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El cantonalismo El cantonalismo es un movimiento insurreccional que aspira a dividir el Estado nacional en cantones casi independientes. Partidario de un federalismo de carácter radical (reparto de la riqueza, mejoras proletarias...), su objetivo es establecer una serie de ciudades o confederaciones de ciudades (cantones) independientes que se federarían libremente. Recuerda en ciertos aspectos a las polis griegas. El cantonalismo fue eminentemente un fenómeno de la pequeña burguesía, que además tuvo una gran influencia sobre el naciente movimiento obrero, y constituyó un precedente para el anarquismo en España. En España ha habido dos momentos en los que se podría hablar de "fenómeno cantonalista". Primer período El primero de esos fenómenos tuvo lugar durante la I República, el 12 de julio de 1873, cuando estalla la insurrección en Cartagena bajo el nombre de Revolución Cantonal, extendiéndose en los días siguientes por muchas zonas de las entonces regiones de Valencia, Andalucía (especialmente el de Granada), Cartagena (el cual soportó durante algunos meses la represión de Nicolás Salmerón gracias a disponer de arsenal militar y control marítimo) y en las provincias de Salamanca y Ávila, lugares todos ellos en los que se llegaron a articular cantones (estados independientes voluntariamente federados en la Unión Española), destacando también, en Extremadura, el intento de constituir cantones en Coria, Hervás y Plasencia. Pi i Margall, viendo que se declaraban cantones independientes por la tardanza de la imposición de las mejoras, dimite de su cargo abdicando en Salmerón, que dedica su escaso mandato a reprimir el movimiento. Esta represión se prolonga hasta el golpe de estado (que rompe la Primera República Española) del general Martinez Campos, en Sagunto. Segundo período El segundo período citado como quizá adscribible a esta denominación, pese a no serlo de una manera ideológica como el anterior, corresponde al final de la Segunda República Española, durante el que se desarrolló una Guerra Civil y la llamada Revolución Española de 1936, cuando durante meses se establecen decenas de Comités y Consejos municipales y comarcales (excepcionalmente existirán algunos de mayor ámbito) autónomos del poder del Estado, con sus propias monedas y billetes, llegando en algunos casos a declararse independientes municipios o provincias (Asturias y León se declaran soberanas a finales de agosto de 1937 con la constitución del Consejo Soberano de Asturias y León, comunicando esta decisión a la Sociedad de Naciones). 1

El cantonalismo - uned-historia.es cortas... · el rey cedía parte de su poder a las Cortes. Éstas no podían legislar sino a propuesta del monarca, que era quien las convocaba,

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El cantonalismo El cantonalismo es un movimiento insurreccional que aspira a dividir el Estado nacional en cantones casi independientes. Partidario de un federalismo de carácter radical (reparto de la riqueza, mejoras proletarias...), su objetivo es establecer una serie de ciudades o confederaciones de ciudades (cantones) independientes que se federarían libremente. Recuerda en ciertos aspectos a las polis griegas. El cantonalismo fue eminentemente un fenómeno de la pequeña burguesía, que además tuvo una gran influencia sobre el naciente movimiento obrero, y constituyó un precedente para el anarquismo en España. En España ha habido dos momentos en los que se podría hablar de "fenómeno cantonalista". Primer período El primero de esos fenómenos tuvo lugar durante la I República, el 12 de julio de 1873, cuando estalla la insurrección en Cartagena bajo el nombre de Revolución Cantonal, extendiéndose en los días siguientes por muchas zonas de las entonces regiones de Valencia, Andalucía (especialmente el de Granada), Cartagena (el cual soportó durante algunos meses la represión de Nicolás Salmerón gracias a disponer de arsenal militar y control marítimo) y en las provincias de Salamanca y Ávila, lugares todos ellos en los que se llegaron a articular cantones (estados independientes voluntariamente federados en la Unión Española), destacando también, en Extremadura, el intento de constituir cantones en Coria, Hervás y Plasencia. Pi i Margall, viendo que se declaraban cantones independientes por la tardanza de la imposición de las mejoras, dimite de su cargo abdicando en Salmerón, que dedica su escaso mandato a reprimir el movimiento. Esta represión se prolonga hasta el golpe de estado (que rompe la Primera República Española) del general Martinez Campos, en Sagunto. Segundo período El segundo período citado como quizá adscribible a esta denominación, pese a no serlo de una manera ideológica como el anterior, corresponde al final de la Segunda República Española, durante el que se desarrolló una Guerra Civil y la llamada Revolución Española de 1936, cuando durante meses se establecen decenas de Comités y Consejos municipales y comarcales (excepcionalmente existirán algunos de mayor ámbito) autónomos del poder del Estado, con sus propias monedas y billetes, llegando en algunos casos a declararse independientes municipios o provincias (Asturias y León se declaran soberanas a finales de agosto de 1937 con la constitución del Consejo Soberano de Asturias y León, comunicando esta decisión a la Sociedad de Naciones).

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Liberalismo doctrinario Desde 1815 a 1830 se elabora en Francia un tipo de liberalismo moderado que pretende conciliar los principios de la revolución de 1789 con las instituciones tradicionales del Antiguo Régimen, este liberalismo conservador recibe el nombre de liberalismo doctrinario. Aceptan algunas cosas del Antiguo Régimen, pero sin olvidar los principios liberales individuales de libertad, igualdad, propiedad, seguridad y los principios políticos de separación de poderes, al rey se le da un poder político fuerte y se le otorga la representación del Estado y a él se le reserva el poder ejecutivo y participa en el legislativo junto con el Parlamento. La soberanía será compartida entre el rey y la nación o bien, y esto es más frecuente, será sólo nacional. En cuanto a la Constitución, junto al rey el otro pilar del Estado es el Parlamento, pero un parlamento elegido a través del sufragio restringido o censitario, es decir sólo tienen derecho a voto los propietarios, lo cual equivale a decir la burguesía. Estas ideas llegarán al poder tras la revolución de 1830 que derroca a los Borbones e impone en el trono a un rey burgués: Luis Felipe de Orleans. En España este liberalismo doctrinario va a estar vigente salvo cortos periodos desde 1833 hasta 1868. Hacia el verano de 1837, se produce una metamorfosis de los moderados crecieron en número, en rigor, en seguridad y se estabilizaron en el gobierno durante casi tres años y adquirieron una coherencia doctrinal, un nuevo pensamiento filosófico y político-jurídico de origen francés (con raíces en el racionalismo inglés), muy vinculado a la monarquía de julio en el país vecino. Su cuerpo de ideas era conocido como “la doctrina”, de ahí el nombre de “liberalismo doctrinario. Sus principios están basados en el liberalismo clásico, que parte de los derechos individuales de libertad, la división del poder político y la administración de la justicia y, esencialmente, la negación de la soberanía monárquica por la gracia de Dios. Se propone la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, el primero, el rey con un poder de origen histórico, las segundas, las Cortes con dos instituciones, el Congreso, que representa la soberanía popular, y el Senado, síntesis de las dos soberanías que componen el parlamento. La eficacia de la actividad política se basaba para los moderados doctrinarios en una administración ordenada, subordinada y centralizada. Ejemplos de constituciones o cartas otorgadas que responden a este tipo de doctrina: -El Estatuto Real otorgado por la regente María Cristina en 1834, donde la corona no renuncia a la soberanía, sino que remite a una constitución histórica que otorga la soberanía al rey y a las Cortes en una incipiente aplicación del liberalismo doctrinario francés. El Estatuto Real que propusó Martínez de la Rosa, suponía que

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el rey cedía parte de su poder a las Cortes. Éstas no podían legislar sino a propuesta del monarca, que era quien las convocaba, excepto para el presupuesto, cada dos años, las Cortes eran bicamerales. La nobleza estaba representada en el Estamento de los Procuradores, que eran elegidos por tres años a través del sufragio en segundo grado y limitado (sólo tenía capacidad de voto algo más de 16.000 individuos). Fue un primer paso para una transición al liberalismo. -La Constitución de 1837. Más moderada, pero también más precisa, que la de Cádiz y más progresista que el Estatuto Real. Mantuvo los principios de 1812 como eran la soberanía nacional, la separación de poderes, el reconocimiento de ciertos derechos individuales y la convocatoria de las Cortes por el monarca (si bien, al menos una vez al año, se reunirían sin ser convocados). b]Reconoció a la corona una decisiva intervención en el proceso político, compensada parcialmente por la ampliación de funciones de las Cortes, que adquirieron la iniciativa legal[/b]. Estableció un bicameralismo: Congreso de diputados (elegidos directamente por sufragio censitario) y Senado (cuyos miembros eran elegidos por el monarca de entre una lista que establecían los electores en número triple de los puestos a cubrir). Permitía la disolución de las Cortes por el monarca (cosa que no contemplaba la de 1812), lo que, combinado con un sistemático falseamiento de las elecciones, permitió constituir parlamentos casi siempre con mayoría gubernamental. No es confesional, por lo que la religión de España ya no “es y será perpetuamente la católica”, sino sólo “la que profesan los españoles”. -La Constitución de 1845, más moderada que la de 1837 es la que mejor expresa y recoge las ideas de este liberalismo “doctrinario”, en el sentido de que: • la soberanía residía en las Cortes con el monarca, frente a la soberanía nacional de 1837. • Los derechos del ciudadano se regulaban. • Se proclamó la unidad católica de España. • La posibilidad de ser senador, directamente por nombramiento regio, se redujo a la aristocracia. • Se restringió el sufragio para elección de los diputados y aumentó el nivel de renta para electores y elegibles. • Desapareció la preeminencia del Congreso sobre el Senado en legislación financiera. • La convocatoria estaba, sin limitación, reservada al monarca.

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1917 EN ESPAÑA El mal reparto social de los beneficios del boom económico y la creciente inflación llevaron al estallido social y una profunda y compleja crisis en 1917. En ella podemos distinguir diversos aspectos:

Crisis militar. El descontento entre los oficiales "peninsulares" ante los rápidos y, a veces inmerecidos, ascensos de los "africanistas" culminó con la creación de las Juntas de Defensa. El gabinete conservador de Eduardo Dato se plegó a la imposición de los militares y aceptó unas juntas que iban contra la disciplina militar y la subordinación del ejército al poder civil. Crisis parlamentaria. Setenta diputados y senadores de la Lliga Regionalista, republicanos, socialistas e incluso algún miembro del partido liberal constituyeron en Barcelona unaAsamblea Nacional de Parlamentarios que demandó un cambio de gobierno y la convocatoria de Cortes Constituyentes. Crisis social: la huelga general de 1917: Convocada en agosto por CNT y UGT tuvo un amplio seguimiento en las ciudades y se saldó con un centenar de muertos y miles de detenidos. La huelga general, sin embargo, trajo inmediatas consecuencias. Ante la amenaza de revolución obrera, las Juntas de Defensa abandonaron sus peticiones y apoyaron la represión contra los huelguistas. Por otro lado, la dimisión de Eduardo Dato y la formación de un gobierno de coalición con la participación de la Lliga Regionalista trajo la inmediata desactivación de la Asamblea de Parlamentarios.

La lucha social de clases se había convertido en el gran problema del país. La crisis social y la lucha de clases en Barcelona

El fin de la I Guerra Mundial trajo una profunda crisis económica y social que inmediatamente desencadenó una gran conflictividad social en Barcelona (1919-1921) Las huelgas y protestas alentadas por los anarquistas se encontraron con una dura represión del nuevo gobierno de Maura, que contaba con el pleno apoyo de la burguesía catalana. Para contrarrestar la "acción directa" de los anarquistas, el sector más duro de la patronal creó el denominado Sindicato Libre, grupo de pistoleros que actuó con el apoyo policial. La aplicación de la "Ley de Fugas", pura y simple ejecución sin juicio de los detenidos exacerbó aún más el conflicto. La respuesta anarquista llegó en 1921 con el asesinato de Eduardo Dato, presidente del gobierno. Dos años después, el líder anarquista Salvador Seguí murió asesinado.

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El africanismo en la España de la Restaura

Tras el desastre colonial del 98, se presta más atención a África, enfocando la postura española en la región como puramente colonial y dominante, a diferencia de épocas anteriores, donde el enfoque era más romántico e historicista. Con Alfonso XIII, el africanismo sustituye rápidamente al colonialismo ultramarino y al recogimiento diplomático canovista. Los africanistas fueron los militares que hicieron parte de su carrera en el ejército colonial establecido en la zona del Protectorado de Marruecos. Los constantes combates para someter a las tribus rifeñas, si bien costaron muchas bajas, permitieron a los supervivientes hacer una rápida carrera militar gracias a los ascensos por méritos de guerra (Francisco Franco, un destacado africanista, logró así llegar al generalato a los 33 años). Envidiados por los otros mandos, se fue desarrollando en ellos un espíritu de casta, enemigo de los políticos. En África hicieron su carrera buena parte de los mandos del ejército que luego se sublevarían contra la Segunda República. Cuando Europa, en la Conferencia de Berlín de 1885, inicia el reparto del continente africano, entusiastas africanistas españoles consideraron que, por razones históricas y geopolíticas, España debería estar presente. Durante el primer cuarto del siglo se había producido la africanización del ejército (militares africanistas, los que participaban en la guerra de África y ascendían por méritos), cuya máxima expresión fue la Legión española (fundada en 1920 por Millán Astray y Francisco Franco). La exaltación de los valores militaristas llevó a decisiones temerarias como la que condujo al general Silvestre al desastre de Annual (22 de julio de 1921). La investigación parlamentaria que pretendía depurar las responsabilidades del desastre (informe Picasso) apuntaba al propio rey, y fue una de las principales razones que llevaron al golpe de Primo de Rivera. El dictador tomó como una de sus principales fines la resolución militar de ese conflicto (desembarco de Alhucemas, 8 de septiembre de 1925).

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Las Bases de Manresa

Las Bases para la Constitución Regional Catalana, más conocidas como Bases de Manresa, son el documento presentado como proyecto para una ponencia de la Unió Catalanista ante el consejo de representantes de las asociaciones catalanistas, reunidas en Manresa (Barcelona) los días 25 y 27 de marzo de 1892. Lluís Domènech i Montaner actuaba como presidente de la asamblea, mientras que Enric Prat de la Riba era el secretario. Las bases tenían una cierta inspiración en el modelo federal a pesar de que, en lo referente al autogobierno, se basaban en las antiguas constituciones catalanas previas a 1714. El poder central se organizaba según la separación de poderes: el legislativo estaría compartido por el rey y una asamblea regional; el ejecutivo estaría formado por cinco ministerios o secretarías; el poder judicial estaría representado por un tribunal supremo regional. Del poder regional, formado por unas Cortes que se reunirían una vez al año en puntos diferentes del territorio, saldría un ejecutivo formado por cinco o siete altos cargos que se encargarían de la administración del país. El poder judicial permanecería en la antigua Audiencia de Cataluña, que sería restablecida. La oficialidad única de la lengua catalana, así como la condición del idioma catalán como cláusula obligatoria para ejercer la función pública, también estaban consideradas.

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LA CRISIS DE 1917 durante este año el sistema de la Restauración sufre una crisis en tres frentes: el de las reivindicaciones obreras, con amenaza de una huelga general, el relativo al problema militar (Juntas de Defensa) y el político (Asamblea de Parlamentarios).

