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a Departamento de Geografía, Universidad Nacional de Educación a Distancia ([email protected];[email protected];afernandez@ geo.uned.es;[email protected]; [email protected]) b Departamento de Ingeniería Topográfica y Cartografía, Universidad Politécnica de Madrid ([email protected]) 1 Este trabajo de investigación que presentamos ha sido elaborado a partir del informe titulado «Pautas del modelo de crecimiento urbano ac- tual en el marco de la ciudad difusa. Rasgos básicos en las principales aglomeraciones urbanas de nuestro país», realizado en el marco del pro- yecto de investigación «Principales mecanismos explicativos del desarrollo fragmentado y difuso de la ciudad actual. Aplicación al estudio de- tallado de las aglomeraciones urbanas de Madrid y Granada», financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (SEJ2007-66608-C04-03), en el cual participamos los autores de la misma y cuyo investigador principal es David Cocero. © Uned. Espacio, Tiempo y Forma. Serie VI, Nueva época. Geografía, n. o 3, 2010. 13 EL PROCESO DE URBANIZACIÓN DISPERSA DE LAS METRÓPOLIS ESPAÑOLAS, EN EL CONTEXTO DEL DESARROLLO URBANO EUROPEO 1 Scattered urbanization process of the spanish metropolis, in the context of european urban development Mª Victoria Azcárate Luxán a , David Cocero Matesanz a , Antonio Fernández Fernán- dez a , Francisco Javier García Lázaro b , Carmen Muguruza Cañas a y José Miguel Santos Preciado a Recibido: 21/03/ 2012 Aceptado: 05/06/2012 Resumen: En los últimos años, el modelo territorial de los países más desarrollados, por motivo de los recientes procesos de innovación tecnológica, la universalización del acceso del automóvil y el abaratamiento del coste del transporte, ha sufrido una evolución muy importante, pasando de un modelo urbano de áreas más compactas, propio de las áreas metropolitanas clásicas, a un modelo de ciudad dispersa. El trabajo que presentamos es un intento de definir los rasgos más importantes de este modelo de ciudad, a la par que realizar una reflexión sobre las características de esta nueva forma de organización urbana en el contex- to territorial europeo y principales aglomeraciones urbanas de nuestro país. Palabras clave: Ciudad global, ciudad difusa, periferia urbana, área metropolitana Abstract: Due to latest processes of technological innovation, widespread access to motor vehicles, and transport costs reduction, the urban model of the most developed countries has undergone significant changes in re- cent years, evolving from the classic metropolitan areas compact monocentric model to a polycentric or even centerless scattered one. This paper endeavours to identify the most significant features of the scattered- city model, together with a reflection on the characteristics of this new kind of urban organization, in the context of European territories and Spanish main urban built-up areas in our country. Key words: Global city, scattered city, urban outskirts, metropolitan area I. LAS NUEVAS FORMAS DE CRECIMIENTO DE LA CIUDAD. EL MODELO DE LA CIUDAD DISPERSA. Frente a las teorías desurbanizadoras, que tuvieron un éxito relativo durante la década de los años ochenta del pa- sado siglo, podemos afirmar, con carácter general, que la tendencia hacia la concentración urbana en las grandes ciu- dades continúa. La mayoría de los datos disponibles mues- tran como las grandes urbes y las áreas metropolitanas si- guen atrayendo a la población y concentrando lo esencial de

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a Departamento de Geografía, Universidad Nacional de Educación a Distancia ([email protected];[email protected];[email protected];[email protected]; [email protected])b Departamento de Ingeniería Topográfica y Cartografía, Universidad Politécnica de Madrid ([email protected])1 Este trabajo de investigación que presentamos ha sido elaborado a partir del informe titulado «Pautas del modelo de crecimiento urbano ac-tual en el marco de la ciudad difusa. Rasgos básicos en las principales aglomeraciones urbanas de nuestro país», realizado en el marco del pro-yecto de investigación «Principales mecanismos explicativos del desarrollo fragmentado y difuso de la ciudad actual. Aplicación al estudio de-tallado de las aglomeraciones urbanas de Madrid y Granada», financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (SEJ2007-66608-C04-03), enel cual participamos los autores de la misma y cuyo investigador principal es David Cocero.

© Uned. Espacio, Tiempo y Forma. Serie VI, Nueva época. Geografía, n.o 3, 2010. 13

EL PROCESO DE URBANIZACIÓN DISPERSA DE LASMETRÓPOLIS ESPAÑOLAS, EN EL CONTEXTO DEL

DESARROLLO URBANO EUROPEO1

Scattered urbanization process of the spanish metropolis, in thecontext of european urban development

Mª Victoria Azcárate Luxána, David Cocero Matesanza, Antonio Fernández Fernán-deza, Francisco Javier García Lázarob, Carmen Muguruza Cañasa y José Miguel

Santos Preciadoa

Recibido: 21/03/ 2012 Aceptado: 05/06/2012

Resumen: En los últimos años, el modelo territorial de los países más desarrollados, por motivo de los recientesprocesos de innovación tecnológica, la universalización del acceso del automóvil y el abaratamiento delcoste del transporte, ha sufrido una evolución muy importante, pasando de un modelo urbano de áreas máscompactas, propio de las áreas metropolitanas clásicas, a un modelo de ciudad dispersa. El trabajo quepresentamos es un intento de definir los rasgos más importantes de este modelo de ciudad, a la par que realizar una reflexión sobre las características de esta nueva forma de organización urbana en el contex-to territorial europeo y principales aglomeraciones urbanas de nuestro país.Palabras clave: Ciudad global, ciudad difusa, periferia urbana, área metropolitana

Abstract: Due to latest processes of technological innovation, widespread access to motor vehicles, and transportcosts reduction, the urban model of the most developed countries has undergone significant changes in re-cent years, evolving from the classic metropolitan areas compact monocentric model to a polycentric or evencenterless scattered one. This paper endeavours to identify the most significant features of the scattered-city model, together with a reflection on the characteristics of this new kind of urban organization, in thecontext of European territories and Spanish main urban built-up areas in our country.Key words: Global city, scattered city, urban outskirts, metropolitan area

I. LAS NUEVAS FORMAS DE CRECIMIENTODE LA CIUDAD. EL MODELO DE LACIUDAD DISPERSA.

Frente a las teorías desurbanizadoras, que tuvieron unéxito relativo durante la década de los años ochenta del pa-

sado siglo, podemos afirmar, con carácter general, que latendencia hacia la concentración urbana en las grandes ciu-dades continúa. La mayoría de los datos disponibles mues-tran como las grandes urbes y las áreas metropolitanas si-guen atrayendo a la población y concentrando lo esencial de

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la economía y la actividad en todo el mundo. Sin embargo, anivel interno, la estructura urbana de la ciudad está sufriendoun cambio profundo, en la perspectiva de modificar el mo-delo metropolitano clásico, en beneficio de un nuevo modelode ciudad.

Estamos asistiendo, en el momento actual, a un nuevo fe-nómeno que tiende a transformar la realidad urbana de nues-tras ciudades. «A escala municipal, metropolitana o regional esevidente que existe una dispersión de la urbanización sin pre-cedentes, y que las dinámicas urbanas integran, funcional-mente, espacios construidos que no tienen continuidad físicaentre ellos y, a menudo, se encuentran, incluso, a muchos ki-lómetros de distancia» (Nel.lo, 1998), lo que ha llevado a re-ferirse al mismo con los términos de «ciudad difusa» y «ciudaddispersa».

La proliferación de neologismos para referirse a estanueva estructura urbana ya no se dirige, exclusivamente, a lasciudades anglosajonas y es sintomática de la percepción deesas transformaciones en toda la cultura urbanística europea.Si las últimas novedades urbanas de los suburbios americanoshan podido calificarse de «ex-urbs», «outer-cities» o «edge ci-ties» (Fishman, 1987; Garreau, 1991), también en la Europacontinental y mediterránea se habla, a partir de los años se-tenta del siglo XX, de «metápolis» o «hiperciudad» y se co-mienza a considerar obsoleto, o al menos limitado, el términode área metropolitana, al mostrarse incapaz de dar cuenta delas nuevas situaciones urbanas y territoriales (Ascher, 1995;Corboz, 1995).

