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Aproximaciones conceptuales considerando el Estado como objeto de estudio INTRODUCCIÓN Desarrollo Lic. José Omar Basualdo En este material se presentan en grandes trazos algunas de las perspectivas fundamentales para considerar lo estatal. Especialmente, como aproximaciones conceptuales, es decir, considerando el Estado como objeto de estudio. Qué es el Estado Qué es la sociedad El Estado como objeto de estudio Las políticas públicas como objeto de estudio Componente propiamente político ORDENAMIENTO de lo SOCIAL Matriz política enfoques teóricos ACUERDO /CONTRATO Entre individuos libres e iguales (HOBBES) DOMINACIÓN Legítima - Estado= monopolio violencia física- (WEBER) MEDIO / MEDIACIÓN EN EL CAPITALISMO (lrelación de explotación clases) (MARXISMO) ESTADO = ARTICULACIÓN SOCIAL CONTRADICTORIA (O’ DONNELL)

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Aproximaciones conceptuales considerando el Estado como objeto de estudio

INTRODUCCIÓN Desarrollo Lic. José Omar Basualdo

En este material se presentan en grandes trazos algunas de las perspectivas fundamentales para considerar lo estatal. Especialmente, como aproximaciones conceptuales, es decir, considerando el Estado como objeto de estudio.

a.- El Estado

Qué es el Estado Qué es la sociedad

El Estado como objeto de estudio

Las políticas públicas como objeto de estudio

Componente propiamente políticoORDENAMIENTO de lo SOCIAL

Matriz política

enfoques teóricos

ACUERDO /CONTRATOEntre individuos libres e iguales(HOBBES)

DOMINACIÓN Legítima- Estado= monopolio violencia física- (WEBER)

MEDIO / MEDIACIÓN EN EL CAPITALISMO (lrelación de explotación clases) (MARXISMO)

ESTADO = ARTICULACIÓN SOCIALCONTRADICTORIA (O’ DONNELL)

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a.1. Las perspectivas de estudio y su matriz política

Abordar el estudio de lo estatal nos enfrenta con una densa y compleja trama de diferentes disciplinas, tradiciones y perspectivas en ciencias sociales, que se fueron construyendo a medida que los estados nacionales modernos se fueron configurando y desarrollando en el tiempo, en sus diferentes formas, atravesando diversos procesos políticos, sociales y económicos. Es decir, en muchos sentidos, es posible señalar que el estudio de lo estatal (aún desde disciplinas, aparentemente desprendidas del presente, como la Historia) fue siempre contemporáneo o estuvo vinculado a prácticas políticas en la sociedad. Su estudio nunca resulta inocuo respecto del contexto social, político e histórico desde donde se desarrolla.

Si bien, esto último puede sostenerse respecto de la producción teórica o científica en general (la presencia de este “contexto” que, de alguna forma, delinea el “texto”) en el caso del estudio de lo estatal, esta relación es muy intensa ya que involucra una visión, siempre directamente política, de la realidad social; determinado posicionamiento respecto de ella, mediado desde determinadas herencias disciplinarias (producciones clásicas, tradiciones o escuelas, debates, focos de preocupación, etc.) y reglas de juego académicas.

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Este carácter particularmente político, de las aproximaciones teóricas sobre el Estado, se debe a que cualquier perspectiva conceptual del Estado se refiere (expresa o tácitamente) a la estructuración de lo social.

Sobre las más diversas perspectivas, es posible establecer un denominador común en la conceptualización del Estado: su condición articuladora de la sociedad, más allá del tipo de caracterización y de connotación respecto de esas relaciones sociales que, se considera, construye o consolida.

En otros términos, cualquier definición de lo estatal, en su sentido más general o más global, requiere simultáneamente de otra respecto de lo social.

Campo Político

-práctica política desde diversos

marcos institucionales

estatales y sociales (partidos políticos,

sindicatos, movimientos

sociales, culturales, etc.)

CampoAcadémico

-desarrollos científico-

intelectuales, desde diversos encuadres

disciplinarios, tradiciones, debates

académicos(filosofía,historia,

sociología, economía, ciencias

políticas)

Estudios sobre lo estataldiversas

tradiciones disciplinarias y político – académicas

Implicancias recíprocas

Contexto histórico- político-social

Cons

truc

ción

en

el t

iem

po

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Veamos, por ejemplo, una definición bastante ilustrativa de los sentidos más generalizados respecto de qué es el Estado (tomada de un libro de texto de enseñanza secundaria):

“Máxima forma de organización jurídica de los individuos que integran un conglomerado social o una colectividad, en donde cada uno de sus integrantes cede una parte de su libertad, para conformar un organismo denominado Estado, a fin de garantizar un orden social”

En este ejemplo, entonces, la definición del Estado involucra otra de la sociedad. Esta se presenta como un conjunto de individuos libres que, para configurarse en colectividad, ceden parte de su libertad individual a un “organismo” (una “organización jurídica” en su máxima expresión) que, dada esta cesión, los transciende (el estado: con capacidad de intervención sobre esas libertades individuales). Por su parte el Estado se presenta como articulador de lo social, en la medida que su/s poder/es actúan para “garantizar un orden social”. Justamente, es esta institución de determinado ordenamiento social, asignada específicamente al Estado, la expresión de su condición eminentemente política.1

Por lo tanto, podría afirmarse que no sólo la definición respecto de qué es el Estado requiere de otra respecto de lo social, sino que ésta última, también involucra en algún sentido un pronunciamiento sobre lo estatal.

Es decir, tematizar ese ordenamiento social -su fundamentación, su discusión o su indagación histórica, económica o sociológica- conlleva, de cierta manera, la problematización de lo estatal. Y, tratándose de estados nacionales modernos, remite a los múltiples debates teóricos respecto de las formaciones económico-sociales que les corresponden, en una estructuración capitalista. Así, el estudio de lo estatal involucra adoptar una perspectiva específica respecto del capitalismo, es decir, respecto de las relaciones sociales de producción capitalista .