- Las nuevas perspectivas de los movimientos obreros contribuyen a explicar el aumento de la agitación social que tuvo inmediata trascendencia en el terreno político. El incremento de los precios era paralelo a la agitación social puesto que, si la subida fue moderada hasta 1916, a partir de esa fecha empezó a acelerarse y aumentó la distancia con respecto a los salarios. En julio de 1916 se celebró una reunión conjunta CNT-UGT en Zaragoza y en diciembre de ese año se decretó una huelga. En marzo de 1917 CNT y UGT redactaron un manifiesto conjunto en que amenazaban con una huelga general caso de no resolverse el problema de las subsistencias. - Aunque este problema era grave, lo era aún más el de la situación militar. En 1914 el Ejército español necesitaba una reforma urgente. Existía un exceso de oficiales que consumía gran parte del presupuesto militar, lo que impedía invertir en modernizar el Ejército y en formarlo. Los ministros de la Guerra sucesivos trataron de promover reformas que permitieran sostenerlo, pero de este intento derivará una protesta organizada en la guarnición de Barcelona. La Junta de Defensa barcelonesa protestaba contra el favoritismo y contra la deficiente situación económica de los oficiales. El comienzo de la protesta juntera se produjo en otoño de 1916 pero alcanzó su cénit en el verano siguiente. El gobierno de García Prieto

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encarceló a los junteros, pero estos fueron sustituidos por una Junta suplente. El objetivo de las Juntas no era político. Sólo buscaban ver satisfechas sus exigencias profesionales. Pero su ejemplo fue seguido por otros cuerpos de la administración del Estado. En junio de 1917 los militares junteros habían demostrado que no cedían ante el Gobierno Central para disolverlos y parecía que esto podría llevar a un derrocamiento del régimen. Para resolver la situación, Alfonso XIII recurrió al procedimiento de un cambio del partido en el poder. Eduardo Dato ascendió al poder con un partido conservador y pareció aceptar el reglamento de las Juntas de Defensa aunque con el probable propósito de ir sometiéndolas poco a poco. - La Asamblea de Parlamentarios. Como el gobierno había suspendido las garantías constitucionales y no quería reunir a las Cortes, Cambó organizó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona para inducir al poder a que aceptara reformas. Principalmente se buscaba limitar las prerrogativas regias, democratizar el Senado y descentralizar el Estado. Cambó confiaba en inducir a las izquierdas a la moderación, pero necesitaba también a los partidos dinásticos, que no asistieron. A la Asamblea sólo asistieron 71 de los 760 parlamentarios que representaban a una parte limitada de la política nacional: el reformismo, el republicanismo, los socialistas y los diputados catalanes. Dato se limitó a disolver la reunión con una simbólica detención de los participantes en ella. En Valencia hubo un conflicto social entre los ferroviarios y la totalidad del sindicato socialista se lanzó a una huelga en la que fue acompañado por la CNT. Así sucedieron los sucesos revolucionarios de los días 10 a 13 de Agosto, cuyo protagonismo principal fue socialista. La huelga de agosto dio lugar a graves incidentes sobre todo en Asturias. A partir de estos incidentes Cambó se decidió a abandonar finalmente sus compromisos reformistas, a distanciarse de las fuerzas de izquierda y a decantarse por la seguridad de un proyecto conservador. Dato, debido a su intransigencia, había puesto en peligro al régimen y su actuación durante la crisis acabó provocando que el rey llamase a la convocatoria de un nuevo gobierno en noviembre de 1917. Este estuvo presidido por García Prieto e integrado por demócratas, romanonistas, mauristas, ciervistas y catalanistas y tenía un carácter derechista. Como concesiones a las Juntas se nombró ministro de la guerra a De la Cierva y a la Lliga se le ofrecieron 2 carteras. Así pues, tanto las Juntas como la Lliga fueron los vencedores de la crisis de 1917

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El anarcosindicalismo.

Hay que pensar que el anarquismo en sí no tenía una proyección unitaria, sino que existían dos corrientes: - Una que era sindicalista, fundamentalmente comunitaria y obrera, con una base ideológica fundamentalmente socialista. - Otra era revolucionaria e individualista, y curiosamente se basaba en una ideología liberal, en el liberalismo. La primera corriente era fundamentalmente de masas. La segunda era en pequeños grupos cuyos miembros tenían una fuerte concienciación ideológica. La primera pretendía concienciar a los trabajadores mediante la cultura y al educación, y la segunda despertar a la sociedad muchas veces mediante acciones violentas, que sacudieran a la sociedad y tomara conciencia de la explotación a la que estaba sometida. La primera usaba la movilización, la negociación, la huelga para alcanzar unos objetivos concretos, mientras que la segunda optaba por las soluciones insurreccionales, para conseguir precisamente destruir esa sociedad burguesa y fundar esa sociedad anarquista a la que tenían por objetivo. Tenemos que empezar a marcar diferencias entre lo que es el anarquismo y el anarcosindicalismo. El comienzo del anarcosindicalismo en España lo podemos situar cuando prevalece en el anarquismo español esa corriente comunitaria, a diferencia de esa organización de pequeños grupos que había existido a finales del siglo anterior, aunque eso en un momento puede haber una situación de prevalencias puntuales. Esas dos corrientes coexistieron siempre en el movimiento anarquista español, aunque hubo periodos en los que prevaleció una corriente sobre otra. Por ejemplo, a finales del XIX, la corriente revolucionaria e individualista se impuso más a la de masas y sindicalista. Durante ese periodo dicha corriente anarquista llevó a cabo importantes acciones violentas. Hay que decir que esta corriente violenta era muy minoritaria en el anarquismo español, pero sus acciones tenían un fuerte impacto sobre la opinión pública (bomba en el Liceo o en la procesión del Corpus en Santa María del Mar, magnicidios o intentos de magnicidio como atentado contra Cánovas o contra Alfonso XIII el día de su boda…). Estos atentados empiezan a remitir a comienzos del siglo XX, cuando en Francia comienza a aparecer un nuevo sindicalismo, revolucionario, que ponía el énfasis en la huelga general para conseguir los objetivos fundamentales. Y aquí aparece la CNT.

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Un grupo de militares crean una federación de organizaciones de la clase trabajadora. Este impulso organizador del movimiento obrero fue bien recibido en Cataluña y se constituye en 1907 Solidaridad Obrera, integrada por anarquistas, socialistas y en menor medida republicanos. Los radicales de Lerroux fueron poco a poco marginados y los socialistas fueron apartándose. El movimiento obrero catalán quedó en manos de los anarcosindicalistas, que reorganizaron Solidaridad Obrera fundando, en octubre-noviembre de 1910 la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, en la que confluyeron las tradiciones anarquistas y sindicalista revolucionaria, y que sería la principal rival de la UGT. Agupaba desde casi el inicio a 140 sindicatos y más de 26.000 federados: ilegalizada tras la huelga general de 1911, legalizada a los 2 años, pero no se reorganizó hasta 1915. Y en 1921 aparece otra organización, la FAI, Federación Anarquista Ibérica, que va a marcar ese anarquismo puro, de ideología fuerte y contundente dentro del anarcosindicalismo.

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El Memorial de Agravios de 1885

El Memorial de Greuges (catalán) o Memorial de Agravios (español) es el nombre con el que fue conocido popularmente la Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña, enviada al rey Alfonso XII de España en 1885 al estilo de las antiguas reclamaciones de las Cortes Catalanas. Fue publicado en un acto presidido por Joaquim Rubió i Ors y consistía en una serie de reivindicaciones políticas y económicas con motivo del convenio comercial entre España y Gran Bretaña y de los intentos de unificar el Derecho Civil en España. El ponente fue Valentí Almirall, aunque la redacción era de una comisión representando a varias ideologías. El documento fue fruto de la colaboración de los intelectuales y la burguesía industrial catalana y se considera el primer acto político del catalanismo, sentando lo que devendría en las Bases de Manresa de 1892.

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El Maurismo: Dentro de la época denominada Regeneracionista, con los turnos liberales y conservadores, y una vez que Maura ya se ha retirado de la política surge el movimiento maurista, en 1913, al volverse a una situación conservadora. No fue Maura quien fundó el partido, aunque dejó obrar a sus partidarios. Fue obra de un grupo de jóvenes más o menos idealistas, decididos a “acercar a los españoles a España”, e infundirles inquietudes para renovar la “España Oficial”. Fueron fundadores Osorio y Gallardo, Ramón Bergé, Alberto Cabaña, pero no hubo un lider indiscutible, salvo, simbólicamente, Maura, aunque deatacó Antonio Goicoechea. Al partido se integrarían, posteriormente, José Calvo Sotelo o Edurado Aunós. Diversas fuentes lo definen como “ Un núcleo social integrado por elementos juveniles”, “Era más un sentimiento que una escuela o ideario”, “No nació de un hombre, sino de una idea, y con un abierto sentido popular o ciudadano...”, “Un movimiento espontáneo, popular, de ciudadanía, rápidamente propagado por toda España y arrollador”. En definitiva, fue más una corriente o un movimiento, más que un partido propiamente dicho. Nunca presentaría candidatos a las elecciones, ni municipales, ni gustó de mezclarse con las “tertulias políticas”, y ahí radicó su debilidad política. Capaz de grandes movilizaciones, y de llenar la calle si era preciso. Fue un movimiento de las clases medias, con discursos incluso al campo abierto – los sermones de la montaña -. Se presentó como la nueva derecha regeneracionista, cuyo objetivo era incorporar a la masa neutra católica a la política, sacándola de su retraimiento. Con una apelación anticaciquil, pero la misma mentalidad, en algunos casos, junto al activo y entusiasta de la Juventudes Mauristas. La sociología del maurismo está bien definida: Su base está en la clase media, y parte de su fuerza radica en la juventud. También la mujer inicia en ese camino su protagonismo. Muchos de ellos nunca se habían dedicado a la política, por eso son mauristas y no otra cosa, y recogen las ideas más o menos difusas del regeneracionismo. A él se unieron personas de la vida intelectual, como Ricardo León, y durante algún tiempo Benavente, Azorín o Marañón. Su alcance social es confuso; los mauristas hablan de obreros incorporados a sus filas; en todo caso, se trata de trabajadores cultos y especializados, particularmente del Norte. En 1919 establecieron la Casa del Trabajo, que pretendía un papel paralelo, aunque de distinto sentido, al de la Casa del Pueblo de los socialistas. Nunca estuvo muy bien definido el programa maurista. El más completo fue formulado por Osorio y Gallardo en el congreso de Bilbao, en 1913.

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Afrancesados y patriotas Los afrancesados fueron aquellas personas pertenecientes a las élites cuyo pensamiento coincidía con los ilustrados del reinado de Carlos III. Partidarios de las reformas pero sin llegar a liquidar por completo el antiguo régimen, sus ideas eran tomadas en gran parte de la filosofía inglesa que iluminó el periodo de la ilustración. Puede decirse que su ideología se quedó a medio camino entre el absolutismo y las nuevas ideas liberales. Creían en la monarquía, pero no una monarquía absoluta donde el rey podía disponer a su antojo de los territorios sobre los que reinaba. El poder del monarca tenía que estar regido por la razón y actuar en beneficio de la colectividad. Su idea no llega a culminar en la soberanía nacional pues aún reconocen cierto poder al rey. El reconocimiento de la monarquía no les supone la adhesión a un monarca o una dinastía, si no el reconocimiento de la institución en sí. De ahí que no dudaran en colaborar con José I y ponerse a su servicio durante la guerra de la independencia tras las abdicaciones de Bayona. Al finalizar la guerra su destino será el exilio. En esta colaboración con el invasor francés hay que diferenciar la colaboración de los afrancesados, guiada por motivos ideológicos, ya que suponían era lo mejor para el país pues favorecía el progreso así como la amistad de una gran potencia vecina que ayudaría a mantener las colonias, en permanente disputa con Gran Bretaña, y el resto de colaboradores pertenecientes en su mayoría a la administración y que fueron la mayor parte, que actuaron por temor, miedo u oportunidad, y que se les suele conocer como juramentados. Los patriotas son aquellos liberales que lucharon contra la ocupación del país. Principales artífices de la Constitución de Cádiz, se diferenciaban de los serviles en que querían acabar con las instituciones del antiguo régimen para establecer un régimen constitucional. Sus ideas habían sido tomadas de la vecina Francia. Defendían la soberanía nacional como límites al poder absoluto del monarca, la división de poderes, la supresión de los privilegios feudales del clero y la nobleza así como la abolición de la inquisición. Ideas totalmente contrapuestas a los serviles; estos durante la guerra lucharon codo con codo con los patriotas, pero su objetivo era bien distinto, derrotar a los franceses para instaurar de nuevo la monarquía absoluta. El exilio de los afrancesados tras finalizar la guerra de independencia debido a su colaboración con el enemigo privará al país de una ideología moderada, oscilando los futuros gobiernos entre la intransigencia de los absolutistas por aferrarse a las viejas instituciones y extremismo de los patriotas por abolirlas e instaurar un nuevo orden constitucional

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Preguntas cortas: Conde de Romanones

(Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones) Político español (Madrid, 1863-1950). Hijo de uno de los hombres más ricos de España (el marqués de Villamejor), estudió Derecho en Madrid y Bolonia, se casó con la hija de un importante dirigente liberal (Manuel Alonso Martínez) y se dedicó a la política. A los nueve años tuvo una caída de un coche de caballos que le produjo una cojera permanente. Esta minusvalía fue contemplada inmisericordemente por todos sus caricaturistas. Adulto y poderoso, mantuvo con su dinero durante bastantes años un pabellón de asistencia a niños cojos con doce camas, pagando sus prótesis. Desde 1890 se inició en la política municipal de Madrid, ciudad de la que fue nombrado alcalde en 1894 y 1898. Gracias a su fortuna familiar se hizo con un título nobiliario, se dotó de un periódico propio (El Globo) y de una red clientelar adicta, fuertemente arraigada en la provincia de Guadalajara (su feudo electoral). Sin abandonar nunca los negocios mineros de los Figueroa, se lanzó a una política más ambiciosa como jefe de facción a escala nacional aprovechando las divisiones internas del Partido Liberal tras la muerte de su fundador, Sagasta (1903). Fue un maestro en el manejo del caciquismo, en la manipulación electoral y en las componendas típicas de la política oligárquica de la Restauración; su buen entendimiento con Alfonso XIII reforzó su liderazgo en el partido, que no obstante hubo de compartir con su rival, García Prieto. Romanones pasó por casi todas las carteras ministeriales: Instrucción Pública (1901-02 y 1910), Fomento (1905), Gobernación (1905-06), Gracia y Justicia (1906, 1913, 1918 y 1922-23) y Estado (1916 y 1918); fue presidente del Congreso y del Senado; y presidió tres veces el gobierno, en 1912-13, 1915-17 y 1918-19. Más bien realista en política, no se le puede atribuir una clara inclinación ideológica, salvo la adscripción al liberalismo clásico (que le llevó a mostrarse partidario de los aliados durante la Primera Guerra Mundial de 1914-18) y su decidida fe monárquica. Después del golpe de Estado de Primo de Rivera que acabó con el régimen constitucional (1923), se atrevió a visitar al rey como último presidente del Senado, para recordarle su obligación de reunir las Cortes suspendidas por el dictador. La negativa de Alfonso XIII no quebrantó su fe monárquica: después de la caída de la dictadura aceptó formar un gobierno (nominalmente presidido por el almirante Aznar, con Romanones como ministro de Estado) para intentar salvar la Monarquía restableciendo el sistema constitucional (1931); fracasado este objetivo, Romanones escoltó personalmente al rey hacia su destierro; y siguió participando en política como diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República (1931), en donde defendió la figura del rey destronado.

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Desde el punto de vista actual su política no puede obviamente calificarse "de izquierdas", pero por aquel entonces el partido liberal era el sucesor de los antiguos "progresistas" del siglo XIX, siendo su política frecuentemente denostada por la "derecha" y por la iglesia de estos tiempos. Entre los avances sociales que el gobierno de Romanones aprobó podemos citar que en 1901 incorporó los sueldos de los maestros al presupuesto estatal, afirmó la libertad de cátedra y el 3 de abril de 1919 firmó el decreto llamado "de la jornada de ocho horas". Aliadófilo, estuvo a punto de entrar en guerra con Alemania por los torpedeamientos de buques españoles en la Primera Guerra Mundial. Aunque católico, Romanones fue muy contestado por la Iglesia (especialmente por el obispo de Tuy al que Romanones pensó incluso en demandar) cuando hizo una ley de matrimonio civil en el que no se obligaba a los que se casaban a declarar su religion. Reanudó las relaciones con el Vaticano y aunque firmó acuerdos muy favorables con la iglesia, era celoso partidario de que el poder religioso no pudiera influir sobre el poder civil en modo alguno (su ley "del candado" de 1910). Hizo que no fuera obligatorio en las escuelas aprender el catecismo a los no catolicos. Guadalajara era su "feudo personal" basándose tanto en el caciquismo como en el clientelismo, teniendo una rara habilidad para premiar mediante favores a aquellos que le eran fieles. De hecho consideraba una obligación inexcusable el contestar las peticiones de aquellos que le mostraban su apoyo en las elecciones. Lograría ser elegido por esta provincia ininterrumpidamente desde 1891 a 1923, a veces sin candidato en contra, independientemente de qué partido gobernara en ese momento y a pesar de que su propio partido apoyara a otro candidato. El Conde de Romanones controló, pues, gran parte de la provincia de Guadalajara casi haciendo y deshaciendo a su antojo en ella durante el reinado de Alfonso XIII. En 1931 poseía 15132 hectáreas. Otra anécdota: en una elección en Guadalajara su oponente ofreció tres pesetas a todo el que le votara. Romanones ofertó cambiar las tres pesetas por un duro a todo el que cambiara su voto, y se llevó "el gato al agua", perdiendo su oponente la votación y las tres pesetas. Su carrera como diputado y ministro quedó interrumpida por la Dictadura de Primo de Rivera (1923), contra el que conspiró en la "sanjuanada" de 1926 (Primo de Rivera le impuso 500000 pts de entonces como multa). De nuevo participa en la caida del Dictador en 1930 y, tras ésta, se encontró de nuevo en el poder presidiendo el último gobierno de la monarquía, pero tras las elecciones de abril de 1931 (perdidas por la monarquía) tuvo una entrevista con Alcalá-Zamora tras la que se produjo sin violencia el traspaso de poderes al Gobierno Provisional Republicano. Romanones, a la vista de la situación popular, pactó el 13 de abril una transición sin violencia ni intervención militar a cambio de garantizar la vida de Alfonso XIII y su familia.

