . . . . . . . . . . . . 111Mercancas compuestas............... ... ... . .. . . ... 111Nuevas mercancas............... . . . . . . . . . . . . . . . . . 114El modelodeladifusinpor contagio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117Sistemadeadquisicin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120Disponibilidad personal.................................... 126CaptuloVI. Periodicidades de consumo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 131Lajerarquizacindelosacontecimientosdeconsumo. . . . . . . . .. 131Calidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 133Laperiodicidadcomo principioenladivisindel trabajo. . . . .. 136Nivel de consumo 141SEGUNDAPARTELASCONSECUENCIASENLAPOLTICA SOCIALCaptu.lo VII. L a ~ esferas econmicas separadas en la etnografa. . . .. 147Esferas econormcas 147Escalade consumo .. 152Negativaalatransaccin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 154Circulacin restringida.... . . . . . . . . . . . 157Control dela economa " 159Captulo VIII. Comparacionesinternacionales ' '" .. ' 163Demandaseparablede bienes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 163Individuos pobres y pases pobres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 169La brecha......................................... . . . 172Consumo subdesarrollado................................. 174Vinculacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177Vinculacintecnolgicadel consumidor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181Vinculacinsocial del consumidor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183Vinculacin informativa del consumidor. . . . ' 187CaptuloX. Control del valor .Indice analtico.213AGRADECIMIENTOSEl trabajo de investigacin que sirve de base a este librohabra con-tinuado de manera indefinida, fragmentaria y espordica, de no ha-ber sidoporla invitacinquerecib en1971 delaUniversidaddeEssex paradictarseisconferenciassobre un temadeinters inter-disciplinario, invitacin que partide unagenerosainiciativa de Pen-guinBooks denominada "Conferencias Penguin". Debo, pues, miprimer agradecimiento al vicerrector de la Universidad de Essex, Al-bert Sloman, asi comoal consejodirectivodedicha universidad,tanto porla invitacin como porsu consideracin, confianza y pa-ciencia excepcionales. Fueunaconsideracin queel consejo direc-tivo me haya permitido elegir libremente el tema de mis disertaciones,unamuestra de confianza el quehaya aceptado comotal untpicode estudio enel queapenasme iniciaba,y ungestodepaciencia elhaberesperado a quemi investigacin estuviera suficientemente avan-zada; haber escuchado las conferencias signific despusunadobledosisdepaciencia, puestoquenoestuvieronlistas parasupubli-cacin hasta el verano de1975. Noolvido la particular gentileza deP.D.A. Walker, coordinador administrativo, y deStanleyCohen,en ese entonces coordinador del Departamento de Sociologa, gra-cias a quienes me fue posible reunirme con algunos de los integran-tes de muy diversos departamentos acadmicos de Essex. AgradezcoespecialmenteaAnthonyKing, Michael Bloxham, RonaldAtkin,Leonore Davidoff, Oliver Hart yAlan Gelbsus interesantesco-mentarios.1I12ELMUNDODE lOSBIENESAGRADECIMIENTOS13Originalmente, mi esposo me habia instado hace ya mucho tiempoa queintentara tenderunpuente entrela economa y laantropo-loga. El matrimonio es un fororeconocido para debatir los diver-sos principios acerca de la asignacin de recursos. Nuestra discusinlollev a buscar apoyoenla teora econmica. Sin embargo, unaciencia que ostenta la pretensin de interpretar la demanda, se equi-vocaal calificar el comportamiento del consumidor comoirracio-nal. Si la teora econmica es un instrumento intil para regularelpresupuestofamiliar, susenseanzasrespecto del presupuestona-cional bien podan ser errneas. Hace mucho mi esposo presagi quelos economistas se veranobligados a modificar el mtodo que pre-tende explicar el consumo en trminos de recompensas y restriccio-nes monetarias. Descubriquelaantropologapodaofrecer unasolucin que cerrara la grieta entre la intuicin y la teora, y me ex-hortaque conversaraconeconomistas.No dejaba de ser tentador intercambiar buenasmaneras con esaclase de personas tansofisticadasy atentas, pero advert de inme-diato quetena queaprender algodeeconoma. El siguientepasoconsista ensolicitar unalicencia, para locual tenaquedecidirenqu proyecto iba a trabajar. Como las preguntas giraban en tornodel presupuesto, al principio crea que las finanzaspblicas o la teo-ramonetaria seranel campo adecuado. Finalmente, graciasa losconsejosde CharlesGoodhart y RobinMatthews,me decidpor lateora delconsumo. Lesestoyparticularmenteagradecidapor suapoyo, puestoqueambos hanpersistidoen el ofrecimientogene-rosode sutiempoy de susatinadasadvertencias. Si hubiera ima-ginado de antemano cun dfcl era ese campo de trabajo, no habraperseverado en l de nohaber sido porel estimulorecibidode am-bos. Quizfueunaosada nohaberhechocasoa aquel afamadoeconomistaque, unavezenteradodemi proyecto, lodeclarim-posibley se empeconstantementeendisuadirmedel.Vicky Chick y Morris Perlman merecen mi gratitud por haber reu-nidoa un selecto grupo de economistas para quediscutieran en unterritoriocomn conalgunos antroplogos, en el marco deun se-minario realizado en1971 sobreinstrumentos de pago. Aaron Wil-davskycolaborconunacharlasobreprocesos presupuestalesenlos pases pobres.Su estmulo y apoyo suponen para m una enormedeuda conl, puestoquesiemprepercbiconclaridad queel as-pecto sociolgicamente interesantee inaccesible de un presupuestoestenla estructura implcitade supuestosquesloafloranbajola forma de un conjunto formidablemente establede rubros presu-puestales. El Social SciencesResearch Council me otorg fondos parainvestigaracercadeunatipologa de los sistemaspresupuestales ypara disponer de un econometrista como asistente de investigacinen un tema especfico, el monitoreo social del consumo. He de agra-decer a M.G. Smith, director del Departamento de Antropologa delUniversity College de Londres(UCL), habermeconcedidouna licen-ca laboral de un ao(1973-1974), la cualmepermitiniciarestainvestigacin.En noviembre de 1974, realic una breve visita a la UniversidaddeNorthwesternparaestudiarlanueva economa domsticabajoladireccindeMarcNerlove, gracias aquienconoc aTheodoreSchultz, Margaret Red, J. Mincer, G. Stigler y GaryBecker, que-nes a su vez me concedieron el beneficio de su amable hospitalidady espritucrtico. Esta visitaresultfundamental paramiinvesti-gacin; ojal que todos aquellosque emprendieran un proyecto di-ficil o sobre un tema poco frecuentado gozaran de una oportunidadsimilar. Losaportesrecibidos nose traslucirnlosuficienteeneltextoqueheescrito. Lapersona ajenaa untpicoempieza sure-corrido en l conprejuicios y resistencias. Timidez, ignorancia, fi-delidad a la inspiracin orginal, todo se combina para dificultar elaprendizaje. La clidaacogida, laamistosa disposicinde tiempoy la amabilidad queme fueronprodigadas en Chcagoy Evanstonnopodansinoinducirmeaunaactitudmental ms receptiva.Otrareunin sobreantropologaeconmicame llevaamencio-nar an msnombres. El seminariosobreconsumoque tuvo lugaren 1974 en el UCLfue entusiastamente sustentado porMorrisPerl-man, AlanBudd, Philip Burnham, Michael Thompson, Angus Dea-ton, TerenceGorman, John Muellbauer, FaroukHuseiny OwenNankivell. En1973, tambinenLondres, tuvela suertedeasistiren elUCL a las conferencas de Anil Markandya sobreel consumoy al seminariodeRichardLayardsobrela economa dela educa-cin en la London School of Econornics, as comola oportunidadde conversar acerca de mi proyectocon el ahora fallecido SigmundZienau. Las sugerencias deLouis Moss, AnneJackson, RichardStoney Michael Bacharach me fueronde granutilidaden laspri-meras etapas de mi trabajo, y las de Albert Hirschmann y Hans Sin-ger, hacia el final. Agradezco asimismo a los estudiantes de posgrado,particularmente a JosLlobera, sus crticas sobrealgunaspartesdemi investigacin; DavidWorsley y Frank Blackaby tambin fuerongenerosos en otorgarme su tiempo y ofrecerme todas las instalacio-nesdelNational Institute of EconomicandSocial Research.Aunsiendotantas las personas a quienesdeboagradecer su co-laboracin, es evidente que su ayuda y estmulo no las hacen en ab-14EL:vIUNDODELOSBIENlS 15solutoresponsablesdel resultadogeneral de estainvestigacin, nidel uso particular a que fueronsometidas sus ideas. Despus de estaexperiencia, nuncamspodrcoincidirconlos antroplogosquemenosprecian el anlisis econmico. Considero que el resultado msrespetable de este ejercicio est constituido por la prctica constantede ungrupode estudiosossumamentedisciplinadose interesadosafondoenlametodologa.El ttulodel librofuesugerido por DonnaRichards, a quienledescrib las generalidades de mi tema. Me explic que, en su calidadde esposa de un militar, sujeta aun estilo muy cambiante de vida,poda entenderfcilmentequela eleccin del consumidorafavorde tales o cuales mercancias forma parte de un intento porimponeridentidady sentidoal medioambiente. Parailustrarsupuntodevista, me citunafrasede HenryJamesque alude al"imperio delosobjetos". Todas nuestrascosas, enefecto, descendieronalosimperios del abandonomientras yo escriba este libro; lospisos es-tnsin puliry las cortinas vuelanfuerade sus ganchos. Agradezcoa mifamiliasu paciencia.MARYDOUGLASMe corresponde agradecer a los antroplogos sociales y a los eco-nomistas que, durante el breve lapso en que trabaj en sus terrenos,estuvieron dispuestos a estimular mi participacin en un mundo tanvastoy colorido, yquefueronasimismosuficientementerealistaspara inhibir algunas de mis ms simplificadoras interpretaciones. Porhabermeintroducido a la antropologa social y al mbito de los an-troplogos, debo agradecer la colaboracin de Caroline White y Ro-bertWade;en materia del manejo de datos, agradezco el auxilio deMick Maclean y Alan Coverdale, as como las muy provechosas dis-cusiones conAlanJarman sobrela economa de las relacionesso-ciales. La exposicin de estas ideas en el seminario sobre el consumodel UniversityCollege de Londres, en la conferencia acercade lasconductas del consumidor auspiciada por el Social Sciences ResearchCouncil y en unareuninde laRoyal Statistical Society, me per-miti hacer abundantes modificaciones a mi trabajo; agradezco lasvaliosas crticas de los numerosos participantes en esos actos, en par-ticular las deMichael Thompson, AlanBuddy JohnMuellbauer.Perosobretodoagradezco la colaboracindeNualaSwords, queen buena parte comparti mi propiocompromiso con la investiga-cina medida que sta avanzaba, que me ofreci fructferas apro-ximaciones alternativasa ciertos problemas dadosu conocimientodel material sociolgico, y cuya actitudde francoescepticismoenimportantes tramos de este trabajo confrecuencia resultun correc-tivoadecuado.BARONISHERWOODPREFACIOLa calumnia persigue al comercio y la culpa a la propiedad. La cre-ciente ola de protesta contra la sociedadde consumo constituye