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KOBIE (Bilbao) Grupo Espeleológico Vizcaino. Diputación Foral de Vizcaya Boletín 12 - 1982 EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO (LLANES, OVIEDO) El presente trabajo versa sobre un hallazgo antropo- lógico muy interesante realizado en un yacimiento de la región cantábrica, la cueva de Cuartamentero. Por las especiales características de este fósil y su significación para el conocimiento de las pobláciones prehistórkas del norte de España, vamos a analizar en primer lugar, con el máximo detalle posible, las circuns- tancias del hallazgo y todo cuanto se refiere a su data- ción, pasando a continuación a realizar el estudio antro- pológico propiamente dicho. Antes de comenzar queremos agradecer aquí la amabilidad del Profesor M. Almagro, Director del Mu- seo Arqueológico Nacional, por habernos confiado el estudio de este ejemplar y las cuidadosas informaciones que diversos amigos, sobre todo F. Giles y el Dr. M. González-Morales, nos proporcionaron sobre el hallaz- go. Asimismo, expresamos nuestro sincero reconoci- miento a la Dra. D. Ferembach, que puso a nuestra disposición los craneogramas de Rochereil, Muge y cuantos datos le fueron solicitados, a la Dra. E. Genet- Varcin por el perfil de Culoz 11 y al Dr. J. Altuna por su información sobre Urtiaga. l. CIRCUNSTANCIAS DEL HALLAZGO Y DATACION Las numerosas investigaciones arql18ológicas reali- zadas en la parte occidental de la región cantábrica, han demostrado la existencia, al final del Paleolítico (*) Departamento de Antropología. Facultad de Biología. Universidad Complutense. Madrid-3. Por María Dolores Garralda (*) superior, de dos industrias líticas. Una de ellas es el Aziliense, situado por algunos autores aún dentro del período que acabamos de citar; la otra es la llamada Asturiense, considerada ya propiamente epipaleolítica. Sobre esta última, aparte de los trabajos iniciales del Conde de la Vega del Sella (19231, se ha realizado· recientemente toda una serie de estudios de gran inte- rés para el conocimiento del Asturiense Cantábrico (Clark, 1976; Strauss et al., 1978; González-Morales, 1978, 1980, 1982 ). Ellos han permitido obtener diversas fechas de C-14 para numerosos yacimientos con esta industria, que actualmente se considera datada entre 9290 + 440 (nivel 3.3 de Mazaculos 11)y6860 ± 165 (Bricia), ambas cifras expresadas B. P. (Strauss et al., 1978 ). U no de los yacimientos asturienses de esta región es la cueva de Cuartamentero (Mapa 1 ), situada en el pueblo de Llanes (Oviedo ). El azar quiso que la citada cueva fuera descubierta y explorada por el Grupo Espe- leológico Ouerneto, lamentablemente sin la colabora- ción de un solo especialista. En 1967 los componentes del Grupo Espeleológico Ouerneto, abrieron dos pequeñas catas en la sala 111 de este yacimiento, que dieron como resultado una "estra- tigrafía provisional" que Clark ( 19761 transcribió según diversos informes: Nivel D (? - 27 cm.): Sedimentos sin describir. Nivel C (27 - 25 cm.): Depósito estéril por ser una capa esta lag mítica. Nivel B (25 -15 cm.): Arena fina que, según se dice, contenía gran cantidad de plantas carbonizadas, frag- mentos de caliza y conchas (entre ellas las Patella vulgata sautuola ). Tanto Clark (1976) como González- Morales (comunicación personal), piensan que es posi-

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KOBIE (Bilbao) Grupo Espeleológico Vizcaino. Diputación Foral de Vizcaya Boletín nº 12 - 1982

EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO (LLANES, OVIEDO)

El presente trabajo versa sobre un hallazgo antropo­lógico muy interesante realizado en un yacimiento de la región cantábrica, la cueva de Cuartamentero.

Por las especiales características de este fósil y su significación para el conocimiento de las pobláciones prehistórkas del norte de España, vamos a analizar en primer lugar, con el máximo detalle posible, las circuns­tancias del hallazgo y todo cuanto se refiere a su data­ción, pasando a continuación a realizar el estudio antro­pológico propiamente dicho.

Antes de comenzar queremos agradecer aquí la amabilidad del Profesor M. Almagro, Director del Mu­seo Arqueológico Nacional, por habernos confiado el estudio de este ejemplar y las cuidadosas informaciones que diversos amigos, sobre todo F. Giles y el Dr. M. González-Morales, nos proporcionaron sobre el hallaz­go.

Asimismo, expresamos nuestro sincero reconoci­miento a la Dra. D. Ferembach, que puso a nuestra disposición los craneogramas de Rochereil, Muge y cuantos datos le fueron solicitados, a la Dra. E. Genet­Varcin por el perfil de Culoz 11 y al Dr. J. Altuna por su información sobre Urtiaga.

l. CIRCUNSTANCIAS DEL HALLAZGO Y DATACION

Las numerosas investigaciones arql18ológicas reali­zadas en la parte occidental de la región cantábrica, han demostrado la existencia, al final del Paleolítico

(*) Departamento de Antropología. Facultad de Biología. Universidad Complutense. Madrid-3.

Por María Dolores Garralda (*)

superior, de dos industrias líticas. Una de ellas es el Aziliense, situado por algunos autores aún dentro del período que acabamos de citar; la otra es la llamada Asturiense, considerada ya propiamente epipaleolítica.

Sobre esta última, aparte de los trabajos iniciales del Conde de la Vega del Sella (19231, se ha realizado· recientemente toda una serie de estudios de gran inte­rés para el conocimiento del Asturiense Cantábrico (Clark, 1976; Strauss et al., 1978; González-Morales, 1978, 1980, 1982 ).

Ellos han permitido obtener diversas fechas de C-14 para numerosos yacimientos con esta industria, que actualmente se considera datada entre 9290 + 440 (nivel 3.3 de Mazaculos 11)y6860 ± 165 (Bricia), ambas cifras expresadas B. P. (Strauss et al., 1978 ).

U no de los yacimientos asturienses de esta región es la cueva de Cuartamentero (Mapa nº 1 ), situada en el pueblo de Llanes (Oviedo ). El azar quiso que la citada cueva fuera descubierta y explorada por el Grupo Espe­leológico Ouerneto, lamentablemente sin la colabora­ción de un solo especialista.

En 1967 los componentes del Grupo Espeleológico Ouerneto, abrieron dos pequeñas catas en la sala 111 de este yacimiento, que dieron como resultado una "estra­tigrafía provisional" que Clark ( 19761 transcribió según diversos informes:

Nivel D (? - 27 cm.): Sedimentos sin describir. Nivel C (27 - 25 cm.): Depósito estéril por ser una capa esta lag mítica.

Nivel B (25 -15 cm.): Arena fina que, según se dice, contenía gran cantidad de plantas carbonizadas, frag­mentos de caliza y conchas (entre ellas las Patella vulgata sautuola ). Tanto Clark (1976) como González­Morales (comunicación personal), piensan que es posi-

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Mapa n. 0 1.- Localización de los yacimientos con restos epipaleolíticos en la Península Ibérica.

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1 Cuartamentero 2 Los Azules I 3 Balmori '4 Mazaculos Il 5 Urtiaga 6 Moita do Sebos tiao

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ble que haya restos de industria del Paleolítico Superior (Magdaleniense final?), pero sin que sea posible con­cretar nada por el momento.

Nivel A (15 - O cm.): Arena gruesa amarilla, conte­niendo grandes y numerosos cantos de cuarcita y cali­za, conchas (Patella vulgata l y numerosos restos de fauna. Junto con todo lo citado hay abundante indus­tria as tu riense típica.

Actualmente todo el material de industria lítica ha sido analizado por González Morales (1.982 ), mientras que la fauna era estudiada por M,arales (1.979 ).

El verdadero problema que nos incumbe directa­mente es el de que, en este mismo verano de 1967, el Grupo Ouerneto descubrió un cráneo y dos piezas. dentarias estudiadas por Menard (1982) en esta misma revista. La exacta procedencia del conjunto es la que, lamentablemente, resulta imposible de fijar.

Según las pocas referencias de que disponemos, el hallazgo antropológico, se realizó en una pequeña grie­ta de la cavidad central del Cuartamentero, cuyo depó­sito no fue analizado (informe manuscrito de F. Giles realizado en 1969 ). No puede decirse, pues, que el cráneo apareció en el nivel A, Asturiense, de la sala 111, como indica Clark (1976) en su libro, ya que ello no fue, por desgracia, así ni hay la menor prueba de ello.

