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46 El valor del lenguaje en la epistemología de las ciencias sociales Luis Moya Salguero 28 Julio de 2008 El mayor aporte de las epistemologías postmodernas y post-estructuralistas, para las ciencias sociales, ha sido sin duda, para decirlo de algún modo, el rescate de la sub- jetividad históricamente negada en el discurso del proyecto de la modernidad iniciado en el siglo XVII. La idea de que las representaciones ocupan un lugar en la mente y que las verdades pueden ser únicamente construidas como efectos del lenguaje, fueron pensamientos localizados en el concepto de res cogitans y en el Discurso del Método de Descartes (1596-1650). Algunos otros atisbos en esta línea podemos reconocerlos en el pensamiento durkheimniano, a través del planteamiento sobre las “representaciones sociales”, concepto actualizado por Moscovici en 1961, para estructurar su teoría psi- cosocial de las representaciones colectivas. Pero también habían sido fundamentales en esta línea aquellos historiales clínicos sobre la histeria de Freud, que, en los límites del siglo XX, producen una ruptura con los procedimientos de anamnesis de la psiquiatría tradicional al virar el interés de la palabra hacia las vivencias subjetivas de las pacien- tes histéricas. Más adelante, este interés por el lenguaje conduce a Freud a la escritura de reflexiones como Interpretación de los sueños y sus trabajos sobre El chiste y su relación con el inconsciente, elaboraciones que irrumpen en aquel contexto de franca consolidación de la ciencia positiva y del positivismo lógico en la comunidad científica europea y el Círculo de Viena. Posterior a estos recorridos está el aporte de la lingüística estructural de Ferdinand de Saussure, más tarde formalizado en la antropología de las estructuras elementales de parentesco de Claude Levi Strauss, como el “estructuralismo”, en el que el lenguaje cumple una función principal. La propuesta del estructuralismo levistraussiano fue la incursión más significativa, junto con Roland Barthes, para la explicación de los mitos y de las relaciones sociales en términos de redes complejas de significados, en los años 28. Docente de la Carrera de Psicología e investigador del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades de la UMSS

El Valor Del Lenguaje en La Epistemología de Las Ciencias Sociales

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    El valor del lenguaje en la epistemologa de las ciencias sociales

    Luis Moya Salguero28Julio de 2008

    El mayor aporte de las epistemologas postmodernas y post-estructuralistas, para las ciencias sociales, ha sido sin duda, para decirlo de algn modo, el rescate de la sub-jetividad histricamente negada en el discurso del proyecto de la modernidad iniciado en el siglo XVII. La idea de que las representaciones ocupan un lugar en la mente y que las verdades pueden ser nicamente construidas como efectos del lenguaje, fueron pensamientos localizados en el concepto de res cogitans y en el Discurso del Mtodo de Descartes (1596-1650). Algunos otros atisbos en esta lnea podemos reconocerlos en el pensamiento durkheimniano, a travs del planteamiento sobre las representaciones sociales, concepto actualizado por Moscovici en 1961, para estructurar su teora psi-cosocial de las representaciones colectivas. Pero tambin haban sido fundamentales en esta lnea aquellos historiales clnicos sobre la histeria de Freud, que, en los lmites del siglo XX, producen una ruptura con los procedimientos de anamnesis de la psiquiatra tradicional al virar el inters de la palabra hacia las vivencias subjetivas de las pacien-tes histricas. Ms adelante, este inters por el lenguaje conduce a Freud a la escritura de refl exiones como Interpretacin de los sueos y sus trabajos sobre El chiste y su relacin con el inconsciente, elaboraciones que irrumpen en aquel contexto de franca consolidacin de la ciencia positiva y del positivismo lgico en la comunidad cientfi ca europea y el Crculo de Viena.

    Posterior a estos recorridos est el aporte de la lingstica estructural de Ferdinand de Saussure, ms tarde formalizado en la antropologa de las estructuras elementales de parentesco de Claude Levi Strauss, como el estructuralismo, en el que el lenguaje cumple una funcin principal. La propuesta del estructuralismo levistraussiano fue la incursin ms signifi cativa, junto con Roland Barthes, para la explicacin de los mitos y de las relaciones sociales en trminos de redes complejas de signifi cados, en los aos

    28. Docente de la Carrera de Psicologa e investigador del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades de la UMSS

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    1950. Michel Foucault y Jacques Lacan, lectores de Saussure y Levi Strauss, retoma-rn estas ideas, para confi gurar una postulacin ms all del estructuralismo, lo que se consolidar, con Jacques Derrida, como la corriente del post-estructuralismo. Desde en-tonces, las ciencias sociales no han podido dejar de encontrar en el lenguaje la vertiente para el redescubrimiento de la subjetividad, vertiente sin la cual, las ciencias sociales seguiran adheridas a la tradicin positivista.

    El siguiente ensayo pretende situar dos dimensiones epistemolgicas: la importancia de la presencia del lenguaje y de la dialctica de lo imaginario en el abordaje de lo so-cial en las ciencias sociales. Pretendemos, por tanto, localizar a travs de una refl exin epistemolgica, en la lingstica inicialmente, pero tambin en la semiologa y luego en el psicoanlisis, el valor de la vertiente del lenguaje y sus consecuencias sobre las con-secuencias de las construcciones identitarias en los abordajes de la dimensin social. Intentaremos recorrer desde esta primera disciplina, la subversin que plantea el psi-coanlisis para entrever la dimensin del smbolo vinculada al estatuto de lo subjetivo.

    La dimensin social del lenguaje

    Partamos de Saussure, el iniciador de la Lingstica Estructural y del Estructuralis-mo.

    La lengua, dice Saussure en su Curso de lingstica general, es una parte del lengua-je y como tal, es un producto social, es decir, un conjunto de convenciones adoptadas por el cuerpo social que permite a los individuos un uso comunicativo (Saussure, 1907 [1972]). El uso de una lengua por un individuo, se produce desde la dimensin externa a ste y es una funcin de la convencin social.

    El signo constituye una entidad material compuesta por un concepto y una imagen acstica, la cual se defi ne como huella psquica y no necesariamente como sonido ma-terial. El concepto es el signifi cado y la imagen acstica, el signifi cante.

    Saussure entenda el algoritmo del signo en una relacin positiva entre el signifi cado y el signifi cante. En su anlisis del signo plantea: Todo lo que precede quiere decir que en la lengua no hay ms que diferencias; ms aun, las diferencias suponen en general trminos positivos entre los cuales ellas se establecen, pero en la lengua no hay ms que diferencias sin trminos positivos (Saussure, 1907 [1972]). Al planear esta rela-cin entre ambas instancias, Saussure supera el debate acerca de la representacin en el conocimiento, entre realismo que propona el acento en el objeto y nominalismo que lo colocaba sobre el sujeto; el debate sobre el realismo inaugurado en la tradi-cin fi losfi ca griega, afi rmaba que el conocimiento consista en la identifi cacin de la representacin con el referente de la realidad, en la que el signo se conceptualizaba con

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    el nombre de la cosa, mientras el nominalismo destacaba la funcin de la representacin con relacin al sujeto (Carbajal, 1982).

    En el siguiente grfi co observamos el signo de Saussure y la relacin positiva en-tre el signifi cante y el signifi cado y la correlacin signifi cado-concepto y signifi cante-imagen acstica.

