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EL OBJETO EN LAS ADICCIONES. ALCOHOL EN LA ADOLESCENCIA COMO OBJETO DE CONSUMO. Movida por una lectura de una nota leída en el portal Infobae que informa acerca del consumo de alcohol como un fenómeno normal entre los adolescentes de nuestro país la cual explica que durante los últimos años ha habido un aumento en el consumo de esta sustancia y que además se han incrementado la presentación de casos de intoxicación en los centros de salud debido al abuso de su ingesta, me pregunto: ¿que es lo que lleva a los adolescentes a consumirlo? ¿Por que eligen el alcohol cuando se juntan con sus amigos o como acompañante de sus salidas? ¿Por que el alcohol a diferencia de otras drogas o sustancias de abuso (como cocaína, marihuana, paco, etc.) se acepta más en nuestra sociedad a pesar de tener efectos nocivos en la salud? Es un hecho que los medios de comunicación avalan e incitan al consumo y de hecho no hacen demasiado hincapié en lo perjudicial que es para nuestro cuerpo su consumo. Las publicidades y la grafica apuntan al consumo del alcohol como un socio para el encuentro con amigos, para hacer más amenas las fiestas, las salidas, a la condición que si la bebes la felicidad será alcanzada, se tendrá éxito con el sexo opuesto, entre otras cosas. Estimo que esto que muestran las mismas no es mas que una fachada o si se quiere un lado, asociado al consumo del alcohol porque no muestran (o si lo hacen es en menor medida) los efectos nocivos que conlleva mas allá de ciertas campañas que por ley (Ley nacional nº 24.788) están obligadas a poner en sus envases leyendas como: “Beber con moderación” y “Prohibida su venta a menores de 18 años” o campañas que fomentan la elección de un conductor designado debido al incremento de accidentes viales por conducir bajo los efectos del alcohol. A pesar de la implementación de la ley de lucha contra el alcoholismo en nuestro país el alcohol no esta fuertemente instalado como una sustancia nociva, se subestiman sus efectos sobre nuestro cuerpo y se relativizan, se lo asocia al divertimento, las salidas, las fiestas, los jóvenes, etc. Es una sustancia que esta al alcance de los 1

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EL OBJETO EN LAS ADICCIONES. ALCOHOL EN LA ADOLESCENCIA COMO OBJETO DE CONSUMO.

Movida por una lectura de una nota leída en el portal Infobae que informa acerca del consumo de alcohol como un fenómeno normal entre los adolescentes de nuestro país la cual explica que durante los últimos años ha habido un aumento en el consumo de esta sustancia y que además se han incrementado la presentación de casos de intoxicación en los centros de salud debido al abuso de su ingesta, me pregunto: ¿que es lo que lleva a los adolescentes a consumirlo? ¿Por que eligen el alcohol cuando se juntan con sus amigos o como acompañante de sus salidas? ¿Por que el alcohol a diferencia de otras drogas o sustancias de abuso (como cocaína, marihuana, paco, etc.) se acepta más en nuestra sociedad a pesar de tener efectos nocivos en la salud?Es un hecho que los medios de comunicación avalan e incitan al consumo y de hecho no hacen demasiado hincapié en lo perjudicial que es para nuestro cuerpo su consumo. Las publicidades y la grafica apuntan al consumo del alcohol como un socio para el encuentro con amigos, para hacer más amenas las fiestas, las salidas, a la condición que si la bebes la felicidad será alcanzada, se tendrá éxito con el sexo opuesto, entre otras cosas. Estimo que esto que muestran las mismas no es mas que una fachada o si se quiere un lado, asociado al consumo del alcohol porque no muestran (o si lo hacen es en menor medida) los efectos nocivos que conlleva mas allá de ciertas campañas que por ley (Ley nacional nº 24.788) están obligadas a poner en sus envases leyendas como: “Beber con moderación” y “Prohibida su venta a menores de 18 años” o campañas que fomentan la elección de un conductor designado debido al incremento de accidentes viales por conducir bajo los efectos del alcohol.A pesar de la implementación de la ley de lucha contra el alcoholismo en nuestro país el alcohol no esta fuertemente instalado como una sustancia nociva, se subestiman sus efectos sobre nuestro cuerpo y se relativizan, se lo asocia al divertimento, las salidas, las fiestas, los jóvenes, etc. Es una sustancia que esta al alcance de los adolescentes que sorteando ciertos obstáculos (a veces ni eso) pueden conseguirla.Para poder avanzar y tratar de responder a mis propias inquietudes, tratare de definir en primera instancia quien es un adolescente, que es la adolescencia para así poder adentrarme en interrogantes tales como: que pasa en esta época de la vida que los lleva al consumo y el consecuente exceso, por que los medios apuntan a este sector de la población tanto para vender sus productos como así también al uso de los mismos como modelo de consumo.