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Preguntas cortas: Moret y Canalejas. Diferencia en política

Las luchas entre las distintas facciones liberales tras la muerte de Sagasta, líder histórico del liberalismo español en 1903, al ser muchos los personajes de relieve que aspiraban a la jefatura. De este modo, además de la fracción canalejista, escindida en 1902, el partido se había desgajado en noviembre de 1903 en dos fracciones lideradas por Segismundo Moret y Eugenio Montero Ríos cuya activa vida política se remontaba al Sexenio revolucionario. Ambas corrientes manifestaban más desavenencias personales que programáticas aunque Montero Ríos se situaba en el ala derecha del liberalismo, mientras que Moret se situaba a la izquierda de Canalejas, aunque su radicalismo era más retórico que pragmático y como gobernante era bastante inepto. La reforma de Moret se basaba por encima de todo en la libertad de cultos, mientras que Canalejas defendía el marco constitucional existente, y al igual que Maura consideraba que la constitución era lo suficientemente flexible para permitir interpretaciones de distinto signo, por lo que se opuso frontalmente a esta reforma. Moret controlaba mucho más que Montero Ríos los cacicatos provinciales del partido, y era el más directo rival para Canalejas a la presidencia del partido y en su caso del gobierno. Romanones, que estaba al lado de Moret, poco a poco también va haciendo su clientela entre un grupo de notables. Los liberales, necesitados de renovar su programa convirtieron la “cuestión religiosa” en su caballo de batalla y tema principal de su propaganda política, aunque su anticlericalismo poco tenía que ver con el estereotipo de comecuras que inventaron algunos sectores para contraatacar y no perder su privilegiada posición. Sin duda existía en España un anticlericalismo radical acorde con las tendencias que existían en el mundo occidental en ese momento. Era evidente que la intervención de la iglesia, en lugar de retroceder en favor del Estado, había crecido de manera muy significativa durante la Restauración, gracias al aumento de las órdenes religiosas y a la entrada en España de miles de religiosos repatriados tras la pérdida de las colonias, a los que hay que añadir los frailes franceses que cruzaron la frontera huyendo de las leyes laicistas de la Tercera República. Los políticos liberales no pretendían la separación de la Iglesia y el Estado sino controlar las actividades, negocios y propiedades, acabando con sus privilegios tributarios. El Estado debía garantizar una posición preeminente de la religión católica, por ser el credo mayoritario, pero dentro de un marco de libertad religiosa y de supremacía del poder civil; en el campo de la enseñanza reforzar la influencia y control estatal para mejorar la situación educativa, poniendo en práctica el pensamiento elaborado por la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner. Canalejas quiso introducir, en 1906, una nueva ley de Asociaciones Religiosas para frenar el avance de congregaciones y culpables, según los liberales, de la imagen inquisitorial de España en el exterior.

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Moderados y exaltados durante el trienio liberal.

Los moderados, fueron aquellos liberales que propiciaron la Constitución de Cádiz (El Conde de Toreno, Francisco Martínez de la Rosa) de ahí que también fuesen conocidos como doceañistas. Durante el trienio liberal tuvieron una actitud más conservadora en claro contraste con los exaltados. La represión y el exilio atenuaron sus posturas en lo que se refiere a la aplicación de sus ideas políticas a la práctica del gobierno. En contraposición, los exaltados, eran aquellos jóvenes artífices de la revolución, que habían logrado con el levantamiento del ejército de la isla la instauración del nuevo régimen (Riego, Quiroga) conocidos también como veinteañistas. Partidarios de ideas más radicales a la hora de aplicar las reformas que liquidaran definitivamente el antiguo régimen, especialmente aquellas referidas a los privilegios del clero o el mantenimiento de la milicia nacional como garantía del nuevo orden conseguido. Hasta el 1822 los moderados estuvieron en el poder. En su ejercicio, no solo tuvieron que enfrentarse a la oposición de los monárquicos y la nula colaboración del rey, si no también a los ataques de los exaltados antes las medidas tomadas, que las consideraban insuficientes, como las referidas a la iglesia: implantación del medio diezmo, abolición de las órdenes religiosas..., o la supresión de las milicia nacional. Los exaltados llegaron al poder tras el golpe del 7 de julio. Las medidas que pretendía tomar resultaron demasiado radicales a ojos delas potencias europeas, todas ellas monarquías, temían la desviación del régimen hacia la marginalidad del rey en el ejercicio del poder o la implantación de una república, y terminaron por provocar la intervención de estas y tras la misma, el fin del régimen liberal. EL LERROUXISMO Se trata de una fórmula del republicanismo en el cambio de siglo español asociada a su fundador, Alejandro Lerroux. Este político procedía de una familia de clase media baja, y su figura fue cobrando relativa importancia como periodista de izquierdas en Madrid, aumentando su fama como revolucionario a causa de su exilio y la treintena de procesos que acumulaba. Se decía defensor de la revolución pero su defensa era siempre vaga en sus contenidos, violenta en su expresión verbal y producto más de arranques sentimentales que de cualquier teoría. Su populismo se basaba en afirmaciones como la de que “hay hombres que trabajan y no comen y hombres que comen y no trabajan”. Era el prototipo de anticlerical, materia en la cual su lenguaje adquiría una especial violencia con expresiones como “donde otros tienen colgada una pila de agua bendita yo tengo colgado un fusil”. Fue elegido diputado por Barcelona en 1901, y allí, pese a haber llegado de la mano

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de Pi i Margall, se encargó de dotar de organización al republicanismo barcelonés que estaba muy desorganizado y dividido. Lerroux se situó por encima de las disputas, y con un inusitado activismo demostró su voluntad de conquistar al electorado con sus exhibiciones de violencia verbal. Su partido estuvo sólidamente implantado en la clase trabajadora aunque no fue exclusivo de ella. A partir de 1904, cuando controló el ayuntamiento trató de proporcionar servicios jurídicos y económicos a la clase obrera. Ya en 1908 denominó a su partido como radical. En su mejor momento, el partido tuvo 9000 afiliados y a sus reuniones, entre fiesta y mitin, asistían a veces sesenta o setenta mil personas. El lerrouxismo rentabilizó un anticlericalismo típico de la plebe urbana de la época pero no lo controló. Aunque no provocaron la Semana Trágica sus jóvenes dirigentes participaron en ella. Su oposición a los burgueses de la Lliga hizo que con el paso del tiempo el lerrouxismo se hiciese demagógicamente españolista. Tras su exilio debido a los sucesos de la Semana Trágica, a la vuelta se alejó del revolucionarismo inicial apareciendo como un moderado político de centro-izquierda. Posteriormente participó desde posiciones más moderadas en varios de los gobiernos de la Segunda República.

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Cánovas y la reforma social

Cánovas del Castillo es el artífice del régimen político de la Restauración. Político nacido del liberalismo del siglo XIX , con ideas firmemente arraigadas, conservador en su forma de ver la vida, en su concepción del orden social pero al mismo tiempo tolerante, abierto y enormemente respetuoso con el adversario. Era partidario de la continuidad histórica, del respeto al orden social y a los valores tradicionales. Trató de hacer compatibles esos principios con un cierto grado de intervencionismo del Estado a favor de las clases necesitadas. Acorde con sus ideas conservadoras, en el marco jurídico definido en la Constitución de 1876, se adoptó una legislación restrictiva, destinada a reforzar el orden público, consolidar el régimen político y controlar el orden social. Sin embargo, poco a poco se iría gestando una nueva conciencia social y la idea de la obligación del Estado de ocuparse de los problemas sociales. Consecuencia del nacimiento de esta nueva realidad fue la creación durante el gobierno de Posada Herrera, antes de que produjera la caída del gobierno en diciembre de 1883, de la Comisión de Reformas Sociales. La función de esta institución era ocuparse de la mejora del bienestar de las clases obreras, tanto agrícolas como industriales. Posteriormente, cuando el gobierno conservador llegó nuevamente al poder en 1890, tras un largo período liberal en el cual se habían llevado a cabo importantes reformas políticas y jurídicas, Cánovas decidió respetar las medidas adoptadas en la etapa anterior. Inició una nueva política en los años noventa. Defendió que era necesaria la intervención del Estado para resolver los problemas sociales y económicos planteados en la sociedad de fin de siglo. Comenzó a proteger los derechos de los trabajadores desde el gobierno, tratando de regular las condiciones de trabajo existentes y de mejorar sus condiciones de vida. Esta actitud del líder conservador le granjeó duras críticas, tanto de la derecha como de la izquierda. Respondía a un cambio de mentalidad de la época y no era ajena a políticas similares que gobiernos de distinto signo habían planteado en otros países.

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Canalejas

(José Canalejas y Méndez; Ferrol, 1854 - Madrid, 1912) Fue ocupando cargos políticos de importancia creciente: diputado desde 1881, subsecretario de la Presidencia (1883), ministro de Fomento (1888), de Gracia y Justicia (1888-90), de Hacienda (1894-95) y de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas (1902); desde ese último departamento impulsó la creación del Instituto del Trabajo. Además fue elegido Presidente del Congreso durante la legislatura 1906-1907. Simpatizante del Partido Demócrata Progresista, de ideas republicanas, cuando se produjo la Restauración Borbónica abandonó estas ideas para incorporarse al Partido Liberal de Sagasta. En 1897, preocupado por la situación en la Cuba, viajó a la isla para tener información de primera mano del problema. Interesado en el conflicto, se alistó como un voluntario después de haber sido ministro, luchó como un soldado más y obtuvo la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo. volvió a España y presentó sus impresiones a Sagasta, el cual hizo caso omiso a sus recomendaciones. Un año después (1898) Cuba fue invadida por los EE. UU. junto a las Islas Filipinas y Puerto Rico (que dependía administrativamente de Cuba en ese momento), en respuesta a la explosión del buque norteamericano Maine que se encontraba de "reconocimiento en la bahía de Cuba" (explosión de la cual se culpó a España, sin que nunca se probara su autoría). Una vez terminada y perdida la guerra, en 1902 fundó su propio partido, el Liberal-Demócrata, destacándose como cabeza de una corriente izquierdista que defendía ideas democráticas y de separación de la Iglesia y el Estado. En 1910 consiguió unificar transitoriamente las diversas corrientes que pugnaban en el interior del liberalismo, aupándose a la Presidencia del Consejo de Ministros; durante más de dos años y medio impulsó desde el gobierno un programa de reformas: abolió la Contribución de Consumos, estableció el servicio militar obligatorio y limitó la instalación de órdenes religiosas («Ley del candado»). Visitó Marruecos con el rey Alfonso XIII en 1911 y ordenó la ocupación de Larache, Arcila y Alcazarquivir en respuesta a la ocupación francesa de Fez; las negociaciones que inició con los franceses conducirían, poco después de su muerte, al establecimiento de un protectorado conjunto en Marruecos. En materia de orden público, hubo de emplear la fuerza para reprimir el intento de sublevación republicana de 1911 (motín del guardacostas Numancia y sucesos de Cullera) y la huelga ferroviaria de 1912. Pero no realizó las esperadas reformas políticas que habían de transformar el régimen liberal en una verdadera democracia, acabando con el caciquismo y el fraude electoral. Fue asesinado por un anarquista cuando miraba el escaparate de una librería en la Puerta del Sol, abriéndose desde entonces una larga pugna por el liderazgo del Partido Liberal

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La política exterior de la Unión Liberal En el período de la Unión Liberal tuvieron lugar varias acciones bélicas exteriores que se acometieron con doble fin: recuperar el prestigio internacional que tuvo España hasta el siglo XVIII y crear en la ciudadanía un enemigo externo que desviara la atención de la política interior. Las expediciones a Conchinchina y México, la vuelta temporal al dominio de Santo Domingo y, sobre todo, la guerra de África, cumplieron parcialmente el segundo objetivo. Todas estas acciones tienen lugar en las áreas de influencia colonial española. Para resolver los problemas provocados por la política del bienio 1854-1856 con la Santa Sede, se firmó por O’Donnell el convenio de 1859 que trataba de volver a poner en vigor el Concordato de 1851 con algunas garantías y buscando soluciones concretas para hechos como la desamortización. En cuanto a la unificación de Italia por el rey Víctor Manuel II (1860), excepto Roma y algunas otras. La diplomacía española no cesó en protestar por las sucesivas anexiones y no reconoció al nuevo reino de Italia hasta 1865, cuando fue nombrado O’Donnell en el gobierno, lo que provocó una reacción negativa en medios confesionales españoles. La guerra en Marruecos (octubre 1859) ocasionada por un conflicto fronterizo provocado por la situación irregular del Imperio marroquí en las inmediaciones de las plazas de soberanía española, Ceuta. Se avanzó sobre Tetúan y se consiguió la victoria de Wad-Ras (23-3-1860), lo que abrió a los españoles el camino de Tánger. Los marroquíes firmaron el Tratado de paz de Tetúan (26-4-1860). España obtuvo la ampliación de Ceuta e Ifni y al pago de una multa de 400 millones de reales, pero no se cambio la situación política de su Imperio. Realmente originó un sentimiento en el que se mezclaba la nación, la cruzada contra el infiel y la exaltación del Ejército. En ese clima, se presentó el unionismo como la culminación de un proceso histórico. La expedición a la Conchinchina motivada por la matanza de misioneros que indujo a los gobiernos francés y español a enviar fuerzas donde Francia obtuvo las mayores ventajas y asentó su dominio sobre Indochina. España obtiene libertad religiosa para los cristianos y libertad de comercio en tres puntos, así como una indemnización de guerra por el Tratado de Saigón de junio de 1862, ratificado por el de París de 1863. La intervención en México donde España se vio obligada a intervenir para no dejar solas a las potencias inglesa y francesa. El objetivo era obtener una zona de influencia en América y dotar a México de un gobierno estable y fuerte echando al radical Benito Juárez (1860). España salío doblemente perjudicada por la expulsión de su embajador y por la suspensión del pago de las deudas contraídas por México, su intención era pacificar el país y luego dejar que sus ciudadanos se constituyesen libremente como gobierno. Así, se firmó en Londres (octubre 1861),

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un pacto por el que España aportaría 6.000 hombres, 3.000 Francia y 700 Gran Bretaña. Este último país enviaría también una flota. Cuando el cuerpo expedicionario dominaba buena parte de México, el general Prim firmó con Juárez la Convención de la Soledad (febrero 1862) para llegar a un acuerdo. Francia rechazó la Convención. La falta de acuerdo entre los aliados europeos, llevó al general Prim, al abandono de México. Francia retiró su embajador en Madrid y continuó la guerra hasta que impuso a su pretendiente que sería vencido y ajusticiado por (junio 1867). Santo Domingo desde que se hizo independiente (1844), en alguna ocasión había solicitado su reincorporación a España. Esta razón alegó el capitán general en Cuba F.Serrano para ocuparla (1861, realmente pretendía dar seguridad de España en el Caribe pues otras potencias podrían ocuparlá al carecer de medios para rehacer su economía. El coste resultó muy alto y además parte de su población no quería a los españoles, el descontento se inició en 1863 con una sublevación antiespañola que acabó en una guerra sangrienta e inútil, que terminó con la separación definitiva (1865). Las intervenciones de España en Santo Domingo y México, habían levantado suspicacias en algunas repúblicas, como Perú, país con el que desencadenó un conflicto que se suele denominar “guerra del Pacífico” y en la que también se involucraron Chile y Ecuador. Todo empezó por el intento del vicecónsul en Lima de velar por los españoles y denunció el asesinato de un ciudadano español (1862). Entonces hubo un despliegue de fuerzas que causó algunos incidentes. El gobierno del marqués de Miraflores (1863) reclamó justicia a los tribunales peruanos y ordenó a la escuadra del Pacífico que se trasladará a Santo Domingo. Finalmente, se firmó un acuerdo con Perú que restablecía la situación (27 enero 1865) que daría lugar a un tratado con Perú, que no se firmó, en parte por el golpe de estado que derrocó al gobierno en Perú y en parte porque la escuadra, según decisión del gobierno de O/Donnell, se dirigió a las islas Chinchas que ocupó con violencia y, desde allí, exigió al gobierno de Chile reparaciones por no haber abastecido de carbón a los barcos españoles en su hostigamiento a Perú. Con lo cual, quedó afectada la política española con los países de toda la costa sur del Pacífico entre 1862 y 1871. Se suele presentar el gobierno largo de la Unión Liberal como una sucesión de guerras exteriores: Marruecos, Santo Domingo, Méjico, Perú y la Conchinchina, a lo que se suma la intervención española en la cuestión romana, el iberismo o intento de unidad con Portugal entonces tan en boga y la colonización de las Islas de Fernando Poo (hoy Bioko) llevada a cabo por impulso del ministro de Marina en 1858, José María Quesada. La escasa participación española en el exterior de la Península, desde 1824 y después del gobierno de O’Donnell, hace que esos acontecimientos sean excepcionales. La proyección del país en el exterior y, sobre todo, la imagen que creó en muchos españoles de formar parte de una nación capaz de semejantes

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empresas fueron muy bien aprovechadas por O’Donnell y por la corona para mantenerse en el poder. Lareina concedió a O’Donnell el título de duque de Tetúan al conquistar dicha plaza. A su vuelta, el general, que se había destacado junto al general Prim, entró victorioso por las ciudades que iba encontrando a su paso. Madrid le recibió con apoteosis. Fue una guerra de prestigio que tuvo éxito. Sin embargo, el fracaso de la intervención en México (1861-1862) o la difícil explicación de la situación en que quedo España en la Conchinchina son algunas de las razones del desgaste gubernamental, que, en definitiva, llevó a la dimisión de O’Donnell en 1863

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Las atribuciones de la Corona en la Constitución de 1837

Una vez que Maria Cristina hubo confiado el poder en la persona de Calatrava, perteneciente a los progresistas ; el nuevo parlamento elaboró una nueva constitución, la de 1837. Más moderada que la de Cádiz y más progresista que el Estatuto Real, dicha Constitución buscaba el consenso entre los dos principales partidos. La Constitución de 1837 mantuvo los principios de 1812 como era la soberanía nacional, la separación de poderes, el reconocimiento de ciertos derechos individuales y la convocatoria de Cortes por el monarca. Reconoció a la corona una decisiva intervención en el proceso político aunque compensaba su función con la ampliación de tareas de las Cortes. Estableció un bicameralismo: Congreso y Senado. Los miembros de éste último eran elegidos por el monarca de entre una lista que establecían los electores en número triple de los puestos a cubrir. Permitía la disolución de Cortes por el monarca (no se contemplaba en la 1812), lo que, combinado con un sistemático falseamiento de las elecciones, permitió parlamentos casi siempre con mayoría gubernamental. Al poco tiempo de iniciado el gobierno de Narváez (1844), se suscitó la posible reforma de la Constitución. El grupo partidario de volver a un estatuto otorgado por la corona que sería la depositaria de la soberanía, al frente del cual se situaba el Marqués de Viluma, se oponía al grupo de los “puritanos”, que deseaba continuar con la de 1837. La mayoría, la tendencia “central”, liderada por Narváez, plantearon una nueva constitución que perfilase mejor la manera que tenía este sector de los moderados de entender el liberalismo. Ello dio lugar a la más moderada Constitución de 1845. Ésta reconoció las ideas del liberalismo “doctrinario” en el sentido de que la soberanía residía en las Cortes con el monarca, frente a la soberanía nacional de 1837. La posiblidad de ser senador directamente por nombramiento regio se redujo a la aristocracia. La diferencia entre ambas constituciones es clara.