    Para Saussure, el signo implicaba una inseparabilidad entre signifi cante (aspecto material) y el signifi cado (concepto mental). Pero adems, este autor formula la nocin de naturaleza arbitraria en la relacin existente entre el signifi cado y el signifi cante. Para ejemplifi car esto, podemos retomar el ejemplo de Cobley y Jansz que ilustra cmo el concepto mental de la palabra perro puede ser enunciado por un sinfn de signifi -cantes alternativos; ah estn por ejemplo las diversas formas en que, en una sola lengua o en las distintas lenguas, pueden referirse a l: perro, ladrador, can, dog (ingls), chien (francs), hund (alemn), etc. (Cobley y Jansz, 1997). Cualquier signifi cante puede ser til para expresar el concepto mental, slo que en una comunidad de hablantes, stos convienen, para comunicarse, es decir, para transferirse contenidos de la mente, con-ceptos mentales, dira Saussure29.

    La consecuencia de esta concepcin de la lengua tiene una directa conexin con la teora de la comunicacin, en la que el mensaje de un individuo slo puede entenderlo otro individuo si est expresado en un cdigo comn. En el caso humano, ese cdigo es el lenguaje.

    El lenguaje tendra, desde esta perspectiva, la facultad de nombrar, hacer emerger e integrar la realidad en tanto construccin social en una comunidad lingstica. Los individuos pueden comunicarse contenidos mentales, es decir, conocimientos y pensa-mientos sobre las realidades, si es que esas realidades estn articuladas en el lenguaje. De otro modo, no. Todo lo que no est representado simblicamente en el idioma de una comunidad lingstica no puede ser conocido por sus miembros y no pueden, por tanto, comunicarse entre s sobre ello. As, las realidades conocidas slo pueden estar presentes en el lenguaje.

    Cul es entonces la relacin entre representacin y signo?

    Las representaciones, equivalen a las imgenes mentales, las cuales en tanto objetos de la mente, en otros campos, como en la sociologa, han sido tambin defi nidos como imaginario social.

    29. Benveniste, por su parte, que haba transcurrido por los caminos del estructuralismo de Saussure, dir sin embargo a diferencia de su maestro que la relacin entre el significante y el significado es automtica, directa y necesaria, y no arbitraria (cit. por Cobley y Jansz, 1997).

    Concepto

    Imagen acstica Significado

    Significante

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    Imaginemos, por un momento, la ilusin de que lo que ahora escribimos podra ser absolutamente novedoso para algunos, de modo que en la medida en que estas lneas puedan ser ledas, es decir, articuladas en una diferente lgica para el lector, ste tendr la sensacin de la adquisicin de un conocimiento nuevo, por ejemplo, la experiencia de una nueva perspectiva de lo que es el conocimiento en su materia. Se notar inmedia-tamente que de lo que se trata no es de la implementacin de neologismos, sino de una diferente articulacin de los morfemas y posiblemente de un sentido novedoso. Pero, tanto lo que en este momento imprimo en el papel, como lo que el lector interpreta de l, es efectivo posiblemente por la funcin de la escritura, pero esencialmente por la lgica que se desprende de estas articulaciones.

    Pero el conocimiento que deseo comunicar, est en este papel? No lo creo. Para probar esto podramos intentar drselo a un chino y esperar a que estas letras man-chas de tinta, tal como son los signos de la escritura china para nosotros le produzcan en su intelecto el conocimiento que yo intento transmitir. Podr el chino encontrar el sentido que propongo aqu? Ser posible que adquiera en esta va un conocimiento respecto de lo que aqu est escrito?

    Se entiende que para que un lector encuentre el sentido de este texto, y adquiera en consecuencia un conocimiento, es necesario que haya la mediacin de un cdigo. Est claro adems que no es la tinta del papel lo que produce el conocimiento, sino el proce-so en el que se involucran el cdigo, los semantemas y morfemas en la estructuracin de un sentido particular.

    Lo que en nuestra civilizacin se denomina conocimiento cientfi co, no es sino la articulacin lgica de un lenguaje codifi cado acaso experto y especfi co que en su coherencia de s misma, cobra el sentido de representar de manera rigurosa a la realidad, y construye respecto de sta, una consistencia discursiva capaz de ordenar el mundo bajo una organizacin de las leyes propias del lenguaje, lo cual le proporciona una racional particular, que cuenta adems con la aprobacin de una comunidad de individuos.

    Esta imposibilidad de relacin entre estas tres dimensiones est plateada ms cla-ramente en la versin sobre la lingstica que Lacan obtiene de Saussure al invertir el signo. Lo veremos ms adelante.

    El enfoque psicoanaltico de la relacin signifi cante/signifi cado

    Es Lacan, quien, en su intento de formalizar el discurso psicoanaltico, reformula la teora sobre el inconsciente, acudiendo para esto a esa intuicin fundamental de Freud sobre el lenguaje. En su escrito titulado Funcin y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanlisis (1953), Lacan rescata el planteamiento de Saussure, y defi ne al lengua-

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    je como la va de las manifestaciones del inconsciente: El inconsciente est estructu-rado como un lenguaje (Lacan, 1953).

    La revuelta estudiantil de Mayo del 68 constituye el hito social, poltico y acadmico que intent derrocar el estructuralismo, teora en la que se vislumbraba efectos ideo-lgicos y que propona que el sujeto humano era un receptculo pasivo de estructuras e instituciones sociales y culturales, que hacan pensar y actuar sin que los individuos pudieran ser conscientes de ello. Esto implicaba una sujecin a normas sociales, mitos y relaciones de parentesco, y mostraban un panorama sombro y antihumanista en el que estaban atrapados los individuos, ya que echaba por tierra toda idea de la autonoma de los individuos: las estructuras sociales lo determinaban todo. La revuelta intent rescatar de la dominacin del sistema, la subjetividad y la accin individual, hacia la bsqueda de una autonoma del sujeto. Como sabemos, esta revuelta estudiantil tuvo caractersticas acadmicas, pero tambin ideolgicas y sociales alrededor de las comu-nidades acadmicas en todo el mundo.

    Lo que Lacan comienza a platear en este contexto, siguiendo en cierta medida el razonamiento estructuralista de Levi-Strauss pero adems integrando de una manera hasta entonces indita la subjetividad y su dimensin singular en el lenguaje, es la idea de que el sujeto est sometido a este lenguaje inclusive desde antes de haber naci-do. Para Lacan, la dimensin del lenguaje es correlativa de la dimensin cultural, que siendo una dimensin del inconsciente y del sistema de signos, externo, pero a la vez interno, extrao e ntimo extimo dir Lacan preexiste al sujeto, y es ste, quien, en el curso de su desarrollo, puede nombrar al mundo en una estructuracin simblica de la realidad. Esta es la explicacin por la cual el sujeto al mismo tiempo que est separado del lenguaje por serle externo es tambin producto de l, en tanto sujeto del inconsciente; es decir, de alguna manera, el sujeto deviene desde lo inconsciente, interno, confrontado con el lenguaje.

    Pero el mismo lenguaje no le permite al sujeto nombrar todo; hay realidades subjeti-vas la realidad inconsciente precisamente que el sujeto no puede nombrar desde su posicin consciente o voluntaria. As, para Lacan, la dimensin del lenguaje produce, engendra, el campo de lo no dicho, lo no simbolizado. Este es el campo al cual Lacan denomina como lo real, aquello que no se puede decir, que est ausente entre las re-presentaciones del lenguaje y sus signifi cantes. Diferencia as lo real del concepto de realidad30.

    La diferencia entre ambas instancias est en la posibilidad de su presencia en el lenguaje o su externalidad. Esta perspectiva y la presencia de la estructura del len-guaje en la teora del inconsciente, sita al mismo tiempo la ausencia del objeto

    30. Vase Los escritos tcnicos de Freud. Seminario 1 de Jacques Lacan (1953-1954).

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    del cual se habla, en la estructura signifi cante. Lacan comienza a distanciar as al psi-coanlisis, de las corrientes estructuralistas de su tiempo ya que no todo es estructura simblica, sino que esta estructura toma consistencia gracias a la ausencia de un objeto fundamental.

