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EL EMPIRISMO EN LA ‘INVESTIGACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO HUMANO DE DAVID HUME 1

El Empirismo en La Investigacion Sobre El Conocimiento Humano

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PROTGORAS, EL SOFISTA DE ABDERA

el empirismo en la

Investigacin sobre

el Conocimiento Humanode David Hume

Por Claudio Marenghi

Ninguna conclusin puede resultarle ms agradable al escepticismo que la

que hace descubrimientos acerca de

la debilidad y los estrechos lmites de

la razn y la capacidad humana

I.- Introduccin

David Hume (1711-1776) fue un filsofo escocs perteneciente al movimiento ilustrado que formul de modo acabado y coherente las consecuencias que el empirismo clsico aparejaba desde sus formulaciones previas realizadas por Francis Bacon, Thomas Hobbes, John Locke y George Berkeley.

El pensamiento de Hume fue expuesto en los tres tomos del Tratado de la naturaleza humana (1738), obra que pas desapercibida por sus contemporneos. Sin embargo, all el empirismo es expuesto con rigurosidad y concluye en un agnosticismo del yo, del mundo y de Dios, las tres cuestiones que a partir de Descartes constituyeron el ncleo de la moderna reflexin filosfica.

Despojado de la fe en la razn cientfica pregonada por Bacon, de los supuestos ontolgicos materialistas manifiestos en Hobbes, del componente racionalista cartesiano presente en Locke, de los intereses religiosos apologticos que aparecan en Berkeley y de casi todos los residuos del pensamiento metafsico tradicional, el empirismo de Hume acaba por vaciar a la filosofa misma de sus contenidos especficos y por someter todo al escepticismo.

Hume, pues, rompe definitivamente con la tradicin metafsica occidental que va desde Parmnides hasta Leibniz, iniciando el movimiento que lleva a las modernas filosofas antimetafsicas. Histricamente, no es Kant sino Hume el padre del positivismo y del pensamiento autnomo moderno, que deja todo librado en manos del hombre en su cruda realidad espacio-temporal.

El mismo Kant parece reconocerlo, cuando en el prefacio de sus Prolegmenos escribe: Desde los intentos de Locke y de Leibniz, o ms bien desde el comienzo de la metafsica hasta donde alcanza su historia, no ha ocurrido ningn acontecimiento que haya podido ser ms decisivo para el destino de esta ciencia que el ataque que le dirigi David Hume. Quien conozca mnimamente la historia de la filosofa moderna, fcilmente advertir que sin Hume no hubiera habido un criticismo kantiano.

Diez aos despus de la publicacin del Tratado de la naturaleza humana, Hume publica el escrito que despertara a Kant de su sueo dogmtico: Investigacin sobre el conocimiento humano (1748), donde expone sintticamente sus ideas y perfecciona su filosofa desde el punto de vista metdico y de la fundamentacin de sus tesis principales. A lo largo de nuestro trabajo expondremos los aspectos fundamentales de esta ltima obra.

2.- DesarolloEl proyecto que Hume desarrolla en este escrito puede comprenderse del siguiente modo: nuestro autor constata que, sobre la base segura de la observacin y del mtodo inductivo preconizado por Bacon, Newton haba construido una slida perspectiva de la naturaleza fsica.

Ahora bien, lo que queda an por hacer es aplicar dicho mtodo a la naturaleza humana, para que, de una vez por todas, se puedan superar las ambigedades de la metafsica y as fundar una verdadera ciencia que d cuenta del alcance del conocimiento humano, de las ideas de las que nos servimos y de las operaciones mentales que llevamos a cabo.

Ya desde la primera seccin de su Investigacin se coloca Hume en posicin polmica contra la metafsica tradicional. Esta nunca fue verdadera ciencia, sino el resultado infructuoso de la vanidad humana, que quiso penetrar en una esfera de objetos absolutamente inasequible al entendimiento.

Felices de nosotros si podemos socavar los cimientos de una filosofa abstrusa, que

hasta ahora parece haber servido nada ms que de cobijo para la supersticin y de

tapadera para el absurdo y el error!

Pero, este ambicioso proyecto, por el que Hume quiso convertirse en el Newton de la naturaleza humana, nos reserva una sorpresa inesperada: la naturaleza del hombre, sofocada al estrecho mbito del mtodo experimental, acaba por perder su especificidad racional y espiritual en manos del instinto y de las pasiones, hasta reducirse casi exclusivamente a una naturaleza animal.