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La Constitución de 1869

El principal objetivo de los revolucionarios de 1868 fue elaborar una Constitución que trazara las líneas generales de un nuevo régimen. Esta, desde un principio, estuvo abocada a ser el cauce del conjunto de apetencias democráticas de los distintos grupos que habían intervenido en la revolución. Pero prevaleció la mayoría parlamentaria liberal progresista, dispuesta a consagrar unas ideas puramente liberales, amantes de los principios de libertad, de igualdad y de propiedad, y que no coincidían precisamente con las que defendían los que aspiraban al cambio social, por lo que inmediatamente se produjo la queja de los grupos radicales. La nueva burguesía pretendía, ante todo, romper la tradicional forma de llevar el poder. Es el primer código democrático de la historia de España, adelantándose en bastantes aspectos al resto de Europa. Junto al sufragio universal masculino, secreto y directo, se establecía una detallada relación de derechos ciudadanos, con carácter de «ilegislables e imprescriptibles», para garantizarlos por encima de cualquier veleidad del poder ejecutivo e incluso del propio legislativo, para evitar las tentaciones autoritarias o las pretensiones del Estado de doblegar las libertades personales. Así, junto a las clásicas libertades políticas de expresión, imprenta e ideas, se recogían por escrito novedades tan significativas como el derecho de reunión y «asociación pacífica», la inviolabilidad de la correspondencia, la ampliación de las libertades individuales al pensamiento y enseñanza y al culto público de cualquier religión, o, por ejemplo, la libertad de trabajo para los extranjeros. Los derechos de reunión y asociación, puerta para el despegue del sindicalismo, y las nuevas libertades permitieron el florecimiento educativo de unos años que marcaron el rumbo del pensamiento y de la ciencia en España, con la expansión de nuevas teorías, sobre todo del positivismo y de las ideologías anarquista y marxista. Por otra parte, aunque los republicanos no lograron la explícita separación del Estado y de la Iglesia católica, sin embargo por primera vez no se declaraba confesional, permitía la libertad de cultos de cualquier creencia, y, en contrapartida, mantenía los gastos del clero y del culto. Además, se insistía en la soberanía popular como fundamento del Estado, en este caso con una forma monárquica, pero sobre todo organizado a partir de dos principios, la división de poderes y la descentralización. La soberanía residía en unas Cortes integradas por el Congreso y el Senado, ambas votadas por sufragio universal masculino. No se pedían requisitos para ser diputado, bastaba con ser ciudadano elector, esto es, varón mayor de veinticinco años. Los diputados del Congreso eran a razón de uno por cada 40.000 personas. Los senadores eran

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elegidos por un sufragio universal indirecto, cuatro por provincia, pero se introducían restricciones clasistas. Los candidatos debían tener más de cuarenta años, tener un título universitario, ser de los grandes propietarios o patronos industriales, o haber ocupado un alto puesto en el Estado. Así, en el Senado no sólo se representaban a las provincias sino a las elites de estos territorios. Obviamente las Cortes eran el poder legislativo cuya función se garantizaba estableciendo plazos mínimos de reunión y tiempo máximo sin ser reunidas, para evitar abusos del poder ejecutivo al no reunirlas. Además, eran las únicas capacitadas para aprobar y decidir los presupuestos y los impuestos. Las Cortes, por otra parte, podían ejercer la moción de censura, tener la iniciativa legislativa, e interpelar al gobierno, adquiriendo una alta cota el concepto de control parlamentario del ejecutivo. En lo concerniente al poder ejecutivo, a su frente se situaba al rey que se define constitucionalmente como un «monarca constitucional», sin poder tomar decisiones sino sólo a través de los ministros, con lo que la responsabilidad definitiva está en manos del gabinete ministerial. Para ser ministro había que ser diputado, y las Cortes podían exigir a cada uno sus responsabilidades o reprobarlo. El poder judicial, por su parte, recibió su definitiva organización como poder independiente, y quedaría como gran aportación de estos años la independencia de los jueces del poder ejecutivo, porque se implantó el sistema de oposición para el ingreso en la carrera judicial, se creó el Consejo de Estado para los traslados y promociones de jueces, se implantó el juicio por jurados populares y se reguló la acción pública contra aquellos jueces que delinquieran en el ejercicio de su función. Es cierto que luego el caciquismo de la Restauración distorsionó tales mecanismos, pero sin duda fue una aportación crucial a la historia democrática española. Por lo que atañe a la distribución territorial del poder, se recuperó el protagonismo de ayuntamientos y diputaciones, con alcaldes elegidos por sufragio universal. Sin embargo, quedaron asuntos importantes sin resolver o expuestos con ambigüedad premeditada, como el estatuto de las colonias, o la relación entre ejército permanente y milicias ciudadanas, o el principio de contribución proporcional en la hacienda... estarían en el centro de los principales y más violentos conflictos de esta primera experiencia democrática (la guerra colonial, las sublevaciones contra las quintas y el rechazo a los nuevos impuestos). Fue cambiada por la Constitución de 1876.

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El recogimiento canovista

Para entender los planteamientos de la política exterior de Cánovas es preciso tener en cuenta su ideario en torno al cual giró la proyección internacional que consideraba que debía tener España. En primer lugar su pensamiento estaba condicionado por la idea de la decadencia de España. Cánovas eligió desarrollar en Europa una política de enorme prudencia. Estaba convencido de que la nación vivía un momento de postración, declive y debilidad, concepción muy extendida en la época. Por otro lado, las teorías de darwinismo político, que sostenían la preponderancia de unas naciones más fuertes que otras, subrayaban el liderazgo de las potencias sajonas frente el fin de la primacía de las latinas. Cánovas consideraba también que España formaba parte del grupo de las pequeñas naciones con escaso peso mundial. Estas premisas condicionaron la acción exterior desarrollada y determinaron que los objetivos de ésta fueran la neutralidad y el mantenimiento del status quo. Esta política evitó las alianzas generales, lo cual llevó a que España estuviera ausente de los principales problemas y negociaciones diplomáticas de la época. Esto respondió al convencimiento de que España debía tener buenas relaciones con las demás potencias pero sin participar en los conflictos ajenos. Este tipo de política exterior llevada a cabo por Cánovas se ha definido como política de recogimiento. Siguiendo esta línea tanto evitó el aislamiento como el compromiso. Se esforzó en transmitir una buena imagen de España; en mejorar las relaciones exteriores, en soslayar conflictos; en firmar acuerdos comerciales, siempre que fueran necesarios para los intereses nacionales. En definitiva, la fórmula era mantener buenas relaciones con todas las potencias sin comprometerse con ninguna. Eligió la tranquilidad, el problema era conciliar ese planteamiento con la realidad europea. Entonces Europa se lanzaba a la expansión colonial, a la ocupación de territorios ultramarinos. Se ha criticado a Cánovas por su excesivo pesimismo en su consideración de España en el plano internacional. Sin embargo, aunque consideró a España como potencia secundaria, con una limitada capacidad de acción, lo que aflora es su deseo de mejorar su situación y regenerarla. También es cierto que su pensamiento fue más pesimista en los años setenta que en décadas posteriores.A partir de 1880 se inició un cambio, Cánovas llegó a plantearse que España tenía futuro en el continente, que la proyección exterior sobre pueblos más atrasados era posible. Puede decirse que superó su pesimismo y que que resolvió el antagonismo entre germanos y latinos, considerando que ambas eran naciones occidentales y civilizadas que tenían la misión de educar y modernizar a otro pueblos menos evolucionados

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El pacto de Ostende

El Pacto de Ostende, realizado en agosto de 1866, fue un acuerdo de progresistas y demócratas contra la monarquía y por el que se comprometían a derrocar a Isabel II, tras lo que se elegiría por sufragio universal masculino una Asamblea constituyente que decidiría sobre la forma de gobierno monárquica o republicana. Había tanto militares como civiles: Prim, Olózaga, Sagasta, Ruiz Zorrilla, Becerra, Martos, a los que se sumaron los exiliados republicanos Pi, Castelar y Chao. Posteriormente se unieron al mismo republicanos e incluso unionistas, como Serrano y Dulce, que a la muerte de O´Donnell fueron desterrados por González Bravo a Canarias. Estas incorporaciones son el resultad de un proceso de reorganización de la conspiración. Parecía que perdía fuerza cuando se vio favorecida por la muerte de O'Donnell, que había mantenido sustituir a Isabel por su hijo Alfonso, siempre con el acuerdo de su madre. Los unionistas sufrieron un proceso de desarticulación. Un sector de ellos aceptó la dirección del general Serrano, más cercano al progresismo. Este grupo se adhirió al Pacto de Ostende, con la condición del respeto por la forma monárquica, con otro monarca y otra dinastía. En agosto de 1867, hubo otra intentona pero falló la acción. Narváez organizó un cuerpo de ejército para reprimir los incidentes, al tiempo que anunciaba el indulto para los revolucionarios que se sometieran, lo que hicieron varios miles. A finales de mes el intento de revuelta había terminado. Prim, que esperaba en la frontera francesa, no llegó a pasar y, finalmente, se retiró a Ginebra y publicó un amargo manifiesto explicando su actitud. Los hechos eran cada vez más desfavorables para la reina, a la muerte en un breve lapso de tiempo de O´Donnell y Narváez, siguió el gobierno dictatorial de González Bravo. A la epidemia de cólera en Madrid se sumaban numerosas rebeliones contra los consumos, en Zaragoza, Lérida, Tarazona. Muchos militares del Partido Moderado eran eviados al exilio (Echagüe, Caballero de Rodas, Zavala) e incluso los duques de Montpensier, provocando el retiro del Conde de San Luis. La personalidad de mayor capacidad conspirativa fue Juan Prim, líder a su vez de la cúpula militar y de la burguesía progresista que exigían y necesitaban imbricar el desarrollo español con el rumbo de los países capitalistas más avanzados. No sólo se trajo a destacadas personalidades del Partido Demócrata-Republicano, sino a influyentes s generales como Serrano, Dulce o Caballero de Rodas y al almirante Topete, próximo al duque de Montepnsier. Todos ellos se juntaron en Cádiz y al grito de “Viva España con honra”, se desencadenaban una cascada de Juntas Locales y provinciales impulsadas sobre todos por los demócratas y republicanos, que pedían como medidas inexcusables el sufragio universal y la abolición de quintas y consumos.

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LA CONJUNCIÓN REPUBLICANO-SOCIALISTA Muy característico del socialismo español fue un crecimiento muy lento pero constante. Sin embargo, la fuerza del anarquismo lo interrumpió en los años iniciales de siglo. El pablismo fue una especie de revolucionarismo reformista o reformismo revolucionario; en el sentido de que nunca se consideraron incompatibles estas 2 fórmulas. El fin de siglo supuso un mayor acercamiento al republicanismo y una participación en los organismos destinados a la reforma social. Un factor más vino a implantar el socialismo: el regeneracionismo.La UGT experimentó un crecimiento más rápido. En los Congresos nacionales del partido 1903 -1907, ratificó su repudio a colaborar con los republicanos. También las Juventudes Socialistas creadas en 1905 estaban más cercanas a la postura de acercamiento, pero Iglesias mantuvo su actitud inflexible hasta 1908 en que se aceptó la posibilidad de colaboración, aunque sólo en determinadas circunstancias. En torno a 1905 el socialismo decrecía y la situación no cambió hasta que cinco años después, cuando Pablo Iglesias se decidió a efectuar un cambio estratégico importante. La protesta por la guerra de Marruecos, combinada con la repercusión en la opinión obrera del gobierno de Maura y los sucesos de Barcelona, le indujeron a colaborar con los republicanos. Fue la situación política del final del Gobierno de Maura lo que animó a los socialistas a cambiar su postura. La impresión reaccionaria del gobierno de Maura lo que movió a crear la conjunción republicano-socialista. En otoño de 1909 el partido declaró que lucharía, sólo o con alguna fuerza democrática que se propusiera el restablecimiento de las garantías y el fin del gobierno de los conservadores. A finales de año se pactó la alianza cn republicabnos, radicales y reformistas. Esta tuvo un resultado óptimo para el PSOE y la UGT. Las cifras eran ya importantes aunque estaban ya muy lejos de las de otros países pues la diferencia esencial radicaba no tanto en los sindicatos como en la presencia en el Parlamento. Aunque muy levemente el PSOE inició ese camino con la elección de Pablo Iglesias en la lista de la conjunción republicano-socialista de 1910 por Madrid. Esto le convirtió en una figura política nacional, símbolo de la clase obrera. Sus intervenciones en el Parlamento se caracterizaron por la dureza. En 1912 el PSOE celebró el Congreso más importante de su historia, ello que tuvo una representación internacional y presentó un programa general, municipal y agrario. Hacia 1912 entraron al partido algunos intelectuales. Uno de ellos fue Julián Besteiro, procedente del radicalismo. Otros como Araquistain y Núñez de Arenas se vinculaban a la llamada "Escuela nueva". El 1º tenía una clara posición

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regeneracionista, pero el 2º supone un levantamiento en el partido de un sector de izquierdas, no sólo intelectual, sino también sindicalista. Hay que tener en cuenta que si existen todas estas pruebas del incremento del peso específico del socialismo en la vida política española también las hay de sus evidentes limitaciones. La implantación sindical y política del socialismo sólo fue relevante en Asturias y Vizcaya, aparte de Madrid y sólo en la capital el sindicato tenía una nutrida afiliación que trascendía los límites de la significación política. Un asunto de corrupción en el ayuntamiento de la ciudad obligó al Partido Radical a abandonar la Conjunción en diciembre de 1910 y a partir de ahí se inició su declive. En 1915 perdieron definitivamente el control del ayuntamiento de Barcelona a favor de la Lliga. Fuera de Cataluña tuvo cierta resonancia sólo en zonas muy puntuales. La facción “gubernamental” de la Conjunción lanzó en abril de 1912 un nuevo partido republicano: el Partido Reformista liderado por Melquíades Álvarez. La base de su programa era de carácter pragmático y antirrevolucionario. Su objetivo era una república de orden, defensora de la propiedad. Consiguieron su apoyo básicamente en las clases medias y en los círculos intelectuales.Con estas divisiones la Conjunción se vio gravemente debilitada y la unidad del republicanismo se evidenció inviable. En los siguientes años se produjo un duro debate en el seno del Partido Socialista entre “conjuncionistas” y “anticonjuncionistas”. Estos últimos, entre los que estaba Largo Caballero, opinaban que con un republicanismo tan disperso y debilitado era mejor aliarse con ellos sólo puntualmente. La Conjunción se mantuvo hasta 1919, cuando el ala izquierda del partido logró su disolución, pero dejó de ser un instrumento útil como frente común de las izquierdas.

