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Mesa: Lucha de clases en los ‘70 El agro frente a la crisis orgánica argentina, 1966-1976 Resumen de la Tesis Doctoral en Historia “La burguesía agraria entre Onganía y el golpe militar de 1976. La Sociedad Rural Argentina, la CARBAP y la Federación Agraria Argentina ante la crisis orgánica argentina” Gonzalo Sanz Cerbino (IEALC-CONICET) [email protected] Introducción Este trabajo constituye un resumen de nuestra Tesis Doctoral en Historia, que lleva por título “La burguesía agraria entre Onganía y el golpe militar de 1976. La Sociedad Rural Argentina, la CARBAP y la Federación Agraria Argentina ante la crisis orgánica argentina”, y fue defendida satisfactoriamente en diciembre de 2012. Nuestra tesis se planteó como objetivo la reconstrucción de la intervención política de la burguesía terrateniente pampeana en un contexto particular, en el que se puso en juego la continuidad de las relaciones de producción capitalistas en la Argentina. Entre 1966 y 1976, se asistió al desarrollo de una crisis orgánica y a la emergencia de un proceso revolucionario, que se cerró con un golpe de estado de características altamente represivas, sin llegar a plantearse una situación revolucionaria. 1 Postulando alternativas 1 La lucha de clases y el enfrentamiento entre fuerzas sociales suelen agudizarse en momentos de crisis económica, social y política. El punto de partida suele ser la contracción de las variables económicas, que según su intensidad suele disparar conflictos sociales. Cuando la crisis económica se sostiene en el tiempo, apareciendo factores políticos que impiden descargar sus costos sobre algún sector, destrabando el funcionamiento de la economía, estamos frente a una crisis de acumulación. A su vez, la crisis en la esfera económica suele ir acompañada por distintos niveles de crisis política. En primer lugar, la crisis de

El agro frente a la crisis orgánica argentina, 1966-1976

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El agro frente a la crisis orgánica argentina, 1966-1976Resumen de la Tesis Doctoral en Historia “La burguesía agraria entre Onganía y el golpe militar de 1976. La Sociedad Rural Argentina, la CARBAP y la Federación Agraria Argentina ante la crisis orgánica argentina”Gonzalo Sanz Cerbino(IEALC-CONICET)[email protected]

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  • Mesa: Lucha de clases en los 70

    El agro frente a la crisis orgnica argentina, 1966-1976

    Resumen de la Tesis Doctoral en Historia La burguesa agraria entre Ongana y

    el golpe militar de 1976. La Sociedad Rural Argentina, la CARBAP y la

    Federacin Agraria Argentina ante la crisis orgnica argentina

    Gonzalo Sanz Cerbino

    (IEALC-CONICET)

    [email protected]

    Introduccin

    Este trabajo constituye un resumen de nuestra Tesis Doctoral en Historia, que lleva por

    ttulo La burguesa agraria entre Ongana y el golpe militar de 1976. La Sociedad Rural

    Argentina, la CARBAP y la Federacin Agraria Argentina ante la crisis orgnica

    argentina, y fue defendida satisfactoriamente en diciembre de 2012. Nuestra tesis se

    plante como objetivo la reconstruccin de la intervencin poltica de la burguesa

    terrateniente pampeana en un contexto particular, en el que se puso en juego la

    continuidad de las relaciones de produccin capitalistas en la Argentina. Entre 1966 y

    1976, se asisti al desarrollo de una crisis orgnica y a la emergencia de un proceso

    revolucionario, que se cerr con un golpe de estado de caractersticas altamente

    represivas, sin llegar a plantearse una situacin revolucionaria.1 Postulando alternativas

    1La lucha de clases y el enfrentamiento entre fuerzas sociales suelen agudizarse en momentos de crisis

    econmica, social y poltica. El punto de partida suele ser la contraccin de las variables econmicas, que

    segn su intensidad suele disparar conflictos sociales. Cuando la crisis econmica se sostiene en el

    tiempo, apareciendo factores polticos que impiden descargar sus costos sobre algn sector, destrabando

    el funcionamiento de la economa, estamos frente a una crisis de acumulacin. A su vez, la crisis en la

    esfera econmica suele ir acompaada por distintos niveles de crisis poltica. En primer lugar, la crisis de

  • contrapuestas para sortear la crisis, durante el perodo presenciamos la disputa entre dos

    programas de origen burgus, que encarnaron en dos fuerzas sociales o alianzas:

    reformista y reaccionaria. A partir de 1969, observamos la aparicin de una tercera

    alianza, compuesta por fracciones minoritarias del proletariado y la pequea burguesa,

    que terciaron en la disputa con una perspectiva propia e independiente de las propuestas

    de la clase dominante.

    En nuestra tesis, buscamos reconstruir la intervencin de la burguesa terrateniente en

    este escenario turbulento, y su ubicacin en este mapa de alianzas. Sostuvimos, como

    hiptesis, que no se produjo un alineamiento automtico y sin fisuras de las capas ms

    dbiles de la burguesa pampeana con la alianza reformista, y de los ms poderosos

    terratenientes con la alianza reaccionaria, como postula cierta bibliografa. Esperbamos

    gobierno, que se expresa como inestabilidad poltica, operando como un desgaste del personal estatal (desde altos funcionarios hasta la cabeza del Ejecutivo) y se resuelve con su recambio. Un segundo nivel

    es el de la crisis de rgimen, en donde el cuestionamiento social no recae sobre el personal poltico sino

    tambin sobre la forma en que se organiza el poder. Un tercer nivel es el de la crisis de hegemona, que

    implica la ruptura de los lazos polticos e ideolgicos que unen a las clases subalternas con las

    dominantes. La hegemona es la forma especfica de dominacin social que se expresa a travs del

    consenso de los dominados. Cuando las relaciones que permiten sostener el consenso comienzan a romperse, y afloran los cuestionamientos, tanto hacia la clase dominante como hacia el Estado en su rol

    de rbitro, nos encontramos frente a una crisis de dominacin de la sociedad. El cuestionamiento, a este

    nivel de crisis, no se expresa individual sino colectivamente, y a travs de acciones que dan cuenta de su

    profundidad, abriendo un campo para el desarrollo de una intervencin poltica independiente de los

    explotados. La conjuncin de una crisis hegemnica y una crisis de acumulacin ponen sobre la mesa el

    agotamiento de la reproduccin social. La situacin llega a un punto en el que la continuidad de las

    relaciones sociales solo podr obtenerse sobre la base de profundos sacrificios, y la transformacin de las

    bases de la sociedad capitalista se encuentra objetivamente planteada. A esta situacin denominamos

    crisis orgnica.

    Estas circunstancias son excepcionalmente propicias para la aparicin de una disputa por el poder social

    que exceda los marcos de las relaciones capitalistas. Es decir, para el surgimiento de una fuerza social que

    se plantee el objetivo de transformar las bases de la sociedad. Si eso ocurre, nos encontramos ante la

    apertura de un proceso revolucionario, que es necesario distinguir de la situacin revolucionaria, que remite a un momento definitorio de la lucha de clases en que se encuentra planteada directamente la toma

    del poder.

    La apertura de un proceso revolucionario no implica que la disolucin de la sociedad capitalista se

    encuentre a la vuelta de la esquina, y ni siquiera demanda la existencia de una organizacin capaz de

    llevar a cabo esta tarea. El concepto remite a la conjugacin de una serie de elementos estructurales y

    superestructurales que hacen posible el desarrollo de tal alternativa. Implica la apertura de una etapa en la

    que se pone en juego la disputa por el poder social, y la intervencin de una fuerza social que se plantea

    (an en forma embrionaria y difusa) la transformacin de las relaciones sociales. El inicio del proceso

    est marcado por tres elementos: una crisis orgnica (crisis de hegemona ms crisis de acumulacin); la

    exacerbacin de las disputas interburguesas, por la incapacidad de sus fracciones para imponer una salida;

    y la constitucin de una fuerza social revolucionaria. Esto ltimo supone que fracciones y capas de las

    clases dominadas comienzan a desarrollar formas de accin que superan las mediaciones institucionales y

    tienden a comportarse con independencia poltica de la burguesa, enfrentndose a las alianzas por ella

    dirigidas y al Estado, disputando el poder social. La accin de las masas en esta etapa contrasta

    visiblemente con las pocas de normalidad burguesa, en las que domina en ellas una conciencia reformista. Sobre el tema ver: Lenin, Vladimir: La bancarrota de la II Internacional, Obras completas, Tomo XXI, Cartago, Buenos Aires., 1960 y Portantiero, Juan Carlos: Clases dominantes y crisis poltica en la Argentina, en Braun, Oscar: El capitalismo argentino en crisis, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973. Ambos hablan de situacin revolucionaria y crisis revolucionaria, que nosotros trocamos por proceso revolucionario y situacin revolucionaria que nos parecen ms adecuados.

  • encontrarnos con un proceso ms complejo, en el que determinaciones de distinta

    naturaleza operaran trastocando este esquema. A su vez, partimos de la hiptesis de que

    las transformaciones ocurridas en la estructura social en el agro hacia las dcadas de

    1960 y 1970 operaron sentando las bases para una confluencia de las diferentes capas de

    esta fraccin de la clase dominante. Los cambios en el sistema de arrendamientos y el

    reajuste en la escala productiva generaron tendencias a la homogenizacin de la

    burguesa rural, que deban manifestarse en su intervencin poltica. Por lo tanto,

    esperbamos encontrar tendencias a la integracin de todas las capas de la burguesa

    pampeana, chicas y grandes, en un Bloque Agropecuario.

    Para avanzar en una investigacin que nos permitiera demostrar estas hiptesis,

    tomamos como observables a las corporaciones agropecuarias. En la primera mitad del

    siglo XX, estas organizaciones expresaban los intereses de capas diferenciadas, y

    enfrentadas entre s, de la burguesa agropecuaria pampeana. En primer lugar, la

    Sociedad Rural Argentina (SRA), que nucleaba a la gran burguesa terrateniente,

    fundamentalmente ganadera. En segundo lugar, Federacin Agraria Argentina (FAA),

    expresin de las capas ms pequeas de la burguesa agraria no terrateniente, enfrentada

    a los dueos de la tierra en ciertas coyunturas por la apropiacin de la renta. Por ltimo,

    Confederacin de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), que

    nucleaba a las capas medias de la burguesa terrateniente ganadera, enfrentada a los

    invernadores abroquelados en SRA. A su vez, debimos incorporar como observables a

    CONINAGRO (Confederacin Intercooperativa Agropecuaria) y CRA

    (Confederaciones Rurales Argentinas). La primera era la expresin de una pequea y

    mediana burguesa (fundamentalmente) agrcola, unida en cooperativas para aumentar

    su escala en el terreno de la comercializacin. La segunda, fruto de la alianza de los

    ganaderos medios pampeanos (CARBAP) con la mediana burguesa terrateniente de

    otras zonas del pas.