Como filsofo empirista, Hume sostiene que todo conocimiento, en definitiva, procede de la experiencia externa o interna, estando nuestra mente desprovista de ideas innatas y siendo comparable a una hoja en blanco o a una tabula rasa que slo la experiencia va llenando. El estudio que el escocs emprende consiste en analizar los hechos de la propia experiencia, tratando de hallar una geografa mental de eso que hoy denominamos hechos psquicos

Hume designa a cualquier estado de conciencia o hecho psquico con el nombre de percepcin. Las percepciones se dividen en impresiones que son recibidas directamente de la experiencia y en ideas que son copias derivadas de las impresiones directas. Las impresiones, a su vez, se subdividen en impresiones de la sensacin (experiencia sensible externa) y en impresiones de la reflexin (experiencia sensible interna). Las ideas se subdividen en ideas de la memoria (conservan el orden de las impresiones originales) y en ideas de la imaginacin (no estn sujetas al orden originario de las impresiones). A modo de esquema tendramos lo siguiente:

Percepciones

impresiones

de la sensacin (externas: colores, olores,

sabores, etc.)

de la reflexin (internas: sentimientos,

emociones, pasiones, etc.)

ideas

de la memoria (reproducen el orden ori-

ginal de las impresiones)

de la imaginacin (no reproducen el orden

original de las impresiones)

Valga decir que entre impresiones e ideas se da una diferencia fundamental por el grado de intensidad o vivacidad con que se nos presentan: las impresiones son fuertes y vivas (se sienten); las ideas son dbiles y menos vivaces (se piensan):

Todo el mundo admitir sin reparos que hay una diferencia considerable entre

las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor que produce el

calor excesivo o el placer que proporciona un calor moderado, y cuando pos-

teriormente evoca en la mente esta sensacin o la anticipa en su imaginacin.

A su vez, toda percepcin puede ser simple e indivisible o compuesta y divisible. Un rojo, un clido, un agrio, son impresiones o ideas simples; una manzana, el sol, una persona, son impresiones o ideas complejas.

Hume viene a decir que todos nuestros conocimientos derivan de impresiones. Incluso las nociones que parecen ms alejadas de la sensibilidad, tambin tienen su fuente en sta. Por ejemplo, me puedo imaginar la idea de una montaa de oro que nunca he visto y que, por lo tanto, atribuyo a una creacin de mi mente. Pero nuestro filsofo observa que no es difcil darse cuenta de que no se trata de una percepcin originaria, sino que tal idea surge de una operacin mental que ha combinado la idea de montaa con la idea de oro, derivadas ambas de impresiones externas de la sensibilidad.

Segn esto, el entendimiento humano se limita a mezclar, dividir o unir materiales proporcionados por las impresiones. Hume denomina leyes de asociacin de ideas a estas operaciones por las cuales el espritu interconecta ideas simples y complejas. Estas leyes se reducen a tres: asociacin por semejanza (responde a la similitud entre los datos sensoriales); asociacin por contigidad en el tiempo y en el espacio (une ideas separadas cronolgica y topogrficamente); asociacin por causa y efecto (establece una conexin entre dos hechos).

Una pintura conduce naturalmente nuestros pensamientos al original (semejanza).

La mencin de la habitacin de un edificio naturalmente introduce una pregunta

o comentario acerca de las dems (contigidad). Y si pensamos en una herida,

difcilmente nos abstendremos de pensar en el dolor subsiguiente (causa y efecto).

Con esta concepcin del conocimiento humano se establece un notable paralelismo entre la fsica de Newton y la gnoseologa de Hume. En la fsica newtoniana el mundo se reduce a unidades ltimas indescomponibles (tomos) de cuyo movimiento, combinacin y separacin se produce la totalidad de los fenmenos, explicados siempre por una ley general (ley de la gravitacin universal). En la gnoseologa humeana toda la multiplicidad y variedad de estados psquicos se reducen a percepciones simples (impresiones), naciendo aquella diversidad de la combinacin de estos elementos originarios segn tres leyes psicolgicas (leyes de asociacin de ideas).