elantecedente de este libro. El consumismo es condenado comounaformade voracidad, estupidez y faltade sensibilidad en los deseos.Cada mes un nuevo libro alza la voz contra los excesos del consumoy su despliegue vulgar. Qu se puede hacer al respecto?Si nos im-pusiramos la responsabilidad moral de vivir ms austeramente, nosresistiramossin duda a actuar de aquellamanera. Inclusosi deci-diramosdespojarnos de nuestrosexcedentesfsicos, nuestra apa-riencia frente al espejo del bao podra llegar a agradarnos ms, peronuestroadelgazamientodfcilmente corregira los malesde laso-ciedad. Sera interesante saber cmo viven esosmoralistas, cul essu estilo de vida. Tal vez otorguen sus regalas a los pobres. Tal vezgastensensatamentesu dinero comoconnoisseurs, como coleccio-nistas de pinturas y manuscritos raros o bajootras formasde con-sumo prestigioso que garantizan buenos rendimientos de inversin.Perosi todo el mundo invirtieraen antigedades, el desempleo al-canzarandicestodavams elevadosquelosactuales. El consu-mismoes un asuntoms complicado que la gordura individual, yla indignacinmoral nobastapara comprenderlo.En la bibliografa profesional contempornea acerca del consumohay unamarcada tendenciaa suponer que la gentecompra bienespor dos o tres particulares motivos: bienestar material, bienestar ps-1718ELMliNDDELOSBIENES PREFACIO 19quico y exhibicionismo.Losdosprimeros responden a necesidadespersonales: alimentacin, vestidoy proteccin, ascomodescansomental y recreacin. El tercero es untrmino muyamplioquepre-tende contener todaslasdemandassociales, burdamente sintetiza-das en una simple ostentacin competitiva. Thorstein Veblen* tendramuchoque decir frenteanuestrapercepcindequesuanlisisdelasclasesociosashagozadodeuna excesivareceptividady dequesu absoluto menosprecio del consumo generalizado ha ejercido unaenorme influencia. Es preciso efectuar muchos cambios para encau-zarel anlisis hacia terrenosms realistas.Enprimerlugar, laideamismadeconsumodebe sercolocadaenla basedel procesosocial, y noconsiderarla simplemente unre-sultadoounobjetivodel trabajo. Elconsumotienequeser reco-nocido como parte integraldel mismo sistema social queexplica elimpulso para trabajar, el cual forma parte de lanecesidad socialderelacionarse con otras personas y dedisponer deobjetos demedia-cinparaconseguirlo. Los alimentos, lasbebidas, lahospitalidadhogarea, lasflores ylasropaspara manifestarunaalegra enco-mno el atuendo luctuoso para compartir un pesar, todo ello formaparte del repertorio de objetos de mediacin. Las mercancas, el tra-bajo y el consumo han sidoartificialmente abstrados delconjuntodel esquema social. Esta extirpacinnohahecho msque obstruirlaposibilidaddeque entendamostales aspectosdenuestravida.A primera vista, parecera quela restauracin de semejante uni-dadbastaracomopuntodepartida. Sinembargo, elproblemaestan profundo quelo que se necesita es nada menos queuna versincorregida de la racionalidad econmica.Durante mucho tiempo haprevalecidounaidea muyestrechaacercadel raciociniohumano,segn la cualslo las operaciones de induccin y deduccin sondig-nasdellevar el nombre depensamiento. Peroexisteuna clasepre-viay penetrantederazonamientoque permiteexplorarunasuntoy evaluarlo, demaneraqueenunsolovistazose poneenmarchaun proceso de confrontacin, clasificacin y comparacin. No vieneal casoinvocar aquuna misteriosafacultadde laintuicin ode laasociacin mental. La apreciacin metafrica, tal como 10insinanlas palabras quehemosutilizadohastaahora, es unalabor deme-diacinaproximativa, declasificaciny decomparacinentre ele-mentosiguales y diferentesenunmodelodado. Laprimerapartedeestelibroestablecepor qu yCmolaideaderacionalidaden"Enespaol, puedeconsultarse T. Veblen, Teorta de la clase ociosa, FondodeCulturaEconmica, Mxico, traduccindeVicente Herrero, 1974. (N. del T.)economa est obligada a incorporar estenuevo cdigo que suponeunaruptura conlas convensiones anteriores, esta actividad de la in-teligencia humana que se expresa en la habilidad para solucionar acer-tijos. Si le damosalacomprensinmetafrica el crditoquele esdebido, podremos acceder a una idea ms precisa sobre los motivospor loscualeslosconsumidorescompranmercancas.Oparadescribircontrminosdelateoraeconmicaunamscomn desgracia: es imposible abstraer la idea del individuo racio-nalpor encima de la vida social. Es totalmente absurdollegara su-marmillonesdeindividuosquecomprany utilizanmercancassintener en cuenta las transformaciones de que son objeto por el hechodecompartir elactodel consumo.Una vez quehemos colocado alindividuo enel senode sus obli-gacionessocialesy al consumoenel marcodel procesosocial, lasmercancas se nos presentan como una contribucin sumamente po-sitivaalavidaracional, sobretodo desdelaperspectiva del razo-namiento metafrico. Este libro da por supuesto que el ente racionalfracasar en su intento de comportarse racionalmente, a menos queenelmundoque lorodeaexistauna dosis mnimadecoherenciay formalidad. Paraproseguirenel caminodel pensamientoracio-nal, el individuo necesita un universo inteligible y talinteligibilidadprecisarde algunas seales claramentevisibles. Slo si adoptancierta apariencia fsica, ser dable fijar y recordar los conceptos abs-tractos. En este libro, a las mercancas se les trata como seales -msomenos valiosas, msomenos transitorias-delas categorasra-cionales.Enestesentido,asumir laconducta deagente econmicoquiere decir quese est en condiciones de elegir demanera racional.Unconjuntodemercancasenpropiedad dealguienconstituyeuninforme fsico y visible de la jerarqua de valores que suscribe quienlohaelegido. Las mercancaspodrnserestimadasotenidasporinadecuadas desechablesoremplazables, peroslosi apreciamoselmodoenqueson utilizadaspara conformarununiversointeli-gible, podremos saber cmo solucionar las contradicciones de nues-travida econmica.Enelinterminabledilogosobreelvalorqueestimplicitoenel acto del consumo,-las mercancas en su conjunto representan unaseriemsomenoscoherente y deliberadade significados, quepo-drnser percibidosslo porquienesconozcanelcdigo y loses-cudrien enbusca deinformacin. A los grandesnovelistasnoleshacabidonuncalamenordudadeladistanciaqueseparaaestafuncin decreacin de significados respecto dela utilizacin de lasmercancas como instrumentos debienestary ostentacin.La gran20 ELMUNDODELOSBIENESPREFACIO21sensibilidad deHenry Jamesen este camponosresultaaqu parti-cularmente benfica. Nos encontramos ante tres habitaciones cadaunadelascualeshasidoamuebladapor unaricamujer. visi-tante las ve por vez primera y de unvistazo registra algunasde lascaractersticasgenerales mspertinentesdeestas habitaciones ascomola vida, lapersonalidad y el rangosocial de quienes las ocu-pan. Es preciso subrayar la velocidad del registro, a travsdel cualsalen a la luz tanto los significados ntimos como los intencionalesLa habitacin muestra un "supremo ajuste general a latu.mdadylas. condiciones .dadas". LadamaquelohacompuestoIra desvanecindose a medida queavanza la narracin, puesto que,de acuerdo conel exquisito y delicado talante de los ingobernablesenredosdelahistoria, es evidente queellaesperapocodesu visi-tante; sinembargo, saltaalavistaquehaconvertidosudeparta-mento .en un "nido definitivo". Strether, el protagonistaestadunidense de Los embajadores, visita la casa de la seorita Oos-treyenPar-s:... Esta idea, sin embargo, estuvo porfortuna presente en l desde el mo-mento en que cruz el umbral del pequeo entresuelo del Quartier Mar-en que la muj.er haba reunido, segn ella misma asegur,e.n unmillarde vuelosy alegrescadasen picado,los ad-mniculos del nidodefinitivo... Los slidos, atestados y pequeosapo-?e la mujer, casi en penumbras, segn hubode parecerle alprincipio, representabanconsus acumulacionesunsupremo ajuste ge-neral a la oportunidad y las condiciones dadas. Doquiera que mirase veaunma.rfil antiguo, unantiguobrocado, y apenassabadndesituarsepor miedodecometerunerrorespacial. .. minuciosasCOmose habanvueltosus ojeadas alimperiodelos "objetos", el quetenadelanteleobligaba ala voluptuosidaddelamiradayel orgullodelaVida teman all su templo, ciertamente. Erala profundidadmsrecn-del santuario: tanoscuracomolacuevadeunpirata. Enla oscu-haba reflejos de oro; s.0t;Jbras moradas en el ncleo del resplandor;objetos, todos ellos, que reciban a travs de la muselina, consu enormerareza, la luz de las bajas ventanas. No haba claridad en su entorno salvola detratarsede objetosvaliosos, yborrabanlaignoranciamasculinacon sucomo unaflor, en un gesto de libertad para con l, quele hubieranagitadobajolanariz ... *Los objetos consu desprecio se abran paso a travs de la ignoran-CIa del VISItante. Es decir, el visitantereprobel examen completoJames, Los embajadores, Montesinos Editor, Barcelona, traduccindeAntomo-PrometeoMoya, 1981, p. 88. (N. delT.)desulectura. Si hubieradispuestodemejorinformacin, losob-jetos le habrandichomscosas, perolociertoes quelamayorade los significados se le escapa. Es obvio que ella era una connoisseusey que estaba msinformada quel sobre la historia y el arte. Perootros mensajesaparecen conmayor precisin cuandoel mismovi-sitantesepresentaantemadamedeVionnet:... Ocupaba ella, la anfitriona, enla RuedeBellechasse, el primer pisode una casa antigua a la que nuestros visitantes haban tenido acceso porunpatioviejoy limpio. El patioeraamplioydespejado, llenodere-velaciones, para nuestro amigo, de la costumbre de la intimidad,la pazdelosintervalos, ladignidaddelasdistanciasy lasentradas; lacasa,parasus inquietossentidos, pertenecaal muydomsticoestilodelosantiguos dasy el viejoPars quesiemprebuscaba -unasveces inten-samente sentido, otras ms profundamente aorado- estaba en el bar-niz inmemorial de la ancha escalera encerada y en las elegantes boiseries.losmedallones, lasmolduras, losespejos, losgrandes espaciosdespe-jados del saln blanco y grisceo en quehaba sidopresentado. Le pa-reci verla al principioen medio de propiedades noordinariamentenumerosas,sinoconel matiz de lo heredado, tratadas conesmero,en-cantadoras... se sorprendi descubriendo, a modo depaisaje de la mu-jer, cierta gloria, cierta prosperidadpropia del primerimperio, ciertohechizo napolenico, cierto esplendor ya amortiguado de la gran leyenda;elementos identificables todava en las sillas consulares, en los engastesmitolgicos, las cabezas de esfinge y las gastadas superficies del raso quealternabaconlaseda.El lugar en s mismo ibams all, segn conjetur, y de qu maneracontinuaba all el viejo Pars, hasta el punto de reproducirse; pero el pe-riodo postrevolucionario, el mundo que vagamente consideraba mundodeChateaubriand, deMme. deStal, del jovenLamartine, habade-jado su huella de arpas, urnas y lmparas, una huellaimpresa en los di-versos objetos, ornamentos y reliquias pequeas. Por lo que saba, nuncahaba estado en presencia de reliquias, de ninguna dignidad especial, deun orden privado: miniaturas, medallones, pinturas, libros viejos; librosencuadernados enpiel, rosados y verdosos, conguirnaldas