    Esta representacin no se mantuvo invariable a lo largo del tiempo. En primer lugar, la

    diferenciacin por tipo de produccin tendi a modificarse: quienes en principio

    agrupaban a los ganaderos, se diversificaron hacia la agricultura y viceversa. Ciertos

    cambios productivos tambin eliminaron las tradicionales diferencias entre la ganadera

    de cra y la invernada. A su vez, por efecto de las transformaciones estructurales,

    algunas de las diferencias de la primera mitad del siglo XX tendieron a superarse en la

    segunda mitad. Una de las mutaciones ms significativas fue la prdida de importancia

    del arrendamiento tradicional. Con l, fueron desapareciendo las capas de la

  • burguesa agropecuaria no terrateniente, con el acceso de ciertos sectores a la propiedad,

    o la expulsin de la produccin de otros tantos. Hacia la dcada del 70, se haban

    reducido en forma sustantiva las capas de la burguesa no propietaria, lo que afectaba la

    representacin de las corporaciones. FAA, expresin tradicional de los pequeos

    arrendatarios, haba pasado a representar mayoritariamente a una capa (la ms pequea)

    de la burguesa terrateniente. Por otro lado, los reacomodos en la escala productiva, que

    eliminaron a las capas ms chicas por efecto de la concentracin, y a las ms grandes,

    por efecto de la agriculturizacin y la subdivisin de parcelas por la herencia,

    tendieron a acortar la brecha que separaba a los ms chicos de los ms grandes. En el

    caso de FAA, los productores all referenciados se encontraban ms cerca de los estratos

    medios que agrupaba CARBAP. En el caso de SRA, suceda lo mismo pero a la inversa:

    sus socios ya no eran tan grandes como antao, y tambin se encontraban ms cerca de

    la burguesa media referenciada en CARBAP.

    En sntesis, nos encontramos entonces con una burguesa agropecuaria ms homognea

    que antao, y sus corporaciones daban cuenta de este fenmeno. Todas expresaban,

    mayoritariamente, a alguna capa de la burguesa terrateniente. FAA a la ms pequea,

    CARBAP a la mediana y SRA a la grande, aunque las diferencias de escala entre chicos

    y grandes eran menores que a principio de siglo. Sin embargo, por efecto de prejuicios

    construidos sobre la dinmica productiva en el agro, quienes han trabajado con estos

    observables, magnificaron diferencias que eran cada vez menos significativas. As, se

    construy una visin que separaba tajantemente a las corporaciones que expresaban a

    los grandes terratenientes pampeanos, naturalmente reaccionarios y liberales (la

    oligarqua), de las que expresaban a las capas ms dbiles. Estas ltimas, agrupadas

    en FAA y CONINAGRO, estaran enfrentadas a los primeros, seran propensas a

    alinearse con los gobiernos democrticos (contrastando con una oligarqua

    genticamente golpista), y a expresar parcialmente intereses populares, confluyendo

    con la clase obrera y con la burguesa industrial ms dbil. Creemos haber desterrado

    definitivamente estos prejuicios mediante el anlisis histrico realizado en esta tesis. A

    lo largo de la investigacin hemos analizado los posicionamientos pblicos ante los

    principales sucesos de cada etapa y la accin poltica emprendida por cada una de las

    corporaciones agropecuarias. Hemos analizado tambin cmo se ubicaron las diferentes

    capas de la burguesa agropecuaria pampeana en el mapa de alianzas, y sus

    alineamientos con regmenes polticos y gobiernos. Para ello recurrimos a un nutrido

    corpus documental, que se asent fundamentalmente en los documentos de las propias

  • corporaciones: Memorias y Balances, publicaciones peridicas como Anales de la

    Sociedad Rural Argentina o La Tierra (de FAA), documentos de trabajo, libros

    editados, comunicados de prensa y testimonios vertidos a los medios de comunicacin.

    Algunos de estos documentos, en particular los producidos por FAA y CONINAGRO,

    haban recibido escasa atencin de los historiadores o cientistas sociales. Completamos

    el anlisis de estas fuentes con un relevamiento sistemtico de la prensa peridica y

    revistas de actualidad poltica de la poca, que nos permitieron a acceder a informacin

    complementaria. A su vez, trabajamos con estadsticas econmicas y entrevistas a

    informantes clave, que nos permitieron una reconstruccin acabada de cada uno de los

    perodos abordados. De esta manera, creemos haber contribuido, en primer lugar, al

    conocimiento sobre la naturaleza social y la intervencin poltica de nuestro objeto de

    estudio: la burguesa agropecuaria pampeana. A su vez, la tesis echa luz sobre la

    dinmica de los enfrentamientos sociales en el perodo 1966-1976. Permiti aportar al

    conocimiento de las capas y fracciones de clase que dieron vida a las fuerzas sociales

    enfrentadas en el perodo por imponer su solucin a la crisis orgnica, y tambin los

    apoyos sociales de los distintos regmenes y gobiernos. Por ltimo, permiti reconstruir

    los programas polticos que cada unas de estas alianzas esgrima y los enfrentamientos

    internos en que cada una de ellas se debata. A continuacin, expondremos una sntesis

    del trabajo realizado.

    Las corporaciones agropecuarias entre dictadura y democracia (1966-1969)

    Hacia mediados de los 60 una serie de conflictos enfrentaban a las diferentes capas de

    la burguesa agropecuaria. En primer lugar, la segmentacin de la carga impositiva: los

    ms chicos pretendan, mediante una serie de instrumentos como el impuesto a la renta

    potencial, que los grandes tributaran proporcionalmente ms. En segundo lugar, la

    cuestin de los contratos de arrendamientos, congelados desde principios de los 40.

    Este ltimo problema se encontraba en el centro del debate desde el golpe del 55,

    momento en el que comenz a discutirse la liberacin del mercado de arriendos, que,

    segn cmo se la instrumentara, poda derivar en el acceso a la tierra o el desalojo

    masivo de los arrendatarios. De estos conflictos se nutra una divisin que ubicaba, de

    un lado, a la burguesa terrateniente de mayor tamao, representada por CARBAP y

    SRA. Ambas integraron, junto a la Unin Industrial Argentina, la Cmara Argentina de

    Comercio y la Bolsa de Comercio, un reagrupamiento de carcter anti-reformista,

  • denominado ACIEL (Accin Coordinadora de Entidades Empresarias Libres). Del otro

    se ubicaba la burguesa agropecuaria pequea, propietaria y no propietaria, y el

    cooperativismo, representadas por Federacin Agraria y CONINAGRO.

    Sin embargo, en los meses previos al golpe del 66 tendieron a primar los acuerdos y las

    coincidencias entre ambos bloques. Algunos elementos estructurales habilitaban la

    confluencia: el acceso a la tierra de buena parte de los socios de FAA y el aumento de la

    escala merced a la unin en cooperativas.2 Lo cierto es que la coyuntura encontr a la

    Sociedad Rural y a Federacin Agraria actuando juntas. Uno de los reclamos en los

    coincidieron fue la disminucin de la presin gubernamental sobre la renta agraria. Los

    ruralistas, de conjunto, exigieron la disminucin de los impuestos sobre el sector y una

    devaluacin de la moneda que restableciera sus ingresos. Consecuentemente, exigieron

    un recorte en los gastos estatales, que se financiaban con las transferencias de renta, lo

    que implicaba despidos en la administracin pblica, menor gasto social y menos

    transferencias a la burguesa industrial que se traduciran cierres de plantas y aumento

    del desempleo. Estas demandas, profundamente impopulares, no sorprenden en boca de

    CARBAP o SRA, pero pocos saben que FAA comparta estas posiciones asociadas al

    liberalismo. As lo expresaba una editorial de su peridico oficial a comienzos de

    1966:

    Se contina cargando al agro con el peso de presupuestos siderales para seguir manteniendo una

    burocracia frondosa e inoperante, que se aferra a su permanencia en cargos oficiosos e intiles para la

    comunidad y que aumenta en nmero cada vez que se aproxima una contienda electoral, sin percatarnos

    del tremendo mal que le ocasionamos a la democracia.3

    Pero no era esta la nica demanda con que FAA y sus aliados de la oligarqua

    pretenda avanzar sobre los intereses de la clase obrera. El problema de los bajos

    ingresos del sector rural fue relacionado tambin con la poltica laboral de Illia, que las

    entidades rurales juzgaron populista y permisiva. Una serie de huelgas en el sur

    santafesino a comienzos de 1966, que reconocan antecedentes en las cosechas de 1964

    y 1965, pusieron de manifiesto la posicin anti-obrera de FAA y sus aliados. Ante la

    aparicin de los primeros conflictos, el presidente de FAA se reuni con el gobernador

    2Estos procesos han sido documentados por una profusa bibliografa, en la que se destaca Barsky,

    Osvaldo y Alfredo Pucciarelli: Cambios en el tamao y en el rgimen de tenencia de las explotaciones agropecuarias pampeanas, en Barsky, Osvaldo (Ed.): El desarrollo agropecuario pampeano, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1991. 3La Tierra, 25/1/1966.

  • de Santa Fe para demandar una solucin al proceso de distorsin que se viene

    advirtiendo en las relaciones laborales que [] se genera en las explotaciones

    agropecuarias en oportunidad de las cosechas. Reclamaron de las autoridades locales

    una actitud firme frente a los alzamientos que contra las disposiciones [oficiales] se

    vienen sucediendo en los departamentos del sur de la provincia. Es decir, en un

    reclamo que poco tena de popular, exigieron reprimir las huelgas de peones. En

    respuesta, el gobernador se comprometi a hacer cumplir lo dispuesto, impidiendo la

    actividad de perturbadores.4 FAA carg con fuerza contra los obreros rurales y sus

    dirigentes sindicales, para finalizar demandando una respuesta represiva del Estado. No

    se privaron de agitar el fantasma del comunismo, que estara detrs de las huelgas, ni de

    denunciar la pasividad oficial, que permitira tales desbordes:

    All, un falso sindicalismo obrero en el que escudan algunos conocidos extremistas de izquierda, al

    servicio de intereses internacionales que pretenden subvertir el orden y la paz en el mundo, aprovechan la

    pasividad asombrosa de las autoridades para, con sus pretensiones desmedidas y en el momento ms

    propicio, repartir el resultado de una explotacin agraria entre quienes no tuvieron ninguna participacin

    anterior y por ende no corrieron ningn riesgo [] As como suena: un grupo de malos obreros rurales

    viene repartiendo un botn que no les pertenece, a vista y paciencia de las autoridades nacionales y

    provinciales, pese a todas las denuncias que [] se han venido y se viene realizando []5

    La nota continuaba con la descalificacin a la organizacin sindical, un puado de

    agitadores profesionales que vivan a expensas de los mismos obreros o, a lo mejor,

    pagados por algn comit internacional. Detrs de lo que se presentaba como

    demandas legtimas, ocultaran sus oscuros designios de confundir y engendrar el caos,

    para desencadenar el desorden institucional y as servir a sus amos forneos,

    materialistas y ateos. A su vez, el reclamo sera desmedido: los peones exigiran

    salarios abusivos y disparatados. Aunque era cierto que los salarios haban

    comenzado a ascender con las huelgas, en 1964, no haban hecho ms que recuperar la

    cada que experimentaron con el Plan de Estabilizacin implementado en 1958 por

    Frondizi, de la mano de una fuerte represin. La posicin de FAA poco tena para

    envidiar a la de SRA, que se expres en una nota remitida al Ministerio del Interior

    demandando la intervencin de las fuerzas del orden para aplacar el conflicto:

    4La Tierra, 4/3/1966.