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La Unión Liberal Antes de 1845 se autodenominaron “Unión Liberal” los que se situaban a la izquierda de los moderados conocidos como moderados “puritanos” (autodenominados como “Unión Liberal” que desde 1845 se llamaron“Partido Moderado de la Oposición”), cuya cabezas principales fueron Pacheco, Pastor Diáz y Ríos Rosas. Obtuvieron varios gobiernos en 1847, desde entonces se les conoce como “puritanos”. La mayoría de éstos, derivaron en la Unión Liberal de O’Donnell (desde 1856). Además del general O’Donnell en los años que siguen hasta la revolución de 1854 surgen nuevas figuras de los antiguos moderados que se aglutinan a su alrededor en un partido, aún sin nombre entre 1854-1856, que conocemos como “Unión Liberal”. Es decir la Unión Liberal nació al calor de la Revolución de 1854 pero no se fraguó hasta la derrota de ésta a manos del propio O’Donnell en julio de 1856 cuando se convertirá en el restaurador de la Constitución de 1845, aunque con algunas reformas que limitaban el poder las cámaras, también mantuvo avances de la revolución, sobre todo en el terreno de las libertades publicas y privadas. Con este triunfo va a gobernar ejerciendo un papel moderador en asuntos como la defensa de la corona. Aglutina a políticos activos que quisieran colaborar desde el Parlamento, el gobierno, las diputaciones, los ayuntamientos, la prensa y los demás foros de opinión y debate en una nueva política más liberal que la de los moderados y menos que la de los progresistas. Ocupaba un centro político al que podían sumarse personas templadas procedentes de ambos partidos. Así lo hicieron personajes como los antiguos moderados puritanos de Pacheco. Parte de los progresistas también se unieron con mayor o menor intensidad como Collado, Laserna, Santa Cruz, Ríos Rosas, Manuel Cortina, Gómez de la Serna y otros en la capital, además de muchos en la política local y provincial. Tanto los conservadores como los moderados de estas Cortes tendieron a integrarse con su proyecto. A finales de la legislatura se nombran como “Centro Parlamentario” o “Unión Liberal”. Después la reina prescinde de él desde octubre del 56 y forma nuevos gobiernos moderados (octubre 1856-junio 1858) hasta que volvió a llamar a O’Donnell (30-junio 1858/17-enero 1863). Hasta la dimisión de O'Donnell fue un gobierno estable, sobre todo debido a la gran eficacia del llamado Gran elector (Posada Herrera) que conseguía mayorías absolutas en las elecciones. En su gobierno la mayoría de sus ministros lo constituían políticos que ya habían participado en gobiernos anteriores. El objetivo político de su grupo fue el intento de conciliar libertad y orden. Completó la uniformidad jurídica con leyes como las del notariado de 1862 y la hipotecaria de 1863, y aunque tendía más hacia las ideas progresistas las aplicaba con el sentido práctico de los moderados. Sus años de gobierno significaron paz sólo alterada por escasos chispazos violentos y aislados. Y aunque en un principio su política exterior de intervención en guerras favoreció su

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popularidad y le mantuvo en el poder, cuando empezaron a fracasar (México 1861-1862/La Conchinchina), le llevó a la dimisión (1863), sobre todo por el exceso gasto público que conllevó. Hubo después unos gobiernos más moderados hasta que la reina le volvió a llamar (junio de 1865-julio 1866), en la que tuvo dos fases, una hasta diciembre 1865 más liberal y de atracción a la izquierda. Y otra desde enero 1866 con una política defensiva y de reacción contra los progresistas; hasta que la reina le destituyó de nuevo en julio 1866. El 4 de noviembre de 1867 muere O’Donnell. En los últimos meses había mantenido la posición de sustituir a Isabel por su hijo Alfonso, siempre con el acuerdo de su madre. Los unionistas sufrieron un proceso de desarticulación. Un sector de ellos aceptó la dirección del general Serrano, más cercano al progresismo. Este grupo se adhirió al Pacto de Ostende (agosto 1866) si bien con la condición del respeto por la forma monárquica, aunque con otro monarca y, probablemente, otra dinastía

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Pablo Iglesias

Fundador del PSOE y de la UGT, considerado el padre del socialismo en España (Ferrol, 1850 - Madrid, 1925). A los 9 años, al morir su padre, emigró a Madrid con su madre y su hermano menor. Allí aprendió el oficio de tipógrafo, que desempeñaría toda su vida, y empieza a colaborar en la redacción de un periódico matutino. En la navidad de 1862 se escapa a ver a su madre, que vivía en una pequeña buhardilla, y esto le supone fuertes castigos pues la elaboración de la revista del hospicio obligaba a los aprendices a no abandonar el centro esos días. Parece que este suceso fue clave en el devenir del líder obrero. Durante el Sexenio Revolucionario (1868-74) comenzó su formación autodidacta y se inició en la actividad reivindicativa del movimiento obrero, afiliándose a la primera Internacional (AIT) en 1869 . En 1870 los tipógrafos madrileños le elegirán junto a otros dos compañeros, como delegado al consejo local de la AIT. Apenas un año después, aparecerá el primer escrito de su autoría en el boletín; Solidaridad. Bajo el nombre; “La Guerra”. Un alegato al pacifismo que ha pasado a la historia del socialismo español no sólo por ser el primer texto publicado por Pablo Iglesias, sino por ser uno de los primeros artículos críticos con la idea de la guerra y las repercusiones que con ellas sufría el Estado y la Clase Trabajadora. En las luchas desencadenadas dentro de la AIT entre los partidarios de Bakunin y los de Marx, Pablo Iglesias se mantuvo fiel a la línea marxista, minoritaria en España, creando la Nueva Federación Madrileña (1872). Tras la Restauración borbónica, condenado el movimiento obrero a la clandestinidad, fundó en Madrid un partido político -el PSOE- junto con un reducido grupo de correligionarios marxistas, la mayor parte de ellos tipógrafos (1879); trató de dotar al nuevo partido de una gran pureza ideológica y moral, lo que contribuyó a mantener muy reducido el número de sus afiliados. Por esa época Pablo Iglesias empezó a sufrir las represalias patronales por su actividad reivindicativa, quedando excluido de trabajar en los periódicos hasta que fundó el suyo propio, El Socialista, en 1886. En 1888 completó el entramado institucional del socialismo español al crear el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT), aprovechando la apertura para el asociacionismo obrero que supuso el gobierno largo de Sagasta; en 1905 añadió a estas organizaciones las Juventudes Socialistas. En los años siguientes, partido y sindicato crecieron y se extendieron, abriéndose «Casas del Pueblo» (sedes socialistas locales) por Madrid, Vizcaya, Asturias,

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Valencia y Málaga. En 1905 consiguió su primer éxito político significativo, al resultar elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid, junto con otros dos compañeros socialistas; desde allí lanzaría una campaña contra la corrupción imperante, de gran impacto popular. Tras la Semana Trágica de Barcelona (1909), Pablo Iglesias aceptó flexibilizar sus posiciones políticas en aras de una oposición de izquierdas más eficaz, formando la Conjunción Republicano-Socialista; esta alianza le permitió ser elegido diputado por Madrid en las elecciones de 1910. Utilizó aquel primer escaño socialista de la historia de España para lanzar fuertes ataques contra el régimen de la Restauración y la dominación política de la burguesía española, denunciando su inmoralidad. Problemas de salud le fueron apartando de la actividad política paulatinamente, aunque mantuvo la presidencia, tanto del PSOE como de la UGT, hasta su muerte. En sus últimos años asistió al agrio debate entre los socialistas respecto a la Revolución rusa (1917), la consiguiente escisión de los comunistas (1921), la liquidación del régimen parlamentario por el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923) y la posterior colaboración con la dictadura. Aunque dejó al frente de las dos organizaciones a Julián Besteiro, el liderazgo de éste sería mucho más contestado que el de Iglesias, pues no gozaba del carisma del fundador, dividiéndose los socialistas entre los seguidores de Largo Caballero, Prieto y el propio Besteiro

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Preguntas Cortas: Intervenciones exteriores Isabel II

España había sufrido, tras la independencia de los países sudamericanos y la derrota en Trafalgar un imparable deterioro en su condición de potencia colonial, al tiempo que su papel en Europa había menguado considerablemente. Francia e Inglaterra habían ocupado el espacio europeo y sus respectivos imperios actuaban en América, Asia y África. La política exterior trató de limitarse a mantener la condición de potencia de segundo orden de España, pero tal situación estuvo limitada por varios aspectos. En primer lugar, por la indefinición de la acción internacional española, incluso durante los gobiernos de la Unión Liberal; en segundo lugar, por mantener en distintos puntos del globo intereses económicos que, sin embargo, no podían ser atendidos por un ejército moderno y capaz de hacer frente a los retos que suponía desplazarse por todo el orbe; en tercer lugar, por la propia ineficacia y desconocimiento de la política internacional de la Reina; y en cuarto y último lugar, por la fortaleza militar y económica de Francia y Gran Bretaña. El panorama europeo había cambiado. Por un lado, Gran Bretaña y Francia, lejos de enfrentarse como en el pasado, se habían aliado, ayudando a Isabel II a mantenerse en el trono. Prusia, Austria y Rusia eran partidarias de los carlistas, a quienes prestaron su apoyo más o menos veladamente. En estas circunstancias, España se integró en la Cuádruple Alianza junto a Portugal bajo sencillas premisas: Francia y Gran Bretaña apoyaban a la monarquía isabelina siempre y cuando mantuviera un política exterior convenida con ambos, aunque cuando las dos grandes potencias sostuviesen posturas distintas, España podía defender su propia posición. Durante los gobiernos de la Unión Liberal, y aún antes en 1848, España se sintió fuerte para tratar de recuperar parte de su pasadas glorias, siempre con el consentimiento de las potencias que la custodiaban. Así se explican la acciones llamadas "de prestigio" o de "exaltación patriótica" que tuvieron un amplio apoyo popular con la Expedición franco-española a Cochinchina desde 1857 a 1862, la participación en la Guerra de Crimea, la Guerra de África de 1859 en la que O'Donnell obtuvo un gran apoyo popular y un gran prestigio al consolidar las posiciones de Ceuta y Melilla pero no pudiendo obtener Tánger por las presiones inglesas, la expedición anglo-franco-española en México y la anexión de Santo Domingo en 1861 y la cuestionada, por innecesaria, Primera Guerra del Pacífico en 1863

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Sabino Arana

Padre del nacionalismo vasco (Bilbao, 1865-1903). Procedente de una familia carlista del barrio de Abando, Interrumpió sus estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona en 1888. Desde entonces, aislado en su casa de Albia, se dedicó a la investigación histórica y filológica, obsesionado por la identidad del pueblo vasco. Elaboró multitud de artículos (la mayoría sobre temas lingüísticos) que, en 1892, recopiló bajo el título Bizcaya por su independencia; en 1893 los presentó ante unos cuantos adeptos en un acto que representa el arranque de su actividad política (el llamado «juramento de Larrazábal»). Su ideología de entonces, racista y reaccionaria, no desentonaba en el contexto europeo de fin de siglo, en el que proliferaban los nacionalismos xenófobos , Sabino dotó a su movimiento de un tinte tradicionalista (reclamación de los «fueros» como constitución propia del país) y de un confesionalismo católico, que quedaron reflejados en su lema Dios y leyes viejas. Creía haber descubierto los principios eternos del «ser» vasco, a cuyo olvido atribuía la decadencia histórica del país y su sometimiento a ideas foráneas. Hizo objeto de sus ataques a los inmigrantes venidos de otras regiones de España, a los socialistas y al movimiento obrero en general, así como a los principios de tolerancia del liberalismo; consiguió así entroncar con los temores y las frustraciones de las clases medias de la provincia de Vizcaya, intensamente sacudidas por la reciente industrialización, que acogieron la propuesta nacionalista como argumento ideológico de su lucha contra la clase obrera y contra el Estado centralista de la Restauración, al que consideraban aliado de los grandes capitalistas autóctonos. Arana proponía en aquella época la independencia de Vizcaya como vía de recuperación de su identidad, dejando que cada una de las restantes provincias vascas de España y de Francia recorriesen el mismo camino por su cuenta, hasta reunirse todas en una Euskalerria federal. En 1894 dio el paso definitivo para transformar sus abigarradas ideas en un movimiento político: creó el periódico Bizcaitarra (por cuyo contenido sería procesado varias veces) y el Euskaldun Batzokiya, especie de círculo recreativo destinado a canalizar la propaganda político-cultural de los nacionalistas. Puestos a la obra, inventó incluso un nombre para el país que proyectaba (Euzkadi) y una bandera inspirada en la de Inglaterra (la ikurriña). En 1895 culminó su obra con la fundación del Partido Nacionalista Vasco, principal organización nacionalista del País Vasco durante más de cien años. La evolución moderada y «españolista» que experimentó Sabino en los últimos años de su vida determinó la posterior ambigüedad ideológica del movimiento nacionalista y las continuas tensiones que ha habido en su seno entre autonomistas e independentistas

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El Turnismo

El turnismo o bipartidismo fue uno de los elementos fundamentales del sistema de la Restauración borbónica en España. Consistió en la alternancia en el gobierno de los dos partidos dinásticos (conservador y liberal). La formación de gobierno por parte de cada uno de ellos no dependía del triunfo en las elecciones, sino de la decisión del rey en función de una crisis política o de desgaste en el poder del partido gobernante. Su origen estuvo en la exigencia de Sagasta de que el rey llamase a gobernar en 1881 a su partido como alternancia al de Cánovas. La cesión del rey a esta petición instauró el precedente del relevo pacífico en el poder, y alejó el riesgo de pronunciamientos y motines. Se rompía así con lo que había sido la práctica del reinado de Isabel II, que se fundamentó en el monopolio del gobierno de los moderados, por lo que los progresistas solo tenían la vía del levantamiento para alcanzar el poder. Lo normal en este relevo era que antes existiese un cierto desgaste del gobierno y que la oposición presionase para que se produjera el cambio. Pero en la práctica esto no era lo esencial: se instauró un acuerdo tácito de que los dos partidos que apoyaban a la monarquía de Alfonso XII se turnarían el poder, mediante la manipulación del proceso electoral, de un verdadero fraude que permite hablar de democracia puramente formal o "sistema liberal sin democracia". El sistema turnista seguía estos pasos:

El rey llamaba a gobernar a uno de los dos grandes partidos del sistema: si gobernaba el Liberal, llamaba al Conservador y viceversa. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la corona. Como el régimen de la Restauración era un sistema parlamentario, se hacía preciso que el nuevo gobierno contara con el respaldo de las Cortes. Para ello el rey disolvía las Cortes y se convocaban nuevas elecciones, que se manipulaban para que obtuviera mayoría el partido que debía formar el gobierno. La consolidación del turnismo tuvo lugar en la etapa de la regencia de María Cristina (1885-1902), especialmente tras el gobierno largo liberal (1885-1890) y el llamado Pacto del Pardo, que estableció el acuerdo entre Cánovas y Sagasta y la regente de turnarse el poder con el fin de asegurar la propia monarquía ante la doble amenaza carlista y republicana. La secuencia de ocupación del poder entre el Partido Conservador y el Partido Liberal muestra a la perfección cuál fue el modo en que esta práctica se llevó a cabo.

