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UNA MAYORDOMIA Y UN PLAN DOMESTICO En el caso de Satanás, él no diseñó ninguna administración para inyectarse en nosotros, pues lo h ninguna acción ilegal o rebelde requiere de administración. Un gobierno legalmente constituido, p administración. Satanás se inyectó en el hombre sin administración alguno. ios, en cambio, nos i a una administración. "ero ésta no tiene nada que #er con nuestro concepto natural. $a palabra gr que pudiera traducirse (administración), no es !ácil de traducir. *ambién se puede traducir mayor Su !orma castellana es economía. +o pre!iero las palabras dispensación, mayordomía, o plan domést administración aunque esta palabra puede usarse correctamente en %&%', pues al !inal la dispensa plan doméstico, llegará a ser una administración eterna. El gobierno de -ashington, . . es una administración sin embargo, esta administración no es un mayordomía ni un plan doméstico. 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En cambio, ios se !or3a en Sus escogidos por medio de una mayordomía du ministerio de "ablo era tal mayordomía era un modelo de la dispensación de la gracia, es decir, ios como gracia en los elegidos de ios. "or medio de la dispensación de la gracia, la impartici nuestro dis!rute, el !actor de #ida es ministrado en los elegidos. 0l entrar en ellos el !actor d risto en el uerpo. Esta es la dispensación que re4ne ba3o una cabeza todas las cosas en risto espués de la caída del hombre, ios dio inicio a Su impartición, comenzando a una pequeña escala no se #e mucho que ios se imparta como suministro de #ida en Sus elegidos. En el caso de Enoc, s una ligera implicación de tal impartición, pero no se #e con claridad. uando llegamos a 9oé, pod de ios como pro#isión de #ida en una escala muy pequeña. $uego, en las #idas de 0braham, :saac y poco más. 0demás, en el caso de <oisés y el tabernáculo había una administración, un plan domésti íntima. 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Efesios Part 5

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UNA MAYORDOMIA Y UN PLAN DOMESTICO

En el caso de Satans, l no dise ninguna administracin para inyectarse en nosotros, pues lo hizo ilcitamente, y ninguna accin ilegal o rebelde requiere de administracin. Un gobierno legalmente constituido, por el contrario, tiene una administracin. Satans se inyect en el hombre sin administracin alguno. Dios, en cambio, nos imparte Su ser conforme a una administracin. Pero sta no tiene nada que ver con nuestro concepto natural. La palabra griegaoikonomade 1:10, que pudiera traducirse administracin, no es fcil de traducir. Tambin se puede traducirmayordomaoplan domstico. Su forma castellana es economa. Yo prefiero las palabras dispensacin, mayordoma, o plan domstico, en lugar de administracin; aunque esta palabra puede usarse correctamente en 1:10, pues al final la dispensacin, la mayordoma, el plan domstico, llegar a ser una administracin eterna.

El gobierno de Washington, D. C. es una administracin; sin embargo, esta administracin no es una dispensacin, ni una mayordoma ni un plan domstico. Un plan domstico alude a algo agradable, y una mayordoma, a algo ntimo. En la antigedad, las familias reales acostumbraban tener mayordomos cuyo oficio se denominaba mayordoma. As que, la mayordoma se refiere simplemente al servicio que desempeaba un mayordomo. Un mayordomo no era un simple esclavo, sino una persona que gozaba de una relacin ntima con la familia, alguien que se encargaba del plan de la casa. Esta mayordoma, este plan domstico, era una excelente administracin. Hoy es muy diferente, pues ni la intimidad ni la dulzura figuran en nuestro concepto de lo que es una administracin. Sin embargo, la administracin de Dios en calidad de plan domstico es dulce, y en calidad de mayordoma, es ntima.