Como en el decurso de ulteriores reflexiones Hume reduce la idea de causalidad a la consecucin regular de los acontecimientos en el espacio y en el tiempo, quedarn tan slo las dos leyes de asociacin de ideas primeramente enunciadas: semejanza y contigidad espacio-temporal. De stas, a su vez, la asociacin por semejanza tendr su campo propio en las ciencias demostrativas (aritmtica, lgebra, geometra), quedando para todo el mbito de las ciencias fcticas como ley nica la de asociacin por contigidad espacio-temporal. A ste ltimo factor puramente psquico reduce Hume todo el orden del mundo y de la ciencia: lo psquico desplaza lo ntico y el lugar de la antigua ontologa lo ocupa ahora la psicologa (psicologismo).

Esta tesis de la atomicidad de las impresiones y del asociacionismo, lleva a Hume a enunciar el principio fundamental de su empirismo en estos trminos:

Todos los materiales del pensar se derivan de nuestra sensacin interna o externa.

La mezcla y composicin de sa corresponde slo a nuestra mente y voluntad. O,

para expresarme en un lenguaje filosfico, todas nuestras ideas, o percepciones

ms endebles, son copias de nuestras impresiones, o percepciones ms intensas.

Este principio empirista le permite a Hume formular el criterio de la verificabilidad para determinar la validez de las ideas:

Si albergamos la sospecha de que un trmino filosfico se emplea sin significado

o idea alguna, como ocurre con demasiada frecuencia, no tenemos ms que pre-

guntarnos de qu impresin se deriva la supuesta idea, y si es imposible asignarle

una, esto servira para confirmar nuestra sospecha.

Hume distingue dos tipos fundamentales de objetos de conocimiento y, en funcin de ello, dos tipos de ciencias. Por un lado, las relaciones entre las ideas que es el tema de la matemtica, ciencia demostrativa cuyas verdades son independientes de la experiencia, universales y necesarias. Por ejemplo, que 7 + 5 = 12 es una relacin a priori entre ideas, es decir, una relacin constante, ya que su variacin implica contradiccin.

Las proposiciones de esta clase pueden descubrirse por la mera operacin del

pensamiento, independientemente de lo que pueda existir en cualquier parte del

universo. Aunque jams hubiera habido un crculo o un tringulo en la natura-

leza, las verdades demostradas por Euclides conservaran su certeza.

El otro gnero de conocimientos es el que se refiere a los hechos, que constituye un saber diferente al demostrativo. Las ciencias fcticas enuncian proposiciones arraigadas a la experiencia, siempre particulares y contingentes. Por ejemplo, el sol no saldr maana no es una proposicin fctica falsa, ya que lo contrario de todo hecho es siempre posible y no contradice a la proposicin el sol saldr maana.

Que el sol no saldr maa no es una proposicin menos inteligible ni implica mayor

contradiccin que la afirmacin saldr maana. En vano, pues, intentaramos demos-

trar su falsedad. Si fuera demostrativamente falsa, implicara una contradiccin y ja-

ms podra ser concebida distintamente por la mente. El conocimiento fctico no ofrece problema alguno en la medida en que se remite a impresiones o recuerdos (vemos salir el sol hoy, lo vimos ayer, tambin anteayer). Por el contrario, el problema surge ante las proposiciones concernientes al futuro en las que no hay ni impresin ni recuerdo (como cuando se afirma que el sol saldr maana). Pues bien, qu es lo que permite esta inferencia? Segn Hume, es la relacin de causa y efecto, por la cual vamos constantemente ms all de las impresiones mismas.

Todos nuestros razonamientos acerca de las cuestiones de hecho parecen fundarse

en la relacin de causa y efecto. Tan slo por medio de esta relacin podemos ir ms

all de la evidencia de nuestra memoria y sentidos.

Antes dijimos que Hume haba reducido la relacin de causa y efecto a la ley de contigidad espacio-temporal. Ahora se hace necesario investigar en detalle el motivo de esta reduccin.

La idea de causalidad es de enorme significacin: se trata de una nocin que se nos impone y utilizamos constantemente en nuestra vida. Por ejemplo, en una habitacin a oscuras omos una voz. Inmediatamente suponemos que esa voz proviene de una persona, porque a nadie, en su sano juicio, se le ocurrira que esa voz no procede de alguien que la ha emitido. Establecemos, entonces, una relacin causal entre la voz (efecto) y la fuente productora (causa).