    5dem.

  • Tenemos el agrado de dirigirnos a V.E. solicitndole disponga con la mayor urgencia y energa la

    intervencin de la fuerza pblica nacional, dependiente de ese Ministerio, como el nico medio viable

    para poner fin de inmediato a la gravsima situacin que se vive en los establecimientos rurales del sur de

    la provincia de Santa Fe, a raz de los delitos cometidos por obreros afiliados al Sindicato nico de

    Trabajadores Rurales para obtener salarios exorbitantes [] Es pblico y notorio que obreros y dirigentes

    gremiales han invadido las chacras, y en actitud y con procedimientos intimidatorios, empleando armas y

    secuestrando personas, [] paralizan los trabajos rurales e impiden recoger la cosecha amenazando

    malograr sus resultados [] A ello se agrega la pasividad de las autoridades provinciales []6

    Cabe aclarar que estos hechos delictivos, denunciados por SRA y otras corporaciones,

    fueron negados rotundamente por el gobernador de Santa Fe, que acus a esta entidad

    de promover los rumores ms descabellados tendientes a lesionar la estabilidad

    institucional de la Repblica.7 Fue respaldado por la dirigencia sindical, que seal que

    las corporaciones empresarias magnificaban el conflicto para exigir una enrgica

    represin.8 La nota de SRA continuaba su diatriba contra los gremios, situando el

    conflicto en el contexto ms general de Plan de Lucha promovido por la CGT desde

    1963, adjudicado a un plan subversivo:

    La situacin imperante en el sur de Santa Fe se suma as, a la ola de paros, huelgas, delitos y otros

    hechos similares que afectan a todo el pas y tuvieron comienzo con el Plan de Lucha ejecutado por la

    CGT con el objeto extragremial de lograr un cambio de estructuras [] La indisciplina y la negacin de

    las jerarquas se ha entronizado en todos los lugares de trabajo, como consecuencia de la debilidad con

    que se procede y de la prdida del principio de autoridad que es imprescindible restablecer para que

    impere nuevamente el orden sin el cual la Repblica no podr recuperarse de la crisis moral y material

    que la afecta [] Este estado de cosas cada da ms alarmante por su creciente gravedad, es el resultado

    de un plan subversivo que pretende sumir en el caos al pas, para imponernos un rgimen extremista,

    contrario a la idiosincrasia y el sentir nacional.9

    Pero esta no fue la nica muestra de fervor anti-obrero. FAA y el resto de las

    corporaciones rurales se sumaron tambin a un reclamo en contra de la reforma de la ley

    de indemnizaciones, que apuntaba a elevar los montos devorados por la inflacin. La

    burguesa en su conjunto (desde la CGE hasta la UIA, pasando por las patronales

    agrarias) exigi, una vez aprobada la reforma en el Parlamento, que el Ejecutivo la

    vetara. Y lo consigui, frente a un gobierno completamente debilitado. As, se impona

    6SRA: Memoria de la Sociedad Rural Argentina 1965-1966, p. 72.

    7dem, p. 74.

    8La Nacin, 11/4/1966.

    9SRA: Memoria de la Sociedad Rural Argentina 1965-1966, p. 72.

  • el reclamo de orden en las filas de la clase dominante, que la intervencin militar vino a

    aplacar. No es extrao, entonces, que los patrones recibieran el golpe de estado

    encabezado por Ongana de la mejor manera.

    Las primeras medidas del gobierno de facto comulgaron con el objetivo de reestablecer

    el orden: se disolvieron los partidos polticos y el parlamento, y se intervinieron las

    universidades pblicas, nico foco opositor. Las corporaciones empresarias respaldaron

    abiertamente el golpe que haban impulsado. A nadie sorprende esta actitud de parte de

    SRA o CARBAP, pero si de FAA, a la que a algunos autores adjudican una inexistente

    vocacin democrtica.10 Esta corporacin respald la racionalizacin estatal y el

    despido de empleados pblicos, y si filtr alguna crtica fue que no se avanzaba a fondo

    en este sentido. Respald la represin que sigui a la huelga portuaria, reaccin a la

    reestructuracin que avanzaba sobre el rgimen laboral, y salud tambin la pax militar

    que disuadi, por primera vez en tres aos, los conflictos sindicales en la cosecha

    santafesina. No solo eso: exigieron que la dictadura profundice el saneamiento de las

    finanzas pblicas y criticaron por populista toda disposicin, por mnima que sea, en

    favor de los obreros. Incluso apoyaron, de la mano con la Sociedad Rural y CARBAP,

    el arribo de Krieger Vasena, precedido por un fuerte avance represivo contra la CGT y

    el vandorismo. Aunque con reticencias, aceptaron el restablecimiento de las retenciones

    a las exportaciones agropecuarias que impuso el flamante ministro, pero exigieron que

    ese sacrificio fuera puesto al servicio de una reestructuracin productiva. Para ello

    haba que avanzar con mayor fuerza en la eliminacin de las industrias artificiales

    subvencionadas por el erario pblico, reducir el dficit fiscal, eliminar a la burocracia

    de la administracin pblica y al personal sobrante en las empresas estatales. Todo

    avalado por el clima represivo impuesto por el gobierno de facto, sin el que difcilmente

    se podra haber avanzado en los reclamos de la burguesa terrateniente agropecuaria

    grande y chica. De esta manera se aseguraban que, a mediano plazo, la exaccin estatal

    de renta fuera disminuyendo y, de esta forma, restablecer el ingreso agropecuario.

    La luna de miel con las autoridades militares no se extendi ms all de la segunda

    mitad de 1967. La instauracin de las retenciones a comienzos de ese ao, que anulaban

    los beneficios que la burguesa agraria obtena de la devaluacin, fue el primer escollo

    en la relacin. Como sealamos, ms all de la protesta que elevaron los patrones del

    10

    Entre otros Mirta Palomino (Tradicin y Poder: La Sociedad Rural Argentina (1955 1983), CISEA, Buenos Aires, 1988) y Roberto Martnez Nogueira (Las organizaciones corporativas del sector

    agropecuario. Notas para un ensayo interpretativo de sus comportamientos, CISEA, Documento N 10,

    Buenos Aires, 1985).

  • agro, la medida fue aceptada como contribucin transitoria al saneamiento de la

    economa. Sin embargo, su mantenimiento en el tiempo fue minando su confianza en

    ese personal poltico que otrora haban promovido. El deterioro en la relacin se

    profundiz con nuevas medidas que apuntaban a aumentar el peso de la contribucin del

    agro al sostenimiento de la economa. Una de ellas, cuestionada por igual por grandes y

    chicos, fue el impuesto de emergencia a las tierras aptas. El paso del tiempo dejaba cada

    vez ms claro que, ms all de los conflictos ideolgicos entre liberales y

    populistas, ningn gobierno poda renunciar al elemento que sostena en buena

    medida el funcionamiento de la economa argentina: la renta agraria. Y contra ello

    batallaban las corporaciones agropecuarias, en una lucha que aunaba a chicos y grandes:

    eliminar por completo las transferencias de ingresos del agro a la industria urbana y el

    proletariado, an a costa de la reduccin de salarios y la desocupacin de masas, la

    privatizacin de empresas pblicas o la quiebra masiva de establecimientos fabriles. He

    aqu el programa de la burguesa terrateniente agraria, que comenz a expresarse en la

    intervencin conjunta de las cuatro corporaciones agrarias de alcance nacional:

    Federacin Agraria, Sociedad Rural, CRA y CONINAGRO.

    Los elementos constituyentes del programa agrario han quedado de manifiesto en la

    reconstruccin realizada hasta aqu. El primero de ellos era la oposicin tajante a

    conceder mejoras en las condiciones de venta de su fuerza de trabajo al proletariado

    rural, ya sea aumentando los salarios o modificando los regmenes laborales. Tambin

    se registr una oposicin a la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera en

    general, no slo por solidaridad con otras fracciones de la clase dominante, sino tambin

    porque buena parte de esas mejoras eran motorizadas por el Estado que se financiaba

    con la apropiacin de renta agraria. Por la misma razn, abogaron por la racionalizacin

    del gasto y de las empresas pblicas, saludando los despidos en la administracin.

    Tambin se opusieron a que la renta captada sea destinada a subvencionar a las capas

    ms dbiles e ineficientes de la burguesa nacional, incapaz de competir

    internacionalmente sin la tutela y proteccin estatal. En sntesis, como demuestra la

    oposicin conjunta de todas las capas de la burguesa rural a los aumentos de impuestos,

    el establecimiento de retenciones o tipos de cambio diferenciales, lo que unificaba a

    estas fracciones era la defensa de una riqueza social que consideraban propia. El

    corazn del programa agrario era la oposicin a todos los mecanismos establecidos por

    el Estado para apropiarse de la renta agropecuaria y distribuirla hacia otros actores

    sociales. Sin importar si sta se diriga a sostener la burocracia estatal, mejorar las

  • condiciones de vida de la clase obrera o sostener a ciertas capas de la burguesa

    industrial, lo que soldaba la unin era la oposicin tajante a cualquiera de estas polticas.

    Incluso achacaban al Estado problemas derivados de una situacin ms general, la crisis

    agraria, que se manifestaba en la reduccin de los montos de renta diferencial que

    ingresaba al pas y en el proceso de concentracin de la produccin. El Estado, al oficiar

    como terrateniente general, apropindose de la renta, era visualizado como la raz de

    todos los males, incluso aquellos que se derivaban del funcionamiento normal de la

    economa capitalista.