Se han realizado, en este sentido, algunos intentos pordesenmarañar el amplio espectro de conceptos utilizados en eletiquetado y sistematización de los procesos urbanos con-temporáneos (Gaja i Diaz, 2004). Hay casi tantas denomina-ciones como autores, y entre otras destacamos:

1. Aquéllas que ponen el acento en la condición de serespacios sucesores de otros preexistentes. Así, podría-mos referirnos a los términos «post-metropolitano» o«ciudad post-industrial», que, obviamente, tratan deresaltar la superación de un estadio urbano anterior.

2. Aquellas otras que ponen de relieve el carácter supra-municipal y supermetropolitano de las nuevas forma-ciones espaciales: «ciudad región», «región urbana»,etc. Estos términos, en realidad, ya existían anterior-mente, aunque se trataría, de manera poco afortunada(al menos, desde nuestra modesta opinión), de dar unanueva dimensión del fenómeno que representan.

3. Otro grupo de denominaciones señalan el carácter co-lonizador (urbanizador) de territorios: «edge city», «pe-rimeter cities», «peripheral centres», etc.

4. En otros casos, se trata de enfatizar la innovación tec-nológica como aspecto central, al destacar los espa-cios suburbanos con equipamiento técnico y terciario:«technosuburb», «galactic city», «tomorrow land», «ciu-dad informacional», etc.

5. Existen, por otro lado, las aportaciones que destacan ladispersión y fragmentación como rasgo fundamentaly distintivo de la urbanización actual: «disurb», «supe-rurbia», etc.

6. También podemos destacar las que ponen el acento endeterminados aspectos sociales, en la línea de desta-car el tipo de vida aislada que generan: «ciudad archi-piélago», etc.

7. Finalmente, aquellas otras que se refieren a aspectosmuy variados y dispares que suscitan menor interés,como: «urban villages», «suburban downtowns», «su-burban activity centres», «major diversified centres»,etc.

Entre los términos propuestos, el más aceptado, sin duda,es el de «urban sprawl» o «ciudad difusa» (Indovina, 1990), si-nónimo del de «ciudad dispersa», que será el que utilicemospara referirnos a una realidad incontestable en la mayoría delas aglomeraciones urbanas occidentales. En este sentido, elobjetivo fundamental del trabajo que presentamos es el deconcretar los aspectos más importantes de esta nueva realidadurbana, con la intención de comprobar hasta qué punto haafectado a las principales ciudades de nuestro país.

1.1. Los rasgos básicos del modelo de ciudaddispersa

El período de reflexión de los años ochenta del pasadosiglo, fruto de la ruptura del crecimiento metropolitano, sirviópara ir configurando, de forma paulatina, un nuevo modelo deorganización de la ciudad, más consecuente con la nueva ló-gica espacial emergente. Frente a las interpretaciones que ha-bían considerado abierta una etapa de decadencia de la granciudad, unida a un crecimiento de las ciudades pequeñas ymedias, que podría haber desembocado, incluso, en una in-versión de las jerarquías urbanas antes existentes (Campos Ve-nutti, 1985), se fue imponiendo el criterio de los que pensabanque más que decadencia se trataba de una expansión territo-rial de las mismas sobre unas nuevas bases de organizaciónterritorial (Hall, 1985).

¿Pero, qué diferenciaba las regiones urbanas postindus-triales o las metápolis informacionales, de las áreas metropo-litanas maduras de la era industrial? «No parecía ser única-mente la dispersión sin más, un fenómeno característico deambas; tampoco el empleo generalizado de los medios detransporte masivos, última ratio de la aparición de las metró-polis modernas. Aparentemente, no existían diferencias esen-ciales, aunque las divergencias más importantes parecían serde naturaleza fundamentalmente cuantitativa: una amplia-ción del radio de influencia de la urbanización, del ámbito dedependencia funcional, del consumo de movilidad (rebauti-zada como hipermovilidad) y de la expansión sin precedentes»(Gaja i Diaz, 2004).

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Esta nueva dinámica de la ciudad obedece, en realidad, alnuevo papel asignado a los centros urbanos en la organiza-ción económica mundial. El carácter global de las relacioneseconómicas ha redundado en la configuración de un espaciomundial de acumulación, en el que los capitales se valorizanen un número creciente de lugares y de actividades. En este es-pacio, se ha afirmado una nueva arquitectura productiva, ba-sada en un número creciente de grandes empresas de cober-tura multinacional, organizadas en red, que han pasado aconstituir los actores principales de la nueva dinámica econó-mica.

Esta circunstancia ha tenido repercusiones territorialesevidentes. A nivel interurbano, un número creciente de aglo-meraciones urbanas destacan como los lugares preferidos parala localización de los nodos principales de dichas redes. «Conello, se ha producido una reterritorialización y reescalamientode la economía global, donde algunas ciudades juegan unpapel estratégico dominante» (Mattos, 2004). Por su parte, anivel intraurbano, «los recientes procesos de difusión reticularde la ciudad están dando origen a periferias urbanas de untipo muy distinto de aquellas que se habían formado en Europadesde la revolución industrial hasta la década de 1960» (De-matteis, 1998). Este nuevo modelo urbano cabe considerarlomuy alejado del área metropolitana planetaria y equilibrada,regulada, con núcleos compactos, agregados e integrados.

En los últimos años, el modelo territorial ha sufrido, pues,una evolución muy importante, pasando de un modelo urbanode áreas más compactas, de centros definidos y carácter au-tónomo, a un modelo de ciudad disperso, motivado por losprocesos de innovación tecnológica, por la universalización delacceso del automóvil y por el abaratamiento del coste deltransporte. «Esta redefinición del modelo territorial está cla-ramente relacionada con el paso de un modelo de produccióneconómica fordista a un modelo de producción flexible, ba-sado en flujos o redes de conexión, que ha dado lugar a unaforma de ciudad depredadora del territorio. Una nueva ciudad

que ha destruido la idea de centro, típica del modelo metro-politano monocéntrico, por un infinito urbanizado de espaciosanónimos, con poca calidad urbana, lugares de conflicto y ex-perimentación social, difuminando cada vez más los límitesentre campo y ciudad» (León Rodríguez, 2008).

En la construcción del espacio de la ciudad dispersa, desdeun punto de vista físico y urbanístico, hemos podido detectarlos siguientes rasgos (Santos Preciado, 2001a):

1. Un creciente consumo de suelo, sin un paralelo creci-miento demográfico que lo justifique;

2. La descentralización progresiva de amplios sectoresterciarios (oficinas, comercio, etc.), que se ha producidoa la par que la creación de centros periféricos alterna-tivos;

3. La constitución de estructuras policéntricas, reticula-das o malladas, ha superado las antiguas estructurasmetropolitanas monocéntricas o con un núcleo princi-pal. El modelo policéntrico generado es indisociable dela transformación de los antiguos esquemas viarios ra-diales, focalizados en un centro único, con conexionestangenciales muy débiles, a los esquemas radiocéntri-cos y, progresivamente, a las mallas viarias reticuladas(figura 1);

3. La suburbanización residencial está teniendo lugar conclaro predominio de las bajas densidades y la viviendaunifamiliar;

4. La descentralización de la actividad industrial ha ge-nerado un proceso de dispersión y deslocalización delas empresas dedicadas a la transformación de bienes.Esta realidad se ha verificado, de forma paralela, a laexistencia en el interior de la ciudad de un tejido in-dustrial altamente tecnificado que busca localizacio-nes más centralizadas.