En el sincero intento de obtener el máximo de infor­mación posible sobre la datación de los restos humanos consultamos también a Gonzáles-Morales, especialista que últimamente ha trabajado sobre los materiales líti­cos de Cuartamentero; él une a su experiencia sobre los problemas del mesolítico en esta región, la ventaja de conocer directamente el yacimiento y a parte de los componentes del Grupo Ouerneto. Su opinión coincide con cuanto aquí acabamos de exponer, confirmándo­nos que no es segura la atribución de estos restos humanos al Asturiense, aunque puede decirse que hay un alto porcentaje de probabilidades de qlJe así sea.

. Creemos que con esto ha quedado claro cual es el primer problema que nos planteaban los restos huma­nos de Cuartamentero; el deseo de dar a conocer la realidad, y la prudencia, nos aconsejaron insistir sobre ello.

El material antropológico encontrado en Cuartamen­tero nos fue confiado en primer lugar en el invierno de 1967 por Dn. Fernando Alás y Merry de Val, jefe del Grupo Espeleológico Ouerneto. Poco después era en­tregado por nosotros al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde se conserva junto con parte de los restos líticos y de fauna encontrados en el yacimiento.

11. EL CRANEO DE CUARTAMENTERO: CARAC­TERISTICAS MORFOLOGICAS Y METRICAS.

Conservación

El ejemplar de Cuartamentero es una calvaría con algunas pérdidas de sustancia en la base, la apófisis mastoides izquierda y la escama del temporal del mismo lado. Su estado de fosilización es bastante avanzado.

Sexo

La calvaria es de una robustez que llama la atención

desde el primer momento; este carácter, junto con sus grandes dimensiones, el acusado desarrollo de la glabe­la y torus supraorbitario, el tamaño de las apófisis mastoides, el saliente del inio y las marcadas líneas de inserciones musculares, permiten atribuir el ejemplar de Cuartamentero al sexo masculino casi con absoluta seguridad.

Edad

Más problemático resulta el intentar deducir la edad a la que falleció este individuo. Evidentemente, en el caso que nos ocupa, solo las suturas de la bóveda craneana pueden aportar algún indicio pese a lo controvertido del método (ver bibliografía en Garralda y Grande, 1981 ).

Todas las suturas del hombres de Cuartamentero, de recorrido bastante sencillo por lo que podemos observar, están muy sinostosadas en la cara exocranea­na, incluso los segmentos 2 y 3 de la lambdática y las temporo-parietales. Por la cara endocraneana la sinós­tosis es total.

Con toda la prudencia que la determinación de la edad con tan pocos elementos aconseja, podemos su­poner que este individuo debió fallecer a una edad próxima -o quizás superior- a los 60 años.

Nada de extraño tiene la supervivencia en estas épocas hasta edades avanzadas puesto que diversas investigaciones han confirmado lo mismo para otras poblaciones mesolíticas, como las de Vassilievka 111 y Fofonovo, o epipaleolíticas como Taforalt y Afalou (Acsadi y Nemeskéri, 1970 ).

Caracteres generales

Ya hemos indicado que las dimensiones de este ejemplar son grandes y la robustez acusada. El espesor de los huesos es elevado, presentando los siguientes valores, promedio de los obtenidos a ambos lados para cada una de las regiones indicadas:

Protuberancias frontales 9 mm. Protuberancias parietales 12 mm. Región obélica 10 mm. Región astérica 10 mm.

La capacidad craneana, obtenida según la fórmula de Lee Pearson (Olivier, 1960 ), es también grande (1483,51 ce.), incluyéndose dentro de la categoría de la aristencefalia de Sarasin. Si tenemos en cuenta las re­comendaciones de Wacker y Hooton (Olivier, 1960) referentes a sustraer 50 ce. cuando los parietales son gruesos (como son en este caso), obtendremos un resultado ligeramente inferior (1433,51 ce.); este valor indicaría una capacidad mediana con tendencia a alta, ya que la diferencia con el límite inferior de la aristence­falia es de 17,49 ce.

Vamos a proceder a continuación a la descripción por normas del ejemplar que estamos estudiando. En los cuadros números 1 y 2 figuran las medidas e índices de este ejemplar; la técnica utilizada ha sido la de Martin-Saller (1954) salvo en los casos en que se especifique otra cosa.

Norma verticalis (Lám. 1 ).

Visto en norma superior, el contorno es ligeramente

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10 MARIA DOLORES GARRALDA 1

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Lám. 1.- Cuartamentero. Norma verticalis. Tamaño natural aprox. (Foto Museo Arqueológico Nacional).

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EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO (LLANES, OVIEDOI 11

Longitud máxima Anchura máxima Anchura frontal mínima Anchura frontal máxima Anchura biastérica Distancia Porion-Porion

D. . p . B [Derecha 1stanc1a orion- regma 1

. d zqu1er a Altura auricular (proyección l Altura de la bóveda Circunferencia horizontal Arco transversal Arco sagital frontal Arco sagital parietal Arco sagital escama occipital Cuerda sagital frontal Cuerda sagital parietal Cuerda sagital escama occipital Longitud glabela-ínio Longitud apófisis mastoides (Demoulin l Altura apófisis mastoides (Demoulin l Angulo del frontal (Schwalbe l Angulo occipital supra-iniano (Tobias l

Cuadro n. º 1.- Medidas del cráneo de Cuartamentero

lnd. cefálico · lnd. aurícula-longitudinal lnd. aurícula transversal lnd. medio de altura al porion lnd. de altura de la bóveda lnd. transverso frontal lnd. transverso fronto-parietal lnd. sagital frontal lnd. sagital parietal lnd. sagital escama

Cuadro n. º 2.- Indices del cráneo de Cuartamentero

195 mm. 141 mm. 98mm.

120 mm. 133?mm. 123 mm. 128 mm. 127 mm. 112mm. 109 mm. 546 mm. 310 mm. 132 mm. 134 mm. 73 mm.

113 mm. 119 mm. 71 mm.

188 mm. 51?mm. 30?mm. 57° 83°

72,30 57,44 79,43 66,67 57,98 81,67 69,50 85,61 88,80 97,26

asimétrico por estar la reg1on posterior del parietal derecho un poco menos saliente que la del izquierdo. Las protuberancias parietales están poco acusadas y apenas marcadas las parietales.

En esta misma norma se observa claramente el gran saliente de los arcos superciliares que unidos al de la región glabelar, forman un fuerte torus supraorbitalis,

·tras del cual está muy marcada la constricción post-or­bitaria del frontal.

Según la tabla de formas de Sergi, el contorno es ovoide, si bien el saliente torus supraorbitalis enmas­cara un poco su tipología. No existe depresión pre­lambdoidea.

Con respecto a los caracteres métricos observables en esta norma, el ejemplar de Cuartame.ntero resulta muy largo v. de mediana anchura, siendo dolicocráneo por el índice cefálico. La frente es mediana con tenden­cia a ancha (diferencia = 1 mm), siendo eurimetope y

con las crestas medianamente divergentes, por los índi­ces transverso fronto-parietal y transverso frontal, res­pectivamente (las clasificaciones para los caracteres mé-

. tricos s0n las de Alexeev y Debetz que figuran en Ferembach, 1974 d ).

Norma lateralis (Lám. 11 ).

El perfil sagital es curvilíneo con una depresión post­coronal poco marcada y un ligero aplanamiento de la región lambdática. Lo más notable a señalar en esta norma es el gran saliente de las arcadas superciliares y de la glabela (más acusada que el tipo VI de la escala de Broca) y el nasio muy hundido. Tras el torus, existe una clara depresión que separa netamente la frente, orto­metope, que contrasta un poco con todos los demás rasgos que le dan un aspecto masculino y paleomorfo. El ángulo frontal de Schwalbe con un valor de 57? de­nota la relativa altura del bregma.

La bóveda craneana no es muy baja, en valores ab­solutos, si bien resulta baja por el índice de altura de la bóveda y por el índice mixto de altura al porion; el índi­ce aurícula-longitudinal permite clasificarlo como came­cráneo, próximo a ortocr~neo (dif. = 0,56 ). El arco sa­gital parietal es ligeramente mayor que el frontal.

El occipital es curvo, muy poco saliente y con un ángulo suprainiano de valor elevado; no se aprecia de­presión para-occipital ni chignón y la curvatura del occipital prolonga sin discontinuidad la del parietal. El inio presenta un saliente muy acusado que parece co­rresponder al tipo 4 de la escala de Broca.

La escama del temporal es baja, con un recorrido poco curvo y el conducto auditivo ancho y ovalado. Las líneas temporales están muy acusadas, tanto en el fron­tal como en los parietales; lo mismo cabe decir de las crestas supramastoideas, separadas por un surco de las apófisis mastoides, robustas y muy grandes (tipo 6a de Wiercinski, en Ferembach, 1974 d ); señalemos aquí, por último la neta depresión en el emplazamiento del gran ala del esfenoides, la región ptérica en H y la pre­sencia de dos pequeños wormianos en la sutura témpo­ra-parietal del lado derecho.