En este último sentido, un conjunto considerable de abordajes conceptuales tienen como matriz el pensamiento marxista en general (en sus diferentes vertientes, revisiones y redefiniciones en el tiempo) aunque también anarquista o del socialismo utópico. Es decir, campos ideológicos-culturales que se construyeron en la problematización de esas relaciones sociales que se configuraron con el capitalismo, en el tiempo. Estas tradiciones son muy significativas a lo largo del siglo XIX y XX y, en su marco, se desarrollan debates y posiciones político-académicas, relevantes y específicas2.

a.2. El fundamento racional del Estado

Un conjunto fundamental de referencias en el estudio de lo estatal, lo constituyen autores clásicos europeos de los siglos XVII y XVIII. Esta producción de carácter filosófico acompañó históricamente la

1 [recuadro al margen del párrafo]Esta definición de “manual” en realidad se sustenta en lo que se denomina perspectivas contractualistas: el Estado como resultante de un Contrato Social (un acuerdo entre ciudadanos, libres e iguales, en tanto alternativa para atender al bienestar general). Perspectivas construidas en Europa durante del siglo XVII y XVIII, y fundamentos de todo el aparato jurídico moderno. Algo que consideraremos a continuación.2 Sobre el final de esta sección, este tipo de perspectivas se ilustra a partir de un debate teórico-político específico entre Ralph Miliband y Nicos Poulantzas.

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construcción de los estados modernos, en tanto cimiento intelectual de lo que será su fundamento jurídico: el Derecho.

La emergencia del Derecho expresa una fuerte ruptura respecto del orden social (político, económico, cultural, etc.) antecedente, fundado en la religión a través de la teología. Por esto mismo, adquiere los alcances, la intensidad y la trascendencia de aquella, es decir, su universalidad en tanto encuadre totalizador del ordenamiento (político) de lo social.

Se trata de una construcción filosófica moderna, forjada en la larga y compleja transición europea hacia la consolidación del capitalismo. Son autores de los siglos XVII y XVIII, de Hobbes a Rousseau que, con diferentes perspectivas -de lo que hoy llamaríamos filosofía política- tematizan el nuevo ordenamiento social, sobre bases racionales, abstractas, en el intento de descubrir las leyes naturales de la organización social, según un método científico de demostración.

Estos referentes abandonan la larga tradición previa (de base aristotélica), donde la forma de estructuración política (ideal) de la sociedad estaba sostenida en la interpretación y el análisis de casos (situados, históricos), y se arribaba a ella a partir del consenso, la argumentación y el arbitrio. En este sentido, esta construcción filosófica moderna inaugura una nueva tradición, denominada “derecho natural” o iusnaturalismo.

Estas producciones dan las bases intelectuales al aparato jurídico que sustenta al Estado moderno europeo (en términos de su fundamento o del tipo de legitimación cultural, simbólica o ideológica, sobre las que se asientan sus instituciones). Lo jurídico o, en sentido estricto, esta institución social del Derecho, se presenta en su sentido más amplio y profundo, tal como aparecía en el ejemplo escolar que hemos considerado antes: el Estado como máxima expresión de una organización (social) de naturaleza jurídica.

Es decir, el fundamento religioso previo, en tanto ultima ratio o esencia del ordenamiento social (en algún punto inaccesible a lo humano) se ha desplazado al Derecho, particularmente al Derecho Público. Una nueva institución social que construye lo estatal, pero a la que se traslada la trascendencia previa de lo religioso.

Así, la modernidad en tanto proceso de secularización de lo social, también puede considerarse como un proceso de construcción de una nueva religiosidad social, de orden racional y jurídica.

La perspectiva hobbesiana es, tal vez, la inaugural y más fecunda en esta nueva dirección (que tiene absoluto predominio en el campo intelectual hasta fines del siglo XVIII)3. En aquella se encuentran las bases definitivas de una perspectiva contractualista para conceptualizar el Estado, en tanto interpretación abstracta, lógica y racional de su origen:

3 Este predominio del iusnaturalismo puede considerarse en declive a partir del romanticismo, que como corriente cultural e ideológica puede situarse en siglo XIX. Desde el romanticismo y en relación con la filosofía política, cabe considerar posteriormente el “historicismo italiano”. Este constituye una fuerte corriente intelectual que pone en cuestión la concepción previa del “derecho natural”, de alguna forma restituyendo el valor de lo histórico y de lo particular para la comprensión de lo político.

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un contrato social, en tanto acuerdoentre individuos libres e iguales

Hobbes desarrolla algo inédito hasta entonces respecto del examen de lo político y de lo social: produce un modelo. A partir de aquí, la relación Estado-sociedad es pensada desde una condición puramente abstracta, donde el estado es producto de la voluntad racional (un contrato), es decir, es “una pura idea del intelecto”, sin localización en sujetos sociales específicos, ni el tiempo, ni en el espacio sociales. Una generalización absoluta y, en tanto tal, capaz de universalizarse.

Este modelo se construye a partir de dos categorías fundamentales para comprender lo social que se definen recíprocamente en el antagonismo. La antinomia: estado de naturaleza- estado civil o político:

“(…) El estado naturaleza se caracteriza por individuos aislados, no asociados (si bien asociables) que actúan siguiendo las pasiones, los instintos, los intereses, no la razón (que permanece escondida o impotente). El elemento constitutivo de la sociedad civil o política es la unión de los individuos aislados y dispersos en una sociedad perpetua y exclusiva [única, totalizadora] que solo permite la realización de una vida de acuerdo a la razón. Precisamente porque el estado de naturaleza y el estado civil son concebidos como dos momentos antagónicos, el paso de uno a otro no se da necesariamente por la misma fuerza de las cosas, sino mediante uno o más acuerdos, es decir, por medio de uno o más actos voluntarios de los mismos individuos interesados en salir fuera del estado de naturaleza, lo que significa vivir de acuerdo a la razón.”4

Este “vivir de acuerdo a la razón” supone un vivir de acuerdo a la voluntad (racional), es decir, a partir de la construcción de una sociedad “artificial” (la sociedad civil o política confrontada a la natural). Desde la perspectiva de Hobbes, en las sociedades naturales, tales como la familia o el clan, el individuo vive independientemente de su “voluntad”, fijado en la tradición, por eso este modelo contractualista involucra también una sociedad política legitimada en el consenso (actos voluntarios para la realización del contrato).

Una sociedad en estado natural deriva en una sociedad civil o política y viceversa. Para Hobbes, el devenir de lo social podría demostrarse en esta secuencia: “El estado político surge como antítesis del estado de naturaleza, del que tiene la función de eliminar sus defectos, y el estado natural resurge como antítesis del estado político en el momento en que éste no logra el objetivo para el que ha sido instituido”.5

ESTADO NATURAL

Antinomia

ESTADO POLÍTICOEspontáneo- irracional Artificial - racional

Asociación4 Bobbio, N. y Bovero, M. (1979-1994); Sociedad y Estado en la Filosofía Moderna. Fondo de Cultura Económica. México. Pp. 54-55.5 Idem

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Individuos aisladosPasiones, instintos, intereses

MutuamenteexcluyentesDerivación recíproca

Consenso,acuerdos racionales

Tradiciónconstrucción activa

voluntaria

Familia, ClanSociedad civil -política

[presencia de un Estado y de una Sociedad ]

Un modelo teórico que dada su abstracción y generalidad puede contener sentidos muy diversos y, por esto mismo, es fecundo, es capaz de ser retomado de diferentes formas por otros pensadores como Spinoza, Locke o Rousseau. Es decir, pensadores con diferentes perspectivas pero todos adscribiendo a esta tradición inaugurada por Hobbes que aporta un fundamento intelectual muy importante al orden capitalista.

