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El reino del permiso LA LECCIÓN DE LA INDIA - ROBERTO ABUSADA SALAH - Economista H asta hace poco tiempo se asociaba a la India con estancamiento econó- mico y pobreza generali- zada. El concepto de “ta- sa de crecimiento indio” aun persiste en el léxico de los economistas para designar una tasa crecimiento extre- madamente baja. Luego de su independencia de Gran Bretaña en 1947, el primer ministro Nehru impuso un modelo de planificación económica al esti- lo soviético. Dentro del modelo in- dio, empezó a surgir imparable, un enmarañado régimen de licencias, permisos y autorizaciones conoci- do como el ‘permit raj’, algo así como el “reino del permiso” (en alusión al British Raj o dominio británico). Durante el apogeo de tal régimen de permisos –que generaba, por supuesto, un altísimo grado de co- rrupción dentro del Estado–, cerca de cien agencias distintas de gobier- no tenían injerencia en el control de toda la actividad económica del país. Crear una pequeña empresa, importar una computadora o des- pedir a un trabajador incompeten- te se volvió una tarea prácticamente imposible. Luego de décadas de estanca- miento causado por la aplicación del modelo económico indio y su mara- ña de permisos y controles, la India experimentó en 1990 un colapso económico de tal magnitud que la obligó a ser rescatada por la comuni- dad internacional. El estancamien- to y la bancarrota de la India en 1990 dieron paso a un programa de libe- ralización de la economía que inclu- yó el desmantelamiento del ‘permit raj’ bajo la conducción del primer ministro Rao y su entonces ministro de Economía Manmohan Singh. Es- te evento marcó, como ningún otro el despegue económico de la India. Mientras esto sucedía en la India, algo muy similar ocurría en el Perú. Desde la década de 1970, primaba la aplicación del modelo de sustitución de importaciones, eco- nomía cerrada, estatización de las principales actividades económicas del país, junto con la aplicación de un frondoso régimen de controles aplicado a toda la actividad priva- da restante. La economía colapsó en 1990 en medio del estancamiento y la hiperinflación. Dos décadas más tarde, los pe- ruanos podemos distinguir con nitidez que el origen de nuestro ac- tual éxito económico y la enorme disminución de la pobreza que hemos experimentado se encuentra precisamen- te en el abandono de aquel modelo de economía cerra- da al mundo, con empresas estatales manejando la elec- tricidad, la minería, el petróleo, el acero, el cemento, la pesca, el trans- porte y el comercio exterior. Más importante aun, la liberalización de la economía implicó el fin de las licencias, controles, permisos y el resto de medidas asfixiantes aplica- das a toda la actividad creadora de riqueza. Sin embargo, asistimos hoy al surgimiento de un nuevo tipo de in- tervencionismo, donde la burocra- cia estatal parece haber decidido reagruparse para crear un nuevo esquema de sobrerregulación y so- brefiscalización que está lentamen- te ahogando nuestro crecimiento y progreso. La enorme injerencia que tuvo el Estado en la producción y que fue eliminada por las políticas de liberalización, renacen hoy nue- vamente usando nuevos instrumen- tos creados desde entes del gobierno central, gobiernos regionales y mu- nicipalidades que actúan de manera inconexa creando obstáculos, a ve- ces insalvables, a la inversión, el em- pleo y el progreso. Ciertamente la liberalización de la economía peruana requería de nuevos entes de regulación que cuiden la competencia, que dicten normas allí donde existan monopo- lios naturales o que intervengan allá donde el mercado no puede gene- rar un resultado económico social- mente deseable. En cambio, lo que parece haber surgido es un Estado que quiere estar presente en la infi- nidad de las decisiones que los priva- dos despliegan al invertir, emplear y producir. Decenas de entidades con funciones tan diversas como la re- caudación de impuestos, la defensa civil, el control de medicamentos y la sanidad alimentaria o la supervi- sión de las condiciones y derechos laborales operan con un grado de discrecionalidad nunca antes visto. Todo ello crea tales niveles de incer- tidumbre en la relación entre el Es- tado y los particulares que termina inhibiendo el emprendimiento o lo empujan a la informalidad de baja productividad. Vemos que el Ministerio de Eco- nomía, consciente del problema, creó hace meses una unidad encar- gada de remover obstáculos para permitir la consecución de decenas de grandes proyectos paralizados. El problema, sin embargo, está en otro lugar: en el “reino peruano del permiso” es toda la economía y sus millones de productores los que más sufren a diario el resurgimiento del monstruo burocrático. DESPEGUE El estancamiento y la bancarrota de la India en 1990 dieron paso a un programa de liberalización de la economía.