Norma facialis (Lám. 111 ).

En norma anterior llama poderosamente la atención el acusado torus supraorbitalis, seguido de una clara depresión que le separa de la frente. La morfología de esta región corresponde al tipo 1 de Cunnighan y Schwalbe, si bien hay una pequeña delimitación del trigonum supraorbitalis. El borde superior de las ór­bitas es muy robusto, muy grueso, y horizontal, presen­tando unas grandes escotaduras. No están presentes los nasales, pero lo poco conservado de esta región permite deducir que la anchura interorbitaria debía ·ser grande (26 mm ? ). El arranque de la nariz parece estar en una depresión profunda.

Tras el torus supraorbitalis existe, como acaba­mos de indicar, un neto sulcus superciliaris que le se­para de la frente; esta última, de dimensiones media­nas, está recorrida, a lo largo del planum sagittalis por un torus ossis frontis claramente visible. Las pro­

:tuberancias parietales apenas están acusadas.

Utilizamos el método de Ducros _et al. (1973 al para

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12 MARIA DOLORES GARRALDA

Lám. 11.- Cuartamentero. Norma lateralis dextra. Tam. natural aprox. (Foto M.A.N.1.

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Lám. 111.- Cuartamentero. Norma frontalis. Tam. natural aprox. (Foto rvi.A.N.).

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Lám. IV.- Cuartamentero. Norma occipitalis. Tam. natural aprox. (Foto M.A.N.). (Aumentado 2 mm.).

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Lám. V.- Cuartamentero. Norma basilaris. Tam. natural aprox. (Foto M.A.N.l.

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medir el saliente de las arcadas supra-orbitarias, obte­niendo unos valores elevados (6 mm. a cada lado) bas­tante superiores a los de Mladec V, Pavlov y Brno 11 (Ducros et al,, 1973 b ).

Norma occipitalis (Lám. IV).

El contorno del cráneo en esta norma es domiforme, de paredes muy verticales, con las protuberancias parie­tales apenas salientes y los eurios situados por debajo de ellas. El índice aurícula-transversal permite clasificar­lo como tapeinocráneo, próximo a metriocráneo (dif. = 0,57).

Es de señalar la presencia de un gran agujero obéli­co en el parietal izquierdo así como unas líneas nucales fuertes y acusadas, sobre todo la inferior; existe un to­rus occipitalis aplastado y una protuberancia occipital muy saliente. A pesar del avanzado proceso de sinós­tosis, son visibles dos pequeños wormianos en el lado derecho de la sutura lambdática.

Norma basilaris (Lám. V).

La norma basilaris del cráneo de Cuartamentero no presenta gran interés debido a las grandes pérdidas de sustancia.

No obstante es necesario señalar aquí las cavidades glenoideas grandes, anchas y profundas, con grandes apófisis post-glenoideas presentes en ambos lados.

Lesiones

El ejemplar que estamos estudiando tiene, además, otra peculiaridad que creemos interesante destacar aquí.

Sobre la protuberancia frontal derecha (Lám. VI A) hay una pequeña depresión alargada, de unos 11 mm. de largo por 4 mm. de ancho, que sólo afecta a la tabla externa del hueso. Sus bordes son bastantes regulares, lisos y suaves, y el fondo presenta abundantes gránulos.

Otra pequeña depresión, algo menos profunda que la anterior se halla situada sobre la protuberancia fron­tal izquierda. Su forma es un poco más redondeada y sus dimensiones (9 mm. de largo por 6 mm. de ancho) ligeramente inferiores (Lám. VI B ).

Aún en el centro del frontal, encima del ofrio y junto al borde derecho del plano sagital existe otra tercera de­presión, de forma más irregular que las anteriores ya que mide "Jnos 8 mm. de largo por 4 mm. en su parte más ancha y 2 mm. en la más estrecha (Lám. VI C ). Su profundidad es algo inferior a la descrita en primer lugar y muy similar a la segunda.

Las tres coinciden en estar situadas, aproximada­mente, casi sobre una línea horizontal, unos 44 mm. por encima del nasio y en presentar como una reacción cicatricial, patente, sobre todo en la A y en la B. Su ori­gen es muy difícil de precisar ya que puede ser debido a causas tan diferentes como lesiones de tipo traumático

Lám. VI.- Cuartamentero. A.- Lesión derecho. B.- Lesión lado izquierdo. C.- Lesión centro frente. Muy aumentadas (Foto

M.A.N.).

A

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(heridas que hubieran afectado incluso a la tabla exter­na del frontal l o a intervenciones intencionadas, abra­sionando el hueso con algún fin quizás mágico-religio­so. Ante la duda, la prudencia nos aconseja no pronun­ciarnos en favor de ninguna de ambas posibilidades por el momento.

111. COMPARACIONES

Es evidente que el hombre de Cuartamentero plan­tea muchos problemas a la hora de intentar diagnosti­car su tipología; no solamente su morfología arcáica sino también la ausencia total del esplacnocráneo, con­tribuyen a ello.

No obstante, en el deseo de obtener el máximo de información posible sobre uno de los escasos fósiles epipaleolíticos de la Región Cantábrica, realizamos cuantas comparaciones nos parecieron pertinentes.

En primer lugar expondremos aquí las efectuadas con los restos humanos epipaleolíticos de la Península Ibérica, pasando en segundo lugar, a las que se refieren a las poblaciones más antiguas, contemporáneas, o más modernas, del resto de Europa Occidental.

1. Comparación con los restos epipaleolíticos y mesolíticos de la Península Ibérica.

Las características morfológicas y tipológicas de las ·gentes que ocuparon las diversas regiones de la Penín­sula Ibérica durante el Paleolítico Superior, lamenta­blemente, nos son aún muy mal conocidas. Lo poco que conocemos al respecto permite señalar la presen­cia del tipo de Cro-Magnon sensu latu, cuyas persis­tencias han sido señaladas en diversas ocasiones y re­giones, e incluso por distintos autores (ver Garralda, 1974 ), para diversos períodos posteriores.

YACIMIENTO PERIODO EJEMPLARES OATACION C14

Magdal final? 1 Urt1aga 18 19361 10280±190 BP

Az1hense?

Los Azules 1 Az1hense 1 9540±J209430± 120 B P

Urtiaga Az1l1ense 2 8700± 170 B P IUA1 y UAzl

Cuartamentero Asturiense 1 9290 ± 4407000± 175 B P

Muge Ep1paleolít1co numerosos 7350±350 5150±300 8 p

Poco más numerosos que los restos humanos del Paleolítico Superior son los" del Epipaleolítico (cuadro n. 0 3), cuyas principales características señalamos a continuación (para localización de los yacimientos ver mapa n.º 1 ).

Los Azules 1 (Cangas de Onís ).

La cueva de Los Azules 1 está siendo excavada por Fernández-Tresguerres quién descubrió entre los niveles 3a y 3c, Azilienses, una sepultura datada entre 9430 ± 120 B.P. (nivel 3a) y 9540 ± 120 B.P. (nivel 3dl (Fer­nández-Tresguerres, 1976; Garralda, 1978 ).

Los restos humanos aparecidos en ella correspon­den a un adulto masculino de acusada robustez (Ga­rralda, 1976, 1979 y en prep. a). Su interés para lo que nos concierne, la comparación con el ejemplar de Cuar­tamentero, es muy escaso, ya que el hombre de Los Azules 1 le falta el cráneo casi completo. Por lo tanto, sólo algunas características, como la robustez y la pre­sencia de rasgos paleomorfos en ambos ejemplares, son a señalar aquí como coincidentes en dos fósiles de una misma región y de una datación cronológica no muy dispar; nada más podemos deducir o exponer por el momento.

Los restos humanos asturienses: ·Balmori, Mazaculos 11 y Colombres

Es evidente que, sobre el aspecto que aquí nos inte­resa, los otros restos humanos de esta misma zona de la región cantábrica, las mandíbulas asturienses de Bal­mori y Mazaculos 11 (Garralda, 1981 l no pueden sumi­nistrarnos ningún dato de interés dado su fragmentario estado de conservación.

FECHA OBTENIDA PARA:

nivel O, Magdaleniense final

niveles 3d y 3a, respec t1vamente, entre los que hallamos el enterramiento

nivel C, Az1hense

fechas limite para la industria Asturiense en base a muestras de diversos yac1m1entos

fechas lím11es procedentes de muestras de los 3 yac1m1entos más importantes

REFERENCIAS

Altuna 119721 Garralda 119781

Fernández Tresgue rres 119761 Garralda 119781

Altuna 119721 Garralda 119781

Strauss et al. 119781

Roche 11960! Garralda 119781

ATRIBUCION EXACTA DEL FDSIL A ESTE PERIODO

Algo dudoso

Segura

Segura

Algo dudosa

Segura

CUADRO N.º 3.- Restos humanos del Epipaleolítico de la Península Ibérica.