doradas enel lomo, alineados, junto con otras ambiguas pertenencias, tras el cristalde los plteos ribeteados de latn. Su atencin se pos en ellos con todaternura. Estabanentrelosartculosquediferenciabancongrannoto-riedad el pisodeMme. deVionnet delpequeo museodegangasde laseorita Bosrrey y de la encantadora casa de Chad; le pareci que se ba-saba ms en antiguas acumulaciones reducidas, posiblemente, de vez envez, que en cualquier mtodo de adquisicin o forma de curiosidad con-temporneos. Chady laseorita Gostreyhabanrevuelto, comprado,cogidoy cambiado, examinado, selecconado, comparado; mientrasquela dama del escenario quese abra antel, venustamente pasivabajo elsortilegio de la transmisin -transmisin porlado paterno, aadi con22ELMUNDOUELOS BIENESPREFACIO 23la ms absoluta de las invencones-, se haba limitado a recibir. a acep-tar yamantenerseimpvida. Y cuandonosehabamantenidoimp-vida era, en el mejor de los casos, porque se haba sentido movida a algunaoscura caridad por una fortunaen quiebra. Habra habido objetos queella o sus antepasados tal vez, presumiblemente, en alguna ocasin, ha-bran cedido por necesidad; pues Strether nopoda ni sospechar que hu-bieranvendidolas piezasantiguasparacomprar otras "mejores". Nohabran experimentado ninguna diferencia en cuanto a lo mejor o lo peor.El hombre slo alcanzaba a imaginar que haban estado sometidos -talvez enla emigracinoenel exilio, pueselbosquejomasculinoeraes-quemticoy confuso-eal apremiodelanecesidadola obligacindelsacrificio.El apremio de la necesidad -c-fuera cual fuese el papel del otroimperativo- no estaba, sin embargo, actualmente en activo, porlo quepoda deducirse, ya que los indicios de una holgura escarmentada,a finde cuentas, abundaban todava, sealesmltiples de un gusto cuyocri-terio tal vezhabrapodido llamarse excntrico. Adivinabapreferenciasescuetase intensasy escasasexclusionestajantes, unaprofundasuspi-caciarespectodelovulgar y unpuntodevista muypersonal respectode10 apropiado. *Heaqui a una dama rodeada por profusas comprobaciones de unabuena educacin. El protagonistahaidoa visitarla para descubrirla naturaleza del dominio que ella ejercesobre el sobrino de su amigay para informarle de si se nata deunabuena mujer y cul es exac-tamente su posicin social. A pesar delas evidentes muestras de li-naje y experimentado criterio, l recibeuna impresin ambigua:ahhayalgountantosingular.... EI resultado global de aquel proceso eraalgopara loqueno tena unnombre, en aquel momento, que encajase bien, perose habra acercadomucho a la denominacin si hubiera aludidoa ello alegandose tratabadel aire de la respetabilidad suprema, la conciencia, parca, tranquila, re-servada, y sin embargo distinta y difusa, del honor privado. El aire de larespetabilidad suprema: extraa pared en blanco contra la quesu aven-turalehaballevadoaromperselasnarices. Adecir verdad, segnloiba pensando en aquel momento, haba estado en todas las entradas, cer-ndosesobre el patiomientras l lo cruzaba,campado por las escalerasmientrassuba, sonadoenel austerovibrardelavieja campanilladecuya antigua peroimpecable borla haba tirado Chad en la puerta; con-formaba, enpocas palabras, el msclridomediodesuparticular na-turaleza que haba aspirado nunca. Habra respondido al respecto al cabode un cuarto de hora que algunas de la vitrinas contenan espadas y cha-rreterasdecoronelesy generalesdeantao; medallase insigniaspren--tua., pp. 176-179. (N. del T.)didas otrora de corazones quehaca mucho quehaban dejado de latir;tabaquerasdonadasa.ministrosyenviados; ejemplaresdeobras, condedicatoria, regaladas por autores ya clsicos ... El fuego del hogar, bajoelmrmol blanco, desnudoy acadmico, habareducidola ace-nizasplateadas; una de las ventanas, a cierta distancia, estaba abierta ala dulzura y tranquilidad de las que, en las breves pausas, llegaba el ruidodbil, agradable y domstico, casirstico, delchapoteo y la trpala desabotsdealgunacocherasituadaal otroladodel patio.Conformeavanzalanovela, resultaclaroque laseoravivemuypresionadaporevitarel menor rasgodevulgaridadodevida di-sipada. Con slohaber pisado el patio,la corte de objetos le hablaal protagonista de esta dominante prevencin y de esta desesperadanecesidad de respetabilidad. El clmax de la novela ocurre en el mo-mentoenque l setropiezaconel amorilcitoqueella pretendiaocultartraseseaparatosocuidadoporparecer respetable.El tercer ejemplo procede de Lasbostonianas.El ciudadano delsur visitaasuprimaenBastan.El joven, unavez solo, mirentornosuyo: losdos salonespequeosque,por estar comunicados, formaban evidentemente un solo ambiente...Leparecaque nuncahaba vistounahabitacintanntimacomoeseextrao salnenforma de corredor,cuyapropietaria erasunuevodes-cubrimiento;nuncase haba vistoen lapresencia de una intimidad tanbien organizada y de tantos objetos quehablaban de hbitos y gustos ...Habaododecir siemprequeBoston estabahabitada por gente culta,yahoraveatal cultura enlamesas ysofsdelaseoritaChancellor,enloslibros colocadosentodaspartes, enpequeosestantes(comosilos librosfueran pequeas estatuas), en las fotografas y en las acuarelasquetapizabanlasparedes ... *Otra desusconclusionesfuequenunca se sentira tentadoa hacerel amor conlapropietaria deaquel saln, simplemente porque nodejabadeadvertirquesusgustoserancompletamente Su concepcin del bienestar material no era"muy precisa; consistasobre todo en la vista de abundantes cigarros y brandy yagua y pe-ridcos y una mecedora de mimbre con la inclinacin correcta parapoderextenderlas piernas' l. '" '" "Intentar desentraar el significado de cada uno de los objetos decualquiera de esas tres habitaciones sera una empresa intil. El sig-*Henry James, Las bostonianas, Seix Barral, Barcelona,traduccin de SergioPol, 1971, pp. 20-21.**Idem. (N. del T.)24ELMUNDODELOSBIENES PREFACIO 25nificadodecadaunodeellosse encuentraensurelacinconelconjunto. Ni una sola de estas tres habitaciones est destinada a undespliegue competitivo. Determinacin, respetabilidad y privacidades el compediodelas tres lecturas.El propio Henry James escribi acerca de esta modalidad del ra-ciocinio, presenteen cadacaricia, encadacontacto, yqueesim-posible identificar fuera de contexto; su comprensin, por elcontrario, est en funcin de la totalidad dela obra completa. Lafiguraen la alfombra (1896) es prcticamente unensayo de psico-logia gestatt, El jovencriticoliterario est ansiosopordescubrir elsecreto de un escritor, Vereker, a quien admira profundamente. Todasuvida hapugnadopor descubrir si,antesdesu muerte, Verekerrevel su secreto, como l lo llama, "el secretode Vereker, mi que-rido amigo, la intencin general de sus libros; el hilo en que engarzsus perlas, el tesoroescondido, la figuraen la alfombra". Pero susinterlocutores le responden francamente sorprendidos; no saben nadaal respecto. Hacia el final del relato, nos percatamos de que la nicarespuestaposiblees lo queel propio Vereker haba confesado ori-ginalmenteal joven, quieneT alguna ocasinle preguntalgranhombre:"... Por lo pronto, slopara apremiar este parto difcil, nopodriausteddarleunapistaaunamigo?"Estafuela respuesta:"Todo el esfuerzodemi lucidez le ofreceunapista: cada pgina,cadalinea, cadaletra. Ahlas cosas son tanreales como el ave enla jaula, la carnada en el anzuelo, el queso en la ratonera. Est encla-vadaen cadavolumende la mismamanera en quetupie est en-clavado en tu zapato. Gobierna cada lnea, eligecadapalabra, punteacada i, coloca toda coma."El secreto es el modelo en su totalidad;aparte de este esfuerzo creativo totalizador, ninguna pista, ningunacua particular pueden contener el significadosin convertirlo en pa-rodia. Estaes la formaen la queJamesescribisobrela escrituray ley lossignificadosde laspertenencias.Si esta respuesta la agregamosa los mtodos crticos al uso, po-dremos obtener los beneficios del registro veloz a travs del anlisisestructural. A veces colocamostalo cualelementopor encimadeun segundo; otras, debajo de aqul;de estaforma, lasmercancasque nos corresponda utilizar son elevadas a unrangotal que pue-den servirnoscomo unaimagen fsica adecuada para las grabacio-nes de valor. Slo en estos trminos podremos iniciar unaaproxi-macin al consumo enfuncinde la comunicacin.Los seis primeros captulos de este libro desarrollan el argumentode que las mercanciasforman parte de un sistema vivo de informa-cin. La segunda parte del libro pretende servirse de esta nueva pers-pectiva para sugerir un acercamiento diferente a la poltica social.Afaltadeunamejor idearespectodelas mercacias, se considerade manera convencional a la pobreza tantounanecesidad objetivadepertenenciascomounasensacinsubjetiva deenvidia ypriva-cin. Sin embargo, hayquienes sonevidentemente pobrespero noson ostensiblemente conscientes de carecer de algo. El indgena quetiene todas las ovejas y vacas que desea, indudablemente no se sientepobre. Podr carecer de electricidad y de transporte areo, pero qule importa eso? No es pobre en absoluto en el mbito del universoqueconoce, si tieneacceso a toda la informacinque necesita y sipuede tambin compartir con otrossus propiospuntos de vista. Lamedida correcta de la pobreza, de acuerdo con este razonamiento,no se basa en las pertenencias materiales sino en la insercin social.Antesqueconcentrarnosen ladudasobresi lospobres disponende lo suficiente para comer, deberamos preocuparnos, siguiendo lamisma lnea de argumentacin, por sus vnculos con la sociedad, mo-derna. Si el acceso de los pobres a la informacin es deficiente, tardeo temprano se debilitar a un grado tal que terminar porobstruirtambinsu acceso alaalimentaciny el abrigo.Es por ello que deberamos sentirnos interesados en este problemamuchoantesde vernos alcanzadospor talestadode cosas. El pri-mer motivo de inquietud seran las vas reales de comunicacin. Losegresos familiaresnos ofrecen unaidea sobresi determinadas per-sonasestnaisladas osi, encambio, sehallancorrectamentein-mersas en el marco social. En este libro se propone la distincin entremodelosde consumoa pequea escala,en los que los vnculos conla sociedadglobalsonfrgiles, de corto alcancey discontinuos, ymodelosde consumoa granescala, lo cual quiere decir que el pre-supuestofamiliar estdirigidohacialaobtencindeinformacinde unau otra especie.Hemosideado un mecanismopara medir la-insercin social mediante el anlisis comparativo de modelos de con-sumo. Confiamos en que este procedimiento ser ms revelador enel estudiodelas desigualdades sociales que los ndices de distribu-cindel ingresoutilizadoshasta ahora.Enel cursodelapolmicahemoscomparadoloscasosde fa-milias que habitan en lugares distantes y exticos, dondeprivanlaescasez de mercadosy el pequeo comercio, con los de nuestros pro-pios hogares. Los hallazgos de la antropologia colocanen nuestrasmanosunpotente telescopio. El mejor resultado quepodemos es-perar de este ejercicioser el dedistinguir los elementosque inte-gran las relaciones sociales y descubrir la esencia de los modelos detales relaciones que