5. Finalmente, esta transformación de la estructura ur-bana periférica se ha producido de manera fragmen-tada en el territorio, donde las diversas piezas que in-

FIGURA 1. El modelo monocéntrico metropolitano frente al nuevo modelo policéntrico de la ciudad difusa.

Fuente: Raw, 2001.

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tegran el mosaico urbano aparecen como áreas decontrastada funcionalidad, sin una zonificación clararespecto a un modelo global bien definido.

En definitiva, el modelo de ciudad dispersa ha condu-cido a una notable fragmentación y complejidad espacial,aunque internamente las piezas presenten una extrema sim-plicidad y homogeneidad; un medio insularizado, segregadoy disperso. Según Castells (2001), en tales áreas se incluyen,en discontinuidad espacial, «zonas construidas de diversadensidad, espacios abiertos, actividades agrícolas, reservasnaturales, extensiones residenciales y concentraciones deservicios y actividades industriales, repartidos a lo largo deejes de transporte, constituidos por autopistas y sistemas detransporte público. No existe una verdadera división enzonas, ya que los lugares de trabajo y las áreas residencialesy comerciales están dispersos en varias direcciones. Es más,aunque estas regiones suelen estar centradas en torno a unagran ciudad central, los centros urbanos menores quedangradualmente absorbidos en redes intrametropolitanas. Seforman nuevos nodos constantemente».

Todo ello hace que el espacio de la periferia no sea ya unespacio fácilmente identificable en la misma medida en quelo era anteriormente. «Ahora, en primer lugar, abarca unasuperficie que multiplica la de los núcleos centrales y sus pe-riferias primeras. Pero, sobre todo, en segundo lugar, se tratade un espacio que se caracteriza por su confusión formal ysu desarticulación territorial, en la que los usos urbanos o, sise quiere, los espacios construidos, se entremezclan con losrurales a la vez que aquéllos se combinan entre sí, la mayorparte de las veces sin demasiado acierto, en una amalgamade funciones y tipologías formales» (Feria Toribio, 1999). Enefecto, el espacio de la periferia ya no es el territorio de des-pliegue de las actividades de menor rango, «no centrales»,sino que, por el contrario, alberga, cada vez con más inten-sidad, usos y funciones antes privativos de los espacios cen-trales.

II. LAS PARTICULARIDADES DEL MODELODE DIFUSIÓN DE LA CIUDAD EN ELCONTEXTO EUROPEO

Resulta un hecho incontrovertible que este proceso deexpansión dispersa de la ciudad se está propagando durantelos últimos años en el conjunto de las aglomeraciones urba-nas europeas. Lo que no resulta tan claro, o al menos existeun interesante debate en torno al tema, es el ritmo con queel fenómeno se está desarrollando, según se trate de los paí -ses del norte de Europa o de los países mediterráneos. Paraalgunos autores, «los modelos de la suburbanización de tipolatino-mediterráneo y de tipo anglosajón, que durantemucho tiempo han seguido caminos diferentes, tenderíanahora a converger en un modelo único común a toda Europa

de ciudad sin centro, de «estructura reticular» (Dematteis,1998). Sin embargo, para otros, el especial carácter del ur-banismo mediterráneo, concentrado y compacto durante si-glos, habría marcado, definitivamente, su impronta sobre laciudad, permitiendo, sólo recientemente, la incorporaciónrestringida de determinados rasgos del modelo difuso, aun-que sometidos a su especificidad y naturaleza. Nos hallaría-mos, según esta última visión, ante un fenómeno de des-concentración urbana que utilizaría, como apoyo alcrecimiento disperso, los centros periféricos secundarios quese desarrollaron durante la etapa de conformación metro-politana.

Si bien la génesis del proceso de dispersión de la ciudadpuede ser diferente, de acuerdo a las dos concepciones se-ñaladas, no cabe duda de que la ciudad extensa o difusa seha ido propagando en los últimos años como modelo impa-rable en la mayoría de las ciudades europeas, aprovechandolas facilidades para la construcción y la mejora de las in-fraestructuras de la comunicación. Lo que parece más dis-cutible es la distinta manera de cómo el fenómeno está afec-tando a la ciudad, de acuerdo con el ámbito cultural ygeográfico en el que se impone. Así, no resulta difícil reco-nocer los desfases que separan a las ciudades de uno u otrolado del Atlántico, pero también entre las ciudades del «Sur»y las del «Norte» de Europa.

Si deseáramos comparar, en general, las realidades ame-ricana y europea, deberíamos fijarnos, previamente, en lascaracterísticas dominantes del proceso de dispersión urbanamás puro. Los rasgos determinantes que caracterizarían a laestructura urbana de las ciudades norteamericanas seríanmúltiples: el vaciamiento de los núcleos centrales de la ciu-dad, el desarrollo de las infraestructuras viarias según unamalla o red tupida de carreteras, la utilización masiva delautomóvil privado, la descentralización del terciario por todoel territorio, la expansión extensiva de la vivienda, la con-creción de centros periféricos nuevos en la línea de las «edgecities», etc.

Es indudable que muchos de los sustanciales cambiosque se observan en las ciudades europeas recuerdan a losque ya se han producido en las norteamericanas desde hacealgunas décadas, siguiendo el modelo difuso propuesto. Sinembargo, algunas de las transformaciones urbanas de la ciu-dad europea se están realizando según patrones particula-res, que tienen más que ver con sus propias coordenadas his-tóricas y culturales. Así, si nos referimos a algunosparámetros de tipo demográfico, no cabe duda de que lasdistancias son todavía muy notables, sobre todo en lo que serefiere al vaciamiento de las áreas centrales, debido al for-midable reforzamiento de los CBD (Central Business District).Sería, efectivamente, bastante forzado establecer paralelis-mos mecánicos con los procesos de pérdida de población quesufren los centros europeos, dada la entidad de sus cascoshistóricos y la importancia relativa de la residencia en un

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área considerable en torno a los mismos. Pero, no sólo setrata de la población. Gran parte de las funciones terciariascontinúan establecidas en las áreas centrales de la ciudad.Así mismo, los centros suburbanos secundarios que surgieronen la etapa de conformación metropolitana contienen zonasaltamente densificadas, resultando que los mismos actúan amodo de nodos de crecimiento que organizan una buenaparte del nuevo tejido urbano en el momento presente.

En la figura 2, se refleja, de manera esquemática, el mo-delo de crecimiento de la ciudad europea, con matices quediferenciarían la ciudad mediterránea (donde el modelo secumpliría con mayor intensidad), respecto a la nórdica. Elcrecimiento habría sido compacto, en mancha de aceite,hasta bien entrada la década de los cincuenta del pasadosiglo. El desarrollo metropolitano de los sesenta y parte de lossetenta originó el crecimiento urbano de los núcleos de laperiferia más cercanos a la ciudad central, según un modeloa saltos, que colonizó un amplio espacio del extrarradio de laciudad, destinado a ubicar la industria de acuerdo a nuevoscánones de localización descentralizada y a albergar a unapoblación de bajos recursos económicos en polígonos de vi-vienda altamente densificada. Coincide esta etapa con el ele-vado crecimiento demográfico de las grandes urbes euro-peas, fruto de los movimientos migratorios del campo a laciudad.

FIGURA 2. Modelo de ciudad dispersa europea

1. Centro histórico. 2. Crecimiento hasta 1850. 3. Ensanche. 4. Crecimientocompacto de la posguerra europea. 5. Subcentros suburbanos de la etapa me-tropolitana. 6. Vivienda suburbana(dispersión). Fuente: Janoschka, 2002.

El frenazo al crecimiento de la ciudad, tras la crisis eco-nómica de los años setenta, y el consecuente cambio de mo-delo de desarrollo, trajo consigo un amplio declive urbanoque amenazó con invertir el anterior modelo de concentra-ción de la población en la ciudad. Sin embargo, con el pasodel tiempo se fue imponiendo el criterio de los que pensabanque más que decadencia se trataba de una reestructuraciónde la ciudad sobre la base del nuevo modelo urbano disperso.