    El corazn del programa agropecuario consista en la defensa de la renta frente a los

    intentos de apropiacin por diferentes fracciones sociales, motorizados a travs del

    Estado. Era un programa profundamente impopular, que los llevaba a confluir en la

    alianza reaccionaria, encabezada por los sectores ms concentrados de la burguesa

    industrial, cuando estos avanzaban con mano dura sobre la clase obrera y contra las

    fracciones ms dbiles del entramado burgus. Sin embargo, rpidamente quedaba en

    evidencia que la alianza con la burguesa industrial urbana era circunstancial y estaba

    condicionada: dado que hasta los capitales ms grandes a nivel local dependan para

    subsistir de las transferencias de renta, la expropiacin de la burguesa agropecuaria era

    una condicin no negociable. Podan coincidir con la burguesa terrateniente en el

    avance contra la clase obrera y los capitales ms dbiles, pero no podan eliminar por

    completo las transferencias de ingresos en su favor. Por eso, ACIEL no era liberal.

    Los nicos que podan ser autnticamente liberales eran los burgueses agropecuarios.

    Por esa razn, ms all de confluencias puntuales, el agro no poda movilizar a otras

    clases o fracciones tras su programa, y terminaban dependiendo, para la defensa de sus

    intereses, de la unidad de todas sus capas y la movilizacin.

    A lo largo del perodo estudiado se verifica una tendencia a confluir de las diferentes

    capas de la burguesa rural en torno a este programa, porque la dinmica econmica y

    poltica iba convirtiendo en secundarias las diferencias que las enfrentaban, y las

    obligaba a abroquelarse en torno a lo que las una. El proceso de concentracin y

    centralizacin, junto al reacomodo de la escala que afectaba a las grandes propiedades,

    tenda a borrar las diferencias estructurales. Por otro lado, un proceso poltico signado

    por una crisis de acumulacin en que diferentes fracciones de clase se enfrentaban entre

    s en pos de apropiarse de los recursos provenientes de la renta agraria, que les

    permitiran sortear las consecuencias de esa crisis, las unificaba en su defensa. Sin

    embargo, esas tendencias a la unidad agraria se enfrentaran, en la etapa siguiente, a un

  • cambio significativo en la coyuntura poltica y econmica, que puso en cuestin el peso

    de estas coincidencias. Con el estallido del Cordobazo, se hara presente un problema

    que ya se anticipaba en las preocupaciones que expresaban las diferentes capas de la

    burguesa agropecuaria: el fantasma del comunismo.

    De la unidad programtica a divisin estratgica: la burguesa agropecuaria ante

    el proceso revolucionario (1969-1973)

    Desde 1968, la oposicin a las retenciones impuestas por Krieger Vasena fue soldando

    una unidad en la accin de las distintas capas de la burguesa agropecuaria, que se

    expres en una serie de encuentros y pronunciamientos comunes. La crisis poltica

    abierta por el Cordobazo en 1969, que comenz a bifurcar los caminos de la poltica, no

    hizo mella en la senda unitaria que comenzaba a recorrer la burguesa rural. La defensa

    unitaria frente a los intentos de apropiacin de la renta agraria sigui primando frente a

    otras determinaciones de la coyuntura poltica, como el ascenso de la alianza reformista

    o la creciente conflictividad social. Este elemento llevaba a una confluencia cada vez

    ms marcada de las corporaciones del campo.

    Las cuatro corporaciones mantuvieron reclamos similares a los observados en el perodo

    anterior. El eje de la protesta agraria sigui pasando por la demanda de precios

    remunerativos para el sector, que se vean afectados por el peso de los impuestos. En

    esta materia, dirigieron sus misiles contra dos blancos: el impuesto de emergencia a las

    tierras aptas, que comenz a aplicarse desde mediados de 1969, y las retenciones a la

    exportacin de productos agropecuarios. La presin impositiva sigui siendo asociada al

    peso excesivo de los gastos estatales, que todas las corporaciones se ocuparon de

    denunciar. A su vez, cuestionaron que los ingresos que se le sustraan al campo fueran

    destinados a subsidiar el consumo y a sostener una errnea poltica de sustitucin de

    importaciones. El resultado era, segn sus denuncias, que se estaba asfixiando al nico

    sector capaz de proveer divisas e impulsar el desarrollo nacional: el agro. La poltica

    seguida producira desaliento en los productores, desincentivara la inversin productiva

    y conducira al estancamiento. Estos tpicos fueron reiterados en decenas de

    comunicados y discursos por todas las corporaciones agrarias, sin excepcin.11

    11

    Para CRA y SRA, ver por ejemplo La Nacin, 24/7/1969, 23/8/1969, 17/9/1969 y Memoria de la

    Sociedad Rural Argentina 1968-1969, pp. 67-69; para FAA y CONINAGRO: La Tierra, 24/7/1969,

    4/12/1969 y La Nacin, 25/9/1969.

  • Al aumento del costo de los insumos que retrasaba los precios agropecuarios, se sum,

    luego del Cordobazo, un nuevo problema: el de los costos salariales. Tras permanecer

    dos aos congelados, estaba prevista la apertura de negociaciones paritarias para 1969.

    Y las mismas no se desarrollaran en el mejor contexto para la burguesa: el alza de la

    lucha de clases que sigui al Cordobazo, y el lugar que comenzaron a ocupar dirigentes

    gremiales de izquierda en comisiones internas y seccionales sindicales provinciales,

    auguraban una negociacin salarial conflictiva. Las corporaciones agropecuarias

    pasaron factura al gobierno del efecto del aumento de sueldos, que conflua con el

    reclamo de mejorar los precios frente a costos crecientes. Otro reclamo que se sum en

    este perodo fue el rechazo a las medidas para controlar los precios de la carne,

    implantadas a mediados de abril de 1970. Las polticas de control de precios no eran

    nuevas, y venan siendo denunciadas por las corporaciones desde el inicio del Plan

    Krieger Vasena. Sin embargo, el nuevo paquete de medidas inclua una particular, que

    provoc un fuerte rechazo en la burguesa agropecuaria: la implementacin de una veda

    al consumo interno de carne vacuna. Desde fines de 1969, los precios internos de la

    carne fueron sufriendo un aumento progresivo, empujados por el alza internacional.

    Este fenmeno vena impulsando la suba del costo de vida, generando un gravoso

    problema para el gobierno. As, la veda termin implantndose, primero en forma

    temporal, y luego se mantuvo con diferentes variantes y medidas complementarias hasta

    el fin del ciclo de la Revolucin Argentina. Las corporaciones agropecuarias de

    conjunto rechazaron las medidas desde un primer momento. El conflicto, a su vez, fue

    motivo de acercamiento para las corporaciones otrora enfrentadas: desde la

    implantacin de la veda proliferaron los pronunciamientos conjuntos y las reuniones

    para acordar los trminos de la intervencin.

    A diferencia de la etapa anterior, las corporaciones agropecuarias no se limitaron a

    denunciar la situacin imperante, sino que comenz a desarrollarse, hacia 1970, un

    incipiente proceso de movilizacin de las bases. El primer impulso parti de FAA, que

    en marzo lanz un Plan de Accin Gremial, consistente en una serie de actos y

    asambleas para denunciar la crisis del campo en distintos puntos del pas.12 Una

    asamblea de particular importancia se desarroll en Tres Arroyos (Buenos Aires), el 8

    de agosto de 1970. La misma fue convocada por FAA, CARBAP, CSRP13

    y ACA,14

    12

    La Tierra, 12 y 19/3/1970; 16/7/1970. 13

    Corporacin de Sociedades Rurales de la Patagonia, adherida a CRA.

  • que agrupaban al conjunto de sociedades rurales, cooperativas y filiales de la zona del

    sudoeste y oeste de Buenos Aires y este de La Pampa. Es decir, por corporaciones

    pertenecientes a los dos bloques agrarios que hasta ese momento haban actuado por

    separado. Sin duda, constituy un hito en el proceso de unidad que se vena

    desarrollando y que terminara dando forma a la Comisin de Enlace algunos meses

    despus. El encuentro se prepar con tiempo. A fines de junio, se conform una

    comisin organizadora, y se dispuso que todas las instituciones comprometidas llevaran

    adelante actividades de difusin y reuniones preparatorias en su zona de influencia.15

    De

    la asamblea participaron finalmente 1.200 delegados de ms de un centenar de entidades

    gremiales y cooperativas de primer grado, e intervinieron, entre otros, los mximos

    dirigentes de CARBAP y FAA. La asamblea vot solicitar a las entidades madres del

    movimiento agropecuario la convocatoria a una reunin nacional en Capital Federal,

    para demostrar al gobierno la unidad de propsitos del campo. A su vez, se resolvi que

    la comisin organizadora elaborara un memorial para entregar al gobierno con sus

    reclamos.16

    En dicho memorial exigieron, nuevamente, reducir la carga impositiva sobre

    el sector y mejorar los precios.17

    Esta fue la primera de una serie de asambleas

    convocadas por las cuatro corporaciones agropecuarias de influencia nacional, que se

    sucedieron anticipando la futura confluencia de todas ellas en la Comisin de Enlace.

    La multiplicacin de actos y asambleas, en especial aquellas en las que entidades otrora

    enfrentadas confluan, estaba dando cuenta de un vasto movimiento que apuntaba hacia

    la unificacin de las corporaciones para enfrentar la poltica agropecuaria

    gubernamental. Ese movimiento ya se haba insinuado en las reuniones celebradas

    durante 1968 y 1969 a nivel dirigencial, de las que haban brotado pronunciamientos

    conjuntos objetando medidas puntuales. Las tendencias a la unidad eran cada vez ms

    palpables. En los primeros das de agosto, los dirigentes de CRA, SRA, FAA y

    CONINAGRO concurrieron juntos a una audiencia con el presidente Levignston, en el

    que entregaron un memorial con sus reclamos. El comunicado de prensa emitido por las

    entidades destacaba que esto indica hasta que punto el campo est unido, unin que se

    ha evidenciado en muchas oportunidades y que sigue vigente.18 Uno de los ejes del

    discurso inaugural de Antonio Di Rocco (presidente de FAA) en el 58 Congreso Anual

    14

    Asociacin de Cooperativas Argentinas, adherida a CONINAGRO, aunque en lnea opuesta a la

    direccin ligada a FAA. 15

    La Nacin, 29/6/1970. 16

    La Nacin, 9/8/1970. 17

    La Nacin, 24/8/1970. 18

    La Nacin, 4/8/1970.