LA DISPENSACION DE DIOS COMO GRACIA

Adems, la mayordoma tiene que ver con una dispensacin, pero no en el sentido de una edad, sino de una distribucin. Por ejemplo, durante el desayuno, una madre sirve alimentos nutritivos a sus hijos. Ella se sienta a la mesa y les distribuye los ricos alimentos. En este tipo de dispensacin se ejerce cierto control. Si un nio se porta mal, la madre puede decirle: Si no te portas bien, no tendrs desayuno. As que, la distribucin de alimentos es el mejor control. He observado esto en mis propios nietos. Ellos obedecen ms a su abuela que a m porque ella est en control de las golosinas. Puesto que ella es la distribuidora, puede controlarlos fcil y agradablemente. Ella los controla mediante una dulce distribucin de alimentos, una especie de administracin o servicio domstico ntimo y tierno. El sometimiento de todas las cosas a la autoridad de Cristo, la Cabeza, no se lleva a cabo por medio de una administracin gubernamental, sino mediante una dulce mayordoma, un plan domstico, una distribucin placentera. Se efecta al impartrsenos el abundante suministro de vida del Dios Triuno. El apstol Pablo llama esto la dispensacin de la gracia de Dios, la mayordoma de la gracia de Dios (3:2).

Ya vimos que Satans no se inyecta en el hombre siguiendo alguna administracin o mayordoma, pues l se inyecta en nosotros muy sutilmente. En cambio, Dios se forja en Sus escogidos por medio de una mayordoma dulce e ntima. El ministerio de Pablo era tal mayordoma; era un modelo de la dispensacin de la gracia, es decir, su ministerio imparta a Dios como gracia en los elegidos de Dios. Por medio de la dispensacin de la gracia, la imparticin de Dios mismo como nuestro disfrute, el factor de vida es ministrado en los elegidos. Al entrar en ellos el factor de vida, los levanta y los une a Cristo en el Cuerpo. Esta es la dispensacin que rene bajo una cabeza todas las cosas en Cristo.

Despus de la cada del hombre, Dios dio inicio a Su imparticin, comenzando a una pequea escala. En el caso de Abel no se ve mucho que Dios se imparta como suministro de vida en Sus elegidos. En el caso de Enoc, sin embargo, se ve una ligera implicacin de tal imparticin, pero no se ve con claridad. Cuando llegamos a No, podemos ver la imparticin de Dios como provisin de vida en una escala muy pequea. Luego, en las vidas de Abraham, Isaac y Jacob se ve un poco ms. Adems, en el caso de Moiss y el tabernculo haba una administracin, un plan domstico, una mayordoma ntima. Esto se ve claramente en Moiss, en Aarn y en los sacerdotes que desempeaban el servicio levtico. Al llegar al Nuevo Testamento, vemos la imparticin de la vida en el Seor Jess. Cun dulce e ntima era Su mayordoma! A travs de Su ministerio, El imparti a Dios como suministro de vida en Sus elegidos. Esta ntima mayordoma la continuaron los apstoles, en especial el apstol Pablo, quien tena la mayordoma de la gracia de Dios. En su ministerio Pablo imparta constantemente a Cristo como vida en los creyentes. Su ministerio era una mayordoma dulce e ntima, un plan domstico agradable. El incluso le ense a Timoteo cmo conducirse en la casa de Dios (1 Ti. 3:15). La manera de conducirnos en la casa de Dios consiste en tener el plan domstico, la mayordoma ntima, e impartir a Cristo a todos los miembros de la familia de Dios. No se lleva a cabo por medio del control ni por medio de una administracin gubernamental; se lleva a cabo mediante una dulce dispensacin, una ntima mayordoma, un agradable plan domstico.