Los principales debates en torno a esta perspectiva del “derecho natural” han sido realizados desde diferentes vertientes del historicismo6. Este no sólo realiza una critica en cuanto al método (pretender estudiar la historia –social- con bases conceptuales equívocas, propias de otros campos como la ciencia natural), sino que en sus reformulaciones más contemporáneas apunta a una crítica política: Este carácter abstracto, de todo el desarrollo del iusnaturalismo, no es más que una “ilusión” que oculta la realidad política e histórica. Un orden social (el capitalismo) constitutivamente desigual y coactivo respecto de las clases no hegemónicas o dominantes, el cual pretende legitimarse en esta construcción ideológica: la igualdad y la libertad individuales, y el consenso y el bien común.

a.3 .- El Estado desde la perspectiva sociológica de Weber

Otra producción teórica relevante, en tanto referente de la sociología, (frecuentemente considerada como confrontable a las perspectivas marxistas)7, es la obra de Max Weber. Este sociólogo alemán es considerado uno de los padres de la sociología; su obra se ubica sobre finales del siglo XIX y la primera década del XX.

Su preocupación es la organización social moderna, desde dos dimensiones particulares: lo económico y lo político.8 Es decir, su interés por lo 6 Esta corriente es particularmente significativa en Italia en la figura de Benedetto Croce, cuya producción se ubica en las primeras décadas del siglo XX7 Esta confrontación no esta en la base de la producción weberiana, sino que se produce posteriormente en la circulación de su obra, dada su privilegiada difusión a través del estructural-funcionalismo en la figura de Talcott Parson, a partir de los ’40 en Estados Unidos. Aunque a partir de los ’80 existe un movimiento significativo de recuperación del valor de su producción, aún desde las perspectivas teóricas más próximas a la izquierda política.8 Si bien sus trabajos refieren permanentemente a diferentes etapas históricas y localizaciones geográficas, estos conceptualmente parten de una preocupación por sistematizar la organización social de europea del siglo XX, la que se examina, en la diferencia, respecto de otros momentos históricos y a otras formas de organización social no occidentales.

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estatal, está derivado de su preocupación por lo social, particularmente en términos políticos, en relación con las diferentes formas de dominación9.

Estas formas de dominación se presentan configuradas a partir de cómo generan y cómo reproducen la creencia en su legitimidad. Una cuestión importante para su persistencia en tanto dominación, o sea, en relación con la “voluntad de obediencia” que requieren lo que, a su vez, las caracteriza como legítimas.10 Así los distintos tipos de dominación legítima, se definen según su fundamento primario: la autoridad del carisma, la autoridad de la tradición o la autoridad legal.

El estado moderno debería comprenderse entonces inscripto en esta tercera forma de dominación. Un tipo de dominación legítima, es decir, que construye su legitimidad, con fundamento racional y legal.

En términos de Weber se trataría de una forma de dominación que: “(…) procura despertar y fomentar la creencia en su legitimidad (…) cuyo fundamento primario descansa en la creencia en la legalidad de las ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando, de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad”. 11

En el enfoque weberiano, entonces, el tratamiento de lo estatal (en sentido estricto, todo el ordenamiento social “moderno” propio del capitalismo) estará vinculando a lo racional y lo jurídico, en directa relación a lo que hemos ya considerado como las bases ideológicas que sientan las perspectivas contractualistas (ideas, concepciones, desarrollos conceptuales; en general, significaciones sociales asignadas y establecidas respecto de lo estatal, que regulan la vida social).

Pero, a diferencia de aquellas, El Estado no es considerado esta construcción jurídica en sí misma; antes bien, es expresión de una forma de dominación que pretende (como probabilidad) generar obediencia desde este fundamento (argumento) racional-legal y que, a su vez, dada esta pretensión, la

9 [al margen del párrafo] Según Weber: “(…) Debe entenderse por dominación, la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos. No es por lo tanto, toda especie de de probabilidad de ejercer poder o influjo sobre otros hombres. Esta dominación puede descansar en los más diversos motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones puramente racionales con arreglo a fines. Un determinado mínimo de voluntad de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer es esencial a toda relación auténtica de autoridad.” Weber, M ( 1922-1997); Economía y Sociedad. FCE: México. Pp. 170-17310 [recuadro al margen del párrafo] Por otro lado respecto de la relación entre dominación y legitimidad señala: “De acuerdo con la experiencia ninguna dominación se contenta voluntariamente con tener como probabilidades de su persistencia motivos puramente materiales, afectivos o racionales con arreglo a fines. Antes bien, todas procuran despertar y fomentar la creencia en su “legitimidad”. Según sea la clase de legitimidad pretendida, es fundamentalmente diferente tanto el tipo de la obediencia, el cuadro administrativo destinado a garantizarla, como el carácter que toma el ejercicio de la dominación”Weber, M ( 1922-1997); Economía y … Op. Cit. Pp. 17011 Weber, M ( 1922-1997); Economía y … Op. Cit. Pp. 172

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configura como una clase de dominación específica, diferenciable de otras.12

Desde la perspectiva de este autor, es importante tener en cuenta que aquello que fundamenta un tipo de dominación, es siempre una construcción y una pretensión de aquellos que “dominan” respecto de los “dominados” (no está dado, como algo de existencia plena o “natural”). También es una “probabilidad” (no es algo absoluto, que garantice una obediencia espontánea o permanente).

Pero, a la vez, este tipo de pretensión y probabilidad (la creencia en el fundamento o la legitimidad que construye) otorga características y condiciones específicas a esa forma de dominación. No es algo “externo” o inocuo al ejercicio de la dominación misma.

En otros términos, lo racional y lo legal serían dimensiones que proveen de un marco (aunque en movimiento y abierto) donde se jugará el alcance, las posibilidades y las condiciones de la dominación.