Como resultado de este proceso histórico, las ciudadeseuropeas han sufrido vicisitudes muy particulares que las de-finen como aglomeraciones urbanas relativamente compac-tas, donde el peso de los centros tradicionales no debe serdesdeñado, al desempeñar aún un papel de primera magni-

tud en la dinámica interna de la ciudad, como también loson los suburbios tradicionales. Sin embargo, aunque estehecho deba ser destacado como cierto, «no es tan difícil dis-tinguir ya en las nuevas periferias de cualquier gran ciudad,incluso del sur de Europa, gran parte de los rasgos que ca-racterizan las de otras de Estados Unidos. El predominio delas bajas densidades, tanto en áreas residenciales de viviendaunifamiliar como en las agrupaciones de vivienda colectiva,apoyadas en diversos sistemas de infraestructuras viarias ydotadas de extensos espacios libres, está en la base del fe-nómeno de la dispersión suburbana. Pero ese fenómeno vaasociado también a la descentralización y al carácter cadavez más extensivo de las nuevas áreas industriales, los par-ques vallados de oficinas, los equipamientos deportivos y detodo tipo, universidades, aeropuertos e implantaciones civi-les o militares, centros comerciales, instalaciones técnicascada vez más devoradoras de espacio, etc. (sin contar usos«semiurbanos» como vertederos, canteras, embalses, inver-naderos plásticos...)» (Monclús, 1998).

Con objeto de cuantificar, en lo posible, los recientescambios que han tenido lugar en la ciudad europea respectoa la realidad norteamericana, presentamos algunos de losmás recientes análisis de investigación realizados. En un re-ciente trabajo presentado por Kasanko et al. (2005), se aco-metía la tarea de comprobar si las tendencias de la urbani-zación dispersa, típicas de las ciudades americanas, teníanun reflejo similar en el crecimiento de las aglomeracionesurbanas europeas. Con esta intención, a partir de la infor-mación contenida en la base de datos MOLAND (MOnitoringLANd use/cover Dynamics) de la Joint Research Centre of theEuropean Commision, relativa a datos georreferenciados di-gitalmente, en 50 áreas urbanas europeas, sobre la distribu-ción de los usos del suelo más relevantes (residencial, co-mercial, industrial, transporte, etc.) y la densidad depoblación neta sobre el territorio y su evolución en las dé-cadas de los 50s, 60s, 70s, 80s y 90s del pasado siglo, se hanextraído un conjunto de interesantes conclusiones. Entre lasque más nos interesan, podemos destacar una de caráctermás general, válida para el conjunto del territorio europeo,que refleja la tendencia general hacia la urbanización dis-persa, aunque por debajo de los estándares propios a las ciu-dades americanas. Dos datos son suficientemente elocuen-tes al respecto. Durante los doce años transcurridos, entremediados de los ochenta y finales de los noventa, la pobla-ción de estas áreas urbanas perdió efectivos demográficosen un 2,8%, mientras que el crecimiento de las zonas edifi-cadas era del 9%. Asimismo, el 90% de las nuevas zonasconstruidas podían ser consideradas como discontinuas.

Además, los resultados alcanzados en las 15 ciudadesanalizadas, pertenecientes a diversos ámbitos del continenteeuropeo, permitían establecer, claramente, grupos de zonasurbanas con características contrastadas. Las ciudades me-ridionales europeas aún destacan por la compacidad de su

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estructura urbana. Hasta los años sesenta, podía conside-rarse que dicha estructura era muy compacta, en cuanto a lacontinuidad del tejido urbano se refiere, y muy densamentepoblada. Este carácter, que ha ido perdiendo peso con el pasode los años, pone en evidencia la existencia de una marcadatendencia hacia la urbanización dispersa que, sin embargo,no llega a alcanzar los niveles obtenidos por las ciudades delnordeste europeo.

En esencia, la manifestación sobre el terreno ganadopor las ciudades europeas respecto al modelo difuso escompartida por gran parte de los autores interesados en eltema. La mayoría de ellos ponen, sin embargo, el acento enlas diferencias que aún separan la realidad norteamericanade la europea, fruto de factores de índole política e histó-rica. Frente a la existencia de dos modelos extremos, quemanifestarían con carácter absoluto lo disperso y lo com-pacto, existirían alternativas intermedias que habrían ate-nuado el modelo difuso de la ciudad actual. La conclusiónmás aceptada es que la adopción gradual de este modelo sereflejaría sobre todo en los bajos estándares de ocupacióndel suelo residencial de la periferia, la dependencia del au-tomóvil privado y la extensa malla o red de las infraestruc-turas viarias de la ciudad, la proliferación de los centroscomerciales y las áreas industriales de nuevo cuño, todoello matizado por la preferencia de las nuevas zonas emer-gentes por las centralidades derivadas del pasado (Catalánet al., 2007; Muñoz, 2003).

III. LOS RASGOS DE LA CIUDAD DIFUSAEN LAS AGLOMERACIONES URBANASESPAÑOLAS

Parece razonable afirmar, por tanto, que una buenaparte de los cambios que se aprecian en las ciudades euro-peas recuerdan a lo ya acontecido en las ciudades nortea-mericanas hace algunas décadas. Esta situación hacetiempo que ha comenzado a dejarse sentir, igualmente, enlas principales aglomeraciones urbanas de nuestro país. Eldebate no se centra, por tanto, en la realidad del fenómenoen sí, aceptado por la mayoría de los urbanistas estudiososdel tema, sino en la amplitud alcanzada por el mismo y ensi las tendencias de cambio del modelo metropolitano tra-dicional al modelo de ciudad dispersa, fácilmente percep-tibles, llevarán, finalmente, a la imposición de éste último.

La constatación de los paralelismos existentes en lasdinámicas de suburbanización de las distintas ciudades eu-ropeas, y más concretamente españolas, nos obliga a refle-xionar sobre si estamos ante una modificación radical deltipo de modelo de crecimiento urbano en nuestro país, enla perspectiva del triunfo de la «ciudad dispersa», que se in-terpretaría como el fin del ciclo fordista y la imposición deotro nuevo postfordista, o, por el contrario, nos hallamos enla línea de la «descentralización suburbana» tradicional,

acentuada como consecuencia de las últimas innovacionestecnológicas y de complejos cambios de carácter econó-mico y social. De acuerdo a esta última interpretación, losfactores citados habrían acelerado la tendencia centrífugaen la localización de nuevas actividades hacia cotas nuncaalcanzadas con anterioridad, aunque conservando las ca-racterísticas dominantes del modelo metropolitano clásico.

Sea como fuere, el debate continúa abierto. El propó-sito de nuestro trabajo no se aventura a intentar alcanzarconclusiones tan definitivas. En un nivel más modesto,hemos pretendido confirmar hasta qué punto las tenden-cias o rasgos del modelo de ciudad dispersa pueden obser-varse en nuestras principales metrópolis. Para ello, hemostratado de reunir algunas de las conclusiones más definiti-vas, obtenidas en diversos estudios sobre el tema realizadosdurante los últimos años, en un intento por extraer loscambios más significativos que puedan justificar tales ten-dencias. La mayoría de los trabajos consultados adolecende constituir monografías realizadas en una única ciudad,fundamentalmente en las aglomeraciones urbanas de Ma-drid y Barcelona, donde se analizan periodos de transfor-mación muy dispares. Esta circunstancia dificulta, enorme-mente, la posibilidad de comparar datos e informaciones, yaque, en este sentido, debería hacerse un estudio unitarioen objetivos, que abarcara, además, un espacio temporalcomún. Por este motivo, los resultados obtenidos en nues-tra investigación son parciales, pero apuntan a confirmar lapresencia de dichos rasgos, aunque con un nivel de pre-sencia muy variable, dependiendo del nivel de la jerarquíaurbana analizado.