    Las consecuencias de este razonamiento conducen a Lacan a plantear la inversin del signo de Saussure, poniendo el signifi cante por encima de la barra y el signifi cado por debajo.

    Signifi canteSignifi cado

    Con esto destaca la primaca del signifi cante sobre el signifi cado y la desaparicin de la relacin, la unidad entre ambos y el paralelismo.

    Para Lacan no existe una relacin positiva y pura entre el signifi cado y el signifi can-te. En esta formulacin de lo que se trata es de dos dimensiones distintas. Al plantear la primaca signifi cante, Lacan situar la signifi cancia con relacin a la articulacin que los signifi cantes y sus diferencias que guardan entre s, los cuales producirn efectos de signifi cado en una dimensin de lo subjetivo. El signifi cado y el objeto se producen, por tanto, como un efecto y una construccin del lenguaje. El signifi cante, por s mismo, no signifi ca nada, dice Lacan, no produce efectos de signifi cacin. La subversin laca-niana a la concepcin saussuriana del signo, pero tambin la subversin a la lingstica estructural, consiste en que el signifi cante no contiene en s mismo un sentido, sino que el signifi cante se defi ne en su relacin y diferencia con otro signifi cante, es un represen-tante de otro signifi cante en un desplazamiento metonmico encadenado. Por debajo de la barra se desplaza el signifi cado ad infi nitum, paralelamente al signifi cante, donde en realidad ninguno se encuentra.

    S,S,S,S,S,S s,s,s,s,s,s,s..

    Para Lacan, la cadena de signifi cantes, las S mayscula, es el campo en el que el sujeto puede decir su relacin y su conocimiento sobre la realidad del mundo. Abajo, la serie de las s minsculas, implica que en el fondo, el fundamento signifi cante de lo subjetivo que defi ne lo ms singular de cada sujeto, es imposible de decir, es escurridizo e inasible por la palabra. En este nivel, Lacan sita lo real como precisamente lo que no se puede decir, lo que no tiene sentido alguno. Existe para Lacan una suerte de desva-lorizacin del signifi cado que implica que el trabajo con el inconsciente se centra en el puro juego de los signifi cantes, lo cual se parece mucho a la lgica matemtica, es decir, al juego signifi cante en el que no se pretende necesariamente decir algo con sentido31.

    31. Para Lacan, la lgica slo puede serlo del significante; slo hay lgica del significante: Para Lacan la lgica matemtica es la ciencia de lo real porque, ms all de las articulaciones lgicas, permite captar qu quiere decir lo imposible. (Miller, 1988).

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    La caracterstica del lenguaje matemtico cuya construccin apunta a la anulacin de todo sentido posible si se quiere, a un sinsentido se opondra a las construcciones sociales de sentido o construcciones imaginarias que son justamente las interpretacio-nes sobre la realidad, las categoras socialmente compartidas. La barra hace alusin a la ausencia de relacin entre ambas instancias, es decir, no hay desplazamiento en sentido vertical, del signifi cante a signifi cado (Cobley y Jansz, 1997).

    La forma en que el sujeto ocupa un lugar en la realidad, un lugar en el mundo, es la forma en que tiene una posicin con respecto al lenguaje, de modo que la relacin en que el sujeto se encuentra cifrado por el lenguaje, defi ne al mismo tiempo su dimensin subjetiva. Estas son las consecuencias epistemolgicas de la sentencia, el inconsciente est estructurado como un lenguaje, que acompaar los desarrollos tericos de Lacan sobre el psicoanlisis hasta el fi nal de su produccin y su reconceptualizacin de los conceptos del psicoanlisis, aproximadamente hacia 1980.

    Hay otra cosa que dice Lacan en La Tercera, respecto de la construccin de los senti-dos: Yo me precio de hacer decir en una frase a cualquier palabra cualquier sentido (Lacan, 1974). Es decir, el efecto del sentido no adquiere el signifi cante por s mismo sino en relacin con otro cualquiera; el sentido se construye en la relacin diacrnica, cuando un signifi cante que se sita luego de otro signifi cante modifi ca su sentido y fun-cin dentro una enunciacin. Veamos el siguiente ejemplo:

    UnUn hombreUn hombre bienUn hombre bien parecidoUn hombre bien parecido al mono (Carbajal, 1982).

    Cada una de estas frases produce distintas signifi caciones y slo por efecto del lti-mo signifi cante. La construccin del sentido, la construccin del signifi cado se va con-fi gurando en funcin de la diacrona en la que va discurriendo la frase, de modo que el sentido ltimo es funcin de los signifi cantes fi nales en una temporalidad retroactiva. A esto Lacan denomin punto de almohadillado trmino obtenido de la tapicera o punto de capitn, que es la forma en que la tensin de los botones o puntos en el tapiz, se va produciendo quedan sellados, dice Lacan a partir de un hilo que sujeta la ten-sin de todos los puntos, tal como en las oraciones, cada palabra fi nal aadida que en el caso del psicoanlisis tiene la funcin de signifi cante maestro defi ne el sentido de toda la frase. La interpretacin del sentido se da desde lo ltimo dicho, hacia el princi-pio. Lo dicho al fi nal estructura todo enunciado anterior. El sentido es una construccin desde lo ulterior dicho.

    Desde el punto de vista de Lacan, lo que el sujeto dice a travs de la articulacin de la cadena de signifi cantes, no encuentra puntos de consenso en lo social, no obstante el

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    espejismo de las comunidades lingsticas, sino que es la expresin de una singularidad subjetiva en la que se sita una realidad que localiza el lugar primordial donde el sujeto ha sido tomado por la dimensin del lenguaje y la cultura, como experiencia nica e irrepetible, donde este sujeto pierde su naturalidad de viviente para ingresar en el len-guaje y en la humanizacin.

    Y aunque para Lacan, la teora sobre el psicoanlisis es algo que tiene aplicacin precisa nicamente en el sujeto, es decir, en aquel que habla y se instala en una trans-ferencia singularizada para hacer hablar a su inconsciente, las consecuencias de estos enunciados reabrirn las puertas para la reinterpretacin de los textos sociales de Freud: Ttem y Tab (1913), Psicologa de las masas y anlisis del yo (1921), El malestar en la cultura (1929). Y es que en las ciencias sociales, se empieza a asumir que el inconscien-te est estructurado como un lenguaje, es decir, que la va de acceso a la subjetividad y al inconsciente es slo posible por el lenguaje. Conclusin con la que el propio Freud se haba adelantado al momento histrico del desarrollo de las ciencias sociales, mediante la interpretacin de los sueos y la hiptesis del inconsciente, para justamente irrumpir frente al Crculo de Viena, es decir, en plena era del auge positivista de los aos 1900.

    Freud haba producido as un viraje para la psicologa del individuo, para la psicolo-ga social y para la sociologa, al construir un objeto en nada positivo, un objeto que no es un elemento de la realidad, sino que su carcter est dado por su estatuto de prdida y de ausencia, estatuto que Lacan formaliza como el objeto a, el objeto perdido en la estructura. Lo que se estudia en psicoanlisis es entonces un objeto que no es positivo y que no est presente, sino que se construye por el devenir discursivo del sujeto que ha-bla. El objeto a es aquello de lo cual el sujeto habla sin saber que alude a l; el lenguaje es la consecuencia y al mismo tiempo el intento de recuperar, simbolizar este objeto que se ha perdido.