Adolescencia: Según Arminda Aberastury y Mauricio Knobel en su libro “La adolescencia normal” Es un período de transición entre la pubertad y el estadio adulto del desarrollo. En las diferentes sociedades puede variar como varía el reconocimiento de la condición adulta que se da al individuo, y habrá condiciones culturales que favorecerán o dificultarán este proceso de cambio. Pero la característica básica, es que es un periodo que obliga al individuo a reformularse los conceptos que tiene sobre sí mismo y que lo lleva a abandonar su auto imagen infantil y a proyectarse en el futuro de su adultez. El sino de la adolescencia es integrarse en el mundo del adulto donde tendrá que aceptar su nueva configuración de ser humano, su morfología adulta y la capacidad del ejercicio de su genitalidad para la procreación. Es la etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales parentales internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos en desarrollo a su disposición y que

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a su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que solo es posible si se hace el duelo por la identidad infantil.Generalmente el término adolescencia se relaciona con el de pubertad el cual implica transformaciones biológicas, cambios físicos en 3 niveles: modificación sexual, producción de óvulos y espermatozoides maduros, desarrollo de las características sexuales primarias (agrandamiento del pene, testículos, útero y vagina) y el desarrollo de las características sexuales secundarias (maduración de los pechos, modificación de la cintura escapularia y pelviana, crecimiento del vello pubiano y cambios de voz). Se agregan las modificaciones fisiológicas del crecimiento en general y de los cambios de tamaño, peso y proporción del cuerpo.Freud en “Tres ensayos de una teoría sexual” (1905) dice que con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva. Es dada una nueva meta sexual y para alcanzarla todas las pulsiones cooperan, a la par que las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital. La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la coincidencia entre las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la sensual.Habla de dos tiempos de la elección de objeto: el primero es en la infancia, y el período de latencia lo detiene. Se caracteriza por la naturaleza infantil de las metas sexuales. El segundo sobreviene con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual. Los objetos infantiles o bien se los conserva o se los renueva. Demuestran ser inaplicables como consecuencia del desarrollo de la represión. Sus metas sexuales han experimentado un atemperamiento y figuran la corriente tierna de la vida sexual. La elección de objeto en la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y reiniciar una corriente sensual. La elección de objeto en general se produce mediante un apuntalamiento en los modelos de los progenitores. Para Freud la pubertad es como un túnel que se excava por los dos lados, por el lado infantil y por el lado del adulto, lo que nos lleva a pensar a la pubertad como un encuentro entre lo que es sexualidad infantil y adulta.Teniendo como referencia al complejo de Edipo, en la adolescencia este mismo deberá reactualizarse porque será necesario construir objetos fuera del ámbito familiar y como dice mas arriba respecto de la elección de objeto en la pubertad el sujeto deberá renunciar a los objetos infantiles tiernos y deberá comenzar de nuevo con una corriente sexual en relación al objeto. Hay un nuevo inicio en la vida sexual y la tendencia infantil y la nueva entran en contradicción, como ya es sabido los objetos nuevos, extrafamiliares están marcados por las elecciones infantiles de objeto familiares.Freud dirá acerca del complejo de Edipo que bajo el impacto de la amenaza de castración (en el varón), o la idea de haber sido castrada (en la niña), las investiduras de objeto que fueron depositadas sobre los padres, son abandonadas y resignadas; trabajo que continúa en el segundo tiempo de la sexualidad y permite el hallazgo de objeto exogámico. La resignación de las investiduras primarias –tal como escribe en 1923- continúa en una operación que consiste en la sustitución de las mismas por una identificación.Lacan por su parte plantea al Edipo como un movimiento de tres tiempos, para Lacan el Edipo se trata “de una estructura, constituida no en la aventura del sujeto sino en otra parte” (1958). Este drama edípico es estructurante ya que permite asumir su propia falta y producir su propio límite. Asumirse como sujeto implica entonces, separarse de la madre reconociendo el propio deseo. Lacan propone como esencial en la problemática edípica la “metáfora paterna”: llama significante del nombre del padre a la función simbólica paterna que desplaza el deseo