Así, cualquier configuración de la asimetría social (v.g. desde la distribución social de la riqueza hasta la relación entre sectores de clase específicos en torno a un aspecto social particular) estaría traducida en argumentos racionales, en marcos legales concretos. Por lo tanto, la resolución de cualquier controversia social se fundamentaría finalmente esos mismos términos.

Ilustrativamente podríamos considerar como cualquier revolución política, económica o social o, los resultados de las contiendas bélicas siempre finalmente generan o establecen sus propios y nuevos marcos de legalidad de orden jurídico (nacional o internacional). Es decir, su pretensión (como probabilidad) de dominación legítima, independientemente, de sus contenidos o sentidos, muy variables en el tiempo.

12 [al margen del párrafo]Respecto de este fundamento racional-legal, cabe tener en cuenta que:“La legitimidad de una dominación debe considerarse sólo como una probabilidad, la de ser tratada prácticamente como tal y mantenida en una proporción importante. Ni con mucho ocurre que la obediencia a una dominación esté orientada primariamente (ni siquiera siempre) por la creencia en su legitimidad. La adhesión puede fingirse por individuos y grupos enteros por razones de oportunidad, practicarse efectivamente por causa de intereses materiales propios, o aceptarse como algo irremediable en viertud de debilidades o desvalimiento”. Weber, M ( 1922-1997); Economía y … Op. Cit.

Orden social moderno[capitalismo]

dominación,legítima, (c/ pretensión - probabilidad de obediencia)fundada en lo legal-racional

=

[desde este encuadre político- social más amplio, Weber considera el Estado o cualquier forma de organización política moderna].

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En cuanto al tratamiento específico del Estado, Weber realiza un aporte muy valioso, en el intento de especificarlo respecto de otras formas de organización política.

Para este autor,Su condición, que en última instancia lo define, es la de retener el monopolio legítimo de coacción física.

“Desde el punto de vista de la consideración sociológica, una asociación ‘política’ y en particular un ‘Estado’ no se pueden definir por el contenido de lo que hacen. En efecto, no existe apenas tarea alguna que una asociación política no haya tomado alguna vez en sus manos, ni tampoco puede decirse de ninguna, por otra parte, que la política haya sido siempre exclusivamente propia de aquellas asociaciones que se designan como políticas, y hoy como Estados, o que fueron históricamente precursoras del Estado moderno. Antes bien, sociológicamente el Estado moderno sólo puede definirse en última instancia a partir de un medio específico, que, lo mismo que a toda asociación política le es propio, a saber: el de la coacción física. ‘Todo estado se basa en la fuerza’ dijo en su día Trotsky (…). Y esto es efectivamente así. Si sólo subsistieran construcciones sociales que ignoraran la coacción como medio, el concepto de Estado hubiera desaparecido (…) Por supuesto la coacción no es en modo alguno el medio normal o único del Estado –nada de esto- pero sí su medio específico. En el pasado, las asociaciones más diversas –empezando por la familia, emplearon la coacción física como medio perfectamente normal. Hoy, en cambio, habremos de decir: El Estado es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima. Porque lo específico de la actualidad es que a las demás asociaciones o personas individuales sólo se les conceder el derecho de la coacción física en la medida en que el Estado lo permite. Este se considera pues, como fuente única del ‘derecho’ de coacción” (pp. 1056)

Es decir, el Estado es dominación y ésta se establece definitiva y claramente considerando este dominio de la fuerza directa, explícita, física en exclusividad y pretendiéndose “legítima”. A su vez, esto es lo que lo distingue de otros tipos de organizaciones políticas, también expresión de otras forma de dominación.

En pocos términos,“El Estado, lo mismo que las demás asociaciones políticas que han precedido, es una relación de dominio de hombres sobre hombres basada en el medio de la coacción legítima”.(pp. 1060)

Por último, en lo que refiere al tratamiento de lo estatal, situado en términos históricos y territoriales, como Estado nacional, para Weber éste guarda una profunda vinculación con el capitalismo, es decir, con la dimensión propiamente económica del orden moderno:

“La lucha permanente, en forma pacífica o bélica, de los Estados nacionales en concurrencia por el poder creó para el moderno capitalismo occidental las mayores oportunidades. Cada Estado particular había de concurrir por el capital, no fijado a residencia alguna, que les prescribía las condiciones bajo

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las cuales le ayudaría a adquirir el poder. De la coalición necesaria del Estado nacional con el capital surgió la clase burguesa nacional, la burguesía en el sentido moderno del vocablo. En consecuencia es el Estado nacional a él ligado [ligado al capital] el que proporciona al capitalismo las oportunidades de subsistir (…)”13

Así, lo estatal también refiere a un componente (propiamente político y territorial) de una dimensión social más global: la económica. Para Weber, los estados nacionales brindan las condiciones de posibilidad y de desarrollo del capitalismo (interpretado como dinámica del capital).

Esta última consideración es muy importante, en relación con los debates actuales respecto de la relación globalización/ estados nacionales.

Frente a la preocupación recurrente respecto del condicionamiento de los estados nacionales dada la creciente internacionalización de reglas de juego político-económicas (la dinámica del capital trasnacionalizado), Weber tal vez consideraría, en cambio, ¿en qué medida éstos coadyuvan al proceso de globalización, en tanto dinámica del capital?.

Así los aportes de Weber mencionados pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

El orden social moderno considerado en términos políticos como “dominación” y ésta con una condición especial: su “legitimidad”, asentada en “lo racional y lo jurídico” (como intento, pretensión o probabilidad “de obediencia”).El Estado como organización política inscripta en este orden social, diferenciable de otras organizaciones políticas, por retener el monopolio legítimo de la coacción física.Lo estatal, situado histórica y territorialmente, considerado como estados nacionales.La articulación entre la construcción de los estados nacionales y dinámica económica del capitalismo.En general, la consideración de lo político y de lo económico como dimensiones explicativas de lo estatal.

a.3 .- El Estado desde la perspectiva teórica marxista

Como señalamos previamente, existe una importante tradición marxista en el estudio de lo estatal, que involucra distintas posiciones, preocupaciones o intereses, a su vez, también cambiante en el tiempo.

Sólo para ilustrar este encuadre, cabe considerar uno de los debates destacados del SXX, desarrollado entre Ralph Milliband y Nicos Poulantzas y que, posteriormente, se retoma en producciones como las de Ernesto Laclau, redefiniendo profundamente algunas concepciones marxistas.