    Con la articulacin del lenguaje en el abordaje del sujeto del inconsciente, el psicoa-nlisis introduce la ruptura epistemolgica con las ciencias positivas que explotaban la observacin objetiva y la racionalidad como fuente de informacin; el psicoanlisis, la teora sobre el lenguaje y el signifi cante, pero no del lenguaje de la lingstica sino ms bien de la ligistera o de lalengua, dira Lacan, introducirn el sentido de la sub-jetividad y de lo no racional en la refl exin sobre lo social, desde donde se redescubrir aquella dimensin humana que la ciencia de la modernidad haba olvidado y negado deliberadamente por siglos. Con la subjetividad y las subjetividades, articuladas al len-guaje, las ciencias sociales (la psicologa, la sociologa, la antropologa) hallarn lo suyo, pero olvidando la dimensin del inconsciente para poner el acento en la dialctica de lo imaginario como construccin social. Las ciencias sociales adoptarn el concepto de imaginario desarrollado por Lacan en su Seminario sobre Los escritos tcnicos de Freud (1953-1954 [1986]), justamente para operar el abordaje de las construcciones de sentido que se producen entre los individuos, los grupos y las comunidades. Por su par-

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    te, el psicoanlisis en la lnea lacaniana, avanzar en la construccin de los conceptos de imaginario, simblico y real, para depurar la intervencin psicoanaltica al sujeto del inconsciente.

    Con estos conceptos propuestos, lo individual y lo social, se articularn en la conti-nuidad indisociable que Freud ya haba previsto en Psicologa de las masas y anlisis del yo (1921). El lenguaje interno y externo, el lenguaje como cultura, y la cultura como lenguaje, fundamentarn la afi rmacin de que la cultura y el lenguaje son el marco de las acciones humanas, enunciado solidario de otro, segn el cual, la accin deviene gobernada por el signifi cante. Las coordenadas de la subjetividad individual nico ncleo de produccin de lo novedoso en la cultura en interseccin con lo social pre-existente, defi nirn la cualidad de cualquier producto cultural.

    El Estadio del espejo y conocimiento en el campo de lo imaginario

    La teorizacin sobre la dimensin del lenguaje fue sin duda el aporte ms signifi ca-tivo del psicoanlisis a la psicologa social, y sin embargo, de esta dimensin, Lacan obtiene tambin la formalizacin de lo imaginario a partir de una serie de conceptos t-picos que ya haban estado presentes en los trabajos de Freud. Prcticamente el plantea-miento ptico del yo que est expuesto inicialmente en el Estadio del espejo (1949) y ms adelante con un mayor desarrollo en su seminario sobre Los escritos tcnicos de Freud (1953-1954 [1986]), Lacan lo obtiene de Introduccin al narcisismo (1914), de Tres ensayos para una teora sexual (1920), de Organizacin genital infantil (1923), y de El yo y el Ello (1923).

    Lacan, a propsito de los comentarios sobre Los escritos tcnicos de Freud intro-duce el concepto de imaginario como correlativo de la constitucin de la imagen del yo en el espejo: Imaginaria, se refi ere aqu, primero, a la relacin del sujeto con sus identifi caciones formadoras, ste es el pleno sentido del trmino en anlisis; segundo, a la relacin del sujeto con lo real, cuya caracterstica es el de ser ilusoria: es ste el aspecto de la funcin imaginaria destacado ms frecuentemente (Lacan, 1953-1954 [1986])32.

    El texto El estadio del espejo como estructurador del yo tal como se presenta en la experiencia picoanaltica de J. Lacan (1949) es, posiblemente, el aporte ms revelador del fundamento de la dialctica de lo imaginario y de la estructuracin del yo, tal como es actualmente comprendido en el psicoanlisis y su infl uencia en algunas corrientes de la psicologa social y la sociologa. Se debe reconocer sin duda el aporte de Lacan y de su teora sobre lo imaginario, a la sociologa contempornea, tanto en las corrientes

    32. Es necesario aclarar que Lacan en esta poca de su produccin terica en psicoanlisis, utiliza el concepto de lo real de modo similar al concepto de realidad. Ms adelante este concepto se definir como lo que est fuera de toda simbolizacin posible, lo que no se puede decir.

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    de estudios sociolgicos en europea con Cornelio Castoriadis, Alberto Melucci, pero tambin en autores como Antony Giddens y el mismo Alan Toureine, as como en estudios sociolgicos en Latinoamrica Pablo Vila, Jess Martn-Barbero y Nstor Garca Canclini principalmente y en Bolivia33, corrientes en las que se ha construido el concepto de imaginario social que con tanta vigencia ha permitido una frondosa produccin investigativa y una incisiva teorizacin sobre la dialctica de las identidades sociales, la explicacin y comprensin de los movimientos sociales contemporneos, as como la construccin de la teora de la accin social. Hay que decir que no slo en Europa esta lnea ha tenido sufi cientes adherentes entre los ms prestigiosos tericos; en Amrica Latina y particularmente en Bolivia los socilogos han retomado tambin este concepto junto al de identidad, para explicar la dialctica social en vista de la emer-gencia, sin precedentes, de las identidades indgenas, los movimientos sociales y las trasformaciones sociales.

    En El estadio del espejo Lacan plantea que la aparicin del sujeto humano tiene lugar en el campo del Otro, la madre y su falta, en esa carencia estructural en la anato-ma femenina que defi ne su deseo, carencia a la cual, el nio, sin an haberse constitui-do como ser humano, se identifi ca.

    La primera realidad del cuerpo orgnico del viviente, es la confrontacin especular con ese deseo, con esa falta fundamental, proceso que se produce con la primera apa-ricin en el lenguaje bajo la forma de un signifi cante, como estructurante maestro de toda realidad psquica primaria; esto ltimo quiere decir que sin la presencia de esta falta primordial en la madre, sin ese signifi cante de la falta en el Otro, dira Lacan, todo proceso estructurante de la realidad podra ser, como constitucin, imposible. Sin duda las modalidades de este proceso son fenomenolgicamente infi nitas y sin embargo, el psicoanlisis ha identifi cado al menos tres formas de enfrentamiento que dan lugar a las tres estructuras, en las que se defi nen todas las posibilidades psicopatolgicas conoci-das, que pueden entenderse al mismo tiempo como formas en que el sujeto se relaciona con la realidad: las neurosis, las psicosis y las perversiones.

    Aboqumonos a las neurosis que es la forma estructurada bajo la cual los sujetos tie-nen la opcin de signifi cabilizar la realidad del mundo y sostener una relacin con ella, mientras que la construccin de la realidad en la psicosis, no es posible, o no es posible sino slo bajo la forma alucinatoria y delirante. Es decir, la presencia de un signifi can-te primario en la estructura de las neurosis S1 en la matemtica lacaniana har fundamento a la construccin de la subjetividad, de la racionalidad y la personalidad, condiciones sin las cuales el sujeto no podra sostener sus relaciones con la realidad.

    33. Vase trabajos de la sociologa boliviana de la ltima dcada en La Paz y Cochabamba. Particularmente en Cocha-bamba puede identificarse Adolfo Mendoza, Walter Snchez, Alejandra Ramrez, Mauricio Snchez, Raquel Velasco, para mencionar slo algunos, as como trabajos sobre movimientos sociales, sobre cultura, comunicacin y procesos identitarios urbanos y rurales. La publicacin Estados de la investigacin, Cochabamba (2005) (PIEB, CESU, DICYT-UMSS) ha consignado una produccin importante sobre las temticas de la identidad y procesos sociales y culturales.