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de la madre y produce una operación que define un significado que es el falo y plantea que esto es para ambos sexos, en tanto su función es establecer la castración simbólica.El Nombre del Padre sustituye al Deseo de la Madre dando como resultado un sujeto que se va a poner en relación al Falo, en tanto vínculo con el Otro. “La metáfora paterna permite introducir una función que se aplica al conjunto ordenado por el Nombre-del-Padre y produce una significación (significación del goce) y un significante, el falo”El primer objeto simbolizado es la madre, su presencia o ausencia se convertirá en un signo del deseo al cual se aferrará su propio deseo, esto condicionará que el niño sea o no un niño deseado. “El término niño deseado corresponde a la constitución de la madre en cuanto sede del deseo” (Lacan, 1958b, p. 265) El padre, en tanto significante interviene y marca el traspaso de ser deseado a ser deseante. El postulado “El deseo es el deseo del Otro”, muestra que la dependencia primordial sujeto, requiere que un distinto decodifique, ponga nombre a su demanda, que le otorgue sus significantes. Esta situación estructura al sujeto de manera tal que su deseo más profundo inscripto en el inconsciente, está dado por el Otro, es el deseo del Otro. Cabe recordar que el complejo de castración es estructural y que no solamente representa una amenaza para el niño, también significa una prohibición para la madre, que por constitución debe haber renunciado ella misma a poseer y a ser falo en algún momento. Así, la constitución del sujeto comprende un doble renunciamiento: renunciar a ser el falo de la madre y renunciar a su goce cerrado y mortífero. La inscripción del significante primordial (S1) es la operación fundante en esta constitución y sólo es factible por la intervención del Nombre del Padre, en tanto permite dar nombre a las cosas, incluso al goce. Es el “No” del padre el que acota al goce. ¿Porque la importancia de esta interdicción? Si el goce no estuviese suspendido, el sujeto quedaría atrapado por el ello bajo la supremacía pulsional. Es su ley la que le impone al sujeto su pérdida, exige la renuncia a ser el falo de la madre y lo introduce al sistema de legalidad. De esta manera el falo como significante de la privación del Otro representa una falta. Y esta falta no es otra cosa que el deseo.Imbriano (2010) sostiene que “la inscripción del S1 es consecuencia de una función significante que introduce en la dimensión de la perdida, del no-todo, de la inexistencia del todo-goce, de la inexistencia de La-mujer”.El S1 nombra al ser en tanto goce perdido, podría decirse que como causa y falta es análogo al objeto a. Por lo tanto, la instauración de éste significante requiere de la sustitución del goce por trabajo psíquico, de la renuncia al goce de la madre. Entonces lo resultante de esta inscripción es el advenimiento de un sujeto dividido, tachado, barrado y la producción de un objeto perdido, el objeto a. La pérdida de este objeto marca una hiancia, un agujero que representa la falta de gozar, cuestión que determinará en adelante una posición deseante, una búsqueda incansable del ser, marcada por la dialéctica encuentro, perdida, reencuentro pero jamás captura. La pulsión por el rodeo del objeto, siempre intentará alcanzar su satisfacción, aunque sólo lo haga parcialmente, el inconsciente trabajará para dar cuenta del valor económico entre lo perdido y las posibilidades de recuperarlo. El deseo no puede capturar el objeto y por ello el deseo resulta indestructible en el inconsciente.La pubertad es la puerta de entrada a la adolescencia y la salida tiene que ver con los ideales y con la función paterna.