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18 MARIA DOLORES GARRALDA

Lo mismo cabe <;lecir del esqueleto del Colambres (Molino de Gasparin, Oviedo) hallado por Carvallo en 1926 y cuya datación asturiense no está claramente ve­rificada; al parecer pertenecía a un individuo probable­mente femenino, a juzgar por la gracilidad del maxilar inferior, según Carvallo (1960). Este ejemplar no pudo ni siquiera ser recogido a causa de su pésimo estado de conservación y la breve e insuficiente descripción pro­porcionada por su descubridor (Carvallo, 1960 ), no tiene el menor peso para atribuirle a una determinada tipología racial. La comparación, con el cráneo de Cuartamentero es, evidentemente, imposible y a todas luces sin el menor interés en vista de lo poco que cono­cemos sobre el hallazgo de Colambres.

Los cráneos de Valdediós

Algunos autores (Hoyos Sáinz, 1947) han dado como de segura datación asturiense dos cráneos reco­gidos en una cueva de Valdediós (Oviedo l en 1878. Conservados en el Gabinete de Historia natural de la Universidad de Oviedo (y desaparecidos en 1934) fue­ron objeto de estudio d.e otros varios antropólogos como Barras de Aragón (1898) y Uría Riu (1958 y 1970).

No es lugar este para repetir las condiciones del ha­llazgo y la ausencia de cualquier contexto que permitie­ra su datación asturiense. La historia está claramente expuesta en los trabajos de U ría (sobre todo en el de 1958), con los suficientes datos para concluir que las calvarias de Valdediós carecen de cronología segura, pero que en todo caso ésta debió ser de la Edad del Bronce en adelante; por todo ello, su comparación con el ejemplar de Cuartamentero no nos parece perti­nente.

Piezas dentarias de Cuartamentero

En este mismo volumen, Menard (1982) estudia el 11 derecho y el M1 izquierdo procedentes también de la Cueva de Cuartamentero y, asimismo, de probable da­tación Asturiense. Por las especiales condiciones en que, como dijimos más arriba, se extrajeron los materia­les de este yacimiento, es muy difícil confirmar la atri­bución de estas dos piezas dentarias al cráneo objeto de este estudio, pero su gran tamaño, la sólida implan­tación alveolar que necesitaban y la acusada abrasión hacen pensar en que sí fuera. En cualquier caso, si pertenecieran al mismo individuo estarían de acuerdo con la robustez y el paleomorfismo que él presenta; en caso contrario, es decir si fueran de otro individuo, ello confirmaría también la robustez que las poblaciones de esta región asturiana parecen presentar durante este período.

Urtiaga (lziar, Guipúzcoa)

En la parte superior del nivel D, perteneciente al Magdaleniense final, Aranzadi y Barandiarán exhuma­ron en 1936 el cráneo B1 (Barandiarán, 1953 ). Una duda subsiste s.obre la atribución de este ejemplar al Magdaleniense final o al Aziliense, ya que el nivel en que apareció estaba recubierto por otro IC) Aziliense y su posición estratigráfica no es bien segura (Garralda, 1978). De este nivel D, Altuna 11972) publicó una data-

ción de C-14 (CSIC 64) de 10280 ± 190 B.P. que ha sido algo discutida por diversos autores (Almagro, 1973; Berna Ido de Quirós y Maure, 1978) considerán­dola tardía pero coherente con las demás fechas cono­cidas para el Magdaleniense final. El problema que nos incumbe a nosotros no es comentar esta fecha, si no la verdadera datación del cráneo.

Si consultamos los estudios de los antropólogos que han trabajado sobre él, el problema parece compli­carse aún más por cuanto vamos a ver.

Hoyos Sáinz (1949, a y b) lo da como magdalenien­se seguro sin aducir explicación alguna. Pocos años des­pués, Barandiarán (1953) admite la posibilidad de que, si bien este ejemplar estaba en un nivel magdaleniense, puede "que él no sea contemporáneo de ese nivel, sino tal vez un poco posterior". Riquet (1962) piensa que puede ser aziliense o neolítico antiguo en base a diver­sas razones: Las prudentes reservas de Barandiarán, la presencia de una caries dentária, la cara algo más estre­cha y las fosas temporales menos salientes que los ejemplares magdalenienses conocidos.

Vamos a comentar un poco tales argumentos: Con respecto al primero, las reservas de Barandia­

rán, estamos totalmente de acuerdo; pero dichas re­servas se refieren sólo a su atribución al Magdaleniense o al Aziliense, sin proporcionar ningún indicio de que su datación debiera rejuvenecerse aún más (Barandiarán, 1947 y 1953 ). En conclusión, su datación no es segura puesto que su verdadera situación dentro del nivel D no puede ser dilucidada con certeza, pero tampoco· hay ra­zón objetiva alguna para pensar que el ejemplar B1 sea de cronología mucho más moderna.

Con respecto a la carie que el citado ejemplar tiene en el segundo molar derecho (Riquet, 1963 ), es un ar­gumento que dista mucho de ser definitivo para excluir un cráneo del Paleolítico Superior; la existencia de ca­ries ha sido recientemente señalada por diversos auto­res tanto para este período (Brabant, 1970; Verger­Pratoucy, 1967; Verdéne y Fléchier, 1975) como para otros ligeramente posteriores (epipaleolítico norteafrica­no: Poitrat-Targowla, 1977 ).

Los restantes argumentos invocados por Riquet y referentes a la morfología del cráneo B1, tampoco son totalmente convincentes. Los restos humanos magdale­nienses son muy escasos, sobre todo los cráneos mas­culinos, pero los datos morfológicos y métricos de que se dispone presentan una amplitud de variación dentro de la cual podría incluirse perfectamente el ejemplar vasco, sin olvidar la fuerte influencia que el azar puede tener en una muestra tan reducida como la que actual­mente conocemos para este período, y el metopismo del B1.

Quizás la posición más prudente y más acertada, a nuestro juicio, es la adoptada por Marquer (1963) al li­mitarse a exponer la opinión antes citada de Barandia­rán (1947, 1953) de que el ejemplar Urtiaga B1 puede atribuirse al Magdaleniense final o al Aziliense. Su mor­fología cromañoide atenuada (Marquer, 1963 l no difiere grandemente de la de los pocos magdalenienses cono­cidos (tal como está descrita por Vallois, 1972 a) ni de la de los mesolíticos franceses, más numerosos y, por lo tanto, mejor conocidos (Ferembach, 1974 c ).

No ha sido nuestra intención exponer todo cuanto antecede para demostrar la atribución exacta a un pe­ríodo determinado del cráneo U rtiaga B1 ; por el contra-

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EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO !LLANES, OVIEDOl 19

rio, hemos intentado exponer que el problema no tiene una solución tan sencilla como algunos autores parecen indicar (Hoyos Sainz o Riquet, cada uno en dirección opuesta), y que, además, resulta muy difícil de resolver con seguridad, al menos por ahora.

Y· otro tanto cabría casi decir aquí sobre los dos cráneos UA 1 y UA2 , encontrados en 1935 en la base del nivel C del mismo yacimiento. Este nivel, presenta una industria Aziliense típica (8arandiarán, 1947 y 1953; Almagro, 1973 ), y de él se extrajo una muestra de con­chas que proporcionó la fecha de C-14 (CSIC-63), de 8700 ± 170 8.P. (Altuna, 1972; Garralda, 1978). Las otras dataciones que el C-14 da para el Aziliense Can­tábrico fluctúan entre 11760 ± 240 8.P. (Ly. 1400) y 8150 ± 170 8.P. (Ly. 1398) fechas ambas obtenidas para el yacimiento de Zatoya (Navarra l por 8arandiarán Maestu (ver 8ernaldo de Quirós y Maure, 1978).

En el catálogo de restos humanos mesolíticos (Ne­well et al., 1979, pág. 192) se clasifica a estos últimos ejemplares entre aquellos "atribuidos al Mesolítico, pero cuya edad y afinidades no pueden ser demostradas". Es nuestro deber discutir aquí los datos en que los in­vestigadores que lo realizaron han basado su asevera­ción. No sólo la fecha de C-14 para el nivel C ICSIC-63) se incluye sin grandes problemas dentro del margen de variación de las otras fechas para el Aziliense cantábri­co, como acabamos de señalar, sino que sí conocemos

. sobre qué material fue obtenida (conchas, ver texto anterior).

También es necesario discutir las aseveraciones de que el nivel C muestra una mezcla de materiales Azi­lienses y Asturienses, así como la presencia de perro doméstico y cabra doméstica (Capra hircus/Ovis aries). Para ello consultamos el trabajo de Altuna (1972 l y además pedimos al propio Altuna que nos de­tallara algunos puntos, lo que amablemente hizo en una carta de fecha 12-12-79. En resumen: la cueva de Urtia­ga fue dividida por !Os excavadores en 11 sectores.