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    La realidad primera desde donde el nio construye su yo es inicialmente una reali-dad fragmentada, sostenida por la prematurez biolgica y el insufi ciente desarrollo del crtex y las terminaciones neuronales. Es el cuerpo viviente donde la pulsin de los rganos autoerticos no han construido nada que se parezca a la unidad de la imagen de un yo: La unidad comparable al yo no existe en el origen, afi rmar Lacan ms tarde, su primer seminario titulado Los escritos tcnicos de Freud (1953-1954 [1986]). Esta incoordinacin primordial e indefensin de la cra humana, a diferencia de las restantes especies, defi ne su vulnerabilidad y su condicin de dependencia a un Otro, depen-dencia sin la cual el nio no podra simplemente subsistir. En este punto de alienacin al deseo materno, a esa falta, a ese signifi cante Uno (S1), este cuerpo fragmentado, incordiando, comenzar a cobrar unidad. La fragmentacin del cuerpo ser el estado de desorganizacin amenazante del mundo que varias veces ha sido demostrado en las aproximaciones a la comprensin de la esquizofrenia, es decir, toda vez que el S1, sig-nifi cante maestro, est ausente de la estructura subjetiva.

    El psicoanlisis puede dar cuenta de esta fragmentacin, cada vez, cuando descubre los efectos del lenguaje en el sujeto en el cuerpo histrico por ejemplo y cules son al mismo tiempo las modalidades de la relacin del sujeto con la realidad, en esa dia-lctica en la que se producen los procesos de proyeccin, introyeccin, reintroyeccin, etc.; la imagen funciona como una superposicin, una ilusin, un espejismo que articula el efecto de unidad sobre la realidad fragmentada del cuerpo34. Por lo dems, para la mayora de los humanos, quienes se inscriben en la estructura de las neurosis, la unidad del cuerpo, la identifi cacin a esa falta en el Otro la madre, la imagen unifi cada del cuerpo, asumida como imagen jubilosa y narcisstica, ser el primer efecto del suceder psquico. No hay nada que garantice, para el sujeto, que su cuerpo est articulado en una unidad, salvo este recurso ortopdico imaginario que pone todos los rganos del cuerpo en algo que no es sino similar a una bolsa y que es la superfi cie de la piel, es decir, el yo como el lmite de todo lo que es perceptible visualmente del cuerpo.

    El efecto del lenguaje fundante, singularizado en cada sujeto por el S1, defi ne tam-bin la singularidad de la percepcin de la realidad, pero tambin de lo que no se per-cibe de la realidad, y produce y reproduce a su vez, los efectos imaginarios subsecuen-tes sobre el orden del mundo. Simblico e Imaginario conceptos introducidos por Lacan determinarn as el conocimiento y el ordenamiento de la realidad. De otro modo: la realidad simblica o imaginaria depende de la relacin del sujeto con el len-guaje. El umbral de la realidad del mundo se construye en la medida en que se construye el yo y su libido. Libido es el concepto que aparece en el seminario sobre Los escritos tcnicos de Freud, en el captulo de la Tpica de lo imaginario (1953-1954 [1986]),

    34. Es evidente que la discusin sobre las estructuras de personalidad en psicoanlisis neurosis, psicosis y perver-sin esclarecen que no hay una nica va en que los humanos sostienen una relacin epistmica con el mundo; para decirlo de manera simplificada, esta relacin es simblica-imaginaria para la neurosis, imaginaria-real para la psicosis y simblica-real para la perversin.

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    donde Lacan defi nir, siguiendo a Freud, que es aquella energa sexual del yo, es decir, libido del yo, que se dirige a los objetos. Freud ya haba descrito la funcin de la libido en la neurosis y la psicosis, para diferenciar la relacin que cada una de estas estructuras tiene con la realidad. As, en la neurosis la libido se dirige a los objetos externos (libido objetal), mientras que en la psicosis, la megalomana demuestra los efectos de deforma-cin alucinatoria de la libido que se dirige al yo.

    Antes de la aparicin de un sujeto como sujeto humano, es decir, un hablante, hay nicamente lo que se podra denominar un viviente; es en el cuerpo orgnico, no desprovisto de su capacidad de goce, en esa versin de cra humana, donde el lenguaje introduce el sentido de la subjetividad, separando lo viviente de lo humano, lo real del lenguaje, la carne del sujeto y separando la naturalidad biolgica del sujeto del lengua-je. As, la funcin del lenguaje tendr, para el psicoanlisis, la funcin de la fragmenta-cin, la separacin. Este signifi cante primario constituir la subjetividad articulada con el lenguaje y la inconsistencia del ser para el sujeto humano. Lacan defi nir entonces al lenguaje como el ser de todo humano hablante (1964). El sujeto mtico en su estado inicial es el efecto fundante que produce la presencia del lenguaje sobre el ser biolgico; el lenguaje constituye as la dimensin ontolgica o el ser en la criatura humana; a partir de este instante, que podemos denominar el instante mtico del sujeto, ya que no se puede precisar su aparicin en la fenomenologa de los hechos, ste dejar manifestar la pulsin, esta instancia mediadora entre el cuerpo y el psiquismo.

    Hay un elemento ms que nos interesa destacar a propsito de esto, y es esa ausencia radical de relacin que existe entre la realidad, los signifi cantes y las representaciones mentales diremosindividuales. Es decir, la realidad slo es posible para el sujeto del conocimiento en su imaginacin y el lenguaje slo mantiene con la realidad y con la imaginacin una relacin semntica. Esto equivale a sealar que las pautas sonoras no son los objetos de la realidad, sino slo los representan.

    La ilustracin en el campo de la psicologa es aqu pertinente cuando, por ejemplo, se le pide a una persona que se dibuje a s mismo. El grfi co del papel que el sujeto elabora de s mismo, es slo eso, un grfi co, inclusive trazos de tinta o carbn; y aunque representa una imagen individual, no es precisamente la imagen mental que el sujeto se ha formado de s mismo. Esa imagen est por decirlo de algn modo en la mente del sujeto y es intransferible a un papel tan fi elmente como se presenta en la mente; pero es evidente que hay un juicio en el dibujante que pretende identifi car en aproximaciones sucesivas los trazos del dibujo a la imagen mental. Por lo tanto, el dibujo tampoco es la realidad misma, es decir, la fi gura individual. La realidad slo puede ser representa-da a travs de imgenes mentales como formas en que los humanos se relacionan con esa realidad. Este es el campo de las representaciones en el que el grfi co en el papel, representa precariamente la imagen mental y la imagen mental representa por tanto precariamente la realidad. Pero adems esta relacin que se tiene con la realidad

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    constituye los que podemos denominar la tragedia del conocimiento humano, ya que ninguna se corresponde sino slo por una relacin semntica, es decir, en ltima ins-tancia son representaciones individuales de una realidad inasible y hay que aadir, por tanto subjetivas.

    Dos tensiones del razonamiento cognoscente

    A partir de esta presencia primordial del lenguaje, el cuerpo ingresa en el progreso de la coordinacin de las acciones articuladas que progresivamente le permite al nio el dominio de su cuerpo. La coordinacin de la integracin motora adquiere as un proceso sincronizado imaginario sobre la base de una estructura signifi cante que subyace a toda experiencia positiva: Es sta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez primera, experimenta que l se ve, se refl eja y se concibe como distinto, otro de lo que l es: dimensin esencial de lo humano, que estructura el conjunto de su vida fantasmti-ca (Lacan, 1953-1954 [1986]). Este es el mayor hallazgo en el campo de la dialctica imaginaria: la imagen en el espejo construye la imagen de s mismo como diferente de lo que l mismo es. La identifi cacin a la falta de la madre tiene as un efecto unifi ca-dor, narcisstico de la realidad corporal y, en tanto adquiere una consistencia yoica, se constituye en el umbral de lo que se puede percibir y de todo conocimiento sensible de la realidad. Este signifi cante maestro es tal, porque es el ncleo de todas las identifi ca-ciones posteriores posibles.