Tomando este concepto fundamental introducido por Lacan damos cuenta que la función paterna opera desde muy temprano en la infancia pero también se presenta en la adolescencia y es central a la hora de pensar la salida de la adolescencia. No se trata solo de un padre que dice que no, que prohíbe y ordena si no de un padre que dice si,

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que habilita, que reconoce al sujeto y lo introduce al deseo. De esta manera la función paterna o Nombre del padre permite al sujeto instalar sus ideales y una futura y posible resignificación de los mismos en la adolescencia.

La adolescencia trata además de una reformulación del estadio del espejo, porque nuevamente el cuerpo se fragmentara, aparece un cuerpo inmanejable, caen las figuras de amor primarias propias de la alienación de la identificación primaria, y deberán ser sustituidas por otros. Los adolescentes deben hacer el duelo por los padres de la infancia, que fueron refugio y protección. Deben abandonar los objetos de las identificaciones primarias que constituye un trabajo de construcción de un nuevo reposicionamiento subjetivo.Para poder proseguir se explica brevemente que es el Estadio del espejo:Lacan parte de la prematuracion biológica del niño, es decir, no hay una imagen propia del cuerpo ya que no hay tampoco una coordinación motriz. Se trata de un cuerpo fragmentado que precisa de una imagen ortopédica que le de unidad ya que no relaciona sus diferentes partes como partes de un todo. Para lograrlo deberá pasar por la fase del espejo.En el estadio del espejo se produce la conquista de la imagen del propio cuerpo y observa que el reconocimiento va acompañado siempre de una expresión jubilosa.La fragmentación del cuerpo se transforma en una afirmación de su unidad corporal, a través de la toma de posesión de su imagen en el espejo. Así es como el infante adquiere su primera sensación de unidad e identidad, una identidad espacial imaginaria.Para Lacan, el narcisismo originario se constituye en el momento de la captación por el niño de su imagen en el espejo, imagen alienada, basada en la del otro (la madre), constitutiva del yo. Entonces esta identificación se produce gracias al Otro que asiste, gracias a la mirada que la madre le devuelve al niño. Y aquí viene el punto clave de la argumentación: aquel que el niño mira y reconoce, ese que le imita tan bien, y que tarde o temprano descubrirá que es el mismo, o su imagen, para hablar propiamente, ese no descoordina, no tiene cuerpo fragmentado, su imagen se le aparece como una imagen ortopédica que le dará unidad, dotada de una unidad que él no puede atribuir a la percepción de su propio cuerpo. De aquí se dice que la imagen del yo se forma por identificación. En efecto: ese otro que le mira tras el espejo y que le cautiva, pronto aprenderá que es él, incluso la madre le dirá: “Mira, ése sos vos” señalándole la imagen. Imagen entera de un cuerpo despedazado, imagen que anticipa una maduración del dominio motriz que por el momento no se tiene. “Eres tu”: imagen de mí, imagen de mi yo, imagen del yo. La primera identificación, dice Lacan, imaginaria. El niño asume una imagen imaginaria. (yo Moi). Esa primera identificación ante el espejo es clave para la formación del yo, es literalmente originaria y fundadora de la serie de identificaciones. Esa es la matriz del yo Ideal que jamás se alcanza porque como se ha dicho en este seminario entre el yo actual (aquel que se mira al espejo) y el yo ideal (aquel del cuerpo del espejo unificado) hay una distancia, hiancia entre ambas. Aquí Lacan dirá: esa imagen es la matriz del ideal del yo, desde donde mirarse. El ideal del yo introduce el falo como significante, por lo tanto el registro de lo simbólico, del lenguaje. Mediante ese “ese sos vos “que le dice la madre, pasa de ser el falo, a tenerlo.En la lectura de Jacques Lacan, el narcisismo primario postulado previamente por Freud es concomitante con el estadio del espejo, es decir con el momento en que el niño ve su propia imagen en el espejo como un todo, momento en que para Lacan surge la