El Reino del Permiso - Roberto Abusada

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MARTES 22 DE ABRIL DEL 2014 EL COMERCIO .A19

OPINIÓN

“¿Es una fe sincera la fe que no actúa?”.Jean Racine (1639-1699), dramaturgo francés

El reino del permiso Lo que Bruce no tuvo en

cuenta

LA LECCIÓN DE LA INDIA

- ROBERTO ABUSADA SALAH -Economista

H asta hace poco tiempo se asociaba a la India con estancamiento econó-mico y pobreza generali-zada. El concepto de “ta-

sa de crecimiento indio” aun persiste en el léxico de los economistas para designar una tasa crecimiento extre-madamente baja.

Luego de su independencia de Gran Bretaña en 1947, el primer ministro Nehru impuso un modelo de planifi cación económica al esti-lo soviético. Dentro del modelo in-dio, empezó a surgir imparable, un enmarañado régimen de licencias, permisos y autorizaciones conoci-do como el ‘permit raj’, algo así como el “reino del permiso” (en alusión al British Raj o dominio británico). Durante el apogeo de tal régimen de permisos –que generaba, por supuesto, un altísimo grado de co-rrupción dentro del Estado–, cerca de cien agencias distintas de gobier-no tenían injerencia en el control de toda la actividad económica del país. Crear una pequeña empresa, importar una computadora o des-pedir a un trabajador incompeten-te se volvió una tarea prácticamente imposible.

Luego de décadas de estanca-miento causado por la aplicación del modelo económico indio y su mara-ña de permisos y controles, la India experimentó en 1990 un colapso económico de tal magnitud que la obligó a ser rescatada por la comuni-dad internacional. El estancamien-to y la bancarrota de la India en 1990 dieron paso a un programa de libe-ralización de la economía que inclu-yó el desmantelamiento del ‘permit raj’ bajo la conducción del primer ministro Rao y su entonces ministro de Economía Manmohan Singh. Es-te evento marcó, como ningún otro

C arlos Bruce no es un maricón, es un valiente. Tampoco es un radical. Es un conciliador y la prueba es que ha logrado con-vencer a todo el movimiento

LGBT de pedir menos de lo que por convic-ción igualitaria les corresponde, menos de lo que sus pares consiguieron en Argentina o Uruguay: una unión civil que no se llama matrimonio y no permite adoptar niños.

A la vez, Carlos el conciliador tuvo que convencer a la bancada del Apra, donde es invitado, para respaldar su proyecto. Y así vimos a Mauricio Mulder, que de joven se liaba a golpes con quien insinuara que Víctor Raúl era gay, disertar, correctísi-mo, entre banderas arco iris. Aprendan, miembros del ‘pontifi cio’ Partido Popu-lar Cristiano, ¡el Apra es la derecha liberal que les puede quitar el sitio que están usu-fructuando! ¡Qué vergüenza!

Pues me temo que toda esta labor de fi -ligrana de Bruce no tuvo en cuenta que el bando conservador se iba a poner tan tre-jo. Él puso una mejilla, mostrando el pro-yecto rebajado que tenía en las manos y, ¡zas!, la Iglesia le ha respondido con poco menos que una patada en el trasero.

Mi impresión es que en los últimos años hay un recrudecimiento del fundamenta-lismo católico en el Perú. La Iglesia está sa-boteando sistemáticamente toda reforma del Estado que amenace aumentar el libre albedrío de la gente y, con él, sus derechos sexuales y reproductivos. La consigna y lo-ca idea implícita es que desde el Perú, Chile y Colombia, faros de crecimiento sosteni-ble, se pueden revertir las ‘aberraciones sexuales’ que cunden en el Primer Mundo y empiezan a asolar la región. Sudaméri-ca, reserva natural del cristianismo, cuna del nuevo Papa, trinchera de fe, está llama-da a voltear una tendencia que el sentido común dice que es tan irreversible como lo fue la abolición de la esclavitud, el voto fe-menino y la legalización del divorcio.

Tan radical se ha puesto el clero, con Juan Luis Cipriani a la cabeza, que han he-cho causa común con sus rivales evangéli-cos y han depuesto inquinas internas. Por ejemplo, el monseñor Bambarén sería ca-paz de cualquier cosa con tal de fastidiar a Cipriani, salvo apoyar la unión civil.

Tan radical se puso el cardenal que pro-puso un referéndum, sin contar con que sus aliados políticos y empresariales no pue-den ver con buenos ojos un exabrupto ple-biscitario a lo Chávez. O tal vez se inspiró en California, donde la unión civil se permitió hasta que un referéndum anuló su base le-gal. Pero eso duró poco. La Corte Suprema la restituyó y el gobierno federal de Estados Unidos aceptó el matrimonio igualitario. Un paso atrás y varios pasos adelante.