    En este punto se explica el proceso de la identidad donde se constituye a su vez el principio del suceder psquico, de todo conocimiento del otro y de todo razonamiento lgico, que en el pensamiento humano y en las ciencias, aparece como la necesidad y hasta la inercia de construir identidades e igualdades entre elementos lgicos, cuyo modelo fundamental lo ha establecido la matemtica como modelo cientfi co por ex-celencia. El yo, instancia del psiquismo con el que todo humano se relaciona con la realidad del mundo, desarrolla su dinmica de representaciones a travs de la dial-ctica de lo imaginario. De la presencia fundamental del lenguaje y de su consecuente efecto imaginario, se derivan dos principios del suceder psquico y hasta dos tensiones contrapuestas y simultneas, que no son ms que los principios epistemolgicos de la ordenacin y humanizacin del mundo:

    el primero, est dado por la funcin del signifi cante en la subjetividad, por esa funcin primordial del lenguaje y que propone la fragmentacin signifi cante de la realidad, su divisin, parcelacin y fragmentacin de los objetos, a cuya con-secuencia la ciencia ha producido la histrica multiplicacin de los objetos epis-tmicos de la realidad;

    el segundo, es la presencia de lo imaginario, que como principio del suceder psquico propone la tensin hacia la unidad presente en los modelos ecuacionales

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    que formulan las identidades matemticas y las vinculaciones interdisciplinarias de complementariedad discursiva y de articulacin de los sistemas tericos, que han tomado en nuestro tiempo vigencia en la obra de Edgar Morin bajo su pro-puesta de la teora de la complejidad y de unir los conocimientos.

    Segn el primer principio, el conocimiento disgrega, desmenuza los objetos hasta identifi car las partculas ms insignifi cantes del cosmos para representarlos en el len-guaje matemtico. Por otro lado y desde la identifi cacin primaria sobre la base del signifi cante primordial, el lenguaje produce en el pensamiento la inercia de la unifi ca-cin de la realidad; desde entonces lo ms diverso y dismil, los objetos de la realidad concreta, lo conocido en la ciencia, puede articularse en una lgica y en un orden, a condicin de que el psiquismo sea capaz de encontrar entre aquellos elementos rasgos comunes. Y sabemos que s los encuentra.

    No es aqu donde se funda adems la necesidad lgica del pensamiento? No slo en lo relativo a las ciencias llamadas duras, sino a las formalizaciones de las ciencias sociales, ms bien dependientes absolutamente de planteamientos conjeturales lgicos. El universo, el cosmos y toda realidad posible y diversa, puede ingresar en el orden de los rasgos para articularse, a su vez, en la organizacin formal a travs su ordenamiento y clasifi cacin lgica. Realidades concretas y abstractas pueden integrarse en la lgica de la unidad y de la igualdad.

    Esta inercia es de tal modo fundamental, que la concepcin que del mundo construye el sujeto del conocimiento, desde las formalizaciones matemticas y lgicas, nunca se separ de la fascinacin por la identidad; el narcisismo nunca se desprendi de la ra-cionalidad y de ese producto que se fund con Descartes bajo la estructura de la ciencia moderna. Esta inercia nunca se desprendi tampoco del avance de las ciencias, de las disciplinas fundadas en la matemtica, tales como la fsica y la qumica; ni siquiera se desprendi de la lgica formal, ni de la lgica de clases ni de la lgica de conjuntos, tanto as que hizo de la razn matemtica el fundamento de la certidumbre sobre la realidad, que como podemos ver, no puede menos que ser, en todos lo casos, ilusoria. La certidumbre del nmero en su reduccin de los sentidos nunca fue tan radical. La dimensin de la imagen constitutiva del yo y el desarrollo de la visin para el conoci-miento de la realidad, ha predominado sobre las formas de conocimiento positivista de la realidad y de la corriente del iluminismo moderno durante siglos. Desde el pensa-miento clsico griego sobre el cosmos, el sujeto del conocimiento no ha hecho ms que ordenar su realidad a su imagen y semejanza. La ciencia no hace ms que ilustrar este juego de rasgos en complejas demostraciones ecuacionales.

    La igualdad a=a formalizada en la matemtica desde la antigedad griega no respon-de sino a esta inercia del pensamiento por la similitud entre los elementos. Aristteles (384-322 a. C.) ya haba defi nido la identidad en trminos matemticos en relacin a

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    la unidad del ser, unidad de una multiplicidad de seres o unidad de un solo ser tratado como mltiple, por ejemplo, cuando una cosa se dice que es idntica a s misma. Lei-bniz (1646-1716) por su parte, haba denominado a esta identidad (a=a), ontolgica o real y la diferenciaba de la identidad lgica o formal (a=a) que sera aquella en la que un elemento es identifi cable a otro distinto.

    Pero la unidad es slo una ilusin provista por la fascinacin de la mirada estructu-rante del Otro ya que en lo real el cuerpo seguir desarticulado, y por tanto la realidad. Lacan encuentra en este punto, la anticipacin de lo psquico sobre la prematurez en el estadio del espejo; la imagen total, fascinante por su unidad, se anticipa a la articulacin y coordinacin motora real del cuerpo: Esta formacin se desvincula as del proceso mismo de la maduracin, y no se confunde con l (Lacan, 1953-1954 [1986]). Es decir, el principio del suceder psquico, el pensamiento y la idea de s, se anticipan al desarrollo biolgico.

    Toda esta constitucin primaria en el infante es sin duda un proceso de los primeros meses, desde la prematurez, hasta que su desarrollo neuronal, en los primeros cinco meses, le permite al nio construir en la lgica primaria del placer y del displacer, en la que la imagen del otro, se estructura en el campo de la realidad visual, realidad psquica sobre la que el nio puede tambin curiosamente manifestar las primeras reacciones de agresividad al otro: la estructuracin del yo es un proceso que no sucede sin compe-tencia y sin la movilizacin de las pulsiones agresivas y destructivas dirigidas hacia el otro. De esta lgica se deducen todos los procesos de segregacin racial, social, econ-mica, de marginacin y exclusin, etc., de que es capaz el sujeto humano. Son estas las temticas que se vienen trabajando en la sociologa contempornea latinoamericana y boliviana: etnicidad, raza, gnero y religin como campos de confl icto y lucha por los sentidos.

    El imaginario social

    Esta dialctica de lo imaginario constituye la misma base lgica sobre la que se desarrolla la dinmica de la construccin de las identidades en el campo social. Los procesos lgicos de construccin de identidades y por tanto de hegemonas, de luchas, de reivindicaciones, de conquistas y empoderamientos son explicables, as como lo son en la dimensin individual, por el efecto de lo imaginario en la constitucin subjetiva humana.

    Una ilustracin de estas lgicas imaginarias en la que ingresa un concepto funda-mental para la comprensin de lo social y que es la construccin de los sentidos, est acuado por Pablo Vila. Es absolutamente ilustrativo ver cmo los procesos sociales, desde la perspectiva de los discursos, son accesibles por la disposicin de una episte-mologa social que se sustenta en las construcciones imaginarias.

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    Para Pablo Vila (1995)35 para citar un autor que ha abordado el imaginario social y las referencias categoriales con las que los individuos y los grupos interactan, la construccin de las identidades supone procesos de lucha social por la construccin de los sentidos, es decir, se trata de una lucha que se da en el campo o el escenario de los signifi cados y del lenguaje, de los cdigos; esta lucha supone adems una confrontacin con los sistemas clasifi catorios hegemnicos. Se entiende que la construccin de los sentidos est articulada de manera indisociable con la construccin de las identidades. Vila concibe la identidad como una construccin narrativa, discursiva, es decir, slo se puede saber de ella en la medida en que los individuos hablan, y es en la medida en que hablan que son capaces de construir un sentido de su propia realidad, como la verdad de su propia experiencia, mediante la arbitrariedad con la que son construidas las taxo-nomas para clasifi car al otro.