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instancia yoica. Lacan recoge la diferenciación inicial de Freud y utiliza el término "autoerotismo" para referirse a la fase previa, más temprana, de pulsiones parciales y de cuerpo fragmentado. Antes de la fase del espejo, el niño no ha visto nunca su cara ni su cuerpo completo, no ha podido sentirse como un Yo. Vemos entonces en la adolescencia una resignificación del estadio del espejo debido a que ocurre una metamorfosis en el cuerpo que lo lleva a desconocerse y a la necesidad de reinscribir ese cuerpo que desconoce y tal como sucede en la temprana infancia como postula Lacan en el estadio del espejo gracias a este nuevo acto psíquico adviene el yo, por lo que podría pensar que en la adolescencia pasaría algo similar a lo que sucede en los primeros años de vida donde adviene un nuevo yo adolescente.La adolescencia supone una contundente conmoción estructural, un fundamental y trabajoso replanteo del sentimiento de sí, de la identidad del sujeto. Impone al mismo transformaciones en el orden del cuerpo (pubertad) que lo enfrentan con el dolor y la angustia que pudiera producirle la desestructuración de su imagen corporal. El advenimiento de la pubertad y las consecuentes metamorfosis del cuerpo, conllevan la necesidad de reinscribir un cuerpo que se percibe incoordinado, disarmónico, y que se experimenta fragmentado. Con el desarrollo de los caracteres sexuales primarios y la aparición de los secundarios, el adolescente se mira al espejo y se confronta con una experiencia de extrañamiento y de no reconocimiento. Sensaciones similares experimenta cuando descubre que ya no controla el cuerpo como lo hacía hasta entonces, que ha perdido la armonía corporal, que su talla aumenta, que tiene vello. La torpeza y brusquedad en los movimientos, el desconocimiento de la imagen corporal, el placer otorgado por el erotismo genital y la tensión genital acontecida, por ejemplo, constituyen una exigencia de trabajo al aparato psíquico: de duelo por el cuerpo infantil y de la reinscripción del cuerpo, un cuerpo diferente al de la infancia. Los cambios corporales provocan sensaciones de extrañamiento en cuanto a lo que ocurre en su cuerpo y en relación con su propia imagen. Manifestaciones como la despersonalización o la descorporización suelen aparecer en la adolescencia. La inscripción del nuevo cuerpo será un trabajo que el adolescente deberá llevar a cabo, y como todo proceso, será paulatino. Retomando a Lacan en su texto “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, se trata de un cuerpo fragmentado, que precisa de una imagen ortopédica que le dé una unidad. Podríamos pensar entonces, que en la adolescencia, en ocasiones la excesiva preocupación por la imagen, la vestimenta o los tatuajes, expresarían esfuerzos de inscripción, dar contorno, envase, a un cuerpo que se experimenta como fragmentado. Entonces, es en estos dos planos, el del cuerpo como objeto pulsional y el del cuerpo como imagen, que la pubertad viene a trastocar, a conmover al sujeto. Ahora bien, paralelamente, en la adolescencia, una nueva lógica de pensamiento tiene lugar. Esta lógica de clasificación y seriación, provoca juicios traumáticos acerca de la representación de los padres de la infancia, haciéndolos caer del lugar de modelo o ideal en el que estaban colocados. Esta “conmoción” de las identificaciones dadoras de identidad al sujeto, conlleva justamente el peligro de existencia de su ser. El duelo por los padres de la infancia: que fueran refugio y protección, en un trabajo de duelo que se conjuga con el duelo en los propios padres que deben enfrentar la caída de la posición de saber y de omnipotencia frente a sus hijos. Dice Freud: “El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona”. “…la identificación aspira a configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como ‘modelo’” (Freud, 1921). Aquellos modelos ya no son tales a partir de cierto tiempo lógico, caen de ese lugar en la adolescencia. Los procesos de pensamiento ligados a la conquista de nuevas identificaciones y al abandono de viejas