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RASGOS DE LA POLÍTICA EXTERIOR CANOVISTA La política exterior de Cánovas ha de contextualizarse en torno al ideario de este político. Se puede decir que giró en torno a la decadencia de España en el plano internacional, de la cual Cánovas estaba convencido. Así, veía el fin de la preponderancia de los países latinos frente al liderazgo emergente sajón. Para él España formaba parte del grupo de pequeñas potencias en el plano internacional, con poca capacidad de influencia en la escena mundial, por lo que decidió orientar su política no a propósitos expansivos sino a mantener la integridad territorial. Así la política de Cánovas se caracterizó por evitar alianzas generales. Esta política se ha denominado como “política de recogimiento”. Evitó tanto el aislamiento como el compromiso. Cuando lo consideró necesario para los intereses nacionales buscó acuerdos, pero siempre evitando los conflictos exteriores. El problema era conciliar este recogimiento con la realidad de una Europa que se lanzaba a la expansión colonial. Así los problemas exteriores no le vinieron en cuestiones europeas sino en Ultramar. Lo que sí es cierto, es que ese concepto que Cánovas utilizó en la década de 1870 fue evolucionando, y ese pesimismo se fue atemperando. En la década de 1880 hubo un cambio en las potencias latinas, iniciando su expansión por África, lo que llevó a Cánovas a plantearse la posición futura de España en este continente. Además, reforzó la posición española en el Pacífico. Puede decirse que Cánovas superó su pesimismo a través del colonialismo

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LOS SUCESOS DE LA GRANJA Estando de regente, María Cristina, de vacaciones en la Granja de San Ildefonso en Agosto de 1836, el segundo regimiento de la Guardia Real en connivencia con mandos militares de distintas zonas, se dirigieron al Palacio para reclamar la restauración de la Constitución de 1812 y la derogación del Estatuto Real de 1834. María Cristina al saber que la acción se había llevado a cabo en varias provincias, dictó un Real Decreto ordenando la publicación de la Constitución de 1812 y que fueran reunidas a la mayor brevedad posible las Cortes para ratificar la norma. CORTES DE CADIZ Con este nombre se conoce la Asamblea Constituyente inaugurada en San Fernando el 24 de Septiembre de 1810, trasladada después a Cádiz hasta 1814. Las Juntas Locales y Provinciales creadas para defenderse de la invasión francesa desembocaron en la creación en 1808 de la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino que en Mayo de 1809, decretó la celebración de “Cortes Generales y Extraordinarias”, rompiendo con la tradición, ya que sólo el Rey podía convocarlas. Con estas sesiones se promulgaron los decretos relativos a la soberanía nacional, la división de poderes, la igualdad, la libertad de imprenta, sentando las bases del Estado de Derecho y significando el fin del Antiguo Régimen. Participaron representantes de las provincias españolas y de los territorios americanos y de Filipinas LA PRAGMÁTICA SANCIÓN En España, Felipe V en 1713 había promulgado la Ley Sálica, por la que las mujeres sólo podían heredar el trono de no haber herederos varones en la línea principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos). Carlos IV en 1789 hizo aprobar a las Cortes una disposición para derogar dicha Ley, la Pragmática Sanción, que no llegó a ser publicada hasta que Fernando VII no teniendo hijos varones en 1830, la promulgó para que su hija mayor Isabel pudiera heredar el trono a su muerte. Según la Ley Sálica el heredero hubiera sido su hermano Carlos María, así que sus partidarios intentaron hacer que Fernando derogase la Pragmática, pero éste mantuvo su postura y a su muerte en 1833, Isabel fue proclamada Reina, pero debido a ser menor de edad, el Reino quedó bajo la regencia de su madre, María Cristina.

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QUE ES UN PRONUNCIAMIENTO? COMENTA ALGÚN CASO. EL PRONUNCIAMIENTO DE RIEGO. El término pronunciamiento fue usado con carácter formal por primera vez con ocasión de la revuelta de Riego en Cabezas de San Juan (cerca de Cádiz) en 1820, que derribó provisionalmente el régimen absolutista. Esta revuelta estableció en cuanto a la terminología y en cuanto al método, un modelo que con numerosas variaciones, fue frecuentemente seguido durante los 55 años siguientes. Todo intento de pronunciamiento comenzaba con el complot o conspiración de un grupo de militares, y a veces civiles y militares, que querían un cambio político. Muchos pronunciamientos acababan aquí, al ser incapaces de encontrar los apoyos necesarios para continuar. Pero si se conseguía el compromiso de suficientes mandos u oficiales que quisieran colaborar, se pasaba a la fase de preparación (llamada “obras”). Llegado el momento, el pronunciamiento comenzaba con un “grito” o declaración directa. A veces el pronunciamiento era indirecto, es decir, un general hacía unas declaraciones firmes o amenazas para influir en la política del gobierno o conseguir la caída de un gabinete. Pero normalmente suponían un despliegue de fuerzas.Tras el “grito” establecían un mando local o tomaban el control del distrito correspondiente, esperando que en otros lugares, otras fuerzas les apoyaran. En pronunciamientos de mayor envergadura, preparaban fuerzas para luchar con los sectores del Ejército leales al Gobierno.En general, los pronunciamientos fueron poco sangrientos, porque a los distintos sectores del Ejército les desagradaba pelear entre sí y porque el objetivo de la maniobra era más influir en la opinión pública y en la autoridad que llegar a una confrontación seria. El pronunciamiento de Riego.- En otoño de 1819, se encontraba un sector del Ejército de 15 o 20.000 hombres, acantonado cerca de Cádiz, esperando para embarcar hacia Hispanoamérica. Las condiciones insalubres de los campamentos, que provocaron enfermedades, y la poca moral de las tropas que no deseaban ir a luchar en Ámerica, empresa que ya se daba por perdida en la mayoría de la sociedad española, además de la falta de equipo, la poca organización, etc , hicieron pensar a los oficiales que la culpa era del régimen absolutista y que podría rectificarse con un régimen liberal y constitucional.Al mismo tiempo y desde antes de 1818, en Cádiz estaba en marcha una conspiración entre comerciantes y militares, que, aunque fue descubierta, continuó adelante. El comandante Rafael de Riego, dirigió una proclama el día 1 de Enero de 1820 ante esa tropa, apelando a su descontento y reaccionaron favorablemente aunque en el posterior viaje por Andalucía que emprendieron, muchos desertaron.El movimiento se generalizó por otras zonas del país. Ante estas noticias,Fernando VII intentó frenarlo con la promesa de una convocatoria de Cortes, pero no le dio resultado. Incluso la Guardia Real le abandonó. Así que el 9 de Marzo de 1820, el Rey juró la Constitución

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LA CONSTITUCION DE BAYONA. EL REFORMISMO DE BAYONA También llamada Estatuto o Carta de Bayona, es una carta otorgada promulgada en la ciudad francesa de Bayona por José Bonaparte como Rey de España el 7 de Julio de 1808, para gobernar al pueblo español. Después del motín de Aranjuez, Carlos IV abdicó en su hijo Fernando VII y en secreto pactó con Napoleón, transferirle sus derechos, a cambio de asilo en Francia y una pensión vitalicia. Napoleón fuerza a Fernando VII para que vaya a Bayona y una vez allí consigue que abdique a favor de su padre y éste abdica en favor de Napoleón según habían pactado, y Napoleón abdica en favor de su hermano José. Entonces redactan la carta otorgada de Bayona. Se considera una carta otorgada y no una Constitución porque no fue elaborada por los representantes de la Nación. Por la misma, España era una monarquía hereditaria, con la siguiente estructura: Poder legislativo.- iniciativa real. Poder ejecutivo.- El Rey que ordena y los ministros que son responsables. Poder judicial.- independiente, pero el Rey nombra a los jueces. No puede hablarse de división de poderes, ya que las atribuciones del Rey son muy amplias. En el último título se contempla una serie de derechos y libertades, notándose la influencia de la Revolución francesa, que son un avance respecto a la situación existente en España: supresión de aduanas interiores, inviolabilidad del domicilio, libertad personal, derechos del detenido y preso, abolición del tormento.

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Principios del liberalismo doctrinario El liberalismo doctrinario o “doctrina” era un cuerpo de ideas con el que se adjetiva el moderantismo y el conservadurismo español del siglo XIX, impregnado de un nuevo pensamiento filosófico y político-jurídico de origen francés (con raíces en el racionalismo inglés), muy vinculado a la monarquía de julio en Francia (1830-1848). Sus principios están basados en el liberalismo clásico, - Derechos individuales de libertad. - División del poder político. - Administración de la justicia. - Negación de la soberanía monárquica por la gracia de Dios, en su lugar proponen la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, el primero con un poder de origen histórico y las segundas con dos instituciones, el Congreso, que representa la soberanía popular y el Senado, síntesis de las dos soberanías que componen el Parlamento. Además, la organización política debe estar dirigida de tal forma que el gobierno quede en manos de los “mejores”, “soberanía de la inteligencia” o de la “capacidad”, que para lograrla es esencial la ley electoral “selectiva”, que se logra con un adecuado censo electoral o sufragio restringido, en el que se identifica esta “inteligencia” y por ello los “mejores” con quienes poseen más bienes o pagan más impuestos. Es decir, asimilan la riqueza con inteligencia, trabajo o ambas cosas. La eficacia de la actividad política se basaba para los moderados doctrinarios en una administración ordenada, subordinada y centralizada. Entre los principales doctrinarios de la primera mitad del siglo XIX se encuentran Javier de Burgos como antecedente, Alcalá Galiano (con influencia más inglesa que francesa), Andrés Borrego, Pedro José Pidal, Joaquín Francisco Pacheco o Donoso Cortés. La Constitución de 1845 fue la expresión constitucional del doctrinarismo español.

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LAS JUNTAS DE DEFENSA En 1914 el Ejército español necesitaba una reforma urgente. Existía un exceso de oficiales que consumía gran parte del presupuesto militar, lo que impedía invertir en modernizar el Ejército y en formarlo. Los ministros de la Guerra sucesivos trataron de promover reformas que permitieran sostenerlo, pero de este intento derivará una protesta organizada en la guarnición de Barcelona. La Junta de Defensa barcelonesa protestaba contra el favoritismo y contra la deficiente situación económica de los oficiales. La protesta militar la protagonizó el burocratizado ejército peninsular y tuvo su origen en unas pruebas de aptitud para el mando que se quiso imponer a la oficialidad durante el primer trimestre de 1916. Esta medida formaba parte de un programa que pretendía incrementar la eficiencia técnica del Ejército. Aparecieron entonces las Juntas de Defensa militares, dirigidas por coroneles y creadas para representar sus intereses. Protestaban contra los ascensos por méritos de guerra y la situación económica del ejército. El movimiento de las Juntas fue bien recibido e incluso imitado, ya que otros sectores de la administración tenían sus reclamaciones por situaciones semejantes. Las personas o los grupos que desde hacía tiempo habían ansiado una regeneración política vieron en los militares un posible instrumento de ella, sin tener en cuenta que, reintroducidos los militares en la vida pública, resultaría muy difícil hacerles salir de ella. En realidad, las Juntas representaban mucho menos de renovación de lo que parecían pensar Ortega y Gasset o Cambó en un primer momento. La actitud de Romanones primero y de García Prieto después, fue dubitativa y confusa. Las Juntas fueron aceptadas en un principio, pero luego Romanones, consciente de que podían crear dificultades, ordenó su disolución que estuvo lejos de cumplirse. Cuando gobernaba ya García Prieto, su ministro de la Guerra, el general Aguilera, , ordenó de nuevo su disolución e incluso la detención de los junteros. Pero éstos, con el apoyo de la mayoría de las guarniciones, lograron imponerse al gobierno. Alfonso XIII, que en un principio había precavido a Romanones de la existencia del movimiento militar y había sugerido su disolución, hubo de ponerse en contacto con las Juntas. A principios de junio de 1917 intentaron imponer a García Prieto el reconocimiento de su existencia, pero como éste se negó a admitirla hubo de dejar el poder. Una vez más el partido liberal fue incapaz de hacer frente a la protesta militar tal y como había sucedido en 1905, lo que demuestra la debilidad de la política civil del período. Dado el papel que el ejército había desempeñado en el origen de la monarquía de la Restauración, con su protesta causó graves dificultades, como

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nunca habían existido con anterioridad, hasta poner en peligro el sistema político mismo. En junio de 1917 los militares junteros habían demostrado que no cedían ante el Gobierno Central para disolverlos y parecía que esto podría llevar a un derrocamiento del régimen. Para resolver la situación, Alfonso XIII recurrió al procedimiento de un cambio del partido en el poder. Eduardo Dato ascendió al poder con un partido conservador y pareció aceptar el reglamento de las Juntas de Defensa aunque con el probable propósito de ir sometiéndolas poco a poco

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MARTINEZ DE LA ROSA Y EL ESTATUTO REAL. EL ESTATUTO REAL. Fue diputado en las Cortes de Cádiz que aprobaron la Constitución de 1812, siendo encarcelado tras el regreso de Fernando VII y el restablecimiento del absolutismo. Recuperó la libertad durante el Trienio Liberal (1820-1823) y asumió el liderazgo de la rama más moderada de los liberales (doceañistas) y encabezó el gobierno como ministro de Estado en 1822, en julio del mismo año presentó su dimisión tras la sublevación de la Guardia Real. Durante la Década Ominosa (1823-1833) y con el restablecimiento del absolutismo, se exilió a Francia, tomando una postura más moderada, un liberalismo capaz de transigir con la monarquía y los partidarios del absolutismo. Por es postura, fue llamado por la regente María Cristina para formar gobierno en 1834-1835. Al morir Fernando VII, los liberales, defensores de la Regente, piden la vuelta a la Constitución de 1812, pero para evitarlo, Martinez de la Rosa, junto a Javier de Burgos, elabora una nueva norma, el Estatuto Real, promulgado el 10 de Abril de 1834, a modo de carta otorgada para contentar a los absolutistas y a los liberales. El Estatuto Real, fundándose en un poder absoluto, delega funciones en otros órganos del Estado. El conjunto de poderes (legislativo y ejecutivo) están en manos del Rey, quien puede convocar y disolver las Cortes, que no pueden deliberar sobre ningún asunto que el Rey no les haya presentado y la aprobación de las leyes siempre requerirá la sanción real sin que deba justificar las razones para no hacerlo. En cuanto al sufragio, será censitario, o sea solo podrán votar los varones que reúnan unas características determinadas (económicas, sociales o de educación) que les permite estar inscritos en un censo electoral. Por primera vez, las Cortes son bicamerales, cámara alta, formada por los Grandes de España, electos por el Rey, con carácter vitalicio y cámara baja, elegidos por sufragio censitario por tres años. El Estatuto Real es considerado por algunos como necesario en ese momento para conseguir un acuerdo entre los distintos grupos políticos. En su momento se justificó, diciendo que el Estatuto era un avance porque aunque la soberanía nacional era compartida entre el Rey y las Cortes, su articulado dejaba bien claro que no era así, pero también hay que tener en cuenta la dificultad de aplicar la Constitución de 1812 en España, por lo que a petición de algunos sectores se comenzó a reformar para hacer una nueva. Además hay que tener en cuenta que existía una oposición antiliberal, los carlistas, con un ejército en armas en algunas zonas del país. Estuvo en vigor hasta 1836 en que fue derogado tras los sucesos de la Granja, y restaurada la Constitución de 1812. Martinez de la Rosa presentó su dimisión en Julio de 1835

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Antiguo Régimen

Se conoce como Antiguo Régimen a la forma de Estado predominante en Europa hasta finales del siglo XVIII y caracterizado por una serie de estructuras políticas, sociales y económicas. A nivel político el sistema dominante era la monarquía absoluta, en la que el rey, como representante de Dios en la tierra, y al Único al que debía rendir cuentas toma el poder absoluto. Desde el punto de vista social prevalece la sociedad estamental, cuyas raíces se hundían en la Edad Media y encontramos unas clases privilegiadas (nobleza y clero) y las no privilegiadas que incluían el amplísimo grupo del tercer estado (ricos comerciantes, agricultores, mendigos…). La economía se basaba en la agricultura, con unos sistemas de explotación, propiedad de la tierra y derechos adquiridos que imponían graves frenos a su desarrollo. Así, la demografía puede caracterizarse como de “tipo antiguo”, con una natalidad y mortalidad elevadas, un crecimiento vegetativo pequeño y de gran vulnerabilidad ante las crisis externas (malas cosechas, guerras, epidemias…). A lo largo del siglo XVIII en España también soplaron vientos de cambio en algunos de estos campos. El aumento de la población, especialmente la urbana, a la que la agricultura debió responder pese a sus limitaciones, lo mismo que industria y comercio, ponía de manifiesto la necesidad de una reforma global. Pese a que los ilustrados españoles seguían creyendo en el Antiguo Régimen al que se le podían hacer ciertas reformas desde el entendimiento, con sus análisis, críticas al sistema y sus tenues reformas, estos hombres pusieron los cimientos y proporcionaron a sus hijos y nietos los argumentos necesarios para luchar por derribar el viejo edificio.

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EL ENCASILLAMIENTO Durante la Restauración. el turno en el poder no era la expresión de la voluntad de los electores, sino que los dirigentes de los partidos lo acordaban y pactaban previamente. Una vez acordada la alternancia, y el consiguiente disfrute del presupuesto, se producía el siguiente mecanismo: - El Rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y le otorga el decreto de disolución de Cortes - El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas, “fabricaba” los resultados mediante el “encasillado”, la asignación previa de escaños en los que se dejaba un número suficiente a la oposición. Así, el sistema funcionaba desde arriba. El Ministerio de la Gobernación o la Presidencia de Gobierno eran quienes definían los resultados según un pacto previo entre las fuerzas políticas. A tal fin, el Ministerio de la Gobernación designaba unas casillas, correspondientes a cada distrito, en los que colocaba los nombres de los candidatos locales que debían ser elegidos. Esta operación era el “encasillado”. Así, se definían los candidatos con expectativas de triunfo. Una vez diseñados los resultados electorales que se debían obtener, se entraba en contacto con los caciques locales para que se consiguieran, lo más aproximadamente posible, los resultados previstos en el encasillado. Rara vez se empleaba la coacción física. La desmovilización ideológica, el voto cautivo, la docilidad de la mayoría de los distritos, los distritos rurales en los que las personas votaban a los que les indicaban sus señores por “respeto” a la autoridad, facilitaban este mecanismo de fraude y amaño. Así, los resultados de las urnas no dependían de la libre voluntad de los votantes, sino del gobierno. En el pensamiento de Cánovas, según José María Jover, “lo que importaba era la impecabilidad jurídica forma del acta; la realidad social a través de la cual se llegaba a la obtención de la misma era quehacer plebeyo cuyas incidencias debía silenciar un caballero”. Este sistema de adulteración electoral no fue único de la España de la época, el “transformismo” en Italia y el “rotativismo” en Portugal fueron sistemas similares Una forma más divertida de conocer el encasillado..