En el sector 11 del nivel C, J.M. Merino observó algunas anomalías respecto a la industria lítica (mezcla con materiales más modernos l; nada anómalo encontró en los demás sectores del nivel C. En este mismo sector 11 del nivel C Altuna encontró "numerosos restos de tejón (Meles meles Y'.

Transcribimos aquí los siguientes párrafos de la cita­da carta de Altuna (12-12-79) que coinciden totalmente con lo que él señala en su libro IAltuna, 1972).

"En los demás sectores, yo solamente observé una anomalía: en el sector 8. Esta anomalía consiste en la presencia de algunos huesos enteros de perro y cabra doméstica, en el nivel C. Pero estos huesos tenían una consistencia muy distinta a la de los demás huesos de ese nivel y sector. Eran por otra parte los únicos ente­ros de todo el nivel C. Me inclino a pensar que son huesos del nivel 8 (Eneolítico l y que fueron siglados, equivocadamente, como del C. La equivocación está ahí y no en la mezcla de materiales o en la dudosa es­tratigrafía. Nada anómalo mostró la industria".

"Los cráneos del Aziliense son de los sectores 9 y 10 en los que no había absolutamente nada extraño. Pienso que pertenecen al nivel citado y que no hay ninguna base para dudar de la buena conservación del mismo en esos sectores".

Prosigamos con la cuestión que nos ocupa, es de­cir, la comparación de estos ejemplares con el de Cuar-

tamentero; tanto el cráneo 8"1 como el UA1 pertenecen a individuos adultos masculinos (UA2 es atribuido a una joven). El primero, de contorno ovoide, grande, doli­cocráneo, carne y tapinocráneo, de frente ancha y me­tópico, tiene una cara baja y de mediana anchura, órbi­tas cameconcas, nariz leptorrina, orto y mesognatia. El sequndo, UA1, ovoide-pentaqonoide, resulta dolicocrá­neo, carne y tapinocráneo, al igual que el anterior; la frente no es muy ancha, la cara es de mediana altura y estrecha (lepteno o hiperleptoprosopo ), las órbitas son mesoconcas y es ortognato, Ambos han sido conside­rados por Marquer 11963) como cromañoides, si bien el segundo presenta una cara más próxima a la de los pro­tomediterráneos (Marquer, 1963 ). Sus principales di­mensiones figuran en el cuadro n. º 4.

Muy difícil resulta comparar los cráneos 81 y UA1 con el de Cuartamentero; no pudimos disponer de los perfiles y hubimos de limitarnos a tener en cuenta sola­mente las medidas de los tres ejemplares y de las figu­ras de Marquer (1963) y Hoyos Sainz (1949 a y b ).

Con respecto a las primeras (cuadro n. 0 4 l hay que destacar la semejanza entre el ejemplar asturiano y el cráneo 81 en lo que a longitud y anchura máxima se refiere, si bien la altura auricular es algo inferior en Cuartamentero, aunque la altura de su bóveda resulta algo más elevada (aunque cabe la posibilidad de que la medida se haya tomado de forma diferente). Las dimensiones de la frente son algo mayores en 81 , lo que puede venir en parte influido por su· metopismo, pero la diferencia es apenas de 2 lft-ft l y 4 mm. (co­co). El ejemplar A1 es algo más pequeño que los dos anteriores, pero con poca diferencia. ·

Aparte de los caracteres métricos, la comparación morfoscópica presenta fuertes divergencias en cuanto a las regiones superciliar y occipital, esta última bastante más curva y saliente en los ejemplares vascos, sobre todo en el 81 . solo la tendencia general a la platicránea parece coincidir en los tres.

Los hombres de Muge (Portugal)

El epipaleolítico portugués es conocido, sobre todo, por una serie de yacimientos situados en las orillas del río Muge (unos 80 Km. al N-E de Lisboa). Numerosas son las excavaciones arqueológicas allí realizadas, aun­que aquí sólo citaremos las más modernas de Roche y Da Veiga Ferreira que han proporcionado diversas fe­chas de C-14 (Roche, 1974; Garralda, 1978 l de gran in­terés.

Los restos humanos en ellos encontrados son bas­tante numerosos y han sido objeto de diversos estu­dios antropológicos, el último de los cuales (Ferem­bach, 1974 a, 1976 b l recoge la totalidad de la biblio­grafía existente al respecto y realiza un cuidadoso exa­men de gran parte de los materiales aparecidos.

Según el trabajo de Ferembach (1974 a) la población epipaleolítica de Muge está integrada por tres tipos ra­ciales: Protomediterráneos (la gran mayoría de los ejemplares), cromañoides, alpinos (éstos dos últimos en número más reducido) e individuos que presentan ras­gos mezclados de los tres anteriores.

La serie masculina de Muge, (cuadro n. º 4) elabora­da por Ferembach (1974 a) no es muy numerosa, pero permite la comparación por métodos gráficos y estadís­ticos con el cráneo de Cuartamentero. Así, en la figura

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20 MARIA DOLORES GARRALDA

CUARTAMENTERO URTIAGA MUGE d'

81 UA1 N x a Longitud máxima ............ 195 195 189,5 6 181,8 5,39 Longitud glabela-ínio ......... 188 186 180,5 4 173,3 7.37 Anchura máxima ............ 141 142 140 7 133,6 8,20 Anchura frontal mínima ...... 98 100 * 93 7 94,6 7.72 Anchura frontal máxima ...... 120 124 * 121 5 111,6 8.63 Altura auricular .............. 112 116,5 112 7 114,4 4.69 Altura de la bóveda .......... 109 102 101 4 103,6 3.30 Angulo del frontal ........... 57 5 51,4 3.91 Circunferencia .............. 546 546 535 Capacidad (Pearson 1 ......... 1.433,51 1.536,78. 1.443,88" 6 1.372 100.11

lnd. cefálico ................ 72,30 72,8 73,88' 7 73,5 4.87 lnd. aurícula-longitudinal ..... 57,44 59,74 59,10 6 62,9 1.66 lnd. aurícula-transversal ...... 79,43 82,04 80,00 6 86, 1 6,85 lnd. transverso frontal. ....... 81,67 80,64 * 76,86º 5 80,9 4.48 lnd. transverso fronto-parietal . 69,50 70,42 * 66,43º 6 69,6 2,24 lnd. altura de la bóveda ....... 57,98 54,8 55,9 4 59,8 2.47

Autor ...................... Garra Ida Riquet, 1962 Ferembach, 1974

* = Metópico • = Calculado por nosotros

Cuadro n. º 4. Principales medidas e índices de los ejemplares epipaleolíticos de la Península Ibérica lc:i'J. Neurocráneo.

número 1, representamos, mediante el diagrama de Mollison-Breitinger, las desviaciones en unidades a del ejemplar que estamos estudiando con respecto al pro­medio de la serie masculina de Muge.

En él podemos claramente observar como el ejem­plar español es de dimensiones más grandes (superiores incluso a una o dos a) que la serie base, con la excep­ción de la altura auricular que resulta algo menor que el promedio base. Los índices, por el contrario se desvían en sentido negativo, con la única excepción del trans­verso frontal.

Longitud máxfma. Anchura máxima, Anchura frontal mínima. Anchura frontal máxima, Altura auricular. Altura de la bovéda, Longitud glabela·fnion. Angulo de Schwalbe. lnd. cefálico. lnd. aurfculo-longitudinal, lnd. aurlculo-transversaL lnd. de altura de la bóveda. lnd. transverso-frontal. lnd. transv. fronte-parietal. lnd. sagital frontal.

-20'

Puesto que la serie de Muge está compuesta por un húmero de individuos bastante reducido y es solamente uno el ejemplar comparado, pensamos que las desvia­ciónes que éste sufría podrían venir en gran modo in­fluidas por el azar. Por ello procedimos a valorarlas cua'ntitativamente por medio de la "t" de Student adaptada a la comparación de un promedio y un solo ejemplar (Simpson et al., 19601.

Así, en el cuadro número 5, vemos que la probabi­lidad de que las diferencias entre la serie masculina de Muge y el cráneo de Cuartamentero sean debidas al

-CJ +<Y +20"

--------..

Ejemplares comparadós: _ Cuartamentero Urtiaga 8 1

Urtiaga UA1 Figura n. 0 1.- Diagrama de Mollison-Bretinger.