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identificaciones de la infancia, constituyen un trabajo de reposicionamiento subjetivo. Entonces, entre otras tareas, la adolescencia plantea la exigencia de elaboración de procesos de identificación, y de des -identificaciones, en procura de lograr para sí un lugar simbólico propio, diferente al del niño que antes fuera, en todo sentido.Respecto al consumo del alcohol en los adolescentes, José Barrionuevo dice que la adolescencia supone una contundente conmoción estructural, un fundamental y trabajoso replanteo del sentimiento de sí, de la identidad del sujeto. Es posible definir la adolescencia desde el psicoanálisis, como re-posicionamiento del sujeto en relación al Otro familiar y social, en cuanto a su identidad y respecto de la sexualidad, en la dimensión de la conflictiva edípica y en cuanto a los otros del complejo fraterno (sus pares), en procura de descubrir su propio deseo. Atolladero o encrucijada en la vida del sujeto que plantea la exigencia de elaboración de procesos de identificación, y de des -identificaciones, en procura de lograr para sí un lugar simbólico propio, diferente al del niño que antes fuera pegado o abrochado al deseo de los padres, y aun no adulto.Pero es importante ubicar la adolescencia según el tiempo en el cual los adolescentes a los que nos referimos se encuentran insertos. El tiempo del capitalismo tardío, en el que vivimos, el cual está caracterizado por la estimulación del consumo, la sobrevaloración de la imagen y la importancia de la inmediatez que producen los medios de comunicación masivos, como fenómenos de la globalización. Las condiciones descritas definidas como propias de la actual modernidad, facilitarían el predominio del acto por sobre el pensar y por sobre la importancia de la palabra, ubicado el sujeto en un mundo que estimula en consumo. “Discurso capitalista”, propone Lacan, en una formulación en la que sostiene que es astuto y perverso porque estimula el rechazo de la castración provocando que el sujeto llegue a creer que todo es posible de lograr en tanto todo es mercancía, objetos de mercado.Por su parte Juan Mitre sostiene que aquello que podemos denominar como la inscripción de un deseo en el campo del Otro, es algo que a un sujeto puede llevarlo a estabilizar las turbulencias propias del aquel período de la vida denominado adolescencia. Cuestión que hoy se encuentra dificultada por las características de la época. Nuestra actualidad Lo característico de la época es la dilución del Estado‐nación con el consecuente declive de sus dos principales instituciones: la familia y la escuela. Mientras que el Estado‐nación suponía un sustrato normativo que comprendía a todos por igual, la lógica actual imperante es la del mercado, que produce nuevos modos de subjetividad donde el otro es prescindible; es decir, se necesita más del objeto de consumo que de los otros. Si bien la pobreza estructural no es un fenómeno nuevo, parecería que en la actualidad la crisis social excluye los procesos de filiación y de lazo social presentes en tiempos anteriores. En la época del Estado de Bienestar se revelaba la existencia de lazo social caracterizado por cierta estabilidad en el empleo, la existencia de organizaciones sindicales, de asociaciones barriales, de conquistas sociales, entre otras. Lazos que no eximían de disputas y desigualdades pero que ponían de relieve la existencia de filiación, pertenencia o reconocimiento. (Corea, Duschatzky, 2002)   La familia tradicional, como institución privilegiada en la lógica del Estado Nación, ofrecía un punto de equilibrio en el individuo y un espacio de sostén social y de redistribución económica, hacía posible la inscripción en una genealogía y ofrecía una historia, brindándoles a sus miembros sostén y referencia. En la actualidad nos encontramos con la emergencia de nuevos modos de vinculación familiar. Como dicen las autoras Duschatsky y Corea “no se trata de configuraciones familiares respetuosas de la lógica de la autoridad simbólica tradicional sino de múltiples modos de relación que rompen la estructura paterno‐filial. La maternidad y la paternidad aparecen desinvertidos de aquel sentido heredero de la tradición cultural.