Mediante este ministerio, se infunde el factor vital en los miembros de la iglesia. Mediante esta dulce e ntima mayordoma, se imparte el suministro de vida en los miembros del Cuerpo de Cristo. Cuanto ms se nos suministra el factor de vida, ms nos levantamos y nos unimos unos a otros. Cada vez que recibimos el suministro de vida, nos levantamos espontneamente. No es necesario que nadie nos exhorte a tener comunin con otros, pues de modo espontneo anhelamos estar unidos a los dems. La manera en que Dios nos rene bajo la autoridad de Cristo, la Cabeza, consiste en forjarse El mismo como factor de vida en nosotros a fin de que nos levantemos y nos unamos a los dems. Esto no se logra ejerciendo una administracin gubernamental, sino a travs de una dulce imparticin, una ntima mayordoma y un agradable plan domstico. Por medio de esta dispensacin, esta imparticin, se ministra el factor vital en todos los miembros de la iglesia, para que se levanten y se unan al Cuerpo. As son reunidas bajo una cabeza todas las cosas en Cristo.

Este mensaje es una continuacin adicional del tema de cmo todas las cosas son reunidas en Cristo bajo una cabeza(1:10). Primero debemos ver en qu consiste la plenitud de los tiempos. Efesios 1:10 declara: Para la economa de la plenitud de los tiempos, de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, as las que estn en los cielos como las que estn en la tierra. La palabra para significa que da por resultado o a fin de tener. La economa [o en otras traducciones, la dispensacin] que se menciona en este versculo alude a la plenitud de los tiempos. Sin duda, los tiempos se refieren a las diferentes eras. Por tanto, la plenitud de los tiempos se refiere a la plenitud de las edades.

LAS CUATRO ERAS

En la Biblia figuran cuatro eras diferentes. Juan 1:17 dice: Pues la ley por medio de Moiss fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo. En esto vemos que la ley est relacionada con Moiss, y la gracia, con Jesucristo, lo cual alude a dos edades: la de la ley y la de la gracia. Con el levantamiento de Moiss, comenz la era de la ley, y el nacimiento de Cristo marc el comienzo de la era de la gracia. Romanos 5 menciona a Adn y a Moiss (v. 14). El pecado est relacionado con Adn, y como hemos visto, la ley est relacionada con Moiss. As que tenemos tres personas: Adn, Moiss y Cristo; y tres elementos: el pecado, la ley y la gracia. Adn est relacionado con el pecado; Moiss, con la ley; y Cristo, con la gracia. Esto indica que existen tres eras entre Adn y la segunda venida de Cristo: la era del pecado, la era de la ley y la era de la gracia.

Muchos creyentes conocen la enseanza teolgica de las siete dispensaciones, llamadas: la inocencia, la conciencia, el gobierno humano, la promesa, la ley, la gracia y el reino. Decir que hay siete dispensaciones no es incorrecto; sin embargo, con base en la Biblia, podemos afirmar que antes del milenio hay nicamente tres edades: la de Adn, la de Moiss y la de Cristo. Despus de la era de la gracia, vendr la era del reino, la cual comprender los mil aos del reino celestial en la tierra. Por tanto, en conjunto hay cuatro eras: la era del pecado, la era de la ley, la era de la gracia y la era del reino.

Estas cuatro eras son los tiempos. Antes de que comenzara la primera era, no exista el tiempo, slo estaba la eternidad pasada, y despus de que transcurran estas cuatro eras, el tiempo dejar de existir, y slo quedar la eternidad futura. Entre los dos extremos de la eternidad, la pasada y la futura, existen cuatro eras, cuatro tiempos. El tiempo de Adn fue el tiempo del pecado, el tiempo de Moiss fue el tiempo de la ley, el tiempo de Cristo es el tiempo de la gracia, y el tiempo del milenio ser el tiempo del reino. Cuando estos cuatro tiempos se hayan cumplido, vendr la plenitud de los tiempos, la culminacin de las edades. La era de Adn y la de Moiss ya se cumplieron; la era de la gracia se est cumpliendo; y la era del milenio todava no comienza. Despus de la cuarta era, comenzar una dispensacin a la que Pablo llama la plenitud de los tiempos.

Cuando Pablo estaba en la tierra, haba una dispensacin que l llam la mayordoma de la gracia (3:2). No slo en la poca de Pablo haba una dispensacin, sino que la ha habido en cada era, en la era de Adn, en la era de la ley, en la era de la gracia, e indudablemente la habr en la era venidera del reino. En la plenitud de las edades, se tendr la dispensacin consumada y mxima.