Esta controversia se desarrolló sobre finales de los ’60 y avanzados los ’70 en una publicación inglesa clásica de discusión teórica marxista, la New Left

13 Weber, M ( 1922-1997); Economía y … Op. Cit. Pp. 1047.

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Review. Las cuestiones y perspectivas en debate, respecto de la problematización de lo estatal, podrían sistematizarse en tres puntos14:

- respecto del abordaje epistemológico para su estudio (empirismo vs. estructuralismo),

- respecto de la teoría social involucrada en su análisis (en relación con las categorías de sujeto y de estructura) y;

- respecto de la naturaleza de lo estatal, en relación con la estructuración social de clases (instrumental vs. estructural).

Las cuestiones construidas mantienen vigencia en la actualidad. Siguen involucrando preguntas fértiles al considerar el análisis de las producciones contemporáneas que se refieren a lo estatal como objeto de estudio:

las implicancias muy diferenciales de su abordaje según se consideren diferentes niveles de abstracción/empiria; los diferentes tipos de teoría social que pueden encuadrar esta conceptualización de lo estatal o,las diversas perspectivas de la relación estado - sociedad (considerada en términos de clases, sectores de clases, grupos sociales, movimientos, etc.), que cada conceptualización puede involucrar.

a.4. El Estado como articulación social15

14 [recuadro al margen del párrafo] El valor de este debate radica en que el estudio de las estructuras específicas del Estado capitalista moderno que hasta ese momento no había tenido un tratamiento importante o sistemático en las producciones marxistas. Ambos autores pueden considerarse pioneros en esta materia: el estudio concreto, situado económica, política y socialmente, de la estructura estatal, como construcción específica. Los principales nudos del debate se desarrollan en relación con:

a) La perspectiva epistemológica: la (im)posibilidad de “dar una respuesta directa a teorías políticas [burguesas] mediante el examen de hechos concretos” (el comportamiento concreto de actores estatales considerado como “empirismo”, versus el desarrollo de una teoría (una producción conceptual, de cierto nivel de abstracción que no se corresponde vis a vis con la realidad directamente observable),

b) La relación sujeto/estructura: si existen relaciones estructurales “objetivas” que predeterminan en forma absoluta la configuración de sujetos sociales (a partir de la identificación de estructuras, estructurantes de relaciones, que condicionan a los sujetos de acuerdo al ‘lugar’ que ocupan en ella) o si éstos (v.g. el comportamientos y características político-sociales de funcionarios, políticos, gobernantes, etc.) pueden dar cuenta de lo estatal (en su sentido más global y conceptual).

c) La consideración de la naturaleza estatal en relación con las clases sociales. Si el Estado (en tanto aparato o conjunto de instituciones concretas) se presenta como un instrumento directo de una clase (la clase dominante) cuya actividad se entiende sirviendo a sus intereses o si éste guarda “una autonomía relativa”, por la cual no es posible considerarlo una “herramienta” de una clase, sino más bien producto de un “orden social” que involucra el privilegio de una clase. En este último caso, se trataría de una relación “objetiva” (estado/relaciones sociales) respecto de la reproducción del capitalismo en tanto “sistema” o conjunto estructurado.

Cfr. Tarcus, H. (1991); “Estudio preliminar” en Debates sobre el Estado Capitalista. Imago Mundi. Buenos Aires.

15 Esta perspectiva de lo estatal esta desarrollada a partir de: O’Donnell, G. (1984); “Apuntes para una teoría del Estado”, en Oszlak, O. (comp) Teoría de la Burocracia Estatal. Paidos. Buenos Aires.

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a.4.1. Dominación social y Estado

En las secciones previas, considerando distintas representaciones en el tiempo, nos centramos en esta idea del Estado como una construcción de la sociedad que a su vez soporta, construye, reproduce o altera determinada articulación social.

En este sentido, el punto de vista que consideramos toma distancia tanto de una perspectiva exclusivamente instrumental:

- cuando es considerado como un medio o conjunto de aparatos desprovistos de valoración y al servicio de quien los utiliza

- O, por el contrario, exclusivamente como un sujeto con intencionalidad propia, donde la burocracia (como sujeto estatal específico) tiene capacidad de acción a partir de intereses totalmente autónomos.

Una percepción extendida, en relación con la primera perspectiva, involucra pensar que el estado es sólo una herramienta, una organización de recursos objetiva, material, disponible, que “espera” ser ocupada por determinado régimen y partido político, los que le aportarían, lógica, fines, direccionalidad, sentido.

Es, por ejemplo, una visión muy empleada en las campañas electorales: “los medios, la organización y recursos públicos están… hace falta la presencia de una forma política adecuada y de una organización política específica con hombres capaces que “los ocupen” para que efectivamente se atienda al bienestar de todos”.

En el segundo caso, en cambio, el estado se concibe, como esa “maquinaria” caracterizada por una sistemática “desviación de objetivos” hacia intereses particulares (los de sus funcionarios). Es la figura convencional de la “burocracia”, connotada negativamente, reacia a las buenas intenciones y propuestas de transformación de los niveles políticos gubernamentales. Esta visión se corresponde con aquella del poder ilimitado e informal del funcionario público, que controla y conforma esa maquinaria según su propio interés y a la que el político, porque “está de paso”, nunca puede acceder, conducir o “modelar” totalmente.

Ambas representaciones involucran la tradicional controversia política versus administración, donde sólo uno de los términos tiene existencia a costa del otro (lo estatal como pura actividad de la clase política o lo estatal como pura actividad de los funcionarios). Esta tensión se re-crea permanentemente en el tiempo y es posible encontrarla expresada de diversas formas en el estudio de lo estatal.

Sin desconocer ambos aspectos (lo político/lo burocrático), aunque poniéndolos en relación, nuestra preocupación ahora es considerar el Estado, con mayor perspectiva y profundidad; también, ciertamente, con mayor alcance en su análisis.16

16 El debate respecto de de estas perspectivas se retomará en la unidad temática siguiente, al tratar las políticas públicas.

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Así, desde una mirada preocupada por los procesos sociales en la larga duración (las formaciones económico-sociales en un encuadre capitalista) es posible definirlo como, el componente específicamente político de la dominación en una sociedad territorialmente delimitada.

Para O’Donnell, la dominación social es una relación asimétrica entre sujetos sociales; desigualdad que define en términos del control diferencial de ciertos recursos: económicos, de información e ideológicos, entre otros. Y, acceso diferencial en el capitalismo puede entenderse especialmente (aunque no exclusivamente) a partir de la relación entre las clases sociales.