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Padre, madre, hijo ya no se perfilan como significantes de una relación intergeneracional basada en el principio de autoridad, sino que parece tratarse de lugares simbólicamente destituidos. Trabajos compartidos en condiciones de alta precariedad, chicos que protegen a las madres, figuras masculinas borrosas o en descomposición, actos ilegales legalizados por sus progenitores en la urgencia por sobrevivir, caída de la frontera entre lo permitido y lo prohibido. Chicos expuestos o puestos como escudo en disputas de pareja, chicos ocupando el lugar de proveedores”. Por otro lado, la institución escuela, nuclear en las denominadas sociedades disciplinarias, cumplía la misión de educar y formar al ciudadano en los valores del Estado‐nación. Con una clara vocación homogeneizadora era un factor principal de integración nacional. Las instituciones educativas conformaban en el imaginario social la garantía de progreso y ascenso social. El Estado transmitía mediante éstas un conjunto básico de significaciones respecto de lo que “debía ser” un ciudadano. En la actualidad la escuela pierde su significado, ya no se presenta como la llave para alcanzar el futuro, ha perdido la autoridad simbólica que la caracterizaba en otras épocas y  se encuentra desbordada por problemáticas sociales (violencia, carencias alimentarias, trabajo infantil, conflictivas familiares, entre otras). Frente al declive de las instituciones en estos tiempos de fragmentación se producen nuevos modos de socialidad. Cuando no hay instituciones que den un lugar a los chicos,    que otorguen sentido y pertenencia, se presentan otras formas de “estar con los otros”. Entre ellas   podríamos pensar el consumo de sustancias, el robo, la banda. Es decir, estas se configurarían como posibilidades emergentes frente a la ineficacia simbólica del modelo tradicional y sus instituciones. Se instala el término adolescencia en los diccionarios como un momento de pasaje, de transición, de la edad de la niñez a la vida adulta. Se trata también, de otro pasaje, del pasaje de lo familiar a lo extra‐familiar, es decir, del pasaje a lo social. Desde el psicoanálisis podemos nombrar a la adolescencia  como síntoma de la pubertad (según A. Stevens), esto quiere decir que se trata del arreglo, de la respuesta  que cada sujeto puede hacer del real de la pubertad. De la pubertad conviene entender que se trata de un real, que no es sólo el empuje hormonal, acompañado por las transformaciones del cuerpo (el surgimiento de los caracteres sexuales secundarios) Sino que se trata de un real marcado por el lenguaje.   La pubertad hay que entenderla como un momento de ruptura. Se trata del encuentro con un real que desestabiliza el tejido significante con el que venía arreglándoselas, el hasta ahí, sujeto niño. De ahí en más, el sujeto adolescente, tendrá que subjetivar el real de la pubertad. Momento de pasaje que marcará un antes y un después. Donde, por supuesto,  el sujeto tendrá su responsabilidad… ¿cómo hacer con eso?, ¿qué tratamiento darle?...   Momento de ruptura con el Otro parental, momento de códigos de pares, de bandas, de tribus… Momento de preguntas sin fin…de respuestas torpes… ¿Qué hacer con el Otro sexo? esa es la cuestión.  Cómo se hace...para ser un hombre, para ser una mujer… Real en extremo vivo que empuja muchas veces a la angustia. Y donde el acting out y el pasaje al acto, tan habituales en la clínica con adolescentes, se erigen como últimas barreras. Los ritos de iniciación de las culturas a veces mal llamadas primitivas cumplían la función de iniciar al púber en la edad adulta. En general estos ritos consistían en separar al novicio de la madre e incluirlo en el mundo de los adultos. La iniciación en general es planteada como un segundo nacimiento, y donde alguna forma de sanción del Otro social, mediante algún ritual, lograba estabilizar en poco tiempo una nueva posición subjetiva, considerada adulta y responsable. También ayudaba en ese proceso iniciático lo rígido de aquellas sociedades en torno al reparto de la funciones sociales y el lugar que cada quien debía ocupar. Es claro y a la orden del día que el discurso occidental ha trastocado lo efectivo de los ritos de iniciación. Así como, la pobreza, la desocupación,