EL SIGNIFICADO DE LA DISPENSACION

Ahora debemos ver qu es una dispensacin. Segn una enseanza, una dispensacin se refiere a una era. Sin embargo, este entendimiento no es adecuado. Otra enseanza afirma que una dispensacin alude a la manera en que Dios se relaciona con el hombre durante cierto perodo. Por ejemplo, en la dispensacin de la inocencia, Dios se relacionaba con el hombre de cierta forma, y en la de la conciencia lo haca de otra. Asimismo, Dios se relaciona con el hombre de diferentes maneras en las eras del gobierno humano, de la promesa, de la ley, de la gracia y del reino. Este entendimiento de lo que es una dispensacin no es incorrecto, pero es deficiente. Una dispensacin es la accin de dispensar o distribuir algo. Se refiere al hecho de que Dios se imparte a S mismo en Sus escogidos. Aunque he estudiado el tema de las dispensaciones por muchos aos, incluyendo diversos diagramas, nunca se me dijo que la dispensacin de Dios se refiere a que Dios se imparte en Su pueblo. Debemos olvidarnos de todos los diagramas y recordar un punto bsico: Dios se est impartiendo en nosotros.

LA IMPARTICION DE VIDA

Como ya dijimos, cuando Satans, el poder de muerte, se inyect en el hombre, l se introdujo en el hombre como la muerte y las tinieblas. La muerte trae corrupcin, y las tinieblas traen confusin. La meta de Satans es corromper lo que Dios cre y causar confusin. Pero alabado sea el Seor porque donde abunda la muerte, abunda aun ms la vida! Despus de que Satans vino a llenar de muerte la creacin, Dios intervino para vivificarla, para impartirle vida. Donde hay vida, tambin hay luz. La muerte arruina, pero la vida sana; las tinieblas traen confusin, pero la luz produce orden. Debemos tener presente que Satans vino a llenar de muerte la creacin de Dios y que la muerte arruina y las tinieblas confunden. Pero Dios intervino para vivificar la creacin que estaba muerta y para traer orden. En este orden todas las cosas son reunidas en Cristo, la Cabeza.

La dispensacin [o imparticin] de Dios es la imparticin de la vida en personas que estaban muertas. Aunque Adn haba sido afectado por la muerte, Dios vino a Abel y le imparti algo de S mismo. El hizo lo mismo en Ens y en Enoc. No debemos pensar que Enoc, una persona afectada por la muerte, pudo caminar con Dios durante trescientos aos por su propia cuenta (Gn. 5:22). Esto fue posible porque Dios se imparti en l. Lo mismo ocurri con No. No camin con Dios y tuvo una fe fuerte porque Dios se imparta en l. La imparticin de Dios en el hombre comenz con Abel y ha ido aumentando en cada generacin. Por tanto, lo que se imparti en Enoc fue mayor que lo que recibi Ens, y lo que recibi No fue mayor que lo que recibi Enoc. En el caso de Abraham, la imparticin fue an mayor. Hechos 7:2 declara que el Dios de la gloria se apareci a Abraham. Esta aparicin fue sin duda una imparticin. Abraham pudo tener fe en Dios porque Dios se haba impartido en l.

Lo mismo sucedi con nosotros cuando omos el evangelio y nos arrepentimos. Mientras nos arrepentamos y confesbamos nuestros pecados a Dios, El se imparta en nosotros, pese a que no nos dbamos cuenta de ello en el momento. Sin embargo, al recordar nuestra experiencia, comprendemos que as fue. El da que me arrepent y le confes a Dios mis pecados, algo se imparti en mi ser. Aunque lloraba, dentro de m sent el fuego santo. Esto fue la inspiracin de Dios y tambin Su imparticin. Cuando Dios viene a inspirarnos, El se imparte en nosotros. Nada puede cambiarnos como lo hace la imparticin de Dios. Esta imparticin puede transformar un ladrn en un santo, porque infunde en l la naturaleza santa de Dios. Les animo a todos ustedes a que acudan al Seor por treinta minutos para que reciban Su imparticin. Durante ese tiempo olvdense de sus problemas y circunstancias. Simplemente branse a El y confisenle sus defectos y faltas. Cuanto ms lo hagan, ms se abrir el camino para que El se imparta en ustedes.