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La Paz de Zanjón

Uno de los primeros objetivos de Cánovas en la primera fase de la Restauración fue solucionar los problemas coloniales, lo cual, en el caso de Cuba, se tradujo en la Paz de Zanjón firmada entre el Ejército Libertador Cubano y Arsenio Martínez Campos (al frente de las tropas españolas) el 10 de febrero de 1878. Los motivos de dicha Paz son, entre otros, el deseo de Cánovas de fortalecer el régimen pacificando todos los territorios, el propósito de acabar con la Guerra de Cuba (o de los Diez Años) de gran dureza y que había supuesto una gran carga para el Estado y para la propia Cuba, que veía como la isla se estaba destrozando, y la presión tanto de las oligarquías isleñas como de los Estados Unidos, que observaban como sus intereses económicos eran perjudicados. En el acuerdo se estipulaba que Cuba disfrutaría de condiciones políticas, orgánicas y administrativas similares a Puerto Rico, se reconocía una amplia amnistía y libertad para colonos y esclavos asiáticos de las filas insurrectas. La promesa de abolir la esclavitud se estrelló en el Parlamento (en el que los terratenientes cubanos tenían su representación y veían grandes perjuicios en la medida), lo que obligó a Martínez Campos (entonces Presidente del Gobierno), desencantado, a dimitir, y fue con Cánovas en 1879 cuando se aprobaron los términos definitivos del acuerdo. Lo más importante del acuerdo era el establecimiento en Cuba de un marco que permitía el desarrollo de las libertades formales de un Estado Liberal y la posibilidad de abolir la esclavitud. Sin embargo, el gobierno canovista no fue generoso con el acuerdo, y acogiéndose a las ambigüedades que permitía el acuerdo, lo aplicó en su lectura más restrictiva. Esa intransigencia a la hora de aplicar las reformas fue la que provocó que estallaran nuevos focos de insurrección en Cuba en 1879, 1883 y 1885

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Caracterice el anticlericalismo de Canalejas

Hubo un sector del Partido Liberal (Romanones y sobre todo Canalejas) que utilizó la cuestión clerical como procedimiento de ascenso en el seno de su propio partido, algo que no gustó a los dirigentes más tradicionales por ese miedo tan típico de la Restauración a romper el consenso constitucional. Canalejas, fue visto en la época como un furibundo anticlerical al tiempo que en realidad era un fervoroso creyente (tenía capilla en su casa particular). Señalaba que “hay un problema de absorción de la vida del Estado, de la vida laica y social por elementos clericales”. El problema podía venir por su mentalidad religiosa sincera y auténtica. Crítico con el concordato, al que responsabilizaba de la situación de la Iglesia española, plagada de clérigos indolentes y serviles, buscó como objetivo una separación amistosa negociada discretamente. En junio de 1910 autorizó que en templos de confesiones distintas a la católica pudiera haber signos externos demostrativos de su condición. En diciembre de ese año aprobó la “ley del candado” que impedía durante dos años el establecimiento de nuevas órdenes religiosas sin autorización. Todo esto desató contra Canalejas una gran campaña en los medios clericales. Como señala Romanones, la “ley del candado” pronto quedó sin efecto al no ratificarse por una segunda ley. El asesinato de Canalejas en noviembre de 1912 truncó el gran liderazgo del Partido Liberal. Político profundamente católico la vez que furibundo anticlerical para muchos de sus contemporáneos.

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LA MILICIA NACIONAL, EL FINAL DE LA MILICIA NACIONAL, LA FORMULACIÓN DE LA MILICIA NACIONAL DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. La Milicia Nacional tiene su origen en España durante la Guerra de Sucesión en el s.XVIII, como forma de defensa cívico-militar, pero no fue hasta la guerra de la Independencia, cuando la destrucción del ejército por la invasión napoleónica favoreció la creación de juntas locales y provinciales que armaron a los ciudadanos en la sublevación contra el francés. Con la Constitución de Cádiz de 1812 se reconoce como fuerzas combatientes e integrantes del ejército a las llamadas “Milicias Nacionales” junto a las tropas regulares y desaparecen las organizaciones de voluntarios armados por las Juntas. Los oficiales eran elegidos por la propia tropa y constaba de dos armas, infantería y caballería. Con la restauración absolutista de Fernando VII y la derogación de la Constitución en 1814, se disolvió la Milicia, aunque se restituyó durante el Trienio Liberal (1820-1823) para actuar contra los movimientos de sublevación absolutista, el fin del Trienio fue el fin de la Milicia que fue sustituida por los “Voluntarios Realistas”, fieles al absolutismo. Durante la regencia de María Cristina, el Estatuto Real de 1834, fijó una fuerza llamada “Milicia Urbana” en la que al principio solo participaban las clases propietarias, pero las necesidades de la guerra contra los carlistas , hizo que se ampliara el reclutamiento a las clases media y baja. Tras el motín de la Granja de San Ildefonso de 1836 que obligó a la regente a restablecer la Constitución de 1812, la Milicia Nacional fue reorganizada con unas bases similares a las del Trienio. Pero la Milicia siempre fue proclive al liberalismo y al Partido Progresista y Narváez la disolvió encargando más tarde sus tareas a la recién creada Guardia Civil. Durante el Bienio Progresista fue restituida , pero en 1856, O'Donnell, al deshacerse de Espartero, la disolvió de nuevo. Emilio Castelar durante la Primera República, la restableció de nuevo, hasta que fue disuelta definitivamente por el gobierno de Cánovas del Castillo en 1876, aunque ciertos “comités de voluntarios” durante el Sexenio Democrático se atribuyeran la herencia de la institución

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LA CONSTITUCIÓN DE CADIZ Conocida popularmente como “La Pepa”, fue promulgada por las Cortes Generales de España, reunidas extraordinariamente en Cádiz el 19 de Marzo de 1812. Se trata de la primera Constitución promulgada en España, y es una de las más liberales de su tiempo. Oficialmente estuvo en vigor dos años, hasta su derogación en Valencia el 4 de Mayo de 1814, tras el regreso a España de Fernando VII . Durante el Trienio Liberal (1820-1823) se volvió a aplicar, así como durante un breve periodo en 1836-1837, bajo el gobierno progresista que preparaba la Constitución de 1837. Los diputados se agruparon según tendencias: liberales, realistas y americanos. La tendencia liberal partía de la idea de soberanía nacional, la Nación era la titular de la soberanía y uno de sus derechos era otorgarse una Constitución. En cuanto a la división de poderes, Rey, Cortes y Jueces, consideraban a las Cortes como el centro político del Estado y al Rey como mero órgano ejecutivo. Para los realistas, la soberanía era un atributo compartido por el Rey y la Nación, y las Leyes Fundamentales, históricas, no debían ser modificadas, tenían un carácter inmutable, solo eran modificables algunos aspectos de las leyes, pero siempre estando de acuerdo el Rey y las Cortes. El tercer grupo, el de los americanos, se alineaba con los liberales en muchos puntos, pero querían implantar un sufragio universal que permitiera a los territorios de ultramar tener una representatividad proporcional a su población. Algo que no lograron incluir en la Constitución, ante la oposición de los liberales. En el proceso constituyente, la opción liberal, mayoritaria, logro imponer sus posturas casi a lo largo de todo el articulado. El texto de la Constitución tiene muchos puntos de conexión con la Constitución francesa de 1791, aunque los liberales trataron de disimularlos debido a que Francia era el enemigo contra el que se luchaba. Los principios claves de la Constitución de 1812 son: la soberanía nacional y la división de poderes. Para diferenciarla más de la francesa, se suprimió la declaración de derechos, pero los artículos de la Constitución ya recogen una serie de derechos como: libertad civil, propiedad, libertad personal, libertad de imprenta, igualdad (sin privilegios), igualdad contributiva, inviolabilidad del domicilio, derecho a proceso público, habeas corpus, etc.

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EL MANIFIESTO DE LOS PERSAS Es un documento que le fue entregado a Fernando VII el 12 de Abril de 1814 a su llegada a Valencia, en el que más de un tercio de los diputados de las Cortes ordinarias criticaban lo que había estado sucediendo en España desde 1808 y hacían un llamamiento a la implantación de la monarquía absoluta. El manifiesto y la actitud del ejército y parte del clero contribuyó a que el Rey adoptara una posición absolutista. Le fue entregado al Rey por Mozo de Rosales. Toma el nombre de una cita que el mismo contiene, en la que hace referencia a la costumbre de los antiguos persas de tener cinco días de anarquía a la muerte del Rey. Los firmantes identificaban esa anarquía con el periodo de liberalismo iniciado en 1812, equiparando la Constitución de 1812 a la Revolución francesa y pidiendo la restauración de los estamentos tradicionales del Antiguo Régimen. LAS SOCIEDADES PATRIÓTICAS Eran una Especie de de clubes cuya función era la de propagar el liberalismo al pueblo en los locales donde celebraban sus sesiones. Surgieron por toda España a partir del triunfo de la Revolución de Riego. Tenían como lugares de reunión los recintos más diversos, desde los cafés públicos hasta las casas particulares, los teatros y hasta los conventos desamortizados. Una de las más famosas fue la que tenía como sede La Fontana de Oro en Madrid. Reflejaron una notable diversidad ideológica, de tal manera que, resultaría difícil adscribirlas a un credo rígido y monolítico. Diversidad también en el plano regional y local, de acuerdo con las modalidades particulares de cada población española y diferencias según la fecha de su fundación. Se aprecian tres períodos cronológicos: El primero, desde sus orígenes hasta la Ley restrictiva de 21 de octubre de 1821. El segundo, el de las Tertulias patrióticas hasta los sucesos del 7 de mayo de 1822 en los que fracasó una intentona absolutista. Y por último, el tercero, desde esta fecha hasta la caída del régimen constitucional. Continuaron existiendo durante todo el siglo XIX, pero fue durante el Trienio cuando alcanzaron mayor relevancia, y llegaron a constituir, pues a pesar de no estar encuadradas en ningún dispositivo político del Estado, algo así como un para-poder con una presencia real en la vida pública de aquellos años. No sólo servían de tribuna para dar salida a las opiniones y las inquietudes de los ciudadanos, sino que en sus sedes se organizaban las manifestaciones y asonadas que tuvieron lugar por aquellos años.

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ESPARTERO Joaquín Baldomero Fernández Espartero Álvarez de Toledo (Ciudad Real1793-Logroño1879). Hijo de un carretero y antiguo seminarista, se integra en la carrera militar gracias a la primera academias de oficiales que se abre en la Isla de León por el régimen liberal de la Guerra de la Independencia. Continúa su carrera en los conflictos coloniales, en donde consigue una importante promoción y la amistad de un sólido grupo de compañeros, conocidos como los “ayacuchos”, que serán su mejor apoyo en el futuro. Cobra importancia en las Guerras Carlistas gracias a sus victorias militares. Ascendido y ennoblecido por la Reina regente, cuenta con la fidelidad del Ejército del Norte. Arrincona militarmente a los carlistas y luego llega a un acuerdo con su general en jefe carlista Maroto, que también era un veterano de América. Ambos concertaron y cerraron el “abrazo de Vergara” sin la autorización de los respectivos gobiernos. Espartero se había convertido en el hombre fuerte de la política y sobre todo en el ídolo del Partido Progresista, se le ha considerado como el primer populista. Nunca aceptó las directrices del partido, al que dirigió de forma personalista. Con el se inicia la tradición de los “espadones”, personajes típicos de la política española, en la que dominaban gracias a la autoridad que tenían sobre el ejército. Presidente del Ministerio-Regencia (de IX de 1840 a V de 1841) y Regente (de V 1841 a XI de1843). En política se consideraba un liberal, impulsó la Desamortización de bienes eclesiásticos, fue un partidario del librecambismo y anglófilo. Su autoritarismo, independencia de criterio y dureza a la hora de reprimir motines y huelgas le ocasionó problemas, incluso entre sus correligionarios, y serios fracasos. Se exilió en Inglaterra (1843- 1848). Desde 1848, hasta su muerte en 1879, vivió en Logroño, salvo su etapa de Presidente de Gobierno (VII-1854 a VII-1856). Dimitió a primero de la década de los 60 de la presidencia del Partido Progresista y se convirtió en una figura desencantada aunque prestigiosa. Durante el Sexenio Democrático se le llegó a ofrecer la corona de España, que rechazó. Desde 1871 era Príncipe de Vergara, con tratamiento de Alteza Real. Numerosos generales, comisiones parlamentarias, políticos e incluso reyes como Amadeo I y Alfonso XII, acudieron a visitarlo a su retiro político.

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Transcripción: Cuando las Cortes de Cádiz

CUANDO LAS CORTES DE CÁDIZ Marina Alfonso: Profesora de historia contemporanea de España de la UNED Carlos Martinez Shaw: Catedrático de Historia Moderna de la UNED Josefina Martinez: Profesora de Historia Contemporánea de la UNED Introducción La Constitución de las Cortes de Cádiz tiene lugar durante un período especialmente intenso en la historia de España, pues se produce a la par del desmoronamiento del Antiguo Régimen, y el comienzo del nuevo estado liberal. Durante estos meses previos a la celebración del bicentenario de la Constitución de 1812, la PEPA, se están analizando y en muchos casos descubriendo que significaron las Cortes de Cádiz en una España que salía de este estado, del Antiguo Régimen y que estaba inmersa en una guerra, la Guerra de la Independencia, con el título sugerente de “Cuando las Cortes de Cádiz” se va a celebrar un seminario, que está dirigido por las profesores titulares de la Universidad del Departamento de Historia moderna e Historia Contemporánea de la UNED Marina Alfonso y Florentina Vidal. ¿Cuándo las Cortes de Cádiz, este título que rememora? (Marina Alfonso contesta) Se ha querido hacer un seminario en el que se enmarcase de forma atractiva ese hito de la historia de España, que fue la Constitución de 1812, que nació en el seno de unas Cortes Generales nuevas, dentro de lo que era el devenir histórico de la monarquía española. ¿Qué ocurría en España en esos momentos? (Marina Alfonso contesta) Estabamos inmersos en la guerra del francés, en la invasión napoleónica, que había llevado a la abdicación de la monarquía borbónica, a tener a nuestros reyes en Bayona, el haber sido suplantada la dinastía borbónica por el nombramiento de un rey impuesto por Napoleón y el levantamiento de la ciudadanía, ese levantamiento que en Madrid tiene su refrendo, en ese dos de mayo que todo el mundo conoce, sobre todo a través de los fusilamientos del 3 de mayo de Goya, y que fue como un reguero de pólvora que levantó el espíritu popular y se fue organizando en una serie

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de juntas, que llegaron a Sevilla, donde se instaura una primera Junta Central, y de allá van a pasar a Cádiz, a la Isla de León, donde se van a iniciar dentro de este movimiento de soberanía popular, esas Cortes de Cádiz, esas Cortes de San Fernando, Cádiz; que diriamos en la actualidad, puesto que muchas de las sesiones, y sobre todo a su inicio se hizo en la Isla de León, actual San Fernando. Y es el momento en que se le va a imprimir un tinte mucho más liberal a todo este ambiente conservador que había en la España del momento, se sale del Antiguo Regimen al extramuro liberal, donde se produce una serie de cambios económicos, políticos y sociales de todo tipo. Este es el marco donde se produce las Cortes de Cádiz. Vamos a hablar de cómo se origina el constitucionalismo español y de como cae el Antiguo Regimen y comienza a abrirse un horizonte, en el que ya no haya un voto estamental, en el que nobles y clero no estén representados como tal estamento, sino que sean los ciudadanos los que vayan a representar en cada momento las discusiones parlamentarias cual va a ser el articulado de esa Constitución. Así se llega a la Constitución de 1812, que fue importantisíma por muchas cosas, entre otras porque España no tiene ninguna tradición en este sentido y además fue bastante avanzada, quizás Constituciones posteriores no lo fueron tanto como esta. Por ello fue el gran hito del constitucionalismo español, que de la nada fue capaz de realizar una constitución bastante avanzada para los tiempos en los que se genera, y que todas las modificaciones que se fueron realizando con posterioridad la fueron desvirtuándola, haciéndola más conservadora. ¿Cuál fue el Papel de Sevilla en las Cortes de Cádiz? (Marina Alfonso contesta) Rafael Sanchez Montero nos va a analizar el papel de Sevilla en la preparación de la reforma durante la estancia en esta ciudad de la Junta Central y además va a ampliar la visión de Sevilla en el momento previo a la apertura de las Cortes, con las tertulias de Lord Holland, de Jovellanos, de lo que supusó la muerte de Floridablanca para todo un contexto de políticos, y no sólo de políticos sino también de una ciudadanía, de unos ilustrados que ya estaban lanzados al extramuro. Después de hablar de Sevilla, Javier Pereda Royo (de los mejores aconstitucionalistas), catedrático de derecho constitucional en la Universidad de Sevilla nos hablará de la Constitución de Cádiz en su tiempo y lo que supuso de ruptura la Constitución de 1812, y lo que fue y lo que hemos heredado de esta Constitución en la actual (Marina Alfonso contesta. También Marieta Cantos Casenague que es titular de Filología de la Universidad de Cádiz, v[a a hablar del tema de las mujeres en el entorno de 1812, entre el mito y la