De acuerdo a los datos obtenidos en nuestro trabajode investigación, reflejamos, brevemente, los rasgos domi-nantes del modelo de ciudad disperso que han aparecidoen nuestras principales metrópolis.

3. 1. La contradicción del modelo dispersode urbanización actual: limitadocrecimiento de la población frente aldesarrollo exponencial del espacioocupado por la ciudad

3. 1. 1. El rasgo básico del modelo dedistribución demográfica en lasaglomeraciones urbanas: ladescentralización progresiva de lapoblación en el espacio periférico

El desplazamiento de población desde las áreas centra-les a las periferias de las ciudades españolas es un procesoque ha venido produciéndose, de manera ininterrumpida,desde los primeros albores de la conformación del modelometropolitano. En las primeras etapas, el crecimiento demo-

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gráfico global fue rápido e intenso, debido a que la concen-tración del empleo provocó un éxodo masivo del campo a laciudad, paralelo a la apertura de la economía hacia el exte-rior y a la modernización de la industria. La distribución dela población inmigrante tuvo lugar, mayoritariamente, en losmunicipios de la primera corona metropolitana, para dar elsalto, más tarde, a los de la segunda, en un proceso de colo-nización progresiva del espacio metropolitano periférico. Laocupación del suelo por los nuevos polígonos residenciales eindustriales se realizó de manera intensiva, con elevadasdensidades edificatorias y demográficas, en un corto inter-valo temporal (Santos Preciado, 1988).

Este proceso ha tendido a modificar algunas de las pau-tas que lo distinguían; tanto es así, que la ciudad mediterrá-nea tradicional, caracterizada por su compacidad, densida-des relativamente altas y mezcla de usos y diversidad deactividades, ha terminado por dejar aparecer el modelo an-glosajón de expansión urbana, con nuevas estructuras terri-toriales derivadas, donde son frecuentes las bajas densidadesresidenciales unifamiliares y la descentralización de algunasfunciones terciarias, apoyadas por sistemas viales y dotadasde extensos espacios libres, en la línea del proceso de dis-persión urbana y de la generación de «nuevas periferias». EnEspaña, como está ocurriendo en todo el sur de Europa, pa-radójicamente, la ciudad dispersa y las «nuevas periferias»avanzan en un periodo de relativo estancamiento demo-gráfico en las grandes áreas urbanas. Esta fase de la su-burbanización actual se está produciendo, por tanto, conuna relativa ralentización del crecimiento de la poblacióny una difusión cada vez mayor del tejido residencial hacialos espacios más alejados del centro de la ciudad (SantosPreciado, 2001b).

En este sentido, las dos metrópolis de mayor peso de-mográfico del país han tenido un comportamiento similar,consecuencia de la maduración de su desarrollo económicoy territorial. En ambas, la difusión de las actividades me-tropolitanas en el espacio sobrepasa actualmente (aunqueno mucho más allá) un radio de 40 kilómetros, forjando unmercado de trabajo y de la vivienda muy dinámicos, contendencia a una profunda urbanización del territorio. Laconfiguración del espacio metropolitano se realizó, durantela etapa 1960-1975, con índices de crecimiento demográ-fico muy elevados, según un modelo de ocupación intensivadel suelo urbano, que afectó a los municipios de la primeray segunda coronas metropolitanas de forma desfasada en eltiempo. La crisis económica de 1973, que ha alternado conmomentos de bonanza, paralizó el crecimiento global de lapoblación, al menos hasta el año 1996, antes de que co-menzaran a llegar a nuestro país las corrientes inmigrato-rias del exterior, modificando las pautas del modelo de con-centración anterior y sustituyéndolo por otro delocalización más periférica y dispersa. La movilidad urbanaha venido acompañada por la descentralización de deter-

minadas funciones productivas en la periferia (industria yalgunos servicios antes centralizados) y la especializaciónterciaria del centro de la ciudad, cuya perdida de poblaciónes cada vez más acusada. Por otra parte, la transformaciónreciente del mercado de la vivienda, al ofrecer un hábitatresidencial de bajas densidades en las periferias urbanas,explica la distribución progresiva de la población en espa-cios cada vez más alejados del centro de la ciudad.

Sin embargo, alternando con estas tipologías, unanueva generación de desarrollos residenciales, sobre la basede la recuperación de los trazados reticulares y de man-zana cerrada, ha aparecido durante los últimos años, con-figurando el espacio residencial de un buen número de ciu-dades españolas. Frente a la vivienda privada con jardín,sustentada en un esquema de movilidad mecanizada indi-vidual de los espacios difusos, extensos y de baja densidad,está ganando terreno la vivienda colectiva en espacios másdensos, mejor servidos y equipados con transporte público.En el caso de Madrid, una buena parte del recinto exteriordel municipio central (amén de otros espacios residencia-les en los municipios más periféricos) ha sido diseñadasobre la base morfológica de estos nuevos ensanches (fi-gura 3). Este hecho explica que nuevas zonas de desarrolloresidencial se estén generando con densidades edificato-rias más elevadas.

Otras metrópolis, de menor peso poblacional, como Se-villa, Bilbao o Valencia, no han llegado a configurarse enmetrópolis tan expansivas (Santos Preciado, 2001b). En elcaso de la capital bilbaína, la crisis estructural de la indus-tria y la modesta recuperación de otros sectores de la eco-nomía ha constituido la causa de su escaso dinamismo eco-nómico. Por su parte, la aglomeración urbana de Sevilladestaca por su débil estructuración territorial. Finalmente,la aglomeración urbana de Valencia ha seguido un procesode conformación metropolitano intermedio. El peso del áreasuburbana más próxima, comprendida en el espacio fuer-temente urbanizado que existe hasta el limite de la cir-cunvalación de la autopista del Mediterráneo y la concen-tración de gran parte de las funciones metropolitanas enla misma, explica que el proceso de descentralización de lapoblación se halla realizado de forma reducida, habiéndosereproducido el proceso de difusión de la vivienda en cier-tas áreas del espacio geográfico situado entre los 10 y los30 kilómetros de la capital.

Los estudios sobre los cambios acaecidos en las ciuda-des medias españolas todavía son pocos. Apenas se hananalizado algunos casos: Burgos (Andrés López y Molina dela Torre, 2000), Lleida (Ganau Casas, 1998), Girona (Casta-ñer et al.,1998), Manresa (Llussá, 2001) o Santiago de Com-postela (Ferrás, 1996). En todos ellos, se evidencia como elproceso de expansión demográfica hacia los suburbios de laciudad central es creciente, y en todas las ciudades ali-

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menta la dinámica de los municipios periféricos, confor-mando pequeñas áreas metropolitanas.

3. 1. 2. Las nuevas pautas de la promocióndel suelo urbano: un modeloderrochador de los recursos públicos

En profundo contraste con este limitado crecimiento delos efectivos demográficos de las grandes ciudades, el mo-delo de urbanización difusa difumina las actividades huma-nas en el territorio con una ocupación extensiva del suelo, di-lapidando los recursos, naturales y económicos, más allá delas necesidades propias al crecimiento de su población resi-dente. Este modelo, que se justifica en la necesidad de inte-grar una estructura urbana equilibrada territorialmente, pro-duce la fragmentación del espacio, multiplicando el consumode suelo y energía. Aunque la dinámica suburbanizadora escaracterística de cada ciudad, la comparación de las trans-formaciones experimentadas durante los últimos años porlas dos principales aglomeraciones urbanas del país resultade gran interés. Los casos de Madrid y Barcelona presentanparalelismos muy considerables, respecto al ritmo de ocupa-ción del suelo, ya que en el ámbito de las dos regiones me-tropolitanas el crecimiento anual del suelo urbanizado hasido de alrededor de 1.000 has, muy superior a la potencialdemanda del incremento de la población.