Independientemente del trmino que usemos, impartir, inspirar, transfundir o infundir, la experiencia es la misma. No me interesa la terminologa; lo que me interesa es que el elemento de Dios se forje en nuestro ser. Necesitamos que Dios entre en nosotros, y que Su elemento sea forjado en nuestro ser. Este es el significado de la dispensacin.

En la actualidad, la mayora de los creyentes experimentan muy poco la imparticin divina. Muchos ensean en cuanto a las siete dispensaciones, pero nunca le dicen a las personas que una dispensacin denota el hecho de que Dios imparte Su vida y Su naturaleza en Sus escogidos. Nuestra carga hoy no es ensear doctrinas, sino impartir la vida y la naturaleza de Dios a Su pueblo. No introduzcan a este ministerio sus opiniones o conceptos. Si lo hacen, estarn perdiendo su tiempo. A nosotros no nos interesa argumentar sobre puntos o conceptos doctrinales. Nuestra carga es infundir a Dios en las personas. Es posible que sepamos muchas doctrinas, pero que carezcamos del elemento divino. Lo que necesitamos es que se imparta en nuestro ser el elemento de Dios. Yo estuve con las asambleas de los Hermanos por muchos aos, hasta que finalmente me aburrieron sus disputas sobre las doctrinas. Es posible que no estemos carentes de ninguna doctrina, pero s del elemento divino. La imparticin de Dios consiste en que Dios imparte Su elemento en nosotros.

LA MAXIMA DISPENSACION

Ya vimos que Dios se imparti a S mismo en Abel, Ens, Enoc, No y en Abraham. Esta imparticin fue aun mayor en Moiss, y por supuesto, en el Seor Jess. La imparticin continua en las epstolas del Nuevo Testamento. Tal vez les sorprenda saber que la imparticin de Dios es ms intensa en nuestros das que en los tiempos del apstol Pablo. Dudo que en la poca de Pablo hubiera una congregacin que haya tenido el privilegio de or las cosas que ustedes estn escuchando hoy. Hoy la dispensacin de la gracia de Dios es ms profunda, elevada y amplia que antes. Esta dispensacin continuar aun despus del milenio, hasta que llegue la plenitud de los tiempos. La dispensacin de la plenitud de los tiempos ser la ms elevada y la ms amplia. Esta dispensacin perdurar por la eternidad, tal como se revela en Apocalipsis 21 y 22.

En estos captulos tenemos una nueva esfera, el cielo nuevo y la tierra nueva, donde est la Nueva Jerusaln. Apocalipsis 21:1 dice: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no exista. En la Biblia, el mar denota la muerte. Por tanto, la ausencia del mar significa que ya no existir la muerte. Para aquel entonces la muerte habr sido absorbida. Al final del milenio, la muerte, el ltimo enemigo, ser abolida y echada al lago de fuego. En lugar de la muerte, habr un nuevo entorno, una nueva esfera, un nueva circunferencia, en cuyo centro estar la Nueva Jerusaln.

Si leemos detenidamente el libro de Apocalipsis. veremos que la Nueva Jerusaln es en realidad un gran monte de doce mil estadios de altura, o sea, ms de mil trescientas millas. En la cima del monte est el trono de Dios y del Cordero (Ap. 22:1). Del trono sale el ro de agua de vida, el cual baja por el monte y llega a las doce puertas de la ciudad. El agua de vida se da para beber, para recibir el suministro de vida, no para baarse ni para bautizarse. En el agua de vida crece el rbol de la vida (Ap. 22:2), lo cual indica que cuando bebemos del agua de vida, comemos tambin del rbol de la vida. Por lo tanto, cuando bebemos del agua, recibimos el suministro vital. En esto podemos ver la dispensacin consumada y mxima: Dios Triuno impartido en toda la Nueva Jerusaln. Esto permitir que el agua de vida llene, sature, impregne y empape la ciudad. Esta es la dispensacin ms abundante que Dios se propuso para la plenitud de los tiempos.