aquellos elementos ocultan. Nosencontrare-26EL MUNDODE LOS BIENESmosenfinconque, habiendocomprendidomejorlosresortes delaeleccinracional yreconocidoel importante lugar quelas mer-cancas ocupan en el comportamiento racional, la sociedad de con-sumono estlibre de culpa. Cada individuo libre es responsable dela exclusividad de su propiohogar, de la distribucin de su tiempolibre y de su hospitalidad. Los moralistas quecon encendida indig-nacincondenanel consumismo algndatendrn querespon-der frente atodosaquellosaquienes noinvitaronacompartirsumesa, cmo habranqueridoquese casaransus hijas, dnde estnahora aquellos viejosamigos con quienes compartieron las experien-ciasjuveniles. Lasmercancas sonneutrales perosu usoessocial;puedenser utilizadascomomurallasocomopuentes.PRIMERAPARTELASMERCANCASCOMOSISTEMADEINFORMACINCaptulo1PORQULAGENTENECESITAMERCANCASELSILENCIODELATEORAUTILITARISTAEs extraordinario descubrir que nadie sabe por qu la gente necesitamercancas. La teora de la demanda se encuentra justamente en elcentro de este problema, incluso desde el origen de la economa comodisciplina cientfica. Sin embargo, 200 aos de reflexin sobre el temaofrecen escasasrespuestas a aquella pregunta. Es importante saberpor qua veces la demanda es estable, por qu se lanzaen ocasio-nes aunaalocada carrera a lavelocidad de lainflaciny por quotrastantasdetieneel pasomentrasla genteprefiere ahorrarquegastar. Noobstante, los economistas rehuyencontodocuidado lapregunta depor qula gente necesita mercancas, Hanllegadoin-cluso al extremode considerar comouna virtud el hechode carecerderespuestassobre elparticular. Suaparatotericosevioseria-menteperjudicado en el pasado a causa de-las muy abundantes in-trusiones ilcitas de la psicologia, situacin queen la actualidadyahasido concienzudamente depurada. Tal aparatopuedeaclarar ladudarelacionada conlas reacciones de los consumidores frente alos cambiosenpreciosy salarios, siemprey cuandoel periododereferencia pertenezca al corto plazoy con tal de que los "gustos"sean catalogados en el orden de lo determinado y considerados comoel ltimo e inexplicablefactor de demandaquehar posibleexpli-2930 EL r-..lU)\;DO DElOSBIENESPORQL;LAGENTENECESITA\1ERCANCAS31 todo lo dems. Sobre estas bases acadmicamente restrin-gidas, lapuede trabajar a toda Su potencia y extraer- bien. Apesar de ello, cuando setrata de proble-mas P?htlcoS I.os pertrechostericos difcilmenteconcuerdanconlaSOCial. Elsereno consensologradoporlos economistasenmatenametodolgicase transformaenferozaltercadocuando una crisiseconmicadegrandesdimensiones.a lostericosnoles interesasaberques lo quea! consumidor, hayencambiootrosestudiososquejamsestaran dispuestos a dejarlo solo. Los defensores del medioambientey e incluso tambin los economistas, se ponen su trajede especalstas en el tema"para lanzar invectivas en contra de lavoracidaddestructivadelasociedaddeconsumo. Elconsumidopor su parte, tendr razones de sobra para quedar perplejo. Apenascan un asomo,de culpa cuando se sorprende a s mismoconel deseodeobtenermasprendasdevestir oms alimentos, elconsumidorrefuerza en parte la opinin formalde los economistas en el sentidode quetalcomportamiento est sustentado enla eleccinracionalP,or.10ge?e,ral, el consumidor no creeserunretrasado mental, V,ICtImafcildelas trampas publicitarias, aunque admite que otrosSI pueden serlo.Estar deacuerdo enque, unavez quehadecididoobteneralgo, entrelas marcasindustrialesynene en los niveles de preciosy salarios, casi exactamente iguala Como lo librosdetexto. Contodo, laperspectiva delos economistas deja muchas cosassin explicacin. Muya menudono se trata tanto de haber tomado unadecisin como dehaber sidorebasado po: los hechos; El nuevo objeto -la mejor segadora de cs-ped o el refngerador mas grande- se ha convertido en cierto modo,deunamanerac.asl natural, enuna necesidad. Tal artculoejerceso?r.e el consumidorsupropiaautoridadimperativaparaser ad- y conque, denoseras, lafamiliarenuentevol-vera,aen caos delaseras primitivas. Lejos dellevar ala una eleccin soberana, no pocas veces el desdichado Con-surnidorSIente nopasadeserelpasivodueodeunacarteradecuyocontenidosehanapoderadopreviamentefuerzas tan po- quefrenteaellaslosreprochesmoralessonmerasimper-tmencas.,reclama un ocupante,En ausencia de unara-zonlastcitasrespecto delasnecesidadeshumanasse al interior del anlisis econmico. Lasdosprincipaleshiptesissobre esta cuestin seapoyanlaunaalaotra, pero la calidad de esta combinacin siguesiendodudosa. Porunapartese encuentralateorahigienistaomaterialistay, porlaotra, lateora delaenvidiaenlasnecesidades. Deacuerdoconlaprimera, nuestras nicasnecesidades reales, bsicas y universales sonlasnecesidadesfisicas, aquellasque tenemosencomn, porejem-plo, conunhatodevacas. Tal vez conel propsitodeeludirunasemejanza tan groseramente veterinaria, bajo la superficie de buenaparte de las ideas delos economstas sobre las necesidades humanashahecho su aparicin unacuriosa distincin moral:establecen quehaydosclasesdenecesidades, lasespiritualesy lasfisicas, peroleconcedenprioridadaestasltimas. Sloenlasnecesidadesfsicaslos economistasreconocenuna calidad denecesidad, mientrasquedegradantodaslasotrasdemandasalacategoriadeanhelosarti-ficiales,falsos,suntuosos y hasta inmorales.Luc Boltanski habau-tizadoestaconcepcincon el nombrede "maniquesmobiolgi-co".' Estailustreherejadivide el universoentreel mal -elba-jo instinto biolgico dela naturaleza humana- y el bien -el ladoespiritual-oPerolos economistas que se sirvende esta misma dis-tincin han modificadoextraordinariamentelossmbolos herticos,de tal manera quelo biolgicopasa a ser lo bueno mientrasqueloespiritual carecedejustificacin.Laperspectivahigienistapretendeofrecer unadefinicinobje-tivadelapobreza, ya quegeneralmente esten.condiciones dede-mostrarqueencualquierpas lospobrespadecenndices demor-bilidadmuchopeoresque losdelosricos. Sinembargo, tal ofertaes llanamente ilusoria, puesto queel higienismo es incapaz deinau-gurar uncaminode definicindelapobrezaquecomprendaunmarcointercultural yque no vayaencontradelaintuicin. Enefecto,esta oaquella tribu es pobre en artculos materiales,sus vi-viendas tienen que ser reconstruidas cada ao, sus nioscorren des-nudos, su alimentacin es deficiente en contenidos nutricionales, sutasa de mortalidad es alta, pero son suficientes estosfactores paraaprehenderlanocindelapobreza?Si el estndarhiginicofueseconsideradopor sisolo, lasdecrecientestasasdemortalidadalolargo delos ltimos 200 aos mplicarian queya noquedan pobresenInglaterra. Lociertoes, sin embargo, quelosestudiosdela po-breza nunca arriesgan nuevos cauces temticos ni siquiera en el casode las ricas sociedades industriales, ya que, en primera instancia, tie-nenque hacerfrenteaunenormeproblemadedefinicin. Esin-dudableque losestndaresmaterialeshanmejorado:I lucBoltanski, "Taxinomics populaircs. taxinornics savamcs: le" objets de("011-sommation el leur classement", Revue Francase de Sociologie, 11, 1970, pp.32 EL MUNDODELOSBIENESPORQU LAGENTENECESITAMERCANCAS33Obviamente inclusoaquellas personas que se encuentran enlos estratosms bajos dela sociedad en la GranBretaa de hoy disfrutan de unni-vel de vida un tanto superior en comparacin con el de la gente ms po-breenlasociedadvictorianadehace 100 aos y mucho msaltoqueel delamayoradelospasessubdesarrollados."Las personas que en este pas sonahora consideradas -o se consideranellas mismas- pobres,nolo sonnecesariamente, si se tienenen cuentalos estndaresdehace25 aosolos deotrospaises.'Cules otrospaises?Elcriteriohigienistaresponderaqueaque-llos donde anpriva el paiudismo o que carecende instituciones desalud pblica. La granmayora de los paises que constituyen el ob-jetode estudio de los antroplogos sonpobressegn talesreferen-tes materiales -en sus hogares no tienen alfombras de pared a pared,ni aire acondicionado-, pero ellos no se ven a s mismos comopo-bres. En los aostreinta, los nuer de Sudn nopudieron entrar entratos comercialesconlos rabes, porque lo nicoquepodan po-ner en venta eran sus rebaos de ganado vacunoy lo nicoque po-dan necesitar, como beneficio del comercio, eran ms vacas.' Dadoque el enfoque materialista no puede sostenerse en s mismo, los eco-nomistas se aprestan areforzarlo con una visinrelativista que in-voca una teora de la envidia. "La pobreza es un concepto relativo.Asegurar que alguien es pobre es aventurar una afirmacin relativa,tal comodeclararquealguienes ligeroopesado.">Paraexplicarla inconformidad que provoca hallarse en esa condicin relativa, loseconomistas se apresuran a imputar sentimientos de ambicin y deenvidia a sus objetos de estudio. AlbertHirschmann,porejemplo,cree en la existencia de un sentimiento universal de envidia que puedeser exterminado, en los inicios del proceso de desarrollo econmico,medianteloquel mismollama "elefectode tnel".El efectode tnel es eficaz, ya quelos progresos de otras personas pro-porcionan informacin sobreun medioambiente exterior ms benigno;ser el receptculo de esta informacin produce una enorme satisfaccin,2J. C. Kincaid, Poverty and Equality in Britain: AStudy of SocialSecurty andTaxaon, PenguinBooks, Harmondsworth, Inglaterra, 1973.3National Board for Prices andIncomes, General Prablems of Low Pay, informenm. 169, HMSO, 1971.4E.E. Bvans-Pritchard, TheNuer: The Poitica Institutions of a NiloticPeople,ClarendonPress, Oxford. 1940, p. 88.'B. Abel-Smithy P. Townsend, The PoorandThe Poorest, Bell, Londres, 1965,pp. 9-12. 