  • de la Federacin, de fines de septiembre, fue el proceso de unidad que ya se encontraba

    en marcha. El mismo fue presentado como una necesidad imperiosa dictada por las

    circunstancias, y como nica alternativa para enfrentar y derrotar a una poltica

    agropecuaria divorciada de la realidad:

    El campo, seores, va a unirse definitivamente y son las cruciales circunstancias por las que atraviesa,

    las que acelerarn el proceso. Hoy el pequeo, el mediano y el grande productor, estn igualmente

    desorientados, por cuanto no vislumbran ninguna posibilidad que se revierta el proceso actual, sobre la

    base de una verdadera poltica agraria que se ha venido reclamando constantemente, sin que jams se

    pasara de enunciados y de los consabidos planes, proyectos, estudios y ros de tinta, verdaderos

    monumentos a la letra muerta; o del nivel de las aspirinas para el tratamiento de un enfermo tan grave que

    su mal lo ha transmitido a todo el pas y a todos sus sectores, sin que se reflexione que es imperioso

    curarlo para salvar al conjunto nacional [] Slo unido el campo podr hacer cambiar la mentalidad de

    muchos de nuestros economistas de turno, que han estado errando constantemente el enfoque de la

    conduccin por desconocimiento del agro; por la falta de comunicacin y de dilogo con el sector, al que

    slo se recuerda para aplicarle impuestos, tasas, retenciones y establecerle o manejarle precios deprimidos

    a su produccin, obligndolo [] a subsidiar todas las verdaderas ineficiencias estructurales

    argentinas.19

    La referencia fue saludada por el presidente de CARCLO,20

    quien pronunci un

    discurso en la inauguracin del congreso de FAA, lo que de por si, ya era una muestra

    de lo avanzadas que estaban las tratativas de unificacin. Destac, a su vez, a ese gran

    movimiento de unidad que se estaba gestando:

    [] Quiero hacer referencia a algo que nos atae a todos. Se est gestando en el pas un gran

    movimiento de unidad de los productores agropecuarios. El paso principal se est dando: existe

    conciencia en el productor agropecuario sobre la necesidad de unirse. En primer trmino es necesario que

    esa conciencia se concrete en los hechos, reafirmando y apuntando las organizaciones primarias.

    He recorrido en funcin de dirigente gremial distintos mbitos del pas y vi una cosa saludable: los

    productores se sienten ya una sola familia. Ya ese viejo esquema de la divisin de los productores

    agropecuarios se ha echado por la borda. Se habla con mucha insistencia de la necesidad de crear y

    fortalecer nuestras organizaciones de 2 y 3 grado.21

    Finalmente, el 5 de octubre se anunci en conferencia de prensa la convocatoria a una

    asamblea nacional conjunta por parte de SRA, FAA, CONINAGRO y CRA. La misma

    19FAA: 58 Congreso Anual. Conclusiones, 1970. 20

    Confederacin de Asociaciones Rurales del Centro y Litoral Oeste, adherida a CRA. 21

    La Tierra, 24/9/1970.

  • se realizara el 26 y 27 de octubre en Rosario, y como sealaron en la conferencia, era la

    conclusin de un largo esfuerzo unitario. El mismo se habra iniciado, como relataron,

    con la organizacin del Congreso Nacional del Trigo de 1968, y de all en adelante, con

    reuniones peridicas y pronunciamientos comunes. Mencionaron como hitos en este

    proceso la elaboracin de un proyecto de Ley de Carnes, la administracin de la

    Corporacin Argentina de Productores de Carne (CAP) y la accin conjunta frente al

    Plan Econmico puesto en vigencia en 1967.22 Para la preparacin del encuentro

    nacional, se decidi impulsar una serie de asambleas regionales en distintos puntos del

    pas, como Baha Blanca y Rosario.23

    Se proyectaba a su vez que, luego de las

    deliberaciones de la denominada Primera Reunin Nacional de Entidades

    Agropecuarias, una comisin especialmente designada se abocara a la redaccin de las

    conclusiones de la asamblea. Un verdadero programa comn, que sera presentado y

    refrendado en una nueva asamblea nacional a desarrollarse en noviembre en la Capital

    Federal.24

    La asamblea nacional agropecuaria de fines de octubre abri con un posicionamiento

    fuerte. Se ley una declaracin conjunta, firmada por las entidades convocantes, que

    resalt el franco deterioro que impera en el sector rural, como consecuencia de un

    largo proceso caracterizado, en lo que se refiere al sector agrario, por los reiterados

    errores de la conduccin oficial, imprevisora, estatizante y burocrtica en exceso.25 A

    continuacin, se debatieron en detalle todos los problemas del sector, y se destac la

    intervencin de los mximos dirigentes de las entidades rurales. Se objetaron con dureza

    las medidas que regulaban el comercio de carnes y las retenciones, y demandaron

    mayores desgravaciones. La poltica impositiva en su conjunto fue criticada por todos

    los sectores. Exigieron mayor participacin de las corporaciones en la elaboracin de las

    medidas y llamaron a recurrir a la accin directa para imponer a las autoridades sus

    reclamos.26

    Las semanas que siguieron a la Primera Reunin Nacional de Entidades Agropecuarias

    estuvieron destinadas a la elaboracin del documento programtico, que fue presentado

    y aprobado en un multitudinario acto realizado el 17 de noviembre de 1970 en el local

    de la Sociedad Rural en Palermo, Capital Federal. All se dieron cita 10.000 productores

    22

    La Tierra, 8/10/1970. 23

    La Nacin, 17/10/1970. 24

    La Nacin, 26/10/1970. 25

    La Nacin, 27/10/1970. 26

    dem.

  • de diferentes puntos del pas, y estuvieron presentes las mximas autoridades del

    gobierno nacional y de las provincias, entre ella el ministro de Economa Aldo Ferrer y

    el secretario de Agricultura Walter Kluger. Adems de refrendar el programa, se decidi

    constituir la Comisin de Enlace, un frente conformado por las cuatro entidades que

    impulsaron el encuentro.27

    El acto comenz con la lectura del documento conjunto, aprobado nuevamente por

    aclamacin. El mismo se iniciaba con un balance general (negativo) de la situacin

    econmica, poltica y social del pas, cuyo estancamiento se atribua a la desidia

    expresada por los distintos gobiernos frente a la cuestin agraria. Sealaba que la

    evolucin econmica y social de la Argentina, especialmente desde la posguerra, no

    resultaba satisfactoria para ningn sector social. Ello sera el resultado de un grave error

    en la concepcin del desarrollo y de la aplicacin de polticas que, en todos los casos,

    haban contribuido a deteriorar progresivamente al sector agropecuario, estrangulando

    sus ingresos. Esto llev al estancamiento del agro, que a su vez era la causa del

    estancamiento nacional. Esta concepcin errada del desarrollo nacional se basaba en el

    criterio de que ste podra alcanzarse mediante un fuerte proteccionismo, que

    posibilitara un rpido proceso de sustitucin de importaciones. Este diagnstico,

    basado en la experiencia que sigui a la crisis del 30 debi haber sido revisado en los

    aos subsiguientes, y en particular a partir de la ltima posguerra. Por el contrario, la

    poltica econmica argentina sigui fundada en tales concepciones:

    En base a ellos, se protegi al desarrollo industrial con aranceles que llegaron a significar efectivas

    prohibiciones para la importacin. Al amparo de dicha proteccin, se desarrollaron algunas industrias con

    niveles de eficiencia relativamente bajos en comparacin con los internacionales y con notorios defectos

    en el orden de la dimensin de las empresas [] Por su parte, por las razones apuntadas, se deprimieron

    las posibilidades de exportacin, mediante la aplicacin de tipos de cambio desfavorables o la imposicin

    de altos tributos. Estas medidas, tenan un efecto indirecto de subsidio al consumo y al desarrollo

    industrial, mediante la artificial depresin de los precios de los productos agrarios. [] Las sucesivas

    devaluaciones monetarias, que acompaaban tardamente al proceso inflacionario, slo compensaron un

    deterioro ya existente, y sus efectos sobre los precios agrarios, fueron rpidamente absorbidos por los

    aumentos de costos que provocaron.28

    27

    La Nacin, 18 y 19/11/1968. 28CRA, SRA, FAA, CCEA y CONINAGRO: El agro y el desarrollo nacional. Conclusiones, Buenos Aires, 17 de noviembre de 1970.

  • A pesar de la sucesin de gobiernos de distintos signos polticos, el esquema se

    mantuvo, a excepcin de perodos cortos que no modificaron la tendencia. Destacaban

    que su objecin no era hacia la industria en general, sino a la falta de racionalidad en la

    concepcin de la poltica industrial, as como los instrumentos puestos en ejecucin para

    concretarla:

    [] La Repblica Argentina debe orientarse hacia un modelo de economa que cuente con un nivel de

    proteccin para la industria nacional, establecido en el lmite adecuado para que empresas debidamente

    dimensionadas, con una asistencia tcnica correcta y bien administradas, puedan superar algunas

    desventajas que eventualmente el pas pueda presentar para enfrentar la competencia de la industria

    extranjera en pie de igualdad, trabajando simultneamente para removerlas.29

    En este mismo sentido, se objetaba el alto costo de los insumos agropecuarios,

    derivados de niveles de proteccin irracionales que condenaban al sector a pagar

    precios muy por encima de los internacionales, subsidiando la industria nacional.

    Exigan que esas industrias vayan adquiriendo una capacidad competitiva que

    produzca la liberacin de recursos actualmente transferidos por el agro como subsidios.

    Que el Estado, mediante la aplicacin de herramientas promocionales (como el crdito o

    los impuestos) obligara a la modernizacin de estos sectores, desechando una

    estrategia de simple e irracional transferencia de ingresos.

    Durante los cuatro aos de la Revolucin Argentina, sostena el documento, se

    deprimieron los ingresos del agro a fin de lograr una estabilidad que no se consigui. El

    Estado absorba un tercio del PBI con el agravante de una deficiente devolucin en

    obras y servicios para la comunidad. La gestin estatal de empresas resultaba

    ineficiente, por ausencia de responsabilidad empresarial y por la inevitable politizacin

    y burocratizacin de la administracin. En lugar de reducir el gasto pblico, se lo ha

    aumentado con nuevos organismos burocrticos y nuevas aventuras de empresario que,

    en ltima instancia, siempre pagan los sectores productivos ms eficientes de la

    poblacin, sealaba. La reduccin del gasto pblico deba ser el eje de toda poltica de

    estabilizacin, para liberar recursos de los sectores improductivos hacia los ms

    productivos (especialmente el agro), lo que generara un verdadero desarrollo

    econmico.

    En consonancia, se expres una fuerte crtica a la poltica fiscal, sealando que no deba

    tener una finalidad recaudadora como hasta ahora, sino estimular una mayor produccin

    29

    dem.

  • y productividad. Demandaban una profunda reforma fiscal, discutida con los

    productores, que adems de simplificar y evitar superposiciones de cargas, generara

    estmulos a la produccin agropecuaria. En concreto, exigieron la eliminacin del

    impuesto a las tierras aptas y las retenciones, aumento de los mnimos no imponibles y

    deducciones en rditos, entre otras cuestiones que apuntaban en la misma direccin:

    reducir sustancialmente la carga fiscal sobre la produccin agropecuaria.