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porque nosotros tenemos en nuestra mente forjada la imagen de esta mujer en Cádiz, con los franceses al otro lado, entre el mito y la realidad. Nos va a introducir en el papel de la mujer en la prensa y su participación en la política, aunque no activa porque la mujer no puede votar, es uno de los puntos negros para la actualidad no para su momento, la mujer no va a tener voto constitucional, pero como sí las mujeres a través de tertulias o de sus propios escritos en prensa, en panfletos pueden hacer política y lo hacen efectivamente a través del año 12. Como influyen a su manera en esta Constitución. El catedrático de historia moderna de la Uned Carlos Martinez Shaw que va a hablar de las Cortes de San Fernando, Cádiz y de la inserción de Hispanoamérica (Carlos Martinez Shaw contesta),porque el papel de Hispanoamérica en las Cortes y en la Constitucion del año 12 sea un aspecto muy poco conocido. Y es un aspecto muy importante porque el artículo primero de la constitución declaraba que la nación estaba constituida por los españoles de ambos hemisferios, por lo tanto es un proyecto que se quiere común para los ciudadanos de la metrópoli España y de los ciudadanos que componían la provincia del Imperio, es decir que incluían a lo que son todas las naciones latinoamericana e incluso a las Islas Filipinas. Y vinieron de Hispanoamérica ponentes para apoyar esta constitución, como españoles también que eran, la representación les daba naturalmente un número de diputados a ellos, que correspondieran suficientemente con la voz que se pretendía para el conjunto de América, al principio hubo que recurrir, como tan bien fue el caso, para algunas provincias metropolitanas, al artilugio de los suplentes porque era muy difícil llegar desde allí en las condiciones internacionales en que se movían, pero luego fueron llegando los titulares, y al final la representación hispanoamericana llegó a contar con un total de 65 diputados, entre ellos, algunos de ellos fueron, sin duda alguna, de los más brillantes, de los más liberales, de los más abiertos, como el más famoso quizás de todos ellos, que fue el quiteño José Mejía Lequerica, uno de los grandes autores, sin duda de la Constitución; América aparece permantemente en la Constitución, y hoy día, además las corrientes historiográficas actuales tienden a extender, a ampliar, a darle mayor proyección a este ámbito hispanoamericano dentro de los resultados obtenidos por las Cortes. También Marina Alfonso Mola va a presentar una ponencia que habla del comercio colonial (Marina Alfonso contesta) y que sería un comercio dificultoso sobre todo por la guerra, siempre se había contraido en época de guerra dicho comercio. Esto es lo que siempre había ocurrido en conflictos anteriores en los que el adversario era Inglaterra, pero en este momento hay un cambio de alianzas, es el momento en que el comercio colonial y el otro tipo de comercio, también internacional de altura, va a estar bajo la hegida de la pérfida alianza, y lo que se demuestra a través de las series de entradas y salidas, de importaciones y exportaciones por el puerto de

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Cádiz, con destino y procedente de América, es que justamente durante la Guerra de la Independencia, que coincide con los años del constitucionalismo, el comercio es mucho más vigoroso, es mucho más dinámico de lo que lo había sido en tiempos precedentes, e incluso en tiempos de paz. Entonces las alianzas que hasta ese momento que había tenido España habían sido equivocadas o no le favorecieron demasiado, pero realmente es que Inglaterra era un buen aliado y era un muy mal enemigo, y era el que tenía los resortes, las claves para que el comercio fuese dinámico, y en este momento, el cambio de alianzas evidentemente jugo a favor de España, igual que cuando había sido el enemigo de España en vez del aliado, había ido en contra de los intereses de España, ese actuar del comercio marítimo inglés. Otro panorama de las Cortes de Cádiz, lo vamos a tratar con la profesora Josefina García, que es lo visto en el cine, (Josefina Martinez contesta) la visión que tenemos a través del cine de esta época liberal, de esta época diferente y de ruptura. El cine se ha ocupado desde que existe, desde finales del siglo XIX, increiblemente del tema de la Guerra de la Independencia, y luego ya específicamente sobre las Cortes de Cádiz; hay en total 50 peliculas, no solo españolas, sino también norteamericanas, francesas, inglesas, italianas, que tratan el tema de la Guerra de la Independencia porque fue muy importante este hecho en toda la sociedad europea de ese momento. Entonces, vamos a poder ver como a lo largo de todo el siglo XX esta guerra ha estado presente en la cinematografía mundial, y también ha estado presente el período de las Cortes de Cádiz. Aunque ha estado presente desde un punto de vista no demasiado profundo en cuanto a lo social y a lo político, y sí en cuanto a lo folclórico, en esa visión de la mujer gitana española que se enamora del francés y del heroe guerrillero español siempre en medio. Una serie de visiones que quizas no se ajustara del todo a la realidad y es lo que más se ha difundido el tópico y la construcción del mito a través de ese tópico de los guerrilleros y la importancia de la guerrilla, y ese amor entre la española, el francés y el guerrilero, y en fin esta lucha contra todos los elementos y contra Goliat, de la pequeña guerrilla española ayudada por la población civil es lo que más ha perdurado y lo que realmente ha construido este mito de los españoles. Un seminario muy completo “Cuando las Cortes de Cádiz”, pues realmente se sabe muy poco a nivel popular demasiado poco de la importancia de la historia de España, de estas cortes y de la Constitución del año 1812 (Marina Alfonso contesta). Se habla de estos paralelismos con la Constitucióna actual de 1978, se sabe poco y después de todo somos la evolución de lo anterior. Después de todo de aquello viene esto, siempre se tiene una mayor perspectiva para poder introducirse en ese articulado y en ver los progresos o las garantías para el ciudadano a través de ese articulado, y es precisamente esa perspectiva histórica es fundamental en los tiempos que ahora corren, sobre todo ahora que vamos a tener una modificación

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constitucional en la actualidad, es un momento muy propicio para hacer una inmersion en la genesis del constitucionalismo español, y así se podrá opinar con mayor conocimiento de causa, de conceptos que parece que se han olvidado en la ciudadanía, y que no están a la orden del día, conceptos como liberalismo, participación ciudadana, libertades individuales, parlamentarismo, libertad de prensa, etc. En un siglo XIX y XX tan convulso, donde las idas y venidas han sido impresionantes, y los pasos atrás y adelante tan sido tantos, es importante conocer esa genesis para explicar mejor el momento actual desde nuestra propia historia CÁNOVAS Y LAS RELIGIÓN: TEORÍA Y PRÁCTICA

Cánovas era un hombre de ideas conservadoras, defensor de valores tradicionales muy arraigados en la sociedad española, y por supuesto católico. Hizo de la religión un planteamiento básicamente funcional, pragmático o «sociológico» que está lejos del planteamiento de tradicionalistas y contrarrevolucionarios. Su teocentrismo epistemológico obedecía a la necesidad de dar una legitimación al orden sociopolítico existente tras rechazar la libre voluntad de los individuos. Su catolicismo estaba «puesto al día, al servicio de la economía libre de mercado y la sociedad de propietarios». En la Constitución de 1876 estableció la religión católica como religión oficial del Estado, pero sin embargo autorizaba la libertad de cultos en el ámbito privado, lo que generó numerosas manifestaciones de los católicos más reaccionarios. Cánovas, sin embargo, buscó que la Santa Sede respaldara el régimen político de la Restauración. Conseguir esta legitimación no fue tarea fácil, ya que además buscaba la aceptación por parte de los eclesiásticos españoles. La situación de la Iglesia en ese momento, acosada por la naciente República Italiana y vista con recelo por Francia y Alemania, facilitó la colaboración con el régimen de la Restauración, lo cual ayudó al cambio de actitud de los católicos antiliberales y los sacerdotes que los apoyaban. Puede decirse que la inteligente maniobra de Cánovas contribuyó, por una parte a que la Iglesia aceptase el nuevo régimen y colaborase con él, y por otra, logró casi eliminar las tendencias más antiliberales de gran parte de los católicos.

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La desamortización de Mendizábal

Cuando Mendizábal llega al poder en 1835, antes había estado como ministro de Hacienda en el Gobierno del Conde de Toreno, la finanzas del estado se encontraban en una situación caótica con una enorme deuda contraída, e inmerso el estado en una guerra civil. La desamortización de Mendizábal, consistió en poner en circulación los bienes hasta entonces considerados como propiedad de la Iglesia principalmente (posteriormente hubo otras desamortizaciones donde se subastaron los bienes de propios de los ayuntamientos y otros). En este periodo la finalidad de la misma, acorde con el pensamiento liberal, fue que transfiriéndolos por venta a manos privadas aumentaría su rentabilidad al explotarlos. Además; provocaría una capa de propietarios que defenderían el sistema liberal ante el Carlismo. Pero con la desamortización, se pretendía sobre todo aliviar la enorme deuda que tenía el estado y que no podía equilibrarse reformando la Hacienda, lo que permitiría concertar nuevas operaciones de crédito en un futuro. Este fue su principal objetivo, y no el que comúnmente se piensa de obtener recursos para ganar la guerra contra los carlistas, aunque se subastaron algunos bienes para este fin. Por eso el plan estratégico de Mendizábal incluía entre otros, ganar la guerra en seis meses, restablecer la Hacienda, aliviando la deuda lo que permitiría recurrir al crédito y por último reformar el sistema tributario. Hubo un problema: la guerra no se ganó en 6 meses, lo que provocó que las otras premisas se vinieran abajo. Pese a no conseguir todos los objetivos, aunque sí se ganó la guerra, la desamortización de Mendizábal fue un paso más hacia el afianzamiento del liberalismo en España. Fue una solución que había tenido algunos tenues antecedentes, primero durante el reinado de Carlos IV y en las Cortes de Cádiz. Después su desarrollo sería imparable.

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Diferencias entre moderados y progresistas

Tanto los moderados como los progresistas pertenecían al movimiento llamado liberalismo político que proponía una limitación del poder mediante la aplicación del principio de la separación de poderes, de tal manera que el legislativo quedaba en manos de una Asamblea elegida por sufragio censitario. Esta división debía establecerse mediante la creación de órganos que tuviesen la misma fuerza, pues en el equilibrio de los poderes residía la mejor garantía de su control mutuo y al mismo tiempo de la libertad del individuo frente al absolutismo. El liberalismo se distinguía de la democracia o del radicalismo porque defendía la idea de la soberanía de las asambleas parlamentarias frente a la soberanía del pueblo; porque daba primacía a la libertad sobre la igualdad y porque preconizaba el sufragio limitado frente al sufragio universal. Por lo tanto, tanto unos como otros se encontraban dentro del mismo sistema liberal, aunque los progresistas en algunos periodos como en la época prerrevolucionaria anterior a 1868 optaron por el retraimiento (no presentarse ni participar en las elecciones) motivado por la insuficiente libertad en la campaña electoral que les privaba de optar al poder. A pesar de todo lo que tenían en común, su interpretación los diferenciaba en muchos aspectos:

La soberanía compartida -Los Moderados defendían una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, el llamado liberalismo doctrinario donde se adjudicaba un gran peso político al rey, con conservaba poderosas atribuciones que le convertían en factor decisivo del proceso político, pues, en los conflictos entre el poder ejecutivo y el legislativo, era él quien determinaba la sustitución del primer ministro o la disolución de las Cortes. Incluso podía impedir el ascenso de un partido al poder como ocurrió en época de Isabel II. -Los Progresistas defendían una soberanía nacional como única base del poder y recortaron las atribuciones políticas de la Corona, aunque conservará la facultad de convocar y disolver las Cortes. Sufragio censitario -Los Moderados eran partidarios del sufragio restringido (forma de participación electoral) y tendían a elevar el grado de riqueza necesario para ser elector. Para ellosla riqueza presuponía capacidad e inteligencia y los que no la tenían eran incapaces de gobernar y debían ser excluidos, se garantizaba así que los votantes pertenecerían casi todos a su nivel social y la permanencia en el poder. Esta forma no dejará otra alternativa a la oposición para poder acceder a dicho

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poder que los pronunciamientos o las revoluciones. -Los Progresistas aunque también eran partidarios del sufragio censitario, proponían un censo mucho más amplio, querían un aumento del número de votantes, incluyendo a todos los que pagaran impuestos, sin embargo, cuando ellos gobernaron sólo un 4,3 % de la población masculina consiguió el derecho al voto, fue en la Constitución de 1869 y de forma definitiva en el último cuarto del siglo cuando se consiguió el sufragio universal masculino (las mujeres no podrán votar hasta el siglo XX). La base social -Los Moderados estaban integrados por miembros de las clases medias enriquecidas con la desamortización, la aristocracia latifundista y la alta burguesía de negocios industriales, comerciales y financieros, vinculada con frecuencia a las compañías de ferrocarril. -Los Progresistas estaban integrados por miembros de la baja burguesía, pequeños comerciantes, menestrales, artesanos, empleados modestos y militares de baja graduación. Son más numerosos que los moderados pero el sistema electoral no les favorece. Administración y gobierno -Los Moderados son centralistas y recortan la autonomía de los ayuntamientos y diputaciones. Proponen una organización jurídica, política, docente y fiscal única para toda España. Se basaban en una administración ordenada, subordinada, centralizada y con algo más de gestión pública, que generó una burocracia y un funcionariado mayor que provocó mayor gasto. -Los Progresistas proponen la descentralización que diera poder a los municipios y provincias y que le deja un mayor grado de maniobra. Proponen la economía en el gasto público, mejora del sistema tributario y supresión de los impuestos de consumos, reforma liberal de los aranceles (sin lastimar los intereses creados). Orden público -Los Moderados prefieren a los cuerpos policiales como la Guardia Civil, creación del duque de Ahumada. Con ellos desaparece la Milicia Nacional. -Los Progresistas son partidarios de que sean los propios ciudadanos los que se

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encarguen de la seguridad formando la Milicia Nacional, brazo civil armado del progresismo para defender o imponer su doctrina. Educación -Los Moderados quieren que la educación esté en manos de la Iglesia. -Los Progresistas quieren que la educación pública esté secularizada, es decir que actué de forma autónoma frente a las instituciones religiosas, que, tradicionalmente, habían tenido mucho más peso. La Propiedad Privada -Los Moderados como defensores de la propiedad privada como principio sagrado e inviolable, se sitúan en contra de la desamortización, sobre todo en lo que se refería a bienes eclesiásticos (Concordato firmado con la Santa Sede en 1851 regulando la desamortización efectuada de los bienes de la Iglesia hasta entonces). -Los Progresistas quieren realizar la desamortización y sobre todo de los bienes eclesiásticos como lo demuestra la Ley General Desamortizadora (1 de mayo de 1855) que incluyó los bienes de los eclesiásticos, los pueblos, la beneficencia y la instrucción, que declaró, la legitimidad del Estado para nacionalizar y vender los bienes eclesiásticos sin acuerdo con la Iglesia, por lo cual la Santa Sede rompe relaciones diplomáticas y el nuncio abandonó España. Relaciones con la Iglesia -Los Moderados proponen entendimiento y aproximación a la Iglesia como lo demuestra por ejemplo la firma del Concordato con la Iglesia en 1851. -Los Progresistas critican la preponderancia de la Iglesia dentro de la Sociedad, quieren alejarse de ella. Están a favor de la secularización en todos los aspectos de la sociedad por ello desarrollan la desamortización de sus bienes. Fomentan también la secularización del Estado, es decir, no confesional y laico. Declaración de derechos -Los Moderados tienen una declaración de derechos individuales mucho más limitado que los progresistas, y siempre defienden como principal la supremacía y supervivencia del Estado ante cualquier derecho individual. Su ley de Imprenta,

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fortalece el principio de autoridad y disminuye la libertad de expresión. -Los Progresistas tienen una declaración de derechos más amplia que los moderados, sobre todo en lo que se refiere a ejercer una “verdadera libertad civil”, respetan los derechos individuales con seguridad personal, inviolabilidad de la conciencia, incluyen la libertad de imprenta y el derecho de reunión y asociación. Ejército -Los Moderados apoyan el reemplazo por las quintas que podía ser eludido con un determinado pago, bastante alto para las clases menos favorecidas y ricas. -Los Progresistas quieren organizar el Ejército sobre una base nacional con una modificación de la ley de reemplazos, que disminuye “la contribución de sangre” y proponen una “revisión en sentido liberal de las ordenanzas militares”. Justicia -Los Moderados llevan a cabo la modificación de uno de los elementos típicos de la ideología progresista que aún no se había consolidado como era el juicio por jurado que fue modificado por un tribunal compuesto por magistrados profesionales. -Los Progresistas proponen el juicio por jurados sobre todo para los delitos de opinión y de imprenta.