57-67.y esta satisfaccin sobrepasa, o cuando menosdetiene, la envidia. Aun-que ha sido sealada de antiguo como ef ms repugnante de los siete pe-cados capitales -puesto que,a diferencia de la gula, el orgullo, etctera,no brinda en principio ningn placera sus practicantes-, la envidia nodejade ser una poderosa emocinhumana. De ellodantestimoniolostextos de incontables antroplogos, socilogos y economistas, todos loscualeshanterminado por aceptar, sin que existaninguna corriente con-certada entreellos, quesi alguienprogresa encuanto a susalario oes-tatus mientras que otro permanece en su situacin anterior, ste ltimose sentir efectivamentepeor queantes a causade quesuposicinre-lativahadescendido."He aqu 10que, de cualquier modo, podramos considerar como unaargumentacinsumamentedbil.Losantroplogoshanescritomuchosvolmenessobreel temade la envidia. Su trabajo de campolos haobligadoa colocar esteasunto bajo su foco de atencin. Ya sea que escriban sobreregalos,brujera, demonios, zombies, antepasados,polticas de dotacin deagua potable o sobre cualquier otro tema, su frecuente punto de re-ferenciaes el temor a la envidia, las tcnicas individuales para des-viar los efectos de la envidia ylos decretos comunitarios paracontrolar las consecuenciasde la envidia. Si los economistas creenque la demanda de mercancias estpoderosamente influida porlaenvidia, la antropologa en consecuencia debera ocupar un prime-rsimolugar enel intentopor comprenderla."Tal como veremosms adelante,pueden distinguirse diferentes tiposde organizacinsocialsegn las tcnicaspara el control de la envidiautilizadas encada caso. En definitiva, sin embargo, la condicin psicolgica, des-calificada ya por las diferencias institucionales, no puede prestar nin-gnservicio para accederaunadefinicinni siquiera subjetiva dela pobreza. Todoel mundo puede ser envidioso, rico o pobre. Peroaunsi desechamos el argumento de la envidia y nos quedamos conlaperspectivamaterialista, nodejaremos de experimentarunali-gera curiosidad acerca del irracional deseo humano de poseer finasalfombras y cocinas nuevas, una curiosidad similar a la que podra-mos sentirsi nos preguntramos porqu los perroshabran de de-sear collares enjoyados tanto como su comida o sus ejercicios fsicos."Albert O. Hirschmann, "The Changing Tolerance forIncomelnequalry in theCourse of EconomicDevelopment", TheQuanety Journal of Economics, 87, 1973,pp. 504-566."Mary Douglas, Wuchcraft Accusatqns !nd Confessions, Tavistock, Londres,monografa9 delaAssociationof Social Anthropologists (ASA), 1970.34 ELMUNDODELOSBIENESPORQU LAGENTENECESITAMERCANCAS35Se respira en el aire, porfortuna, una enftica voluntad de cam-bioaesterespecto. Titmusshaescritolosiguiente:... Nos hemosesforzado contoda diligenciaporencontrar las causasdela pobreza entre los pobres, perono entre nosotros mismos ... El marcode referenciaquehemosutilizadohastaahoraha resultado ser dema-siado estrecho. Ideas, investigacionesy accioneshansidoconcentradasde manera excesiva en la gentepobre; el temade la pobreza ha sido, deestemodo, abstradodel conjuntodelasociedad."AUTOCRTICADELOSECONOMISTASNadajustifica las presuposiciones de la teorautilitarista tradicio-nal respectode las necesidades fsicas oespirituales, y muchome-nosacercadelaenvidia. Esta teorasimplementesuponequeelindividuo actaracionalmente, dadoquesus decisionessoncohe-rentes entres y permanecen establesen el cortoplazo, el trminorelevante. Afirma, de igual modo, quelos gustosdel in-dividuo deben considerarse como determinados, que anteunabajaen los preciosreaccionaconunarpida predisposicin acomprarunaenormecantidad de cosasy anteunalzaa comprar menos, yque se comporta de manera similar frentea lasmodificaciones ensu salario. Si se abasteceenexceso de una mercanca particular, sudeseo denuevasunidadesigualesdisminuye. Paralosantroplo-gos, esta mnima racionalidad perfecta reduce al individuo a un es-tado de aslamento que es prctcamente mposble de constatar enlarealidad. Losobjetivosracionalesdel individuosoncolocadosfuera de sucampo de visinytrivializados bajo el trminode"gustos". De esta manera, no es factiblesaberen qu momento sepuede empezar a pensar en sus problemas sociales. Sin embargo, nin-gunade las objecionesquepuedanserpresentadaspor losantro-plogossertansevera comola autocrticaejercidaprecisamenteen este campopor los propioseconomistas.Lo.s suspropios implacables crticosen lo quese refiere a la,s .lImItaclOnes de la teora del consumo pero, comoesnatural, la crttca ms feroz proviene de aquellos que tienen algunainteresante propuesta quehacer. As, Kelvin Lancaster establecien unpasajebienlogrado, losiguiente: 'SR.M. Titmuss, Commitment lo We/fare, ABenandUnwin, Londres, 1968, p. 68.Lateoradelcomportamiento del consumidorensituacionesdetermi-nistas, talcomolaconcibieron, paracitar sloa algunospensadores,Debreu (1959, 1960) o Uzama(1960), es un modelo de considerable be-lleza esttica,unajoya dentro de una vitrina. Producto de un largopro-cesode refinacin(desde los tericos utilitaristasdel sigloXIX, porconducto de Slutsky y Hicks-Allen, hasta los economistas de los ltimos25 aos), ha sido reducida a tal grado, mediante la eliminacin de todossuspostuladosirrelevantes, queenlaactualidadpermanececomounejemplo de cmoextraer un mnimo de resultados de un mnimo de pre-misas."Estascrticas ya un tanto antiguashanmerecidounaextensadifu-sin y siguen siendo pertinentes. "Poco menos que unaserie de de-finiciones inconexasy arbitrarias", asegurporsu parteLeontieffal describir lateora del comportamientodel consumidor.""Unose pregunta por qu una teoria semejante ha sobrevivido como partefundamental delaeconoma oficial", escribieronMichaelyBec-ker. La defensa argumenta comnmente que, apesarde todas susdeficiencias, la teorade la demanda ofrece an el mtodoms efi-caz para el anlisisdela eleccin. Concedamospueslaprobabili-dadde que no hay campo de eleccin en el que talteora no puedaserutilizada. Sin embargo, Michael y Beckernose arredran:En la medida en que los precios y salarios no aclaran el comportamientoobservado, la explicacinresideenlas variacionesenlosgustos, dadoquestosconstituyen el vientre enlacurvadela demanda... Elhechodequebuenapartedesuteoradela eleccinse sustente enlasdife-rencias enlosgustos constituyeunmotivodeturbacinparaloseco-nomistas, puestoqueellossonlos primeros enadmitirquecarecendeuna teora delaformacindelosgustos y quetampocopuedenremi-tirse a una teora de los gustos suficientemente desarrollada por otra dis-ciplina de las ciencias sociales, porque tal cosa no existe. Los economistassueleninterpretar estasobservaciones de manerarazonable conla solaincorporacin de una explicacin intuitivamente atractiva para cada casoespecifico.Lo que importa subrayar, sin embargo, es que la teora acep-tadadelaeleccinnocuenta casi paranadaenesteempeo.'!A la vista de los antroplogos inquisidores, los economistas cierta-mente parecen ser insatisfechos consumidores de su propio productoy sumamente autocrticas en lo que se refiere a su propia estrechez."KelvinLancaster, "ANew ApproachtoConsumer Theory", Journa! 01Poli-ticai Economy, 74, 1966, pp. 132-157.lOW. Leontieff, "Thelnternal Structureof Functional Relationships", Econo-metrica, 15, 1947, pp. 361-373.lIR.T. Michael y G. Becker, "OntheNew Theoryof ConsumerBehaviour",SwedishJoumal 01 Economics, 75 (4), 1973, pp.36ELMUNDODELOSBIENES PORQULAGENTENECE51TAMERCANCAS37Losprimeros maestrosde la teora econmica manifestaronunintersyprofundoenlasdeterminacionesgeneralesdel progresoecon-mico y los vastos condicionamientos de la riqueza y la pobreza. El ttulode Investigaciones sobrela naturaleza ylas causas dela riquezadelas nopudo sido elegidopor alguien quecreyera queel me-camsr.n0 delosenundepocademandaconstituyelaesenciadela econorma.Adam Srnithdescendihastalosfactoresfun-damentalesque determinanlariquezaolapobrezadeuna nacinenparticular,12La economa pretende descenderaunhastaaquellosfactores, perose ha atado de manos, se lamenta E.J. Mishan. Este autor aseguraque, a causa de su reconocida ignorancia sobre las condiciones rea-les de la existencia, los economistas han hecho diligentementea unlado... del anlisis del bienestar todas aquellas premisas tcitas queparecan algoque. deciracerca deluniverso econmico. Pero estapurga deernpmsmo tcito ha llegado demasiado lejos. Cualquier generalizacinaunlamstrivial, estdestinadaal colapso cuandotodoslosvinculescon las posibilidades tcnicas o conductuales han sido eliminados, cuandose hacetodaclasedeconcesionesencadauna delas situacionesima-ginables... Deloqueurgentementeprecisaesteanlisisesdeuna vio-lenta infusin de empirismo queacabe consus desenfrenados extravosenel empreoy locoloqueconlos piesbienhundidosenlaterra.'?Inclusosi se llegaraalacuerdodequeel consumoes unfin ensmismo o un medio para alcanzarunfin determinado ello no serams que un punto de partida. Pero, en ocasiones, se considera queel consumoes un costonecesario para mantener el abastecimiento,de manode obra saludable enel mercado, comosi el consumidorfueraunagloriosabestia de cargaa la quehubiera que dar de co-mer y beberpara mantenerla enforma. AKuznets nole satisfaceeste enfoque;observaque, a lolargodel prolongadoperiodo his-tricodecrecimientoeconmicomoderno, el.. .ascenso enel suministrodealimentosy el mejoramiento delascon-diciones de salud deberan... haber repercutido en unamejor calidad cor-poral delos trabajadores. Sinembargo, si seconcibeque los gastosHaavelmo, "AStudyoftheTheoryof EconomicBvolution" enContri-toAnalysis, Elsever-North Holland Publishing Ca., 1%4, pp. 6-7..E.J. Mishan, Aof Welfare Economics, 1939-1959", en Surveys ofEco-nomlcTheory, E.A. Robmson(ed.), StoMartin'sPress NuevaYork 1968 vol 1pp. 154-222. " , .,adicionales en alimentacin, salud y recreacin pertenecen al rengln decostosde produccin (ynoal de consumo final), elloimplicara quesevive para trabajar; la distincin entre consumo final, o producto, y con-sumo intermedio, ocostos de produccin, bsica en la estructura ideo-lgica delasociedadmoderna, ascomoenelanlisisyelsistemademedicineconmicos, quedaradesvanecida."Es igualmente objetable, por otro lado, el enfoque todava ms tra-dicional que ve en el consumo el fin o el objetivode todotrabajo."Talenfoque degrada la vida laboral y niega su derechoa ser reco-nocidacomounfin ens misma, puestoque consideraal trabajocomomerogastode energadirigidoalograr otroobjetivo.Frank Knightlo expresmuyatinadamente:Si consideramos quelaactividad productiva absorbe lamayor parte dela vidaconsciente dela gran masa del gnero humano, es imposible quesupongamos, sinquemedienenellolainvestigacinoelestudio, quelaproduccinnopasadeserslounmedio, unmal necesario, unsa-crificio en favordealgn biencompletamente ajeno alproceso depro-duccin. Tenemosla obligacin de buscar losfinespropios del procesoeconmicoy deconcedersingularatencinalasposibilidadesdepar-ticipacin en la actividad econmica,entendida sta como un mbito deexpresinpersonal yderealizacincreativa. 16Knight no ignorabaque su pensamiento pertenecia a la tradicin hu-manista. ComoJevonsinsisti: "La economa nose apoyaen lasleyes del placer humano; si tales leyes no son desarrolladas por nin-gunaotra ciencia, tendrn que serlo entoncesporla de los econo-mistas."