A modo de ejemplo, en el caso de Barcelona, el avanceque se ha producido en la ocupación del suelo puede consi-derarse espectacular, si se admiten los únicos datos disponi-

bles: más de 20.000 has de suelo se ocuparon entre 1972 y1992 (de 21.482 has a 45.036 has) y la tendencia ha prose-guido, pese a la disminución de la tasa de crecimiento de-mográfico, a un ritmo algo más ralentizado de unas 1.000has anuales, donde el componente residencial es clave. Cabecitar que las viviendas unifamiliares representaban ya en unafecha tan temprana como 1993, un 39,5% de las viviendastotales edificadas en la región metropolitana de Barcelona.

FIGURA 4. Evolución del suelo urbano en el área metropolitana de Barcelona.

Fuente: Rueda, 2003.

En definitiva, en los últimos 30 años, nuestro modelo te-rritorial ha sufrido una evolución muy importante, pasandode un modelo urbano de áreas compactas, de centros defi-

FIGURA 3. Paradigma del nuevo ensanche de la ciudad, en el distrito de Vallecas (Madrid).

Fuente: Ayuntamiento de Madrid, 1995.

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nidos y carácter autónomo, a un cierto modelo de ciudad di-fusa, motivado por los procesos de innovación tecnológica,por la universalización del acceso del automóvil y por el aba-ratamiento del coste del transporte. Este modelo ha tenidocomo consecuencia una mayor dispersión de la población ylas actividades en el territorio, lo que supone un consumoexagerado de uno de los recursos limitados más preciadosde los que disponemos en el planeta, el suelo. Este suelo seocupa con edificaciones y las infraestructuras necesariaspara comunicarlas, con todos los problemas ambientales queesto supone de impermeabilización del suelo, aparte del granconsumo energético y de otros recursos limitados de los quedisponemos, que conllevan la construcción y la necesariamovilidad que provoca la dispersión de urbanizaciones en elterritorio.

3.2. El desarrollo del tejido residencialextensivo. Un rasgo emergente de laciudad difusa

La proliferación de viviendas unifamiliares en la perife-ria de nuestras ciudades es una de las características más vi-sibles de los nuevos tiempos, que venimos observando desdehace ya más de dos décadas, lo que supone la presencia su-burbana de uno de los rasgos más evidentes del modelo deciudad dispersa. En Europa, la ciudad mediterránea tradicio-nal se ha caracterizado, desde siempre, por su compacidad ypor la neta separación entre lo urbano y lo rural. Sin em-bargo, el nuevo paisaje de la ciudad expresa cómo el creci-miento denso y compacto ha dejado paso a un tejido urbanodisperso, a modo de paisaje rural creado por la ciudad. Hastael momento del cambio actual, las residencias unifamiliaresconstituían residencias secundarias, localizadas en los mu-nicipios cercanos a las áreas centrales de la ciudad. Sin em-bargo, desde los años ochenta del siglo pasado, las urbani-zaciones de vivienda extensiva comenzaron a pasar a ser deprimera residencia, a la par que se iniciaba una etapa deconstrucción masiva de este tipo de vivienda en la periferiade la ciudad, según modelos influidos por estilos de vida an-glosajones que la televisión y el cine difunden a través de laglobalización cultural. Las tipologías de los barrios de vi-viendas unifamiliares son muy variadas, pero todas ellas tie-nen una serie de elementos comunes: las bajas densidadesresidenciales, la dependencia del vehículo y la generaliza-ción de comportamientos rururbanos (Zárate, 2003).

Esta realidad está presente en todas las grandes ciuda-des españolas, pero con mayor profusión y extensión en lasde mayor rango de la jerarquía urbana de nuestro país. Así,por poner un ejemplo, el modelo residencial madrileño, delos años sesenta y setenta del pasado siglo, se consolidósobre la base de una ocupación intensiva del suelo subur-bano, con ciudades dormitorio de alta densidad de edifica-ción y bajo nivel de equipamientos y servicios, surgidas al

amparo de la estructura de los núcleos rurales que rodeabanla capital. Sin embargo, a partir de la década de los ochenta,hemos asistido a la transformación de alguna de las pautasque guiaron el desarrollo urbano anterior. La promoción devivienda unifamiliar se aceleró en el territorio de la Comuni-dad a un ritmo hasta entonces desconocido. La oferta de vi-vienda unifamiliar, destinada al alojamiento de las clasesmedias, ha modificado, o al menos diversificado, alguno delos rasgos del tradicional papel segregativo adjudicado a laperiferia madrileña. Los últimos datos consultados, deacuerdo con los visados de dirección de obra nueva del Co-legio de Arquitectos Técnicos y Aparejadores de Madrid,muestran cómo a lo largo de los últimos años, el porcentajede vivienda unifamiliar se ha situado en tasas superiores al20% sobre el total de vivienda construida, alcanzando susmayores cuotas durante los años 1999 y 2000, 28,37% y28,51% respectivamente (figura 5). Estas tendencias de laoferta de vivienda para el territorio de la comunidad madri-leña reafirman la vocación de su ubicación suburbana, con-firmando el modelo de descentralización periférica de la po-blación, con tasas de crecimiento relativos de la viviendaunifamiliar más elevados.

FIGURA 5. Porcentaje de vivienda unifamiliar y en bloque en la Comunidad de Madrid (1992-2005).

Fuente: Ministerio de Fomento.

3.3. La reestructuración de la industriasegún el modelo postfordiano

Los profundos cambios experimentados por las metró-polis españolas, asociados al postfordismo, constituyen unimportante elemento de reorganización de la industria bajonuevas bases, en sintonía con el modelo disperso de la ciu-dad. «Frente a la integración de todas las fases productivasque caracterizaba a la gran fábrica del fordismo, el postfor-dismo ha supuesto la fabricación difusa, una tendencia porparte de las empresas a fragmentarse en unidades más re-ducidas, buscando la flexibilización de la producción y la

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consecuente reducción de los costes» (Gutiérrez Puebla etal., 2004).

El resultado del cambio de modelo productivo, a nivelterritorial, ha sido muy variado, debido a las diversas estra-tegias organizativas y de localización de los establecimien-tos industriales, de acuerdo a las necesidades del nuevo te-jido industrial emergente. Así, los nuevos espaciosindustriales de calidad, en los que coexisten la industria y losservicios, que han surgido al amparo de los avances tecno-lógicos y la especialización de la mano de obra, tienden abuscar una posición más centralizada, en consonancia con lanecesidad de coordinación con otras empresas o incluso conotras instancias institucionales, como la Universidad. Por otraparte, los polígonos industriales de reducido tamaño siguenla tendencia tradicional de la etapa anterior, hacia la des-centralización cada vez más lejana del centro de la ciudad,a la búsqueda de suelo barato, en general, en condiciones debajo nivel de equipamientos y servicios, en espacios en losque predomina el empleo en precario y flexible. Finalmente,hay que señalar la alternativa de los parques empresarialesy de oficinas, en los que se busca la complementariedad dela industria y los servicios. Este último tipo de empresas ocu-pan, normalmente, edificios de varias plantas de caráctermultiempresarial y en ellas no se desarrollan tareas de fa-bricación y sí una amplia variedad de servicios de valor aña-dido (dirección y gestión, delegación comercial, servicio alcliente, I+D+i, etc.). Su presencia resulta preferente en laszonas más valoradas o bien comunicadas con el centro denegocios y el aeropuerto. En general, en los tres casos, aun-que cambie la ubicación respecto al centro de la ciudad, laslocalizaciones industriales están claramente vinculadas a losprincipales ejes viarios de la ciudad, dotados de buena acce-sibilidad y plazas de aparcamiento (Méndez et al., 2006).

3.4. La descentralización de las funcionesterciarias en la periferia. El cambio delmodelo monocéntrico metropolitano almodelo policéntrico de la ciudad difusa

El modelo metropolitano clásico concentraba en el nú-cleo central de la ciudad la mayor parte del sector terciario,frente a una periferia escasamente dotada de todo tipo deservicios y equipamientos. Sin embargo, las «nuevas centra-lidades» periféricas se han convertido en polos de desarrollode un sistema urbano reconvertido, lugares donde se con-centran una buena parte de actividades situadas anterior-mente en el centro de la ciudad.