De modo semejante, esperamos en el futuro que las mismas causas irn acompaadas de los mismos efectos. Por ejemplo, que si pongo la mano en el fuego, me quemar; o que un trozo de pan similar a los que he consumido, me alimentar nuevamente; o que al soltar un trozo de metal, ste caer al piso, o que al sembrar los granos stos produzcan su fruto tal como hasta ahora ha ocurrido. Como podemos ver, no hace falta insistir, sin esta idea nuestra vida resultara imposible.

Hume reconoce que se trata de una idea compleja compuesta de cuatro elementos: a) un hecho al que llamamos causa; b) un hecho al que llamamos efecto; c) una relacin temporal sucesiva (primero aparece la causa y luego el efecto); d) una conexin necesaria entre la causa y el efecto (dada la causa necesariamente se sigue el efecto).

Ahora bien, siguiendo el principio fundamental del empirismo, debemos corroborar si a cada uno de estos cuatro elementos le corresponde su impresin correlativa. Para hacerlo, tomemos el clsico ejemplo del juego de billar propuesto por Hume. En este caso, vemos la causa o primera bola en movimiento, vemos el efecto o segunda bola en movimiento y tambin observamos la sucesin temporal: primero se mueve una bola, luego la otra. Pero sucede que no tenemos ninguna impresin de la fuerza o conexin necesaria entre los dos hechos, es decir, no percibimos que el primer hecho produce necesariamente el segundo.

Hay impresiones visuales de rojo, azul, verde, auditivas de sonidos y ruidos, tctiles de lo duro o de lo blando, pero no hay ninguna impresin de fuerza o conexin necesaria, no hay absolutamente ningn dato sensorial de que el movimiento de la segunda bola resulte necesariamente del movimiento de la primera, de que sta transmita a aquella alguna fuerza.

Cuando miramos los objetos externos en nuestro entorno y examinamos la accin

de las causas, nunca somos capaces de descubrir de una sola vez poder o conexin

necesaria algunos, ninguna cualidad que ligue el efecto a la causa y la haga conse-

cuencia indefectible de aquella. Slo encontramos que, de hecho, el uno sigue real-

mente a la otra. Al impulso de una bola acompaa el movimiento de la segunda.

La experiencia slo muestra sucesiones (que despus del movimiento de la primera bola ocurre el segundo), pero no nos ensea absolutamente nada ms. De modo que al no fundarse la causalidad en impresin alguna, se concluye que esta idea es invlida, es decir, que no es una idea objetiva. Tampoco se trata de una relacin a priori entre ideas que proveniese de la razn pura ya que, segn Hume, la razn slo opera mediante el principio de no contradiccin. De tal modo que es racionalmente posible todo lo que no sea contradictorio, siendo lo contrario de todo hecho emprico en principio posible, en nuestro caso que la segunda bola no se mueva.

Cuando veo, por ejemplo, que una bola de billar se mueve en lnea recta hacia o-

tra, incluso en el supuesto de que la mocin en la segunda bola me fuera acciden-

talmente sugerida como el resultado de un contacto o de un impulso, no puedo

concebir que otros cien acontecimientos podran haberse seguido igualmente de

aquella causa? No podran haberse quedado quietas ambas bolas? No podra

la primera bola volver en lnea recta a su punto de arranque o rebotar sobre la

segunda en cualquier lnea o direccin? Todas estas suposiciones son congruen-

tes y concebibles. Por qu, entonces, hemos de dar preferencia a una, que no es

ms congruente y concebible que las dems?

Esta ltima pregunta que Hume se hace, nos lleva a buscar el origen de la idea de causalidad, su gnesis psicolgica. El filsofo escocs imagina un caso hipottico:

Supongamos que una persona, dotada incluso con las ms potentes facultades de

razn y reflexin, repentinamente es introducida en este mundo.

Se puede pensar en Adn, es decir, en un ser humano perfectamente desarrollado que no haya pasado por las experiencias de la niez y la juventud, pero con su inteligencia y sus sentidos maduros. Pues bien, qu conocera este hombre del mundo que le ofrecen los sentidos y que observa por primera vez?