!' Yqu decir frente al desafo que representa ladefinicin de utilidadde Bentham?"Por utilidadse entiende aque-lla propiedadde todoobjetopor mediodela cual ste sirve paraproducir beneficio, progreso, placer, bien o felicidad... o... para pro-teger a la felicidad contra daos, dolores,males o desdichas."ll Na-die arguye que el trabajo deberser desprovisto de placer, pero hay14SimonKuznets. EconomicGrowth of Nations: Total Ouput andProductionStructure, HarvardUniversityPress, Cambridge, Mass, 1971, pp. 75-78.15J.M. Keynes, Teona general de la ocupacin, el inters yel dinero, FondodeCulturaEconmica, Mxico. traduccindeEduardoHornedo, 1943(primeraed.).IbFrank Knight, "The Ethics ofCompeution", TeQuarterlyJournal of Eco-nomcs, 37, In3, pp. 579-624.17\\'.5. Jevons, TheTheoryof Political Economy, Macmillan, Londres, 1870,p.47.18JeremyBemham,Principies of Morals andl.egstaton, ClarendonPress, Ox-ford, 1789.38 ELMUNDODELOSBIENESPORQULAGENTENECESITAMERCANCAS 39algo en la construccin de la teora utilitarista que a menudo lo haceapareceras.Existe alguna razn porla cual el consumo deberaser ubicadoal final o al principio de unacalle de un solo sentido?PieroSraffaidentificala tendencia a centrarse en los costosde produccin y losproductos conel advenimiento del marginalismo, y deplorala de-saparicin de aquella antigua perspectiva segn la cual la economaera una prenda inconstil. Su Produccin de mercancias por mediodemercanctasn esun intentopor restaurar ciertoparentescocon"laimagenoriginal del sistema de produccin y consumo como unproceso circular" ... , el cual "entra en abiertacontradiccin conelconcepto dominante en la teora moderna, que lo percibe como unacalle de un solo sentido que va desde los 'factores de la produccin'hast,a los 'bienesdeconsumo' ".20 Su investigacin"se ocupa ex-clusivamente de las peculiaridades de un sistema econmico que nodependende los cambos en laescalade produccin oenlas pro-porcionesde los 'factores' ".Estepunto de vista, quecoincideconel delos antiguos econo-mistas clsicos desde Adam Smith hasta Ricardo,ha sido soterradoy olvidadodesdela llegadadel marginalismo. Laraznes obvia.El clculo de las diferenciasmarginalesrequiereque la atencin seconcentre en el cambio, puesto que sin cambioen la escala de unaindustria oen laproporcin de losfactores delaproduccin"nopuede haberni producto marginal ni costo marginal. En un sistemaen el cual, un da trasotro, la produccin permaneciera inmutableen estosaspectos, el productomarginal deunfactor (o, dichodeotro modo, el costomarginal de unproducto) no slosera dificlde verificar: simplemente no habriamanera dehallarlov.>' El tra-bajoque contina despusde estos comentarios introductorios de-beriaser de granutilidadparala antropologa, ya quese inscribee.nnuestra tr.adicindelaborar enel "presenteetnogrfico", untiempo especial que aspira a reunirpasado,presente y futuro en unsolopresente continuo. Quiz no siempre utilizadocorrectamente,el presente etnogrfico tiene un mrito mayor que el de una dimen-sintemporal reconstruida y malinterpretada. Esta nocinsinte-tiza en un punto temporal los acontecimientos de muchos periodosy el valorde la sintesis radica en la fuerzadel anlisisdel presenteobservable. Todoaquelloquetiene importancia para el pasado se)YPi,e.roSraffa,Produccinde mercancas pormediode mercancas. preludio aunaCriticadelateoraeconmica, Oik os-Tau, Barcelona, 1965.lOlbid.lllbid.adopta con el fin de que sea conocido y sentido aqu y ahora.Ade-ms, las ideas comunes sobre el futuropermiten que los juicios delpresente tomenciertosderroteros, en tanto que esbozanotros. Ellosuponeuna perspectiva de doblesentido en la cual el individuo re-corre selectivamentesu pasadopara encontrar la confirmacin deciertosmitosy accede al futuro comoal lugarde sus ensoaciones.Este tiempoalude a un filtro de dos sentidos cuyo uso en el presenteconsisteen extraer de losmitos y sueosciertos elementosque, in-terrelacionadosde formaverosmil, funcionencomo guas para laaccin.El presenteetnogrficosuponeunsistemaeconmicoinaltera-ble. Dadoel breve lapsodurante el cual tiene que realizarsu inves-tigacin, el principal problema a cuya resolucin debia encaminarseel antroplogo funcionalista de los aoscincuenta y sesentaeralacomprensin de una economa del aqu y el ahora, una visin ins-tantneatcitamentejuzgadacomoinvariable. El anlisisecon-mico explicaba la manera en que los recursos son canalizados hacialos sistemaspolticosy religiosos, en tanto quelos anlisisreligio-sos y polticos aclarabanel modoenqueel sistema econmicoseve sostenidoy verosmilmentearropado conla indumentaria de lajusticia distributiva. El librode Sraffa es demasiado especializadoe idiosincrsico comopara ser de utilidad directa a los antroplo-gos que desean discutir con los economistas, pero es alentador per-catarse de que hemos estado tratando correctamente el problema sinsaberlo; hemos estado analizando un proceso circular que lo es hastatal puntoquela imagenetnogrficapodradenominarseproduc-cin de antepasados por medio de antepasados o produccin de ga-nadopor mediodeganado.Hay que reconocer esto comoun mero requisito,no ciertamenteunmotivodejactancia, para entrar de lleno enel debatesobrelasociedad de consumo. El hecho de que nadie parezca tener gran ideade por qula gentenecesitamercancases sin duda unafuentedeestimulo. Perobastaconasomarseal otroladodelamismapre-gunta, las razones por las cuales no se gasta, para toparse tambinconalgunos fascinantes equvocos que es preciso corregir.CaptuloIlPOR QUAHORRALAGENTELAVERSINDEKEYNESEl ahorro es una inversin. Es tambin consumo postergado. En vistadequeel nivel delingresofuturodependedel montodel ahorro,ladecisinde consumir ahoraodehacerlo en el futuroes impor-tante para la macroeconoma. En un famosopasaje de su obra, Key-nessostuvoque unaregla psicolgicaprovocaque la genteestdispuestaaelevarsuconsumoconforme se elevasuingreso. peronoen el mismogrado en queaumenta esteltimo.Estasrazonesimpulsarn casi siempre a guardar mayor proporcin delingreso cuando el ingresoreal aumenta... Consideramos como regla psi-colgica fundamental de cualquier sociedad actual que, cuandosu ingresoreal va en aumento, su consumo no crecer en una suma absoluta igual, demanera que tendr que ahorrarse una suma absoluta mayor.'Esta"regla"relaciona la propensin a consumir con lacapacidadde sentirse satisfecho en un nivel particular del ingresoreal, lo cualasuvez se relacionaimplcitamente conlacapacidaddelasmer-cancas mismaspara satisfacer necesidades"reales". Podra dedu-cirse, en consecuencia, que en el siglo pasado, cuando el ingresorealse increment deunamaneraimpresionantemente estable, lapro-lJ. M. Keynes, Teonageneral de la ocupacin, el inters y el dinero, FondodeCulturaEconmica, Mxico, traduccindeEduardoHornedo, 1943, p. 100.4142ELMUNDODELOSBIENESPORQUAHORRALAOENTE43porcindeesteingreso que fueahorradadeberahabercrecidoaun ritmosimilar.Sin embargo, el prolongado ascenso histricodel ingreso real no es-tuvo acompaado por un ascenso proporcional en el ahorro. A losantroplogos les sorprendera mucho quehubiera sucedido lo con-traro. Queel ahorrosehubieraincrementadodemaneraregulardurante un largo periodo, debido tanslo al ascenso del ingreso real,es unaafirmacindifcil deaceptar. Sipartimosdelasuposicindequeel ahorroestsocialmentedeterminadoy deque, encon-secuencia, muy improbablemente es afectado por el ingresoreal, pa-receria igualmenterazonablepostular unacultura enlacual cadapersona esperara morir en estado deinsolvencia, o en la quefueraposible equilibrar con exacitud egresos e ingresos de un ao entero,o alguna otra regla socialmente convenida. No parecedel todo sor-presivoqueel principiokeynesianocarezcadefudamentacin. Elprincipio alternativoatribuido a Kuznets, de "una disipacin secu-lar de largo plazo" de la tendencia a ahorrar una mayor proporcindelcreciente ingresoreal percapita, i parecemsverosmilporquepodra vincular el gastoconlas condciones socialesconducentes alaumentodel ingreso real. .Gastar conlentitud nosiempre ni en cualquier lugar es una me-jorconducta que la de derrochar. Cada cultura establece los gajosdesurealidadmoralde diferente manera, y distribuye de acuerdoconlospuntosde vistalocalesaprobacionesy reprobacionesparalasvirtudesy losvicios. Peroes interesanteobservar los muydi-ferentes valores quesociedadesdiversas ponen en juego enla rela-cinentre consumo e ingreso.Gastar slouna reducida proporcindel ingreso puedeser calificado en un lugary un tiempo especficoscomofrugalidad, sabidurayprudencia; enotros, avaricia, mez-quindad y falsa. Por el contrario, una alta proporcin de consumopodra ser aprobada como generosa, esplndida y buena en una cul-tura, mientrasqueen otrauncomportamientoidnticopodra sercalificado comodespilfarrador, irresponsabley malo. Esevidentequeel contextosocial quegenerael juicioadecuadodebe serso-metidoaunacuidadosarevisin.IrvingFisher se sirvideltrmino "impaciencia"parareferirsea toda economa que mostrara una tendencia a agotar sus recursos.'2Albert G. Hart, "PostwarEffects toBeExpectedfromWartimeLiquidAc-cumulations", AmericanEconomicReview, 35,1945, pp. 345-346."lrvingFisher , The Nature of Capitat and Income, NuevaYork, 1906; S. M. Mi-ller , F, Reissmany A. A. Seagull, "Poverty and Self-Indulgence:A Critique oftheNondeferredGratificationPartero", enPovenyinAmerica, L. A. Forman, J. L.Kornblutb y A, Haber (eds.), University of MichiganPress, Ann Arbor, Mich., 1965.Esatendencia todava es examinada Ycensurada por las concepcio-nesactuales respectodel medio ambiente. En uncontex:ototal-mente distinto, la ideade impaciencia suscita cuan-doesutilizada para describir el bajonivel de inversion en algunospasessubdesarrollados. En este cas,!, mpaciencra quiere decir las demandas del presente son demasiado urgentescomo para ser .Ig-noradas. Una potente preferencia temporal es a menudo. confundidaconuna igualmentepotentepreferencia ociosa, eldedescansar Ydormir o el ansia de comer. bebery divertirse tuvieranprioridad sobre la necesidad de prepararse para el futuro.quelos pobres tienen una potente preferencia temporal subjetiva oquegozandeunaltoindicededescuentoenel tcmpo-costosolopodra apoyarse en una modalidad circular, porel hecho de que lossectorespobresdelapoblacinson definidoscomo tienenmenorespertenenciasY delosque, poresta podnaafirmarse que viven estrictamente en el presente Yque ncluso pose-en una estructura de tiempo caracterstica delplazo."Si los juicios de frugalidad, mezquindad, despilfarro, Irresponsa-bilidad, esplendidezy generosidadsonfuertemente .apoyadosporel restodelmediosocial, pueden enrealidad poner lmitesal gastoindividual.Talesjuicios son lafuente de lasmismasn?rmas cultu-rales estudiadas por los antroplogos. AcontmuaClOnintentare-masrelacionarestos juiciossociales sobreel gastoYdistintoscuerpos de trabajo: el dictamen deMaxenLaeuca protes-tante yel espritu del capitalismo."Ylas teonas relativas consumoy el ahorrode los economistasJamesDuesenberry YMilton Fned-manoLAVERSINDEWEBERWeberanalizel cambiohistricodel ilustreesplendordel Rena-cimientoalaprudenciaeconmicadelos siglos XVI YXVII, Ylocaracterizcomo uncambiosimultneoennmico doctrinal Ymoral. Contrast el antiguo estilo catlico, quecensuraba la acumulacin privada, con el posterior que laaprobaba. Entrminoseconmicos, el primer de-salentaba el acopioindividual, entantoqueel segundoloestimu-'o L -wls L Vida' APuertoRican Family in the Culture of Povertv, Ran-scar e , a . " . ;r- A r.,domHouse, NuevaYork, 1966; "The Culture of Poverty .Scenulic menwn, oc-tubrede1966, p. 25. .' Ed' . P'5MaxWeber, La tica proteslanre y el espritu del capuatsmo, tetones emn-xula , Barcelona. traduccinde Luis Legal Lacambra. 1969(pnmeraed.).44ELMUNDODELOS BIENESPORQUEAHORRALAGENTF45 doctrinales, el primero apuntaba hacia una felicidadmas a a corno recompensa de la buena conducta mientras ueel segundo conceba la felicidad en este mundo comod qI

