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161 Pakistan Oral & Dent. Jr. 22 (2) Dec 2002 PERIODONTICS THE PREVALENCE OF DERUM USE AMONG SAUDI FEMALE AND ITS EFFECT ON GINGIVAL TISSUE *FATIN AWARTANI, BDS, MS ABSTRACT The aims of this study are first to determine the prevalence of Derum users among Saudi female in age ranges 18-60 years, and second to evaluate the effect of use of Derum on gingival tissues. To achieve the first aim a 25 item questionnaire was distributed to a sample of 350 Saudi female in different provinces of Saudi Arabia (Riyadh, Abha, Jeddah, Hail, and Al-Jubail), where the respondents answered the questionnaire under direct supervision. Different items covers various habits in using Derum. The results of surveying showed that the percentage of Derum users was 31.9% and the highest percentage was among 25-39 years old. Riyadh area scored 20.6% of users, which was the highest among the provinces. There was difference in years spent in the use of Derum among Saudi females. While 65% of young women were using it regularly for 5-10 years, 53.7% of old women were using it irregularly for 11-20 years. On the other hand the result of the examination showed that the continuous use of Derum can cause gingival inflammation and recession but with no significant statistical differences between Derum users and non-users. Since Derum is a traditional and social habit in Saudi Arabia, it was found that its use is inversely proportioned to educational level. It is recommended that more studies should be done to include other areas of Saudi Arabia. It is suggested to increase the sample size in order to show any clinical effect of Derum on periodontium. Key words: Derum, Saudi Female, Gingival Tissue, Epidemiological Study. INTRODUCTION AND LITERATURE REVIEW Since the dawn of time, numerous oral hygiene aids have been used. This have been verified by researchers all over the world, in which toothpicks, chewing sticks, tree-twigs, linen strips, birds feather, and animal bone devices have been recorded. (1 ,2, 4) A chewing stick is a stem or root of selected plant that becomes brush-like after treatment and is suit- able for oral hygiene (2) and has religious or social background. (3) They are used mainly in Saudi Arabia, Kuwait, Jordan, and United Arab Emirates, Africa, Algeria, Pakistan and India. (4) Chewing sticks differ in their sources, effects, benefits, and areas of use. Some of these sticks are Miswak (from Salvador, Persia, tree of arak) ( 5) Khat (leaves of Catha Edulis), ( 6) Tobacco (betel nut, cola initida seeds), Gooroo (cola nut) and Derum (Juglans Regia). (7) Recently the World Health Organization (WHO) has recommended and encouraged the use of chewing sticks as an effective tool for oral hygiene. Such sticks are effective, inexpensive, common, available and contain many medical properties. (4) Recently, researchers have postulated that chew- ing stick helps in cleaning the teeth and periodontal tissue in two ways. First by their mechanical action which remove dental plaque and food debris. Sec- ondly by their chemical effect on teeth, gingiva, and/ or antimicrobial properties due to the presence of active ingredients with chemotherapeutic effects. ( 1) On the other hand, those chewing sticks have their side effect if used incorrectly. Researches agreed that they might damage the gingiva and teeth by causing abrasions and recession as a result of aggres- sive use. (1) Many reports also studied the histological structure of gingival biopsies taken from people using * Asst Professor, Division of Periodontics, Department of Preventive Dental Sciences, King Saud University College of Dentistry, P 0 Box 60169, Riyadh 11545, Saudi Arabia

Eduardo MerloJuárez La región de Puebla en la época ... · les de Mesoamérica, por lo que todas las rutas y caminos partían o con cluían en sus plazas y callejuelas. Bajo su

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Page 1: Eduardo MerloJuárez La región de Puebla en la época ... · les de Mesoamérica, por lo que todas las rutas y caminos partían o con cluían en sus plazas y callejuelas. Bajo su

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Eduardo MerloJuárez

La región de Pueblaen la época prehispánica

Para entender la historia antigua dePuebla hay que observar la geo­

grafia regional, se trata de un extensovalle que está delimitado por unaserie de volcanes, lo que a ojos de loshombres que en épocas remotas seavecindaron en él, constituía algo má­gico y maravilloso. Si México ha sidollamado con justeza: "Tierra de Volca­nes", es al valle poblano-tlaxcalteca alque mejor le asienta el sobrenombre.Al oriente se asoma la cúspide impre­sionante del Citlaltépetl, mal llamadoPico de Orizaba, pues no es de ningu­na manera exclusivo de esta lluviosapoblación, sino que sus extensas fal­das abarcan tierra de dos estados, conun buen número de serranías, vegas yvallezuelos.