Inmediatamente observara una sucesin continua de objetos y un acontecimiento

tras otro, pero no podra descubrir nada ms all de esto.

Al principio el personaje del ejemplo no percibira en el mundo nada ms que meras sucesiones de hechos y no relaciones causales, por ejemplo vera que del movimiento de la primera bola de billar sigue el de la segunda. Ahora bien, transcurrido cierto tiempo, la actitud de nuestro hombre habr de modificarse.

Supongamos ahora que ha adquirido ms experiencia y ha vivido en el mundo

tiempo suficiente para haber observado que objetos o acontecimientos familiares

estn constantemente unidos.

Las repetidas observaciones de la experiencia le han permitido notar que los dos hechos del ejemplo, el movimiento de la primera y de la segunda bola, han estado siempre unidos o ayuntados, que constantemente un hecho sigue al otro, en un caso, en dos, en cien, en todos los casos que hayan cado en su observacin. Esto trae a su mente una novedad: si ahora ve una bola de billar en movimiento dirigindose hacia otra, concluir, antes de ver lo que suceder, que la segunda bola tambin se mover.

Inmediatamente infiere la existencia de un objeto [el movimiento de la segunda

bola] de la aparicin de otro [el movimiento de la primera]. Pero, con toda su

experiencia, no ha adquirido idea o conocimiento alguno del secreto poder por

el que un objeto produce el otro.

Nuestro hombre ha observado multitud de casos en los que una bola de billar golpea a otra, ponindola en movimiento. Al cabo de esto, se pregunta Hume si esa persona a esta altura ve algo ms de lo que vio la primera vez que apareci en el mundo. Y responde que es evidente que no, porque no hay ninguna nueva impresin.

Sin embargo, ahora este personaje hace algo que antes no poda hacer: con slo ver el movimiento de la primera bola, infiere el segundo. Qu ha ocurrido para que pueda realizar esto? Segn Hume, lo que ha permitido la inferencia no es sino lo que se llama hbito o costumbre, que se forma mediante un proceso de repeticin de experiencias.

Lo que Hume sostiene es que a la idea de causalidad llegamos por induccin luego de haber observado muchos hechos contiguos y sucesivos. Y si bien solemos atribuir universalidad y necesidad al principio de causalidad, en verdad no es ms que una idea probabilstica: la conexin necesaria entre causa y efecto no nos la proporciona ni la razn ni tampoco hay impresin alguna de ella, no es ms que resultado del hbito.

Tras la repeticin de casos similares, la mente es conducida por hbito a tener

la expectativa, al aparecer un suceso, de su acompaante usual, y a creer que

existir. Por tanto, esta conexin que sentimos en la mente, esta transicin de la

representacin de un objeto a su acompaante usual, es el sentimiento o impre-

sin a partir del cual formamos la idea de poder o de conexin necesaria.

Se ve ahora, por fin, cul es la impresin de la que proviene la idea de conexin necesaria: es el sentimiento o creencia que el espritu experimenta del trnsito usual de una idea a otra asociada con ella. La idea de causalidad termina siendo una idea de la imaginacin por la cual anticipamos los hechos. Si bien esta idea implica cierta necesidad, es subjetiva y psicolgica, no objetiva y ontolgica.

La crtica del filsofo escocs viene, entonces, a suprimir el valor teortico de la nocin de causalidad, dado que el que pueda tener un alcance objetivo no es ms que una creencia nuestra: se reduce el valor de la misma a un valor prctico, indispensable para nuestra vida, por supuesto, pero invlido para su aplicacin en el mundo real.

La crtica de Hume al concepto de sustancia procede prcticamente sobre las mismas lneas que la crtica a la causalidad. Esta nocin de sustancia equivale a la de cosa y es empleada por nosotros diariamente de modo continuo, como cuando por medio de las palabras nos referimos a cosas como una silla, una mesa, un rbol, un libro o un perro.

Pues bien, siguiendo fielmente el principio de su empirismo, Hume se pregunta si hay impresin alguna de sustancia o cosa. Sin duda, tenemos impresin de los accidentes: vemos el color blanco de esta mesa, su figura, su tamao, palpamos su dureza. Pero, vemos, palpamos u olemos la sustancia que es esta mesa? Y es preciso responder que no hay tal impresin. Aunque parezca paradjico, es necesario afirmar que no vemos esta mesa, ni la tocamos, ni la olemos, lo nico que vemos, tocamos y olemos son sus accidentes y no la mesa misma.