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EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO (LLANES, OVIEDOl 21

M lJGE/CUARTAMENTERO MUGE/URTIAGA 81 MUGE/URTIAGA A1

G. Lib. ''t'' P% G. Lib. "t" P% G. Lib. ''t'' P% --- --- ---Longitud máxima ...... 5 -2,268 <10->5 5 -2,268 <10->5 5 -1,322 <30->20 Anchura máxima ........ 6 -0,843 >50 6 -0,957 <40 6 -0,729 < 50 Anchura frontal mínima .. 6 -0,411 <70 6 -0,653 <60 6 +O, 193 <90 Anchura frontal máxima . 4 -0,888 < 50 4 -1,312 <30 4 -0,994 < 40 Altura auricular ......... 6 , + 0,479 <70 6 -0,419 <70 6 + 0,474 <70 Altura de la bóveda ...... 3 -1,327 <30 3 + 0,433 <70 3 + 0,704 >50 Longitud glabela-ínio .... 3 -1,783 <20 3 -1,540 <30->20 3 -0,873 <40 Angulo de Schwalbe .... 4 -1,307 <30

lnd. cefálico ............ 6 + 0,230 >80 6 +O, 135 <90 6 -0,073 >90 lnd. aurícula-longitudinal. 5 + 3,046 > 2 5 + 1,785 <20 5 + 2, 120 <10- > 5 lnd. aurícula-transversal. . 5 + 0,902 >40 5 + 0,554 =60 5 + 0,824 >40 lnd. altura de la bóveda .. 3 + 0,756 >50 3 + 1,809 <20 3 + 1,412 <30 lnd. transverso frontal ... 4 -0, 157 <90 4 + 0,053 >90 4 + 0,823 <50 lnd. transv. fronte-parietal 5 + 0,040 >90 5 -0,743 < 50 5 + 1,322 >20 lnd. sagital frontal. ...... 9 + 0,372 >70

Umbral de significación al 5% CUADRO n. 0 5.- Comparaciones por la "t" de Student de las series y ejemplares masculinos (Península Ibérica).

a·zar es elevada, o muy elevada, en casi todos los carac­teres e índices comparados; únicamente la diferencia roza el umbral de significación en el caso de la longitud máxima y resulta debilmente significativa en el caso del índice aurícula-longitudinal.

Pero resulta evidente que así sólo podemos compa­rar las dimensiones, y sus índices resultantes; por ello, y deseando obtener el máximo de información posible de la comparación con esta importante y bien conocida serie de Muge, procedimos también a realizar la super­posición de los perfiles gráficos; ello fue posible al faci­litarnos Ferembach los craneogramas de Moita do Se­bastii:io que ella realizó.

Para esta comparación, puramente morfoscópica, elegimos los ejemplares 3R y 5R de Moita do Sebastiao, ambos masculinos y robustos, diagnosticados por Fe­rembach como protomediterráneo y cromañoide, res­pectivamente (Ferembach, 1974 a y 1976). Así, en la figura número 2 podemos observar como el neurocrá­neo de los tres ejemplares comparados presenta nota­bles diferencias. Unas se refieren a la región glabelar, muy acusadas por el fuerte torus supraorbitario del hombre de Cuartamentero, y otras al perfil de la bóveda en su parte superior, más aplastado en el ejemplar espa­ñol; sin embargo, la forma del occipital, poco saliente, no es muy diferente en los tres cráneos comparados.

Dada la curiosa similitud en varios caracteres métri­cos del ejemplar de Cuartamentero con los de Urtiaga, quisimos profundizar algo más en el tema, y ver qué su­cedía si comparábamos el neurocráneo de estos últi­mos con el de la serie de Muge.

Por ello, incluimos también en la figura adjunta. Las desviaciones en unidades sigma de Urtiaga 8 1 y UA; . Las oscilaciones que sufren las líneas que los represen­tan, con respecto a la serie base, son muy semejantes a las del cráneo de Cuartamentero, hecho que resulta aún. más curioso al recordar que se trata aquí de la compa­ración de tres ejemplares aislados, por lo que cabe su­poner una gran influencia del azar.

También para los dos ejemplares vascos calculamos la "t" de Student por el mismo método ya citado (Simpson et al., 1960) con el fin de valorar estas dife­rencias. Así obtuvimos de nuevo (cuadro n.º 5) que la probabilidad de que las diferencias entre la serie de Muge y los dos cráneos de Urtiaga sean debidas al azar, es elevada, o muy elevada, en todos los -caracte­res e índices comparados, con la única excepción de la longitud máxima de 81 y del índice aurícula-longitudinal de UA1 , que rozan el umbral de significación. Recorde­mos aquí que estos mismos ejemplares de Urtiaga (ade­más del UA 2 l habían sido comparados por Ferembach (1974 c) con las series de Téviec-H6edic, con las que mostraban pocas diferencias estadísticas, sobre todo los dos masculinos, de los cuales 81 , presenta una aspecto más cromañoide que el de la mayoría de los mesolíticos franceses.

2.-Comparación con los hombres del Paleolítico Superior final

Para algunos autores (Vallois, 1972 a; Vallois et Félice, 1977 l los hombres del Paleolítico superior final (magdalenienses l forman un grupo, derivado del tipo de Cro-Magnón, sensiblemente homogéneo, en el que, las pequeñas divergencias observadas en distintos ejemplares, no sobrepasarían la escala de simples varia­ciones individuales.

Dado que la mayoría de los mesolíticos franceses parecen derivar de este grupo, como veremos a conti­nuación, nosotros quisimos comparar este ejemplar de Cuartamentero con la pequeña serie Magdaleniense masculina elaborada por Ferembach (1978 ). El mismo test "t" (Simpson et al., 1960 l que habíamos aplicado antes, fue utilizado en esta ocasión (cuadro n. º 6 ); así obtuvimos, para los tres caracteres métricos y los dos índices que pudieron ser comparados, un elevado grado de probabilidad de que las diferencias fueran debidas al azar.

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Figuran.º 2.- Comparaciones de los perfiles de Cuartamentero y dos ejemplares de Moita do Sebastiiio.

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EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO (LLANES, OVIEDOI 23

MAGDALENIENSES/ MESOLITICOS/FRANCES. NEOL.-BRONCE 1 MESETA-CUARTAMENTERO CUARTAMENTERO. LEVANTE/CUARTAMEN.

G. Lib. ''t'' Po/o G. Lib. ''t'' P% G. Lib. "t" Po/o ---Longitud máxima ....... 4 -1, 178 <30 17 -0,710 <50 115 -1,292 < 20 Anchura máxima ........ 6 -0,611 <60 18 -0,758 <50 117 -0,652 >50 Anchura frontal mínima .. 4 -0,385 >70 16 + 0,264 <80 106 -0,554 <60 Anchura frontal máxima . 15 -0,794 >40 101 -0,270 <80 Altura auricular ......... 99 + 0,510 >60

lnd. cefálico ............ 4 + 0,433 <70 17 + 0,204 >80 111 + 0,443 <70 lnd. aurículo-longitudinal. 96 + 1,628 >10 lnd. aurículo-transversal.. 95 + 1,022 >30 lnd. de altura de la bóveda lnd. transverso frontal ... 16 + 0,959 <40 98 -0,272 <80 lnd. transv. fronto-parietal 3 +O, 132 =90 ·16 + 0,590 <60 95 - 0,048 >90

Umbral de significación al 5% CUADRO n. º 6.- Comparaciones por la "t" de Student (Magdalenienses á'y Mesolíticos franceses cr. Ferembach, 1978: Neolíticos-Bronce 1 Meseta y Levante: Garralda, 1974).

Si nos referimos a los caracteres morfoscópicos, hay ciertas semejanzas entre los cráneos de Veyrier (Pittard et Sauter, 1945) y de Cuartamentero, ambos dolicocráneos, eurimetopes, con la bóveda baja y des­provista de "chignon"; también carecen de esta última característica los ejemplares de Les Hoteaux (Vallois, 1972 b) y Chancelade (Vallois, 1946) aunque su bóveda sea más elevada, sobre todo la del citado en segundo lugar.

Incluso, algunas otras características del hombre de Cuartamentero se presentan también en diversos ejem­plares magdalenienses o de períodos más antiguos, como por ejemplo el "torus saggitalis ossis frontis", señalado también por Matiegka (1934 len la serie de Prédmost, y por Vallois (1972 a) en los ejemplares de Roe de Sers y en la mujer de Obercassel.

Curioso resulta tener que señalar aquí la similitud de varios caracteres métricos y morfoscópicos del hombre de Cuartamentero con la serie, mucho más antigua, de Predmost. Así, por ejemplo, y según los datos de Ma­tiegka (1934)y Vlcek (1970)sobre el tipo de Brno, uno y otros coinciden en las grandes dimensiones, la eleva­da capacidad, las acusadas líneas de inserciones mus­culares, la morfología de la región superciliar (y presen­cia del "torus supraorbitalis"), el contorno de ten­dencia ovoide en norma superior, su dolicocrania, la bóveda baja o el recto borde superior de las órbitas. Casi podríamos decir que el ejemplar asturiano "recuer­da" al neurocráneo del tipo de Brno, excepto en la re­gión occipital, bastante más curva, y saliente en los paleolíticos.

