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CONOCIENDO LA CAPITAL POR SUS MURALES. A lo largo de estas líneas describiré cómo el muralismo refleja la realidad de un país diverso, multiétnico y multicultural y cómo esta realidad se refleja y se transcribe a la calle, al escenario propio de la vida cotidiana. El mismo evolucionó del lienzo para que los muros y fachadas hablaran y tomaran protagonismo – ese protagonismo que los relieves mayas tuvieron en su momento – para lograr contar historias verdaderas. La semana pasada estuve viajando mucho para la ciudad capital, por problemas de una nota de equivalencia de cursos en la Universidad. Aunque – en primer plano – pareciera que no tiene relación con lo que voy a explicar más adelante, fue precisamente por estas vueltas que estuve dando por allá la que motivó a que plasmara las siguientes palabras y líneas. Movilizándome en el transmetro (ya deberíamos ver cómo solucionamos el transporte y movilización masiva de personas en Quetzaltenango, pero es “harina de otro costal”) y haciendo uso de la nueva línea del mismo hacia la zona 10, pasé frente al Centro Cívico, punto fundamental de la arquitectura de la década de los 60´s, donde el “international style” se fundía con elementos de la arquitectura maya para así crear “arquitectura guatemalteca” con el Teatro Nacional “Miguel Ángel Asturias” como “remate espacial” al conjunto arquitectónico.

El Muralismo en Guatemala

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CONOCIENDO LA CAPITAL POR SUS MURALES.

A lo largo de estas líneas describiré cómo el muralismo refleja la realidad de un país diverso, multiétnico y multicultural y cómo esta realidad se refleja y se transcribe a la calle, al escenario propio de la vida cotidiana.

El mismo evolucionó del lienzo para que los muros y fachadas hablaran y tomaran protagonismo – ese protagonismo que los relieves mayas tuvieron en su momento – para lograr contar historias verdaderas.

La semana pasada estuve viajando mucho para la ciudad capital, por problemas de una nota de equivalencia de cursos en la Universidad. Aunque – en primer plano – pareciera que no tiene relación con lo que voy a explicar más adelante, fue precisamente por estas vueltas que estuve dando por allá la que motivó a que plasmara las siguientes palabras y líneas.

Movilizándome en el transmetro (ya deberíamos ver cómo solucionamos el transporte y movilización masiva de personas en Quetzaltenango, pero es “harina de otro costal”) y haciendo uso de la nueva línea del mismo hacia la zona 10, pasé frente al Centro Cívico, punto fundamental de la arquitectura de la década de los 60´s, donde el “international style” se fundía con elementos de la arquitectura maya para así crear “arquitectura guatemalteca” con el Teatro Nacional “Miguel Ángel Asturias” como “remate espacial” al conjunto arquitectónico.

Obligadamente hicieron la parada en la muni. Observé por un momento los murales exteriores de la Municipalidad, del IGSS, la mimetización y originalidad del Teatro que – aún hoy – no tiene comparación con obras “arquitectónicas” recientes. También me interesé por saber quiénes fueron los autores de los murales del Banguat, o del CHN.

Y es que llena de orgullo saber que, muchos de los muralistas de Guatemala eran quetzaltecos. Carlos Mérida, (uno de los precursores del mismo en nuestro país, y “el primer expositor del americanismo” según Diego Rivera) con su mural “Alegoría a la Seguridad Social” en el muro exterior del IGSS, refleja muchos puntos neurálgicos de la sociedad guatemalteca de ese entonces, PERO se vincula estrechamente con el quehacer de la sociedad de hoy.

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A pesar de lo que dicen los noticieros al respecto de la inseguridad en la capital, me tomé la tarea de recorrer cada uno de los edificios que contienen murales, para algunos; rayas, trazos de colores, cabecitas de personas, “mazorquitas” pintadas por saber quién en las paredes de los mismos; para otros, oda al espíritu cívico que imperaba en ese tiempo, ¡Para mí; arte para las masas, para el pueblo; sobretodo, arte para apreciar a toda hora!

Remembrando los orígenes del muralismo en Guatemala, la plástica cobró auge para “educar” a la población de mediados de siglo, mucha de ella analfabeta; pero que tomó conciencia de su situación al observar y ver – con color, textura, bajos o altorrelieves, unión, sustracción de elementos – lo que significaba ser indígena, ser ladino, en resumen; ser guatemalteco.

El muralismo como tendencia surgió particularmente en México, donde alcanzó su máximo esplendor, casi comparable a países europeos como Francia por su alto grado de tecnificación alcanzado. Entre sus mejores exponentes se cuenta con Diego Rivera y Frida Kalho, algunos guatemaltecos como Galeotti Torres y Carlos Mérida. El muralismo vino a plasmar el sentir social del artista para dejar plasmado en cada pincelazo su manera particular de ver la vida.

Es interesante la fusión entre arte y arquitectura, particularmente con los murales; ya que edificios completos de la ciudad capital, hoteles, comercios, casas particulares, embajadas, etc; cobraron vida y transmitían un mensaje a sus habitantes o a los que los apreciaban: ¡Las paredes hablaban! Y este particular enunciado tomó relevancia en los movimientos estudiantiles de las décadas de los 70´s hasta la actualidad.

El muralismo implica – a mi manera particular de verlo – una invención artística puramente latinoamericana y vino para quedarse. Visitar el campus central de la Universidad de San Carlos de Guatemala refleja cómo diversos artistas comprometidos con las causas estudiantiles, dejaban plasmados con sus pinceles y sus brochas algo más que color, trazo, forma, armonía; eran la voz de muchas personas que callaban, que eran mutiladas, que eran asesinadas.

Los tiempos del país han cambiado, la temática de los murales se fue perdiendo por contener alto grado social en su temática. Los grafitis callejeros – no todos, por supuesto – vinieron a desvirtuar de una u otra forma el deber fundamental de los grafitis guatemaltecos y universitarios.

Sin embargo, visitar la facultad de Arquitectura de la USAC, a la que pertenezco; rindió hace menos de una semana un homenaje particular: Una alegoría a la obra cumbre de la arquitectura guatemalteca de nuestros tiempos y a su autor, otro quetzalteco de corazón: Efraín Recinos. Como parte de revitalización de un aula utilizada por mis compañeros – futuros colegas – se hizo el mural con una calidad gráfica impresionante, dando realce a la figura detrás de la obra: al mismo maestro Recinos, quien de sus

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mismas palabras expresó su aprobación a tan magno reconocimiento y a la calidad del mismo.

Reconocí un punto importante en el momento mismo de estar en la ceremonia de reinauguración del mismo:

Los murales hablan, expresan ideas, transmiten sentimientos; acercan al ser humano con su esencia vital: la exteriorización de sus más rebuscados anhelos, situaciones propias, el entorno inmediato. Aún con la evolución en el arte callejero – los grafitis – el mural siempre quedará en la memoria colectiva del latinoamericano y del guatemalteco como una forma artística de reflejar su realidad.