    La lucha por el sentido implica adems la necesidad de la desacreditacin de los otros discursos, hasta que los nombres y los rtulos del propio discurso queden fi ja-dos, es decir, forme parte del sentido comn, como confi rmacin de la construccin de la hegemona (Gramsci, 1975; cit por Vila, 1995). Planteado as, la verdad sobre la realidad y el ajuste discursivo sobre sta, resulta arbitraria y en funcin de las par-ticularidades del contexto histrico del grupo social donde se da. La aceptacin de los nombres y los rtulos sera la victoria hegemnica del sentido. Pero adems todas las relaciones con los otros, todas las posiciones son instancias de construccin de los sen-tidos, de las verdades y las identidades como elementos correlativos, y a su vez, estas posiciones redefi nen las relaciones sociales. Los individuos y los grupos toman de la coyuntura histrica y de la cultura, los elementos simblicos, rasgos y discursos, que les permiten estructurar su identidad.

    Para Foucault (1970), el asunto bordea la pregunta de la medida en que el discurso social, acepta o rechaza estas formas de nombres y rtulos; son procesos de negociacin en los que se estructura la identidad donde el Otro, tal como lo entiende Lacan, sanciona la vigencia del sentido; as que lo que se habla y quien puede hablar, son cuestiones relacionadas con el poder (Parker, 1989; cit. por Vila, 1995).

    A partir de la propuesta de Gramsci retomada por Vila, es posible situar en la victoria del sentido, el carcter epistemolgico del discurso, de la verdad sobre la realidad y de la identidad. La identidad adquiere as una dimensin de categora epistemolgica de la

    35. Pablo Vila es profesor asistente de sociologa en la Divisin of Social and Policy Sciences, University of Texas-San Antonio, 6900 North Loop 1604 West, San Antonio, TX 78249, USA. Ha realizado investigaciones en Argentina, Mxico y los Estados Unidos, y ha publicado diversos artculos sobre temas de cultura e identidad: entre sus publicacio-nes estn: El otro en las narrativas de juarences y paceos (1993), Sistemas clasificatorios y narrativas identitarias en Ciudad Jurez-El Paso (1996), Las disputas de sentido comn en la frontera norte. Identidades narrativas y msica. Una primera propuesta para entender sus relaciones (1996), Narrative Identities: The Emplotment of the Mexican on the U.S.-Mxico Border (1997).

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    construccin social y discursiva de la realidad, que interpela, desde sus propios sistemas clasifi catorios, los sistemas clasifi catorios de los otros:

    Esto es as porque toda interaccin social siempre es, entre otras cosas, una interaccin con el otro como categora, ya que la nica manera que tenemos de conocer al otro es a travs de la descripcin que hacemos del mismo, y esta descripcin hace uso intensivo de los distintos sistemas clasifi catorios de que disponemos en un particular contexto cultural (Vila, 1995).

    Es decir, no slo narramos la identidad nuestra, sino que al hacerlo, narramos la identidad de los otros. Esta es justamente la frmula lacaniana yo es otro. El otro es la dimensin del conocimiento de la realidad, social y fsica, pero adems, del desconoci-miento de uno mismo; el otro es una categora con la que los individuos se relacionan. As, lo que dice y hace el otro, tiene solo sentido en la medida en que forma parte del registro de las categoras y taxonomas construidas. Este conocimiento funciona como un modelo cognitivo que es compartido en un grupo social, donde las acciones y dis-cursos individuales cobran sentido y orden. De todo esto se obtiene como consecuencia que slo la funcin narrativa, es decir, el uso del lenguaje, puede dar cuenta de la forma de protagonismo en el campo del discurso y en la lucha por los sentidos, el tipo de per-sonaje que asume ser el sujeto en su propia historia como forma argumentativa de su construccin identitaria.

    Es necesario reconocer evidentemente, en el discurso de Vila, la vertiente lacaniana de la formulacin de la dialctica imaginaria, aunque en ningn momento ste cite su nombre ni su obra.

    Pero adems todo esto sucede de la misma forma en que Kuhn (1997) plantea la lgica del establecimiento de un paradigma cientfi co y su vigencia como ciencia nor-mal en el campo de la epistemologa de las ciencias. Para Kuhn la ciencia normal es aquel modelo cientfi co que es aceptado por una comunidad de cientfi cos en una circunstancia determinada y mientras responda a las expectativas de un grupo social. Lo que es verdad en una determinada poca y lugar no lo es despus o en otro lugar. Podemos encontrar una equivalencia entre el sentido comn social y la ciencia nor-mal de la comunidad de los cientfi cos. A fi n de cuentas, los procesos mentales del conocimiento cientfi co sobre los objetos de la realidad y la elaboracin sistemtica de las taxonomas, proceden de la misma forma que el conocimiento de los seres humanos y las taxonomas sobre ellos. En todo caso tanto en las ciencias como en lo social, se trata de construcciones humanas que no son, de ninguna manera, naturales ni neutrales. La voluntad de poder las atraviesa absolutamente porque los procesos en los que se desarrollan estn en las vas de la construccin de las hegemonas.

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    La lucha por el sentido no slo permite a los individuos y los grupos una unidad simblica sino que defi ne un ser y estar en un tiempo y espacio.

    De esta forma, el conocimiento sobre la realidad es tan precaria que Borges so-la divertirse preguntndose el lugar donde poda encontrarse: acaso en los libros de las bibliotecas?, o existe cuando alguien lee los libros?, realmente existe?, dnde est?: Es aventurado pensar que una coordinacin de palabras (otra cosa no son las fi losofas) pueda parecerse mucho al universo (Borges, cit. por Mateos, 1998). Pero adems como si esto fuera posible, es decir, asimilar el discurso con la realidad misma, el conocimiento de la realidad es, para Borges, una aventura nicamente del lenguaje.

    Observaciones fi nales

    Est claro, a estas alturas, que el conocimiento como tal, no es un objeto concreto, que se pueda pesar, medir, observar, sino algo que se produce como una confi guracin de sentido por el uso del lenguaje, de modo que no se da sino slo en la articulacin de sus semantemas y morfemas.36 Asumido as el conocimiento, nos percatamos inmedia-tamente que ste no puede ser localizarlo en lo concreto del cerebro, ni en los libros, sino en el devenir de una articulacin discursiva en la que pueden producirse siem-pre sentidos indefi nidos, que sujetos a la lgica pueden ser ms o menos verdaderos y precisos, pero tambin falsos e imprecisos. La cualidad de lo falso o verdadero estar defi nida por los principios de los cuales se parte. No es ste sin embargo el tema que nos ocupa aqu.

    Hubo un mito cientfi co que ocup el tiempo de algunos investigadores en ciencias mdicas hacia la primera mitad del siglo XX, poca en que la curiosidad por descubrir los procesos del pensamiento, el conocimiento, inteligencia, sus cualidades, investigar su medicin, etc., produjo en algunas indagaciones afi rmar que el tamao y peso del cerebro estaba directamente relacionada con la inteligencia y el nivel de conocimientos que una persona poda tener. La idea indicaba que de algn modo la informacin se acu-mulaba en alguna parte de la masa enceflica, como si el conocimiento como tal, tuviera una cualidad fsica que le permitira ocupar algn espacio concreto en la consistencia de la masa enceflica. Claro que era difcil comprender, por otra parte, cmo cada vez que los individuos conocan algo ms, el cerebro no aumentaba de tamao necesariamente. Entonces se deca que esto no suceda porque obviamente el ser humano tambin es un ser capaz de olvidar, etc.