3.-Comparación con los hombres mesolíticos y epipaleolíticos y del resto de Europa occidental

En el resto de Europa occidental los fósiles huma­nos epipaleolíticos y mesolíticos son algo más nume­rosos que en la Península Ibérica, sobre todo en Fran­cia. Vamos a proceder a continuación, a comparar el ejemplar que estamos estudiando con cÚanto sabemos sobre estas poblaciones en Italia y en Francia.

A. - Italia. Con respecto a los hombres de este pe­ríodo en Italia, los no muy abundantes datos disponi­bles, permiten deducir las semejanzas con los croma­ñoides tipo Obercassel y con los lberomauritánicos del

Maghreb para varios ejemplares, mientras que algunos otros se aproximan a los Protomediterráneos (Parenti, 1960; Borgognini-Tarli, 1969ayb; Ferembach, 1973y 1974 e). En su trabajo sobre los hombres del epipaleolítico y mesolítico, Ferembach (1974 e) confirma, mediante comparaciones estadísticas y morfológicas, los caracte­res algo arcáicos de estos fósiles italianos con respecto a la serie, más reciente, de Téviec-Hoedic.

En lo que a nosotros nos interesa aquí, no es posi­ble realizar ninguna comparación estadística entre estos fósiles italianos y el cráneo de Cuartamentero, a causa del escaso número de datos disponibles, antes aludido, y el fragmentario estado de los restos a que nos referi­mos.

No obstante, desde el punto de vista morfológico caben hacerse algunas observaciones. Si bien la longi­tud y la anchura máximas, así como los diámetros de la frente, son muy semejantes entre Cuartamentero y los cuatro ejemplares masculinos de San Teodoro (según las medidas de Parenti, 1960), hay una diferencia fun­damental: la gran altura de la bóveda de los cráneos ita­lianos (con la excepción de Ortucchio y Arene Candide 4) que contrasta con la del ejemplar objeto del estudio.

Si contemplamos los caracteres morfoscópicos es de señalar que tanto los ejemplares masculinos de Arene Candide 4, San Teodoro (Parenti, 1960 l y Ma­ritza (Borgognini-Tarli, 1969 a y b) como el femenino de Ortucchio (Parenti, 1960), coinciden con el Cuartamen­tero en la robustez general, las acusadas líneas de in­serciones musculares, el gran desarrollo de la región superciliar o la tendencia a la forma ovoide del contor­no en norma superior y a la domiforme en la posterior; evidentemente, la comparación de los importantes ras­gos del esplacnocráneo no puede ser realizada al faltar éste en el ejemplar asturiense, pero lo anteriormente dicho parece indicar la semejanza de Cuartamentero con el grupo cromañoide de los mesolíticos italianos.

B. - Francia. - Los diversos trabajos de Ferembach (1969, 1973, 1974 by e, 1976 a, 1978 a y b), Vallois y de Felice (1977 l coinciden en demostrar la relativa homo­geneidad de la población francesa epipaleolítica y mé­solítica, indudablemente derivada de los cromañoides magdalenienses.

Nosotros aquí hemos efectuado dos clases de com­paraciones, estadísticas unas y morfológicas las otras,

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24 MARIA DOLORES GARRALDA

con el fin de valorar, o apreciar, las semejanzas, o di­ferencias, de nuestro ejemplar con respecto a los meso­líticos franceses.

La comparación estadística se ha realizado con la serie elaborada por Ferembach (1978 b) con la totalidad de individuos (~)mesol²ticos franceses; en la figura n. º 3 podemos observar como el cráneo de Cuartamentero resulta algo mayor que la serie base para tres de los cuatro caracteres comparables, al contrario de los índi­ces, que se desvían en sentidd negativo, sin que en ningún caso las oscilaciones sobrepasen el ámbito de variación de ± cr. En el cuadro n. 0 6 vemos la valora­ción de estas diferencias por medio de la "t" de Stu­dent (Simpson et al., 1960 ), que muestra, en todos los casos una elevada probabilidad de que las diferencias entre ella y el ejemplar asturiense sean debidas al azar.

También hay que señalar que varias de las caracte­rísticas morfoscópicas de Cuartamentero, han sido, asimismo, señaladas por diversos autores. Así, por ejemplo, la bóveda de altura mediana o baja, la dolico­crania general, la frente ancha, la tendencia ovoide, el occipital redondeado, poco saliei:ite, las apófisis mastoi-

Longitud Anchura Anchura Anchura

maxima máxima frontal frontal

lnd. cefálico lnd. transverso frontal lnd. transv. fronto-parietal

-a-

La superposición de los perfiles de estos dos crá­neos con el de Cuartamentero (Fig. n. 0 4) permite ob­servar, en primer lugar, la mayor longitud del ejemplar asturiano y la diferente morfología de la región glabelar, a pesar de que los dos cráneos franceses tengan una glabela saliente (sobre todo Culoz 11 ). La altura de la bó­veda y la configuración de la región occipital de Culoz 11, son muy semejantes a las del ejemplar español, y algo diferentes en Rochereil 1 (más bajo y con el occi­pital algo más saliente).

4. - Corn paración con las poblaciones posteriores de la Península Ibérica

No resulta fácil efectuar la comparación de este ejem­plar de Cuartamentero con las poblaciones de épocas posteriores de nuestra Península; para ello tenemos que remontarnos en el tiempo hasta el largo período que abarca el Neolítico y el Bronce 1 (entre 4500 B.C. y 1800-1500 B.C.) con el fin de encontrar datos uti­lizables.

Además, dichos datos provienen de regiones dis-

X +o-

-

Serie bascz: Mesolíticos francesesd' (Ferembach, 1978)

Ejemplar comparado· Cuartamentero Figura n. 0 3.- Diagrama de Mollison-Breitinger.

des cortas, robustas, con crestas supramastoideas acu­sadas, el saliente acusado de la glabela y los arcos superciliares, incluso el toro frontal (Combier y Genet­Varcin, 1959; Ferembach, 1973, 74 b y c, 76 y 78 b; Genet-Varcin y Vilain, 1963; Huizinga, 1961; Vallois y de Felice, 1977 ).

Con respecto a la serie masculina mesolítica de Francia, nos fue posible realizar también la compara­ción de perfiles, aunque, al ser algo numerosa nos vimos obligados a elegir y efectuarlas con aquellos cuyos craneogramas pudimos conseguir más facilmen­te: Rochereil 1 (Ferembach, 1974 b l y Culoz 11 (Genet­Varcin y Vilain, 1963 ), ambos masculinos y adultos, amablemente enviados por sus autoras.

tantes de Asturias, de la que, hasta ahora, no hay material bien datado para estas épocas. La serie que vamos a utilizar aquí para comparar fue elaborada por nosotros con los datos de Levante y la Meseta Central, y su detallado análisis objeto de trabajos anteriores ( Ga­rra Ida, 1974, 1979 ). Dicha serie está compuesta por unos 120 individuos masculinos adultos y representa una base de gran interés para las comparaciones.

Con respecto a la "t" de Student (Simpson et al. 1960 ), aplicada a las principales medidas susceptibles de comparación (cuadro n. º 6 l observamos una elevada probabilidad de que las diferencias entre el promedio de nuestra serie y el cráneo de Cuartamentero sean debi­das al azar. Pero, si bien las dimensiones e índices com-

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Figuranº. 4- Comparaciones de los perfiles de Cuatamentero. Rochereil y Culoz 11. (Orientac Gel. L).

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26 MARIA DOLORES GARRALDA

parados no son significativamente diferentes en modo alguno, es incuestionable la apariencia, mucho más arcáica, del hombre de Cuartamentero. Por ello quisi­mos también realizar un análisis multivariado, un cálcu­lo de distancias que se efectuó, en primer lugar, por

medio del "coeficiente de parantesco racial" ICA) de

Penrose (1954) y sus dos componentes de tamaño

(C6 )y forma (m-1 C~).

Para llevarlo a cabo, utilizamos el a de la población base, Neolítico-Bronce 1 de Levante y Meseta, y las si­guientes medidas no correlacionadas (o apenas) entre sí: Longitud máxima, anchura máxima, anchura frontal mínima y altura auricular. Asimismo, efectuamos los cálculos correspondientes para los dos cráneos de Ur­tiaga (81 y UA1 ) y para la serie, también masculina, de Muge (no dispusimos de la altura auricular de los me­solíticos franceses).