La dominación se hace especialmente visible (se “desnuda”) en relación con los recursos de coerción física. Aquellos cuyo monopolio legítimo tiene el Estado (retomando la perspectiva weberiana)

“ (…) la coacción es el recurso más costoso, porque desnuda explícitamente la dominación y presupone que ha fallado, por lo menos, el control ideológico; es sin embargo fundamental, como ultima ratio que respalda la dominación”.17

Es en este sentido que el Estado representa este componente específicamente político, de poder. Un poder que se manifiesta total y directamente en la legalidad de la violencia física.18

La característica del capitalismo no es sólo que el trabajador está desposeído de los medios de producción, sino que a su vez, el capitalista esta desprovisto de los medios de coacción. Estos 17 Op. Cit. pp. 201.18 [al margen de párrafo] Si bien ésta se manifiesta en múltiples formas, jurídicamente reguladas, como ejemplificaciones puede considerarse la represión policial en situaciones ‘delictivas’, la obligación de prestación militar de la población o la pena de muerte, entre otras.

ESTADO(burocracia especializada)

SOCIEDAD(organización

política)

ESTADOcomponente

propiamente políticoSOCIEDAD

Penetraciones unidireccionalesInstancias escindidas/autónomas

Interpenetraciones /autonomías relativas

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medios de coacción corresponden, en el capitalismo, a las instituciones estatales. En una sociedad feudal o esclavista la coerción política y la económica son evidentes en sí mismas y están indiferenciadas en un solo sujeto (el Amo, el Señor), su separación no existe.19

El capitalismo es el primer caso histórico de separación de la coerción económica y extraeconómica, donde la primera (además) se presenta con un carácter “difuso” (justamente porque la coerción política, en última instancia ese monopolio legítimo de la violencia física que tiene el Estado, se desprende de ella).20

Así, el Estado sería un componente fundamental de esa dominación social más amplia. Y, como toda dominación es relacional, podría definirse también como:una modalidad de vinculación (desigual) entre sujetos sociales

Desde este punto de vista, el aspecto más significativo no es ni el “Estado” ni la “sociedad” sino su relación, es decir, los diversos procesos históricos-sociales atravesados de conflictos entre sujetos sociales que construyen a ese Estado y sus diversos hitos, colapsos y transformaciones recíprocas. Desde este punto de vista, el Estado es sociedad, una producción social específica.

a.4.2. El Estado como construcción social

La lógica de estos procesos, puede comprenderse en términos generales a partir de las relaciones sociales de producción capitalistas. Como señalamos para este autor estas relaciones desiguales (que el Estado articula y garantiza) pueden interpretarse primariamente en términos de clases y acceso diferencial a recursos. Es decir, la relación capital/trabajo, tanto en un sentido genético o abstracto como en un sentido histórico21, son fundamentales para la comprensión de lo estatal.

En cuanto a este sentido más abstracto, O’ Donnell señala:“En la génesis de las relaciones capitalistas de producción se halla una difusa coerción económica. Coerción que no puede ser imputada ni a los capitalistas concretos ni a las instituciones estatales; sólo puede

19 [margen de párrafo] Cabe tener en cuenta que este autor no refiere específicamente a los estados latinoamericanos y en este sentido, a los recaudos necesarios para pensar estas sociedades en términos de formaciones económico-sociales propiamente europeas. Estas si bien no agotan completamente la compresión de sociedades periféricas, por su condición dominante en términos internacionales, siguen teniendo un valor explicativo considerable respecto de los casos latinoamericanos y otros no centrales. Así, cabría precisar que las relaciones de producción capitalistas en América Latina, se construyen en el transcurso del siglo XIX a partir de relaciones internacionales, de la inserción en mercados externos, con un papel muy activo por parte de los estados nacionales (también en construcción y consolidación en ese período). No se trata de un desarrollo “endógeno”, tal como es el caso de los países de Europa occidental, sino “dependiente” en ese encuadre internacional y en relación con el período colonialista previo.20 Sobre esta coerción económica trataremos en la sección siguiente.21 [margen de párrafo] Cabe tener en cuenta que esta perspectiva histórica no es la abordada por O’Donnell, es decir este trabajo tiene un enfoque analítico, abstracto.

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ser descubierta como una modalidad de articulación general de la sociedad”

Esta coerción que señala en un sentido analítico, abstracto o genético, refiere al tipo de relación que se entabla entre el capital y el trabajo. Una relación que sólo puede ser identificada, considerando el conjunto (asalariados- capitalista- instituciones estatales), es decir, considerando la relación en sentido estricto.

Esta coerción refiere a que el asalariado en su condición de tal, si bien es formalmente libre e igual y, entonces, celebra un contrato con el capitalista (el salario como contraprestación de su fuerza de trabajo), en realidad al no contar con los medios de producción está forzado a esa relación para su subsistencia (y no puede elegir libremente otra).22

A su vez se trata de una relación que se presenta como “privada” (un contrato entre sujetos -individuos: capitalista y trabajador) pero sólo posible en tanto está garantizada (estructurada, soportada, respaldada etc.) por el Estado, sus instituciones jurídicas (por ej., penando su incumplimiento).

En la medida que esta garantía pueda ser invocada para respaldar la relación (capitalista/asalariado), y más allá de que esto ocurra concretamente o no, el Estado se presenta como un elemento crucial de esa relación, en cada caso específico pero también en un sentido más general respecto de su vigencia y de su reproducción social en el tiempo. Una relación que, en tanto tal, constituye conjuntamente al capitalista y al trabajador.

Relación que se reproduce cambiantemente a lo largo del tiempo (en las diferentes etapas que atraviesa el capitalismo) y reproducción del capital que involucra un proceso de acumulación (de “crecimiento económico”).

Desde esta perspectiva el Estado involucra por un lado, esta dimensión propiamente coactiva respecto de las relaciones sociales (la de punición) pero, por otro lado, tiene otra dimensión organizadora de lo social, en relación con las condiciones necesarias para que se reproduzca este tipo de relaciones en el tiempo (y estén dadas las condiciones de acumulación):

3.5.3. El Estado como exterioridad que trasciende lo social

Considerando este aspecto activo del Estado, como organizador social, es posible identificar dos tipos de intervenciones regulares, permanentes:

22 [al margen de párrafo] Recordemos que, desde las perspectivas contractualistas, que sostienen todo el aparato jurídico moderno, la existencia de una sociedad política requiere la voluntad racional (la “libertad”) de celebrar el “contrato”. Se trata de una sociedad conformada por individuos libres e iguales que deciden racionalmente. Igualdad y libertad como principios que velan la dominación social, aunque también como principales fundamentos en los que debe permanentemente legitimarse la existencia estatal, es decir, que también configuran y condicionan esa dominación. V.g. el Estado debe responder de alguna forma frente a cualquier interpelación que alcance suficiente visibilidad social evidenciando esa dominación o desigualdad.