. r .e, comounaforma de vida muy superior a la de la den el protelstantismodesaparecital distincin y todas. , .. e ganarse a vida fueronconsideradasCOmo un .en s triple clasificacines stil I ap.ara os antropologos. Proponeunaprenda incon. y tai p . sigruica os ven-ajas. or una parte, la tendencia sintetizadora de los antro lo ospuedesU.stltUlr provechosa.mentela tendencia analtica de osnormstas, por la otra, el individuo, entendido al mismo tiempo como y productor: podradoptarunaconductaracionaldaxW,eberdesarrolloel anlisisde slodostiposeconmico'octnna es peroprop dosrn -. ' usootros osmas, loquehaceuntot l dcuatro. CItamos: a ee:,e?oposicron est!lodevidadelcampesinoquevive ala:Plfavlegiada parSlmoma del viejo artesanoy al "c it l' v alapn-queatiende is bi 1 apt a isrno aventurero"mas lena xitopolticoyalaespeculacinirracional. 6Tenemos entonces cuatrodiferentes tipos:l. La economatradicional.2. Laexistenciaelemental del campesinado3.Elcapitalismoaventurero. .4. Laeconoma capitalista individualista.En este ensayo Weber no dice d .elemental del ni del formasperifricas de la marchaprincipal de'Ia e mo o que son Ignorados en el anlisis. La extensin de estos cua-"Iid. p. 79.trotiposa travsde diferentesperiodos y lugareses una parte de-finitivadel argumentode Weberencontra delas determinacioneseconmicase institucionales ylaraznmismadesuvueltaal es-piritu de la pocapara explicarla revolucin de la conducta en Eu-ropadesdeel sigloXVI hastanuestrosdias. Enlaprctica, todosu intersse concentra en aquellosdos nicostipos, y su argumen-tacin aborda el cambio de lo que l describe como la economia tra-dicional a laeconoma capitalista individualista, tal como se presenta,entrminosgenerales. enel cuadro1.Weberotorga tantos ejemplosde los artesanos en pequeo y delos negocios pequeos, que el movimiento que pretende identificarparecera derivarseprecisamente de talesartesanos. originalmentenecesitadosde modestosbienes de capital y de pocafuerzade tra-bajo, y desarrollarse en direccina florecientesnegocios privados,una revolucin enlaorganizacineconmicaque respondiaalaenormepresinejercidapor la divisindel trabajo durantela ex-pansineuropea. Elenfoquequelosantroplogospreferirian ex-plorar, antesque el retorno al espritude la poca, prestaria mayoratencin a las relacionessociales y econmicas de los individuos enlos dos casos estudiados, ya la manera en que su cambiante mediosocial afectsupercepcin delosproblemasmorales .El acercamiento antropolgico al ahorro debe considerar los de-satendidos casos perifricos y desarrollar una descripcin de los po-sibles medios sociales que los incluirianal lado dela tendenciaprincipal. Por lo que hace a los campesinos y su existencia elemen-tal,podemos distinguir muchas interesantes variables de acuerdo consus estimulas para producir.t la fuerzade su dependencia respectodelosmercadosexternos y lasolidezdelasfronteras quelosse-parandel restode lasociedad.' En relacinconloscapitalistasaventureros que se arriesgan en los territorios de la especulacin po-ltica, nos interesan tambin las peculiaridades de su caso. Aunqueposeanun trende vida muy porencima de sus ingresos, carecen deunapredisposicin irracional a entregar todos sus bienes-por ordeneclesistica. Sera ingenuo imaginarlos en la otra vida graciasa susgenerososlegadosenfavor delaIglesia.Seria difcil desvincular el anlisis del triple estrato weberiano delas particularidades histricaspropias de su tema, lo quenuncahapermitido acceder a una teoria sociolgica general del ahorro. An-tesdepretendersumergirnosenunproyectotanambicioso, per-"Marshall Sahlins, Stone Age Economics, Tavistock,Londres, 1974, caps. 2 y 3.SEric R. Wolf, "Typesof LatnAmericanPeasantry", American Anthropolo-gist; 57, 1955.46ELMUNDODELOSBIENESPORQUAHORRALAGENTE47DIFERENCIAENTRELAECONOMATRADICIONALY LAECONOMIACAPITALISTAINDIVIDUALISTA, SEGNWEBERmtasenos comentar o aclarar dos aspectos del anlisis de Weber quenosElde elloses el recurso al espritula epoca, el espntudelcapitalismo, comovariableexplicativaindependiente. Las muy elaboradas notas de pie de pgina incluidasen el lIbroreiteran unay otra vez el carcter independiente de esteespmtuen el anlisis deWeber, perohe decididoignorarlas. EstoSegundocaso: economiacapitalistaindividualistaPrimercaso: economiatradicionalse debe a que lo quepudohaberle parecido correcto al maestrohaterminadoporser prescindible para los discpulos.Loquenos in-teresa descubrir es precsamente el procesode generacin de tal es-pritu de la poca. Permitirse suponer que el espritu (o la "cultura"en el casode los antroplogos)poseeuna fuerzaexplicativa inde-pendiente es algo ms que unasimple equivocacin: exhibe una de-plorable falta de curiosidad y da pie a que los socilogos interrumpansu investigacinjusto en el momento en que sta parece fundamen-tar sus tesisfavoritas. Deah que propongamos, en corresponden-caconel curso ms slido del pensamiento weberiano, quelasinterpretacionesdoctrinalesYticasquecaracterizan una pocaysu esprituson slounapartedel objeto de estudio por analizarydeningunamaneraaspectos quepuedanseradmitidoscomosin-gularmenteindependientes.La segundaadvertenciatiene que ver con lanaturaleza "ul-tramundana" de las doctrinas catlicas en contraste con la"terrenalidad"delprotestantismo. Estasobservacones yafueronde algn modo adelantadas en los comentarios del prrafo anterior.Noes posibleexplicar cualquiercomportamientosocioeconmicocon afirmaciones como sta: '1Ah, ellosactande estamanera, et-ctera'etctera, a causa de su doctrina catlica, hind, confuciana,etctera." Las doctrinas pors mismas no pueden explicar nada sinofrecer alguna raznconvincente por la cual la gente les profesa fi-delidad. Ni las doctrinas ni las fidelidades son permanentes. Los so-cilogostendrnqueidear algunos motivosqueaclaren por quresulta aceptable una doctrina que promete el paraiso despus de lamuerte comocompensacinal desperdiciodeuna fortunaterre-nal. Laverosimilitud de quese considere sensato el regalar todoalos pobreses unproblema inserto en el anlisiscircular queperte-nece justamente a la especialidadde los antroplogos. Slo si stosson capaces de pensar en persuasivas razones no doctrinales que per-mitan comprender la adhesin auna doctrina determinada,podrdecirse que han desbrozado el caminopara explicar cmo se generanlas doctrinas particulares. Ahora bien, el casode la doctrina cat-lica noes exclusivo. Numerosospueblos de muydiversasculturascreenen lasrecompensascelestiales al altruismo. Puedenohabernada especialmente espiritual (quizsexactamente lo contrario) enel temperamento general de unacultura quepromete unagloriosavidaen el msallpor accionesquede otra manera nunca seranpremiadas, aunquela gente quese deja seducir pordicha promesase comporte de la mejor manera posible,de un modo, diramos, es-piritual. Los vikingos tenan su Valhala; algunosesquimalessiguenRacionalizacinRacionalizacinAhorroprivadoVocacin en este mundo;ascetismo profano; bene-ficioscvicosdela pros-peridad individual.Considerables ahorrosindividualesen negociosprivados.Enormes ahorroscorpo-rativos; bajo ahorro pri-vado o reducido a gruposmarginales de la sociedadpoltica.AhorroprivadoSalvacinenel mundo;concepto de suficienciaenlavida.ObjetivoObjetivaConsumoprivadoProsperidad econmicadel individuo.ConsumoprivadoBajo nivel a causa del as-cetismo.Estndar fijo, tiempoli-breincluido; bajonivelde consumonormal.Reforzar los privilegiosdelasclases tradiciona-les.CUADRO1EjemploejemploMediosImprenta de BenjamnFranklinyotros peque-os negocios; campesi-nos pietistas de West-falia.El clculoracional apli-cadoal beneficio indivi-dual.Gremiode artesanosdelsigloXIII.Estricta regulacindelavida econmica; controlde la usura; precios fijosy horario de trabajo tra-dicional; control moralde la conducta comercial;redistribucinforzada.Mediol>48EL MUNDODE LOS BIENESPORQUAHORRALAGENTE 49creyendoen la existenciade un confortable recintopstumo desti-nado al hombreo lamujer que, saliendodesuviviendaenplenatempestad, son capacesde enfrentarse a un mundo que los aniqui-lara de hambre denoserpor lasreservasalimenticiasqueprevi-soramente acumularon; los indios del norte de Amrica tenanfastuosos cotos de caza para los grandes guerreros, y los cultos afri-canos a los antepasados prescriban la norma de conducta para to-dosaquellos queanhelaran llegaraconvertirse en ancestros. Hayun nexomilitar, un nexopoltico y un nexoestrictamente moneta-rio. Laespiritualidadaparecepor logeneral cuandounsector dela sociedadsoborna a otro, de manera quenuestrointersdeberadirigirse al equilibrio de poderes entrelos diferentes sectores. En elcaso de la Europa anterior a laReforma, cuando el cleroprevale-ca por encima de los terratenientes, nobles y comerciantes, a quie-nes enajenaba tierras, fortunas y ganancias. los clrigos se compor-taban de una forma que evidentemente si era terrenal por lo que res-pectaba a sus muy particulares intereses.El uso del valioso presenteetnogrfico nos obligaa conceder toda su importancia al aqui y elahora enla interpretacindelas teorias sobrelavidamsalldelamuerte. Enunmediodondegrupos poderososse enfrentanenunacompetenciaferoz, nofaltarnintermediariosy mercenariosprestos a ofrecer sus servicios en busca de una respetable comisin.Destinarun generoso actode desprendimiento en favor de un grupou otropuede ser una incruenta muestra de unbuen y racional sen-tidoeconmico y politico, sobretodo si el regalono es transferidoen vidadel donador.Unesplndidorecuentode las aventurasy del entornogeneralde lo queWeberdescribicomola Europa tradicionalmente cat-lica anterior a la Reforma se nos ofrece en el estudio de Boutruchesobre la guerra de los cien aos, centrado en la regin de Burdeos.'Aqu es evidente que los cuatro tipos econmicosse enfrascan enunavigorosalucha, tal comoWeber lo advirti. Naturalmente quela competencia entre grupospoderososcrea un entornomuy ca-racterstico, donde se establece una disputa por enormes beneficios,y las reglas del juegose desdibujan en la medida en quela guerrase intensifica y extiendeportodoel territorio. Sin embargo, cabeinsistir en que el exceso desbordado de las cortes principescas y du-cales se deba menos, sin duda,a unaactivafe en el mundo por ve-nir queaunconsumismoracional ycalculado, unainversinen"Robert Boutruche. LaCrised'uneSociete: Segneurs el paysans du Borde/aispendant la Guerre de Cent Ans, Belles Lettres. Pars, publicaciones delaFacultaddeLetrasdelaUniversidad deEsrrasburgo. 