Los valores obtenidos para el CA son:

Cuartamentero: 0,671 (Apreciable/bajo) 81 : 1,007 (Muy apreciable) UA1 : 0,290 (Débil/mediano-bajo) Muge : 0,420 (Mediano/intermedio) Es evidente que, a causa de la acentuación del com­

ponente de tamaño (Huizinga, 1962; Hiernaux, 1964; Leguebe, 1970), el valor de CA resulta muy apreciable para el 81 , metópico y de mayor altura que la serie base. Esto mismo se refleja claramente en la figura n. º 6, en que· aparece la representación gráfica de los dos componentes del CA. En lo que respecta al tama­ño (C~), 81 I0,950) queda claramente alejado de la serie base, mientras que Muge I0,245) y Cuartamente­ro (0,25) resultan próximos a ella y UA 1 (0,01) apenas difiere de la población masculina del Neolítico-Bronce 1 de Meseta y Levante.

Para evitar la acentuación de este primer compo­nente de tamaño, algunos autores (Thoma, 1978) pre­conizan el empleo de la distancia de forma ( mn";1 c~; Penrose, 1954), que representa la diferencia de propor­ciones (Hiernaux, 1964), a pesar de las críticas de otros (Constandse-Westerman, 1972)

En nuestro caso y refiriéndonos de nuevo a la figu­ra n. º 5, vemos que los valores de las distancias en forma, son medianos, o muy débiles (UB1 = 0,057, UA1 = 0,28, Muge= O, 175), y que el valor más elevado es el correspondiente al cráneo de Cuartamentero (0,421), cuyo paleomorfismo es evidente.

CONCLUSIONES

Hasta aquí hemos efectuado el estudio detallado de los caracteres métricos y descriptivos de la calvaria de Cuartamentero. Asimismo, y en la medida en que ello fue posible, se han realizado una serie de comparacio­nes, morfológicas unas y estadísticas otras, a fin de relacionarlo tanto con las poblaciones más o menos coetáneas como con aquellas que, cronolÓgicamente, le precedieron o sucedieron. De· todas estas compara­ciones cabe deducir las siguientes conclusiones:

El cráneo de Cuartamentero, de· probable datación Asturiense, pertenece a un individuo adulto, masculino y paleomorfo; sus dimensiones son grandes, .la bóveda

baja, la robustez muy acusada y la región de la glabela y arcos superciliares formando un torus superciliaris con ligera delimitación del trigonum supraorbitalis.

La morfología de esta última región, así como otros varios detalles, recuerda extraordinariamente la de los cromañones orientales, de los que, sin embargo, difiere el occipital, menos curvo y apenas saliente, del ejem­plar español; ello a pesar de las diferencias en tiempo y espacio, que separan al cráneo de Cuartamentero del llamado tipo de Brno y que, en ningún momento, deben ser olvidadas.

Tanto él como los demás restos del Paleolítico su­perior final y Epipaleolítico (Los Azules 1, Balmori y Ma­zaculos 11) de la región asturiana coinciden en la gran robustez y en la presencia de algunos caracteres arcái­cos. A pesar de que, hasta ahora, estos restos son muy fragmentarios, y de diferente cronología, todo parece indicar la presencia en esta región, durante este perío­do, de una población con las características que aca­bamos de mencionar, lo que vendría también apoyado por las piezas dentarias procedentes de este mismo ya­cimiento de Cuartamentero.

La comparación del cráneo de Cuartamentero con el neurocráneo de sus casi contemporáneos 81 y UA1 de Urtiaga, presenta gran similitud respecto a las dimen­siones, si bien son muy diferentes las regiones super­ciliar y occipital, que en los dos ejemplares vascos es bastante más curva y saliente.

Con respecto a los cráneos de Urtiaga, nos hemos esforzado por aclarar al máximo, su datación estratigrá­fica: magdaleniense final o aziliense para 81 y aziliense segura para A1 ·y A 2 • Para ello discutimos cuidadosa­mente en nuestro texto las opiniones de otros autores, las fechas de C-14 y la directa experiencia de Altuna que nos aportó detalles del máximo interés.

Ante la semejanza de las dimensiones de los dos ejemplares vascos masculinos y del de Cuartamentero, decidimos comparar los dos primeros con la serie mas­culina de Muge elaborada por Ferembach. La conclu­sión es que, desde el punto de vista estadístico, los dos cráneos vascos no difieren apenas de la serie de Muge, eminentemente protomediterránea y con fuerte influen­cia cromañoide. Esto apoyaba también las conclusiones de Ferembach que comparó estos cráneos de Urtiaga con la serie de Téviec-H oedic, mostrando su escasa di­vergencia frente a los mesolíticos bretones, si bien B 1 parecía algo más cromañoide que estos últimos.

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10

0.5-

UB1

M •

Figura n. 0 5.- Diagrama de tamaño , y forma de Penrose.

UA1

e •

o.s

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EL CRANEO ASTURIENSE DE CUARTAMENTERO (LLANES, OVIEDO) 27

La comparación de Cuartamentero con la serie mas­culina de Muge muestra también que, estadísticamen­te, todas las diferencias entre ellos son debidas al azar en una proporción muy elevada, rozando sólo el umbral de significación para la longitud máxima, algo superior en el ejemplar asturiano. La superposición del perfil de Cuartamentero con el de un protomediterráneo y un cromañoide de Muge muestra, sin embargo, notables diferencias con respecto a la región glabelar y la altura de la bóveda, aunque no en el contorno de occipital, pocó saliente en los tres.

También comparamos el cráneo de Cuartamen­tero con los hombres del Paleolítico superior final de resto de Europa occidental, y es de señalar que, tanto por los caracteres morfoscópicos como por los métri­cos, el ejemplar asturiano entra perfectamente dentro del ámbito de variabilidad de los magdalenienses.

En la comparación con las poblaciones epipaleolíti­cas de Italia y Francia, observamos alguna semejanza de Cuartamentero con el cromañoide grupo de los fósi­les italianos; y otro tanto cabe decir con respecto a los, más numen¡isos, epipaleolíticos franceses. Con estos últimos, fue posib(e, además de la comparación esta­dística y morfológica, la superposición del perfil de nuestro cráneo con los de Rochereil y Culoz 11, con el que presenta una mayor similitud.

No es de extrañar, por último, la semejanza, -en cuanto a algunas dimensiones se refiere, del ejemplar objeto de estudio y la serie del Neolítico Bronce 1 de Meseta y Levante, que presenta también, un compo­nente cromañoide. Sólo con esta última fue posible el cálculo de las distancias (CA ' c 6 y lDm1- c 2 ~ue, si bien en lo que respecta al tamaño no son mtiy eleva­das, si son en cuanto al CA y, sobre todo, a la forma; es decir que Cuartamentero presenta una diferencia de proporciones, con respectó a la serie base, bastante mayor que la de Muge o la de Urtiaga B1 y A 1•

Evidentemente la falta del esplacnocráneo del ejel)l­plar de Cuartamentero nos priva de datos fundamenta­les para el diagnóstico tipológico. No obstante, cuanto aquí hemos expuesto permite deducir que Cuartamen­tero puede incluirse, perfectamente, dentro del margen de variabilidad de las poblaciones "cromañoides" del

epipaleolítico europeo; quizás constituya su paleomor­fismo exagerado un extremo de variabilidad que el azar situó en nuestro camino, pero insistamos en que muchos de estos caracteres "arcáicos" han sido tam­bién señalados en numerosos restos de este mismo pe­ríodo, o, incluso, de épocas más modernas.

SUMMARY

The Cuartamentero Skull (Llanes, Asturias, spain)

In thil? paper we have carried out the. anthropologi­cal study of the calvarium fossil found in Cuartamen­tero Cave (Llanes, Asturias, Spain ). Unfortunately this important site was excavated by sorne amateurs. But Clark's study demostrated that the Cave deposits con­tained Asturian Epipaleolithic industry, dated by C-14 between 9290 ± 440 and 6860 ± 165 B.P.

This calvarium belongs to a male individual (pro­bably maturussenilis ), very robust and showing sorne archaic features, like torus supraorbitalis, torus ossis frontis, low vault, etc. He is dolichocranic, carne and tapeinocranic, with wide forehead. The occipital region is curved, but not promirient.

We have compared this calvarium with the other Epipaleolithic findings in the lberian Peninsula, France and ltaly, and with sorne other older (Upper Paleolithic) and recenter (Neolithic-Bronze 1) series.

These comparisons were graphical (Mollison-Brei­tinger), statistical (test "t" l and morphollogical. We can do a profil superposition of Cuartamentero with two Mugen skulls, and also with Culoz 11 and Rochereil. Mo­reover, the coefficient of racial likness, and their size and shape components, were calculated far Cuarta­mentero, Urtiaga and Mugem (basis series = Neoli­thic-Bronce 1 Levant and Plateau ).

The results suggest that the Cuartamentero skull has certain similarities with the Cromagnoid Epipaleo­lithic samples from Western Europe (France and ltaly), in spite of their paleomorphic features.

Madrid, junio 1982

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