El papa Francisco ha logrado dos mila-gros. Uno, que los gays lo crean ‘gay friend-ly’ porque dijo algo tan ambiguo como “quién soy yo para juzgarlos”, y, dos, que los ultraconservadores lo crean ‘Opus frien-dly’, porque saluda a su líder con un ‘che, Juan Luis’ (Cipriani dixit) y porque lo colo-có en su selecto Consejo de Economía.

No la tiene fácil, pero creo que el es-fuerzo concertado de Bruce puede y de-be ganar en el Congreso. Los legisladores indecisos tienen la gran oportunidad de aceptar la mano conciliadora que les tien-de la historia. Si no lo hacen, el futuro les va a pasar la factura. Y a Keiko le va salir muy caro el odio que destila en su bancada el pastor Julio Rosas.

el despegue económico de la India.

Mientras esto sucedía en la India, algo muy similar ocurría en el Perú. Desde la década de 1970, primaba la aplicación del modelo de sustitución de importaciones, eco-nomía cerrada, estatización de las principales actividades económicas del país, junto con la aplicación de un frondoso régimen de controles aplicado a toda la actividad priva-da restante. La economía colapsó en 1990 en medio del estancamiento y la hiperinfl ación.

Dos décadas más tarde, los pe-ruanos podemos distinguir con nitidez que el origen de nuestro ac-tual éxito económico y la enorme

disminución de la pobreza que hemos experimentado se encuentra precisamen-te en el abandono de aquel modelo de economía cerra-da al mundo, con empresas estatales manejando la elec-

tricidad, la minería, el petróleo, el acero, el cemento, la pesca, el trans-porte y el comercio exterior. Más importante aun, la liberalización de la economía implicó el fi n de las licencias, controles, permisos y el resto de medidas asfi xiantes aplica-das a toda la actividad creadora de riqueza.

Sin embargo, asistimos hoy al surgimiento de un nuevo tipo de in-tervencionismo, donde la burocra-cia estatal parece haber decidido reagruparse para crear un nuevo esquema de sobrerregulación y so-brefi scalización que está lentamen-te ahogando nuestro crecimiento y progreso. La enorme injerencia que tuvo el Estado en la producción y

que fue eliminada por las políticas de liberalización, renacen hoy nue-vamente usando nuevos instrumen-tos creados desde entes del gobierno central, gobiernos regionales y mu-nicipalidades que actúan de manera inconexa creando obstáculos, a ve-ces insalvables, a la inversión, el em-pleo y el progreso.

Ciertamente la liberalización de la economía peruana requería de nuevos entes de regulación que cuiden la competencia, que dicten normas allí donde existan monopo-lios naturales o que intervengan allá donde el mercado no puede gene-rar un resultado económico social-mente deseable. En cambio, lo que parece haber surgido es un Estado que quiere estar presente en la infi -nidad de las decisiones que los priva-dos despliegan al invertir, emplear y producir. Decenas de entidades con funciones tan diversas como la re-caudación de impuestos, la defensa civil, el control de medicamentos y la sanidad alimentaria o la supervi-sión de las condiciones y derechos laborales operan con un grado de discrecionalidad nunca antes visto. Todo ello crea tales niveles de incer-tidumbre en la relación entre el Es-tado y los particulares que termina inhibiendo el emprendimiento o lo empujan a la informalidad de baja productividad.

Vemos que el Ministerio de Eco-nomía, consciente del problema, creó hace meses una unidad encar-gada de remover obstáculos para permitir la consecución de decenas de grandes proyectos paralizados. El problema, sin embargo, está en otro lugar: en el “reino peruano del permiso” es toda la economía y sus millones de productores los que más sufren a diario el resurgimiento del monstruo burocrático.

DESPEGUEEl estancamiento y la

bancarrota de la India en 1990 dieron paso a un programa de liberalización de la economía.

RINCÓN DEL AUTOR

Los sueldazos de la Garcilaso- ENRIQUE PASQUEL -

Editor adjunto de Opinión

E n los últimos nueve años el sueldo acumulado del rector de la Universidad Garcilaso fue de S/.83 mi-llones. Y, al parecer, no es

el único suertudo de esa institución. En cuatro años, su secretario general recibió S/.20 millones. Asimismo, el secretario académico de la Facultad de Estomatología (e hijo del rector) ganó, entre el 2009 y 2013, más de S/.2,7 millones. Y la jefa de la Defen-soría del Estudiante (e hija del rec-tor) ganó más de S/.4 millones.