    Sealaron tambin que cualquier poltica de estabilizacin estaba condenada al fracaso

    si no se apoyaba en exportaciones crecientes que alejaran el peligro de la crisis de

    balanza de pagos. Esto implicaba una mayor produccin de aquellos bienes que la

    Argentina elaboraba a costos internacionales, y que poda colocar en mayores

    cantidades en el mercado mundial. Casi en su totalidad, este tipo de productos eran

    agropecuarios. Y la nica forma de conseguir estas metas era estimular al sector, por

    ello pedan elevar sus precios relativos: siendo el precio el incentivo inmediato de toda

    actividad econmica, lo lgico es que para obtener una mayor produccin agropecuaria

    exportable, deban mejorarse los precios relativos de dichos productos. Sin mejores

    ingresos, no habra estmulo a la inversin y a la incorporacin de tecnologa que

    permitiera elevar la produccin. Hasta el momento, sealaban, se haba hecho todo lo

    contrario: el agro habra llegado a una situacin de gran deterioro por las polticas

    aplicadas, muchas de ellas sin coherencia y como reacciones coyunturales frente a

    ciertos problemas. Se referan particularmente a la poltica cambiaria y las retenciones,

    que impedan al agro vender sus productos a precios internacionales, y por las cuales el

    Estado obtenida una masa de renta que destinaba a subsidiar al entramado industrial. El

    reclamo tambin apuntaba a los controles de precios, que contenan los efectos de la

    inflacin sobre los bienes-salarios, oficiando como subsidio al consumo de las masas.

    Demandaban, por tanto, una poltica de desarrollo agropecuario, basada en la

    rentabilidad de las explotaciones y la participacin de las entidades en la elaboracin de

    tal poltica.

    Este programa sintetizaba los planteos que las cuatro entidades venan expresando desde

    haca por lo menos cuatro aos. El corazn del mismo era la defensa de la renta agraria

    frente a la apropiacin por otros sectores. En su concepcin, una poltica que sustrajera

    parte de los ingresos del agro para destinarlos a subsidiar el desarrollo industrial o el

    consumo de las masas urbanas, terminaba liquidando al nico sector capaz de impulsar

    el desarrollo nacional, condenndolo al estancamiento y con l, a todo el pas. La

    poltica que postulaban apuntaba a evitar este tipo de transferencias del agro a la

  • industria, haciendo que los productores agrarios percibieran el precio lleno por la

    exportacin de sus productos, que los impuestos se redujeran al mnimo y sean iguales

    para todos los sectores (sin discriminaciones). Por eso exigan una mayor

    racionalizacin del aparato estatal y el saneamiento de la industria nacional, que

    eliminara progresivamente a los sectores ineficientes. Esa era la forma concreta que

    adquirira el restablecimiento de la rentabilidad de la explotaciones agropecuarias:

    concentracin y centralizacin del entramado industrial, achicamiento del Estado,

    desocupacin y bajos salarios.

    Ms all de las diferencias frente a problemas puntuales, las cuatro corporaciones

    principales de la burguesa agraria argentina coincidan en la defensa de un supuesto

    derecho a apropiarse para s de la renta diferencial de la tierra. Y de ah sus reclamos:

    haba que racionalizar el Estado, despedir empleados, contraer los salarios reales y los

    gastos sociales. Un programa profundamente impopular, opuesto a cualquier forma de

    reformismo. Y si algn sector de la clase obrera osaba discutir esa forma de repartir la

    riqueza social, solicitaban inmediatamente el reestablecimiento del orden y la disciplina

    (que era la formula eufemstica para pedir represin), como hicieron bajo el gobierno de

    Illia.

    Ese programa era el que se vena expresando en cada intervencin pblica y en cada

    demanda de las corporaciones agropecuarias. Y era el programa implcito de cada una

    de las intervenciones futuras, que a partir de este momento seran formuladas

    conjuntamente, y con fluida periodicidad, a travs de la flamante Comisin de Enlace.

    Un programa que ubicaba en el Estado la raz de todos los problemas, sin identificar el

    proceso ms general que explicaba la crisis del sector y del capitalismo argentino: la

    cada en los niveles de renta agraria, que otrora haban sostenido un desarrollo que ya no

    era viable en las nuevas condiciones.

    La Comisin de Enlace, un xito organizativo de la burguesa agropecuaria, no se

    tradujo en un xito poltico que permitiera imponer sus demandas al Estado. Frente a la

    unidad del agro, el presidente Lanusse no tuvo ms remedio que ofrecerles la cartera de

    Agricultura y Ganadera, que pas de secretara a ministerio, respondiendo a una vieja

    demanda de las corporaciones. El flamante ministerio fue ocupado por Antonio Di

    Rocco, presidente de FAA y uno de los principales impulsores del proceso de

    confluencia corporativa. Sin embargo, su gestin choc una y otra vez con una realidad

    difcil de eludir, que impeda la concrecin del programa agropecuario: la dependencia

    imperiosa de la estructura econmica nacional de las transferencias de renta agraria. Por

  • esta razn, Di Rocco no pudo eliminar ni las retenciones ni la veda al consumo de carne,

    y su gestin, plagada de gestos hacia las corporaciones, no modific el corazn de la

    poltica econmica. Finalmente, termin renunciando con el cuestionamiento de sus

    pares.

    La Comisin de Enlace, golpeada por este fracaso, no sobrevivi a la nueva coyuntura

    poltica, signada por el ascenso del reformismo peronista cuyo retorno al poder se

    impona como estrategia poltica para contener una conflictividad social creciente. El

    Cordobazo marc el comienzo de un proceso de ascenso de la lucha de clases, que lleg

    a poner en cuestin la dominacin burguesa. Frente a ello, la clase dominante se dividi,

    emergiendo de ella un sector que propugnaba el retorno de Pern como forma de

    contener la crisis. La alianza reformista renaca y se nutra de importantes fracciones de

    clase que se encolumnaban detrs de esta estrategia. La burguesa agropecuaria vio as

    renacer viejas divisiones, que haran imposible reeditar la unidad hasta 1975.

    Los muchachos peronistas. Las corporaciones agropecuarias ante la restauracin

    democrtica (1973-1974)

    El comportamiento de las corporaciones empresariales en Argentina se reorient en la

    etapa post Cordobazo. La insurreccin popular de mayo de 1969 provoc una crisis

    poltica de tal magnitud que oblig al elenco gobernante a adoptar medidas que

    contemplaran parcialmente ciertos reclamos del movimiento obrero, como

    recomposiciones salariales, para evitar desbordes mayores. Sin embargo, esto no

    alcanz a contener la situacin. Tampoco la salida de Krieger Vasena ni la de Ongana

    descomprimieron la presin social. Se haba abierto una crisis de rgimen que solo una

    apertura democrtica sin restricciones poda encauzar. Por eso, con la llegada de

    Lanusse a la primera magistratura, se iniciaron las negociaciones en pos del retorno del

    peronismo como forma de restablecimiento del orden alterado. El rumbo elegido llev a

    realineamientos y cambios de estrategia de las corporaciones agrarias e industriales.

    La Confederacin General Econmica (CGE), recluida durante el perodo previo, se

    constituy en la vanguardia de la alianza reformista que impuls el retorno de Pern.

    Recin despus del estallido de mayo de 1969 la CGE impugn globalmente el

    programa econmico de la Revolucin Argentina. Su balance del Cordobazo, que

    coincida con el de la Confederacin General del Trabajo (CGT), cargaba las tintas

    sobre la gestin de Krieger Vasena, adjudicando la explosin social a la poltica

  • econmica liberal, extrajerizante y carente de contenido social promovida por la

    dictadura. Su plan alternativo para revertir la crisis, que prefiguraba el Pacto Social

    implementado en 1973, ya haba sido esbozado poco despus del Cordobazo, en junio

    de 1969. En esa oportunidad, en medio de la crisis gubernamental, la CGE llam a un

    dilogo institucional con la participacin de las entidades representativas.30

    Apuntaban, por un lado, a acaudillar a ciertos sectores de la burguesa nacional que se

    nucleaban por fuera de la entidad; y por otro, a atraer a su campo a la CGT. El

    Cordobazo abri una peligrosa brecha entre burguesa y proletariado, y la confluencia

    con la CGT apuntaba a cerrarla. El proyecto reformista se presentaba entonces, no solo

    como una alternativa sectorial para las empresas pequeas y medianas, sino como

    expresin de un inters general de la nacin. Resultaba imperioso implementar una

    poltica econmica y social alternativa, para conjurar el fantasma de los enfrentamientos

    sociales.

    La coincidencia en el terreno corporativo de la CGE y la CGT era la primera

    manifestacin de la resurreccin de la alianza reformista, relegada a posiciones

    marginales en los aos previos. En el terreno poltico, el lanzamiento de La hora del

    pueblo pona nuevamente en carrera al peronismo para asumir la direccin de esa

    alianza, y de la transicin democrtica que comenzaba a abrirse paso. En sus objetivos

    estratgicos coincida con los planteos defendidos en el plano corporativo por la CGE y

    la CGT. As qued plasmado en septiembre de 1972, cuando el grueso de las fuerzas

    polticas suscribieron el documento Coincidencias programticas del Plenario de

    Organizaciones Sociales y Partidos Polticos, elaborado por la CGE y la CGT, que

    plasmaba la poltica que de la mano de ambas corporaciones implementara el gobierno

    peronista en 1973.

    El programa econmico promovido por la CGE y la CGT estaba asentado en dos

    pilares: expandir la capacidad adquisitiva de la poblacin mediante una mejor

    distribucin del ingreso, y proteger e incentivar a la industria nacional. Esas eran las

    bases del proyecto que agitaba la CGE, cada vez ms claramente asociado al retorno del

    peronismo. Se buscaba, de esa manera, ofrecer una alternativa poltica atractiva para los

    sectores sociales que se radicalizaban y comenzaban a romper los lazos ideolgicos que

    los ataban a la clase dominante. Era el plan de contingencia para reencauzar

    institucionalmente el proceso que se haba abierto tras el Cordobazo. Sin embargo esta

    30ODonnell, Guillermo: El estado burocrtico autoritario, Prometeo, Buenos Aires, 2009, p. 236.

  • propuesta poltica no era compartida an por todas las fracciones de la clase dominante.

    Por esa razn, el perodo que se extendi entre 1969 y 1973 se caracteriz por una

    profunda fragmentacin al interior de la burguesa, que se expresaba en dos propuestas

    que chocaban entre si: la salida reformista, propuesta por la CGE, y la profundizacin

    del camino reaccionario y represivo, que postulaban la Unin Industrial Argentina o la

    Sociedad Rural.