UNA MINIATURA EN LA VIDA DE IGLESIA

En la vida de iglesia hoy disfrutamos una miniatura de la dispensacin consumada. En la iglesia tenemos el fluir de vida, bebemos el agua de vida y comemos del rbol de la vida. Esta es la dispensacin de Dios que se halla en la vida de iglesia. No obstante, sta no es la dispensacin ms elevada, la dispensacin de la plenitud de los tiempos. Mientras disfruto el agua viva en la iglesia, espero la dispensacin mxima. Todos estaremos en la dispensacin consumada, y seremos plenamente saturados del Dios Triuno.

El Dios que est en el trono es el Padre; el Cordero alude al Hijo, y el ro de agua de vida, al Espritu. Juan 7 revela claramente que el ro de agua de vida representa al Espritu. As que, en Apocalipsis 22 tenemos a Dios el Padre, a Dios el Hijo como Redentor y a Dios el Espritu, quien fluye con Dios el Hijo como rbol de la vida para ser nuestro suministro vital. Esta es la dispensacin del Dios Triuno, la dispensacin ms elevada, la dispensacin de la plenitud de los tiempos.

Esta dispensacin comenz con Abel y ha ido en aumento a lo largo de las edades, hasta que finalmente llegue la dispensacin de la plenitud de los tiempos. Estamos cada vez ms cerca a esa dispensacin. Si estamos conscientes de esto, rebosaremos de gozo. Ni siquiera el apstol Pablo estuvo tan cerca de la mxima dispensacin como lo estamos nosotros. Aleluya que todos participaremos de la dispensacin consumada! En el recobro del Seor, tenemos, en la vida de iglesia, una miniatura de la dispensacin venidera. Qu maravilloso! Es por eso que nos gusta cantar las lneas de este himno:

Bebe! Fluye un ro desde el trono del Seor;Come! El rbol de la vida con sus frutos hoy;Mira! Aqu no hay sol ni luna o luz artificial, puesNo hay oscuridad!

Oh, en la vida de iglesia bebemos del agua de vida y comemos del rbol de la vida! Al comer y beber somos saturados de la vida de Dios, pues El se imparte en nosotros. Cuanta ms vida se nos imparte, ms alto nos levantamos. Esto es ser reunidos bajo una cabeza en Cristo.

LA LUZ DE LA VIDA MANTIENE TODO EN ORDEN

Donde hay vida, tambin hay luz. Juan 1:4 dice: En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Esta luz es la luz de la vida (Jn. 8:12). En Apocalipsis 21 tenemos la vida y la luz. Ya que la Nueva Jerusaln est saturada de luz, ella no necesita la luz del sol. Apocalipsis 21:23 dice: La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es Su lmpara. En la Nueva Jerusaln, la gloria del Dios Triuno ser nuestra luz. En el cielo nuevo y en la tierra nueva, en los cuales estar la Nueva Jerusaln, no habr noche, muerte, ni oscuridad; antes bien, habr vida y luz. Esto propiciar que todo se levante y est en buen orden.

Donde hay luz, todo est en orden. Supongamos que no hubiera luz en la ciudad de Los Angeles. Qu tinieblas y confusin habra! La vida regula, y la luz controla. En la vida de iglesia no tenemos reglamentos, pero s tenemos la vida que regula y la luz que controla. Cuando la iglesia est llena de vida, tambin est llena de luz; entonces todos los que conforman la iglesia son regulados por la vida interior y no por los preceptos externos; adems todos son controlados y guardados en orden por la luz de la vida. As, en la vida y en la luz, estamos en orden bajo Cristo, la Cabeza. En Apocalipsis 21 vemos la Cabeza, el Cuerpo que est alrededor de la Cabeza y todas las naciones andando a la luz de la ciudad (Ap. 21:24). Esto har que el cielo nuevo y la tierra nueva sean una esfera resplandeciente. Por tanto, en el cielo nuevo y en la tierra nueva, cuyo centro es la Nueva Jerusaln, todas las cosas sern puestas en orden bajo Cristo, la Cabeza. Esto ser el cumplimiento de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, lo cual se menciona en Efesios 1:10.