Vamos, no hay que ser muy pers-picaz para darse cuenta de que algo huele mal acá. Tanto así que este ca-so se prestó a la perfección para que varios congresistas lo utilicen como ejemplo de que en las universida-des privadas cualquier cosa puede pasar. Y, en consecuencia, para ar-gumentar que necesitan de más su-pervisión estatal. Supervisión que posibilitaría, de aprobarse, el pro-yecto de ley universitaria que el Con-greso debatirá próximamente.

Ahora, lo curioso es que escándalos como este son posibles, por el contrario de lo que se dice, gracias a la in-tervención estatal.

Déjenme explicarles. An-tes de que Velasco saboteara todos los sectores de nuestra pobre economía, las universidades priva-das eran controladas por sus funda-dores. En ese tiempo, un caso como el de la Garcilaso difícilmente hu-biese ocurrido, pues los fundadores estaban vigilantes (a fi n de cuentas, habían puesto en juego su patrimo-nio) y hubiesen puesto al rector y a su gente de patitas en la calle.

Pero Velasco, que no creía mucho en eso de la libertad individual, ex-propió a los fundadores de sus uni-versidades y decidió que estas debían estar dirigidas por quien le parecía a su muy revolucionario pero poco ilu-minado gobierno militar. Así, creó las asambleas universitarias, cuerpos integrados por profesores y alumnos que tomarían las decisiones de la ins-

titución de manera colectiva. Velasco tuvo la genial idea

de hacer con las universida-des algo similar a lo que hizo con las haciendas agrícolas. Las convirtió en cooperati-vas, donde todos los inte-

grantes de la organización son res-ponsables de todo y, por tanto, nadie es realmente responsable de nada.

Esta reforma facilitó que quienes estuviesen a la cabeza de las univer-sidades tuviesen gran capacidad de hacer lo que les viniese en gana con ellas. Además, ya a nadie le interesa-ba invertir capital en las mismas. Fue un tiro de gracia para la educación universitaria. Si se preguntan por qué nuestras universidades no se en-cuentran entre las mejores del mun-do, esta es parte de la respuesta.

El escándalo de la Garcilaso solo es el caso más llamativo de la inefi -ciencia que permitió este sistema creado por la intervención estatal. Gracias a ella, hoy el buen manejo de los recursos en las universidades sin

fi nes de lucro depende básicamente de la buena suerte: que las autorida-des que lleguen a dirigirlas resulten ser honorables y competentes.

Lo más lamentable, sin embargo, es que el proyecto de ley universita-ria que hoy se discute quiere profun-dizar en los errores que se cometie-ron en el velascato. De aprobarse, el control del manejo universitario pasaría en mayor medida a manos de burócratas estatales, que tienen aún menos interés e información so-bre la institución educativa que los miembros de las asambleas univer-sitarias. Y, de esta forma, se difumi-naría aún más la responsabilidad sobre las decisiones que se tomen dentro de la institución.

El proyecto de ley universitaria parte de un error insalvable: que las universidades funcionarán mejor si sus decisiones importantes las toma un burócrata indeterminado, que no asumirá las consecuencias de las decisiones que tome. Una suerte de pensamiento velasquista ‘reloaded’.

Pancho Villa y Venustiano Carranza

EL HABLA CULTA UN DÍA COMO HOY DE...

- MARTHA HILDEBRANDT -

1914terco(a) como una mula. Mula, o menos frecuentemente mulo, designa a un cuadrúpedo híbrido de caballo y burra, o asno y yegua. Por su intuición ante el peligro, se resiste a veces –casi siempre con acierto– a obedecer a su jinete, aunque esa vida humana podría ser salvada solo por la terquedad del equino. En La vida exagerada de Martín Romaña, Alfredo Bryce escribe: “Le estaba doliendo en el alma pero también el alma la tenía terca como una mula” (Barcelona 1995, p. 279).

En momentos trágicos para México, cuando la intervención estadounidense en ese país es real, se han reunido hoy en Chihuahua los caudillos Pancho Villa y Ve-nustiano Carranza. Villa llegó en tren es-pecial y la conferencia ocurrió en el cuar-tel general de Carranza, en un ambien-

te de gran cordialidad. Villa evidenció que reconocía la supremacía de Carran-za. Solo si se acepta la presidencia de Ca-rranza, habrá un interlocutor válido con el presidente estadounidense Wilson, que ha ordenado intervenir enérgicamente en México.

Director General: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C.

Director Periodístico: FRITZ DU BOIS F.

Directores fundadores: Manuel Amunátegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861]

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-Antonio Miró Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Miró Quesada de la Guerra [1935-1950]

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-Aurelio Miró Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Miró Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Miró Quesada Cisneros [1999-2008]

-Francisco Miró Quesada Rada [2008-2013]

MIRADA DE FONDO

FERNANDO VIVASPeriodista