Estos subcentros apenas obedecen, en nuestro país, a lalógica de una implantación independiente de la estructuraterritorial heredada. Así, podemos comprender que, lejos dehaber promovido iniciativas parejas a las «Edge Cities», seestá gestando en las periferias de nuestras ciudades una es-

tructura policéntrica que tiene por base, precisamente, la es-tructura de núcleos metropolitanos preexistentes.

3. 4. 1. La localización periférica deactividades antes centralizadas

La «periferialización» de actividades centrales se justi-fica por razones de diferente peso, entre las que se incluyen,fundamentalmente, la mejora de accesibilidad de ciertasáreas periféricas, el papel creciente de la calidad ambientale imagen para determinadas actividades productivas y la dis-ponibilidad de espacio en cantidad suficiente y a precioscomparativamente ventajosos. De esta manera, funcionescomerciales, de ocio y servicios, espacios para oficinas y ac-tividades de investigación y desarrollo, tradicionalmente ubi-cadas en el centro de la ciudad, se van constituyendo deforma progresiva en usos y actividades dominantes en lasnuevas periferias (Feria Toribio, 1999).

Una de las características más fácilmente observablesen las ciudades españolas está siendo, precisamente, la lo-calización, en las nuevas periferias, de actividades que conanterioridad estaban ubicadas en el centro de la ciudad. Elcomercio ha constituido, sin duda, una de las primeras fun-ciones urbanas establecidas en los suburbios de la gran ciu-dad. Sin olvidar que los centros tradicionales de las ciudadescontinúan ofreciendo una buena parte de los servicios co-merciales y de todo tipo, accesibles peatonalmente, los nue-vos centros comerciales, implantados en la periferia de lasgrandes ciudades, se hallan localizados en áreas aisladas,desvinculadas de los centros de empleo y de las zonas resi-denciales, ocupando posiciones estratégicas en la red viariade autopistas y autovías urbanas, a través de las cuales es-tablecen la conexión con el resto de la ciudad. Estas grandessuperficies comerciales comparten habitualmente el espaciocon otras funciones de carácter lúdico y recreativo, consti-tuyendo modernos centros de relación, de contactos socia-les, verdaderos focos de la vida social. Todas estas circuns-tancias obligan a la disponibilidad de automóvil privado quegarantice la posibilidad de desplazamiento, aunque la gene-ralización de su uso por parte de la población ha convertidosu utilización en una nueva forma de vida.

Esta situación afecta a la mayoría de las principalesurbes españolas, fundamentalmente a las que ocupan los pri-meros escalones de su jerarquía urbana. Así, en el caso de laregión de Madrid, a lo largo de los últimos años, «el númerode centros comerciales ha experimentado un crecimientomuy rápido, produciendo importantes transformaciones pai-sajísticas, pero sobre todo funcionales (al configurarse comonuevos polos de atracción de viajes) y sociales (nuevos esti-los de vida). De los 8 centros de 1980 se pasó a 56 en 1990y 98 en 1998. Estos 98 centros comerciales representan el27,2% del total de España, aunque la población de la regiónde Madrid sólo alcanza el 13% del total nacional. Lógica-

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mente, la mayor parte de los centros comerciales de la Co-munidad de Madrid se localizan en su área metropolitana(90 sobre un total de 98). Y dentro de ésta, la localizaciónpreferida es el cinturón suburbano, donde se dispone de amplias superficies para construir los centros comerciales ysus aparcamientos, la resistencia que ofrecen los pequeñoscomerciantes es menor y las autoridades son más proclivesa conceder nuevas licencias» (Gutiérrez Puebla et al., 2001).

Así mismo, otra de las actividades terciarias que han co-menzado a abandonar los espacios centrales de la ciudad,por otros más periféricos, son los dedicados a las oficinas.Desde finales de los años ochenta del pasado siglo, las gran-des empresas han empezado a introducir cambios en la lo-calización de sus oficinas por razones de prestigio, de nece-sidades de espacio y de racionalización de las tareasproductivas. Sin embargo, este proceso descentralizador delas oficinas, que viene configurándose como un rasgo reve-lador de las periferias policéntricas, apenas ha tenido inci-dencia en los espacios suburbanos de las grandes ciudadesespañolas. En estos momentos, pueden apreciarse dos ten-dencias de apariencia contrapuesta; frente a la fuerte ten-dencia a la concentración en las zonas tradicionales, de ca-rácter central, que aún podemos considerar comomayoritaria, se superpone una cierta tendencia de la de-manda a desplazarse hacia áreas más periféricas, como lacarretera de La Coruña o la autovía de Burgos, en el caso dela aglomeración madrileña, que, sin perder la centralidad ycon una buena comunicación con las zonas centrales de laciudad o el aeropuerto, son consideradas más baratas que elcentro tradicional de la Castellana (Comunidad de Madrid,1995).

3.4.2. La estructura metropolitana desubcentros periféricos, soporte de lalocalización periférica de los usosterciarios

La localización descentralizada de las funciones tercia-rias en las nuevas periferias de la ciudad dispersa tiene lugarmediante la creación de centros suburbanos, que sirven denúcleos de cristalización de la nueva estructura urbana cre-ada. Esta ubicación suburbana de determinadas actividades,antes centralizadas, ha venido exigida, ya desde la décadade los años sesenta del siglo XX, por la congestión de lasáreas centrales y la imposibilidad física de su acceso en au-tomóvil. No es de extrañar, que, desde ese momento, exis-tieran, incluso en nuestro país, proyectos para la localiza-ción suburbana de «centros direccionales», formadosesencialmente de oficinas; una tendencia que fue momen-táneamente paralizada por la crisis de 1973, aunque poste-riormente reanudada, en cuanto los efectos de la misma desaparecieron y el desarrollo de los nuevos medios de trans-misión de información facilitaba la deslocalización de las ac-

tividades y la construcción de autopistas aumentaba la ac-cesibilidad a sectores de la periferia.

En el modelo de la ciudad dispersa más puro, la locali-zación descentralizada de las funciones terciarias en las nue-vas periferias tiene lugar mediante la creación de centros su-burbanos específicos (en la línea de las «edge cities»), quesirven de núcleos de cristalización de la nueva estructura ur-bana. Sin embargo, está realidad es difícilmente identifica-ble en la periferia de nuestras urbes. Precisamente, una de lascaracterísticas de las ciudades españolas es la disponer deun conjunto de núcleos urbanos periféricos, cuya génesistuvo lugar durante la conformación del modelo metropoli-tano, que, en el momento presente, actúan a modo de sub-centros de atracción de las actividades terciarias, con po-tencialidades evidentes para articular el territorio. Estacapacidad se deriva, tanto de su posición geográfica, en elentorno de las dos primeras coronas metropolitanas, como desu peso demográfico y económico, lo que les permite con-vertirse en nuevas polaridades complementarias a la del CBDde la ciudad. Sobre ese policentrismo maduro se están so-breponiendo, eventualmente, las nuevas polaridades creadaspor los parques de oficinas o superficies lúdico-comerciales.

Así, en el caso de la aglomeración urbana madrileña, nosreferimos a las ciudades de Getafe, Alcorcón, Leganés, To-rrejón de Ardoz, Alcobendas, Pozuelo de Alarcón o Las Rozas,situadas en la primera corona metropolitana, o Alcalá de He-nares, Móstoles, Fuenlabrada o Parla, en el caso de la se-gunda corona (figura 6).

FIGURA 6. Principales núcleos urbanos periféricos de laaglomeración urbana de Madrid. Fuente: López Lucio, 1998.