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establece límites negativos a la acción de los capitalistas (v.g. contra una explotación excesiva que ponga en riesgo la reproducción de las relaciones de producción)23 y, generando condiciones sociales, de contexto, generales que aseguren la reproducción de las relaciones sociales de producción (v.g. inversiones en infraestructura, educación, salud, etc.)24

Es decir, el Estado puede comprenderse con una lógica diferente a la del capitalista (y el asalariado) en particular -aunque al servicio de la reproducción de las relaciones sociales y del proceso de acumulación de capital, como algo general.

Por eso mismo, se presenta como algo externo, superior o universal, que transciende esta esfera de los intereses privados, particulares, de sujetos sociales específicos:

“(…) Obsérvese que tanto la interposición de límites negativos como las intervenciones de acondicionamiento aparecen ante los actores como algo externo a sus relaciones “privadas”, lo cual es paralelo de la aparente exterioridad del Estado respecto de las relaciones de producción. Además, como son decisiones que, en contraste con las del capitalista, no suelen estar orientadas a lograr un lucro para su actor, aparecen como expresión de una racionalidad diferente de la de aquél. Por añadidura, en tanto se interponen como límite negativo o como acondicionamiento del contexto social, encarnan una racionalidad más general, y en el sentido “superior”, a la de cada capitalista individual. Finalmente, la interposición de límites negativos puede ser vivida por ciertos capitalistas (incluso por todos) como un acto no ya sólo externo sino también hostil de ese “alguien” que los impone. En especial, buena parte de los límites negativos específicos a cada país son resultados de luchas de clases dominadas, para las cuales son experiencias de victoria, inversamente vividas por la burguesía”.25

23 “El Estado es, como garante de aquellas relaciones, el límite negativo de las consecuencias socialmente destructivas de su reproducción. Esto es, la existencia del capitalista en competencia con otros capitalistas, sujetos todos a las necesidades de la acumulación, entraña que individualmente tenderían a una explotación excesiva (desde el punto de vista del encubrimiento de su dominación y de la reproducción de la fuerza de trabajo) y además quedarían lanzados a una competencia también “excesiva” que eliminaría de su clase- agudizando así los antagonismos implícitos en la reproducción del capital- a buena parte de los capitalistas.” Op.cit. p.211Actualmente intervenciones sobre la preservación de recursos naturales o medio-ambientales en general, pueden interpretarse en esta misma dirección.24 “La competencia en función de la acumulación del capital determina que el burgués no se ocupe de decisiones e inversiones necesarias para el logro de condiciones sociales que permiten, entre otras cosas, la reproducción del sistema de clases, la acumulación y la resolución de ciertos problemas generales (…) Estas a diferencia de las anteriores no son límites negativos a la acción de los capitalistas, sino un acondicionamiento del contexto social del que “alguien” debe ocuparse”. Op. Cit. P. 211Los problemas de alta conflictividad social (v.g. la movilización- real o potencial- de sectores populares desocupados) o los propios procesos de ajuste estructural, que conllevaron procesos de reforma del estado, más contemporáneamente, son expresión de este tipo de “acondicionamiento”.25 Op. Cit. Pp. 211 y 212.

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Esta lógica que responde a la articulación antes que al interés directo de un sujeto social (el capitalista) le permite aparecer distanciado y legitimarse atendiendo un interés de otro orden, general: “ el bienestar común”. Es decir, transcendiendo lo social o escindido de la sociedad. Algo de otra naturaleza que se sitúa “por sobre”.26

Esta presencia supra es caracterizada por O’Donnell como fetichización de las instituciones estatales y otros autores califican como “estadolatría” (Borón,1991).27

Ahora bien, esta trascendencia respecto de la sociedad civil es sólo relativa; como señalamos previamente, se trata de un tercero escindido que co-constituye las relaciones específicas, concretas, particulares capital/trabajo, en la medida que las garantiza, las acondiciona o las preserva (en principio desde su condición coercitiva específica). En otras palabras, está presente en cada contrato en singular. Pero su presencia involucra respaldar el contrato (esa relación desigual) no a una de sus “partes”, en especial.

Así, el aporte de este autor, en especial, conduce a reunir algunas “separaciones” que las condiciones propias del capitalismo, tienden a construir. Escisiones habitualmente naturalizadas en el tratamiento de lo social y de lo estatal:

estado// sociedad público// privadopolítico//económico

Estas correlaciones y confrontaciones, son construcciones propias del capitalismo:estado /público/ política versus sociedad / privado / economía

Sin embargo, por lo señalado, podemos sostener que no es posible determinar un orden estatal por fuera de lo social, y por lo tanto, tampoco un orden de lo público realmente diferencial o confrontado de un orden de lo privado o una dimensión social propiamente política totalmente delimitada de otra propiamente económica. Estas son sólo diferenciaciones relativas que el propio orden capitalista “establece” (comparado respecto de cualquier otro) dadas sus características específicas (en principio el la capacidad de coerción política disociada de la económica). No se trata de diferenciaciones “absolutas”, “esenciales”, tal como se presentan predominante y socialmente.

Por ello el Estado puede pensarse como producción social específica, de la etapa capitalista. Sociedad que produce relaciones sociales capital/trabajo y, como parte co-constitutiva de ellas, produce Estado. Produce economía y produce política simultáneamente. Es decir, que al producir esas relaciones, en determinado período histórico, produce también sujetos sociales específicos: capitalistas, asalariados (desocupados), instituciones estatales.

26 Fenómeno vinculado a lo que previamente hemos considerado como una nueva religiosidad secularizada, configurada en el pasaje a la modernidad, donde lo estatal (este orden jurídico superior) ocupa un espacio equivalente a lo divino-religioso en el orden feudal. Se trataría del “contrato” en términos hobbesianos.27 Borón, A. (1991); “Estadolatría y teorías estadocéntricas” El Cielo por Asalto Año l, N° 1, Verano 1990-1991, Buenos Aires.

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Así como en otros períodos se generan otras formaciones económico-sociales tales como el esclavismo (amos / esclavos) o el feudalismo (señores / vasallos -siervos). En definitiva, se trata de una mirada de lo social, preocupada por las relaciones antes que por identidades sociales absolutas que desde esta perspectiva involucrarían una “fetichización”, es decir , una objetivación de esas relaciones, que las oculta, las desconoce.