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el debilitamiento de los espacios de pertenencia dificultan la entrada del adolescente en el mundo de los adultos.   Es así que en occidente y en estos tiempos de ausencia de referencias y anclajes, pareciera que este trabajo debe correr más que nunca  por cuenta de  cada uno y con un esfuerzo suplementario.   También es cierto que los adolescentes de hoy tienen sus propios ritos, sus rituales modernos ‐o pos modernos, como se prefiera‐. Pero se trata a diferencia de los rituales antiguos, de ritos que están desconectados de la historia, de la tradición y de alguna suerte de genealogía.   La dilución del Estado‐Nación producto de la economía neo liberal (que acá en los años 90 hizo estragos) viene antecedida de la declinación de la imago paterna (como ya señalaba Lacan en su texto La familia en 1938), cuestión que trae aparejada la consecuente declinación de los semblantes  de autoridad en el campo social –ya sea el del maestro, el del médico, el del político, y también ‐por supuesto‐ el del psicoanalista)  cuestión ésta, que produce dificultades propias en el abordaje de las subjetividades contemporáneas.   Nos encontramos hoy en día, con niños y adolescentes que no creen en el Otro. Es cierto que se han encontrado con un Otro, muchas veces feroz, ya sea por su violencia o por su indiferencia. “Los  niños en situación de calle" son un ejemplo extremo y paradigmático; niños abandonados a su suerte; niños que no creen en el Otro. La inscripción de un deseo en el campo del Otro es algo que puede estabilizar las turbulencias propias de la adolescencia. Elegir un oficio, una carrera, seguir un ideal, son modos  de inscribir un deseo en el campo del Otro… de enlazarse al Otro. Pero para esto, es necesario crear nuevos dispositivos que alojen a los niños y adolescentes para que algún lugar sea posible inventar. Y que así puedan encontrar, otros modos de socialidad.   La cuestión del reconocimiento simbólico es central; ya que como señala Jorge Alemán “el reconocimiento es muy importante para la vida del sujeto…la única manera que tiene el sujeto de soportar la exigencia pulsional y la del superyó, es un cierto orden de reconocimiento”, y conviene no olvidar que el superyó en su faz compulsiva participa de todas las adicciones o toxicomanías.Lacan como vimos habla del discurso capitalista el cual considera una prolongación o derivación del discurso del Amo el cual esta caracterizado por el rechazo de la castración genera la ilusión en el sujeto del encuentro con el objeto de la satisfacción.Se confunden goce y consumo y el Otro del discurso capitalista sostiene el mandato insensato de gozar se tramita por la exigencia de consumir los objetos que produce la sociedad de consumo. El discurso de la ciencia y el capitalismo, como refiere Miller, ha promovido un resquebrajamiento del Nombre del Padre, “El Nombre del Padre según la tradición ha sido tocado, ha sido devaluado por la combinación de los dos discursos, de la ciencia y del capitalismo.”  Como se puede ver el mercado otorga todos los supuestos objetos que colman, que satisfacen nuestro “deseo”, nuestra necesidad, se ve claramente que el adolescente o en general el ser humano, no sabe que desear, o  dónde ubicarse en relación a su deseo.Entonces el debilitamiento del lazo social intenta suplirse con este nuevo “Otro”, el del mercado. Se le asigna entonces al adolescente un lugar idealizado en la cultura de nuestros días, el de consumidor. Los adolescentes constituyen objetos de consumo por excelencia porque provocan admiración de los adultos que los ubican en el lugar de modelo o ideal (adolentizacion de la adultez) y a la vez son objeto de violencia o agresión al ser ubicados como personificación de la drogadicción, la transgresión y el descontrol. En la adolescencia (momento critico de la vida) son las patologías del acto las configuraciones clínicas predominantes derivadas del sufrimiento que la cultura impone.

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Para concluir podemos decir que la gente no tiene noticias de que en estos tiempos todos nos hemos convertido en adictos y que vivimos en una sociedad que por un lado combate las adicciones a diferentes sustancias nocivas incluido el alcohol, pero por otro lado estimula las ventas, el consumo, las soluciones rápidas, inmediatas, sin espera, sin deseo, todo reducido al cortocircuito: necesidad-satisfacción.En el caso de los adolescentes el consumo del alcohol entre otras sustancias toxicas se facilita por el momento critico que esta viviendo el mismo, momento como ya hemos dicho de reconocerse, de reidentificarse, de duelo, etc., el alcohol ofrecería una solución a ciertos dilemas que se presentan en este momento de la vida ofertándole respuestas a ciertas preguntas que se hace, dándole soluciones “mágicas” a sus pesares, le hace creer que asociado a su consumo podrá conseguir novia/o, la pasara mejor, hará sus noches mas divertidas, etc., pero entiendo que esto es solamente un parche que no borra ni quita lo que realmente le sucede al adolescente, es una solución efímera ya que lo único que pretende el adolescente a través del consumo del alcohol es escapar por un rato, por unas horas de la realidad, su realidad y lo pesado de su carga.

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