En el caso de la aglomeración urbana barcelonesa, ade-más de la polaridad central de Barcelona, aparecen con ni-tidez siete subcentros metropolitanos que describen un arcointegrado por Vilanova i la Geltrú, Vilafranca del Penedés,Martorell, Terrassa, Sabadell, Granollers y Mataró. Dichasciudades se encuentran a unos veinticinco kilómetros de Bar-celona, y están conectadas con la ciudad central por medio

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de corredores de transporte viario y ferroviario bien diferen-ciados. Conforman una estructura policéntrica en la que susprincipales nodos disponen de un elevado grado de especia-lización productiva. La ciudad central se especializa en laprovisión de terciario avanzado, al tiempo que los distintossubcentros metropolitanos preservan aún importantes nive-les de la antigua industrialización, como Sabadell, Terrassa oMataró.

3. 5. Un nuevo modelo de demanda demovilidad urbana en el nuevo modeloactual de la ciudad difusa de nuestropaís

Hemos comprobado cómo las ciudades de nuestro en-torno han comenzado a transformar parte del patrón típicode las ciudades mediterráneas, basado en la compacidad y ladrástica separación campo-ciudad, por otro más descentra-lizado. En un primer momento, la conformación del modelometropolitano de nuestras metrópolis supuso la materializa-ción de ciudades suburbanas, situadas en el entorno de laciudad central, de elevado índice de densidad edificatoria,que albergaban una parte importante de la industria. A lavez, en el espacio central, permanecía la mayor parte de lasfunciones terciarias. Este modelo desequilibrado demandabauna importante movilidad de la población, debido a la nece-sidad de los desplazamientos centro-periferia por motivos detrabajo y de satisfacción de gran parte de los servicios per-sonales.

El nuevo modelo de dispersión de la actividad por el te-rritorio ha generado estructuras urbanas cada vez más com-plejas que exigen la articulación de espacios cada vez másdesconectados y fragmentados. La descentralización de equi-pamientos y empresas (parques tecnológicos, parques em-presariales y de oficinas, centros comerciales periféricos, uni-versidades, etc.), si bien tiende a compensar los déficits de laperiferia, característicos del modelo anterior, incrementa lademanda de movilidad, lo que ha supuesto la necesidad deconstrucción de una extensa red de carreteras y autopistasurbanas por todo el territorio.

Entre los rasgos que incrementarían las exigencias demovilidad se hallarían los siguientes:

La descentralización, aunque parcial, de parte del em-pleo terciario en la periferia de la ciudad, que hatransformado el modelo monocéntrico metropolitanoen un modelo policéntrico.

El crecimiento del tejido residencial de baja densidad,que se localiza de manera dispersa por la periferia dela ciudad.

La ubicación, cada vez más lejana, respecto al centrotradicional de la ciudad, de un conjunto de activida-des de todo tipo (industriales, aeropuertos, recreativasy de ocio, etc.) que incrementan la distancia de los

desplazamientos de los potenciales trabajadores,usuarios o consumidores.

No es de extrañar, por tanto, que se haya producido uncambio del modelo de relación residencia-trabajo o residen-cia-ocio. Así, los tradicionales flujos pendulares periferia-centro han perdido relevancia, mientras se han incremen-tado los de los flujos periferia-periferia e incluso, en ciertossectores y ocupaciones, centro-periferia (el denominado «re-verse commuting »). Esta realidad se ha puesto de manifiestoen diversos trabajos realizados al respecto en nuestras prin-cipales metrópolis, como Madrid (Santos Preciado, 2001a) oValencia (Salom y Casado, 2007).

La consecuencia ha sido el incremento de la demandade transporte debido al cambio de modelo territorial. En ge-neral, un modelo de ciudad dispersa acrecienta la necesidadde disponer de buenas infraestructuras viarias por carreteray ferrocarril, tanto del transporte público como privado, asícomo, en este último caso, de vehículos para desplazarse,muy por encima de lo exigido por la ciudad tradicional e in-cluso por el modelo metropolitano monocéntrico. Por ello,cada vez es mayor el número de personas que emplean elautomóvil privado en detrimento de otros medios de trans-porte, lo que se ha puesto de manifiesto en el crecimiento delparque de este tipo de vehículos. Los datos de la evolucióndel número de vehículos por habitante, entre 1995 y 2001,así lo indican (Cuadro I).

Cuadro I. Evolución del número de vehículos por habitante enlas principales ciudades españolas (1995-2001).

Además, otro de los rasgos dominantes de las aglome-raciones urbanas españolas, en el momento presente, enlínea con lo acontecido en las grandes ciudades del conti-nente europeo, es el papel que aún sigue desempeñando eltransporte público, sobre todo en las relaciones centro-peri-feria, utilizado, en gran medida, por la población de meno-res recursos económicos. Esta situación contrasta, visible-mente, con las relaciones periferia-periferia donde el uso delautomóvil privado resulta fundamental.

CiudadesParque de vehículos

Vehículos por1.000 habitantes

1995 2001 1995 2001

MadridBarcelonaValenciaSevillaZaragozaMálagaMurciaLas PalmasBilbaoPalma de Mallorca

1.725.594872.058395.978310.924246.222234.109171.444161.634153.413222.045

1.995.749919.172462.870369.315291.890295.474229.895204.968169.513269.651

601.91577.98530.32445.78409.23426.32495.85454.59427.48729.81

674.91610.61619.96525.70477.74553.11626.09561.90478.93777.72

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IV. ¿HACIA UN MODELO DIFUSO DE LACIUDAD EN NUESTRO PAÍS?

A la luz de los hechos analizados, podemos confirmar,sin duda alguna, la existencia, en el momento actual, de pro-fundos cambios estructurales que están afectando a la or-ganización urbana de nuestras ciudades. Más difícil resulta,sin embargo, realizar un diagnóstico preciso de la posiciónque las principales urbes del país ocupan respecto a un hi-potético «modelo urbano difuso». En primer lugar, por la in-existencia de un estudio sistemático sobre el tema que afec-tando a las ciudades de mayor rango jerárquico, hubierapodido ofrecer una panorámica real de la situación. Hasta elmomento, las afirmaciones a la cuestión planteada no ofre-cen una respuesta única y categórica. Veamos, como mues-tra, dos opiniones contrastadas sobre la aglomeración ur-bana madrileña respecto al modelo disperso de ciudad. Así,el profesor Zárate (2003) señala que «el modelo metropoli-tano heredado de los años sesenta del pasado siglo, que sebasaba en la contraposición entre unas áreas centrales, deoficinas y viviendas, muy congestionadas e indiferenciadas,y una periferia industrial y residencial, con servicios insufi-cientes e infraestructuras inadecuadas para asegurar nivelesde eficacia productiva y de calidad de vida, habría sido am-pliamente superado». Sin embargo, la opinión que al respectomantenía López Lucio (1998) era mucho más matizada,cuando indicaba que, «pese a la innegable amplitud que yaalcanza, la dispersión espacial de actividades y población enla Región de Madrid se puede calificar de incipiente, almenos en relación con otras regiones urbanas europeas, porno hablar de las norteamericanas». Según dicho autor, «laconcentración del empleo y la actividad terciaria en la ciu-dad central y lo limitado de la proporción de la poblaciónque reside habitualmente en viviendas unifamiliares seríanlos dos indicadores más sintomáticos de la anterior asevera-ción».

De acuerdo a nuestra opinión, se estaría verificando, du-rante los últimos años, un conjunto de transformaciones fun-damentales, que afectan a las metrópolis más desarrolladasdel país, en la línea de caminar hacia un modelo más dis-perso de las actividades en la ciudad, sin que se pueda res-ponder, de forma taxativa, a la pregunta de si el proceso em-prendido acontecerá según el modelo norteamericano máspuro. Más bien parece acontecer lo contrario, en el sentidode que determinados rasgos, apreciados en el modelo difusode ciudad, son apreciables en la estructura urbana de las ciu-dades españolas, aunque bajo la singularidad de la culturaurbanística de la ciudad compacta mediterránea.

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