Para que eso suceda necesitamos la dispensacin de la vida. La vida que se imparte en nosotros finalmente llega a ser la luz de los hombres. En la dispensacin de la plenitud de los tiempos, todas las naciones caminarn a la luz de la ciudad. Esto significa que no habr muerte, ni tinieblas, ni corrupcin, ni confusin. En su lugar, todo estar en buen orden, reunido en Cristo, la nica Cabeza, lo cual expresar al Dios Triuno por la eternidad. La reunin de todas las cosas bajo una cabeza en Cristo ser la expresin eterna del Dios Triuno. La vida de iglesia actual es un anticipo de esto; es una miniatura del cielo nuevo, de la tierra nueva y de la Nueva Jerusaln. Como personas que estamos en la miniatura, disfrutamos de la imparticin de la vida y de la luz, y estamos en el proceso de ser reunidos bajo una cabeza en Cristo.

LOS CREYENTES NEOTESTAMENTARIOS SON PARA LA ALABANZA DE LA GLORIA DE DIOS

Ahora llegamos al tema de que los creyentes neotestamentarios sean para la alabanza de la gloria de Dios (1:11-12). Efesios 1:12 dice: A fin de que seamos para alabanza de Su gloria, nosotros los que primeramente esperbamos en Cristo. Este versculo no significa que nosotros alabaremos a Dios, sino que la abundante gracia de Dios habr operado por nosotros y en nosotros de tal manera que todos los ngeles y todas las cosas positivas del universo alabarn a Dios por ello. Lo alabarn porque nosotros, los hijos de Dios, seremos el centro, el enfoque, de la operacin de Dios en el universo. Seremos como el eje de una rueda. Si se quita el eje, la rueda se desploma porque los radios no tienen en que sostenerse. Los ngeles y las cosas positivas del universo son como los radios, y nosotros los hijos de Dios somos como el eje. Sin tal eje, el universo no puede sostenerse. Nosotros, sobre quienes, por quienes y en quienes la gracia sobreabundante se va cumpliendo tanto, seremos la causa de que todas las cosas positivas del universo alaben a Dios. Este es el significado correcto del versculo 12.

La expresin a fin de que mencionada al principio de este versculo es muy significativa, pues indica que todo lo sucedido en los versculos precedentes tendr un resultado, a saber, que nosotros seremos para alabanza de la gloria de Dios. Esta alabanza se ofrecer principalmente en el milenio y finalmente en el cielo nuevo y la tierra nueva. Si leemos Apocalipsis 21 y 22 a la luz de los versculos de Efesios, veremos que la Nueva Jerusaln es una entidad constituida por los hijos de Dios; es el centro del nuevo universo. Los ngeles, las naciones y todas las cosas positivas que estarn a nuestro alrededor, nos mirarn y espontneamente alabarn a Dios. Por consiguiente, los hijos de Dios, los constituyentes de la Nueva Jerusaln, sern la causa de una alabanza universal. Todo el universo alabar a Dios por causa de nosotros, en quienes habr operado la sobreabundante gracia de Dios.