Atindase que, al negarse la validez objetiva de la causalidad y de la sustancia como realidad extramental, reduciendo toda experiencia a fenmeno sensible, se niega tambin la existencia de un mundo exterior independiente del sujeto percipiente. Hume sostiene que quienes afirman la teora de un mundo en s son filsofos de la doble existencia, que adhieren a la falsa distincin entre sujeto y objeto. La creencia de un mundo en s responde al hbito que se forma en la mente humana por la uniformidad y coherencia que presentan nuestras impresiones.

Parece evidente que cuando los hombres siguen ese poderoso y ciego instinto

de la naturaleza, siempre suponen que las mismas imgenes presentadas por

los sentidos son los objetos externos. Esta misma mesa que vemos blanca y en-

contramos dura, creemos que existe independientemente de nuestra percepcin

y que es algo externo a nuestra mente que la percibe.

Al igual que en su lugar hemos estudiado el mecanismo que daba origen a la idea de causalidad, aqu debemos preguntarnos cmo surge en nosotros esta idea de sustancia o cosa? La respuesta vuelve a hallarse en el hbito. Por ejemplo, miro esto que tengo ante mis ojos que llamo mesa. Cierro los ojos, los vuelvo a abrir y me encuentro con impresiones similares a las primeras. Me voy de la habitacin, regreso luego de un tiempo y vuelvo a tener impresiones semejantes.

Llegamos, entonces, a la idea de sustancia por la percepcin de impresiones semejantes y contiguas en el tiempo y en el espacio. Nuevamente, el hbito me ha llevado a creer que esas impresiones no se acompaan meramente las unas a las otras, sino que estn necesariamente enlazadas entre s por algo que las une, siendo ese algo desconocido, justamente, la sustancia.

Despjese a la materia de todas sus cualidades inteligibles, tanto las primarias

como las secundarias; de este modo se la aniquila, y slo se deja como causa de

nuestras percepciones un algo desconocido e inexplicable.

De este modo, la idea de sustancia pierde su valor teortico y pasa a ser una idea subjetiva que descansa en una creencia infundada que se explica, en definitiva, psicolgicamente. Y ocurre que, para facilitar la comunicacin entre los hombres, atribuimos un nombre a cada grupo de impresiones semejantes y contiguas que percibimos con cierta uniformidad y coherencia. He aqu el nominalismo de Hume: lo que en verdad existe son las impresiones simples que forjan en nuestra mente ideas (entindase imgenes) siempre individuales y cambiantes. El universal slo se da en el nombre, es un flatus vocis, tal como lo anticip Roscelino.

La crtica que hemos hecho ha estado dirigida a la nocin de sustancia en general, si bien tal disquisicin tom como ejemplo una sustancia corprea. Pero la misma crtica se aplica de modo semejante a la idea de sustancia pensante o yo.

Pareciera que este pensamiento que ahora tengo y expreso en estas lneas, este dolor o este deseo particular que en este momento experimento, seran estados pasajeros, actos accidentales del alma misma, de la sustancia pensante que soy yo. Ahora bien, tengo impresin de mi alma o yo? No hay duda que tengo impresin reflexiva de mi dolor presente, o de que deseo algo, o de que recuerdo unas imgenes. Pero estos son actos de mi alma y no el alma misma, de la cual no tengo noticia alguna.

Por lo tanto, no sabemos si hay o no tal alma debajo de mis percepciones. Incluso, cuando las percepciones se suprimen por algn tiempo, como en el sueo profundo, no me doy cuenta de m mismo y puede decirse, verdaderamente, que no existo.

En suma, lo que se llama yo no es ms que el conjunto o serie de mis percepciones o estados anmicos, que se suceden los unos a los otros con una rapidez inconcebible y en continuo flujo. Esta corriente, considerada en su totalidad, es lo que se denomina yo, tesis que coincide con la moderna psicologa experimental, que se erige como una psicologa sin alma.

Nos resulta a esta altura evidente que Hume considere invlida la idea de Dios como la idea de un ser supremo existente.