Al norte se alza con m:oyestuosidadla eminencia de la Malinche, llamadaen otro tiempo Matlalcuéyetl, "la de lafalda de red", nombre que ostentabala diosa de los ríos, de los manantialesy fuentes bratantes; objeto de cons­tante culto que la irrupción europeao la modernidad no han podido bo­rrar del todo. En sus inmediacionesaún se asientan belicosos descendien­tes de los intrépidos guerreros, quecomo sus ancestros, empuñan lasarmas a la menor provocación. Lugarespecial merece la "Sierra Nevada",en donde emergen los volcanes con­catenados, el "Cerro que humea" oPopocatépetl y su compañera eterna:el Iztaccíhuatl, mujer blanca que re­memora a la diosa de la sal, aunquepara muchos signifique lo que a pri­mera vista parece: "la mujer dormi­da". Ambas montañas irradian su

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fuerza y reciben el culto de sus devo­tos; los "graniceras" que les cantan,

bailan y pronuncian con respeto susnombres esotéricos: "Rosita" y "Grego­

rio". Les suplican, corno antes lo hi­cieran los tlamacazque sagrados, queenvíen el líquido precioso que sepasea por los cielos en forma denubes pesadas. Sobre ellas jugueteanlos tlaloques, diocesilIos traviesos quecargan enormes ollas de agua y que aveces la arrojan violentamente para re­fresco de la tierra y bienestar de la hu­manidad. Al sur la Sierra del Tentzo yde Chalchihuapan, puerta del decliveque conduce a la Mixteca y al surestequasi infinito. Enmedio de tan emi­nentes guardianes está el plano incli­nado que forma el cauce natural delAtoyac, palabra que significa eso:"río", como quien dice un "río, río", ytambién un infinito número de arro­yos y manantiales, los que otrora con­formaron lagunas y enormes charcos.

Éste fue el "paraíso terrenal" al quearribaron emigrantes de todas partes,especialmente del oriente y sur, losdescendientes de los olmecas coste­ños, que se mezclaron en el caminocon los otomíes, popolocas y nahuas,dando lugar a numerosos asentamien­tos, siempre cercanos a los abastosacuáticos por obvias razones.

Los antecedentes, por ubicación,más cercanos a lo que hoyes la ciu­dad de Puebla, se encuentran en la exhacienda de Amalucan, al este de lacapital estatal, en donde se construye­ron plataformas para casas de la castadominante, con su teocalli o temploen el basamento más alto. Fue un

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asentamiento de regular tamaño quefloreció desde antes de Crísto hasta

unos dos siglos después, subsistiendoa base de una agricultura in tensivaque se apoyaba en un sistema de riegoimpresionante, con canales que a ve­ces llegan a tener trece metros de an­chura y cientos de metros de longi­tud. Parte de este sitio, barrancas depor medio, lo constituye Manzanilla,con numerosas terrazas y algunas es­tupendas canchas para el juego depelota, que ya desde entonces era

popular.Este complejo sostenía relaciones

muy estrechas con otros cercanos,como el de Totimehuacan, en dondese construyó una gigantesca pirámide,mejor dicho, se revistió un cerro quefue recortado para darle la termina­ción acostumbrada; en su interior seexcavó una tumba de tiro, cuya cáma­ra contiene un sarcófago con símbo­los de ranas, asociación clara al agua,a cuya dedidad seguramente estuvoconsagrado el templo. Esta pirámide­tumba y la de Palenque, son las únicasen Mesoamérica que ofrecen esta ca­racterística. El basamento de Tepalca­yo, como se le llama, constituye unejemplo del trabajo comunitario quela fe lograba en esos tiempos de tec­nología dificil y tumultuaria.

Las ciudades, si así se quiere llamar­las, se conformaban de calles bien de­lineadas a donde confluían estrechoscallejones y laberínticas rúas, accesopara los solares escondidos. La élitehabitaba cerca del centro ceremonial,destacando sus casas por desplantarsede plataformas con sus escaleras an-

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chas, sin importar que los accesos fue­ran angostos. Altos techos de palmacon extremos de oreja, a veces tejidosarmoniosamente y pintados de vivoscolores, otras con terrados y crestas demadera. Encerrando esta parte princi­pal estaban los pobres, con sus xacalliso casas de palma, lodo y varas, a vecescon el terreno para la milpa o semen­tera, o simplemente apretadas unascon otras. Las muestras de cerámicarevelan estrechas relaciones con sitioslejanos, incluso del Bajío o de los va-

lles centrales de Oaxaca, y por su­puesto, con las metrópolis impon­derables de Cholula y Teotihuacan.