    Dentro de la UIA, la puja entre reaccionarios y reformistas activ disputas intestinas que

    enfrentaban a la direccin, compuesta por los capitales ms grandes a escala nacional

    que podan beneficiarse de ciertos grados de apertura comercial por la posibilidad de

    importar bienes de capital, y a una base de capitales mucho ms dbiles, que

    demandaban proteccin. Entre 1966 y 1969 haba primado la estrategia de los capitales

    grandes, plasmada en la permanencia de la UIA en ACIEL, que respald el programa de

    Krieger Vasena. Tras el Cordobazo, esta lnea sigui siendo dominante, aunque al poco

    tiempo comenzaron a aflorar los cuestionamientos de los capitales ms dbiles que a la

    larga terminaron imponindose, forzando la retirada de ACIEL y la confluencia con la

    CGE.

    El recorrido de las corporaciones agropecuarias no fue ajeno a la fuerza que adquira la

    alianza reformista, que tambin impuso la divisin en su seno. Los caminos divergentes

    que tomara la burguesa agropecuaria comenzaron a insinuarse en los balances

    contrapuestos que hicieron de las insurrecciones de 1969. Sin embargo, no fue hasta que

    se puso en marcha la transicin democrtica, en 1971, que la divisin se concret. En

    particular para Federacin Agraria, el Cordobazo habilit un giro en las posiciones

    polticas sostenidas por la entidad. En un documento elevado a Ongana a principios de

    julio de 1969, FAA criticaba la orientacin econmica monetarista, que impuso una

    estabilizacin con altos costos sociales, a la que achacaba el estallido social.

    Demandaba un giro hacia el estructuralismo y la puesta en marcha del demorado

    tiempo social.31 No es casualidad que haya sido FAA la primera en renegar de su

    apoyo a la poltica liberal. Era su forma de reaccionar ante el proceso de

    concentracin y centralizacin de la economa, que afectaba particularmente a las capas

    ms dbiles de la burguesa agraria, nucleadas en su seno, expulsndolas de la

    produccin. Muy distinto era el balance que haca SRA de los estallidos

    insurreccionales. A diferencia de lo que caracterizaba FAA, la protesta sera

    31

    La Tierra, 2/7/1969.

  • injustificada y producto de extremistas y provocadores.32 O sea, la violencia era

    externa a la sociedad, y no el resultado de un pueblo cansado de los costos que impona

    la poltica econmica.

    Tras el alejamiento de Krieger Vasena, la Sociedad Rural y CRA, junto a sus socios de

    ACIEL, demandaron que se mantuviera el rumbo econmico, y criticaron a quienes

    propiciaban el abandono de los lineamientos seguidos hasta ese momento en pos de un

    estatismo que terminara derivando en el colectivismo que promova el desorden y

    la protesta social.33

    Pero Federacin Agraria, que haba compartido la crtica liberal

    hasta 1969, comenzaba a tomar distancia de estos planteos. Ms all de cierta

    ambigedad, tmidamente se iba arrimando a la alianza reformista que se reconstitua y

    cobraba fuerza. Hacia 1971 ese acercamiento se consum. El proceso de restauracin

    democrtica estaba definitivamente lanzado, y el ascenso peronista pareca irrefrenable,

    no solo por las alianzas que haba sabido construir en el trayecto, sino por la

    profundizacin de un proceso revolucionario que solo el retorno de Pern y el reflote de

    las ilusiones reformistas pareca capaz de contener. Frente a ello, FAA termin

    abandonando a sus socios de la burguesa agraria para jugarse de lleno por la fuerza

    social encabezada por el peronismo y la CGE.

    Con su nuevo presidente, Humberto Volando, que asumi el cargo en 1970, FAA

    incorporaba nuevos tpicos que reforzaban un discurso nacionalista y reformista que

    encajaba perfectamente con los vientos que comenzaban a soplar. As, la entidad

    manifest su coincidencia con los dirigentes de CGE, CGT y diversos partidos polticos,

    sealando que el pas reclama un cambio de poltica econmica.34 Tambin propugn,

    de la mano de los planteos que expresaba la alianza CGE-CGT, por aumentos

    salariales.35

    El cambio de etapa econmica, motorizado por el ascenso de los precios

    internacionales de las mercancas agrarias, dio consistencia y viabilidad al giro

    reformista que se profundizaba en los planteos de la entidad.36

    La impronta que adquira la salida democrtica influy tambin sobre algunos

    posicionamientos de CRA, que comenz a coquetear con el reformismo y tomaba

    distancia de ACIEL y SRA, sin alinearse abiertamente con sus antagonistas. Ello se

    evidenci en algunas de las medidas propuestas a fines de 1971, ante el agudo proceso

    32

    Memoria de la Sociedad Rural Argentina 1968-1969, p. 63. 33

    Cronista Comercial, 4/7/1969; La Nacin, 23/7/1970. 34

    La Nacin, 20/3/1972. 35

    La Tierra, 4/5/1972. 36

    Iigo Carrera, Juan: La formacin econmica de la sociedad argentina, Imago Mundi, Buenos Aires,

    2007, pp. 51-85.

  • de deterioro econmico. Demandaba, por ejemplo, reactivar la expansin

    econmica, promover la descentralizacin industrial y el mantenimiento de los

    salarios reales como condicin para fortalecer el consumo interno, permitiendo el

    crecimiento de la actividad de la empresa nacional a niveles ptimos.37 Las posiciones

    asumidas por la entidad contrastaban notoriamente con las de ACIEL y coincidan con

    la lnea propuesta por Lanusse, a la que CRA se acercaba.

    Lo que hasta 1971 fueron balances contrapuestos, se convirti en un enfrentamiento

    abierto al ao siguiente. En el marco de una disputa que cruzaba la sociedad por las

    caractersticas que asumira la transicin, en enero de 1972 la CGE lanz una ofensiva

    convocando a medidas de fuerza que escondan, detrs de los reclamos corporativos, el

    intento de imponer una restauracin democrtica sin restricciones. Tras realizar un

    balance crtico de la coyuntura poltica y econmica, FAA respald abiertamente las

    medidas convocadas por CGE, coincidiendo en la necesidad de fortalecer a las pequeas

    industrias y elevar el poder adquisitivo de los sectores populares.38 Frente a las

    objeciones provenientes del arco liberal (SRA y ACIEL se opusieron abiertamente a

    toda propuesta de mejora salarial y cuestionaron el plan de lucha de la CGE por sus

    motivaciones polticas), FAA defendi a la CGE de sus detractores, sealando que

    quienes criticaban las medidas de fuerza prefieren resguardar sus privilegios de hoy a

    salvaguardar en su integridad el cuerpo social.39 Acompaando la ofensiva de la CGE,

    en marzo de 1972 Federacin Agraria se lanz a convocar medidas de fuerza, realizando

    actos y asambleas en distintos puntos del pas.40

    Otro punto que divida aguas entre reaccionarios y reformistas era el de la propiedad

    privada de la tierra. El programa elaborado por la CGT y la CGE, en sintona con los

    planteos del peronismo, contemplaba realizar una reforma agraria para poner en

    produccin las tierras ociosas o deficientemente explotadas. Como expres el

    presidente de Federacin Agraria, la entidad apoyaba la reforma, no tanto por los

    beneficios que pudieran recibir sus bases, que haban accedido ya a la propiedad de la

    tierra en los aos previos, sino porque apuntaba a dar contencin a la conflictividad

    social: soy un pequeo propietario [pero] prefiero esta solucin a que maana me

    sorprenda una invasin de campos por parte de trabajadores sin tierras.41 Los dirigentes

    37

    La Nacin, 15/12/1971. 38

    La Tierra, 27/1/1972. 39

    La Tierra, 3/2/1972. 40

    La Nacin, 1/4/1972 y 9/4/1972; La Tierra, 6/4/1972. 41

    La Tierra, 20/7/1972.

  • de CRA y SRA salieron a cuestionar el pronunciamiento pblico de FAA a favor de la

    reforma agraria, acusndola de incentivar un debate que dividira el frente agropecuario.

    Se posicionaron por una defensa irrestricta de la propiedad privada de la tierra y

    acusaron a los partidos polticos que apoyaban el proyecto de generar incertidumbre y

    perturbar la actividad privada.42

    El tema haba adquirido tal relevancia que hasta se col en la interna de la Sociedad

    Rural, con la presentacin de una lista opositora a las elecciones en las que se renovara

    la comisin directiva y la presidencia, un hecho indito en la vida institucional de la

    entidad. Ms an lo eran los trminos en los que se plante la disputa, en la que la lista

    opositora retomaba propuestas esbozadas por Federacin Agraria, como la funcin

    social de la tierra o la necesidad de una economa concertada, elementos del

    programa reformista que agitaba a su vez el peronismo. En solicitadas y actos pblicos

    la lista opositora haba planteado la necesidad de que los productores asumieran mayor

    responsabilidad social, para dar respuesta a las necesidades de las masas y satisfacer

    los reclamos de justicia social.43 Las corporaciones empresarias y obreras deban

    comportarse no como grupos de poder para lograr beneficios sectoriales sino como

    armonizadoras del esfuerzo al servicio del inters general. De all se derivaba un

    planteo que sintonizaba con la poltica concertada obrero-patronal planteada desde el

    peronismo: la concertacin entre todos los sectores y regiones de la comunidad

    nacional con el Estado, para la elaboracin de planes de poltica econmica y social

    aceptados y luego apoyados por todos.44 La lista opositora cuestionaba tambin la

    defensa incondicional de la propiedad de la tierra, enfatizando la necesidad de anteponer

    su funcin social.45

    Aunque en los comicios se impuso la lista oficial, eso no restaba importancia a la

    formalizacin de una oposicin reformista a la direccin de SRA, que se alz con tres

    vocalas suplentes en la Comisin Directiva.46

    Las elecciones tuvieron una alta

    participacin: votaron 5.314 socios de los 9.700 habilitados, un nmero

    considerablemente mayor a los 3.000 4.000 de una eleccin normal. La lista oficial

    obtuvo 3.147 escaos, contra 2.126 de la oposicin.47

    Es decir que un 40% de los

    votantes respaldaron un cambio de direccin que hubiera ubicado a la Sociedad Rural

    42

    Cronista Comercial, 29/7/1972. 43

    Palomino, Tradicin y poder..., op. cit., p. 67. 44

    Citado en dem, p. 67. 45

    La Nacin, 1/9/1972. 46

    Palomino, Tradicin y poder..., op. cit., p. 68. 47

    Cronista Comercial, 28 y 29/9/1972.

  • en el campo del reformismo. Es imposible no ligar este hecho absolutamente

    excepcional a una coyuntura poltica en la que, la profundizacin del proceso

    revolucionario colocaba al peronismo como nica alternativa viable para contener la

    conflictividad social, que pona en peligro la continuidad de las relaciones de

    produccin capitalistas. Los disidentes de la Sociedad Rural se sumaban as a otros

    sectores de la burguesa, como la UIA o FAA que, renegando de posiciones anteriores,

    se sumaban a la alianza reformista encabezada por la CGE que prometa conjurar la

    crisis poltica y dar cause institucional a la radicalizacin de las masas.