La idea de Dios, en tanto que significa un ser infinitamente inteligente, sabio

y bueno, surge al reflexionar sobre las operaciones de nuestra propia mente y

al aumentar indefinidamente aquellas cualidades de bondad y sabidura.

Es obvio que no poseemos impresin de la idea de Dios y que tampoco se trata de una idea de la razn pura. Hume se pregunta, una vez ms, cmo se origina esta idea en nosotros. Y responde diciendo que ella no es ms que la reunin y multiplicacin al infinito de ideas de cualidades caractersticas de nuestro espritu, tales como la idea de saber, de poder, de perfeccin. Si enlazo todas estas cualidades que he multiplicado al infinito, entonces habr formado la idea de Dios.

Como vemos, se trata de una idea compleja que el espritu construye sobre el material que proporcionan las impresiones de la reflexin. Es, entonces, una idea ficticia (utilizando el lenguaje de Descartes) del mismo rango epistemolgico que las ideas de centauro, quimera o montaa de oro.

III.- Conclusin

Como vimos en el desarrollo de nuestro trabajo, Hume ha barrido del escenario filosfico las ideas pilares de la metafsica tradicional y del racionalismo moderno (causalidad, sustancia, yo, mundo, Dios), imposibilitando toda metafsica, y justificando el criterio positivista segn el cual slo la matemtica y la fsica seran verdaderas ciencias. Este encierro dentro de los lmites de la experiencia, creemos, es ya el pathos de los veredictos kantianos contra la metafsica.

Repasemos rpidamente los resultados de la investigacin humeana: 1) no hay en la mente ideas innatas ni conceptos abstractos universales; 2) el conocimiento se reduce a impresiones o copias dbiles de ellas; 3) las cualidades sensibles son subjetivas; 4) las relaciones entre ideas se reducen a asociaciones; 5) los primeros principios tambin son asociaciones que se hacen habituales en el sujeto; 6) el conocimiento est restringido a los fenmenos y toda metafsica es imposible.

Estos resultados escpticos de la teora del conocimiento llevaron a Hume a pensar una tica desvinculada de la razn y de la realidad, a la cual concibe como una mera descripcin emprica del comportamiento humano. Hume plantea una moral hedonista e irracional, en donde las pasiones son las impresiones de la reflexin que impulsan constantemente el actuar humano.

Y, precisamente, por concebir el obrar humano totalmente determinado por las pasiones, nuestro filsofo niega la voluntad y el libre arbitrio: uno cree elegir, pero en verdad este actuar es la imposicin de una pasin sobre las restantes. Y ni siquiera existe una gua racional del material pasional: la razn instrumental de Hume es en todo esclava de las pasiones.

Pero, si se niega la razn prctica, cul es el nuevo fundamento de la moral? El sentimiento, responde el filsofo escocs. Ms precisamente el sentimiento de placer y de dolor, que vienen a reemplazar las vetustas nociones de bien y mal. El criterio moral se subjetiva: si una conducta ma o ajena me agrada, la llamo buena; si me desagrada, la llamo mala.

As se patentiza el relativismo de todo juicio moral: las tradicionales valoraciones ticas objetivas del tipo x es bueno se traducen en frmulas subjetivas del tipo x me agrada. Esta tica es la que Kant tiene ante sus ojos cuando habla y polemiza contra los ingleses. El instinto, la inclinacin natural, el sentimiento, las pasiones, se oponen a una moral racional, autnoma y universal, como ser la moral kantiana.

Sin embargo, Hume fue un hombre de gran sentido cvico, por lo cual rechaz toda moral egosta que vaya en desmedro del bien social. Por eso, se opuso a la doctrina de Hobbes y extendi su tica a un nivel social: la mayor felicidad para el mayor nmero es su ideal.

Valga agregar que Hume no mostr ningn inters en materia religiosa, asumiendo una postura de indiferencia y aversin hacia todo lo que se pretende sagrado. Hume cree deber levantar contra las creencias religiosas la bandera del agnosticismo, aunque cree deber alzarla tambin frente al atesmo, cuando ste se presenta en tono dogmtico.

Sin embargo, en tanto fenmeno social, trat acerca de lo religioso, llegando a la conclusin de que la religin no tiene un fundamento racional ni moral, sino que el sentimiento de lo sobrenatural y las supersticiones escatolgicas se explican desde el terror que produce en los hombres el hecho de saber que morirn. La alienacin religiosa sera, en el fondo, un mecanismo psquico de defensa.