De todos los asentamientos delvalle destaca en primerísimo lugar laCiudad Sagrada del Tlachihualtépetlo "Cerro Hechizo", fundada a orillasde una laguna con su teocalli princi­pal que se ubicó sobre el manantialsanto. Al lado del santuario prosperóel mercado que poco a poco se desa­rrolló como el más importante del Al­tiplano. Lo sagrado y lo comercialconjuntaron un bienestar que redun­dó en arquitectura monumental, ca­minos, calzadas, depósitos de agua,palacios y arrabales.

Fundado hacia el siglo VI antes deCristo, el Tlachihualtépetl llegó a undesarrollo sin precedentes, a tal gradoque el templo primordial aumentó su

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n~6mGermán Venegas

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volumen varias veces, hasta lograr,hacia el siglo IV de nuestra era, unode los monumentos más grandes en lahistoria de la humanidad: un basa­mento piramidal de cerca de cuatro­cientos cincuenta metros por lado, yuna altura de sesenta y cinco, lo quelo hace dos veces mayor que la Pirámi­de del Sol en Teotihuacan, y cuatroveces más grande en volumen que lade Keops. En su plataforma superiorhubieran cabido, si se permitiera,unos diez mil danzantes, pues la devo-

ción e importancia del dios Chicona­hui Quiáhuitl (Nueve Lluvia), sereflejaba en la monumentalidad de sutemplo. Cuatro calzadas corrían a lospuntos cardinales, una de ellas conmás de dos kilómetros de longitud, alos lados se alineaban palacios de im­presionante belleza, con murales ensus fachadas y vivos colores por do­quier. Para fortuna se conserva unode ellos de 62 m. de largo por 2 dealto, representa una ceremonia enque los participantes beben, al princi­pio moderadamente y luego, a medi­da que la escena avanza, muestranclaros signos de embriaguez, festín li­túrgico en honor de la deidad deloctli (llamado pulque por los españo­les), que exigía una borrachera ritualcada cuatro años. El "Mural de los Be­bedores" es el más largo de la etapa

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antigua de México y uno de los mássimbólicos. Muchos otros templos al­zaban sus crestas en el Tlachihualté­petl, la mayoría alrededor delprincipal, y otros no menos importan­tes en los barrios, muchos de los cua­les eran habitados por etnias biendefinidas de otras partes: barrio mix­teco, zapoteco, popoloca, totonaca,otomí, etc., un mosaico de pluralidadque daba a la ciudad el grado de cos­mopolita.

Su templo y su mercado hicieronde la urbe uno de los centros natura­les de Mesoamérica, por lo que todaslas rutas y caminos partían o con­cluían en sus plazas y callejuelas. Bajosu protección prosperaron muchospueblos de escasas dimensiones, deintensa agricultura que sustentaban ala cabecera y al mismo tiempo se nu­trían de ella. En cada uno se repetíael patrón urbanístico, con la modestiau ostentación que sus posibilidadespermitieran.

Nadie pudo sustraerse de la in­fluencia del Tlachihualtépetl, ni si­quiera la lejana Teotihuacan queexpendía cerámica, joyas, textiles, tin­turas y dioses elaborados aquí y lleva­dos allá por las caravanas-hormiga decomerciantes, savia constante que cir­culabp. por esas arterias vitales de co­municación cultural.

Hasta la ciudad-santuario llegaron,primero en discretas caravanas yluego en oleadas incontenibles; busca­ban mejores tierras sin importar dequién fueran. Sus embates conmovie­ron a la sociedad del siglo VIII, hastaderribarla violentamente. Venían delsur, desde las costas de Tabasco yCampeche, se mezclaron con gentede Veracruz y Oaxaca y avanzaron, sellamaban a sí mismos "olmecas xica­llancas", por sentirse descendientesde la Cultura Madre. Sin embargo noeran cultos, pues en su prisa por apo­derarse de tierras ajenas, no respeta­ron ni la belleza ni la grandeza delsantuario. Sus huestes bárbaras arrasa­ron todo, incendiaron el templo y de­rrumbaron sus escalinatas. Todo ardióy se destruyó, la población aterroriza.da buscó refugio en otra parte; queda-

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ron algunos, los que no tenían adónde ir. Tuvieron que sufrir la escla­vitud e intolerancia de los conquista­dores que sin tomar en cuenta laantigüedad y sacralidad del lugar,cambiaron el asentamiento a las ori­llas de la vieja ciudad, construyendoun nuevo templo, ya no en el manan­tial sagrado ni al mismo dios, perocon la misma determinación y con

, idéntico esfuerzo de la muchedumbretrabajadora.