Esta metáfora del fetiche es considerada originalmente en el pensamiento de Marx respecto de la mercancía. Fetiche en tanto se presenta, recortada, aislada de las relaciones sociales que la producen, es decir, de su consideración como “objeto en sí mismo” en vez de “relación”.

Idénticos términos pueden considerarse respecto de lo estatal: si se trata de un objeto (las instituciones estatales) o si estas son expresión de relaciones sociales específicas (las relaciones sociales de producción capitalista).

3.5.4. El Estado re-articulándose a lo social: los conceptos de nación y de pueblo

Finalmente, cabría señalar como la escisión Estado/Sociedad, conlleva también paralelamente, alguna modalidad de re-articulación.

Como consideramos esta “separación” involucra un fuerte componente de abstracción, es decir, la construcción de un tipo de relación “trascendente”, en alguna medida, entonces también, “ajena” o “abstraida” de las condiciones políticas, sociales e históricas. Cuestión que se torna problemática si consideramos que el Estado, también tiene una faz concreta, activa de intervención sobre lo social, la cual requiere una interpelación cierta, directa a la población, más allá de la más general, abstracta y distante de “ciudadanía”.

En relación con este “problema” se construyen social y políticamente las nociones de nación y pueblo. Ambas, en contraposición con la noción universal y totalizadora de “ciudadanía”, refieren a lo “particular”, lo “específico”, la “diferencia”.

Lo nacional en términos convencionales alude a aquellas identidades propias (culturales, especialmente) que nos distinguen de otras naciones. Se trata de algo construido “en la diferencia” (no “en la igualdad”).

Podríamos hacer un ejercicio y ver cómo, en los discursos públicos políticos, en los casos en que se alude recurrentemente a esta noción de “nación”, se busca una adhesión, un compromiso, “un llegar” mucho más intensa a la población (una interpelación en sentido estricto): podríamos decir que se busca una “complicidad” directa, un “nosotros” (en relación con una demarcación respecto de “otros” –otras naciones-). Cuando, en cambio, las alusiones refieren exclusivamente a “la ciudadanía”28, la interpelación a la

28 Cabría precisar que situados en el contexto histórico-político actual, de nuestra región, la noción de ciudadanía algunas veces está cargada de otros significados, tales como una demarcación respecto de las políticas neoliberales, donde esta condición “ciudadana” fue fuertemente devaluada o, con mayor precisión , re-significada en nuevos términos (algo que veremos en la última unidad). De todos modos, los señalado más arriba, resulta válido como tendencia más general.

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población es menor y habitualmente involucra una “prescripción” generalizada, un “deber ser” que se establece para el conjunto.

Así, siempre emerge “lo nacional” en los enunciados estatales en situaciones político-sociales precisas, críticas, para asegurar un nivel básico de gobernabilidad, donde la intervención estatal concreta requiere necesaria y urgentemente de esta “complicidad” de la población (por ejemplo, en situación de conflictos bélicos, de conflictos armados internos, de crisis económicas, crisis políticas, etc.). Situaciones que pueden poner es riesgo la legitimidad gubernamental o, más profundamente estatal, requieren que la población apoye, sostenga o avale activamente las definiciones gubernamentales.

La categoría de pueblo, adscribe a todas las consideraciones realizadas respecto de la de nación; también supone esta re-articulación estado/sociedad, pero es aún más fuerte, más estrecha, más intensa.

Así como la noción de nación se construye en la diferencia respecto de otras naciones, la de pueblo se demarca al interior de la propia nación. Si hay un “pueblo” hay también un sector de la población que representa el “no pueblo”. Aquí la diferencia se profundiza, es decir, se particulariza mucho más la noción de ciudadanía (por esto también la rearticulación estado/sociedad y la capacidad de interpelación “gobierno-pueblo” es más fuerte, más eficaz).

Los casos más representativos en nuestra región son los nacionalismos-populares o “populismos”. Cuando en los enunciados estatales se alude al “pueblo” en forma recurrente y con cierta permanencia (que excede lo coyuntural), el Estado pierde esa trascendencia respecto de lo social, pierde abstracción y neutralidad, se politiza, “toma posición” abierta y públicamente: reconoce en ese conjunto de la población un sector específico (político-económico o social), al que dice responder, en confrontación con otro sector; establece como más “legítimo” uno que otro (v.g. “pueblo versus oligarquía”, respectivamente).

A su vez, esta re-articulación o esta “politización” de lo estatal, también supone una toma de posición o una intervención directa en el campo de “lo privado” y de “lo económico”, que dejan de presentarse como dominios totalmente escindidos de lo público-estatal. Se trata de formas de Estado, generalizables en el elocuente término de Estado social, donde la intervención estatal en el campo social y en el campo económico se presenta como legítima, adecuada, necesaria. Es decir, la escisión Estado-sociedad se debilita y las “fronteras” se tornan más difusas. 29

Ahora bien, sin embargo, por todo lo desarrollado a lo largo de la unidad, sabemos que la legitimidad del Estado (el fundamento de este componente político en el marco de relaciones sociales de dominación) necesariamente debe presentarse “imparcial”, atendiendo al “bien común”, trascendiendo “intereses particulares”, es decir, con un fundamento exterior a las 29 [al margen de párrafo] Cabría aclarar que esta “intervención” ya no sería una de tipo “vertical” del Estado “sobre” la sociedad o la economía, sino más bien una articulación “con”; es decir, estas intervenciones no son necesariamente “imposiciones” sino más bien “negociaciones”, acuerdos, en sentido estricto, coaliciones (más expresas o más difusas) entre el plano estatal y determinados sectores socio-económicos. Por ejemplo, en el caso de los nacionalismos-populares entre el Estado, la burguesía nacional industrial y la clase obrera sindicalizada.

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relaciones sociales mismas. Por ello, esta re-asociación Estado-sociedad, puede ser sólo relativa, es decir, siempre se constituye como una tensión respecto de su escisión.

Tanto la separación como la articulación (Estado-sociedad) constituyen movimientos necesarios, relativamente simultáneos, tensionados, contradictorios, que conviven (con diferente composición según la forma de estado, el tipo de régimen político y la orientación gubernamental) en los estados nacionales modernos.

ESTADOPÚBLICOPOLÍTICA

SOCIEDADPRIVADO

ECONOMÍA ESTADOSOCIEDAD

Nación/Pueblopolítica + economíapúblico + privado

ESCISIÓN RE-ARTICULACIÓN

Estado SocialEstado liberal

TENSIÓNmomentos, dimensiones, etapas,

ciclos o formas de Estado

¿Cómo se presenta el Estado?

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