La filosofa de David Hume termina por disolver toda realidad en un catico centelleo de impresiones atmicas: no hay cosas, no hay mundo, no hay alma, no hay conexiones necesarias, no hay Dios. Mejor dicho, al menos no tenemos indico alguno para pensar que existan tales realidades. Sin embargo, esto no significa terminar en un escepticismo pirrnico o absoluto, imposible de encarnar en nuestra vida, ya que el instinto y la prxis lo superan de hecho. Hume adopta para s el escepticismo acadmico o moderado, que en el plano terico niega la posibilidad de un conocimiento transemprico, pero que en el plano prctico se vale de conceptos como conexin necesaria, yo, mundo, ya que sin ellos no podramos subsistir.

La naturaleza es siempre demasiado fuerte para la teora. Y aunque un pirrnico

se precipitara a s mismo o a otros a un momentneo asombro y confusin con sus

profundos razonamientos, el primer y ms trivial suceso de la vida pondra en fuga

todas sus dudas y escrpulos y le igualara en todo punto de accin y de especula-

cin a todos los filsofos de las dems sectas, o a aquellos que nunca se ocuparon

de investigaciones filosficas.

A los ojos de Hume la condicin humana es, entonces, bien peregrina, porque de hecho cree en principios sin los cuales su propia existencia sera imposible, pero cuya indagacin conduce a la duda, esto es, al escepticismo. Y esta creencia es ms propiamente un acto de la parte sensitiva de nuestro ser que de la parte cognitiva.

Esta es la extraa condicin humana que debe actuar, razonar y creer, aunque

no es capaz, ni con la ms prolija investigacin, de contentarse en lo que res-

pecta al fundamento de estas operaciones o de alejar las objeciones que puedan

hacerse contra ellas.

La duda, empero, tiene su utilidad: despierta el sentido crtico y elimina tanto el dogmatismo como el fanatismo, favoreciendo el librepensamiento y la tolerancia. El escepticismo moderado que abraza Hume considera que una proposicin es ms probablemente verdadera cuanto se base en una fuente de conocimiento ms confiable.

Y entre estos conocimientos Hume rescata a las ciencias experimentales que estn al servicio del hombre y a las matemticas. Fuera de esta esfera, el entendimiento humano se pierde en falacias y engaos.

Hume, eplogo del empirismo, termina negando la razn sapiencial, poniendo en su lugar la razn instrumental, que reduce a la misma a ser un medio beneficioso al servicio de la tcnica y de las necesidades materiales humanas.

Desde esta perspectiva se entienden las palabras con que Hume cierra su Investigacin sobre el conocimiento humano:

Si procediramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, qu

devastacin deberamos hacer! Si tomamos en nuestra mano cualquier volmen de

teologa o metafsica escolstica, por ejemplo, preguntemos: Contiene algn razo-

namiento abstracto sobre la cantidad y el nmero? No Contiene algn razonamien-

to experimental acerca de cuestiones de hecho o existencia? No. Pues, entonces, a-

rrojmoslo a la hoguera, pues no puede contener ms que sofistera e ilusin.

Crtica a

la idea de

causalidad

El proyecto de Hume

Impresiones

e ideas

Leyes de

asociacin

Ciencias demostra-tivas y ciencias fcticas

Crtica a

la idea de

sustancia

Crtica a

la idea

de alma

Emotivismo

moral

Balance:

escepticismo

y naturalismo

Crtica a la

idea de Dios

Hume, Investigacin sobre el conocimiento humano, Altaya, Bs As, 1998, p. 100

Kant, Prolegmenos, Istmo, Madrid, 1999, p. 23

Hume, op. cit, p. 31

Ibdem p. 32

Ibdem p. 40

Ibdem p. 34

Ibdem p. 37

Ibdem, p. 48

Ibdem, p. 48

Ibdem, p. 49

Ibdem, p. 87

Ibdem, p. 52

Ibdem, p. 65

Ibdem, p. 65

Ibdem, p. 65

Ibdem, p. 65

Ibdem, p. 100

Ibdem, p. 179

Ibdem, p. 182

Ibdem, p. 35

Ibdem, p. 187

Ibdem, p. 188

Ibdem, p. 192

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