Sin embargo, muchas personas, incluyndonos a nosotros, leen Efesios una y otra vez sin ver esto, porque no tienen el entendimiento adecuado. Entendemos la Biblia principalmente conforme a nuestros conceptos. Si un alumno de tercer grado leyera Efesios, podra pronunciar todas las palabras, pero por no tener el concepto adecuado, no comprendera su verdadero significado. Nuestra comprensin de la revelacin divina depende principalmente de los conceptos que tengamos. No debemos confiar en nuestros conceptos naturales; antes bien, deberamos desprendernos de ellos. Si estamos dispuestos a deshacernos de nuestros conceptos, el espritu de sabidura los reemplazar con algo espiritual, celestial y eterno. Nuestro conocimiento doctrinal es un velo que nos impide entender el libro de Efesios. Nuestros conceptos se convierten en velos que cubren nuestro espritu. Pero si abandonamos nuestro concepto, nuestro espritu estar abierto, y tambin seremos pobres en espritu. En Mateo 5:3 el Seor Jess dijo: Bienaventurados los pobres en espritu. Los que son pobres en espritu no parecen saber nada, pues se han desprendido de todo concepto, doctrina y enseanza. Si acudimos a la Palabra pura siendo pobres en espritu, veremos algo nuevo.

En los versculos 11 y 12 vemos que los creyentes neotestamentarios sern la causa de una alabanza universal. Una alabanza es una declaracin de aprecio. Nosotros no alabamos el barro porque no lo apreciamos. Por otra parte, alabamos a nuestro querido Seor Jess por el gran aprecio que le tenemos. Nuestro aprecio se convierte en nuestra alabanza. El da vendr cuando a nosotros los hijos de Dios nos apreciarn todos los ngeles. Cuanto ms nos miren, ms expresiones tendrn, las cuales brotarn de ellos como alabanzas a Dios. El aprecio que nos tengan se convertir en alabanzas a Dios. Se darn cuenta de que lo que somos es obra de la superabundante gracia de Dios. Cunto lo alabarn depender de cunto haya operado en nosotros la gracia de Dios. Si la gracia sobreabundante efecta ms trabajo en nosotros, los ngeles tendrn una mayor apreciacin por nosotros. La Biblia dice que incluso los rboles se regocijarn (Sal. 96:12) y alabarn al Seor (Sal. 148:7, 9). Si los rboles no vieran algo maravilloso en el universo, no se regocijaran. Pero vernos a nosotros, los hijos de Dios, ser para ellos la ms grande sorpresa. Por causa de nosotros los rboles se regocijarn y alabarn. El hecho de que seremos para alabanza de la gloria de Dios no significa que nosotros alabaremos a Dios, sino que seremos la causa de la alabanza que expresarn los ngeles y todas las cosas positivas del universo.

Al final, llegaremos a ser la gloria de Dios. Algunos tal vez se pregunten cmo es que podemos llegar a ser la gloria de Dios. En 1 Tesalonicenses Pablo dice: Vosotros sois nuestra gloria y gozo (2:20). Pablo hablaba aqu como representante de Dios. Por consiguiente, si los creyentes eran la gloria de Pablo, ciertamente eran tambin la gloria de Dios, pues Pablo era el enviado de Dios. Si los creyentes son la gloria del enviado, indudablemente lo son tambin del Enviador. En el milenio, y especialmente en el cielo nuevo y la tierra nueva, Dios podr decir: Angeles, naciones y todas las cosas creadas, vean Mi gloria. Mis hijos son Mi gloria. En trminos humanos, esto tambin es el caso en familias numerosas. Supongamos que un padre tiene muchos hijos buenos, los cuales aman al Seor. Si todos estos hijos se sentaran un da alrededor de su padre, l podra decir: Esta es mi gloria; mis hijos son mi gloria. Un da nuestro Padre nos reunir a todos. En ese entonces, todos habremos sido saturados de El, transformados y transfigurados. Entonces El podr decir con gozo a los ngeles y a todas las cosas positivas del universo que nosotros somos Su gloria.

La gloria es Dios expresado. En la plenitud de los tiempos, todos los hijos de Dios estarn plenamente llenos de Dios y expresarn a Dios. Dios se expresar por medio de nosotros. Este Dios expresado es la gloria. Todos los ngeles y todas las cosas positivas del universo alabarn al Dios expresado. Esto es lo que significa que seremos para alabanza de Su gloria.