1963.lealtadesilustres que, corriendo con suerte, podia pagar jugosos di-videndos.Durante estaguerra entre los reyes deInglaterra y Fran-cia,en la que los grandes seores pertenecan a la altanobleza o alalto clero (y con frecuencia a ambosestratos), la llerra fue la prendapor laquepelearonentodos losniveles. Larealeza, y lanoblezamayor y menor, cadaunade ellas un eslabonla cadena dede-pendencia, slopodan vivir como corresponda a su clase mediantelasrentasdelatierra.En el sigloXlII, y con el propsito de asegurar su territorio de Bur-deos, el rey de Inglatera robusteci la lealtad de los seores localesmediante su propiapresencia en tiempos de crisis, o bien con el en-vo de suherederoodealgnotromiembrodelafamilia. Luegode la estancia de Eduardo1, el PrncipeNegroestuvoenBurdeosen una ocasin;ms tarde visitaron la zonalosduques de Lancas-ter Clarence Derby y Talbot. Laadministracinfueunamezclade 'antiguoy tcnicas modernas, una c?mbinacin par-ticularmente ineficaz que no hizo otra cosa que abnr el campo a po-deres ad hoc arbitrariose imprevistos.En el marcode este sistemaadministrativo frgil y confuso, los vnculos personales adquirieronunasignificativa importancia. Por el ladoingls, se hizo de lofrecuenteel traslado entre los territorios de ambos paises; tambinfue comn el matrimonio entre miembros de familiasde una y otranacionalidad. Para los bordeleses, por su parte, no representaba nin-gn conflicto moral el hecho de seguir a su seorfeudal cuando combata alrey de Francia, puestoqueeramuyventajosa econo-micamente su relacin con Inglaterra. Los ejrcitosdel rey de Fran-cialucharon noslocontra los soldados ingleses, sinotambincontratodos los dueos de viedos y los comerciantes que vean enla fleur deIys unaamenaza contra sus mercados del exterior. Ha-ba, de cualquier modo, unbuennmerodenoblesquenosede-cidanconclaridadenfavor de algunode losbandos. Cadahderexaminaba asus huestes, deducasi la lealtadde tales. o cualesdesus vasallos empezaba a decaer como para renovar susporsostenerla y sondeaba alos seguidoresdel bandocontrano conlaesperanzade ganarlos para su causa, 10 Convela?asy Ii-sonjas, ellder alertabaa su gente las bajasmaqumacronesdel enemigo. Entre las principales filas de las tropas seeriga una confusa e intrincadared de ohsqueaban losvientos, sopesaban losriesgosde cambiar de ahanzay deun campo a otro traficando con su lealtad. RaymundoIV, vizcondewibtd., pp. 233-234.50ELMUNDODELOSBIENES PORQUAHORRALAGENTE51de Fronsac, propietario de una fortaleza riberea, cambi de bandoen cinco ocasiones entre1336y 1349. Los Budes, seores de las fron-teras, decidieronfinalmente, luegodetrestransferencias, perma-necer del ladode los francesescuando el duquede Anjou recaptursu regin. En1377, los Durfort se reagruparon definitivamente conlos ingleses despusde numerososcambios de posicin. Enunme-dioas, donde los juramentos incumplidos fueronunaprofesin yuna necesidad, los reyes de Inglaterra y Francia confiscaban los bie-nes de los noblesy los hacian danzar ante los ojos de los vacilantes.Los reyes se vieronrodeados por noblesquese quejaban de que elenemigo les haba robado su patrimonio y que exigan una compen-sacin o unfeudomientras aguardaban el rescatede sus tierrasfa-miliares. Enumeraban susfervorososservicios e insinuaban que elenemigopodra ser msgeneroso con ellos. La dependencia feudalse convirtien unacadena de chantajes, enla quelos reyes distri-buan abiertamente derechosfeudales al preciode las conciencias.Cuando pasa a describir la dilapidacin de las fortunas resultantede la profusa buena vida de la corte, Boutruche disculpa el excesivogastode estosseoresconel argumentodeque laprolongada au-sencia de sus tierras provocaba una carencia de contacto con la rea-lidad. Pero el anlisis antropolgico demuestra que, en esos tiemposde franca competencia, el seor que no diera una magnfica impre-sindes mismoy desusquitocorra el riesgodeser olvidado,y talolvidose converta seguramente en la causa de quesus bienesfueran entregados a un reclamante con una mayor capacidad de pre-sin sobre la buena voluntad del rey. Este criterio se aplicaba tantoalos reysrivalescomoasus seores. Boutruche es tambinmuybenevolente respectode los legados que hacan estas personas,puesarguye que la mismafaltade realismo que los haca gastar muy porencimade sus ingresosse desbordaba tambin en sus testamentos,con loque secompruebajustamenteque desconocanel montoexacto de sus fortunas, radicalmente desgastadas por hipotecas y deu-das. Sin embargo, podra argirse que no era irracional o poco rea-listadejarcuantiosasherencias y delegar asusejecutoreslatareadehacerlas efectivas.Es interesante destacar que, aunque todolo hasta aqui anotadoacerca del excesivo gasto de los nobles se aplica tambin al caso delclero, esteltimose vealimitadoenunaspecto. Lasfortunasdelosnobleseranmutiladaspor lostestamentos, peroalosseoresde la Iglesia no les estaba permitido vender o hipotecar la tierra, unejemplodel modoenqueunslidogrupocorporativoprotegelapropiedadgrupal.Lavictoria delclerofuerotunda. Losgrandesseorescompe-tan entre s por ganar el reconocimiento de la generosidad pstumaen favorde la Iglesia. Seguramente saban que con ello estaban des-truyendoel futurodesu familia, y sus testamentosindican queelmotivodetalesdonacioneses uncasocorrespondiente alpresenteetnogrfico: ms bienunasuntodesatisfaccinpresentequeun.apreocupacinpor laposteridad. Podianenorgullecersedelasrrn-les de misas que ofrecan, de los monumentos, las capillas, las puer-tasy ventanas quedonaban, de lascruzadas olasperegrinacionesa las que contribuan. Para convencer a un antroplogo de que es-tosseores actuaban pormeros motivos espirituales, seranecesa-rio sostener el muy improbable argumento de que la Iglesia no tenaun poderpoltico digno de mencionarse. Losherederosvendanlastierraspara cumplirlaspromesas de losantepasados, Ylas tierraserancompradaspor profesionalesque al mismotiempoeranlosmaestros de piedad y rectitud de la poca: franciscanos, agustinos,carmelitasy dominicos." "Enel crepsculode laEdadMedia, laIglesiasiguisiendoelpodercapitalistadominanteentrelosbor-deleses" , gracias a su enorme visin, como corresponde a un gruposlidamente establecido, y a su actitud de sagacidad econmica pro-piamentemundana. Enesetiempo, los individuosnoahorraban,peros lo hacanlos grupos corporativos; la tica asu-mila espiritualidad anterior a la Reforma cuando el equilibrio depoderse revirti ylosgruposcorporativos fueronderrotadosporlasexigenciasdelosindividuos.ELENTORNOGRUPALEl estudio antropolgico de los mediossociales y de su efecto sobreel ahorrobienpuede empezarcontraponiendoindividuoygrupo.Elmodelogrupal mscaracteristicoanuestroalcancees ellinajecorporativo." Porcorporaciones entendemos todas aquellas orga-nizaciones que poseenuna membresa definida, tomandecisiones con-juntas, administran sus propiedades comunes (aunque slo se tratede lareputacinvinculada aunnombre)y tiendena comportarsecomo si fueran a vivir para siempre. Losindividuos que pertenecena estos grupos, Y queactanen su beneficio, se vernobligadosaadoptarunavisindeampliasmiras.[libid., pp. 566-569.12Meyer Fortes,"The Structure of Unilineal Deseent Groups", American Anthro-pologist, 55, 1953, pp. 17-41; M. G. Smith, "On Segmentary Lineage Systems", Jour-na! of (he Royal Anthropological lnstitute, 86 (segundaparte), 1956, pp. 39-80.52EL MUNDODE LOSBIENESPORQU AHORRALAGENTE 53Ciertas instituciones denuestra sociedadfuncionanconunaconcienciaplena de ladiferencia entre loscambios delargoy cortoplazos. Justa-mentesonellaslasquese encargande"producir" muchosdelospri-meros ... Inclusoun individuo, por ms corto quepueda ser el transcursode su vida ... tieneen cuenta la direccin a largo plazode suvida activa,se preparadeacuerdoconellay laevala... Unargumentosimilarseaplica, aunque conmayorfuerza, cuandose considera la capacidaddelos individuos para convertirse en miembrosde empresas comerciales ode otrasorganizaciones institucionales... Enteora, y confrecuenciaenlaprctica real, esas instituciones nofamiliaresprocedencomo si estu-vieran dotadas de vida eterna. Su horizonte temporal, por consiguiente,puede ser, y amenudo lo es, muchomsvastoque el delos individuosque actan como miembros de grupos familiares;talesinstituciones hantomado incluso mayor conciencia de la diferencia entre el largoy el cortoplazo."El grupopuedereclamarquerepresenta noslola ms ampliavi-sin, sinotambin el inters pblico.Estereclamo lo protege de laenvidia. Enconsecuencia, el grupopuede obligarasusmiembrosapagarimpuestos, embargar susbienes y hacer loqueleplazca,siempre y cuando ese reclamodellargoplazoy del inters seave-rosmil. Si a lo largode una escalahipottica colocramos diferen-tessociedadesdesdelamsdbil hastalamsfuerte, cuantomspoderososea el grupo, mayorresultarsu capacidad para acumu-larbienesensu propionombrey menor el poder desus miembrospara acumular bienes para s mismos. Un grupo slido tiene sus pro-pios y caracteristicos mtodos de control de la envidia, la cual puededeteriorar las relaciones entre sus miembros y amenazar con ello supermanencia.El grupoimpone valoresgrupalesy conelloprevienegastos in-dividualesanormales, defineloslimitesdel consumoindividual ypropone castigos. Comoparte del procesode consolidacinde suautoridadsobre losmiembrosindividuales, el grupoestableceim-puestos sobre su tiempo e ingreso. Lo reunidose redistribuye entrelos miembros y probablemente hace disminuir la suma total de gas-tos del grupo.La exigencia de que el rico ofrezca unafiestaasegurael disfrute colectivo de cierta porcin de la acumulacin, pero tiendeasimismo a garantizar que sta sea generosamente gastada. Conformeel gruposeinclina aunamayorrigidezenladefinicindesusl-mites, las reglas de admisiny de'acceso a los privilegiosse vuelvenms estrictas.As,ninguna persona puedepertenecer al grupo si no13N. Dennis, F. Henriques y C. Slaughter, Coalis Our Life, Tavistock , Londres,ll)fol).renelos requisitosdela membresa, de manera queel control so-bre la envidia caprichosa se ejercemediante una claridad enla de-finicin. Ello impone un cerco a la acumulacin individual, con baseen la aprobacin de determinado estndar de consumo y la censuradel exceso. Ose garantiza launiformidaddelariqueza, o bienseutilizauna teoradelajusticiadistributivaque 'demuestre quelasdesigualdadestolerablesenlasfortunasserelacionanconladesi-gual distribucinenlacarga deresponsabilidadesgrupales. "Losjefessonesclavos", rugeel jefeafricano, dueode los msabun-dantesrebaosdelatribu, dandoaentenderas quesusintermi-nables obligaciones, tanto administrativas comolegislativas, son tanabrumadoramente pesadas que ninguna riqueza privada bastara pararecompensarlas.Enla antropologia que estudia los fenmenos cul-turalesdelugaresexticosabundanejemplos similares, peroestascaractersticas propias de la manera en que emerge el descuento efec-tivode tiempo-costoenungrupopoderososonampliamenteilus-tradas enel estudio sobre Ashton, unpueblominerodeYorkshirequehabrdeserdescritoenelcaptuloVIII.Laperspectiva delargoplazoes una parte integral dellegtimoderecho del grupo a acceder a un estatus moralsuperior. Dado quesu existencia legal es eterna, el grupo puede presentar sus demandasennombredelasgeneracionesfuturas. Puede, asimismo, utilizarel motivodel legadocomounrecursodefuerzaenel casodesusmiembros avaros. Ningn acto individual con vistasal beneficio es-trictamente personal puede, encambio, aspirar aconvertirseenfuente de proyectos para un futuro tan a largoplazo. Slo el grupopuede desarrollar una completa moralidad ultramundana, puesto queel grupo sobrevive a sus miembros.De esta forma, concluiremos quelaespiritualidaddeuncuerpodoctrinal dependedelafuerzadelgrupoy delanecesidaddesacrificiosaltruistasques