    Cuando mencionamos el concepto de articulacin lgica de un lenguaje, es evidente que nos referimos a relacin que tiene el conocimiento con el concepto de verdad, de modo que se puede denominar conocimiento verdadero, todo aquel saber que represen-

    36. Semantema: unidad lxica provista de significacin. Morfema: Elemento significativo ms pequeo del enunciado, indivisible en unidades menores portadoras de sentido.

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    ta de la manera ilusoriamente precisa, para una comunidad cientfi ca, o para un grupo de personas laicas e incluso una sociedad, los elementos de la realidad. La posibilidad de lograr un efecto de verdad, es evidentemente un efecto del lenguaje y su articulacin en la que se produce el sentido. No hay sin el recurso del lenguaje, una posibilidad de ver-dad y por lo tanto ni siquiera de falsedad. En el sentido saussuriano, la articulacin de las palabras producen el sentido y ninguna de ellas, en tanto unidades, es por s misma una representacin precisa de la realidad. Que las articulaciones de palabras sean slo una representacin, quiere decir que no son la realidad misma. Esta ilusin de precisin en el campo de la ciencia se produce como un efecto a partir de las modulaciones con-ceptuales. De modo que la realidad se construye en la articulacin del lenguaje, con las palabras de entre las cuales emerge el sentido37.

    El conocimiento cientfi co especializado y experto, no es sino una construccin de-purada en estas modulaciones lingsticas. Las palabras en esta dimensin y en cual-quiera, representan as, cosas posibles de comprobacin emprica, pero tambin en el ejercicio de lo deducible, elementos de construccin no empricos. En la medida en que el cientfi co y las circunstancias que lo rodean, permitan un mayor ejercicio discursivo, es decir una depuracin de su interpretacin y representacin de la realidad, habr lo que se llama la emergencia de un nuevo saber, cuyo xito estar asegurado por su grado de utilidad en la demanda de la sociedad capitalista38.

    El conocimiento, de materia inmaterial, en sus elementos relativos al lenguaje es, entonces, como tal, una nada, es decir, sentido, fi ccin inclusive. Pero no por ser ima-ginaria o fi cticia una realidad deja de tener efectos en las relaciones de los sujetos con la realidad y en las relaciones entre los individuos y de stos con sus grupos.

    Esta defi nicin implica que no es posible una universalizacin de los conocimientos cientfi cos, porque de hecho la produccin de un conocimiento, as como su validez, est sujeta a diversas circunstancias, sociales y principalmente polticas, ya que respon-de a las expectativas de grupos hegemnicos39.

    Por una dialctica interna, en el desarrollo desenfrenado de la ciencia, se ha ido produciendo, desde sus inicios, una fragmentacin de los saberes correlativa a la frag-

    37.Le fue dado el lenguaje, esa mentira, nos dice Borges en Los dones. 1984.

    38. Queremos destacar cmo el avance de la ciencia ha generado la actual sociedad capitalista de bienestar en la cul-tura occidental. La ciencia que Kuhn llama normal, es aquella que responde a los intereses y necesidades de un grupo social y que, en la medida en que otro conocimiento responde menor, puede ser sustituido. La ciencia normal lo es respecto de la norma de la comunidad segn Kuhn. El conocimiento cientfico como el lenguaje, es intrnsecamente la propiedad comn de un grupo o no es nada. Para comprenderlo tendramos que conocer las caractersticas especiales del grupo que lo crea y lo usa. Chalmers, Alan. Qu es esa cosa llamada ciencia? Ed. Siglo XXI, Mxico, 1982.

    39. El problema de la ciencia es enunciar las condiciones universales sobre las que sta se fundamenta. No hay una ciencia universal porque no hay tampoco una racionalidad universal y ahistrica que garantice una teora como ms verdadera que otra. (Kuhn, citado por Chalmers, Alan. Ob. Cit.) Segn Chalmers, quien considera a Kuhn un relativista, afirma que una teora puede resolver problemas, predecir, etc. y no por esto va a ser considerada cientfica por otro grupo.

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    mentacin de los objetos de estudio, de modo que en el actual momento histrico, son incontables las disciplinas y los campos de conocimiento que se han vuelto campos de especializacin y de conocimientos expertos sistemticamente delimitados, que aunque cuentan con una evidente vinculacin entre ellas mediante lo que se ha denominado inter, multi y transdisciplinario, pueden al mismo tiempo desarrollarse con cierta au-tonoma. No hay manera de frenar esta fragmentacin del conocimiento.

    En la perspectiva de Pierre Bourdieu, el conocimiento es algo al que puede adju-dicrsele un valor, que se puede acumularse como un capital; sus cualidades pueden permitir una diferenciacin de clase entre los que saben y los que no saben, puede crear exclusiones e inclusiones de individuos y de sociedades, puede permitir representarse la idea de un avance en la historia.

    La produccin cientfi ca ha creado toda una serie de imaginarizaciones de los cien-tfi cos sobre la propia ciencia. Pero no puede dejar de observarse que defi nitivamente la racionalidad de la ciencia moderna esa forma de pensar que predomin durante siglos orient el pensamiento por el camino de la acumulacin capitalista, justifi c la acumulacin desmedida del capital en pases y personas especfi cas, acentu las pro-fundas diferencias sociales, las diferencias intelectuales, la degradacin de las culturas no occidentales, neg la palabra a otros saberes no occidentales y no cientfi cos, y des-conoci las costumbres, la historia y formas de vida de culturas milenarias; ignor y releg las cualidades de la subjetividad, separ la ciencia de la vida y de la convivencia humana; el ejercicio racional fragmentador de la realidad, increment las posibilidades de deterioro del medioambiente y ha puesto actualmente en riesgo el equilibrio de la subsistencia de los habitantes de este planeta. Pero entonces, el conocimiento y el pen-sar tiene efecto sobre las realidades polticas, sociales, culturales, sobre la vida, sobre el medio ambiente.

    La dimensin poltica es el campo donde los sujetos tienen la posibilidad de dar con-torno a representacin del mundo, al ordenamiento cognitivo de la realidad social; la poltica es el campo donde los individuos y los grupos tienen a disposicin una escena para mostrar sus ms abigarradas pasiones; a eso le llamamos ideologa.

    El problema con la aplicacin del enfoque positivista a las ciencias sociales est no slo en la negacin sistemtica de la presencia de la subjetividad en todos los procesos, sino, como lo podemos ver, en las consecuencias ideolgicas que se desprenden de ella.

    Este giro epistemolgico nos ha hecho ver que los individuos son importantes en la determinacin de los procesos sociales, que las subjetividades ocultan an campos inex-plorados, que existen saberes no cientfi cos que no son inferiores a los conocimientos cientfi cos, porque adems tienen efectos sobre la realidad, ya que son indispensables para la vida en comn; hemos empezado a comprender que no existe cultura superior y que las voces de los sectores sociales antes invisibilizados, quieren ser parte de este

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    escenario social tanto como cualquiera de nosotros. Estamos en un escenario en el que vemos emerger identidades y voces nuevas y empezamos apenas a comprender que no hay, a estas alturas, racionalidad alguna que pueda oponrseles.

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    1996 Identidades narrativas y msica. Una primera propuesta para enten- der sus relaciones, en Revista Transcultural de Msica, ao 2. En http://www.sibetrans.com/trans/trans2/vila.htm. (Consultado el 20 de abril de 2008).