    Las posiciones asumidas por las corporaciones empresarias ante la apertura democrtica

    se confirmaron con el triunfo del peronismo en las elecciones presidenciales. Quienes

    venan impulsando el retorno al reformismo, en particular CGE y FAA, aportaron al

    nuevo gobierno proyectos y funcionarios. Los agrupamientos que expresaban las

    posiciones ms reaccionarias y anti-reformistas, como ACIEL o la Comisin de Enlace,

    se disolvieron. Las corporaciones que otrora haban estado a la cabeza del combate

    contra el populismo, como la UIA, CRA o SRA, vieron crecer lneas internas que

    proclamaron abiertamente la necesidad de acercarse a los postulados reformistas. En la

    UIA y CRA, esas lneas internas lograron imponerse antes de la victoria abrumadora del

    peronismo en las elecciones presidenciales. En el caso de SRA, el acercamiento al

    gobierno se produjo con posterioridad al triunfo electoral. Pero en todos los casos, las

    posiciones que las corporaciones asumieron ante el nuevo gobierno fueron motivo de

    arduas disputas internas, que marcaron una evolucin zigzagueante en la relacin de las

    distintas fracciones de la clase dominante con el peronismo que retornaba al poder.

    La poltica econmica de los triunfadores en las elecciones de 1973 estuvo signada por

    el Pacto Social, impulsado por la CGE y la CGT y respaldado desde sus inicios por la

    UIA. Ese plan econmico apuntaba a recrear el mercado interno mediante una

    recomposicin salarial, proteger a la industria ms dbil y contener la inflacin. Este

    programa, inviable durante el perodo previo en el que los bajos niveles de renta

    obligaron a realizar ajustes a nivel salarial, de gastos estatales y transferencias a la

    industria, era ahora posible merced a una coyuntura internacional claramente favorable.

    El aumento de los precios internacionales de granos y carnes hizo que el programa

    peronista tuviera, por lo menos en el corto plazo, posibilidades de realizacin. El

    ministro Gelbard, entonces, colocaba al agro, otra vez, en un lugar central, en tanto era

    el sector que financiara el plan. A travs de la estatizacin del comercio de granos y

    carnes, las retenciones y, sobre todo, de una sobrevaluacin cambiaria que alcanz,

  • entre 1974 y 1975, un 45%, los sectores no terratenientes se apropiaron del grueso de la

    renta diferencial.48

    Los subsidios y el crdito promocional, y la posibilidad de comprar

    insumos y maquinaria con un dlar barato, fueron las vas principales en que la renta

    captada por el Estado fue a parar al ineficiente entramado industrial.

    Pero la iniciativa ms importante encarada por Gelbard fue el acuerdo entre una

    fraccin del empresariado y las cpulas sindicales, destinado a contener la inflacin. El

    Pacto Social fue suscripto por la CGT y la CGE, aprobado por el conjunto de la

    burguesa industrial, y aceptado a regaadientes por casi todas las capas de la burguesa

    agraria. A partir de su firma, los empresarios se comprometan a no aumentar los

    precios o realizar sustanciales rebajas en algunos renglones de la produccin, y los

    dirigentes sindicales a no encarar luchas por aumentos salariales. El acuerdo tena

    implicancias que trascendan los objetivos econmicos: el cerrojo que se impona sobre

    los conflictos salariales apuntaba no solo a contener la inflacin, sino a aquietar las

    aguas de la conflictividad laboral. El programa econmico era pura ganancia para la

    burguesa industrial, que mantuvo su apoyo al peronismo hasta 1975.

    En materia de poltica agropecuaria, el peronismo no ocult su voluntad intervenir

    captando una porcin sustantiva de la renta diferencial en alza para destinarla a los

    sectores urbanos. Buena parte del paquete de leyes remitido a las cmaras apuntaba en

    ese sentido. Era el caso de las leyes sobre comercializacin, que buscaban nacionalizar

    y centralizar en el Estado el comercio interior y externo de granos y carnes. A travs de

    las Juntas de granos y carnes, que sufrieron sustanciales reformas, el Estado estableca

    el precio nico de los productos, captando la diferencia entre los valores pagados

    internamente y los internacionales. Esto, a su vez, se conjug con los mecanismos

    tradicionales para captar la renta diferencial: retenciones y dems impuestos, junto al

    tipo de cambio. La otra pata de la poltica agraria peronista fueron las iniciativas que

    apuntaban a reformar la estructura de tenencia de la tierra, que se complementaban con

    mecanismos para segmentar la carga impositiva a favor de los productores de menor

    tamao. Con este objetivo se sancionaron rpidamente algunas medidas, como la

    suspensin de los desalojos de arrendatarios, la ley de colonizacin y la de Fomento

    Agrario, que habilitaba una lnea de crditos para que los arrendatarios accedieran a la

    propiedad de la tierra. Otra iniciativa en ese sentido fue la sancin del impuesto a la

    renta potencial de la tierra, instrumento que castigaba impositivamente las tierras

    48

    Iigo Carrera, op. cit., pp. 41-45.

  • ociosas o mal explotadas. Aunque nunca lleg a aplicarse, se supona que su efecto sera

    la disminucin de la carga sobre las pequeas explotaciones (a las que se asuma como

    ms eficientes), mientras que desincentivara la tenencia ociosa de grandes predios. Una

    iniciativa con fines similares fue el anteproyecto de Ley Agraria publicitado en 1974,

    que se discuti hasta el hartazgo aunque nunca fue remitido al parlamento. Este

    proyecto estableca mecanismos para que el Estado expropiara o diera en arriendo

    forzoso las tierras explotadas por debajo de su capacidad.49

    Sin embargo, ninguna de

    estas iniciativas tuvo efectos importantes. En el caso de las leyes sobre arrendamientos,

    porque como sealaba la prensa de la poca, sta era ya una figura poco comn. Por

    esa razn, estos proyectos seran una concesin a la FAA que forma parte de la CGE-

    sin ninguna trascendencia prctica.50 En el caso del impuesto a la renta potencial,

    porque nunca se avanz decididamente en su implementacin completa, quedando a la

    postre como un impuesto ms a la tierra. Y en el caso del anteproyecto de Ley Agraria,

    porque sectores internos del gobierno resistieron su sancin, al punto de terminar

    cajoneado. En trminos concretos, la poltica agraria peronista se redujo a una serie de

    mecanismos que apuntaban a captar la renta agraria que financiara el programa

    econmico, barnizada con tonos reformistas (la nacionalizacin del comercio exterior) y

    acompaada con proyectos que remitan a la retrica de la reforma agraria, aunque

    nunca pasaron de la declaracin de intenciones.

    La recepcin de esta poltica no fue uniforme en las corporaciones agrarias. La captura

    de mayores porciones de renta diferencial fue aceptada a regaadientes. Muchos

    factores primaron en la resignacin con la que se asumi, en un primer momento, lo que

    era un hecho consumado. En primer lugar, los precios eran altos, con lo que no resultaba

    mayor problema resignar parte de la ganancia extraordinaria de all derivada. En

    segundo lugar, por la coyuntura poltica, en donde pesaba tanto el miedo al desborde

    por izquierda de las masas como el abrumador triunfo peronista que daba fuerte

    respaldo popular a la ofensiva reformista. Por otro lado, algunas fracciones, como la

    representaba por FAA, esperaban que los mecanismos de segmentacin de la carga

    impositiva bajaran el precio de su contribucin al programa econmico. Y a su vez,

    esperaban compensar las prdidas beneficindose de las iniciativas reformistas en

    materia de tenencia de la tierra. El resto de las corporaciones, que combata con igual

    recelo tanto la exaccin de renta como la reforma de la estructura, se acercaron al

    49

    Lattuada, Mario. La poltica agraria peronista (1943-1983). CEAL, Buenos Aires, vol. 2, 1986. 50

    Clarn, 21/7/1973.

  • peronismo con la esperanza de bloquear desde dentro las aristas ms perjudiciales de la

    poltica agropecuaria. En cualquier caso, lo que observamos es un alineamiento (no

    exento de tensiones) de la mayora de las corporaciones con el gobierno en los primeros

    meses. Con la apertura de una nueva crisis econmica, estas mismas entidades

    comenzaran a pasarse abiertamente a la oposicin entre 1974 y 1975. Ya sobre el final

    del gobierno de Isabel, todas las corporaciones agrarias iniciaran un proceso de

    movilizacin y paros que contribuyeron decididamente a desestabilizarlo, generando las

    condiciones para el golpe de estado.

    Aunque sus corporaciones no participaron oficialmente de la ronda de negociaciones, el

    Pacto Social tambin inclua al sector rural: adems del paquete de leyes mencionado, el

    gobierno estableci precios mximos para los productos agropecuarios de mayor

    incidencia en la canasta familiar, incluyendo una rebaja para las carnes que alcanzaba al

    20% de los valores existentes. El gobierno inform a los dirigentes del sector su

    aporte en una reunin, tras la cual la Comisin de Enlace emiti uno de sus ltimos

    comunicados respaldando el acuerdo.51 Una vez suscripto el Pacto Social, la CGE

    intent sumar el apoyo de las corporaciones empresarias que no fueron parte de su

    elaboracin. A tal fin, convoc a una asamblea en el Teatro San Martn de la Capital

    Federal, que se realiz el 14 de junio de 1973. Con resquemores y alguna queja (en

    particular, que no haban sido consultados para la elaboracin del plan y que el aporte

    del agro era mayor al de otros sectores), los titulares de CONINAGRO, CRA y SRA

    respaldaron con su presencia el Pacto Social.52

    Federacin Agraria fue ms all, expresando pblicamente gran satisfaccin con el

    triunfo electoral del peronismo y manifestando su esperanza en que la nueva gestin

    diera cabida a sus planteos. Aunque a un nivel general la poltica agraria peronista

    coincida con sus posiciones, en la letra chica se expresaran diferencias sustanciales

    que generaran tensiones en la relacin. Los primeros chispazos surgieron al hacerse

    pblica la contribucin del agro al sostenimiento del Pacto Social. El motivo de

    discordia eran los nuevos precios de los productos agropecuarios, que FAA acept en

    tanto eran necesarios para contener el proceso inflacionario heredado de la gestin

    Lanusse, aunque no dejaron de marcar la notoria injusticia para con el campo.53 Sin

    embargo, para la entidad era una garanta que el gobierno hubiera convocado para la

    51

    La Nacin, 2/6/1973. 52

    La Nacin, 15/6/1973. 53

    La Tierra, 28/6/1973.

  • elaboracin de la poltica agropecuaria a hombres provenientes de su seno. Aunque

    Humberto Volando haba declinado el ofrecimiento para sumarse al equipo