Los olmecas xicalJancas proyecta-

ron la influencia de la metrópoli sa­grada hasta lejanísimos confines, detal forma que el tianquiztli se convir­tió en el más grande y surtido de todaMesoamérica. El teocalli se dedicó aYacatecuhtli, el dios de los comercian­tes, que desde la cúspide del enormebasamento presidía el imponentemercado y contemplaba las peregrina­ciones multitudinarias,

Este segundo aire de la ciudad delTlachihualtépetl se reforzó con el de­sarrollo de poblaciones cercanas quesurtían de bienes y mano de obra a laurbe. Los antiguos pueblos dieronlugar a otros con distinta filiación,pero ocupando las fértiles tierras delabor. Uno de estos asentamientos fueCacaxtla, en donde residió uno de losgobernantes de la sede sagrada.

Para finales del siglo XIII fueron lle-

gando contingentes de antiguos habi­tan tes de Tula, los que se llamabantoltecas, gente pacífica de mucha civi­lización, la que al principio no fueaceptada hasta que se los permitieronpero en calidad de esclavos. Poco apoco los toltecas laboriosos e incansa­bles, se apropiaron de los medios deproducción par,\ que en 1292, queda­ran con el mando del sistema políticoreligioso. La ciudad se tornó tolteca yla gente empezó a llamarla "Cholo­llan", que significa: "Lugar de los que

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huyeron", refiriéndose a los que hu­yendo de Tula, se habían refugiadoaquí.

La toltequidad hizo florecer a todala región en las artes e industrias, lareligión llegó a sus expresiones exter­nas más sublimes. Se escribieron códi­ces, cánticos, poesías, se levantaronpalacios y obras públicas, de tal formaque Cholollan fue en ese tiempo laurbe mayor de Mesoamérica. Los tol­tecas también acrecentaron los pue­blos de Totomihuacan y Cuauhtinchan,en donde se asentaron los clanes ycastas de reconocido linaje, descen­dientes del mismo Ce Acatl Topiltzin:"Quetzalcóatl". La región del valle sellenó de pueblos prósperos: Tecali,Amozoc, Almecatla, Hueyotlipan,Chachapan, Cuautlancinco; y hasta dela vecindad de pueblos recién llega-

dos del centro norte, como los chichi­mecas que establecieron Tlaxcallan ycuyas tierras colindaban con las deestos señoríos. Dichas colindancias, al

no estar perfectamente delimitadas,provocaban lagunas territoriales, ver­daderos in pace o statu quo, que eranreclamadas por todos y ocupadas porninguno. Tal era el caso de la partecentral del valle, cuya planiCie era cor­tada por los cerros Amac*eyaltépetl(Loreto), Centepec (La P~) Tepoxó­chitl, IztlitepépetI (Las Nav.tjas) e Izta­tépetl (La Calera), cruzan:do por elarroyo AImoloyan o Huitzilapan (SanFrancisco) y cercano al Atoyac; exce­lente región intocada que provocó laextensión de los bosques que cuaja­ban las faldas de red de la montañaMatlalcuéyetl (Malinche). Los otomísque alguna vez estuvieron aquí, asen­tados al norte del Amacueyatl (Lore-to) le llamaron Thaxet, pero despuésel vocablo desapareció, como lo hi­cieran sus habitantes primitivos,quienes sólo dejaron como testimo-nio algunas tumbas y ofrendas (en loque hoyes Unidad Deportiva). Lasorillas del Atoyac fueron ocupadaspor algunas aldehuelas que hicieronterrazas y hasta montículos de escasaenvergadura, pero igualmente devo-tos que los grandes monumentos ur­banos.

La conquista que de Cholula hicie­ran los belicosos huexotzincas no alte­ró la distribución territorial, nisiquiera cuando los mexica-tenochcaarrasaron la región y encumbraron asus aliados de Tepeyacac (Tepeaca).El triunfador Axayácatl contempló elpaisaje, impuso una fuerte tributacióny regresó contento a sus lares. El vallepoblano-tlaxcalteca permaneció im­pasible y listo para que, en el rincóndel mismo, al pie del cerro Amacue­yaItépec, en donde algunos llamabanal sitio Cuetlaxcohuapan (lugar dedespellejamiento de víboras) a inicia­tiva del fraile Motolinia y de sus segui­dores, se fundara la Puebla que losángeles se encargarían de diseñarpara honra y gloria de Dios y prove­cho del prójimo. O

Dustración: Germán Venegas11 ....